ANO li Bogotá, Enero I o de I 899 NUM. 81
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ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO --··---
Fundador, ALEJANDRO POSADA
Son cotaboraaores natos ae este periódico todos los Jetes y Ojicialts dtl
Ejército de la República
CIRCULAR
DEL SEROR MINlSIRO DE GUERRA
,
República de Colombia- Ministtrio de Guerra-Sección I .a
Número . .. - -Bogotá, 9 de Enero dt 1 899
Señ.or •••.....••...•••.
Tengo el honor de participar á usted que hoy n1e he
encargado, en propiedad, del Despacho de Guerra, en virtud
del nombramiento que tuvo á bien hacer en mí el
Excelentísimo Señor Presidente de la República.
Soy de usted atento servidor,
JORGE HOLGUIN
ALOCUCION
DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
Colombianos :
Siguiendo el ejemplo de mis predecesores en el Gobierno,
os saludo de la manera más cordial, hoy que principia un
~ño nuevo. En cumplimiento de lo dispuesto en la Ley I 28
de 1888, en este día se dará en todos los pueblos de la Nación
un testimonio público de amor y agradecimiento al
TODOPODEROso por los beneficios recibidos, y se impetra-
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BOLETiN MILITAR
rán sus divinos auxilios para el año que va á comenzar;
y cuando esto sucede, yo, como encargado del Poder Ejecutivo,
por el querer de los electores de la ·Nación, debo
hacer por mi parte, como en efecto hago, fervientes votos
por el bienestar y el engrandecin1iento de ella, con razón
tanto mayor cuanto por ley expedida en el año anterior,
que para honra mía fue la primera que me tocó sancionar
y mandar ejecutar, la B.epú blica rindió homenaje á J ESUCIUSTO
y ordenó se le erigiera un n1onun1ento con1o símbolo
de la gratitud nacional. U na República creyente, como
la nuéstra, que así se pone bajo la protección divina, la obtendrá
sin duda, porque Dios es todo an1or para los hombre•
y en especial para los que Jo invocan y lo acatan. Tengamos,
pues, fe en que contaremos con su amparo.
De agitación han sido los dos últimos años, con motivo
de las elecciones para Presidente y Vicepre~idente de la
República, iniciadas prematuramente y acaloradas en sumo
grado, y de la inauguración del nuevo Gobierno, hasta el
punto de pretenderse, sin motivo alguno, que yo no tomara
posesión de la Presidencia de la República, desconociéndose
así el principio de autoridad, tan respetado en todas
partes; pero por fortuna se advirtió que eso, sobre ser impracticable,
no sería consentido por la Nación, enemiga de
los Gobiernos de hecho, y la calma se ha restablecido y la
paz impera en toda Ja República. Conservarla es mi n1ayor
empeño, porque es bajo su sombra benéfica como la República
puede alcanzar el alto grado de prosperidad á que está
llamada; y como tál es también el deseo de la generalidad
de los colombianos, no dudo ni por un momento que ellos
me ayudarán á conseguir tan feliz resultado.
Ocasión he tenido antes de manifestar, y ahora repito,
que gobernaré con todos los elementos sanos que hay en
la Nación, porque yo no soy Jefe de un partido ó de una
fracción cualquiera, sino de toda ella. Llatnaré, en consecuencia,
á los puestos públicos, á los que juzge dignos de ocuparlos,
con1o lo he hecho hasta ahora en los pocos que me ha
tocado elegir, teniendo para ello únican1ente en cuenta
que son colombianos y que por sus aptitude~, por su patriotismo,
por su honradez y por su amor á las Instituciones,
tienen derecho á tomar parte en el Gobierno y ser de éste
auxiliares eficaces.
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BOLE'l'ÍK MILITAR 347
Por lo que á mí toca, llamado como he sido por el
voto popular á ejercer d Poder Ejecutivo, deber mío será,
para corresponder á tal confianza, garantizar todo legítimo
derecho y consagrar todos mis esfuerzos al bien de la comunidad.
Todo lo que de eso se aparte, es ajeno de mi carácter
y de n1i acendrado amor á la justicia; pero no basta
nlÍ buena voluntad si para ponerla en práctica no se me
presta ayuda. Deber es éste de todos los colon1bianos bien
intencionados, y no dudo, como he dicho ya, que lo
cumplirán con decisión y con lealtad; pero lo es particularmente
de la prensa, por estar llamada á promover cuanto
pueda convenir al procomunal, á aclarar todas las cuestiones
de interés público, á indicar cuanto, según su sano
criterio, convenga á la Nación, y á velar por la fiel observancia
de la Constitución y de las leyes. Su n1isión es, por
lo tanto, sublin1e y civilizadora; pero dejará de serlo si, olvidando
su objeto, se propone anarquizar el país y desprestigiar
la autoridad, como no pocas veces acontece. La
intolerancia, Ja intransigencia, el apasionamiento y cuanto
tienda á entrabar la acción del Gobierno y hacerle una
oposición sisten1ática é inmotivada, son factores inaceptables
en los escritores públicos. Si razón hubiere para censurar
los actos de aquél, háganlo enhorabuena, como en otra
vez lo dije, pero sin ofender ni irrespetar á los censurados,
para no faltar á la máxima de que "lo cortés no quita lo
valiente." Así es como creo que deben con1portarse los periodistas
y cuantos escriben para el público; y ~i tal hacen
y se interesan realmente por la marcha regular de la Nación
y su progreso, sus escritos serán de grande alcance y de
muy feliz éxito.
CoMPATRIOTAS: Una vez n1ás os llamo á la unión y
á la concordia: olvidemos las rencillas pasadas,--de que
no hemos derivado n1ás que intrctnquilidad y desprecio,-y
volvan1os los ojos á la Patria, á la cual nos debemos por
entero: sirvámosla con desinterés, como verdaderos hijos
de ella, y cooperemos todos á que sea dichosa, no sólo en el
año que principia, sino en los venideros. Ese es mi anhelo,
y no dudo que será tan1bién el vuéstro!
Amapoin1a, Enero 1.0 de I 899.
MANUEL A. SANCLEMENTE
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NOTA
DEL SUBSECRETARIO DE GUERRA, ENCARGADO DEL DESPACHO, DJRIC.IDA AL
GiNERAL, JEF~ Dl ESTADO MAYOR GENBRAL DEL EJERCITO, PARA SALUDAR AL
EJERCITO
República de Colombia.-Ministerio de Guerra.-Sección 1. •
Número ... -Bogotá, 3 r de Diciembre de I 898
Señor General, Jefe del Estado Mayor GeneraL-Presente
En ausencia del seiior Ministro titular, cúmpleme,
como encargado del Despacho, dar al Ejército nacional, á
· nombre del Gobierno, por vuestro n1uy respetable conducto,
un n1erecido testimonio de satisfacción y agradecimiento
por los oportunos y constantes servicios que han
prestado todos los miembros de la Fuerza pública en el
año que ya expira.
La conducta ejemplar que han observado dentro y
fuera del Cuartel ; la abnegación con que vienen soportando
las rudas fatigas del servicio; su firme adhesión á
las instituciones públicas; su sujeción á severa disciplina,
y, sobre t0do, lo que n1ás resalta, comparando la moralidad
n1ilitar de hoy con la de los tiempos no há n1ucho
transcurridos; el estricto respeto á las garantías individuales
y á la propiedad privada, tánto, que en todo el año no
se ha incurrido en trasgresión alguna,-son méritos que
le dan á todo el Cuerpo militar levantado carácter y elevado
puesto en el can1po del progreso moral, y que lo hacen
acreedor á las consideraciones del Gobierno y de la sociedad.
El Excelentí5imo Señor Presidente de la República
se promete que el Ejército, en vez de dar n1otivo para desvirtuar
el buen concepto que ha alcanzado, se esforzará
cada día más por acrecentarlo, á fin de asegurar, por este
lado de la Administración, la paz, sin cuya estabilidad la
Patria no podrá continuar, con paso cierto, su marcha á
prósperos destinos.
El Gobierno también tomará mayor empeño por hacer
menos penosa la condición del soldado, ahorrándole
fatigas cuanto sea posible; dándole alojamiento sano; procurando
no haya atrasos en el pago de los haberes ni en la
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DOLETiN MILITAR 349
provisión de vestidos; teniendo especial cuidado de que
sea afable el trato de los superiores, y, en fin, impidiendo
se apliquen otros castigos que aquellos absolutamente indispensables
para conservar la disciplina y la moralidad,
sin que depriman el carácter militar.
Si bien es grande el éxito que la Fuerza pública ha
alcanzado ya en su misión con1o esencial factor del orden,
aún le queda por realizar otra tendencia no menos interesante,
que consiste en in1pulsar, con su constante buen
ejemplo, el progreso de las masas populares qu~ se hallan
á menor altura.
A los Jefes, Oficiales y soldados que, con ánimo valiente,
se encuentran firn1es en el puesto que sus deberes
les señalan, alejados del an1or de sus hogares por el sublih1e
amor de la Patria, ella les recompensará su servicio y
virtudes, si no es premio bastante la fruición íntima que
proporciona el cumplimiento del deber, sobre todo del deber
que la Patria reclan1a.
Hago votos por que alleguen nuevos timbres honrosos
los ruiembros del Ejército, y les presento, con motivo
del año que llega, un respetuoso saludo.
Os uplico hagáis insertar esta nota en la Orden General
del Ejército.
Soy vuestro atento servidor,
El Subsecretario, encargado del Despacho,
CLIMACO LOSADA
República de Colombia-Ministerio de Guerra- ~Or el cumplimiento fiel de sus deberes. El
buen sentido se impone sobre las pasiones callejeras, y el espíritu de
ciudadanía preside y fomenta nuestros propósitos. La auroridad es el
símbolo que da fuerza mayor á la sociedad, y por eso debemos rodearla
de prestigio, respetarla y secundar sus actos.
La misión del ejército es, pues, en la época presente, una misión
altamente civilizadora, como que le toca velar por la regularidad del
orden, por el respeto á la ley, por la normalidad de las funciones de
todos los Poderes. El soldado debe tener el convencimiento de la importancia
de su papel, para procurar acrecentar sus conocimientos,
redoblar sus esfuerzos en mejora del servicio, perfeccionarse en la disciplina,
y tratar de engrandecerse siempre con el respeto á sus superiores.
La jerarquía militar es algo que despierta en todos admiración,
por lo mismo que los puestos superiores sólo se alcanzan mediante
el mérito, por el valor, por la lealtad, y muchas veces también por el
heroísmo y por el arrojo.
Amemos el pabellón tricolor que representa las glorias de la República;
á su sombra benéfica podremos buscar el engrandecimiento ;
respetándolo, sabremos cumplir hidalgamente nuestros deberes.
LITERATURA -- RECUERDOS Y RELACIONES MILITARES
PEREGRINACIÓN MILITAR Á JERUSALÉN, POR ERNESTO LOUET
(e ontinúa del número 8o ).
Recorremos las sinuosidades de la bahía de Caifa, cuya arena
aparece cubierta de esponjas y de despojos de navíos hacinados allí
púr las furiosas tempestades de Oriente, cuya devastación no puede
SANCO 'DE LA REPUBUCA
BmlJOTECA lUIS . ANGEl ARANGO
HEMEROTECA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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contenerse de ningún modo. Contámos hasta diez y ocho buques
perdidos de este modo en aquel punto, en donde se les creería al
abrigo de los vientos; pero la bahía de Caifa, como la de San Jorge,
cerca de Beyrouth, no es sino una ensenada en donde los vientos
del Este y del Sur tienen menos empuje, pero no por esto es
menos terrible la impetuosidad del mar.
La ciudad, construída al pie de la cordillera del Carmelo, cerca
de Narhmolcatta, el Cison de la Santa Escritura, es muy antigua
y muy sucia. U na torre cuadrada, habitada por algunos soldados
turcos, es hoy el último vestigio de la importanci.t que tenía cuando
Godofredo de Bouillon la dio á Tancredo: hoy no es conocida
sino por su rada, á donde vienen á hacer escala los paquebotes del
Mediterráneo, cuando el mal tiempo no les permite tocar en Jafa.
Hay que atravesar á Caifa para llegar al monasterio del Carmelo,
lo que aprovechámos para visitar al Vicecónsul de Francia,
señor Aumán; esto nos da un reposo de algunos instantes á la sombra
de nuestro pabellón tricolor, cuya sola vista inspira fuerzas al viajero.
Del otro lado de Caifa, nos internámos en un camino vertical,
labrado en escalera en los flancos de la roca, y después de un cuarto
de hora de subida, llegámos al convento, que puede llamarse la fortaleza
del Cristianismo, pues está construído de manera de poder
sostener un sitio de varios meses contra los musulmanes.
La plataforma sobre la cual se levanta tiene una altura de 582
pies sobre el nivel del mar; está encerrado dentro de un muro de
un metro de espesor. Desde que hemos atravesado el umbral de este
vasto dominio, divisamos todo el convento, y uno se detiene involuntariamente
para contemplar sus imponentes proporciones. Aquél
es un vasto cuadro de edificios cuya cúpula aparece sola dominando
los terraplenes. El conjunto es nuevo y data de 1853; fue uno
de los Hermanos de la Santa Yirgen del Monte Carmelo el arquitecto
que dirigió la obra, y los fondos los suministró Europa.
Abdallah-pachá, Gobernador de San Juan de Acre, destruyó
en 1821 la Iglesia y el convento del Monte Carmelo, y empleó los
materiales en construírse un palacio de estío, alegando por pretexto
que semejante posición extratégica debía estar ocupada por
el Gobierno. El hermano ] uan Bautista de Frascati acudió á
Europa á defender la causa de los religiosos de su orden, y obtuvo
desde luego que la Puerta Otomana, por intenncdiación de Francia,
restableciese á los Carmelitas en sus derechos y que pudiesen
volver á levantar su convento; pero no s~ contentó con esto sino
que abogó en todas las Cortes y ante todos los grandes, y reunió
socorros en Francia, Inglaterra, Bélgica, Alemania, Italia; una
suma poco más ó menos de un millón doscientos mil francos.
Fue entonces cuando abordando la realización de su obra, el artista
se reveló entre los religiosos; dibujó él mismo los planos,
formó obreros y dirigió sus trabajos. Reconstruído el convento,
el hermano] uan Bautista compró el palacio que A bdallah-pachá
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BOLETfN MILITAR 353
no osaba habitar más, é hizo de él el hospicio de los Levatinos, de
modo de poder dar abrigo á todos los que viniesen á pedirle hospitalidad.
El Oriente no tiene posada~ ni hoteles, y los conventos
son las etapas señaladas de los peregrinos; por esto se les quiere
aun antes de saber la acogida cordial que allí le dispensan á uno.
Vino á recibirnos al diván un hermano que hablaba fi·ancés,
y que nos sirvió todos los refrescos deseables, y abrió en seguida
seis cuartos en donde las camas, preparadas con todo el confort
europeo, parecían esperarnos. El superior llegó bien pronto después
y quiso hacernos él mismo los honores del monasterio: durante
media hora nos pa.5eamos de piso en piso, de corredor en corredor,
admirando por dondequiera el orden y Ja limpieza que reinan allí.
En el terrado superior permanecimos largo tiempo para contemplar
la inmensidad del mar; el abismo tiene algo que atrae. Encima
de nuestras cabezas flotaban los colores fnnceses, y supusimos
desde luego que habían sido izados excepcionalmente en honor
nuéstro.
-Ellas son las que nos protegen en todo tiempo, nos respondió
el buen hermano ; este es el verdadero pabellón de todos
lot conventos de Oriente, y nunca hemos izado otra bandera.
Tal privilegio de nuestros tres colores dio también lugar á
algunos incidentes. En 1857, por ejemplo, el Archiduque Maximiliano
de Austria, que recorría el Oriente, 1legó á Caifa, y deseando
visitar el monasterio del Carmelo, lo mismo que todos los
peregrinos, pidió que arriasen la bandera francesa. El Superior le
hizo saber que se honraría mucho con su visita, pero que ella no le
podía obligar á aparecer ingrato á la protección de Francia, y no
quiso cambiar su bandera. El Príncipe se sintió contrariado, y no
visitó el Carmelo.
Diciembre 16-Tuvimos la fortuna de que nuestra entrada á
Tierra Santa fuese en domingo, lo que era de buen augurio para
el viaje. A las sif'te de la mañana estábamos en pie para oír la misa
que el Superior mismo quiso celebrar. Dispusieron asientos para
nosotros en el coro de la capilla, coloco¡dos en círculo al rededor
del celebrante, de suerte que parecía que nosotros le ayudásemos á
celebrar el divino sacrificio.
A las siete y tres cuartos nos despedimos de los buenos padres,
conmovidos con su afable recibimiento y deseando volver á visitarlos
en tan deliciosa soledad. El Cawas del con vento (especie de
oficial criollo), armado cual un caballero de Ia Edad Media, encabezó
nuestra caravana, y nos guió más allá de Caifa, hasta el
camino que se dirige á Nazaret, entre el Cison y el prolongamiento
del Carmelo, al través de una llanura de imponderable fertilidad,
encuadrada por las montañas cubiertas de árboles de Galilea.
Hacia las tres Ilegároos arriba de Nazaret, construída e~ for-
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354 BOLETÍN MILITAR
m a de embudo, en un pliegue de la cadena de montañas. Aquélla
es la cuna de la religión de doscientos treinta y nueve millones de
cristianos: allí pasó Cristo los primeros treinta años de su vida,
preparándose á los dolorosos misterios de su misión en la tierra, y
no sin indignación nos apercibímos del gran minarete colocado en
aquel punto, en donde nue~tra piadosa curiosidad buscaba la cruz
redentora.
En otro tiempo el Rey San Luis vino del Monte Carmelo
á Jerusalén por el mismo camino '}Ue nosotros acabamos de recorrer:
entró á pie, teniendo un cilicio pegado al cuerpo; y oyó la
misa con gran devoción, según dice su historiador Godofredo de
Beaulieu. La entrada nuéstra fue menos solemne; echamos pie á
tierra delante de la Casa Nuova, casita pequeña que los Padres
Franciscanos han destinado para los peregrinos, y que está situada
al lado mismo de su convento, el que, con estas construcciones,
rodea el santuario de la Anunciación. Cinco minutos después atravesábamos
el patio del convento, orgullosos con poder consagrar
nuestra primera visita á los santos lugares que nos atraían.
La iglesia, reconstruí da muchas veces sobre la gruta de la
Anunciación, ocupa precisamente el sitio del primer templo que
se levantG en el siglo IV, por orden de Santa Elena, para encerrar
la casa de la Virgen, transportada milagrosamente á Dalmacia,
después á Loreto en 1291. La nave pequeña á donde primero se
entra, parece no ser sino un vestíbulo desde el cual parten una
ancha escalera de diez y siete escalones de mármol blanco, que
conduce á la capilla subterránea de la gruta, y dos escaleras más,
de las mismas dimensiones, que suben al coro, éste rodeado de una
alta reja, ricamente dorada, y que comunica por detrás el altar mayor
con el convento.
Instintivamente bajámos primero á la gruta. Al pie de las
escaleras se encuentran dos altares consagrados á San José y á Santa
Ana, á derecha é izquierda del cuarto tallado en la roca en don·
de la tradición refiere el misterio de la Encarnación. Un altar de
mármol blanco forma el fondo, y bajo la tablilla del altar, sostenida
por cuatro columnitas de mármol, están colgadas siete lámparas,
cuya luz, mantenida día y noche, permite leer sobre el mármol
blanco que cubre el suelo, estas sencillas palabras: 17erbum caro hic
factum est. (Aquí se hizo el Verbo carne).
Encima del altar un cuadro representa la Santa Familia, con
esta inscripción: Hic erat subditus illis (aquí le estaban sometidos).
U na columna de granito antiguo, colocada á la derecha del altar,
indica el lugar en donde el Angel se apareció á la Madre Divina,
y otra columna, á la izquierda del altar, pero más cerca de la entrada,
y colocada casi diagonalmente á la primera, señala el sitio
en que permaneció la Virgen cuando respondió: "Hé aquí la
Sierva. del Señor." Esta segunda columna está rota por mitad, y
la parte superior, sostenida del techo por fuertes barras de hierro,
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:BOLETÍN MILI'l'AR 355
sirve de pechina. Se cuenta que fueron los musulmanes quienes la
rompieron cuando saquearon la antigua iglesia, después de la toma
de Nazaret. Les habían hecho creer que esa columna estaba llena
de oro, y quisieron cerciorarse. ¿Cuánto tiempo permanecimos
allí, mudos, en presencia de diez y ocho siglos que nos separaban
del milagro de la Encarnación? No sabría decirlo; cuando el alma
se dilata, á impulsos de intensa emoción, es casi un deber dejarla
que saborée un sentimiento inolvidable. El Padre que nos servía
de guía comprendió nuestra emoción y suspendió el relato que
nos hacía, hasta que continuamos la marcha. Detrás del altar hay
otro cuarto tallado en la roca, que también hacía parte, sebún
Focas, de )a casa de la Santa Virgen, y debió de ser el que con
especialidad habitó el Salvador. Desprendímos de estas paredes algunas
partículas de piedra que enriquecen ahora nuestro museo de
recuerdos de Tierra Santa.
Algo hay en los lugares de la Tierra Santa que produce al
corazón cristiano una satisfacción que no encontrará en otra parte:
por Jo demás, estos sitios se conservan muy bien, y la piedad de los
peregrinos los ha enriquecido con un lujo que agrada mucho. Las
paredes están cubiertas de telas rojas, y el coro de la iglesia guarnecido
de esculturas de madera, arañas de cristal y varios buenos
cuadros. Todas las artes parecen haber pedido al santuario de Nazaret
la consagración de su grandeza adornándolo con sus atributos.
Por la sacristía entramos al primer piso del convento, en donde
reinan la calma y el orden más completos. Cada celda tiene su
número, y sobre la puerta el nombre de su inquilino; una sola no
tiene nombre, el 29, la última á la izquierda, en la extremidad del
corredor del este; pero una inscripción francesa, colocada encima
de la puerta, descubre el recuerdo que encierra:
"Celda honrada con la presencia del General Bonaparte en
1 799·" .
Nada se ha cambiado de los muebles desde la campaña de
Egipto: una cama de monje, con una mesita y tres sillas, tal es el
mobiliario con que se conformó aquel que por entonces prete-ndía
ya la conquista de Europa.
- Por todas partes, a nuestro paso, nuestros uniformes llamaban
la atención de las gentes, y se formaban en hilera, por decirlo así,
para vernos, lo que nos dio la ventaja de poder examinar de cerca
la población de Nazaret, cuyas mujeres son tan mentadas por su
belleza. Cierto que no es una fama vana: ellas tienen tipo especial
entre todas las de Palestina; ojos de expresión notable, facciones
bien hechas, correctas; y el cuerno tradicional, que no han
abandonado nunca, es para su cara un marco que le da mucho valor;
este cuerno, que ya hemos encontrado en otras partes, tiene aquí
un adorno especial, está cubierto de economías (palabra que aplican
para designar las piezas pequeñas de plata). Puede una mujer Ile-
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356 BOLETÍN MILITAR
gar á encontrarse en la miseria, pero nunca consentirá en vender
su peinado para hacerse á dinero; no lo abandona nunca; en aquello
finca su honor.
A las seis de la tarde, los padres nos esperaban en la Casa
Nuova, para obsequrarnos con una comida que hicieron tan suntuosa
cuanto les fue posible. En esa época del año el país no produce
ni frutas, ni legumbres ; preciso era que nos contentásemos
con seis platos de pollo, sazonados de diferentes maneras : fueron
ofrecidos con tan buena voluntad, que todo nos agradó.
17 de Diciembre-A las siete y tres cuartos partímos para el
monte Tabor; las mulas nos llevan la delantera, conduciendo lo
que compondrá nuestro almuerzo. El Tabor no queda precisamente
sobre el camino que conduce de Nazaret á Jerusalén; hay
que dar una vuelta como de dos horas, la que no nos costará sino
un poco de fatiga, bien compensada con los recuerdos. A las nueve
y media llegamos al pie de la montaña de la Transfiguración ; á
las diez y media hemos trepado la cumbre, un camino trazado al
través de rocas verticales, pero cuyas asperezas se ocultan entre
encinas silvestres y bosq uecitos de flores gratas; todos nosotros
conservamos algunas de éstas entre las hojas de algún libro ó en el
portamonedas. Allí, en donde creíamos no encontrar sino un sitio
insuficiente para el almuerzo de seis personas, descubrímos una
magnífica plataforma, cuya extremidad norte muestra todada los
últimos vestigios de una ciudadela romana, y un pequeño convento
griego hoy día abandonado.
Frecuentemente se ha tratado de indagar de qué lado preciso
de la montaña tuvo lugar la Transfiguración, y Lamartine, en presencia
de esas ruinas que llaman romanas, no ha querido admitir que
se verificase sobre el Tabor : argumento fácil de destruír porque
los romanos no llegaron á ese ?aÍs sino con V espasiano, hacia el
año 69 después de Jesucristo, y su recinto fortificado se levantó
quizás en el sitio mismo que fue el primer testigo de la gloria del
Salvador. Adoptemos la tradición que coloca aquí la Transfiguración:
la fe rechaza con horror la duda que pudiera mezclarse á
sus recuerdos. Los católicos de Nazaret vienen aquí en peregrinación
cada año, el día en que se celebra la Transfiguración, y uno
de los padres de la Tierra Santa celebra la misa hacia la parte sudeste
de la llanura, desde donde la vista abarca de un solo golpe
toda la llanura de Esdrelón, las montañas de Gelboé, el monte
Hermón y la cadena del Carmelo, el más bello conjunto que uno
pueda imaginar. Allí permanecímos una hora en contemplación
ante esos reflejos de un pasado divino.
A medio día bajámos al Sur, hacia Dejennim, atravesando la
parte de la llanura faz por la cual no ha sido considerado
todavía.
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358 BOLETÍN MILITAR
En las democracias antiguas se hacían las leyes, se elegían
los magistrados y se decretaba h. paz ó la guerra en las juntas populares;
los oradores eran, por decirlo así, los árbitros de la suerte
de la República, y la elocuencia deliberativa alcanzó entonces e.
más alto grado de perfección. Las modificaciones y cambios introducidos
después en la forma de gobierno, la limitaron á las asambleas
ó cámaras representativas; y el cambio de auditorio templó
su vehemencia primitiva, pues no era lo mismo perorar al p<1eblo
reunido en la plaza en Atenas ó en Roma, que hablar delante de
poco~ oyentes en un Congreso. En los tiempos modernos queda
como ejemplo O'Connell arengando al pueblo irlandés, tanto por lo
numeroso del concurso como por la magnanimidad del orador y la
importancia suma del asunto. La antigua clasificación de la elocuencia
en los tres géneros deliberativo, demostrativo y judicial,
pareció insuficiente en nuestro tiempo, y la crítica hizo un género
aparte de la elocuencia militar, en la cual no sólo es justo colocar
las alocuciones y proclamas, sino también toda expresión según el
h•gar y las circunstancias en que se profiera.
Tal género no se ·ajusta á las estrechas reglas que rigen en
las composiciones de otro orden; cosa natural, porque siendo la
escena y el auditorio diferentes, diferentes deben ser también los
pensamientos, el lenguaje, la acción. El orador militar necesita
una palabra de fuego que caiga rápida é inflame instantáneamente
Jos corazones del pueblo ó del ejército para inclinarlo á tomar
alguna suprema resolución ó á empujarlo á la muerte ó á la vicria.
No en el recinto estrecho de la sala de un Parlamento ni en
las bóvedas ,de un templo debe resonar esa voz, sino en el campo,
al aire libre, bajo el palio espléndido del firmamento: el orador
militar habla no en la tribuna sino al pie de las banderas que sacude
el viento, delante de los tupidos batallones, cuyas armas
brillan al sol; enfrente, no lejos del enemigo, en cuyo campo se
mezcla con el ronco redoble del atambor guerrero, el relinchar
de los caballos impacientes y el agrio són del clarín que manda
el combate. Allí todo debe ser rápido, animado, vehemente: una
breve exposición, recuerdos de glorias antiguas, grito de venganza
por las derrotas sufridas, voz animadora, llena de convicción
y de esperanza; á veces insulto mordaz lanzado atrevidamente al
enemigo; la promesa de los bienes que ofrece la victoria, y esto,
d~clamado, gritado con acento alto, desgarrador, solemne. De
modo que si hubiera de tomar un-a comparación para ilustrar este
asunto, diría que la elocuencia militar es como las ondas d::: un
mar alborotado por la tormenta, cuyas inmensas moles corren aceleradas
con el soplo del huracán, y llegan al alto promontorio y
allí se rompen con estruendo, y espuman, y borbotan, y hierven;
en tanto que otras especies de elocuencia, en grado mayor ó menor,
se asemejan ó á mansos ríos que corren apacibles, lamiendo
campos tupidos de grana y colmados de flores, ó á lagos tranquilos
en los cuales se pintan las estrellas de un cielo sereno.
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BOLETÍN MILITAn 3159
Esta elocuencia, como eco que es de la paswn en su último
paroxismo, admite la esplendidez del estilo metafórico en su mayor
grado, y tal forma, natural en ella, sería hinchada en arengas de
otra clase: diferencia que no han tenido en cuenta los que tachan
de ampulosos los discursos del Libertador. Quien se halla al frente
del enemigo en el trance de una batalla; quien habla á soldados,
si valientes, rudos por lo común; quien debe aprovechar las circunstancias
del lugar y el momento, mal puede detenerse á buscar
giros y formas que no se atemperan á la situación. Así es como
son naturalísimas estas palabras de Napoleón 1: "Cuarenta siglos
os contemplan de lo alto de esas pirámides"; y las de Bolívar después
de Ayacucho: "¡Soldados colombianos! centenares de victorias
alargan vuestra vida hasta el término del mundo."
(Continuará)
EN EL EJE.RCITO
Se nombró, por decreto de 9 de DiciembLe del afio que terminó,
al doctor Pedro A. Brugcs, médico de la guarnición de Riohacha.
-Se concedió, en la misma fecha, licencia indefinida, al Subteniente
Abelardo Arangurcn, para separarse de la 3·a Compafiía del
Batallón Sucre número 7. 0
-Se llamó al servicio., para reemplazar al Subteniente Aranguren,
al sefior Luis Alejandro Cárdenas.
-Se destinó al Teniente Guillermo Montoya, z. Ayudante del
Batallón N ariño número 4.o, á igual puesto en el Batallón Urdaneta,
número 17.
-Para el puesto que dejó vacante el Teniente Montoya se nombró
al Teniente Aristides Liévano.
-Se reconoció al seti.or Adriano R. Blanco M., en el empleo de
Coronel con que prestó sus servicios al Gobierno en la guerra de 189 5,
y se le abonó la antigüedad de 4 de Agosto del afio citado.
-Se destinó al Capitán Angel María Gómez, que servía en la 5:
Compañía del Batallón Ju11ín á la 5.a Compañía del .Ayacucho en reemplazo
del de igual grado Manuel D. Hurtado R.
-El Capitán Manuel D. Hurtado R. pasó á la s.a Compañía del
Batallón J unín.
-Se reconoció al señor Luis F. Pasos en el empleo de Capitán
con que prestó sus servicios al Gobierno en la última guerra, llamándole
al servicio activo y destinándole á la 5~ Compafiía del Batallón
Bomboná, creada por Decreto de 24 de Noviembre (1898).
-Se llamó al servicio al Teniente Rufino Bulla, y á los Subtenientes
Carlos Riascos Plata y Juan Antonio Burgos y se les destinó á
la s.a Compañía del Batallón Bomboná.
-Se concedió licencia al General Ramón Gonz'ález Valencia
(con fecha 10 de Diciembre), para separarse, por causa de enfermedad,
del mando de la 3~ División, por sesenta días renunciables.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
360 BOLE'l'ÍN MILl'.rAR
-Se encargó del mando accidental de la 3.• División al General
Julio C. Upegui, Inspector de ella.
-Se concedió licencia indefinida al Subteniente Jesús N cgret V.
para separarse del puesto de 2.0 Adjunto del Estado Mayor general.
-Se nombró en reemplazo del ~ubteniente Jesús Negret V. al
Teniente Juan Bautista 'N egret.
-Se destinó al Capitán Belisario Villamil, Ayudante Mayor del
Medio Batallón f/ alencey, á la 4.a Compañía del Batallón La Popa, en
reemplazo del Capitán Guillermo Escallón.
-Se nombró 1l Capitán Guillermo Escallón para ocupar el puesto
de Arudante Mayor del Medio Batallón f/ a!encey.
-Se nombró al Capitán J ustiniano Zapata para mandar la 4· a
Compañía del Batallón Nariiio.
-Se nombró al Capitán Heliodoro Pieschacón para la 2.a Compañía
del Batallón Ayacucho.
-Se nombró al Capitán Ricardo Franco, Primer Adjunto del Estado
Mayor de la 3.a Brigada de la 1.• División, para la 4.• Compafifa
del Batallón Sucre.
-Se nombró al Capitán Agustín Jiménez, Primer Adjunto dc:l
Estado Mayor de la 3·• Brigada de la 1.• División.
-Se concedió al Subteniente Reinaldo Escobar, la Jicenc.:ia indefinida
que solicitó para separarse de la 3.n Compañía del Batallón
Rijin.
-Se reconoció al señor T ulio Mendieta, el empleo de Subteniente
con que prestó sus servicios en la última guerra, y se le destinó al Batallón
R ijles, en reemplazo del Subteniente Escobar.
-Se llamó al Subteniente Eleuterio Sánchez (que servía en la 1.•
Compañía del Batallón Tiradores), á prestar sus servicios en la 4· • del
Rij/11.
-Se pasó al Subteniente Francisco Pinzón á la 1.a Compatiía del
Batallón Tiradoru.
-Se nombró al señur Pedro Martínez P., Ayudante del Guardaparque
de Cartagena, encargado especialmente del ramo de Artillería.
-Por decreto de 1 I de Diciembre de T 898, se nombró al Coronel
Luis Morales Berti, Primer Ayudante general del Estado Mayor de la
3.• División.
-Se llamó al servicio activo al Sargento Mayor Ramón Pereira
Chaves y se le destinó á la Comandancia en Jefe del Ejército, corno
segundo Ayudante general en la vaca~te que allí existía.
-Se nombró al Coronel Marcos E. Soto, Jefe del Batallón Uriantta,
en reemplazo del Coronel Alejandro Quintero que fue destinado
al Batallón Cazadorn.
-Se ordenó que el Coronel Pedro Sicard Briceño, Primer Jefe
del Batallón Bárbula, pasara á ocupar el mismo puesto en el Sucrt, en
reemplazo del Coronel Soto.
-Se nombró Jefe del Bárbu!a al Coronel Luis Fernando García.
-Se nombró Jefe del Batallón Nariiio al señor Coronel Antonio
Gómez R. --·....-·--
BOGOTA-lMPRENTA NACIONAL
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año II N. 81", -:-, 1899. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690998/), el día 2025-08-05.
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