ANO 11 Bogotá, Diciembre ~ 1 de 1898 NUM. 8o
ORGANO DEL MJ:NISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO ---·---
Director, ALEJANDRO POSADA
Son colaboradores 7Jatos dente periódico todos los Jefes y Oficiales tU!
Ejército de la República
MINISTERIO DE GUERRA
DECRETO NÚMERO 276 DE 1898
(17 DE NOVIEMBRE)
por el cual ae eleva el efectivo le~11l del Batallón l. 0 de Artillería
El Presidente de la República
CONSIDERANDO:
1.0 Qye el D .... creto nún1ero 14 de 23 de Agosto de
I 898, reorgánico del Ejército, asigna sólo 86 plazas á cada
batería del Batallón 1. 0 de /lrtillería ;
2. 0 ~e conforme al artículo 14 del Código Militar,
corresponde á cada batería de Artillería un efectivo de
I 2 3 individuos de tropa; y
3· o Que á la plana n1ayor de un Batallón de Artillería
corresponden I I individuos de tropa, de acuerdo con
el artículo I 20 del citado Código,
DECRETA:
Artículo único. El Batallón I. o de Artillería constará
en lo sucesivo de seis baterías con I 23 plazas cada una y
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330 BOLETÍN MILITAR
once individuos de tropa de plana mayor, ó sea un total
de 7 49 plazas.
§ ~eda reformado en estos términos el § I. 0 del artículo
6.• del Decreto nún1ero 14 de 23 de Agosto de
1898, reorgánico del Ejército.
Con1uníquese y publíquese.
Dado en Anapoima, á 17 de Noviembre de 1898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
Bogotá, Noviembre I 8 de I 898.
El Ministro de Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLIN A
DECRE'l'O NÚMERO 277 DE 1898
(18 DE NOVIEMBRE)
qu·.! señala la m anera como deb e practi car las visita s d e guarnitión el Inspector de la +··
División, y fija el luga r de su r es id encia
El Presidente de fa R epública
CONSIDERANDO;
~e el Decreto nún1ero 14, de 23 de Agosto últin1o
reorgá.nico del Ejército, dispuso que Ja jurisdicción de Ja
4·· División comprendiese los Departamentos del Cauca y
Antioquia;
~e el único Inspector señalado por dicho Decreto
para esa División, ~iene que practicar, conforme al artículo
I.0 del Decreto número 202 de r.9 de Junio de l896,
visitas trimestrales en las fuerzas pertenecientes á la División,
las cuales están situadas en Medellín, Manizales,
Buga, Cali, Popayán y Pasto;
~e por causa de Ja larga extensión del territorio, no
le es posible al Inspector practicar cada tres n1eses visitas
en aquellas guarniciones, á tiempo que el plan de estrechas
econon1Ías, introducido por la presente Adn1inistración, impide
aun1entar el nún1ero de Inspectores militares; y
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DOLETÍN MILITAR 331
~e la extensa línea de guarniciones que corresponde
al Inspector recorrer cada tres meses, da lugar á valiosas
erogaciones con la liquidación de los pasaportes que á
tal empleado y al Ayudante-Secretario habrían de expedírseles,
DECRETA :
Artículo único. El Inspector de la 4.~ División vtst
tará cada seis meses todas las guarniciones de su dependencia,
y tendrá 5U residencia en Buga, que es centro del territorio
de su jurisdicción.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Anapoima, á I 8 de Noviembre de I 898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
Bogotá, 20 de Noviembre de 1898.
El Ministro de Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLINA
DERETO NÚMERO 28o DE 1898
(24 DE NOVIEMBRE)
por el cual ae eleva el Batallón Bomboná á cinco Compañías
El Presidente de la República
CONSIDERANDO :
OEe las cuatro Compañías que componen el Batallón
Bomboná son insuficientes para atender á la vigilancia de
la frontera de Venezuela, sin perjuicio del buen servicio de
la guarnición de Chinácota y Cúcuta, en donde se encuentra
acantonado el citado Cuerpo,
DECRETA:
Artículo único. Procédase á elevar á cmco Campa-
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332 BOLETÍN MILITAR
ñías el Batallón Bomboná, con el contingente que suministre
al efecto el Gobernador de Santander.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Anapoima, á 24 de Noviembre de 1898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
Bogotá, 26 de Noviembre de l898.
El Ministro de Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLlNA
DECRETO NUMERO 281 DE 1898
(25 DE NOVIEMBRE)
sobre persona l de los buques de guerra
El Presidente de la República
Teniendo en cuenta que, según el concepto del Comandante
general de la 2.a División, es necesario conservar
los segundos Ingenieros de las cañoneras La Popa y
Boyacá, y, en vez del prin1er Con1andante del vapor de
guerra Hércules, restablecer al Capitán del mismo,
DECRETA:
Art. 1. o Restablécese en sus puestos á Jos segundos
Ingenieros de las cañoneras La Popa y B o y acá ;
Art. 2. 0 En vez del primer Comandante del vapor
de guerra Hércules continuará funcionando el Capitán,
primer Práctico.
§. Q.8edan reformados en estos térn1inos los Decretos
de 12 y 15 del n1es en curso, por los cuales se hicieron
algunas supresiones en el ramo de guerra y se redujo el
personal del vapor Hércules.
Comuníquese y publíq u ese.
Dado en Anapo~ma, á 25 de Noviembre de 1898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
Bogotá, 28 de Noviembre de 1898.
El Ministro ¿e Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLINA
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:BOLETÍN KILITAR 333
DECRETO NÚMERO 283 DE 1898
(28 DE NOVIEMBRE)
por el cual ae dispone que en el Estado Mayor de la 3·' y 4! División haya na
Ayudante general de la clase de Teniente Coronel ó Coronel
El Presidente de la República
CONSIDERANDO:
I.0 ~e el artículo 161 del Código Militar dispone
que el Jefe de Estado Mayor de una División tendrá por
subalternos un primero y un segundo Ayudante general ;
2. 0 ~e tal como están organizados hoy los Estados
M ay ores de la 3.' y 4.~ División del Ejército, ~e rompe
la sucesión de n1ando, pues no hay quien reemplace al Jefe
de Estado Mayor cuando éste falte por cualquier motivo,
DECRETA:
Artículo único. En lo sucesivo habrá en el Estado Mayor
de la 3·" División y en el de la 4: un Ayudante general,
que será de la clase de Corond ó de Teniente Coronel.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Anapoima, á 28 de Noviembre de I 898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
Bogotá, 30 de Noviembre de 1898.
El Ministro de Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLINA
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334 BOLETÍN MILITAR
(19 DE NOVIEMBRE)
por el cual se hace una promoción
El Presidente de la República
DECRETA :
Artículo único. Promuévese al General Antonio Araújo
L. del puesto de Ayudante general del Superintendente
general de las fuerzas del Atlántico, al de Ayudante general
del Cuartel general de la 2.a División, con destino á
prestar sus servicios en Cartagena como Jt>fe militar de
allí, auxiliar del Comandante general divisionario.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Anapoima, á 29 de Noviembre de I 898.
MANUEL A. SANCLEMENTE
Bogotá, Diciembre 2 de 1898.
El Ministro de Guerra,
PEDRO ANTONIO MOLINA
DE LA ARTILLERIA DE CAMPAÑA
EN COMBINACIÓN CON LAS OTRAS ARMAS
(Conclusión)
En el primer caso, á dos objetos especiales tiene que
dedicarse exclusivamente la artillería de la defensa, que son:
las baterías enemigas y las columnas de ataque, desde que
éste se inicia hasta que sean rechazadas aquéllas; para Jo
cual romperán sobre ellas todas las baterías un fuego vivísima
de granada-metralla; preocupándose m u y poco, en
esta fase del combate, de los disparos de la artillería enemiga,
la que se habrá procurado de antemano tenerla bas-
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BOLETÍN MILITAR 335
tante quebrantada, ya que no se haya conseguido apagar
del todo sus fuegos; y solamente en el caso de que éstos
mole~ten demasiado el punto decisivo de la defensa, se dedicarán
dos ó tres baterías á tener en jaque las del enemigo,
impidiéndolas tirar con sosiego y tranquilidad.
Es mcy conveniente tener conocidas las distancias de
ciertos puntos del terreno por los cuales han de pasar las
columnas de ataque, y las espoletas graduadas para dichas
distancias; pues cuando el enemigo se lanza á Ja carg1., no
se puede perder ni un instante de hacer fuego sobre él,
por pern1anecer n1uy poco tien1p o sobre los tnencionados
puntos.
Las baterías divisionarias coadyuvarán á la defensa
dentro de ]a esfera de acción de sus divisiones respectivas,
siendo su colocación en el centro de ellas, ó en una de sus
alas un poco avanzadas, siempre que estén al abrigo de un
ataque brusco, y en puntos en que siendo su efecto útil el
mayor, no embaracen Jos movin1ientos de las otras tropas;
pero si la disposición del terreno exigiere tenerlas más á
vanguardia, es de todo punto indispensable dedicar una
fuerza en relación al número de piez~' s, para su sostén especial,
que podrá ser de infantería ó caballería, según los
casos. Sin en1bargo, si el Comandante general deJa artillería
juzgase conveniente aumentar en determinado punto gran
cantidad de bocas de fuego, podrá distraer para dicho objeto
las b:tterías divisionarias que crea más á propósito.
Procurarán éstas que sus emplazamientos sean tales,
que dominen desde ellos el mayor terreno posible, así como
el de poder enfilar todas Jas avenidas por las cuales se presuma
ha de presentarse el enemigo para su desarrollo en el
campo de bataJla; además, es preciso que desde dichas posiciones
pueda en1pezarse á cañonear al enemigo desde las
n1ayores distancias y flanquear la línea de defensa.
Estas baterías no romperán el fuego sobre las tropas
enemigas que se presenten para hacer un reconocimit:>nto,
por su pequeño número y excesiva n1ovilidad. Pero en el
caso que éstas se presentaran en masas algo considerables,
acompañadas de una ó varias baterías, iniciando una ofensiva
n1uy enérgica, se romperá entonces un fuego muy vivo
de granada-m etralla, especialmente :,Obre sus baterías, hasta
inutilizarlas ó entorpecer mucho sus fuegos.
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336 BOLETÍN MILITAR
En cuanto á la artillería de cuerpo, por regla general,
se emplazará en el punto que defienda lo más directamente
la entrada í!el desfiladero, para lo cual se situará enfrente
de ella algo á vanguardia, y procurando satisfacer en todo
lo posible la mayor parte de las condiciones anteriormente
dichas. Estas baterías romperán un fuego lento y pausado
sobre el enen1igo tan pronto como esté al alcance de su tiro,
aunque éste no sea muy ce-rtero.
Pero en cuanto las piezas enemiga~ avancen y se sitúen
á la distancia del fuego eficaz de nuestros cañones, se
romperá sobre aquéllas un nutrido fuego de granada-n1etralJa,
hasta reducirlas al silencio, ó por lo menos conseguir
que sus disparos sean muy lentos é inciertos; no dejando
de cañonear por esto á las n1asas de infantería y de caballt:
ría que se divisen á retaguardia antes de su despliegue.
Una vez empeñada la gran lucha decisiva, la n1isión
de las baterías de la dt-- fensa es: I. o Tener á las del enemigo
en un jaque constan te, no dejándolas tirar con tranquilidad;
y 2. 0 El de procurar que el avanre de las tropas del
ataque sea 1 ·~ más lento posible, teniéndolas el mayor
tiempo que se pueda sometidas al fuego del cañón y aun
del fusil.
Las baterías á caballo estarán situadas en las alas con
su caballería, prontas á acudir al punto en que haga falta
reforzar la artillería, y para ayudar á la persecución en el
caso en que el enemigo sea rechazado y emprenda la retirada.
Si, por el contrario, los defensores son los que tienen
que emprender la retirada, la empezarán á verificar las tropas
más avanzadas de las alas y por escalones ; se destinará
cierto número de baterías para que repasen el desfiladero
con las primeras tropas que lo hagan, con el objeto de que
tomen posiciones al otro lado de él ; dichas posiciones deberán
ser tales que puedan batirse de flanco las fuerzas que
del enemigo se vayan presentando del lado de la defensa;
también se elegirá en cuanto sea posible un en1plazamiento
que pern1ita batir todo el interior del paso. Las baterías
divisionarias o pasarán al galope y progresivamente con
sus respectivas divisiones á la cabeza de ellas; pues es de
todo punto indispensable que estén ya en posición el mayor
número de baterías, al terminar el paso del desfiladero, to-
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BOLETfN MILITAR 337
das ]as tropas de Ia defensa. Las baterías que defienden
directamente su paso, serán las últimas en retirarse, haciéndolo
por escalones.
U na vez establecida la defensa del otro lado del desfiladero,
y conseguido haber ton1ado la salida bajo un fuego
eficaz y concéntrico de artillería, romperá ésta uno muy
vivo de granada-metralla sobre su desen1bocadura y aun
dentro del misn1o paso, tan pronto como se presenten las
primeras fuerzas enemigas; y como éstas, por regla general,
irán acompañadas con algunas piezas, se dedicarán unas
baterías de Ja defensa para batirlas con un fuego vivísimo
en su n1ovimiento de avance, elección de ernplazamiento y
de ponerse en batería; procurando tenerlas en jaque el n1ayor
tiempo posible. Teuiendo especial cuidado de que las
alas estén á cubierto de los fuegos de flanco que el enemigo
pueda dirigirles desde el otro lado del desfiladero. Procurarán
las baterías de la defensa enfilar el paso, ya que no
en toda su longitud, á lo n1enos en su n1ayor parte, así
como de ílanq uear su salida.
Las baterías á caballo, si no ha hecho falta emplearlas,
se mantendrán de reserva con sus respectivas unidades
de caballer1a, pero siempre dispuestas á ~cudir allí donde se
necesite un pronto refuerzo de bocas de fuego. Dichas baterías
son las destinadas á proteger el n1ovimiento retrógrado
que ulteriormente haya de emprenderse; ó bien á coadyuvar
enérgicamente á una reacción ofensiva, que por cualquier
circunstancia pudiera tomar, e contra el enemigo ;
debiendo hacerse esto sien1pre que la ocasión se presente.
El caso en que una división de caballería deba mantenerse
principaln1ente á la defensiva, repetiremos lo que ya hemos
dicho otra vez, que no debe entenderse una defensa estricta
y mucho n1enos en Ja caballería, cuyo espíritu no puede
acomodarse bien á desempeñar un papel pasivo.
Solamente en circunstancias muy excepcionales, y para
compensar una gran superioridad numérica del enemigo, y
la combinación de las diversas especies de armas, se puede
admitir que una fuerza n1ayor ó n1enor de caballería dotada
con la conveniente artillería~ se encierre dentro de una defensa
puramente pasiva; pues el comandante en jefe de estas
fuerzas, antes de ocurrir á colocarse en aquella situación,
tratará de sacar el mejor partido posible del terreno
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338 DOLETÍN MILITAR
y del efecto de la artillería, y aun también de una parte de
sus jinetes pie á tierra.
Sucede muchas veces en una lucha defensiva de esta especie,
que la naturaleza de los accidentes que en ella se presentan
haga desempeñar á la artillería un papel más importante
que en la ofensiva, en térn1inos que n1uy á n1enudo
se convierte en arma principal, de n1odo que, en muchas
circunstancias, Ia situación y desarrollo de los escuadrones
en el campo de batalla, deben ser regulados por el emplazamiento
de sus baterías.
La marcha general de la guerra exige con alguna
frecuencia, que la caballería tenga que guardar un terreno
á toda costa, ó conse rvarlo, so steni endo combates n1ás ó
menos largos y de poca importancia, con objeto de entretener
al enemigo en él y de ganar tiempo: en uno ú otro caso
el plan del comandante en jefe debe ser n1uy diferente.
En el primer caso se procurará desplegar la caballería lo
más á cubierto que se pueda; y desde los puntos que ya se dehen
tener elegidos de anteman o, quebrantar al enemigo con
un fuego vivo y eficaz de artillería, impidiendo su aproximación
c0n sus disparos, y algunas veces tambi é n con el
de algunos jinetes á pie. Si dicho fuego ha tenido buen éxito,
entonces á la caballería le toca obrar, lanzándose contra el
enemigo, llevando en su ala interior las baterías necesarias
para el mejor resultado de la carga. Estas baterías obrarán
en un todo como se ha explicado para Ia ofensiva. Para
obtener de este contra-ataque el mejor resultado posible,
es evidente que no debe ni aun iniciarse sin una con1pleta
preparación por la artiJ !ería. Esta se halla en muy buenas
condiciones para ello; pues teniendo que ocupar una posición
por largo tiempo, puede regular sus tiros con precisión
y exactitud a los puntos notables del terreno por donde el
enemigo debe pasar; por lo tanto, no sólo las granadas or~
dinarias, sino particularmente las de metralla, harán un
gran efecto sobre el enemigo.
La artillería de la dtfensa tendrá elegida de antemano
una buena posición cerca de la línea de retirada, todo lo
dominante que sea posible del terreno que la rodee; procurará,
además, situarse en la proximidad de las localidades
que sean favorables á la defensa ocupando aquéllas por
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BOLE'l'ÍN MILITAR 339
jinetes p:e á tierra i. u e le sirvan de sostén con sus arn1as
de fuego.
En el caso en que el mencionado ataque quiera llevarse
hasta la decisión, es preciso ante todo reunir toda la artillería
y separar su posición del campo de batalla de la cabaUería,
emplazándol:a. en punto desde el cual la eficacia de su
fuego sea el mayor, durante el n1ás largo tiempo, sin entorpecer
los despliegues y el ataque de la caballería, sin perder
nunca de vista su propia seguridad, fiándola bien al terreno,
ó bien á una escolta especial.
El papel que desempeña Ja artillería en el segundo
caso, es decir, cuando la caballería á quit'n va anexa no
tiene más n1isión que la de sostener un puesto, por más ó
n1enos tiempo, y el de entretener al enemigo para dar lugar
á que lleguen las tropas, ó por enterarse de su composición
y número, es próximamente el que hemos dt>scrito
anteriormente, con ]a sola diferencia que en esta circunstancia
los ataques generales y á fondo no se efectuarán nunca,
y sí los parciales, que impidan proseguir los suyos con demasiado
vigor; los emplazamientos de la artillería son sumamente
variables, exigiendo Jos movimit:ntos de aquéllas una
suma rapidez y gran precisión. Por regla general, en todas
las cargas qne la caballería inicie y lleve á cabo, deben ~er
protegidas por ]as baterías, acon1pañándoJa hasta Ja distanci<
l en que su fuego produzca el mayor efecto útil, teniendo
cuidado de no estorbar á los escuadrones á quienes va á
proteger con sus fuegos, en el mon1ento del choque, ni verse
arrolladas por aquéllos. En esta ocasión, más que en ninguna,
se ve de todo lo que e::; capaz ]a artillería de á caballo
bien dirigida en el campo de batalla.
La artillería aquí es el arma principal, y en todos Jos
casos Ja caballería deberá regular sus n1ovimie11tos por los
de aquélla. La manera especial de obrar de la artillería es
enteramente la n1isma que en combinación con la infantería.
El Comandante de Ja artillería debe estar perfectamente
enterado de los proyectos de ciefensa del general
en Jefe, para que con arreglo á ellos puedan hacer el mej'Jr
uso de sus armas.
Por la gran dificultad de reen1plazar las n1uniciones
en las divisiones de caballería en general, y en particular
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340 DOLETÍN MILITAR
las que se encuentran en estos casos, se debe procurar ec -
nomizarlas lo más posible, y no emprender cañonees inúf-
1es en los n1on1entos no decisivos de estas acciones.
LA T ACT'ICA DE INF ANTERIA
Y LAS ARMAS DE FUEGO PERFECCIONADAS
( Con el uye del número 7 5 )
El fuego de cuatro filas fue empleado prácticamente en Pocbl
en 1866 por un batallón prusiano de] Regimiento número 31. E~a
una noche de luna: el batallón esperó, para hac~r fuego, que el
enemigo fuese visible, tiró á treinta pasos y se lanzó en eguida á
la bayoneta. En el futuro creo no se harán frecuentes aplicaciones
de este fu ego.
Las descargas en general exigen la mayor calma y sangre fria
de parte de aquellos que las ejecutan, porque el soldado, siempre
sorprendido por la voz de fuego, obra bruscamente sobre el gatilo,
lo que perturba la certeza del tiro.
"En 1870 los prusiano~, dice el Capitán Boguslawski, se e:1-
contraron en el caso de no poder hacer uso, aun aproximadamen e,
de las descargas de mitades y de compañías en los combates de i:-tfantería.
''Fácilmente se enumerarían las circunstancias en que .t>s
fuegos de conjunto fueron ejecutados en el curso de u verdadero
combate, durante toda la guerra franco-alemana, y más aún si 10
se quieren confundir vanas tentativas con una ejecución real."
Lo que hará menos frecu ente que nunca la aplicación de .as
descargas en las guerras futuras, es que todos los perfeccionamientos
que pueden aún enriquecer las armas de fuego, serán cada vez
más desfavorables al empleo del orden cerrado, el único, el cua. y
contra el cual se ejecuto¡n los fuegos que acabamos de demostnr.
Es necesario mantener siempre rigurosamente la enseñanza
teórica en tiempo de paz, porque es el único medio de formar el
soldado en la disciplina del tiro, tan indispensable en nuestros d ~as
para evitar el gasto inútil de municiones. La táctica progresiva no
insistiría bastante sobre este punto, que es absolutamente contra·io
á toda idea de relajamiento en la disciplina del ejercicio.
Loa fuegos á discreción ó de hilera son más vivos y máa mor-
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BOLETÍ« :M:ILITA.R 34.1
tíferos que los fuegos de conjunto, el soldado no espera orden para
obrar, carg<~ más pronto y apunta mejor.
"Napoleón ha dicho: es el verdadero fuego de combate el
único que conviene á todos los casos, y en el que acaban por degenerar
todos los otros." La aparición del fusil moderno en el campo
de batalla, de ninguna manera ha alterado la verdad de esta máxima.
Los fuegos de tiradores han sido siempre los más eficaces de
todos, el soldado en orden disperso puede utilizar todos los accidentes
del terreno para resguardarse, acercarse al enemigo, y algunas
veces para apoyar su arma; escoge su blanco, apunta mejor, tira
con más facilieilad y por consecuencia con más certeza. Las nuevas
armas han aumentado la eficacia de ese tiro, y disminuído el peligro
de aquellos que le ejecutan, permitiendo la carga del fusil en
todas las posiciones.
El serio inconveniente que hay que evitar en la ejecución de
los fuegos individuales es el abuso que hacen de las municiones los
hombres vivos, nerviosos, imoresionables, mal adiestrados ó poco
disciplinados. Las instrucciones que hay que darles en tiempo de
paz, debe tender á prevenir este gasto insensato que en todo tiempo
ha caracterizado la mala infantería.
Una cuestión nos queda, por ú !timo, que exa minar: ¿Es conveniente,
como algunos militares lo proponen, no enseñar al soldado
sino una sola puntería in stinti va, dirigida siempre á la mÍ!5ma
parte del cuerpo, y á todas las distancias eficaces, ó bien dar una
alta importancia á la enseñanza del tiro de precisión?
.El primer método tiene sus partidarios, pero no puede convenir
sino contra un enemigo descubierto, y en el c-ombate á la desbandada,
en el cual cada uno saca partido del terreno, no ofrecería
adversarios de esta clase, porque solamente pequeñas partes del
cuerpo son visibles, y por lo tanto es necesario recurrir al tiro de
precisión. Así, el soldado debería e pecialmente ejercitarse en este
tiro; el hábito de apuntar bien, de tirar con calma, aumentará su
aptitud para Ja ejecución correcta de todos los otros fuegos, aun de
aquellos que deban ejecutarse precipitadamente, le daría una ley de
la economía de sus municiones.
Aún no se puede añadir que cuanto más se perfeccione e1 arma
de fuego, la trayectoria será más rasante, menores las desviaciones
de la bala, el alza más complicada y difícil de arreglar, el disparador
más sensible, é importaría mucho que la habilidad del tirador
que sepa manejar esta arma esté desarrollada.
El uso de las armas de fuego perfeccionadas ha aumentado
también la importancia de la elección del terreno, en todas las operaciones
de guerra y particularmente en el combate.
Saber reconocer exactamente el terreno y utilizarlo con prontitud
en las situaciones imprevistas, siempre han sido, y hoy máa
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342 BOLETÍN MILITAR
que nunca, cualidades indispensables á los oficiales de cualquiera
graduación. Un terreno descubierto delante, la posición es evidentemente
favorable á la defensa. Un terreno quebrado y cubierto, al
contrario, facilita el ataque; por consecuencia, un jefe deberá maniobrar
de modo de reservarse las ventajas del terreno. Si avanza
por la vecindad del enemigo, deber~ buscar los caminos encajonados,
desfiladeros y sobre todo bosques, y no arriesgarse en terrenos
llanos, sino con la más extremada circunspección; si toma una
posición defensiva, la escogerá de modo que el enemigo tenga que
atravesar un espacio descubierto para abordarla.
Un oficial de artillería austriaco decía, durante la guetra de
1866 : "Del ejército prusiano sólo se ve la nada del todo." En
efecto, durante esta campaña el ejército prusiano utilizó, con
un arte perfecto para o~ultar sus marchas y tomar sus posiciones
defensivas, los bosques de abetos, tan numerosos en Bohemia, dvnde
coronan generalmente las alturas y dominan las pendientes descubiertas.
Generalmente se colocab Francia
era detenido, y todo alemán que trataba de pasar Ia línea de las
avanzadas, era inexorablemente rechazado, salvo el caso que fuese
una espía.
Y si los franceses fueron sorprendidos en Wissembourg, Fronec?
willer y Forbach, fue porque no tomaron las mismas precauCIOnes.
"En Sarrebruck, dice el corresponsal del Times, del I I de
Agosto de .:: 8;-o, los bosques, situados á la derecha de los alemanes,
estaban cubiertos por soldados de infantería prusianos que sostenían
un fuego mortífero contra la infantería y la artillería de la llanura.
Las pérdida~ más sensibles debieron ser sufridas por los franceses,
quienes combatían en condiciones muy desventajosas, y su fuego
no daba resultado contra los tiradores enemi;;os, abrigados en el
bosque. Lo repetimos, el aumento de la acción del fuego ha
aumentado la importancia del terreno en la guerra, y ha hecho más
imperioso que en el pasado la necesidad de aprender á conocerle
bien, á apreciarlo juiciosamente y sacar partido con inteligencia.
Toda tropa que IlO se mueve en línea recta sobre el enemigo en la
zona del fuego de las armas perfeccionadas, debe ocultarse ó arrojarse
á tierra. Esto es necesario enseñarlo al soldado, y los principios
generales que deben guiarlo en la elección de los abrigos son
de observar bien el terreno que está adelante y sobre sus flancos,
ejecutar fuegos útiles y disimularse á la vista del enemigo, como
cubrirse á los gol pes del adversario.
Habiendo sido llenadas estas condiciones el soldado utilizará
para resguardarse de los tiros del enemigo, los diques, los fosos, los
caminos encajonados ó terraplenados, la cumbre de las alturas, las
pequeñas alturas de tierra, los montones de arena, de piedra ó de
estiércol, los surcos profundos, los árboles, los muros, los zarzos,
los bañados, los altos trigales y aun las ligeras ondulaciones que
se encuentran siempre en los terrenos más regulares y desnudos,
los atravesará corriendo y se tirará al suelo de tiempo en tiempo
para tomar alíen to.
El soldado debe, pues, saber hábilmente sacar ventaja del terreno,
pero jamás debe inmovilizarse detrás de los abrigos. El
punto importante de un ataque es avanzar. La ciencia más profunda
del terreno, la más grande habilidad en el modo de sacar
ventajas de él, no aseguraría la victoria á una tropa que vacilara
en abandonar los mejores abrigos cuando el momento ha llegado
de marchar adelante para abordar al enemigo.
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BOLE1'ÍN MILITAR
LITERATURA
_. .. __
RECUERDOS Y RELACIONES MI LIT ARES
PEREGRINACIÓN MILITAR Á JERUSALÉN, POI!t. ERNESTO LOUET
(Continúa del número 78).
Vista por fuera, San Juan de Acre tiene muy bella a parí encía ;
conHruída, lo mismo que Sour, sobre una media islita, se avanza en
anfiteatro sobre el mar, y se encuentra defendida de este lado por su
eola posición ; pero del de tierra, tiene verdaderamente el aspecto de
una plaza fuerte: doble y triple recinto de bastiones, haterías superpuestas
que cruzan sus fuegos, verdaderos cañones cuya boca aparece
detrás de estas fuertes murallas ; una sola puerta da entrada á la ciudad,
colocada en un ángulo que entra y que el mar baña con sus olas,
cada vez que el viento las levanta. Todo ha sido construído sobre un
plan de fortificaciones europeas ; pero qué asombro no causa encontrar
en el interior una guarnición de apenas ciento cincuenta hombrei ! La
Turquía, que desde hace treinta meses no paga sus tropas, está á la vez
mal servida y peor defendida.
La puerta de San Juan de Acre data del tiempo de las Cruzadas y
conserva todavía sobre su coronamiento las flores de lis de la antigua
casa de Francia; las dobles puertas de fierro, que ruedan tan pesadamente
sobre sus goznes, deben ser de la misma época. La ciudad cuenta
nueve mil musulmanes y mil quinientos cristianos. Poca simpatía
nos inspira una ciudad en donde el asesinato de los cristianos fue por
un instante puesto al orden del día, y p:>r esto vamos á desmontamos
al convento de los padres de la Tierra Santa, en donde todos, cualquiera
que sea la religión que profesen, son siempre bien atendidos. Apenas
hacía algunos instantes que habíamos llegado cuando se declaró una horrible
tempesta i que se de5ató en breve sobre toda la ciudad: por espacio
de una hora todos los elementos desencadenados parecían conjurados
para la ruina de la ciudadela musulmana ; luégo, repentinamente,
el cielo se pus0 hermoso, y de tal cambio nos aprovcchamo• para ir á
visitar al gobernador M ustaphá-pachá. Este nos recibió como los repre¡
entantes de Francia, y obtuvimos autorización para visitar á la mañana
siguiente la gran mezquita de Ujezzar-pachá, y seis caballeros indígenas
se pusieron á nuestra disposición, como escolta de honor, para conducirnos
á Jerusalén por Caifa y al monasterio del monte Carmelo.
Cenámos esa noche con los buenos religiosos, y algunos instantea
después cada uno de nosotros dormía muy descansadamente en una
celda.
Dicinnbrt I s.-Entramos á Tierra Santa : á nuestra izquierda
aparecen las verdes montañas de Galilea, y el monasteriot cuyas construcciones
nuevas se levantan delante de nosotros en la cima del promontorio
del Carmelo, y desde el cual vatnos á seguir sin interrupción
las huellas sagradas del Salvador.
{Continuará)
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año II N. 80", -:-, 1898. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690997/), el día 2025-08-24.
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