ANO Il Bogotá, Diciembre 14· de 1898 NUM. 79
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ORGANO DEL MINISTERIO DE GUERRA Y DEL EJERCITO
Director, ALEJANDRO POSADA
Son colaboradores natos de eJte periódico todoJ los Jefes y OjicialeJ tUl
Ejército de fa República
DE LA ARTILLERIA DE CAMPAÑA
EN COMBINACIÓN CON LAS OTRAS ARMAS
(Continuación)
La distancia á que debe estar la segunda posición princtpal
del enemigo depende de varias circunstancias; si la caballería
envuelve las dos alas á la vez, la artillería se encontrará
muy pronto con su frente cubierto, en cuyo caso no
vale la pena de tomar una segunda posición; y para que no
se encuentre mezclada y entorpeddos sus fuegos, deberá tomar
una posición intermedia ; el terreno podrá á veces
exigir tener á la artillería muy lejos, y otras acercarla bastante,
teniendo presente en este caso, que mientras más se
acerquen al enemigo las baterías, más fuertes deben ser en
caballería sus sostenes especiales ; por consiguiente, se distrae
mucha parte de la fuerza que debe atacar el punto
principal ; por regla general, no debe estar á menos de
1 ,ooo metros de la infantería y de 6oo de la caballería,
pues el peligro á que se expone no está en relación con el
mejor efecto que pueda esperar, colocándose á distancias
menores que las dichas; las baterías deben estar siempre á
unos 2 50 á 300 metros á retaguardia ó á sus flancos y
fuera de la esfera de acción del choque de los escuadrones;
esta distancia será tanto n1ás larga cuanto el enemigo deje
aproximarse más á nu_estra caballería.
Al principio del fuego es indispensable regular el tiro
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314 BOLETÍN MILITAR
sobre varios puntos del terreno situados entre nuestra caballería
y la enemiga, puntos por Jos cuales debe pasar ésta.
Si por medio de una maniobra pronta y rápida nuestra
artillería puede cañonear las tropas enemigas con un
fuego oblicuo ó de flanco, no desperdiciará la ocasión de
hacerlo avanzando un poco el ala exterior, siempre que
esté garantida de un ataqu~ brusco de la caballería enemiga.
. Es de todo punto necesario que el jefe de las baterías
sepa con certeza, por medio del comandante en jefe de la
división, el tiempo que tardará aún en dar su ataque principal,
y el n1omento preciso de empezar éste, para poder
sostener el fuego con la rapidez conveniente, y no perder,
en su segunda posición principal, los minutos que tan preciosos
son en casos semejantes.
En el momento del choque de Jos escuadrones todo
el fuego de la artillería se dirigirá contra el del adversario,
si las últimas líneas ó reservas del enemigo no se ven con
claridad, desde la segunda posición principal, ó si no hay
temor de que el ala interior de nuestros escuadrones sea
envuelta. Las baterías no deben perder de vista nunca que
la carga de nuestra caballería puede no tener un éxito satisfactorio,
por consiguiente deben estar dispuestas á proteger
con un fuego vivo y eficaz la retirada de aquélla, y su reorganización
á retaguardia.
La artillería seguirá haciendo fuego desde su última
posición mientras que el polvo ú otras circunstancias no le
impidan ver el objeto principal que tiene que batir, ó si ve
que, de larga distancia, la caballería enemiga se lanza al
ataque sobre la nuéstra, porque entonces el punto de encuentro
de los escuadrones estará más próxin1o á ella, y
por lo tanto sus disparos serán más eficaces. Si la caballería
se traslada al ala interior de la artillería, además de correr
el riesgo de verse n1ezclada en el combate, su frente quedará
cubierto por subdivisiones n1ás ó menos grandes, y le
impedirá por algún tiempo un uso conveniente de sus cañones;
pero si dichas subdivisiones se lanzaran al adversario
por retaguardia de dicha ala, para in1pedirle llevar á
cabo un movimiento envolvente, no obrando absolutamente
n1ás que para protegerla, entonces la artillería tiene libre
· su frente y puede continuar haciendo fuego hasta el último
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BOLETÍN MILITAR 315
mon1ento contra la caballería enemiga, y aun hasta perseguirla
con sus granad as.
En la generalidad de los casos se ha visto que la artillería
á caballo, que no es arrastrada ni está confundida con
la caballería en el combate, se halla enteramente en aptitud
de rechazar ella sola, á pequeñas distancias, los movimientos
envolventes de los escuadrones enemigos contra el ala
interior.
Si la segunda posición principal, por una circunstancia
cualquiera, se ha tomado lejos relativamente del objeto del
ataque, ó cuando por la disposición del terreno se hace difícil
la puntería, ó no se pueden observar bien los disparos,
á causa del poi vo, ó cuando la caballería se precipita por
el ala interior para atacar al enemigo por un flanco, con1o
se ha dicho anteriormente ; y, en general, cuando la artillería
comprenda que por cualquier accidente, sea el que
fuera, ha de tener su fuego suspendido en un período de
tiempo más ó menos largo, pondrá á vanguardia sus arn1ones,
y estará formada en línea, pronta á acudir con rapidez
al punto en que sus fuegos se hagan necesarios en el con1-
bate, en un momento ulterior. Las prin1eras reservas del
enemigo que aparezcan serán los primeros objetos que Ia
artillería batirá en este período del combate, lo n1ismo que
las últimas líneas del adversario, si trasladándose á una
posición ventajosa pueden ser vistas, y no corren riesgo las
baterías de ser envueltas por Ja caballería, ni estorbar sus
movimientos. Si la caballería enemiga tratara de en vol ver
un ala interior de la nuéstra, y la artillería á caballo puede
impedirlo con fuegos de flanco desde una posición n1ás á
vanguardia, se trasladari á ella al escape, desde donde romperá
un fuego muy vivo contra el enemigo, considerando
dicha posición como la segunda principal, y conduciéndose
en un todo en ella como está prescrito, á no ser que por
circunstancias especiales la impidieran permanecer en ella
por mucho tiempo; en cuyo caso volverá á tomar la anteriormente
abandonada, ó un punto intermedio, allí donde
su efecto útil sea el mayor; pero nunca se colocará á retaguardia
de la tercera línea de su caballería, con el objeto
de no perder jamás la ligazón con ella, y poder tomar parte,
con más prontitud, en la persecución, ó de sostener con
más eficacia la retirada en caso necesario.
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316 BOLETÍN MILITAR
Tan pronto como el enenügo inicie ésta, la artillería
avanzará, al aire más vivo que pueda, á vanguardia de una
de las alas de sus escuadrones para tomar una posición ventajosa,
desde la cual contribuya con su fuego á aun1entar
el éxito del ataque, y decida al adversario á. declararse en
abierta retirada ; esta posición debe ser tal, que la caballería
que persigue no sea molestada por sus propios cañones,
y puedan distinguirse perfectamente los amigos de los
enemigos ; si se sabe que el enemigo en su huída ha de
pasar por un desfiladero ó por can1inos de antemano conocidos,
procuren las baterías estar en actitud de enfilar dichas
localidades.
Si por el contrario, nuestra caballería es la que tiene
que emprender la retirada, la artillería juega entonces el
principal papel, y ningún movimiento debe emprenderse
sin su inmediata protección. La!:> baterías se colocarán en
el eje fijo, al rededor del cual la caballer;a opondrá la mayor
resistencia en sus n1ovimientos retrógrados, cubriendo
éstos con un fuego muy vivo, bajo la protección de las
reservas de que aún se disponga, y procurando por todos
los medios posibles coger al enemigo con fuegos oblícuos
y de ílanco; esto favorecerá n1ucho y a y u dará á la reunión
de las tropas dispersas, y aun quizá pueda esto servir para
restablecer el combate, para cuyo efecto los escuadronts
no desperdiciarán la ocasión de tomar la ofensiva en el
momen.to oportuno. Los movin1ientos en retirada se harán
siempre por escalones, á fin de que el fuego de las piezas
nunca se vea interrumpido. En el caso de que en la retirada
haya de pasar un desfiladero ó un obstáculo cualquiera,
la artilJería lo franqueará sucesivamente al aire más
vivo que el terreno y circunstancias lo permitan, y ton1ará
posiciones al otro lado de él, para con sus fuegos flanquean
tes detener la persecución del enen1igo todo el mayor
tiempo posible, y facilitar á nuestra caballería el paso.
Cuando la persecución sea den1asiado violenta y no se pueda
detenerla algún tanto, ó que por las disposiciones del
terreno la artillería no pueda obrar eficazmente desde el
otro lado, se colocarán las baterías delante del desfiladero
para proteger el paso de los escuadrones, aun cuando se
pierdan las piezas, con tal de que den el tiempo suficiente
para ponerse en salvo las demás tropas.
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De todo lo que precede se deduce la marcha metódica
del con1bate de la artillería en un ataque decisivo de la
caballería ; pero no deja de haber excepciones, por ejemplo
: si el enemigo no posee artillería, ó si el terreno ó la
negligencia del adversario permitiera ~.proximarse á cubierto
á distancias n1enores, una sola posición para las baterías
es con frecuencia bastante para decidir al enemigo á
declararse en retirada ; peco esta posición única debe ser
tal que asegure su eficacia durante el mayor tien1po posible,
y que puedan todas las baterías, en general, estar reunidas.
Cuando un cuerpo de ejército ó división de infantería
con caballería ó sin ella, tiene la misión de mantenerse exclusivamente
á la defensiva, el papel que desempeña la
artillería en la generalidad de Jos casos, es el de arma principal.
Por lo tanto, para venir en conocimiento de su empleo
en el campo de batalla, en los casos en que las tropas
á quienes va anexa no pueden tomar la iniciativa, es necesario
recurrir al capítulo que trata " De la artillería como
arma principal en las batallas defensivas."
Sin embargo, como caso particular en que la mencionada
arma desempeña un papel puramente auxiliar, estudiaremos
aquél en que un ejército ó fracción de él se vea
precisado á tomar la defensiva, sin considerar á ésta nunca
en absoluto, por los graves perjuicios é inconvenientes que
ocasiona el que una fuerza cualquiera se sostenga en una
actitud pasiva, y se limite á defender el terreno que pisa ;
antes al contrario, debe aprovechar, siempre que la ocasión
se le presente, cualquiera circunstancia del curso del combate,
para tomar la ofensiva y alejar de sí al enemigo.
Como ejemplo de esto trataremos el caso en que se
trate de impedir la conquista y paso de un desfiladero que
está á retaguardia de las tropas que lo han de verificar.
En dos partes se divide esta operación : r.e, no pern1itir
que el enen1igo se apodere de la entrada de él, y como consecuencia
natural del don1inio de todo el obstáculo; y
2.a, no dejar al que ataca, por todos los n1edios posibles,
que desemboque por el . desfiladero, y siga su marcha dejándolo
á retaguardia.
(Continuará)
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318 DOLETÍN 1\HLITAR
NOTAS PARA UN PROGRAMA DE INSTRUCCION
PARA LA INFANTERÍA DE I,ÍNEA
(De El Porvntir Militar de Buenos Aires)
Es notoria la importancia que tiene el método en la instrucción.
Es muy sabido también la indiscutible ventaja de que las
tropas de las tres armzs, entre sí, se encuentren siempre sobre el
mismo pie de instrucción. No es concebible, pues, que haya ventaja
alguna en que una ó varias compañías, escuadrones ó baterías
de un cuerpo difieran en la instrucción, táctica, etc., y mucho menos,
tampoco, que los cuerpos de una misma arma difieran unos
de otros en sus maneras de maniobrar, marchar, vigilar y combatir.
En nuestro ejército ocurre que unos cuerpos trabajan mucho
más y mejor que otros de la misma arma. Este enorme mal tiene,
en nuestra opinión, dos causas: la primera es la falta de método
uniforme y constante en la instrucción individual y colectiva; y la
segunda es que mientras unos cuerpos permanecen tternamente en
guarnición en ciudades, otros lo están en campaña, ó continuamente
de un punto á otro.
Lo cual significa, de modo claro, que en nuestro ejército, y
en materia de instrucción, los extremos se tocan.
Siendo la infantería de mecanismo menos complicado que las
otras armas, nos parece más conveniente dar principio á un ligero
examen de lo que á esta arma pudiera servir de programa.
Dividiremos el año de instrucción en once meses, para que
los cuerpos puedan repetir algunas asignaturas dos ó tres meses en
el transcurso del año; y para que otros cuerpos que no hayan podido,
según los programas, por su orden, puedan hacerlo por lo menos
una vez.
La instrucción que comprenden los programas será : para
clases, para soldados y colectiva, más ó menos en la siguiente
forma:
FR.OGR..AJ\.1:.A..
FEBRERO
Para sargentos y cabos: teoría y práctica del tiro al blanco, mecanismo
del fusil: su conocimiento, armarlo, desarmarlo, y procedimientos
para su conservación. Natación.
Para soldados: práctica del tiro al blanco, conocimiento del me-
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BOLETÍN MILITAR 319
canismo y procedimiento para su limpieza y conservación ; tiro al
blanco. Natación.
Colectiva: tiro al blanco. Natación.
MARZO
Para sargentos y cabos: obligaciones del soldado y clases, teoría del
aervicio de seguridad en plaza, campamento y marcha. Natación.
Para soldados: obligaciones de los mismos y teoría del servicio de
seguridad en plaza, campamento y marcha. Natación.
Colectiva: prácticas del servivio de seguridad en plaza 6 campamento
y marcha.
ABRIL
Para sargentos y cabos: táctica elemental, telegrafía y gimnasia.
Para Jaldados: lectura, escritura, dictado y g\mnasia.
Colectiva: táctica elemental.
MAYO
Para 1argentos y ca boJ: prácticas de la elección de po&iciones, telegrafía
y gimnasia.
Para soldados: : lectura, escritura, dictado y gimnasia.
Colectiva: práctica de la elección de posiciones.
JUNIO
Para sargentoi y cabos: nociones te6ricas de exploración, esgrima,
telegrafía y leyes penales.
Para soldados: leyes penales, historia nacional, caligrafía y esgrima.
Colectiva: prácticas de la exploración.
JULIO
Para sargentos y cahos: teoría de las marchas de guerra y fuegos,
aritmética práctica y de geometría, dibujo lineal, esgrima y leyes penales.
Para s()/dados: nociones generales de aritmética práctica y de geometría
elemental, leyes penales, esgrima.
Colectifla: marchas de guerra y fuegos.
AGOSTO
Para sargentos y cabos: nociones teóricas y prácticas sobre reconocimientos
en general, croquis y orientación, de geografía nacional y
países limítrofes, gimnasia y esgrima.
Para s?ldadoJ: nociones generales de g~ografía é historia nacional.
Colectiva: prácticas de los reconocimientos en general.
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320 BOLETÍN MILIT A.R
SEPTIEMBRE
Para sargentos y cabos: tácüca elemental, telegrafía, gimnasia y
esgrin1a, nociones teórico-prácticas de aritmética y geometría prácticas,
ídem de fortificación pasajera.
Para soldados: nociones de aritmética y geometría, de fortificación
pasajera, gimnasia y esgrima.
Colectiva: táctica elemental y fuegos.
OCTUBRE
Para sargentos y cabos: nociones teórico-prácticas de fortificación
pasajera, de elección de posiciones, de reconocimientos y exploraciones.
·. Para soldados: nociones prácticas de fortificación pasajera, de
elección de posiciones y reconocimientos.
Colectiva: prácticas ele la elección de posiciones, exploraciones,
reconocimientos y servicio de seguridad en general y natación.
NOVIEMBRE
Para illrgentos y cabos: nociones sobre fortificación pasajera y minas,
de historia nacional y leyes de la guerra.
Para soldados: nociones prácticas de fortificación pasajera, lectura
de hechos heroicos, leyes de la guerra, natación.
Colectiva: prácticas de la elección de posiciones y de la fortificación
de campaña.
DICIEMBRE
Para sargentos y cahos: prevenciones generales sobre los simulacros
de combate, aprovisionamiento de municiones, es~.:olta y conducción de
convoyes, ambulancias y heridos.
Colectiva: simulacro de combate por dos secciones, compañías y
medios batallones.
Es indudable que á primera vista este programa, en su parte
teórica, es impracticable é innecesario, pero no hay que olvidar ~ue
dicha instrucción teórica es puramente constituída por nociones
elementales que no sólo son fáciles de enseñar al soldado de más
modesta inteligencia, sino que son indispensables para el desarrollo
mismo de sus facultades intelectuales, y de los conocimientos y
prácticas á que concurrirá en el curso de la instrucción.
La instrucción de este programa está arreglada para tres categorías:
clases, soldados y unidades, y sería muy posible que al
ponerse en ·práctica el programa de instrucción, se ocasionasen interrupciones
por la falta de fijación de días y horas para cada punto
de la enseñanza. Convendría, en consecuencia, que tanto la
instrucción de las clases como la de los soldados fuera diaria du-
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BOLETÍN MILITAR 321
rante las horas hábiles de instrucción, y la colectiva se verificase
en la última semana de cada mes.
Sería ineficaz el fijar de una manera general para todos los
cuerpos, el horario minucioso que se debe encuadrar en las horas
comprendidas desde la diana hasta la retreta, pues b situación distinta
de muchos cuerpos imposibilitaría su igual observancia. Cada
cuerpo podría dar cumplimiento al programa á la hora más oportuna,
según su situación y medios de enseñanza. Y con el objeto
de ir subsanando paulatinamente las deficiencias que se notaren en
los programas, los cuerpos deberían elevar á la superioridad trimestralmente,
en un informe, las deficiencias que notaren y las
mejoras que creyeren útiles introducir.
Los cuerpos podrían informar también, mensualmente, cuando
no hubiesen podido cumplir alguno de los puntos del programa,
explica.ndo las causas, para que la superioridad los tenga presente.
Del mismo modo, cuando por haberse pasado uno ó dos meses sin
la instrucción correspondiente, el jefe del cuerpo puede dar cuenta
de lo demás que convenga al cuerpo, según la situación en que
éste se halle.
En las prácticas sobre el terreno, siempre que las efectúen
secciones ó compúíías separadas, ó el batallón, es conveniente que
al terminar una maniobra ú operación, los comandantes de las unidades
indicadas, reúnan á sus subalternos para formular de viva
voz, y si es posible ante un croquis ó plano, la crítica de lo que se
haya efectuado y de confor·midad á los principios, reglas, órdenes y
demás circunstancias que concurren en la realización de una operación
ó maniobra. De esta crítica se formará una relación verídica
y lacónica, y será elevada al superior respectivo al terminar el
día de ejercicios.
La crítica de ]o que se verifica en el terreno por las tropas,
enseña á corregir los errores y fortifica el criterio de los que tienen
que desempeñar una misión al mando de tropas, acostumbrando á
los oficiales á que se sirvan siempre de los preceptos establecidos
para cada caso, y actúen con verdadera convicción en cualquier
circunstancia.
U no de los casos que pueden llegar á retardar la eficacia del
programa de instrucción, es la falta de textos adecuados para el
desarrollo teórico de los conocimientos. Pero teniendo el Estado
Mayor, como los cuerpos de ejército, un crecido número de oficiales
ilustrados y estudiosos, no sería difícil formar una comisión
que se encargara de redactar los textos, entresacando lo que fuese
más adecuado al género de instrucción de los programas, tomados
de los mejores tratadistas militares. Es indudable que en los principios
no se podría obtener un texto adecuado completamente, pero
mediante el transcurso de la instrucción se iría mejorando, hasta
llegar á lo conveniente.
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322 BOLETÍN MILITAR
Lo que dejamos sumariamente sentado como lineamientos de
un programa de instrucción, comprende el conocimiento teóricopráctico
de los usos y procedimientos de que las tropas deben estar
bien poseídas en ca~paña, y sin cuyas rigurosas condiciones, las
operaciones se efectúan siempre con incertidumbre y falta de resolución.
Así, pues, las evtJ/uciones tácticas, los fuegos, la fortificación,
el servicio de seguridad, los reconocimientos, las marchas de guerra, la
elección de posiciones y los simulacros de combate, constituyen el plan
general de la instrucción que comprende el programa que suponemos
indispensable para la infantería. Habrá indudablemente detalles
de más ó de menos, pero la observación y el estudio se encargarían
muy pronto de encarrilar las prescripciones del programa
dentro de las verdaderas exigencias de una instrucción militar concreta
y suficiente.
Teniendo en cuenta que la permanencia del soldado en las
filas del servicio activo es de corta duración, y que dentro de muy
poco quizá se haga efectivo el servicio obligatorio por un año, he
mos distribuído en once meses la totalidad de los conocimientos
teórico-prácticos del programa. Así, pues, los soldados que permanezcan
solamente un año en las filas saldrían con una noción general
del servicio que desempeñen en campaña. Y es lógico deducir
que los soldados que permanezcan más de un año ó más años
en el servicio, repetirán provechosamente la misma instru~ción con
la~ reformas y ventajas sucesivas.
Distribuyendo la enseñanza por meses, se tiene la gran ventaja
de que tanto la tropa como los oficiales encargados de instruírlos,
se dedican especialmente á cierto número de cuestiones
durante veinticinco ó treinta días. Esos oficiales tienen así
trazada de antemano la norma de sus procedimientos ; y en sus
estudios, comprobaciones, experiencias y discusiones técnicas en el
terreno, uniforman sus ideas sobre la misión que tienen á su cargo.
Algunos puntos de la instrucción que comprende este programa
merecen algunas observaciones que expliquen su objeto.
No hay para qué repetir la importancia que tienen para el
desarrollo físico y el carácter del soldado, la natación, la gimnasia
)' la esgrima. La natación no solamente es provechosa para la
salud é higiene del soldado, sino que á falta de elementos por el
pase de una corriente de agua más ó menos considerable, y como
ocurre ordinariamente en campaña, á las pequeñas partidas de
tropa~, ó en ocasiones á los cuerpos mismos, no hay peligro de que
unas veces también por rigurosas exigencias del servicio ó comisión,
perezca la tropa como ha sucedido muchos veces, por peligro
de una situación crítica, ó por impericia ó negligencia. Hay que
tener presente, además, que nuestras dilatadas regiones están cruzadas
por innumerables corrientes de agua de toda magnitud, ó
que son pocos ó inadecuados muchas veces los medios de que se
dispone en la costa de los ríos para el paso de tropas y convoyes.
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BOLETÍN MILITAR 323
No deberá olvidarse, pues, que á nuestro soldado, de cualquier
arma que sea, le es tan indispensable saber nadar, como le es tirar
al blanco con la mayor certeza posible.
La gimnasia, desarrollando las fuerzas y dando mayor agilidad
al cuerpo, y la esgrima dando mayor destreza y confianza al
soldado, constituyen con la natación la instrucción individual que
mayormente acrecienta las aptitudes del soldado para soportar las
fatigas de la guerra. Particularmente, la esgrima es indispensable
en nuestro soldado, pues por razones de temperamento, de hábitos
y costumbres, como porque los fuegos, en la medida prevista por
la teoría, no serán de efecto suficiente para combatir y desalojar
al enemigo, se impone la necesidad de que el soldado se habitúe
al manejo del arma blanca. Sería práctico quizás que antes de enseñarse
la esbrima con rifle se principiase con la esgrima de armas
cortas, y aun el visteo mismo. N u estro paisano, en general, y los
orilleros de ciudades y pueblos importantes son esgrimistas consumados
al arma corta, y en los cuerpos desarrollarían ventajosamente
esas propiedades características. No serán pocos los que
objeten esta proposición nuéstra, de introducir en un programa de
instrucción militar la esgrima que ordinariamente se le llama
criolla ; pues aparentemente desdice de la forma rutinaria, y á la
europea de la enseñanza de la esgrima militar. Pero se desvirtuará
esa objeción recordando que hay juegos atléticos de agilidad
y destreza que son muy comunes entre los ingleses y los norteamericanos,
'-lue tienen gran analogía con la enseñanza individual
que aconsejamos. No hay que olvidar tampoco que la superioridad
é instintos aventureros del argentino sobre el extranjero se debe á
esa costumbre nacional, que no desaparecerá quizás, no obstante el
rápido crecimiento de nuestra población, progreso y cult,rra.
Hay dos cuestiones importantísimas que se hallan muy descuidadas
en nuestra instrucción militar. Ellas son la práctica de la
elección de posiciones y la de los simulacros de combate. Son estas
dos enseñanzas prácticas sobre el terreno, dos problemas complejos
y que comprenden infinidad de soluciones.
Si para un soldado, y hasta para un oficial subalterno, la elección
de una posición no es cuestión complicada, puesto que la libertad
de acción de esas jerarquías es muy limitada, no lo es para
un capitán ó jefe cuya libertad de acción y responsabilidades están
siempre en relación con el número de fuerza que ordinariamente
comandan, y con la misión que desempeñan en un combate.
La elección de una posición, y de la oportunidad de operar
dentro ó fuera de aquélla, no son cosas que se improvisan provechosamente,
como es muy sabido. La historia militar pone de manifiesto
palmariamente cuántos triunfos y derrotas han ocurrido
puramente por la buena y mala elección, respectivamente, de una
posición; como asimismo indica el error en que se ha incurrido al
tomar, sostener ó abandonar á destiempo una posición.
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324 BOLETÍN MILITAR
No es menos complicado é indispensable el simulacro de combate,
verdadera balanza donde se pesa y aquilata cuanto se tiene y
se sabe del arte de la guerra. Un verdadero simulacro es más un
caso de estudio concienzudo de la potencia militar que una oportunidad
de falsa y vanidosa victoria, como se cree muchas veces.
Nadie ignora el objeto de un simulacro de combate, y solamente
recordamos este punto por seguir el desarrollo de nuestras observaciones
sobre el programa que estudiamos.
La enseñanza de la fortificación pasajera no es de desdeñarse
tampoco, pues hay que recordar que dicho recurso de combate tiene
sus grandes ventajas y desventajas, de las que también instruye
copiosctmente la historia. Baste recordar que no todos los tratadistas
militares están de acuerdo sobre el efecto moral que ejerc(' en
el soldado, según la posición que ocupe, y la misión que en e1la
desempeñe, la orden de abandonar los reparos y de avanzar sobre el
enemigo bajo las fuerzas de la artillería é infantería del último.
Todas las cuestiones prácticas y de doctrina, que fluyen de la enseñanza
de la fortificación, merecen á nuestro juicio que se las
tenga seriamente en cuenta, para no caer después en preocupaciones
y errores, que se aumentan siempre con las improvisaciones
que surgen del contacto inmediato con el enemigo, ó por peligro
más ó menos próximo.
Otra cuestión que merece atención constante es la educación
moral del soldado, levantando su espíritu militar por medio del conocimiento
de nuestra historia militar. No tememos equivocarnos
si afirmamos que apenas el cinco por ciento del personal de twpa
de nuestros cuerpos de línea, saben qué es nación, patria, libertad,
independencia, gobierno, autoridad, etc., qui énes son ;' qué hicieron
San Martín, Belgrano, Lavalle, Moreno, Rivadavia y demzs guerreros
y patricios de nuestra historia; qué es Chaca buco, Maipo,
Ituzaingó, Caceros, Tuyuty y cien batallas más. Ignora también
la historia de su batallón ó regimiento, y los hechos de armas heroicos,
en los que sobresalen innumerables valientes cuyas hazañas
no solamente dan á comprender los antecedentes gloriosos de nuestras
armas, sino que enseñan y alientan hasta á los espíritus más
egoístas, incrédulos ó desanimados, les inspiran en el valor, los
sacrificios y la lealtad de sus históricos soldados.
El soldado, leyendo ú oyendo leer nuestra historia, y sobre
todo la parte militar que ella consigna, comprende con su natural
inteligencia, y mejor que de cualquiera otra manera, cuánta es la
magnitud de su misión como guardián exclusivo del orden público,
la soberanía y las glorias de la nación.
Sería muy edificante para el espíritu del soldado el que en las
cuadras y corredores de )os cuarteles hubiese cuadros representando
episodios de nuestra historia ntilitar, corno, por ejemplo, el acto
en que el propio batallón ó regimiento lleva una carga, victoriosamente,
quita al enemigo una trinchera, posición ó pertrechos.
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BOLETÍN MILITAR 325
Pero si todo lo que antecede es razonable que se dé á conocer
á la tropa, se dirá: ¿Pero qué importancia puede tener para un
modesto soldado, cuál es la población, las ciudades más importantes,
las montañas, ríos, extensión, etc., de la República Argentina
y sus limítrofes? Debe recordarse, aunque con pesar, que hay no
pocos hijos de provincias importantes que no saben dónde está la
República á que pertenecen ; ó gue piensan que su provincia ó
departamento es un estado independiente.
Ponemos punto final por ahora á los ligeros apuntes que anteceden,
y los entregamos á la ilustrada consideración de nuestros
camaradas, para gue se formen cabal criterio de lo que dejamos
expuesto, y para que los que entienden la materia mejor que nosotros,
la encuadren, amplíen y difieran con arreglo á las verdaderas
necesidades de la reina de las batallas. Conste, por otra parte, que
no hemos caído en la creencia inocente y vanidosa de que formulamos
un programa de instrucción, sino que entregamos sinceramente
una idea, para que ésta adquiera su verdadera forma y magnitud
en su verdadero terreno.
F. VILLAMAYOR
INFORlVlACIONES PARA EL EJÉRCITO
EL ARJ.!Al\IENTO MODERNO
Efectos mortíJeros del fusil inglés-La infantería inglesa acaba
de abandonar el fusil Martini para adoptar el fusil Lee-Metford,
de calibre de 7.70 mm., que arroja una bala de 13.80 gramos
con una velocidad inicial de 575 metros.
Los datos sobre los efectos de esta arma proceden en primer
lugar de la expedición de Chitral emprendida en 1895.
Los oficiales ingleses han comprobado con frecuencia que
los hombres heridos por las balas del fusil Lee-Metford no caían.
Los indígenas designaban comúnmente á esta arma con el nombre
de }usil de niño, tanto á causa de sus dimensiones como porque
no les inspiraba temor alguno.
En el combate de Malakan un indígena fue herido por seis
balas en el tobillo, en la rodilla, en los riñones y en la cabeza.
Esta últim~ herida fue producida por una bala que, entrando por
la nuca, salió por la boca, después de haber roto varios dientes.
Este indígena tuvo bastante fuerza para presentarse él mismo á la
ambulancia inglesa, donde fue cuidado y donde curó en poco
tiempo.
Los médicos agregados á la expedición pudieron observar
que lesiones muy graves no ocasionaban la caída de los heridos,
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los que conseguían caminar y aun combatir cierto tiempo después
de haber sido heridos.
Durante la expedición del filibustero J ameson en el Transvaal
en 1896, los heridos de los dos campos fueron recogidos en
el hospital de Krugendorp. Los médicos constataron que las heridas
producidas por los pequeños calibres eran muy limpias; la
herida, de entrada muy pequeña, se cerraba por sí misma, y la
hemorragia, causa principal del debilitamiento del herido, era casi
insignificante. U no de los heridos de Krugendorp tenía los pulmones
atravesados ; fue curado después de algunos días de tratamiento.
Estos informes no dejan de inquietar á la opinión en Inglaterra.
Según los artículos de varios diarios, parece exacto que se
reconoce que el nuevo fusil es menos mortífero que el Martini,
abandonado recientemente.
El coronel Slade, antiguo director de la escuela de tiro de
Hilhe, que fue uno de los promotores del fusil Lee-Metford, es
atacado violentamente por la prensa inglesa, y su defensa parece
bastante débil. Por otra parte, se trata actualmente de remediar
esa insuficiencia del uuevo fusil, modificando el proyectil de manera
de hacerlo más mortífero.
La solución de esta cuestión parece, a priori, muy complicada.
Estando resuelto el calibre, el aumento del peso del proyectil
no puede obtenerse sino por el alargamiento, ya que la materia
no puede variar sensiblemente. Un alargamiento del proyectil
aumenta las presiones interiores en el cañ6n, en proporciones tales,
que es dudoso que esta solución sea practicable.
Efectos mortíferos de/fusil italiano-El fusil italiano, modelo
1891, lleva el nombre de Parravicino-Cárcano, es de calibre de
6.5 mm., su proyectil pesa 10.45 gramos, es arrojado con una velocidad
inicial de 71 o metros más ó menos.
No podría afirmarse que este nuevo fusil fue una de las causas
del fracaso de la campaña de Abisinia. Sin embargo, ante las
observaciones hechas sobre las armas de pequeño calibre en general,
y particularmente sobre el fusil inglés citado más arriba, es
permitido preguntarse si el arrojo de las tropas de Menelik no
hubiese sido quebrado por los fuegos producidos por el Verteli,
que hace poco fue abandonado por los italianos. Los efectos mortíferos
del fusil Cárcano no parecen ser más temibles que los del
fusil inglés.
El coronel italiano N uva, que durante algún tiempo fue
prisionero de los abisinios, pudo observar numerosos heridos durante
su cautividad. Notó que todas las heridas que no interesaban
órganos vitales, se asemejaban á simples cedales, y curaban
con gran rap~dez. ~n consecuencia, opinaba que el nuevo armamento
de la infantería italiana parece mucho menos mortífero
que el antiguo. Refiere que los abisinios han da~o por nombre al
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í usil italiano, El fusil que no mata. La palabra merece ser conservada,
y es ciertamente la vez primera que una arma de guerra ha
sido calificada de esta manera.
Un oficial del ejército de Menelik, llegado recientemente á
Europa, testigo ocular de los diferentes combates de esa campaña,
emitió una opinión enteramente conforme á la del coronel N uva,
respecto del efecto mortífero de las armas de diferentes calibres.
Comparando las pérdidas de las dos partes, en la batalla de
Abba-Garima, aprecia que los italianos han tenido 14,000 muertos
más ó menos, y muy pocos heridos, mientras que los abisinios,
según él, no tuvieron más que 4,6oo muertos y .un número poco
considerable de hombres heridos levemente. En consecuencia opina
que el nuevo fusil italiano no debe inspirar temor alguno,
mientras que el Verteli y el Gras han producido á su vista efectos
aterradores.
El hombre herido por un ?royectil de estas últimas armas,
recibe un choque violento, salta algunas veces sobre sí mismo y
cae en seguida con una herida atroz.
Efectos mortíferoi del fusil japonés-Los japoneses, en su campaña
contra la China, estaban armados de fusiles Mourata, de dos
modelos distintos.
U na de estas armas era á repetición y del calibre de 8 mm.,
siendo análogo el proyectil al de! fusil Lebel.
Un oficial americano del ejército de los Estados U nidos,
durante su permanencia en Tie-' rsin visitó y examinó varias veces
á los heridos chinos en tratamiento en el hospital de esa ciudad.
U nos 30 de ellos habían sido heridos por proyectiles de pequeño
calibre.
Los heridos tenían orificios de entrada y de salida extremadamente
pequeños, eran limpios y curaron con mucha rapidez.
Según la opinión del médico inglés que atendía á esos heridos,
nueve sobre diez hubieran sido muertos en el acto, si hubiesen
sido heridos por las antiguas balas de plomo de calibre de 10
á 11 mm.
Efectos del fusil belga (experimentos del polígono)-La Comisión
de estudios del ejército español, encargada de determinar
el mejor modelo de armas que debía adoptarse para la infantería,
fue llamada á experimentar, en 1893, en el campamento de Carabanchel,
el fusil Mauser, adoptado por Bélgica en 1889.
Esta arma es de calibre de 7.65 mm., arroja una bala de 14
gramos, más ó menos, con una velocidad inicial de 605 metros.
La Comisión española hizo hacer disparos á 2,ooo metros
sobre un caballo y 5 mulas vivas. Estos st>is animales recibieron
heridas que presentaban gran gravedad.
Sólo dos murieron, uno después de 15 minutos, otro después
de 25.
Este experimento no se cita sino á título de simple inform~,
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pues las indicaciones suministradas son demt:~.siado incompletas
para poder formar opinión de una manera cierta. Además, los efectos
producidos á 2,ooo metros no tienen sino un interés muy
relativo.
La infantería rumana está armada con el fusil Mannlicher,
modelo 189r. Esta arma es de calibre de 6.5 mm., y arroja un
proyectil de IO gramos con una velocidad inicial de 745 metros.
La Comisión rumana encargada de probar ese fusil hizo efectuar
disparos á 1,400 metros sobre caballos vivos. El examen de
las heridas producidas permitió comprobar que las fracturas de los
huesos y las lesiones de )as arterias afectaban una gran gravedad,
pero las heridas en las partes blandas fueron reconocidas muy leves,
mucho menos graves que aquellas que hubieran sido producidas
por balas de calibre mediano. Estas heridas hubif'ran sido en absoluto
ineficaces para detener bruscamente á caballos lanzados
á galope tendido ó en una carga de caballería, por ejemplo.
.. .
EN EL EJERCITO
Por decreto de 5 del mes actual el Poder Ejecutivo dictó las
siguientes providencias :
Aceptó la excusa del General Daniel E. Pardo C. para servir
el puesto de Jefe de Estado Mayor de la 3·" División, y nombró
en su reemplazo al General graduado Mario Guzmán.
Destinó al Coronel Enrique Hoyos F., que servía en el batallón
Junín número 9 como primer Jefe, para el mismo puesto en
el Bomboná número 15, en vacante que queda por la promoción
del General Guzmán.
Llamó al servicio activo al Coronel Alcides Arzayús y lo
destinó como primer Jefe del batallón ]unín.
Nombró al Sargento Mayor Arturo Moya Comandante del
medio batallón f/alencey.
Por decreto de fecha 6 del presente restableció los puestos de
Capellanes de las guarniciones de Cartagena y Barranquilla, y
nombró para desempeñarlos á los señores Presbíteros Carmelo
Percy y Carlos Valiente.
Por decreto de fecha 7 declaró insubsistente el nombramiento
hecho en el Subteniente Román Castillo para servir en la 4·"
Compañía del batallón Sucre número 7, por haberlo reclamado el
Juez 3·0 del Circuito de Barranquilla, en donde se le sigue juicio
por delito de heridas.
Destinó al Capitán Manuel París R., Ayudante Mayor del
batallón Bárbula, al Estado Mayor de la r.a División, como primer
Adjunto, en vez del Capitán José María Rosillo, quien pasa
á ocupar el puesto primeramente citado.
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año II N. 79", -:-, 1898. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690996/), el día 2025-08-05.
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