Bogotá, Agosto 1. 0 de 18!13. Nimero G2 '
BOLETIN MILITAR
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ORGANO DEL MINISTER10 DE GUERRA Y DEL EJÉRCITO
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Director, ALEJANDRO POSADA 1
Son colaboradores natos de ~ste periódico, todos los Jefe;
)' Oficiales del Ejército de la República.
EL EJERCITO
COMO GARANTIA DE LO PORVENIR
Velado por densa niebla de incertidumbre que deja
inquieta á la razón é infunde pavor al ánimo de los hon1-
hres pensadotes, se presenta vago, oscuro, indefinido Jo
porvenir de los pueblos, hoy celebrados por su civilización
y engreídos por su cultura. La sociedad presente, sin excepción
de razas ni diferencia de climas, con apariencias
deslumbradoras de prosperidad ó con desconsoladoras realidades
de penuria, pone á tientas su insegura planta en el
camino del progreso, y juzgando enderezarse á su perfecci~
nan1iento, prepara tal vez su descomposición y labra su
ruma.
Conjunto de difíciles problemas por resolver, nuestn!
época no acierta á plantearlos, y encomienda su solución á
ridículos procedimientos, que si halagan la vanidad y se 6
parecen á útiles afanes, dejan sin despejar la incógnita y son
anuncio de n1ás graves conflictos para n1añana.
Alma de todos los pueblos vigorosos ha sido siempre
el convencin1iento de su valor moral; n1as en los tiempos
que por suerte ó por desgracia nos han caído en lote, ¿por
dónde han de remontarse las aspiraciones al orden moral,
si la pesada atmósfera del materialisn1o vuelve rastreras las·
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aficiones, abarragana las costumbres, pervierte los hábtos1
y se hace admiradora de la voluntad y del pensamiento;
del corazón y del ingenio?
Búsquense en la historia sociedades análogas á la
nuéstra, tiempos parecidos á los de ahora, y el ánin1o se
extren1ece al recordar que la degeneración de los pueblos
ha comenzado siempre por el desamor á los estímulos de
orden moral, y que en pos de la degeneración ha venido la
crisis, y que la crisis social se ha resuelto en todos tien1pos
por un ruidoso cataclismo.
Baste por todos un ejen1plo,
Ron1a, la antigua señora de la tierra, Ja creadora de
los fundamentales principios del derecho escrito, la heredera
de Grecia y su étnula €n las artes y en las ciencias, fue
la poderosa y la admirada Ron1a mientras el an1or á Ja
patria inspiró á su~ legisladores, infundió estímulo á los
ciudadanos, y dio valor á sus l~giones ; mas cuando Ja co-rrupción
fue ganando todas las clases, y el materialisn1o de
los goces obtuvo privan~a sobre rnás levantados y nobles
sentin1ientos, Ron1a) envuelta en el rico n1anto de su celebrada
civilización, fue perdiendo su vigor; y cuando más
hubo menester Ja energía para salvarse á sí propia y preservar
á sus pueblos de la destructora invasión de razas
bárbaras, faltole aliento al corazón, faltole vigor al cuerpo,
faltole resistencia nl brazo; Roma sucumbió con ignon1inia;
Roma no e ·a ya una nación, no era una raza, no era
un pueblo; era un cuerpo gastado por el vicio, y n1al envuelto
en postizo nbrigo de cultura.
Cuando en un pueblo dejan de tener incentivo Ja~
aficiones á los intereses de orden moral, sobreviene el cata...J
clisn1o, no siempre igual, no stempre uriiforme, no sien1pre
parecido, pero ruidoso, estremecedor, tettible siempre.
Para la gastada sociedad de Bizancio el cataclismo fue
la desaparición del imperio Griego, n1uy enamorado de sus
filósofos, muy ufano y distraído con las divisas y los pasa-tiempos
de su aristocracia, pero débil, caduco, impotente
para resistir la oleada invasora que barrió hasta las huella'&
de la don1inación precedente. ·
Para la Franc1a del próxin1o pasado s1glo, arruinada
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por el largo reinado de Luis XV, y tan distraída en goces
y fútiles pasatiempos, como apartada de hoble·s sentimientos
y levantados propósitos, el cataclisniq tómó la forma de
]a Revolución y de los veinticinco años de asoladora guerr~
que la subsiguieron.
Es ley histórica y por otra parté, la lógic'a lo exige·.
A una sociedad que concede todas sus preferencias al materialismo,
no le es dado bascar en el orden móral solucio:
nes salvadoras~ El n1ateriítlisn1o la marea, el ~h.aterialismo
la satura, el ñ1aterialisn1o la 'transformn.
La provocada ci-isis se resuelve en uóa ú otra forma;
pero siempre ha de r' sol verse p0r . Ja tuerza material. Por
esto en todos Jos pueblos civilízados la s·ol'ución de los
grandes confliq'Os viene sieni.pre enc~l11endada á los ejérci.:.
toe: Ello es posibl~ ynattir,al 'lue á la fuer za material don1i:.
nadara subsiga la influettda moral reguladora, pero siempré
y en todas circünstancias el ejércho ha de cortar el nudo
gordiano del conhicto social y ha de ser el precursor qué
allat1a el caminó á legislador ' s y políticos á quienes enea-
- rnienda la constitucióh de una otiedad, la restauración de
un pueblo.
Los pueblos stiJCtds á la dorl11mkióh de la antigua
Ollla, tuvieron la desgracia de caer en h1anos de bárba..:.
ros, los que á manei·a de ol'eada hicieron irn1 .pción en toda
Europa. Los bárbaros eran la fuerza btuüti átsprovista de
·cultura, ajena á la civilización, e ~de sobresueldo á los.
Oficiales y tropa ~. la guarnición del Dagua.
Comuníques~ y publíquese.
Dado en Bogotá, á 2 I de J uJio. d.e 1896.
M. A. CARO.
El Ministro, c..le Guerra,
lsAfAs Lu]ÁN ..
LECTURAS DE HISTORIA P ArfRIA
~UNTOS PRINCIPALES DE. LA VIDA PÚBLICA DE BOLÍVAR(
coNTlNUAClÓN).
XVI
En el' mes dc. Junio de 1818, encontrá.u.dosecl Libertador en
la ciudad de Angostura, recibió funestas noticias del estado de la
guerra en todo el país. El más completo. ijcsastre tení.a abatidas
por donde quiera la s armas patriotas. Pe~o. cl ánimo de Bolívar no
se doblegaba, lu.c:haba contra h desg~a.cia, y casi aniquilado a•ín
pretendífl. imponerse por medio de teme~aria osadía. Confesaba los
qesastres de la re\~olucic'.ln, pero su imaginación. se complacía en cn"'
rever la victoria en medio de la.s sombras. ..
. En estos momentos fue cuan.do recibió una ca1·ta del Director
Sup erP..P de B ucnps Aires, D .. Ju;m fvlartín de P ueyrredon, en
contestación á la ~uaJ Bolívar. c_stampó estas significativas. palabras:
"Sin duda Venez,uela, cons.ago~:ada . toda á la santa libertad,
considera sus sacrificios como triunfos. Sus torrentes de sangre, el
incendió de us poblaciones, la ruina absoluta de toda• las creacio-
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nes del hombre y aún de la naturaleza; todo lo ofrece en aras de
la patria. Hoy e:;tá cubierta de luto; pero mañana cuando cubier.
ta de laureles haya extinguido los últimos tiranos que profanan su
suelo, entonces os convidará á una sola sociedad, para que nuestra
divisa sea: Unidad en la América Me.,.idi?nal.
"Sí, una c;ola debe ser la patria de todo~ los americanos."
Anhelo supremo, que, por sí solo, testifica la grandeza de intenciones
de Bolívar.
En el mismo año de 1818, encomendó el Libertador á Zea,
de la redacción del periódico semanal Con·eo del Orinoco. Era mucho
el empeño que mostraba en la divulgación de los derechos
políticos; en él habían podido tanto la ilustración, el amor
á las ideas nobles y á la humanidad, que se imaginaba que cuando
todos se> penetrasen del deber de vivir corno ciudadanos de un
país libre, cuando todos amasen la patria, hasta el punto de preferirla
á sus bienes personales, la nación surgiría con exhuberame
vida, majestuosa y digna.
El orgullo de Bolívar .iba hasta querer juzgar á sus conci udadanos
más firmemente patriotas de lo que en realidad eran; y en este
número incluímos á venezolanos y colombianos como que unos y
otros hubieron de recibir de él su más denodado y persistente
ejemplo.
En la proclama que entregó al General .F1anci sco · de Paula
Santander, cuando éste, con otros Jefes, salió de Angostura, á fines
del mes de Agosto de 1818, para levantar fuerzas en Ca3anare,
Bolívar decía á los granadinos:
"Y á no existe el ejército de Morillo: nuesvas expediciones
que vinieron á reforzarlo tampoco existen. Más de veinte mil españoles
han empapado la tierra de Venezuela con su sangre. Centc.
1ares de combates gloriosos para las armas li herradoras han probado
á la España que la América tiene tan justos vengadores,
como magnánimos defensores. El mundo asombrado contempla
con gozo los milagros de la libertad y del valor contra la tiranía y
la fuerza. El imperio español ha empleado sus inmensos recursos
contra puñados de hombres, desarmados y aún desnudos, pero animados
por la libertad. El cielo ha coronado nuestra justicia: el
cielo que proteje la libertad, ha colmado nuestros votos y nos ha
mandado armas con qué defender la humanidad, la inocencia y
la virtud. Extranjeros generosos y aguerridos han venido á ponerse
bajo los estandartes de Venezuela. ¿Y podrán los tiranos continuar
la lucha. cuando nuestra resistencia ha disminuído su fuerza,
r ha aumentado la nuestra? La España, que aflige Fernando con
s~ dominio exterminador, toca á su término. Enjambres de nuestros
corsarios aniquilan S\1 comercio: sus campos están desiertos,
porque la muerte ha seguido sus hijos: sus tesoros agotados por
veiote ~ños de guerra: el espíritu nacional anonadado por los im-
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BOLETÍN MILITAR 49
puestos, las levas, la inquisición y el despotismo. La catástrofe más
espantosa corre rápidamenté sobre la España. ¡Granadinos! El día
de la América ha llegado y ni n~ún poder humano puede retardar
el curso de la naturaleza, guiado por la mano de la Providencia.
Reunid vuestros esfuerzos á los de nuestros hermanos: Ven~zuela
-conmigo marcha á libertaros, como vosotros conmigo en los años
pasados libertásteis á Venezuela. Y á nuestra vanguardia cubre con
el brillo de sus armas algunas provincias de vuestro territorio, y
esta misma vanguardia, poderosamente auxiliada, arrojará en los
mares á los destructores de b Nueva Granada. El sol no completará
el curso rü su actual período, sin v er en todo nuestro t erritorio altares
levantarlos á In libertad.
Cuartel Gen~¡aJ en Angostura, Agosto 15 de I 8 I 8, año octavo
de la Independencia.
SIMÓN BodvAR."
Por e e tiempo Pácz comenzaba yá á dejar~c inducir á la supremacía
del ejércitu, pretendiendo dirigir por sí solo las operaciones
de la guerra. A Bolívar no escapaban las muc·n·as de descontento,
ni se le ocultaban las ambiciones de los diversos caudillos,
porque la naturaleza le había concedido el más fino instinto
político de que haya hecho gala ningún hombre público de América.
A fin de acallar esos rumores y desavenencia~ tan funestos
para la causa patriota, diósc trazas de activar cuanto más pudo la
reunión de un Congacso que había de fijar, hasta cierto punto, la
línea de su conducta. En esa junta de delegados del pueblo esperaba
él encontrar la justificación de sus actos. Así fue que el ro
de Octubre de r 8r8 propuso al Consejo de Estado la convocatoria
del Congreso para el I.0 de Enero de 1819.
Debe,nos recordar el manifiesto que con tal motivo dio á los
venezolanos, porque todas las piezas oficiales que emanaron de la
pluma del Libertador, lo mismo que ]as muestras de su abundante
é intencionada correspondencia, dan testimonio de su fecundo talento,
dispuesto á penetrar en toda ocasión en el estudio de laa
necesidades políticas de los países sud-americanos. Esos documentos
sirven, además, para comprobarnos la entereza de su carácter,
~u irresistible preocupación por educar los pueblos y el empeño
que ponfa en formar individuos dignos de la libertad y de ejercer
los derechos de ciudadanos.
Oigámosle:
Venezolanos 1
<'El Congreso de Venezuela debe fijar la suerte de la República,
combatida y errante tantos años. Nuestras heridas van á cu- .
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5Q. BOL.E.TlN MILITAR.
rarse al cuid:.1do de un:t representación leg~tim¡a. No es por u.na v·~n·c1l
ostentación, ni pDr lncer m.i apología, que os hablaré de mí: yo os
he servido, y os debo dar· cu.enta de m,i conducta. Cuando las convulciones
de la naturalez.a1 s.ep..ultaron al pueblo de Venezuela en el
más profundo ab:.nim;ier~to, el G~neral Monteverde hizo entrar en
ki nada á nuestra nacie11.¡te República. Y·o> que más tem,ía la tiranía
que la muerte, abandon.é las playas de Ven .ezuela, y fui á buscar
la guerra que se hací.a á. los tir-anos en la 1'\rueva Granada,
como el único alivio á los dolores de mj corazón. El cielo ovó
mis votos y gemidos, y el Gobierno. de C.artagena puso á mis 6rc.
lenes cuatrocientos solda ~os, que en pocos dbs liberta ron el Magdalena
y la mayor parte de la Provincia de S:,1nta Marta. En seguida
marché á C~uta, y allí la victoria se decidió por nuestras
armas. Venezuela m,e vio ap~recer · en, su territorio, coronado con
los favores de la fortuna.
"El Cpngreso de l~ N'ueva Grann hizQ~ c~ncebir á los realistas nuevas
esperan7-as,. . .}(' aw1.que batidos en. B,árbula y la~ Trincheras, infundió
tal ali~n~o á nuestros enemigos~ que casi simultáneamente
se sublevaron los ~}anos y el Occidente de V'enez.uela. Las BataI¡
as de M??qt!jtero y de A_raure nos volvieron al Occidente y
los Llanos. Entonces vo)é desde el campo de batalla á la capital,
}¡ice renunci~ del Poder Supremo, y di cuenta al pueblo, el 2 de
Enero de I8.q., de, los s.¡Jcesos de. la_campaíia,y después de la lucha
rpás sangrienta, volví del ca111p0 de C.arabobp, á; convocar. los R~presentan.
tes dd p~eblo. q-~e consti~uyesen el Gobierno de la: R~p~
blica.
"El d~sa?tl¡e de la, Pu~r:ta, sepuJtó en el cá<;>s nuestr.a allijida
Patria, y napa, PllPO enoon~_es parar los .r.ayos qJJe la cólera del cielo
fulminaba contr¡a ella.,
"Yo tnf!rch~ á. la ~Jueva Granada: di cuenta al Congreso granadino
del éxito de mi comisión: premió mis servicios, aunque infructuosos,
confiándorn~ Ufl . nuevo ejercito de granadinos y venezolanos.
Cartagena fue el sepulcro de este ejército, que debía dar
la vida á Venezuela. Yo lo abandoné todo por la salud de la Patria:
voluntariamente adopté un destierro, que pudo ser saludable á
la Nueva Granada como también á Venezuela. La Providencia
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BOLETÍN MILITAR 51
había decretado. yi. la ruina de estas des gradadas. r.egiones, y les
mandó á Morillo. con, su ejército exterminador.
"Yo busqué at>ilo. en una isla extranjera y fui á Jamaica, solo,
·sin recursos, y casj: sin, e~peranzas. Perdidas Venezuela y la Nueva
Granada, todada m,e atrev~ á pensar en expulsar á sus tiranos. La
isla de Hait~ Ill1C r.Q-cibió con hospitalidad: el magnánimo Presidente
Petión rrt.e. prestó su protección, y bajo sus auspicios formé
una expedici·ón de tres,ciento? hombres, comparables en valor_,
patriotismo y virtu,d, á lo~, Cop\paíieros cle Leonidas. Casi tocios
han muerto yá; pero el ejército exterminador rambién ha muerto ....
Trescientos patriotas vinieron á destruír quince mil tiranos europeos,
y lo h,an cot1seguido.
"Al llegar á Margarita, una A.sam.blea General me nomhró.
Jefe Supremo de la nación~ . mi ánimo fue convocar allí el Congreso;
pocos mes.es después lo convoqué en efecto: los suces0s de la
guerra no p~rmjtierot~ sin, em,barg.o, este anhelado acto de la voluntad
nacional: Ii.b¡ e. G ,uayana y libre la mayor parte de Venezuela,
nada nos impide ahpra devoJver al pueblo sus derechos soberanos.
Venezolanos! Nuestras armas han destruí do los obstáculos
que oponía la tiranía á vuestra' em~n~ip,fl.ción. Y yo, á nombre
del ejército libertador, os pongo en posesión del goce de vuestros imprescriptibles
derechos. N,uestros soldados h¡m corn batido por salvar
á sus herman?s, e~pv~a~, padres é lf.ijos.; ~f,p no han combatido por
sujetarlos. E,l ejérci~o.. de V"enez.;uela sólo. os impone la condición
de que conser,.véis intacto el depósito sagrado de la libertad: yo os
impongo or.r.a nQ, meno5 justa y necesaria al cumplimiento de esta
precios'\ con,Pición: elcgicL, por magistrados á. lo~ más virtuo~os de
vuest,ros., con.ciudaJanos, y. olvida.~ si ppdéis, en vuestras elecciones,
que ·le corresponden, y examinados se encuentran que son llevados conforme
á dicho Decreto.
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BOLETÍN MlLITAR 53
El señor Guctdaparquc presentó convenientemente arreglados los
documentos correspondientes á la cuenta que debe enviar á la Oficina
general del ramo, así como el cuadro del movimiento de los elementos
de guerra que debe remitir á dicha Oficina y á la del Ministerio de
Guerra.
Confrontadas las el:Ístencias, se encuentran de acuerdo con las que
figuran en el cuadro, y arreglados en la forma que previenen los incisos
1.0 2.0 y 3.0 del propio Decreto.
El correaje existente se está componiendo y fue dado de alta en el
mes próximo pasado, conforme se le ordenó al señor Guardaparque. El
armamento está convenientemente arreglado, limpio y engrasado.
El infrascrito hace presente, que hacen falta lo:, siguientes elementos
para las piezas de artillería: balas macisas, espoletas, tubos de fricción
y pólvora.
Se advirtió al señor Guardaparque que el correaje debía estar
guardado en cajones de madera para su mejor conservación.
Como no hay observación qué hacer, se dio por terminada la presente
diligencia que la firman los que en ella intervinieron.
Nicol!u Peraomo P.
El Guardaparque,
Ricardo Ferro B. --··-··--
VARIEDADES
EL ASISTENTE
Hacía cuatro años que vivían juntos, y en todo ese tiempo no
había olvidado el uno por un solo momento que era el oficial, ni el
otro que era el asistente. El uno, militarmente severo; el otro, militarmente
sumiso.
Y se querían; pero con aquel afecto austero, varonil, mudo,
que no hace alardes, que no se manifiesta, que oculta un transporte
de afecto bajo un ademán seco y desdeñoso; elocuente cuando
calla, inepto y torpe cuando habla; enemigo de caricias y mimos,
y acostumbrado cuando le asalta la necesidad de llorar, á apretar
los labios y sorber las lágrimas por no aparecer cobarde y afeminado.
Se comunicaban con un lenguaje constantemente lacónico, rápido,
desabrido; se entendían con monosílabos, miradas, ademanes;
intérprete común era el reloj, que lo regulaba todo, hasta los pasos
y las palabras, con la disciplina más estricta.
-Mi Teniente ¿manda algo?
-Nada.
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.-z-:.LPueJo Í11al~charme ?
--;- Vete.~Esia era la fórmula cotidiana de despedida.
N un ca una palabra más. Y habían pasado los días, los meses,
los años-cuatro años--en el cu·utel, en el alojamiento, en marcha~
en el campamento, en la guerra; y cre.ció poco á poco en el coraz()
n de erhra¡:nl3os un aÍedo pmfundo,, severo y casi desconocido
para ellos n1ismos. En aqúella inalterable taciturnidad, en aquel len-guaje
militáf, en aqllel cambio fugiti\To de miradas que querían
decir, lá uni!~haz estb, y la otra:-está bien, habh para quien conociese
el caráctet~ de entFarribos, tanta amabilidad y tanta cortesía,
que comparadas cort ellas era débil é insignificante la más expresiva
correspondencia dé -mt.ituo éariño·.
Se encontraron t1no al lado del otro crl carrlpaña, én los ins..:.
tantes ,más sol mnc~, á tresciént()~ pasos de lds cartone~ crlcmigos;
y á cada silbido de las granadas~ cada ól:il v.olvió r:ipiJan1ente los
ojos en busca del otro, y al encpr1trado, habfa e~Halado un suspiro
pensando: ¡esa ha plisado .ya! Velat·ort juntos ert las avanzadas más
de una noche frfa y lluviosa, cdn los pies erl bs charcas del
pantano y el rostro al ~lento; y por la martana, ál llegar el batallón
de rel~vo habían caml3iadd una ~onrisa, córi o pata decirse mutuamente:
"ahora volvemos al campamento, a14grai:e~ ~odrás Jescansar
." Muchas vece durante úna larga marcl\a de ve~allo, habíansc
vuelto lo; dos hacia atrás á un rnisillo tiempo pafa 1rt1irar las piedras
miliarias, á la orilla del camino) y haHían contado algunas veces
más de cuarenta, cruzando; ct..ia~do llegaban á las últimas, uná
mirada de consuelo y complasccrtt!a, q!Je quería decir: quedan dor
nada más, nada más que una, iestdmos .yal V arias noches en el campamento,
cuando se dispone el ánimo á las descargas, que quizás
'venga á interrumpir el sueño, luégo que uno de ellos se había echa-
ifo bajo la tienda y el otro lo habfa cuBierto bien c~n el capote para
defenderlo de las brisas nocturnas:-Búenas nqches, señor Tenicnte,-
había dicho el soldado, alejándosé; y al Teniente le había parecido
que aquella voz temblaba algo y que la ~ll:ima palabra no salió
entera de sus labios. Y con igual acentd 1~ HaBía devuelto el saltid&.
Alguna otra vez mientras el uno entregaba al otro una carta,
y éste alargaba ávidamente la mano para torrlarÍrl; RuBiera podidd
notarse en ambos rostros ligerísima sonrisq :-¡Es de casa, conozcd
1~ let'i-á, tu madre te escribe!- Había querido decir el uno.-¡Gracías,
_;;_había querido contestar el otro,-me has anticipado la alegrfa!
Después, volvían entrambos á los acostumbrados hábitos taci~
turnos y severos: ni una sola vez el soldado, al presentarse á su oficial
6 al despedirse de él, olvidaba cuadrarse, levantando la cabeza
y llevando enérgicJmente la mano al kepis, . rígido, inmovil y fortnal.
Vivían juntos cuatro años solamente; pero el soldado, que en..:
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BOLETÍN MILITAR 5)
tt•ó de asistente, pasado el primer aiio de servicio, estaba para cumplir
su tiempo.
Un día, recibíó el comandante del bat,lllón la orden de licellciar
su clase.
Aquel día mediarón m.uy ~ócas palabras más de las de c.:>stumbre
entre el oficial y él soldádo; phó 1~ d~s corazones conversaron
largamente·:
-¿Manda otra tos-a-? . .
-N ... da ... ha Hegado h orden de liccnc:iat tt!t clase, Bentro de
diez cías marcharás·.
Siguió breve ~Hcncio sin qúe sús ojos se enccmt~· astl1~
-¿Puedo tet1 rarmer
-Retírate, pues. .
Esta vez había aíi~.dido ei ·ofici-al un púes, y esto. cf:l un gran
paso en el camino de la afectt1osidad y de la espozttaz~e~dad.
Estrechóselos el corazón á los dos, pero tw igualzw n'te á ambos.
El uno perdía á UI'l arnigo, más qrte t\n arHig;o, un hermano,
que lo amaba cOl\ eariño r~verente y rel\gioso. El otro perdía también
un amigo, un hermano; .Pd'o aqué( p'ermanecía en el regimiento,
y éste volvfa á casa. Y ya era sensible consuelo volver á
casa. Después de tantos año!!, después de tantos p-eligros, después
de haber pcns1.do tantas veces en la madre poí· la r•ocfie en el campamento,
cuandó suenan las largas y melancólicas notas de la retreta,
y bajo la5 tiendas se apagan las iuces en aquella movible
ciudad de litnzo, po'Co antes tan animadi y ~legre-, de ·pués de haber
pensado tantas veces e1 \a madre preglintándos'e,-¿qué hará
en este momente aqúella ¡~obre mujer?-era; e1 vctdad, una gran
'Cosa volver á 'Casa! !1 ..•
Despliés d.e haber oído tantas veces, al caer c\c la tarde, á los
~ampesinos que venían del trabajo, repitiendo a·qtiellas mismas candones
que canhban en otro tiempo allá en el ~ogar, cuando velaban
en verano á la luz de la luna y entre. tantas voces de deudos y
qmigos s·e escuchaba una temblorosa, dirt;rente de todas, clara, ar....;
gentina, qlle sabía tan bien el camino del. corazón; después de haber
bendecido tantas veces aqüel10.s canc\on'cs, como un saludo de
nuestra madre lejana ... ¡Volver á casa! ¡volver cuando no nos esperan;
ver de nuevo aquellos campos, aquella aldea, reconocer de
lejos aquella casa, ptesentarse de pl"onto ante la puerta, reconocer
delante á la hermanita, hech.a ya una moza, al hermano más pequeño,
convertido en gallardo adolescente, acudir á sus gritos todos
los demás, arrojatsc en medio de ellos; después, apartarlos á todos,
entrar en la casa, llamar á la anciana madre, verla venir á
nuestro encuentro con los brazos abiertos y los ojos llenos de lágrimas,
echársele al cuello y sentirse oprimido por aquellos queridos
brazos, y probar las más santas delicias humanas .... ¡Cosas son
estas que sólo el pensarlas dulcifica cualquier amargura y cura
cualquier herida1
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s6 BOLE 1ÍN MILITA"!{
Y sin embargo aquel buen muchacho le traspasaba ei alma Ia
idea de tener que separarse de su oficial. Y adem:ís, un soldado valeroso
no se quita nunca el tosco capote que le ha servido largos
años de abrigo y almohada, y el cual hl trabajado tantas veces con
la aguja ó el jabón, sin sentir cierta opre~ión en el pecho, cierta.
extraña ternura, como al separarnos de un amigo qu~ se ha portado
mal con nosotros, pero á quien en el fondo estimamos siempre.
Aquellas faldrigueras de detrás, donde en el cuartel se escondía la
pipa al presentane al oficial de guardia, las buscarán las manos instintivamente,
y será triste cosa no encontrarlas ya.
El buen oficial se había quedado pensativo, sin añadir ni una
sola palabra á las fórmulas acostumbradas, y lo mismo su asistente.
Pero sus miradas se encontraban con más frecuencia, y parece que
se decían:-lo sientes, ya lo se.
(Cottcluirá).
EN EL EJERCITO
El Poder Ejecutivo por Decreto de fecha 1 1 de Julio, dictó
las iguicntes providencias:
Concedió al Capitán Jesús Durán la licencia indefinida que
solicít6 para separarse de la 5.~ Compañía. del Batallón Granaderos
número 8. 0
Destinó al Subteniente Jeremías Bohórquez, que sirve en la
2.a Compañía del Batallón Tent.T~(¿ número 5. 0 , á la 4·a del Urdaneta
número I 5, en reemplazo del de igual grado Fidelio López,
á quien se concedió la licencia indefinida que solicitó.
Llamó al servicio activo al Subteniente Arturo Entialgo, y lo
destinó al Batallón Tcnerife, en reemplazo de Bohórquez.
Llamó al servicio activo al Capttán Antonio Luengas, y lo
destinó á la 1.• CompaP.ía del Batallón Boyacá número 24, en la
vacante que allí existe.
Por Decreto de fecha 12, Ascendió á Sal·gento 1v1ayor graduado
al Capitán Celio Samudio, Ayudante Mayor del Batallón
Sucre número 10.
Creó una plaza más de Practican-te supernumerario en el Ho~
pital Militar Central, y nombró p'ara desempeñarlo al señor Celso
Jiménez.
Por haberse sincerado el Capitán Salustiano Tejada de los
cargos por k s cuales se le destituyó en Mayo próximo pasado del
puesto que ocupaba, se le llamó nuevamente al servicio activo y se
se le destinó á la 5.• Compañía del Batallón Granade1·os número
8. 0
, en reemplazo del de igual grado Jesús Durán, á quien se con-cedió
la licencia indefinida que solicitó.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año II N. 62", -:-, 1898. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690979/), el día 2025-07-27.
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