RepÚ.blicatde Colombia
LOS LUNES DEL CORREO
SUPLEMENTO LITER.AR.IO A "EL CORREO NACIONAL"
Dlreotor·Redaotor, B. PALACIO URIBE
J30GOT Á, J"{OVlEMSRE 27 DE 1905 ~ )" ÚMERO 2. 0
•rur:ma, por G. Martinez Sierra.-Al _l)asar, lpor Guillermo
Valencia.-Las manoa, por Eduardo Zamacols.-En un ál·
bum, por Vlotor M. Londoño.-.A.mado Ncrvo, por Luis G.
UrbiDa.-Reeurreccionea, por Julio Fl6rez. - Ellibro de Rubén
Darlo, por Francisco Navarro y Ledesma- A una g'ltan~
por B .. Palacio Urlbe.-El retrato oval, por Edgar Poe.
¡ \¡UO vadia 1 por .Antonio G6mez Restrepo.-Los disparates
de Rubén Darlo, por Fray Candil.-Mi verso, por .Amado
Nervo,-Gaapar y Lucia, por Enrique Alvarez Henao-Crepúsculo
de Agosto por Mfguel Costa.-El olvido, por Rafael
Pombo.-La noehe principia •••• , por Jesúa Bemprum.
Mañana de ve1·ano: fuéra, en los jardines
del Palacio Real, hay un desbordamiento de
plantas floridas, y tantas mal'ipo~:~tts como
fiorea ; y sobre los pétalos y sobre las alas
llueve del cielo polvo de lnz. No se sabe ni
cuándo ni o6mo un poco del aire caliente
q?e está junto al suelo se inquieta, y emplaza
á moverse; pasa sobre un plantel de
h_eliott·opos, y levanta un motín ae fraganCia&,
alborotando los al'omas qne dormían
en las cabezuelas mondas; las col'olas cabecean,
levemente indignadas, y !e uq uietan
despuéa. Mas en alto la fugitiva ráfaga azota
laa dores de un macizo, y, torciendo á su
antojo tallos y voluntades, junta una rosa
blanca y un clavel rojo, y one los búcaros
de una madreselva, marfileños y locos, al
tnciopelo austero de una dalia color de ad\'
iento; estremece después las azaleas que
hacen mal'co á los miradores de la Reina·
troncha los zarcillos de una enredadera qu~
se atrevió á prenderse nada menos que en
la cimera del Escudo Real, y satisfecho de
!us hazañas, Jas celebra, riendo á más y meJOr,
entre las ramas altas del más et·guitJo
de los álamos.
Dentro, en el salón de estudio, la Princesa
Lesbia y el Príncipe Orlando oyen con
atenci6n bien semejante á melancolía, las
lecciones de un p1·eceptor viejísimo.
-Altezas-dice la voz eefática y cascada,
como tañido de campana rota,-ved aquí
cómo ei E&ipto antiguo simbolizó el enigma
pavoroso y consolador á un tiempo mismo
de la resurrección, la vida que surge de la
muerte ...
Bien lejos del salón de estudio, mucho
más lejos que el Egipto antiguo, e1o1tá. el es
píritu de los Reales discípulos en aquella
hora. Las palabras del preceptor rompen el
silencio, mesuradas y lentas, como agua de
noria que cae del canjilón al pozo; pero el
agua que cae encuentra abajo el agua y en .
gendra júbilo, y las palabras viejas caen en
cerebros jóvenes y engendran tedio.
- . .. La vida que surge de la muerte ...
Sin embargo, al oír la tremenda palabra,
!Jesbia y Orlando levantan la cabeza y buscan
sus ojos al maestro: entre él y ellos un
rayo de sol, que ha entrado del jardín, tiende
una frontel'a de luz ; espada de fuego
con que la vida cierra á la melancolía del
saber el paraíso de la dicha, que existe por.
que ignora.
-Aquí está el símbolo, prosigue la voz,
estas esculturillas de metal y de piedra son
la enc8l'nación del enigma. Representan el
escarabajo sagrado, el sér quo de la podre·
dumbre de la muerte saca las energías de
fiU vivit· ...
Lesbia y Orlando han vuelto á sumirse
en su abc.•trRcción indiferente ; ella, menudita
y rubia, está sentada en un severo sitial
de roble ; su cabeza, hecha de luz y rosas,
descansa sobre las esculturas del alto respaldo
; tiene los ojos clavados en la cara del
sabio, y el alina en sus dedos de muüeoa,
que se ooupan en rizar blandamente los bucles
dorados que le caen sobre el pecho. Orlando
se yergue sobre los cojines de un taburete;
también mira al sabio, pero como
los pies no le llegan al suelo, juega á tramar
con ellos en el aire trenzados imposi-ble&,
y tampoco oye. "
Estos dijecillos, Altezas, servían de amu ·
leto ...
El rayo de sol tuerce su camino y se despanama
por la mesa de estudio, arrancando
centelleos é irisaciones á la bisutería pel'egrina
que sobre ella yace ; entonces los
escarabajos sagrados, como traídos á la vida
por conjuro mágico, parecen moverse y aletear;
los hay l'Ojos, blancos, verdosos, color
de tiel'ra y color de cielo ; muchos de ellos
despliegan, separándolas del ouerpecillo
oblongo, alas descomunales : unos son de
b1·onoe, otros de pórfido ...
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Los Lunes del Correo
-Servían de amuleto; sobre la túnica
de los Faraones, prendidos en collares de
sacerdotes, guerreros y mujeres, sobre el
pecho mismo de los muertos como prenda
y promesa de inmortalidad. Ved, Altezas,
las figurillas que el tiempo ha guat·dado
para nuestra ciencia en el seno de las sepulturas
seculares, y ved estos papiros en que con
signos raros nos habla la voz de las generaciones
pretéritas; estos son los famosos jel'eglíficos,
la escl'itttra sagrada que encierra
las tremendas verdades de Isis, la historia
de un gran pueblo sabio y triste: aquí está
el misterio ...
El loro favorito de la Princesa Lesbia,
encaramado en lo alto del sitial, ha cerrado
los ojos y dormita; unas cuantas moscas
que revoleteaban por el salón se han prendido
á loi cortinajes y están q nietas. Todo
calla, todo duerme ó se aburre; sólo la voz
del Tiejo continúa desgranando en el aire
conceptos huecos ; el aire los trae y los lleva
de una pared á otra, y las paredes se
ríen al recibir el choque de la oratoria campanuda.
Que al cabo cesa : Altezas,· vuestra atención
me llena de gozo; espero que podréi~
escribir una disertación interesante; aq m
quedan, para que podáis consultarlos, escarabajos
1 papiros; trabajad y meditad, Altezas,
que en la historia vieja duerme la
eterna sabiduría.
Y sale satisfecho.
Pasa una hora; el maestr·o vuelve, precediendo
á los Reyes, ganoso de mostrarles el
fruto de su sabiduría, el tt·abajo de la augus ·
ta prole, la concienzuda di ertación histórica
que, sin duda, han escrito los príncipe .
Abre la puerta; pe1·o apenas traspasado el
umbnl, rompe en un grito trágico:-¡ Altezas
!-Sus Altezas se ríen, amparados por
la luz triunfante del sol, que inunda el salón,
poco antes sombrío; las ventanas, cómplices
de la vida, están abiertas de par en
par, y muchas de las mariposas del jardín
t·evoletean lc.cas, rompiendo, con sus alas
multicolores, las telas de araña que tendiera
el tedio en la estancia. El maestro es
como nn murciélago asustado por el amanecer,
y tiembla de ira. Porque en su ausencia,
Lesbia y Orlando, estudiando, sin duda,
escarabajos y papiros, han resuelto el enigma
y han hallado sentidu p.uevo al viejo
símbolo y á la rancia escritura. Despreciando
Lesbia las tremendas palabras vida y
muet·te que ellos evocan, ha prendido á sus
bucles los dijecillos de bronce y de pórfido
color de tierra y color de cielo, y pavonea
su cabeza de luz, orgullosa del peregrino
tocádo que forman para ella los fragmentos
de una historia olvidada, las huellas de una
grandeza rota y de una religión hecha poi-
, vo. Y Orlando junto á ella, se yergue triunfante-
Ma~te junto á Ven us;-se ha hecho
con el papiro casco de guerra, y protegida
bajo el misterio del jeroglífico 1 sueña su
frente conquistas famosas.
10
El maestro huye, los t•eyes sonríen y como
himno fanfarrón de la vida joven, acompa.
ñan al viejo en su fuga las carcajadas cristalinas
de Lesbia y los ecos de una marcha
bélica que clarinea Ol'lando, haciendo bronce
del hueco de sus manos pecadoras.
o. HARTINEZ SIERRA
ftL PAS.A.f\
En una azul mañana
de primavera, con el ojo triste
por la codicia que en el alma humana
aun á olvidar las sombras se resiste,
seguí, sin detenerme, la figura
de una mojar que en la revuelta vía
llevaba entre los brazos la blancura
fantástica de un niño que dormía,
cuya primera cona
el hueco fue do llevan las que-olvidan
sus entrañas, al hijo sin fortuna
después que de sn amot· le desanidan.
Jamás de mi memoria
la imagen de ese niño
podrá arrancar la insustancial historia
de mi vida. Sin frases de cariño,
sin un beso siquiera
-fue de la sangre que el amor inflamavi
vimos en silencio nuestro drama
al encontrarnos por la vez primera.
Yo soy el fuerte iluso
que adue1·me la serpiente de 1 a vida,
y él, es sólo el intruso
que bosquej6 oon mano enternecida
el pálido monarca del Abruzzo.
Yo el hombre, el duro, el mago, _
comprendo la gentil delicadeza
del niño, dulce y bueno;
Yo, el árbol deshojado por la lluvia,
ansío la belleza
de las palmeras de melena rubia.
Yo lo que vive y siente
y piensa y calla y lucha y sufre y llora
euvidia lo inconsciente,
el nenúfar del lago transparente
saturado de paz enervadora.
El cifraba el enigma
que mi sér melancólico arrebata,
yo sabía so estigma
que no muere y que mata.
Y pensé en el destino
que da cardos y rosas ;
en las tocas de lino,
en las almas piadosas
q ne recogen los niños sin amparo,
y dije: Qué piedad ! para sus malta
hallarán blandos leohos
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11 ,
entre los hospitales
y para sus dolo1·es del alma
cuando crezcan en la vida,
el cargado panal de los amores.
Y con mente serena,
mientras el albo niño se alejaba
me puse á repetir : La vida es buena !
GUILLERMO V AL ENCIA
Maupaasant escribió un cuento inolvidable,
donde hablaba de una maJ]o negt:a que
cierto inglés tenía sujeta á una pared de su
dormitorio con una cadena y á la que castigaba
todas las noohes á latigazos, como
satisfaciendo en ella un antiguo renca1·. tr na
mañana, el inglés amaneció estrangulado;
la mano había desaparecido; la cadena estaba
rota.
La antropología otorga atención preferente
á las manos, y no porque estos órganos
tengan enrevesada y difícil anatomía,
aino por las seguras relaciones que guardan
con la complexión moral del individuo y la
punzante elocuencia de que son capaces.
Ocupando, como se hallan, los extremos de
la red nerviosa, y siendo los principales
agentes ejecutivos de cualquiera volición,
las manos lo dicen todo: el furor, la impaciencia,
el abandono, el miedo, la perplejidad.
Las manos hablan sin rebozo : inconscientemente
tiemblan, aprietan los dedos
de coraje, los abren de sorpresa, a peteoen
encogiéndose, insinuando sigilosamente
un perfil de garra; 6 desdeñan, vol viendo
sus palmas hacia abajo. Las manos no saben
mentir : en ellas leeremos más de una vez
aquella emoción que los músculos de un
semblante taimado, inmovilizado po1· un esfuerzo
hipócrita, no quisieron decirnos.
El poeta Verlaine habló mucho de las
manos: á su juicio, ellas constituyen uno
de los primo1·es más delicados y atrayentes
de la arquitectura femenina: las manos
blancas y largas, sombreadas de hoyuelos,
terminadas por dedos finos, prometedores
de oarioias. Los nigromantes y adivinos de
todos los tiempos p1·etendieron leer en las
rayas de la mano lo futuro ; actualmente,
los discípulos de Lombroso aseguran que
las manos, verbigracia, del criminal nato,
tienen rasgosconoretos, inconfundibles, apre·
oiables á primera vista.
¿Y por qué no habl'Í.a, en el fondo de tan
diversa& supersticiones y teorías, una gran
ve1·dad?
Laa manos mantienen comercio perenne
oon nuestra vida interior; ellas desean, rechazan,
suplican, esperan ; todas nuestras
emociones repercuten allí; son, en cierto
modo, una prolongaoi6n de la. voluntad. La
carne infantil es cera fácilmente moldeable,
¿Por qué, pues, el eapíritu, que á todo mo~
llto utiliza las manoet no había de ir modHlo,
ndolas hasta imprimh· en ellas, por
os TJUlles del Oorreo
modo inconcuso y evidente; el sello de su
personal distinción ó rústica y acaso crimi·
nal grosería?
Las manos de Rodin son admirables : hay
en ellas algo sobrehumano, impreciso, como
ese ensueño .de otra vida que magnifica la
frente atormentada de sus cariátides. Tiene
manos coléricas, suplicantes, tranquilas;
manos de agonía ; manos convulsionadas,
terribles, de gigantes entenados vivos;
una de ellas, como la vengativa mano negra
de Maupassant, parece caminar. Y todas
aparecen saliendo de un trozo de piedra,
atrayéndonos con la emoción trágica de
una verdadera mano que hallásemos cortada
en medio de un camino.
Hablando de ·esto, no puedo abstenerme
de citar La mano de Dio1, una de las genialidades
más dichosas de Rodin.
Es una mano gigantesca, blanca, sin rugosidades,
llena, simultáneamente, de fortaleza,
paciencia y bondad. En la cóncava
superficie de la palma, bajo los dedos enormes
abiertos delicadam~nte, hay un trozo
de arcilla donde van modelándose los cuerpos
de la primera pareja humana.
¿Cómo concibió Rodin á nuestros primeros
padres? ¿Fue llorosos, avergonzados de
su desnudez, ajenos á las perfecciones que
cada cual apreciaba en el otro, ó simple.
mente indiferentes y como atontados por
las nieblas del despertat?
N o: Eva y Adán no parecen indiferentes,
ni atónitos, ni menos pesarosos de haber
nacido ; sino que, desde el pl'imer momento,
se buscan y abrazan, de modo que sus cora.
zones no palpiten muy separados el uno del
otro .
Entre los dedos del Creador, el barro va
modificándose poco á poco: el escultor dio
al mármol apadencias•tales, que la piedra,
priva da repentinamente de dureza, se ahíla
y sutiliza, vapol'izándose en siluetas antropomórficas,
flexibles como contornos de
nubes; hay trozos informes, pesados, compactos,
que interpretan el elemento material
de las figuras ; otros, en cambio, aquellos
donde el espíl'itu va :encarnado, son
diáfanoEI, transparentes, oomo una evaporación
de la arcilla.
Pr.ra Rodin, Dios, todo omnisciencia y ar.
monía, no pudo formar al hombre solo,
para luégo modificar so obra y corregir su
imprevisión y ligereza, fabricando á Eva.
Desde el primer momento y auancándoles
del mismo trozo de barro, el creador construyó
al P.rimer hombre y á la primera mujer,
significand0 así que nacieron el uno
para el otro, qne ca~ cual hallará en su
compañero las perfecoiones que en sí propio
no tiene y que el amor, en suma, es inseparable
de la vida, pues que nació con ella.
Todo esto dicen la Eva y el Adán de Rodin,
buscándose en la noche de su instinto apenas
despertados de la Nada; y lo confirma,
sella y rubrica la anatomía de la divina mano.
No es la mano áspera del Dios hebreo, propicio
siempre á manejar el rayo y á_desenoadenar
los ~ientos; sí, la mano de un Dios
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,
Los Lunes del Oorreo 12
EN UN 11LBUM
(INÉDITA)
Triunfadora guirnalda circuye tu cabeza,
Y entre los hombres cruzas, grave como el Destino,
Otros temen el gesto de tu labio divino,
Yo sueño en el poema que alabe tu belleza.
.. _. - --!-. _,
helénico, paternal y alegre, para quien no
hay plegaria más dulce q ne la canción de
las risas ; un dios abuelo, m~nso, indulgente,
compasivo, fácil al enternecimiento,
inaccesible al odio, que s6lo bendice á. los
buenos que, imitando su ejemplo, aman y
perdonan ..... .
"La linda mano de Laura-decía Petrar
ca-cautivó mi corazón."
El padre 1\Iontaigne también reconoce
la alta misión psicológica de las manos;
ellas ganan nuestro sustento; ellas nos re.
oiben y agasajan ; ellas nos despiden. Tienen
la elocuencia de la palabra: no hay
interjección ni frase que expresen la cólera,
el entusiasmo ó la fe, como un puño cenado;
y, por el contrario: ¿qué elegía
ni qué suspiro traducirán el cansancio, la
t rieteza 1 postración y rendiruieutcs totales
de una voluntad, mejor que los dedos inmóviles
de una mano abierta?
EDUARDO ZAMACOIS·
--@-
Hace dos noches el andén de la estación
del ferrocarril rebosaba de gente inquieta.
Hapía, sobre todo, muchos jóvenes; y era de
llamar la atención el abigarramiento de trajes,
entre los cuales superaban los hongos
de anchas alas y las corbatas sueltas. Todo
ello dejaba indicar que en aqu~lla reunión
andaban codeándose los artistas. En efecto
los representantes de Ja cultura metropolita~
na, desde el Ministro Sierra. hasta. los estudiante~
poetas, babíanse citado allí para
despedir á uno de nuestros más gloriosos literatos:
á Amado N ervo.
Todas las clases sociales é intelectuales
habían mandado á la estación sus diputaciones:
Los hombres públicos, Jos diplomáticos,
los políticos, los ~arJamentarios y los
tnúsicos, los pintores, los que labran el mátmol
y los que labran la rima, querían dar
un abrazo á este muchacho bueno, noble
dulce, que ha paseado aristocráticamente s~
musa por Jos salones, por las calles, por los
talleres, con una suelta y suprema elegancia
que se parecía al desdén, sin serlo, por supuesto
en la altiva indiferencia con que este
Búckingham regaba las perlas de su exquisito
talento.
VÍOTOR M. LONDOÑO
Amado N ervo era uno de los grandes cariños
de la ciudad. Cuando iba por las calles,
distraído y sonriente, con la mirada
puesta en no se qué invisibles y aéreas escenas..?
Jos transeúntes cuchicheaban el nombre
~el poeta, que es dueño ya de una popula.
nda~ fina, de boulevard, y algún amigo
nsueno sacudía al abstraído y le gritaba
un afectuoso saludo. El soñador despertaba
un breve rato para charlar deshilvanada y
deliciosamente de cualquier futileza, en la
que él espolvoreaba chispeantes átomos de
ingenio. A poco amlar, el incansable ensimismamiento
volvía sobre su presa, y Amado
N E>rvo tornaba á sus mudos monólogos
interiores.
Las vías principales de la capital lo conocían
íntimamente. Flaneaba por ellas, á pie,
de pie, mejor dicho, en una brumosa nube
4e ensueñ?· Volvió de París más poeta,
más trabaJador y más triste. Se ha.bfa coDquistado
ya amigos, simpatías'! admiracion~
s : todo ello sólido y definitivo ¡ Qué bien
piensa, qué bien siente, qué bien escribe
e~te esplénd~d? nar~ador, este poeta nuevo,
smgular, ongmalís1mo, un poco neurótico,
un poco exéntrico pero siempre artiat", delicado
y sutil !
Ahora se nos vuelve á ir. La ciudad en·
vió á sus representantes á la estación, y la
despedida fue rumbosa.
Amado N ervo ha alcanzado su mejor victoria
: ser querido y ser admirado de los
grupos intelectuales es una rareza.
El esfuerzo de mi amigo fraternal no ha
sido, pues, infructuoso. Ese recuerdo lo
a.~o!Dpañará como un buen compañero de
Vl&J~.
-¡ Hasta la vista, hermano mio !
LUIS G. URBINA
México, Agosto : 1905.
~
fL LIBRO DE ~UBÉ~ PARÍO
Honremos al altísimo poeta. Honrémosle
y démosle gracias. Sobre los
poetas menores, pequeños y quejumbrosos
que nos afligen, sin darnos sombra
ni fresco, música ni fruto, se alza
Rubén Darío como un olmo aopudo,
como un cedro venerable, como un
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13 Los Lunes del Oorreo
------- ~-- --- - ---- --------------~--~-
:EESU RRECCIONES
Algo se muere en mí todos los días;
la hora que se aleja, me arrebata
del tiempo en la insonora catarata,
sl\lud, amor, ensueños y alegrías.
Al evocar las ilusiones mías, /
pienso: "Yo, no soy yo!" ¿Por qué, insensata,
la misma visJa con su soplo mata
mi antiguo sér, tras lentas agon' as?
Soy un extraño ante mis propios ojos,
un nuevo soñador, nn peregrino
que n yer pisn ba flores y hoy .... abrojos !
Y eu todo instante, es tal mi uescoucierto,
que ante mi muerte próxima, imagino
que muchas veces en la viua .... he muerto .
•
(De Cadosy Lirios )
poderoso almer de lustrada co'rteza,
con frondos de color de esperanza, en
un bosquete de sauces llorones.
l\Iuerto Oampoamor, la lengua castellana
cuenta, por fiu, con un gran poeta
de ideas y de sensaciones ; con un poeta
fecundo, sabio en el modular, inesperado
y sorprendente en la rima, lleno
de felicísimos repentes, audaz cómo los
primerizos y variado y maestro como
los curados de espanto. Ni el mismo
Zorrill~ le igualaría en el sentido musical;
'-Vagner, á quien Zonilla desconoció,
le ' ha en se fiado ous discordancias
negativas, sus inarmonías inquietantes
que excitan los nervios de la gente' canónica
y preceptuosa, y luégo, es un
poeta vivo, de hoy, y aun de mañana.
Y sin embargo es un poeta nacional,
español, pero mucho más espaüol que
todos Jos otros. Aprendan de él garbo
y españolería los que viven chupando
la sustancia de este 6 de aquel librito
con tapas de color de mayonesa.
Cantos ele vida y ele es11eranza es la
madurez del genio de Rubén Darío;
mas por fortuna suya y de la poesía,
no es una madurez correcta, oclusa, definitiva,
académica. No es éste un libro
sin desmayos, grat}ias á A polo;
ni de él se pueden sacar recetas, ni su
autor ha adoptado un amaneramiento
cómodo para no seguir luchando por la
idea y peleando con la forma.
El hierro está rojo, el yunque brillante,
el horno encendido. El poeta ha
• .TULlO FLOREZ
•
trabajado; y trabaja, y seguirá trabajando
seguro de que ha dicho la mitad
de lo que sentía y pensaba, consecuente
de que la perfección es inasequible, y
de que sólo para sepulturas s~ labran
mármoles clásicos.
Canto~ de vida g de esperanza, es, en
fin, libro generoso, piadoso, optimista,
confiado. Es un inmenso, un inapreciable
servicio prestado á España. ¿Para
cuándo y pa1 a quién están las grandes
cruces de Alfo u_ so XI r 1 ¡ Piensa en esto
el respetable Sr. J\:Iontero Ríos, que
posee tan alta distinción 1 ¡Piensa en
esto el discretísimo Sr. ~Iellado T Rubén
Darío con su ·libro honra á España.
Nosotros, españoles, honremos al altísimo
poeta.
FRANCISCO NAVARRO LEDESMA
-~®<>-
~L fl.ETRA TO OVAL
El extraiio oastillo adonde me había
conducido mi sirviente, oasi á la fuerza,
paru impedirme pasaí- uua noche al descubierto
en la situación de cansancio en que
me encontraba, era uno de eeos edificios,
mezcla de grande~a y de melaocolia que
yerguen sus frentes ceñudas en los Apeninos
y en las novelas de Mistrees H.:ldoliffe
y que según todas las apariencias acababa
de ser abandonado. -
Mi criado y yo nos instalámo! en n na de
la:s hl\bitacionea más peq neñas y menos
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Los Lunes del Correo
A UNA GITliNA
PARA. M. LVTONIO DEL CORRAL
Doliente gitana que cruzas perdida
Por los laberintos oscuros del Mal,
Tus ojos me dicen la eterna partida
De alguno que duerme bajo el saucedal ....
,. - Y cantas la triste canción de la Vida
-Sonriente-con una amargura fatal. ...
Tn rostro está. entermo, pareces vencida,
¡Preludias, gitana, ya tu funeral! ....
Déja tu p ndero .... Qué esperas, qué ansías,
¡ N o son tus hermanas las melancolías f
¡ AcaRo tú quieres vivir sin pasión !
La vida sin flores, sin sol, sin mañana
N o debe vivirse .... descánsa, gitana,
N o sufras, no llores .... déja tu canción ....
1905
' suntuosamente arregladas. Dicha habitación
quedaba en una torre del edificio. El decondo
era eu extremo rico, aunque un tanto
antiguo. Los muros estaban cubiertos de
suntuosos tapices y de numerosos trofeos
heráldicos, auí como también de un!' oanti·
dad prodigiosa de cuadros modernos, llenos
de expresión y colocados en ricos marcos
de oro. F'l'onto me dominó profundo interés,
quizá á cansa del delirio que empezaba á
apoderarse de mí, por aquellas pinturas,
pinturas que estaban suspendidas no sola·
mente sobre los muros principales, sí que
también en una multitud de rincones que
la rara arquitectura del castillo hacía casi
invisibles. _
Ya en el lecho, le ordené á mi criado
que cerrara las pesl.\doa persianas de la ha·
hitación y que encendiera (pues había en·
trado ya la noche) un gran candelabro de
varias bujías colocado á mi cabecem. ·ram·
bién le di orden de que descorriera los
grandes cortinajes de terci6pelo nogro que
rodeab!ln el lecho. De esta manera, en caso
de desvelo, podía divertirme con la con·
templación de esos cuadros y con la lectura
de un folleto que hlibÍa encontrado sobre la
almohada y que contenía la apreciación y
el análisis de ellos.
Leí largo tiempo, largo tiempo; y estudié
la pintura religiosa, devotamente.
Las horas volaron 1 á pidas y pronto ll~gó la
media noche. La posición del candelabro
me disgustaba y, extendiendo la mano suavemente
para no despet·tar á mi criado
· dormido, coloqué la luz en un sitio conveniente
para que los rayos cayeran sobre el
libro en que leía.
Pero esta acción produjo un efecto abso·
lutamente inesperado: los rayos de las numerosas
bujías (pues había muchas) cayeron
entonces sobre un nicho de la habita-
B. ?-LACIO URTBE •
oión, nicho que hasta aquel momento, cuóierto
como estaba por una de las columnas
del lecho, había permanecido en la obscuridad
Y pude percibir con entera precisi 'n
un cuadro en el que no me había fijado al ·
J:trincipio. Era el retrato de una jo en que
todavía no es mujer. Por un segundo contemplé
el cuadro, luégo cerré los ojos. El
por qué no lo comprendí entonces; pero
mientras que mis párpados permanecieron
cerrados, analicé rápidamente la razón que
me los hacía cer ·a1· así. Era un movimiento
involun rio para ganar tiempo y para
pensar, para asegurarme de que los ojos
no me habían engañado, para calmar y pre·
parar mi espíritu á una contemplación más
fría y más segura. Al cabo de gunos momentos
volví á oontemplar la figura con
máR atención que antes.
Yn uo podía dudar, aunque lo hubiese
querido, aoetcl\ de 1" preoi~ión de mis ojos,
pue8 el primer rayo de luz sobre el lienzo
había disipado por completo el estupor de
sueño en que estaba sumido mi cerebro y
" me había llamado á la realidad.
El retrato, ya lo he dicho, era el de una
joven. La cabeza se diseñaba firme sobre los
hombros y el todo estaba pintado en ese
estilo que 1:1e llama en lenguaje técnico estilo
de viñeta; había algo de· la manera de
Sully en sns cabezas de predilección. Los
brazos, el seno y los bucles de oro oscuro de
la cabellera se fundían insensiblemente en
la sombra profunda que servía de fondo
al conjunto. El marco era. oval, magníficamente
doradb y heoho al gusto morisco.
Como obt·a de arte, no se podla ver en
realidad nada más admirable que aquel cuadro.
Pero es muy probable que no fuera ni
Ja ejecución de la obra ni la inmol'tal belleza
de la fisonomía lo que me impresionó tan
súbita y fuertemente. Todavía es menos
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
15 LoB Lunes del Correo
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quo VADXS?
--
Al. Sn. Da. D. RAFAEL :M. CARlU!IQt:u.u.
..
El alba apenas con temor despunta
Cuando Simón, á quien la edad hun1illa,
Deja d~l Tíber la sangrienta orilla,
_Lasos los miembros y la faz difunta.
Celeste luz por el sendero a'punta,
Y ya de Cristo la presencia brilla,
Tiembla Pedro, y doblando kl. rodilla
1
. -¿A dónde vas ?-al Redentor pregunta.
--A Roma voy, á recibir la muerte,
Dice ] esús, y en la respuesta asoma
El Se!ltimiento que en la fa~ se aavierte.
El viejo Apóstol sus recelos doma,
Y torna atrás, enardecido y fuerte,
Como tomando posesión de Roma.
a~_misjble la~hipótesis de que mi imaginacton,
aletargada por el sueño, hubiera tomad?
~quella imagen por la de una pereona
vtvlente. No 1 los detaUeR del dibujo, el
estilo de viüeta y el aspecto del maroo,
hubieran disipado inmediatamente semejante
encantamiento, y me habrían preservado
de toda ilusión, por morueutánea que fuera.
Una hora quizá permanecí haciéndome estas
reflexiones, sentado en el Jecho con las
pnp~lns Cl8 vadas en el retrato, h;sta que,
pudtendo ~.xplioarme por fin el secreto de
su efecto, me vol vf á recostar de nuevo.
llabía ad.ivinado <]Jle el eucanto de la pin·
tura ?o~s1stía en una expresión de vitalidad
prodtgwsa hasta el milagro, expre8ión
que desde luego me había confnndido, subyugado,
espantado. Con p1 ofundo y re&petuoso
terror voll'f á coloear el candelabro
en su primera posición; y habiendo quita·
do así de mis ojos la causa de mi profunda
agitación, busqué vivamente el folleto que
co~tenfa el análisis de los cuadros y su histol'la.
Pronto encontré el número que designaba
al retrato oval, y en la página correspondiente
leí la vaga y singular narra·
ción que sigue :
''Era una joven de mauvillosa hermosu-
1' y no menos amable que bella. Maldita
sea la hora en que ella conoció, amó y ae
unió al pintor. El, apasionado, estudioso,
austero, feliz de haber encontrado una esposa
en su arte; ella, una joven de mara-
.. villosa hermosura, no menos amable que ,
bella ; llena de luz, d& sonrif:as y ágil
como una corza amaba todas las cosas y no
odiaba más que al a1·te, su rival; detestaba
Ja paleta y los pinceles que la privaban de
AN'l'UNIO GOMBZ l~ESTREPO
la presencia de so adorado. 'J]errible fue
para ella elmo E.
('rrad ucc:ión tle E. Uastillo.)
j}ASPAR ~ ~UCÍA
(OOLORICA IXF.!Hl'.\)
(Especial para Lo r,~r:-~Es u~r. UoltUO}
Con fuego Gaspar la amabn,
Ella tambión lo quería,
Mas la niña noche y día
suspiraba, suspirnba ....
G na vez con e m beless los encantos
y coronas de astnles resplandores
para todos los genios y los ssn tos .
Yo trabajo, mi fe no se mitiga,
y tro!iuelando estrofa! con mi sello,
u u verso acuñué del que se diga :
tu verso e~ como el oro sin la liga:
radiante, dítetil, IJOliforme y bello.
.A.l\fADO NEH VO
pxsPftRATES DE ytusÉ~ pARÍo
Siempre tuve á Rnbén Darío por un
grafómano presuntuoso. Carece de originalidad.
Casi todo lo que "escribe"
parece -y tal vez lo sea-mal trau ncido
del francés. ¡Qué manera tan deliciosa
de estropear el castellano! ¡ Qné
exuberancia tropical de galicismos, qué
vegetación de metáforas cursis! No en
balde sostiene que el castellano es una
lengua pobre, incapaz de expresar las
complicaciones del alma moderna. Claro;
para él. que 110 ha estudiado el idioma,
que ignora sus secretos, el caste-
11ano tiene que parecerle una lengua
indigente, uua lengnaJ_lescolorirla.
Su instrucción peca de atropellada
y superficial. Es una instrucción adquirida
de prisa .Y corriendo, más eu revistas
que en libros. De todo habla con
un aplomo sin igual: de pintura, de historia,
de música, de arqueología .... Si
discune bien {t veces es porque copia.
En sus Peregrinaciones despoj;l á T,,¡.
ue oon el mayor descaro.
Yo le tengo señalado en sus di versos
librillos un " montón" de robos literarios.
Lo que más irrita en este
vanidoso grafómano es el aire de suficiencia,
lo hueco que se pone cuando se
dirige á los hispanoamericanos, cuya
representación intelectual se arroga. Es
un gran adulador. En España, por
ejemplo, denigra á América y alaba ¡á
quién! dirán ustedes. ¡A Felipe II!
Ea América denigra á Bspaña y alaba
á todos aquellos suramericanos que
pueden servirlo. Es un vividor, sin con-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
17 Los Lunes del Oorreo
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ciencia literaria, sin ideas propias, sin
personalidad artística. Ha imitado á
todos los poetas decadentes ; ha imitado
á Góngora y á Zorrilla ; en sus versos
hay cierta melodía, cierta libertad
métrica, cierta com"binación pictórica
de las palabras, que al pronto desconciertan
á los que están habituados á la
monotonía de los clásicos españoles.
Dentro no hay nada : ni ideas ni emociones.
"Es un sinsontle americano con
plumaje parisiense," como le llamó un .
crítico español.
Ha ejercido un influjo desastroso en
gran parte de la juventud hispanoamericana,
que ha tomado por lo serio sus
teorías estéticas, que no son suyas sino
de estos "fumietas" del boulevar, bebedores,
como él, de ajeBjo y de whyski.
¿Qué puede salir de un cerebro impregnado
de alcohol? Rubén Darío es de los
que empinan el codo de firme. Así se
explica la incoherencia de sus ideas, lo
inconexo y desaliñado de su estilo, lo
fluctuante de sus reflexiones. N o de la
realidad sino al través de Jos vapores
del ajenjo. Hay que leer sus descripciones
de viaje, atiborradas de falsas sensaciones,
de citas equivocadas, de imágenes
barrooas, de brochazos efectistas,
ofensivos al ojo.
Todo esto y algo más que me dejo en
el tintero para cuando escriba mi segundo
tomo de Los grafómanos de América,
se me ha ocurrido al leer en La Nación
de Buenos Aires, un disparatado artículo
suyo (como todos los que hace) á
propósito de una traducoión de Las mil
y una noches.
Oopio al azar :
"Los árabes ven toda cosa bajo su aspecto
hilarante.
Ver "toda" cosa no es castellano. Y
verlas "bajo" u u aspecto es un desatino.
Tiene la palabra R. J. Ouervo :
'' Siendo el aspecto de un objeto su
apariencia ó el lado por que se presenta
á la vista, así del cuerpo como del alma,
no se dirá: ''consideremos la cuestión
" bajo" otro aspecto, sino ' por otro aspecto'
ó 'en otro aspecto)' (Apuntaciones
Críticas sobre el lenguaje bogotano."
Página 231, Ohartres 1885.
''Hilarante," por festivo ó reidero,
no es castellano. De modo que en dos
líneas hay tres disparates.
"Cualquiera 'que,' artista, ha vaga.
do y conocido los viajes y cultivado amo.
rosamente los bancos agujereados de los
adorables ~afés populares " en " las ver-daderas
ciudades musulmanas y ára-bes
...... "
" Cualquiera 'que,' artista," es una detestable
construcción gramatical, atentatoria
á la índole de1 castellano.
Darfo debió decir : "Todo artista
que ha vagado._ .. _."
i Qué 4uiere decir eso de "cultivar
los bancos de Jos cafés " en " (de, Sr.
Darfo, de) las ciudades musulmanas 7
Se cultiva la tierra (lo que usted debía
hacer), se cultivan las artes, se cultiva
la amistad; pero cultivar bancos
agujereados, sólo se le ocurre al que
asó la manteca.
"Unico un sentimiento domina toda
la existencia ; una hilaridad loca."
Un sentimiento único, hubiera dicho
cualquiera. Pero Darío lo dice al revés.
La hilaridad se le ha metido á Darío en
la cabeza y no hay poder que se la
saque.
Honradamente díganme ustedes si
entienden palabra de este galimatías :
"Y la embriaguez os hace, suscitada
por las palabras, por los sonidos, por el
perfume 6 la afrodisía del aire, por el
subolor-(¡ Qué será eso de' subolor'f,discreto
del haschich, dón último de
Allah. _. Y si es navegante aéreo en
la noche .. _ . _ ...... .
. _ .. (Será algún murciélago). Allá no
se aplaude, ese gesto bárbaro, inarmónico
y feroz, ese vestigio innegable de
las razas caribes, ancestrales, danzando
al rededor del poste de colores (poste
de colores; muy bonito), y del cual la
Europa ha hecho el símbolo del horrible
gozo burgués, amontonado bajo el gas,
es esencialmente desconocido. El árabe,-
á una música, notas de cañas y de
flautas, á una queja de "kotun " ó de
" ud," á un ritmo de " darabuca ''
profundo, á un canto de muezín, ó de
almea, á un cuento coloreado, á un poema
de aliteraciones encascadas, á un
olor sutil de jazmín, á una " danza de
flor ó vuelo " buka " profundo, á un
canto de muezín, 6 de perla de una sólida
cortesana undosa de ojos estrellados,-
responde, á la sordina, con toda
la voz por un Allah ! ............. _ ..
. Largo, sabio, modulado, estático, arquitectu?
il.I. Es que el árabe es intuitivo
(¡ Oálla !) pero afinado y exquisito.
Ama la línea pura y la adivina, irrealizada.
Pero .... él estrecha, sin pala-bras
infinitamente ... ___ .•. - - - - - ..... .
Todo es en este Darío enrevesado y
oscuro.
Diríase que escribe medio en chino,
medio en nicaragüense ¡ Y cómo les
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Los Lunes del Correo
gusta á los argentinos esta jerga gaucho-
decadentista! Oomo que por allá
no hablan en otra lengua ....
Para concluir :
''Pues ¡dónde encontrar en un traductor
el genio simple, anónimo y libre
de'' la niaise manie de son nom!" Más
por las dificultades del terruño original
(quien lo entienda, que lo compre), tan
duras para el profesional " en théme,"
ellas no sabrían en los dedos del enamorado
del oriental parlar, concentrarse
en más espera que las precisas al
gozo de desatarlas en cuanto á la acogida
...• "
Darío se burla de los lectores argentinos.
¡Señor, que haya periódicos que publiquen
estas iaioieces catedráticas,
público que las lea y (lo que es más lamentable
todavía) crítico que las comente!
.FRAY ÜANDIL
r-L OLVIDO
J. M. eh Hereilia
Sobre el peñón el templo derruido,
Y al pie mármol y bronce se han mezclado
De dioses y héroes que adoró el pasado
Y esconde hoy ya la zarza del olvido.
Sólo un pastor que trajo aridecido
Al sacro antiguo pozo su ganado
Con trigte s6n, de un caracol lanzado,
Llena el éter azul y el mar dormido.
I Fiel á sus dioses, como madre .,n duelo
La tierra, en cada Abril, de nuevo acanto
Los capiteles mútilos decora. ,
Pero al patrio ideal ya el hombre es hielo ;
Ni aun oye al Mar que en noches de hondo
Por sus Sirenas desolado llora.
[encanto
JI..UAEL POMBO
~
PREPÚSCULO DE jlGOSTO
Del sofocante día cansado el horizonte,
alaol que declinaba. eon pompa festejó;
y aun hay velos de púrpura tendidos en el monte
por donde aquél tirano sublime se ocultó.
¡Hora. suave! En calma todo otra. vez respira :
las plantas se transmiten un ósculo de paz ;
rec6gense las a ves J y fresca el aura gira,
desparramando esencia. de ensueños y solaz. /
En tanto que á Poniente se esfuma y descolora
el último celaje con blanda. lentitud,
allá á Levante surge como nocturna aurora,
y asoma ya la luna su roja plenitud.
La noche penetrada. de luminosos ra.atros,
un velo de pen~J:>ra tan tólo va á tender'
ain enlutar la tierra, va' descubrir loa a.attoa,
que el véspero ndi&llte ya-invita á aparecer.
18
-------------------- ~
De su labor regresan cansados jornalero•,
al fin seca. la frente del ímpr<,bo sudor.
Ganado que retoza, por campos y senderos,
á. los nocturnos pastos conduce ya el pastor.
Esquilas y validos resuenan vagamente;
se pierde en las colinas el rústico cantar;
lejano suena el A.ng11Zus; y tlotl\ en el ambiente
arcana melodía que el alma hace vibrar.
Cual bálsamo compuesto de Jlanto y de ambroaía
derrámase en la mente, ungiendo el corazón ......
Y surgen los recuerdos de fiel melaneoHa,
y vuela al éter pálido la vaga aspiración.
KIGUEL COSTA
~A l\{_OCHE PRINCIPIA ••••••
La noche principia. La media
luna tiene un inmenso pesar :
su faz incompleta se atedia
sobre los sollozos del mar.
Al lejos la vela latina
Que cruza el lejano confin,
En la uniformidad marina
parece un errante jazmin.
El viento del mar le confia
su pena al confuso cocaJ,
y la onda, con brusca energfa,
se quiebra contra el peñascal.
La roca, impasible, se yergue.
Del viento fugaz al rumor,
en mi alma procuran albergue
memorias de un caso de amor.
Memorias del tiempo ftorido :
el nido y el pájaro y ...•
Dio cuenta del ave del nido
el hambre de un viejo nebli.
Resonga· á lo lejos la angustia
vibrante del pito de un tren;
y en mt alma el recuerdo se muatia,
y Diana se mustia también.
La voz de la brisa remeda
quejumbre de un sordo laúd
que rasga á la noche de seda
la maravillosa quietud.
Se cubre de vaga tristeza
el viejo semblante del mar,
y el pueblo, á mi espalda boateza
bajo la tristeza lunar ...•
J-ESÚS SEMPRU.M
~
Y OOES DE ALIENTO
]j]l Gorreo Nacional, El· Nuevo Tiet!.fi~O,
]j]l Porvenir y El Artista, nos han dedicado,
con motivo de la aparición de Los Lu ·
NES DEL GORREO, fr&&eB encomiástica~
que nos honran sobremanera.
A tan respetados colegas sabremos agra·
decer esos conceptos, loa cn•les son mú bien
una muestra de deferencia par& .con u~1·
otros.
--
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Citación recomendada (normas APA)
"Los Lunes del Correo - N. 2", -:-, 1905. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690776/), el día 2025-05-17.
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