TRIM. IV. AÑO II. Bogota, 17 de enero de 1865, NUMERO 85
SEÑORES SUSCRITORES. 1 dnd i su existencia de hombre es un hecho histó·
Con el presente númet·o principia el cuurt-u tri. 1 l'ico; pet·o no ha existido ningun enviado sobre-mestre
del segundo año. 1 natural ; luego Jesus era simplemente hombre;
1 Juego no era hijo de Dios, .sino en el sentido de
1 que todos lo somos; luego no era Dios. >)
~ NUESTRO~ AJEtJTES. 1 Hé aquí hasta donde ulcanza la negacion del
Les suplicamos encarecidamente que, a vuelta ¡ milagro, ¡ sinernbnrgu, U. dice: « J .... os ultl'amonde
correo, se sirvtlu enviarnos e\ valor de las sus~ tunos lo defienden ~olo p nra poder embrutecer i
criciones qne coloeat·on en el tl'ime~.tt·e que tet·nü- esplotnr a los pueblos, Nosotros lo comb·ltimos
nó i las colecciones que tengan obran tes. persuadidos de hace· un gl'an set vicio a la Relijion
REDACTOR, VE1 ANClO ORTIZ.
- - -
LA CUESTION DE LOS MILAGROS.
cristiana, dándo con1bate a las preocupuci0nes. ))
Esto equivale a decir : « F.l Cristianismo ha ci·
'ilizaclo al m un( o porque el mundo lo ha creído
obra ele Dios, porque el mundo h:. creído que Jesu-
1
cris~o. es Dios_; quitémogJc ~ Crist~ el prcstij.io .de
la eh vu .. dud, 1 entónces hn ·a mus btenes el Cnstm-
Se,ior Colaborador de ) t nisrno. )) Pero como el hombre alnn donado a sí
Efectiv.1ment ··, seiwr, es < ifícil entt·m· con UU. 1 mismo, no puede adclantat· porque todo progreso
en m a cuestion séria, poquc no tienen bueno fé. 1 ven/aJero tiene f rzosamt•nte que acercado a Dios,
Sernros ele que lo que UU. escl'ibcn llega sin es- 1 fuente única de toda perfeccion, no comprende- ·
torbo hasta los últimos rincones de In ll<'públic~, 1 mos cómo pueda hacerse mas útil a In humanidad 1
i de t¡ue los que Lt>n ce El Tiempo>) i ce La Opiniot n 1 la Relijio! , quitánt!ole su oríjen di vi o i su fin
no le ·n lo que nosotros escribimos, siguen llU. 1 inmortal. ¡Qué crbtinnismo tan particular el suyo, !'
siempt•e adelante diciendo qne hemos desertado de 1 se flor Cotabot·adot· te ce El Tiempo. J) Ese cri tia- ~-~la
polémica, que no !JOdemos conte~ta1· -us argu· 1 nismo, obra de un hombre que :.;e éltr~vió a !lamentos,
porque el Catolicism:::> no resiste una dis- 1 mat·sc Dios no ~iendo Dios, no es mas que un sis- 1 ..
cnsion filosófica. Así van UU. ganando terrello ron 1 tema filosófieo como cualquiet•a ou·o. No h~:ti re ..
1
, Jos que tienen bucnns dispc sieiones para la im- 1 velacion, segt n U, no hai 1 uda, i de con ·iguiente i
piedad, i van arrastrnndo a Jo Íl rautos po•· la vía 11w hni Dios, pot·que no hni Pro ·idencia. Entón- ¡
del ateismo, para arrojm· a una porcion del pueiJio 1 ces U. no es Cl'i: iano, pero ni aun deísta, es ateo. 3
en nn piélago de desgracias ; este es el íll}lOI' que 1 ~~to t'S lo que U . nos dice claro negando la di •i- .,
UU. tienC'n a sus compatl'iotas. La mayor pat·te l11idad de Cristo, los milngros i la e.xistenda del
de estos, no tiene otro consuelo en su miseria que 1 infiemo. ·~
·su f> en Dios, su nmor a Jesncl'isto, su espenwza 1 La revelacion es un gmn milagl'O ; si no hai
en las promesas del Evanjelio. Pm's bien, UU. le 1 rnilngro no hui t·evelacion; si no hni rcvelacion
quitan ese único consuelo~ i gritándole: e< sois 1 no hni rclijiou verdadera, no hni Provic'ruciu, no ~
libre,>) ''en su desespet·acion i se ríen con una rLa 1 hni Dios. Un Dios que creó i no conscna, que •
satánica. 1 crPó i deja luego abandonada su crcatura sin dtt '
l~n los dos u1timos n'i meros de este pel'iódico 1 cirle siquiera por donde ha de mat·ch:lt', 10 es l
hemos contestado a U. señot· Colt.borador, los ar- ¡ com{)l'eusible, no podemo!:: imrtjinado, es tanmons· 1
gumentos que hn hecho contra el milagro, i sin- 1 tt'Uoso para nosotros corno para U. el milagi'o; 1
embnrgo, en elnúmet·o 369 de «El Tiempo, )) que 1 i como el milngro prurba la divinidad de Cri.sto, ¡i
tieile fecha 11 ele este mes, di('e U, qne ce El Cató- 1 i como nosotros CJ'(lemos en la divinidad de Ct•i to, t . ~ lico >> ha guardado un profundo silencio. ¡~ Hai 1 defendemos la existencia del milagro. '
en esto bur•1a fé? .e To, ¿ pe1·o qué impo"ta ? Lo 1 Si b mot·al Nistiana es sal \'adora de ta huma- 'f
que importa es que los que Icen «El Tiempo~> i 1 nid:Jd, es porque la hurnanid:Jd eree en la revela- ~
no leen ce El Cat61ico, >> crenn que cfe~tivnmente 1 ciou. Si eL hombre busca el saerificio en vez de los 1
nos ha dejado U. con la lengua entre lt\ boca con 1 goces, si renu 1cia a una e, istencia llena de pla- Je
' sus estupendos argumentos. 1 ceres para consagrarse al servicio de sus seme-
Cuesti'O pueblo no estú suficientemen e ilus rato 1 .}ant('S, es porque cn.'c en el cielo, porque cree en · ~
f para tcnel' criterio. I. .. e La~ta ve1· qne una cosa está 1 las })I'Ornesas de Cristo; pero si Cristo no es Dios, l
l impresn, para creerla ch•rtn. Si no f11era 1·a1 u 1 el hombre se hace pagano o ateo, que es lo mismo, ~ ~
1
! situacion intelrctunl, 110 Sfl'inu los libet·alrs los 1 i entóuces todo lo sacrifica a sus goces personnles. 1
que cstaiJan eu el Poder; el pueblo hubria cono- 1 El hombre ama a sus semejantes porque cree en
cido ya hnsta dónde nleanznn ..,us derechos, i no 1 Dios i espera cu sus promesas; ama a su patria li üeJal'ia iosultm· impuneroente sn fé. 1 porque an:Ja a sus semejantes¡ pero si no hui Dios, ·
U. dice: e< El milagro no sirve para la moral, 1 si el que él creia Dios no es mas que un céleiJre ·i
no es npoyo de la doctrina cristiana, no conduce 1 impostor, ¿por qtJé ha de nma1· a sp patria? Su 11
[ a fortificar el sentimiento relijioso, no prueba la l patria es su yo, í ence!'l'ado en un egoísmo l)l'utal, ~
¡ existencia de Dio:s, del alma, ui de la inmortali- l todo lo sacrificará a la satisfaccion de sus deseos, 1
f' dad, no inst1·uye, no mejol'a la especie hurnana, l será un mónstruo. Hé aquí las consecuencias de l, (¡ no sirve, en una palabra, para nada Lueno. >) ¡la negacion de la divinidad de Cril:. ·o.
I un po.:!o mas adelante est<1rnpa estas palabras, 1 Segun U, señot· colaborador, ya lo v0, no hai
~•1 que prueban pt\l'a cmmto sirve el milag¡·o : <'Si 1 ninguna virtud positiva, no bai porque amat· a los
el milagro no existe, como lo hemos probado, no 1 hombres, no hui porque amm· a la patria, no hai
l1ai mision sobrenatural.-Jesus existió, es ver- 1 porque sacrificarse en favor de otro; el yo es todo.
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290 EL CATOLICO.
¿Este es el credo de los'libet·ales? ¡ Pobre tierra
la nuestra 1
U. exije que se le pruebe " de un modo il'l'efra •
gable un milagro siquierfl, uno solo; i entónces,
dice, Jos admitimos todos." Nosotl'os le hemos
citado a U. uno compt·obado con el testimonio de
la historia i con un monumento que aun existe.
La misma pt·ueba que tenernos de que existió un
hombt·e que se llamó Má1·co Aun•lio i que ft é empe,
·adot· de Roma, tenemos del milagt·o ( cunido
pot' la orncion de una de las !ejiones de su e,i(~l'eito.
El milagro es un hecho, pnt·a nosotros inesplicnble,
pero es un hecho que se vé, que se pnlpa,
qu~ nos entt·a por los sentidos como <·ualquiera
otro ; i de consiguiente se ¡.;rueba como todo hecho,
pot' laahistoria. Le hemos probado a U. qne
el Evanjelio es una histo1·ia, se lo hemo: p1·obado
con las mismas condiciones que U. exije, i le hemos
pt·esentado la relncion de los mila¡2.ros que él
refiere. Si estas no son pruebas, no aeertamos a
comprende•· cómo puedan comprobarse los ncon ·
teeimientos que han tenido IÜplr léjos dP nosotros.
Todo lo que ha sucedido en el muudo, lo sabemos
por testimonio ajeno ; miéntras m(}s rnmH•t·osos
son los testigos de un hecho cualquiet·n, mas
fé nos merece; i si esos testi_bos no pueden tacharse,
pot·que ningun intel·es han podido tener en
mentir porque ninguno de los que pudieran desmentirlos
lo ha hecho; i porque esos que pudieran
habel'los desmentido tenían inte1·es eu hace..Jo,
i sinembargo. no se atrevieron a ello, entünces la
evidencin sube de punto. Estns son las coudiciones
que la cdtica exij pam compt·obnr la esactitud de
las relnciones histórieas, i esas condiciones tiene
el Evanjelio, con estas mns: los que p 1dierao habet'
desmentido a los Evanjelistas, estaban en posesion
de un poder suficiente para hact-r!o con
plena segul'idad, mientras que esos historiadores,
pobres, oscut·os i pet·seguidos no tenian muchos
medios de defensa. 1 por fin, U. que no cree en
Cristo-, ¿U. cree po~ible In abnegacion de esos hombres,
llevada hasta el estremo de sufrir, como snfl'ieron,
espantosos martirios hasta rendir la vida
pm· sostener la divinid1.1d de Cristo? ¿ Contibe U.
que fueran tan tontos esos hombres que se dejaran
matal' así, por difundil· una patt·aña? Usted que
no cree en ningun fundamento del sacrificio del
yo, ¿puede esplicnt· ese sacrificio? ¿No seria él
un milagro, i milagt·o mas sot•pt·endente que todos
los que U. niega hoi? ·
Si esos homLa es diet·on su vida por sost€net· i
difundí•· la creencia en la divinidad de Cristo, es
indudable que lo creían Dios; i si lo creian Dios
era pot·que babia hecho a su vista los milagros
que los Evanjelios refie.-en.
Pero todavía quet·emos hnblat' a U. de otros
milagros que no son refet•idos pot·los Evauj('listas,
de otros milagms que constan en la historia pro.
fana; i casualmente nos ha venido a la mano una
ob1·a respetable en que se refiere uno ocutTido en
Roma en el año de' 1842, i cuyos efectos vió lít
poblacion entera, causando no poca s01·presa a los
que allí habia de la escuela de U. Vamos a referido.
En los primeros dias del mes de enero del citado
año, llegó a Nápoles, procedente de St1·asbourg, un
jóven israelita de cat•ácter ardiente e impetuoso.
Su objeto era seguir para Oriente a consag1·ar todos
sus esfuerzos i la gran f01·tuna de que disponía,
a la rejenet·acion de sus correlijional'ios, porque
se indignaba de todo lo que podia justificat· la
' maldicion que pesa sobre los descendientes de
Jacob.
Al momento de it· a aneglar su embat·que, le
ocurrió que era una tontería no it· a Roma para
estudia•· los monumfntus de que aquella ciudad
está sembrada. Tenia intencion de t·egresat' directamente
a su país, sin tocar en la capital del mundo
cristiano, i vió que era preciso acercarse a ella
en aquellos momentos. Ne vaciló, i t1·es días despues
se presentaba en casa de un personnje para
quien tc>nia cnl'tas de recomeodacion. Como este
personaje em protestante deJa secta de los pietis- 1
tns, concibió e\ deseo de atraer a\ jóven a su
c1·eencin, porque le inspil'ó simpatía su caráctel·
determinado; pero por lo mismo, temiendo ofendel'lo,
no se atrevió a decirle una palabra.
Acet·cábase el dia de la partida, i Alfonso Ratisbona,
que era el nombre del jóven ismelitn, cmdaba
ya bac·iendo sus visitas de despedida. Uegn una carcnj:Hla,
i poniéndose enc~ndido como una gmna dijo :
"Bien, set·é coudescencliente; que venga la señorita
i de ella la admitiré.''
La señorita no se hizo esperat' i colgó la meda··
lla ni cuello de Ratisbona, añadiendo con el mnyot•
candor. " Esta medalla vá siempre acom paúada
de una omciou. ¿La admitiríais de mí?''
-Sea, contestó el interpelado, i pat·a que veais
que los judíos no somos tan intolerantes como se
nos ct·ee, la copiaré i os dejaré la copia de mi mano
como un recuerdo mio.:·
Al decía' esto se alejó murmumndo por lo bajo :
'' ¡Qué impet·tinencia 1"
1~1 señor Baron de Bussieres, ratolico, que era
el que había cometido aquella indiscrecion con el
jóven judío, corrió a t•ogar a M. de la Fet·ronais,
hombre eminentrmente virtuoso, que orara por la
convet·sion de Ratisbona. La Ferronais mu1·ió casi
de repente al siguiente dia, i el Baron se encarg6
de los arreglos del entierro. Dirijíasc pam este ·
objeto a la iglesia de San Andt·es de la Fratte. 1
cuando encontró a Rntisbona que andaba aun yisitando
monumentos, i lo convido a vc1· un precioso
mosaico. El judío entró l se puso a pasea1· en '
la nave como podría hacerlo en un corredor. El
Barou lo deJó allí, i se entró al couvento donde 1
permaneció como ocho minutos. Cuando salió,
buscó a su compañero, i 1 o alcanzó a ver postrado
en la c>apilla de San Miguel, con la frente sobt·e el
polvo. Creyendo que por burla estaba asf, lo
llamó varias veces sin obtenea· respuestn. Temiendo
~ntónces que sufriera alguu accidente, lo fué a
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E L CA T O L I C O. .291
1 levantar, i vió que oraba i que estaba bañado en
lágl'imas. So•·pt·endido le pt·eguntó: ¿qué es esto?
-Es, le respondió, que ese hombre mut;rt\l ha
1 rogado po•· mí. Llevadme inmediatamente a don'
i de un Sacet·dote de los mas vit·tuosos e ilust•·ados
:¡ que haya en Roma, pam que me instruya en vues-
1 que produce estos efectos milag1·osos en favor del
pueblo. U. que quiet·e > vea Jos efectos de la ct·eencia que
combate con tanto empeño.
tra fé.
-¡, Pet·o qué os ha sucedido?
·
1 -No me pregunteis ; yo lo diré de un modo solemne.
Llevadme, amigo mio. No sé dónde estoi.
Quedóse pa•·ado un momento con la frente entre
las manos, i luego abrió los brazos para estrechat·
en ellos al Baron.
Condújolo este al convento de Gesu, donde el
padre Villefort, i algunas horas despues, en pre·
sencia de una reunion de pet·sonajes mui cat·acte-
; a·izados, convocados al efecto, Ratisbona dijo:
''.Hacia un instante que yo estaba en la iglesia,
cuando me sentí de golpe turbado de un modo inesp\
icable. Alcé los ojos i no ví el edificio en que
me hallaba. Toda la luz se babia concenta·ado en
una sola capilla, i en medio de esta aUI'eola deslumbmdora,
ví, de pié sobt·e el altar, grande, brillante,
llena de majestad i de dulzut'cl, a la Vírjen
Mada, tal como se •·epresenta en esta medalla.
(Sacó l-a i cubl'ióla de be~os) Una fuerza il'l'esistible,
continuó, me lanzó hácia ella que me hizo
seña con la mauo pat·a que me pusiet·a de t·oclillas.
Hícelo, sin poderme resistit·, i entónces me pareció
que una voz me decia al oído: " así debes estat•.''
Ct·eo que no babia hablado nadie, pero yo
lo oí, i lo comprendí todo."
Tal fué la 1·elaeion de este hombre que figtll'aba
entre. los viajeros ilu~trados, i que estaba alla-nente
l'elacionlldo eu Em·opa. El recibió algunos dias
despues el bautismo de mano del Cardenal Patl'izi,
en la iglesia de Gesu, en presencia de una concurrencia
nume1·osa, i vestido con la túnica blanca
de los catecúmenos. No contento con erijit·se en
apóstol, predicando en el Chetto a sus antiguos
coaTelijionat•ios la doctl'ina de Jesus, se afilió en
una de Ias muchas asociaciones de caridad, que
cuenta en su seno la ciudad ete•·na. l romo solo
ei.Catolicismo que tanto se combate aquf poa· los
que se llaman amigos del pueblo, puede inspi•·ar
el grado de abnegadon necesal'io paa·a desempe~
ña1· las penosas taa·eas de Los Sacconi, vamos a
dar una liJera idea de esta asociacion.
En el l'igor del inviel'llo, cuando el fl'io es mas
intenso, cuando el cielo se vé cubiet·to de bruma i
las calles inundadas de lodo, dos hombres vesti·
dos con un lat·go sa<.•o de tela blanca, con el ¡·ostro
oculto bujo un cnpirote como el que usaban
nuestros nazat·enos de la semana santa, i con los
pies descalzos, van golpeando de puet·ta en puet·ta
i presentando sin hablar, un bolsiHo que llevan en
la mano. Caen en él las monedas que la caridad
destina para el alivio del pob1·e, i pocos días despues,
están en libertad los prt>sos po1· deudas. Los
hombres que hnn pagado pot· ellos, los que paa·a
pagat· han pedido limosna recotTieudo las calles
con los piés descalzos, son los nobles •·omanos, los
~randes de la tiefl'a, Pdncipes seculaa·es, Cardenales,
Jefes de ót·dcnes rclijiosas. ¡,Puede hacer
estos sacl'ificios el que no ca·ea en la divinidnd de
Cristo ? ¿ Puede hace•· estos sacrificios el que
tiene el corazon henchido de egoismo, el que no
adoa·a sino su yo ? I estos sou Jos males que hnce
' a la humanidad la creencia que U. combate, señor
Colabo•·adot· de " El Tiempo." Esa jeraa·quía que
U. llama tehebrosa9 es la que enseña la doctt·ina
La caridad católica busca por donde quiera al
desgraciado para aliviarlo, pat·a consolarlo. Lo
toma, como U. dice, desde la cuna, i no lo abandona
hasta despues que ha lanzado el ultimo suspiro,
poa·que ella practica los preceptos evanjélicos,
porque vé en cada hombre un hermano, porque
cree que Jesucl'isto es Dios, i espera pot• p•·emio
de este amot· sublime, una eternidad de goces.
Quite U. al pueblo su creencia ft•aternal, quítele
U. su fé en Ca·isto Dios, i lo ve1·á U. ft•io como el
mármol ante la desga·acia ajena ; lo verá U. egoista,
sensual~ báa·baro, c•·uel. Cuando el pueblo baya
llegado al punto a que U. quiere conducirlo,
huya U. con su familia a lo mas enmarañado de
algun bosque, po•·que ni su hono1·, ni su vida estarán
seguros entre el pueblo. ¡,Quién puede daa·
garantías a U.? ¿La lei? La lei será impotente,
i el mismo juez que debiera aplica•·la, será un
malvado que se reirá de los males de U, i ayuda•
·á a lo~ que quiemn deshom·at· a sus hijas, despojarlo
a U de sus bienes, privarlo de la vida.
La oa·ganizacion actual del mundo, no lo olvide
U, se debe al Cl' istianismo. Pero si Cl'isto no es
Dios, si es solo un impostor, esa Relijion no tiene
mas pa·estijio que las doctl'inas de Voltah·e, i nadie
dejara de buscar el placet·, porque nada cspea·a•·á
po¡· la senda del dolot·. Si el Cristianismo ha triunfado
del halago de las pasiones, si ha podido
salvar al mundo. pt·edicnndo el snca·ificio, si ha
alzado a la mujet· a la altura del hombt·e, si ha
podido estendea· las virt'!ldes que forman lo que
llamamos civilizacion i culturn, lo ha hecho poL'•
que es una K.elijion divina, pot·que el que la predicó
em Dios. El triunfo de esa Relijion sobre las
inclinaciones natnrales d61 hombt·e, ese tl'iunfo
que bl'illa t•omo e) sol en medio de la escena del
mundo, ese triunfo, seúot·, es un milngro. Si U.
cierra hoi los ojos pat·a no vedo, cuando se acet·que
su ultima hora cuando u. tenga delante esa
eternidad que hoi niega, cuando sienta el fl'io de
la muerte que no puede dejat• de confesar como
una realidad, entóuces gl'itara U. como su maestro:
q Creo que me he equivocado,'' i solo la
mia·ada compasiva del Sace1·dote de quien hoi se
burla, i solo la voz de ese Sacet·dote que pide para
U. la misericot•dia divina, le dat·á alguna calma.
¡Pobre de U. si oye entonces las cat·cajadas del
ateo a la cabecet·a de su lecho.
~---
INSTR U CCION POPULAR.
BELACION DE LAS 1\IUEP.TES FUNESTAS DE LOS
11\IPIOS.
Es tan notable la circunstancia de que todos los
grandes enemigos de Dios, que se han distinguido
po1· su odio i sus pe1·secuciones a la Relijion, han
muea·to desastl'osamente, que al leer con detenciou
reflexiva su histm·ia,no puede el mas despreocupado
dejar de sorpt·enderse viendo que una verdad
tan obvia, que está al alcance de todo el mundo,
que estriva en hechos auténticos i en testimonios
intachables, pase desapercibida para e) mayor núme•
·o. Tal vez a fuerza de repeti1·se estos hechos en
•
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292 EL CATOLICO.
lj todos tiempos se han familia !'izado los hombres con
i¡ ellos, i han dejado de considemrlos como una
11
1 manifestacion de los altos juicios de Dios, que, si a
veces indignado reset·va para ott·a vida sus tenibles
castigos, ott·as misel'ico,·dioso nos pone delante de
los ojos altos ejemplos, que nos conmuevan i
1
1, hagan una llamada a los gt•andes criminales i a los
cot·azoncs endurecidos en la maldad.
1 preparado en el infierno lm lugar preeminente,
pues no se sabe qnE:' hiciese penitencia, i dónde ha
estado nguardando dut·ante casi diez i ocho siglos
a su discipulo Voltaire, i a todos los que han adoptado
su divisD: écrassez l' infame. Alguno colombianos
se hol1t'arán hoi tan1bien eon su com-pañía,
i tan amable sociedad no dejnrá de aumen-tn
•·se miéntms haya en el mundo filósofos a lo ·'1
llenan. ~ Un volúmen entero podriamos llenar, si quisié~
ramos seguir paso a paso la historia desde Jos pd-
1 meros ticmpos,i pinta~· la suerte de los impíos obcc-
1 dados de de Caiu hasta nuestros días ; pero no
1; siendo posible ni oportun~ esta tarea, nos p1·opone- !
l' mos solamente dnr breves cst1·actos relativos a 1
~ 1 algunos de los mas célebt'<'S pet·sonajes desde lfl
ti.: venida de Jesucristo, dejando aun lado los tiempos
Comenzamos nuestra relacion por Cnlígula, .l
emperaclot· romnno, suresor de Tiberio, qu nació l
el año 13 de .Tes 1cristo. Era hijo de Gel'lnániro i ·a
de Agripina, bija del g rande Agrip 1. Tib .... rio lo
llamó al trono desde mui temprano, pnes no tenia ,
sino 25 años cuando fué proclamarlo Emperadol',
el año 37 de Jesucristo. Los priucipios de su reinado,
como sucede frecuentemente con los tit·anos
noveles, parecieron pt·ometer al pueblo romano
días afot·tunados ; pc1·o este sueño brillante no tnrdó
en desvanecerse. El jét·men de los vicios ocul-
1 bíblicos, i pasando eu silencio, así los gnmcle':i
1
castigos jenet·ales de aqtu~ IIas épocas, como los
1
, individuales, larguísima lista de nombres de reyes
i personajes enemigos de Dios, desde los Faraones
hasta Júdas I:>cal'iote. l¡i Léanse con atencion estos bocetos i ellos suminista
·arán ejemplos i lecciones tetTibles en que se
ve claramente el dedo de Dios obt·ando milagt·os, 11
pot· ma::; <.jue los incrédulos nieguen ~a posibilidad
¡
1
de estos. Ellos pueden burlarse, pero la relijion, r ]a razon i ia espet•iencia de todo los siglos, han
f ' estado siempre de acuerdo en predecir a los culpa~
bies el inevitable castigo de sus crímenes, aun
~~ en este mnndo. ce El camino de los impíos conduce
~la muerte,» elijo hace muchos siglos Saloman.
~~ ·«Por le tl ta que pat·ezca en venit· la pena, dijo Ho!;
I'acio, rara vez deja de aleanzat· al culpable que
; huye de ella.>) En efecto~ con rat·as escepciones,
J que Dios pet·rnite, porque sie!1do ete•·no puede
1 diferir :ms <'nstigos, los acontecimientos han venido
casi siempre a confirmat· la verdad de esta espanto·
sa precliccioo. .
Re pi tamos que es solamente una pequeña parte
de los numet·osísimos hechos que att>stiguan el
irrecusable cumplimiento de esa verdad, la que vamos
a presentm· seriamente a nuestros lectores
omo (>l ob,reto m~1s digno de su meditacion, i que
partiremos d<>sde Jesucristo. No l:Jab!aremos del
imp ío Iseariote, primero cuya muerte clesastt•osa
enco 1t1·amos en la historia de Jesucristo, porque
bi n conocida es ella de todo el mundo. Solo obse•·varomos
que f~1é el único de la escuela filosófico-libeml
que había entt·e los doce escojidos, como Jo
pru 'han sus muchas i famosas fazañas.
Tampoco mencionaremos al célebre Poncio Pilato,
Gobernador de la Judea por los romanos,
que condenó a Je,;us al último suplicio, uo obstante
la pel'suacion en qne estaba. de su inocencia
i santidad. El miedo es alto de cuerpo, i el de este
juez pusilánime~ tomó proporciones jigantescas
cuando pensó que el pueblo sobe1·ano de Jerusalen
o sean los escribas i princípes •·osa-cruces, podían
hacer una asonada democrática que pusiese en
peligro su autol'idad. Todo el mundt? sabe qué
vida llena de ama1·gm·a, de profunda melancolía
i de cru«:>les l'ernot·dimieutos llevó este hombt·e
cuya criminal debilidad le hizo desoí¡· Jos dictados
de su conciencia i los consejos de su esposa ; i
nadie ignora que murió en Viena del Deltinado,
víctima de su desespemcion. El suicidio em el fin
necesa•·io de una existencia tan inquieta e infeliz,
i así se at•t·ojó desde la cima de una roca elevada,
único medio de borrat· de su ft·ente el estigma del
1
deicidio que lo marcaba: estigma que, sinembargo,
llevará eternamente su memoria i que le habrá
to en su corazon se desarrolló mui pronto. r~ ·te
príncipe, que dut·ante ocho meses había pi'Omctido
tanta gloria i felicidad, se manifestó como un
til·ano, un mónstruo, un cobarde ins"nsato. Su
orgu llo llegó ni colmo, i se jactaba de set· el amo
de todos los reyes de la tietTa, mit'Rndo a los o'tl'os
pl'Íncipes como viles esclavos. Quiso ser acloPado
como nn dios, i a este efecto edificó un templo,
nombró sacerdotes e hizo que le ofrecieran sacrifi.
eios. Se inCOI'poró él mismo en este col.ejio sa- ·
cerdotal, i tambien a su mujer i a su caballo. El l
nuevo Júpitet·, para mejol' merect>r este título, .1
quiso imitat· los relámpagos i los t·ayos, i en las J
tempestades hacia un ruido semrJ·ante al de Jos i~ ¡if tt·ueuos con una máq 1ina a propósi o.
Entónces lanzaba un p1ed\·a ni cielo i g1•itaba :
" mátame, o yo te mato:' Sus estravngancias no
se JimitllJ'on a eso: echó pot· tietTa las estntuas i 1
las imajenes de los grandes hombres; bizo quit:.u·
de todas l¡;¡s bibliotecas de Roma los bustos de
Homet·o, de Virjilio, de Tito Livio ect. La co- l, l
rt·upcion mas iGfame i ta ci'Ueldad mas bárbara ~
viniet·on a aumenta•· el horror de todas estas es- a
tt·avagancins. Incestuoso con sus tres hermanas, ;~
apat·ecia con ellas en público en las postut·as mas ,,~
indeeentes. Deshonró las mujeres de Roma, arrebatándolas
a sus ma1·idos, i fo¡·z;::mdo a estos a ser
testigos de Ja profunacion del lecho conyugal. Es- i
tahleció lugares públicos de p~·ostitucion en su pa· ,
lacio i fllndó una academia de jnego, donde él mis~
mo recibia lecciones de pillería. U 1 dia que le
faltaba dinero, dejó a los jugado:·es, bajó al patio
de su palacio e hizo mata¡· allí mismo a vat•ias
pet·sonas distinguidas, para quitarles 600~000 sertercios.
La efusion de sang1·e humana era 'para él el espec- '
tácul? maf,s agradabDle; t
6
os as
1
esinntos edr~n dsu 1
1
·e- ;~
creacwn nvorita. os e nsu es, en me ro e os
cuales estaba sentado un dia, viéndolo reil· a cat·cajadas,
le pregunta•·on la causa: " Me rio, les 1.
respoJ.?dió el malvado, al pensar que en este mismo
jnstante puedo haceros degollat· a los dos."
OtJ'O dia que se babia equivocado en una ejccucion
haciendo sufrir la muerte a ot1·a persona distinta
del condenado, dijo : '' qué importa ! el ot1·o
no lo merecía mas.'' Un caballet·o que, sin motivo
rdguno, había sido arrojado aJas fieras, gritaba
que et·a inocente. Calígula lo hizo llamar,
mandó que le cOl'tasen la lengua i lo hizo echar de
nuevo a las fieras para que lo devornsen.
Obligaba a los padres a asistir al suplicio de sus
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EL CATOLICO. 293
hijos i allegados i a bul'larse de ellos con el Empe 1 no están apropiados a las instituciones, institurador.
El tdste placer de ver sufrir a oti'O le lison 1 ciones libérrimas qur, tl'aducidas literalmente de
jenba tnr to que se dive1· ia cu dar él mismo el las que se ban dado a p~íses mucho mas cultos i
tOI'Jlento o pone1· sobre la t•ueda n los desgl'aciados civilizados, requiel'en aquí virtudes estraordioaque
t•aian en sus manos. Su maldad llegó ni e'itre- ¡·ias para cumplirlas, vi1·tucltes que es necesal'io
m() d! ec¡·rm· los w•meros públicos pat·a cornpla- fonnat• pl'itne1·o con doctt·in~s severas i p¡·opo¡·ciocel'se
c.1 vct· mo1·il· de hambt·e las jentes eu Roma. nadas; en una Nacion en que se hace g~terra a
E ta nhna feroz ll evaba la demencia i la J'élbia m'lterte al Catolicisnw, guen·a a los templos muerhasta
dcsem· que el pueblo romano- no tuviese tos i matet·iale', guena a los vivos i espiritu:lles, a
sino una sola cab za para cortársela. Una bambre, los Obispo<;, a los Sacerdotes, a Jos relijiosos i a los
Ullft p •ste , un incendio, un terremoto, In pér·dida fieles; en una Nacion en que se cor·rompe al pue· ¡
lo que hacen nuestros enemigos
mil pn1aies mas se levantaron pnt·a desgal'l'ar aquel i sabremos nosotl'os lo que deb~mos hacer. Pat·a li
cuerpo o Ít)SO qlle quedó cubierto literalmente de barbal'izar· el pueblo, qué hacen ?-Atnquemos,
hl'ridas i t ·1 maldiriones,n los 29 ai'ws de su edad, dicen, primel'o al cuerpo sacerdotal: neguémosle :
de ·pues (e h:1ber t·einarlo cuatro, el aiio 4 l de .Te- su indrpendenl'ia, csclavicémosle. Dest1·uyamos
suerísto. Arroja ron su cuc1·po a un muladar don- s us ten ·p'os, usurpémonos sus l'iquezns, i privé- i
de sus hcr .1an0 · ·ntentm·on quema1·lo,pero temien- mosle de todo elemento a fin de que no pl'ogrese .,
do t uc el pneblo les a!Tebatar·a el cadúver para su relijion. Si nos obedecen) ya no pet·tenecen1n
e e.;;pcuaz¡ l'lo. lo enterraron precipitndamente. 1 al Cnto!icismo ; i si no obedecen, serán destel'l'a-sí
p"r"ció este sujeto, filósofo nte c~uc debin devorat• a los romanos, segun tada. Lo dijet·on i lo practicaron. ~
J· e ·presi n de Tit;,erio. El desraba vivamente Entre tanto fué mui de notar la inocencia de la ¡
que su rcinurlo se señulase po1· nlgllnn granrle ca- ma yo t· pnrte de los católicos, cuando no quer·amos
h mid· p 'h liea; ¿ pet·o no e1·a (¿ mayor de todas, deeir su traicion e infidelidad. >oco convencidos,
dice un juicio, o histori dol', que el mundo fuese pre •i ' O es decirlo, de lo que son nuestt·os enemigoLernadv
por esta besti<.~ fero?, '? gos, Cl't.•yeron que hquellas persecuciones eran
La desct·ipcion del carücter de este gt·an jeneral merns personalidades, i que mas bien se atacaba
i díetador romano no dl'jn de tene1· algun interes a l11s personns de sus sacerdotes que a la relijion
de actualidad pal'a nosotros los gt·< nadinos que que I'Ppl'esentauan. 1 I los pueblos vieron con in'
OU:tamos de Hlilai' • €mejanzas. 1 dif('renl'ia que suprimían sus templos, que se les
Tt>dos los Calígulas merecen la misma suerte i 1 prbraba del ejercicio de su relijion, i que calum-ellnismo
Jugar en la historia. niaban i destet·t·abau a sus Pastores, siendo de
·-·~ esto víetimas aun las vír,ienes inoceutrs 1
Empero, una triste espet·ieocia nos ha hecho co- 11
noccr que no son tan francos ni sencillos nuestros 1
en 'tnigos como lo aparentan, i que en su estudia· 'j
da simplicidad ocultan planes i p1·oyectos abomi- ~~
nables. Es, pues, necesario que resucitemos. Si en t
Jos tit'mpos de guerra estamos precisados a com- ¡i
bati1·, en Jos de paz debemos establece•· i edificar. 1
Un Ckro suficiente- suficiente en número, que
provea a todos los pueblos de su Pastor; suficien- l
te en ilustrncion, que pueda reemp.lazat· dignamen-
1
1
te al que tenemos así en lo espil'itual como <:u lo
tcmp01·al, nsí en lo relijioso como en Jo civil ; es,
decimos, pm· aho1·a nuestra mas imperiosa necesi- 1
dad. l no es que no tengamos un Clet·o virtuoso
EL CLERO.
I.
Nue tra Nacion no C'S aun, no puede sm· Yel'dadernmentc
dichosa i feliz.
I .. a humanidad, para sc•r lo qne el divino Hpensos los
Motta, los Sotomayot•, los Tót•t·es, los Serrano, los homb1·es, sep·trados unos de otros, inmóviles .. fijos ,
Estévez, Jos Rebollo, los Mom, los Chamecas. En en un sítio pot• la oscuridad cual si estuviesen enel
colejio Seminario del seño1· LoBOGUERHERo, ilus- cadena dos, ha dicho un aut01·, no podrian ca mi-
. tre i benemérito Arzobispo <.le Santafó, fué que se na1·, obmr, alimentarse, ni subsistir. Eu vano 1
formaron los Duquesne, los Moreno, Jos GutiéJ•t·ez, pues, dice ~an Ambrosio, en vano habría Dios
los Cabales, los Me,iía, los Caro, los Hóyos, los ct·iado el mundo sino huuiese concedido _ a lo s
Valenzuela, los Cuervo, los A.nd•·ade, el sabio Zea, hombres i a los animales la faculta<'l de verse. Así,
Jos Restt·epo, i ot•·os hombres ilustres que no cita- la pl'imm·a condicioA de la luz material es la de
mos por no estendemos demasiado. 1 qué mas? sea· nel'esat·ia ; i necesal'ia es tambien la primera
¿Podemos olvidat· el celo de los Jlustl'Ísimos seiio- condicion de la luz espil'itual t·epa·esentnda en el
res Mosquera i Hen·an, de inmortal memol'ia, de sacenlocio. Siendo la luz del mundo, el Saccn]ote
cuyos seminat•ios tenemos los Ba!Teto, los Bemal, enseün po1· medio de la pt·edicacion una doctl'ina
los Bermudez, los Beltran, los Olivos, los Piñé1·os, estable, que jamas se sepat·a de la vet·dl!d ; clara,
los NaVntro de la ~erdad, i la cáted1·a pa-
1 para la Patl'ia. rroqui a l unida al episcopado. Salid de aquí, i no
II. hallareis mcls que el error: el paganismo, el ma-
Los Sacerdotes son !a sal de la tien·a, vo~ estis hometismo, el cisma, la het·ejía, la mentil·a. 1
sal tern.e ..•• la luz del mur.do, vos estis lu::; mun- como es evidente que solo la ' 'et·dad puede civilidi:
( t) Jesucristo mismo nos enseña lo que es su zat· al mundo, i que la verdad no existe sino en la
silce1·docio : comparólo primero a la sal, el mas Iglesia Católica; como es incontestable que la
util de los condimentos; i con la luz, lo mas put·o cátedra part·oquial es el eco de la verdad qtw des(!
Otre las cosas visibles. cienue de la cátedra pontificia i que le es trasmi-
1
· Como la sal pt•eset·va de la corrupcion, así el tida pot· la episcopal ; es igualmente positivo que
Pastor a su rebaño, así el Cm·a a su pueblo, así el no hai ni puede babe1· nada de "\'eJ·dad, ni civiliCicro
a la sociedad. La sal es una cosa buena ; zacion po1· consiguiente posible, fuet·a del Clero
pet·o si piet·de la fuel'Za, ¿ con qué se sazonará 'l católico.
Si nos quedamos sin Sace1·dotes, que es lo que El segundo elemento necesario para la civilizaquim
·en i p1·etenden nuestros enemigos, sin docto- cion es la caridad. Pues bien, la cat•idad no se
(1) Mat. c. V, vs. 13 i 14. encuentra sino en la Iglesia Católica. Busquemos
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EL CATOLICO. 295
1 fuera de la Iglesia Católica un medio de matm· el 1
egoismo, enemigo de la . civilizac~on. Se puede
ser mui bád)élros con cammos de h1erro, con va·
pares, con telégrafos, con academias, con abogados,
con sübius; pero nunca con los Sa;er~otes de
la verdau. Para destruil· el egoísmo, es mdJspensable
la Relijion. Fuera de Jesucristo no esplicareis
1 nunca la r <'··idad. La filantn)pfa no es otm cosa
que la het·ejía de la caridad. ·
El tercer' elemento necesario pat·a la civilizacion
es la virtud. Puede civilizar el cdmen? Esto es
imposible. ¿Cómo, pues, se enjendt·a ~a virtud eu
el h ombre '? Es necesario unn potenc1a que mate
no solamente el aeto esterior del crímen, s~uo el
1 deseo mismo, el pensamiento: una potenc1a que
se~convierta eu guardian del cot·azon, una fuerza
invencible que intt·oduzca al homb.re en las e~trañas
de la virtud. La vit·tud, propwmente d1~ha.,
' es sobrenatural, njena a nuestra twtu1·aJeza; ~ no
la hallaremos sino po1· la gra~ia de Jesucrtst? 1 en
J esucrlsto. Es, pues, neces~r1o e_l sacet·docw, la
sola aqtol'idad sobet·ana a qmen Dws ha legad~ s~s
veces pam f'l gobierno mo•·al del mundo, tan llltl-
1 mamcnte enlozado con el sobrenatural.
Lo J't>pc:-timos, el mundO no puede civiliz_m·se
sino con tres cosas: con la verdad, con la candad
i con la virtud· ¡ estas tres cosas se encuentran,
Ja primem en 1~ cátedra católica, 1~ segunda en el
altar sarrrndo i la tercera en el tnbunnl de la •·econcilin~
ion. Tomad estas tt•es cosas, i tendreis
civí\izacion. ¿Qué hace el misionero en. medio ~e
los antropófagos 'l ¡,Qué lleva pat·a supht· a la c1- .
vilizacion? Lleva una piedt·a sagt·ada : la co~~ca,
Jlama a .Jesucristo hnce corre•· lu sangt·e punflcadora
del Hijo del Hombre, i aparece la civiliza~ion.
Allí .está ella con la verdac1, con la caridad 1 con
la virtud. Esperad algun tiempo, i esos antropófagos
se convertirán en humanitarios, en c1·istianos,
confesores i máa·tit·es.
No somos nosotros ménos que los antropófagos:
el fratricidio, la sangt·e de nuest1·os hermanos, he
aquí el objeto de nuesta·as guerras. Es porque no
hai verdadem civilizacion. Convenzámonos : los
Bancos, los caminos, los telégrafos, son nada para
la felicidad social, compat'ddos con los bienes que
deben resultat· de la ilustt·ncion i de In virtud del
Clero ; t1·abajemos por el restablecimiento de los
seminarios.
EL CLER01
He aquí nuestra s·nprema necesidad. S. A.
EL SENTIMIENTO CATOLICO.
Estableced costumbres, entablad
prár.ticns, publicad edictos,
haced leyes: la Relijion cristiana
triunfará del clima, de las leyes
que de ahí resulten i de Jos lejisladores
que las hubieren dado.
1\'lONT ESQUlEU.
•' La persecuciou cismática que el Gobierno colombiano
ha puesto en juego contra la Iglesia católica en
nuestra infortunada patria, es tan manifiesta i evidente,
que no pueden negarla ni los mismos liberales; solamente
algunos mui maliciosos pretenden disculparla
con la dañada mira de mantener engañados a los pueblos
para que insensiblemente se dejen arrebatar su Relijion,
i luego sumirlos en el abismo de la incredulidad.
"1\Ionstruosos i tiránicos son los edictos de supresion
de los institutos monacales de ambos sexos, arrebatándoles
sus bienes i hasta susconventos, condenándo-los
a mQrir en la mtseria; la esc:andalosa espoliacion de
Jos bienes destinados al sostenimiento del culto en
nuestras 1glesias, dejándolas sin lo preciso para la celebraciou
de los divinos oficios; !a policía en "materia
de cultos," i en fin, el acto de 17 de mayo del üonieute
año sobre "inspecdou de los mismos." ¡Magnífica
tolerancia de cultos la sancionada t>u la Constitucion
de Rionegro! Ya se ve, que la tal tolerancia ha sido
como el primer toque de la persecucion de.l Catolicismo
en tudas partes: en la Holanda, en la Suiza, en la
Iuglaterra i donde quiera que los i111píos han llegado a-tener
algun ascedieute en los Gobinnos. ....
Los precitados edictos de persecucion son propios de
los tiempos de Neron, de Calígula i d<>mas Etnpf'rndores
pilganos i del tiempo de Enriq ue VHI; que hoi ni
el Gobierno de la Sublime Puerta los rejistra semejantes
en sus códigos; prueba inequ1voca de que al presente
los Gobiernos absolutos son mas respetuosos de ciertos
principios de justicia universal i de algunos derechos
inmanentes del hombre, que los ll;unados e!lfaticamente
liberales demócratas,<]ue tunto atmden al mundo
con exajeradas tem·ías de LIBEBTAD E IGUALDAD, i
que en la piedra del toque de la pr:lctica se desmienten
c:on cinismo raro.
En el tininico edicto de 17 de mDyo, se prohibe por
el artíl'ulo 3.u recibir en este país lus bulas, IJreves, encíc!
Jcas etc, que el Romano Pontífiee dir•ja a los fieles
católicos, sin que obtengan el pase de la autoridad
temporal. Esta prohil.Jir.ion es altamente tiráni t a, porque
ataca la autoridad del Vicario de Jesucristo, a quien
en rabeza del Bienaveuturado Perlro le fue dada e ~ presa
potestad de rejir i gobernar la Iglesin santa, por estas
palabras: •• I yo te digo, que tu eres Pedro, i sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, i las puertas del infierno
no prevaleceran contra ella I sto se
llama persecucion de la Iglesia Católica, esto se llama
tiranía.
Es tan esencial al Catolicismo el Gobierno del Romano
Pontífice para mantener la unidad de la fe i de 1
la doctriua, que los mismos protestantes lo han echado
de ménos-l~ntre otros, el célebre Puffendorf dice.
« J .... a supresion de la autoridad del Papa, ha sembrado 1
en el mundo ii,1linitas semillas de discordia; pues
11~ habiendo ya ninguua autoridad para tuminar lasdisputas
que se suscitaban en todas partes, se ha visto
a los protestantes dividirse entre sí mismos i despe-dazarse
las t ntraüas. » (2) -
Por el articulo 4. 0 del mencionado etiicto se impone
pena de estrañamiento del país al Prelado ecle~
iástico, que en uso de ~u potestad imponga censuras
1 no las levante requendo que fuere por la autoridad
civil. Esto es enfrenar de todo punto la facultad que
a ese respecto tienen las autoridades eclesiásticas por 1
derecho divino : esto tiende a abolir la disciplina eele· 1
siastica i a fomentar en la Iglesia el esplritu de in- 1
subordinacion : en una palabra\ se trata de fomentar ·
el cisma para dar en tierra cou la Iglesia Católica. 1
¡ 1 de dónde obtuvieron los Jejisladores de los Estados
Unidos esa facultad sobre las censuras de la Iglesia?
¿Esto será dar libertad al culto Católico?
Por el artículo 5.11, i bajo la misma pena, se obliga
a los señores Obispos i a sus Vicarios, a prestar juramento
de obediencia a la Constitucion, leyes, órdenes
etc, es decir,a los mismos edictos ele persecucion de la
Iglesia i escandalosa espoliacion de sus bienes. Los enemigos
del Catolicismo sabian bien, que las autoridades 1
( t) Mat. cap. 16, vs. 18 i 19. Juan cap. 21, vs.
15, J 6 i 17
(2) De Monarch, Pont. Rom.
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296 EL CATOLICO.
ec:Jesiásticas no podian prestar aquel jurameuto, sin
sustraerse de hecho ·a la unidad Católica, sm aprobar
la espoliacion de los bienes eclesiástieos, ·i para decirlo
de una vez, sin qtledat· separados de la obediencia i
surnision que por derecho divino deben al Romano
Pontífice, sin com•ertirse en apóslatas. Por Jo mismo
pues, que aquellos impíos sabían bien esto, espidieron
aquel monstruoso i mui meditado articulo, el que
envuel e una manifiesta prosc¡·ipcion de los seiíores
Obispos i sus Vicarios, proscripejon de toda autoridad
en la Iglesia, que pueda atender a las premiosas necesidades
espirituales de los Católicos. ¿ I proscribir
a los altos funcionarios eclesiásticos, sera la garantía
constitucional de permitir a los Católicos el libre ejel'cicio
de su culto? No: esto es intolerancia, esto es
tiranía.
Respeto de las penas que impone esa Jei impía a los
sacerdotes del Señor investidos de autoridad, nada
tienen de nuevo ni de estraordinat·io; esa es la triste
mision que siempre ha cumplido a los enemigos dü la
Iglesia : perseguirla. Cuando el Salvador del mundo
mandó a sus discípulos a predicar el Evanjelio, les di¡o:
"Ved que yo os envío como o.vejas en medio de lobos ... "
(3) Enseguida les advirtió que sus enemigos los harían
compareeer en sus audiencias, que serian presentndo s
ante los gobernadores, i que serinn azotndos, perseguí _
dos i abonecidos, pot· causa de su santísimo Nombre.
La per~ecueion (Íe los l\línistt·os i s:-1cerdotes del Altlsi_
mo dió principio en .la persona de los Apóstoles i s IS dis_
cípulos, la han contiuuado i contiuuan los impíos husta
nuestros tiempos con los sucesores de los mismos Apóstoles;
pero los que imitan a los emperadores Rom:1uos
i a Enrique VrJJ, dirán que no es tiranla ln per~eeucion
ofi,·ial de los Obispos i sus Vicarios, sino que t'S
insper.cion de eultos; dilim que no es robo escandaloso
la espoliacion de los ienes de la Iglesia, sino que es
desamortizacion de bienes de manos muertas. SI : as í
Jo dicen, pero la tiranía i el robo a mano armnda
conset'varáu siempre sus ¡wopios nombres, porque
la variacion de nombre nunca muda la esencia d Jas
cosas.
Nosotros que DOS gloriamos de pertenecer i pr.~rteneceremos
siempre a la Iglesia Cató! ira, a esa Tglef:Hl
que co11 tanta elo"uen cia i sublimid:ld definió el S;)bio
Donoso Cot'tez en f'ste rasgo admirable :
Citación recomendada (normas APA)
"El Católico - N. 85", -:-, 1865. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687983/), el día 2025-07-16.
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