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n>~lliil®DDIT@® DDrn~r~¿n:~r &liD® & ITaik\ DDI:~U::~)m~~~ LID~ ffil&. ffi~ITaiT.VIT®~.,
AÑO II. Bogota, 6 de agosto de 1864, NUMERO 66.
REDACTOR, VENANCJO ORTIZ.
El sei1or Secretario de la Curia dijo en una
circular dirijida a los Cu1·as, que no era cierto
que la. Vicaría hubiera permiti lo a ciertas
per ona el remate e ienes de , . m , os
muertas," pues aunque en documentos oficia·
les se han publicado Jos nombres de todos los
que han intervenido en esa cuestion, ninguno
(le ellos, dice el scfior Secretario, podrá decir
qne ha obrado con permiso de la Vicaría ; i
copió las listas publicadas en el '' Bol~tin del
CJ édito público."
La n.paricion de esas listas en :'El Católico"
ha producido un:t rara sensacion, por creers~
malamente que es una declaratoria de escomunion,
cuamlo.no ~ni mas nada que la negativa
ue que la autoridad eclesiástica haya dado
permiso par~ ren;latar.
A un que la notct de la Vicaría es un clocu·
mento oficial, que figura en la parte oficia.l de
"El Católico," firmada por el señor Secretario
del Gobierno eclesiástico, los que creen quo
se habla de escomunion,reconvicnen unos,amennznn
otros al Redactor, com•> si fuera responsable
de esa pnrte, i eso nace tnmbien de que
ni aun e entien por la mayor parte lo que
es uná. escomunion. Persona ha habido que,
a t iempo que dice reirse de tal pena,se ha. mostrado
hondamente ofendida por ella. Esto nos
obliga a hacer una lijera esplicacion.
~.a. escomunion no es mas que-la declaratoria
que hace la Iglesia do que no admite en su seno
al individuo que ha violado sus leyes. "U.
ya no es católico, le dice, i yo sé que no tengo
que ausiliarlo con mis saetamcntos. " El que
no es ca tó\ico realmente, serie de esa decla.rfl.tor;
o, pero el que lo es, procura dar las satisfacciones
que se le exijan para volver a entrar
en la comunion. En esto usa la Iglesia el mis·
mo de1·echo que tiene todo individuo o Corporacion.
Ahora, por ejemplo, dice a los que la.
han despojado de sus bienes : " UU. no son
mis miembros, puesto que me ultrajan i me
roban." Está tan en su derecho como estaria
un comerciante en echar de su a\macen al que
le sustrajera sus mercancías o su dinero.
Respecto de la pena de cscomunion a los que
han intervenido en estos asuntos, hai tambien
otra cosa. Las leyes de la Iglesia·, están escritas
hace muchos años en los cánones de sus
Concilios. Eso~ cánones la imponen a los que
usurpan los bienes, a los que los rematan¡ a
los que los denuncian, i a. los que sirven de
Ajen~ca para la usurpacion, i entendemos que
el señor Arzobispo lo ha dicho así en sus notas
i Pastorales a este respecto. Pero los que forzados
han presenciado los remates, no han cometido,
en nuestro humilde concepto, falta que
la Iglesia castigue.
Esplicadas osí lr.s cosas, creemos que cesará
el clamoreo, i que dejará de molestarse al encargado
de la redaccion por lo que no es de su
cargo ni debe aparejarle responsabilidad ; así
como tampoco debe entenderse qne esta esplicacion
la da otro que el Redactor, no la autoridad
eclesiástica.
LLEGADA DEL SEÑOR ARZOBISPO.
El dia 1. 0 del presente llegó a esta ciudad
el Vener-able Metropolitano. En todo el .camino
ha r·~cibido las mas espléndidas i espontáneas
manifestaciones de respeto i simpatía.
Desde Los Manzanos hasta la casa arzobispal
el camino que debía recorrer se encontraba.· ¡·¡
cubierto de arcos, no porqud ciñan las sienes
del Prelado los sangrientos laureles auc con- 1
quistan hasta los malvn.dos1 sino porq~e la co- 1
rona del martir envuelve sus canns, i en las 1
lides !ncruen.tas que sostiene la relif?n con sus
enemigos, tnunfa el qne sufre, trJUnfu. mas,
completamente el quo sucumbe. ¡
En Funza, donde pasó la noche del 31, confirmó
muchos niños ántes do las diez, en cuya
hora partió para e~ta ciudad acompañ a do de
muchos sabaneros acaballo, i de a.lgnn n s personas
de la ciudad. En Fontibon lo E'Speraban
muchas otras a cuyas manifestaciones correspondió
con las muestras del mas cerdial afecto;
i en las casas que se encuentran a In. vera del
camino estaban las familias esperando i se
postraban al pasar el Prelado, para recibir su
bendicion. A la una entró a esta ciudad con
un numeroso acompaliamiento i entre las aclamaciones
dE~ la inmcn 'a multitud que cubria de
flores ol camino. Los b::~lcones de las casas en
el largo t1 ayccto que corre desdo San .Diego
hasta su palacio, estaban tambien henchidos
de jente que le arrojaba una lluvia de flores.
Antes de pe'nsar en su fumilin., pensó en los
pobres : vió el Hospital de San Vicente de
Paul que se encontraba en su camino i lo visitó.
En la iglesia de las Niéves fué recibido
por el ... virtuo~~ párroco i asistió a la Salve quo
las senoras hiCieron cantar a la Vírjen Madre do
Dios, en accion de gracias por su regreso. En
la catedral fué recibido por el Clero, i despues
de la funcion rclijiosa siguió para su ca¡::n, donde
le esperaba una escena bien distinta. Durante
su destierro la muerte hahia vi:itado su estimable
familia; en vez de dos herm:mas que dejó
al partir encontraba un:t, i la emocion indefinible
que sintió al verla, le causó un vértigo, por
fortuna de corta duracion.
El pueblo cristiano ha vuelto a encontrar su
Pastor, los desgraciados su amigo, los pobres
e~ padre que partía coi~ ellos el pan ; pero los
dias de prueba no han terminado : la guerra
al Catolicismo sigue, j:).ero los católicos tenemos
al frente nuestto ca:.rdilló, i el entusiasmo de
la inmensa mnltitud que escoltó - ~u entrada,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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debe convencer a nuesh·os adversarios de que los oye ! El aspecto mismo del dia. se prestó
EL NEOFl'l'ISMo JACOBINO no es bastante fuer- admi1ablemente a la festividad: una opacidad
te para quebrantar la fé de nuestro buen pue- suave cubri0 la ciudad durante todo el tiempo
blo. Quiera el Cielo hacérselo comprender así, de la espectacion i de la uienvenida.
i concedernos que nuestro buen Pastor goce El sefíor Arzobispo, despues de haber rccojilargos
días de paz en medio de nosotros, que do en su tránsito, desde las ardientes playas del
los frutos de nuestra sabana lo sustenten i la Atlántico, la espresion del respeto i de la aletierra
de nuestro cementerio cubra sus huesos. gría de las poblaciones entusiastas, inclinando
su nevada cabeza b~jo innnme1·ables arcos levantados
al triunfo bellísimo de la fé sobre la
fuerza; llcg6 a la hermosa sabana de Bogotá,
cuyas poblaciones electrizadas lo recibieron
como a un Padre que habian llorado en la
tumba ; i rodeado de varios miembros del alto
Clero i de un numeroso concurso do dentro i
fuera de Bogotá, penetró en la ciudad en medio
de un jentío verdaderamente sorprendente,
que lo devoraba con miradas del mas afectuoso
interés. Entró, a su paso ácia la catedral. en
varios templos, en donde fué recibido por el
Clero con himnos d~ alabanza al Dios de los
Ejércitos, por su anhE:\Iado regreso al seno de
sus hijos espirituales ; i en cuya demostracion
tomaron parte, muchas señoras de la capital.
En su semblante benévolo, digno i tranquilo,
se leía sinembargo algo de esa melancolia indefinible
pero simpática, que se asoma a la fCtz
bondadosa del verdadero cristiano, al recuerdo
de ofensas sufridas sin debilidad i perdonadas
con nobleza.
UN GRAN DIA
PAB.A EL CATOLICISMO.
Gloria a Dios en las altnras; i en la tierra,'
paz a los hombres de buena voluntad!
El dia primero de set1embre ha sido un tlia.
de gozo para la hermosa Bogotá, i lo será de
imperecedera recordacion para sus piadosos
hnbituntes. El Ilustrísimo señor Arzobispo
Herran ha vuelto al seno de su amada grei!
Bogotá se ha conmovido tiernamente a la presencia
de su venerable Pastor. Fresta apn.cible,
espontánea, solemne, en que todas las
condiciones i todas las edades han tomado
parte, con esa d~lcc emocion del alma que deJa
en ella dulcísimos recuerdos.
Desde la mañana del deseado dia, empezó a
sentirse esa inquieta oscilacion de un ptteblo
que se prepara para un momento de gozo. Las
calles estaban adornaJas de numerosos arcos
levantados MOTU PROPIO por el entusiasmo
de los habitantes. Los balcones, las ventanas,
las puertas de los poures, se co!maron de espectadorrs
decorándose de cortinas i de coronas
do flores simb6licas. A las doce las torres
de los templos resonaron con alegres repiqnes,
anunciando la ap:_Q.ximacion del ilustre Prelado.
Por todas partes se veia ir i venir el oleaje
d~l pueblo, mezclándose la vírjcn con el anCl¡:
mo, la matrona con el niño, los hombres de
todas · as opiniones i de todos los rangos ....•
A la una se presentó el venerable Prelado
sobre un modesto carruaje gobernado por un
ínclito adalid, mutilado en las aras del deber
como el mas leal de los valientes. Contraste
altamente e8presivo: la lealtad i el'valor del
hombre, a los piés de la constancia, de la huma·
nidad i de la fé divinas. Este bello contraste
·¡ hacia aquel modesto carruaje mas hermoso,
mas suntuoso, mas imponente ~ nuestro& ojos,
. que los pondet·ados carros trmnfales do los
1 antiguos guerreros, que entraban en la ciuda..d
¡ eterna, rodeados de 1·eyes cautiv9s i de los ma.s
preciados despojos de las Naciones vencidas. l. :Fiesta do paz, enteramente espontánea; sin
nparatos .tcníficos ; propia de las conquistas
1 del espíntu humano ; di.D'na de una Relijion
1
de amor, que hSL venido d~ lo alto para salv~r
. al mundo por las vías de una verdadera i noble l civilizacíon!
Todos los corazones se han espandido. El
pueblo se ha mostrado tal cual es en sus afecciones
i en sus creencias ; pero sin vanidad ni
ostentacion : sin saber que se exhibia todo
en tero. Manifcstucion de los corazones que
aman, i que lo dicen sin pensar que alguno
Llegado a su catedral, t:ll digno Prelado fué
recibido con el debido decoro. Se cantó en el
acto un solemne TE DEUM en accion de gracias
por su bienvenida ; Su Seiiotía hizo nn breve
discurso a los fieles i se reti1·ó ácia la habitacían
de sus idolatrados deuao~, que lo esperaban
con la mas viva impaciencia. Al lle()'ar a
esa morada, la emocion oprim!Ó el espíri~ del
V cnerable anciano, i tuvo una especie de síncope,
que se disipó en breve afortunadamente.
¿Quién ignoró\ que la alegría mata como los
pesares i' ¿Quién podrá comprender lo que
pasó acaso en aquel instante en los misterios
de su alma 1 El náufrago escapado de la borrasca,
merced a. los mas enérjicos esfuerzos,
cae desmayado al tocar la playa sal va dora ..•.
M.
CONFERENCIAS DEL PADRE FELlX.
CUARTA CONFERENCIA.
El milag1'o i la critica moderna.
Señores :-Despues de habe1· mostl'ado delante
de la critica moderna, el hecho divino dei Cl'isto- 1¡
rci poseedot' del mundo, hemos mostr·ado en nues- ~
tra ultima Conferencia el hecho divino del Cristo
Refm·mador de la humanidad. Considerando Ja '
obra reformadora de Jesucristo bajo sus gt·andes
faces, hemos visto resplandece¡· en ella el si ano de
la divinidad en estas tt·es cosas: la idea, 1~ resolucion
i la ~jecucion. Jesucristo concibió como
Dios esta p1·odijiosa trasfot·macion de nuestra humanida?,
la quiso i la ejecut~ como Dios, Juego
EL es Dws. S1 yo no me aluCino, estas considet·aciones
llevadas hasta el fondo de yuestras almas?
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1 .
EL CATÓLICO. 139
· ~
han encontrado buena acojida, i doi gracias pot·
ello a Dios i a vosotr·os, pues eso alienta mi debilidad.
En mis dos últimos discursos, no he puesto
a Jpsucl'isto poseedoa·, a Jesucristo Refot·lna-
1 do1·, en Íi'ente de ciea·tas grandes figm·as de la
l' historia que agmclcrl'ia ve1· acet·cm· a su incompa.
rabie figma, porque contemplando con amor i go-zo
a mi Divino l\Iaestl·o en la gloria de su posesion
i de su reforma sin igual, no he podido vet· al
mismo tiempo salit• del fondo de los siglos i de mi
memoria, la imajen de algunos reformadores cuya
celebridad es histórica. He pasado sin notarlos, i
ahora me digo. Puede se1· qu.e sobt·e algunos puntos
haya ana\ojías de detal i relaciones de supedicie,
pe1·o en el fondo, en la reunion de hechos,
nuestro Cristo Reformado¡· no tiene comparacion
posible.
Vamos, sinembargo, ac onsiderar en nuestro
Cl'isto Dios, un título que es, por excelencia, el
signo )
Esta manera de trntat· la cuestion del milagro,
viene a dech· lo siguiente : « No queremos que el
milag1·o existn, porque él trastorna nuestms ideas
i no concuet·da con nuestros sistemas. )) La razon
no acepta semejante solucion, i vuesti'O buen sentido,
mas ilustt·ado que todas las chmcias críticas
del mundo,se obstina en sostenet· que precisamente
se tt'ata de saber si bai milagt·os en efecto, i en
particulm·, si Jesucristo bu hecho realmente milagros
para atestat· su Divinida) gro de primero o de segundo órden. Un muerto
Creo no habet· disminuido nada de la objecion r~sucita : este es milagi'O de pl'imer órden en
de la crítica. La hé desembarazado npénas un po- cuanto a la sustancia, porque nada en la natuco
de Jas nieblas en que ella gusta envolver fre- raleza puede producir tal resultado. Un hombre
cuentemente sus fórmulas. Delante de un audito- se rompe un miembro i se cura instantáneamente
rio ávido de claridad, es decir: delante de un sin ningun socorro del arte: este milagro es de
auditorio eminentemente frunces, esto no puede segundo órden en cuanto a su modo, porque, bieu
· constituir un inconveniente. Como quiem que sea, que un miembro roto pueda curarse naturnlmente,
la objecion se reduce, como lo veis, a ponet· el es de esperiencia universal i de certidumb! e físic:t
milagro en contradiccion flagrante ron la esencia que la natmaleza, abnnclouada a sí mism«, no cu1 ·a
de las cosas, con la naturaleza de Dios i con la ar- jamas de esta manera.
monín de la creacion. Veamos, pues, lo que se Así definido ya el milagro, i distinguido clara-de
be pensar. mente de cualquiera otro hecho que se pueda
Pues que la cdtica lleva su 1·acionalismo hasta cumplit• en la nntm·aleza, la p1·imeJ·a cuestion que
f
l negar el concepto mismo del hecho milagroso, de- se presenta a la intelijencia, es esta : ¿El milagro 1
hemos restnb!ecer en su verdad elemental la nocion es posible? B.ousseau; que tenia con frecuencia
misma del milag1·o. ¿ Qné es, pues, lo que signifi- lampos de buen sentido en medio de sus es trava-
[, ca esta palab1·a famosa, monstrum ho1·renclwn de gancias filosóficas, se hizo esta pregunta ; c1 ¿Dios ,
! la crítica a11ticristiana? Esta es la prirne1,a ct1estion puede l1acer tnilagros '? >> i bien sabeis córno la
que debe resolverse. No han faltado hombres que respondió: te Esta cuestion, dijo, tratada sériamen·
hablando mucho del milagro i esclamando caloro- te, seria impía si no fuese absurda. Castigm· n
, snmente contm él,jamas se han preguntado si han quien la resolviese negativamente, seria hucerle
comprendido algo de lo que es. demasiado honor: debet·ia encerrárse\e en una
l.a palabra milagro, en su actprion mas jene- casa de locos.>) Ah, señol'es! el filósofo de Jineral,
significa una cosa que sorprende por su gran- b.ra no sospechaba los progresos que la. locura hadeza
fenomenal, 0 por la rareza de su apal'icion. En na mas tarde en!re~ nosotros : e.l t•em~dJO que p. roel
lenguaje vulga1·, todo Jo que presenta a la hu- pone es se.vero; 1 ~~ fue_:¡e prec1 s o t'JCCU~l11' h01 . lo
manidad la apariencia de una gran fuerza, toma que él decm hace c1en anos, temo que sena preciso
este nombt·e magnífico. Así se dice: los milacrros encerrm· a muchog hombres de t~lento. Tal es
lt. d e l j é ~io, l]os ¡milagros de la industria, de la ~lo- Icloumesotruon~ ... t·ocgut·eessot.toqttllesr.e; ot•'tsa~l, eamqouseoRbohugsasde~'suamt~l·~ntalOI'
cuencw o e e a poesía ; i se dice tambien : los . t• .' e • , u , "
mi milagros de la naturaleza, de la jerminacion de constderaba absurda 1 hasta nclJ~cula. El celebr~
t la fecundidad, ) 1 Oh 1 vosotros podeis
dccil· al Creador, mostrándole esta constitucion
de la nntnruleza escrita con los ast¡·os, los soles i
los mundos, no, vos no podeis deroginr su obra sin cambiar
EL mismo; i aiíadís que por estas libres escepciones
hechas por él a las leyes que rijen el universo, su
pet·manencia se hace dudosa, i la certidumbre física
perece con ella po¡· falta de continuidad, de
constancia i de perpetuidad. 1 Qué, el milagt·o en
contradiccion con la inmutabilidad de Dios! ¿Pero
qué idea os formais, pues, de esa voluntad divinamente
infalible i divinamente inmutable ? ¿Es que
la voluntad de Dios obrando fuera de ÉL en Ja
obms por la unidad en su voluntad, siempre indi·
\'isible e inmutable en sí misma ¿Es que la voluntad
de Dios, como su pensamiento, no abraza
en un solo acto lo que nosotros llamamos el pasado,
el presente i el porvenir, lo universal i lo
individual, lo jenet·el i lo particulat·? ¿La vol un- 1
tad divina que quiere en la naturaleza una lei
permanente~ es otra que la voluntad divina que
quiere para esta lei permanente una de1·ogacion
transitoria? ¿ 1 encontmis deveras que el estipular
una escepcion que deroga la regla, trae forzosamente
un cambio en la voluntad que establece i
determina la regla? ¿En qué, pregunta la razon,
se encuentm compt·ometida la inmutabilidad de la
voluntad creadora, po1· clet·ogaciones particulares
de la lejislaeion jeneral que J'ije el imperio de la
creaeion?
Pero, no temiendo ya pm· la inmutabilidad de
Dios, tcmeis todnvía que el milngro Yenga a destJ
·uit· la armonía de su obra i a tlll'bar la ciencia de
la natumleza ; ¡ e.l milagro en contt·adiccion con .
la armonía de la creacion i la ciencia de la natu- :
raleza ! ¿ Deveras lo temeis ? ¿ pe1·o qué, se trata
de multiplicar ·los milagros hasta lo infinito, de
sustituit· por donde quiem la escepcion a la regla?
¿Porque un cojo ande, porque un ciego vea, por-que
un sordo oiga, pot·que un do vuelva acia su
fuente, pot·que un muerto salga de la tumba obe- ' •
deriendo al mandato de Dio;;; el sol dejará de salir
pot· la mañana i ponerse a la tar.de, los astros de 1
seguit· su curso, los l'ios de llevar 3us aguas al
mat·, la medicina de ejercer el at·te de cut·at· i Jos
hombres de seguir la lei soberana que los conduce
a la muerte? Suponeis a Dios ocupado sin cesm·
en desbaratar por una voluntad lo que ha hecho
por otm, en poner la escepc!on en concurrencia 1
univet·sal con la regla, i el milagt·o en lucha perpétua
con las leyes de la creacion. Es de.cir que
atribuís a la sabiduría infinita, una locura que no
atl'il.>Uil'iais a la sabiduda vulgar. Haceis a Dios
ridículo atribuyéndole en el Ól'den sob1 enatm·al
unu accion incompatible con su accion en la naturaleza,
e imajinais milagt·os que no serian mas que
una ironía: de las obras de Dios, hecha por Dios
mismo. Así decfs: el milagm es imposible, es
il·risorio. ¿ 1 hablais de filosofía i de metafísica?
Lo que hai verdaderamente irrisol'io es esa filoso-fía
estrecha que quiere adaptar a sus mims limita- ,
das, las mi1·as infinitas de la divina sabiduría; i 1
Jo que l1ai ''erdaderamente in1posible aquí, es el ! ·
Creador soñado por una metafísica gmsera que 1
enc~dena a ,Dios con las leyes oe la naturaleza, i
lo t1ene estupidamente encerrado en esa red como
u!l cautivo de la fatalidad. ¡Al Dios de la infimta
sabiduría i de la infinita Jibet·tad ! Filosofía
ordinaria que pretende detener a Dios en nombre
de la lei hecha por Dios mismo ; filosofía vet·daderamente
digna de una sociedad lejista i de un si-glo
met·cantil. (Continuará),
SEÑOR REDACTOH DE « EL CATÓLICO. '>)
Espet'o que U. tenga la bondad de dar lugar en
sus columnas, a la siguiente manifestacion.
Hizo un año el 23 del próximo pasado junio que
me sometí a la lei de «Policía en materia de cul- 1 creacion no es un acto pui'O, esencialmente uno,
q~te dete1:mina a la ''ez la lei jeneral i la derogacwn
partiCular 'l ¿No es, pues, el caráctet· propio
del ser infinito realizar la multiplicidad en sus 1
tos,>) i dicho sometimiento lo hice, en primet· lugar
sin pt·estar jul'amento ni tácito ni es preso, pues
fué condicion que puse a la autoridad que me exi-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
1 142 EL CATOLICO ..
\. ~n ~d .. o-"le~q"u_/"'e~y'""'o.........,...d..,.,e.._.,n..._1,.,.·n""g./"'t....,.l n'"'a""'-'""-"td...,.,.ce'""'
1
!n ...... Ao~l~'"'~ ...... ~d"e-"u'..,.np....,.~'"'~ ....... (,.....0U-"~..,.·0'"'~"'"~""eq..,.ut:""~i ...... J"~-"p1..,.i~'"'":'"'~~:g~efo~~
Jnanera jua·aba: en segunclo lugar, f~c.un some-timiento
condicional, es presa la conrliCwn en la repugnaba su corazon.
dilijcncia, como puedo aca·editarlo con la copia qu~
manteno·o en mi pode1· ; i en tercer lugm·, cre1
ménos ~al un sometimiento en esos términos, que
abanclonat• Jas ovejas dejándolas en poder de los
lobos t·apaces ·que quieren devorarlas. 1\~as, como
primero está obedecer a Dios i a a Iglesia que a
los hombres, habiendo hablado el Rep•·esentante
do Jesucristo sob1·e la tiel'l'a, i condenado el sometimiento
creo de mi deber pt·otesta•· contra el mio
como al 'presente lo hago declarándolo írrito i de
ningun val01·. Protesto igualmente delante de
Dios i cleios hombt·es contm todas lns leyes espedidas
o que se espidan po1· los que, traspasando los
límites que les están presct·itos, quieren injerirse
en materias que no son de su incumbencia, i quiero
permanecer siempre unido al Supremo Pust01·
de la Jglesin, Nuestt·o Santísimo Padre Pío IX,
jmando set· siempre fiel a la fé de N ucstr·o Señor
Jesucristo mediante el ausilio de su gracia i gt·an
misericot•dia, p.ues como Ministro, aunque indigno,
de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana,
sellaré mi fé con mi sangt·e si fuere necesario i tal
gloria Dios me reservare.
No me parece fuera de lugar, exho•·tat· aquí a
mis hermanos Sacerdotes, a permanecet· firmes, i
a sostenm· con la palabra i con el ejemplo la doctl'iua
que hemos recibido de nuestw Divino Maestt·o:
ahom es cuando mas conviene desplega•· toda Ja
vijilancia i celo pastoral pa1·a no dejamos arrebata¡
· las ovejas; i a aquellos que desgraciadamente
se hubiet'Nl sepa1·ado de la regla de conducta que
estamos obligados a seguir, les pido po1· el amor
de Dios, vuelvan sobre sus pasos. No hai que temer
el podet· de las tinieblas que natut·almenté es
débil, i cuando mas podrá quit3rnos la vida del
1 cuerpo, Ja cual debemos estat· prontos a perdet·
1 para ganat· la inmortal vida del alma.
1 ~ Los que teniendo en sus manos el Pode•·, se han
c1ejado ccgat· pot• el et·ro.t·, d~ben vet· en la hist?l'ia
1
el triste fin que han temdo siempre los persegmdores
de la Jglesia,deben ve•· que tales perseguidores
1
., no bao conseguido sino _ hacerse exect·ables ante
los contemporáneos i ante la posteridad, i esa
1
Jalesia S-iemore ha salido con mas brillo del crisol
1 d~ la persecÜcion, most1·ando a su Cristo con los
1
brazos abie1·tos pronto a recibit· en ellos al pecador
arrepentido que se humilla pam ser exaltado.
Los pueblos deben desperta1· ya de su profundo
sueño, seguit· la voz de sus Pastores i no dejarse
engañat· pot· los filósofos modemos que tienen miel
en los labios i veneno en el corazon ; que con la
májica palabra libeTtad quieren encubrit· el empe-
, ilo de destruh· la Rélijion para poder C!espues privat~
Ios de esa misma libm·tad, i hasta de los recm·sos
matel'iales que necesitan para vivh·. Observen
a esos apóstoles del engaño, i los vet·án entregados
a desordf!nados apetitos.
Boqufa, 23 de julio de 1864.
JJJ. Parménides Velázco, Párroco.
--El señot· Cura de Cajivio, Presbítero Manuel
Mal'Ía Guzman,nos ha enviado tambien, impresa,
una esposicion en que manifiesta : que apesat· de
set· reputado liberal, i de babel' acompañado en
sus campañas al eJét·cito colombiano, fué llamado
a prestm· el jurnmento de la lei de 23 de abril,
pe ro que no lo pt;estó, sino firmo simplemente la
dilijencia i se salió aprovechando la distl·accion
-----'~-•o-+-e..ftll:l----
Interesados vivamente en todo lo que atañe a la
Iglesia ·católica de que nos glol'i~mo.s de ser n?i~mbros,
damos con gusto luga•· al stgmente remitido,
así como continuaremos siendo severos en condenm
·lo que el Pad1·3 Cáceres l~~ga contradicie~do, s.u
mision de Sacet·dote i de ¡·e!JJIOSO de la hmmldJSlrna
i penitente órden seráfica.
UNA CALUMNIA MAS.
En el número 50 de ce El Bogotano>) se halla un
artfculo, que lleva por título ce Pl'ofanacio~"'l ina~dita,>)
en el cual se dice, con 1·especto a m1, lo SI·
guiente:
«El Padre Capellan F1·ai Ramon Cácct·es, fir- ,
mado, jurado i Tenegado mandó arrojar a~ muladm
· los restos de muchos fieles que yactan sepultados
en el pantcon, i que flu>J •on ¡·ecojido: i ,
guardados por las cl'istianas dHijencias de la seuora
Silvest1·a Peña.,)
Continúa refil'iendo la respuesta que die1·on los
coristas Almanza i Torrente a la citada Peña, i lo \,
que dicha señom les dijo.
Toda esa relacion es un tejido de calumnias para i, l
infamarme delante d el público, i creo que debo i
rcspondet· manifestando cómo han pasado los ¡
hechos.--Al bacet· yarias reparaciones i mejoras r'
importantes i costosas en la iglesia de San Fran- 1
cisco, hubo necesidad de traslad:-tl' los restos del '
panteon, pa1·a practic) ¡ lo dice 'espues de hab~r condenado con
su autoridad la lei que lo prescnbe.
No soi un renegado, pues creo i confieso rúblicamente
lo que nuestra Santa l\f::td1·e la Jglesia cree
¡ confiesn, ui he arrojado al muladal' los huesos
de nuestros hermanos difuntos, los cuales reposan
en lu~'ra¡· bendito mui decente, ent•·e las paredes
del coon vento i cer' ca de la pieza llamada Et e ena,-
1 culo, donde hai ptro depósito de cadáveres.
Pul' lo que hace al « lloaoTANo,» siento mucho
que llene su pe1·iódico de falsedades, cual la que
me atribuye ; i sepa i entienda, que no pot· res·
ponderle s'ino po•· in~t•·uir al público, es que he
1 tomado In pluma, bien que con el designio de desnmecrr
la calumnia i la infamia que desacol·dadamentc
me ntdbuye.-Firman conmigo esta el'posion
los coristas que juraron que es falso lo que dice
la Peüa.
Frai Ramon Cáceres, Cnpc11an--Almanza-To7Tente.
~ SÉ~"OR REDACTOR DE «EL CATÓLICO.')
Como en las listas que la Curia ha publicado en
e] númE>ro 65 del periódico que U. redacta! figum
el uomb1·e de un señor Rafael 01·tíz, i ese no puedo
ser yo que ninguna injerencia, ni activa ni pa~iva,
ni directa ni indirecta, he tenido en el negociO de
las « m unos muertas, >) espero que U. se dignará
pel'mi til'me manifestarlo así en su mismo pel'iódico,
¡ afwdir que en lo sucesivo me firmaré poniendo
tambíen mi segundo..apellído.
Soi de U. atento servidor, l-.'.afael Orttz Baraya.
En la lista de las persouasr que han rematado
) se encuentra el nombre
de Francisco Caro; i como ese es tambien mi
nombre, declaro, para evitat· cualquiera equivocadon,
qne yo no he sido rematndor de esos bienes ;
que mi seguudo apellido es Franco, i que he acostumbrudo
firmarme Francisco 'J. Caro.
Una munifestacion idéntica nos ha hecho la se-ñora
Frnncisca Tovar de Rívas. -
-Han venido .a esta ciudad los señores que
componen la comision em•iaua de Mararnibo para
conducir a\lá a las RR. MM. monjas de Santa Clara
de Tunja. Si los bárbaros que las arl'Ojaron de
su convento de una manera salvaje, fuet·an susceptibles
de sentir pena pot· el mal que han hecho
i por el descrédito que han acal'reado sobl'e el país
queesplotan i tiranizan, estarian llenos de vergüenza
boi, al ve1· que de un país vecino se envía a recojer
a las santas mujeres a quienes ellos han sacrificado
en su furor anticristiano.
Nosotros, como católicos, damos gracias a Jos
señores que han venido i a los que los han enviado,
i rogamos al Cielo que haga llover sus bendiciones
sobre un país que manifiesta respeto por lo
que respeta todo pueblo culto. Sí, gloria a la hospitalaria
República de Venezuela.
LA NOVENA DE LA CANDELARIA.
11.
( CONTINUACION ).
Pruebas necesarias de una fé vacilante, o condiciones
~rr~vocables del órden m~iversal, estos accidentes {jUe
md1gnan vuestro orgullo 1 rompen vuestra constancia,
deben tal vez concurrir., en el plan sublime de la creacion,
al coujunto de su maravillosa armonía. Lo que
es. es lo que debe ser, puesto que Dios lo ha permitido.
No sabeis por qué lo ha permitido ni podeis
saberlo; pero lo que vosotros no sabeis, Dios lo si.Jbe! l>
El lenguaje de aquel Sacerdote venerable era nuevo
para mí. Las medit.:tciones en que me babia sumerjido
á'Lsorvieron de tal modo mis facultades, que solo me
apercibí de mi soledad en medi~ de la iglesia, en el
momento en quo vpagaban las ultimas luces del san·
tunrio. Era la hora que me habia indicado el coronel
la hora tan impacientemente ¡¡guardada, la hora ta~
lenta en llegar en que debía por fin ver a Cecilia!
A Cecilia de quien po ·,,creerme amado, a esa Cecilia
a quien adoraiJa! Yo la nombraba en alta voz, como '
si pudiera ya oirme, i todas mis ideas, todas las inesplieables
iuquietudes que me hnbian atormentado
de~de la víspera, vinieron a perderse en el sentimiento
de mi. dicha. JUe p~recia sa_ber tan bien que estába
eonmtgo, que era m1a para stempre!
La calle que recort'ia, i que hallia visto la vis pera casi
vacía, estaba entónces llenad jente. Yo ntribu! al
principio esta difer~ncia a la solem~idad del domingo~
pero no pude espllcarme por que aquella multitud
que dehian llnmar en sentidos diferentes los pasa·
tiempos de un di a de fiesta, permaneria por el contrario
inmóvil, o se limitaba a formarse aquí i allá en
grupos silenc~osos. Como tenia prisa de llegar, me
abria paso rápidamente al traves de estos pequeños
corrillos, i no percibia sino al acaso algunas palabras
confusas, de las que la mayor parte -no formaban un
sentido completo.
ce Un aneurisma, decia un_o, nadie muere de aneu·
risma en esa edad.-Cada uno muere cuando le ha
llegado la hora, decía el interlocutm·.,> Un poco mas
Jéjos era un jóven que parecía tenerme envidia. ce Quién
estuviera en el lugar de este estranjero! decin., al
ménos él no la ha conocido! " :Mas Jéjos nun, una
niña pequeña adornada i velada, a quien una de sus
compañeras escuchaba llorando: ''A las dos i media,
saliendo del llaile ..... Bien babia dicho que nunca se
easaria! ,, iUna horrible luz alumbró mi pensamiento.
No estaba sino a veinte pasos de la casa; corrí. .... -
;Dios mio! tantos años trascurridos no han podido
debilitar la impresion de aquel espantoso momento!
J~a puerta estaba colgada de blanco, al frente un
atahud forrado de blanco. Algunos hachones lo rodeaban.
-¿Quién ha muerto? ¿ quién ha muerto en esta
rasa? esclamé asiendo violentamente ~or el brazo a
un hombre que parecia velar sobre aquel aparato.
-La señorita Cecilia Savernier.
Yo caí al suelo sin conocimiento, i cuando volví en
mi, por raros intérvalos, mi razon me babia abando·
nado. No sé cuantos dias duré así. ,
Por fin se abrieron mis ojos enteramente a la Juz,
pero quedé largo tiempo sin pensamiento, sin re·
fleccion, sin recuerdos. Acababa de adquirir o de re· ·
cuperar el sentimiento de que era., pero sin saber aun
lo que era : ojalá hubie1:a permanecido así !
Algun movimiento qu.e sentí cerca de mí, el ruido
de un suspiro, de un sollozo téll vez, atrajo al fin mi
atencion. De pié a mi lado reconocí al anciano Sacer- ¡
dote cuyas poderosas i severas palabras babia oído un
día: me miraba con el aire impasible de un jue>z que .
110 aguardaba mas que una palabra de mi boca para 1
absolverme o condenarme. Mas léjos, l1áéia el pié de ~
mi lecho, otro anciano acababa de levantarse de . su 'j
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
144 EL CATOLICO. -r l.
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1 lugar i se precipitaba hácia mí, tendiéndome los bra-
1 zos tréq1ulos.
-Padre mio, esclamé yo, buscando sus manos para
llevarlas a mis ~abios, padre mio, ¿sois vos?
-l\-Je ha reconocido, pues,,> dijo él! <
Mis ideas comenzaban a aclararse, el oasado se despt
·endia lentamente de la noche de mis sueños.
.1 -l\L Savernier, dije a mi padre, ¿l\1. SaYernier,
dónde está?
-Ila prtal como él mismo, rctardimdola
1
por algunos minutos fujitivos que no merecen contar-
1 se en la eternidad. Vuestra prometida os espera en
el cielo.
~ 11 -1 qué! repliqué yo mirándolo fijamente ¿ creeis
t que el ci elo no está cerrado a la ternura de los aman· l tes i de los esposos? ¿ Creeis que el amor tnmbien res u·
,
1
citará paro un porvenir sin fin? ¿que dos almas sepclradas
por In muet·te podt·án volar, la uua hácia la otra
1 delante de Dios que las ha formado, sin ofender su
poder, i que volvere a encontrar a Cecilia?
-Creo firmem ente, me respondió, que en la vida
del hombre, la muerte no pone t é rmino smo a los
errores i a las miserias: creo que en el alma estan la
benevolencia, la caridnd, el amor: creo que todos los
sentimientos tiernos i virtuosos que Dios había coloca·
do en nue.;tros corazones participarán de nuestra
inmortalidad, que compondrán su dicha inmutable
i sin mezcla, i que se confundiran sin perderse, en el
amor de Dios que los abraza todos.
-Oh! el amor de Dios que me haceis comprender,
·1 dije mojándole las manos con mis lágrimas, es el mns
natu r al de los sentimientos de la criatura, como el
primero de sus deberes. ¿Pero por qué me ha quitado
a Cecilia?
-¿Con qué derecho, jóven, escl!lm~ él, pedís cuenta
a Dios de sus voluntades? ¿sabeJs s1 en el golpe c;on
qu e os ha herido, no ha tenido en mira vuestra misma
felicidad, i si su presciencia iufalible no ?S ha prepayado
una dicha que no debe cesar, en cambiO de otra b1en
pronto trascurrida? ¿ conor.eis todos los escollos que
podían romp er vuestras esperanzas, todos los ac.ontecimientos
que podían aOojar o disolver vuestros lazos,
si él no los hubiese puesto al abrigo de. los peligros de
esta vida pasajera? A c~mtar desde. ~lOI ?ol~me1:te, te:
neis adquirida la poseswn de CecJha sm mqmetud 1
sin tnrbacion, porque es Dios quien os la guarda 1
¿Os atrevereis a censurarle el haber velado ,Por vuestros
intereses mas atentamente que vos, 1 haberse
reservado vuestro porvenir todo entero, para \LOlvcroslo
en cambio de una débil e incierta porci'on de ese po-rvenir
infinito que os habria tal vez herho perder el
resto? Cuando vuestro padre exijió de vos que trascurriese
un año entt·e el momento en que accedia a
vuestros deseos, i el momento en que la mano de
Cecilia parecía deber colmarlos ¿no os rendisteis sin
esfuerzo a los consejos de su prudencia? i sinembargo,
un año es un término largo en la vi!la del hombre,
un plazo mas aterrador aun cuando -se le compara a
la brevedad de la juventud, al curso rasi imposible de
seguir, de esa edad que el tien.1po se lleva tan aprisa.
Hé aqul ahora que otro padre,. que es el pad1·e ro··
m un de todos, os impone un plazo dé algunos años
mas. de algunos meses, de alguna, días t:1l vez, porque
la medida de vuestra existencia no es conocida sino
pot· éi, i no son años, no son meses ni dias los que
premiarán este débil sacrificio~ mt.s pródigo ñcia vos
porque es mas poderoso, os dá todos los tiempos que
no nc<1barim. Si emplaza por uu instante vuestra
dicha temporal, es para pe1·petuarla al tr·aves de esos
millares de siglos que son apénas los minutos de ra
eternidad. Tal es el pacto que arabais de firmar, sin
saberlo, con la Providencia, i cuyo fruto debe haceroS'
recojer un dia una piadosa sumision a sus decretos.
Sufrid los juicios de Dios, hijo mio, i no le acuseis!... 1
-Sabré conformarme con su voluntad. respond}
con una voz fi¡·me, f apresuraré su cumplimiento por 1
todos los medios que ha dejado en mi pt1del'l Sí, pa- t
dt·e mio, quiero pens
Citación recomendada (normas APA)
"El Católico - N. 66", -:-, 1864. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687964/), el día 2025-07-16.
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