®tgauo tle~ b-ello .s-exo
FUNDADO tM 30 DE OCTU~RE DE 1895 ---·-
Director~ FERNANDO A. ROMERO
SerieVbis(Nos.101á12iiJ Bogotá, Octubre 17 de 1~97. Año U-Número 124
LA MUJER
AN'rE EL CRISTIANJSMO
J1~s prácticas pnrns . del cristiaHlsmo.
En Homa el padre de familia
La verdad rs revolucionarin, tenía derecho de vida y muerta
sobre ra mujer y los hijos·; ern ha dicho Laboulage, · 1 · ·
'-' l SfiCd'UOte y JUez ft llll~mo tiCm- Aunque el cristianismo en e
fondo no es otra co~a que la pa- po; la familia esta.ba despotizada
1 1 Por la olllnipotencia del jefe, quien In hra de ¡)az pro m u gada ll os d
1 1 1 tnm hién podía ven er os ó cam-pueblos
para tranqui izar á as binrlo según sus caprichos ó sus
sociedades, él )lrodujo una verda-f
ambiciones; la mujer, convertida
dera revolución que trans ormó en he~ tia de tráfico en los mercalos
cimientos del mundo antiguo
1 · d d dos de riente, pasó como simple
y echó las bases de a socie a co. a ó mercancía á las plazas y
moderna. La cruz es, pues, ellin-
1 puertos de Occidente; e hombre,
dero que separa dos mundcs: uno separado por la muralla inque-que
muere Y otro que nace. bruntible de las clases sociales
Roma. la señora del mundo, de la India, la China, el .Egipto y
había conquistado á los pueblos la Persia, era paria en las orillas
que se corrompieron bajo el im- del Ganges, ilota en ]as del Euperio
de los Césares, y era preciso rotas y siervo en Roma; los pueinocular
e u nq u ella sociedad ador- blos eran rebaños, sometidos á la
1necida, saugro nueva., ó perecía. coyunda romana, que hahían perJes(
ts traía la semilla de donde diJo la conciencia de su propia
había de brotar ese mundo, esa dignidad, y las naciones así estannueva
vida para los hombres Y ca<.las se habían corrompido, como
pueblos de la tierra. aquellas ciudades que perecieron
Para ~preciar los bienes que el bajo la.s aguas del l\1ar Muerto.
cristianismo ha hecho á la huma- Tal era en síntesis el estado sonidad,
y especialmente á la m u- cial que presentaba Roma cuando
jer, es necesario conocer primero apareció l cristianismo.
l estado social antiguo de los La ln hor del cristianismo tenía
))Ueblos, comoquiera que es in- que ser superior á la do todos
dispensable saber de dónde par- aquello1:1 reformadores antiguos
tieron ellos, para saber á dónde que filosofaban dejando al honlan,
ó hasta dónde pueden ir con 1 bre libre, cargado de cadenas; á
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LA MUJER
la mujer compañera del hombre,
de barata mercancía en los mercados
orientales; las sociedades,
más que esclavas, envileeidas, por
tántos años de pesada servidumbre,
tocando ya Á los últimos límites
de la ruina y la descomposición.
Para operar esta transformación,
Jesús tenía que romper con
los grandes y poderosos de la tierra,
hasta quitarles la fuente de
sus goces y de sus riquezas, que
eran los esclavos; tenía que levantar
la dignidad de la mujer
dándole un puesto igual ¡tl del
hombre en la sociedad, por el
otorgamiento de unos mismos derechos;
tenía que consolar al po bre,
aliviar al caído, redimir al
cautivo, perdonar al enemigo,
abrazar al villano como á su hermano;
en una palabra, fundar sobre
bases sólidas una sociedad
que desafiara á los siglos por la
firmeza de sus principios, por la
elevación de sus ideas morales.
Así purificó aquella atmósfera
viciada en que agonizaban los
pueblos sometidos al cetro 1\)llUtno
; así trajo aquel germen de
nueva vida que habían predicho
todos los profetas y que habían
cantado bajo sus tiendas los hijos
de Jud:í.
i Quién puede negar que las
doctrinas del Evangelio cmu biHron
el mundo de pngRno en cristiano?
i Quién puede dudar que
al empuje de la palabra de Jest1s
ca y ero u Júpiter y sus treinta mil
ídolos ? La unidad de Dios, la
igualdad de todos los hombres, la
libertad de los pueblos, la fraternidad
de todas las razas, la j usticia,
la paz, la humildad, hé ahí
los cimientos del mundo moder-no,
las bases inconmovibles de
nuestras sociedades. Tal €S la vict~
ria que ha alcanzado el cristiarllsmo.
Jesús era, pues, el Apóstol prometido
á las gentes, dispuesto á
derramar su sangre para dar con
ella nueva vida al mundo.
Los pueblos modernos tendrán
la vida inmortal de la palabra de
Jesüs, siempre que perduren en
sus principios y que cultiven la
verdad como él la predicó y enseñó
á sus discípulos.
Los vicios precipitaron la decadencia
del Imperio Romano; la
virtud sal var:i :1 las sociedades
modernas.
La salvación de la mujer e.
obra del cristianismo.
INÉS D ~~ I. A rr onn JI: D ~; M o ROY.
Bogotá, 1897.
-++-
No pued.o od.ial..
N o puedo odiar; la ingratitud en vano
En mi pecho su dardo clavará :
Sangre podrá brotar de la honda herida.
Pero el odio jamás.
De la venganza en la dorada copa
Diz que es grato el licor:
No me habléis de venganza! ...... habladme sólo
De olvido y de perdón.
Inefable dulzura goza el alma
Que sabe perdonar·
Mas, el que odiando vive ... ¡d;sdíchado !
Viviendo, muerto está.
J os EFA DE G. DEL CANTO.
Ca.:rta
de D. Mariano O s pina K á su hija la señorita
María Josefa, la ví:;pera de su matrimonio.
[Coutinuación 1~]
Veamos ahora cómo es que usted
ha de obrar para hallar de continuo
en el seno de su familia la paz y la
dulzura.
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LA MUJER 1139
De hoy en adelante, la primera per- Las personas soberbias ó egoístas
sona para usted, la más interesante, no aciertan á practicar esto, ó lo ejeel
objeto primero de todas sus aten- cutan con repugnancia: en el primer
<:iones, de todos sus cuidados, de todas caso, se hacen pesadas y molestas, y
sus inquietudes, es sú marido. Padres, al fin hostigan el cariño de los que
hermanos, parientes, amigos, todos las aman y las sufren; en el segundo,
descienden al segundo y tercer lugar, viven en estado continuo de contraasí
en el foro interno del corazón, 1 riedad y de mortificación. N o así las
como en las manifestaciones exterio- personas de índole generosa, que hares
de respeto y de cariño. Esta es la llan siempre una fuente fecunda de
ley de Dios, pronunciada por la boca 1 satisfacción en los frecuentes y pede
.Adán en el Paraíso, y que parece queños sacrificios que se imponen en
esculpida en el corazón de sus hijos; obsequio de los que aman.
y ésta es también la ley que la razón No haga usted cuenta de los defecy
la experiencia establecen como base tos que pueda notar en su esposo.
de la dicha doméstica. Ellos deben ser para usted un secreto
Su esposo es su amante, es su pri- inviolable; ni á él mismo ni á nadie
mer amigo, su protector, su compa- hable usted nunca de el1os, aunque le
ñero durante el viaje de la vida; y parezcan notorio5. Si fueren de tal
estas condiciones producen relaciones natur ~z.a que puedan sin grave cony
deberes cuya práctica ocupará to- trarie d enmendarse, aproveche usdos
los instantes de la existencia de ted las ocasiones oportunas de joviau~
tcd . Si esta práctica va siempre lidad y buen humor, cuando no haya
acompañada de aquella du1ce espon- testigos, para insinuar alguna obsertancidad
que: nace del cariño y del vación, en tono de broma y de dulsentimiento
de estar cumpliendo un zura.
deber impuesto por Dios, para su la ujer prudente se goza y se
propio bien, el contento y la satis- gloría en las buenas prendas de su
facción llenarán su alma, y en medio 1 esposo, y sin hacer importuna ostende
las amarguras de la vida, esa ino- tación de ellas, hace de manera que se
cente satisfacción será su más seguro 1 perciba que las reconoce y estima, y
lenitivo. que está de ellas satisfecha.
No pretenda usted que su marido Sea cual fuere la confianza en el
no tenga defectos, que sea superior á tratolfntimo, en público debe usted
todas las pasiones, que en todos sus most~r siempre la más decidida defeactos
y en todas sus palabras sea 1 rencif por su esposo. Todos los que
siempre razonable; hombre semejan- la traten á usted, tanto de la familia
te no ha existido, y sería en vano como de fuera de ella, deben corobuscarlo.
prender en las acciones, en las pala-
U na de las primeras atenciones de 1 bras y hasta en los menores gestos de
usted será estudiar las inclinaciones, usted, no solamente el cariño y la
los hábitos y los gustos de su esposo, cumplida estimación que usted debe
para no contrariados. No pretenda censagrarle, sino una espontaneidad
usted imponer su voluntad; ni quiera constante en anteponer en todo la
el sacrificio de aquellos hábitos y gus- voluntad de él á la suya.
tos, por insignificantes que le parez- El hombre más perf~cto está excan
; por el contrario, haga usted de puesto á cometer frecuentes faltas; y
manera que él pueda seguirlos sin es- por tanto, la tolerancia es un deber y
torbo. Frecuentemente sucederá que una necesidad. Las faltas pueden ser
haya entre los dos hábitos y gustos de diferente naturaleza y de diferente
opuestos: no vacile usted un instante
1
gravedad, y según esto, la conducta
en sacrificar los suyos propios; anti- de usted debe variar; pero en ningún
cípese siempre á hacerlo. caso se deje usted arrebatar por la
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éAMUJER
exaltación hasta reconvenir con acrimonia
á su marido, enrostrarle sus
faltas, ó disputar enojosamente con él.
Semejantes medios no conducen jamás
á un buen resultado, y producen
siempre efectos deplorable~ . La mujer
prudente, que sabe dominarse, 1
tiene armas mucho más poderosas y
seguras. Un hombre enojado puede
irrespetar y ofender á una mujer airada
que lo reconviene y denuesta; y
queda desconcertado y rendido delante
de la dulzura.
Para una novia y para la recién
casada, el marido se presenta desde
el punto de vista de un amante, antes
que cualquier otro, y voy á decir
á usted unas pocas palabras sobre
esto. 1
(Con/in ard). 1
-+_+-- ¡'
.A.si son: tod.a,s_
Se casa Arturo
Con Susanita,
Ay, qué bonita
Pareja está.
Del mes entmnte
Creo que no pasan,
Pronto se casan.
¿ Cuándo será?
Los trajes hechos
De Europa vienen,
Aquí no tienen
N a da que hacer.
Será ese baile
De mucho ruido,
Muy concurrido
Diz que va á ser.
Mañana mismo
Preparo traje,
Con ancho encaje
Lo adornaré ;
Le pongo cintas
Por el cohtorno,
Luégo lo adorno
Con millaré.
De los adornos
Formo una lista,
Y una modista
I.o coserá.
Yo no hago caso
De lo que cuesta,
Iré á la fiesta
Sin vacilar.
Y estoy segura
Que nos ("ncuentren
Cuando aquí entren
A convidar.
Preparo pinzas,
Alisto guantes,
Compro bastantes
Polvos de arroz;
Desde temprano
Pienso vestirme,
Voy á lucirme
Bailando ubaus.
No quiero que otras
MAs presumidas
Vayan vestidas
Mejor que yo.
Aquí convidan,
Yo estoy segura,
Sería locura
Decir que no.
Hé aquí lo~ planes
Que en su aposento
Cada momento
Forma Leonor.
Cuando hay un baile,
Que es cosa m ra,
No se separa
Del 1 carlor.
Le gusta el luj0,
Cree que es bonita,
Y es Leonorcita
De un genio tal,
Que va á los bailes,
~igue las modas,
Y así son todas
En general.
ALGUIEN .
..a la, ""\Tirgen_
CANTO M \TUT!t-TO
Lo haré á la moda
Todo adornado,
¡ Mier;tras la aurora con rosados tintes
1
Baña las nubes que al Oriente vagan,
Nubes que arrolla con su leve soplo
Céfiro blando;
M u y bien armado
Me qu~dará.
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LA MUJER
Mientras exhalan sus aromas puros Pueda, asociado al último suspiro,
Flores que guardan de la no:he el lloro; Ser este nombre mi postrer acento.
Lloro que ostentan convertido en perlas ¡Láncese el alma en su armonía envuelta
Trémulas hojas; Fuera del mundo !
Mientras preludian jubilosos himnos
Coros volubles de pintadas aves,
Trisca el rebaño y hasta el toro fiero
Muge de gozo;
Mientras se riza al matinal aliento
Ovas ligeras sacudiendo el río,
Discos formando con raudal sonoro,
Límpida fuente;
Mientras que todo, en la natura vasta,
Vida y belleza de la luz recibe,
Tú r luz del alma ! ¡ de la aurora Reina!
¡ Séme propicia !
Sones, albores y perfumes y auras,
Forman concento de armonioso aplauso;
Madre te aclaman del Autor del día,
¡Virgen suprema!
D~ja que, en tanto que el Empíreo absorto,
Dicha contempla y majestad tan alta,
Tímido el labio del mortal, tu nombre
Grato bendiga.
Grato bendiga, y á su influjo santo
Huyan del alma tenebrosas dudas;
Como las sombras de la noche fría
Huyen del alba.
Déja que en tanto que triuntante y leda,
Ella alboroza é ilumina al mundo,
Yo entre sus luces y cambiantes bellos
Mire tu imagen.
Mire tu imagen, y m1 nra humilde,
Como las flores sus aromas leves
Brote, en obsequio á tu beldad divina,
Fáciles ecos.
Ecos que acojá con placer d mundo,
Ecos que se alcen á tu augusto solio,
¡ Reina del Cielo, y en la tierra triste
Madre del pobre!
Pobre de gracia y de ventura, llamo
Como mendigo á tu sagrada puerta;
Oyeme ¡oh Virgen! que entre aroma-. puros
V u e la mi ruego.
Vuela mi ruego, y endulzando el labio
Tu grato nombre, que doquier invoco,
Ecos del monte, del verjel y el valle,
Vuelven ¡Mada!
Vuelven ¡ Mad.a! r sin cesar mi lengua
Torna ¡María/ á pronunciar despacio:
Siempre ¡ Marfal y cada vez más dulce
Hállalo el alma !
GERTRUDIS GóMEZ DE AvELLANEDA.
EV ANGELINA COSSIO CISNEnOS
Habla La Estrdla:
"En el mundo americano despierta
mucho interés la suerte que á manos d~
los españoles quepa á la altiva cubana .
señorita Evangelina Cossio Cisneros, pre~
sa desde hace algún tiempo por haber rechazado
indignada los amores de un es~
pañol enemigo de su patria, un Coronel
Berris, quien en venganza tuvo la cobj.l.r·
día de delatada como conspiradora y fraguó
la especie de que ella había amenazado
asesinarlo por medio de una cita. La.
señorita Cossio Cisneros ha obtenido en
premio de su honradez una condena de
veinte años en la colonia penal de Ceuta.
Mucha gente notable de los Estados Unidos
se ha empeñado en salvarla de la
furia de \Veyler, el que, falto de pericia
militar y de valor para batir á los patriotas
en el campo del honor, se ceba en los
infelices pacíficos y en las mujeres, que no
tienen otra defensa sino el de la protesta.
Esas almas buenas norteamericanas han
pedido á la Reina Regente y al Papa intervengan
en favor de esta víctima é impidan
la ejec~ción de una sentencia tan
injustificada. Evangelina ha sufrido un
calvario de venganzas ; al reducírsele á
pric;ión se le alojó en una cárcel de la Habana
destinada á las viles mujeres del lupanar,
prescindiendo los inquisidores de
Cuba de la condición social y virtudes de
la prisionera, su belleza física y raros
atractivos. El Journal de Nueva York y
varios otros periódicos del mismo lugar
han tomado la defensa de esta dam3, lo
que, unido á la que hacen !as otras personas
ya dichas, traen la esperanza de
que se revocará la inicua sentencia, peor
que la muerte, y al1in se consiga la libertad
completa de la patriota cubana."
D. Juan E. Buson agrega :
"Las norteamericanas, las venladeras
descendientes del insigne \Vashiogton, indignadas
por tal crueldad, sin ejemplo en
los anales de la historia, han alzado su
voz, atronadora y fuerte como todo elemento
libre, para protestar contra tal
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1142 LA MUJER
atentado que ni Boves concibió en Venezuela
ni la mente criminal del Sultán turco
ha concebido todavía.
"Jamás en la historia de las pt o testas
humanas hase visto tal ejemplo, que tánto
honra á la mujer norteamericana. A la
Reina Regente ha sido presentada la pro·
t sta más grande que monarca alguno ha
visto. Es _ el grito de indignación del sexo
femenino! Es el gremio clébil, reunido y
hecho fuerte, que protesta en voz alta
contra los ataques hechos á una 0P ,. 1s
correligionarias ! La encabezan l largo, muy largo; la
eternidad de un amor y el fin de una
vida, confundiéndose sobre dos bocas
temblorosas ..•• Luégo la vieja abrió
los brazos, cayó muerta sobre la cama
.A.:n::~.o:r :o::~. u tu.o.
Tengo un amor purísimo, sagrado,
Aquí, en el corazón, reconcentrado,
Y conmigo á la tumba bajará :
Es el amor más grande que he sentido,
Porque lo inspira un áugel bendecido,
Que siempre con ternura me amará.
Desde el instante que pisé este mundo,
Con afer.to dulcísimo, profundo,
Mis lágrimas primeras enjugó:
Me colmaba de férvidas caricias,
En mí cifraba todas sus delicias,
Y en sus tristezas le alegraba yo.
Después, si algún pesar me atormentaba,
Su corazón también despedazaba
El agudo puñal del padecer;
Y si acaso miraba en mi semblante,
Un rayo de ventura, en el instante
Se inundaba de férvido placer.
Hoy me adora lo mismo qut en la infancia;
Los años no han podirlo su constancia
Ni un ápice siquicr disminuír.
Yo también le idolatro fervorosa ..
¡ Pluguiera al cielo que al abrir su fosa
Ay l yo también dejara de exi · t ir!
Ese ángel que siempre me ha querido,
Supremo bien q ut Dios me ha co ncedido,
Es mi madre! Se llama Trinirlad !
En su pecho no caben las pasiones
Que degradan algotros corazones,
Porque es toda ternura, caridad.
CELIA.
Consejos d.e :rn.ad.:re á hija,
POR ANÍBAL SAMPEJ...
y Pedro rompió en ahogados sollozos. (La Virtud).
A los seis días entraba un hombre , n· h 'd h" ~ 1 . tos a quen o, IJa m1a, pro on- kor las en reJadas puertas del penal. · 'd d 'd ' · s gar m 1 vt a y ar OI o a mts ruego ·
ra Pedro. Cuando fue presentado al · t 1 0 d ·'
d. t 1 d" JUS o es que cump a e n uno e m1s
lrec. or, e IJO : á d d b . 1 1 d
H ' d 1 d d. d . 1 m s sagra os e eres, cua es e e
- e 1 o e espe Irme e mt ma- ~ · 1 1 ·
d ~ t' t d N gUtarte por e sendero de a virtud, y re · aq UI me ten e us e . o pensa-b
' 1 1 enderezarte desde temprana edad.
a escaparme y 1e vue to. · 'd ,
El d . t h bl d d t d 1 \ Has llegado, pedazo de mt vt a, a la Irec or a Ia a o par e e a · 1 , • . , _ edad preciOsa en que a razon entpte-fuga,
y el penado sufno cuo.tro anos 1 , d 1 , d ·
d d
za a esenvo verse y a eJar ver sus
e recargo en su con ena. 1 .
1 pnmeros resplandores. Te encuen-
Pedro d ec1a, hablando con sus com- t l'b d 1 t' · bl d 1 · _ ras 1 re e as tnte as e os pn-paneros
: 1 - h t d
B . 1 t ... d .d. meros anos; as en ra o en una Pue- - ten va e cua ro anos e prest 10 • , • • •
1 'lt' b d d J va senda, y comtenzas a vtvtr. Tu SI- e u tmo eso e una ma re. . , h 1 .. - r ¡· 1 tuacton es a aguena, 1e tz, pero a
JoAQUÍN DICEMTA . 1 mismo tiempo delicada; por consi-
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LA MUJER
guiente, debes poner de tu parte todas
las precauciones, y persuadirte
de que el futuro de tu vida depende
de los primeros pasos que des.
Para mejor explicarte, considérate
en este instante como un viajero que
emprende una penosa jornada.
Si une la felicidad á la prudencia
desde el principio del camino, llegará
fácilmente al término ; pero si por
desgracia se equivoca y coge camino
distinto, andará y adelantará mucho;
pero entre más adelante, más
apartado irá del término ; se perderá
entre montañas vírgenes, ó irá á parar
en tenebrosos precipicios, de donde
muchas veces no podrá salir.
Esta es precisamente tu situación
actual. Te encuentras, por decirlo así,
en las puertas de la vida. Ante tus
ojos se presentan trazadas dos sendas
: la del vicio y la de la virtud.
¡Pobre de ti si trillas la primera ! Te
ofuscarás y darás tantas caídas como
pasos; te hallarás arrojada de precipicio
en precipicio hasta terminar en
un funesto paradero, en donde encontrarás
un sinnúmero de desgrachs.
Ma~ al contrario, si tomas la segunda,
puedes anticiparte á creer en un
cúmulo de felicidades que te aguardan.
Posarás tus pies sin temor ninguno,
pues sólo encontrarás en él, la
vivificante luz de la razón y las purísimas
fuentes de la moral y la religión;
tendrás una vida dulce y tranquila
y obtendrás los premios que
Dios tiene reservados á los corazones
bien inspirados y á las almas
puras y virtuosas. Mtdíta, pues, cuánto
te interesa la clecci,)n entre estas
dos sendas cuyos términos son tan
distintos.
Seré incansable en repetirte. Tu
suerte está pendienk de esta elección
y de la conducta que sigas durante
tus primeros años de vida; porque
así como el niño nutrido de buena
leche l()gra en lo sucesivo salud y robustez,
el que toma en temprana
edad el exquisito manjar de la virtud,
se mantendrá naturalmente virtuoso.
Con poca diferencia le sucede igual
cosa á la planta que nace, pues dirigiendo
su tallo desde el principio, y
cuidándolo con especial esmero desde
que empieza á extenderse, continuará
creciendo siempre recto y dará frutos
exquisitos.
No tan fácilmente olvidamos nuestras
primeras impresiones, y en cualquiera
edad sentimos su influencia en
nuestros corazones. La virtud y la
educación son para las almas lo que los
rayos solares para las plantas, lo que
la luz para los ojos. Raras ocasiones
vemos que se corrijan aquellos que
desde niños han sido mal inclinados:
los años, lejos de apartarlos de los vicios,
se los acrecientan, y del estaoo
de niños viciosos, pasan al de hombres
viciados.
(Continuará).
~is célos.
Me devora la fiebre de los celos,
Tú lo sabes muy bien, amada mía:
Celos me dan los ángeles del cielo,
Temiendo que te roben, mi alegría.
Celos me dan las aguas cristalinas
Que miras 6 contemplas extasiada;
Me dan celos las aves cuando trinan
Si tú las oyes y miras deleitada.
Una rosa que tengas suspendida
En tu pecho de virgen pura y bella,
Celos me da, pensando que atrevida
Quiera que sean tus besos para ella.
Si los niños se acercan bulliciosos
Y te extienden sus bra1.os con candor,
Ocultarte no pueclo mis sollozos
Que alivian de mi pecho cruel dolor.
Si tanto yo te quiero como celo,
Es porque me inspiras en el mundo
El amor de los ángeles del cielo,
Purísimo sin par, sin par profundo.
Cali, x8g¡.
NovEL..
MISCELÁNEA
EL HÁBITO NO HACE AL MONJE.-Días
pasados le ha ocurrido á 1 a gran trágica
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LA MUJER
inglesa, la hermosa Ellen Terry, un inci- todo el que llegaba iba entrando antes
dente desagradable en el país de la rule- que él; &u turno llegó al fin.-¿ Qué deta,
en Monte-Carlo. sea usted ?-le preguntó el banquero en
La célebre actriz había ido á Niza á tono impaciente.- Vengo á restituírle
pasar unos días, y antes de regresar á In- 4o,ooo francos que con tal objeto me han
glaterra, quiso proporcionarse la distrae- sido entregados por un penitente- .....
ción de jugar unos luises á la ruleta en el El banquero, entonces, avergonzado de
famoso Casino de Monte-Carlo. Pero la su proceder, le pidió mil perdones por
Terry no contó con la huéspeda, que en haberle hecho esperar, y tomó el dinero
esta ocasión lo fue el portero de la canee- que tan lejos estaba de creer le traía aquel
la del Casino, que le prohibió la entrada, humilde capuchino."
fundándose en que no le parecía bastante .• •
elegantemente vestida. LA CEREMONIA DE DESCJ.SAR.-Des-
La Terry .se marchó y escribió in me- pués 9e muchos gritos y escándalos, fuediatamente
á los directores del Casino una ron dos, marido y mujer, al Cura para
carta quejándose de la impertinencia que ver si podía descasarlos. Puedo-conteshabía
experimentado. A los pocos mo- tó-pero la ceremonia será más penosa
mentos se le prese~t6 uno d_e _aquéllos, dis- que la de casarse. Cueste lo que costare,
culpando lo sucedido y sohcitando el_ho- respondieron Jos dos consortes mal avenar
de o_frecerla su brazo par.a acom1~anar- nidos. Vanse, pues, á la iglesia, y arrodila
al sal~n, _á lo cual se nego la actnz. liados ante el altar, comienza el párroco,
Estos _mctdentes se re¡)l:oducen con gran 1 que era hombre de .genio, á descargar un
frecu_encia en Monte-Ca1lo, r otros per ~ palo al uno y otro a la otra, murmurando
s?naJeS han pasado p~r la misma ~lte1~na- entretanto no sé qué oraciones. ¿ Ha de
tlva. Hace ~lgunos anos, presen_tose a la 1 durar mucho la ceremonia ? preguntó el
puerta ~lel c1rculo de los extra~Jeros un marido, y el Padre respondió : Hasta que
gran senor de poblada barba. El lacayo muera uno de los dos Vámonos á casale
p~·ohibió el p~so, pretexta~do q~7 no se 1 dijo el marido á su costilla-que es peor
podia entrar allt con un gaban VIeJO. El descasarse que vivir mal casados
personaje no insistió, pero telegrafió al • ·
cónsul inglés en N iza, que inmediatamen- 1 • •
te llegó al Casino todo iracundo, dicien- , LA J.
Citación recomendada (normas APA)
"La Mujer - N. 124", -:-, 1897. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687102/), el día 2025-06-29.
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