L ~~ M U J E R . f tan temen te recorren nuestras
... .., .............................................. ..,. ............ ~....................................... lles multitud de inmundos pordio-
ZfMOS~AS
Uno de los eblos ~rita-
~eros que go ean de puerta en
puerta solicifa; do JJD auxilio, y
qne á todas ho 1 tóll•s par ..
tes deti~nen é incofWodan al transe"
nte. Esos seres, que al parecer
so di~nos de la, cariflad pública.,
y á quie es con tanta facili d ttQ
les mantiene en todas las casas á
donde se aceroon, y que reciben
dinero de todos los bolsillos, eon
tivos del mundo es el 1>ueblo de
Coloanbia, y el espirit de generesida~
se marca especialmente
en nuestro bello sexo.
Si se sabe que alguna ft~milia
se halla en d gracil\ ~ si un incendio
ó una inundación ha arr.ui-nadQ
n pueblo ; si se preten-de
r un hospital ó una caaa
de asilo, inmediatamente nu.Htras
bellas damas corren presurosas A
eaeotar su óbolo para llevar á
cabo la obra de caridad que se
pretende hacer ; y la mayor parte
de las veces, esas señoras q e
g~toaas coneignan sos Ii mosnas,
ocultan sus nornbres, . cqmpliendo
con el preceptp evangélico que
(a(~DtSeJ· a que, al cumplir con una
misericordia, no se haga
vana ostentación : Que no 1epa
mano izt¡Uierda lo gue ka dado tu
Sin embargo, ese espfritu de
••tP,riA·Jt que reina entre nosotros,
m~y principalmente, cómo hedicho,
entre las mujeres, hace
fijarse ro u veces en el m o.
de ejercer esa caridad ; por
igui te, so~ m ~chas las 1 inas
que ae p t'den, 6 mejor
1 •1(~110. las qpe se dan inútilmente
á per&onaa que la maypr parte
las teces no las necetti tan.
Vemos, por ejem,plo que co s:-
por lo gene 1 vagabundos y pil .. ~ :¡~~-~···>J;
diafmzádos de: enfermos y menet~~~~H•;Il
terosos; y ese dinero que reci
lo malgastan en las tabernas, en
los gn.ritos y en multitud de ut.n.JII ·~,.J
vicios; mientras que muchas fi
milias y personfts aialadas, de hon•
rada conducta, se 1nueren de ha m- '·C-~-~:·.;¡¡.tk·,·~>~
bre sin pode alargar la. mano á I·'·~-. .......... ,«C:.·
nadie para ita.r un centavo, y
sin que persona alguna escuche
sus lamentos ni presencie sus cru
les agoofas.
¡Cuántas muchacht\s pobres,. :~·%2~1~~-j~:
cuán tos jóvenes desgrRciados de·
jaríao de perderse si recibieran
laR lbllosuas que es.os vagabundos
roban constan temen te á ),, so- -~~~~8;
ciedad!
Al escribir las presentes líneas,
rogamos á nuestras amables lec
toras que propendnn por for al' ~···:~:QJII~
sociedades secretas de caridad,
pa a vér de socorrer á 1n u eh os
dettgra.ci11dos que sufren en lo oculto,
y ~1 mismo tiempo hacer por
destruir esa plag:¡, de mendigos
que molestan po~ todas partes,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA
la ciudad y hacen po·
año á las personas que
raxnente necesitan de li·
:LJCIDAD É J .LVSJÓJr
¡ Felicidad!
Bonita pé..labra.
N a da más que una bonita palabra.
¡Ilusión 1
Esta ya es otra cosa.
E ta es la felicidad.
Hay dos géneros de felicidades.
La felicidad espin'tu, que . sólo existe
en el calor de la imaginación. ·
Y la felicidad materia, que existe en
la satisfacción voluntaria de la propia
::,uerte.
Feliz en espíritu; feliz en todos con-ceptos;
lo que se llama completamente
feliz, es asuilto imposible. .
Feliz en materia; feliz por resignaciótt;
feliz en lo humano, es asunto realizable.
La verdadera felicidad es una hija
del cielo que nunca desciende de las
nube
Es el m á allá; el eterno horizonte de
la c~peranza.
Debemos contentarnos con la felicidad
'ficticia, que es hija de l·a tiei·ra.
Lectoras: ¿ queréis una receta ¡para
ser felices ?
Os la daté al instante: porque en este
asunto no hay cosa más sencilla que
dar recetas.
Lo dificil estA en que el par;iente
quiera hacer uso de los medicamentos.
Veamos: qué es la fdic1dad para VO··
sotras ?
De solteras, un buen esposo.
De casadas, un buen esposo, :y un
bQen h1jo.
En ese adjetivo bz¡e11o, pueden ence-rrarse
todas las a m l,;ciones de una
mujer.
Ahora bien: la primera circunstancia
que nece~itáis para alcanzar feltcidad,
es haceros valer lo bastante para ser
dignas de ella.
El hombre vale lo qne los demás
quieren.
Es género que se vende según el pre-cio
que le pone la sociedad.
Pero la mujer vale lo que ella se hace
valer.
Es género que se pone á sí propio la
tarifa.
Así, pues, hacéos valer mucho sin ser
orgullosas ni soberbias, y tendréis conseguida
la introducción de vuestro dichoso
porvenir; porque no hay mejor
ayuda, en este caso, que la consideración
y el respeto de los semejantes.
De esta manera podréis tener el buen
marido, y acaso después, el buen hijo;
pero aún pod ráo estorbaros otros pesues;
amarguras del alma que no encuentran
alivio, si el pensamiento no
puede mirar atrás sin abochornarse.
Cuidad sobre todo de la tranquilidad
del espíritu, porque el remordimiento
ts mancha de sangre en la blanca vestidura
de la conciencia.
Para el buen resultado de estas máximas,
es necesario que qzte,·áis ser felices;
que os hagáis la ilusión de serlo.
Tened presente que los que adolecen
de la manía de la desgracia y se empeüan
en imaginarse desdichados, lo son
sin auda"alguna, aunque la felicidad los
halague a cada iu_tante.
Tomad vosot1as la manía e •ser feli·
ces, y lo ser¿is sin r~medio.
El loco que se e m peiia en hacerse
emperador, es quizá más dichoso que el
emperador mismv; porque á éste podrán
arrancarle el imperio, dejándole la cabeza
para que piense y se desespere;
ero 1 loco no le quitarán el imperio
como no le quiten la cabeza.
La felicidad es una locura de los hu·
manos. ·
Pero es locura feliz.
Vol véos locas por esta manía, y asi
alcanzaréis Ja feliciuad posible; esto es,
la hija de la tierra.
Para conservarla, procurad ser inoceutes
mucho tiempo, porque la inoccn·
cia es atmó fera de la ventura.
Si queréis medir en un corazón los
.grados de dicha, haced ,u¡¡o del ermómetro
de la sensibilidad, con la siguiente
regla:
'Cuanto más sensible, menos dichoso.
Cuanto más ignorante! más feliz.
Cuanto más pobre de avaricia, menos
desgraciado.
Amalgamad vuestro carácter con estas
ideas; identificáos con su espíritu cuan·
do os sea dable; pero no corráis tras de
ambiciones locas, ni batáis las alas de la
fantasía en busca de la felicidad, hija
del cielo.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
nito ; la pobre aapiraoión de
á la aspiraeión soblime de 1
¿Queréis ser dichosas m
Pr()c urad ser n in as odo 1
sibte. ·
Cuanto más sencillas,
cándidas, cuanto menos pe
más larg6 ese hermoso suefto,.
de la ventura.
r Feh~s de vosotras si podéfs
mucho tiempo! '
¡ Fe;lices ~i d~spQés de la prima
de la vida, os quedan todavía al¡'f
ilusiones.
¡ Suefto!
1 Ilusión 1
YA os lo be d\c®.
Es~ es la felicidad.
AQPL~O l.;~NO$ y ~LQAR~Z.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER
dicen llega á mi oído
entira, lo escucho en calma,
campanada que da el olvido
sus notas en toda el alma !
ubiera oído si fuera cierto !
ya ao me adora 1 jamás ! mentira !
ya no me amara, yo hubiera muerto,
alma aún se eleva, canta y suspira 1
JU.o\N IGNACIO.
1896.
I:L:LA
Dedicado á la sefiorita Emilia Garcia Olaya.
Por extraordinario que parezca, Ella,
con sus diez y seis años cumplidos, no
había amado por la primera vez á un
hombre. Su dignidad, la educación que
había recibido, el celo fino de sus padres,
su inocencia y pudor, y su alma candorosa,
sentimental y pura, le dictaban una
conducta laudable. ¡ Quien tenga una
hija con esas bellas condiciones, podrá
comprender con certez~ ese fenómeno
del alma: no amar á un hombre á pesar
de imponerle la naturaleza la ley del
amor ! Fenómeno en que la ley natural
siempre vence á la ley natural!!
Era un DGmingo de Ramos, qué bien
lo recuerdo !-.23 de Marzo de 189···cuando
la vi por primera vez. Qué linda
estaba ! Fidias con su cincel maestro
nunca habría hecho brotar de un bloque
de mármol de Pharos igual belleza.
Aerea, vaporosa como una Vestal soñada,
tenía unos ojos negros, brillantes
como dos soles infinitos. Labios de guinda
y mejill;:s tiernas, suaves, de fulgor
de ocaso; frente nítida, serena y majestuosa,
de donde arrancaban rizados copos
color c;oñac; era como una
..• alondra que canta al alba;
era como una
•.• águila altiva que vuela al sol.!
Apen~:ts se cruzaron nuestras miradas,
nuestras almas tras las pupilas se son·
rieron y gritando la mía en un rayo de
luz: Yc te amo !, la suya en un rayo de
sol había contestado: Yo también 1
Fué una conmoción violenta. Una
tempestad. Un fenómeno psicológico.
E//a, para desprenderse de esa nueva
y sublime sensación-apenas presentida
pero no sufrida aún-levantóse medio
atolondrada, se dirigió al jardín, buscó
una flor que le explicara ese misterio ;
instintivamente su mano asió algunas
espigas de Ütesi'ones y realidades y vol··
vió luégo á unírsenos.
Era esto una casualidad, un símbolo,
una promesa, ó qué era?
Yo no lo sé.
Igualmente atolondrado la pregunté
si le gustaban más las ilusiones 6 las
realidades.
Su confusión entonces fué extremadamente
notable. Titubeó ... pasóse las manos
por su frente como para arrancarse
una venda, sacudió su cabellera haciendo
brillar una cascada de oro como para
desprenderse de alguna idea que la sujetara,
y sonrojándose: cuando las ilusiones
se convierten •.• me dijo, pero no
pudo más. -
Al shake hand presentimos una tormenta
grandiosa. Sentía yá rugir en mi
cerebro el austro de mi amor; ella sentía
su corazón incendiado.
Nuestras almas iban á exhalar los perfumes
de sus sentimientos delicados y
ocultos. • • •
Días más tarde de nuestra relación
amorosa, comía una vez junto con ell~
y su familia por invitación hecha para
celebrarle st1 santo. Era una tarde pesada,
fría, aberrante. No sé cómo la conversación
rodó hasta detenerse en los
episodios de los amores. El momento
no pudo ser más solemne. Despertaban
nuestro3 espíritus, hacían vibrar las fibras
más excitadas del manto amoroso; y fue·
se por un acto reflejo, ó por una voluntad
sultana del organismo, sus ojos rasgados
y aman tes, quemadores y negro!',
me miraron con el fuego -'de una alma
que se volatiliza y me juraron e~erno
amor. Seguramente los mías tuvieron
la misma expresión y jurábanle el mismo
eterno amor, lo cic:rto fué que sus
mejillas se colorearon de carmín, callamos
y respondíamos á medias las pre·
guntas que nos hacían.
Cuánta ebcuencia encerraban esos dos
relámpagos ( Y qué de grandiosos pro·
blemas psicológicos 1
• • •
Mucho más tarde aún, una tarde e
verano, paseábamos por la alameda tupida
de eu:aridios. Llevaba el mismo
traje con que la habfa conocido, el cual
nunca después se lo había vuelto á ver.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER
Y como me fijase en él: no recuerdas,
me dijo con voz argentina y rítm1ca y
con una mirada interrogadora de mi
amor, no recuerdas que con este ...
Ah! sí! sí! ... ese traje ..• tú lo tenías .••
Entonces nos contamos todas nuestras
impresiones: las sensaciones de
nuestra primera entrevista, 'SU aturdimiento
y el mío, la coincidencia de las
ilusioTtes y las realidades, mis preguntas,
sus respuestas, las promesas que nuestras
dos almas se hacían ... ; lo que quiso cada
uno decirse con las miradas reciprocas
de aquella tarde en la mesa; todo, todo
nos lo contárnos !
La ciencia psicológica ha tenido en
estos nuestros vehementes amores campo
vasto para aplicar sus principios y
sacar conclusiones.
Lástima grande no poderlos estudiar!
DAVR CUERITH.
VBBDADZS
D~~PEDaO SERRUCHO:
Al derecho y al .revés,
de frente y por los costados
no!\ tiene usté achicharrados
con su bendito francés. ·
Nada fuua que lo hablara
como la },a·nncia lo ordeQa;
pero es que uated, como •mena,
en pelillos no !!e pára.
Temblamos cuando la vetno ,
cuando la oimo111, Rudnmoto~;
y atónitos nos quedamos
cuando al frente la tenemo~.
Si quiere usted al criYtiano ...
si pecadora no es ..•
deje usted de haLh..r frnucés
y apréndase el castellnno.
« San té, mi amigo, bon soar ...
Comán sa va la famille?
Sa porte bien la ohiq u ille ?
A Jié, mon amí, ó revoar.ll
No me pasa á mi del buche
er.ta lengua ..• embi'Olladita,
¡si eso es francéR, señorita,
qoe.venga Dios y lo eAcuche 1
Piensa que acaso la eximen
de pecado sns encantos?
¡Sus dit~pRrates son tántos
que juntos hBcen un crimen!
Lo croayé vu? ¿N es pa vrc!?
¡ Yamos, hombre, diga: « uí,
todo lo dicho hahta icí
oet una gran verité I ,
)
y que otra vez no aca
nl fraucés, ni lo
N o cometa mó.R des
porq no no los toleramos.
¡Señorita, que le damos
con el texto en la nal"ioea
(Del .Diarw de Ca
Conmovedor y ... raro
Un periódico de Norte Amé
comunica la noticia de un in
dramático que acaba de etec:tu:ca
la Estación del Ferro'carril de
vania á Elizabeth, en e! vecino
de New Jersey.
Un individuo llamado Daniel
Ginlay, dice el colega, empleado
hacía varios aóos en la casa mci~IIQ
turera de Singer, contrajo mat
con una hermosa joven, Kate l7Jt2JII11ii0;'
gan, á la cual, según es fama,
apasionadamente.
El mismo dfa del matrimonio,
cos momentos dt!spués de la cere
los nuevos esposos, que se propq ..... .~~-Ja.-o _. llát.; ,~-:..-.,,"~"t.'l
al Niágara á pa~nr allí la luna d~·tt~liHlifl
se dirigieron á la estación del ca1itlli,..;;'
de hierro mencionado.
Esperaban en el andén la llegad
tren que debía conducirlos; falta n
gunos :nin u tos para el viaie, cftWIIIdl!t
J\1ac Ginlay tuvo la impruden
bajar los escalones de la plataform
ir á atravesar la vfa, corriendo e
mala suerte, que en el momento mi
en que se encontraba entre los 1
un tn:n expreso que llegaba co h
velocidad vertigino~a, no le dió t M
para hacerse á un lado y lo lanzó h
pedazos á una distancia de más de
metros.
La novia, al ver lo que sucedla,
tentó precipitarse sobre el tren,
las personas que estaban i su lado l
graron impedir una nueva ccatá
Pocos momentos después, vfcti
un ataque nervioso, era transpor
. su casa; ha perdido en absoluto
1
zón y se ha presentado en ella u
los más curiosos fenómenos: su f'Hl,.n.AW·
mía, de fresca y hermosa que e
tomado el aspecto del de una an
de setenta ados, y su cabellera h
blanquecido completamente.
Quizás sea éste el primer caso a~'•t:J;
ve de una mujer de veinte afto
\ ,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
L:A MUJER
ltaya pasado por todas
de la vida: solteta, jovi
u.da y anciana. N u evo
dio .encuentra la Fiaiolosingular.
~o Qv•••••
fresca qtte las hojas
as de roofo;
!P.UJ'8 y -embliagan\ar
arema do l"s ,lirios ;
b,)Ja ql.\e la gloria,
gr.,nde q1.1e el martirio ;
~erm~ que los sueños
,angel y del nif\o •
Pero muy mis variabl~ · '
Q~ . e· étrico ~tino 1 .
E ' RA.KOS G~
conti'abaJos, etc., acaban con el cabello
con una sorprendente veloc¡dad.
En concepto q~l citado médico, el
trombón es entre todos el más temible
enemigo de las cabezas peluda&, pue~ un
músico de trombón, al cabo de cinco
áños, ha perdido el bO por 100 d,e su
pelo.
¿Por qué el trotilbón hace tánta vlctima
mientras que el piano obra en sentido
contrario? El autor de la teorfa no
lo &abe: acción de las vibraciones é ·influ'encia
del timbre musical: todo puede
suceder: poco importa la causa exacta
si el hecho es real; y tan real es, afirmá
el célebre Esculapio, ,que para cOI\venferse
d~ sus doctrinas, no hay más que
Jpspecc1onar una orquesta.
- Sean ó nó ciertas las conclusiones del
profesor, brindan á lo meno~ la ventaja
' de prccurar un agradable pasati~mpb,
en los largos entreactos de las 1eprésentaciones
teatrales, á los que, á falta de
mejor cosa que hacer, rompeh el suelo
á bastonazos.
. , ~A •1tsictA
~ myaU;a ejerce. : ulla a~cióa manifiesta
sobre el sistema nervioso.. y el ¡iate¡
p~ JWrvi0&9 obra asimismo, sobre la
Pfl~lGlÓO QCJ aos teJidos; de ah{ qqe se
pPed&: QQnclui.r q~, dt un modo g~neral~@
.ÍJ¡)ÚS,ca post:te ~na influencia de~
.. iva r.qbr,e el ind.ividuo ñsiológico, y
más aún, que dicha injJueQcia se haga
Mntir .aoore órgaqos y parte$ del cuerpo
hlfmam~ qpe has~ hace po~o se con si.
derAJlan como ajenos á cier~;u ae~s~
~ion~ .
~~ .. á lo menOS!, •on las teorf~s de,
pa m~i,.;~ inglé4 de íama, quien ha
llqa~o. ~4q en ellas, á asegurar que
Ja nnísi~. según sean los iQsttumentos
q11e se tOQ~Hilt apresuran la calwicie ó
eoAI rv' la lo3anfa del cabello.
La 'nftuencia c!e l~s vibracione' mp·
~al~s so hace aentir en dos direcciones
opuestas, según el instrumento; a f,
p es, rniantra lo~jn&trumentos de cu~rd.•
previepen y detie.oen la caid~ del
p~ o l~• ·q~r m'atos .d.~ cobre ~j~rcen
~a, ~ Mqk;ioaa acc:ióll &Qbre el ~~.~,ro
qb~~o.-
Bl Pf&.IJQ y. el yipHo, p~o el piano
~r~ toJio, ti~n.eQ qn pPder conservackr
iD~Ji•cutible, de tal - a~erte que si se
.u vistazo i ~Q¡a f;olee<:ión de fotolfaf~
da pi~riiMas, llamará la atención
el f)far:rwllQ del c~bellq en e os ar:tist
)f. lo, mismo, ~on po~ difereoci~
p:uede decirso de lo$ tf.rp1stas, violonce·
W.sta~ 1 ,te.; en Q¡¡¡bio, los instna~entos
do (;opz• fOijlunestq'; 1~ p~qo", b•jo
,.
Oá '016Jt
Allá arriba el sol brillante,
Las e~trPUaa allá arriba,
Y aquí abajo lo• reflejos
De .o q\le tan lejos brill~ ..
Allí lo qne l\uaca aoaha,
.Aquf lo que al fin termina;
El hombre at.do aqn{ ab"jo
Miraotto aiemvre allá arriba.
Auousto FJtllllÁN.
A Ailft'1'A
Así tan bella, tan de los cielos,
En mis delirios te pr&Rentí;
\ Eres )a dit>sa de mis anhelos •••
Y á qniéro glor" ~ólo por ti!
Era mi vidB nnche de fnvi&rna,
Mi alma lln abiHmo de BOléaadJ
Y al ver tua ojoa de Anget, me cierno
Por entre oieloe ae claridad 1
Tns tlf.ll'Oit cjos fueron la a f91'&
Para mi• aoehea de hortor feb.til ••.
1 .Así tao pUflt, tan aoñadara1
Cual tú 6tJlMna, bella y gentil,
Aa4 es lt reina que he cQ4i.ciado
Para e& te trono d$1 a~ón:
Y o soy tu paje que enamorado
Te ofrece el abaa pPr 9blacj.ÓA 1
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJE1it
Mandé y ordena, q11e yo me afano
Por tus capriohps obedecer;
En tu pr~sencia, de dicha uftJno,
Siento mis :fibras estremecer !
En cambio dejR que de tus ojos
Un lampo robe de beatitud;
De!i~pué~t ferviente caeré de hinojos
Ante el santuario de tu virtud.
Yo estaba quieto: dormía tranquilo
Viajanrlo en alas de la iluRión,
Cuando un intruso llegó á mi asilo
1\'Iagnetizando mi corazón •..•
Y el Ct1pidillo tan avisado
Me ha sorprendido t;Ín dar cuartel:
lfe dió su cáliz acibarado,
:Me dió su cáliz de rica miel.
Con mil dulzurM, con mil caricias,
Raegóme el pecho sin vacilar;
Dióle á mi alma raras delicias,
• De afán extraño me hizo tcmbiBT.
Con indelebles tintas de oro,
Dentro mi pecho te retrató,
Y desde enton\!es padezco y lloro,
y desde entonces te adoro yo r
Por eso sufro, niña adorable,
Con Jos delirios del frenesí.
¡ Deja que mi alma de amore1 te hable
y algún suspiro lanza por mí r
Rootuo Co:ttTis.
Junio de 1896.
COKrJ1&ZX'OJAS
SOBRE LA EDUCACIÓN DK LA
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER
la conquista era el
engrandecimiento en
guerra el único camino
la ·esclaYitud la .institueralmente
jJ'econocictal y
el despojo del vencedor
la belleza, la ciencia,. · iban
· cauti~os á la gran ciu,
esclava griega que cantaba á
y ocaba la lira dulcemente,
capricho de su amo, el sotda-cuado
ebrio de vino y de
buscaba en eito sensación mayor-
(eontinuará.)
••v• &z.•••
DE .JOSÉ ZORRILL•)
Yo soy . p el arroyo;
. detde que brota,
.por do va. e~ cada hoyo
de~ u 9a gota :
que •• mi deatino
. d • so• del alma
por mi-oamino.
Yo aoy como la abeja
que en loa roaalea
toma la miel qué deja
lu,go en panales;
y i au colmena
del dulce de l•• 1lores
ai$Dpre va llena.
Yo toy como la1 nubu
que loa vaporea
derraman heahoe lluvia
19bre lu 1lore•;
DlÍ alma el UU •YUO
que miel vivrte en lu almu
que eDOuentra al paao.
av•.a.•&az• A
(A A.lejandto Ver'
Siente. el alfiler que te alravieaa
t: en lenta QOnvulai6n la vió exhalas,
Mu 1~ muerte, que en mfaera pavaa
Tóao .ld toma, A ti te deja ilea: .
No deetruye Di el polvo de tus alu l
-Dime: .¡por qué la virgen au bermoeura
!fea cu-~a como tú, cua.od9 en la cabna n-. la mu~ reposa ?
-Porque impura
v; al oriaol de la negra eepultura,
Y JO TeDS9 de ~lli, ¡ 7.0 aoy el alma l
. . JVLIO J'J.CSaas.
PINSA1llENTOS .EN UN ALBUK
(TRAbtJCibO bBL C J'iGARO :»)
La mooa, corno amo ~ nace de todo
y m u ere de nada.
'La ~delidad pqHtica es el 1\ij,o de las
gentes sin ·acnbicióo.
Retirarse no' es huír.
Se tienen· siempre veinteatios ert algún
rincón' del corazón.
BARÓN DE N ERVO. .
AD.Se4ota
Sobre una cuestión de gramática disputaban
dos .necios en un convite.
El uno sostenía que se debfa decir al
criad(): dame de beber. ~1 otro: dame
t¡ul beber. Una seiiora que escucll•ba
la disputa y que no debfa ser rana, la
cortó dic:lendo:
-Creo que ninguno de los dos tiene
razón, porque hombres como uttedes
lo que deben decir es: Llévame á beber.
OBAaASJA
Hi primera es aquelJo en qne 1• via&a
Máa lejos se dilata,
Donde ee ve la reina de Ia noche
Mu bella y mú galan•
En doode el eol au dilop más hermoso
Ostenta en la mañ~,
Y al deapedine dej" del viviente
El alma eotuaiumada.
De un aoimal cuero ea fem~ino,
Mi degonda y ml cuarta,
Bl entre laa d011 mi tercia ae interpone,
Laa trea forman palabra,
Localidad ó uea\o favorito
Du pereona con vuoltae coloradas.
Y •i prouauoiaa fuette mi tetcera,
Y aiíadea aún mi oaarta,
H•r*n lee dos UD nombre .conocido
Que quisiera• tener po• abogado.
Uaa m••jer de bJblioo recuerdo
Ea mi pri~JM~ra 1 cuarta,
Y por último, caro lectQr mfo,
En mí todo deacanaa ..
Ea el nombre simp6tico y precie10
Oon que una flor se llama:
Bl de Tariae augustas majeatadel
Y ~1 de lindas mucbachaa ~
Solooióo á Ja charada del DlÍJDero an.
terior: Bncamación.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"La Mujer - N. 52", -:-, 1896. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687058/), el día 2025-07-06.
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