LA MUJER
Directores: RIJ y F AR
SERIE III ~ Bogotá, Abril 15 de 1896 { BUM. 41
LA MUJER
UN EDITORIAL
Distraídos con nuestras muchas
aunque poco productivas ocupa ciones,
e~tábamos hasta la víspera
·del día. en que debiera salir
el presente número de estA. hoja,
cuando casi á última hora, á tiernpo
en que debiera estt r listo todo
el rnaterial en la imprenta, nos
acordárnos que tcnía1nos que escribir
algnt a <.:osa para edito1·ial;
}' aunque buse:imos y rebu cámos
en nuestro ccrcbt·o la tn~üeria soBre
que debiéramos cseribir, no
dimos al fin de tnuto cmpeilo con
na base siquiera para hacerlo.
Disgustados con esa con tar.ie~
dad, nos rlirigímos hacia el puen~
te de San Franciseo á tomar puesto
en un carro del tranvía para ir
á Oha inero á una diligencia urgen
te y vol vernos pronto para
ver cómo sa.lían1os del aprieto.
Casi media hora es tu virnos es perando
que partiera el carro, y
cada minuto que pasaba nos parecía
un siglo, pues no contábamos
sino con dos horas para la
ida, la diligencia y la. vuelta.
Al fin partió el carro, no sin
haber dado gran trabnjo á las po~
bres mulas para arrancarlo con ineo·
lencia, porque si se me obliga á hablar
....••
--¿Qué?
- Qne sería peor para todos, y espe-cialmente
para el sef1or Presidente.
--¿Qué quieres decir, miserable?
-Que un socio del Circulo, muy ín·
timo del Presiden te ••••
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LA MUJE:R 323
-¡Insensato! ¿Serías capaz de acus~
r Al marqués de Valteneuse? dijo el
conde, sonríen do desdeflosamen te.
-¡Oh! Si me obligáis .••.. Sabedlo,
vuestro padre es quien, desde hac~
cinco nflos, trae todos los días en un
bolsillo del gabán los naipes marcados.
-¡Pruebas!
-Que se vaya al vestíbulo y se re-gistre
el gabán de M. Valteneuse. Precisamente
no he retirado aún los naipes
que debían servir manana. Algo debió
pensar el padre del Presidente, puesto
que, alegando una excusa fútil, quiso
ver á su hijo. Pero halló á éste tan
tranquilo, con tánta. insistencia le rogó
se retirara., que al fin hubo de hacerlo.
III
Un fl'fo mortal se apoderó del conde
de VaJteneuse; no obstante, queriendo
confundir al criado, fue á buscar el ga·
bán de su padre.
Pero ¡ay! aquél no había mentido:
nn bolsillo interior del abrigo del marqués
contenía un paquete de barnj s
iguales á las denunciadas.
-Y bien, dijo el criado irónicamente,
.¡hacía mal en no querer delatar á
mi cómplice?
El condE', lleno de vergüenza, dejó
caer la cabeza entre ]as manos. Después,
como hombre decidido á obrar,
se irguió y dijo al criado infiel:
-Comprenderás que de todos modos
serás arrojado del Círculo ; pero yo
consiento en no entregarte á la policía,
y además en entregarte una letra de
cincuenta mil francos, si consientes en
tomar inmediatamente el tren de la
frontera y prometes proclamar en todas
partes y ante todo el mundo, que el
culpahle es el socio del Círculo que yo
delataré ante todos y en plena sala de
juego.
-¿Queréis hacer caer la responsabilidad
sobre el joven Mauricio de Roncareta
? replicó el criado. Esto es infame;
pero ¿qué importa? Yo estoy
perdido al obrar de otro modo ....
Consiento: podéis contar conmigo.
IV
Un cuarto de hora después, el conde
e Va1teneuse, habiendo pasr.do algún
iempo solo, encerrado en su despacho
articular, volvió á h sala de juego.
enía el nudo de la corbata deshecho,
s cabe1los en desorJen, los ojos encen-didos
y el semblante pálido como un
cadáver.
Un grito de espanto brotó de todos
los labias.
- Valteneuse, ¿qué es eso?
-Esto eiJ, seflores, que me he hecho
justicia .••• Había creído que mi delito
na se descubriría; pero mis esfuerzos
1
han sido vanos .••• un criado me ha he·
cho traición.
-¿Qué queréis decirP
-Que soy yo quien marcaba las ba-rajas.
Y con voz cada vez m á& débil con tinuó:
-Era preciso hacer pronto esta confesión,
porque voy á morir.
Y aproximándose al viejo marqués,
a11adi6 :
-Padre, perdonad me el disgusto que
os doy, ¡:>ero un ValteAeuse no puede
sobrevivir á la deshonra ...• He bebido
todo el contenido de la botella de láudano
que llevo siempre conmigo, y sólo
me quedan pocos instantes de vida.
Los socios del Círcu Jo, sus antiguos
compafieros, abandonaron el salón lenta
y il ncios mente.
El martJués de Valtenenee estrechó
á su hijo entre sus brazos.
-¡Jesucristo Y ¿Qué has hecho?-gri·
t6-; víve, hijo mio, víve, y me descu.
brirc yo mismo!
-¿Vos, senor? ...• respondió el conde
. .•. vos no tenéis derecho, porque
tenéis un hijo ..•• mientras que yo ¡yo
no tengo ninguno!
Diez minutos después habi a muerto.
A. EMERIO.
¿POR QU1a
Sí sabes lo que pienso cuando escondo
Tu recuerdo en mi mente softadora;
Bi sabes lo que busca mi alma ardiente
Cuando la invaden del amor las olas;
Si tú has so fiado lo qlie yo he sollado;
Si ttí has oído, como yo, esas notas,
Resonancias de músicas lejanas
Que vibran en regiones misteriosas;
~i tú has sentido como yo he sentido
Volcarse el corazón hora tras hora;
Si sientes en tu pecho los oleajes
De un océano de amor que se desborda ..
¡ Po17 qué no esta11a la pasión ferviente,
Tempestad de las almas que se adoran?
d t>or qué calla, cobarde. el labio trémulo
Y las manos, convulsas, no se tocan!
!'B.A.KCISOO A. G.umOA.
ccauoauo).
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324 LA MUJER
OOMIDAS
(Continuación).
Los vasos de la mesa de los antiguos
recordaban tal vez glorio::as y queridas
remembranzas á la memoria de los comensales.
Vi rgilio, descri bietido el convite
qne dio Dido á Eneas y sus cotn·
pafíeros, dice:
Tifíe soberbia púrpura los pafios
De exquisita labor. l;obre las mesalil
· Brillan de plata loa crecidos Vtlsos,
Y de prO[JenitoTes los ilust·res
Hechos de armas, en oro cincelados,
Cuya prolija serie, desde el tronco
De la antigua familia continuando
Por ln prosapia toda se extendía.
IRIAR'rll:.
Era ciertamente uso mny plausible
aprender loA honnosos hechoR de la
histo11ia p:í 1 ia comiendo y bebiendo.
~os habit~ mtea de la India, <.mando
boh n, dejan caer iempre•cl licor cou
el va so susp ~ ndido, de modo qtao ¡no
toque a los ·labios ó di e nL~, er .yondo
neciamente quo E'U cuu b éto podda comuni
car alg t1ua vit tud n aléfi • .
J.JOS reyes ae N igricia, ocbiendo,
dejan caer por lo .lar~o . do b b ;nba la
mitad a el licor, eom pla.cíéndoec en ver
cómo corren estos delgados (·h o rros de
vino; ancicdad á la qno üan clllombre
de magnificencia.
En Italia, Eraneia, E~pana y otros
países, se come y bebo alternativ a m onte;
en d Jwrt~ de Enl' pa y en los
puebh r i ,. nta es. se bebe solamente
despué:-l de la comida.
Puédesc perdona thlos pueblos scp··
tentrionale~ ·l ,ueo do dota·eti&· y entibiar
en e 1 hi víérn•> el agna para bebN·:
la natnt1deza ¡ a rece i m poncrl'-'s esta
oblig ·~ción; mas no es fácil conipren
der cór w en l s ·p»ÍS€8 · temíplados h!tya
podido iutro rmirso la costnmbré Cie
beber agna til)ia tr)do el año,.lo qn
dn ró por m nchos siglos en va rías naciones;
· ('rre á su e3rrito~·io y toma un revólver;
pero antes de quitarge la vidn,
vuelve á ohservar á su mnjer, ti qnien
encuentt·a de la mismtl manera. La
estrecha cntr~ SIJS brazos, la llel)a de
cariCias, y después de dt.rle un po~trer
beso en la frente, levanta el gattllo
del arma fatal y so dispara en el pe·
rhn.
Al ruido del disparo ella vuelve en sí
y exhala un grito de horror.
Los criados aparecen y quedun estupefactos
ante semejan te escen:l. . . . . . . . . . . .................. ,. ... .
* * * Han pas::ldo quince días, de los cua-les
hace ocho que la espoea no ha entrado
á la pieza donde yace enfermo su es·
poso, porque los médicos que lo asist~•
se lo han impedido. Al fin estos m1s·
mos, espontáneamente, la invitan á ha·
cerio.
La fiebre in tensa que E e ha apoderado
de ese bon1 bre de noble y hermoso aspecto,
no ha. podido borrar en él su
simpática figura ni hacerle demostrar
más anos de los treiuta y cinco que apenas
ticr e.
En el momento en que su esposa en·
tra á viai bulo, se halla aletargado por
la fiebre que lo cor:sumf'. Su frente arde,
y de cuando en cnando se le oyen
pronunciar palubras y frases incoheren·
tes, y el nombro de su espos·1 á cada
instante. E ta Re acel'ca al }(Icho muy
quedo, y baflr11la en lt1grí mas posa sus
lubios llenos de amor eu esa frente que
quema. El ubro 1 s ojo3, reconoce á su
cepo~a. la n.braza, y derramando tambión
abundantes lágrimas, y e~trechá.ndola
contra su cortiZÓ 1 la suphca lo per·
done. I,e viene Ull momento de lucidez,
y durante éste le dA varios consejos y le
hace algunas recomendaciones. Por úl·
timo le die•}: '•Tóma de uno de loa bol·
sillos de mi vesticlo una carta y un clteque
que e·1 él se encuentran, y cumple
Ol:tt·!ctamente, después do mi muerte,
con lo que orJena di(. hA curta."
La joyen esposa Ee retira precipitadamente
del lecho de su mnrido, ee acer·
ca á"un ropero, y ea,•tmdo la carta d~l
boJ si llo do un frac, la abre y lee lo 81·
guiente:
"Mt estimado N.
Como he dicho á usted en varias ccasiones,
mi pttdre debía al do uste•i mLL·
chos é imporbntea servicio~, que jamás
pudo p:•g rle.
Det. tro de t1 es días partiré para Enropa.
Soy, como usted lo sah:, su.fi.cientemeute
rica, y antes de parttr quiero
hacer un regalo al l>rimer fruto que
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LA MUJER 327'
tenga usted dd su matrimonio, y de
qu1en des ~ aría ser madrina.
Le scompat'io, pne3, un cheque por
valor de diez mil p o eo~, cuya suma, junto
con sus intere~es, lo será ontrrglda
á. ~uien correspGnda, cuando haya
oum plido la edad de qu ince anos.
Ptirdone usteJ mi atrevimiento y
mando á su vordariera amiga, X."
Una fue1 to convulsión nerviOsa se·
a poder\ de la desgraci a da sctl orcl; la
carb se lo cae tl u las m:-1uos apenHB acaba
do leerla; se arrodilla al pie del lecho
de su esposo, Jo inunda en lágrimas
y le suplica mil veces al enfermo
la perdone.
Clama al cielo con desesperanto3 gritos
por el r eatablecimien to de la salud
de su noble esposo á quien, en momento
fatal, había creído infiel; y cae desma.
yada nl pie del lecho ...•
Cuando vuelve en sí, exhalabt\ su ma·
rido los úl times alíen tos de su vida. . . . . . ... .... ............. ......... .
* * *
Algo má~ de quiuco anos pasaron
después de Jos acontecimientos que acabamos
de referir.
La joven viuda era entonces amiga
nuestra; y su hija Julia (que así la llamaremos)
era una encantadora nina de
cerca de quince abriles.
Invitados por lll viuda para acompa·
fiarla á hacer la. entrega do la hacienda
que había vendido, sentados en el tronco
de un árbol contemplando las ruinas
del hermoso edificio en donde ella saboreó
su felicid~d por tan po :. os días,
nos hizo la relación de Jos hechos que
nuestra pluma acabu de trazar, y que ea
fiel copia de lo que ella no3 contó.
Con el producto de la hacienda, que
en ese entonces se hallaba completamente
abandonada, quería ponerse una
pequefla 1·enta para poder vivir pobremente
con su hija.
Los diez mil pesos y sus intereses en
quince anos loa habían destinado ambas
á obras de b2neficencia.
De esta manera quiso esta noble senora
borrar las faltas cometidas por
elJa y su marido; y alguna vez nos suplicó
escribiéramos esta historia que,
según sus palabras, puede servir de
ejemplo á muchas esposas que se dejan
arrebatar por los celos y engaflar por
hB apariencias, y aun muchas veces
aparentar lo que no sienten.-RIJ,
NoTA. -La viuda é hija que figuran
en l1 an torior historiH, y que hoy d uermen
el enetlo de la muerte, enj ugar0n
en Bogotá muchas Iágrimad é hicieron
gtandes beneficios á los uesgraciadoa.
OONFBRENOIAS
SOBRE L\ EDCOAUION DE LA MUJER
POR MEDARDO RIV.A.S
.(CoDUnuaclón)!
L1 bfiroaesa de Stael, hija del financist:
l Necker, Ministro de Francia, que
floreció á fines del uflo pasa1io, y que
no sólo fue escritora de primer orden,
sino también m njer hábi 1 y do grunde
influenci!\ en la p )lítica do su patria.
Discípula de Goothe y de Schiller,
los primeros poetas alemanes, estudió
y ap r endió aquella litoratura y la trasplantó
á. Francia, en donde apenas era
conocida. H tt.blaba con eleg nciN, precisión
y elocuencia; y a u salón era el
lugar en dvnde so reuuí u n todos Jos
RR.bioa, lo s nrti .. ta y lo3 literutos de
Francia y del mundo entero que iban á
París. En sus obras se encuentra el genio
elevado á altura sorprendente, al
mismo tiempo quo uua erudición ya ..
riada, delicadeza exquisita y gran conocimiento
del mundo.
Escribió la. novela que ha sido más
leída por las mujeres, y qua ae encuentra
traducida á todos los idiomas modernos
: Corina ó la Italia, obra llena
de verbo, en la que cada trozo es un
verso, y que encierra una exacta relación
de todos lo3 monumentos de Roma.
Después de pu blícada e6ta novela, en·
teramente poética y fantástica, hizo un
vitje á Alemania, país entonces poco
conocido de Francia en sus costumbres,
literatura y tendencias; y al dar á luz
su obra de La Alemania, ávido el público
corrió á buscat· otro nuevo romance;
pero rechazó la obra, creyéndose
ongatlado, porque era un estudio serio
sobre las condiciones sociales de ese
país, su política, sus recursos, sus fuerzt's
y su porvenir. Poco leida fue por
el pueblo francés, pueblo ligero y superficial;
pero si esa obra hubiera sido
desde entonces estudiada cuidadosamente,
Francia habría dado otra dirección
á su polí tic1, ó no habría sido
dolorosamente despertada en 1871, para
conocer la superioridad de la nación
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828 LA MUJER
rival. Napolfón, que, como todos los
déspotas, quería vendar los ojos de los
pueblo~, proh1b 1ó la circulación do la
obt a en Ftancia y . concedió el honor
del deatifrro á la baronestl de Stael.
Más tarde madama de Genli~, cuyo
nombre debéis aprender á l- 'ronunciar
con venert.ción, porque ella consagró
los recursos de su ¡:;oderosa inteligencia
á la educación de Ja muj t r, con carino
y solicitud propios de madre: que
nació en 1746, y que fue encargada de
educar á ]a hija de la duqueea de Char·
tres y al joven Luis Felipe de Orleans,
proclamado Rey en 1830.
},ccunda escritora, qne t>rodujo más
de ochenta obras, toclas admirables ror
su estilr, su moralidad y el útil objeto
á que las consagró.
(Continuará).
Duelo.
El día 9 del presente, en la población
do Villeta, adonde se había tras·
ladado en busca de mejoría, murió la
muy estimable scflora D. • Cleofe EEcobar
de Abello. Enviamos á su fnmi·
lía y demás deudos nuestra expresión
de condolencia.
" El Pincel,"
jmportante periódico que ae edita en
San Cristóbal (Ven'zucJn) y re iacta.do
por el inteligente e critor colombiano
sefior D. '1\:odosio V. Sánchez,
trae en su número del 2·1 de blarzo último
el siguiente suelto:
"La Muier. Este simpático y ama·
ble colega, compatriota nuestro, nos ha
:favcreci<.lo con marcada gulanter1u, ~iaitándonos
puntualmente. Agradecemos
su exquisita cortesía y Je enviumoa
nuestro saludo y felicitación."
Sinceramente reconocidos quedamos
al simpático colega por sn galante y
espontáneo S11ludo, y gnstosos le üfre·
cemos las columnas do nuestra humilde
hoja.
''El Ciudadano"
es el nombre de un nuevo periódico
liberal, que se edita en esta ciudad y
cuyos Directores son l<'s _s~flores Alejando
T 'rres Amuya y RmllHmo Forero.
Su primer número, que está engalunado
con el retrato del benemérito General
Pedro Soler Martíhez y con muy
importantES artículos literarios J ae
ocasión, ha viEitado nuestra oficina. Deseamos
nl nuevo colflga, como lo mere ·
ce, muchos laurel(s y larga vida. Con
mucho gusto corresponderemos á su
canje.
Mejora y solicitud.
Pensamos en dar may·or ( nsanche á
nuestro pe1 iódico, del número 50 en
adelante, y mejorarlo en cuanto nos se.1
posible, para lo cual nos hemo3 puesto
yá en relación con algunas casas editoras
de Europa con el objeto de ilustrarlo.
Necesitamos la cooperdción de algu·
nas s efloras 6 sefloritas que quieran servirnos
de Agentes, tanto en la capital
de la República como en los Departamentos.
Pagaremos por ese servicio el diez
por ciento del producto bruto.
Acertijo.
Se en cuentra en casas y tiendas,
En castillos y palnGíor,
En tierra, mures, es¡ acios,
En comid t s y meriendul3.
18 lo mira á un t ie m1 o mismo
En JasLimosa pobr za, .
~n cxceciva riquoza,
.li~n 1n a ltura y el abian: o.
Va en huracanes y en alRP,
Aunque no es cosa q le ruela ;
Se lo encutntra. siempre ·n vela
En las alcobas y ealns.
Aur que t:tá en llamas ardiendo,
No puede JU \: tt- rso en fuego;
Y aunque jamás entra <·n juego,
En barajas eo est,\ viendo.
DEORETO NUMERO 161 de 1888
(17 DE FEBRERO),
sobre pn:nsa.
(OO!ITJNU..t.QIO.K)
malla, pn blical'á sola.men te Ja noticia
de haberla rccib;ao, y JOdrá, baj o su
respons abilidad, suspender la inser~ión,
dando aviso inmedittto á la autoridad
administrati"a com potente.
Art. 18. Enterada la· autoridad de
esta ocurrencia, designará un censor
que, oídas las partt s, d(cida la furma
en que la explicación deba publicarse.
(Continuará)
Imprenta de LA Luz, calle B, Dlfmero 70, a!)Utado 160,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"La Mujer - N. 41", -:-, 1896. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687046/), el día 2025-05-05.
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