LA MUJER
Directeres: R1J y F AR
SERIE Ili } Bogotá, Marzo 11 de 1896
LA MUJER
VERDADERA TRISTEZA
Sí, verdadera tristeza, además
de vergüenza, da el que, en un
periódico literario y dedicado al
bello sexo, tengamos que hablar
respecto del desaseo de Bogotá y
de algunas otras condiciones ente.
ramente reprochables de esta ciudad.
Pero es tanta la desidia y tan
poco ó ningún caso se hace de lo
que se dice eu to os los periódicos
acerca de esto, que creemo~ necesario
calcar y recalcar sobre
materia tan importante, para ver
si al fin se pone remedio a tan
grave mal.
En nuestro número 27 de esta
hoja dijimos que la mortandad en
Bogotá es una cosa terrible, espan
tosa ; y podetnos pro bar con
datos estadísticos que es la ciudad
más mortífera del mundo.
De adrede, al hablar sobre este
asunto, pusirnos de mote á nuestro
articulo Mortandad, y no Mor·
talidad, como parece que debiera
ser, tratándose del cómputo de las
pérsonas que mueren ordinaria y
naturalmente ; pero como en Bo;
gota, debido á su desaseo y malas
condiciones, tenemos, lo menos,
ocho ó diez epidetnias al año, que
a~rrastran á la tumba multitud de
víctimas, ya no cabe el usar lapalabra
Mortalidad; porque ya está
esto fuera de lo natural y de lo
corriente; hay, pues, lo que en
realidad debe llamarse Mortandad.
Al ocuparnos nuevamente en
este asunto, que es de vital im·
portancia, lo hacemos con el objeto
de suplicar á nuestras ama·
bles lectoras pongan en juego
sus muchas y poderosas influencias
con sus relacionados, con las
autoridades, y en fin, con todo el
mundo, para que se tomen serias
medidas y 5e dicten rigurosas 6rdenes,
que deben hacerse cumplir
sin contemplaciones de ninguna
clase. ·
La viruela, el dengue, el tifo, la
púlmoni~, los males de estómago
y otra multitud de enfermedades,
hacen hoy de Bogotá un gran hospital
; y si no se nota desfalco
en el número de sus pobladores,
es porque constantemente se están
reemplazando con los muchos forasteros
que entran diariamente.
Día por día se ven las calles
más desaseadas, las casas más inmundas,
el aumento de mendigos
sucios y hediondos, la mugre
y descuido en la plaza de merca·
do y sus alrededores, la falta ae
agua, la falta de alumbrado, y, en
fin, tantas otras cosas que hacen
completamente insalubre la capi·
tal de la República.
Nos creemos, pues, en el deber
de llamar nueva y seriamente la
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258 LA MITJER
ntención respecto de lo que estnmos
tratando, por supuesto de:1n·
don os vergüenza el que fuera de
Bogotá, pero principalmente en
el Exterior, se vean estas · líneas,
que no darán muy buena fama á
la Atenas de Sud-Américn.
El señor Alcnlde de la ciudad,
con motivo de ln viruela, ha die
tado en estos últimos días un itn ·
portante decreto sobre 1a materia,
que estamos todos en el deber de
acatar y hacer cumplir estrictamente,
pnes de lo contrario, como
hemos dicho. en otra ocasión, Bogotá
se hará completamente inhabitable.
LAS MUJIJREIS Y LAS NOOBES
Nada sucede.
El calor que da vida á los roptiles y
anima á loe insectos, parece qué ha helado
los acontecimientos.
Este frío del verano es inSOJ:'Ortable.
Las gentes se encuentran, se miran,
18 saludan, y siguen su camino con
triate indiferencia. No tienen nada qué
decirse.
Exceptuando ~1 dinero, nada hay en
la capital de la monarquia que inspire
interés.
Pero hay en cambio dos cosas agradables
: las mujeres y las noches.
Las mujeres de Madrid y las noches
de verano se parecen en lo ligeras.
Se favorecen recíprocamente, como
si hubieran hecho convenio mutuo.
. De noche todas las mujeres son más
hermosas. Entre mujeres, todas las noches
son más bell~a.
La nocho le dice al hombre : '' Duérme"
; la mujer le dí ce "Suéfla."
La noche está llena de miFterios, v la
mujer de secreto~. ...
La noche desaparece ante. la luz del
dia, las mujeres ante la realidad.
Las unus lisonjean nuestu\ fantasía;
las otras ad u hm n u ectros et n ti dos.
Al través de esto vidrio mágico que
]a noche pone delante de nupstros ojos,
todo lo vemos didtitJto de como es. Al
que mire por los ojos de una mujer, le
aucederá lo miamo.
La nocho nos quit.a la 1nz, y las mu·
j· rPt· ):)OS cif gtm.
Nach más tHribfo qne un:~ noche da
insomnio; náda m~s C1uel que una mu·
jer quo no nos dejtl sotl:lr.
I,jas estl'ellas CC{l hllean en el cielo,
cou~o Jas miradfls en los ojos de una
mujer hermosa.
Así como vulgarmente se dice: "Da
n óc ho todos los gatos son pMguutó el poeta que do dónde sacaba
1dens tan extrüvagantes, anadiendo "que
laa orilJaa del río enln bnenas parn Jos
patos, los pescadores do cana y las la·
v~nderas; que dejuba 5ntegro á los serenos
y á los pustorea el d~recho de ver
despuntar la aurora, cs_pectáculo jamás
pr.eeencia.Jo por él, q ne habb preferido
siempre estar á esa horn roncando como
nn bienaventnrado; qne el roüío des·
lustra la~ botas y constipa; que el aol,
al salir, no calienlú en invierno, y s fo ca
en verano; que las avecillas S"· n más
tiernas eu la cazada que cantando, y,
en fin, que la mnjf'r ha nacido para
en ídar de la casa y la ropa, y nó par!l
1
1
corretear por ol campo."
Eato dijo el autor de aquellos V<·r6Ds
que tanto entusiasmaron á CJotildc, y
que la hicieron enamorarse locamente
de él, despreciando á zafios y vulgares
adoradores; versos que tantas veces te·
citó en sus auenoa de joven enamorada,
por creerlos nacidos del fondo de un
alma elevada y poética.
Desde entonces, én lugar de recitar·
los, se pregunta melancólicamente á
cada instante:
"¿Pero por qué diráu que.,.el,estilo
es el hombre?"
N..lKE.NS.
Alivio á las mujerea
Sabemos que algunos tluenos de imprenta
de esta ciudad, en vista. de la
escasez de cajistas, están pensando en
colocar mnjercs para este oficio. Esta
idea nos parece magnífica., y la apoyaremos
en cunnto esté á nuestro alcance.
El aprendizaje se puede hacer en poco
tiempo, y una cajista 6 tipógrafa puede
ganar perfectamente de treinta á sesenta
pesos mensuales. Yá en 1884 hizo la
imprenta de La L11,z el ensayo, por iniciativa
del senor D. Aristides Mediua.,
y á no ser por la guerra de 1885 se hubiera
implantado definitivamente ése
progreso entre nosotros, pues los resul·
t~doa que se obtuvieron fneron excelentes.
Saludo
Gnstosos Jo enviamos al senor doctor
D. Robert) Gonzále7., notable y distinguido
cirujano dentista de esta capital,
que acaba de regresar de los Estados
U nidos de N orte-Amél'ica.
Preciosa improviaaoi6n
Hallábanse varios poetas reunidos á
la mesa en especial convite. Cada cual
había recitado alguna composición 6
improvisado alguna. cosa.
Uno de ellos necesitó la ~a.l, v hf~biéndola.
pedido 'su vecino, éste Jé presentó
el salero vacio, á. lo cual nuestro poeta
le dijo: "Salero sin sal, si nó " ....
Oída esta frase por los demáe, se la
pusieron como pie para que improvisara
algo. Y casi sin pensar hizo la siguiente
octava:
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LA MUJER 263
La mujer que da en querer
Para tod·J tiene S1\l:
Es salero us.iversal
El amor de una mujer.
Mas si da en aborrecer,
No tiene sa1, diré yo.
Salero con sal, si quiere,
Salero sin sal, si nó.
Serm6n ouák,re.
Nuestrl\e lectoras subeu , que en ~sta
secta predican también las mujeres, y
para que por ol hilo so pueda sacar el
ovillo de su oratoria, hé aquí parte del
eermón de nua cuákera.
Hermanos míos: tres cosas hny que no
me sé explicar. La primera, es que sean
tnn tontos los muchachos, que tiren
piedras á los árboles para coger la fruta,
cuando si la dejasen sola, ella misma so
caería á las manos. L~ segunda, que
sean los hombrea tan malvados, q u o
Tayan á la guerra á matarse unos á
otros, cnando ¡;or e1 solos han de morir;
y In. torce a y última, y la que más
me confunde, es que scl\n tan bob os los
j6ve11ea, que vayan á bu cur á I.~s m uchachas,
cuando si se estuviesen quietos
en Bus casas, ellas irían á buscarlos.
OONFEBEJNOIAS
SOBRE LA EDUOAOIÓN DE LA MUJER
1-'0 R MEDARDO RIV AS.
(ConUnuaolón}.
IV
1 lHrtir sublime en cuya noble frente
La luz ardió del genio y de la gloria;
:rior entre brezos, perla entre la escoria,
Aotro de honor perdido e.n el Orlent~l
Sólo un recuerdo guárdate en la mente;
Sólo una línet1 tienes por historia;
Quizás tu nombre olvide y tu memoria,
La historia misma de tu misma gente 1
Si al través de los siglos y los mares,
Be alzara tu figura culminAnte
De Byrsa, Partenón 6 el Capitolio,
Serían nuestros pechos tus altares;
Que para ajenos héroes, de diamant~
'flene la historia nombre, altar 1 sohol
V
¡Pero eres nuestral Tu sentir intenso
No acierta el corazón de tus hermanos;
Ni alcanzan hasta el ara los enanos
Donde se q 1.1ema á ~u memoria incienso.
De ingrato olvido con el velo denso
Querrán cubrirte las plebeyas rr.anos;
Mas no podrán ni ingratos, ni tiranos,
Ne¡ar tu nombre al :>orvenir iD.menao.
Tu historia es un poema de heroísmo,
Tu imagen una estrella columpiada
En el cielo sin fin del patriotismo 1
1 Tu muerte fue el rescate de Granada,
Y tu sangre sirvi6le de bautismo,
Tres cenmrias después do esclaTi2sadal
VI
La luz del rayo iluminó la Mcena
Del postrer siglo en la postreri hora,
Cuando en cien tronos ee asentó Sefiora
Lu. hija de Olovis, Náyade del Sena.
·Mas de su orgullo 1 de su gloria llena,
Ensangrentó de 14ibertad la aurora;
Y bajó del dosel de vencedora,
Fija en su cuello bárbara caclena.
Entonces quiso por su brazo ro"'
Ver á su planta la cadena infame,
Noble patricia, inuépida Carlota;
Mas ¿quién habrá que por rival aclame
A la que muerte da como amaeontJ .
De la que, mártir, al morir peJ"dooaf
vn
La prole audaz del vástago de Rhea
Que estrecha se sintió de ocaso á oriente,
úuya águila caudal marcó eu tu frente
De cicu monarcas la ui'ia gigantes.
El twno echó de pábulo á im tea,
Roja del Tíber viendo la corriente,
Lanzando á errar entre enemiga gente
Del sexto rey la impúoica radea.
Mas si en pos la ciudad ca~itolina
Cubr1ó con el pendón repubhcano
La afrenta de su altísima heroioa,
LuoaEoahirióal raptor, mas no al tirano;
No por Roma murió; murió Tengada~
POLIOABPA murió por ]j«)-(}-ranadfl/
vm
.Doblóse el muro de Bethulia un día
De hercúléo brazo al ~rcutir tonante,
Cuando el reino de N1nive gigante
Del Tigris hasta el B.>sforo crecia.
Mas al gemir de la Ilación judía,
Jehová aplacado revolvió el semblante;
Y entre las piedras resbaló temblant.e
Del jefe asirio la cabeza impía,
Judith y Pola ahogaron los tiranoe
En abundante sangre derramada;
Mas, derramada por contrarias manoe.
1 Siempre con sangre .Libertad ~~prada 1
Mas ved comprarla antígues y cnstianOI!
Judith inmola; Pol& es inmoladal
Levantar en vnestra mente la ima~
en brillante de la mujer, ha sido mi
nnico propósito al haceros esta relación.
Estas mujeres no son de nuestra
época, nada tienen d; común con voe~tro
destino, no son eJemplos que debá11
ni podáis seguir; y de ellas, só~o lu
q a e sirvieron á la causa de la Tlltud,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA MUJER
que es de todos los siglos y de todas ]as
generac1onrtt, merecen bien que las re·
comendéis á la mcmoritl.
En la próxíma ses ión hablaremos de
]a ~uj~r ilustrada y de la mujer .caritativa,
que son las formas bajo 1as
cuales las facultades y el corazón de las
de vuestro sexo ej\3rcen hoy su importante
influencia en la sociedad. La pri·
mf.\ra J· ayudando á la emancipación del
hombre, rompiendo las cadenas de su
ignorancia, ó iluminando la inteligencia
de sus·hermunas. La segnnda, siendo el
ministro de la .munificencia de Dios, y
ahorrando lágrimas y dolores en el
mundo. .
Después, seguire.mo3 paso á paso el
sendero fdiz qua todus las mujeres pueden
rt'correr t1Un en med1o de la más
estrecha condición socit1l; siendo eiem·
pre sembrado de flores, iluminado por
un hermoso eol y cubierto de un cielo
serenO) con tal do que lleven por guía á
la virtud.
!Ja hermosura es el mágico hechizo
do la mujer, como la VIrtud es Ia suprema
belleza mornl; y estas conferencias
tienden á hacer hermosa vuoatra almu,
animada por nobles y generosos ejemplos:
hermosoJv.uest,ro corazón, coil movido
por la ternura y amando ' apasionadamente
la virtud; y hérmoso vuestro
cuerpo por los ·consejos de una snbi higien~
y suavizad~ por la práctica de la
urbatildad y lclS maneras oleg n tes.
El fuego qt e arde en una lámpara
de alabastro, arroja siempre hermosos
resplandores. El alma es el fuego: cuidad
de qué arda alimentado por la fe
y la virtud,- oumpli ndo los pteceptos,
y amando la r~ligión de Urísto que
embalsama y ipa.rifica el corazón. Toca
á vuest:ro preceptores eactllpir en vos·
otrus el precioso vaso que lia de encerrarlo.
0j!llá qne de ·esta tarea, que de
esta labor común, la aociedad y vues
tras familh~~, que todo lo esp~ran de
~uestra eé3ucación, recojan los beneficios
á que lii nen derecho!
SEGUNDA OONFlRENCI.Á
En la :f.Iitología, cuyas poéticas creaciones
para elevar el espíritu y e m bellecer.
la vi tud ó el poder de la naturaleza,
han Uegado hasta nosotros
brillantes y espléndidas, á pcs!lr de haber
.Perdido su prestigio divino y de ha-ber
corrido el mundo en varia peregrinación
por muchos siglos: ~n Ja Mitología
pagana, la Sabiduría está representada
por una mujer, como para significar
que la ciencia n~oeaita de su influjo
para ser agradable. y que en su
mente germinan siempre los más bellos
y nobles pensamientos.
Minerva era la diosa de la sabiduría
y la protectora de todas las bellas artea:
divinidad opuesta siempre á Marte, que
era el dios malo de la guerra: su planta
favorita era un olivo. Minerva, como
maestra, inst'iraba á los artistas. Así,
ella presidió la constrncoión de Ar~os.
Al m·amó tiempo era hábil en Ja~ labort:
s femeninas, habiendo tejido su propia
túnica, bordado brillantemente Ja
de Juno, y tejido para J S!Ón! cuando
fué en busca del vellocino de oro, un rico
manto; cuyo arte ensenó á las muje·
res, por quiénes tenía una afección especial.
En el himno de Homero á Valcuno,
este dios y ~Minerva son elogil\dos
juntos; es decir: la fuerza que domina
ias de la nnturalez !l y funde el hierro,
y la ciencia y la h bJlida 1 que dominan
Ja facrza, como los benef ctores de la
humanidad por las artes que á los hombres
ensenaron.
(Continuará).
Oharadaa
Prima C'l.tatro un animal,
Nombre de n1ujer tres prima;
Y una, dos, tercera y cu,atro
Del peligro nos esqui va.
Solución á la del número 30: Ra·
faela.
DEO.RBTO NUMERO 151 de 1888 ,
(17 DE FEBRERO),
sobre prensa.
2. o Prohibición de anunciar por carteles
la publicació·1 y de venderla por
' las calles, por el término ue quince dias
1 á seis meses ; ·
3. o Suspensión de la publicación por
el mismo término.
Art. 8. o En caeo d.e· desobediencia ó
1 reincidencia, la autoridad podrá decretar:
l. o Secuestro y anu!ación de los ejem·
1 piares impreaos; ·
(Continuará).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"La Mujer - N. 33", -:-, 1896. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3687039/), el día 2025-09-10.
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