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R.h:VlSTA 1 L USTRAlJ_\
3~ Prohibición al propietario 'y director de volver á figurar
con el mismo caráreter en otra nueva publicación hasta
por el término de seis meses;
• 4 • Prohibición al establecimiento en qne se hubiere
editado la publicación: subversiva, y hasta por el término
de seis meses, para que puedan volver á editarse en él pu-blicaciones
de carácter político, moral 6 religioso ; -
S~ Clausura del establecimiento en que se hubiere editado
la publicación. hasta por el término de tres meses;
6~ Arresto desde quince ( 1 5) días hasta trece ( I 3)
meses.
~ Art. 37· Esta última pena se aplicará como adicional á
las especificadas en los cinco primeros ordinales del artículo.
anterior, y sólo en los siguientes casos :
1~ Cuando la producción castigada se halle en dos 6
más de los casos de infracción de que trata el artículo 32 ; y
2~ Cuando haya reincidencia.
Art. 38. La pena de multa se convertirá en la rle arresto,
á razón de un día por cada cuatro pesos, cuando el individuo
penado no la consignare en la respectiva oficina de
Hacienda dentro de las-cuarenta y ocho horas siguientes á.
aquélla en que se hubiere hecho la notificación de la sentencia
del Tribunal ó del Consejo de 11..:stado, de que se
habla en los artículos subsiguientes. .
Art. 39· Para los efectos del artículo anterior, el Tribunal
6 el Consejo de Estado avisarán inmediatamente la
imposici6n de la multa al respe<"'tivo Administrador nacional
de Hacienda, quien á su vez dará cuenta al Ministerio
de Gobierno y al respectivo Gobernador, del hecho de no
haberse consignado el valor fle la multa, para que dichos
Magistrados decreten la conversión.
Art. 40. En todos los casos del artículo 30, los Gobernadores
ó el Ministro de Gobierno pueden, además de la
imposición de la rtspectiva pena, dictar las providencias necesarias
para impedir la c.irculac.ión de la producción suhversiva
y todos los ejemplares de ella serán rerogidos.
Art. 41. El dueño, administrador ó encargado del establecimiento
tipográfico, de grabado, etc. no deberá ser
penado por los delitos enumerados en el artículo 32, sino en
estos dos casos :
1 ~ Cuando por cualquier causa no pudiere imponerse
pena al autor de la producción y al propietario y director
del periódico, y
2~ Cuando éstos hayan incurrido en una ó más reincidencias,
siempre que los fallos condenatarios se hayan publicado
en algún periódico ofici<~l.
Art. 42. El autor de la producción y el propietario y
directo.r del periódico son responsables, conjuntamente, de
los dehtos enumerados en el artículo 32 de esta ley.
Art. 43· Aunque en un mismo individuo se reúnan varias
de las cualidades indicadas en los artículos anteriores,
no se le impondrá sino una sola de las penas especificada~
en el artículo 36, salvo en t1 caso del artículo 37.
Art. 44· Cuando la pena que deba aplicarse al delito
tenga máximo y mínimo, deberá declararse en la sentencia
el grado uel delito.
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CRÓNICA, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA
DIRECTOR, PEDRO CARLOS MANRIQUE
F'OTOG~ABADO~. SATURNO ZAPATA - ADMINIST~ADO~. RUBÉN J. MOSQUERA
AiiO 1- VOL. 1
IGNORANCIA INDUSTRIAL
Los que con ideran el malestar económico del pat como
origen de degeneración de la raza, de envilecimiento
de lo caracteres, de
e tulticia m ntal, en
una palabra, como
causa del atra o material
y moral en Colombia,
atinan en
cuanto á la con ecuencias
de e e malestar;
pero parece
que desconocen lo·
verdadero. motivo
de él. Hablan del
papel-moneda como
causa y no como
efecto, y creen que
la libre estipulación
será la Panacea.
La ruina económica
tiene más hondas
raíces.
Un puñado de
trigo, un trozo de
azúcar, una libra de
arroz colombiano
on inferiore en calidad y má valioso que eri el re ·to del
mundo civilizado. e atribuyen e ta inferioridad y alto precio
al clima, á los impue. tos cxce i vos, al de rédito, á lo
malos camino y á la pereza de lo jornalero . i son eficaces
estas causas e preciso pre. entar como principal de
toda , nuestra de aplicación industrial, por no decir nuestra
supina ignorancia.
quí se entiende por trabajo el con umo de fuerza y
no su aplicación inteligente. o es raro que una costurera
crea que e tá trabajando porque tra forma en un día de
movimiento de pedal tre reale de vívere que e come,
en un real de jornal percibido. o en Me áni a e Barna
efectivamente trabajo, pero e onómicamente e un con umo
de trabajo.
Emplear oro en hac r la mi ma canti ad de fierro e
simplemente e. tú pido.
n pueblo que por medio ele di z mil scuela ·, mú-;
BVGOTA , OCTUBRE 20 DE 1898 NUMERO 6
de dos iento colegio · y varias uniYersidade trasforma primero
la fuerza de su hijos en onocimientos puramente
filo ófi os, literarios y políticos, que son oro, para que produz
an luégo adobe, papa y afé, que ·on fierro, e un
lo o.
Exceso de gramática, e colá tica y liturgia y d fecto
de fi i a, iencia naturales é industria, deben conducir á
la ·itua ión angu. ti osa que hoy atraviesa el paí ·.
La Escuela de Ingeniería se preocupa grandemente
de que lo alumno· aprendan á calcular la den;:,idad de lo,
planeta , pero ·e olYida de en eñarles la den ·idad de los
ladrillos; y pi dras u ·ado en las con trucciones.
El autor de e te e rito, en ·u comienzo profesionale:
vi itó un trapi he en que e quemaba una pila de leña
para produ ir diez botija de miel.
- uánto e una pila de leña? preguntó al empresario.
n doce carga de arroba y valen próximamente
cin o pe ·o ..
-Y el bagazo á qué lo destinan?
-Yo no é en qué consiste, con te tó el patrón, que
en olombia 1 bagazo no alcanza, como en la Antillas,
para cocinar la miel; pero aprovecho la oportunidad de su
pre ·encía para que u ted me dé las dimen iones de una
himtnea que e onomice siquiera la mitad de la leña.
'on idérese cuál sería el onrojo de todo un profesor de
la Univer idad, fundador de la ociedad olombiana de
Ingeniero y miembro de número del Ateneo de Bogotá, al
confesar com cualquier palurdo, su ignorancia total en la
materia. atorce años de estudios clásicos y un diploma
lujo í ·imo afrentado ante un hombre sin carni a, de calzón
de liencillo y gorra de paja, echada al de gaire con
zocarronería franciscana.
Si cierto viajero fran é hubiera pre enciado el ca. o,
correría por el mundo una nota por el siguiente tenor:
olombia e un país embrado de trapiche· y aunque los
jóvene ingeniero que produce u notabl Univer idad
on apace de hallar el p ·o de aturno y us anillo , ignoran
el modo de calcular una chimenea."
i e ta n ta fuera verdadera debería argar e al Debe
de nue tra ignorancia ·erca de do millone de pe os anuale
· por leña inútilmente on umida en trapiche .
in ofender el pasado ni zaherir á nadi , deb mos convenir
en qu e. preci o hacer una gran re olu ión en el
plan de e tudio de todo nue tro In tituto , i no queremo
, á pe ·ar e nue tra pr un ión literaria, de c.ender al
último pue to entre lo pueblo· de .\méri a.
La agricultura l>a. e d' nu stra riqu za na ional, no
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REVISTA ILUSTRADA
les ha merecido á los discípulos de Minerva una sola mejora;
de tal manera que las papas que hoy cosechamos en
la abana de Bogotá son tan malas como en el tiempo del
ilustre Saguanmachica.
En nuestros propios mercados sufren los frutos del
país diarias é ignominiosas derrotas: ayer la harina, hoy
el azúcar y el arroz, mañana el café. Tengamos como cosa
probable tomar café extranjero en casinos y restaurantes,
más fino, más perfumadt> y mis barato que el de Sasaima.
En las actuales e tufas de ecadoras se emplean dos
arrobas de combustible por arroba de café: veinte veces
más de lo necesario en un sistema medianamente racional!
Cada carga de café exportado representa un árbol más derribado
en nuestros exhaustos bosques sin beneficio ni provecho.
En los hornos de compactación de la Salina de Chita
se emplean seis arrobas de combu tibie por arroba de sal,
cuando con un horno regularmente calculado sólo se emplearían
dos. Se derrochan, pues, cuatro arrobas por unidad,
y como la Salina produce 1 2o,ooo arroba por año,
se malgastan 6o,ooo carga de leña, que al precio mínimo
de $ o-40 cs., valen $ 24,ooo. A causa de ese derroche
están casi completamente arrasados los bos ues que la Nación
poseía al contorno de la opulentas fuentes y hoy s
casi imposible su explotación. Ciento cincuenta mil habitantes
d la · provincias d García Rovira, Pamplona y
Gut1érrez se ven precisados á comprar sal de Zipaquirá á
$ 4 la arroba.
En hogares de cocina se desperdician, en dinero,
$ 24.ooo,ooo por año.
Ante tamaños derroches, s innecesario hacer patentes
lo que se cumplen en alambiques, tejare·, panaderías,
jabonería etc., te.
Hé ahí lo que signifi 'a para 1 paí , en ólo humo, la
ign rancia industrial . ...
-- <--CóRDOBA
MI UEL T IA A
Bogotá, 1'? ·a nos también no haber parado
la aten ión ·ino C'n un adorno qu , á fuer de gr•Jtc.To
emblema le nuc:tra peculiar indu ·tria corona el último
1 ~rfil del fronti lo mis!TIO que en una· volu~a: on que . e
qui ·o voh er jónico ·1 u rpo final de la t rre . ímbolo
1 tramo que toca al uelo del e:taclo floreciente qu alcanzó
Zipaquirá ha:ta prin ipi · del iglo y mue tra inequí\'
OCa lo r ·tan te de una decG~.clencia que por de ·gracia aún
pe.rdura, ya n otra oportunidad habíamo. emitido la ob-erva
ión de que la fachada del templo : e. p jo fi 1 de
nue:tr . propia· vici ·itude . J• ta en lo ol ctiYo mo en
lo indi idual on siempre unas mi ma é imprimen :u sello
le idéntica manera. Y ·i riel templo voh,ié ·emos la 'i sta á
la alina cuán confirmada no hallaríamos la Le i de qu
al pasar de la :ujeción del rey d E ·paña á la del gobierno
independiente, Zipaquirá perdió con el cambio. N o por
e o fue menor la exaltación de este pueblo por la cau a de
la Guerra Magna: ni u con tan te republicani mo e ·tá expuesto
á zozobrar en aquel e eolio. in ·acrifi io n(J hay
mérito.
Ahora penetrando al interior del templo, orprenden
al primer oolpe, en armonio o conjunto, una planta trazada
en forma de cruz latina do órdene de pilastra que con la
c rre poncliPnte contrapila tra. encierran entre í tre · nave
·, y l todo cuhierto con imponente i tema de arco. y
bó eda . alvo el a ·pecto general de pobreza que reina allí
pvr falta de ornamentación, y un algo como de sen ación
de frío que de ordinario e experimenta en lo demás el interior
ofr ce uno de los atributo que 1 con epto ideal de
la belleza incluye, con i tente n el predominio le la
magnitude ·proporcionada para producir un efecto agradable
á la vista. Y a 1 ucede realmente pue el eje mayor
de la planta tiene una longitud ca i doble de la de lo bra-
70S de la ruz, y el ancho de la nave entra! e p co má:; ó
meno. equivalente á la _altura d la pila tra.
Las proporcione de la pilastras parecen sujetar e á
las del orden compuesto, el cual toma del corintio las suyas;
y orden compuésto parece también prevalecer en la
ornamentación de lo capitele , sin embargo de ser muy
pequ~ña la corre. pondiente volutas ó de estar é tas
como disimulada ó escondida ..
Recibe la luz el templo por diez y seis ventana. laterales
y por do al fondo de las nave. ecundaria., todas
abiertas en la parte má elevada del muro comprendido
dentro de lac:: contrapila tra ; fuera de la que recibe por el
camarín, por la claraboya de la media naranja y por las
ventanas del fronti
Tunjo. de oro y de tumbaga encontrados en ramita (Departa-mento
de Antioquia) y en Filandia (Departamento del auca).
ólo el altar mayor lleva e tuco y dorados bajo la cubierta
del templo. o hay un simple color que dé realce á
los ad0mos, como no hay en lo muros un cuadro ni ~n
las capilla · altar digno de citar e, ni en los nicho una efigie
(con alguna al vedad), nada, en suma que ofrezca
mérito sobre aliente en la pintura, la escultura ó la ornamenta
ión. o há m u ho que el inspirado arti. ta Acebedo
Bernal hizo un ensayo de pintura en un mal altar, y en esta
línea, e o e todo. La apillas mayores, por ejemplo, aguardan
todavía altare que habrán de con agrar e, ó á San
Antonio de adua y á la antí. ima Trinidad, si e que hemo
· de darles e ta preerninen ia on arreglo al acto d
erección de parroquia confirmado por decreto que expidió
el Arzobi po .aballero y óngora en 3 de Agosto de 1779;
ó bien á San Antonio de Padua y á la Virgen de la on-
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6 RE,riSTA ILUSTRADA
epción, dado que nos atengamos más bien á documentos
colaterales que por incidencia hacen de la Virgen la coropatrona
de la parroquia. N o hay cúpu1a ó media naranja
que corresponda á su objeto, ni púlpito que merezca este
nombr ·, ni coro proporcionado, ni arco toral, pues el .qta.e
había fue de truído por no sabemos qué preocupación de
que hada mal efecto á la vi ta ó de que daba oscuridad
al templo. Arruinados como vivimos y proscritos con relación
á la riqueza de nuestra Salina, sin equitativa participación
en sus cuantiosos proventos, nos agitamos inútilmente
en estériles deseos, pues se nos niegan los medios
para emprender tales obras. El altar mayor es la
única fábrica elegante y de buen gusto que en los últimos
tiemp . s se ha erigido, bajo la inspiración de la piedad y
de entre el seno de la pobreza. A él y á otros pormenores
quisiéramos encaminar nuestro estudio; pero, no permitiéndolo
por el momento los límites que hemos de fijar á
nue tra res ña, habremos de diferirlo para otra ocasión favorable.
N o hemos calculado el área libre y útil del templo, si
bien podernos suponer, dadas sus dimensiones, q'tle tiene
capacidad para cuatro mil personas. En funciones de gran
concurso, se acomodan de sobra cuatro en metro cuadrado,
salvo en la nave central ocupada por escaños. Vista esa
capacidad, el señor Arbeláez, de grata memoria, preguntaba,
en isita pastoral hecha á Zipaquirá, si la ciudad tenía
gente para llenar su templo.
•• •
En los últimos años ha sido frecuente verlo colmado;
y colmado lo vimos pocos días há, con motivo de una
novedad que solemnizó en gran manera las funcione de
orpus y 'uarenta Hora á que al principio hicimos referencia.
Hiciéranse las cosas bien, y bastara costearlas una vez
ola. 'on truído el primitivo órgano por el maestro Hera ,
on los réditos de una fundación llamada de San José, que
gravaba la tierra de Susaguá, fundación de que era patrono
el señor Tomás Silva, fue estrenado con ruido en
1847· Andando el tiempo, se vio que aquella obra no correspondía
á las necesida es del coro; por lo cual el doctor
Juan 13uenaventura rti~, más tarde digní imo bispo de
Popayán, fomentó su reconstrucción, la que, ejecutada por
el prof sor en mú ioo y cél bre compositor, señor Julio
Quevedo Arvelo, quedó terminada en Junio de 1883. Por
tercera vez se ha hecho renovar el expresado órgano, á
iniciativa del párroco anterior, doctor Uldarico Camacho;
y el con tructor, señor Manuel Montoya, acaba de coronar
su trabajo á ·atisfac ión de lo inteligentes. La bendición
se celebró el 2 5 de Junio pasado, ceremonia á la cual, y ú.
las uemás funcione de fine de dicho mes, fue invitado
con instancia el eximio orador sagrado, doctor Carlos Cortés,
á quien para lustre del nombre zipaquireño vimos nacer
en nuestro suelo. Esta ha sido la primera vez, merced
al actual párroco, doctor Cel o Forero, hijo también de
Zipaquirá, que se deja oír entre no otros la elocuente palabra
del doctor Cortés, cuyo prestigio hizo colmar las naves
de nuestro templo.
Voz firme y vigorosa, que lo mismo vibra que modula,
que alternativamente pasa, por un diapasón fácil é insensible,
del tono de la indignación á la suave cadencia de la
ternura; dicción clara y correcta, de donde mana el raudo
flujo de una frase elegante,- ésta acompasada y grave
cuando fulmina rayos de execración, nerviosa y precipitada
cuando mueve y convence; actitud noble y gallarda,
que tan pronto desciende de la arrogancia á la bumüdad
como sube de la úplica al dominio de lo majestuoso y
digno; acción desembarazada, cuyas demostracíones corresponden
con naturalidad á la expresión de los diversos
afectos; dialéctica poderosa que subyuga. con la persuasión
é inflama con el fuego de la verdad que le comunica; ciencia
y erudición con umadas, de que uo deja de dar, aunque
su humildad no quisiera, sabias y oportunas muestras; virtud
purí irna é inmaculada, que así realza el poder del qra-dor
como da autoridad á la predicación del sacerdote;
todo,. en fin, hace del doctor Cortés la realización más acabada
del tip·o ideal que la mente se forma del perfecto orador
sagrado.
V no es un juicio el que intentamos sobre el doctor
Cortés como predicador. La opinión ilustrada ha dado yá
su fallo, y está unánime en discernirle la palma de la elocuencia,
de todos tan apetecida y de tan pocos alcanzada.
Estas nuestras palabras, que en nada aumentarán su gloria,
son. apenas el testimonio de alabanza, de amor y de admiraciÓn
que por nuestro conducto presenta en su elogio su
dudad natal.
LUIS ORJUELA
)(
MEMORIAS
sobre el origen, causas y progreso de las· desavenencias entre el Presidente
de la República de Colombia, Simón Bolívar, y el Vicepresidente de la misma,
Francisco de P. Santander, escritas por un colombiano en 1829
(Continuación)
CONSECUENTE Bolívar con las promesas que hemos dicho
haber hecho en la proclama de aracas, partió
para Cartagena con un cuerpo de tropas, y dio orden á Urdaneta
para que se dirigiera con otro de Maracaibo á Cúcuta,
y de allí á Bogotá. Bolívar en Cartagena, y en su
tránsito para la capital, ejerció toda la autoridad del Gobierno,
no obstante que se lo prohibía la Con titución, y
que no era p~rte. ~el territorio que él mismo había designado
para el e3erc1 10 de sus facultades extraordinarias ( 1 ).
N o se contentó con u urparle al Gobierno sus atribuciones
naturales, sino que dio órdenes en el Departamento
del Mag~alena por medio de Montilla, y en el de Boyacá.
por med10 de U rdanefa, para que no se obede ies n las del
Poder Ejecutivo en lo concerniente á rentas y dir ión de
la fu erza armada. Semejantes atentados en m mentas de
que yá se sabía que habían ce ado los temores de que las
tropa~ venidas de Lima obrasen ·ontra los interese de olombia,
no dejaron duda alguna de que Bollvar marchaua
á. Bogotá corn<;> contra una ciudad rebelde, y que el Gobier~
o, los amigos d.e la Constitución, y ella misma serían
cast1gados como traidores, y sacrificados á su ambición y
á sus vengam~as. Los oficiales y oldados de las Division s
que B?lí~ar y Urdaneta condu ían hacia la capital, hablaban
pubhcamente c~e la guerra contra Bogotá, d pillaje y
de matanzas. El V 1cepresidente era el principal objeto de
sus tertulias; se repartían sus bienes y di cutían el género
d~ muerte que debían darle omo á enemigo del Padre y
Libertador de Colombia. En Mompós, ca i á resencia de
Bolívar, fue apuñaleado su retrato; en Cerinza y en Rionegro
borraron, por consejo de Bolívar y Urdaneta, los letreros
de Cal!~ Santand~r, que los vecinos le habían pue to á
una de las manzanas del pueblo. Pareda que estaban haciéndole
la guerra á Boves ó á Morillo. N o era posible
que los patriotas de Bogotá mirasen tranquilos tales preparativos.
En sus escritos denunciaron con entereza las
usurpaciones de Bolívar, y pronosticaron los males que la
patria y los amigos de las instituciones iban á sufrir. Ni el
Congreso, ni aun el mismo Vicepresidente les ofrecían esperanzas
de salvación. En un esfuerzo denodado veían sólo
los medios de contrarrestar á Bolívar. Así era que unos
proponían el proyecto de romper de una vez la unión de
Colombia, y hacer revivir la República de Nueva Granada,
y otros trabajaban eficazmente para formar una revolución
en la capital, y oponerse á la entrada del Presidente.
La efervescencia era general, y los ánimos estaban grandemente
exaltados. La revolución se habría verificado si
Santander no se hubiera empeñado en frustrarla. Y ~sta
era l~ terce;a revolución que im~edía contra Bolívar. Atajó
la pnmera a su regreso del Peru en x8z6, que intentaron
(1) La Constitución disponía que cuando el Presidente de la
Repúbli:a es~uviese á la cabeza ~e un Ejército, todas las funciones del
Poder EJecutivo recaían en el V1cepres1dente. Así sucedió el año de
r821, en que Bolívar marchó al Sur mandando un Ejército.
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R~V.ISTA ILUSTRADA 8¡
a.pfisionarlo; frustró la segunda en Enero de x8z¡, que se
qu1so proclamar la independencia de la Nueva Granada,
y su separación de Venezuela y de la autoridad del Pre idente.
Bolívar no ignoraba . cuanto pasaba en Bogotá. Sus
amigos y sus partidarios le exageraron tánto el e tado de
la capital1 que no dudó que Santander le opondría la fuerza
á la fuerza, y que por lo menos prolongaría el término de
sus proyectos. Redobló entonces sus esfuerzos para debilitar
la fuerza física y moral del Gobierno, repartió despachos
de ascensos militares con profusión, distribuyó su
busto á cuantos podían auxiliarle, amenazó y prometió sin
reserva á trueque de obtener el triunfo. Los cuerpos militares
de Venezuela hicieron nuevas protestas de adhesión
y consagración á Bolívar, y vomitaron nuevas injurias contra
Santander. De Cartagena envió Bolívar al Oficial Aus-vocado
Santander extraordinariamente. Nada temía éste
mientras la razón, ó siquiera la decen ia, reglasen los juicios
de los hombres, porque nada había ejecutado que no estuviera
en sus deberes, y escrito en la razón pública de los
colombianos. Las actas y las representaciones que se extendían
en algunas partes quejándose de su Administración
y vilipendiando su honor, las veía como efecto del alucinamiento
y de la intriga, y no como pruebas reales de lavoluntad
libre de los pueblo , concepto que tuvo la satisfacción
de ver cumplido en la multitud de notas oficiales que
le dirigieron varias Municipalidades después de que había
entregado el Gobierno á Bolívar. La ocasión era para despojar
á estos documentos de la nota de aduladores. Se
hablaba yá á un hombre que no ejercía la suprema autoridad.
EL TEMPLO DE ZIPAQUIRÁ
tria á Maracaibo con el borrador de una insolente proclam.
3., que expidió el extranjero astelli, Gobernador de
aquella provincia ( 1 ). Escribió á sus amigos del Departamento
de Boyacá para que extendiesen iguales representaciones
á las de Venezuela, y á mayor abundamiento envió
por las provincias del Socorro y Tunja á sus edecanes los
Coroneles Arismendi y Fergusson para que las promoviesen.
Hasta para ver si podía arrancar una acta de la Municipalidad
de Bogotá, cuyo silencio le molestaba, se valió
del Coronel Herrán para que hablase á los regidores, y les
habló en efecto, aunque sin suceso. El Vicepre idente entretanto,
sin desviarse de la senda que le prescribía la Constitución,
esperaba tranquilo la llegada de Bolívar. Él, antes
de encargar. e del Gobierno, debía prestar el respectivo juramento
ante el Congreso, que para el efecto había con-
(1) Muchos extranjeros, particularmente ingleses, han figurado en
nuestras disensiones como calientes partidarios de las ideas de Bolívar.
Bolívar por fin hizo su entrada en la capital el día 10
de Septiembre, en medio de un pueblo amigo de las leyes,
por entre arcos triunfales, y las aclamaciones del respeto
y de las esperanzas. El Congreso le aguardó reunido para
exigirle el juramento de gobernar conforme á la Constitución
y de sostenerla y defenderla vigorosamente. Bolívar
se acercó al lugar santo, puso la mano sobre los sagrados
Evangelios, y en presencia de los Representantes de la Nación
y de un pueblo numeroso, prometió ser fiel á las leyes
constitucionales, y regir la República con arregJo á éllas.
El pueblo bogotano concibió en este día algunas t:speranzas
de alud al oír la promesa solemne del Presidente, en
un día en que en vez de guerra y de peligros, había encontrado
tranquilidad, obediencia y homenajes. Santander re ..
cibió á Bolívar en el palacio del Gobierno con todas las
consideraciones y honores debidos á su autoridad, y aunque
éste se mostró con frialdad y esquivez, se le oyó decir
en su discur o público que toda la conducta dd ViuprNi-
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REVI TA ILUSTRADA
drtJk de la R.cpúblka habla sidP arreglada á las lryu. Estas
pa.labrast en boca de un enemigo tan poderoso, y proferidas
en un día de gran solemnidad, cuando aoababa de tomar
el Gobierno del Estado, pueden merecer el nombre de completamente
.sa.tí$factorias. on ellas pudo creerse Santander
á cubierto de la¡ calumnias esparcidas contra su Administración.
Bolívar, á despecho de u resentimiento y de su
encono, habh hecho una confesión solemne. Pero se verá
luégo que sigu'íendo Bolívar su costumbre de obrar de un
moclo en púhlíco y de otro secretamente, llevó adelante
sw; hostilidades contra Santander, y sus designios de demoler
el edificio con. titucional.
una extensa y absoluta aprobación á cuanto él había hecho
en Venezuela. en aquel año, sin que siquiera se leyesen los
decretos expedidos allí, conferírle una grande autoridad en
la parte legislativa y administrativa de Hacienda, permitirle
aumentar el Ejército á su beneplácito, darle facultades
para hacer Coroneles y Generales, concederle el establecimiento
de una policía tr(>menda, y poner en sus manos
tántas y tan amplias atribuciones destructoras de la Constitucjón,
que ni Bolívar podía desear más, ni era menester
tánto para echar á tierra la estatua de la Libertad. Si Tiberio
hubiera obte:1ido del Congreso co!ombtano todas las
complacencias que Bollvar obtuvo, habría rtpetido aquella
tan sabida exclamación: "¡ Oh hombres nacidos
para la serviclumhre!" ontento Bolívar con el
auxilio tan eficaz que acababa de recibir de los
custodios de la Constitución, de los depositarios
de los derechos del pueblo, volvió sus miradas
hacia Santander, que á la sazón pade ía una grave
enfermedad. Temeroso de que fuera á ser nombrado
miembro de la Convención, donde él pensaba
concluir el desenlace de su drama, promovió
bajo de cuerda en la ámara de Representantes
el que se intentase una a 'usación con pretexto de
la distribución ele los caudales del empréstito. Valióse
para ello del Diputado Aranda, que había
venido desde aracas sirviendo en su Secretaría
( I ), y del Diputado astillo, hermano del ecretario
de Hacienda, que por puras personalidades
había jurado la más gratuita enemiga á antander.
omo no se podía intentar la acusación
por la negociación del empréstito, porque yá el
ongr so en una d la s siones anteriores había
expedido un de reto eminentemente atisfactorio
al Vic presidente, ni por fraudes en la aplicación
de los caudales pertenecient s á él, porque no ::;e
pudo hallar prueba alguna, se dirigió con el pret
xto ele que había invertido el orden n que ellos
de bieron ser di ·tribddos. U na a usación tan necia,
y al propio tiempo tan injusta probaba dema
· · ~d la pobr z~ de 1 s medios de ataque de
los nemigo · de antand r. N o tuvo r sultado
favorable á los acu adore~. El ongr so aún conservaba
algún resto ele justi ia y de de encia para
no añadir e. te nuevo escándalo á lo~ que estaba
dando re pecto de la autoridad del Présidente .
. antander se proveyó de do umento , que solicüó
del mismo Bolívar: desyaneció con ellos los sofisma
· de sus acu. adore·, y obtuvo de la ámara de
R epre ·entantes la d el aratoria de que no ha ía
lugar á acu ación alguna. Ella después se limitó
á nombrar una comisión de su seno, que examinase
la: cuentas del empréstito, y burló de esta
manera lo designios de Bollvar y de sus instrumentos
randa, astillo y algún otro pretendiente.
Este fue el último acto del Congreso de 1827.
Quedó por on iguiente disuelto, quizás para no
volverse á reunir, ó al menos para no volver á
deliberar con libertad é in ~lependencia mientras
B~lív a r permanez 'a al frente de Colombia.
DOÑA SOFÍA ANGULO DE REYES + 8 de Octubre de 1898
(De fotografía de Debas. Madrid). ( Co·ttilwa rd)
Inmediatamente después de su arribo á Bogotá, Bolívar
prorrogó el Congreso ex~raordinariidad del
público y obtener el primer premio en un certamen di -
puesto por la redacción del periódico La Miscdán~a. El
autor de Madr~, penetrado bien de la belleza de tonos de , u
original cuadro, qui:o levantar sobre el mismo asunto l.lnO
(De fotografia de Duperly and. on)
mero compuso ésta que la titulada Madn, entonces diríamos
que del gran lienzo en que su soñadora imaginación
iba agrupando figuras y pai. aje · para prepararse á la tarea
enojo a y difícil del novelista, tomó un claroscuro del bosque
con unas dos figuras de verdadero relieve y líneas
inolvidables.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
REVISTA ILUSTRADA
Pero, para el efecto de comunicar á los lector~s la
impresión que en nuestro ánimo haya causado la lectura
de la nueva novela antioqueña, no nos hace falta saber
cuándo la trazó la pluma de D. Samuel Velásquez. No
conocemos á este caballero, á quien nos lo imaginamos
precisamente por el estilo y factura de su obra, un tanto
poeta, de reflexión y de sentimiento, de humor alegre, de
carácter expansivo, reedicho, observador; certero para juzgar
las cosas de su parroquia, bien que se inclina siempre
á mirarlas con ojos amigos, lo cual, por otra parte, nos
alegra y consuela, que somos los primeros en aplaudir á
dos manos el amor de los antioqueños á su suelo natal.
N o le ocultaremos al público ni menos al autor de
Al pie del Ruiz, que hemos leído seguidamente el libro, lo
cual demuestra que su lectura nos ha interesado, divirtiéndonos;
que hay en él escenas que denotan un temperamento
bien pronunciado de novelista, nos parece muy cierto;
que otras son fatigosas y de ningún mérito literario, lo
creemos honradamente, y que carece de ense·mble y de
acertada distribución en el conjunto y en muchos detalles,
es también concepto personal nuéstro. Somos quizá dema-
(escrito que apareció en La Crónica, de· la capital), se increpa
de inverosímil el que la heroína de la novela, Dolores,
se corte en un arranque de despecho y mal humor, . ·SU
hermosa cabellera, caso que nosotros juzgamqs perfectamente
explicable y natural, no como rasgo d.e virtud, sino
como acción á que mueve la cólera en una campesina que
crece lozana y altiva en medio de la montaña, cual se alza
majestuosa y esquiva, en medio del tupido bosque, la airosa
palmera. -~ •- T
0
·---·-· •V~o ---··
De las costumbres urbanas, que se refieren á la ciudad
de Manizales, en donde vive el autor de la novela, según
nos han dicho, entregado al comercio y á los raptos que le
procura el amor de la gaya ciencia; de esas costumbres,
decimos, no logra dar más que una ojeada muy sucinta,
de la que se desprende una conclusión desconsoladora: la
de que esas sociedades viven en una especie de ensimismamiento
que no sólo embota la vida misma, sino que puede
enturbiar las fuentes puras del progreso del espíritu.
En resumen, nuestro juicio es que Al pie del Ruiz es
la obra pródiga de un amateur, de la cual hubiera podido
formarse una novela de costumbres con más sostenida ila-
PEDRO MORALES PI~O EN SU HABITACIÓN
asiado exigentes ó severos al formular nuestro juicio, pero
para que se estime éste de un modo concreto, comunicaremos
al lector que antes de prepararnos á trazar estas líneas,
nos dimos á reflexionar qué nos quedaba de aquella lectura,
puesto que todo libro de mérito deja _en la_ mente alguna
enseñanza, un grato recuerdo; ó despierta Ideas nuevas
ó impresiona profundamente si es la concepción privilegiada
del genio ó el arranque de vida de un pecho
amante.
Pues 'bien, Al pie del Ruiz, para el lector concienzudo
y sagaz, da más ideas sobre el carácter y modo de ser del
autor, que sobre los personaje¡ de su novela y el medio en
que nos los presenta. De toda la larga narración no conserva
uno más recuerdo que el de la campesina Dolores,
que se destaca con algún vigor de colorido, que impresiona
por su rusticidad, por su belleza, por sus desgracias y por
el genio viril con que se nos muestra, en el cual aparecen
de relieve las buenas y las malas condicione del carácter
antioqueño (á nuestro ver). Ya en algún escrito, que se ha
anticipado á éste, al analizar la obra del señor Velásquez
ción, con alguna trama y abreviando la acción ó los diálogos.
Reducido el libro á la mitad de las fojas que tiene,
ganaría en interés. Pero si el señor Velásquez no logró hacer
una novela, tal y como hoy se conciben, sí anduvo feliz
en el traslado ó invención del cuento del sacristán que allí
forma algunas páginas ( 349 á 359) de intencionada lectura,
cuento que no resistimos á la tentación de reproducir CO!l
el mayor gusto y para solaz de los lectores de la REVISTA.
Hélo aquí:
Emilia, una hermosa á quien llamaban Mila sus amigas'
con todo y su fantástica hermosura, á los treinta años aún tenía
"el documento por cancelar"; nó, no se había casado, por
esto:
Cuando iba á cumplir catorce abriles, comenzó la gente á
decirle: ¡cómo será la flor que va á resultar cuando te desates,
botón de rosa blanca !
Y se dió cuenta perfecta de lo que de ella esperaban,
Y se abrió la flor.
Pero, con qué lozanía ! las nieves de la montaña tenían
injuria contra el blancor de aquella virgen.
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REVISTA ILUSTRADA
Mas, hé aquí que, adelantándose la vanidad á los años, Mila
5~ llenó de soberbia y se creyó diosa. Dejar que alguien aspirase
el aroma embriagante de aquel cáliz color de hostia, ¡ sueños 1
Vayan ustedes á oler flores ae ruda ó de altamiza. Este perfume
es de un príncipe.
Llegó á los veinte años, y el príncipe no parecía, ni la vani~
dad mermaba; aquí la belleza de Mila quedó en todo el reposo
de la plenitud.
Sus arn.axtelados se resignaron á mirarla de lejos como si
perteneciese 4 familia de astros. Sobre aquellos boquiabiertos
VUELTA DEL PRADO. Cuadro de Ricardo Moros.
Y andaba la divina criatura con un balanceo rítmico igual
que el movimiento de una caña que mecida por el aire echa: la
melena para acá, para allá. Esto como lo decía la narradora,
era así: "Y era tánto lo que se remeniaba esa dengosa antipática,
que. • • • Jesús credo 1 "
llovían ventanazos y torcidos de boca que daban lástima; poco
menos que de agrimensores qu daron todos midiendo la calle y
calculando el ancho de las espaldas de la divinidad.
No sabemos si por entretenimiento ó por necesidad, á los
veinticinco años se apareció dulce y más suave que piel de ca ..
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REVISTA ILUSTRADA
PARA LA "REVISTA ILUSTRADA" ~nfideneias
'flasillo '[l. ~oPales '[lino
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9.3
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
:REVISTA ILUSTRADA
brito; sin embargo, los hombres dijeron: "A otro perro. " HA
belleza que á sí misma tánto se quiere, no le sobra Jiempo ni corazón
para querer á otro ; esto es una prevención pór si el príncipe
se qut:da en el camino." Nadie quería embarcarse en nave
que tánto trabajo dio para echarla al agua. Y eso que estaba
como las frutas maduras, qu.e si no se las comen yá, raro es el
pájaro que las picotea después. '
No le valió á la hermosa tender redes ni tirar al agua anzuelos.
¡Peces más escurridizos! Un montañero cayó, mas era
inútil sardina y lo largaron: había necesidad de un bagre, y no
así como se quisiera, sino robusto y mantecoso. Treinta años!
y el príncipe entretenido, quizá, en una posada del camino. A
todo esto dieron en aparecer en la cabellera de Mila, unas víboras
blahcás, víboras serían, porque ella enfurecida las reventaba
entre los dedos nerviosos. Qué les parece á ustedes, canas
entre aquella cabellera que allá se las mandamos á dar trabajos
á una noche de truenos con su apretada oscuridad; no las
arrancaba, era que las reventaba hecha un desmadejamiento de
doló.r y de vergüenza. De ahí en adelante era talla policía de
ojos y':dedos que andaba rebuscando entre el negro matorral.,
que no había soñado un hilo blanco en formar retoño cuando
allá te van las uñas, y el pobre moría al nacer. Riesgo hubiera
corrido de quedarse calva si otro día no hubiese de notar que
las arrugas, lanjas de propietarios mal avenidos, empezaban á
trazar predios y á señalar linderos en aquel rostro cuya tersura
sutU dio envidia á las plantas de un niño recién nacido.
· ' ¿Qué hacer? ¿Cómo atajar esta avenida de estragos?
¿Cómo?
Verán ustedes.
Pero no crean q u.e fue por 1.m medio desconocido, nó, por
el de siempre:
Llovieron al tocador de Mila pomo lleno de líquidos rojos,
pol os y cosméticos. El arte di imuló algo las grietas del torreón
esbelto que se abría.
· Una ~ez un hermanito de la nyesacla hermosura, deslumbrado
con aquellos tonos tan fuertes, le dijo:
-"Chica, pareces un ratón de molino; papá dice que tú
has logrado el prodigio de concentrar el buen clima en un frasco."
La óbservación del muchacho hizo efecto contrario: aquella
<;asa fue una exhibición de joyas, ncaje , plumas y guant s,
todo lo cual llevaba. ila por sa call s con gran susto de la
elegancia, quemando desordenadamente los últimos cartuchos
de esperanza; queQ1ó_er úftimo, y al otro día amaneció peinada
de liso, comp -quien anda apr-is , vestida con humilde traje negro
y envuelta en'úna ·m ntilla sin orla de ncaje ni co a que
oliera á buen gusto. Y tom' camino de la iglesia.
-"Era na,tural," dijo l h rmanito; "yá va á que uestro
Señor !e pague el mal gusto de los hombres,_ como si fuera poco
lo del Calvario por culpa de todos ellos." ·
Y la tenéis en e1 templo á la hora que queráis, repasando
una librer,ía mística y sudosa que cargaba en oscuro talego,
barriendo, poniendo flores en los vasos santos, y regañando á
los muchachos que hablaban alto y andaban disimulados como
perros por las sile'néiosas na~es; de tal manera entendía en el
ritual de los oficios divinos, que al fin era de la iglesia de su
pueblo como el púlpito ó el sacristán.
-"Padre, " le decía frecuentemente al Cura, "ponga remedio
á la franqueza con que estas puerquitas de quince años
le coquetean aquí en las bar"t?a~ de Nuestro Señor á un círculo
de mocosos que las persiguen." Porque á Mila, siempre que eía
una niña de quince á veinte años, se le calentaba la sangre y
mucho más si la doncellita era de aquellas deliciosamente mimosas.
'' Zambita más aborrecible," decía, '' yá está poniendo
los ojos en blanco y caminando el) las uñas; ¡coquetas, que no
saben lo que es pudor-! Fueran mías para enseñarles á mane-jarse."
. ·.
' ¡ Y un odio á los hombres, Señor !
Si pare.. c. ía que le ptodujeran náuseas.
-Pues que se casa fulana, le decían.
-Sí? Imposible que con la berreadera que tenía, se queda-ra,
¡pero venida á ver la alhaja que se lleva! de esos todos los
que una quiera. Gracias á la Virgen que me libró de esa ridiculez;
cabalmente que bien buena me paso mi vida; con mi
barrigón tengo.
-Quién es tu barrigón? Le preguntaban.
--Pues mi confesor, que bien queridito y bien formal es.
Una mañana madrugó demasiado, porque, amén de barrer
todo el pavimento de la iglesia, tenía intención de oír tr s misas,
confesar, cambiar las flores del altar, etc. Temblorosa de
frío se estaba á oscuras arrimada á una puerta aguardando al
sacristán y rabiando contra él por su tardanza, cuando apareció
éste en una esquina de la calle haciendo sonar las llaves del
templo; al acercarse á Mila paró un momento estirando el pescuezo
y en actitud de correr.
-¿Qué es? ¿por qué no abre? preguntó ella incomodada.
-Ave María Purísima! qué susto 1 creí que era una ánima.
-¿Sí? Pues yo pensé que usted era el diablo.
-N o proceda á molestarse, niña ; como usted es tan flaca
y tan larga y tan. ___ oscura está la madrugada.
-A vos no te importa, indio alzado 1
-Y qué es la calentura de esta abuela?
-¡Ah, negro atrevido ! Abre esa puerta!
-V éanle el modo de mandar ! Yo abro á la hora que me
dé la gana; á mí sí no me pones cartilla, vieja antipática y
novelera.
-Eh, y cómo es de grosero este bozo de cepillo.
-Beata asquerosa!
-¡Ah, demonio!
Asió Mila de las "Delicias al pie del Altar," y las descuadernó
en la cara de su enemigo.
-Miren esta condenada cómo me reventó las narices,
bramó José, que así se limaba él, y la agarró por la melena
cuando yá era casi de día y á tiempo que apareció el Párroco
entre ellos.
-¡ Suéltame ó te muerdo!
- Tóma, vieja sin ergüenza!
Y José le daba palmadas.
-¿Qué es eso? gritó el Cura poniendo entre ellos el bastón
y lanzando una carcajada.
S apartaron en silencio.
Después el sacristán, tirando albas y paños y vinajeras en
profano desconcierto, decía:
-Ella me las pagará! o hay sino que Nuestro Señor, el
Padre y yo tenemos que soportar á todas las viejas "que dejaron
quemar el pan," y ayudar! s á cargar la cruz que los hombres
les echan á cuestas. La pura verdad: es una solterona
qu por hacerse á un hombr sería capaz de tirarse de la cúpula;
y aunque venga su padre ó sus h rmanos y toda su parentela,
lo dicho, dicho.
-Ese hombre no se puede soportar, Padre : es un pícaro,
le decía entr tanto Mila al Cura detrás de una columna; ¡y
creyó el muy bribón que. __ - Ave María, hasta colorada me
pongo 1
- Virgen Marí ! q u ' co a ! r spondió el sacerdote. Y á
p ndré diqu á tántas demasías, y, Dios mediando, todo se
arreglará.
o volvieron á cambi r palabra stos dos enemigos, y
aunque diariamente se rozaban en la sacristía y manoseaban los
mismos objetos, se guardaban mutuamenle negro rencor, con
todo y andar ambos muy comulgados diariamente. José se reía
de ella, quitaba de aquí lo que la otra ponía y lo colocaba en
otra parte; le desbarataba lo hecho y la ridiculizaba. Ella, á su
vez, siempre que junto á él pasaba, escupía. Aqu llo era una
gu rra implacable.
Notó José que su enemi~a se arrodillaba diariamente y á la
misma hora delante de una tmagen de la Virgen muy hermosa
que llevaba en los brazos un chiquitín blondo y de ojillos azules.
-¿Qué le pedirá á Nuestra Señora este engendro de Satanás?
dijo; espérate, niña mía, que si lo que deseas es un marido,
como lo creo, voy á interceder con la Virgen para que te
mande un rey, y así saldaré la cuentecita que tenemos pendiente.
Otro día se colocó el irreverente sacristán detrás de la imagen,
debajo del manto azul sembrado de estrellas aureas y
aguardó allí á Mila, que no tardó en llegar y que arrodillada,
después de unas cuántas salves, le habló así á la imagen:
-Dónde está, Madre Santísima, eso que tánto te he pedido?
Tráelo, Señora, que yo te lo pagaré con una túnica de
raso azul.
José, imitando la voz del niño, respondió:
-Nó, mamita; no vayas á engañar á nadie con esta antigüedad,
alUlq.ue te ofrezca una custodia nuevecita.
Mila conoció al instante á su enemigo oculto, y una idea
asaltó su mente.
-Señora, volvió á decir, soy muy rica, pero esa riqueza no
eclipsa el tesoro de ternura que llevo en el alma, y todo se lo
daré al que tú me señales.
-¿Cualquiera que sea? preguntó el sacristán imitando la
voz de la Virgen, á la vez que otro pensamiento extraño lo hacía
desistir de la burla. ·
-Haz la prueba, Señora, respondió Mila.
-Bueno, cásate con José.
-Con José ! ¿cuál? ¿el sacristán?
-Sí, ¿por qué te asombras?
-Es que él me aborrece.
-No lo creas; quizá tú á él.
-Nó, Señora; yo no odio á nadie.
-Entonces, cuenta con él y no me traigas tal túnica.
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REVISTA ILUSTRADA 95
Al otro día José retorciéndose el bozo cerrero y recortado,
desde la puerta de la sacristía miraba, con descuido de sus obligaciones,
á Mila que en esa mañana no había querido poner
mano en nada y que, por un toque de novia lista se estaba por
allá entre la multitud; pero, sus miradas topaban frecuentemente
con las de José, que echaba así sus cuentas:
-Viéndola bien, ni fea es; francamente, yo no me había
fijado en que es muy buena moza.
-Cuánta razón tienen sus amigas en perseguirlo, pensaba
Mila; lástima que tenga recortado el bigote, porque los ojos y
la boca me gustan.
Abandonó la beata aquella expresión feroz que había traído
y la cambió por un mimo de niña contemplada ; cuando el
amado desataba en el coro su voz de campana rajada, ella creía
oír una flauta tañida por un pastor en noche de luna bajo el
alero de una cabaña; pasaba él por delante del altar haciendo
estudiada genuflexión, ella le concedía talante de gran señor y
paso regio.
Los sonrojos menudeaban por esas mejillas y los cuchicheos
turbaban la paz de los santos rincones, hasta que del idilio de
~acristía resultó matrimonio. Y una mañana, á despecho de pa-
Esto era ayer no mas; hoy, en los momentos en que damos
los últimos retoques al número 6? de nuestra publicación, vemos
pasar no interrumpida fila de portadoras de hermosas coronas
fúnebres que han de ser colocadas sobre el túmulo de la que
ayer no más fue el orgullo y la alegría de un hogar feliz.
Cuán expresivo es el lenguaje inarticulado de las flores
sobre las sienes de las novias y sobre el féretro de los muertos!
La lluvia de magnolias, clemátidas, violetas y orquídeas continúa
por muchas horas. Bien merecía tántas flores quien siempre
exhaló á su rededor como un perfume de gracia y de virtud.
Formarán ellas una pirámide sobre la tumba de la esposa
joven y á su turno se troncharán en medio del mudo ·diálogo
que tienen en los cementerios los que yá saciaron el anhelo de
saber la palabra del eterno enigma ___ _
La Prensa de "la capital, sin distinción de partidos políticos,
se ha asociado en sentidos términos al duelo del señor General
Reyes y de su distinguida familia; tomamos nosotros parte en
sta condolencia, especialmente apenados de no volver ·á ver
por la Calle Paláu, la esposa joven con aquella mirada: luminosa
que el arte pudo arrancar á la obra implacable ·de la muerte,
en el bello retrato que hoy publicamos. ··
HONDA. PUE TE SOBRE EL RÍO MAGDALEN , ACTUALMEN fE E C STRUCCTÓN
rientes y amigos que miraban con asco aquella umon, se pr -
sentó Mila á dar la mano al que yá era dueño del corazón. José,
por su parte, rodeado de su rústica y aplanchada parent la, se
esponjaba de gusto como el pavo de buen humor.
Este matrimonio vivió feliz, pero ambos tenían un secreto
que guardar: Jos~no confesó jamás á su mujer que la imagen
de la Reina del Cielo había sido trinchera en aquel tiroteo de
amor y, aunque Mila lo sabía, jamás se lo preguntó.
¿Hemos de agregar algo más sobre el libro del señor
Velásquez (
Creemos que los amantes de la literatura patria, vista
la muestra que de aquellas páginas les damos, se habrán
de procurc1r la satisfacción de leer esa serie atractiva de
cuadros de costumbres de la vida antioqueña. Nuestro personal
deseo y nuestro vaticinio también nos llevan á afirmar
que el autor de Al pie del Ruiz, sabrá obsequiarnos
con nuevas y más artísticas obras de su pluma de poeta, de
observador y de cariñoso amante del suelo antioqueño. *
DOÑA SOFÍA ANGULO DE REYES -
HABITABA en la misma calle donde se halla la redacción
de este periódico y tal circunstancia nos permitía admirar
con frecu ncia aquella hermosa faz siempre animada por
luminosa sonrisa que al pasar dejaba como un:1 estela de simpatía.
(Fotografía del joven aficionado Rafael C. Ariza).
PEDRO MORALES PINO
(NOTAS)
M ORALES Pino tendrá, sobre poco más ó m.en<>s, 30 aitos.
Es moreno, de tez india, de ojos claros y vivos. ·
La guitarra, entre sus dedos, gime, llora y se retuerce como
una mujer enamorada. No sé de nadie- y· me jaeto de- haber
oído mucha guitarra en mi vida - que rasguée con más gusto,desenvoltura
y sentimiento. Al oírle, en su cuarto de artista á
lo Murger, recordaba yo las noches que pasé en Sevilla, en las
tiendas de moutaiíeses, rodeado de hembras de rompe y rasga,
libando cañas de manzanilla- ámbar derretido -entre los oles
y las palmas que arrancaban á losjue~guístas el cante jondo, las
peteneras y malagueñas de los cantaores, que brotaban como
quejidos mezclados al temblor de las bandurrias y guitarras. __ _
¡Oh, qué noches aquéllas, á orillas del Guadalquivir, impregnadas
del olor de los naranjos y abrillantadas por una luna
cuasi tropical !
Morales Pino es algo más que un simple tocador debandola:
es un compositor de talento. Su Lz·ra Colombia1ta, en que
late el alma dolorida de este pedazo de América, en que se oye
como el lamento del indígena que va poco á poco desapareciendo,
es una pieza musical que revela en quien la compuso innegable
temperamento artístico. Hay algo en ella de El Lamento
del esclavo, de Espadero, el insigne y yá muerto compositor cubano.
¿Quién, al escuchar el hondo lirismo que se desprende,
como un aroma, de la patética danza del músico colombiano, no
se siente conmovido y suelta la imaginación sentimental por las
regiones del ensueño sin fin?
A la bandola de Morales Pino debo yo sugestiones artísti-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
REVISTA ILUsf:k.AüA
cas, consuelos pasajeros, posturas de alma inefables. A par que
acariciaba él su instrumento, absorto en el ruido sonoro que corría
por las cuerdas como un escalofrío de ritmos, me acariciaba
á mí, sin darme cuenta, las penas y amarguras que dormían en
los rincones de mi corazón. . . . ·
Esa Cuba guerrera (marcha) no sonaba en mis oídos como
himno bélico, que enciende la sangre y arrastra á la pelea. Al
través de aquellas notas . sollozan tes, yo veía á mi pobre tierra
empapada en sangre, humeante el caserío, famélico y en harapos
al guajiro de la cottcetttración, y sobre este cuadro de muerte
y de miseria, levantarse la luna, triste, compasiva, besando
con beso tierno y mudo el desolado paisaje antillano ....
Nuestra música- me refiero á la americana -raras veces
alcanza la tonalidad épica que pide metales y tambores. Somos
hijos del fanatismo, mamamos leche de tiranía, y los pueblos
que no conocen ni la libertad ni el derecho tienen que ser y son
irremediablemente tristes.
Así en el jarillo colombiano como en el punto criollo, guajiras,
dicen en España, suena como un grito melancólico, el que
lanzan Jos proscritos, los enfermos de ideal, los hambrientos de
justicia ..••
FRAY CANDIL
)(
RICARDO MOROS
DESPUÉS de siete años de ausencia en el extranjero ha regresado
á la capital el distinguido artista con cuyo
nombre encabezamos estas líneas. ·
Visitó Moros los museos de París, Roma y Madrid, y perfeccionó
los conocimientos que había adquirido en la Escuela
de Bellas Artes de Bogotá, al lado de distinguidos profesores de
pintura en aquellas capitales.
Engalanamos hoy nuestras columnas con un paisaje ejecutado
por el artista en la campiña~ romana. Produce aquella obra,
á pesar de sus pequeñas dimensiones y de la sencillez del tema,
la más agradable emoción. Hay tánta frescura en el colorido del
cuadro y tan rara seguridad en la ejecución, que el rayo de sol
que por todas partes lo vivifica parece interpretado con piedras
preciosas diluídas. El grabado no puede dar idea completa de
este bello paisaje, cuyo mérito principal reside en el colorido.
Para las personas aficionadas á la pintura que deseen ver un
magnífico espécimen de los procedimientos técnicos y de las
tendencias en el estilo que caracterizan la escuela modernísima
de pintura, pueden venir á la agencia de nuestro periódico (59,
Calle Paláu) eP donde se halla expuesta.
Paciotti, crítico de arte italiano, al hablar de la LXX Esposizione
del/a societá amatori é cultori del/a belle arte de Roma,
se expresa así: "El número 36 es una buena cabeza pintada
por Filipo Torti y el número 40 es una VUELTA DEL PRADO,
por Ricardo Moros, poderoso paisaj@ de la vecindad de Subiaco:
aparece allí un pastor guiando su rebaño en médio de una orgía
de sol."
Abrirá Moros su taller de pintura en el número 140 de la
cal1e 9~, y no dudamos que sus esfuerzos por llegar á dominar
las grandes dificultades que presenta el estudio de la pintura,
serán correspondidos por la culta sociedad bogotana con el encargo
de obras que han de dejar colmadas las aspiraciones del
más refinado gusto.
)(
LITERATURA
NOCHE CLARA
A Diego Uribe
L A noche transparente, azul, serena
En el hondo misterio del espacio
Parece que medita,
Y con lánguido ardor la 1 una llena
Rutila como un globo de topacio
Suspenso de la bóveda infinit:?..
Imperceptibles átomos de or.o
En la atmósfera nítida chispean
Y en el confin, que apenas se vislumbra,
Como encendidos gestos serpentean
Anaranjados lampos,
Desgarrando la mística penumbra
En que duerme el reposo de los campos.
El mar gime á lo lejos;
Tiembla su superficie,
De la enfermiza luna á los reflejos,
Con oriental molicie,
Y soñolienta brisa,
De yodo saturada, suave rueda
Con ruido tenue de apagada risa
Por la frondosa red de la arboleda
Que cual oscura mancha se divisa.
Como arañas de luz que se descuelgan,
Las estrellas errantes
En undívago hilo
Se rompen fulgurantes
Por el espacio diáfano y tranquilo ....
Así son nuestras vidas:
Chispas fugaces de lejano fuego,
Que brillan breves horas y se apagan
Para perderse en lo insondable luégo ....
EMILIO BOBADILLA
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LA MEDALLA DE CÉSAR
A Pedro Carlos Manriqttt
PARA que muestre el Calvo su faz á las edades,
En oxidado bronce le copia la medalla
Donde semeja un grifo de gigantesca talla
Que desplumó las alas contra las tempestades;
Ese laurel que ciñe fue el dón de mil ciudades
Rendidas á sus huestes; esa vetusta malla
Domó de Vercingétorix las iras, la muralla
De Alesia, el negro Egipto, la raza de Milciades.
Por el reverso alternan los trigos en gavilla
Con las redondas fasces y la marcial cuchilla
- Mellada, corta y ancha - que desató la muerte;
Y al pie como talladas por áticos buriles,
os dicen altas letras de itálicos perfiles:
"A TI LA GLORIA, OH CÉSAR, EL INMORTAL Y EL FUERTE!"
GUILLERMO V ÁLENCIA
)(
Bogotá, Octubre 1? de 1898
Señor Juan N. Paniagua, ecretario de la Sociedad Tipográfica.
Tengo el honor de acusar á usted recibo de la atenta nota
en la cual me comunica que la Sociedad Tipográfica se dignó
felicitarme, por medio de una proposición, por haber funda-do
la REVI TA ILUSTRADA en cuya edición se ha hecho práctico
por primera vez en Colombia el nuevo arte del fotograbado, y
me excita para que ingrese en el seno de esa Sociedad.
Al aceptar tan honrosa. distinción y presentar mi agradecimiento
por el precioso estímulo que ella encierra, me permito
llamar la atención de los señores socios, por el muy respetable
crmducto de usted, al hecho de que mi compañero en la fund.{ción
de la Revista, señor D. Saturno Zapata, ha tenido parte
importante en la introducción de este novísimo método tipográfico,
que ha causado una verdadera revolución en el arte de
Gutenberg, y por consiguiente es de justicia que en los anales
de la Sociedad Tipográfica de Bogotá quede constancia de est~
hecho.
Con sentimientos de la más alta consideración soy del señor
Secretario, atento seguro servidor,
P. c. MANRIQUE
De Popayán recibimos, yá en prensa este número, interesantes
fotografías relativas al centenario del prócer de la Independencia
y notable hombre público, General Tomás Cipriano
de Mosquera, que verán la luz pública en el próximo número de
la Revista.
Sampa 11-./ atiz - Bogotá.
Citación recomendada (normas APA)
"Revista Ilustrada: crónica, ciencias, artes, literatura, historia - N. 6", -:-, 1898. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3686810/), el día 2025-06-06.
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