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CALI ( Hepúulica ele Colombia) DIGIE:\IBH E 7 D~ rgr r
~n1noo, !1rce-J)errern
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,JULIO CE -4AR ARCl:C
Marinero 1 1 1
PARA .\:oi IDA!. ~fiCOL TA 1
¿Dó diriges el rumbo alti,·o marinero? \~
¿á qué distante playa encamin;tS tu
1
prc
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>ra? ~te-ya
sobre el cielo estampa sus pince •·s a aurora
y el mar wlloza como un viej<, prisionero!
Yo también fuí emigrante yo tambi6n fui romero ,1,
que lnchú contra d filo rle la Sll<'rte traidora: 'i'
¿marinero cst:ls tnsle porqn" lkg" la hora !
de partir hacía el Ilude ele u u ¡Mi.> extranjero? '+!'
Lucha contra las olas polen!<> porque tic nes
una ~etl infinita de país,·s lo•janus,
y ya brillan diamantes de sudor eu tus sicues. Y,
J:trioero alza el áncora, mannero se !uerte,
.1irige tu prora hac1a re1nos arcauos
,ás allá del imperio del 1Julur y la 1\lucrte .. '
JULIO CESAR \HCE
4'
1
J
HU~A'NA llEUH.lULl.
Semblanza
PAR_.. SUS.\S.l
Hay en su faz lohncuras de azucena
y hay en sus ojos un fulgor muv leve;
su boca, qnu ··nvidi~•ra Anadioctema
<'S unct rosa ubit'l'lct <'JIIFt' la 1/i('i'l.", •
~u voz es la arn1oniosa caoti1ena
que murmura al pas.u la brisa a)e,·c;
y rap cotnn \ltl.t nocht: su nH.:Iena
suure la alunra de su espalda u re-ve ....
"iu nombro <'S un poema: en el resume
lod~ ~u castulad, cumo el pcdnme
cunt1unu ul alma 'ir¡;••u dé l:ls llores.
Oui,:n puO nos eJ1. ~•'@! ....... '!t'-''~·M
é intermitentes, pero hoy se ha presentado de lleno y 1Mle:let~~~~~~,~=~~~
con detención y calma. Hé ahi UA nuevo softadQl', un ~
taqo, que busca anheloso y jadeante 1tL Verdad, la Bondad
cqñstruye un altar de estrofas para a trinidad sagrada: ht ·~~.;~~~
que vibrará con lo propio y con lo ajeno, con lo real y con lo t1
hé ahí un ave con las alas rotas conte piando el azul de los meJIOIII' _._.r.· mo cuando saludo un nuevo y verdadero poeta; y cuenta que es
que hoy saludamos, y que se presea con un bú~aro que trae
mo ésta:
Vengo desde ·los valles del sol y soy romero
Que busco la ionrisa Le¿ana de Ufla estrella.
Y á quien hirió inc~Annmúc la zarza del ae1idero.
Viajé con la tri8teza p(ir único estandarte
Y empurpuré con sangre mi dolorosa huella.
M·icntras sub! el Calvario, bajo la cria del M
.Julio César Arce, poeta laureado®. veces, del VaNe
cunda.-sensible inspirado-es el autor de BÚCAROS. }lé.lrmi • . :}
e 1 ha reco,gido lo más selecto ele su ac=ervo literario, ya r.)jWJIIftlllltl16lliL..
d pero lo más inédito.
El contingente que el Cauca ha.llévado á la n-u:ll"ll.l>um~~ro
poesia en los últimos tiempoR. es no solamente rico o.Q\fliR'lt•~•
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8191 EL CORREO DEL VALLE
ganlo si nó Ricardo Nieto, Ismael Lopéz, los Carvajal, Bonilla, Carlos
Villafañe, el inmortal autor de TIERRA DEL ALMA, Valencia y muchos otros
cuyos nombres se me escapan.
Julio es muy joven todavía, y sinembargo está su libro empapado de
esa tristeza vaga y confusa, de la melancolía, inseparable amiga del poeta
verdadero. Pertenece á esa generación que ha florecido en los momentos
de la lucha y de transformación de Escuela-pero no es de aquellos-que
hundidos en lo raro y extravagante del decadentismo, no salieron á la suQerficie
y murieron con esa manera rara y enfermiza de pensar y sobre to·
O'o de manifestar el pensamiento. El poeta se ha sobrepuesto á todo influjo
extraño, y canta y siente en una forma moderna y clásica á la vez.
Es una resultante deliciosa. Remito á mis lectores á la hermosa poesía
DESOLACIÓN. ,
Cierra el libro el hermoso soneto ADIÓS Á LA POESÍA, adiós que estamos
seguros será un HASTA LUÉGO, porque aun cuando él quisiera abandonar
la poesía, ésta no dejaría al poeta, y será desde ese rincón de escepticismo·
y de olvido desde donde entonará sus mejores cantos.
Felic!tnmos al poeta ror el triunfo obtenido.
DIEGO URIBE
Primaveral
Para Leonor
Me qu?.eres? dí: me quiere:;;? Contéstarne alma mia!
Po•rq1w tienen tus oy'os como un mi1·ar extra?io,
yo siento que en mi vida florece una alegda
y siento que en el alma se ?nuere un desenga?io . .... .
La alondra canta amo?·es. El sol es una 1·osa.
El huerto se ha cub1.e1·to de flores de azahar . .... .
La niebla sobre el Valle se extiende silenciosa,
y el río ante tus plantas se JJone á sollozaT . .... .
A veces me imagino que el viento es un tl'overo
Que plagia temblo·roso tu voz prinwveral.
Y allá baJ·o la somb1·a de ·un á?·bol del sendero
JJarece que se aduerme tu 1·isa de cristal . ...
Amada, en mi camino, flo•recen los abroy'os
con rosas de te·rmo·a, de amor y de a?·monía,
por eso aqttí me tienes ·rezándole á tus ojos . ....
Me quieres? dí: me quie1·es? Contéstame alma mía!
J. A. SÁNCHEZ GARCIA \
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EIJ CORREO DEL VALLE 819~
La celada
Después de almorzar pasaron al gabinete. Luciano se acomodó en la
mecedora de costumbre, y Margarita, después de haber colocado junto á
él el velador con una taza de café, la caja de cigarros y el indispensab~
cenicero de plata, fué á coger el correo de la mañana de manos de un
criado. El correo consistía en dos periódicos ilustrados y en una carta.
Margarita quedóse con los periódicos, y Luciar.o abrió la carta. Esta
decía así:
<. interrogaciones· pdr el estilo, Luc1~mo
prctl'.·to de h:tllarse algo can:.aclo y tomó el pmtido ele l'twcrrarse en: su
cuartYo.a en '1, se durrni6, fot·jandose ilusiones de color de rosa, en las
que se le aparecia una mujer desconocida que le sonreía fascinadora.
Lucia no, en lo que de acudir á la cita se refiere-hay que declararlo
en honor á su honradez- no tuvo ni un momento de duda; iría por mera
t:..uriosidad. Curiosidad muy natural si bien se considera. Margarita estaba
ya acostumbrada á verle salir de noche, sin que jamás se le ocurriese
hacerle la más lijera observación. No había pues, dificultad alguna
por ese lado. Jamás sabria una palabra de ello y punto esencial- con-tinuaría
siendo la más dicho5"3. de 1as mujeres. i Pero ...... !
No ob.-;tante se presentaba un mal síntoma. Y era que ella también
parecía estar triste y preocupuua, apcsar de los esfuerzos que indudablenente
hah'ia hecho para conset var su tanquilidad habitual.
-¡Diablo!- pensó Luciano- ¿, So8pechará algo'! No sería una verdadera
Lontería que por un vlacer tan incierto y por una aventura tan
'aga. en resumidas cuentas, se quebrantase la f•elicidad de touitb. '
-Ha venido una sell.ora á encargar el gabinete número ocho para el
día de> Na\'idat, '?no es cierto'?
- Sí, caiJal h:·ro; una Fci'lor~ muy cleg::mte.
- i. l{ubia ó morena '?
-- l'\'lP pm·0cc, por Jo que rccu"rdo, que era morena.
i. 'l't•nía un lunat'cilo t>n la 1barhilla '?
i Un lunarcito. . . 1 un lunnl'cito ... _ .. ..
i ViPnc aquí tanta gt:nte .... Pero .... . mire ustl'tl, creo qne sí; un
lunpl' aquí en semejante parle. •
LtH:iano se sobresaltó. ¿ llabl'Ía queri1lo Lcnclerlc> Margarita el clasico
lazn yú tksacreditado en toda" partes '? ¡ Qué catástrofe al encontrarse
con ell:.l"Cara á cara! ¡Qué escena! ¡Qué reproches más horl'ibles! Perdida ya
para1 siempre la confianza, comprometida la felicidad de toda su vida !
:Su n'solución fué rÚ])itla y ht•nlica: decididamente era preferible ab3·
t"nPl"S(', tenicnguntó siquiera á fm esposo como pensaba pasar la noche de Navidad,
Jl<•ro llega(la la hora de cenar, no pudo probar hoc.ado. Cuando al dar· las
nunvc, le ·dijo Luciano que iba á vestirse para ~al ir, se puso clcnsamen-te
pálida y sus dedos crispados arañaron nerviosament<" el mantel. \
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-Vamos, no me hc"lhía equivocado- se dijo Lucianu. ·· i Era ella! N
calw vft la rnenOl' duua!
Y ('ntró en ::;u cna1·to, aliviarlo ele un gra11 peRo, comn un hom hre r¡ue
tiC'n<• el pl<'no c:onveneimil:nl.o de haltc•1·sc librado de un ¡.:,raV!' peligro. • t
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EL CORilEO DEL VALL~ 819-!
Después se afeitó, se perfumó, acicalándose lo mejor que pudo, y
salió al salón hecho un brazo de mar.
Margarita tenía los ojos abotargados como de haber llorado mucho.
Procuró, no obstante, ponerle buena cara, y sonriendo, le dijo:
--¡Qué guapo estás! ¿ Vaa á cenar con tus amigos?
-No. voy á hacerlo con una. mujer deliciosa.
-¡ Luciano!
-Con una mujer que alquiló para mí el gabinete número ocho del re~
taurante Durand .... Pero me ha parecido que estaremos mejor aquí,
¿No opinas tú lo mismo?
Y abriendo de par en par la puerta del salón, Luciano senaló la mesa
del comedor, provista de un exquisito 11 menu ''del restaurante D~and.
- i Oh, amor mío, perdóname! Soy la mujer más dichosa del
mundo! ·
Lloraba y reía á un tiempo, abrazando á su esposo, y éste, esquivando
como mejor pudo aquellas efusiones, le dijo:
-No has comidq nada. Debes tener un hambre canina. Vamos á
cenar.
Y al sentarse frente á frente de su esposa, pensó:
-De buena me he escapado !
Ricardo o· Monroy
Hojas secas
Amo las hojas seca~ ...... Al aca~o
Muchas veces las hallo eu mi camino.
Las escucho charlar paso. muy paso.
Y al mirarlas tao must1as. tan eu[ermas,
Pienso que es uno el suyo y m• rlestino.
Amo las hojas sec::ts ...... M~ parece,
Al ver cómo susurran y se alejan ,
Que son almas de vir¡::enec: que lloran,
Qpe son voces de niños que se quejan.
S~n fuerzas y amarillas caen riel árhol;
Se df'sprenrlen tan solo con su P•".o:
::-." o;ah,rlan cantando en su cairla
Y ,. de,;pi~~'nt•!nf .••• Oh sí! yo J;¡s he oído
R~Jo{Prir<;e PO S~'"Crt~to much;t~ cos.\S"
Por ']U<; un clavel hoy yace dl'steüiclo
Por ']lié , les tlecía
Despué~ vino el otoño; hora tras hora
Fueron perdiendo su ropajP. venle
f~ hoy la anemia implacahle la<> clc·vora.
on neuriÍtic;fcen iadi6s1 á sus ocultas frondas ......
1 Ellas tienen tamb1én, corno yo ten¡::o,
!\luchas tristezas y amarguras hondas!
Amo las hojas secas ..•. Es su suerte
Cantar clc•scll! que nacen:
Cantauclo esperan s11 enlutada muerte
Y cantando en el \"iento se deshacen,
Y al mirarhs pa:ar cerca á mi lado,
Moribundas y ~ceas, sin perfume.
Pienso en las alrnas trist('s, siu consuelo,
De aquellos sert's que el dolor consume
Y muen n solos cspcra¡¡do un cielo.
Piensn r>n la niña ele cabeza rubia
!]ue tirita ele trio sobre uua losa
1\liuntras b atota ~in pieda
Santiago sintió que sus ojos se humedecían de lágrimas. La ingenua
ternura tan simple y tan grave de Gilberta, lo había henchido rte emoción.
Ella inspiraba más que confianza, respeto, esa especie de culto que se
:::.cuerda á ciertos seres los más puros y más nobles.
Despreocupado, alegre, paseó por Gibraltar, distrajo el tiempo entre
los cactus y los aloes de la Alameda, en los jardines de South Town, y
cuando se aproximó la hora de partir, descendió por la larga calle poblada
de tiendas.
En uno de los muestrarios alcanzó á ver periódicos y magazines extranjeros.
Compró un periódico francés, que desdobló Y recorrió todo ca·
minando. ·
No había caminado diez pasos cuando sofocó un grito. Sus piernas
vacilaron.
La hoja temblaba en sus manos. Tuvo que apoyárse contra una puerta.
Y sus ojos humanos buscaban aún sobre el periódico algunas líneas
espantosas que habían atraído su atención. Las releyó por segunda vez
con pavor indecible.
((Ultima hora. Ayer domingo al anochecer, entre Rambouillct Y Chl
vreuse, el automóvil del conde de Brocourt saltó en nna vuelta y se volcó
¡ El conde de Brocourt murió del golpe. Dos pc1·sonas que lo acompai'ia
ban, Mme. Jacques Dufriche y su hija de diez al'ios, murieron algunos minutos
después,)¡
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El,. CORREO.
-¿Vienes Dufriche?
-Héroe aqui, respondió Santiago.
Sobre el puente, aceptó el brazo de u compaflero, y éste
Santiago se apoyaba balttante pesadam nte. Se dejaba eón
caminaba con la cabeza baja.
Siguieron por el estrecho puenteciJlo.
• Sosténgame, balbuceó Santiago, voy á caer.
Pero súbitamente se desprendió, y, como si obedeciese á un 1mpulao _
irresistible, l~antó la cabeza.
Una mujer y una niñ.a corrieron hasta ~~ por medio-de la multitud,
El se precipitó y las estrechó contra su pec o desatinadamente, locamente
y tartamudeaba:
-iGilberta! ..... gritó ...... iEnriqueta! ,
-Gilberta ...... eres tú .... mi querida...... ! .... yo sabfa bien ... .
mi Gilberta .... .
Se les observaba á los tres, y los pasajeros no comprendian a1ín quienes
eran aquellas dos mujeres que Santiago abrazaba con tanta exaltación.
-Gil berta ...... Gil berta.'· .... repetía tl eres tú.
Vaciló, presa de un desvanecimiento. Ella se dió cuenta de que ~}lloraba,
y adivinando prontamente la causa de su emoción, le dijo
Santiago .. -.... Santiago estoy cierta de que nas leido el articulo del
periódico ....
-Si..-·
-Y has creído que eramos nosotras las dos victimas?
-No lo he creído.
¡Cómo!
- Nó, pues, que tenia tu carta, tu carta donde me pJt()llletias n ver
más á~Jorge de Broc.Ourt y de no - ir con él á aquella excursión_ de automóvil.
-Y tú has tenido bastante confianza en mi . ... á pesar del articulo ....
á pesar de los nombres .... ?
_ A su vez ella estaba poseída de una emoción ·inmensa, y explicaba tartartamudeando.
.
-Es un error que se ha com('tido ..... las mujeres eran nuestras pri-mas
Dufriche .... A última hora Jorge las había invitado ... . Un solo pe-rióditG"
es el equivocado .... ha puesto Jacques Dufriche .... lo que supe de-mesiado
tarde para telegrafiarte .... iOhi cómo has debido sufrir!
-No he sufrido, no he tenido derecho, pues que tu carta estaba allf,
bajo mis ojos, y que te conozco y sé que eres incapaz de mentir. No, no
he podido creer, Gil berta ...... me ha sido imposible creer semejante
cosa de t( ...•.•
Quedaron mudos, con las manos enlazadas .... Ning-una palabra podrla
expresar la especie de éxtasis que los embargaba. Se extremecfan hasta el
fondo mismo de sus seres. Se sentían en su debilidad humana, y por desgracia
de su amor, más fuertes que el destino, m:1.s grandes que la desgracia,
más poderosos que la muerte. Y en medio de aquellas personas que
los veian, experimentaban idénticos anhelos de caer de rodillas y sollozar.
1
_.·,~~ ·· ~
.
MAURICIO LEBLANC \
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EL CORREO DEL VALLE S198
El sueño del papa
El anciano blanco se quedó dormido, y sueña.
Como en ideal cinematógrafo, van surgiendo entre sueños las escenas
de su santa vida.
Y a es Ríes, el pueblo natal, en la vis pera de su ordenación. El gozo
de los suyos, su propio gozo. Los decires de sus amigos de infancia, que
entran á la casa á despedirse del futuro levita:
- Addio, Giuse¡Jpino á 1-ivede-rti!
Ya es la iglesia de Castelfranco. Diez y nueve ordenados aguardan
con él, ansiosamente, el momento en que el Cristo les diga: Descienda sobre
vostros el EszJíT#tt Santo. Id á enseñar á las gentes lo que yo os he
rnseña~. ·
Luego el señor Obispo; luego ...... ya es el padre Don Guiseppe
Sarta! ..... .
El genio de los recuerdos reemplaza la película del ensueño, y el An·
ciano blanco que duerme, vuelve á ver el pueblo natal.
Es en la Iglesia, y allí están todos los que le vieron de niño corretear
por las calles, los que jugaron con él; los que con él cantaban á . la Virgen
en el mes de Mayo:
<
periódicos del país, la lista de
los poetas que han sido electos
como miembros correspondientes,
por la Academia Nacional
de Poesía, en .Bogotá. Pero ~in
duda por un lapsus calami,
salió el Dr. Juan A. Sánche-z
entre los de Cartagena. N oso·
tros reclamamos al poeta por
honor al terruño.
Atentamente ~aludamo~ á
los eatimables caballeros: don
Ricardo Velázquez J., Dr. Carlos
Holguín Ll. y don Ignacio
A. Guerrero quienes han lleg-ado,
el primero de 1lauizal\!s y
los dos últimos de Bogolá.
1 Nuestro noble amig-o don
Ezequiel Gamboa ha tenido 141
pena ele \'er morir á uno de sus
niño!:'. Nosotros que podemos
medir la intensidad de su dolor,
lo compadecemos y nos ha~emos
partícipe::; de su infortu.mo.
Vaya también para su atnbulada
esposa nuestras palabras
de conmiseración.
Deploramos la muerte del
maestro Jaime Rodríguez ocurrida
en esta ciudad en los primeros
día del mes. Su peregrinación
fue larga por d mundo
y consarrró gran parte de
ella al cult; de la música. A
sus hijos acompañamos en su
dolor.
Digna de todo elogio, es la
si
En Suiza, falleció el 2+ de
Noviembre el estimabiHsimo
sujeto don Pedro Guglielmetti,
padre del si.m¡Jático amigo don
Aníbal, á quien enviamos el
más sentido pésame.
El Sr. don Ramón A. Bonilla
nos ha participado su en lace
con la señorita Elena Aragón.
Ambos aportan al matrimonio
múltiples cualidades que los
harán soberanamente dichosos.
Nosotros así lo deseamos.
De l\fedellín, se nos ha enviado
un libro de Eleázar V anegas
titulado "Flores del Alba."
El prólogo fue encamen-dado
al popular humorista Velásquez
García y en verdad que
el juicio corresponde á la obra.
Gracias por el obsequio.
El Correo del Valle
(Fundado en 1894
Se publica todos los jueves
Edz"ci6n 2.ooo ejemplares
Valor del ejemplar ... $ 0,05 cvs. oro
Remitidos, columna, 2,50 ,
Gacetilla, palabra ... , 0,01 ,
Anuncios, página en-tera
.................... , 2,00 ,.
Las repeticiones ..... , 1,[)0 ,
Los anuncios del Exterior, pagarán
dos y medio centavos oro, por
centímetro lineal al ancho decolum.
na ó el doble si el centímetro lineal
ocupa el ancho de la página.
~TODO PAGO ANTICIPAD01íil
1 Leyenda de oro
DE
C. Hispano
' I.Jujosa edición de El CoJ·o Ilustrado
de Caracas. De venta en las Librerías de J esta ciudad, á $ 50 p. m. el ejemplar.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
8201 EL CORREO DEL VALLE
Años de bccen exito, tiene el painmer,
en la curación de quemaduras,
contusiones, y desarrE-glos del
estómago é intestinos. HehGSP los
susbtitutoR. No hay mas pninkiller
que el de perry dtL l"is.
DONDE QUIERA que se usa PAMA~
A se le alaba como lo mejor para
el PALUDIS:\10. Libre de quinina,
arsénico 6 cualquiera otra droga
dañina.
PA:\f-ALA limpia el sistema de PALODISMO.
Por qué tirita con escalofríos
cuando estos se curan tomándola?
1
El Seli_<'f' Dr.
Joé Ord611et
C6mez de
San Juan de
Puerto Rico.
escribe:
He uaado la Pam-ala en
'I'Uios caaoade Paludumo, F rio
1 Fiebres habiendo obtenido
magni6coa reaultados en todoe
loe caaoa sin excepcion, especialmente
en aquellos t:n que
la quinina no habia servido.
BOTELLAS GRANDES Y PEQUEÑAS
EH TODAS LAS BOTICAS
....Du.la. &. la.w.ran.eo Co .• Huna York ~~~
PAM-ALA libra el Ristema df> PaLUDISMO.
Es &l (tltimo cle~cubrimiento
para la tenible eufermedad
LOS l\IOSQUI'l'OS ¡JrOUt1CCn el PALUDIS;\
10. PAM-ALA, el 11UC'\'0 remediO
lo cura riípitlamcnte .,
HA OIDO l'll .' algo rt>Spc>cto á Pam-
aln? Bu un nueyo remedio para
el raludismo, no contiPne quinina,
ni droga alguna perniciosa. PruÍ'belo.
PA.\f-AL.\. 1 le cura llel PALUDIS:-.ro,
no <.ontielle ninguna droga noBiYa.
El'tá libre de Quinina.
\
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Citación recomendada (normas APA)
"El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 447", -:-, 1911. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3686413/), el día 2025-12-18.
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