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ALI, (República de Cl.)lombia)-E~ERO 11 DE 190&.-N~ 247
k r. ~ ID IJitltl ilel 1~ feril4iiD Literario, la4QJUill f tauntJD
Director, BLA8 8, 8G&BP&TT&
~~ ~omo. btl lall.e
·~t:: -x-x ::Jt:: x ~t:: Je :X""~
BL -liiO&&DO
I
-¡ Qué tiempo tan hermoso !
V amos á encontrar en la costa
un sol admirable. Tenemos grandes
probabilidades de pasar la
noche solos en este departamen·
to. En Lyon nos echaremos á
dormir y protestaremos contra
el osado que prete11da entrar en
nuestro coche. ¿Va usted á Niza~
-A Monte-Carlo.
-¿A probar fortuna en la ru·
leta?
-Nó; voy á presenciar las re·
gatas. ·
-Yo también.
-iLe interesa á usted ese ej er·
cicio?
-Mucho. Es un sport que
ofrece grandes impresiones~
Además, el bote movido por pe·
tróleo es el origen de una de la~
más dramáticas aventuras de m1
vida. ¿Quiere usted que se la re·
fiera? Es una historia muy curiosa
é interesante.
-Diga usted ....
II
-Hace tres aflos que era yo
legítimo dnefio de una mujer ad·
mirable, á la que adoraba con
delirio, y también de uno de los
mejores botes movidos por petróleo,
creados por la industria
moderna. Una verdadera maravilla
(me ¡·efiero -al bote), un j uguete
asombroso con el que me
divertía como un nifio.
Durante la primavera, me ins·
talé en Agay con mi mujer y mi
bote. i Conoce usted Agay? Es
un sitio delicioso de la Riviera.
Pero el mar, cuando sopla el
mistral, es terriblemente traidor.
Amarré el bote al muelle de los
pescadores y diariamente mi m u·
jer y yo hacíamos en él un~ ex·
cursión marítima. A dos millas
del último escollo nos deteníamolt
y me echaba yo al agua. Es una
manera muy original de bañar•
se que le recomiendo á usted
co~o una de las sensaciones más
gratas que puedan experimen·
tarse.
Una impresión menos agrada•
ble fué la que sentí cuando cier·
to día ví alejarse bruscamentB
el bote, mientras mi mujer, des·
de la popa, me hacía sefias que
expresaban el terror de que St\
hallaba poseída.
Inadvertidamente debi6 tocar
al corta-circuito, y como sucede
con frecuencia, el motor partió
al contacto.
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2499
III
Agitábase el mar y las ola~ se
multiplicaban sin descanso. Gri·
té; pero mi voz se perdió en el
silvido del. viento. A los pocos
instantes, el bote no era más que
un punto negro. Lo que más me
B?rprendió fué que la ~embarca·
c1ón, entregada á sí misma, de·
sapareciese hacia la costa. i Estaba
dirigida? Pues en este caso,
i por qué no venía hacia mí? Le
advierto á usted que nado como
un pez. Eso fué precisamente lo
que me hizo tener conciencia de
mi pérdida. Calculé la distancia
y sentí que la corriente me arrastraba
hacia alta mar. Compren·
dí que había llegado mi última
hora. Sin ~mbargo, luehé con
todas mis fuerzas. Al cerrar la
noche flotaba todavía, pero me
era yá muy difíci~ sostenerme en 1
el agua. N o hablemos más de ¡
aquellos trágicos momentos. La j
tripulación de un falucho italia- i
no me recogió en el instante en j
que iba á sepultarme para siem· ·.~..
pre en el mar.
f
IV j
Me desembarcaron al día si·
g u i ente en Porto-Mauricio.
Aquella misma noche, á eso de
las diez, entré en el recinto de
· mi quinta de Agay. Por una ven·
. tana vi á mi mujer hablando con
mi más íntimo amigo, que vera·
neaba en Niza, y que venía á
comer con nosotros dos ó tres
veces por semana. De cuando en
cuando se abrazaban tiernamen ·
te, mostrando al mismo tiempo
una alegría indescrj ptible. ¡Qué
horror, amigo mío, qué horror !
f
l
!
i
1 ¡
¡
1
1 ¡
¡
!
Indudablemente había y o
muerto para ellos.
V
Durante un año seguí á mi
mujer y á su amante. El trabajo
era muy fácil porque siempre
estaban juntos y no tenía nece·
sidad de duplicar mis esfuerzos.
Además, como no tenía otra
cosa qué hacer, llegué á tener
una habilidad asombrosa en el
arte de disfrazarme. Podía seguirles
paso á paso, comer en
los mismos establecimientos que
ellos y hasta viajar en su mismo
coche del ferrocarril, para escu·
char sus apasionadas conversa·
ciones.
Un verano se establecieron en
Bretaña, á donde ta.mbién les
seguí. Había concebido una idea
encantadora y sumamente deli·
cada.
Y ahora viene el epilogo del
drama. Oigame usted con aten·
ción.
El cielo estaba sereno, res-·
plandeciente de oro y tan her·
moso como el ciele del Medite·
rráneo.
Mi mujer y mi amigo fueron
á dar un paseo en barca, sin ale·
jarse de la costa. Tenían sus ma·
nos entrelazadas y los remos :flo·
taban sobre el encalmado mar.
Cuán dichosos eran !
Llevaba yo el mismo traje del
baño del alío anterior en Agay,
un traje de rayas blancas y en·
carnadas. ¡ A la una, á las dos,
á las tres t Me arrojo al agua y
me dirijo hacia la barca donde
iban aquellos miserables. A dos
metros de distancia me voy á
fondo, y á los pocos instantes
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surjo ante la embarcación, junto
al sitio que ocupaba mi mujer.
Abro los brazos y grito ale·
gremente.
-~ Buenas tardes, Margarita!
¡ Tiéndeme las manos para que
pueda subir !
Mi mujer me mira aterrada y
con los ojos fuera de sus órbitas.
Su rostro palidece, críspanse sus
manos y crujen sus dientes. Sus
manos han sido tocadas por las
manos del muerto ...... del muer-to
sepultado en el mar ..... y que
el mar arrojaba de su seno, alegré,
sereno y sonrriente.
-¡Sosténme, Margarita! ¡Em·
piezo yá á cansarme y se van
agotando mis fuerzas !
La infame lanzó entonces un
grito horrible, un grito de espanto
y de tortura que aún vibra
deliciosamente en el fondo
de mi sér, un grito supremo,
hermoso, inolvidable.
Y érguese en medio de la barca,
en una actitud admirable y
así se la ve dos horas al día en
el Manicomio de Pierrefeu, donde
me ví precisado á hacerla entrar.
Esto ocurre entre tres y
cinco de la tarde.
La crisis se produce cada veinticuatro
horas. Pienso ir á ver á
esa desdichada á mi regreso de
Monte-Cario. No he podido visitarla
desde el día de mi fantástica
resurrrección. ¡ La vida
es tan absorbentel Pero, en cam·
bio de los dolores con que nos
agobia, nos ofrece también di-chas
inefables ..... .
Yá silva la locomotora y va·
mos á llegar á Lyon. Le recuerdo
á usted nuestra consigna. Y á
~500
es hora de dormir y de defendernos
si alguien abre la porte-:zuela
para entrar en nuestro coche.
¿Quiere usted una almoha.·
da ~ ¿ N o ~ ¡ Pues, buenas noches!
ENRIQUE KISTEMAECKERS.
~
EL ABUELO
FANTAS1A
I
Un sudario de nieve
e ubre la tierra ;
la montaña y el valle
todo Nanquea,
y solitaria,
!a luna en el ('8pacio
su luz derrama.
Los árboles sin hojas
causan espanto;
el viento entre sus ramas
pasa zumbando,
y el arroyuelo
bajo la densa escarcha
corre en silencio.
Allfl sobre una roca,
sus paredones
abiertos y mellados
alza una torre,
y en la ladera
sus pajizas techumbres
muestra una aldea.
El campanario humilde
su cruz de hierro
recorta en el fantástico
fondo del cielo,
y de humo elevan
acá y all~ penachos
las chimeneas.
Del hogar junto al fuego
Yela la gente;
se vacía el hondo jarro
y á henchirse Yueh·e,
y entre las bnt~us
el chasquido se escucha.
de las castañas.
La zambomba monótona
zumba doquiem7
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2501 EL CO:O'Il.E O !IJE~ 1'.7l.LL.E
el rahel discordante
doquier chirrea,
y el vilht ncico
e._1ebra el Nnciwiento
del Sacro Niño.
... ."o duermén los pequeños,
que cuando viene
el Niñ<' Dioti al mundo
dormir no quieren;
todo ~ contento,
que á redimir los hombres
desciende el VERBo.
No hay triste que no tenga
con que alegrarse,
ni. rico que á los pobres
los desampare;
y los enferll1os
~aperan que el Dios Niño
Jos ponga buenos.
be improviso estridente
Jauta al esp:t.eio
~~ gallo vigilante
su agudo canto,
y la cam¡1aua a la misa del Gallo
los fieles llama
.J.lfdnuel F ernández y González.
AL l? .A.RTI:Ft
Estreché sus quince afios;
besé la voca de flor
t los cabellos castaños,
junto al v1ejo mar cantor.
-Pi~nsa, amada, en el amante;
bo tne quieras olvidar,
Y ca)·6 una estrella errb.nte
en la. copa azUl del mflr.
R. BL.L~CO FOMDONAr
tA ENCINA CAlbA
j ( D1 Gíovan11i Pascolí.)
.7! Gil :Portoul.
La rncina ya ao .. bra e:Utnllll·
Cesó el Juchar. con fierd• venda hales ..• ,
La gente dice ·
-'' Ay, Dios, cómo era intnen8a ! 11
EntrP. la~ ··a,..,as se ccbmpian ntdos
oue la a )t ,1 enrin<. cobijó piadosa;
pobres nielo¡; d<; aoril. 1: el populacho
prorr um;>e :
-"Ay, Dios, cómo era generoa& ! 11
Y todos hacen de la encina leña !
Y al partir, ya en la noche, hacia el hogar,
oyen el dese11pero de un~t tórtola
que busca el nido sin pdderlo hallar.
R. BLANCO FO.MBO!\.Ár
TI;ElM:.PO
El Tientpo kuye.
VIRGILIO.
Podemos as~gnrar sin ninguna te•
meridad que tlo existe en el lenguaje
de los bombrt!s una palabra más ero·
pleada ó de mayor aplicación que la.
que sin·e de tnote á estas I;neas. Porque,
efecti\amente, ella la encontramos
expresa ó tácitamente en nuestros
actos, ya sean prosectos; es decir, en
~qnellos que no concluímos, que ape·
nlis iniciamos o <'tejamos en nucgtro
cerebro sin ejecución ó que por con·
trarieda(leo no perfeccionamos. Atrojamos,
por ~jemplo, al campo de uueatro
huerto la semilla de la frnta que
devoramos Ull dfa indeterminado, y te·
nemos aquí varios momentos 6 instantes
desap~rcibidos, cuales son: lá ad~
quisición del objeto; la plantUción de
su simiente; la. época en qnb se desarrolló
hasta frttctiflcar; la existencia
del terreho en cierto momento: hechos
todos que se han verificado en purt!culas
más ó menos grandes y sucf!sivas
del tiempo.
AlgUnas veces rt"eorditis el DJóm(!n to
preciso eu que con vuestro amigo l1
hermano, penetrasteis emocionados en
el salon ricamente decorado y perfumado
con la fragrancia de una bella
que oa e~idcncia. •lcl Presidentl' y dP sn
f:unilia que \'iven sin guardia mili-tar,
como es de todos sabido, t ncabezados
por Valdivieso, Angulo, Moyá
Vásquez, .Martínez Silva, quienes Írían
armados de puñales y revólver, acoro~
pañados de treinta individuos, y se
aj>oyarían en un destacamento del
Batall6n X que debía estar listo en
las cercanías del Palacio para secundarlos.
Los conspiradores se ap('iderarían
del Pt'ar al BatalUm i
y á la Policía. Cri3Íá.nse índispensables !
piara esto$ 100.000 oro. ¡
.ltl terrm• 1
El klég)men del terror entraría en !
vigor- A todo individuo que se opu- ¡
siera al movimiento se le reduciría á l
prisión y se le deportaría á Orocué. 1
Agente de los conBpifrail.qres ¡
en el Exteno1·. !
En el Exterior el Agente principal 1
es el señor Juan Manuel bltvila, quien 11
debía. despachai' elementos de guerra
y dinero para. la. Costa y para el río
Magdalena. Habta estAblecidas inteli- !
gencias con los conspiradores de V enezuela
'Jr el Eéuador, para prestarse
auxilios y apoyos mutuos.
La Opinión PUblica iuz(fa
1 ti los conspilnulo?·es.
Uná.nl.mementé ha sido reprobado
~te conato de atentado contra el orden
público y contra la vida del señor
Presidente. ~Já.m"-s desdé los pthnetos
tiempos de la República babia shlo
urdido un plan 'de ca.rác~t m'ás tenebroso
y rep::ob~tble. ~l General Re~
s vi ve sin guardia., como 'él más sel\ciHo
y Mnfiado de los ciudadanos. No
est:tn aquí siq.uiera. su~ hij~s~ de 'modo
que asaltada. su testden'éla., no contaba
Cótl. más apoyo material que el
de sus propio-s bl'azos. Los éOnjutados
habrían tropezado segútamente
con el escúdo que en el peeho del Presidente
fiubiera puesto el amor de slis
j6venes hijas, pero ése no les pareció
obstáculo que debía. detenerlos.
La sanción
El PliÍs confía que el movimiento
!506
fra.~adó será el último intento de
petturba.ci6n del orden público. La
lección sería fecunda y provechosa.
Queda demostrado (!u~ la !liana opinión
reprúeba y condena tales excesos y
que la pá.Z descansa sobre sólidas ha·
ses .
.. .... .... --· .... .,,;, .;. ............... .... _... .. .....
J:lfo X y los santos n.¡.6erifos
Expu\sión de San Expedito de las lglcsia.e. -D~
vólución de "exvotos".-I.os católicos italia•
nós.
La lLamada " cuestión de San
Expedito'' agita en Jos actuales
momentos á los católicos italianos.
Re aquí el por qué:
Al ordenar Su Santidad, el año
pasafio~ las visitas apostólicas en
toda::~ las diocesis, dió, entre otra!!~
instrucciones, la de comprobar si
en los templos se rendía culto á
pretendidos santos, no reconocí·
dos pot~ la IgiP.sia.
Los visitadol'es comprobaron)
en efecto que en toda Italia, y especialmente
en los templos de Roma
y Nápoles, se venerAban efigies
de santos apócrifos, entre
ellos San Expedito, que cuentB
hoy un gran número do devotos.
Hace pocos años apareció el referido
santo en una O dos iglesias
romanas. Como quiera que la efi.
gie iba apareciendo de día en día
rodeada de mayor número de exvotoa,
otros templos se procuraron
esculturas análogas, para exponer·
las á la devoción de los fiefes.
En N ápoiAs tiene Sa.n Exped1to
numerosísimos entusialitas, atribuyéndole
e! popolino, entre otras
milagrosas dotes> la- de designar
los números que han de salir p~
miados en la lotería, por la que
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2507 .E.L C02l:B.EO 7JB'L )'~LLE
son apasionadísimos 1os napolitanos.
N o es, pues, de extrañar que
cuando, siguiendo las terminantes
órdenE's del Vaticano, se quiso días
pasados proceder á reti!·ar de los
tt!mplos de N~ipoles la imRgen del
santo, se opusiera el pueblo, constituyéndose
len guardia defensor
de San Expedito é impidiendo ma.
terialmente que se cumplieran las
disposiciones eclesiásticas.
En Roma fue necesario un verdadero
ultimatu,m del Vaticano
para obligar á los párrocos á quitar
las imágene~ de San Expedito
y de Santa Filomena, otro sa;1.
to de los cornpr<:!nuidos en la lieta
de apócrifos.
En cuanto á las cruces y corazones
de plata que rodeaban á las
imagenes se1·án devueltos á los don3ntcs.
Según la leyenda, San Experiito
era un soldado de la legión tebaua,
que sufrió martirio.
Ahora bien; la leyenda ó la tra.
1 dicción no bastan para establecer
la autenticidad de un santo que
no figura en el Martirologio.
Lo mismo ocUI'J'e con Santa Filomena,
cuya autenticidad ha sido
en estos últimos tiempos puesta
en duda por ciertos historiadoras
religiosos.
'/1:
LA JTI.JA DE LrrT R:i.-El famoso
librepensador Litt1·é tuvo uua hija,
y el día del uaciu.iento de ésta
dijo á su esposn:
-Tú eres católica ferviente y
práctira.
Edúca á nuestra bija en tus
pnuc1p10s: pero á condición de
quince añoj
yo le expondré tnmbién los mfos,
para que entre ellos elija ella loa
que mejor le parezcan.
Transcurrido el plazo, sin que
el sabio natura1isb se acordara de
la condición estipulada, díjole un
dfa su esposa:
-Tu hija está pronta á escucharte
con el respeto y la confianza
que se debe á un padre; iquié.
res qlle entre?
-¿Con qué objeto 1 respondió
Littré.
Si es para exponerle mis ideas,
no por cierto. 'fú has hecho de
ella una criatura bondadosa, ,tier·
na, sencilla, recta, ilustrada y feliz.
i Y me crees capaz de turbar
con mis ideas la pureza y tranquilidad
de su cm·azón 1 ¡ Mis
ideas! Pueden parecerme buenas
para hombres como yo; pero iq uién
me responde de que también lo
sean para ella ? i t,luién me asegura
que con tales ideas no corre
peligro de destruirse, ó cuando
meno15 perturbarse la obra excelente
que tú has hecho con ella'?
Que éntre, sí; pero para que la
bendiga en tu presencia, y bendiga
igualmente lo que por ella has
hecho para que aeí te ame y te ve·
nere más.
Todo esto lo cuenta Legouve,
también incrédulo y Jibrepensador,
q Ucl, por lo que á él toca, a ñuu
e:
Y o también he tenido y tengo
en mi hogar almas creyentes, y,
corno Littl·e, me tendría por criminal
si alguna vez cayese en la
teutación de turbar cou mis dudas
ti ofender con mis argumento.
s esas conviccione~ religiosas, de
las cualt:s, las personas que más
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/
amo con tánta ternura, sacan constantemente
su consuelo y su virtud.
Ahora bien, señores in<~réuulos;
si no se atJ·even ustedes a incul .
car sus ideas á las pHso na~ que
aman, cierto es que no tH~nen ~"e·
guriJad de que esas ideas sean
buenas; más bien temen u, te>des
que sean malas, puesto que "'e en·
caminan á turbar la paz en los corazones
puros.
Luego si ensenan ustedes á las
masas, al pueblo, esas ideas, es
sencillamente porque el pueblo no
es ptn•a ustedes objeto de amo1,
sino de explotación.
LA PROFESIÓN *M ÉDICA EN CHINA.
El médico chino no es siempre la
clase de curandero semi-brujo que
muchos creen en Occidente. Hay
en el c~Ieste Imperio muchos que
practican la medicina con conocimiento
de causa, tLás por estudio
tradicional de raza, por observación
de cerca, por prá<'tica, que
pcr educación profesional.
En China cualquiera puede ser
médico. No fls necesario examinarse.
Sucede generalmente que
la clase llamada de ''señot·l-'s,'' después
de habtrse ed nc:ldo y sujetado
a! examen oficial d el Gobit>rno,
que pocos resist~-"n debido á
los tremendos esfuerzoe de memo
ria que requiere, queda en opinión
de entenderse d~ todas las cosas,
incluso el arte rle curar. Nosotros
decimos que en la botica hny de
todo; los c·hinos dicen qne el qu~
todo 10 sabe también sabe m~dlcma.
Como entre los '(señore~" educados
hay quienes ambicionan
aprender, el que desea sobresalir
t0ma lecciones de algún maestro
famo ·o, !lobre todo que sea viejo.
Al mismo tiempo, si~-'11do costumbre
general estudiar farmacia á la
vez que medicina, e] estudiante
apreuoe á hacer píldoras, después
de lo cual puede hacer cuenta que
es boticario. Entre estos hijos de
Esculapio está muy en boga la ospecialización,
siendo pocos los qt:.e
estudian más de una er.fermedaS d.:! estP funeiou:uio son
aten.}t>r á lns heridas !'esultantes
de iufraccioueA de la ley, contarlas,
medirlas, ddel'miuar ctuíllle
eilas pmdujo la muerte, si muer ..
te hubo, y r.obra1· por todo ello.
~n cftsos de alte1·cado, quien más
le pague menos tendrá que ver
con la justicia. .
El medico de reputación en
Ghinn hace las visitas en coche &
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1
2509
á caballó, no de su propiedad sino
del pameote. No cobra la visita
por lo generl-11 de un modo directo,
sioo un tanto por cit-nto en el
precio de las mediciuas, cuando
no es él mismo eJ boticario, lo que
sucede la más de las veces. En caso
de curación es oostum bre in va·
riable hacer valiosos regalos al
médico, de tánto más valor Quanto
más pronto viene el alivio.
La farmacopea celestial es sen.
cilla en )a forma y vr.riada en los
ingredientee. Compónese de pildoras
y cocimientos, cuyos !ugredientes
se llevan de la botica en
estado natural y los prepara la
familia del enfermo. Con frecuencia
entran veinte ó más ingrP.dientes
en un medicamento. Los cocÍ·
:mientps, por lo general muy amar·
gos y horripilantes al olfdo euro·
peo, se administran siempre en
grandes tazas é hirviendo.
En un libro de medicina que
data de la dinastía Wing (1568-
1664 de nuestra éra ), se contienen
28. '139 recetas. Los ingredientes
más usuales de la materia médica
celestial son productos vegetales,
minerales y animales, preponde-
' rando entre los últimos los colmi.
llos de serpiente venenosa, escor·
piones, cientopiés, "mosca espa.
iíola" (cantárida), cucancbas, ~sQilrabajos,
sapos, renacuajos, etc.
Que entl·e los chinos la cirugía
no corra parejas con la medicina,
no significa que se la desdeñe por
completo. Hay profesores "ma&
SP.urs,'' muy aptos y se usau dos
clases de "masage," sencillo y doble,
pa1·a dolores de vientre y de
cabeza; y en casos extremos se usa
la lanceta en cualquiera parte del
cuerpo donde se sienta dolor.
Debe ser delieioso para un extranjero
(•aer enfermo en el interior
de China y no haber más recursos
á n1ano .que los de la ciencia
indígena. ..
·••······· ········-··--·- ·-·-····-····-·-------.
.AVISOS
El suscrito, sacristán de la Capilla.
de San Antonio, avisa al público y á
todos los que tengan interés por la reconstrucción
de esta, se dignen ocupar
los números que faltan de la rifa
de alhajas que desde el mes de Octubrr>
se principió á recoger, la cual se
había suspendido para dar lugar á la
del cementerio.
Si durante el presente mes se acaba
de recoger, esta tendrá lugar el 2
de Febrero próximo. Es con lo único
que se cuenta para seguir techando
lo que se ha const.ruído.
Acudid pronto con $ 20 que cuesta
cada número, . no se pierden.
Cali, Enero de 1906.
MANUEL M~ RoDRfGuEz A.
Modistería
A viso á mi selecta clientela
que tengo abierta la enseñanza
del nuevo corte por doña Mer·
cedes Carbonen y Poñella.
1 Angelina Ria~oos E .
Se vende
un derecho en los terrenos de
La Burrera, Distrito de Palmi·
ra. Entenderse en Yumbo con
Nicolás Arámburo ó en Cali con
Ismael López.
Citación recomendada (normas APA)
"El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 247", -:-, 1906. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3686354/), el día 2025-06-15.
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