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CofomTJín) ItiCIF.~filRE 3 DE J 03. -N.o 147
i,C.\RA o SELL01
En cierta noche del año 1814 hall:
íban e en un mezquino cuarto de
posada, en la ciudad de Huamacbuco,
en convennción íntima, · azonada
con sorbo á una 1-a7a de té y
besos á una copa de ron de Jamaica,
dbs caballeros que vestía.n uniforme
n:ti!itar, y que, por u :fi onomía y
acento, denunciaban de á legua su
nacionalidad europea. Eran los
Coroneles irlanuese. Arturo Sande
y l~ra.ncisco O'Connor, ambo al
8en·icio del ejército colombiano.
O'Connor había llegado, en la
tarde, á la ciudad, y como de larga
data no veía á su camarada Sande ,
ya supondrá el lector que tendrían
inticha tela por cortar, mucha confidencia
por hacer ·e y mucha · añoranza.
que compartir. Llevaban
una hora de expanl':>Íva charla, cuando
á un discreto golpe de la puerta,
anunciador de vi~->ita, e o n tes t ó
O'CO!:nor: ¡Adelante !
El que venía á interrumpir l coloquio
de los amigos era nada meno
que el General Antonio Jo:>é de
ucre, cuya frente orlaban ·a los
laureles de Pichincha, y que, u
breve, obtendría también los de
J unín y d Ayacucbo.
'Con nor llamó al asÍ¡,. ten te y 1
ordenó que sirviese tazad té y copita
de ron al General.
Reanudó e la conversación, que
fue toda sobre política y planes mi-litare.
de campaña, y á propó ito
de un e. preso que poca hora· más
tarJe debía :-;alir del cuartel general,
con pliego::. para Quito, dijo
Sucre:
-Aproveche usted la oportunidad,
Coronel Sandes, . i quiere
enviar alguna carta. Yo sé que no
le falta á quien e cribir.
-No teng-o urgencia, cont.e tó lacónicamente
el irlv nd 's
- Hablemos, continuó Su re, con
fnnqueza d soldados y de caballeros.
S' que usted pre~nde, en
Quito á la hija del Marqués de Solanda.
Yo también pretendo ca!:: arme
con esa señorita, y como nne tra
angre no se ha de derramar por
otra. causa que por la libertad americana,
me permite proponer á usted
que onfiemos á la suerte nuestra
pretensión. Tiremo · un pe. o al aire
para \ er qUtén gaua la mano de la
marques ita.
-Convenido. General, cante tó
Sandes con la g-enial flema irlandesa.
- Ea! 'Connor, aque u..o.;ted un
peso de u bolsillo-prosigió ucre.Elija
u:sted, "'ande· ....
¿ ara ó ello?
-J.. To, mi General : elija u ted
como 111i uperior.
- Preci. amente, por so no ci bo
ser 1 primero en el gir. No es
asunto d ervicio militJ.r ....
- iuo del senicio del dios Cupido-
interrumpió O'Connor,- ervicio
en que la igualdad es absoluta, pues
cu leva::; de amor no hay tallas.
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1354 EL CORR~O DEL VALLE
-------- ------ -------~-
Déjense de cortesía , y acuérdenme 1·
el derecho de elegir.
. - ¡ Muy uien! ¡ Aceptado! , contestaron
á una los rivale::; .
- Cara para el ,....,eneral. y sello
'Para mi paisano, dijo O'Connor, y
lanzó un peso fuerte hasta la altura
del techo.
La suerte fue adversa para el
Coronel irlandés.
¡Ah 1 ¡ Los Libertadores ! ¡ Los
L1bertadore::, ! l !
En los tiempo~ de la capa y la espada
los líos amorosos ·e de. ataban
á cintarazos. L os L ibertadores upieron,
hasta en eso, romper con el
rancio pa ado, y jugaban la posesión
de la dama á cara ó sellv. Fueron
muy hombres y ... . muy cundas.
Siendo ya Pr e~idente de Bolivia,
el General•Sucrc envió poder á Quito
para su casamiento con la :Marquesa,
ceremonia que se efectuó el
mismo día en que el novio era herido
en un brazo, al sofocar un motín re·
volucionario contra su Gobierno.
RICARDO pALMA.
HIMNO PATRIO
CO RO
"A discreción la<; armas'' 1
Por la Patria y la gloria á la lid 1
''Paso de ven red nrc. " 1
Es forzoso triunfar 6 morir!
A las armas! qne afrentan la patria,
Que d c~trozan E>l uelo natal!
A lafl armas! 'o lomhia, peligrn. .. __
A las arrua~, valiente , volnu!
A formar con los cuerpos barrcrn.
En !'1 patrio le,jano contín,
Y á. d ecir al audaz mercenario
Que intcubne violarlo: ¡Alto abí 1
El que bienes y sang ro y tamilia
Hoy no dé con afecto tllial,
Que lo marque la nota de infame
En su frente, en sn raza, c.u su hogar 1
n jirón de In pntria <]¡lf'Jida·
nc trai!loteScnpirle la fnz, y morir.
Oh! Colo111hia, c¡ne C'! mund0 te Yea
Destrozaun ,Y t>anglicnta c¡niza,
P ero, alth·a y ,,uerbia, el coloso
Con tn lútigo el 1ostro cruz,u·.
Ya tu cáliz de acfuar ¡oh patria!
Apura"t lloros·¡ ha ' ta el tin .
, 'nestrn saugre lo llcnt>, y brindemos
Por tu honor sin mancilla .r por tí.
Tu ppudón dei'lgarrado elevemos
Con flOlt>moe protesta leal,
Donde e. calan tu montes el <'ielo,
Doutle besa tus playas el mar.
Y al n\arde de fnerza ante el débil,
De <'o< lieh m<>ng11ada ,í s<'JTil,
Cou d~' S)ll' ecio infinito c-outt'. te
Todo un pueblo que SfLUO WOLÍL'!
CORO
"A dit;crcción la · arma "!
Por la P atna y lu gloria á la lid!
' ·Paso de vencedore ''l
Es forzoso tri 11.r ,. ó morir!
\1' 1 'V 1 EÓI\ Gó;\IIi'Z.
Xo\'iuuure 11 de 1 oa
CREPUSCULO
I
Desde el Yalle t\ la montnüa
La lnz de la bhnca aurora
Con tinte e.' pléndi1lo clora
Cuanto tnt:.l, tnanto baña.
nesl alhn se n•visto
De zafiro y de topacio.
II
El nvo I'D t>l ho que canta
Y Cb una HoR~a1111 l'\ll trino
Que al Sumo Hacedor Didno
Alborozada levnn tn,
Cabe la fnento In pinutn.
B<>lla y mngnHica brota,
La flor en las oudas fiota,
1. ndra mo' cou amor
Una gota 01~ cada fior
Y un iris en cada gota.
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EL CORREO DEL VALLE 1355
III
Entre noa lnz azulina
Y envnt'lta en albo ropaje
Tejiuo de fino cncnje
..Ln uu tt' lar de uebliun.
Be (le cub1·e una colina,
Y lu égo un pctifiHje Yario,
Hom piendo el blanco sndarí(}
Surge la. ciudn.d uath·a
Y e escucha In atractiva
L!amada del campauario.
IV
En blanqníRt:,1o e piral
El humo de hogar Jpjano
Se levanta al cielo nt'an(}
Desprenclído del fanal.
Así del pobre rnortnl,
Como esa can acobarrlaro¡.;
Tomad hc•y por ruceta e le consejo :
"Sólo viendo á Garnk podréis curaros".
,.-¿A Gurrik?
Sí, á Garrik .. La más remisa,
Y auster!t sociedad le busca nn iosa ;
Todo aquel que lo ve, muere de ri~a :
¡ Tiene u u a gracia ar tí tic¡¡ asombrosa!
-Y á mí me hará reir?
-i Ah! sí, os lo juro ;
El, sí; nada más que él; mas .. qué os inquieta!
-,A í-dijo el enfermo-no me C[!rO :
¡ Y o soy Gnrnk !. .. . Ca m bindme la receta.
¡ Cuántos hny que, causado de la vida,
Enfermos de pe•nr, muPrto de tedio,
lineen reí r como el actor suicida,
Sin encontrar para su mal remedio !
¡Ay! ¡Cuántas vece al reír se llor:.ll
¡ ndie en lo alegre lle In risa fíe.
P orque en los séres que el dolor devora
El alma llorn cuando el rostro ríe 1
Si e muere la fe, si huye la calma,
Si ólo nbrojo nuestra planta pi a,
Lanza á la fnz la tempe tad del alma
u relámpago triste : la onri a.
El carnaval del mundo engañ,l tantQ,
Que las vida on breve' ma curad11
Aquí aprendemos á reír con llanto,
Y también á llorar con carcajndas.
.JuAN DE D, P.rozA.
LA RATONERA
De sobremesa, mientras tomaba el café
y fumaban sus cigarroa. tres magistrados,
íntimos amigos, contaban lances curioso&
do su carrera,
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EL CORREO I EL V ALL:m
•
Mr. Parí e hiz(J el relato de e te he~.:ho,
~n qute> intervino él mi mo, siendo en
Parl :> jne:;-; de instrut:cil>n:
-U na matian:i-dijo-trabajaba en
mi de · pacht~, cuandc> ví entrar á un bornLrc
pre,;a de una gran turbación. Era
uno de nue,;tros 01ás ricns joye•·o,;, m11y
famoso en París.
[~1 pobre hombre me (·uenta unn hist
oria, la bi,tMia <:lás1ca de todo comer·
cían te esta tado.
-Hac·e u11os días-me dijo-una señora
llltty bien [Hi e'ta entró en mí tienna,
dejándose á la puerta Ull elegl'\nte cAnuaje.
Tenía la s<>ñnra todo el aire de una gran
dama~ lo cual -.e revelaba en ella, en el
vestido, en los a dorno~, en !os ademanes,
eo los perfume· delicadns y suaves.
IIil.o q11e le en eñara varías alhajas.
Etscog;ió algnnas, y con aire distraído,
ind1ferente, verdade:amente señoril, me
dió los cul'\tro tníl fran<:os de su importe.
Cuands pocos días
en,·ió al medico este aviso: ".r:sta tarde
le llevaré á mi esposo."
En d !Cto : la señorH y su esposo, se presentaron
con puntualidad. Un criado, ya
advertido, los introdujo en un salón desierto.
La dama debió encontrar un fácil
pt·,etexto, porque despué3 de hacer· tomar
asiento á su marido y de hablarle algo
en voz baja, pasó al cuarto mrnediato
donde la esperaba el doctor.
-¡Ay, amigo mio l-Je dijo 6 éste-
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EL CORRlDü D~L VALLE 1357
no me r'esigoo á scrpar11rme de mi pobre
enfermo.
-No hay más rtlmeCiio. V:íyase tranquila,
señora. Yo respondo de todo.
La des<.-onsolada mnjPr apretó las manos
del doctor y se marchó llorando.
El alienista entonces conmemó su ob ·
servación. Por una rendija de la pnet·ta
veÍa al loco, que complttamente tranquilo
revisaba un per~i)dico. Al cuarto de
hora se levantó el enfermo. A los veinte
minutos man1festñ alguna impaciencia.
A la media hora comenzó á pasear con
aire muy violento y agitado. Un rato después,
excitado, nervioso y limpiándose el
sudor que corría por sn frente, se dirigió
decidido hacia la puerta, tra de euyas
hojas el médico espiaba.
El alienista le salió al encuentro, v el
loco, sin poderse contener, ~xclamó.oon
viveza:
-&Y esas alhajas 1
-¡,Que alhajas!
-Las que le habrá entregado á usted
su señora.
-Está realmente loco--pensó el médico.-
NQ sólo tiene la manía de bu alhajas,
sino que cree que su mujer es mi se
ñora. Y en voz alta repuso:
-Amigo mio, ni esa dama es mi esposa,
ni h::~y aquí alhAja de nadie.
¡-Cómo que no! ¡L~drón!
El pobre médico tuvo que pedir socorro.
Cuando llega1 on los criarlos vieron
á su amo en el suelo, y al loco qne le
oprimía el cuello convulsivamente.
En un instante el enfermo fue cogido,
levantado en el aire y sometido á la dueha
más ené•·gica que haya sufndo loco
alguno.
Luégo fue sujetado con la camisa de
fnerza y encerrado, y así permaneció
ocho dias completamente furioso, gritando
cada vez que se le aparecía el médi~:
o, que el médico mismo era un estafador
y su mujer una ladrona.
-&Y se descubrió todo t
-Casi todo El pobre dependi,~nte fue
restituído al esblecimiento, cuando ya es-tnha
pt óxirno á volvcrs•' loco ue ver-dad.
Lo que n<• pudo drscnbl'irse nunt·a fue el
nombre ni el paradero de l11 ingeniosa estafadora.
qne según lat< &eFI»s, era, además
ae una bribona, muy bien edueada y
muy guapa.
JosÉ MouTE.T.
SOMBRAS
Como aromas df' flores o<·ulta~
Que llevara en us alas el viento,
Van lit> gil ndo t'n mis horas o~cnra'l
A mi me11te, de amor los reC'uerdo::;
Y rPnact>n las muertas aurorc~s
Alumbrando el O:<<'UI'O desiNtO
Dond1• !<Óio !'e ag itap do:> flo rt:'~
Ya marchitas á impulsos rlel uierzo.
Entre tanto par<>ee ngifarse
De pa~ ión un vol<·ón en mi pecho¡
, urge yá la lwllísima imagen
Qu~> fue luz en mi:j nocht>s s1n sueño;
Y part'c{•n volar las tinit>hlas
Que vinieron uual de hondo mi~terio
A posarse t>n la• ruinas del alma
Ouando y á terminaba el inr.:endio!
Si pudieran horrar los recuerdos,
Del pesar esa noche solemne
Como extingue del ul lo:< reflPjos
Esa rE-ina de sombra¡: qu~ VÍt>llt' ...•
Pero nój que las noches del alma
Oomo lluvias de hielo de cienden
Y por e 'o la hoguera se apaga
'Al brillar entre lampo¡¡ de nieve.
0. PUEN'l'E.
Oali, Nov. 2 de 1903.
DESESPERANZA
l\Ielan('ólico, vago y misterio~o
('ual de púdica virgen el lamento,
El suspiro mo116tor.o del vit>nto
.b:soueho pen.ativo y silenoioso.
('on ~ll m11nto enlutado y vaporoso
La nol'l1a se arlt'lanta; todo aeeot.o
Humano languidece en aislamiento
Y natura. se aduerme en el reposo.
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1358 EL CORRE~ DEL VALLE
Diflfauo el c·ielo está, la Ion ' riela
Bañando con su luz montes y prados
Y velvz a\ cenit llt>gar anbola.
Ella al fln ~uhirá basta los collados
Aclpillo.
Cosas dignas de saberse
Bajo este títulfl publica nn diario americano
los curioso dPtalles iguientes,
dedicados á los dueños de casa:
1 ~ La sal hace cortar la leche; por
con iguiente, al pn parar condimentos ó
sales, es conve niente no agr·egarla sino al
fin de la. preparación.
2~ El agna hir·viendo quita la ma_yor
par·te O<' las manchas ele fruta, 11e vierte
el agua hir·viendo. como al traves de un
C<'dazo, á fin de no humeciecer má género
que el m·cesario . •
3~ El jugo del tomate marlnro qnita el
azúcar y las manchas del moho, del li enzo
y las manos.
4~ Una cucharada de sopn de esencia
de trementina, agregarla a la lejía, ayuda
poderosamente á blanquear el lienzo.
5~ E l almidón cocido se 111ej0ra mucho
con la adición de un poco de gonra arábig::
t ó de blanco de ballena.
6?- La cel'a amarilla y la sal limpiarán
y' pulirnn como cristal el hierro más oxidado.
e envuelve un pedazo de cera en
un trapo y se frota con éste el hierro calentado;
despu és con papel espolvoreado
con sa l.
7 ~ Una solución rle ungiicnto mercurial
en la misma cantidad de petróleo,
constituye el ruejot· remedio contra las
chinches. Se aplica sobre las tablas del
catre ó de la habitación.
8~ El petróleo suaviza el cuero de los
zapatos, ú ot1 o cualqui e ra, endurecido
por la humedad, y Jo pone flexible y
blando como si fuera nuevo.
D~ El pe tróleo h::tce brillar como plata
los uteollilios de estaño; basta vot·terlo
en un tr:tpo ele (;1 nn .v frot:u el metal. El
petróleo quita también las manchas de
los mueoles barsizadus.
10 El agua fría de lluvia y un poco de
soda qnitan la grasa de cualquier género
que pueda la varsc.
EtTUU NOVED!D
NO MAS CAlLOS ! !
\Vence~lao Strna y Compañía ¡:¡cahan
de recibir llls magníficas h'lrnras
parll calzAdo, e:-tilo am.!ricanu. Ver
para cree1-.
Tra bnjo esmerado y al precio más
bajo de ia plaza.
Establecimiento situado en In pla·
zuelo. de San Fnlllcisco.
Citación recomendada (normas APA)
"El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 147", -:-, 1903. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3686255/), el día 2025-05-17.
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