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{''776~
12 DE 1!103. ·-X.:: lll
•
Líterario
1 '
indu~trial y ~nticío$a
Dinctnr, ll-L S ~' ~\RN~'!:'I'
EL ROBO
'Quién lles de música? ¡ ~[isterio
in ondable! Pero In cierto es que estaba
allí, sobre la ·iun.PIJ ('a de la sala, y que
la ví un mié1 or la maü>~na en e l
momento de sali1· de ca,;a para ir al colegio.
l\Ti p!·imera id,•a no fue mala, pues
me limité á esclamar: "¡Calla! ¡ na
moneda de dos franco ! " , in que me
abrumara ningún mal peneamiento, la ecgí
con la mano para mirarla más de cerca.
La magia del d1nero no tardó en producir
sus naturales efectos. Como para
un muchacho de trece aiios, como era yo
entonce , dos francos conEtitu1an una
can t1dad respetable, sen ti de pl'onto brotar
en m1 tanto deseos como moneditas
de cobre había en aquellos do francos.
-¡ CtHÍntos pas!'os en ba1 ca pued"n
darse cor> e a cantidad !-pensaba yo,
puesto que en aqnella ~poca el embarcarme
era mi pasion fa.vqrita .
Pero aquel placer costaba muy caro, y
para alquilar un bote de mc·dio franco
cou los diez céntimo· que n1e daban se'
manalmente en casa, t• tna que p1·ivarme
el<> todo, calcular y hacer economías.
Po1· con iguientc, aquella moneda bri
liante y redonda me l1izo el cfceto de un
disco de lmterna nuígiea, pec¡ueüo al
principio y agrandándose á medida gue
yo lo contemp aLa, para hacer patentes
las imágenes del puerto, las proas de los
buques y las barcas de alquiler que se
ba lvnccaban en el agua.
La vision fné tan clara, tan tent;~dora 1
que me vi obligado a <'<>rrar lo oto"·
Dnrantc algunos minnto JH'rmr~nN:Í
allí in moverme, l·onscr\'ando <>n mi po,!
er aquella moneda qne me qnvmaba la
mano. ¡:\I1nnto· inr,lvidable-, en quP. e \pcrimenté
toda· la emocione de! robo!
No se nan u.-tede:;. ro me refiero á la.s
tenta<·ionl~ de un nifw sino á las tentacione
de tlll cr imin1l.
• in Pmbargo. la idea del deb~r, el re·
cuerdo de m1 · padres y el miedo al castigo,
si alguien me de·cnbria, tuviPron
má fuerza que la pasión. •
Coloqué la moneda en la chimenea. __
sino que._. por un movimiento instintiY<>,
pero de eguro diabolico, la puse bajo
el r eloj para que no la viesen más y la
creyes<>n perdida.
Dt: de aquel ruomer.to al robo estaba
cometido, agravado por la bajeza de la
hipOCI'CSia.
Y mi conciencia indignada se erguía
terrible para llamarme ''¡ladrón! ladrón!"
eon tal fuerza que me parecía
que todo el mundo la escuchaba.
E! crimen e tabu com11ttdo, porque haoía
prO\"Ocado <>1 remordimiento.
No ob tante, por la tarde, al llegar á
casn, mi J>rimer cuidado fue ir á la sala
y di1igirmc á la chm10nea.
EncontrP la mvneda en su sitio ; pero
no tuYc valot· para cogPrla ni p~ra decir
á mis padre : "~ hí e tá.''
Decididamente era yo un ladrón en
tod:> regla.
.Aquelln no~he, sin emb:1rgo, logré dormir
Lúeu, contra lo guc yo esperaba. ¡Lo
que ,s l sentimiento de la irnpugnidad!
De de qne esluyc seguro de que podía
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1322 EL CORREO DEL VALLE
--- ----- --------------------------------~
.aporlcrarme de la moneda sin p · ligro,
puesto que todo el mundo la daba po1·
perclida, mi conciencia me d ejó tranquilo.
No tenia que pensar más qne en mi
paseo ~ma1·,tim0 del d1a siguiente, qne
tántas emociones me tenfa reservadas.
Al otro día, despu és del desayuno, me
introduje furtivamente en la sala, y al
v erme ante la chimenea, tuve un momento
te rrible.
Hablaban en alta voz en el cuarto contiguo
y_ tuve mi snroso al mue ll e .
¡De!ldichado il e l que hubi ese que rido detenerme!
¡Cuán fácil debe do ser mat::u·,
cuando se ha cometido un robo !
Mientras andaba, ó mfljor dicho, corría:
palpaba con la mano la hem1osa moneda
de plata que t enía en un bol sillo d e l pantalón,
juntamente con la moneda de dtez
céntimos que mi madre me daba todos los
jueves, y aynelia músi~a me• embriagaba
y me daba alas para precipitar mi marcha.
):{o experimentaba ni la sombra de un
remol·dimiento.
Alegre, ligero y sonriente, hallábame
en la atmósfera de mi placer favorito.
De pronto, al pasa1· por delante del
pórtico de una. iglesia, de tú vome la tendida
mano de una mendigante. Compadecido
por la miseria de aquolla mujer y
por la palidez del níi'io que ll evaba en
brazos, saqué de mi bols illo la moneda de
diez centimos y se la arrojé á la pobre, la
cual me dió las gracias con tan marcadas
muestras de cxtraordinat·io t·econocirniento,
que á los pocos minutos me asaltó una
sos¡:.eeba terr1ble.
-¡Dios mlo!--exclamé.-Si por equivocac1.
0' n .' ... .
Sin pérdida de tiempo metí la mano al
bolsillo y lancé un grito de e.>panto. ¡Había
daJo los dos francos y ~ólo era dueño
de diez céntimos!
RPtrocedl furioso y hablando solo.
- 'í, sí ; encontraré en seguida á esa
infe liz; le diré que me he cquivocéldo y
que ese ciinero r.o era mío. Y si no quiere
devolvé¡·meln, la haré detener como
ladrona. ·
¡Se necesitaba aplomo para que yo me
atrev1ese á calífil'al'!a de tal n1aneral
P ero ¿,por dónde había pasado la men·
digan te ? Recorri el pórtico de la iglesia
y las calles inmediatas sin lograr mi propós
ito. Indudablemente, la pobre había
regresado á su casa, dando por terminada
su expedición del dla.
Fuera de mí, med i0 loco, sin sabe1· qué
haeer, me dirigl á mi domiciho, y, arroj
ándome al cuello de mi madre, con una
explosión de lágrimas, en las que había
má' indignación que remordimieuto, adop
t é el partido de c0nfesárselo todo
Es cosa frecuente-segúu dicen-que
un ladrón confiese su delito á la justicia,
de rabia, de haber dado un golpe en vano.
ALFONSO DAUDET.
DESDEN Y PAZ
ORIENTAL
Os miro, te:npe tades de la vida,
Con un desdén profundo 1
V osc.trn me veréis, á vne tro ps.so,
Inmóvil como el muto.
No cuturbiaréi lo claro cte mi día,
Porque él esta. ya turbio.
o o fuera dable evaporar mis sueños,
Pues no acaricio hoy uno 1
Dcsceneleráu mugiendo los torrentes
Por sobre f1mgo impuro ;
Lo ntyo dejarán á la aveci lla
Exánime en el mugo ...
Que tronche el huracán la encina añosa !
¡ Que se conmueva el mundo !
En !al de olación, los corazones
e cubrirán ele luto ....
Menos el mio ! .•. . Lo veréis en tanto
Inmóvil como el muro,
Y, cercado de sombras y borrascas,
Sereno como e¡ Pl,l.l;l.Q.
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EL C RHEO DEL VALLE 1323
o miro con cie uén 1 •• os de a fío,
Tempe tacle: riel mundn ;
Porque ro mi corazón la paz impera .. ,
i La paz de los epulcro !
~[ 'UEL DE .JE~US FLOREZ.
A CA OELARIO OBESO
No tnás canto~. no más ; ,i la hermosurn
Por otr '• no p0r tí, de amor su pira ;
Si no hay pnrn tu negra de. ventura
lina sola mirndn de ternum
Que h11ga vibrar la cuerda de tu lira ;
i tu nlmn de poeta u nmbro ía
Esparce en In nrena del dt> i1•Jto,
Si tu eternn y tenaz melanc,>lía
To ha ele trocar e nunca f-n nle~rín.
Si náufrago tu amor no hallará puerto ;
Sí la flores que arrancas á tu mente
Para guirnalda de su . ien de rlio.a
011 hollada con planta indiferente ;
i no ha tic rcfre car tu mu tia frente
El rocío.de su alma cnndoro a ;
Erha sobre Ru cuerpo una mortaja,
Toma lns ' 'estidura de un queruhe ;
Q11e del revuelto munclo en la harajn,
lLila P.S la carne que al Repnlcro baja.
Tú eres el genio que á lo cielo u be.
ANTONIO JOSE RE TREPO.
S 1 DEl~ AL
Ya se eleva la luna tras de los moLtcs ;
Ya se aduermcn lo vientos entre las palmas;
Y al contemplar la luna mii horizonte"
Se abren más horizontes á nue trn nlma .
1 Qué delicia que juntos en raudo Y\wlo,
Sin dcjnr en el aire huella ninguna,
Llcuárnmos be ·úndonos hasta el ciclo
Y por hogar tomáramos la nlbn luna 1
¡ Volar como do~ nube ele opn stos polos
El ' ctJ·icos, que imitan aureos vellones '
1 Qué soledad tau dulce la de do · solos
Que al volar se compriman los corazonc
1 Arder 1.quí en la tierra como dos llamas,
Vibrar en el espacio como do· not:.~s,
Y morir en In lunn. si no me amas,
Como dos tristes liras á. un tiempo rotns 1
1 Y al alzarse la luna llena y brilhtnte,
Como hostin do luz viva sobre el ·agrario,
Lns almas que bien se amen en r.delnntc,
Se daní.u siempre citna á. nuestro o nrio 1
LEONIDAS FLOREZ
V E N G A N Z ,\
Soñé que E>ra infeliz romo ninguna,
Soñé que tú me habías engañado,
Y tnflrlité furiofla una venganza
Que uahría t'dtremec.ido aun á lo8 astros .•
M S8 a 1 rrme á vengar quedé impotente,
C'nanr!o te iltll ya á ht>rir, tembl.S mi mano,
t 'uantlo tt> iha ya á odiar, te arné de nuevo,
Y por dt·t·ir i maldito! dije i ingrxto !
MEHCEDES ,\. DE FLÓREZ.
A .....
lla!'ta clP amor ; tn corazón hPlado
Dejó cltl. er de mi ilu~iún el nido;
El fuego dt- otro titl t1empo carcomido
E~pNa . u verdPr, L
Espera . u eurrienta el lecho exhaust~
De arroyo bullidor.
E~pNa la avPcilla apri'ionada,
Al finnan1ento azul
Alzar,e l1brP, y recorrer el cielo
Bañ11da en tibia luz.
)fas ignoran el árbol y cl arroyo
QuE~. u savia y raudal
A un tiempo 'e agot11ron en su germen
Y nunca volverán! ..•.
La a\·ecilla no sahE.' qne la~ rPjas
Qu(l cit-rran u prisión,
La d~:~tend rán por ' iemprt>, y que su vida.
erá eterno dolor 1
l\IuÁvt>n~e así en,¡ alma desolada,
Harta ya de~sufrir,
Fervoro~os anh~>los de ventura,
An ia de amer. in fin ...•
Esperanzas que m u eren agostadas
Por t>l fuego Vi''&.Z
Del infortunio, cuya horrihle llama
Jamás se extinguirá.
Corazón ! aco túmbra te)l tormento,
No más vayas en pos
De la esquiva fortuna que volando
Aléja~e velo-z:.
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1
132+ EL CORREO DEL VALLE
------------------------------------.,----- -------------------------------
Serno vanas también tu~ esperanzas
lHer.tida tu ilus!ón ;
Tt=~ndrá,, la mi~ma inf·n·tunatla suerte
D~:~l avP, del arro) o, dt> la flor! ..
FILEMÓN BUITRAGO.
EN FAMlLlA··-·Y.\ 'KE~
POR IIEINRICII UH.l3AN. (Puck) .
Adelante! La puerta de la oficina privada
de Isaías Lovelace, de la firma Lo
velace & C. 0 , se abrió para dat· pa o al
joven Oliver Lovelace.
-Hola, hijo, yá estás de ,·uelta! &Te
fue bien en el veraneo~ Cuánto me place!
Y cómo te ha q•temarlo el sol en dos se·
manas! Te has divertido mu..:bo~
--1\lucbo! Gracia.,, papá.
Oliver se quitó el sombrero, se enjugó
la frente con un pañuelo perfumado y se
sentó, frente á su padre, en el cómodo
sillón del so~o ausente. Los sera1·aba un
elegante pupitre El joven puso los pies
sobre el marco de la ventana, encendió
un cigarrillo y dijo :
-Sí, muy di\'ertido!
El viejo manifestó complacencia y siguió
cont~m piando á su Oli ver. Todo en
él, de la cabeza á los pies, era aristocrático.
Los manos finas, el óvalu del rostro,
la boca bien formada y la nariz yankee.
Todo aristocrático. Y eso era lo princip,
al para él, que habla comEnzado romo
empacador de frutas en la calle Bat·clay.
Excepto esa debilidad ó lado flaco, el rico
comerciante era un hombre lllUY e timable.
Por lo demás, el crédito de su firma
era ilimitado.
-Y en q 11é pasabas el día~ Qué has
hecho~
Olivbr echó una bocarada de humo,
pensó un instante, y dijo:
-Nada.
El viejo se rió.
-Cuando más, agregó Olive1·, pescaba.
Po1· lo general, me iba á estudiar la belleza
femenina. ¡Y qué chicas tan guapas
he visto! papá, qué formas! qué pies!
--Bah, hijo, no ruc hables de esas cosas.
--Vamn , cont<''ltÓ el Vlejo, gniñando
el ojo, yo sé que tú entiendes.de eso.
El señot· Lovelace se acari~ió las yá encanee
idas barbas y, pat·a darle otro giro á
la conversación, preguntó:
¿ o te ha ocunido nada más interesante
1
--Interesante~ U o día me pasó una!
Me estaba yo bartando en el mar, naclando
y zabullendo á mi anchas, cuando, al
salit· á flor de a~ua, doy de cabeza contra
un cuerpo blando, y escucho una exclamaeión
de orpre·a. Señora, dije yo al
darme cuenta de lo ocurrido, pido á Ud.
mil perdones. No la habta visto. Y, dicho
e to, segut nadaodo. Pero g, de qué
te ríes, papá~
El viejo no contestó, sino que con la
cabeza echi:lda hacü atr6 s y las manos
puestas sobt·e el desatTollado abdomen,
rela á mas y mejor. En cuanto pudo recobrar
el al1ento, preguntó:
- & Era hermosa 1
--A'Jmirable.
--Pero esa era una presentación de
primer orden. ¿No hiciste conocimiento
con ella 1
--Pot· supuesto.
--Te declaraste?
-- o. l\le cotnproruetí.
-A qué '1
-N os comprometimos.
El señor Lovelace abrió tamaños ojos,
como para con vencerse de que s1 era su
hijo el que le hablaba, y el mismo que
con soberana tranquilidad encendla UK
segundo cigarrillo.
-Hu m! dijo por fin. ¿Es rica V
-- Jo tiene un centavo.
El viejo abrió mlh lo ojos.
-aPero será de familia distinguida,
aristocrática?
-El padre era carpintero La madre
murió. Ella vive de escribir en máquina.
-&Cómo se llama?
--Ofelia Smith.
El viejo meneó la cabeza.
--Pet·o, hijo, eso scrla traerme á casa
un cargamento de plebeyos. &Con eso es
con lo que quieres casarte1
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EL CORREO 'DEL VALLE 1325
- í, el dieci éis de Septiembre.
-&E tás loco 1
-Nó!
-No OJi,·er, no me lo lleves á mal,
pero eso no debe sueeder. Si dijeras una
Roosevelt, una tnyvesant,-aunqne no
tuviera sobre qué caer e muerta ... Pero
una Smith! j Si eso bue!e á tab:1co de
masca•· y á viruta !
-Te aseguro que ni i'i una ni á. otra
co a, papá. AdC'más, tú no dejarás recaer
esa responsabilidad sobre tu hijo. &Cuánto
me das para establecerme~
- T a da, hijo.
-Con eso no podemos montar casa.
- i al menos tuviera algo, aun cuan-do
fuer:.. nna miseria, yá podda uno remendar
la cosa y decirles á los amigos
que eran quince mil; pero ....
-Ocho mil pesos bastal'lan.~
-Sí. Ya seria algo.
Oli ver suspiró.
-V ~remos. Lo creo dificil. Y si no
los tiene ?
-Entonces olvínala y busca por otro
lado. Casat·se es de lo m?ts fácil cuando
uno se llama Lovelace.
-Bien, papá, hasta otra vista.
-Hasta la vista.
-Adelante!
* ·:+ *
De nuevo se abrió la puerta-habían
pasado ocho días-y entró á la oficina privada
dP- Lovelace su hijo Oliver.
-Qué te pasa? E tás pensativo.
-Pues sí. 1\IP. be enterado de que
Ofelia no tiene má¡ que quiniento pesos,
ahorrados por ella misma, es deeit· uada.
Le he dado su pasaporte. ·
-Bravo!
-Yo creía que con eso quedaba todo
arreglado. La tenía por muchacha juicio
a y creía quCJ me quería. Pero quién!
se fía de mujeres l .Me ha demandado
por etsponsales.
-Demandado! Eso es irritante. ¿Por
cuánto'
-Exige diez mil pesos pot· daños y
perjuicios.
-Hola! Enamot·arte tú de semE-jante
mnjer! Y todo por una maldita zabnllida.
-E:s lá ti1na, papá. Pero que hacer 1
Ya no b~y remedio. Sacó el reioj y diJO:
Las diez! A las diez y media se abre el
tri bu na l.
-Hoy?
-Hoy. Si para mí ha sido una sor-pre
a! Tu rne acornpailat·~s. Tenemos
que ver cómo nos ilbt·amO$ de Ofelia.
-Si1 hijo, sí. Vamos.
Salieron.
Ofelia Smith estaba ya PD el tribunal;
pero no se dió por notificada dt> la presencia
de Olí ver. El viejo sí se calzó los
lentes y la examinó como conocedor.
-Cómo la encuentras F
-Pet-fecta~ hijo, perfecta. Ahora me
explico la zabullida y los tropiezos y ...•
es lástima.¡ 1\Iuy linda! Si tuviera algo_.
Oliver sonrió. Se dió principio al juicio.
Fueron oídos los testigos. El aboe;ado
dE> Ohver pronuncio un dis...lurso brillante.
El apoderado de Ofelia eclipsó, sin embargo,
á su adve1·sario, y manifestó que
la miseria de ocho mil dollars era una
bicoca para el demandado. El señor Lovelace
gesticuló. Una bicoca! Ese hombre
esta loco ! Llamo al abogado de su
hijo y le ofcl'eció honorarios espléndidos
si ganaba el pleito. Nada valió. Ofelia
Ita los había ganado á todos. El Jue1o le
adjudic•), sonriendo, los diez mil pesos
que ella reclamaba.
I aías Lovelace salió del tribunal echando
ehispas. Cuando Olivet• se le presentó
de nuevo en la oficina, le preguntó:
-Qué más'
-Yo creo, papá, que lo mejor será
pagar, á menos que quieras apelar. Pero
eso nos cuesta más dinero y contrariedades.
-Y o no te veo muy contrariadc.
-S•, es verdad, ¡Japá; pero es qt..e he
estado pensando en una rece nciliarión.
i la obtengo, ya ves, t<•do quedaría en
familia.
-No, seüor. Esa pedida ! Torno el
libro de cheques, extendió uno á favor de
Ofelia S1aith, escribió unas cuantas líneas
en un !lliego de papel y llamó á un de-
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•
132ó EL CORREO DEL VALL8
pendiente. Entregue eso en propias manos,
le d1jo.
-Te doy las g1·acias, papá. Dispensa
que te ocasione estas moles tias. Yo lo
siento, como tú comprenderas.
-Dé jate de eso, hijo. Afortuna1lamente
yo puedo re mediarlo. Una cosa sí
te digo: cuando te vuelvas á zabullir. __
Oliver se rió y salió.
Isaía~; Lovelac!;l se entre¡:?:Ó de nuevo á
su trabajo murmurando: t Qui én creerla
<¡ue esa muchacha tan bonita va á tener
la culpa de que suha hoy de repente el
precio del café~ Si la gente supiera!
Ptro yo tengo que reembolsar ese gasto.
Adelante!
* * *
Por tercera vez se presentó Olive•·, en
ese memorable d'ia, en la oticina de su
padre. Pero en esta no venía solo. Lo
acompañaba t.na muchacha elegante de
ojo¡¡ de fuego, vestida tle azul, tan desentendida
y tan inocente, como si no supiera
que por ella iba á subir esa tarde el
café en la bolsa. Entraron ~ogido~ de las
mano~.
-Qué diablos. __ _
-Querido padre, me permito presen-tarte
á la señora Oliver Lovelace.
-Estás fuera de juicio 1
-No, señor. Tú rne dijiste que no po-dlas
consentir en el matrimonio porque
Ofelia era pob1·e, y que te contentarías
con ocho mil pesos. Nosotros, á falta de
otro med10, dispusimos que Ofelia me demandara.
Pa1·a mayo•· seguridad y para
no despertar tus sospechas, pedimos diez
mil pesos. Tú los has dado, y como:nosotros
no necesitames sino ocho mil, te
traemos el sobrante. AqUJ los tienes.
Ahora, Ofelia, abraza á tu suegro para
que le des las gracias y para que baje
mañana al café. ¿Qué iba á hacer don
!salas? Entre aquellos abrazos que lo enlazaban
y aquellos labios que lo besaban,
se deshizo su cólera como nieve de primavera.
SUEL'TOS
ACTO ESPLÉNDIDO
Tal fue el celcb ru lo empleado que d< hC'n riC'SC'lnp! ñarla
y dispone la pul>lica(·ióu del Bulctía Militar.
L IS E~RIQUE BO.'ILLA,
Gúbernador del De¡m rlamento del Cauca,
COKSIDER.ll'\ DO:
Oue ha estallado en Panamá un
mo-;-,imiento revolucionario, apoyado
en la traición de un Jefe militar. con
1 objeto de separar de la República
de Colombia el Istmo;
Oue e:-> deber ineludible del Gobi;;.
no y pt.iehlo caucano hacer todo
es fuer t:o y todo acrificio, á fin de
contribuir á combatir y an0nadar
aquel criminal int~nto que atentla
contra la in -tituciones,"" rompe la
integ·ridad nacional y trae la disolución
de nuestra Nación ;
Que en fuer7a de los acontecimientos
ocurrido en Panamá, el Poder
Ejecutivo Nacional se ha v1sto obligado
á declarar turbado el orden
público en el Depa1 tamento del Canca,
por Decreto de 6 de lo. corrientes,
comunicado en telegrama de la
misma fecha;
Que en el mi. mo acto el Excelentísimo
se.ñor Vicepresidente de la
República designó al actual Gobernador
del Departamento para Jefe
Civil y JV[ilitar del Cauca, y que el
recargo de trabajo hace necesario el
aumento del personal de empleados
de la Jefatura,
DECRETA:
Art. 1. "' DE de e ·ta fecha el Gobernador
del Cau a asume la direcciÓJi
supt·ema del Ejército en el Departamento
y se declara en ejercicio
de las facul tade extraordinaria
que competen á la autoridad en
los casos de turbación del orden legal.
Art. 2. Q Continuarán sirviendo las
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1
•
EL CORREO DEL YALLE
l:!cretaría de la Jefalura. Ci\'il y
JYiilitar los mismo-; sLñnr 'S que han
de ·empeñad las de la Gobernacic>n.
Art. 3. 9 Cré~Lse la Se..: retaría privada
de la Jefatura Ci,·il y J\Iilit'l.r,
compuesta de un Secretario y dos
Escribiente . .
rt. -+. 9
J.. ómbra ·p p.1.ra dc-,empeñar
e to ~ pue. to , re pecti \''tmet1te,
á lo:; ~eñores D. Sitn<ín Rojas. 1anuel
Paz U. y Gonzalo Machado.
Art. 5? Lo · acto<; de la Jefatura
Civil y 1ilitar, relacionados con el
orden público, ::;e pub! icarán en el
Boletín filitar, que empezará á editarse
inmediatamente.
Comuníquese y publíque ·e .
Dado en Popayán, á 9 de No\.·iembre
de 1903.
L'diS E~RIQUE BO~ILL~\.
El Oficial "Mayor do la Secretaría
de obierno, encargado del De.·pacbo,
CELIO IRAGORRI G.
República di! Colomb/(( --Depflrfrnucnfn del
Gauca -Pnfecfura de lrt P1 ocinci11.-Ca
li, lO de Xoviembre de H>o:~.
Pu blíq u ese por la prensa.
ADOLFO CASTRO C.
El Secretario,
Julio Lcdt sma.
ltE llll T 1 ll
BENILDA
Cuando yaya , B(•niltla á l'otH•rillo,
Lugar lle t.us recuerdo~,
Donde fui te feliz, aeari<"iaua
l'or <:1 joven 11\aUCt:ho
Que IJio" te dió por cxcel<·ute spns()
Y noble compaüero 1
Cuando cslcs agobiada ]lCil' lus penas,
Coutcmplamlo dt•t'i<·rlo
El nido d!l tus pútlieos anwreR,
La lampara. iu ftlPgo,
A <'n\·a lnz, lll · n.i••~. tu: :ouri . . v
Y gr af'Í.t. · y tu . o no
I>it mu fnl"•ll", brillaron como t• ·tri'! la·
En t l azod tll'l r·j,.)o
De ,·entnra y tl" amo•·, c:1. to delil"io
OC' tn '-!'lltido cltll'iiO;
, 'j lot·a. int'
Citación recomendada (normas APA)
"El Correo del Valle: periódico literario, industrial y noticioso - N. 144", -:-, 1903. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3686252/), el día 2025-06-19.
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