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CARTAJENA, DOMINGO 12 DE FEBRERO DE 1843. ¡ ===~========================== TRiMESTRE S .•
lIe admiten la, sUlcrleiones I s~ venden 108 numeros sueltos en ]a tesorerla de rentall provÜlCtale.. 12 eal J ét fcipatl.t
, La Ülserc10n de a visos kc. !le ajustara con el impresor. r e n '1 :
NUMERO 31.
Vale un real.
EJECUCIO!'i DE LA PENA DB ~UERTE
impuesta a Eduardo Velasquez por el delitti
de asesinato perpetrado en la per60na
de Jlllana Ortua ti inmediaciones de la par-roqu."
de Berel' en el cantcm de Lorica.
"Vista la causa cr\mina\ ~eguiü8. Ü~ Ufldo CO[1-
era Eduardo Velasquez por el delito de asesiDato
p,:rpetrado en la persona de Juana Ortua
el día 28 de Noviembre de 1835 en las
inmediaciones de la parroquia de Sereté, canton
de Loriea, venida a esta superioridad en
consulta de la definitiva que pronnnció el juez
letrado de aquel circuito el dia 18 de ~arzo
próximo pasado condenando al reo a In p~na
de muerte: considerando 1. o que el referldo
Velasquez ha cOllfesa~o constantemente en autos
ser el autor del crimen, asegurando que
lo consumó solo porque la desgraciarla Ortua
hnbló mal de su madre, con la circunstancia
de haber tenido a la vista el cadáver en la.
primera vez que hizo tan paladina manifestaeion:
2. o que los testigos examinaClos en la
pnmera Instancia a pe unen o e e 11 ar
acusado para justificar que estaba ébrio cuando
el acontecimiento, todos han depuesto contestemente
lo contrario: 3. o que la falta de
curador que el abogado defensor de Velasquez
en esta segunda instancia ob erva, cometida al
ratificarse en su última confesion, no es de
ningun modo sustancial por ser bien sabido
que'" semejante dilijencia nada vale en derecho,
pues la confesion ritámente tomada basta por
si sola para surtir los efectos de la conoscentia
legal: 4. Ó que la circunstancia de ser el
acusado menor de edad cuando cometió el asesinato
en cuya fecha contaba solamente diez
i nueve años cuarenta i tres dias, no le exime
de la pena de homicidio voluntario i sobre
seguro, conforme a la letra espresa de la
ei ~ • o 19. o partida 6~: 5. Q que con
arreglo al precf>pto de In lei 11!- título 21 libro
12 de la Novísima l{ecopiltlCion castellana
todo hombre que matare a otro a sabiendas,
que muera por ello: 6. o en fin, que en
algunos pueblos del Sinú, en asta provincia,
por desgracia. ¡e cometen con frecuencia crímenes
atroces como este, i es preciso escarmentar
a sus autores, porque la inmoralidad
en esta parte es una amenaza inminente a la
segurIdad de sus habitanfes. Por tales consideraciones,
oido el concepto del Sr. ministro
fiscal i de conformidad con él, administrando
justicia en nombre de la República i por autoridad
dE" la lei, se aprueba la sentencia con-ultada
que condena a Eduardo Velasquez ti
la pena de último suplicio, la cual se ejeeutar~
precisamente en el lugar mas público de
Jn parroquia de Sereté donde se cometió el detito,
o en la villa cabecera del canton donde
reside el luez del conocimiento.-Ramon Be_
nedeti.- Proveyóse por S. B. el tribunal de
justicia de este distrito en Cartajena a 2 de
ayo de 1840.-Francil~o eH lCJ .ElpriellG.
Capturado el reo, que se hallaba prófugo, el
dia 19 de Diciembre último por el juez 2 .. o
de primera instancia' del canton de Lorica,
fué ejecutada la sentencia a las doce del dia
23 de Enero próximo pasado en la parroquia
de Sereté con las formalidades legales, segun
lo participa a la Gobrrnacion el jefe político
de aquel canton n oficio' fecha 24. del
mismo.
MOVIMIENTO MERCANTIL.
8~1
Cuadro de 101 efectos importados i esportadol
en los meses de Setiembre, Octubr. i No-
11iembre últimos.
PUERTO DE CARTAJENA.
IMPORTACION.
lnglaterra--J amaica . . . •
Franc'ia-Marsella • . . .
Estados Unidos-Nueva York.
Esp"üa-Habana.. . . .
137.177 4 324
3.128 6
21.535 5 1]4
2.781 5
• 164.623 5
t!PORT.A "rON.
Aceite canime, 918 libras. •
Aceite de coco, 20 cántaras.
Algodon, 424 quintales
Almidon, 4.440 libras ..
Arros, 2.884 libras' .
Bálsamo, 60 libras.
Bateas, 29. . • • • . "
Caballos, 6. • . • •
Cacao, 6.634 libras.
Casabe, 4 tercios .
Carei, 600 libras. .
Caucho, 335 libras. . • •
Cigarros, 7.583 112 libras. .
Cocos, 6.200. . • . . .
Cueros de res, 3.770 .
Doblones, pesos. •
~steras, 58 docenas • • •
Frijol, 330 libras •
Fuertes, pesos • • • . ;
Jipijapa, 84 masos •
Maiz, 1.478 fanegas. • . .
Mora, ~.220 quintales. • .
Petacas de cuero, 128. . •
Queso, 8.365 libras. .
Sangre de dra~o, 350 libras.
286 7
120 O
3.241 O
148 6 122
57 5 122
22 4
13 4
180 O
995 1
6 O
3.600 O
36 6 314
3.043 6 122
62 O
7.540 O
155.068 O
240 '4
6 2
2.478 7
5 2
1.478 O
535 O
40 O
1.003 6 112
87 4
$ 180.397 2 314
PUERTO DE SABANILL4:
Espoitacion.
AIgodon, 295.715 libras
AlmidoI), 9.060 libras •
Arros, 12.000 libras. •
Asnos, 28. . . . .
Caballos-, 138. . . . f
Caucho, 2 cajas. • • • •
Cobre viejo, 378 libras.
Cueros de res, 7.903 • •
Cueros de chivo, 670. • .
Dinero, pesos. • • • •
Dividivi, 1.421,625 libras.
Dulces, 3 cajas. •
Esteras, 1.596 • •
Frijol, 1.050 libras.
Galápago usado, 1 •
Hamacas, 28. ' , ' . . .
20,484 1 114
301 6 1Z2
4800
4480
3,710 O
14 O
707
15,806 O
167 4
34,685 O
14,216 2
60
1,197 O
. 42 O
25 O
1120
Maiz, 2.743 112 fanegas.
Millo, 54 fanegas • • • •
Mineral de plata, 545 arrobo
Mora, 1.242 112 toneladas •
Novi1los, 17 . • . • • •
Objetos de historia natural,-
15 cajas . • • • • • .
Palma de Palmeto, 2 bultos.
Sombreros de Jiron, 168. .
Tabaco de 2~, 1.2 . .206 aro 4~.
Tabaco de Sa., 3.4.20 arroba.
6,858 6
16.2 O
4,360 O
12,425 ~
i7i O
900
12 O
588 O
~09,793 3
41,040 O
»
RENTAS PROVINCIALES,
...
00 ~ O') C')
CX) lIf :1 ~:s ~: t"'l
tQ .... o
,~I ::: :::, 'Te:: ~ -1-" ~ (:,o¡ ~ o l!1
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LEJISLACION DEL P AlS.
Grande es el desórden de las leyes
en la N neva Granada, i sería de de"':
searse la correccion de este defecto de
que resultan perjuicios de no poca entidad.
En seis o mas años se dictan le~
yes sobre una misma materia quedando
reformadas las anteriores por las que
siguen: la última lei es pues la sola en
todas . sus partes "ijente. Se ha in roducido
ademas la costulnbre de concluir'
con esta fórmula: "todas las leyes antes
espedidas se entenderán derogadas
en cuanto se op~nen a la presente."
Por tanto, es preciso bacer un estudio'
mai meditado, i con todas las leyes so ..
bre el mismo asunto a la vista, para conocer"
cuales son 108 artículos vijentes dé
las anteriores a la última: despues de
un. exámen í compáracion eiCr~pu1oso3
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
'Semanario de . Cartajena.
se advierte muchas veces que un solo
artículo está en parte derogado i en parte
vijente. En 1833, por ejemplo, se espidió
la lei orgánica del tabaco: pues en
834, 35, :i6 i 37 se espidieJ:on otras adicionales
i reformatorias. La· segunda lei
reforma la primera; la tercera las dos
prirneras, i así su.cesivamente. Un jóven
que quiera estudiar, i deberá empezar
p~r la primera i continuar por el órden
con que han sido dadas hasta la última?
i o habrá de hacer el estudio por el órden
inverso? Si observa aquel procedilnient<:
», perderá su tiempo inutilmente
aprendiendo un gran núm€ro de disposiciones
que despues verá han sido derogadas:
si sigue' el segundo, verdad es que
puede desde el principio ir conociendo
, cuales son esas disposiciones derogadas
i hacer poco caso de ellas, pero tambien
es indudable que mui dificilmente entenderá
lo que estudia; porque la primera
lei es la ~ debe háber sentado las bases
o principios, la que debe haber fijado
las principales reglas de la organizacion
que ha de tener el r~lIrio de que se
trate, i el conocimIento de estas pases
o principios debe ser prévio al estudio
de las modificaciones. Se dirá que para
allanar estas dificultades sirven las esplicaciones
de los ma~stros; pero L todo
habrá de estudiarse bajo la direccion de
un maestro? i en· las aulas de las U niversidades
se enseñan todas las leyes?
t un estranjero no podrá querer estudiar
nuestra lejislacion? L ¡. por qué no ha- ,
brán de poder estudiar las leyes p0r sí
solos los que quieran bacerlOí: sin ir a
las tlases'l La ' de~cto
sumamente perJudicia en las ey.es, po.t- .
que si aun en el caso de ser claras i
precisas, sucede con frecuencia que el
, espíritu apasionado de los litigantes les
dá un sentido acomodado a la pretension
de cada uno, aunque distinto del literal 1
i cuanto mas campo tendrá la cavilacion,
i cuantos mas pleitos habrán de causarse
si no es fácil el conocimiento de la
lei vijente!
¡ Ojalá que el cuerpo lejislativo ordenára
al Consejo de Estado la codificacion
de las leyes existentes, refundiendo
con claridad i precision en una sola, todas
las que haya relativas a un mismo
asunto! En las Cámaras hai homóres
'de ilustracion que pueden proponer las
medidas mas convenientes para conseguir
que nuestras leyes sean debidamente
codificadas, i los arbitrios para superar
las dificultades que puedan tocarse.
Para lo sucesivo, el Congreso haría
un positivo bien si en el caso de tener
que dar una lei en que se hagan
reforluas cortas i sencillas, p·untualizára
con toda claridad i detalladamente, euale~
son las disposiciones de la lei antelior
que se derogan o reforman; pero
si las .'eformas no son de la naturaleza
espresada, convendria dictar una sola lei
nueva que abrazase las disposiciones anteriores
que deben quedar i las variaciones
que deben introducirse.
RUTINAS OFICINALES.
Malicioso i doblemente satírico fué
aqueJ que nos llamó "repúblicll de papel,
porq ue ciertamente el nombre nos viene
. como de . perilla, asf por lo inconsistente
i débil de núest!0 edificio político, 00-
mo por el asombroso empleo que hace- LE TOQ.UE, aunque es a parte que le tomos
de aquel artículo, En efecto, si fué- ca sea tan mínima que' hubiera podiramos
a averiguar la suma de papel que do contenerse en media docena de rense
embadurna anualmente en nuestras glones, es a la verdad una invenelon que
oficinas públicas, nos quedariamos espan- no sabemos como ha podido caber en
tados de la admi able potencia muñecal cabeza racional. i Cuánto trabajo' no se
de nuestros oficinistas, i no acertariamos ahorrarían los empleados de nuestras ofia
esplicarnos cómo pueden éstos conser- cinas públicas, i cuanto tiempo ganarían,
var i ejercitar ese vigor, a despecho de si se determinasen a abandonar tan abla
severa i prolongada dieta a que se surda práctica! Si una larga comunicahallan
sujetos. Mas de una vez hemos cion atañe solo en una pequeña parte
querido descifrar semejante it:mómeno, a ciertos empleados El individuos, i por
pero siempre en vano. Quizás por me- qué no se e~tracta i se les comunica so·
dio de una proljja diseccion se llegaría ' lo esa pequeña parte? 1 cuando un fun ..
a descubrir la afinidad que exista entre donario en uso de sus facultades natuel
empleado i la polilJa, ·Ílnicas especies rales, o para cumplir una disposicion
que, a lo que parece, se mantienen con superior, hace sus prevenciones a sus
papel. Pero reservando esta tarea a ma- subalternos, i qué necesidad tiene de so~
yores intelijencias, nos contraerémos n080- plarle todo el espediente, o de formar
tros al asunto plincipal del prersente ar- un memorial ajustado? Porque hai tam~
ticu]o, que es .el 'jguiente. bien esa manía de los cuentos: somos
i Por qué e escr'he tanto ent'e DOSO. tan republicanos que no sabemos orde-tros?
. or é se ·gasta tanto papel ·? nar; a s'l e~ qne {'ara decil,le a. un su-
Las razones son mui obvias. Se es- balterno l-wga V. esto) se le instruye del
cribe mucho, i e ' gasta C'onsiguien-temen- pOT qué i para (¡,,,té.
te mucho papel, 1. o pOl" la falta de soli- El peque 10 trabajO mental que con
déz i fijeza de nuestl'a~ ideas, que nos el sistema de traf.lscriciol1es se evita, na ...
hace reforn'lar hoí lo que dispusimos ayer, da vale en comparaciol1 con el inmenso
i modificar mañana lo que reformamos recargo que causa en el trabajo matehoi:
2. o por falta de· enerjía de los se- rial. La economía del tiempo es 13: qu~
flores mandatarios, que no l1aciéndose sobre todo debe consultarse: este es el
respetar i obedecel' debidamente, tienen interes de mas peso en el juicio de to ..
que' r~petir sus órdenes al infinito, sin do ser pensador. Con la economía de
que por esto sean mejor cumplidas; i tiempo vendr¡an tan bien las economías
3. o . por el espíritu de rutina que domi- del era -io, porque e~ seguro q e esta ..
na jenel'almente en nuestl'as oficinas: to- lecienJo n buen sistema en el desra-do
lo cual viene a resumirse en una eho de las onGinas, la Hep~ blica se hasola
razon, _a ~aber: que nos falta cabeza llaría nlejor servida que l(} está hoi, con
mientras que nos -sobran manos, o de la cuarta parte menos de los empleados
otro modo, que kJ que ganamos en &ji- w-.. ..;:¡ac;;.;::.,:::;~..-.::::~. - . .-_-~---
lidad, lo perdemos en solidéz, por lo Somos enemigos e -re,"oIuciones; pe ..
cllal bien podriamos decir como aquel ro nos alegraríamos de que los señores
buen gallego le decia al asno: animal, plumarios, o emplumados (que son losen
entcndhnicnto '1ne ganarás, pero en pacü~n tes) se pronunciasen resueltamen-fuerzns
no. te contra las tales tl'anscriciones.
Dejanqo a un lado' las dos primeras
causas enunciadas, a ~mber, la verstttilidad
i la debilídad, porque sería sermon
en desierto, concretarémos nuestras observaciones
al espíl'ittt de rutina, aunque
es mal tambien que, por lo crónico,
nos dá. mui poca esperanza de curacion.
Entre los resabios i absurdas COstUIT1-
bres que recargan el despacho de la mayor
parte de nuestras oficinas públicas,
11ama principalmente nuestra ateneion el
de las t1'a11sc1·iciones. Jamas pudo inventarse
un sistema mas apropósito para perder
el tiempo i ensuciar papel; i jamas
confesor alguno impuso peniü?ncia tnas
dura que esta a que el em'pleado plumista
se halla sujeto, de copiar ocho,
diez i mas veces una rnisma cosa, por
larga, fastidiosa e innecesaria que sea.
Estamos mui distantes de reprobar las
transcriciones lejítimas o regulares, es
decir, aquellas que se hacen a un empleado
o individuo cualquiera, cuando
se le comunica una resolucion o una órden
cuya ejecucíon o cumplimiento le
incumbe en todas sus partes. Nuestro
ataque se dil'ije Ílnicamente contra la
transcricion bastarda i retrógrada, contra
la transcricion-contnjio que se trasmite
toda entera, del primer superior al
ültimo subalterno, sin atencion al distinto
j separado modo de cooperar de ca-da
uno. .
Enéajarle a un infeliz empleado· toda
una larga i pesada comunicacion, para
que le d~ cumplimwnta EN LA. PARTE Qua
OBANDO.
Ministerio dIJ Gobierno i Relaciones E ...
Jerions.-Lima Noviembre 18 de 1842,
Sabiendo el gobierno de un ¡nodo cierto i
positivo <.Jue O. José Maria Obando, emig-ra.
do de la República de la N lleva Granada, des.
pues de haber recibido en nuestro territorio
el asilo i hospitalidad que en él se presta n
los des~raciados, no ha guardado en su conductc\
¡ relaciones la absoluta prescind-encia
que debia. observar en nuestros negocios interiores,
i portien larmente en las disensiones civiles;
i antes bien públicamente se ha pre·
sentado como un adicto al sedicioso Torrico í
colaborador de la revolucion que este acaudi ..
lló el 16 de Agosto: que la opinion pública
10 ha señalado con el dedo Cfimo a consejero
í favorito de ese caudillo, por su comunicacion
diaria con él i por haber visitado su cuartel
jeneral en varias ocasiones; cuyo concepto
se ha afianzado mas (despl1es de varios otros
rasgos de su manejo) con motivo de que
todo~ los individuos de su comitiva tomaron
servicio activo en el ejército revolucionario, i
se han bátido contra los defensores de la constitllcion:
no debiendo por consiguiente el gobierno
en oposicion al juicio del pueblo, pronunciado
contra él por este respecto, penni ..
tir su permanencia en el pais por ~er azarosa
a la tranquilidad pública i a la seguridad interior;
viene en di:;poner-que salga dentro de
tercero dia, sin admitírsele escusa ni pretes.
to alguno, costeálldosele su pasaje: líbreseJe
el correspondiente pasaporte para el estranjero
i comnlJ iqnense las órdenes consiguientes.-
l'idal..- Beni~o Laso.
(Del Peruano del miercole. 30 ds /WJ'Uiem-bre
de 1842.) . .
1
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Ur DUELO:.
. I.
Cárlos Mel'Ville (1 Eduardo Vernillier ..
Querido amigo: Estaré en Paris el 25 i podré
estrechar tu mano. Adolfo no me ha acompañado:
st: ha quedado en Bade al lado de mi
linda prometida, Eujenia Derval, encargado' durante
mi ausencia del cuidado de mi felicidad ....
He necesitado un grande esfuerzo de voluntad,
una considera ion muí 1 odero.'a j para decidirme
a este viaje, a esta ~eparacion, aunque tan
corta como me parece ::;erá. Tú recordarás sin
duda, qUE' nosotros, aunque huérfanos desde la
edad de ocho auo .. ) fuimos recojidos mi hermano
i yo por nuestra tia, que con ertida en una
verdadera madre nos prodigó lo mas afectudsos
i constantes cuidados. Esta piadosa solicitud
de su parte no · se ha. desmentido jamas, i
cuando se ha visto obligada por intereses mayor~
a establecerse en Paris, mientras nosotros
corriamos el mundo en todas direcciones en
busca de inspiraciones, ella ha vijilado sobre
nosotros lo mismo de cerca que de léjos, sosteniéndonos
con sus consejos, i elojiándonos, i
enorgulleciéndonos por los buenos sucesos que
obtenian nuestr s pincele& ... Pagar tanto amot
con la indiferencia del olvido, sería peor que
una mala accion, i no es así 1 i por mucho que
me costára, no he querido celeurar mi himel:1eo;
de donde depende la felicidad de mi vida, sin
yenir a solicitar de mi segunda madra un consentimiento
que ella se complacerá en otorgarme.
Todavía tlí no conoces a Eujenia Deryal, i
dos palabras bastarán para pintártela. En cuanto
a la belleza, es una mujer con todas sus seducciones;
mas por lo que respecta al corazon
es un ánjel ron toda su ,ir'inal Codria ser, en efecto,
que Adolfo no parLicipase de los mi. 'mos
sentimientos que me consumen. J emelo de nacimiento
¿no lo hemos sido iempre de idea i
pensamientos? La semejanza de nue tras caras
tno la habrá dispuesto Dios tnmbieJ en nuestros
corazone:? Oh! tal idea me espanta .... Yo
he sorprendido a Adolfo llorando ocultamente,
le he visto palidecer o rendo lluestra" palabras
i con unos ojo' ávidos contemplar nuestras caricias
... Oh! dime que me eJlgaño, pruébame que
soi víctima de una ilusio terrible, il1spírame
fuerzas para no sondear este misterio; porque
tengo la certidumbre de que soi incapaz de este
sacrificio, i que disputaría a Eujenia con
Dios m' smo.-Carlos Melville.
No pudo leer esta carta Eduardo Vernillier
sin una viva emocion, porque quería sincera
mente a estos dos hermanos; i cuanJo pensaba
en la asombrosa armonía i acuerdo maravilloso
que la naturaleza habia establecido entre
ellos, no paelia menos que inclinarse a creer en
la realidad de la desgracia que este último pronosticaba.
El en"ío de esta carta precedió apenas tres
di as a la llegada de Cárlo$ Melville, Era este
un hermos\? i elegante j6ven de edad apenas de
26 81l0S: su frente denotaba brillantes facultades,
sus ojos lánguidos espresaban alternativavamente
un melancólico abatimiento i una impetuosa
vivacidad, dejando de este modo entreveer
una alma apasionada, susceptible de
grandes impresiones.
Se abrazaron estos daR jóvenes estrechamente,
i poco a poco descendieron a aquella conversacion
íntima i confiada que no oculta ningun
pensamiento ni secreto. Eduar o Vernillier
tenia poco que contar a. su amigo: su vida habia
estado completamente exenta de aquella
tempestades del eorazon que tienen solas el
triste privilejio de conmoverlo profundamente.
No era lo mismo respecto de Cárlos Melville:
todos sus pensamientos, sus ambiciones, sus es..;
peranzSl se hallaban colocadas en la cabeza de
una jóven : Eujenia' Derval !
Dotada de una educacion perfecta, de una figura
encantadora, de un carácter lleno de sensibilidad
Eujenia era una mujer verdaderall 11-
te completa. Su padre, despues d una.-.c.arrera
]aborio~ a en mediemfl., Fe habia conde~\a(h a la
inaccioll i retirádose a gozar en la preciosa
ciudad de Bade de la fortuna que habia adquirido
con su: talentos. Léjos de estorbar la inclinacion
de Eujenia hácia Cárlos Melville,
Mr. Derval habia fomentado SllS amores, porque
todo se reunía. para hacer esta union posible
i honrosa: las conveniencias de sns respecü'.
cl.$ posiciol1es, de edacit i de sentimientos.
Entre los dos hermanoa, Eujenia habia <.lado
la preferencia a Cárlo~ Mel yille, no porque
existiera entre ellos una distincion que fuera
posible establecer, sino porque Cárlos mas espansivo,
le habia hablado primeramente de su
amor, se habia atreyido primero a ap eta le la .
maR4 . -8.. p.rla dUl~l o tle e. ill)~.
Ma. valeroso o mas tímido, Adolfo se habia
contentado con sufrir i amar, contemplándose
feliz en aceptar el papel del dolur en un drama
en el que su hermano debia epresenté1r el
de la felicidat .
Como :,e ha yisto, Cárlos había compreud"do
vagamente tan heróico' ufrÍmiento, i e t( ndo
tan próxirua su union con Eujenia temblaba.
a la reHeyion del gol p~ que . ba a dt:scargar
sobre Adolfo: cont(l (!on tal 11OtÍVO a Eduardo
los tormelltos que 'urría, i éste mdo cr.Jnrseguif'
convencerle de tiu(' aunque xi~tiall en efee o
tanta.' semeja11za. COI! su he.·mano, no era este
un moti o que obligase a' creet' qun entre
ellos existie:-;en illevitablell1entc 10<; mismos objetos
de afecciono i El deseo conduec al corazon
con ta.nta facihdad a la per uacion !
E -tas palalJra~ hicieron clesaparecer a melancolía
de Cárlos 1: fclville, i convinieron en
acabar el dia con la ópera. Dirijiérouse allí e-f,
ctivamante, i ti spues de muchas dificultad s
pudieron conseguir dos asientos en la orquesta.
lVlas ¡qué frájil i misterioso es el hiJo de donde
depende la vida humana! Habiendo salido Cárlos
a tomar aires en un entreacto, observó al
volver a entrar que su a iento estaba ocupado,
Habiendo oido las palabras de Cárlos, v.ol.n4
la cabeza hácia él casi imperceptiblemente, ar~
rugó con lijereza las cejas, i sln responder le
echó una mirada provocadora i desdeRosa.
-Este asiento es mio, señor, dijo Cárlos con
una voz en que se comenzaba a notar cólera:
L quereis volvérmelo bnenamente, o quereis ponerme
en la necesidad de exijiroslo ~
-i El asiento e. vuestro 1 ..•• pues por lo
mismo ..• no lo doi.
-No estrañareis entonces que yo lo tome
por mi mismo, replicó Cárlos Melville cojien ..
o por el cuello al desconocido; mas al momento
mismo éste descargó su mano sobre ,la.
mejilla de aquel, irrogándole una de aquella=injurias
que en todos los paises del mundo i a
pesar de todas las jurisprudencias exijen una
sanbrienta reparacion.
Una cita fué convenida entre ambos sin gritos
ni amenázas, i el desconocido al pasar por
delante de Cárlos luego que se concluyó el es.
pectáculo; lo contempló fijamente i le dijo espiando
ávidamente el efecto que producían en
él estas palabras:
-Hasta mañana, caballero, yo soi el jeneral
D*:¡:¡"";
Cárlos i todo el mundo conocía este nombre
que habia adquirido en }"rancia i especialmente
en Paris una terrible celebridad. Nadie efectivamente
ignoraba que, gracias a una destreza
homicida, secundada siempre por un buen
suceso, todos los desgraciados que se habían
colocado frente a este hombre como adversa ...
rios, habian sido retirados víctimas.
Cualquie r~, que sea la fuerza de ánimo de
:Jté~,_dIfII!~!iS"'t.imlltaDte qua prece.
--el"!'!!n-"!la"u~n~~e~o Qll cru les; porque entonces
lo divel\'OS lazos que nos adhieren al mundo
se estrechan fuertemente a nuestro alrededor.
Cárlos pa~ó la noche entera escribiendo i pen
sando, i mas de un recuerdo, mas de un pesar
vinieron a hacer vacilar su valor. Llegado el
día, la prueba habia terminado i el divorcio
consumádose. El hombre ,e yol vió a encontrar
dueño de sl mismo i libre de toda debilidad.
Eduardo Vernillier habia reflexi"onado que;
s'iondo la injuria recibida por Carlos Mel vills
de aquellas que no pued",n hacer posible nluguna
clase de reconclliacion, se habia limitado
a solo el papel de testigo sin pensar en .en·
sayar el ue pacificador. l\~ ignoraba por etrtl.
parte que Carlos unia la firmeza a la habiU"
dad: que se batia i sabia batirse; i sin descUldar
ninguna de aquellas precauciones que
exijía la mision que habia aceptado, arregló
las condicjones del combate de acuetdo ~ot1
IdS testigos del jeneral, i convinieron que el
encuentro tendria lugar en el bosque de "incenne3,
cerca de la villa de Saint-Mandé: qua
los dos adversarios se colocarian a veinte pasos
i que la. casúalidad decidiría en fin cual
i acercándose al personaje que se habia apode
los dos tenia derecho de tirar primeramente.
derado dp. él, le reconvino políticamente, espresándole
que aquel lugar le perteneda, que
acaso habria sufrido alguna equivocaeion, que
bajo del asiento habia ten'úo cuidado de dejar
s guante como sería fácil observar, i conc]u~
endo con pedirle le cediera el asiento.-El
hombre a quien se dirijian estas observaciones
tenia un aspecto altivo i sombrio: sus espesos
bigotes rubios, la corbata que rodeaba su cuello
con una rijidez absolutamente militar; su
levita estrechamente abotonada, su cinta roja
Cr\rlos, antes de s ¡bir a la volanta, entre'
...,0 a Rdn' rdo nna carta snp .'cándolo que en
ca o de que la lucha tuviera para él un re ..
i su continente majestuoso i decidido, no deja;
ban duda alguna acerca de su profesion.
u!tado mortal, la entreg-8se a su herma O
Adolfo Melville. "Tú le dirás q le su nombre i
el de Eujenia Derval han espirado en mis labios
al acabarse mi vida ... " Eduardo apret8
la mana de su amigo. Esta presion equivalia
a Una prdmesa inviolable .•.. Gracias, replicó
Carlos con una sonrisa melancólica ••. i partió
acompañado de sus testigos. ..:1 jeneral qu~
se habia. anticipado, se adelantó hácia Carlot
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
45 ! § 3
luego que lo vió, lo saludó con una fria urbanidad
i continu" fumándose un cigarro con
tanta tranquilidad r como si la escena sangrientA
que se preparaba fuese estraia absolutamentt
para él.
'Una p' eza de cinco francos tirada a la caaualidad
determin6 la preferencia para tirar i
la suerte favoreció a Carlos Melville. Seguro
~omo estaba de su destreza, infirió desde luego
que su adversario estaba perdido; mas viéndose
dueño de la existencia del hombre que
tan cruelmente le habia ofendido, sus resentimientos
se estinguieton, i tuvo horror al re-
, ílexionar que iba a dar la muerte a una criatura
a quien Dios' habia dado la vida-se preguntó
a si mismo si se atreveria a conducir a
EÜJenia Derval al altar c·on In. mtmo misma
con que babia cometido una muerte-el recuerdo
de su amor triunfando en fin del p.en_
samiento de su ultraje, le hizo, estender el
brazO, diciendo: leneral..... a la copa de
'Yuestro sombrero!
La bala partió sil vando i atravesó el objeto
indicado.
El jeneraL D"· no habia hecho ningun moTimiento
de sorpresa, ni de gratitud: su con·
tinente habia permanecido amenazante, su vis-
1a inmóvil, su labio irónico.
-Sois hábil, dijo ítiamente .•. a vos ahora,
leñor •.• al quinto boton de la casaca !-Partió
el golpe i Carlos cayó. La bala le había atrausado
el eorazon.- ...;. ste es un asesinato, un
:crímen odioso! esclamó Eduardo Ve rnillierl
pálidO de dolor i de indignacion.
-No metais tanto ruido, jóven, dijo el jeneral
D"* con una ' uno aquí
ha hecho uso de su derecHo como le a pa
·recido .•.•.. Hasta mas ver, señores.-l pronunciando
estas palabras subió en su volanta
i desaparecIó.
Eduardo tributó lo$.- últimos deberes a Carlos
Melville, que fué inhumado en el cementerio
de Saint-Mandé .. Concluida esta triste ce- '
·remonía se dirijió ' a Bade COll el fin de cumpür
reHjiosamente la ' promesa ' que había hecho
al amigo que ya no existía.
Luego que Adolfo Melville recibió la noticia
del suceso, quedó como herido del rayo,
su dolor fué mudo i sombrío como en todas
las grandes desgracias de' fa vida-condujo a
Bduardo a un lugar poco' distante de la ciudad,
donde se OCl1 pó en tirar con una destre-
. 'Za singular a un blanco que atravesó con la
-bala de su pbtola po'r di~z veces consecutivas.
Despues de esto préguntó a su amigo con una
terrible ironía: i me crees capaz de matar a un
hombre 1
lI.
Un mes habia transcurrido despues de este
incidentp.,. cuando Ulla multitud inmp,nsa atraida
.por las promesas de un , cartel, se agolpaba
en la 5ala de la Ópera. Entre las personas
concurrentes a este teatro era fácil reconocp.
r al jeneral D"~ i no lejos de él se encontraba
tambien un jóven da cara pálida i
ojos ardientes que observaba todos sus movimientos
con una atencion particular: luego que
el Jeneral se levantó para salir durante un entreacto,
,se observó con asombro de todos que
el jóven dejó inm8diatamente el asitmto que
.. upaba i fué a ,entarse en el que habia. deso'
Cupado mMllentáneamente el jeneral.
-Este asiento es mio, señor! dijo con una
yoz altiva e imperiosa el jeneral. ,cuando volvió.
Semanario 'de€artajeilá.
Mas no obtuvo respuesta alguna.
~Dejad este asiento al initante, me entendeis1
repuso el jeneral con la mayor exnsperacion.
BI jóven volvió irónicamente la cabezu-i sin
decir ni una sola palabra, miró fijamente al
jeneral que no pudo prescindir de esperimen¡;
tar una especie de temblor. Esta cata en efecto,
por virtud de una milagrosa semejanza;
atraia misteriosamente ·a su memoria una es-'
cena q\le ya se habia borrado.
-Este Jugar os pertenece? observó lentamente
el desconocido ... pltes por lo mismo ...
no lo doi.
Un bofeton fué inmediatamente canjeado entre
ellos i nn grito de horror partió al propio
instante de uno de los palcos, en el cual
se encontraba una jóven que temblaba.
-Hasta mañana, señor.
-Hasta mañana, l'eplicó el jeneral con un
acento sombrío.
. -Nos batiremos en 'Villcennes, si os parece
bien este lugar, cerca de la vIlla de.Saínt-Mande,
i el Sr. sera rm testigo, deRignando ~l clesco~
nocido al repetir estas pa~abras u Eduardo Vernillier
que se encontraba en nn asiento contiguo
al suyo, i qlle había sido pacífico, annque
no indife en e e~pectador de esta esc<:na.
El len era contempló un nito a e~te áltlmo
con una profunda sorpresa ...... Bi~n, bien,
l'espondió lleno de una estraña emoclOn, este
lugar o cualquiera otl"O, poco importa.
Ya lo habrá adivinado el lector: el jóvefi
no era otr6 que Adolfo Melville, el cual tomando
el brazo de Eduardo se dirijió con él
a la calle de Lepelletier a un cllarto pequ e~o
que habitaba hacia algunos. dias Enjenia Det.val
con su padre. La manSlOl1 de Bade Sl~ habia
hecho para ella insoportable despues de la
muerte de Carlos j el dolor destruía poco a poco
su débil organizacion i M.r. Derval habia
exijido que se viniese a establecer ~n Paris,
prometj~ndose que las diversas distl'acciones
que ofrece esta capital, ahuyentarían el pesar
i restablecerían su salud seriamente amenazada
ya.
.Eajenía, blanca como una estátua, tembló
al oir el ruido q e hacian las pisad'as de Adolfo
cuando entraba, i a pesar de las lágrimas
murmuró: ¡ ()h Dios mio! qué habeis hecho?
, -Mi deher.
-J nstos cielos! estoi condenada a perderlo
todo?
-Pensad en él! respondió· Adolfo.
Eujenia dejó caer la cabeza en sus manos
i con una voz casi inintelijible esclamó: Yo
no puedo pensar mas que en ves.
-¡ Oh, silencio! esclamó el jóven palideciendo
... i Quereis que sea yo un hombre bajo,
un culpable? Yo soi un Joco-yo 1101'0-
tiemblo-tengo miedo: no me veis!
Eujenia Den'al habia conquistado nuevamente
su sangre fria-coje ]a mano dQl jó~
ven-lo mira largo tiempo i añade luego sin
emociono . . . Yo no os amo.
-Gracias, hermana mia, dijo Ado1fo con un
tono sombrío, i partió con Eduardo. Este jóven
abogado habia consentido en ser testigo
de Adolfo como lo habia sido d@ su hermano
Carlos, porque se habia asociado COIl toda su
al ma n esta venganza, i estaba df'ttHminado, si
su amigo sucllmbía en el encuentro, a. ofrecerse
al jeneral como ú \tima víctima.
El lugar en que la querella se habia verificado,
el punto escojido para el combate, la
asombrosa semejanza del hombre que teuia por
enemigo con el que antes habia matado, to~
das estas circunstancias rennidas i que parecian
nacidas de la casualidad, habian hecho
en el espíritu del jeneral DU * una impresion
estraordinaria. No se presentó en esta ocosíon
con aquella poco cuidadosa firmeza, aquella
fé en sí mismo que jamas hasta entonces IPo
habian ahandonndoj i aunque la suerte. le designó
a él pnra timr primero, sintió dehilitarse
su destreza junto con S11 sangre fria. Apnl1~
tó a su adversario con una mnno embaraza:
da i ~onvulsiva, i la bala al pasar tocó lijeramente
el pelo de Adolfo Melville, engañando
de este modo i por la primera vez aquella es·
pecie de predestlllacloll que habia hecho del
jeneral D*** el duelista mas temible del reino.
Adolfo habia conservado la mas estóica
actitud , en presencia del arma dirijida contra
él: se voh-ió hácia su enemigo ~ a. su turno
tendiendo el brazo con una cruel lentitud
apuntó i con voz penetrante dijo: A vos ahora,
jeneral ••. al quinto boton de la casaca.
Partió el tiro i la profecía se realizó nuevamente:
el jeneral D*** habia sufrido la lei
del talion-habia sidó muerto por up.a bala de
pistola en el lugar mismo de sus homicidu
hazañas.
La bestia salvaje n~ tenia ya existencia ninguna
que devorar.
Cuando Adolfo Melville i Eduardo Verni.
Hiel' volvieron a la casa de Mr. Derval, encontraron
a Eujenia anegada en lágrimas i
mas pálida que nunca, arn~dil1ada delante de un
crucifijo. Adolfo se adelantó hácia ella:
-Eujenia, le dijo, mi hermano está ven·
gado. ,. Ahora puedo mostraros la carta que
él me escribió el dia mismo de su muerte i
cuyo con,tenido hasta el presente os habia
ocultado.
-Leed, murmuró la jóven colocando una.
mano encima del corazon.
La carta de Carlos no contenla mal qua.
e~tas lineas: .
,., Mi amigo, mi hermano: hoi me batO' i
debo sucumbir en el encuentro: ]0 presiento.
Pues bien, te lo confE:>"saré 1 sí, aunque esta.
ba próximo a enlazarme con Eujenia, con esta
mujer de mi eleccion, con este ánjel de.
mis desvaríos, no terno la muerte i casi me
atrevo a decir que la deseo; porque esta, union
que me hacia el nías feliz tie los hombres,
me cond~naria a un dolor eterno. He penetrado
tus pensamientos, he comprendido tu sacrificio
i he admirado tu resignacion .•.. Gra ..
cias, mil gracias, noble hermano mio .•. Si yo
muero, i me comprendes'{ Eujenia debe ser
tu esposa, porque de este modo ella no de ...
jará de perfenecerme. Cásate con ella, te lo
pido como un beneficio, te lo prescribo como
un deber!"
Ninguna palabra (ué proferida entre estos
dos jóvenes despues de la lectura ' de la carta.
Eujenia tendió Su mano a Adolfo que la apre ..
tó santamente co:ntra sus lábios, i el voto del
motibundo no tardó muC1}¡o en cumplirse. Unidos
para os Qro res como o a or
sí mismos para ante Dios, se retiraron luego
con Mr. Derval i :gduardo Vernil1ier, que vi.
no a buscar en la union de estas personas
algun descanso a sus trabaJos i sucesos, a una
casa de la villa de Saint-Mande situada a
algunos pasos tan solo distante de la tumba
de Carlos, i no pasa un solo dia sin que vengan
a este lugar a traer o una piedra, o uná
flor, o una lágrima.-BENEDICTO GALLET.
(Courrúr Francais.) .
PUERTO DE CARTAJENA.
~ Entradas i lalidas d. ~ 'Ud. ~ el 5 al 11 de Febrero
ENTRADAS.
4. D~ San B1as, en 5 dias b~rgantin nado.
na) Santander, su capitan Felis Robin'son, coll
frutos del pais. Pasajeros: Sres. Tomas, Fi.
sher i l'ffikle Quin.
7' De Jamaica i Santa Marta, en un dia del
último puerto, goleta de S. M. B. Learne, su
comandante Tomas Restarrich. . , ,
9. De Portobelo, en seis dias, 'goleta nacional
de guerra Jeneral Neira, su comandaD ..
te el teniente de fragata Tomas Iglesias. ,
!ULIDAS.
9. Para Chagres, goleta de S", M. 'B. Leu ..
ne, su comandante Tomas Re~tal'rich.
9. Para Portobelo, goleta nacional ~sper8B ..
za, su capitan Antonio Ponton, con fr..utol
del pais' . \
,
AVISO.
LEYES DE PARTIDAS.
Se solicita un ejemplar cOlllpleto.-En esta
imprenta se dará razon del comprador.
lmp~ de lo~ heredero, de Juan .A. Caleo-,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Semanario de la Provincia de Cartagena - Semestre 1 N.", -:-, 1843. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3684308/), el día 2025-12-17.
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