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DE HOLOFERNES. LA ESPADA
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[ ' Núm. 18. 0
]
. SantaJé de Bogotá 15 de Julio de 1830.
Heu! patior
Ay de mí!
,
lelis
que
---000---
vulnera Jacta meis,
padezco herida con mis flechas.-OVIDIO.
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Portellt6sos milagros, que Dios ha obrado por la intel'cesio/! de
los gloriosos Santos que aquf se, ~'dieren, los qua/es ~a/! sido
aprobados por la Silla Aposto{¡ca para su canomzac/On,
Es admirable el milagro que obró Dios nuestro Señor
con Gerónimo Mangona, yecino de Corleon en la Isla de
Sicilia, aprobado por Clemente XIII en 1768. Padecia éste
fieros dolores artericos en los brazos, en las manos, en los
pies, y en las rodillas con una fuertft contraccion de miembros,
que postra~o en una cama se hallaba hecho un tronco
sin el menor movimiento; en este estado pas6 nueve
meses sin hallar remedio en la medicina, por fin se hízo
llel·ar. aunque con mucho trabajo, á la casa de la hermana
del Beato Bernardo · de Corleon que estaba contigua, y tenia
una efigie de su Santo hermano pegada á la pared;
puesto delante de esta imágen hizo una fervorosa oracion,
suplicando al Beato le alcanzase de Dios la salud, y al.
mismo instante se sintió del todo sano, de modo que levantándose
del lecho, empez6 á andar ligero, y luego comenzó
á trabajar en las labores del campo, fuerte y robusto,
como si no hubiése padecido mal alguno.
Un milagro semejante obr6 Dios en Francia para
glorificar á Santa Juana Francisca Fremiot; porque Susana
Bienfait, profesa del Orden de la Visitacion que fundó esta
Santa, padecia un tumor esquirroso, con fuerte dolor en las
entrañas; aÍÍadióse á esto una perlesía en las piernas, que
]a quit6 del todo el sentido, yel movimiento, y aun la derecha
por extenuacion la quedó seca. Imploró el auxilio
de su Santa Madre, haciendole una novena, y hallan-
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dose en el último dia, en un momento recob(Ó ~n las pierflas
el movimiento y el sentido, y se la restituy6 la carne
á la pierna seca; de modo q.ue libre de todos los dichos
males, pudo cumplir con expedicion y vigor todos los cargos
que exercitan las demás Monjas. Este es el quinto milagro
que se refiere en la bula de la canonizacion de la Santa.
El tercero, qllarto, sexto y séptimo milagros aprobados
para la canonizacion de San Francisco de Sales, son
todos d~ paralíticos, curados milagrosamente por intercesion
del Santo, los qllalcs milagros son no menos asombrosos
que los precedentes, solo referiré el séptimo, con
bs mismas palabras de la bula traducidas al castellano.
Cárlos AJoterol! desde su nacimiento estaba impedido del uso
de sus miembros, y tenia disforme todo Sil cuerpo; pero por inten'esio71
del Santo quedó de 1'epente libre de dicho impedimento, recobró
~lt cuerpo una pe/feela fur1lla de Cl1Cl7JO humano!J empe:ó á andar.
Sería menester un libro no pequeno, si quisiese COIltinuar
'aquí los milagros obrado por Dios en. estos últimos
sjglo~ en esta especie de enfermedades de perlesía; pero
no quiero omitir el que obró en E pl)ña p.eJ" intercesio~
de Santa Tere a, y otro dos que obró en Lima por intercecion
de Santa Rosa, Un muchacho de edad de quatro anos
tenia desde su nacim iento tan encojidos sus miembros, y
el cuerpo tan mons'ruosamente tuerto, que su figura parecia
rerresen tar la letra S, no podia tener e en pié, y
e tapdo echado, no podia moverse; no obstante todos estos
males y deformidad no le causaba ninguL1 dolor: lo Ile\'aTOn
á la celda de un Monasterio en que Santa Teresa habia
habit(\do, é hicieron una novena á su honor. Hallandose
yá en el último dia de dicha novl1na, de repente qued6
el muchacho Jibr ~ y sano de 'todo los dichos males,
de modo clue al , momen'to se levant6 por sí mismo, y anduvo
por sus pies con tqda expcdicion, Este fué el quarto
mil agro aprobado para la canoni:lO,ciou de la anta, así lo
refiere Bencdicto XIV (1).
i\J ar Í¡1 Sa\lchez, álias de J esus, siqndo de edad de
seis años dió tan funesta caída, que quedó muy maltra.
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(1) Lib. <}, p. J. cap, Xl, uúm, 4, •
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taúa en los hl1e~os y nervios, de modo que encogiéndosele
los muslos, perdi6 en ellos todo el sentido, y quedó
sin poder andar, ni tenerse en pié; por lo que le fué forzoso
estar postrada continuamente en la cama. Creciendo en
la euad ~e le iban siempre mas debilitando sus. fuerzas;
su~ padres, que eran maTadores de la Ciudad de Lima,
viendo ql1e la niña que yá tenia nueve años, siempre empeoraba,
imploraron el patrocini'o de Santa Rosa, é hicieron una
novella a su h011or; lleva han todos los dias de dicha no-
, vena la nina: á la Iglesia, y la ponian sobre el sepulcro
de la Santa, y en el noveno dia, estando la niña sobre
el sepulcro como en ' los demas dias, de repente, con pasmo
de todos los presentes, se levant6 por si misma, y em}
Jez6 á andar con toda expedicioll como si jamas hubiése padecido
mal algu no.
Magdalena Chimisio, india noble, muchos años había
que en las partes íuferiores del cuerpo desde la cintura abajo
padecia un encogimiento de los miembros, y los muslos y los
pies se la habial'l IastimoSámente secado, por lo que no podía
por sí misma moverse, y era forzoso que la llevasen en
brazos agenos á donde queria ir: recurrió en este estado
al patrocinio de Santa Rosa de Lima, y habiendole tr~.fdo
algunos pedacítos de sus vestidos, se les hizo tocar en las.
partes ofendidas 6 eufermas del cuerpo, y al momento con
admiracion de todos se fevant6 sana, y por su pié fué á la
Iglesia de los padres Dominicanos á dar las gracias á su
celestial bienhechora. Estos fu eron el primero y el q,uarto
milagros aprobados para la beatificacion de dicha Santa.
San Mateo en el capitulo doce (1) nos cuenta c6mo' 1
Jesuchristo hallándose un Sábado· en la Sinagoga, viendo
alli un hombre que tenia la mano seca, le mand6 que la
extendiese, y al momento la extendió, y quedó perfecta-mente
sana, y semejante á la otra. Este mismo milagro quiso
repetir el mismo Señor en Ascoli, Ciudad' de Italia en el
estado Pontificio, á 12 de Octubre de 176 J. Huo'o Anto-nio
Carteli, vecino de la dicha Ciudad, halland'o;e ya en
la edad d'e 74 años fué acometido de una perlesía en la mano
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izquierda, que se la dejó . como si fuera muerta, totalmente
destituida del movimiento, del sentido y del calor; por espacio
de quatro meses padeció este mal, sin hallar el menor
alivio en los rnuch'ls remedios de que usó; pero en el
dicho dia 12 de Octubre en que se celebra la fiesta de
San Serafin de Monte Granaro, fué á la Iglesia de los Padres
Capuchinos, y puesto delante del altar del Santo, lleno'
'de una confianza muy viva, dijo con sencil lé¿ al Santo:
míra cómo lo has de hacer, por que !Jo no me teúgo de Ir He
aquí sil! estm' salla. Continuando esta [oracion, qon la mano
derecha sacó la siniestra del pañuelo de que la 'llevaba pendiente,
y la puso sobre el altar; 'y á poco tiempo sintió
que ya estaba enteramente sana y buena, y luego esclamó:
hendita sea la Salltísima Trinidad, !J qué admirable es Dios
en sus Santos. Como la Iglesia estaba llena de gente, acudiéron
todos á ver el milagro, y á reconocer la mano án'
tes paralitica, y la hallaron fuerte, robusta, de buen color,
y restituido á ella el sentido y calor natural, como si en
· ella no hubiése padecido ningun mal. Este fué el segundo
J milagro aprobado para la canonizacion 'de dicho Santo.
El Evangelio nos asegura tambien que Jesus di6
vista á muchos ciegos ( 1): unos de nacimiento, otros que
' habian perdido la vista de resultas de alguna enfermedad
· 6 desgracia, que habian padecido en los ojos. Estos mi-lagros
los ha renovado Jesus con mucha freqüencia en la
' Iglesia católica de ámbos modos en estos últimos siglos: referiré
solo los casos siguientes. Claudio MarmoJl era
totalmente ciego desde su nacimiento: hallandose en la edad
de siete años hizo una novena en honor de San Fr-ancisco
de Sales, suplicándole ' le alcanzase de Dios la vista;
y el último dia de dicha novena se reclinó sobre el sepul-
· cro del Santo, y al momento recibi6 la vista. Este fu~. el
segundo milagro aprobado para la canonizacion de dicho Sto.
El Señor Benedicto' XIV en la bula de la canonizacion
de San Pedro Regalado refiere el siguiente suceso, qne él
mismo habia aprobado por verdadero milagro. Un Sacerdote
llamado Diego Plasencia padecia epilesia, y habiéndo pa-
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(1) Luc. cap: XVlII, y; 24. M alb. XI. Y. 5.
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decido uno de lo~ parasismos que .,ausa esta ' bnfermedad,
cayó en el fuego de la cocína de la' casa lleno de
brasas ardientes: con la caida ech6 por tierra una olla
de agua, que e&taba hirbiendo: con esta desgracia habiendose
quemado la cara, los párpados, y maltratadose
las niñas de los ojos, perdi6 totalmente la vista, y aunque
por espacio de quatro meses se apl ic6 varios remedios,
todos ftleron inútiles, y qued6 el enfermo perfecta
y enteramente ciego, En este estado implor6 el auxilio ae
San Pedro Regalado, y se hizo tocar los ojos con el cápucho
del Santo, y al momento al contacto de esta reliquia,
recobró una vista perfectísima, que cO¡lserv6 constantemente
hasta su muerte,
En la Ciudad de Ascoli, habiéndole salido el año 1744 á.
Genaro Ranali, un tumor en el sobaco izquierdo, que le causal:la
intenslsimos dolores, se le hizo abrlr en Viena de Austria
por un famoso cirujano Español; pero esta operacion no le
produxo ningun alivio, ántes se le abrieron otras dos llagas,
de las q uales salia mucha sangl'e, y materia de mala
calidad, Consult6 a otros cirujanos hábiles, y nin~ullo supo
'curarle, ántes todos le amenazaban que su mal' pararía en
una mortal gaugréna; con esto se volvi6 a Italia. y llegando
á Ascoli, fué it la Iglesia de los padres Capuchinos >para
implorar la intercesion del Beató Scrafin: mientras ?,ada
oi'acion, lleg6 el Guardian, el g ual le hi zo la seiíal de fa
Cruz sobre las llagas con el mIsmo Crucifijo COIl que S.
Serafin bendecía los enfermos: el paciente perseveró orando,
y al improviso se si~ti6 del todo bueno; descubri6 sus
llagas, y las vi6 cerradas y curadas perfectamente, quedandale
el brazo bueno y salla, Este rué el primer ' milagro
aprobado para la canonizacion de San . Serafin. • .
Otro obr6 Dios en 1770 con Ana Turchi, vecina
del lugar de Apiro, J6ven de veinte y quatro años:
sali6 a esta señora en la parte su perior del pecho izq uierdo
un tumor esquirroso que degener6 despues en un cáncer
mortal; el c¡ual habiendos~le abierto por un golpe que
casualmente recibi6 en él, le saliéron materias de mal!síma
calidad, y le qued6 una llaga profunda, que la causaba
intenslsimos dolores: la tema po~tra~a sin movimi~nto. en
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la cama, y la cond ucfa a largos pasos al sepulcro: los cÍruj
allcs que la curaban viéndola cercana . a la mue rte,
le persuad ielOn recurriése a b poderosa in teJCesion del
sien'o de Dios Bernardo de Ofida , a cuyo un le traj
eron una estampa, y el Guardian de padres CapuchiDOS
(fe aquel lu gar le entregó algunos brev ines, que contenja
n IJo:vOS de las entrañas del dicho Beato, se los aplifi:
Ó la eufel ma~ y con esto quedó al gu n tanto aliviada; y
a la maií" na ~ :g u i e nte quando vino el cirujano. extrajo fácilmen
te de la lJ,Cela una carnosidad del grueso de un huevo:
a la tarde si ntió en sí la enferma una viva confianza de
alcanzar la salud con el patrocinio del dicho Beato; por lo
que dejando todo remedio humano quiso le aplicasen á la
llag.a los polvos de las entrañas de Bernardo; hecho esto
se sintó al momento buena, se sentó en la cama, comió,
con gusto. se vistió , saltó de la cama, auduvo por el
aposento, y haUandose allí presente el cirujano, quiso le
quita~e las vendas para ver c6mo estaba la llaga, y q.ui-
1a:l as, vieron todos que la l1aga habia desaparecido, y q.ue
la carne estaba en su estado natural como si no hubiese
padecido mal alguno; luego empez6 ¡\ ocuparse en las labores
domésticas , como la muger mas robusta. E ste rué,
el segundo de los tres milagros que Pio VI aprobó para
la beatificacion del dicho Bernardo, declarando que pertene-cia
á los milagros de cTase.
Otro semejante milagro obró el Señor para glorificar á S.
Juan de 8tl>. Facondo, q.ue es el quarto que refiere la bula de
su canonizacion. Emanuel de Castello siendo de edad de
nueve años cayó de una escalera; en esta caída se le rompió
el espinazo, por cuyo motivo no podia andar sino con;
el medio cuerpo inclinado ácia la tierra. poniéndo sus maDOS
sobre. sus rodillas, y ayudado de una muleta. Si que-o
ria levantarse, caía al instante con ímpetu á tierra; esta
enfermedad le ca'Usaba grandísimos dolores. Habiendo ya
tres años que la padecia, junto con una giba 6 corba
que le habia salido ¡\ las espaldas; su madre le lle- '
vó al sepulcro de San Juan de Santo Facundo con in.·
tencíoa de hacer una noveoa en honor del Santo, y habiendo
entrado en la capilla donde d'escansaDa el cuerpo del
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S~nto, quedó libre de los dolores que padecla, y de la inclinaci
n del merlio cuerpo ~cia la tiena pcr hauersele con-
15ohdado la vértebras rotas, quedando de tal modo corroborado
D los muslos, que se volvió con paso acelerado á
casa de su madre, llevando en alto la nlUleta; y pur fin
habiéndole de pue su misma madre llevado á la capilla del
anto, al oír I Evangelio que se ley6 de la Misa, qued6
lSano de la giba 6 corba que padecia tres años habia, quedandole
el hueso elevado donde átltes tenia la corba. Dios
qui o dejarle esta señal en memoria del beneficio recibido.
El siguiente milagro ha sido obrado por la intercesion
de la Venerable Mariana de J psus, natural de la Ciudad
de Quito en esta América.
Doña Angela Polido y Escorza, muger lejitima de
D. Jusé Ruiz ieto, paelecia gr.ves dolores de cabeza, vér~
igo , insultos epipltéticos, calentura, y otros varios achágue;
pero ¡¡obre todo, I.Ina hinchazon en el ,ientre tan enorme
y tan mon truosa que le impedia poderse ver los pil's,
y le servia de m par¡¡. comer: la dureza e ra como de
piedra, ' las convul iones como ele algun viviente que de dentro
las rirodl1jese~ y al último acérbus y crueles dolores. Hacía
veinte y dos meses que se hallaba D.oña Angela opril.
nlela de esta grave fatiga que le llega ha ya hasta el pecbo,
y a veces se veía casi ahogada. Se agotaron los recurso
humanos, se apur6 el saber de los n édicos de aq lIelIa
Ciudad; pero en vano. La enfermedad se reagravó en
t érminos, que fué necesario llamar al Padre Domingo Coleti
de la ínclita Compañia de Jesus; el qual la confesó,
l¡l ene omcnd6 el alma, y creyó ciertamente que no ama necia,
segun la flaquéza y po tramiento de fuerzas en que se hallaba .
.En este dla, que lo fué el 6 de etieOlbre de J 762, yen este
estado, siendo ya bien tarele de la noche, entró Doña J o-efa
Castillo, amiga muy íntima de la citada enferma, con
un librito, excitándola a que reza~e con ella unas oraciones
a Maria antísima ele la Luz. Entónces la enferma mandó
a su criada Rutina Villa\'icellcio que le alcanzase un
huesec!1I0 quc le habia traido anteriol mente el Padre Fernando
María Conosc:iuti, reliquia de la V. Virgen Mariana
de Jesus: partió un pedacillo, se lo metió en la Loca,
y se Jo trag6, inmediatamente se frot6 el vieutre con la
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saliva, invocando con ' el mayor fervor y connapza, el fa"
vor y ' patrocinio de la. Venerable Madre; no tanto ya para sana,
r, quanto para tener una buena y dicbosa muerte. PaBado
un brevísimo espacio de tiempo entrÓ su marido, que
junto con Doña Joséfa Castillo quedaron mirándola, De improviso
adviertell que la disforme hinchazon se ha desva-
11ecido , en términos de no dejar señal ni rastro de lo que ántes
era, sin haberse notado, ni I'isto ántes, ni en el acto,
pi despues de la curaci on mil abrosa evacuacion alguna, ni
9,e sangre, ni de agua, ni de humor alguno, ni ventosidad.
EJll6nce~ Doña Josefa Castillo, ll e n a de admira c io ll la dijo:
¿ A 11gelíta, qué se ha hecho la pam.a? La enferma se bal16
en aquel instante perfectamente buena y sana; se puso
en pié, se arrodilló, besó la ti e rra, e hi zo q uantos movimientos
quiso, sin el menar impedimento. A 1 siguiente dia
salió, con admiracion de q uantos la habian visto, que apeDas
podia salir a Misa en una silléta ~ y fué hasta- Ta Iglesia
de San Diego, que di staba de su casa· diez y seis cuadras.
Despues subió á Pichincha, y . perseveró ágil, buena.
y sana. A pocos dias le volvieron los desvanecimientos ' de'la
cabe~a; pero habiendose aplicado, llena de fé ' el reito
del hues. cHIo de la V. Mariana de .Tesus, quedó sana, Murió
al cabo de mnchos años d.e hidropesía: pero es de notarse,
que habiéndos e le hinchado la cara, los brazos, las piernas
y pies, solo el vientre quedó en su natural figura. La hidropesía
respetó aquel vientre en que habia entrado la milagrosa
mano de la ilustre Virgen Mariana de Jesus Pa- '
redes.
Este hecho está autcntÍcamente probado, tanto por su
publicidad en Qu ito , como por las declaraciones jurídicas
de die z testigos de vista , y muchos de oídas, que lo han dec1aradojuridicamcnte
bajo d e jura mento, como consta del proceso
y declaracion es que s e han actuado en Quito para la beatifi
c acion, y canonizacion de la Ven e rable Virgen, que impresas
en Roma tiene á la vísta el Redactor de este periodico.
( COl/til/uará. )
------~,~-------
CON LA LiCENCIA NECESARIA.
Imprenta de B. Espinosa, por José Ayarza. •
•
Citación recomendada (normas APA)
"La Espada de Holofernes - N. 18", -:-, 1830. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3684020/), el día 2025-07-18.
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