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LA ESP ~DA l)E .iQLQFERNES.
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[ Núm. 6.° ] [T.rim. 1.0 J
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Santajé de Bogotá 4 de Marzo de 1830.
Heu! patiflt'
Aydemí!
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---000---
tdis vulnera j acta meis.
ql\e padezco herida COIl mis flec;has.~OvrDIo.
Continúa el.Parágrafo 1.° de la segunda parte, suspendi41!.
01 el número uut""io}'.
• El Gran Doctor de la Theologfa á quien por espa-cio
rle mas de seis sig-Ios ha.n re.sp~tado los Papas, los Obi~RUS,
la~ mas célebres U lIiver,si~!ades, y los Doctores todoll
4el christiauismo, Sto. 1'omas, digo, nos dá ulIa excelente.
r_egl~ para g,lber qué cosa, ~s supersticion: .. respondo diciendo,
que de dos n~odos pued.~. decirse su pe rf).u a alguna cosa:'
1.0 segun su cuant.idad absQl.uta; y de este modo nada pued
o-: haber superfluo en el culto d.ivino; por que nada pued~.
hacer el homb,~e, que no ~~a l)len,os <;le lo qu.e se debe
á Dios, 2.0 p.uede ~eJ algu,na <;08a sure~tlua, segun la cuant
idad de prop?rcion, á saber, pQr que no es proporcion.ada
al fin: el fin del culto divino es, que el hombre dé gl.oria a,
Dios, y le sujete su alma y su cuerpo: y así todo lo que
el hombre haga pert~neciente á la gloria de Djos, y á la.
sllj ecio ~ de su alma, y ta,ll)bien á la de su cuerpo ppr uJ).'
r~frella.miento ~oderado de la conen piscencia, segun el ordenamiento
de Dios, ge I~ T 51esia y de la ~ostuJnbl'e!:Je
aquellos C~!l qqiene.s el hombre vive, nG el! lILlperlluo el) el
culto Di'1j~16: pero si hay algo. que de S¡¡yo no pertenezca
¡{ la gloria 4~, Qios, ni.á levantar la, mente del hOl)1bre ácia
s,u Criador, ~i ref¡'en ~ la CO!lcupisceJ;\cia desordenad" de la·
carne." 4. que sea fl]era de, l,a inlltitu.cion d~ Dios 6 ~e la
Iglesia, q cpntra I.a <;ostumbre comun, que segun San Agustil)
se. ha de tene¡ por ley, tQtlo esto !le ·hit de reputar
. por Iluverüuo. y. ~u~ersti<;ioso; por ql.le · CQllsisLielldo SjJlo
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en exte rioridan , no pertenece al culto interivr de Dios. Por
lo ( udl di Le ~a n A3' lI ~t in, q .. e ~ e p uede decir contra los s u.p
C I 8ti cj oso~ , lo que tl rcla J e' uch ri -to ;, los J udlOs: Heguum
D á illlm vos e,\I, e l I{eyno de J) io ~ est:l dentro de vosotros
m ism o ~, " ( .5, 1'IWlIl . 2. 2, '1' 3'1. 1I1't. :2 . )
Pr e~ ' lI1tt'mllS ahora , si se':l "p-: r- ti"¡rm , el ú ~o de
l o ~ SaCr de lo m {lrtircs;
pero 1.1' de lo ... pcrc~1 illos fanati(·o. cntll<:iastas, admiradores
de J. J H('"b", lcjo n le aconsej,6, qu'e viajase ¡'¡'or la Italia" , ántes
de , deterlllinarse'; en)o qhe con vino el otro. Le es~iincialinron
infinito las cóstuinbres " de los ec1esiastic'Js, y ved
aqu'J lo, qne esel ibi6 a ~u -a"m1go: " J11e hngo cbristiano, completamente
conve ncirl9 qP. , R'u ~ l~ 'Religip n, pe, Chrislo 'es
divina, pues que ha podido sostenerse á pesar de sus min
istros . "
E s un asombro, es iiec~sllrib ';'éppti~'l o, que una religion
tan ,pura, t an santa haya p'&drdo pe'rn~ ¡ú~c("er tal I:¡ajo
la direccion y gobiPfno de algunos", 'aunq\,{e , bien puco~, P apal'
de custumbl'es ta!) rel'ajadas, comlo agénas del alto y
sagrado puesto que ~Cl1paOaD; de sp'úes que 'el pueblo chris-
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ítano habia visto, como vé ahora, tantos P'mti!lces piadosos
que se lIeg6 á e~parcír la opiniun de que ell la Iólesia
eran inseparables la santidad, y la Tiara. N'l es extraño
que la larga qtlerella de los Papas y ,le los Emperadores,
y el gran císllla de 'Occide nte no hayan !)él'lllitido
á los Papas electos en la turbul elH:ia exercitar las "irtlldes,
que les hubieran ín~pi rado los tiempos' de tranqtlilid,¡d.
El hombre se forma en su sÍólo, y 5,on, raros los q.ue se
elevan obre las costumbres de su tiempo. Buenos y maJos
son rt!so "tes de la providencia Divina. La l ólesia
militante es la era donde 'se halla el grano mezclado con
, J ' Ja paja; apro,ie chéll1ono~ del" grano, ven i~a ya p ú l' manOs
del mal nlinistro,6 por la manos de l bueno. _
. No, nosutros ha tenemos ta c1 e~"rac ia de l o~ Protestantes,
Mahometanos' y demas sedúi"s oel error: en nosotros
la fuente es pura, la inmundicia e~t:í en nu estros
vasos: en los sectarios la fuente y el V<1.;U sun inmundos.
Ll!tero, Calvino, Enrique . 8.°, Y Ins cle lllas sectarios en:
sus mismas sectas han refundido el error, el10s la han parido,
las han nutrido, y en ellas l11istllaS ~e han sumergído.
No así la única verdadera Islesia Cat6li'ca, ella no es
obra de Pedro, ni de P ablo, sino eTe J esuch"isto D'ios y
hombre verdadero. Su divina palabra es la l1lismll. en boca
del pecador y en la del justo. El Sol comunica su luz al
cuerpo opaco, desde el cual y en el cllal refl eja, pero esta luz
reflejarla no dá siempre calór; del mismo nw((ü, la Iglesia
confia á sus ministros la palabra santa para qae ilulllinen
las almas, pero no siempre les dá el calor, y la r1iv ina
uncion. ¡; A qué nos veríamos reducidos si solo los b hnl~~'es
irréprebe'll ~i llles, flleran los únicos preflica lores de la ver laJ' ?
¿ Quien porlria calificar al traves de las pJ.,iont's hUlnan ,l" la.
bondad de unos y la rnaldarl de otros? Ah! si la verclad no
debe I ballarse si no en boca de la virturl, Iluestros fil osofos
nunca dicen verrlacl. Soh .. e la CAtedra de Muises, decia N. Sr.
Jesuchristo, se han sentadu los Escribas y Fari séo .~: guardad
y haced tocio lo que os dijeren, pero no imiteis sus ooras;
por que una cosa dicen y otra hacen. "Cuando un bombre
arrebatado por sus pasiones, dice el sütellla de la .Vaturateza,
se olvida de sus principios, no se sigue que u<>
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los tengn, 6 que ~earl fal ~ o~, 'sino solamente que el te m-
1Jcnolll"lllo es mn" lue lle que lo . iMemas, y que las pa~
Jl. l h ~ \coceo 'o crecncla." Decimos con J. Jacobo HousI'C
HII : .. t.m Independ lc nte es b "crdad de los que la ataC,
III , y de lu~ que la defienden, qoe los autores que
d;" pu tan sobre ella, d~bel ian ,110 adordarse lllJO de otro.
E lO ah,¡r¡ulÍa mu¡:ho papel y tiJta." Y yo digo, que esto
ah'lralla el tener que cOllle;'ltat .. COD lo in clédulos.
Aun hay mas: se . exajér¡tLl los escán<1alos, y se
echa menus la ~Inc io n 'i el, I{.-rvor de muchus 1\1 Il1istros saO'ratlo,
y á estos les dl:!cimo$ que ~e aprovec hen de e ta
jl.lCI US<1 ()bservaclun del autor ~l e l Btlisal'io. .. Sin duda,
dlCt' , hay cn el lIlundo y en 'i1011 ¡¡dr el bien, como por el mal; i se pusieran carté)
s pal'tl el hu en ej >Illplu, cumo lós hay para el malo, no
d"demos qlle la b nos da noticia de ellos,
y sobre memorias de <;i,elto autor, que no d;l pruebas ~ufi cientes
para creerlos: estos milagros, ó mas bi",n presti~ios.
lSe fingieron para autorizar la 'idolatría absurda hasta la evid.
encia. Los de J,esuchristo se escribieron viviendo aun sus
perseguidores; no po~ UD testigp, sina por varios. Nadie se
d,exó, dego~lar por testificar lo~ de 4polQnio; y nosotro~ contamos
mas «\e. once !pil)anes de niños, de doncellas tiern'ls
de jovenes, de al,l.cianos, ge sa1?ios, de ign.or~n~es, nobles, plebeyos,
y un sin nllmero de hombres y mugeres de una salltidad
superior a las fuerzas de la naturaleza, qne los han preconizado
por mas de 1800 años. ? Y quien ha prec(Jniz ,ldo
hasta ahora los de Apolonio? Pudiendose dt'cir con Ciceron:
opimonm'n cominent~ de!~t di~s: ,¡ataree Judicia cOI!/imlat.
( Cie. de nato Deor.) "El tIempo destruye la ficcion, y fortica
la verdad ., ,
Apolonio con sus ~ilagro.s contribuye á su pesar á lu
gloria de 'los"Áp6stoles, porque multiplican los obstácul
Citación recomendada (normas APA)
"La Espada de Holofernes - N. 6", -:-, 1830. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3684008/), el día 2025-07-18.
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