EL C!UC!~
PERIODICO LITERARIO DEDICADO A LA JUVENTUD . •
-~~~-~-~---~ÑÜM'f.R"ó37~--~·--·•••·•~-. . ._,M>~--
o 5 POPAYAN, 23 DB EXERO DE 187-5. ' ~ TRIM. VII. ~~~-...~""""-~~----~..:.. BAMútEZ y RIVERA, EDITORES.
L.l {)J\RID.tD MODERN.t.
O lo qne es lo mismo: unas Yeces daba, y
tomaba otras veces.
Daba limosna rle sn bolsillo, el pan de su
mesa, y tomaba de! infeliz á quien socot·ria
V A.liOS A celebrar nn suceso verdadem. la pane de pena necesaria para d('jar!e con.
mente d1gno de conmemoracion y de ala- solado.
bauza¡ uno de esos hechos en que se confnn- Per.61lste era un procedimiento demasi.t·
den e)l elocuente armonía la miseria y ellu- do vulgar, nna compa ion poco distinO'nida
jo, la altlgrfa y la tri!ltP.za, las lágrimas y las nn modo de hacer el bien, mmplori, sin\ue~
sont·isas, lo11 placeres y las penas, la noche y gusto, sin elegancia, sin fitusto; nna cnridad,
el dia. en fin, demasiado pobre, sin brillantes, sin
Es pr()ciso que la naturaleza sea testigo celebridad, sin gloria.
de esta confuslon humana; pero no ha de Una caridad qne se ocultaba, que se esser
la naturaleza brut~tl, igntffante, desordc- condia como si se llYergonzara de sus obras,
liada, digámoslo asf, emph·ica, sino la natu- no era digna de este Aiglo de la publicidad.
aleza ilustrada, corregida, clasificada, cien- Una caridad sin joyali, sin coches, sin en-tffica.
c~jes, es ciertamente una caridad demasiado Se trata de un baile, que es el bello de- infeliz.
6rden de la sociedad, en el Jardin Botáni· La tristeza, la cornpasion y la pe!lll que
o que es el ót·den de Ja natot·aleza. despierta en el alma el e pectácnlo de las
El Jardin ~;e convierte en un salon; aqne- ajenas desdichas, prol'llmpe hoy en magnffi.
os árboles severos é ios&nsibles van á ore- cos bailes, estalla en soberbias fiestas y se
nciar la11 tiernas locuras de Jos más tierno11 deshace en alegría, en placer, en vanidad, en
ntimieutos; el fansto y la alegria van á lnjo.
nnit·se allf, á celebrar las angustias del Tl'isteza que se perfuma, c~mpasion que
mbt•c y la eRtrechez de la miseria. baila, rena que Se di\'ierte. ~~s una fiesta en nombre de los pobres, un Ah. ¿por qué la caridad ha de tener las
acet· en nombt·e del dolor, una felicidad en lágl'imas en los ojos, la tristeza en el sem.
mbre de la desgracia. blante y la pena en el alma ?
Semejante prodigio lo debemos á la pt·o- ¿Por qué la cm·idad ha do ser modesta?
nda caridarl que se auida en el fondo in- ¿Por q11é no hemos de levantar la tierna
ndable de unos ooantos corazones sensi- bondad de nuestros cot·azones sobre t'l bri.
s. liÓ de nue_stros placeres ?
El interés que en las almas compasiv:ls Hablemos con fi-anquezg,
piran la desgracia, el desamparo y la mi- -Que es caridad ?
ia, ~o ha tenido nunca manifestaciones -La caridad es la primera de las vir. s espléndidas. tudes. ·
la tristeza, la compasion 6 la pena que -Pues bien: ¿por qué bailar no ha de
piet·ta en el alma el espectáculo de las ser obra de misericordia? ¿ Por qué la ''ir·
dichas ajenas, no so habian conccdirlo tud no ha de ser una fieRta? ¿ Pot· qué el
s que dos manel'as de manifest.arse: pot· placer no ha de ser compasion? Ah ! ...... se.
dio de las lág•·imas ó por medio de las riamos toilos tan virtuosos!
o as. Es verdad : convertid en rirtndes todos
a caridad no habia encontrado más que los vicio.~, y la naturaleza 'humana habrá He-maneras
de t>jercerRe. gado á la plenitud de la perfeccion .
. o había más que llorar con el afligido ó 1 Declaremos que tollo es bueno, y el hom-
•r el pAn con el desamparado. hre más pen·erso se verá en la imposibilidad sto M; conaola~a 6 socorria. de ser malo.
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!90 .ELCAUC!.
Hermoso el!pectáculo debió ofrecer el la puerta se abre, y entra por ella olra cuen·
Jardín Botánico á las miradas de loa cu- ta, en la que, poco más ó ménoa, puede leer·
riosos. se lo siguiente :
Ccatrocientall personas, todas escogidas, "Alqniler de las sillas •.••• Glil rules.''
ee reunieron allf i dar al mundo público tes- Loa pobres, en 1• imrosibilidad de hacer
timonio de la sensibilidad de sus corazones. otra cosa, pagan y so 1nran, porque el pobre
Habiao acudido alli presurosas ila cita de ea el1inico que not?uede de6er.
nn baile. Si pudiera deber, probablemente
1 Qué esmero en la caprichosa variedad de rico.
los adornos! Y adamAs, d cómo habiiUl ele negarse A pa
¡ Qué gasto en la riqueza de loa vestidos 1 gar una oda tan justa ?
1 Qué gracia en el encanto de aquellas son- Cuatrocientas per.sonaa atareadas en aoco
riiiUI , rrer la miseria de los pobrea t no habian d
1 Qué fu.ego en los relimpagos de aquellas tener una ,ma en donde sentar e P
miradas t Las sillas no podián suprimirse
El ~•fiel espléndido. ·ul) nuevo golpe dado' lá puerta, atlunc'
La orquesta, incomparable. . A los siete mil reales que quedan que élgni
1 Qa6 vals aquel! qué polkaa aquellas 1 quiere entrar.
1 qll6 animacion, que alegria, qué luJo, qué N o hay manera de negarse, porque la p
magnificencia 1 breza no so puede ocultar.
Ea decir. La puerta se abre por tercera vez.
¡ Qué solioituil por loa pobres! Ea una cuenta nlegrA. es la cuenta de l
Las ~alabra& no tieñen bastante valor para músicos, que ct!ce, poco roAs · ó ménos :
~~ podamos rentlir con ellas el tributo de " Orquesta ...... dos mil reales."
alabanza que el prodigio de esta caridad me- Un baile sin mt'lsica es imposible.
reoe. Los mósicos son absolutamente indispe
Es preciso apelar á los números, que son sables A los danzantes.
mú elocaeut.el. T o hay más remédio que pagar.
Hagamos un cAlculo. De los diez y aeis qued&Q cilloo ¡ pe
CaltrociSDtas personaa pcudieron presuro- vuel\'en é llamar A la puetta.
• A la cita que en el jard1o Botinico lea da- -Quién es t
be la caridad. -La ot'lenta ~~ alquiler de la magnf
Cada una de el' as echó bajo Ja· forma de tienda de campfta que ha senido de sal
doa dllt'os, on óbolo misericordioso en el en elsuntaoao baOe daito en el Jardín
pl\tillo de la miseria. tAoico á beneficio efe loa pobres.
Loa pobres recogieron la su-na, siempre -Y qoé quiere?
res~e~ble, de diez y seis mil reales. -Puesta y quitada podrá subir A unos.
Dueños de eatl& soma, duro sobre n,
~on quien el rey de Qastilla don Fernando
el .(hande mantenía cordial amista4. •
Este rey moro tenia una hijll muy hermosa
J compasiva llamada Casild~. ,,
Una ~sclava .castellana contó á la hija del
ey moro que loe nazarenos amaban· á su Dios,
y :i su rey, y á sus padres, y á sus hermanos,
y á sus esposas.
Tambien contó la esclava á la hija uel rey
moJ"O, que los nazarenos nunca quedaban
hué.r1anos de madre, porque cuando pierden
á la que los concibió en sus entrañas, les qu~da
otra llamada Maria, que es una madre in·
mortal.
Pasaron años, pasaron años, y Casilda fué
creciendo eu cue1·po, y en hermosura, y en
virtud. Se le murió su mad1·e, y envidió la
dicha de los huérfanos nazarenos. .
En los confines del jardín que rodeaba el
palacio del rey moro, babia unas lóbregas
mazmorra8, donde gemiau, hambrientos y
cargados de cadenas, muchoJI cautivos cris·
tia nos.
Sucedió que un dia fné Casilda A pasear·
por los jardines de su padre, y oyó gemir 4
los p~>bres cautivos. La princesa mora se . e·
cbó á llorar sin consuelo, y tornó al palacio,
lleno su corazon de tristeza.
II.
A la puerta del palacio enc~ntró Casilda A
su padre, y arrodillándose i sus piés, le dijo:
-¡ Padre 1 ¡ señor padre ! en las mazmo.
rras de allende los jardines gime mucbedum·
bre de cautivos. Qnitales sus cadenas, ábreles
las pbertas de su prision y déjalos tornar
á tierra de nazarenos, donde lloran por ellos
padres, hermanos, esposas amadas.
El moro bendijo á su hija en el fonao de.
su corazon; porque era bueno y amaba A Ca·
sil da- como á la niiia de sus ojos.
El pobre moro no tenia más bija que aque·
lla. /
El pobre moro amaba á Casilda porque era
BU hija, y porque era además la viva imAgen
de su dulce esposa cuya pérdida lloraba na·
cia un año!
Pero el moro, Antes que .padre, era musul.
man y rey, y se creia obligado á oastigar la ·
audacia de su bija.
Porque compadecer é los cautivos cristia·
nos y pedir su libertad, era un crimen que el
Profeta manda castigat· con· la muerte.
Por eso ocultó la complacencia de su alma,
y dijo á Casitda con airado semblante y vo•
amenazadora. ·
-¡Aparta, falsa creyente, aparta! ¡-Tu
lengua será cortada y tn coorpo .arrojado á
las llamas, que tal penil merece quien aboga
por los nazarenos 1 - . t iba á llamar á Bus rerdugos para entregarles
su hija.
Pero Casilda cayó de nuevo ll sas piés de,
mandándole perdon en memoria d.e su madre
¡ de la reina cuya muerte lloraba .Almcnon
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2.92 ELCAUCA.
hacia un año!
El po bl'e moro sintió sus ojos arra adosen
lágrimn , y estrechó á su hija contra su corazon,
y le perd onó , dicienclo:
-Guán.la~e, hija mia, de pedir otra yez
por los cristianos, y áun de compadecel'lo ,
porque ~ntónces no habrá mi sericordia para
tí; que el santo Profeta ha e crito : "Exterminado
será el creyente que no extermine á
los infieles.' '
III.
Cnntab:m los pájaros, era azul el ciclo, era
el sol dorado, se abrian las tlore , y el aura
de la maiiana llevaba al palacio del rey mol'o
el perfume de los jardine11.
Casilcla estaba muy trisle, y se asomó á la
yentana pal'a distraer sus mel:mcolias.
I"os jardines le parecieron cntónccs tan bellos,
que no pudo resistir á ¡;u eucanto, y bajó
á pascar bu tristeza por las olo~·osas cura ·
madas.
Cuentan qne el ángel ele la compasion, en
forma de hermo 'isima mariposa, le salió al
paso y encantó su corazon y sus ojos.
La mariposa volaba, volaba, voluba de flor
en flor, y Casilda iba en pos de ella sin conscguit'
alcanzarla.
Mariposa y 11iiia tropczni'On con nnos rr.cior,
muros, y la mariposa penetró por ellos,
dejando allí inmóvil y enamorada á la niria.
'frás aquellos recios muros oyó Casilda
tristbimos lamentos, y entónces recol'dó que
allí gemían, nmbrientos y cargados de cadonas,
los pobres nazarenos, por quienes en
Ca tilla lloraban padres, hermanos, e posa
amadas.
Y la caridad y la compa ion fortalecieron
su alma é iluminaron su entendimiento.
Casilcla tornó al palacio, y tomando vinodas
y oro, tornóse hácia las mazmorra~, siguiendo
á In mariposa, que Yolvió á presentar
e á u paso.
El oro era para seducir á los carceleros, y
las viandas eran para alimentar á los cautivos.
Oro y viandas recataba con la falda de &u
vestillo, cuando al vol ver una calle de rosales
tropezó con su patire, que tambien había salido
allí á distraer sus melancolías.
- 6 Qué haces aquí tan temprano, luz de
mis ojos ? pregunt el moro á Stl hija.
La princesa se puso colorada como las rosa
que mecia á su lado el aura de la mañana,
y al tin contestó á su padre:
.-He venido á contemplar e&tas flores, á
oi r tri jar e ~tos pájaros, á rer el sol reflejar e
en e ras tl\: • es, y a • c:- pi rar este ambiente
1el'tuma 1 .
-¿ Qué llevas envuelto en la falua de tn
vestido?
Ca ilda llamó desde el fondo de su eora
zon á la Madre inmortal de los nazarenos, y
respondió entónces á su padre:
-Padre y stñor, ftevo rosas que he cogido
en estos rosales.
Y Almenon, dudaldo de la sinceridad de
su hija, tiró de la falda del vestido de la niiia,
y una lluvia de rosas se derramó p<-r el
suelo.
IV.
¡Pálida e~taba la niña, pálida como las
azucenas de los jardines del rey moro, su padre!
Cuenta la historia que apénas quedaba san·
gro en las venas de Car,ilda, por·qne todos los
dias coloraba, arrojada á borbotones, la. sarta
de blanca perlas que brillaba entre los labios
Je la princesa.
Pálida estaba la niiia. y el rey moro se mo·
ría de pena viendo morir á su hija.
La ciencia de los méd1co de Toledo no
acertaba á devol,el' la salud á la priuccsa, y
entónces Almenon llamó á su corte á los más
afamados de Sevilla y Córdoba.
Pero i impotente babia sido la ciencia de
los primeros, impotente era tambien la cien·
cin de los segundo8.
.....- ¡ :Mi reino y mis tesoros daró nl que salve
á mi hija 1 exclamaba el pobro moro, vien·
do fl Casilda próxima á e .·alar el último sus·
piro.
Pero nadie acel'tnba á ganar su reino y sus
tesoros, que la saugr·e continuaba colorando~
anojada á borbotones, la sarta de blancas
perlas que brillaba entre los labios de la prin·
cesa.
-"¡Mi hija se muere! escribió el rey de
Toledo al rey de Costilla. 'i en vuestros rei·
no hay quien pueda salvarla, que venga, que
venga á mi corte, que yo le daré ... mis rei·
nos, mis tesoros, y hasta le daré mi hija."
V . .
Por lm; reinos de Castilla y de Leon sona·
ban pregonee anunci&odo que el rey moro de
Toledo ofrecía al que devolviera la salud á
su hija, su reino y sus teRoros, y hasta la bija
cuya salvacion anhelaba.
Y cuentan que un médico venido de Judea
se pre11entó al rey de Castilla ofreciéndole
tornar la salud á la princesa mora.
Y era talla sabiduría que brill:lba en las
palabras de aquel homb•·e, y talla fe que inspiraba
la hondad que re ·plandeuia en su roau
·o, que el rey de Castilla n<• vaciló en darle
cartas, asegurando á Almenen que le envía·
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EL e A U e A.
ba con ellas el salvador de la pricesa Casilda.
A pénaR el médico venido de Judea tocó la
ft-eute de la niña, la sangre cesó de coner, y
el color do la rosa empezó á asomar en las
pálidas mejillas do !\enferma.
¡ Tomad mi reino 1 exclamó Almenen loco
de alegl'Ía y llorand~ de agradecimiento.
-Mi reino no es de este ·mundo, respondió
el médico veniilo de Judea.
-¡Tomad mi mayor tesoro.! repns~.el rey
de Toledo, designando al méJ!Co su hlJa.
Y haciendo una señal de acepta1~ion el mé·
dico extendió la mano hácia Casilrla, y dijo:
-'Allí hay unas aguas pul'ificadol'as que
han do com¡Jlotar la salvacion de la vírgen
musulmana.
· Y al dia siguiente, la princesa Casilda pisaba
la tierra de los nazarenos, acompañada
aún del médbo venido de J udoa.
VI.
Casi! da y el médico v'1ido de Judea caminaban,
<'aminaban, cammaban por la tiena
de los nazm·enos, y al fin se detuvieron á la
orilla de un lago de aguas azules.
}1~1 médico tomó algunas gotas de agua en
el hueco de la mano, y exclamó derramándolas
sobro la frente de la princesa.
-¡ En el nombre ele! Padre, del Jlijo y del
Espírittt Santo, yo te bautizo l
Y la princesa sintió un bienestar inefable,
pareciJo al que allá en su niñez le babia contado
la esclava naza¡·ona que sentían los vienaventurados
en el paraíso.
Y sus rodillas be doblaron, y sus ojos se
fijaron en la bóveda azul del cielo, y en torno
suyo· resonaron dulcísimos hosannas, que
la hicieron volver la vista á eu alredor.
El médico venido de Judea no estaba ya
á su lado, que cercado de vívidos resplandores
se elevaba hácia la bóveda azul del 01elo.
-¿ Quién eres, señor, quién eres? exclamó
la princesa atónita y deslumbrada.
Soy tu esposo 1 soy el que dió la salud á la
bija de J airo, que padecía el mal que tú padeciste;
soy el que dijo: "Cualquiera que
dejase c:1sa, ó hermanos, ó he1·manas,_ ó pa·
dre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó tierras por
mi nombre, rec1birá ciento por uno, y poseerá
la vida etema."
En 111: orilla del lago azul que hoy llaman
de San Vicente, y está _en tierra de Briviesca,
hay una pobre ermita, donde 1tivió solitada
la hija del r Py moro de Toleuo, que
hoy se llama Santa Casilda. .
ANTO~IO DE TRU:EDA..,
A PEDRO.
I.
Duerme, niño inocente,
duerme tranquilo,
que Dios guarda tu dulce
sueño de niño,
y tu buen ángel
ha extendido sus álas
para ampararte.
N a da temas: ¿ qué puede
temer el niño
de padres tan cristianos
fruto bendito,
bajo la egida
de la madre de todos,
dulce y bendita?
Ni ¿qué teme, si un ángel
vela su SUI:lño,
si en su alba frente irradia
lumbre del cielo,
divina huella,
luz brillante, luz pura,
luz de inocencia ?
JI.
Duerme, niño; á tu lado
vela tu madre ;
tu madre que i deja
de contemplarte,
es sólo, Pedro,
para colma¡• tn frente
do amantes besos,
Esa madre, el espejo
es de tu vida:
tu sonrisa le arranca
dulces sonrisas,
como le arranca,
cuando 1Iorafl, tu llanto
setidas lágrimas.
Como nunca se aleja
de tu cuidado,
como siempre amorosa
te cuida tanto,
ella, sólo ella
en tu gesto adivina
lo que det~eas.
III.
N o te priven los cielo¡¡
de la ternura ·
y el amor de una madre
como la tuya,
para que luégo
escuches de su labio
santoR consej08.
Imita sus virtudes,
su amor imita
y cual te quiere, quiérela
!93
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EL CAUCA.
toda la vida,
que no es bastante
todo el amor de un hombro
para una madre.
Prodfguente los cielos
sus benr.liciones ¡
de ventura y virtudes
tu vida colmen¡
N un ca to falten
de la vida en la ¡::enda
tus uuenos padres !
Barbacóas-1874.
I. D. EEL CASTILLO'
DOS lUILLONES.
( TRADICIO"' ).
El16 de Julio de 1826 fué dia de gran
agitacion en J.ima y el Callao. Por todas
partes se encontraban grupos en animaua
charla. N o era en verdad un catacliflruo ni
un gr:m acontecimiento politico lo que motivaba
esta cxcitacion, sino la noticia de haber
desaparecido del fondeadero el lJergantin
inglés Peruvian, cargatlo de dos millones
de pesos en oro, Lanas tle plata y moneda
sellada.
El buque debía zarpar en efle dia pam Europa¡
pero su ca pitan hahia ido la víspera á
Lima para recibir las últimas instrucciones
do 11us armadores, pC'rmitiendo tambien á
varios do los tl'ipnlantes que pasasen la noche
en tierra. En el Peruvirm se encontraban
solos r.l piloto y seis marineros, cuando
á las dos de la madrugada fuó abordado por
una lancha con trece hombres, los que procedieron
con tal cautela y rapidez, que la
ronda del resguardo no puJo apercibirse de
lo que acontecía. Inmcdiataml·llte levaron
ancla y el Peruvian se hizo á la vela.
A las tres de la tarde un bote del Perut•
ian llegó al Callao conduciendo al piloto y
sus sei1:1 marineros, puestos en libertad por
los piratas.
La historia del audaz j~'fe de esta empresa
y el éxito del te oro que contenía el Pe·
1'1tvian es lo que hoy nos proponemos narrar
rápidamente, remitHmdo al lector que anhele
mayot· copia de datos á la obra del capitau
naiond, it.ulada Voyages dans ZiJo al hambre y la sed.
De Wllhou pasaron los tres piratas á R.io
Janeiro. En esta oiucrsonas, en
todas las partes del mundo, recomiendan dtchns Prldo·
ras como el mejor restaurativo de la snlud que se conoce.
Ell11s curnn todas las afecciones del corazon, del hfgacto,
del est6mugo, ele los riñones y de los inteatinos y remueven
la acrimonia, la l!!Lutulencia y la oardial~ra, expulsando
de la Bllllb'l'e toda impureza, fortaleciendo coutplctamente
el ststem:. nervioso y dando un tono saludable á
la organumcion gcnet·al.
Ungüento Holloway.-Este mann.illoso bálsamo
sana infaliblemente las heridas nutíguas, llll! lla~as
y los males de piernas y de pecho. Por medio ele su lll·
llueucia las tílceras virulentas toman muv pronto un as•
pecto couv~\lecientc y desapareceR. JamM deja <¡&te Ungüento
refrigerante de producir una cura pertccta ele Jna
afecciones ele la piel, los costipa.dos, las toses y el reumatismo,
ltun cu!Llldo se ha apelado en vano á todos los de-m.
ls remedio~. ·
Las medici HM tlt: hP n emplear&e do la manera que indican
las instrucciuncs de que van siempre acon•pañadas.
V énden~e por touos los principales boticarios delmnndo,
y por ~u Propietario, el Profesor Holloway, 633, Oxford
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Citación recomendada (normas APA)
"El Cauca: periódico literario dedicado a la juventud - N. 37", -:-, 1875. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3683926/), el día 2025-07-17.
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