PERIODICO LITERARIO DEDICADO A LA JUVENTUD.
ítAMIREZ Y RIVBRA, EDITORES.
LA FLOR EN EL OJAL.
Ilé aquí una costnmure que siauen todos
los pollos de profesion. 0
Dice Alfon~o Ka1:r que el hombre que Heya
una flor en el OJal, parece, á diez pasos,
condecorado, y á cuatro pasos ...... un necio.
Cri~icamo á las mujeres porque se adornan
s_m tregua, y no rac;ilamos en apel.lr a
los m1 mos recursos para hacemos los inte-
?'esantes. • •
N o otros si que podemos exclamar:
-Justicia, mas no por mi casa!
Somos el mismí imo diablo, caballeros.
¡ IJas flores! ¿ po1· qné no las dejamos quietas
en sus lev es tallos ?
¿ Qné maluos han hecho para que les de-mos
tan fiera muerte?
¿N o perfuma u el a m bien te?
¿ ... ro embellecen los jardines?
¿ N o dan contento al ánimo ?
¿ r T o recrean los ojos ?
¿Pues, por qné las annncamos de su delicado
tallo , si en nucst1·as manos exhalan su
últ1mo perfume, q~te es su último su piro, y
muel'en seca y tnsLes?
¡Pobres fl ores!
N o puede ser, ó estaba distraído cnandO'
las creó.
Sólo las mujeres tienen derecho á sns per·
fumes, porque son sus hermanas en belleza.
La flor que mucre en el seuo de una her·
mosa: debe bendecir su ventlll a en sus postreros
instantes.
La que mucre en el ojal de nuestra levita
debe tener un iin rabioso. '
¿ qué tien(•n de comun ellas con nosotros?
¿ Con qué derecho las co1'tamos cuando se
mecen_ felices en los verjeles, cantadas por
lo& páJaros, _anullada por el céfiro, amadas
por las rua1 1posa , acaricitv1as por la cl'istali.
na fuente que la euvfa ::.us besos de e ·puma?
Y todavía pase que las ananqnemos de su
tallo para oti·ccerlas á !n dam1s, porque son
el bello símbolo de nuestros amores.
j re ro pa1:a :lUOI'Ilf\1' nuestms leY ita ! ......
Esto no twnc c:..plic:wion, ni disculpa ui
perclon de Dios. '
~e nos dirá q~te muc;hns de esas flores que
lmllau en lo OJales de las lev1tas, han sitio
regaladas por las mnc;hachas.
¿Y no pued u llevarse en la mano?
Incomodan, se no contestará sin duela.
Pues tirarlas, ya que no se sienten ustedes·
con suficiente valor y abnegacion para bace1'
tamaño sacrifirio.
i. Incomod~J' las tlores ! ....... N o, lo que se
qmer~ es luCIJ'las sobre la lev1ta, perque sien-y
no es esto solo. tan bten.
N o contentos con separarlas de sus her- Partientlo de esto principio, no tardaré-manas,
Je alejarlas de los blanJos céfiros y mos en adornarnos la cabeza con flores, colas
pintadas mariposas, adornamos con ellas mo hacen las mujeres.
11uestra prosíüca levitgo desvalido ,
y Débora tras él rautla se lnnza ,
boga la la11eha al barco pen~ las molestia!!.
Cuando tal razon oi, me dieron ganas de
oarle al criado en la cara con la caja de dulce;
pero aun no había contestado, cuando llegó
otrn mandadem, quien despues de los buenos
dios, agregó :
-Mi amo, que cómo lo ha pasao que qné
tal noche tuvo, y mi se~ ora, qr1e aqní¡le manda
estas granadas, y estos tabacos, que son pal
niño Carlitos, qne está en el Seminario: y es
ta8 dos libras de azafr:m pa doüa Mariana
Pérez.
Dicho lo cual , fué cnll'(~g:lndome cosa por
co~a. que yo iba recibi<'ndo, Clisfrazando mi
mal humo1· , y el disgusto que me cansaba la
vista de aquellos costalc de almidon, choco late
y a;~,afran; de Jos ca~ncs de dulce. mal
acon11icionanos, Yertienclo almíbar por entre
las junturas de las tablas, ae los atados de
cigarros envueltos en papel. y por último, do
las dos docenas (le granadas afol'l'adas en
cnscat·oncs de plátano, todo lo cnal formaba
tm hulto de un tercio por lo ménos.
Contestada la razon de las criadas, ent(ime
en mi cuarto, tratando de idear cómo aromooaria
en mi baules semejante monton de encargos;
pero no tuve mneho tiempo para de(
Jiearrno :\c. ta meditacion, porqne apénas me
había Rentado, cuamlo entró á la pieza don
Macario, y despucs de haberme saludado,
dándome un apreton de manos, de aquellos
qne acostumbran los 01'ejones, inició la con
versacion, diciéndome de llano en plnno que
no teniendo mucha confianza en el correo, había
determinado m&ndar por mi conducto dos
mil prsos que debía entregar á un comerciante.
Yo yue siempre he tenido repugnancia
á hacerme cargo do plata ajena, traté de excusarme,
alegando que tardaria runcho tiempo
en llegar á Bogotá; todo fué inútil, el
hombre me tenia preparada la puntería y no
podía escaparme de aquel cañonazo. Tuve,
pues, que hacerme cargo de aqnel dinero¡
dinero qne me iba á llenar de cuidados y á
rob~r mi tranquilidad durante mi viaje, y en
la cual entrega de'uia yo poner de mi bolsillo
una que otra peseta en reemplazo de las que
iban á resnltar falsas, y aun de ménos. H.ecomendacion
es esta de la cual nunca sale uno
bien librado.
Descmbn1'azado de don Macario , quise irme
para la calle, á yer si con el airo puro po-dria
disipar el mal humor, y tambien, por librarme
de otros encllrgos é impe1 tinencias;
mas, npénas habría crnzado la primera esquina
cuando me encontré con don Martín Ga·
llégos, hombre de gran v11ler, en el distl'ito,
y que me homaha con el título de primo,
siempre qne necesitaba de mi algun servicio.
Todo foé verme se me botó encima como el
águila sobre su presa, prendióme por la solapa
de la levita, de la cual me dió algunos tirones
en prueba de confian?.a y acendrado cariño,
y pasando luego á arreglarme la corbata,
dió principio al siguiente diálogo:
-Couqne se vá pa1 a Bogotá?
-Si señor, le eontesté>, tratando de zafar·
me de sus traviesas manos.
-Pus, hombre, voy á aprovechlr esta oportunidad
para mandar con nsterl, ú mi tia
Salustiana, qne hace tiempos anhela por ir á
ym·iar de temperamento, y no ha podido realizat
· Ru de co pot· falta do un compañeJ'O; y
como yo no puedo ~al ir ...... ya ve, primo ......
los achaques de la vejez .... .
Muerto de aclmiracion creí quedarme por
el momento con el'ta nueva antífona. J esus
1 cargar yo con nn petardo, y sobre todo,
con una vieja. lun'ntica como aqnolla, me parecía
el mas tenible de los contratiempos qne
h1bia sufrido en mi vida Qué dirñ la gente
al verme con af¡uel vestiglo 1 ... Yo, qne siem·
pre he huido de salir con mujercR, tocarme
ahora por compañera de viaje una solterona.
acartonada y llena de re ·a bios ... Estas conRideracioneR
me dejaron pasmado y sin resuello.
Don Martín, continuó cou la mayot·
sangre fria, sin advet'tir qne yo sudaba :i mal'CS,
y qne tenia erizado hasta el último polo
de la cabeza.
-Pus rnü·e, ya tengo todo dispnesto, ella
se irá r.n mi mula, y para la poca ropa que
debe llevar; esa cabe mny bien en sus baules.
-En mis baules! exclamé fuera de mí
·-Si, mi primo, la crinolina la echamos por
tuera, y lo demas queda bien acondicionado.
Allá verá, las mujeres saben mucho de eso.
-I,o que siento es, le interrumpí, que debo
hacer el viaje muy ligero, y temo mucho que
ella no pt eda marchar á mi paso.
-Nada de eso, lo deja atras; si es unn
águila para andar, parece una muchacha de
quince, agregó sonriéndose y poniéndome su
callosa mano sobre el pecho¡ allá iremos esta
noche. Con que hasta luego, y marchó,
dejándome como petrificaJo en el puesto. Inútil
me pareció continuar adelante, asi que
determiné volverme á la casa resignado ya
bajo el peso de tanto infortunio :pero allí me
aguardaban nuevos sin!labores: apénas babia
entrado vbserYé amanado á nn pilar un 1}9·
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
rtJ) v ....
J
rro terranova, de nariz partida; viendo á este
animal, q11e levantaba la casa con sus aullidos,
le pregunté al muchacho, qué significaba
la presencia de aquel perro en mi casa ..
-Fué el clotm· Co¡·onao, qne se lo mandó,
pa quesque liltaga el favor de lleYárselo á Bogotfl,
oncle el señor dotor Mejia, y ay en la
mesa le dejó nna carta.
A semejante noticia caí sentado en una silla,
la respiracion me taltó y creí m6rirme.
Al cabo de un buen rato pncle restablecerme;
pe •·o ya la a egría, el entusiasmo por el
t>uspirado viaje babian desaparecido completamente.
Rodeado de encomiendas,
con un perro, que aullaba sin cesar,
A la vista, y por perspectiva una vieja endemoniadamente
fea y caprichosa, el cuaJro
que se me pres, en nn banquete y en cualquiera
otra reunion, en que la religion y el buen to:
no exigen el mayor respeto, recogimiento y
buenas maneras.
Pero la rlescortesfa llega en algunas seño:
ras á tal punto, que al concurrir á una visita
de cumplido, 6 á un salon de baile, se pre·
aentan acompaiiadas de todas sus criadas, perros,
muchachos y basta niños de pecho, los
eua es forman un· alboroto capaz Je echar la
<·a~a al suelo, se me?.Cian en todo y fastidian
á los demas conclil'l'entes.
Á propósito de e!1to, me aCt1erdo de la O·
cunencia que tuvo no ha mucho tiempo, el
señor M ... al corresponder la visita que le
hizo un amigo acompañado do "Cupido," tenanova
qne le hacia inseparable compañía.
N o habiendo hallado en fiU casa dicho señor
M ... á su amigo: hízole la visita á la señora
de éste, y despucs de un rato de animada
convers11cion, le suplicó manifestara á sn es=
poso y al señot· Cupido el sentimiento que
experimentaba por no haberlos hallado en
casa, y colocando luego sobt:e la mesa dos
ta1jetas, se despidió afectuosamente, dejRndo
á la señora azorada con aquella severa
leccion dada á su marido.
1869.
Tomado de las "Flores del Campo.'¡
Á JESUS CRUCIFICADO.
SONETO.
Salúdote tres veces, J esus mio,
pendiente en esa cruz por mi pecado¡
mi boca impura besa ese costado,
ese rostro mortal pálido y frío.
N o muestres á mis lágrimas desvfd
por verme en tantos vicios anegado;
préstame tus auxilios, Dios sagrado,
préstamelos, Señor, que en ti confio.
Torna hácia mí, J esns, aquellos ojos
llenos de sangre y lágrimas preciosas;
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
. EL CA. UCA.
con que aplacas del Padre lo!! enojos:
Reciban esas mano,; cariñosas
mi alma y corazon, tri tes despojos
de mil y mil pasiones criminosas! .
FRANCISCO. U RQUIN AÓN A.
Bogotá.
EL ÁGUILA Y.EL C.<\.R.-lCOL.
FÁBULA.
Vi6 en la eminente cumbre en donde anida
el águila real, que se le lle
un torpe caracol de la honda vega,
y exclama sorprenuida :
" cómo con ese andar tan perezoso
tan aniba subiste á Yisitarme? ,,
"Subí: señora, contestó el baboso,
á fuerza de arrastrarme.~'
J. E. HARTZE~BUSCH.
CANT 1lRES.
'Una mujer y una liebre
se apostarou á coner,
y como el premio era un hombre,
ee Jo llevó la mujer.
Dices, Ines, que el alma
se te ha perdido ¡
mira á ver no la tengas
en el bolsillo :
que muuhas veces
t1onc1e ménos se piensa
salta la liebre.
M. DEL P. --·----
EPIGRAMAS.
Dije á Ines: dulce embeleso,
no me das un beso; di ? -a
y ella exclamó:-¿ á quien viene eso 7
¿ porqué le he de dar un beso,
que tantos me da usté á mí ? .
II
Baldado estaba Narciso
snfrienélo la pena negra,
cuando le llegó un aviso
del funeral de su suegra.
"S iento andar en piés de palo, '
c0ntestó con ceño adusto .
"Si no esturiera tan malo
irin con ?nttcho gusto."
,J. ~I. V lLLEltG á. S.
AGENCU.S DE "EL CAUC.\."
DENTRO Y F UERA. D:EL ESTADO
Lngares. Señores.
Caloto.. . . . . . . . . . . Presbítero Eduardo Caicedo.
p l · 5 Zoilo Rivera..
a mtra · · · · · · · · · · ~ Alcibitides Rómos.
Cali... . .. . .. .. . .. Migijel Y oung.
Janmndí .. . . . . . . . . Fray Leou Sardi.
Bumaventura . .... 5 Francisco.Guevnra. 1 Leonte M1colta.
Bttga ............. Fernando Slinchez.
Cm·tago. . . . . . . . . . . Simon Arboleda.
Cerrito . . . . . . . . . . Presbítero Patricio Parédes.
Buenosaires ...... . Gabri~l Manrique.
N6v~ta............ OctaVlo Burlado.
Quibdú.. . . . . . . . . . Salomon Posso.
Almagttcr ....•.... S Leopoldo Fontal. 1 Amador V. Crespo.
Bolírar .... . . . . . . . Eudocio Constain.
]~asto. ... . . . . . . . . Juan E. Moncayo.
1 úqum·es.. . . . . . . . J uho Tomas.
Ipiálcs.. . . . . . . . . . . Ramon Ceron.
!barra.. .. . . . . . . . Tomas Guerrero.
lliobamba ......... Vicente Espinosa.
Ttmja. . . . . . . . . . . . . Ttírros Hermanos.
Cartagcna. . . . . . . . Felipo S. Pnz.
s~mtamm·ta. . . . . . . . Sábas Lltínos.
Panamá........... José María Alemnn.
Barbcte6as ........ • lluefonso D. del Clllltillo.
ltlanizá/éz... .... .. Miguel del Valle.
Como ofrecimos á nuestro abonados pn .
blicar la lista ue Jo suscriLores de este perió.
dico, empezamos á hacelo desde este número,
esper¡mdo que los agentes que aun no
la han remitido lo hflgan expresando
los nombres de los que han toma.lo snscri ·
cion anual, para el efecto de obsequiarles una
prima con que hemos pensado correspondet·
{dos que con tanta benevolencia han acogido
nuestra empresa.
Tambien suplicamos á los que no han arre·
glado sus cuentas, se sirvan hacerlo, se~alán·
donos en la lista quo remitan Jos nombres
de los suscritores que no hayan cubierto las
suyas.
J~os EDITORES.
CARTAGO.
.Agent e, Señor Simon Arboleda.
Suscritores. Señores Miguel N á vas C.
Elías Rodriguez.
Faustino L. de Guevara.
Rodolfó Moriónes.
:Manuel Lalinde.
J esus .M. Eseovar y
Simon Arboleda.
( Conthwará ).
l.'dl'RE~TA DEL BSTA.DO.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"El Cauca: periódico literario dedicado a la juventud - N. 8", -:-, 1874. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3683897/), el día 2025-07-17.
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