PERIODICO LITERARIO DEDICADO A LA JUVENTUD.
Af\0 II.
N U MERO~·""""'~~~MVvvvv·~-·~· r~· .. ~~~~
POPAYAN, 6 D'E JUNIO DE 1874. ( TRIM. V.
RAM1REZ & RIVERA., EDITORES.
EL MES DE MARI&
Ha pasado ya el tiempo consagrado á la
Reina de Jos ángeles y aún no se borra su
grato recuerdo ;recuerdo qne parece envuelto
en una atmósfera e m balsam'lda por las flores
del campo, alumbra.dn por un claro sol de
primavera y cruzada por los ecos de voces
vi1 ginales-
Cuán bello es el mes de Mayo, el mes de la
Virgen y de las flores!
Pocas, pocas co as esfín tan en armonía
con el objeto A qne han sido consagradas co·
mo esta tparte del año : la naturaleza como
que lo comprende y so engalana con sus sencillas
ó inooentes galas y ensaya sns más hermosas
sonl'isas y sus mcjoreR voces para honrar
y bendecir á la sobet·ana de los sét·es, mR·
dre bondadosa de los sencillos y humildes de
corazon; y sus hijo , los que se honran con
el dulce titulo de hijos de María, todos, todos
ofrecen á la bendecida mailre algnna
ovacion, algun obsequio. Si, el más indiferente
al recordar su villa de la infancia, tiene
que recorda1· sus encantos y sus goces y las
ot·aciones que en el retiro de sn hogar 6 en
el regazo de su madre pronunciara,y entónces
un sentimiento remoto 6 nn anhelo desconocido
le hacen bendecit· á Mal'ia, siquiera sea
con el pensamiento, siquiera de un modo involuntario.
Esa práctica c1istiana y agt·adable á la vez
de venerar á la Reina del cielo durante el
tiempo que se le ha consagrado en el seno
del hogar, cuánta belleza, traecendencia é importancia
tiene!
Ese sencillo, alegre, claro y oloroso altar
en que se coloca la imágen de María para
ofrendarla flores y cantos, tan puros como los
votos que hasta el cielo llegan tienen una
poesía indefinible.
¿Quién no siente devocion ante tanta inocencia?
Que corazon no siente allí siquiera
un rayo de alegría, si la alegría es compañera
de la confianza y la inocencia ?
Porqne la confianza viene <.lespnes de orar
J'VV'¡~,.,.,._,.,.....,..,.,."
á Mat·ía. y cuántos votos secretos no habrá
oid~ y bendecidó ella, y cuántas lágrima8
fnrttvas, cuántas penas ignoradas no habrá
ell~ misma extinguido y consolado 1
A María la representan á veces entre fio·
res y á veces calmando el océano y disipanrlo
las nubes ¡Cuántas tempestades del cora·
zon no habrá calmado y cuántas nubes yman·
chas no habrá hecho desaparecer de las men tes
que se han oonfi:~s, se arma~o un
puñal, y sale á sorprcnd<'ros y á robaros para
vi,·ir· él y Rus hijos uu dia 1 á!lj lo merecerá
el que humillado, insultado, E carn oído, pro·
vocaflo por otro, le dl'sgana el corar.on en uu
momento de ciego furor; lo merecerá el
hombre honrado quo convencitlo tlc la ing¡·atitu~
l de una esposa infiel y dcsnatmalizada
madre, la ahboma es do la víctima,
no del asesino.
Algunos de O'SOS h0mbres pretenden dis·
culpar sn felonía con una lógica tan egoi~;ta
y asquerosa como irritante.
Reconvenido uuo, á quien eonoci, por ha.
ber negado ~ll nombre á su hijo recien naci·
do, contestó que sn clase, sn categoría y las
conveni encias sociales no le permitían acce·
dcr ~ tan ju ta pretension.
Comprendo qnc haya un hijo que se aver·
gücnse de 8\l padre, pero no ~ne haya un pa·
clre que se arergiiense de serlo de un ángel
recien nacido.
Y o no hubiera vacilac'!o en firmar para aquel
hombre una sentencia de alejamiento
perpetuo de la sociedad, seguro de que en su
alma no babia ningun in~Stinto bueno y ge·
neroso. '
Se le observó que por qué no honr!lba al
hijo redimiendo á la mllclre, y el cobarde
contestó que la debignaldnd de clases era un
obstáculo insuperable para semeJante posi·
cion.
¡ Ef! decir , que hay drsigual(lad de clases
pr•ra honrar á nna mujer, y uo la hay cuando
i!e trata de es·
tar muy orgullosos que digamos cou nne1:1tra
cidlizncion.
1 Es de0ir, que la mnjrr pobre no deue culpar
tle su dcsholll'a al inüune ~no vino á turbar
la paz ] remordimiento
no ce ·a en e o , npremos instan
te de clamar en la conciencia. ·
Ante de concluir quiero referir la historia
de un loco, que murió no ha muébo tien.1po
en un bospiLal, fuera de Madrid.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
3G
Don Pahlo, que a~í Re ll amaba, hahia r¡ue
dado huérfau0 en lo primero.:' años de :;n v'da
en no pueblecillo de la costa y al cuiliaclo
de una honrllua familia de pescallores. Criado
á orillas del mar, se afi<:ionó grandemente
á la azarosa y noble profetoion de la marina, y
á los diez y nueve años hizo su primer viaje á
las Antillas, á bordo de un nado mercante.
~;icndo tantas y tales las prnebas que meses hizo una
visita á la enamorada aldeana, que nada le
pedía, nada más sino que nunca la olvidara y
nunca pasara por corea de la aldea sin bajar
á decirla: "¡Aun te amo, hija mia 1,
Pero el marino pat.ó una vez á lo largo,
por delante de laM montañas que ocultaban
la aldea, y el mes siguiente pasó lo mismo, y
el otro taro bien.
U no de los comerciantes dueños del buque,
le hahia casado con sn hij a, mujer más rica
que hermosa.
Don Pablo dejó el mando del bnquc, y se
hizo comerciaute, y armador, y no sé cuántascosas
más¡ pero una sombría tristeza nublaba
constantemente su semblante, y "u carácter,
antes franco y expansivo, se tornó ,tétrico,
receloso y duro.
Atribuíanlo las personas que le rodeaban á
la vida t.l'auquila y sedentaria en que babia en
trado, tan opuesta á la v'da de marino, que
tan hien le habia probado desde niño.
Don Pablo no amaba á su mujer, y ésta por
i!U parte, no dejaba de conocerlo ¡ así es, que
sin oposicion de ningun género, volvió D. Pabla
al mar, dejando en la ciudad á su esposa
y á una hija que tenia-
Via:ió durante catorce años, t·econiendo los
má~ lejanos paises, y volvió á Cádiz, cuando
recibió la noticia de la muerte de su mujer,
que dejaba una hija de diez y ocho años, por
quien él debia velar.
Su melancolía no habia desaparecido en
catorce año& de caprichosos y variados viajes¡
&iompre estaba sobresaltado, se CJ'Oia
muy enfermo, hablaba ft·ecnentemente de la
1)roximidad de su muerte: y todos lo!! días
-eucarecia á su hija sus deseos de casarla pronto,
para qn.e al morir él, no quedara so: a en
el mundo, expuet~ta á mil peligros y á mil
al!echanzas.
Su bija tenia ya elegido dnéño pat'a su corazt)
n; pero D. P;¡blo, que nada sal;ia, la destinaba
á un pobre y houraJo jóven, hijo de
1m anti;;uo compañero suyo.
Cuando habló á. éste de su proyect,o, des·
cubrió el secreto de su melancolla incnrable.-"
Diez y nueve años hace, le dijo, que
cometí nna villanía, abandonando una pobre
niña para casarme con la madre do mi bija i
desde aquel día no he teuido uno so ~ o de
tr:mquilidad ¡ por to volvió rflpidam entc b cabeza y mi·
ró con extrañeza al imvortuuo que tan brus
camcnte le babia sacado de su delicioso éx-tasis.
'
Y sin embargo, éste era un íntimo amigo
suyo.
-¿Qué miras con tanta atenciou? le pre-guntó
con ac (•nto jovial.
-;Ah! ¿ éres tú ...... Cárlos?
-Sospecho que sí.
-:Miraba ...... mir·aba ......
-Lo he adivinado.
¿Eh?
-Esa deliciosa rubia es el iman que atrae
tus miradas.
-¿La conoces ?
-He hablado con ella vál'ias veces en casa
de una prima mia.
-¡Oh, fortuna l
-¿_Qué dices ?
-Tú éres mi amigo, ¿verdad ?
-Hasta la par·ed de en frente.
-Preséntame á ella.
-¡ Pero, chico 1 ¿ así tan de repente ?
-Es preci. o, estoy locamente enamorado
de esa deliciosa rubia.
Calisto meditó un rato, y añadió con acen:·
to de dettooo.fianza:
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
38 :EtCAICA..
:.._¿Supongo que tú no estarás enamorado
de ella?
-N o me acuerdo.
-¡Cómo!
-¡ Qué quieres 1 ama uno á tantas ......
_. No te burles, hombre.
-¡ V aya si te da fuerte !
Y el amigo se sotú·ió bnrlonamente.
Pasaron várins dias.
Calisto rondaba la, casa de Coust¡elo sin
id e m.
Cárlos no aparecía.
N u estro héroe empezó á dudar de la amis·
tacl
Y es que el tonto de capirote creía en ella
{1 piés juntillos,
Por fin Calisto top6se un día de manos á
boca con Cárlos.
-¿Y Consuelo? le dijo ántes de darle los
buenos dias.
-Acabo de vcl'l:t.
-¡Oh!
-Hemos hablado de tí.
--¡Ah!
-¿Sabes que es una polla divina?
-¿Eh?
Aquello dió mala espina h Calisto.
¿N o e1·a posible que üárlos, en lugar de
intereAarse por su amigo, se ht¡biese decla·
rado él?
-Pero Cárlos es mi amigo y no pnede co·
meter semejante felonia ...... pensaba nuestro
ll!'llante.
¡Amigo 1 ¡ amistad !.. ....... Palabras, palabras
...... y 1)alabras.
Efectivamente, Cárlos babia tenido la buena
iutenciou de interesarse por sn amigo,
pintanuo á Consuelo las p~nas que por ella
vasaba Cali to.
Quiso ser ministro plenipotenciario del
amor.
Pero se fijó un poquito en Consuelo, le en·
cantó su ro&tru, le subyugó su mirada, le en·
loqueció su voz y quiso trabajar por cuenta
propia.
Porgue C:lrlos obraba impropiamente al
traicionar á su ...... amigo.
Cali~to se de pidió tle Cárlos alentando la
:risueña espemnza de que seria presentado á
ella por éste.
-¡Dile to.:lo lo que snfro !-exclamó el infeliz
mancebo, un sí es no es lloroso y mo·
bino.
Cál'los dijo que de cuidara, que ya él sabia
lo que dcbia hacer,
Pero ¡ 11y! C:írlos era un Tenorio; In rea·
lidad d.e ese sér quimérico creado por 'l'irso
rle Molina é imitado por Corneille y Mo~iére
en Fr11ncia: por Mozart en Alemania, por
Lord Byron en l
Citación recomendada (normas APA)
"El Cauca: periódico literario dedicado a la juventud - N. 5", -:-, 1874. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3683894/), el día 2025-05-03.
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