José Eustasio Rivera llegó a Nueva York durante la primavera de 1928. Para este momento, gozaba de reconocimiento y respeto literario tras publicar cuatro ediciones de La vorágine que se habían leído ávidamente en Colombia, diversos países de América Latina, España y Estados Unidos. Tenía planeado traducir la novela al inglés para adaptarla al cine, establecerse definitivamente en esa ciudad para descansar de la política colombiana y fundar la Editorial Andes, donde publicaría la obra de autores colombianos e hispanoamericanos (Neale-Silva, 1960). En Nueva York, el novelista tuvo tiempo para corregir, una vez más, la novela: cambió numerosas palabras, eliminó las fotos que aparecían en ediciones previas, conservó el vocabulario que introdujo en la tercera edición de 1926 y agregó cuatro mapas (“Croquis de Colombia”, “Ruta de Arturo Cova y sus compañeros”, “Ruta de Barrera y los enganchados” y “Odisea de Clemente Silva”).
El novelista alcanzó a tener en sus manos cuatro ejemplares de la quinta edición de la novela. Él mismo despachó dos de esos ejemplares en el primer vuelo que hizo la ruta Nueva York-Bogotá el 23 de noviembre de 1928: uno iba para el presidente de Colombia Miguel Abadía Méndez y otro para la Biblioteca Nacional de Colombia. Una semana después, el 1 de diciembre, Rivera murió en el New York Policlinic Hospital tras una semana de convulsiones y una crisis de hemiplejia. No hay certeza sobre la enfermedad que lo llevó a la muerte, pero su deceso se asocia con la malaria que contrajo durante su estadía en la selva (Neale-Silva, 1960). El cuerpo de José Eustasio Rivera llegó a Colombia a bordo de un vapor de la United Fruit Company y recibió honores en cada puerto donde paró. Lo curioso es que su cuerpo llegó primero a Colombia que el vuelo en el que despachó los ejemplares de la novela, pues el piloto tuvo problemas con el avión y la reparación tardó casi un mes. Así, tras la muerte del autor, y mientras se imprimían los ejemplares de prueba, esta quinta edición de la Editorial Andes se convirtió en la definitiva.
Este ejemplar, que hace parte de la colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango, corresponde a la sexta edición que también se imprimió ese año. La séptima, octava y novena edición se imprimieron en 1929, lo que indica que la novela ganaba más terreno entre lectores y críticos. En la introducción a la novela que escribe para la edición de Cátedra, la investigadora y crítica Monserrat Ordoñez (1990) afirma que es impreciso hablar de “ediciones”, pues se trata más bien de reimpresiones de aquella quinta edición que Rivera corrigió, imprimió y envió a Colombia de regalo desde Nueva York. Al respecto, el crítico Hernán Lozano (1988) comenta que, desde entonces, el texto ha estado a merced de cambios y ajustes de las editoriales que en muchos casos desconocen la disposición de Rivera. “Imposible muchas veces saber dónde termina el descuido y la incuria, y dónde comienza el esfuerzo deliberado de mutilación del texto” (pp. 75-108), anota Lozano. Esta edición, además, elimina las erratas que acompañaban las ediciones previas y amplía el apartado “Algunos conceptos sobre La vorágine” de 13 a 20 comentarios críticos, entre ellos varios de la prensa norteamericana.
Citación recomendada (normas APA)
José Eustasio Rivera, "La vorágine", Colombia; Venezuela; Brasil; Perú;:Andes, 1928. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3681676/), el día 2025-05-03.
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