EL
Año 1 -Serie 1
DIRECTOR
PEDRO JOSE GOMEZ C.
Dirección cablegráfica: RENACIMIEK.
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Número suelto ................................... $ 1 •••
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No se devuelven originalES.
La correspondencia debe rotularse al Director.
Oficina : Pasaje Hernández, piso alto, número 57.
Monumento á ~tfurillo
II
Observa en algulla parte Macaulay
que "los hombres extraordinarios que
han realizaclo CORas extraf)relinaria:'l,
tienen derecho á una indulgencia extraorelinariíl;"
tra¡;:e que recuerrla un
crítico francés para ped i rle á Edmundo
Biré que modifique ó á lo
menos atenúe un tanto sus censuras
contra Víctor Hugo; pues si en el
político huho errores é inconsecuenciaf:,
en el poeta oe La Leyenda de
los Siglos reí'\plílnrlece siempre UNa
inspiración y se ostenta una grancleza
que cuhren en parte las mallchas con
que salpicara la túnica del vate el Iodo
de las contienrlas civiles. Desde
luego estamos oi~puestos á emplear
esa "extraorrlinuria indulgencia" al
juzgar la obra del Dr. Murillo; pero
encont.ramO$ &.los pri,reroR pa~o.~ r!a
nuestro estudio alguna diferencia entre
el caso oel poeta de nomhrarHa
universal, que se hacía perelonar por
su auréola de gloria, llenando COIl la
maje~tad rle su retórica laí' plazas y
las acarlemias, y el caso rle nuestro
político neogranadino, que ., no se
elistinguió por una intensa cultura intelectual,"
y que sólo influía "en el
alma rle un pueblo de rudimentaria y
escasísima ellucación." Aquí no hay
vate, no hay artista, no hay acarlémico,
no hay aquel mágico de la palabra,
de que hahla Valera. La colección
de El Tiempo no son L(IS O,.ientah's;
en los illfi.JI'lnes al Oongreso oe
1856 no alienta el soplo inmortal de
Los Cuatro Vientos del Espíritu.
El año de 1856 pasó en el Con·
greso el proyecto de ley sohre abolición
de la pena de muerte, y subió
luégo á la consio eración elel Poder
Ejecutivo. El Dr. l\fallarino, en quien
se ha reconociclo siempre una grande
tolerancia, una verdadera serenidarl,
reoactó algunas ohjeciones, y en dl'
fe rencia 'con su l\1ini&tro el Sr. Pinzón,
nombró en su reemplazo al Dr.
L uciano Jarnmillo, quien firmó con
el Presidente las ohservacioneil cientí
ficas y razonarlas en que el Magistrano
se apoyaba para pedir la reconsideración
del proyecto. En esas objeciones
no hay una palabra mal so·
nante, no se encuentra ni una sola
expresión que re vele al h.·:nbíC:'le
bando, naela que puerla heri r la sus ·
ceptibiliclacl del adversario. El Men.
saje habla en nomhre ele la conciencia
del linaje humano, invoca el testimonio
de la historia, el fallo y las
costumbres rle las naciones civilizadas.
Es el Jefe de la Nación quien,
desde la alta región del pensamiento,
les habla á sus conciudadanos el lenguaje
de la film,ofía.
Dice el Sr. Mallarinu en 14 de
Febrero: "Respetuoso siempre a
lENTO _ - •• 0 • • • • • ••••• • • •• • •• _-::.-:.- .:.-::.-:..:.-:::• • , .:::.:: ::".:':: ". : ::::':: : :':'_._::. _ . _:.""::'-::._:::::. "::._::::::::;: ___ . _ • • • _ •• _. _ ___ •••• _.
Oficina, Pasaje Hernández, piso alto número 57
República de Colombia-Bogotá, miércoles 28 de Enero de 1903
querer ele la Repúbl ica, expresado
por el órgano ele sus Representantes,
'me habría apresurado á elar la
sanción ejecutiva al proyecto, si aelemás
de creerlo inconstitucional, no
tuviese la profunda convicción ele los
inconvenientes que sus disposi~iones
van á producir. Si estoy equivocaclo,
los Legisladores y la Nación lo decidirán;
mas, entre tanto, el oeber, tal
cual yo lo conciho, me obliga á hacer
uso del derecho que me conceele
la Oonstitución. En materia de tan
tra~cendentaleí'\ consecuencias, no es
excesiva la oiscusión ni perclioo el
tiempo que se empleeen examinarla."
Observa que las leyes penales á la
sazón vigentes determinaban insertar
precisamente en la ley ó en el acto
reformatorio las oisposiciones que
hubieran de quedar subsistentes
cuanoo no tooas fueran ahrogadas; y
agrega:
'1 Acatanoo debidamente esta disposición,
sin entrar en el examen ele
los gravísimos in convenientes que
producf', el proy ecto que examino
debe contener cuanto ql.lede vigente
oe las leyes penalefl, 6 hi en declarar·
se que quedan abrogada5:, y que el
máximum ele pella señalada en el artículo
2? debe apli ca rse, sea cual fuere
el oelito (Iue 8 ~ haya cOll1etid()".
Bien sé que tal no ha sido ni ha podido
ser la voluntao de los Legislartores;
pero á tal inteligencia es forzoso
oc~ rrir para salvar la disposición
constitucional, que rlebe sertan
sagracla para los Representantes rlel
pueblo, como para el puehlo mismo.
1, Mas, aun suponiendo vencido el
obstáculo constitucional, q ueclan otros
de grave consirleración. Fija el proyecto
el máximum del presidio que
puede imponerse, en diez afios continuos
y comunes, sea cual fuere el
delito materia del juicio. Y por lo
miamo, el asesino, el incendiario, el
pirata, arrastrarán por eliez años el
grillo del presidiario, al lado del moneclero
falso, del que robó una insignificante
calltidacl! r Hay proporció.n
alguna entre los ci elito;; y las penas ~
,Qué te mor detp. noría al criminal
para no recorrer tücla la graclación oe
los crímenes? Si al que roba se le
impone la mi sma pena qlle si hubi era
asesinaoo ~amb ié l1 para quitar el testi ·
go que purl ie ra acusarlo, y aunq ue hu biera
incendiado paraasegurar el fruto
de su crimen, i qué temor, qué senti
miento pocl rá detenerle 1 N o el de
la ley, por.que la mulLiplicidarl de los
delitos no le causará un día más de
sufrimientos. i Acaso la humanirlad,
el honor? No; que el villano que
espía el sueño rlel inocente para despojarle
del fruto de su trabajo, y tal
vez de la vida, ignora lo que significan
las palabras humanidad y honor.
Las fibras más nobles elel corazón
edán pa rH li;r,a da ~ 'en el IH>oho rle
aqu ellos seres degradarlos que todo
lo posponen al ' cruel placer rle dar
sati sfacción á sus instintos de sangre
y á ~us brutales pMione~. Y mientras
que la ley mit:ma parece que incita
al delincuente á que busque en
nuevos delitos la impunidarl, i cuál
es la segurielarl que la sOclerlarl ofrece
al ciurladano inocp.nte y pacífico 1
, Oómo cumple el Poder público su
augusta y santa misión de dar protección
y í'eguridad? Las leyes que
castigan rlehirlamente al delincuente
son la salvaguardia, la garantía de la
inocencia; son las que protegen la
propiedad, la vioa, el honor de lo~
ciudarlanos.
., Huho un legislador que castigó
con la muerte todos los delitos. Fu~
nesto error, conrlenaclo por la hu manirlad
y por la razón: todos los oelitos
dehían ser at.roces, porque todos
se llivelahan ante el hacha elel verdugo.
La ley misma les daba un carácter
l'angriento. La voz unánime
del género humano ha hecho caer la
maloición (le veinti~éis siglos sobre
el nom hre elel sanguinario legi~larlor!
" Desgraciaelamente se Jluede llegar
al mi¡;:mo resultaclo por el camino
opueí'\to. La excesiva severidacl no
conoce culpa~ leves: la indulgencia
lIevaoa al extremo no admite elelitoil
execrables, y, por tanto, ni los previene
ni los casliga. En uno y otro
caso, la socieelad, m i nada por su
base, vacilél, se desquicia, y sin seguridad
y sin garantía;::, en guarela
siempre contra la;; aseehanzaR oel
crimen, converge su furrza hacia RU
propia defensfl, y olvida Ó descuiela
cuanto poclda empujarla por la senda
de la civilización y del progreso. Si
estos pri nci pios pu.! ieren pOllerse en
rlucia, bastaría citar la hi~t.oria de los
primeros siglos de la éra cristiana
para disiparla. En todos los siglos y
en todas las naciones cau~l~s idénti cas
han prod licido iclén t.icos resu ltado~."
" Mas, si a pesar de todo, la ley
eleclara inviolable la vida del asesino,
porque 'la vida es sagracla,' nehe
también, con mucho mayor razón,
hacer inviolable la ele las víctimaí'.
Pero aquí lucha impo~ente contra las
asechanzas, contra las maquinaciones
de los malvarlos. Y entonces la sociedarl
tiene el indisputable elerecho
de peoir á la ley que evite el crimen
ya que no le c!?sLiga. i Qué hombre>:,
qué nacionefl, qué Poder podrá evitarle'
,. .. __
,. Doloroso es, sin durla, presentarse
como el rlefensor de la pena de
muerte, é inmenso el sacrificio que
exige el deber severQ é inlleltihle.
Lo he cumplido con desconfianza y
con temor; pero ninguna consideración
huinana me habría hecho cal lar
cuando creía, como creo, comprometirlos
los más sagrarIos dere~ho s de la
soci erlarl."
Veamos cómo arguye . El Tiempo
sobre tan interesante materia, que
elebió el iscnti I se COII v81'dadem se1·e·
nidad, por ser asunlo de oerecho penal,
yen manera alguna canon de par-tido:
.
"Esta cuestión ha llegado, rlice. á
donde (sic) el Vicepresid ente de In República,
quien acaba de rechazar el
modo como ha sirlo resuc:,!ta; y quien,
necesitando por prev '!l1ción cnllsLitucional
un cómplice ( i !) que suscriba
las objeciones al proyecto oe
ley que le ha pasarlo el Oongreso, ha
tenido que buscarlo en el seno de éste
mismo ... Realmente, el Sr. J!\ramillo
ha subido al Ministerio agarrándose
del patíbulo."
Si hubiere lectores que al hallar
ciertas palabras, como aquello ele cómplice,
participen de la extrañeza que á
la primera lectura ha (le ocasionar ese
"botafu~go," elarta la confianza en CII'
Número 7
nocirlaR proteiltaR rlel periórlico, tenemos
que pasar por la pena de hacerles
apurar ele una vez el rlesengañQ.
Le taC'hó la palahra mal empleada
un cootendor: .. Cómpliee, le dijo
El Porvenir, según pI Diccionario,
es compafier,) en el delito. ¡ Qué
podrá d6eirse del que califica de
delincuentes al Jefe del Gobier·
no y á un Secretario de Estado,
porque hncen uso de un derecho constituciona
l para objet.ar un proyecto'"
A lo cual replicó El Tiempo: "Si
í'e not'i atribuye haher hablado de
delincuencia, nosotros no retrocede·
mOR ... Hubo oelito conforme á la filosofía,
porqu'e con ella los poderes pú.
hlicos no matan sino corrigen ... Hubo
delito cOllforme á la civilización ..•
Hubo delit,o, ell fin, conforme á la
República." Y termina: .. Sea enhorahuena;
levánteseles un monumento,
aunque sea rle cadáveres."
Este era f'1 mo(~(} como El Tiempo
trataba á un Magistrarlo tan puro
y tan correcto corno el Sr. Mallarino,
que quiso reul!ir ell torno suyo á los
hombreil hiPII reputarlos de los partidos;
ésta la "imparcialidad " y la
"moderacióll" que prometió El Tiempo
en sus auroras; éste ~u carácter
festivo. E ra a~í como cu mplía
las promesa,;; púhl icas y sl,lemnes de la
iniciación .. le su carrera. Y para ma:
yor ahundamiellttl, se obserya que
cuanclo hr.h!aba del ",lelito" rlel
Sr. Malhrintl, creía El Tiempo emplear
Ul1 len guaje digno elel asunto
y no discutir" sino á una altura
mayor que la d~1 más alto personaje."
Pasemos ahora á ver algullos renglones
ell que, COII un "imperativo
categórico," y en sólo dos frases, se
echa á pasear la Historia de la humanid~
o y la legislación penal de las
naClOnes:
" l Por d6n le se sabe cuál ha sido
la conciencia del género humano'
i Pur la historia' La historia no lo es
de la huml\ninacl, lo es ele sus 'verdugos.
~ Por los Oódig()s~ Lól humani.
da,1 110 los ha h.ccho, si no que los ha
sobrelleva,lo."
Hé aquí una manera breve ele tajar
las cu est ione>:, un muelo rápirlo d€}
cortar el Iludo gordiano, un medio
soberano de resolver los problemas
filosóficOfl. En verdad, estas frases
no hallarían hospitalirlad en una acaoemia
ele ciencias políticas; pero deslumbrahan
el eRpíritu de "un pueblo
de rudimentaria y escasísima eoucación;"
y los Recuaces, sin reflexionar,
sin discutir, caíall de rodillas, con sumisión
oriellt.al, al ver cómo resplan'.
rlecía en el aire el ~Ifanje del Pro ..
feta.
Oontinuemos oyéndole:
,. La Nueva Gran-a,,{a ha (Iesatendido
eRa falsa conciencia, y ohrando
en ~onsonancia con la suya verdadera,
ha adoptaclo el principio oe la humanidad,
que la humanidad entera habría
adoptarlo al haher siclo libre rlesde
que lo hubiera sido." En ninguna
parte explica el autor este intríngulis;
pero habla con formal serenidad
de " el fu ror demoníaco de los católicos
ele especulación, que si Jesucristo
volviese hoy al mundo, lo llevarían
al patíbulo." Y para retocar su alegat~
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
abolicionista tiene por ahí los siguientes
tintes, que no simulan placideces
oel alba:
j, Cada uno está en su t.erreno, obedeee
á sus instintos, llena su nestino.
Crear, luchar, esa es la viela del Part.
ino Liheral; ceder cuando se encuentra
débil, deshacer cuando ha recogioó
fuerzas y resistir siempre, psa es
la ,iel Conservaelor. Apenas es concebihle
el ,igor retroacti,o de este Partido,
que no tiene ímpetus ni arranques
sino cuando obra oe para "atrás."
Hahla todavía El Tiempo:
"La mayoría conservadora de la
Cámara ha respondido ... con el NO
de su sistema, fundándose en la s~ 'de
ilangre de los tartu fos, y dem(lstrá,adolo
con el júbilo triunfal de los pon!rentaj
i stas."
y añade estos rasgos: "Esta cuesti6n
ha caracterizado á la Hctual Aoministrnción
... El (Secretario) que 10 ha
reelllplazado, hacienoo pie. en el caoal
::. o para saltar al Gohlerno, ha
conquista,lo la impopularidao ele la
pellú de muerte, y ha llevado esa impopularidad
á la Administración."
Ya vemos c6mo trata al Sr. Mallarino,
y c6mo es calificada su Administración;
vemos asimismo c6mo habla
sohre el Partido Conservaelor (sobre
ese Partido que hoy elehe honrm·se
llevando una piedra al monumento).
Veamos c6mo se trataba á los periodistas
de aquella época, cualldo se
permitían nQ compartir el parecer ne
~u adversario:
"j, Qué convicción, en efeefo, 1menen
producir las lamentaciones de la
prensa conservaoora, que parece creer
que no tendría en qué empapar sus
tipos ¡;;i consintiera en que no se derramase
sangre ...... ; Jos ef'pantos de
alo-unos capitalistas, que para asegura~
caoa real suyo inmo]
Citación recomendada (normas APA)
"El Renacimiento - N. 7", -:-, 1903. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690845/), el día 2025-05-18.
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