BocoTÁ, OCTuBRE 6 DE I 900
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Ore-ano del llliAisterio de
Guerra y del Ejército
ion colaboradores de este periódico los Jefes y
Oficiales del Ejército
Dlrecto,r ad honorem
Francisco J . Vergara V.
General de IngPnieros, Miembro de varias Su_
ciedades Cient.ifica2
N"UJ.VL. l. 7 9
l.ID1a@~~~:Q) ~a0 • • LID~ TI.®®®
( 2 7 DE SEP fiEMBRE)
por el cual se honra la memoria del Sr. General D. José Santos
El 17icepresidente de la República, encargado del Poder Ejecuti'V~
CONSIDERANDO
Que el General en Jefe Sr. José Santos ha fallecido el día 26
del corriente;
Que durante su carrera pública ocupó altos puestos en la jerarquía
militar, en la magistratura, en las Cámaras legislativas, en
el ramo administrativo, y en todos ellos prestó muy i:nportantes
servicios;
Que siempre se distinguió por su patriotismo y amor á la
causa conservadora,
DECRETA
Art. !.0 El Gobierno de la República lamenta el fallecimiento
del Sr. General D. José Santos, n=:conoce los importantes servicios
prestados por él á la República, y tributa homenaje de gratitud
á su memoria.
Art. 2. 0 El Pabellón nacional permanecerá izado por nueve
días á media asta en los edificios públicos; el Ejército llevará luto por
el mismo tiempo; el Batallón I . 11 de Artillería acantonado en esta
plaza hará al finado los honores que le corresponden como General
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BOLETIN MILITAh
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en Jefe, y las Bandas de Música tocarán retretas fúnebres en los
mismos días;
Art. 3·° Copia auténtica del presente Decreto será enviada á
la familia del Sr. General Santos.
Publíquese.
Dado en Bogotá, á 27 de Septiembre de 1900.
JOSE 1\1ANUEL MARROQUIN
El Ministro de Guerra, PRÓSPERO PINZÓN
.....:::J~~C2]g~
OOTE:I:N A~ ~..:::}.) -
~A~llilm Jm~~m>Am
Los principios del mando, un arte, no se enseñan en nuestro
ejército; se euseña1·áu tal vez, más tarde, en nuestra escuela
de guerra, pozo de lágrimas de todas nuestras deficiencias,
esperanza de tod.os los espíritus bieu intencionados.
Lus alféreces qne saleu de las filas, salvo los de talento
excepcional, no pueden saber mandar, puesto que han sido form~
ulos eu uua atmósf~ra en que este arte se iguol'a. Los que
saleu del colegio militar lo saben menos aún, si es posible, y todos
creen que mandar es imponer su voluntad. 6 castigar, y obedecer
es acatarlos. Ignoran eu absoluto la parte esencial, moral,
de sus atri uucioues, lo que explica y uetermina las reglas
de @.U función. No tieueu la menor idea de la naturaleza del
mantlo, del caráctet y del papel del oficial, ó lo que saben es
como un pre ·tmtimieuto intnitiv en los que tienen el espíritu
abierto y ~~ corazón bien colocado.
¡Por qué este vacío eu la instrucción y educación del oil·
cial!
Porque para enseñar es n cesario saber, y la ciencia del
mando es rarísima. .A.uemás, nociones u e esta clase, de na turaleza
moral, no podrían ~er materia de exámenes, puesto que
el valor útil de estas nociones consi~te eu la convicc161~ del que
las posee y uo en su manera de exponerlas.
Bien se sabe que todo lo que no da lugct.r á examen, á clasifiéación
numérica, está excluído de nuestra escolástica militar,
que no compreuue siquiera la~:; reglas le del servicio militar,
pues no tendrá tiempo Sión tieue t Supongo que \"' Ítme usted
disptw to á ser bueu soldado~ . .. .
AJg·una' palabra ' de alieuto, y ya e. i ·te álgo entre ~1 capitán
y el soldado; éste tiene la idea fürtitieaute y saludable de
que 110 s le cousi(l •ra sólo como mat ría in e rte c.lcstitHHla á er
sometida á una serie de operacioue m "Cáuicas; que, al con·
trario, irá al recluta y lo
formará: el cuartel continnacióu de la familia, el batallón et.icuela
del soldado.
E!:ita ntanera de proceder con Jos recluta seria g~neral si
en vez de obedecer á ciertas tr:Hlieiones quo siempre fueron
malas, y hoy sou algo peor, ·upiéramos comprender las ideas
que deben presidir á la incorp raciou J etlucacióu, idea que no
son nuevas y que inspiraron la mayor par~~ de nueBtros gene~
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rales, que consideran como timbre de honor el haber sido llamados
p:-tdres del r-;oldado.
Y cosa que parem•rá absolutamente lógica á los que conocen
un poco el corazón humauo, estos padres del soldauo tsiempre
fueron y son aúu los leotws del ejército.
El ejército de línea, en el coucepto modt·rno, es nna escuela-
rle guerra, sin duda,-pero escuela. Eutre nosotros, con el
servicio de seis me~e:s, pasan por sus filas la tercera parte de
los ciudadauos; maíietna, cou el servicio de tres mese~, pasarán
por ellas todus tus ciudadanos para aprender el más importante
y difícil tle sus th•lwres.
Ptws hien, todos debemos suponerles con buena voluntad,
de niuguua u\anera dispue tos á r<•belarse cofltra us deberes
militares, que uosotros, los oficiales, tenemos mis1ón de enseñarles
y bacerlt>s pr:-tcticar. Esos jóvenes de veinte años son alumnos
que vienen á pouerse l>a;jo las órcleues de uu instructor para
aprender lo que todo ciudadano debe sal>er. ¡Por qué recibirlos
en són de guerra, y como si las relaciones entre el oficial y
la tropa fuera u forzosamente eueruigas '? Es un error gravísimo,
ó más bien una falta imperdonable, que compromete todo el
edificio del servicio, y el oficial que trate mal al soldado, comete
uuo de los más graves delitos militares.
Estos alumnos son taml>ién soldatlos, sometidos á la disciplina
y la ley penal: es neeesal'io y lo saben. Pero la represión
disciplmaria y penal, la amonestación ó el consejo de guerra no
se emplea u sino eu casos excepciouales, pues la regla es el buen ·
servicto: por consiguiente, no es útil ui lógico aeog~r á los re.
clutas como á futuros cn tpal>les, poner siu necesidad cara {ero·
ce á un nemico que no pitle siuo qne se le permita obedecer; es,
en fin, como jóveues argentinos, destinados á ser más tarde
buenos soldados, que debemo considerarlos y tratarlos .
• • •
E sólo por perversión completa del seoti(lo exacto de las
cosas, nacida de rancias tra.dicione y de prácticas crimiuales,
que pueden acoger e mal á lo reclutas, tratarse ásperamente
los soldados. En efecto, ¿no e muy natural, al contrario, que
el oficial les demue tre iuterés y simpatía t Tomaudo á us familias
á todos los jóvenes-aunqne sea por tre mese , ó por dos
meses, como en Suiza-el Estado asume uua grave responsabilidad;
se sustituye á la familia, prot ctora y guía moral del joven,
y se sustituye únicamente á ella para. formar soldados: todo
lo que á ello uo contribuya está prohtbido, y como Jos malos
tratawiento no producen sino malos soldados, el Estado que
los tolera comete un deJito, que puede llegar á tener la gravedad
de los que son causa directa de desastres nacionales .
• . ..
Así pues, los oficiales deben asumir con afectuoso interés
la dirección material y moral de los reclutas, y ésta no es posi-
•
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ble si no saben adquirir su confianza y asión. Si el oficial
se da cuenta Cth·o regln mento ~oh re , Pr\"'ic~io t~n rio el(; Guc~rra:
" PH reee q lW el reg-la rnen to de he contf..'IIPT' m~s bien r<>~las
gen<•ral<·~ qne presc:ripciotJ(:'~ formalt.>. qne poclría11 no cOti\·Prdr
á la~ cin:nn.· tnn(:ih,' tan val'iHthv (le la. g·twn·a, y aun p}lralizar
la ÍlliBiath•a eh~ lo,' oficiales talleE-~, y el mando .·uperior tomar{t la inic..:iativa
rrninar aqn !los ele motlo adecuaclo cou In situueión.
O <'11 otro~ tér·minm~, la. pieth'H furHlHment.al sPrú P.n
e~te asunto (h•jar> la iuiciati,·a á todos los grados de la jerarquía.
militar.
En ef, cto, la inieiati\'a de lo snhaltt>rnos tlebe f~le,·ar~ á
la ca.te~ol'1a de prirwipio fundamental. El jefe que encarga nna.
comisión á un subordinado no puede prever todos los detall~s
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de la ejecución, que de seguro variarán de una situación á otra,
y entonces lo natural es que se abstenga de proscribir di., posiciones
que no pueden tomarse siLto en pre~encia de los aconte-cimientos.
.
En la guerra se necesita el concurso de todas las voluntades
en per~ecución de un fin comúu, siendo por lo mismo de la
mayor importancia desarrollar la iniciativa en los iufe riores y
aprobarla hasta cuando es ejercida de ruauera poco feliz: no
dabe temerse, además, que vaya nunca muy lejos, pues será
siempre cont"nida por el temor rle la re ponsabilidad.
El oficial, cualquiera qne ~ea su grl:ldo, cuidará por regla
general de no dirigirse directamente al :soldado, al cual hará llegar
sus órdene~ y ob erva.ciones por conducto ll la
obligación de tomar la iuiciativa en la8 medidas conduceutes á
ahorrar fatigas á la fuerza.
EmpPro, si la situación Jo exige y el enemigo está próximo,
prP-cil'o es sacrificar 8iu vacilación la comodidad {, , la necesirlad
de mantener la tropa lista. para el combate. EntoncPfl,
para dil"minuír la profundirlarl d~ lt\s columnas y acelerar la llegada
df> las tropas al campo de batalla, se a .nmentará f>l frente
á 6 ú 8 hümbres, y ann se formará columna. de mayor frente si
el terreno lo permitie. e. Talf>s movimientos fatigan muclw al
soldado, a 1 que fa Ita e11tonces el aire, y como impic.len los desplazamiento~
laterales, todo mal paso se convierte en encontrón.
EMas tleS\"' entajas aumentan si la tropa marcha en parte
fuera uel camino, por lo cual conviene evitar tales operaciones,
pero recordando que si la situación las impone, se las aceptará
sin vacilar.
Oa.ballería-La caballería marcha. por 4 en las carreteras,
por 2 en los caminos más estrechos, y en desfilada en los que
así lo imponga el terreno.
Arti/le,·ín. y parque-Las piezas atalajadas ó á lomo de mula
mar(.¡l.n1n en una fila, bi e n qne á proximidad del enemigo con
·iene hacefla~ mover por rlos ele fr~nte.
LaR ~ee<•iones de municiones qne no deuen entrar al campo
de batalla marchau siempre en una fila.
' z. 8
- Manejo dt la tropa ~n marcha
Toda grande unirlatl, ~s rlecir, que cnPnte algunos miles de
hombres y número proporcionado (lt> bag-HjP~ , oenpa sobre nn
camino nnwhos miles rle metr·os; y si la fnPrza (}~aquélla eH
mny consill la infantería pn<>de IJeuarsP. tlicha eondición, pP-ro du rante
t•l movimiPr~to tal lougit.lHl se amuE:'uta, .V t~n esto cou iste
el rrlnrgmniento ó prolongación <1 las cohtrnnaR.
En eft>eto, Pll PI momento dP romperse la mareha catla uom hre
t-~JH'J'a. instintiva111ent~, para poner e ~n mo,:iutieuto {1 que
el qu P~tá delant~ le dt>j( e;.~er algúu ol•.i~>to
J Ko indine á rPcogt'rlo, etc., para que SP JH·odnzca. uua l alargamiento
sino limit.ar los inconvenientes que puede presentar en las tropas
rminan las
circunstancias y la clase de operaciones que se trae entre manos
ejecutar.
La caballería, como aires de camino, tan sólo emplea el paso
y el trote: el galope sirve únicamente para maniobrar y combatir.
El paso del caballo depeude de su talla, y por lo tanto
no es posible uniformar el movimi nto en las c.live.rsas subH 9'5 n ; la den· "r·
va, eu 8'2"; y qne todas tre8 franquean el kilúm..-tro, al tl'otf>,
en 4'1V'; al galope, en 2'56"; y al galopP de carga, en !¿'16".
Como la carga que el jinete equipHdo impone al ca hallo es
causa d~ fatiga para el auirnal, hay interé~ en ar los
dif~rent R aires en loN suelos favorahlt>s, pnt>s el trotf>, por
regla general, se reserva para lo· terreuo · plauos. Por ic.lén tico
motivo, si el enemigo está l~jano, las di~tancias eutre los pelo-.
toues, y cou mayor razóu ent.re los esemulrones, se anruent»n
aún para que ningún elemento de la. columna tenga que sufri~ .
con el polvo levantado por el que l~ precede.
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Cuando se hacen alternar el paso y el trote, la velocidad
de marcha, aunque varía con la naturaleza del terreno, se estima
que de ordinario alcanza á 8 kilómetros por hora, en las
columnas de algún efectivo, si el suelo no es muy quehrauo. El
trayecto de 8 kilómetros por hora presupone que la columna
marci.Ja más bien con lentitud; pero lo que res pc~ cta {t la alteruabilidad
de los aires queda á la iuiciativa de los oficiales, {~
quienes sólo se impone la obligación de euidar que su tropa se
encuentre siempre en estado de l!brar combate, de abordar vigorosamente
al enemigo y de perseguirle en seguida, cualquiera
que haya ~ido la duración ó velocidad ele] movimiento auterior.
Por esto, cuando tal condición no puede llenarse, H adic. trada. y con regulares
bPstia~ pnede reeorrer de cincuenta á se!'letlta kilómetro:; eu las
veiutieuatro horas si ol ea mino es bneno y el uelo no mny quebrado
. .b}n totlo caso, hneuo c.· tener preseute que las largas
marchas no vneden so8teut\r~-;e sino clnrante nn eorto período de
campaña, so pena unco de pareceres si una línea de
comunicaciones debe existir ó nó. *
X. Ejemplos de ejércitos que se han privado de sus comunicaciones
durante un tiempo considerable-Pero en el caso de la marcha
de Sir D. Stewart, de que se ha hablado antes, y de la marcha de
Sir F. Roberts de Kabul á Kandahar, algunos meses más tarde, la
duda no podía existir. Las columnas abandonaron del todo sus líneas
de comunicación, y quedaron perfectamente aisladas. Durante
cierto tiernpo desaparecieron en medio del país enemigo, y para el
extranjeru su situación y sus progresos estuvieron perdidos ú ocultos
hasta el momento en que aparecieron de nuevo cerca de su objetivo.
Tales hechos son muy raros en la guerra regular. El único
ejemplo de una operación semejante, en e tos últimos años, ha sido
la famosa marcha del General Sherman hacia el mar, al través de
la Georgía. *Sin embargo, en tanto que un ejército está completamente
equipado, listo para la empresa, y en capacidad de luchar
con eficacia contra toda resistencia susceptible de oponérsele, la
operación no es obligadamente peligrosa, ni aun difícil; y cuando
la columna marcha sobre un punto determinado, en donde espera
restablecer sus comunicaciones, la operación puede ser muy senci-
• Luego no se ab·1ndon6 la líne a de com1tnicaciones-L. D.
• Jamás se ha discutid •> el punto por los peritos en !a m :1teria ; la línea de comunicaciones
no puede abandonan¡e so pena de ca tástrofe-L. D.
• Error: Sherman no abandonó su línea de comunicaciones¡ cambió de base
de operaciones y nada más.-L. D.
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lla. * Así considerada, la marcha de la columna de auxilios de Kabul
á Kandahar difirió mucho á la marcha de la Ghuzní Field
Force; pues el objetivo de Sir F. Roberts era una fortaleza .itiada
y no simplemente el reunirse á un ejército amigo.
La última guerra de Afghanistán suministra un ejemplo tal
vez mucho más resaltante del abandono de las comunicaciones.
Este fue cuando Sir F. Robcrts marchó por primera vez del valle
Kurran sobre Kabul. Como no pudtese di5poner de tropas suficientes
para guardar sus comunicaciones, organizó su ejército en
columna vola1ite, y avanzó así contra una gran ciudad de Oriente,
considerada como un centro de oposición, defendida por tropas
considerables, bien armadas, y rodeada de tri bus guerreras cuyo
encarnizamiento hacía temer que tratasen de vengarse de los invasores
de su país. En este caso se hacía necesario un golpe decisivo,
y era esencial dar lo pronto. Las circunstancias obligaron á la columna
á privarse de sus cumunicaciones. La toma de Kabul fue
una hazaña señalada, un hecho de armas memorable; pero la operación
era algo aventurada; y ella es más bien ejemplo de los resultados
sorprendentes que se obtienen cuando se dan pruebas de
vigor y de resolución, que no modelo que haya de tenerse en cuenta
en lo futuro, salvo el caso de que no se pueda proceder de otro
modo.
XI. Peligros del abandono de la línea de camunicaciones- Un
ejército sin comunicaciones, en un pa1s enemigo, se encuentra en
una situación muy delicada en caso de conflicto, sobre todo cuando
la población no espera sino una oportunidad para levantarse en
masa y aplastar al invasor. La col umna de Hicks Bajá parece
que efectivamente fue destruída en el campo de batalla de Shelc.
án, * pero aislada como e5taba en el desierto, sin línea segura de
retirada, es muy improbable que ese infortunado ejército hubiera
podido volver al Nilo, aun en el supuesto de que el resultado del
comb-ate fuera menos desastroso. La función, no la me.nos importante,
de una línea de comunicaciones, es servir de línea de retirada
en caso de necesidad. Los puestos escalonados á lo largo de
esta línea, fortificados como lo están habitualmente, ofrecen un
refugio al ejército que se bate en retirada. Una columna .:¡ue no
dispone de esa línea, puede verse obligada á abrirse paso, con 1 s
armas en la mano, por en medio de fuerzas superiore , que aumentan
sin cesar, hasta llegar á su punto de partida: no tiene á su inmediata
disposición un refugio momentáneo, donde pueda re · pirar
y reponerse de la derrota, y corre el riesgo de ser completamente
destruída. La desastro'ia retirada de Kabul en 1842 es de ello un
ejemplo particular.
• Es claro, porque no h11y abandono de la lí nea de comunicaciones-L. D.
• Véanse Las E:rp1diciones ingl•sas en Africa, págs. 342 y 343.
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XII. lnconveniéntes que pueden resultar de la imposibilidad qu1
tiene la columna de comunicarse con los cu erpos que la ayudan-Otro
punto conviene indicar al tratarse de la cuestión de que un ejército
abandone sus comunicacio11es: es lo difícil que se hace la cooperación
de dicho ejército con otras columnas de operaciones pvrque
sus movimientos no son conocidos, ni puede estar impuesto
de los acontecimientos y cambios en la situació•n militar, pues
ignora complP.tamente los progresos de la guerra. Todas las condiciones
estratégicas de la campaña pueden cambiar .sin que su jefe
tenga conocimiento de ello, y sin que le sea fácil comunicarse con
las otras columnas, con las cuales tendría que combinar sus movimientos
en caso de modificación del plan de operaciones. Este incon-veniente
se pone en evidencia notoria en los acontecimientos de la
última parte de lo que puede llamarse el período de los combates
de la expedtción del Nilo, á principios de 1885.
Las columnas que vartieron de Kortí, respectivamente sobre
Metemma y hacia Abu Hamed, eran columnas volantes. Las comunicaciones
entre dlas y Kortí exigían algunos días. Cuando se
supo la caída de Khartum, la situación militar cambió del todo, y
el objetivo de la expedición, es decir, la salvación de esta fortaleza,
cesó de existir. Resueltu el Gobierno inglés á acabar con el Madhi
en Khartum, Lord Wolseley decidió que era preciso una campaña
en el otoño. El ignoraba que la columna de Metemma había
sido obligada, durante este tiempo, á batirse en retirada con sus
transportes desorganizados, y á abandonar en el Nilo los vapores
que habían bajado de Khartum. Por eso dispuso que esta columna
marchase sobre Berber y que allí se reuniese á la columna
del río. Cuando después supo este movimiento de retirada, ignorando
el grado de desorganización de los transportes, resolvió que
la columna del desierto volvierél cerca de Kortí para que siguiera á
la columna del río á lo largo del Nilo, y dio sus órdenes para esto.
Sólo fue días después cuando supo que la columna del desierto
estaba en incapacid..td total de moverse. Ignoraba también que la
columna del río hab1a tropezaJo con dificultades imprevistas y que
su convoy de vituallas era quizás insuficiente. Al recibir esta última
noticia se decidió á llamar á las dos columnas á Kortí. Así
pues, dos veces consecutivas, se dieron órdenes de detall fundadas
en una apreciación errón ea de la si cuación. Esa apreciación resultó
de que las dos columnas eran columnas volantes, que no tenían
comunicaciones directas é inmediatas con el Comandante en Jefe.
XUI. Conclusiones relativas al abandono de las comunicaciones-
Es evidente que se encuentran objeciones para que un ejército
que marcha en columna volante, abandone sus comunicaciones.
En ciertas circunstancia::. este procedimiento está perfectamente
justitic~do. En las pequeñas guerras se pre entarán condiciones
<¡ue imponen tal manera de proceder. Así se impide el agotamien-
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427
to de la columna, que con la vigilancia de la línea de comunicaciones
no se puede evitar. Pero no es una maniobra estratégica
que deba em?renderse á la ligera, salvo, sin embargo, como un
expediente momentáneo ó en una peqlleña operación de guerra;
y es esencial que una columna que se priva así de sus comunicaciones
sobre el teatro de la guerra, posea una organización que le
permita hacer frente á las necesidades especiales del caso lo que se
funda en el perfecto conocimiento de las condiciones de la campaña-
Continúa.
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TIPOS DE VOCES DE MANDO
(COntinúa)
'Tiro regulado por medio de diJparos fusmJttJ
Capitán, á la izquierda,"") Jefe de l a 3.• Sec- Jefe de la 2.• Sec- Jefe de la 1.•
manda: 1 ción cióu Sección
Tirofu.sante, á 2,200 me-tros,
1·ompan fuego. Repite las voces de
Corran el ojilln 8 m.m. á 1 mando, menos la
la izquierda, destupen (el de rompan fuego,
cohete). . ejecuta la conec-Áumenten
la duración (del 1 ci6n de durac:ión
cohete) ;3 décimos. ohre la regleta
6 a pieza Fu.ego. y nH nda:
Vitnrio el C.1pitán que el 1 G.• pieza. Devlapen
di paro de lll 6.• pieza 1 á 9 segundos 8.
estalló alto y no pudo 1 Carguen.
observarse la ditecci6n,
manda: Manda: 5.• pieztJ.
5. • pieztz. F•tego. ~ De.vt"pen á 9 se-
Vléndo!.e que el proyectil 1 gtturlos 8. Car-c
talló á bul'na alturu, guen.
pero que la di recci6uitO
pudo observarse, man- 1 Repite: Aumenten
da: l la durac1ón 4 dé-
.Aumtt~z!e'~ 4 décimos la du- l cimos, y ejecuta
racto•t. 1 la corrección o-
4. • pieza. Fut'go. 1 bre J a re61eta .
El ,li paro re ulta largo,
manlhl:
Id. !d.
Manda: 4.• pieza.
D1•stapen á 1 Osegtmdos
2. Carg¡.
en. Anuncia:
1weva escala.
Id.
Id.
Id.
íd.
A 2,000 metros, de.ytapen. Repite: 2,000 m:mrl¡~: 3 'pieza. Repite: 2000 j Repite : 2,f 00 y
JJe,t ape11 á 9 se-gzmdt•
l. C:trguw.
E 1 Capitán procede á regular el fuego, y asf qu~ obtiene la tenaza de 100 metros,
t:ntre lo.; 2,000 y los 2, lOO metro~, h~;~cc la separactóu de la b:~telfa.
1 Id. íd. disminuye la
1¡ duración 3 décimos
sobre la re-
1 gleta } manda:
El Capitán m~nd.t : L Repite: 2,050 y A mi ordm. Corran
A 2,500 (metros). 1.• y 2.• r m~tnda: el ojillo tantos m.
Seccione,, tiro jusa11lt 1 6.• pieza. Destape11 m. á la izquierda.
normtJl. 1 á 9 segundos 4. D est11pen á 9 st-
)
Cargue/l. gumios l. Car-
8ue,_
Id. íd.
Id. íd. (pero
haciendo correr
el ojillo á
la derecha).
Id. íd.
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BOLETIN MILITAR
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SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN
(Continuación)
A partir del I.0 de Febrero, cuando la instrucción á pie de
los reclutas está bastante avanzada, se empieza á hacerles tomar
parte en los ejercicios de la misma naturaleza ejecutados por los
soldados antiguos. No implica esto, sin embargo, su admisión en
las filas de la batería; no tiene más objeto que el de instruír á todos
los hombres á la vez.
Es también á partir de la misma época cuando se ejercita á
los reclutas á montar guardia ; se les enseñan los deberes del centinela
y se les inicia, en el mismo patio del cuartel, en todos los
detalles del servicio de plaza. No están, sin embargo, obligados á
saberlo sino de~pués de terminado su período de instrucción, que
dura de dos meses y medio á tres meses, como lo hemos dicho, y
cuanrio pasan á las filas de la batería.
Se aprovecha la diversidad de enseñanzas que los nuevos
soldados deben recibir simultáneamente, para variar los ejercicios
cuanto sea posible y evitar la monotonía de ocupaciones que fatiguen
su atención. Hacia el fin de e3te período se les enseña
también f. cuidar los caballos y se les hace conocer las reglas del
servicio de c~adra; se les ejercita á enganchar y á cargar los carruajes
con los diferentes utensilios de la artillería.
En las baterías á caballo los ejercicios á pie y los trabajos de
gimnasia con aparatos y sin ellos se ejecutan como en la artillería
montada y según los mismos principios; pero el estudio del volteo
es más completo y profundo.
o se pasa á la instrucción del 3ervicio de piezas y de puntería
sino al cabo de seis semanas, en lugar de cuatro, porque ocupados
también los hombres en los ejercicios de equitación, les es preciso
más tiempo para adquirir el suficiente conocimiento de los primeros
elementos.
Dos semanas después de su entrada en el servicio comienzan
la equitación, cuyo curso se dirige absolutamente conforme á los
mismos principios que en la caballería. Durante las seis primeras
semanas se monta sin silla, luégo con silla y bridón, y el 1.o
de Enero, s~gún sea posible, se pasa al trabajo con brida, y después
con armas.
Con re pecto á la equitación, los reclutas de una batería á
~aballo constituyen una clase especial. No empiezan esta in&trucción
sino después de haber sido adiestrados en los ejercicios á pie,
"1 entonces la tienen seis veces por semana. Interésanse sobre todo
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80LETIN MILITAR
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en sacar die~tros jinetes, firmes en la silla y bien enterados del
uso de las rie:1das. Cuando estáo suficientemente adelantados se
pasa á la equitactón con armas y ejercicio del sable; se Jes enseña
á saltar con ligereza á tierra y á volver á montar lo mismo por la
derecha que por la izquierd.1, á entregar rápidamente sus riendas
al inmediato, ó á tomarlas, etc. Es pr("ciso que á principios de
Abril se ~ 1cuentren en e5tado de tomar parte en las maniobras
del conjunto de la batería.
Todo lo que concierne al servicio de cuadra, la asistencia de
los caballos, la manera de ensillarlos, de enganchar y cargar los
carruajes, etc., es objeto de ejercicios que empiezan en las baterías
á caballo seguidamente después de la incorporación de los hombres.
A partir del 1.0 de Enero, continuando los mismos ejercicios, se
principian lo5 movimientos de avantrén, siguiendo la misma proporción
que en la artillería mont~da. Después, hacia el fin del período
de instrucción, s~ pasa á los ejercicios de fuerza, servicio de
guardia, esgrima á pie y á caballo y carga de cajas. Respecto á esgrima,
Sf': limita, por lo demás, á enseñar á los hombres á dar diestramente
golpes con el sable sobre un objeto real. Primero lo hacen
á pie, así que ha adquirido cierto hábito en el manejo de sus
armas; después á caballo, como término de su curso de equitación.
Al finalizar su período de instrucción se ejercita á los reclutas
de las baterías á caballo á acompañar las piezas en?;anchadas,
y se hace pasar á los hombres sucesivamente por to~os los pl1estos.
Si ha faltado el tiempo para ejecutar este ejercicio en el fin del
período de instrucción de los reclutas, por él se empieza el período
siguiente.
De conc:ierto con estas maniobras se hace m' rchar, tanto en
las baterías montadas como en las de á caballo, la instrucción teórica,
cuidando de reglarla á los ejercicios prácticos correspondientes,
que debe n ·iempre enseñarse un poco antes. En lo que se refiere á los
conocimientos militares de orden general, no se difiere de los que
se dan en la infantería y caballería, pero se les agrega como es pe
cialidades relativas á la artillería, algunas nociones sobre la organización
de lo afustes y de las piezas, la nomet.clatura de todas sus
partes, los proyectiles, y en general todo lo que tiene relación con
el uso, entretenimiento y reparación del material. Más tarde se
completan estas inciicacione con algunas generalidades sobre el
servicio de artillería, los diferentes tipos de carruajes, etc., á lo
cual se agrega también, en las baterías á caballo, cierto número
de lecciones sobre la limp1eza y entretenimiento del sable y pistola.
En todas estas instruccione. se evita cuidafirién(lose al jt>fe de éstas.
Sabido es que en la mañana del 18 de Ago~to de 1878·el
2.0 ~jército H lPmñ u, fuerte ele sois cuerpos ( tle t>jérci to) y de dos
(livisiotH's de caballería, t>staha reunido en vivac, con frente al
Norte-, ocu¡nuu1o 12 kilómPtro tle CPrca ele RPzonville (dt>recha)
á ct>rca d • Ht1tnp-'iiar~e, 'lespnés ll~l rne(lio
s ele infantería, desde la compañía ha:-;ta 1: di\' isióu, e~tén
ejf'reitadas en volnciouar t n ma a, no eomo antt-~~ con las
minuchts 'le u u reglamento anticna.(lo, siuo mecliaute proceH del éxito en las batalla~ eh 1
pnrvenir t·eside en las ínti 111as eom hiuacrottf'S dt~l tiro <1<~ <·año·
nes y fu.'ilt•s, para adquirir, en lo~ momento: que pl'eeetlt>lt
á los gratHh•s at:HJnes, una surwriorida\tratégico,
la. tllt•cdón d l• puntos de atHr¡ue e desprend(.), fe
ha po(li•lo tija1' h.~ nn modo caH· c1 t·to la. exteu ión del frc11te
ocnpado por t•l 11etuig-o.
La eoudieióu Oi:'t:~ueial para qne un ataqne teugn éxito, es
qne ea ceutro de e~fut-t'ZOB Bimultátwos y convergeutes.
EL ataq uP de UlH:t ala realiza tal desideratum cuando el
enemigo, por falta de precauciones, no ha preparado un 13sca-
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Ión desbordante y de fuerza suficiente á retaguardia del ala
amenazada . . Mas la eon ,·ergeucia de los esfuerzos del asaltan te
puede eonsegmr ' e sobre uua zona central l del defen~or puede pone.r en juego en la
misma zona, por causa. de las formas del terreuo.
Eu tesis g·eueral, la locJJa principiará en todo el frente por
comba,tes tle artillería que no dejarán en medio campo sino
para débiles vanguardiad usiva reforzada con trabajos de
campaña y su división de la derecha (la 28.11) debía, en particular,
resistir á toda costa para que las divisiones 29, 26 y 27
pudieran maniobrar tratando de envolver la línea enemiga.
E m pero, así que las di visioues 26 y 27, es decir, el XIJI cuerpo,
llegaron á la vista del enemigo, el emperador, trastrocando los
papeles, les asiguó la misión de contener el ala derecha del
XV cuerpo, y á las divisiones 28 y 29 envió la orden de atacar
con todas SIJ.S fnerzas la aldea de Hochdorf, que bacía parte
de las líneas del euemigo, entre su centro y su izquierda.
La dicha localidad e8tá constrnída en la cumbre de una
extensa colina cubierta de bosque al S. y al O., descubierta en
el resto y con las peuclientes inferiores de estos últimos lad~>s
muriendo en forma de salieute sobre la llauura. Una depresión
en forma de foso rodea la base de tal coliua en una longitud
de 3 á 4,000 metros y ofl'ecía á la infantería del XIV cuerpo una
excelente plaza de armas para disponer el ataque.
El XV cuerpo no podía ilmeute varias cañadas qne
les permitieron caminar á cubierto hasta. el foso que por el E.
y el NE. rodea la colina ue Hochdorf.
Y fue de ese fo o que partieron suceRh·amente tre~ líneas
de ataque, escalona,las á poca, c~utetmH d~ metro' unaH de
otras, la primera compuesta de eujam hrp" de tir;ulor('s, la 8e·
gunda de batallones de plegado t-u líut>a. y la tel'ct>ra clP columnas
de compañía. Una re. ervc en masa t~ompacta Ht>:¡uía la
extrema derecha. "Contra semejan te pro.recti 1, el ad \'orsario
nada poclía hacer."
Un antiguo militar prn iauo flt> ·crihió e e ataqne eu lm~ términos
t:~iguientes: " ... pa o de carga, handt~ra cle~ple'-!ada Y
t~mbor batiente, J.-gione~ qno pareeiall ~mlir del ceutro dt3 la
tierra, emergían del fondo del valle para e.·calar la altura en
masa profundas; salíau de toda pal'te8 . . Ante e~a marca,
a cenueute, el enemigo rt>tiró aprt>snrndo sn batullont>~ basta
la .cresta y preparó á retaguardia de ella po1:3iciones de repliegue."
AgTeguemoR que dnraute e e g-rande at:.,qnc Pjt-cutado eou
ver~, tle posieión e u
posición, ~jecutall(lo á la carrera lm:~ altos iutermedio8, que
erau de corta amplitud.
Dira.se qne tal ma.niohra ~ra nua reeclicióu del at.aqne oe
Saint-Privat por la gnanlia alemana; pero no:::;otros responderemos
: sí y nó.
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/
Sí, si la artillería encarga•la fe11sa y limitaudo fiU
acción á ro111 per las teja8 de la al< lea escogicla como objt>ti YO.
:Nó, si la prt .. paraeión coufi.atla á la :urillería se ejecutó
debidamente y Jos enjambres de tiradol'es que á haf>lla distaneia
precedíHu el at:H}lH:~ propiamellte dicllo, ~npi ~rou llenar
á balazo su misión de reconociLUit=mto y prote(~ción.
Mas SPa de ello lo que fuere, los grande:>s resultado~ tácticos
se oht.it.•rtt>u pouiet.do en oura simnltánea.m .ute gr~nde¡.¡ medios
de dt--Htrucción, aplicatlo8 contra nu solo punto cuya pérdida
Pntrañt> para el eu migo la pérdida de toda Ja, po~ieión.
La hábil reuHJÓn dt-' la~ tropas IIHnJ:tjc<.mtar un grande
ataque, el tli~positivo <]U<~ con,·it~rw _darlt .. ', •1 artg, t·n ñu, de
hacerlas obrar cou ,-¡g·or y n1 pitlPz, talt-s St'l'áll en lo sncesi vo
las condiciones <'Sellcialt·s para gana•· batalla:-..
De lo antt·dicho ~~ p~n11ititlo t•onelttít· que Pn lo fntnro, si
los preliminat·e~ de la batalla pr tli<·ho, qtwrlnrfí rt:'ño~ ehoques
aislado:-;, :sin otra relaciótJ eutre ·í que l~t l't>l:mltante de
nna cotuúu teurlo en la imposibilidad de dislJOIIPl'
de su recurRos eu apoyo de lo puutos especialmente
alllella~atlos.
Eu el primer ca o las unidades inferiores de infantería se
verán como ahogada · en u u v:u·~to si~t -'ma y no podrán poner
f'll ollra si11o sus cualidades morales y maniobrera , en tanto
qub en el segundo los jefes de cuerpo y los capitanes erá.n Jos
Yetuaderos direc:ores de la lucha.
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BOlETIN MILITAR
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Los ataques en masa sobre los puntos decisivos y los ataques
parciales sobre los demás lugares del campo de batalla,
constituyen, pues, dos modos ue acción muy diversos y que no
conviene confundir; bien que para el soltlado no hay sino una
sola manera racional de combatir: luchar lo mejor que pueda
contra el adver8ario que tiene al frente y más cercano.
El ataque decisivo no tiene por o~jeto exclu ivo abrir brecha
en la posición que se quiere conquistar; su misión es más
devada y con 'iste en, apenas coronarla la brecha, ensancharla
desplegando eu abanico las tropas del choque, conservadas
basta entonced en formación concentrada, á fin de hacer irrepara~
le al enemigo el revés que sufriera en el punto de ataque.
La~ unidades en masa que siguen á las líueas sucesivas de
un ataque decisivo, e tán por lo tanto de~tinadas á rebasarlas
apenas se conquista un punto de la posición enemiga y á verificar,
en formaCión ro .
• • • El e~tnclio verdaderamente práctico de lo. mil detalles de la.
educación del solda(lo no presentará, pues, atnwtivo p~ra eipr·to
número de jóvenes ofieiale que gn~tan JH'efl•rentement • fle los
trabajos intel~ctu á Labateca y Borotá la una,
h tcia la Loma y Capacho otra, sobre el Capote y las Cañas la
más fuerte, y rumbo Jc: Bramón la última. Bien combinado el movimiento
y mejor cubierto á los ojos del enemigo, produjo la ocupación
de la erranía que separa el Táchira del 'rorbes, por lo
cual el ejército venez !ano, que intentaba defender á San Cristóbal,
ante la perspectivaJe ser envuelto y copado de su principal línea de
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operaciones, el camino de La Grita, retrocedió rápidamente á
ocupar formidables posiciones en el Zumbador.
Parecía que la conquista de aquellas agrias serranías iba á
demandar grandes esfuerzos y sacrificios, cuando el movimiento
de dos divisiones colombianas sobre La Florida y valle de San Antonio
hizo retroceder de nuevo á los venezolanos, que aún no habían
recibido los ansiados refuerzos, por lo cual pasaron á establecerse
en las crestas del páramo del Portachuelo, donde verificaron
su reunión con las tropas esperadas, por lo que entonces pudieron
cubrir la línea del Palmar á los Alineaderos, por Latalita.
A nadie se ocultó que estaba próxima una batalla decisiva y
adt!más larga y sangrienta, dadas las posiciones de los venezohnos
y la fuerza enfrentada de ambos contendores. Las tropas colombianas
establecieron su cuartel general en La Grita, pero la falta
de un ejército de reserva obligaba á cubrir con el de línea las comunicaciones
en unas cuantas leguas de territorio hostil, por lo
cual apenas 1 s,ooo hombres que daban disponibles para el supremo
esfuerzo.
El Generalísimo colombiano, en vista de los informes recogidos,
dispuso que una columna se adelantara hacia el páramo del
Batallón, por el valle de Aguascalientes, para buscar el extremo de
la izquierda enemiga y, si era posible, la flanqueara por ese lado ó
á lo menos le distrajera fuerzas y le llamara seriamente la atención
por esa parte. El grueso del ejército se distribuyó en dos masas
que se hicieron adelantar, la una á Sabanagrande y la otra hasta las
lomas de Pozo-Azul. Las avanzadas venezolanas que cubrían todos
esos valles, retrocedían poco á poco, y mantenían las fuerzas invasoras
de vanguardia empeiiadas en continuo tiroteo. Las alturas
de La Quinta, fuertemente atrincheradas, eran la plaza de refugio
de los colombianos para caso de un revés.
El plan de los colombianos era correcto pero exigía grande
precisión en lo movimientos : la columna de Sabanagrande debía
avanzar hasta Llanolargo, atacar de frente el Portachuelo del
Palmar y extender su derecha á enlazarse con la coiumoa de PozoAzul,
la más fuerte, que debía ocupar á Porqueras, para atacar el
Portachuelo de i\1armolejo, secundada por la columna de Aguascalientes.
Las dos columnas principales apenas distaban 9 kilómetros,
y su objetivo real era coronar Jas alturas culminantes entre los
dos Portachuelos y tentar una irrupción sobre lo que parecía centro
enemigo, para arrojar éste sobre Bailadores.
El ejército venezolano había ocupado sólida y hábilmente la
línea de cumbres que trataba de defender, pero su frente de combate
resultaba exagerado para los 13,000 hombres que lo guarnecían,
y seguramente no creyó posible la toma de las cimas
culminantes por los colombianos, puesto que en ellas apenas colocó
algunos destacamentos. Para ligar sus masas aprovechó la depre~
ión transversal que corre de Pueblohondo á Cebada y mejoró
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el camino de Latalita. En la cima de Batallón construyó un reducto.
El Cuartel general quedó establecido en Marmolejo.
U na legua debían recorrer las dos principales columnas colombianas
para abordar al enemigo, pero como la de Aguascalientes
tenía que recorrer un trayecto tres veces mayor, se la puso
en movimiento la víspera, con orden de acercarse al pie del páramo,
pasar allí la noche y emprender operaciones formales el viernes
á primera hora.
El tiempo, que no presentara extrema reciura los días anteriores,
se dañó de repente el jueves, de manera que las tropas principiaron
sus movimientos formales azotadas por un violento temporal.
La columna de la izquierda atravesó con trabajo los pantanos
de V enegara, y á las 9 de la mañana dio sobre Llanolargo,
donde la recibió con nutrido fuego una avanzada venezolana bien
apostada: principiaba el combate. La columna, de acuerdo con las
órdenes recibidas, comprometió de frente la división de vanguardia,
mandó oblicuar á la izquierda la 2.a, prolongó el frente á la
derecha con la 3·\ y envió la 4.•, apoyada por la caballería, á
dominar el espolón de La Grita, á fin de dar la mano á la fuerza
principal. Con la 4.• división marchó la batería de montaña, que no
sin dificultad franqueó los 3 kilómetros que median hasta la Meseta,
donde se estableció para romper sus fuegos, á 2,400 metros,
sobre el Palmar, y secundar así el avance de las tropas de infantería.
Cerca de s,ooo hombres ocupaban en esa zona izquier del campo
de batalla un frente de ca i una legua, de la cual apenas un kilómetro
lo era de combate real.
La columna principal, apenas principió á franquear la cañada
de Pozo-Azul, dio con fuerzas venezolanas que defendían el camino,
y aunque las arrolló con su masa, esto no pudo hacerlo tan
pronto como se esperaba, de suerte que eran las 1 o a m. cuando
su cabeza llegó á la explanada de Porqueras, á 2 kilómetros de la
principal posición de los venezolanos. En la explanada se establecieron
tres baterías lo mejor que se pudo, porque el terreno no
era favorable, y 6 divisiones de infantería se desplegaron por
los vallejuelos para emprender el ataque, el cual á me,lio día se
daba la mano con el de Llanolargo, no obstante las dificultades
del fragoso suelo que separaba los dos campos. En reserva quedaban
5 division'!s.
Ya el caí1ón tronaba lúgubre en esas altas regiones, el combate
se. desarrollaba c0n forzada lentitud, y sólo se esperaba la llegada
de la columna de la derecha al punto de su cita para comprometerlo
á fondo; pero el tiempo corría sin que ella apareciera, y
las tropas colombianas luchaban á un tiempo contra la naturaleza
y contra un enemigo resuelto á defender su posición. Por fin á las
2 p. m. se oyó fuego hacia 1(]¡ cumbre de Batallón, pero á distancia
que parecía enorme. ¿~é había sucedido á las do~ divisiones por
4lllí empeñadas? La marcha hasta el pie del páramo no tuvo mayor
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bOLETIN MILITAR
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tropiezo, pero el viernes al amanecer, cuando la columna se puso en
movimiento para escalar las alturas, el Jefe se dio cuenta de que allí
no existía camino, y que el sendero considerado como tál no daba
paso á la artillería. Desprovista la columna. de herramientas, envió
por ellas á La Grita, pero allí se le dijo que tampoco Jas había, y
que las pocas del parque las conducía la columna principal. A
fuerza de buscar, unas pocas se consiguieron en el poblado, y con
ellas se principió la tarea de componer la senda á las 8 a. m.
Con extrema lentitud se ascendió el páramo, izando la artillería
con maromas en más de un punto, y á las I 2, cuando el Jefe
esperaba haber vencido las mayores dificultades, se encontró con
que había desembocado á un lugar de la cumbre separado por infranqueable
barranco del Alto que ocupaba el enemigo, en el camino
de Latalita. Falto de cartas de la región, sin buenos guías y no
queriendo descubrirse á dt.!:>tiempo al enemigo, no permitió el
jefe que el cañón hablara hasta no hallar modo de acercarse á las
posiciones venezolanas. Por fin á las 2 p. m., después de inauditos
esfuerzos, encontró modo de abrir e paso, ordenó un movimiento
envolvente á una Je las Jivi iones, y mandó romper el fuego de
cañón, mas el terreno era desfavorable, el re:-ulrado no fue grande,
y los venezolanos, advertidos del peligro, concentraron á tiempo
lo destacamentos que ten tan en esa parte, y se aprestaron á defender
con brw el Alt') del páramo.
Confiado d Generalísimo, al oír aquel fuego, en que la operación
de la columna de la derecha no habta encontrado ob táculos
i nvenci bi es, mandó avanzar la· re!)er\'a · y principiar el ataque decisivo,
lo que al efecto se hizo, de manera que á la. 4 p. m. Ja batalla
e raba empeñada de modo formidable. Por desgracia el conocimiento
del terreno era incompleto, y más de una vez los batallones
comprometidos en una dirección tenían que retroceder á buscar
un pa'o que el suelo le~ negaba en la primera, y la lucha se prolongaba
sin esperanza' de próximo éxito.
A las 5 n. m. el fuego principió á di, minuír de intensidad en
la izquierda: era 4ue las municiones escaseaban, porque los tiroteos
de los días anteriores habían disminuído el parque de la columna
y las bestias de transporte no eran suficientes. Además,
una sola batería no había podido desbaratar las trincheras blindadas
con tierrct que defendían el Portachuelo ~el Palmar.
Preciso fue dejar que la lucha ~e prolongara convertida en
tiroteos intertanto llegaba la noche para, á su amparo, mover parte
del parque de reserva que estaba en La Grita y reforzar la artillería
de la izquierda.
Enormes fueron los sufrimientos de] ejército esa noche, por la
reciura del tiempo, la falta de toldas y de víveres, la escasez de los
medios para evacuar los heridos y la vigilia causada por los continuos
alertas en las líneas avanzadas. Como compensación de tántas
fatigas, la columna de la derecha apenas pudo ocupar el Alto
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del páramo, operación que por lo demás no dio el resultado que
se esperab.1, porque los venezolanos tuvieron tiempo de constituír
un segundo punto de apoyo á retaguardia, en la cima de Porqueras.
Por causa de l soscenido temporal la lucha no pudo reanudarse
en firme hasta hura avanzada del sábado, de suerte que este día
apenas se consiguió tomar el Portachuelo del Palmar, replegándose
los venezolanos á Pueblohondo, pues en el puerto de 1\1.armolejo
resistieron con éxito debido á la falta de una artillería ligera de
montaña que secund~ra los esfuerzos de la infantería entre aquellas
breñas.
Sin embargo, el jefe venezolano, comprendiendo que la situación
se le agravaba por momentos con lo sucedido á su izquierda,
resolvió aprovechar la noche del sábado para replegarse á !as
cumbres del Guerrero y atrincherar las alturas de Pueblohondo y
La Cebada, de manera que en ese espolón intermedio de la cordillera
constituyó un campo fortificado que dominaba las cabeceras
de lo3 valles de Escalante y Mucuchíes.
El Generalísimo colombiano, al examinar el domingo la
nueva posición del enemigo, comprendió que con el ejército, reducido
por la anterior lucha á poco más de Io,ooo hombres válidos,
no podía intentar operación seria, y tuvo que h<'lcer alto para
esperar refuerzos que no sabía cuánto tardarían en llegar. Por sn
parte lo venezolanos, bastante quebrantada su moral con las pérdidas
de la jornada, tampoco podían con sus 7,ooo hombres tomar
la ofensiva por lo pronto.
Y fue durante esa forzosa susp e nsión de hostilidades cuando
nuestro Ministro resolvió interponer su amistad, para lo cual de
Cutagena, á donde arribaba en ese momento, telegrafió á Bogotá
y á Caracas, y obtuvo la ape rtura de las negociaciones que dieron
por resultado el tratado de La Grita.
El Presidente de la República francesa, árbitro en el litigio
de límites con Costarrica, dictó fallo en que reconoció la justicia
que á Colombia asistía en su reclamación sobre límites en la América
Central, según se de duce de l siguiente cable que comentaremos
detenidamente en el próximo número :
"París, 14--Bue,wve ntura, 14· de Septiembre-Bogotá, 3 de Octz, bre de 1900
" Presidente Colombia-Bogotá
"Quedan á Colombia territorios hasta Punta Carreta, comprendido
todo v , !le Sixaola, sigue línea por Cordillera termiuando
Punta Bu rica. Sociedad respetable ofrece Gobierno siete millones
por explotación territorios demarcados-JULIO BETANCUR."
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 171", -:-, 1900. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691087/), el día 2025-08-17.