,
18isemanario ~oIíticot :iLiterario \? lRoticioso
ARo l.-SERa: IV. } Bogotá (R EPÚBLICA DE C OLOMBIA), doming o 12 de Diciemurc de 189 7. { N ÚMERO 81
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Manuel Al Sanclemente
y
JOSE MANUEL MARROQUIN
C AND I D AT OS, RES P ECT I V AiIl ENT E ,
PARA PRESlDEN1'E y n CLpIU':SIDE;'i1'E DE LA llEPl'nr,lCA
EN EL PRÓXIMO PERíODO DE 1898 Á 19 04
H:fl3ogotá"
-+.:tD
I HECTOH,
Eouaroo Espinosa t&uzmán.
MANUEL ANTONIO SANCLEMENTE
El macrnífico grabado con que se engalana
el present; número de BO(;OT,\:. ~rae ~ las
mientes la arrogante figura de \\ Illlam Ewart
Gládstone; un sentimiento de instintivo respeto
nos subyuga, é. il1\·ita á d~scllb:irn(;s
ante la efigie del emInente estadista Ingles
como del patricio colombiano. Esas cabezas
de viejos Ln que ~~l t~em[lo il:~xorabk )'. severo
ha pasadu mas lllen , cancldndo q Uc uestru)'
endo, en que la .edad "cet autre ~ortl qui
nous ('(lace et nous riele" ha corrido t1crramando
ni~\'e en la frente, pero no enfriando el fue,
rro ine)'.tinguible del alma, tienen para la jl1\'cnfud
no sé qué atractivo dulce é imponente, tierno
é irresistible. Aquellas cabez.J.s blancas y
esos ojos, que relampaguean con el fuego de la
juventud recuerdan el ,'erso de Frederic 1\Iyers.
"Debajo de la argentada auréola asoma el alma
invencible, arrogante y eterna."
Sin pretender forzar comparaciones, no es
impertinente traer á cuento los p~111tos de semejanza
que en uno y otro personaJe pueden observarse.
1\lr. Gládstone tiene, dice su biógrafo
W. E. Russell, una cortesía invariable y uni versal
y las maneras ceremoniosas de la anti-gua
escuela. ...
"Su vigor extraord1l1ano y su Juventud ele
alma y cuerpo, su inquebrantable salud y espíritu
boyante, forman una atmósfera ele vitalidad
incorrupti ble. Es en su casa en la in timidad
elel hocrar donde mejor puede apreciársele; su
fig ura t rece y se leva?ta. en el santu ~ri o del
hogar; goza en la hospltaltdad; )' para ci tar una
frase de Sudnay Smith, recibe á sus amigos
con aquella alegría franca y honrada que calien·
ta más que la comida y el vino," y así, ni más
nI menos, al decir de sus amigos!que han tenido
el honor de intimar con él y de penetrar en su
casa, es el doctor Sanclemente.
Ah ! pero qué diversas las dificultades y
tropiezos con que tiene que luchar el hombre
de estado europeo y el americano. En E uropa
las dificultades son de gabinete y se estudian y
resu elven en el gabinete; los partidos se atacan
y se ofenden, pero sin que tales ataques salven
las paredes del parlamento ó las colum nas de
los periódicos. Cierto que en casos excepciona les
las pasiones se encienden y se procura despedazar,
demoler (como dice n los franceses) á
un ad"ersario político, atacándolo de todos modos,
yiolando el íntimo elel hogar ) descorriendo
el velo de su vida; pero mientras no
haya mancha en ell a, nada tiene que temer, antes
bien, sus amigos se levantan, se agrupan en
torno suyo, 10 apoyan, 10 protegen sin poner
/
tasa ni precio á sus esfu erzos. Así vemos q ue
cuando los encarnizados enemigos de Parnell,
que ven en él un e nemigo formidabl e, 10 acu san
injustamente del asesin ato de Lord Caven
dish , sus amigos políticos reúnen suma enorme
(enorme como tiene que ser para pagar la justicia
in glesa); la calumnia es vencida y Parn ell
aumenta su popularidad y su prestig io.
Pero en estas tierras que descubrió Colón
las cosas pasan muy de otra manera. El h0111-
bre público, cualesquiera que sean sus talentos,
su ilustración ó sus virtudes, es atacado sin tre gua
ni reposo en su vida privada, en la honra,
en la famili a, en su haci enda y en su vida. En
la paz destila veneno, que no tinta la pluma; en la
g uerra (y ya se sabe que ti enen una regularidad
como la de las estaciones europeas) nada hay
segum, ni la fortuna juntada centavo á ce ntavo
en largos años de trabaj o y de constancia; ni la
vida que se ha salvado de la insalulJ ridad de
mortíferos climas y que se ha consagrado á fecundas
labores ó á estudios para los demás benéficos
y provechosos. El dolor, el infortunio,
corona muchas veces carreras brillantes y esfuerzos
generosos, la lwrsecución!lo perdona
ni la ancianidad ni la lJenevolencia; el martirio,
un martirio lento, cruel. inexorable. "iene á ser
más bien qlW la glnri;¡. la recompensa y galardón
(1,. 1"'(> '''(; ,~,. " lt' l •. tIL··t e • ,1 ,),Ji,.,. ('"
C0l110' el ~ii~~i'~ti\'o ~l~;;;-l()s 'm'arc~, '~s c~mo la
unción que los consagra) ('1 óleo que los unge.
y para que el contrastl' sea más doloroso
para los mártires de la causa, hay otros que son
fa\'oritos de la fortuna; otros á quienes no tocan
sino las campañas fáciles, los triunfos y las
embriagantes ovaciones; otros que llegan á los
primeros puestos y á la noto riedad, una notoriedad
relativa, se entiende, merced á sus apt itudes
comerciales, á su talento prác tico y á alg
unos escritos más ó menos científi cos. Para
éstos la política no ha tenido sino son risas, suavidades
y recompensas; las rosas que han coronado
su frente no han tenido varejón de espinas
que pU llza y destroza y hacen chorrear sang
re.
La medianía exaltada tiene que ser para
los hombres de mérito real que han luchado y
sufrido por su causa, aun para los más modestos
y exentos de celos y emulaciones,
motivo de recónditos despechos y amarg uras.
E ntre los mártires del principio conservador
no hay quizá en los con temporáneos
q ui en haya llevado co n más resig nación y más
en silenci o su corona de espin as C01110 el doctor
Manuel Antonio Sandemente; su desig nación
para la primera Magistratura es apen.ls una
repa ración tardía ele su decisión. sus esfu erzos
para con la causa conservadora.
La exposición de la vida del doctor Sancl emente
es prueba de cuanto dejamos dicho; ellaes
ya bastante conocida y sólo nos cumple repetir 10
que ha sido ya publicado; ni la extensión de este
escrito, ni la premura del tiempo, ni la dificultad
para recoger nuevos datos, nos permiten
hacer otra cosa; ello es cierto también que el
relato de la vida de hombres que pueden presentarse
como modelo, es útil enseñanza, y su
contemplación alienta y nutre el patriotismo,
por somera, conocida y mal perfi lada que esa
relac ión pueda ser.
Pertenece el doctor Sanclemente á una
ilustre fami lia del Cauca; fueron sus padres D.
José 1\Iaría Sanclemente y D~ Rita Sanclemente.
Su padre, conservador entusiasta y hombre
valeroso y emprendédor, hizo una fortuna más
que medi ana luchando brazo á brazo con la naturaleza
bravía en el Chocó, región tan rica y
explotable como ardiente y malsana.
Nació D. Manuel Antonio en Buga en
J 8 1 5; é hizo sus estudios de literatura, fil osofía
y algunos de Derecho en la antigua y famosa
universid ad de Popayán, de que era Rector por
entonces D Manuel José Mosquera. Regentaban
en ella cátedras D. Lino de Pombo, el
Presbítero D. Pedro J osé Salcedo, y enseñaba
c i ~ ncia administrativa, en que era aventaj ado
1), Manuel Antonio, el Mirabeau colombiano,
D. Rafael Mosquera, autor de la Constitución
de 1843.
Vino D. Manuel Antonio á Bogotá á terminar
sus estudios de derecho, y fue visitado
en su modesto ajuar de estudiante, que 10 era
una pieza de la casa q ue fue de los Marqueses
de Sa n Jorge, entonces casa de huéspedes, por el
General Santander, Pres idente de la República,
que le ofreció sus servicios y 10 t rató en lo sucesivo
con mucha deferencia. E l joyen Sanclemente
nunca usó de aquella valiosa amistad ni
sacó más l~rovecho ele ella que el que se saca
cid trato y comercio con hombres del valor del
General Santander.
D. Manuel Antonio, lkspués ele largos y
brillantes estudios, tI;rminó su carrera recibiendo
ti ;:;'.:lc]o c:c ll0-...l,ú) él L:tlll Ue dLugaJu
en 1839. Cuál fuera la solidez de sus estudios y
cuál la natural disposición del doctor Sanclemente
para ellos, lo manifiestan claramente la
carrera suya como abogado y jurisconsulto,
por 10 vasto de su ilustración y 10 certero de su
juicio, siendo como es, una de las glorias del
foro colombiano.
Su competencia y rectitud, su expedición
y laboriosidad para el despacho de los negocios,
son notorias y excepcionales. Como Magistrado
del Tribunal de Bogotá por los años de 185 1 á
1853 dio una sentencia en uno de los litig ios
más arduos y más serios que se han ventilado
en el país, tan bien fundada y certera, que todas
las partes se inclinaron ante ella. Como Secretario
de Guerra del Gobierno de D. Mariano
Ospi na despachaba todos los negocios de
su cargo tan sólo con cinco empleados!
Habiendo sobrevenido la revoluci(n del
Cauca de 1840, tuvo que emigrar á Ibagué, )' reg
resó con la t ropa que restableció el orden público
con la batalla de la Chanca.
Empezó entonces la brillante carrer a pública
de! joven doctor Sancl emente, con el cargo
de Juez letrado de Hacienda de la Provincia
del Cauca, que desempeñó tan cumplidamente
y COI1 tánto celo y laboriosidad, que fue promo"
ido al Tribunal de la misma Provincia, teniendo
por compañero al ilustre abogado D. José
L Valenzuela, discípulo de Camilo Torres.
En el empleo de Mag istrado de aquel
Tribunal 10 encontró la revolución de 1851. No
conviniendo á los agentes de López y Murillo,
á los hombres de los niozos demoC1'átz'cos, que un
juez del carácter y rectitud de Sanclemente
ocupara un puesto en el Tribunal, y siendo
sus ideas contrarias á las de! Gobierno del General
López, con que r0mpió la éra liberal que
tánta sang re y tántos desastres habíade costar al
país, se forjó al doctor Sanclemente un proceso
que por más descabellado é infame que fuera no
obstó para ser suspendido en su empleo,
y llamado á juicio y á que en consecuencia se le
hi:i~:a venir á Bogotá, en donde se le redujo á
pnslOn.
y aquí empellí por el doctor San clemente
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
el bautismo de persecuciones y a tropellos con
que ha señalado el Liberalismo á los hombres
de mérito real en el partido contra rio. Cuál sería
su ama rg ura y dcsconcierto al ve rse él, tan
noble, tan recto, tan generoso, depuesto de
un empleo, llamado á j uicio por el primer T ribunal
de la República, y esto sólo por satisfacer
odios políticos y porque sus ideas pugnaban
con las del Gobierno.
La defensa del joven magistrado, ve jado
en su dignidad y en su decoro, fue a rdiente y
conmovedora, fi rme y segu ra como esas estocadas
en que el acero remolinea fu lgu rante en
el a ire y parte súbito al pecho del cont rario. Un
inmenso concurso oyó su defensa; Bogotá lo vio
con su gallarda apostura, encendidos sus ojos
de ónix, tan hermosos y expresivos, y oyó su
discurso, elocuente, conciso, abrumador. Tal
Lord Russell disputando al verdugo su cabeza
ante el parlamento ing lés; el doctor Sanclemente
no d isputaba su vida s in o algo que él
estima ta nto como elb, que son su honor y Sil
decoro.
El fallo absolutorio no tardó en dictarse,
reconociendo la absoluta inocencia del doctor
Sancleme nte.
Establecida ésta, podía volver al Cauca
yal seno de su familia, y así lo hi zo; ¿para
qué? La rabia del enemi go, como esa nube pavorosa
y tri ste-que ora sus pliegues viste- con
los rojos fulg ores dpl estío, ora el ful gor fin g
iendo, y la tiniebla-incendio finge de espantosa
lu z- sin humo y llamas el espac io visteque
se fi gura Victor H ugo recorriendo toda la
tierra para devorar una coma rca, vino á estallar
sobre la herencia de su familia. Su hermosa hacienda
había sido e ntregada á saco y destruída
por una soldadesca brutal y desenfrenada. El
doctor Sa nclemente, rico, feliz y respetado, al
empezar la g uerra se encontraba ve jado, calum-iado
y pobre, en el suelo natal y en la desolada
casa paterna.
Pero un hombre de su energía no se deja
vencer en las batallas de la vida, ni n'l.ufraga; en
sus asaltos, peripecias y borrascas, siempre flota,
e n la tabla de su e ntereza y de su voluntad.
D e su tierra natal, con' ánimo de restauraT
su fortuna, el doctor Sancl emente se trasladó á
P anamá, en donde fue nombrado no bien hubo
llegado, abogado del fe rrocarril del Istmo.
De regreso en Buga, estalló la revolución
de T 854, Y se trasladó á Ibagué, en donde
se había instalado el Gobierno legítimo. Inmediatame
nte ocupó una plaza en la Corte
Supre"'fl1a, teniendo por compañeros á los doctores
.\Iárquez y Latorre, y entró luégo á B0-
gotá ,,1 4 de Diciembre con el ejército YenCedoro
El doctor Ospina, electo Presidente, lo llamó
á la Secretaría de Gobierno y Guerra, y en
tal carácter .hizo la campaña del 1 'o rte, )' asistió
á la batalla del Oratorio, y continuó en el
Gobierno hasta el advenimiento al poder de D.
Bartolomé Cah'o.
Los miembros del Gobierno del doctor
Ospina se consideran como representantes del
más puro conservatismo, y como reliquias de
uno de los Gobiernos más rectos y más honra dos.
que ha habido en el país. Largo sería enu me
ra r la tarea ardua, difícil y angustiosa por
todo extremo que tocó desempeñar al doctor
Sanclemente en aquella administración y en
una época llena de calamidades y obstáculos.
El Liberalismo ha confesado ya, que aquel
Gobierno no tenía más que un defecto, muy
~rave eso sí, y era no pertenecerle. Pero creemos
oportuno recordar siquiera que el doctor
Sanclemente tomó activa parte, como debía tomarla,
en el negociado de las reservas del ferrocarril
de Panamá.
Al presentirse la gu,::rra, y estando el Gobierno
sin recursos ni fuerza para sofocarla, un
agente de la Compañía se presentó ofrecie ndo
una fu erte suma y buques en los dos mares
que baña n la República, con lo que se
hubiera podido hacer frente á la formidable revolu
ción d~ 1860, en cambio de las reservas
del Ferrocarril. La tentación debió ser grande
y no hay muchos hombres públicos capaces de
resistirla. El Gobierno contestó que no vendía
el elote de la República.
La concesión para el Ferrocarril se hizo en
1847 y éste df,bía entrar á ser propiedad de la
({fIJO GOTA"-DiciR.:rnbre .1,fJ de .189?
Nación á los 50 años. Que se piense por un
momento cuán diferente sería la situación fi s·
cal de la República si hubiéramos recibido este
a fio 11úsmo en que expirabael té rmino, el ferrocarril
de Panamá 1 Las reservas se vendi eron,
ó mejor d icho, se malbarata ron por un Gobie rno
liberal, como qui en vende la mug re de una
salina ó un caballo de brigada por una suma
que equivaldría al producido del Ferrocarril en
un año.
E l desastre de 1860 hundi6 las esperanzas
mejor fundadas para el co ronamiento de la carrera
PI'lblica del doctor Sanclemente. ¡Cuántas
negruras y t risteza debie ron inundar el alma de
quien había consagrado su existencia al tr iunfo
de una causa)' de una idea; sus esfuerzos inauditos,
la lucha tenaz y desesperada que sos tu vo,
el valor indomable de 1ue dio muestras, el tale
nto que despleg6, todo, tojo fue inútil y peno
dido! E l amor á esa pa tri a y á ese partido que
fue vencido con la lu cha, ama rgaban s u pena y
hacían más g rave é insoporta bl e su pesadumbre !
El porvenir pa ra é l y para la patria se p resentaba
sombrío y amenaza nte. Su carre ra política
parecía cortada con mano inexorable, s u partido
vencido y anon adado, su fortuna hccha tri zas,
la catástrofe y el desmoronamie nto e ran
completos; el torre nte revoluciona ri o a rrastraba
sus espe ra nzas, su pa rtido, s u fortuna personal.
Estaba herido e n la mitad del pe~ h o, y
hombre ele menos vigor físico y menor enten~
za moral hubie ra sucumbido !
E ra preciso reconstru ír esa patri a, tomar
acá y allá los átomos ele ese pa rtido, recoger
los jirones de la bandera y buscar en el suelo
cubierto de sangre y ruinas y con los ojos nublados
por las lágrimas, las piedras del inme nso
edificio social que acababa de derrumbarse.
y tal fue su tarea: los hombres que persignen
ideales altos ' y generosos no tiene n desmayos,
ni vacilaciones, ni cobardías. El viajero
árabe, dice Can tú, cuando atravi esa el desierto
siguiendo el camino marcado por los huesos
de los que perecieron precedi éndole, y por los
pozos que alguna mano benéfic a abrió para saciar
la sed de g eneraciones futuras, si le sorprende
el soplo moral del Simoum, se tiende
en el suelo y aguarda; y cuando ha pasado
aquella maldición sigue su camino, sin un brazo
en quc apoyarse si vacila, sil~ una co mpasiva
mirada si cae: va solo y sin embargo va
cantando, acompaI'iaclo de su valor)' de su es-peranza
.....
~'if
!!f- ~
Ten:lin¡lda la revolución de 1860 regresó
el doctoy S'l lcknwnte al Cauca, ell donde encontró
SL.S ¡ropil'd ldes total1l1cntt' arruinadas
(si mal no r"cordamos fueron incluídas por decreto
del 1 lid.ldor .\losquera ('ntre las que se
confiscaron para pagar haberes del Ejército
venceckr!.
Vit;ncluse pri\'<1do de su jl:ltrimonio se
consagré) á la labor ele la enseflanza, para lo
cual abrió cn la ciudad de Buga, centro social
adecuado por Sil tra nquilidad ) buenas costumbres,
dos colegios, uno de varones y otro
de señoritas, dirigidos, respectivamente, por el
doctor Sanclemer.te y por las señoritas hijas
suyas, que á la más acendrada virtud han sabido
asociar las dotes del saber y la más es merada
cultura. Vinieron á ser esos colegios,
e n medio del naufragio, del desorden y de la
confusión de todos los ramos administrativos
que ocasionó la guerra y cuando a{m no se habían
apagado todavía los ecos del clarín de
guerra, á modo de refugio de las letras en el
Cauea, y faro que se levantaba para alumbrar
en noche de tinieblas producida por la demolición
violenta de todas las creaciones escolares
del régimell anterior. Puede considerarse al
doctor Sanclemente en aquella época como el
apóstol paciente, perseverante y fervoroso de
la propagación de las ideas cristianas y como
el celoso guardián del depósito de las doctrinas
conservadoras proscritas al parecer por largo
tiempo de las regiones del Gobie rno. Allí donde
la acción desvastadora y cruel de la revoluc
ión había sido más intensa y alcanzado más
vastas proporciones; en donde se había socavado
hasta en S\lS cimientos la autoridacl, la
familia, la religión y la propiedad, alzaba el
doctor 3anclelnente, con la fe del hombre que
cree cumplir tina misión sa;':Tada, la cátedra
desde la cual había de e nsayar la reconstrucción
del ord en social desqui ciado y restaurar
el predominio de los prin cipios tutela res de
orden políti co.
E sta faz de la vida del doc tor S anc1emen
te, dadas las aflictivas circu nstancias y
las calamidaoes políticas de aquellos tiempos
en que el desaliento de la derrot;:¡ y los quebrantos
económicos había n hecho estragos en
los ánimos de los conservadores, patentiza rara
energía de alma y profundo cOt1\'cncimiento en
lo tocante á los medios más eficaces para devolver
á una causa perdida el señorío de la
opinión públ ica.
La labor mediante la cual se sembró la
semilla que había de dar abu ndante y copiosa
cosecha, tuvo el más feli x é xito, como lo acredita
n los hombres públicos que en el Cauca
han fi gurado como servidores de la Regeneración,
edu cados casi todos por el doctor Sancleme
nte, que supo, sobre todo, formar el carácter
ele nuevas gene raciones bajo la influencia de
la idea cris ti ana, y llevó al espíritu de la juventud
caucana el acendrado amor de ideales nobIes
)' levantados para pelear co n honor y con
g lori a en las batallas q ue lib raría n las nuevas
doc trinas políticas simbolizadas e n la Regeneración
contra los sistemas engend rados por la
fu erza y la viole ncia que dominaron en aquella
comarca por la rgos años. Puede decirse que el
doctor San cleme nte fu e el creador del poderoso
germe n de reacc ión que, salido de los claustros
de aquel colegio, se desarrolló y vigorizó en todos
los ámbitos del Cauca, porque de aquel
ce ntro de enseñanza partieron como obreros
entusiastas todos los jóvenes que á él habían
acudido en solicitud de la luz apagada en todos
los demás es tablecimie ntos escolares.
Estando dedicado á esa obra regen eradora
del carácter y de las inteligencias de una gene ración
e ntera del Cauca, sobrevino la revolución
de 1865, en la cual no tomó parte alg una,
y á pesar de ello fue encarcelado y condenado
en Consejo de Guerra, con tres Ó cuatrocientos
amigos políticos suyos, á una pe na pecuniaria
considerable y al extrañamie nto del Estado.
Indultado CODlQ aquéllos, me rced á los r~
clamas que hizo el Gobicrno Nacional, volvió
á sus tareas escola res, trabajando siempre in cansablemente,
ya como profesor ó ya en la
pren sa, ya como miembro del partiLlo \'cnci elo,
Cerrado el cokgio dos años ~ntes eh: IS¡6,
á causa de la necesidad de dc'scanso y sosiego,
Sl~ retiró á su hacienda de l'cchicI1'. en donde la
n':\'0I\l6ón dl~ I S 76 lo encontrú ti 'spuesto, ClmlO
cn u·da hora, á prvstncore
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
"E!JOGOTAJJ-2Jiciembre .12 de .1897.
y deponiendo viejos agravios de partido, ~lrestasen
sus simpatías y el concurso de su apoyo
á las nuevas corrientes políticas que surgían,
y en las cuales la nave ele la Regeneración
habría de navegar hac ia nuevos y salvadores
puertos.
No vaciló un insta nte e n secundar con
ánimo firme y sereno la nueva política qne
triunfó en el Cauca en los campos de Amaime,
y luég o que el General P ayán empezc> la cru zada
e n defensa de la ense i'i a nza ele J"{!It<,Y., ió n con
su memorable mensaje dirig ielo a l Con¡.;reso de
r883, el doctor Sanclementc, unido á D. Sergio
Arbol eda y á otros consen ·adores con notaelos,
impulsó los elementos del partido en aquella
dirección, poniendo las bases de lo que después
se ha llamado partido re~enerador. De tal manera
fue eficaz la labor del doctor Sanclemente
en este sentido, que confundidos en r885
independientes y conservadores en un mismo
campo y al pie de la misma bandera, vencieron,
derramando su sangre sin regateada, la formidable
revolución de aquel afio, en Sonso,
Vijes, Hatoviejo, Pablazón, Roldanillo y Santa
Bárbara. Miembro de la Municipalidad de
Buga en ese año y en otros anteriores mostró
espíritu profundamente benévolo y ampl io con
sus colegas de filiación independiente, trabajando
sin resr-rvas ni suspicacias por el bien
público y por la causa que él creía id e nt ificada
con la suya. En ese carácter le tocó ratificar
las bases de reforma constitucional, acogiéndolas
como la fórmula del porve nir lJolítico de la
República.
Terminada la g uerra e l doctor N úñez lo ll amó
á la Corte Suprema, Corporación en donde
ya había honrado en otra I5poca la plaza que ocupó'
no sólo por el acierto y rectitud de sus fallos,
in spirados siempre en el más puro espíritu
de probidad, sino también por el valioso con curso
y con sus sabias opi niones. Allí permaneció
hasta T 889, en que el doctor HolguÍI1 consiguió,
después de reiteradas exigencias, h~chas desde
el año precedente, que aceptara la Gobernación
del Cauca como sucesor del eximio y venerable
señor Ulloa. Preocupado justamente el doctor
Holguín de la significación é importancia política
r¡ue iba á te llt'r la designaéión en un con ·
sen'ador de gobernante del pueblo, que hacía
30 años no veía ,ti fre nte de sus destinos
sino á in dividuos d, ;¡liación libe ral, compre ndió
que el primer cnsn·icios á J.¡ causa, por la
respetabilidad personal. por la alta posición
social y por la C~ mpr('nsi6n de la naturaleza
íntima de la política re¡.;e neradora, que pudiera
mantener unidos y compactos elementos que
pa:ccía.n [!~-(;ximos á disgregarse y á acallar el
g n to dISOCIador vn el seno de una agrupación
que acababa de ll evar á cima la obra más ,rran-l
. b
C losa q ue había denlelto al Cauca y á la 1'\a-ción
c ntera la paz ele las conciencias y la (Ya-rantía
efectiva de todos los derechos. b
Penetrado el doctor Sancl emente del espíritu
de las nuc\'as instituciones y del carácter de la
labor que había de reali zar en el Cauca, asoció
en su Administración á hombres notables de
los dos e lemen tos del partido, y con ellos emprendió
la fructuosa y civilizadora empresa de
transformar mate rialme nte la faz del Cauca, al
propio tiempo que media nte una política amplia,
noble y elevada mantenía apaciguados los
ánimos, hacía brillar en escuelas y coleaios la
acci6n benéfica de la Regeneración y, lo que
era más difícil y parecía imposible de alcanzar
como conservador, aquietaba al radicalismo y lo
vencía en sus rencores y enojos contra la Regeneración,
empleando sin vacilaciones ni temores
el criterio más recto y honrado en su política
y observando una conducta oficial irreprochable
en los difere ntes departamentos administrativos
que recibieron de su acción un impulso
desconocido y saludable. Los adversarios políticos
confesaron la virtud republicana del
inmaculado Gobernador, y el Cauca vio acrecentarse
extraordinariamente su riqueza y con
ella las rentas públicas, que, sabia y escrupulo·
saménte empezadas á organizar y administrar
por el señor U11oa, permitieron echar pu e ntes
sobre los numerosos ríos, construír ca rrete ras,
erigir casas pa ra o ficinas públicas, colegios y
escuelas, abrir nuevos caminos, etc. e tc. En nin-guna
época se sin tió en el Cauca mayor movimiento
en los ramos del poder público, pero
movimie nto de orden, de sistema y de progreso,
ni en ninguna otra época ha sido ni fue mayor
el sosiego de los espíritus y la confianza del
público en sus administradores, siendo entonces,
como hoy, la lucha electoral para la renovación
de los primeros magistrados viva y apasionada.
Testimonio irrecusable del favor de las
simpatías )' del respeto que se granje6 el
doctor Sanclemente en todos los círculos políticos
y en todas las clases sociales del Cauca,
por su atinado proceder, fueron las ma nifestaciones
firmadas por lo más visible de las poblaciones
del Cauca y dirigidas al Presidente
de la República en 1892 para que se le reeligie·
ra como Gobernador; aunque por consecnencia
de desgraciado accidente físico se había separado
del puesto antes de terminar el período,
por lo cual estaba en imposibilidad de volver
á la capital del Departamento. El informe que
á la Asamblea departamental presentó en 1890
es un monumento de saber y de labor política,
destinado á perdurar en los anales de la historia
del Cauca. Allí aparecen asociadas en grado
eminente las dotes del político expe rto, há·
bil Y diligente, á los dones del admin istrador
diestro y pulcro en el manejo ele los illtereses
ptlblicos.
Dada la diversidad de asuntos que abar·
ca el informe y el modo correcto y cie ntí fico
como aparecen expuestos y estudiados, admira
la penetración y la sagacidad de espíritu
que revela su exposición. Nada falta en ese informe
para constituÍr un verdadero doclllnento
Ó papel de Estado digno de los tiempos de
Soto, Ospina, González, Mallarino. Pudiera
decirse que en ese informe vació el doctor
Sanclemente su fotografía de mag istrado y administrador
y que reprodujo en él los rasgos
más salientes de nuestros viejos hombres de
Estado.
En su carácter de Colegislador con la
Asamblea departamental dio pruebas de una
independencia de carácter inaccesible á toda
sugestión nociva para el bien público y de una......
rectitud de ideas tan acentuada como se encuen tra
rara vez en los políticos que t ienen que
asociar el culto á la integridad del principio con
las exigencias del inte rés individ ual y las concesiones
de pa rtido á las veces opuestas á aquél
y que (',1 ocasiones es necesario sacrificar. O bjetó
varios p royectos de ordenanza encaminados
unos á hacer erogaciones indebidas ó ilegales
dc:! Tesoro púl>lico, y otros á condonaciones
cuya justici'l y legalidad no eran fundauas.
Las altas condiciones del carácter del doctor
Sanclement(' bri llaro n todavía más cuando,
agobiado bajo el peso de cruel enfe rmedad, se
vio oblig ado á cont inuar ejerciendo la Gobernac
ión, á r iesgo de comprometer gravemente
su vida, porque el deber como r\ge nte del Gobierno
le exigía hacer el sacrificio más valioso
en beneficio de la tranquilidad del Cauca y de
la marcha sosegada del Gobierno.
Nunca sintió como l\lagistrado las sugestiones
del odio, ni en su espíritu pudo tener cabida
la tentación de la vanidad, que echa á perder
á muchos hombres públicos. J amás en sus
determinaciones como Gobernador, la pasi6n política
ó el recuerdo de agravios personales fueron
parte á torcer ó desviar su criterio, inspirado
siempre en la moral más pura y del derecho en
. toda su amplitud. Fuerte con la convicción de
que una causa no necesita de las complacencias
y debilidades con el interés individual para vivir
y prosperar, y alentado á toda hora por nociones
exactas y justas sobre lo que constituye el deber
de los hombres públicos y el destino de pueblos
-que bregan por adquirir definitiva organización
política.
Su alma honrada jamás sintió las vacilaciones
de la duda, ni las angustiosas incertidumbres
de la falta de fe en la eficac ia y bondad
de los s i st~mas conservadores, genuina y
lealme nte practicados para labrar la felicidad
pública, sin hacer jirones la bandera. Profesa
á sus principios el severo culto que ellos exig
e n, y los practica de tal mane ra, que nunca
su espíritu se ha doblegado a nte circunstancias
adversas, ni se ha dej ado sorprender de las cábalas
intrig as ,le cí rculo, para perder de vista
los g randes ideales á los cuales ha consagrado
todos los esfuerzos de su inteligencia y todo el
fuego de su alma.
Sin alardear de hombre incorruptible ni
hacer vana ostentación de una probidad bien
conocida, ha sabido mantenerse s iempre fiel á
sus deberes moralcs y hacer del campo político
en que tántas vestiduras salen manchadas con
el lodo de bajas pasiones, el tránsito más puro
y honroso, porque ni sus manos se han te ndido
en otra dirección que en la de la defensa de los
intereses públicos, ni su conciencia se ha se ntido
un in stante conturbada por flaquezas ó tran ·
sacciones vergonzosas con la in iq uidad. Varón
justo y magnánimo, en la rigurosa acepción de
estos términos, puede llamarse al señor dector
Sanclemente porque su vida pública y privada
ha sido vaciada en el molde de los hombres de
Plutarco, y orgulloso puede considerarse, no
sólo el partido que cuenta en él reliquia de mejores
tiempos, si no también el pueblo que puede
exhibir simbolizados en un hombre, dones y
cualidades que parecen próximos á desaparecer
en los servidores públicos.
Sobrio, modesto y recto en sus acciones
privadas; limpio é inmaculado en su vida de hogar
y de ciudada:1o; leal. incontrastable como
servidor de la Patria, ajusta su conducta polít ica
á las prescripciones de su conciencia, que se
mueve siempre á impulsos de los dictados de la
moral católica, y por eso ha podido, así en la adversidad
como en las más alta.> posiciones, mantenerse
sereno y tranquilo, ya resistiendo las
sngestiones rencorosas de la venganza política,
ya dominando la ola malsana de las adulaciones
y de la lisonja, que oscurecen de ordin ario
la inteligencia y pervierten el corazón.
Con tales condiciont!s, probadas sobradamente
en el ejercicio de la Gobernación del Cauca,
bien puede asegurarse con certidumbre, que
el Dr. Sanclemente al llegar á la Presidencia de
la República, será al propio tiempo que prenda
de sosiego y de bienestar para la República, garantía
eficaz de estabilidad para la Regeneración,
porque si en el Cauca la hizo amar y respetar
como sistema político capaz c.e producir gran ·
des- bienes, al gohernar la ación confirmará
con sus procedimientos oficiales, sus gloriosos
precedentes como administrador de la más
pura y limpia escuela conscrvadora. No es ni
será una amenaza para partido al"u lJO, porque
su posición ti ~n c por pel1cstal el respeto á la
ley y una serie de aclos cí\ic0s que lo señalan
C0l110 representante de una g-elwr10 y 13ernardo Pizano, Julio Arboleda,
General Rrrf.le1 Url1 Baraya y D. Rafael Tamayo, votaron
por las lislas radIcales. Nos rrtrevemos á dudar de la ver·
dad de tal especie, y si nos ocupamos hoy de esto, es con el
único objeto de aclarar díceres callejeros, que es bueno rectificar
oportunamente.
Con gusto ofrecemos al efecto la. columnas de esta
hoja á los señores arriba citados.
"El Tri n n 1'0."- Saludamos con entusiasmo á este
nuevo colega callcano que defiende con vigor 105 sagrados
intereses de nuestra causa, y le desearnos toda suerte de
prosperidad. Agr,,-decemos íntimamente el envío que se nos
ha hecho del número 5.° y complacidos retornamos el
canje.
Señor Ingeniero lUunic i p aI.-Mucho agra·
d. ceríamos á usted los vecinos ele la calle t6, que se continul.!
el camellón que se está construyendo en dicha calle,
hasta la esquina de la iglesia de la Tercera; ya falta muy
poco y sería deplorable dejar ese pequeño trayecto en el
actual estado de ruina .
'raljeta,-Ha llegado á ¡,uestra mesa de redacción
la que ha tenido á bien enviarnos el señor Aurel io Hinestrosa,
en que nos participa que la Unive rsidad Republicana
de Colombia le ha conferido el título oe Doctor en Derecho
y Ciencias Políticas. Agradecemos la galante participación
q ue se nos ha hecho y le desearnos al nuevo jurista
glorias infinitas en su labor profesional.
l\feJuento.- Ha dejado de exirtir en esta ciudad la
respetable matrona D ~ Mercedes Esguerra de Piedrahita.
Les enviamos nuestro sentido pésame á sus deudos.
"El E l e ctor."-Con este nombre ha aparecido en
Cartagena una hoja periódica órgano d el Directorio raoical.
La saludamos deseándole buena cosecha, agradecemos el
envío y gustosos retornamos el canje.
L uz, luz.-Volvemos á suplicar al señor Ministro
de Hacienda, haga cumplir la orelen, que sabemos dictó
oportunamente, sobre la colocación de un tarol en la carrei'a
9\ entre las calles r6 y t7.
Con el próximo número de BOGOTÁ se repartirá un
retrato del señor D. José Manuel 1[arroquín, ca.lIdidato
del partido nacional para la Vicepresidencia de la República
en el próximo sexenio de t898 á 19°-1-, obra del inteligente
artista señor Rivera, que tántos aplausos ha recogido
ya Jlor sus merecidos triunfos en el arte del grabado.
"El AspÍl'ante Libentl."-Hemos recibido el
primer número de este vocero de la juventud de Cartagena.
Le agradecemos el envío, hacemos "otos por que tenga larga
vioa, y con gusto le retornaremos el canje.
PésaJue.-Sc lo enviamos muy sincero á la honorable
familia de la señora D~ Manuela Vargas de Gálvet, que
falleci6 en esta ciudad.
Condolcncia.- Con profundo pesar registram os
hoy la muerte de nuestro querido amigo D, Antonio }[. de
la l'arra, hijo del seí'ior D. J acob,J. Después de sufrIr con
resignación cristiana los dol(1r.~s ,le un:\. penosa y larga cnfennedad,
alzo el vuelo :í las rColones de la eterna luz, el
ahna de Iluestro buen anligo.
Presentamos á su honorable familia, la expresión muy
sentida de nue>tro dolor, )' muy especialmente al señor su
padre y á su hermano D. Alberto.
G.Llante invitaci6n.-IIemos recibido la que
nos hace el señor General primer Jefe del Batallón de Artillula
y el Institutor General de la Guarnición de esta plaza
á los acto; literarios de dicho cuerpo, qUe se verificarán en
los días 11 Y r 2 de los corrientes.
Agradecemos debidamente esta delicada atención con
que se nos favorece, y hacemos votos sillceros por que los
esfuerzos hechos en favor ,le la educación militar coronen
el éxito.
~lHtllcios
CALDEROS.
vanos de hierro maleable,
N e e e-si
tamos
Pueden
ser ele diferentes tamaño, espesor,
y usados,
""\Tidri eri a ..6..1er.n.ana
Calle 22, arriba de los Tres Puentes
8- 1
~.-en'lnA1D. PARA LC,S VIA}EROS.'
V 'UJJ' U UHU Las personas que necesiten
trasladarse en carruaje de Facatativá á Agualarga,
6 viceversa, pueden entenderse en la primera de estas poblaciones
con Rafael Malo B.
Aníbal Galindo,
asociado al distinguido jurista doctor RA~IÓN
CALDERÓN ANGEL, ejerce su profesión ante la
Corte Suprema y Tribunal de Cundinamarca.
IMPRENTA DE EDUARDO ESPINOSA GUZM,í.N
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Bogotá: bisemanario político, literario y noticioso - N. 81", -:-, 1897. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2094923/), el día 2025-05-11.