I
ti ~EM!Ni IEtlGlOU
AN O IV.
DE
POPAYAN.
PERlODICO DE LA DIOCESIS.
~ ABRIL] ~ DE J 882. NúMERO !J~
EL PAPADO Y EL MUNDO CATóLICO,
Ó SEA EL VERDADERO SUFRAGIO UNIVERSAL.
"A mí me parece que la rlificultau)lo
fué entrar en Roma, sino qne la dilicultad
éerá permaneccr en ella I Si se tratase
simpl(Jmente de uria cuestión interna, est.o
se podría arreglar; pero no es una cuestión
interna, es cuestión que importa altamento
á todos los Gubierno;; de pueblos oatólicos. "
Scnador·:Menabrca, 28 do diciembre de 1870.
El tftlilo puesto á este artículo es el mismo de! último capítulo
del opúsculo publicado en París : La sifuation cl-u Pape
et le dernier mot de la question r0111cúne. 1.08 hechus dol 13 du
julio lejos de inducir al Gobierno italiano á defeuder de un
Illodo mlÍs eficaz la libertad, y la seguridad y dignidad del
Pontífice, dieron ocasión al l\Iini stro 1\lancini de proclamar, en
su famosa cireular oel 27 de julio, que la cuetltión de la independElucia
p,\ntiJicia es una cuestión de política intern:1; qno
el Gol,ierno it3.liano puede libremente l'el!tringir la ley de las
garantÍlts y áun suprimirla.; y que las Potencias extranjeras.
no tienon ninglln derecho de intervenir en ella! Esta pretensión
de Mancini de ser señor del Pap3. y de rlisponer de la San.110
Sedo alllrhitrio de una mayoría parlamentaria, i será aceptada
por la diplomacia europea 7 El porvenir. respunderá á esta
pregnr.ta, y acaso desde ahura 110dría responrlel' el mismo l\[allcini;
pues no se sahe bien si Sil circular del 27 de jllli? hay:~
obtvnido en Enrop3. el efecto des(>atlo.
Pero de euahluicr modo quc sej, es imposible cambiar la
naturaleut ele la~ cosas y excluir ¡Í los cat()licns do esta clle~ ti6n
que Se lir;u íntilDament" con la libertnd ,tic sus cuueiell -
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cía,; y de su fe. La IglesIa es lmlt grande asocinción religioBU
que se extiende por todo el unh-crso. Ciertos acontecimientos
eclesiásticos pueden, es verdad, interesar exclnsivamente
á los católicos de determinadas naciones; por ejemplo, las modificaciones
do las leyes de mayo afectan especialmente á los
católicos prusianos y alemanes; pero hay cuestiones relativas
al gobierno mismo de la Iglesia, que son de un capital interé::!
pnrtl. tudos los cat6licos del mundo. Una de tales cuestiones
es la que mira al Jefe snpremo de la Iglesia misma. ¡, Y habrá.
católicos que puedan dejar de ocuparse de ella? N o, por cierto;
y de aquí es, que la cuestión relativa á la condición en que
se encuintra el Papa es cuestión eminentemente internacional.
Los ciudadanos católicos de todos los Gobiernos tienen el dereellO
de ser asegurados de la libertad é independencia del I>apa,
que gobierna sus conciencias.
La. tesis sostenida por el ministro l\fancini no s6lo es falsa,
sino qne repugna al más vulgar buen sentido y contradice á
la rnif;ma naturaleza de las co~ae. ·Cada día esta tesis viene
á ser desmentida por los más solemnes acontecimientos.
Los Obispos de todo el mundo no han cesado nnnea de protestar
contra lo que se ha hee,ho y se hace todavía en Ruma.
I.lIs creyentes mandan cada día, de todas partes del universo,
01 óbolo de la fe y del amor filial al Paure de 8US almas, Ca ..
da mom ento llegan al Vaticano manifiestos de condolencia por
la prisión y lus padecimientos del Papa, y los peregrinos ocurren
en tropas de todas partes á Roma para visitar á Pedro
in vinculis.
t La ley de las garantías no fué inspirada acaso por la idea
de dar seguridades, en cnanto fuese posible, á la diplomacia y
al mundo católico? Basta leer con atenci6n, sobre este punto,
las relaciones vreselltadas al Senado por l\Iancini y los diputaflos
del Bongo. Cuando se discutía en el Senado la ley para
la aceptación del plebiscito de las provincias romanas, el general
l\1enabrea declaraba terminantemente, que la cuestión de
!Loma no era sólo una cuestión interna, sino" cuesti6n que importa
altamente tÍ todos los Gobiernos y á lós pueblos católicos;
y 110 tan solamente á éstos, sino tambien tí todos aque]]
os que, sin ser católicos, tienen que proteger los intereses religio¡;
os do parte de sus connacional es. " " Este es 01 fondo de
la cuestión, proseguía el senador lVIenabrea, y por este respecto
ella asume un carácter internacional, que es imposiblo
de~CuIlOtCr, y por lo mifilllo es Iletcsarin Ilegnr á una solución
tul , I)n e pueda dar una ¡,ati",facción cquitatiya á todos aquellos
illlcJt~~(,~, que no son solameute italiauO!::, sillo de tudo el 111 un(
1", ,lida }"Il, r Ol' cuanto 10:3 católil:oli c ~ tán tasi solne loda 1"
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sllpedlcie de la tierra." (Act. of. del Senado pág. 59 ).
La colecci6n de los Archivos cliplO1ltáticos, publicada pór
Amyot en París; refiere todas las Notas de las Potencias extranjeras
relativas á la oenp ~Lci(jn de Roma j y to(los los Ga ..
binetes católicos y no católicos estuvieron de aouerdo en recoIlocer
qne esta Ctl nna cnestión internacional. La presencia
de un Cuerpo diplomátioo oerca de la Santa Sede sería nn ab ..
surdo, si las oondioionel! del Papa no intere;lasen á las Poten"
cias extranjeras sino que fuesen simplemente una cuestión interna
de nuestro Reino. El poder temporal del Papa nace precisamente
de la necesidad de sati sfacer los interesos del mundo
católico. ! C6mo se provee á tales intereses por aqnellos
que destruyeron este poder tan antiguo como legítimo f El
escritor del opúsculo pone este dilem,t á los actuales ministros
del Rey Humberto :-0 vosotros aceptáis las declaraciones beohas
al mundo en tero por vuestros predecesores, al momento
de la ocupación de Roma, y debéis reconocer que el Gobierno
italiano no ha pod Ido ffianteuer sus promesas, no ha podido
resolver el gran proLlema, y qne es nece;lario al presente estudi'lr
Qtra solución l 6 deolaráis que 1M prome¡,:us Lechas por los 0-
trns ministros á la Europa en nombre del Gobierno no b~ tocan
á vosotros, y no reconocéi" la necesitbd de la independen(
Jia del Papa, sino que lo consideráis como súbdito del Rey do
Italia; y en eRte catlo la Enropa sabrá C¡lle el Papa, el oual
se encuentra hoy día á la di~oreción del Ministro lUancini, podrá
estar mañana al arbitrio de lo.; malhechores (lile querían
arrojar al '.l'íber el cadáver de Pío IX.
PUl' lo demá>l, la luoha contra el Papado es nna lt1cha eon·
tm todo el mundo cat6lico, y diré más, contra el mismo cristianismo.
Rllggero Bongbij on la Nueva, Antología (agosto de 18S 11
pítg. 6G8), oonfosaba, que le si bien e- guu::l lIe la .. únlida u, \·aricin; ) t1e lo::: se·
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gundofl, monstruos de orgu~lo á quienes la vanida(l del sabel'
volvería más insufribles é insensn.tos ql~e la más supina ignorancia.
Por donde, lectores míos, no sólo es lícito divertirse,
sino que es útil; y no sólo es úti!, sino que es indispensable.
..
Pero así como, por más que sea lícito, útil y necesario el comer,
no siempre es recomendable lo qne se cOTIle, así también
muy á menudo es peligrosa la diversión, con todo y ser una cosa
muy útil y muy santa el divertirse. Comed enhorabuena,
pero sea pan, no veneno: q\le si el~ lugar de pan le dais á
vuestro cuerpo sustanci as venenosas no sostendréis su vida, sino
que acabaréis pronto con ella. Así también, divertíos en
buena hora, pero cuidad que la diversión que le dais a.l cuerpo
no os envenone juntameute 01 cuerpo y el alma, que por desgracia
es materia ésta en donde anda el abuso tan cerca del uso,
que ha venido á cOllsiderarse casi como inseparable de él.
No diré que deba serlo por necesidad, pero sí que lo es con so-brada
frecuencia. .
En efecto. En ninguna parte ha hecho tantos estragos la.
corrupción como en ésta. Hay en primer lugar exceso eu las
diver~iones: comer regularmente, sostiene las fuerzas y áun
las devuelve si se han perdido: comer en demasía es entregarse
á los dolores de la indigestión y á la postración que la
acompaña. Así sucede c.on las diversiones. Aun en las diversiones
inocentes ha de ejercítarse la templanza. No pensar
sino en la diversión, d3d ¡car á esa {¡-ivolidad todos los pensamientos
y todas las horas libres del día, hacerse de ella una
obligación tan seria y formal como las demás obligaciones, es
un cierto linaje de glotonería del alma, mil veces más peljudicial
que la del estómago. Es además signo evidente de decadencia
y degradación. Panem et circenses: est.e era el único
grito del pupulacllO romano en los últimos dias de su ignominiosa
agonía. Su i.leal esta ha satisfecho con que se le diese
un mendrugo de pan y juegos en el Circo. Y recientemente
hasta periódicos revolucionarios, bastante curados de Vel'gi.
i.enza, se han ruboriz!l,do describiendo el espectáculo que
presentaha Madrid en días de calamidad nacional, en días de
guerra feroz entre hermanos, en época por t(¡dlls conceptos desastrosa,
reuniéndose y olvidándolo todv, Patria, religión, gobiorno,
públicas miserias, para inaugnraL __ otra plaza de toros.
¡Ah! Cuando los hombl'('S grayos halllan y obran y se
mueren por los juguetes como los niños, i síntoma fatal! es quela
vejez ha llegado á aquel período on que por su imhecilida(l
es una segunda infancia. Somos por el Illismo estilo; flue-
1>108 viejos fJllC volvemos á niñns con todas l~s mism-ins de la
cdad primera y sin ningull') de los cncantus de su inoc~ci.a ..
;
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¡ Ay del pueblo q~e no piensa mlÍs que en divertIrse I
Ag} en pueblus COIllO en individuos es, pues, un signo do co.
rrupci6n el hamhre desmedida por las diversiones. l(ás tolla.
vía .. :, fuesen estas diversiones simplemente fHvolas! ¡no
hubiese otra oosa que lamentar que el excoslvo tiempo emplea.
do en ellas! Pero es lo peor que son por lo oomún esencial.
monte pestilentes y corruptoras. HéüOll aqui ya de lleno en
el pUIlto Ilue nos proponíamos tratar,
Il .
. Vamos; ¿ qué escrúpulos se os pueden Qfrecer, por
ejemplo, contra el teatro 1
Precisamente quiso, amigo mio, empezar por ahí, por 10 que
:parece más inocento j sí señor, pUl' el teatro. Bien merece
quo lo demos el primel' lugar, ya por exceloncia inteleotual y
urtística, ya por su innegable influenoia social. Lo hallamos
en todas 11.\9 naciones y en toCIos los silSlos. Diríase que siempre
y en todas partos ha sentirlo el hombre una como cierta
llecesidad de ver reproducidas y )'01wesentadas on grata ficoi6n
las escenas 'lne más 6 menos le intoresan en la vida I·es!. La
instituoi6n del teatru e~, pues, de por sí digna de enoomio como
tantas otras, y es ·indudable qne sus placeres estétiGos conesponden
á la parte más noble de nuestre sér. De todas IS8
diver::;iones es la más ideal y más oulta, la más conforme a las
uspiraciones elevadas del alma, á los sentimientos más delicados
del coraz6n.
Perq6nennos, sin embargo, nuestros leotores, si aponas principiada
ésta, que parecerá á algunos decidida apologia de los espectáculo.
8 dramáticos, nos dejamos caer de tales alturas puramente
especulativas, y nos veluos forzados á convertir los pa.negíricos
en desapiadada invectiva. En efecto. Del teatro
hemos hablado hasta aquí en teoría, es decir, según lo que
dun de Sl las reglas del arte y las indicaciones de 10B preceptistas,
no según lo que muestra la experiencia de todOll los
días. Más claro. Del teatro hem(.s dicho lo que debiera ser
y aún lo que podría sor, cuando nuestra obligaoi6n hoy por
huyes haular de lo que realmente es, y en vista de lo que
¡'ealmente es, rosolvor lo quo oristianamente debe de él peno
6~rsp,. Ooloquémonos, pues, Cn este terreno práotico, real, tan.
glule, en que debe colooarse siempre el moralista en 8U8 n·
:preci~ciones.
Aquello tan Rabido y tan sonado d" que el teatro es escuela
de lqs costl6l~bl'es, tióuese ya ¡U 11' a.,tigualla trnsnochatla y
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completamente pasada de moda. Nadie 'Cree ya en ella, ni
los mismos autores dramáticos que pudieran parecm· más interesados
en sostenerla. Fígaro, crítico tan competente como
todos sabemos, se burló ya de eso más de ouarenta años atrás,
y cuenta, que el infortunado cuanto despreocupado y pooo aprensivo
escritor de Madrid no había alcanzado todavía el teatro
de nuestros tiempos! ~o, nunca ha sido el teatro eseuela.
de costumbres; no lo fué en Greóia, ni eu Roma, ni en la Edad
media, ni en nuestro sielo de oro, ni en la época clásica de
I ... uis XIV, ni en nuestros días. Lo fué, sí, en todos tiempos
cuadro fiel, reflejo exacto de las costumbres de su época respectiva,
lo cual varía mucho de aspecto. Precisamente en esto
estriba su mayor peligro, y esta ha sido la causa de sus mayores
extravíos.
En efecto. No corrige, ni dirige" ni forma las costumbres
el que tieno por norma general acomodarse constantemente
á ellas, poetizarlas cun vivos colores; tal ha sido en todos
tiempos el teatro. Cítesenos una época sola en que el teatro
se haya colocado al frente de la opinión para dirigirla, en vez;
de seguir humilde y rastrero en pos de ella para secundarla.
No podetpos bajar detenidamente á ese estudio prolijo; pero
está indicado, y puede cada cual hacerselo por su cuenta con
sólo cotejar los grandes escritores dramáticos,con la época histórica
en que:florecieron. Incultos y groseros, si la época fue
grosera; religiosos, cuando dominó el sentimiento religioso;
lascivos y poco delicados, cuando la opinión pública no escrupulizó
en estaR rpaterias ¡ impíos, cuando fué de moda la impiedad;
escépticos y bufos, cuando, com'O hoy, es lo dominante
el escepticismo; los autores dramátic'Os son más que nadie
hijos de su época, representación viviente de las creencias, háhitos
y pre'Ocupaciones de ella. Ninguno de los tales podrá
jactarse de haber formado á su imagen y semejanza la genoración
que le escuchó; en cambio, ni unJ deja de mostrar en sí
pr'Opi'O la fisonomía de la generación de cuyos sentimientos es
hij'O. Esto es lo constantA'l y lo universal. Esto, añadiremos,
es 1'0 que P'Or precisión debe suceder dada la misma naturaleza
de la cosa. Efectivamente. Nc fuera tan grande el encanto
de las representaciones dramáticas, si nc fuesen de todos
perfectamente comprendidas; ni fueran de todos perfectamente
comprendidas, si n'O fuesen reflejo fiel del modo de pells .. tr~
querer y sentir de todos ó casi t'Odos. U na hella composición
en disonancia con las propias ideas y sentimient.os podrá g'JStarIe
al literato que sabe colocarse en la debida. composi(;ión
de lugar y tiempo para. gozarla, no al púhlieo común qlle n'O
sa.bc do estas aOOtracciout"s. Ei3, pues, ol teatro, como apuutá-
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r
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mos nI principio, no escuela de las costumbres, sino reflejo do
ellas. Esta es la regla general que no desmienten contadas y
)·arfsimas excepciones. Estas son excepcionos, heroicas excepciones,
y nnJa más.
.. ( Ootimtar(i . .)
MISTERIOS DOLOROSOS.
Primer misterio.
Llegahqn ya las horas formidables,
En que iba, por salvar á los culpables,
Inocente, Jesús lÍo padecer;
y couternplaba entonces temeroso
De pecados el cúmulo espantoso
~ue habriÍ la humanidad <'le oometer.
y oraba, prosternándose en el suelo,
Pidiéndole á su Padre algún consuelo,
y en su a,ngustia, de sangre era el sudor;
y sin embargo, siempre repella:
Que se cumpla, primcro que la mía,
Tu s.anta voluntad, quiero, Señor.
i Oh buen Jesús, que sufres abnegado!
::fIaz qne yo viva li!->re del pecado
ProCl-1rando imitar tn santidad;
Que en mcdio ¡Je borrascas ó de calma
yo sepa repetir con toda el alma;
¡ Que so cumpla, Señor, tu voluntad!
Segundo misterio.
Siendo Poncio Pilato Presidente,
'fuvo él miSmo á Jesús por inocente,
y azotarle mandó sin compasión:
"Tipo inmortal de jueces corrompidos, 11
gue todos al poder están vendidos,
No tuvo ni lealtad ni corazón.
Jesús par los sayones azotado,
:para lavar la mancha del pecado
A torrentes su sangre llerramó,
y antes de a(~nella escena pavorosa,
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De la boca ne Pedro toml,]orosa
Sn negación tres veces escuchó.
No permitas, Jesús, que la injusticia
Yo llegue á cometer por avaricia,
O por astuta, pérfida, ambición;
Ni me arredren las iras de un tirano,
Ni me haga abandonar respeto humano
Las seQ.das de tu sn.nta Religión.
Tercer misterio.
Era el rey de la gloria y le ultrajaron,
y de espinas su fFente coronaron
Con inaudita, atroz ferocidad;
I Que mucho que nosotros, sus eriaturas,
}jsa copa pl~hemos de amarguras
Que hasta el fondo apuró su M~jestad !
Si la inocencia misma padeciera
Lo qne nadie sufrir nunca pudiera,
1'or rescatar al hOmbre pecador;
Nosotros que nos vemos tan cargados
De ínnumerábles culpas y pecados,
Algo sufrir debemos por su amor.
Mas á la pena dale su eficacia
El auxilio divino de la gracia,
y ese auxilio te pido, bueu Jesús.
por la corona que tu sien traspasa,
l<::n sacro amor mi corazón ~brasa,
para gloriarme s610 con tu Cruz.
Cuarto misterio.
Como sigue manEÍsimo cordero'
Que conducen sumiso al matadero,
Sin dar indicio alguno de pesar;
Así Jesús marchaba lentamente
Trepando la durísima pendiellte
Que en el Oalvario vase á terminar.
Dol peso de ]a Oruz iba cargado,
y sobre su hOllluro lánguido y llagado
Ese peso deuiera resistir;
y tr¡;s veces cayó, de tal manera
/ I
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\ ,
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Que temieron las gentes no pudiera
on mUl'chu rlolúrosa pl'Useguir.
Pues para ser perfecto es necesario
Cargar uno su cruz hasta el Calvario,
])e tus buellas sangrienta yendo en pos,.
Dame, .r esús, vigor y dame aliento
Para lIO desmayar eu el momento
De padecer por causa de mi Dios.
Quinto misterio.
Tú, que á los Ciolos dísteles su anchura~
A las aves y flores su hermosura,
Al sol y á las estrellas sn fulgor i
'l'ú, que sacaste el mundo de la nada
Con solo ulla palabra pronunciada,
y coneielto le diste y esplendor i
Tú, que además de ser omilipotencia~
Eres justicia y sahia providenoia,
y fuente inagotable de la luz i
Tu, por salvar la raza pecadora,
Que su infortunio misera deplora,
La afrenta soportaste de la Cruz.
Delante de esa cruz yo prosternado
Reverencio tu cuerpo ensangrentado
A impulsos espirando del dolor i
y te pido, Jesús, por tu grandeza,
Que me otorgues paciencia y fortaleza
Para morir contento por tu amor.
El Ilmo. Señor Obispo, Doctor D. Carlos Bcrmúdez, ooncedi6
en 7 de Enero de 1877 "cuarenta di as de indulgencia á los fieles
que leyeren a.tenta y devotamente cada UllO de los anteriores misterios
de la Pasión de Nuestro Señor Jesllcristo." Y la misma.
gracia concedió en 22 de marzo de 1882 en favor do la. siguient&
composición
Á JESUCRISTO CRUCIFICADO.
Para enseñarme la humildad, naciste,
De una mujer humilde, en la pobreza,
y pOlo hacerme a.mable la pureza
Para madre una virgen escogiste;
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Porque aprendiese tí padecer tuviste
Coronada de espinas tu cabeza,
y del dolor en la mayor crudeza
Toda tu sangre por mi amor vertiste.
Pues tanto amor pagué con ofenderte,
y porque sé que mi pecado ha sido
Causa de tu pasión y de tu muerte,
A tus plantas me post¡"O arrepentido i
y temiendo el castigo de perderte
A ti, Señor, misericordia pido.
La caridad cristiana.
Durante el año de 1881, las Hermanas de la cn.ridn.rl quo
llabitan en Prusia asistieron á 13,761 enfermos,.de los cnales
6,876 eran católicos, y 6,885,no católicos. Entre estos últimos
se cuentan 6,36.') evangélicos, 471 judíos, 7 griegos, 42 disidentes
y 1 anglicano. El cnidado de estos enfermos representa,
en todas las casas de la Congregación, un número de 94,598
días de asistencia, y 38,372 noches de vigilia.
Las Hermanas distribuyeron á los pobres y á los enfermos
227,392 raciones.
En la ciudad de Posen asistieron á 262 enfermos, entre los
cuales había 51 protestantes y judíos, y distribuyeron á los
pobres 2,642 raciones.
( Con'espondence de Bome ).
ORDENES.
El sábado 25 del presente, el Ilustrísimo Señor Obispo
confirió el Diaconado al Señor D. Cesáreo Ca ice do,
alumno del Seminario de la Diócesis.
ORACIONES
Las pedimos á los fieles en sufragio de las almas de
los Señores Sacerdotes do la .Diócesis, R. P. Fr. Manuel
Mal'Ía Ayerve, religioso franciscano, que murió en Cali
el 13 del presente; y Presbítero Francisco Antonio G6-
mez, Cura de Pan citará.
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VIDA DE PIO IX.
Mientras t.onfan lugar en Roma t'stos aeontec-imit'ntos, las troPRS
italianas lejos de degollar barbarus, ~e habían dejado veneer
por ellos, y ya lus austriacos avanzaban en Italia y ocupaban de
nucvo u Ferrara, dcseonooiendo otra vez los dereohos dc la Santa
Sede. Pio IX dió en esta ocasiun pruebas corno nunca. de su firmeza
y de su moderación. Cualquier otro Suberano, en idénticas
circunstancias, se habría resuelto h declarar la guerra al Poder invasor,
ó si no lo hubiera juzgado prudente, se habría callado, para
no atraerse los odIOS de los enemigos. Pío IX, sin consentir con
el deseo de los Revolucionarios, dirigió una enérgica protesta contra
ht invasión; y, en respuesta á una felicitación del Consejo, dijo:
"La dcfenslt de nuestros dominios temporales, cualquiera
que sea el agresor, es para N6s un deber; y por 10 tanto protestamos
altamente que estamos resueltos á eumplirlo. "
La Revulución aplaudió esta respuesta da Pío IX; más tarde,
en el congreso de París, fe intim6 al Padre Santo el abandono de
sus Estados, se los arrebat6 luégo violentamente, y se llen6 de indignaeión
cUl las unas de las o~
tras. Los plcnip~tenciA.rios de cada Estada independiente se reu~
nirán en asamblea preliminar en Roma, pa.ra deliberar sob:-e los
intere8es comunes y establecer las condiciones org6.nicas de la liga.
Todas las cosas quieren principio: por el camino que acabo de indicar
llegaremos á nuestro fin; si seguimos otro, nunca lograremo!.'
nad:t, y en ese caso la Itfdia, víctima tantas v"ces de sus e~
ITores, tenrlrá que arrepentirse de Sil imprevisión y falta de juicio."
Hoy en vista de la suerte que han corrido todos los reinos de Italia,
usurpados por el Rey de l'Í¡tl1lonte, podemos juzgar cuán
couveniente habría sido la liga concebida por Pío IX, y defendida
por Rostti. Pero entouces tal proyecto era una amenaza pam la.
Hevolución, y ésta resolvi6 condenar á RossÍ á muerte, como ba~
bía condenado al señor Jiménez. La sentencia filé promulgada
por las logias de Roma, Tnrín y Florencia; y Rossi, que llaMa
l"ennido tí. la Secretaría de lo Interior el Departamento de policía,
IlUpO bien »Tonto la decisión de los cobardes enemigos de Cristo.
Comprenl1l6 que la Revoluci6n temblaba de él, y el rl'ligro qne lo
ameIHtzaba aUll1Pntó "U actividad y sn valor. Declaró que \JO r('trocedcría
autO' ning,Cm peligro pala defender los llercchotl" del p¡\-
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-143-
(J¡·c Santo, y qnc, si las circunstancias lo cxigran, h·ra él mismo á
(toll1bat.ir 6. los facciosos. ., No llegarán hasta el Papa, ,lijo, !liuo
después de que pasen sobre mi cadáver." Cumo Mamiani había
dejado ó. Roma sin defensa, Rossi llam6 á los carabineros que estaban
de guarnici6n en las ciudades vecinas; hizo también detener
al Pa,lrc Gavazzi, que segula. predieando la rebe1l6n contra Pío
IX, y lu encerró en la casa de corrección eclesiástica. Peru cada
nueva seflal de talento, energía y habilidad dad,~ por Rossi era un
nuevo título alodio de los liberales.
Sterbini, en su diario, prcpr.raba con bajos insultos y encuhiertas
aUlenazas, 6. la pobltlción de Roma para que pudiem presenciar
sin conmoverse el cumplimiento de la infame senteneia pronunciada
por las Sociedades secrctas. Rossl hizo alusi6n tÍ estos ultra:;e!l
en uu artículo que public6 el 4 de novielllbre en la Gaceta de BoIna:
"Hay alabllnz8i que ofenden, é insultos que honran á quieu
los reci~e, l/ (Continuará),
•
UNA MEJORA PARA EL PAlS.
(REMITIDO).
Es muy triste y doloroso ver el estado en que se en·
cuentra lIue:3tro cementerio; y es muy tl'jste pensar
que cuando nos m uramoll, nuestras cenizos estf.n no sólo
expuestas Á. los rigores de la intemperie en un campf\ es·
cueto y desabrigado, tal como el que nos sil've de cementerio,
sino en riesgo de ser holladas pOI' aniluales inmundos!
Los antiguos, que son nuestros modelos en muchas
cosas, nos dieron el ejemplo del respeto y veneración
que se merecen los tristes restos de nuestra doliente humanidad:
ellos no sóle cuidaban con esmero y preservaban
las reliquias de sus deudos de toda profanación, sino
que el lujo y la riqueza que llegaron á ostentar en la
construcción de las urnas y sopu1cros sembraron por todas
partes el mundo antiguo de obras prodigiosas de arquitectura,
que nosotros contemplamos con asombro sin
que nos sea pO:3ible imitar19s. Hoy, cuando nosotros
contemplamos esas obras gigantescas construidas con el
esclusivo objeto de guardar los despojos humanos, con
nuestro carácter positivista y la manía que tenemos de
juzgar de todas las cosas por el gusto y las necesidades
de nuestra época, condenamos, tal vez, los esfuerzos qua
80 hicieron para su ejecución; mas debe considerarse,
para no inclll'rir en ese errur, que los alltignos prufesaron
un culto de veneración á la tnuerte; y CSl'lS constl'lwcio.
1leS, á la vez que pruporcionaban ocupación Ú Ulla multi.
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tud de bom bres, que habría sido peligroso dejar en la ociosidadj
contribuyeron á perfeccionar las artes y dieron
lustre y esplendor á aquellas Ilaciones. '
Ese sentimiento de veneraci6n por las reliquias
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"La Semana Religiosa de Popayán: periódico de la diócesis - Año IV N. 9", -:-, 1882. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3682797/), el día 2025-07-03.