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SETIEMBRE.
Santos. Limo Pa.pa maTtir y 'l'e.cl.á virjen.
~ mm·ti1·.-Tém,pora
NuestJ a S ta. de las Me'rcede .
Santa María del Socorro.
antos Cipriano y Justina ·/)Í7:ien.
Santos Cosme y Damian nUl'r.
Luna nueva a las 4 y 4 'lninutos de la
'1Julñana en Libra.
EclilJSe 'invisible de Sol.
Por un año veinte r eales, p01' trimestre cinco 'reales.
Cada nú11!e1'o medio recd.
28 .Jue/).
29 Vier.
Et B eato Smzon de R(das cOllfesor.
La DeclicactDlt de San Migud Art:anil'l.
·FBA~CIA.
DIABlO DE LOS DBD}l~ES.
RESTABLECUHENTO DEL ÓRDEN.
El órden se ha r~stablecido en la calle: hemos
tenido eis dias de ese reposo silencioso y pesadQ
que sucede á .los grandes ~uracanes. Pluguiese á
Dios que plldleramos. añadir: El o::ien. Sd ha restablecido
en la sociedad; se ha estmgUldo el foco
donde SP. encendia el fuego que ha estado amenazando
devorarnos' la paz, la confianza y]a s!'gu-ndad
han vuelto á , los corazones! pero c'om o p.n-driamos
concebir y espresar tal esperanza? La hIStOfia
de los cuatro meses que acaban de pasar n06
impone un deber de reserva y desconfianza. Tff~s
veces durante estos cuatro meses, el país ha estado
al borde del abismo, tres veces se ha salvado ~l
mismo por su valor y su enerjía. El L6. de abrJI
creimos ganada la causa del órden; por prImera vez
la guardia nacional encontró en su union, un reducto
invencible contra la anarquía; fué un acontecimiento,
un grande acontecimiento. Cuanto tiempo
hemos vivido, por cuanto tiempo hemos gozado
de tal victoria.? Un mes ménos de un mes. El
15 de mayo fué invadida la Asamblea Nacional;
el país es tu vo una vez ~as á dos dedos del precipicio.
Despues de la Jornada del l~ de may?,
gritamos por segund~ vez 9-ue la patna se habla
salvado' La bandera rOJa ha Sido vencIda por segunda
vez· lo~ autores de la insurreccion estaban arresta ..
dos 'y encerrado~ en el castillo, de Vjn.cennes? qu~
podiamos temer de la anarqula ~ecapltada y PrIvada
de sus jefes? Lo que temamos que temer,
10 hemos vist~ en las terribles jornaclas que acaban
de espantar á la Francia y á la Eur~pa. Esla
vez el reposo duró un mes y algunos dlas. Enfi~,
]a patria se ha salvado por tercera vez. Hace seIS
dias que vi vimos del resultado de esta nueva prueba,
prueba que tan caro nos cuesta, que ha hecho c~rrer
un rio de sangre entre nosotros y que por tal h~u lo
querriamos sincera~ente conocerla, .como 1,: última
de las impuestas a nuestro desgraCIado pal~. Lo
querrá la Providencia?
Querem03 reconocer que esta vez la situacion se
presenta bajo auspicios mas consoladores q~e despues
delas crísis precedentes; ella ofrece garantlas ~u~ no
existian despues de las jornadas de 16 de abnl, 1 15
de mayo. Hallamos tales garantías en la eleccion de
Jos hombres que acaban de tomar el timon de los
negocios. Por pr~mera vez, desde el 24 de febrero,
el poder ha salido de las manos que durante cuatro
meses hicieron de él un uso tan funesto. Es
un hecho que debe consignarse y en el cual puede
verse la prenda de una era verdaderamente nueva.
Casi todos los hombres que hacen parte del
nuevo gobierno, son c~nocidos po~ sus h.onrosos p~~cedentel!!;
su consagracJOn y sus mtenclOnes patnoticas
no pueden revocarse á duda. ¿ Pero las bue_
nas mtenciones bastarán en las gra ves ci rcunstancias
en que está colocado el país Pj ellos reunirán á la
consagracion la resolucion, la energía: la firmeza, la
pers.eve:ancia, todas !as. altas cuahdades y grandes
insplraclOnes que son mdIspensables para llevar al cabo
la mision que se les ha impuesto? Hé aquí
nuestra inquietud.
•
EL CONSTITUCIONAL
Leyes relativas á los Clubs Y á la prensa.
Las palabras firmes y resueltas que M. Senard
pronunció ayer á nombre del Gobiernol presentando
las leyes relativas á los clubs y á ias prensas, han
reanimado la confianza y h,échola subir de 1. fr. y
el 3 °70' á 2 fr. 25 Y al 5 67,0.. •
Rai en este momento dos mfluenclas que obran
á su turno sobre el espíritu público, reanimando
ó debilitando la esperanza en los corazones. Miént
ras que la Asamblea y el Gobiemo apoyando su
I fuer/.a en la cooperacion de los hombr~s de bien,
tratan de afirmar el órden y de comunIcar. a~ trabajo
una fecunda actividad, por el restableclmlento
de la seguridad; los ajita.lores se empeñan en ~an-tener
por medio de sus tentativas á de sus. crll"~enes,
la anciedad en Paris, á fin de q~e la iDqUletud
continúe, crezca la miseria y ~.:lqUlcra .. mas en.
sanche el desórden. Es á este paJ't:do de aJltadores,
que hemos llamado partido de miseria y de ham~re.
El funda todos sus ojiosos cálculos en la rluraclOn
del ecseso de la deso-racia pública. Renaciendo la
prosperidad queJaria ~onc.lenado á la impotencia.
Así, no hai designio por mons~ruoso qu~ sea, que
estos trastornaJo res encarnizados no lo admItan y ('.onciban.
Ya se trata de organiz lr un grande asesinato.-
No contentos con hacer fuego, á la vuelta de
las esquinas, sobre alguu guardia nacional, .algun
guarJia movible ó soldado descuidado y aIslado,
ellos se proponian, segun se dice, degollar los representantes
del pu eblo, en sus domicilios .. Ahor<:tla
cuestion es de máquinas infernales y de InccndlO~.,
las canteras, las cloacas y minas escavadas es presamente
debian recibir grandes ftepósitos d~ pólvora,
y P;l,is sorprendida por nu~erosas esp loslOnes caeria
facílm eute en manos de los facciosos y saqueadores:
el engaño es aun mas ecsecrable. Se
efectuaria un asalto en las pensiones y conventos,
los jóvenes de ámbos sexos que se encontrasen en
ellos, caerian en manos de los insurrectos que los
tendrían como en rehenes y en cambio de los cuales
ellos eXljirán primero la libertad de los prisioneros
detemdos y en sf.guida la capitutacion financiera
y política, que quisieran imponer.
D enunciar tales proyectos I:;S decir que la auto·
ridad. está prevenida~ que las casas de educacíon son
el objeto de una vlj ilancia y proteccion particulares,
que cada una de esas monstruosas é irrezal~able s
invenciones provoca medidas inmediatas y re(lobla
la vijilancia.
Por otra parte, cuanto mas abominable sea el
complot, mas disgusto y horror inspirará á lo~ que
sean invitados el tornar parte en él, y mas reducido
será el número de los ajitadores. Se hablaba
tambien hoi de un complot ménos violento para
inqui etar á Paris y perpetuar la mi:;eria.
Se trataba de formar una columna de treinta 6
cuarenta mil person:l"', si era posible, y dirijirlas
un día de estos hácIa la Asamblea para pedir pan
Ó balazos: esta serí:1 la contraseña.
La respuesta está dada en los socorros que el
Estado distribuye á los obreros de los antig uos talleres
nacionales por medio de los a lcaldes, en los que
se votan todos los dias para reanimar el trabajo;
en los inCé'santes esfuerzos que la Asamblea y el
Gobierno hacen para reanimar el crédito y por
consiguiente )a industria.
Habria derecho para dp.cir á los peticionarios:
vosotros mismos cooperando como lo haceis á las
manjobras de los enemigos de la Soeiedad y de la
República, destruis la fortuna pública de la cual
quereis vivir; matais el obj eto mismo de vuestros esfuerzos,
el trabajo, os haceis cómplices del partido del
hambre y ]a miseria: que fun ua su ambician en
e1esceso de vuestros sufrimientos.
Los esfuerzos cte los bu enos ciudadanos, la fir_
meza de la Asamblea, y del Gobierno, la inflexible
resolucioll que mostraron, de mantener el árden,
comprimirán y desalentarán esos intentos detestables.
Volverá la confianza y se restablecerá á despecho
de los que quieren destruirla. La divulga_
cion de los sueños desesperados de los malos ciudadanos,
contrIbuirá aun á fortificar la esperanza
de las jentes honradas. Tal estado de cosas imponen
mas que nllnca al Poder Ejecutivo una leal
eneljía, y á la policía, consagracion y capacidad.
:z: e I!
BUENOS-AIRES Y SU GOBIERNO,
Todos los tiempos y todas las circunstancias
han sido buenos para declamar; pero ha llegado
un tiempo y una circunstancia en que la. declallla·
cion puede elevarse con cierto prestijiú fascinador.
j La revolucion franeesa! ¡La revolucion de
Europa en favor de la lilJer"lad! ¡Qué tema tan
precioso para los enemIgos Je todos los gobiernos,
para los descontentos de todos ]os pueblos!
"Que el Jeneral Rosas, se dict>, imite a Jos
soberanos absulutistas de Italia y Alemania, dando
con~titucion y libertad moderada a Bueno~ AiI'es,
y salvará los destinos de ese pais, los suyos propios
y los de tantos individuos comprometidos
en su causa. No es pedir demasiado, el pedir a
un ciudadano que imite el ejemplo de los reyes
en obsequio de la libertad."
El gobierno de Buenos Aires nada t.jene de
comun, ni nada ha tenido nunca con las monarquías
abNolutistas de la Europa. Estas sostenían
el despotismo contra el derecho de los pueblos en
su situacion normal: sofocaban todo impulso lejítimo
de libertad, su poder era tan ilimitado COIDO
terrible; ejercian la venganza s~. ravío, la tira-nía
sin licencia. El r:r • o de en os Aires
ha combatido contra 1 til'anÍ'\ de s facciones
contra el desenfreno a az de los udillos, con:
tra el bandalaje de las campañas, las inva-
-.
siones de potencias est njera' co l . contra
los crímenes de lesa pa r ía; ha ..aI:l .... __ ..,..rr-:::::-::~.
contra el poder monstruos de u
na que tal vez no tiene ejen plo en
historia de las aberracioll _tuun:aiil$
bierno, sin ser "igoroso y fuerte,
política enérjica, se habria perdi don!~~'''~~;';'''' _ '''':;~
que representaba por el voto unáni
bIas: habria coronado la sien del despotismo mas
temible con la guirnalda del triunfo, y la libertad y
la independencia de los pueblos arjentinos habrían
hallado su sepulcro en el choqu.:! tremendo y sin
fin de las armas fraticidas.
Ha siLlo, pues, "un gobierno revoluconario ~n
favor del ól'den y por consio-uiente en ravO!' de )a
libertad. Se cuentan abusos de este gobierno, le
refieren historias de sangre, actos inhumanos de
cruelda,t i Y qué razon ilustrada se deja sorprendpr
por esto? ¿Cual es la revolucion que ha Jlevado
su cursu sin esterrninio? En pueblos a donde la leí
no tiene influjo en las a~ciones d(>l ciudadano; a
donde la ~oral se ha r~laJado; a donde el respeto
a las autOrIdades no eXiste; a donde los ejércitos
pueden mas que las asambleas; á donde el veneno
y el puñal del asesino se declaran armas lej,timas;
á donde se iD\Tentan máquinas infernales para
sorprender con una muerte simulada á los encaro-ados
del poder; á donde ha sido necesario , en fin ,
armar al pueblo, exaltar sus pasiones brutales
hacerlo partícipe de la soberanía y de la autoridad
del gobierno para sOstener los estandartes patrios
contra la ambicion estranjera exitada por la ven~
ganza feroz de las facciones; á donde todo esto
sucede, iPuede hacerse cargos de iJihumanidad á
los encargados del poder~ puede exijírseles una
coustitucion y una ]ei que no es re>1petaua por
los hombres~ Puede deducirse el dpber de entre~
ar el coraz on al puñal del pnemigo, ciego de
Ira y de venganza? Y puede responder ese ~obierno
de las demasías y crueldades de un populacho
exal~ado, á .quien dió accion y prestijio, armas y
coraje la misma revolucion que se encamina? Así
Hernan Cortez, con un corazon maanánimo lleno
de sentimientos jenerosos, tuvo queC>suscrihi~ á los
actos de barbarie ejecutados por una soldadezca
dominante y sedienta de riquezas.
E.I gobierno de Bu~nos Aires ejerció, es verdad,
la dictadura que el IDlsmo pueblo arjentino colocó
en sus manos como un elemento de salvacioll comun.
Esa dictadura, fatdlmente n cesaria, dobló
los fil~s de un despotismo uperior, de una anarquía
estrepIOsa, de un poder militar, omnllnodo que
hacia cortar las cabezas de los hombres' mas
ilustres ~i_n preceder ~tro juicio que (,1 de un jelleral
de ejerCIto c{ue dICe: Yo respondo á la patria
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
2
Merito,-corifiar del pueblo: he aquí el verdadero
requisito.-ELcccion - eleccion directa: he aquí la sola
prueba de tener mérito,-ó de poseer la confianza
ptiblica, que es aun mejor que e l merito, porque es
el mayor de los méritos. Que esta confianza pública
se enflaquece por las ley'-'s de calificaciones
es una consecuencia de lo que en el parr.grafo
anterior quedó probado: nuestra confianza en una
eleccion se enflayuece si, al vulver lo ojos al reoedor
de nosotros, descubrimos personas que á nuestro
ver hubi eran sido mejor elejidas . U na persona
dada, A, está calificada,-pero yo no tengo tanta
confianza e11 A como en B,- pero B no está calificado,
es tiempo de eleccion('s de Presid ente, y B
solo tiene treinta y cuatro años y once meses ... .
j Por la falta de un mes, de una semana, de un dia
de edad, no puedo vota r por quien tiene mi mayor
confianza !-Tampoco td, tampoco aquel, tampoco
el mayol' número •••. El mayor número, que conoce
==y
entre dos pel'sonas,-como últimamente sucedió en
}i~spaña con Isabel y Cárlos,-entónces la guerra
civil se declara: y se declara con el carácter mas
sei'ialado d ferocidad y de permanencia.-¿ Querríase
pues producirla en todos casos? r. _. Dispusierase
que la sucesion á la corona se hiciese por eleccion,
y qu esta ele cion se circun:-icribiese al primojénito
del rei difunto, y al hermano que le ~iguiera inmediatanz
ente en euau: y, con esto, se conseguiría
infali bl mente en cada elecc ion dividir la Sociedad
en dos inmensos bandos; es d ecir, se conseguiría
una guerra civil des pues de cada eleccion y un
tirano despues de cada guerra civil. Ul'l tirano:
porque el ve ncedor no d ejaria de encarnizarse en la
embriag uez del triunfo, eontra todos los que pertenec
ic en al bundo que le fué contrario.-O, como
sucedió con la Rolonia, la Nacion caería bajo la
dominacion del f'stranjero,-lo que sería peor aún.Mas
esta operacion: en última analÍsis, ¿ á qué ,'e
habría reducido? A haber exijido requisitos tar¿
¡fe' te hecho que autorizo. Allí esLl <,,1 horrendo
atentado dc Dorrego ejecutado por Lavalle para
Justificar este aserto. Con esa dictadura, el Gobierno
Arjentino se pone al frente de dos naciones
poder o 'as, quc aprovechándose de. los conflictos
de la patria, pretenden menospreciar su~ fueros
de nacion libre é independiente . Con esa dictadura
obtiene el tri anfo mas espléndido el Gobi erno
. rjcDtino y alza sobre las márjenes del Plata e l
monumento mas eterno de gloria nacional. Los
~ob iernos de la América se apresuran á ~irijir
mancomunado su votos á ese gobierno dLctatoTial,
y los pueblos del orbe entero adm iran e~
heroísmo de las armas al'jentinas. N o sabemos SI
haya conq ui st aoo mas g loria la n a~ ion arjcn ti~a
con sus triunfos en la g uerra de la mdep en~lenc la
que con sus "jctorias sobre las fuerzas combmadas
.de ]a In O'laterra y la Francia,-en esta última y
mal hadada época. ¿I no podrian haber aplicado
á la R pública arjentina las terribles palabras de
Marat cuando se vió atacado por los Girondin s
en la convencion? "j Cincuenta años de anarquía
os f'speran, y no saldreis de ella sino nombrando
un dictador!"
á B, querría á B;- puro la le i que no le conoció
jamús, la lei, que dispuso de B ántes de que B
naciera,-j la lei no quiere á B, y es necesario cumplir
la. lei, y que no sea elejido el qu m~s merece la
confianza de la Nacion !-Lo que hoi suced ió con
B, mañana puede suceder con otro, ó, ~i no mañana,
alguna otra vez •••• La lei, si ri gurosamente
se observara, haría que á un mismo individuo se le
tratara como á estúpido ó como á intelijente, como
fuertes en los elejibles que solo concurriesen en dos personas.
I e t e gobierno, tan calumniado, despues de
vencer en esta guerra interior y e.st ma, con .tanta
gloria para la patria , y despues de haber cImentado
en lo que era posible el órclcn y la paz, camuia
súbitamente su aterradora fuerza en benevo-
1 ncia y amistad para con todos las hombres de
todos los partidos. Hace ya tiempo á que las
persecuciones han cesado, á que los arj entlOo. proscriptos
pueden vol ver iibremente á sus hogares
patrios bajo la g
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~
jorzado en el acto de cometerla 8;a.... ó por algun.a órden
de las que. esté precisamente obligado á obedece?' y ejecutar"
i No prueba esto que nu estros lejisladores
que sancionaron aquel códig~ si ha~ian v.isto ~n la
historia que se habian cometido deh tos tn vzrt.ute
obedientia? Para nosotros no solo prueba esto , smo
tambi en que nuestras leye.s S~II ménos severas ~on
los que en virtud de la obeduncUL cometen un deblo,
que las de los Jesuitas, puesto que estas escusan y
aquellas no; que nuestras le yes se imponen ó por lo
ménos disculpa.n la obediencia hasta en caso de que
para observarla se cometa delito, al paso que las de
los Jesuitas no imponen obligacion oe obedecer
sino cuando la órden sea conforme á la caridad
cristiana. Convenimos sí, en que nadie ha tenido
por santo y bueno el delito que se comete en virtud
de la obediencia de los inferiores no Jesuitas; pero
negamo que los Jesuitas bayan cometido l~s delitos
que dice el Dr. Vanegas enCllent:-a en la hIstOrIa, y
mucho ménos que lo hayan sido en virtud de la
obediencia y que haya habido quien los califique
de acciones buenas y santas. Tal vez será que
nosotros no conocemos la parte de la historia en
que tales nechos se comprueban; ó lo qne es mas
cierto podemos decir con La fennais" Quoi qvhl
en soit, j' OUV1'e l' histoire, j' y vais des accussations,
j' en cherc/¿e les preuves, et ne trouve qu' une justification
e elatante? Abro la historia, dice La Mennais
hablando de los Jesuitas: veo acusaciones: busco las
pruebas; y solo hallo una justifi cacion brillante.
Esperamos pues, que los enemigos de los Jesuitas
se sirvan señalarnos los pasajes históricos en que
ni La Mennais ni nosotros hemos encontrado la
prueba de los delitos ue la Compañía; y hasta que
esto suceda no existe para nosotros el mal ni el
peligro que teme el Dr. Vanegas. "El paclre ~omo
como el rnajistrado) el rnajistrado como el capttan, tunen
derechos definidos, facultctcles conocidas, y consig1úente-
1?ten),e de este carácter participan las obligaciones ó
deberes correlativos que impone el ejercicio de aquellas
facultades y derechos." ¿Se nos negará que las obligaciones
impuestas por la caridad cristiana y por la
conciencia sean definidas? ¿ Habrá cosa mas definida
que el precepto del Evanjelio que manda: que
no se haga á otro lo que no se quiera para sí mismo?
¿ Habrá cosa mas definida que los diez preceptos del
decálogo 1 Nosotros no la encontramos; y si estos
preceptos son la regla de conducta tanto del supe:
rior que manda, como del Jesuita que obedp.ce, y s~
ademas, como ya dejarnos dicho, (-'1 Jesuita esta
sometido como cualquiera otro individuo á las leyes
naturales y civiles ¿ podrá negar alguno que la
obediencia del J esuita está limitada solo á los casos
en que se le mande hacer el bien? " Unos como
otros, c6ntinúa el escrito de que nos ocupamos, tiellen
tambien los indi'viduos que se hallen en semejante categoría
una responsabilidad ~ficaz, positiva, fl'l~cuentemen6e
ante la lei, y siempre ante la sancion moral. Y b1,en:
el Jes7tita se halla en igual caso? N o decimos nosotros;
porque la responsabilidad del Jesuita es mas
eficaz, y mas positiva que la del padre, del capitan,
y del majistrado: tiene como e tos responsabi lidad
delante de la leí: la tiene ánte la sancion moral; y
está ademas ligado por la conci .ncia. El Jesuita
como el ciudadano pueden eluJ ir la sumision 1 'gal:
el ciudadano como el Jesuita pueden despreciar la
sancion moral; pero el Jesuita no puede' desentender
'e de los deberes que la relijion le prescribe y
á que está obligado por sus votos: él no puede por
su obediencia pasiva apartarse de las órdenes de su
su, e 'ior en tanto que sean conformes á la caridad
cristiana; ni ménos evitar la mirada justiciera de
Dio", por cuya mayor honra y gloria acepta todos
los sufrimientos, todos los ultrajes, todas las calum·
nias. Así pues-, ó los Jesuitas trabajan constantemente
por los intereses espirituales, 6 solo se ocupan
ile los intereses mundanos: si lo primero, preciso es
que se les conceda absoluto temor á Dios y á su
justicia, y ciega obediencia á sus preceptos; y si lo
segundo, es necesario convenir en que ademas de
los frenos con quP. la Sociedad detiene á los hombre
en la carrera del mal, Jos Jesuitas tienen que
atender, como dice un célebre escritor, á que
desde el nacimiento de la Compañía, se hallaron con
numerosos enemigos; jamás se vieron libres de elLos, ni
e11 Sl¿ prosperidad y grandeza, ni en su calda, ni despues
de ella; nun-:a cesaron la persecucion , ó ml'jor
diremos, el encarnizamiento. Dtsde que han vuelto á
renacer se les tienen continuamente los ojos encÍ1na, se
'receta que no vuelvan á levant(J"..~e á su antiguo porler;
el esplendor que sobre ellos r~flejan las pájinas de su
brillante historia, Los l/,(lce mas -visibles por lodas partes,
y aumenta La zosobra de los que mas se a1arman con
la fundacion de un coLejio de J eS1átas, que no se alar marian
de una iT1.tpcion de cosacos;" y preciso es
convenir en que por indiferente que un hombre
.sea á las sanciones relijiosas y sociale', no pueue
mi rar con desprecio el enorme Pp.so de las persecuciones
de la envidia y del encarnizamiento ue sus
injustos adversarios. La sancion legal, la moral de
los pueblos, las persecuciones y calumnias y sobre
todo la conciencia, han atado y atarán las manos á
los superiores de la órden para nacer el mal, dejánuo
'ebs libres solo para hacer el bien; y nosotros
cvn vencido: de esto, tenemos el gu to de con venir
('00 el autor del escrito que conte ' tamos, en que
, El Jene'ral de l,1, Orden que todo lo puede hacer cuando
c ,(l,t en g lo rir¿ de Dios y en bien de las almas es el
q ''-e ú ,úm me/~te debe decidir de los eS1Jedientes de q Ile
EL NACIONAL.
sea dable para conseguir tan santos fines/, s u.i~to á
la res~)On.sabiliuad que le exijirá DIOS á quien" debe
cuenta de SIl,S acciones, y á la que le exijirán lo
potentados de la tierra á quienes e$Ü sujeto COn1I)
cualquiera otro individuo. Y supuesto que el Dr.
Vane.:;as ni ga. esto último, nos permitiremos supli~
arl e que recuerde dunde y como murió el Padre
Risci, ultimo Jen eral de la Compañía ánte' de la
e tincion de esta. Si las pa.labras del escrito que
atacamos, y que han sido copiadas ántes no resuelven
claram,~nte la cuestion, sobre á qui(~n toca.
decidir los casos de onediencia, séanos permitido
volver á preguntar ¿ qui ' n decide entre el padre
que manda y el hiju que debe obediencia; pntre el
majistrado y el ciud:luano; entre el capit n y el
soldado?
Supuso el Dr. Vanegas todo lo que un Jeneral
de la Compa.ñía podria. hacer en perjuicio de los
Estados atendida la ciega obediencia que le prestan
los J esui ta. ; y nosotros aun conviniendo en que
aquella obedi encia pudiese servir para úbligal"los á
hacer el mal demostramos que tal suposicion envolvia
una imposibilidad de sentido comun, y daua
un resultado que el mismo Sr. Vanegas calificó
de ridículo, sin que ahora nos haya csplicado como
podia ser rigorosamente lójico, segun lo llamó eu
su primer escrito. Este ha sido e l moti vo de la
esplicacion hecha acerca de las di,-ersas clases de
imposibilidad.
Interpelamos at Dr. Vanegas sobre si los Jesuitas
prestaban ó no servicios interesantes en lu instruccion
secundaria, y él nos contesta que no solo cree que
no prestan servicios importantes sino "que tan importante
y delicada mision es desempeñada por ellos de
una mauera incontinenti, perjudicial yaun peligrosa."
Las razones en qne funda su opioion, si no nos
equivocamos son las siguientes: 1.a que no ;(puecle
comprenderse que hombres que han h~cko voto solemne
de lJobTeza sean los mas adecuados para fonnr¿í' jóvenes
para el tmbo,jo qu.e les da la 1'iqueza:" 2.a que haciendo
voto solemne de castiJad no pueden educar
jóvenes "adp.cuados para el matrimonio que pl'odulce
moralidad" y 3.° que haciendo voto solemne de
obediencia no pueden educar Jóvenes "adecuados pam
la RepúhLica que no quiere obediencia pa·siva:'· y continúa
diciendo "el qu,e pTeclica la pobnza como 1/,n bien,
debe mirar la 1'iqueza como un 1nctl: el que predica la
castidad como una virtud, debe sor ad verso á los vínculos
conyugales: el que pmdica la obediencia pasiva
como un precepto dIvino, escluye la dignidad
del hombre en sociedad. Para resolver estas cuestiones
es preciso hacer una distincion que no se ha
tenido en cuenta, y es: que hai una gran diferencia
entre hacer los votos q ne hacen los J esuitas y deGlas
relij iosos, y predi car á los que VlVen en el mu ndo
qu ~ haean los mismos vo . E:rbien sabido queno
son las mismas las obligaciones que tienen todos los
hombres en sus diferentes condiciones sociales. Así,
no son los mismos los uebcres del célibe que del casauo
ni los de este que los del sacerdote. Cada uno tiene
los suyos bien determinados, y el Jesuita como todos
los sacernote5, católicos predica quo todos clel)en cumplir
los deberl:s de su respectivo estaJo, y sobre esto
no tiene ni mas ni ménos que lo que en ca,Ja uno
de ello", prescrIbe el ejemplo. Tan cierto es esto,
que nosotros le hemos oido varias vecos p;'edicar
sobre los deberes de los ricos, de los pobrr.s, de los
Célibes, de los casados &. &. Respecto dc la r broza
dicen ellos: que el que ha h ocho voto esprpso Jo
oRta virtud está obligado á cu mplirlo rigurosnmentr:,
y como los quo tal hacen son los qlie aspirando el la
pprfeccion evanjélica se han alejado del mundo
para conseguirla, solo a esos les predica n en todo su
rigor; pero en e ~to corno en to.1o lo demas sig'lIcn la
sabia mbima de su fun(laclor, que aconsejaba tener
en cuenta en todo ca-;o los tiempos, lug'arcs y
circunstancias. Por lo tanto la pobreza ({ue pres
criben á los que viven en el siglo, ps aquella de que
habló Jesucristo cmmdo dijo:-"I3ienavcnturados los
pobres de espíritu &." entendiéndose por pobres de
esp.ritu, como todos los católicos sabemos, los que
no tienen su corazon tan apegado á las riquezas,
que por a 'lquirirlas ó conservarlas sean capaces ele
faltará sus deberes yquesede prondan deella::,p¡ua
hacer bien á sus hermanos necr'sitados; y esto léjos
de proscribir el trabajo se concilia mui bien cún el
amor á él, prueba de ello es que los pueblos de la
Nueva Granacia donde resid en aquellos padres; y
los mismos Jesuitas ¿no dan ci ejemplo de una consagracion
á los deberes que les impone su 't'stado,
viviendo C'.ontinuamente ocupados en las penosa~
tal' a:$ que tienen que desempeñar como maestros y
misioneros? Responde por nosotlos Voltaire que el
7 de febrero de 1846 e cribió "Durante 7 años que
he vivido en una casa de Jesuitas ¿ qué he Visto
entre ellos ? la vida mas laboriosa y la mas frugal:
todas sus horas divididas entre los cuidados que nos
prodigaban y los ejercicios de su austera profesifln.
Atestiguo esto con millares de hombres educados con
migo ~Es por esto que no ceso de admirarme de
que pueda acusárselcs de enseñar una moral corruptora."
Respecto de la castidad, sin dejar de predicar y
practicar esta virtuellos que han hecho vot.o esprl'SO
de ello, predican tambicn que es santo el matrimonio;
PUijS jamas han e tado ell pugna la ca~{i,:a'¡ y el
estado conyuaal. Al contrario es bien sabiJo, que en
los pueblos donde reina el llbertillaj e, los matrimonios
son· mucho mU8 raro::!, pUl'S el matrimonio !lO es en
3
nue tro concepto causa de la moralidad, como dice
el Dr. Vancgns, sino su efecto: y él no es incompatible
con la castidad. En cuanto á los célibes que
no signen el estado l' lijioso, si quieren observar los
preceptos del cri:,tian ismo no es~a n mé) os obligados
á ser rigorosamente ca tos, que los J esui tas y dernas
eclcsiá ticos. Tambien poclemos preg-llntar aquí
¿se casan ménos en los pueblos donde exi~ten J esuitas?
Todo lo contrario; pues bien saben ellos que no
todos los hombres estan organizados de la miRma
manera, ni todos tienen la fuerza ele volundad necesaria,
para observar una rigorosa castidad; y á
esto, aconsejan el mu.trimonio. Pudiéramos, si fuera
necesario, cimr hecho que así lo comprueban.
En fin: aunque parece que lo que ántes hemos
dIcho sobre la obeditmcia manifiesta mui claramente
y'lle nada tinne la República que temer por el voto
que dc aqllella hacen los J esuitas, añadiremos: que
este voto lo mismo que los anteriores solo es obligatorio
para los relijio~os que se someten á él, y que
jamas lo cxijcn á los que viven en el siglo. Sostenemos
ademas, que aun cuando así fuera, tampoco
habría motivo de temor alguno, pues como ya dejamos
probado, o siendo obligatorio el voto de obediencia
sino en cuanto sea conforme á la caridad cristiana,
no solo no puede ser petjudicial bajo ninguna forma
de gobie l'I10 , sino que por el contrario sería útil en
eualquiera de ellas. No dejamos de estrañar que se
ata.q ue á los J esu itas como peligrosos bajo este aspecto
para las Repúblicas, cuando los hemos visto atacar
tantas veces dicienJo que son peligrosos para los
monarcas, infinidad de escritos se han publicado por
los enemigos de los Jesuitas, tratando de probar en
cl l08 que eran malos porque sus ideas eran conforme
á la democrácia. D e aquí han venido las imputaciones
hechas á estos padres de que predicaban el
rejicidio, y aconsejaban la sedicion. El antijesuitísmo
ha llamado a los hijos de San Ignacio de Loyola,unas
veces avarientos y codiciosos, otras sectarios y sostenedores
de la absoluta pobreza; ·otras veces turbulentos y
sedlciosos¡ y algunos por el contrario los ha pintado
predicando á los h0mbres de todos los estados la sumision
absoluta, incompatible con la dig'oidad republicana;
al antijesuitismo pues tan constante en sus
conlrauiccibnes decimos con el gran Bossuct: tu varias
la ver ad no varia; luego tu no eres la verdad.
R t'specto de enseñanza no está tampoco de acuerdo
el Dr. Vanegas con Federico II, quien declaró que
no conocía ni mejores sacerciotes, ni mejm'es profesores;
ni con Enrrique IV, que dIjo ablando de. los Jesuitas:
"La UrtÍve'l"sidad se les ha opuesto; pero Ita sido por
que lo l¿acicm mejor qUle los ot1'OS, como lo 'Prueba la
afluencia de escnla?"es que tenian en sus colejios,ó porque
estos no estaban incorporados á la Universidad;" ni con
La Mennais que dijo: "t, Quién los ha reemplazado e1lo
n?testros púlpitos; quién los- reemplaza1'á en nuestros
colejios? i QI¿ién se q[recerá en lugaT de ellos para
llevar la fé y la civiLizacion, con el amor del nombre
jrc¿nces á las selvas de América Ó á las vastas rejiones
del Asia, tantas veces regadas con su sang1'e?
La propuesta qlle hace el Dr. Vanegas sobre eliminacion
de los colejius de misiones, es enteramente
inadmisible, ann atendidas las ideas de los enemigos
de los J esuitas; porque hasta ahora nadie ha dudado
ele la utilidad de tales colcjios, y ni aun sospechas
se han propuesto, de que eJJos sean p rjudiciales á
la ~acion. El medio indicado de que se trasladen
los eJucanllos de dichos colejios á las casas de euucacion
rejentadas por profe~ores no jesuItas, manifi
esta que se quiso hablar de los que ti nen los padres
en algunos puntes de la Repúbli~~; porque no comprendemos
como podrjan educar mlSloneros los demns
profesores de ,que se habla. ~iendo e to cierto la
propuesta hecha equivale á que ¡;;e supriman algunas
casas de educacíon, yesto en el actual estado de la
República no df'be ni aun profiúnerse. Insistimos,
pues, en las bases do nuestra transacion, paTa poder
pp.dir que los Jesuitas mm devueltos á los paises de
donde vinieron¡ porque harlan notable falta los
establecitnientos que estan á cargo de estos padres
y solo podremos prescindir de ellos habiendo quien
los r ernplazca n la enseñanza. Jamas h mos creido
q lle la edllcacion se haya encaniJando entre nosotros
en un éstado bnllante, ni creemos que ahora, uceda
esto. Lo que sí sostenemos es que va mejorando y
que los pr ceptore<: jesui tas ~()ntrjbuyen notablemente
á esta mejora. Vengan otros individuo co.n la aptitud
y cualidades necesarias para sustituirlos: encar·
guense de los colejios que están á cargo de los padres
con las mismas condiciones con que sto s los sirven,
v nosotros no ha!laremos dificultad alguna para con'
venir en que es indiferente que sean unos ú otros los
y ue proporcionan á la RepúbJica una parte del bien
de que hoi el isfruta.
Si F ederico II, Henrique IV, y La MO\1nais creyeron
que los jesuitas eran los mejores prot"sores: si
la U DI versidad de Paris los aborrecía, porque sus
colejios eran llwjores qne ella, y si no habia quien
los reemplazara en los colcjios de Francia, siendo
este un pais que sino va ála vanguardia de la civilizacion
del mundo, por lo ménos anda mui cen'a
¿ qué estraño es que no:"otros creamos que en la
Nueva Granada en que hai tan poc.os hombres que
puedan desempenar debidamente las funciones de
prece ptores, los Jesuitas son necesarios para prestar
este importante s rvicio? Y creemos que predso
es que se rtesconozca absofutamente la historia de todos
los paisps del mundo; y se cierren los ojos pora no ver
lo q1lC cnseiIa lu csperienc;ia; para drcir lo contrario.
Hespecto delP,lraguui nos contentarelllO.3 'on Han ar
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
la atencion sobre lo que en el ;artículo Lasjinanzas
y los Jesuita!J publicado en el número 16 de El
Nacional se dijo sobre esta materia si hubiere alg unas
objeciones que hacer á lo que así se dice, tendremos
el gusto de contestar á el las.
Sabemos que D' Alembert fué enemigo de los
Jesuitas: que él mismo se gloriaba de ser uno de los
que mas contribuyera á la estincion de su órden; y
por lo mismo que sabiamos esto lo citamos en la
cuestion del Paraguai; porque á nadie se oculta que
cuando el enemigo encarnizado hace elojios, no queda
duda alguna sobre lo merecido de ellos. Satisfacemos
pues, gustosos lqs deseos del Sr. Vanegas insertando
lo que el citado D' Alembert dijo, en su opúsculo sobre
la destruccion de los J esuitas. "Los J esuitas adquirieron
en el P aragttai una autoridad monárquica f undada
solamente, segun se dice, en la persuacion y en la dulzura
de su gobierno; sobe'ranos en aquel va~to país se
asegura que hÍcieron felices á los pueblos que les obedecían
y que al fin lo sometieron sin emplear la violencia
el cuidado con que evitaron la entrada de los estranjeros
ha impedido que se conozcan los detalles de su singular
administrado,,; pero lo poco que se ha podido descubrir
hace su elojío."
Sin embargo de que mucho mas podria decirse
sobre las materias que ántes hemos tratado, lo espu esto
nos parece suficiente para contestar el artículo á que
este se refiere; pero si su autor ó cualquier otro tu viere
algunas nuevas observaciones que hacer tendremos
el gusto de responder á ella~. B. y B.
. ...
UNA REGLA DE BUEN VIVIR.
Los hombres preocupados contra una parte de sus
semejantes, los fanáticos políticos que á manera de
los locos no abandonan su tema, siguen siempre
adelante en la carrera de la persecucion que una vez
emprendieron, y no quedan satisfechos hasta no presenciar
con ojos inhumanos el esterminio de aquellos
individuos á quienes profesan sempiternamente ódio
y mala voluntad, y su aborrecimiento lo llevan aun
mas allá de la tumba. Nada hai que estrañar en
este mundo: el mismo hombre es el enemigo mortal
del hombre.
Los que hablan y escriben contra los virtuosos
hijos de San Ignacio, porque tienen llena la cabeza
con los cuentos que han leido en algunas novelas,
no al egan otra razon para proclamar su, esterminio
que el haber sido malos y perversos algunos Jesuitas
en los tiempos pasados, segun dicen sus enemigos,
y que es necesario acabar con todos los presentes sin
piedad ni misericordia. ¡Qué lójica tan disparatada!
i qué raciocinio tan torcido! Si tales caprichos debieran~
llevarse á ejecucion, tambien seria indispensable
sacar por consecuencia que es convincente destruir
todo el jénero humano, porque ha habido, hai y habrá
hombres malos y perve rsos~ y no debe entónces
tener lugar aquella disttncion de que habla la parábola
de la zizaña, sino que han de pagar ig ualmente
justos por pecadores.
Al escritor del Sig lo, por ejemplo, nadie podrá
hacerlo variar de opinion en su tema de maldecir
á los virtuo!'lOS padres j esuitas, ni despreocupado de
sus antipatías, ni convenc.erJo de la sinrazon con que
procede, porque tendrá la testa dura; pero tampoco
conseguirá infundir á otros las mismas ideas de persecucion
que lo dominan eontra los que llama sectarios
de Loyola. Un consejo sí le damos al Sr. del Siglo
de oro, como regla de buen vivir; y es: que deje á
cada uno seguir libremente sus opiniones buellas ó
malas, y que desista de la pretension de que Jos
demas adopten su modo de pensar en todo y para todo:
que no llame hombres, sin f é en el alma, ni caridad
en el corazon á los que conservando su independencia
natural de los antojos ajenos, juzgan de las cosas y
de los hechos con imparcialidad y tolerancia, y no
se ahstan entre los perseguidores de unos padres, que
á nadie hacen mal, porque sus sentimientos son mas
caritativos y humanos; y que si ha guardado otras
razones que las espuestas y mil veces repetidas para
justificar su opinlon, nos las descubra incontinenti,
si no se ha cansado de escribir sobre la materja que
ya creemos agotada,pues suponen.os acá entre nos, que
los adversarios de la compañía habrán buscado y
rebuscado, leido y releido cuantos libros viejos han
considerado conduce ntes á su obj eto.
El escritor á quien nos referimos, parece que al
principio se cubrió con un lijero velo de hIpocresía
aparentando toleran cia,y de golpe echó por la calle de
en medio, como una furia, y manifestó que no tiene
mucha caridad en el COr:lzon respecto de aquellos
que no se adhieren ciegamente á su modo de pensar,
aunque sea el descubridor de los secretos y de !as
curiosidades de Cobden. L os padres Jesuitas en lugar
de hacerle daño, estamos seguros que se ocuparán
en rogar á Dios por él; pues tenemos la íntima conviccion
de que son humildes, deslnteresados, virtuosos
caritativos y pacientes, pésele á quien le pesare; en la
intelijencia de que no somos fanáticos ni resadores,
sino al contrario, muí tolerantes con todas las opiniones,
prácticas, creencias, comunidades y congregaciones
relij iosas. - Un liberal sin pretensiones.
Di~grafía de M. de Gháteaubriand.
Nació en Saint-Malo en 1769 , el mismo año en
que nacieron Napoleon y Walter-S ectt, si se ha de
créer -á la mayor parte de los biógrafos, y en 1768
EL NACIONAL.
segun la version del autor de los contemporáneos
ilustres; Cháteaubriand dejó la Bretaña en 1789
para ir á Paris con su despacho de subteniente del
rejimiento de Navarra.
Su primer ensayo fué un idilio bastante débil;
las musas no parecian sonreide; el gran j enio que
debia ilustrar las letras modernas partió para los
EE. UU, con el fin de tratar de descubrir un
nuevo paso á bs Indias, por el Nordeste de América.
Despues de haberse inclinado delantp. del grande
W ashington, el poeta comenzó sus peregrinac iones
por las flo restas americanas-Allí fué que supo la
fu ga de Luis XVI y la emigracion ; dejó el Ni ágara
para volver al campo del ejército de Condé; herido
el joven emigrauo, se fué á Londres y vivió alli
en la miseria cerca de siete años, h aciendo traduccion~
s y dando lecciones de fran ces. En aquella
época fué que escribió su Ensayo sobre las revoluciones,
libro curioso por la amargura y escepticismo
que se nota en él
Poco tiempo despues, Chateaubriand convertido
por la muerte de Sil madre, y su hermana, escrit,ió,
como espiacIOll de aquel EnsayoelJenio del Cristianismo.
Tales fu eron los primeros años de este o-ran jenio.
Sabida es la oposicion qu e, cuandoo er. ~. 800
volvió á Francia, hizo al glorio'io déspota que
golle rnaba ent6nces.
Conocidos son los nuevos viaj es que emprendió,
sus correrías por Italia, Grecia, y J erusalen. Se
sabe tambi en el papel que hizo como hombre politico
durante la restauracion.
Hácia el año de 1825, Chateaubriand abandonó
la defensa de lo pasado para adoptar la causa del
porve nir; vino á ser uno de los mas firm es apoyos de
las libert:ld es polít icas Se convirtió á la libertad ca ·
mo se habia co nv ertido á la relijion alg unos años ántes.
D 'spues de la revolucion ele julio, como no creia
en las promesas hechas á la libertad por el programa
de l'Hotel-de-Vilie, el sublime cortesano de la desgracia
vi vió retirado; apénas veía alg unos amigo~i
pero no cesó de trabajar ni un instante. Este jénio admira
ble y fecundo tenia necesiJad de pensar siempre.
A1'I ALOJJ:A
DE LOS ACONTECIMIENTOS Y CIRCUNSTANCIAS QUE HAN PRECEDIDO Y SEGUIDO Á LA CAlDA DE C Á RLOS X,
y DE LUIS FELIPE 1.0
1.0 El Duque de Berry, hijo de Carlos X.
2.° Se casa con una princesa estranj era (Siciliana).
3.° De este matrimonio nace un heredero de la
corona, el duque de Burdeos.
k4.0 Su padre, el duque de Berry, muere asesinado .
5.° El 13 de febrero de 1820.
6.° En el año que precede á la caida de Carlos X,
(1829) el pan sube al alto precio de 1 franco
y 5 céntimos.
7. o El frio rigoroso que se esperimenta en el invierno
de 1839 á 1830, conjela el Sena en Paris.
8.° La marcha retrógrada del Gobierno á despecho
de grandes esperanzas, estimula á los verdaderos
realistas á dirijirle consejos sobre la
crísis que se prepara.
9.0 Estos consejos son despreciados por el poder.
10. "Si manejos c'ulpables suscitan á mi Gobierno
obstáculos que no puedo, ni quiero preveer, yo
encontraré la fuerza para supera'rlos." (Est1'acto
del discurso de la corona en 1830) .
11. Estas palabras acerbas dan lugar á la protesta
de 221 diputados.
12. Toma de Arjel y del Df'y.
13. Ordenanzas del 25 de jUlio que anulan la li.
bertad de la prensa.
14. El lúnes por la tarde, estas ordenanzas dan
lugar á reuniones en donde se leen y se comentan
en alta voz los diarios. E tas reuniones
son una especie de preludio para la revolucion
que debia estallar al dia siguiente .
15. Se hace la revolucion contra estas ordenanzas,
y el poder cae en manos de los insurjentes.
16. El combate dura tres dias, el 27, 28 Y 29 de
julio de 1830.
17. Comenzando el mártes y acabando el jué ves.
18. El pueblo obtiene la victoria sobre las armas
reales.
19. La gendarmería es la primera que se presenta
al combate, y sucumbe.
20. Ella es licenciada.
21. La inviolabilidad . proclamada en la carta de
1814, viene á ser una burla.
22. Carlos X. es destronado á la edad de 74 años.
23. En julio,mes de la muerte del duque de Odeans.
24. Abdica en favor de su nieto, el duque de
Burdeos, de edad de 10 años.
25. El duque de Burdeos es presentado como Rei.
26. y es rechazado, dándose por respuesta que es
demasiado tarde.
27. Un Gobierno provisorio se establece despues
de la revoluciono
28. La familia real se vé obligada á dejar el suelo
de Francia.
29. De que ella se separa á cortas jornadas: acompañada
de muchos miles de guardias reales,
de un gran número de amigos )' fieles servidores,
así como tambien de tres comisionados
del Gobierno provisorio, quienes, la mayor
parte d{'rramaron lágrimas al separarse. Ella
se embarca en Cherbonrg el 16 de agosto
de 1830.
30. Ella adopta á Inglaterra por pais de destierro.
31. Carlos X. al poner allí el pié, derrama lágrimas
al verse en aquella tierra.
32. La temperatura, en el momento de la revolucion,
era mui alta. (36 grados centígrados).
33. Algunos dias despues se rompe una tempestad
espantosa acompañada de relámpagos y truenos.
34. Son acusados los ministros de Carlos X.
35. El jefe de la familia muere en tierra estranjera.
1.0 El Duque de OrIea ns, hijo de Luis Felipe .
2 .° Se casa con una princesa estranjera (Mecklamburguesa)
.
3.0 De este matr imonio nace un here
Citación recomendada (normas APA)
"El Nacional - N. 17", -:-, 1848. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3688332/), el día 2025-05-09.