BOLETIN ~IILITAR DE COLOMBIA
Organo del Ministerio de 1
Guerra y del Ejército F. J. VERGARA Y V.
Son colaboradores de este periódico los + General de Ingenieros, Miembro de
Jefes y Oficiales del Ejército f varias Sociedades Cientificas
D1rem:.cr ad honorem
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Boletín Mz·h·tar
Hace un año resonaban en toda la extensión del
sangriento campo de PALONEGRO las dianas de la victoria,
y el gallardo Jefe que dio allí el golpe de tnuerte
á la Revolución, se preparaba para volar á do-nde fuera
necesano.
La batalla de PALO EGRO, que no tiene antecedentes
en la historia tnilitar, no fue, con1o algunos pdclieran
creerlo, el choque de dos n1asas de ejército encontradas
por el azar de los sucesos; fue un combate previsto
por el Jefe legitimista; un hecho de arn1as en que
merced á grandes n1ovin1.ientos estratégicos, Pinzón
obligó á su contrario á que n1icliera con él las arn1as.
La n1archa paralela hacia Bucaratnanga, así como
la retirada de Tundan1a en 1895, son de aquellos nlO·
vimiento:> que no se ejecutan sino cuando el que los
ordena tiene la intuición del genio.
Hoy que el país entero asiste á la Peregrinación
que los conservadores de la capital han organizado
á la tumba del ntodesto soldado, gloria de Colombia
y de nuestra raza, al ponerno;:, en contacto con
el espíritu inn1ortal del héroe, aprendamos á practicar
las virtudes que adornaron al muerto ilustre, y
como é1, dediquemos todos nuestros esfuerzos á la
consolidación de la paz, que es la salvación de la Re-
.J>ública.
R. J. T.
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Bolet{~t Jlfilitar
m:tiJeial
PALONEGRO
UN EPISODIO DE LA INMORTAL JORNADA:
LAS FATIGAS DE LA 4.• DIVISIÓN
RepúbHca de Colombz"a Ejérdto Nadonal-Estado Mayor de la 4· •
Dzvz'Szon del Ejérczlo del Norte-Bogotá, 6 de Marzo de I90I
Sr. Ministro de Guerra-P.
En cumplimiento de la circular que S. S. ha tenido á bien remitir
á este Estado Mayor, á fin de que se pueda reunir el mayor
número de dato sobre los movimientos y operaciones ejecutados
por las Divisiones del Ejército del Norte en cada uno de los días
de la memorable batalla de PALo .. EGRO, tengo el honor de enviar
á . copia de los apuntamientos que se hicieron durante los días
de dicha batalla.
DlA 1 1 DE MAYO DE rgoo- la 10 a. m. de este día recibí orden
para pon r en marcha la División en dirección á Río de Oro
por la vía ele Cuymmia. En el tr-ayecto de Bucaraman()"'a á aquel
punto, r cibí orden de subir con la ivi ión * á PALO · F iRO por los
catpinos d e El 1í"rabuzón. y La Ra Ira, I or aber e que icho punto
estaba ya ocupado por fuerzas del obierno. o oh tante, se resolvió
no exponer la División sin tener perfecto conocimiento de la
verdad de tales noticias, y con tal objeto se hizo alto en la banda
derecha del río, y se mandó una descubierta con el fin de averiguar
si era cierta la ocupación de PALONEGRO. Esta de cubierta, á
órdenes del entonces argento Mayor Urbano Castellanos, llegó
á una cuadra abajo de la casa de Venlaquemada. En aquel punto
desplegó el pabellón tricolor y dio el toque de corneta convenido
para el reconocimiento, .el cual fue contestado por las fuerzas del
enemigo, teniendo que regresar la citada comisión y repasar el
río, con el convencimiento de que PALO~"EGRO estaba ocupado por
• Fuerza de la 4.• División (en Pamplona, antes de pasar el páramo):
Hernández.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Rifles número 1.0 . ........ ...... ...... ••••••... ...... ....... .. ......•.••••••• 22~
Rifles número 2. 0 .•. •••.•. ... ......... ....................... ............... 242
Santander número 2.0 ...................................................... 143
Ayacucho............................................................ ......... 260
Santander número 1.0 ........................... ......................... .. 212
Soto............................................................................. 165
Pichincha ............................................. •••••••••............... 226
1,576
Peña Solano ..................• , , .....•... , . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ••• • . . . •. 120
N. del D.
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ÓJÓ B()/etf?¡ Mt'IZ:tay
fuerzas del enemigo. A las 3 p. m. se incorporó á la División la
nombrada comisión, y al mismo tiempo llegó á la casa de Río de
Oro, donde se hallaba el Batallón Soto de vanguardia de la División,
el Sr. General Próspero Pinzón, Comandante en Jefe del Ejér-cito,
y se puso en su conocimiento lo ocurrido. Ordenó se tomaran
posiciones á este lado del río con parte de la División, y tres Batallones
de ella contramarcharon á pernoctar en el llano de Cuyamzla.
Se ordenó que los Batallones Rifles I. 0
, Santander número I. 0 y
Hernández hicieran este movimiento á las 6 p. m. A las 7 p. m. se
recibió orden de hacer marchar estos tres Cuerpos hacia el alto
de PALONEGRO por la vía de Cllúmtd, en apoyo de la 2 .• Divú·ión y
de la Divz'sz'ón Canal, que desde las 4 p. m. se batían con el enemigo
por aquel lado; é inmediatamente fue cumplida tal orden, poniéndose
en marcha dichos Batallones á órdenes del General Clímaco
Ortiz, Comandante general de la I .• Brigada de la División. El
Batall(n Rifles número I. 0 fue al campo de batalla comandado por
su 2.0 Jefe, Teniente Coronel Francisco Ordóñez N., habiendo dejado
de presentarse el primer Jefe Coronel Julio Neira, dejando
así abandonado su Cuerpo y permaneciendo en Bucaramanga sin
motivo ju-tificable. Los otro dos Batallones fueron conducidos al
combate por sus corre pondientes Jefes, Coroneles Ildefonso L. de
Guevara y Leoncio B. Atuesta, re pectivamente. A las 8 p. m. se
ordenó al entonces Sargento Mayor Urbano Castellanos C., Ayudante
del E tado Mayor de la División, pasar el río con dos Compañías
dc.l Batallón .S'oto y u 2. 0 Jefe, argento Mayor Teodoro
García, e n orden de avanzar por el camino de 1't·rabuzón hasta
donde fuera posible, y tirotear al enemigo para impedir que continuara
esa noche atacando la · Divisiones que coml atían por "' l
alto de Girón en dirección á P LO. EGRO. Este movimiento, ejecutado
inmediatamente, dio el re ultado que se de eaba, pues al
momento cesaron los fuegos por aquel lado, y las dos Compañías
reg:-esaron, uniéndose á su Batallón á la 1 a. m. del día 12.
En ste día, á las 8 a. m., se recibió orden de pasar el río y atacar
al enemigo por ese flanco, haciendo amagos de subir á la cordillera
por los caminos de El Z'z'rabuzón y La Rastra. En cumplimiento
de esta orden el Batallón Soto, comandado por su 2. 0 Jefe, Sargento
Mayor Teodoro Garda, pasó el rfo, y desplegado por compañías
en línea de batalla, principió el avance por el camino de 7í'rabuzón,
y aunque dominado por Jos fuegos del enemigo, extendió su línea
desde este punto hasta la segunda cuchilla á la izquierda del camino,
pasando por la casa nueva de D. David Puyana, sosteniendo
los fuegos en ese punto todo el día y la noche. En la misma hora
vadeó el río el Batallón Ayacuclw, yendo á la cabeza su sereno Jefe,
Coronel Isaac Guevara, y avanzó formando su línea de batalla
desde el camino de La Rastra sobre la izquierda y derecha en una
extensión de cuatro cuadras, más de siete cuadras arriba del río,
en dirección á la cordillera, hasta donde el terreno lo permitía, y
tomando posiciones convenientes sostuvo los fuegos todo el día y la
noche. A las 12 m. pasó el río el Batallón Rzf/es número 2.0 de Carabobo,
comandado por su primer Jefe, Teniente Coronel F. Máxi-
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m o Pineda, extendiendo su línea de batalla sobre la· derecha del
camino de zrrabuzón, en una extensión de tres cuadras y avanzó hacia
la cor.iillera de frente en batalla, siete cuadras arriba del río,
uniendo por su flanco derecho su línea de combate con la del Batallón
Ayacucho, teniendo á su izquierda la línea del Batallón Soto,
conservando estas posiciones todo el día y la noche. No siendo
suficientes los cuerpos que de la División había en aquella línea
para ocupar todos los puntos que por este lado debían cubrirse,
puse esto personalmente en conocimiento del Sr. Jefe Civil y
Militar del Departamento, quien ordenó que el Botallón Peiia
Solano, que estaba en Bucaramanga, de la División .Jiolguín, marchara
á mi campamento y se pusiera á mis órdenes. Este Cuerpo
llegó á aquel campamento á las 6 p. m. y allí pernoctó. En
la noche de este día hubo fuegos continuos de parte del enemigo
en toda la línea comprendida desde la segunda colina de la cima
del camino d e El 7írabuzón, por toda la cordillera hacia la derecha,
hasta el camino de Los Chorz'zos. Estos fuegos fueron contestados
por los Batallones primeramente citados. El número del
enemigo se calcula en r,500 hombr s, por la extensión de la línea
que sostenían y por la constante observación de nuestra parte. A
la 6 a. m. del día 13 ordené que el Batallón Peña Solano se meviera
de mi campamento, en donde había pernoctado esa noche, •
el cual estaba situad en 1 paso del do, por el camino que de Bucaramanga
conduce á PALO- EGRo, por la cuesta de .E'l Tt'rabuzón;
tomara la margen derecha d e l río y lo vadeara por el paso de
Mamizo, yendo á colocarse á la e r cha del camino de La Rastra,
prol.)ngando así la 1 ínea, teni e ndo á su flanco izquierdo 1 Batallón
Ayacuclzo. A la - 10 a. m. recibí orden de hacer amagos de avance
hacia la cordil1 ra, y on e te objeto s hicieron adelantar de la
lín e a c~tablccida o-rupos de tiradores para impedir que el enemigo
sacara refuerzos de aquella línea para apoyar su fr nte. En este
día los fuegos estuvieron muy nutridos, y la dirección del Batalló1J
Soto, que ólo estaba con su segundo Jefe, fue ncomendada al Coronel
Canal, al Comandante Luna y al argento 11ayor astellanos,
suce ivamente en varias ocasiones, todos ellos Ayudantes del
Estad l'vfayor de la División, teniendo por colaboradores á los
valientes Capitanes Alejandro y Emilio Mendoza y Miguel Suárez
R. A las 8 1 . m. fue apoyado este Batallón I'J Or dos compañías
del Pú:hincha, comandadas por su primer Jefe, Teniente Coronel
Eugenio Garnica. A las 9 p. m. recibí orden de abandonar estas
posiciones y retirar todas las fuerzas .á. ocupar una línea compr'=!ndida
entre Cuyamzla y Jr[orro Rú:o, y quedó así: en Cuyarm'ta, el Rifles
núm~ro 2. 0
; en el camino que conduce de Bucaramanga á la hacienda
del Sr. Benito Vega tomó posiciones el Batallón Solo; entre
Chapinero y la quinta de Larsen el Pú:hz1zcha; entre la mencionada
quinta y el camino que conduce á. Chitota, el Ayacucho; y de
este punto á Morro Rzco el Pe·iia Solano. Estas posiciones fueron
ocupadas á las 2 a. m. del día 14, y en ellas permanecieron hasta
el I 5 á las ro a. m., hora en que recibí orden de ponerme en
marcha hacia P ALONEGRo, dejando custodiada esta línea por los
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Batallones Soto, de mi División, y Peña Solano, de la Holguín, á las
inmediatas órdenes estos dos Cuerpos del General Víctor Alvarez.
A la citada hora seguí á PALONEGitO con los Batallones Rifles número
2.0
, Pú:hz?zcha y Ayacucho, llegando á dicho punto á la r p. m., hora
en que se incorporaron á la División los Batallones Santander número
I. 0
, Riflu número I.0 y Hernández, que conforme ya lo dije, habían
seguido hacia este punto el día Ir á las 8 p. m., á las inmediatas
órdenes del General Clímaco Ortiz. A las 7 p. m. del día r 1
recib( órdenes del Sr. Comandante General de la Div1sión, de marchar
al alto de PALONEGRO, por la vía de Chimitá, con los Batallones
Santander nú.nuro I. 0 y Hernández, pertenecientes á la Brigada á
mis órdenes, y con el Rifles número I. 0
, de la 2... Brigada ; movimiento
que ejecuté sin pérdida de tiempo, llegando al punto expresado
á la 1 a. m. del día 12 con los dos Batallones primeramente
citados, y acampé con ellos en el cam\no que de allí conduce á
Lebrija, cerca de la casa que allí ocupó el Estado Mayor General
del Ejército y la ro ... División. El día 12 á las 6 a. m., después de
observar que á distancia como de un kilómetro del punto en donde
estaba acampado, llegaban fuerzas revolucionarias á un monte y
á una casa de paja, al sudoeste de las de PALONJ<:GRO, dispuse que
los Batallones Santander y Hernández ocuparan sin demora una cuchilla
y un morro que e tán al frente del monte y casa citados,
para impedir el paso de los rebeldes hacia el camino real; operación
que fue ejecutada inmediatamente. Al ocupar los dos Batallones
los sitios que se les habían designado, fueron recibidos por el
en migo con fuegos nutrido , á los cuales se correspondió del mi -
mo modo, trabándose desde luego un reñido combate. El Batallón
antand{r ocupó la cuchilla que da frente al monte, y el Hcn1ández
el morretón que mira á las casas de paja. De esta lucha no interrumpida
durante el día y la noche, resultó que el enemigo fue
contenido en sus pretensiones de avanzar, como se esforzó en hacerlo
dando cargas, en cada una de las cuales se le rechazó vigorosamente.
Durante la noche la línea toda que defendían los dos
Batallone , fue sostenida únicamente por el antander número I. 0
,
pues á la 5 p. m. se presentó en 1 sitio del combate un Ayudante
con la orden del Sr. General en Jefe, para que el Batall(m. Hernández
bajara en apoyo de los Batallones Bomboná y ._.anclemenü, que combatían
por el camino de Lebrija. El día 13 combatió el Batallón
Hernández, junto con el Batallón Palado, en el punto que éste defendía,
hasta las ro a. m., hora en que recibí orden de hacerlo avanzar
por la cuchilla á ocupar su antiguo puesto á continuación
del Santander número I.° Como á las 2 p. m., en vista de que
de una casa de teja situada en el camino de Lebrija, y de la
hoyada cercana, ocupadas á la sazón por numerosas fuerzas
enemigas, se hacía un fuego mortífero sobre el ala izquierda
del Batallón San/ando· y sobre fuerzas de otras Divisiones que
trataban de tomar dichas posiciones, estimé conveniente solicitar
el apoyo, como en efecto lo hice, tle una pieza de artillería,
para desalojar al enemigo de la casa y hoyada en referencia.
Al cabo de una hora el Sr. General Urdaneta, atendiendo
mi solicitud, se presentó con una batería de artillería en el sitio
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en que me encontraba. Colocada que fue una pieza en lugar apropiado,
procedió á disparar sobre la casa en cuestión, con tal acierto
que después del tercer disparo cesaron los fuegos de la casa y
el enemigo salió de allí precipitadamente. En este instante observé
que otras fuerzas enemigas cargaban violentamente sobre la
gente nuéstra que ocupaba la casa de paja al frente del morret6n
que defendía el Htrnández. Con tal motivo el Coronel Guevara envió
una Compañía del Santander á reforzar la línea del frente é
impedir que el enemigo a van zara. Para evitar un percance con la
pieza de artillería que acababa de funcionar, el General Urdaneta
hizo cargar y desfilar la batería. Los Batallones Santander y
Hernández, mediante el rudo batallar con que rechazaron al enemigo,
consiguieron el doble fin de proteger la retirada de fuerzas
de otros cuerpos que ocupaban las casas de paja, é impedí. que el
enemigo se lanzara, com0 lo intentó, sobre las piezas de artillería
que acababan de desfilar. Observando luégo que hacia la derecha
de la línea de batalla se necesitaba mayor fuerza para contener
el empuje d el enemigo, hice subir nuevamente el Batallón Rz'tles
número I. 0
, que había bajado al punto de La Laguna á tomar algún
descanso, y al mismo tiempo conseguí que fuerzas de otras Divisiones
acudieran también á reforzar la línea. Los fuegos s . hicieron
tan nutridos que á las 3 de la tarde, en vista de que 1 enemigo
cedía en toda su línea, dispuse, de acuerdo con los rimeros
J e fes d e los Cuerpos, Coroneles Guevara y Atuesta, dar w1a gran
carga sobre las casas de paja y avanzar sobre las de teja de PALO.
EG..~o, en donde se encontraba el foco de la revolución. Disponerlo
y marchar sobre las casas de paja y el monte, todo :ue uno,
sie ndo apoyados por el flanco derecho con parte de lo B'"tlallones
Voltíjeros y Sacr e, .que se encontraban á cort .l distancia (le :1.uestros
puesto y con cuyos J e fes se entendió el Coronel Guevara para
unificar el movimiento y hacer de modo que la carga diera el res
ultado apet ciclo, cual era el de tomar las casas en dond se encontraba
e l Estado Mayor revolucionario. La carga fue terrible :
en menos de diez minutos era desalojado el enemigo de sus atrincheramientos
á orillas del monte y de las casas de paja ta:1tas vec
es mencionadas. En seguida, y con el mismo arrojo y decisión, se
prosiguió la carga sobre las casas de teja; vista por el enemigo la
intrepidez de nuestros soldados y el modo de avanzar sobre sus
fortificaciones, rompió sus fuegos por el flanco izquierdo del lado
del monte y la casa de teja y arrojó sobre nosotros una verdadera
lluvia de balas. Al mismo tiempo prendió fuego á un pajal cercano
al monte que estaba á nuestro frente, y con este acontecimiento
inesperado vinieron á quedar interceptadas por el fuego la
cuchilla y la hondonada inmediatas á la •casa por donde avanzaban
nuestras fuerzas, recibiendo, sin defensa alguna natural del
terreno, mortífero y nutrido fuego enemigo que nos causó bastantes
bajas, obligándonos á retroceder á las casas de paja tomadas
al principio, y luégo á nuestras anteriores posiciones de la cuchilla
y el morretón nombrados varias veces . . l\. las 6 de la tarde, por
el ala derecha de toda la línea se retiraban presurosamente bastantes
fuerzas, y al mismo tiempo por la cuchilla inmediata á la
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640 Boletín Mz.litar
que ocupaban los dos Batallones de mi mando, avanzó el enemigo,
aprovechándose de no encontrar allí resistencia alguna. Como estos
sucesos implicaban un peligro para los dos Cuerpos, pues el
avance del enemigo venía á constituír un verdadero flanqueo, resolví,
de acuerdo con los J e fes de los dos Cuerpos, para evitarles-á
éstos un desastre , retirarlos en orden por la hondonada que conduce
á la casa de La Laguna, y los acampé durante la noche en el
camino inmediato. El día 14 como á las 6 de la mañana ordené
que los dos Batallones ocuparan nuevamente las posiciones que
habían defendido en los días anteriores; y al hacerlo, encontrámos
ocupadas las casas de la cuchilla por fuerzas enemigas, á las cuales
atacaba en esos momentos el Batallón Timbío. El Santander
ocupó, no sin trabajo, sus posiciones anteriores, y el Hernández secundó
al Tánbío en el ataque á las casas de paja. En estos puestos
s~ combatió reciamente y se resistieron dos cargas dadas
por fuerzas armadas de machete que pret ndieron acabar con
nuestros tiradores. A las 1 1 a. m., Yista la obstinación con que
atacaba el entwigo, solicité un refuerzo, y me fue en iada una
compañía del Batallón Politécnico, con cuya cooperación log-ré rechazar
nuevamente al enemigo hasta las casas de la cuchilla.
Después subieron otras dos compañías del Batallón PoHtécmco, que
ayudaron á so tener el fuego en el resto del día. Habiendo sido
relevados mi Batallones por fuerzas de la 3.a División, los retiré
por la tard . á d scansar de las fatigas y pri ·acion á que habían
estado ujetos de dt el principio de la batalla. Al día siguiente
llegó el Sr. Comandante general de la División. con el re ·to de
ella, y de alH en adelante todos lo movimientos ejecutados por
los Cuerpos fueron ordenados por él. El día 15, reunidos seis Batallones
de la Di ,¡ ión, pues el 'oto, como ya lo dije había quedado
en Bucaramanga, me puse en marcha con los seis primeros hacia
la línea e batalla, á la 1 p. m., en cumplimiento de orden qu recibí
para jecutar tal movimiento. Tres horas clesputs tenía dichos
Cuerpos colocados en la línea de batalla que antes ocupaban las
Divisiones 1 ... y j.\ á las que relevé con la mía. A la izquierda de
mi Divi ión se nconlraba la 17.\ y hacia la derecha no se prolongaba
la línea de batalla. En estas posiciones permanecí ha ta el
día 19, dando cumplimiento á las órdenes que me fueron comunicadas.
Este día fue relevada mi Divi ión por las 1..., 3.a y 14.\ á
las 12 m., y recibí orden de retirarla y acamparla á la izquierda
del camino que de Girón conduce á Lebrija. En todo los días y
noches que estuvo la División en la línea de balal.a anteriormente
dicha, hubo fuertes cargas del enemigo, en las cuale fue rechazado
dejando en el campo considerable número de muertos. Al llegar
la División á la línea, había en toda ella y sus alrededores gran
número de muertos del enemigo y del Gobierno. Inmediatamente
hice enterrar los que estaban más cerca. El 2.0 Jefe del Rifles mímero
I. 0
, encargado de la dirección de este Cuerpo por ausencia
de su primer Jefe, informa lo siguiente acerca de los mo imientos
ejecutados por ese Batallón durante los días que estuvo separado
del resto de la División. A la 1 de la mañana del día 12 llegó con
su Cuerpo al Alto de Girón, donde el General Posada le pidió dos.
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compañías para recoger heridos y armas y llevar prisioneros á
Bucaramanga. A las 9 a m. los Generales Posada y Castro le ordenaron
que siguiera á la línea de batalla á relevar los Batallones
Endso y Palado, orden que fue cumplida inmediatamente. Efectuada
que fue esta operación, recibió orden de avanzar, y así lo
hizo desalojando al enemigo 9e un monte y una cordillera por el
flanco derecho, y por el izquierdo se avanzó hasta un trapiche. En
esas posiciones avanzadas al enemigo, permaneció el Bata_llón
hasta el 13 á las 5 p. m., hora eR que efectuó un a vanee por el
flanco izquierdo, de tres cuadras, y en estas nuevas posiciones permaneció
hasta el 15, batiéndose encarnizadamente con el enemigo.
En e!>te día á las 2 p. m. fue relevado, y recibió orden de retirarse
al camino que de Girón conduce á Lebrija, y allí se incorporó á la
División en el mismo día. El día 22 recibí orden, á las 2 p. m., de
poner en marcha la División hacia Bucaramanga, orden que fue
cumplida inmediatamente. En el camino que de PALO."EGRO conduce
á Chimitá recibí orden de hacer alto en este último punto, y allí
acampé con la Divi~ión á las 7 p. m. El 24 e me ordenó contramarchar
hacia PALO EGRO y ocupar la tercera línea de batalla en
la cuchilla siguiente á la en que estaba la 5 ... Divi ión, ord 'n que
se cumplió inme iatamente. El 25 recibí orden á las 2 p. m. de
ocupar con un Batallón la línea comprendida entre la casa de Altagracia
y la de San Pablo. A las 4~ p. m. ·e ocupó e ta línea con
el Batallfm olo, teniendo hacia la d recha el 7i"radores y hacia
la izquierda 1 La Popa. A las 10 p. m. recibí orden de mo,·er dos
Batallones á reforzar la!> Di'i iones 12: y 13.\ que habían tomado
el monte esa tarde Inmediatamente se pusieron n marcha los
Batallones P/c!l/ncluz y R_t"/les u/Ímero 2.0
, y ocuparon las po iciones
de ignadas. A las 5 a. m. lel día 26 efectuaron esto Cuerpos su -
avanc ha ta la casa de Palonegro, donde le tomaron al enemigo
prision~ros, arma y municione · . A las 6 a. m. recibí orden de
marchar con la Divi ·ión ri. Bucaramanga, cosa que se hizo de pués
de haberla reunido, llegando á dicha ciudad á la 1 1 . m. La División
le tomó al enemigo 35 prisionet os, 1 15 arma de fuego de
varias cla es, 3 cargas. ele pertrecho de grass y de rC:mington.
En cuadro separado que se remitió ya al E tado l\1ayor general
del Ejército figuran los nombres de los heridos y muertos
que tuvo la División *.
• Bajas de la División:
M. H.
Ayacucho ............................................................ .
P1chincha ............................................................ .
IIernández .......................................................... .
Rifles nÚn1ero x.o .......................... - ...................... .
Santander 1.0 .................................. , ................. .
Rifles 2.0 .......................................................... .
antander 2. 0 ...................................................... .
~oto ................................................................... .
3 5
5 2
2 9
17 12
13 27
2 3
7 19
6 21
55 98
~
... del D. I58= 100/0
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Boletín Mzlz"ta1
Los Generales, Jefes, Oficiales, soldados y los Ayudantes del
Estado Mayor cumplieron con su deber, con raras excepciones que
no las nombro porque ese informe está ya dado y estos individuos
han sido borrados del Escalafón Militar de la República por disposiciones
insertas en la Orden general del Ejército.
El General Jefe de Estado Mayor, Teodolz'ndo Gaona
Apruébase el informe anterior.
El Comandante GeneJ·al de ]a División, JuA r B. ToBAR.
DECRETO NUMER0 557 DE I90I
(15 DE MAYO)
por el cual se restablece la navegación en el Alto Magdalena
El Vicepres1dente de la República, encargado del Poder Ejecutz'vo,
CONSIDERANDO
1.0 Que para satisfacer las necesidades del Comercio se debe
facilitar y fomentar la navegación del Alto Magdalena;
2.0 Que las ventaja obtenidas por el Gobierno sobre los revolucionarios
qu han actuado en las comarcas ribereña dan seguridad
de que, tomada la precaucione necesarias, aquella navegación
no estará ya sujeta á las dificultades y entorpecimientos
que ha sufrido á con cuencia de la turbación del orden público,
DECRETA
Art. I.0 Las Compañías y los individuos dueños de vapores
pueden destinarlos, desde la fecha del presente Decreto, á navegar
en el Alto Magdalena, mediante las condiciones del pr ·ente Decreto,
exigidas por el estado de sitio en que se encuentra la República.
Art. 2.0 Tale Compañías é individuos quedan obligados á
prestar sus servicios al Comercio; y el transporte de la carga se
hará á prorrata de las existencias de frutos del país y demás mercancías
=tue actualmente se hallen ó que en adelante se hallaren
depositados en los puertos del río.
Art. 3.0 De la misma manera se repartirá el servicio entre
los diferentes puertos, de manera que en el buque que se cargue
en un puerto quede capacidad suficiente para la carga que se sepa
hallarse en los otros puertos del tránsito.
Art. 4. 0 En el Alto Magdalena habrá siempre un vapor de
guerra, 6 más si fuere necesario, para dar completa seguridad á
los mercantes que hagan el tráfico. Este vapor prestará su ervicio
á órdenes del In pector de la Navegación, de que más adelante
se hablará.
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Boletín M·z"lz:ta-r 6~3
Art. 5. 0 En el vapor ó vapores armados en guerra se podrá
admitir carga en la misma forma que en los otros, siempre que
ello no se oponga al buen servicio militar. Del producto de los
derechos de transporte en estos buques, llevará el Inspector una
cuenta comprobada, que presentará mensualmente al Ministro de
Guerra.
Art. 6. 0 El Inspector colocará en cada uno de los buques
mercantes la guarnición que creyere necesaria para dar más completa
seguridad al buque y ~u cargamento; y los dueños de los
vapores están obligados á admitirla á bordo y á proveer á su alimentación.
Art. 7.° Créase un empleado que se llamará Inspector de la
Navegación del Alto Magdalena, que será Jefe Militar del buque
ó buques armados en guerra y de las guarniciones que él mismo
coloque en cada embarcación, y que estará investido de todas las
facultades necesarias para hacer cumplir las disposiciones del
presente Decreto. .
Art. 8. 0 El Inspector, de acuerdo con el Ministerio de Guerra,
expedirá los reglamentos necesarios y resolverá las dudas y
allanará los obstáculos que se le presenten en el ejercicio de su
empleo.
Art. 9.0 El mencionado Inspector será auxiliado por un Ayudante
que, como él, ha de ser militar y ha de depender del Ministerio
de Guerra.
Art. 10. El sueldo del Inspector será de seiscientos pesos
(. • 6oo) mensuales, y el del Ayudante, el que le corresponda según
su grado.
Dado en Bogotá, á quince de Mayo de mil novecientos uno.
JO E MA UEL MARROQUIN
El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERO C.-El Ministro
de Relaciones Exteriores, ANTONIO JosÉ URIBE-El Ministro de
Instrucción Pública, encargado del Despacho de Hacienda, MrGUEL
ABADÍA MÉNDEz-El Ministro de Guerra, RAMÓN GoNzÁLEZ
VALENCIA-El Ministro del Tesoro, ENRIQUE RESTREPO GARcÍA.
NECESIDAD DE ESTUDIAR
LA CEOCRAFIA Y LA HISTORIA DE AMERICA
Siempre he creído que tanto la Geografía como la Historia
deben ser para el Oficial objeto constante de su atención, porque
los sucesos militares presentan siempre la misma causa bajo distint~
s formas; cambiarán los medios de c ombatir, pero jamás se
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Boletín .J1ilitar
modificarán ni los principios fundam ntales, ni las cualidades de
los pueblos, ni las máximas de la política de la guerra, ni otra
multitud de circunstancias qu hacen de la lucha humana interesante
estudio sociológico en todos sus aspectos.
En el cultivo de la Historia, cuyas enseñanzas á tantas reflexiones
se prestan, elementos más que suficientes encontramos
para llenar nuestro cometido, porque si el Oficial ha de ser algo
más que un evoludonzsta (Dumon ier), ha de alimentar su inteligencia
con el asiduo estudio de los recuerdos históricos, cuyo conocimiento
siempre puede servir dé guía en los más apurados instantes.
Entre la variedad de asuntos histórico-geográficos, hay uno
que nos debe interesar, tanto por ser continuación de nuestra Historia,
cuanto por tratarse de combatientes que llevan inoculados en
sus venas todos los Yicios y virtudes de nuestra raza. Cuando, muchísimas
eces he oído confundir el Paraguay con el Uruguay,
ignorar, no ya las capitalidades de los Estados americanos, que
eso es cosa de poca monta, ino la situación geográfica de esas
Repúblicas, y asombrarse á muchos de que allá combatan con
arreglo al arte de la guerra, vercladeram nte ht; sufrido por abandono
tan inexplicable. Y sin embargo, es cierto: en aqu 1 ontinente,
donde yacen epultado millone., de español , y donde
nuestra sangre ha sido tan pródiga; en ar¡uella tierra que conserva
nuestra religión, idioma y costumbres, nada paree que e nos
ha perdido. Así hemos e piado, dolorosamente, desvío tan injustificable.
así ha sucedid_o qu , en reciente Congre o Ibet·o Americano,
el Ejército no haya tomado part , si . ndo como es ót·crano
vital de la sociedad; así sucede que omisiones europeas \ ayan á
implantar en ti t-ra . regada l or sangre de tanto audiilo e_ pañol
organizacion s extraña ; así ocurre que muchos oficialc acudan
á otros jércitos aun luchando con inconn~nientes de raza é icli ma,
y no bu quen en la madre 1 atria lo que era lóo-ico ol tuvie en. Y
todo eso sucede porque á nosotros no ha importado muy poco conocer
aquello paíse , e perando dormidos n en ueños de o·loria,
que las naciones americanas acudiesen á rendirnos pl ito homenaje;
no, los hermanos americanos, 'Íendo el aislamiento y ha ta la
frialdad de la lzerma11a mayor, nos contemplaron atónitos· fiados en
nuestro l gendario valor, en los patrioteros discursos de los que,
ignorantes de todo, creían 11 gar á W áshington con ólo 20,000
navajas, nos pareció el mundo pequ~ño, y hoy .... el mundo nos
contempla mpequcñecidos por nuestros desastres.
¿Quién no conoce múltiples detalles de las guerras francoprusiana,
turco-rusa, greco-turca ó chino-japonesa? ¿Quién no
ha oído referir los horrores del siti~ de París, la notable defensa
de Plewna, la encarnizada batalla de Jarisa ó el sangriento combate
del Yalú? ¿Quién, en una palabra, no se siente capaz de
tratar familiarmente á Moltke y elogiar su admirable concepción
estratégica, de aplaudir la atrevida operación de Gourko en los
Balkanes, de criticar la hueca organización de los griegos y de
asombrarse ante la potencia militar de los hijos del na.ciente imperio?
Mas, ¡ cuántós por desgracia desconocen, ó si lo ·saben no
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Boletín .lVfziitar
quieren comprenderlo, las grandes epopeyas, las cruentas campañas,
las mil enseñanzas que la historia militar de América, de ese
joven y hermoso continente, de esa Atlántida enclavada entre dos
mares gigantescos que dan la vuelta al mundo, ofrece á los militares
y hombres civiles de por acá! ¿Qué significan los nombres
ilustres de Bolívar, San Martín, Grant, Juárez, López, Lee, etc.?
¿Qué admiración pueden producir Richmont, Puebla, Querétaro,
Humaitá, Lomas-Valentinas, Chorrillos y Miraflores, Montevideo,
etc. etc.? ¿Qué encanto pueden causar las admirables proezas de
tan afamados Generales, sin conocer la geografía de aquellas Repúblicas,
llamadas á ser en día no muy lejano el emporio de la
civilización?
Indiferente para Europa en general la historia militar de
América, puede comprenderse desde luego que el examen crítico
de u campañas contemporáneas, el análisis detenido de las cualidades
de su tropas, la investigación razonada del porqué de las
operaciones, el estudio de las causas y el juicio imparcial de los
diversos sucesos militares, no han cautivado lo bastante la atención
para formarse una clara idea de la evolución militar del continente
am ericano. Hoy, la historia militar de América es una nebulosa,
no ya pat-a el vulgo, sino para muchí irnos que pasan por
docto ; habladles de las famosas líneas de Rojas, 6 del no menos
notable sitio de Humaitá-la Numancia de los tiempos mod rnos,y
se o quedarán a ombrados como si les hablaseis de sucesos
ocurridos en remota regiones; y si tratáis de ensalzar el heroísmo
de la Zaragoza de Mé.·ico, el valor increíble de los soldados de
Lópt..:z, el tal nto y nobles virtudes de federados y confederados,
el acendrado patrio ismo de Monte,·id o y Bu no aires, la abnegación
sin límite de los contenJient s del acífico, la perseverancia
y denuedo de los de Centro-América,-seguramente que, efecto
de su misma ignorancia, os contestarán : "Sí, fueron cosas de
América." Para ellos, la hi toria militar de América es letra
muerta de de r 787 hasta nuestros días, pue terminó con las misiones
del Paraguay, con la dominación de los últimos Virreyes de
Nueva-España y del Perú y con la conclusión del régimen colonial
de Inglaterra en las riberas del Misi ipí y del Hudson.
Fojead la multitud de historias militares que con el escalpelo
de una razonada crítica os describen á mara villa las más notables
campañas, y notaréis en ellas con harto dolor que, ó bien América
carece de elementos bastantes para dar conjunto á una campaña,
ó bien que sus combates no merecen figurar al lado de los demás.
¿Acaso en las luchas que por teatros de operaciones han tenido
feraces y extem.as regiones, no se ha hecho una aplicación adecuada
de principios estratégicos, logísticos y tácticos? ¿Es que por
ventura los caudillos ó Generales en Jefe no supieron mandar sus
tropas con arreglo á las leyes que dicta el arte de la guerra?
¿ Fueron de peor condición los soldados y menos instruidos los
Oficiales?
No: las guerras de América encierran enseñanzas preciosas :
el genio de muchos Generales ; los inventos ocasionados en los
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Bolettn Mitt.tar
momentos de mayor fragor en la pelea; los mil resortes empleados
para asegurar el éxito ; la modifica,ción introducida en las ramas
del arte militar, etc. etc., ponen de manifiesto que las luchas
sostenidas en el Nuevo Mundo son altamente instructiva~. Desde
la bahía de Hudson hasta el estuario d e l Plata; desde las costas
del Atlántico hasta las d e l Pacífico, la cima de sus elevadas montañas,
á manera de gigantescos hitos, marca en e l límpido cielo
los heroísmos d e un pueblo, las nobles virtude s de sus gue rreros y
el genio d e los caudillos. Lec, Grant , e tc. e tc., e n el Norte , creando
con tal e nto y en e rgía una p á gina gloriosa para su patria; Juáre
z en el Ce ntro, humillando con su indomable co nstan cia las á guilas
napol e ónicas, victoriosas e n ci e n lides; L óp ez, ídolo d e un pue blo
d e espartanos, atraye ndo para sí y sus di g nos co ntrin cantes un
puesto pree minente e n la Historia d~ la Hum a nidad; peruano s,
chil e no s y bolivianos inmo r tali zando e n sang ri e n tas jornadas las
virtudes d e s us hij os,-so n 1 s jalon es d e una historia mili tar que
cue nta con h echos h e r oicos, con operacion es arriesgadas, con episodios
ll enos de g r a nd eza é interés, cou notabi lísimas campañas,
co n soldados s ufr iu os y valientes, con oficiales idóneos y arrojados
y con Generales dotados de deci ión y buen sentido.
Fecunda en h azañas ·orprendentes y e n admirables oper aciones
se nos presenta l a h istoria m ilitar del continente americano,
d onde e l valor se hermana con la pujanza de u rica v g tación, y
la abnegación con la grandeza que Dios derramó á porfía en la
p oética Atlántida. De de la gu rra de Secesión, manantial de brillantes
acciones é inventos prodigio o , hasta la Balmacedi ta de
1891, aplicación notab le del arte de la guerra, 1 continente americano
sostu,·o épicas ha2añas, n las que no e sabe qué admirar
más, i la ini iativa y atrc\·ida onc pcion ele los · n ralcs, ó
el denuedo realmente hermoso de los combatí nte . En C ntrcA
mérica, Mé 'ico de afía con orgullo nacional la intervención xt
ranjera y ve á sus pies, implorando clemencia, las testas coronad
as de la Europa entera por el condenado de Querétaro. López II
en la América del ur, libra titán ica lucha cont1·a tres naciones
p oderosa , haciéndoles pagar carísimo e l p r ecio de cada victoria.
Las costas de l Pacífi co f ueron asim is mo te tigos d e la e ncarnizada
r e fri ega q ue tres pueblos so stuvieron por m a ntene r in cólume e l
valor indómit o e n e llos innato.
A qué prose guir; doqm e ra dos pueblos ame ricanos pe leen
encarnizadame nte, cada cual por su causa, allá s e ve rán s urgir
acciones sublimes, allá el genio de un caudillo real izará atrevidas
operaciones, allá el soldado sufriendo fatigas y penalidade s cosechará
lauros por doquier, allá el Arte de la guerra encontrará
aplicación adecuada á sus principios verdaderos. No son, ni fueron,
los ejércitos americanos conjunto informe de hombres destinados
á sucumbir heroicamente en guerras de montoneras; no : los ejércitos
de la democracia americana vierten á raudales su sangre y
combaten gloriosamente, cuando una causa santa inflama sus corazones
y enciende su viva imaginación; si durante muchos años
parecen consumir sus energías y habituar sus soldados para esa ·
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lJotet{n Mz.litar
especialísima clase de guerras, cuando la patria exige además sus
nobl e s iniciativas, ved entonces á aquellos aguerridos combatientes
transformarse en inteligentes y abnegados servidores de su pueblo;
las masas arrojadas de ayer, las que fiaban el éxito no más
que al valor personal, son las mismas que hoy se nos presentan
pre cavidas, confiando en acertadas disposicione s e l glorioso y franco
r esul t ado de la campaña; los gu e rrilleros d e ayer, son los inteli
gen tes G e n e rale s n e l mañana ; los valerosos soldados d e una
sang ri e nta gue rra ci vil, son los mismos que , arrostrando mil penalidades,
d a n g lo rioso r e nombre á e stéril e s contie ndas.
D esde las frías r egio nes d e l N o rte hasta las calurosas m e se ta
s del Ecuad or ; d e sde la s exte nsas pampas y las lag unas sin fin,
h asta la s in trincadas mani g uas y las mortífe ras ciénag a s, ex t e n s o
t eatr o d e o p e racion es ha r ecorrido 1 so ldado am e r icano ; su constancia
a dmirable, su patriotis m o si n igual, su a b n ega c ión s in límites,
su heroísmo con moved o r, sus hazañas so rprenden tes y s u
ejemplo edifican te han e ncontrado marco adecuad o e n e l herm oso
continente a m ericano, que ll ama m ontes á las cordill eras, ríos á
los mares y d onde las gra das el e su trono reciben e l háli to amoroso
ele dos gigantescos océa nos.
Por lo tanto, ¿á qué acudir excl usivamente á l as campañas
europea , cuando las de América nos ofrecen también arsenal suficient
para multitud de ejemplos? Mi afición xtr macla al studio
de la- campaña americanas me ha mostrado con una evidencia
que no deja lugar á duelas, que n aquellas guerras mucho
digno de estudio y no menos de loa existe .
E.·aminemos cualquier campaña, y con v ndremos en que calurosos
elogios arrancan la nobleza del vcnc dor y la dignidad del
vencido; estudiemos clctallaclam ·nte tal 6 cual operación el terminada,
y no ncontraremo sino meritorias acciones, ra go ele hidalgufa,
docuente · pruebas, en una palabra, de la impetuosidad
de una raza que ni se doblega ni se humilla, de una raza digna
heredera de aque-lla otra que mereció de D. ornel io aaYedra
estas bellas palabras: " Los nacidos en Indias, cuyo espíritu no
tiene hermandad con e l abatimiento, no son inf riorcs á l os españoles-
europeos, y á nadie ceden e n valo r ." Escudriñemos mil inte resan
tes episod ios, si q ueremos form ar una ide a miÍS com p l eta d e l
c arác t e r m o r a l d e los combatie ntes, y c uanto más aho nde mos es
seguro que t e rminare mos por proclamar que e n esas g loriosas
e pope yas ame ricanas e xisten rasgos tan h e r o icos, sacrifi cios tan
e norme s, r e siste ncia tan sublime , patriotismo tan d e sinte r e sado y
lealtad tan acrisolada, que la Historia militar no p drá por menos
que grabar los nombres de los invictos Generales y soldados que
dieron al mundo y á su patria hermoso ejemplo de abnegación y
talento.
Agobiados por el peso de tantos laureles, se nos presentan
arrogantes los ejércitos europeos; henchidos de virtudes patrias,
se deslizan silenciosamente los pueblos americanos; vistosos arreos
y viejas tradiciones ostentan los primeros; sencillos y dignos patriotas,
aparecen los segundos en el escenario de la vida humana.
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Boletí'n, M-ilitar
Poetas notables, escritores afamados y críticos de notoria validez
han relatado admirablemente las campañas de la vieja Europa y
pregonado las excelsas virtudes de sus aguerridos soldados. América
no ha encontrado aún vigorosas plumas que ardorosamente
nos relaten sus interesantes campañas; ni la magna obra de Bolívar,
ni la atrevida operación de San Martín, ni las admirables
concepciones de multitud de Generales, ni la abnegación sublime
del soldado americano, ha llegado á interesar al mundo militar de
por acá. No ya las guerras de independencia de América, ino las
contemporáneas, ca i puedo asegurar no existen en la mente de
muchísimas personas, incluso de algunas que pasan por . doctas.
América y la Península ibérica tienen una historia común ;
suyas son nuestras glorias, y nuéstras son sus sublimes acciones :
en nada se diferencia el guerrero español del americano, el fanático
de la independencia ibérica y el ídolo de los libertadores del
Nuevo Mundo. Nobles en la victoria, grandes en el infortunio, fieros
en la pelea y compasivos con el enemigo, son los que se cobijan
bajo el manto del honor.
Estudiemos, pues, las campañas de América y consagremos
á ellas puesto preferente en nuestras historias militares; conozcamos
bien la po ición geográfica de los pa {ses americanos y las victorias
ó reveses de sus ejércitos; investiguemos en aquellas luchas
muchas causas á nosotros comunes y analicemos la5 guerras, porque
sinónimas de las nuéstras, nos servirán de instructiva lección
para el porvenir. Continuación la Historia militar de América de
la de España, no int rrumpamos su narración en nuestros libros y
hagámosla figurar al lado de otras muchas que se estudian; tenemos
derecho á conocer tales campaña , porque hispano es el aliento
que sostiene á aquello soldado ~ , hi pano el valor que mue tran
ante el peligro, hispana la resignación que d notan ante la p nalidades,
hispana la fe con que combaten, hi pana la energía con
que acometen temerarias empr sas, é hispana la nobleza que en
. todos sus actos descul ren. Honrémonos después del de astre, honrando
las glorias de Jos que dieron vida á un coñtinente, pues ya
que no supimo ó. no pudimos guardarlo materialmente, conservémoste
en el orden moral é intelectual.
ANTONIO GARCÍA PÉREZ
Capitán de Infantería
(De la Revista Témica de hifa1tterla y Caballerla, de Madrid).
-------~-------
NOCIONES DE GEOGRAFIA MILITAR
TEORIA DEL 7ERRENO
ConJmúa ,
4· HIDROGRAFIA
Fuentes-Lagos-Ríos
El agua puede presentarse bajo tres formas de agregación:
sólida, formando hielo; líquida, como vulgarmente se la conoce;
como vapor, en fin, gaseosa ó aeriforme.
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Boletf1t JV/~lZ:tar
Desde I 78 r se demostró que no era elemento; y según recientes
análisis, roo gramos de agua:destilada contienen 1 1,13 gramos
de hidrógeno y 88,87 de oxígeno.
Las aguas líquidas pueden dividirse en dos grandes grupos:
las que forman el inm~nso reservatorio que rodea todas las tierras,
y las que se encuentran esparcidas en el interior de estas últimas.
Las primeras toman el nombre colectivo de mar ú océano.
Esta s gunda palabra, acompañada siempre de un epíteto, como
atlántico, pacífico, designa espacios muy extensos; mientras que
mar se aplica especialmente á otros más circunscritos, y que ordinariamente
tienen límites, digámoslo así, ya trazados por la presencia
ó cercanía de alguna tierras. Cuando éstas le rodean y circunscriben
de tal modo que ólo comunica con el Océano por
pasos e trecho , el mar es interior ó medzierráneo.
Las agua de tierra se pueden subdividir en otros dos grandes
grupos: corrú:nles y lram¡uzlas, durmientes, estancadas, dando á
e ta última calificación un sentido más bien relativo que absoluto,
porque las aguas rebal adas, remansadas ó detenidas, suelen estar
atravesadas por otras corrz"enles que se elevan y ensanchan, bien
por obstáculos ó por condiciones especiales del terreno. Cuando tienen
alguna profundidad forman lagos ó estanques, se~ ún que el obstáculo
a natural ó artificial; y aquí también hay que ceder al u o,
variand e n la dimensiones, pues uando la masa de agua es
con iderable, deja el nombr ele- lago para convertirse en mar,
como el Caspio ó el Muert .
Las aguas cornenlu se :::.ubcli vi den ~ u vez en pcrmanazles 6
accidenlalts: la pt-imeras OiLtituy n lo · ríos y arrOJ'OS, y por eso
• también SI..! puc len llamarj/u;"•/alc's y rodadas, y p renncs ó intermitentes,
S n·ún . l! Sl! lll 'n Ó 11 l n l l tÍO; la accz"denfa/e , llamadaS
también lravas y alvajPs, forman masas con ·i derabl _ que e precipitan
con "·olencia, haciend) ·. trag· s á u pa o y constituy ndo
torrentes.
La Cl[Juas sólúlz pueden t·t mhién n nsiderar ·e mo tempo ..
rales ó perman ... nlc., cgún r · i ta ' no su olidez á la temperatura
del estío. Las primera s fvrrn quf! s' funden { l nitcn en cuanto la temperatura se
eleva. La g-undas lHlo,tituycn la" ma a que se conocen bajo
los nombre de m( ves perjJflua'i, ludo,\ Aios, h/eleras, neveros, vuztúqueros.
Esto trc último no on la mi~ma ·o a, aunque vulgarmente
se confundan. En E paña no hay luCieras (gladers en francés,
glatsclzer en alemán) propiament dichas e mo las de Suiza.
La vasta superficie de lo , mares, continuamente expuesta á
los ardores fiel sol, produce necesariamente una gran evaporaci!m;
y en la meteorología se ve cómo el vapor de agua, elevado en la
atmósfera y condensándose allí, da lugar á un gran número de
meteoros acuosos (lluvia, nieve, grani~o) que todos vuelven á traer
sobre la superficie terrestre el agua que de ella se había alejado.
Si se levantan montañas hasta las nubes, ó si las nubes baJan
hasta el nivel de las llanuras, los vapores al punto son absorbidos
TOMO 1-42
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Bolet{n .. 'Y.fzlttar
y desaparecen; -si cae nie.ve, se funde y se transfo rma en agua, 6
permanece congelada en la cumbre de las montañas, 6 al rededor
de los polos de la tierra, formando inmensas hieleras.
Lo más frecuente es que caiga el agua en forma de lluvia, esparciéndose
sobre los continentes; y cualquiera que sea la forma en
· que caiga, en se2"uida se divide en tres partes, cuyas proporciones
relativas varían notablemente por muchas circunstancias que dependen
de la naturale za d el sue lo, d e la te mpe ratura d e l a ire y
del estado particular del agua misma qu e s e precip ita sob r e la
tierra.
Una parte d e esta agua s e evapo ra en e l a c to, vol vie ndo á la
•tmóifera; otra part~ r e sbala por la superfide, s e rpe n tea seg ún las
pendiente s, y toma el nombre d e aguas bravas 6 sal vaj e s; la o tra
se infiltra e n las ti e rras y r ocas que compo ne n la corftza exterior de
nuestro planeta. Esta últ ima sigue la s g ri e tas y h e ndi duras, pe netra
á pro fundidade s variables, filtra á través d e much os y diversos
mate riales, y sus hilos, r e uni é ndose entre d os capas d e ter reno,
Yiene n luégo á. brotar ó manar e n aquell os lugares, de n ivel generalmente
inferior al d e l os puntos d e partida. Tal es e l origen de
las f u en tes ó mananlz'ales. E l a g ua q ue de ellos m a na, junta con la s
aguas sal vaj es, d a nacimie nto á l os a·rroyos y ríos, á las corrz'entes d1
•gua, como genérica mente se d ice.
U n a gran pa r te de la que penetra en el suelo, debe advertirse
u e e s absorbida por l os vegetal es, en cuyo interior circula, según
los varios sistemas de vasos capilares. Una porción de e ta agua
s d escompuesta desde luego por la fuerza de la vegetación que
a bsorbe el oxígeno y el resto vu lv á la atmósfera, des¡ ués de
h aber atra ve ado las parles más delicada de las hojas y ramas.
Asf, del agua que se filtra en 1 suelo, olamente una parte,
la mitad quizá, penetra á cierta profundidad; el resto no pasa de
la capa verretal ó arable, de sa capa, siempre muy delp-ada, n que
se extienden las raíces de las plantas y de los ár oles. Aun esta
porción que traspasa la C
por el Mayor C. E. Callwell, del Ejército inglés
TRADUCCIÓN DE ISIDORO LA VERDE AMA Y A-C01di11Úa
CAPITULO XX
SORPRESAS, RECOGIDAS Y EMBOSCADAS
l. El memzgo es muy pm·tidarzo de las sorpresas, pu·o u puede
igualmente emplearlas contra él-" Para conquistar, escribía el General
Skobelef cuando preparaba su campaña contra los Turcomanos,
es preci o saber sorprender." Bien que en las pequeñas
guerras el enemigo sea generalmente por naturaleza y por temperamento
muy decidido á tender emboscadas y á verificar sorpresas,
no es de ningún modo difícil, como se podría suponer, emplear
contra él ese método de guerra.
II. La mejor hora del día para ejuutar sorpresas-Ya se ha dicho
que las fuerzas contrarias á las tropas reo-ular s en estas guerras,
no se defienden por la noche por med1o de a vanzacla , y que,
por esta razón, los ataques matinale'" contra ellas c::alen frecuentemente
muy bien. Una marcha de noche, y luégo un ataque al
amanecer, es quizá el mejor medio de verificar una sorpr sa. La
historia de las guerras irregulares suministra numerosos ejemplos
de ventajosas ocasiones que e h:.tn presentado á los jefes de
las tro as r guiares para f ctuar sorpr sas al amanecer. La
toma de Ka ala por las tropas italianas en 18 3, s un j mplo
magnífico; otros hechos notables análogos se han itado anteriormente.
Donde podremos tratar mejor esta cuestión d las sorpresa
será en d capítulo iguiente, relativo á los ataqu s d noch . P ro
desde luego puede manifestarse que si son muy censurables n la
pequeña guerras, cuando se verifican n grande escala, de ordinario
puede ser ventajoso hostilizar al enemigo por Ja noche,
empleando débiles destacamentos qu vt:rifi uen pequeñas sorpresa
.
III. Du.ranlt el día es precúo hacer una marclza rápz'da partzázdo
de wz punto lejano-Los guerreros irregulares, que poca vi~ilancia
tienen por la noche, de día están siempre alerta, si creen que las
tropas regulares están próximas. Es, pues, casi iempre esencial,
cuando se intenta verificar una sorpresa de día, llevarla á cabo
por medio de una marcha rápida partiendo de un sitio lejano. El
principio es que .:.>e necesita emplear tropas especiale y proced
r con rapidez y atrevimiento. La sorpresa de la tribu de Abd
el Iportar tropas rápidamente.
V. Importa guardar el secreto-Para lk var á cabo una sorpresa
n estas pequeñas guerras, sea d día ó de noche, y ya se considere
esta sorpresa como un pequeño episodio 6 como un movimiento
importante que influya sobre toda la campaña, el punto má esencial
es guardar el ecreto. " ringún prcparatiYo, ninguna orden
ha d hacer so ·pechar la expedición. Las tropas e reunirán repentinamente
á la hora conv nida. Ordenes escritas con anticipación
é instrucciones verbale se darán ent nces á los comandantes
de los d~..-stacamentos." Tales et~an las instrucciones del Mariscal
Bugeaud. Existe siempre un elemento de incertidumbre en esta
clase de operaciones, y e necesario tomar medidas para impedir
* El d.·ka es un carruaje d dos ruedas para vía estrecha y arrastrado por
un cab:>.llo p:!queño; tiene un to!do que lo defiende del sol; sirve para cuatro
hombres, uno de ellos el conductor. Es tr malns cnmino .
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Boletín Jfil/tar
la divulgación del secreto. Napoleón iba hasta creer que el
éxito dep.:!nde xclus: va mente de lo eventual. "El re ultadu. de un
golpe de mano es obra, en un tocl , de ]a fvrtuna, d ~ un ¡wt· ·o ó
de un ganso." A<;( lo e cribió en ~us Come.J!/.zrz"os. P ...... rv esta reflexión
se aplica m.í Li-·n á lvs ata-1ues nvcturnos ¡ue á las sorpresas
d ...... día. Para que e tas últimas salgan Lien, es prcci o,
sobre todo, que no s_an d ..:scubienas p or d enemigo, lJ'll! d·...!l>e
ignorar q~·- un m Jvim:cntv cu:tl uiera está preví_ tu y que una
columna d ..... trvp3. re0
... ilares s .... encuentra inmccl'ata.
Ya antes e ha hablado de la diílculta·l, n esta pequeña
gu~rras, d oculta· .:Jl en "'mi~v lvs m-:>vimi~;ní:os y L> p.ro} cctos.
El modo misterio 0 com) suden esparcirse lvs sccn.:: tos n estas
gueiTaS, exig-e d e todo p 11~0 ocultar hasta el ú!jmv mvm _ntu todo
plan d ..... sorpresa con.ra el encmigv. "Hacer sentir ·l r·.yo antes
de que se haya visto el relámpago," tal era la má.·ima d · Moltecucculli.
Ln. primera condición para lvgrar é.·ito, es mantener el
plan el mayor t1cm·) p siL.(! en secn::t . Si la colum.1a tiene el
más pequeñ.J indici·J <.le disp )Siciont; para alguna pe ración "de
carácter especial, la nJticia se comunica con una rapidez ascmbrosa.
En semcjant...:s casos el silencio e oro. E ·ta recomendación
es de i(Yual v~ 1-:>r cuando la orpr~s¡_¡_ tiene la f•Jrma dt; una
importante operación d._ g-u 'rra, tal como d transp.Jrte dt_ las
fuerzas ingle as de Alejan ría al canal de u z, 6 cuando no se
trata sino de S:)rprencler á un p .... quei1 di.! ·tacamcnto enemigo ó de
apoderarse de alguna mala madriguera.
En 1891 una pequeña columna italiana fue d · ig-nada para
sorprender y tomar preso á un j "fe turbulento, llamado I>eu b, en
la frontera del Erythrée. No e guardó el secreto. Toda la columna
se impuso de ]... e. pedición 1 royectada. Ad más hubo un
lig ro y des ichad rdardo. El resultado fue que DPbcb y sus
gente se encontraron preparados pa.ra todo evento, y que la columna
italiana fue derrotada.
F.L OCCID.l·.N'i'.l!. A.V'J'IOQUENO
f>tJR 7 EN'RIQUi!.. !Vl/JT!t
Conlúuía
Terreno mire Rt'o uc.·o y Amj;arradJ-Vol viendo á la arrazÓII#
límite del terreno, e ncuen ra el río Choromandó en la onlla izquierda
del Riosut:io, cañón profundo y estrecho, pero n cuyas
cabeceras, ó sea en e] alto de Picapica, hay buen terreno de agricultura
y fácil de acceso de Dabeiba.
La cordillera tiene una elevación de 2,000 metros; pero el río,
hasta cerca de sus cabeceras, es de una altura relativamente
baja. Más abajo de este río surgen algunas queb1·adas d un nudo
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Boletfn Mz'lZ:tar
de cerros que no ofrecen dificultad alguna para la industria ; pero
de la quebrada de la Palma hasta frente á Alto Bonito hay buenos
terrenos. En seguida se encuentra el río Chumurco, el cual sale á
Riosucio muy encañonado, pero más arriba del valle se abre y sus
cabeceras son muy fértiles. Abundan en esta región el cedro y el
guamo, indicios de muy buen terreno. Siguiendo el Riosucio
abajo se encuentran los ríos Ncndó y Rahón, que desaguan en él.
Tienen magníficos terrenos, no muy distantes del camino de Occidente,
porque abajo de Neudó, el Riosucio pasa por entre peñas
que lo estrechan de manera que en partes su cauce va por una
zanja de 25 varas de profundidad y de 4 á 8 de anchura, y
esto en un trayecto como de 200 metros. Esta estrechura no
es formada por contt·afuertes .de la cordillera, pues á ambos
lados de ella hay llanos y vegas, y el transeúnte no puede formarse
idea de la po~ición en que corre el río, hasta llegar al borde de
la zanja por donde va.
De' Rabón para abajo estrechan más el río, y sólo serán buenas
para el cultivo del maíz y otro grano como el arroz.
Para dar el rodeo á la 2." sección del terreno, seguiré describiendo
el río Amparradó arriba, por su banda derecha, en una
distancia de r 5 kilómetros. Este terreno es sumamente abrupto;
el río torre entre peñas y sufre violentas creciente . Entt·e el trayecto
de la boca de Amparradó al río de Tuguridó, se pasa el río
de Amparradocito con una anchura de 26 metros. Este río en sus
cabeceras, que se acct·can á las del Chumurco, tiene buenos ten enos
en temperamento templado. Del río Tuguridó, de gran caudal
de agua_, sale ·1 río de Amparradó, acosado por las faldas;
tiene en su boca una anchura apenas de dos y medio metros, y
en tiempo normal su aguas e tán diez metros abaj del nivel del
terreno; en fin, es una repetición de la estrechura del Riosucio
cerca de .. eudó.
El río de AmparradÓ, le de la b ca de Tugurridó á la de
Tengana.turadó por u 01·il1a derecha, es sumamente encañado, y
el terreno muy pendiente. Lo que han recorrido esta banda desde
su boca han ido los agrimensores.
El cañón de Tuguridó hasta arriba de su confluencia con la
quebrada Cruces es demasiado estrecho, pero la quebrada Guarín
tiene bu nos terrenos en sus cabeceras. Esta parte de los terrenos
no sirve para industrias de agricultura en grande, pero la gente
pobre encontrará allf, con el tiempo, faldas y hondonadas que aunque
pequeñas, serán fértiles.
Para concluír la descripción de esta porción, volveré al alto
de Picapica y seguiré la trocha de allí á Tenganaturadó. El alto
de PicaJ.-ica, de 1 ,g 10 metros de elevación, es el más alto de la cordillera;
la trocha sigue el filo que divide las cabeceras de los ríos
Choromandó y Chumurco de la quebrada Cruces, y pronto deja el
filo para caer á la última cerca de un termal de aguas de carbonato
de soda, mucho gas, áci-:lo sulfúrico y otras sustancias. Este
termal está muy acreditado por las curaciones que se han verificado
allí de enfermedades cutáneas y reumáticas. Los habitantes
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66o Boletin Milita,-
de las montañas de Dabeiba acuden allí y hacen ranchos para
tomar los baños; la fuente principal tiene algo más que una paja
de agua, pero existen muchas pajas más que hacen que la quebrada
esté muy cargada de sustancias salina . Este termal debe ser muy
conocido y punto de fácil comunicación con el interior. La trocha
sigue ,á la habitación de Lucio Borja, á 1 ,ooo metros sobre el mar;
la quebrada hasta aquí viene muy asentada y en un terreno apropiado
para la agricultura. El cañón del Churcal tiene también
buenos terrenos, y el río Julio, que corre en sentido inverso, es una
hoyada casi plana. El alto de Morronga, aunque es de una altura
mayor, es muy prominente debido á su figura, y s llamado por
algunos La Pazla.
Es fácil la comunicación del río Churcal al río Chaquenodá,
afluente del río Murrí, que pertenece ~l. l0s re. guardos de indígenas
y que forma el valle de Murd, t rritorio enredado y retirado de la
industria por se1· de los indígena ·, quienes hoy lo habitan en muy
corto número.
El río Ampan·adó arriba de Tenganaturadó y é · te mismo en
sus cabeceras, son muy distintos de la pat·tc que atraviesa uno más
abajo; sus cabeceras son anchas y con terreno fértiles y plano .
Entre 1 enganaturadó y Antadó . e le,•anta el picacho Cle La
Culebra, que muy abrupto y aislado. Entre estos terrenos y Frontino
y Rioverde ·e inter¡ onen los reso-uardo de M uní, porción que
no ha ido arreglada definitivame nte aún, lo cual no p rmitc que
la parle alta de Amparradó l nga porvenir por falta de medios
de acce o, ni esperanza de haberlos mi ·ntra no se d fina la propiedad
de lo indígenas.
Z'erreno mire los ríos Amparradú ) ' .. udo J' el límtle dd Dt•parlafllC11Io-
El límit divi ri de los dos Departamentos , auca y Antioquia,
e por la cordill ra que divide la aguas de l' iosucio de
las que corren directamente hacia el st al i\ .. trato. Dicha cordillera
tiene su parte mi alta en el Morro Chapado, de I ,340 metro
de altura, pero sobre ale t.~ nos 200 m tro del re to de la cordillera,
que ha ta las cabecera d Pa arandocito mantiene una
altura de r,ooo á 1,100 m e tros, y de aquí va bajando hasta perder
e en los llano del Atrato.
El terreno, principiando en las cabeceras del río Amparradó
y bajando por su banda izqui rda, bueno hasta ncon trar el
nudo que desprende d e Buena vi ta, qu estrecha aquel río .. pero
la quebrada d l Carmen tiene partes que e nota son fértiles.
El cañón de Rione ro en sus cabeceras ofrece buenos terrenos,
pero cerca de su desembocadura lo e trechan los filos; este
río ha sido considerado hasta ahora como cabecera del río Pavarandocito,
y así stá demarcado en los mapas; pero entre éste y
aquél se interponen aún otros. Dicho río fue enteramente desconocido
hasta hace poco, á pesar de que la trocha que va de Murindó
pasa por sus cabeceras. Más abajo del Rionegro se encuentra
el de Zabaletas, que también cae al Amparradó, cañón e trecho
pero de buenos terrenos. Después de juntarse Amparradó y
Riosucio, caen á éste varias quebradas, que son: Corredocito, Mu-
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Boletín Militar 66I
chimba y Muchimbita, con terrenos buenos; el río corre relativamente
manso en este trayecto hasta la boca de los Cheverris. Abajo
de Corredocito el río pasa por entre peñas, con llanos á. lado y
lado, en una anchura de 35 metros por término medio, y los lados
son de peña perpendicular que se elevan á once metros sobre el
nivel del agua, y corre tan manso que se sube en canoa por esta
estrechura usándose del canalete; pero cuando crece, se ll~na completamente.
Más abajo del río Pegadó hay buen pa o en el río,
quizá la primera parte donde hay orillas que permitan en él
la entrada y salida cómoda. Arriba de Cheverrí vuelve á estrecharse
el río entre dos filos muy abruptos que forman unos
precipicios que no permiten el paso por tierra por allí y lo obligan
á uno á trepar por encima de ellos para pasar á la boca del río
Pa varandocito; este río, de regular caudal de aguas, sube alto y
con poca corriente; en la parte baja es cerrado el cañón, pero en
la alta hay terrenos buenos. Es un río de aguas cristalinas con
series de charcos largos y hondos en los que abunda el pescado;
de este río hasta Mutatá la orilla del Riosucio es muy metida contra
las faldas, hay poca tierra de cultivo y bajan del filo algunas
aguas insignificantes. Sólo hay dos quebradas, que son la ee y otra
que le igue; el río tiene trayectos de fácil navegación en verano
cuando la palanca puede alcanzar fondo en sus orilla , pero tiene
más cabezones, ó mejor dicho, chorros un tanto peligro os ; sin
embargo de es o suben canoas livianas ha tala boca de Pavarandocito:
emplean unas cinco horas de Mutatá. Paralelo con el Ríosucio
corre el río O uendó, su afluente abajo de Mutatá, que le
cae por la banda izquierda, río pe ueño, de terrenos amenos, pero
ele difícil acceso; olam ntc por la parte baja, por el Este de Rio ucío,
sigue el tel·r~.,;no m:i elevado que la orilla opuesta, pero sólo levanta
unos 250 metros entre el río Oquerindó y Pavarandogrande,
elevación que acompaña el río hasta frente al pueblo de Pavarand
cito; es más bien un tablazo que cordillera ó filo.
El do Pavarandogrande, límite del Departamento, es muy
asentado., recoge muchas aguas, aunque su hoya no es grande ;
sus tierras no son halagadoras en la parte alta, y en la mitad de
su cur o pa a por entre faldas que estrechan muchísimo el valle;
este río va á juntarse con el Sucio dos leguas abajo del pueblo
de Pavarandocito, y el límite que sigue por la banda opuesta
del Riosucio es el río Mogundó, que le desagua aún más abajo.
Se estima en 18 leguas el curso del Riosucio entre el límite
del Departamento y el Atrato.
El do Teguamandó que hace cabeceras con Pavarandogrande,
Pavarandocito y Zabaletas, es navegable en canoas pequeñas
hasta dos leguas de límite; el de Murind6, que nace más hacia el
Sur, se puede subir también en canoas hasta unas tres leguas de
la cordillera. Estos ríos, que pertenecen en su totalidad al Departamento
vecino, son muy anegados en su parte baja, y hay grandes
ciénagas formadas en la orilla oriental del Atrato, y solamepte sería
posible ganar la orilla de este río con un camino que bajara
por entre los ríos Torriquiturandó y Murrí.
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662 Boletfn Mtlz"tar
El terreno escogido para las 1 oo,ooo hectáreas tiene su parte
baja á go metros sobre el mar, y la cordillera más elevada sube
á 2,250; el término medio de su altura en toda la extensión se
puede estimar en 6oo metros y corresponde á clima cálido.
Lo que se ha publicado sobre este territorio contiene errores
que llegan hasta la exageración, y de aquí depende el desdén con
que han sido miradas hasta ahora estas comarcar.. Los mosquitos
no abundan; es muy raro verlos ó sentirlos, y por eso nadie usa
toldillos hasta la región de Mutatá hacia el Atrato; los tábanos
no son más abundantes que en algunas tierras frías, y esto en dos
meses solamente; las serpientes son escasas : es una rareza encontrar
una; no hay pantanos que exhalen miasmas, y el terreno
entre los 100 y 500 metros es más sano que en cualquiera otra
parte de la República que tenga la misma elevación. El rayo es
más raro quizá que en Medellín mismo; los aguaceros sí son frecuentes
como en tierra baja; las fieras son escasísimas: puede
asegurarse que en 100 leguas cuadradas no hay diez tigres, y nadie
hace caso de ellos, ni ellos del ganado. Trece meses estuvo
el General Franci co Javier Jaramillo, con un personal de 120
obreros, abriendo el camino de Occidente; su campamento más
alto apenas llegó á 420 metros; no murió ni una pcr ona, ni
hubo que dar de baja á ninguno por efecto del clima. En el verano,
familias enteras bajan á l~var oro en las playas del río, y aunqu
su alimentación es mala, no sufren enfermedade ; en fin, on
terrenos mucho más elevados que 1 s del Cauca y Noroeste. No
cabe comparación con los de las orillas del Mag·dalena, que son
diez v e s má mortíferos. Las ccione ocupadas en m edir e te
terr no h n permanecido diez m es en el monte, ocho de los
cuales ,i el vaciones menores de ras, di z d las uales
en una extensión muy reduc1da. Un peón fue mordido en un
muslo por una quis ó lo que se llama mapaná n 1 oroe t , pero
se le curó cauterizá-ndole con póh·ora, embriagándol9 y aplicándole
poi vos de Ramón Lora. Hace seis años que está abierto el camino
de Occidente; muchos han sido en estos montes los buscadores
de oro, y no ha habido un solo caso de muerte debida á mordedura
de culebra. La gente ocupada en la medida dependía en
parte de la caza para su subsi tencia, y puede decirse que cada
sección era un cazador, y no se vio un tigre ni un león, ni se llegó
~ matar un tatabro ni un zahino. El bicho más ofensivo que se
encuentra es una hormiga grande que llaman ~onga.-ConHnría.
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Boletítt .Jf"-ilitar 66.]
Nueva Geografía de Colombia
Santuar:o de La l.a ~ a (Ipiales-Cauca)
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Bcletttt Jl,f-:litar
El Patía en la ruptura de la cordillera del Chocó
Bogolá-Impretlla de Vap~r. Calle ro, mímero z69
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Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo I N. 21", -:-, 1901. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691120/), el día 2025-05-21.