Por:
|
Fecha:
11/01/1902
1
• ERIE III- TO;l/0 I
. ülfERO -.0
E RRT
li
Oficia! -
u ERO 1482 DE IS)OI
(DICIIDIBRE JO)
por el cual se hace un nombramiento
El víc~p,es/dotlt dt la Rrpúbl/ca, ncargado d~:.:l Poder .F:¡'ecul/vo
DECRETA
rtículo único. 6mbrase yu ante
ección 1ilitar del :fini terio de Gu rra al
asimilado á apitán ara los efectos fiscale
de 1 .0 de lo corri nte .
omuníqu se y publíque e.
D do en Bogotá á 30 de iciembre de
] EM
upernumerario de la
r. ndré uonfante
y con la antigüedad
lS)OI.
UEL M RROQUIN
l Ministro de TU n·a jo r~ Vtch. E Co CH.\
or el cual se dispone o
1486 DE lS)OI
(DICIJUrBRE 30)
pedir pa aporte con au ilio de marcha á los milit.
re que soliciten su baj
El T' ÍCr.'jJrt.flde1llc; d 1 R p¡íb/lca encargado del Pqder Ejecutivo
Artículo único.
litar que solicite
D CRE A
sd 1 1.0 de Enero de rgo2, á ningún mipontáneamente
us letra de cuartel 6 que se
TOlO 1-3
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Boletín Militar de Co1om bia
'- 34 --'
retirado del servicio por razones de mala conducta ó por cualquiera
otra causa que dependa del mismo indh·iduo, se le expedirá pasaporte
con auxilios de marcha para trasladarse al lugar de su domicilio.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 30 de Diciembre de 1 go r.
JO E MA 1 UEL !\1ARROQUIN
El Ministro de Guerra, jo É \ tc "TE Co~ ·cKA
DECRETO NUMER 1489 DE 1901
(DICIEMBRE 30)
por el cual se organiza una o1Lmna y s hacen unos n mbramicntos
El Vü:ept nültnle de 1 Rr¡tíllda, a;ca1 godo dd Pcdt~· E}uu/,t·o,
DECRETA
Art. 1.0 Organfzase una Columna de operacione n la Provincia
de Tequendama, Departamento de undinarnarca, la cual
se denominará (olumna de Tequendama, y constará de un Cuartel
General, dos Divisiones y ]as fuerzas de voluntarios que o tienen
al Gobierno en dicha ProYincia.
Art. 2.0 6mbrase Comandante General d la Columna al
General José Mazabel.
§. 1 Cuart 1 general de la olumna lo constituirá el mismo
ersonal de Ayudantes y Adjunto que formaban el Cuartel General
de las fuerzas que comanda a 1 General Nicolás Perdomo.
Art. 3.0 La primera División d la Columna de Tequ ndama
será la primera antigua del Ejército del Tolima, reorganizada de
la manera siguiente : los Batallones Rz'vtra, 'Iéqucndama y Rrcaurle
se incorporarán en los .Batallo11tS lviarroquín, .Bncuio, Pldcz'do },-forales
y lviatamutuio, los cuale quedarán de trescientas plazas cada
uno y seis más de Plana l\1ayor, y Jos Escuadrones Pcfcz y Ro11d6n.
Art. 4.0 6mbrase Jefes de los BataJlones lf.-larroquín, B1 i'c:cño,
Pláddo l'rloralu y Matamundo, y de los E cuadrones Pácf: y Rondón,
re pectivam nte, á los Sres. oroneles TiL~rio Pimentel Guillermo
Patiño, j esús María orio y Roberto Durán y argento
Mayor Erasmo Ruiz y Coronel Lucio Copete; seo-undos jefes á
los res. Tenientes Coroneles Rafael ngeJ orio. ntonio Zapata
y J enaro !lercado; argentos Mayores Luí Larrotta y Pompeyo
Lozano.
Art. 5. 0 6mbrase ComanrJ.ante General y jefe de Estado
Mayor, re pectivamente, de Ja e ·pre ada División, á los re . Generales
Pedro León Moreno y Julio Santander.
Art. 6. 0 Autoríza e al Comandante General de la Columna d~
2 eq utndama para que de acuerdo con el General Comandante Ge-
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Boletín I ilitar de Colombia
35 _J
neral de la 1.• Divi ión~ haga los nombramientos de Ayudantes
del Cuartel General de la Divi ión y Oficiales para los Batallones,
Comisario Pag-ador y los demás empleados administrativos que señala
el Código Militar.
rt. 7. 0 Incorpóranse en los Batallone Palaré y 2.0 de Reserva
los restos del C6rdoba, 1 Allgulo y demá fuerzas que hacían la
guarnición de La e a, lo cuales Batallone harán parte de la 2:
División de la Columna de Tequendama lo mi mo que el Escuadrón
Perdomo .
. Por Decreto separado se nombrarán lo empleados del
Cuartel General de e ta 2.• Divi ión y se designarán las fuerzas
que deben completarla.
Art. 8. 0 utorízase al Comandante General de la Columna de
7ujuendama para dar á las fuerzas de voluntarios que obran en esa
Provincia la organización que ea posible, sin uitarles su carácter
de contraguerrillas á fin de que pueda sumini trarles Jos recursos
necesarios.
omun(quese y publíque e.
Dado en Bogotá, á 30 de Diciembre de 1901.
JO E ?vf ~uEL MARROQUI
El ini tro de uerra, JosÉ VtcE. TE Co ·cHA
DECRET UMERO 3 DE 1902
(E.TERO 8)
por el cual se honra la memoria del General de División D. Matías Camargo
El Vicepresidente de la Rep1íbl/ca encargarlo del P oder .Ejecull"v6,
CO SIDERAl\""1>0
Que el dfa 30 de Diciembre último sucumbió heroicamente en
el combate de Une, tratando de inspirar aliento á tropas que cejaban
ante el enemigo, el r. General Matías Camargo, que á lasazón
desempeñaba el carg'o de Comandante General de la Columna
de Cundinamarca del Ejército de Oriente·
Que este distinguido militar combatió con valor heroico n diverso
campos de batalla, entre ellos en el inmortal de Palonegro,
en defensa de las instituciones legítimas;
Que el General Camargo antes de servir á 1 a tria como sol-dado,
lo había hecho como dis inguido Instil\:ttor, trabajando con
entusiasmo por la educaci6n de la juventud,
DECRE
Art. 1. 0 El Gobierno deplora profundamente la muerte del
r. General Matías CamargoJ á quien para los efectos legale se
le declara ascendido á General de División.
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Jn Niili at· de C lornbia
'- 6 _/
rt. 2. 0
do lo honor
darán luto por et fa
do ha ta media ~stn y e
del apitolio.
t·t. 3.0 El eJ fina-do
mi ntt·a 1 n ion s
á las familia d la víctima d la act 13l reb lión.
• At·t. 4. 0 n ej mpl r auténtico d erá pue t en
mano de la familia del ·r. Genen:tl amargo, 1 or comi-sionado
especiale que n mbrará · 1 obierno, cncarrrado d hacerle
pr ent el duelo d l "obt rno y de la atria .
. rt. 5. 0 ése uenta al H. ·enado d la parte cotT pondiente.
omuní uese y ubll ue c.
Dado n Bogotá á de En ro rgo2.
JO E QUI
or e l . Iini tro de uerr.a 1 primer u ecretario
. J. VERGARA ' V.
RE LUCJ ME 30 DE 1901
(DictE. tBRE 29)
er la cual e hacen ~lguna · Tefornaa·
.. , ini tro de ucrr
C O 1 D R.\. DO
1.0 Que en todos lo _.jército extranjero uebi ament · oro-anizado
, los eni nte y ubteni ntes de infant · ría on plazas de -
montada
2.0 uc en la actualidad es considerable la escasez de bricradas
y la be tias se han ad uirido artificialmente á recio exa erado
;
3. 0 ue e tá prescrito en la 1 y que uan o no ea posible u-ministrar
bao-aje á lo ñciale e le u mini tt·e det rminado au. i-lio
n dinero
RE U LVF.
rt. I .0 partir del 1.0 de Enero de 1902 no e darán en nin-gún
atallón bag' jes á lo T nicntes y ubtenient . de fiJa , á los
uc en cambi se abonará en dinero la urna de dos peso cincuenta
centavos (. 2-50) or ca a día de marcha cuan o é ta e.·ceda
de do legua en 1 día abonabl s por la Habilitación del re pec-tiv
uerpo pr io un vale debidamente autorizad .
rt. 2. 0 E ta esolución no impi 'e que á los Teniente y ubcniente
de filas s les pueda suministrar bao-aj cuando la brigada
del Cuerpo lo permita ó se hayan toma o 1 enemigo be tias en
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oletín ~Iilitar e Colombia
\_ 37 _)
número suficiente. En e te casv no se abona á lo
lio a1guno en diner
ficiales auxi-omuníquese.
El 'lini tr . Jo É VrcE.'1:E CoNCHA
u,\! r II J GUE
!J lom~iz.-JI ~,¡ /en'o d G :urra.-Bc-,CYO f.í, Enero
de I902.
r . Jefe Ci,·iles} . Iilit r··· y om ndan ~:sen Jefe.
omunico á u te _s ¡u por cret del Po<.h.,r Ejecutivo me
h encargado interinamente, n la fecha, de Ja Cart ra de.: Guerra,
por licencia concedida al Dr. J. oncha.
tU T!DF. ~ER. _t 'O'EZ
-"'- 1(i
---= Doctrinal
UER.R E e E
Y lJ.' S I IOBR 1-\ E
OR .• CHEV \LllE
J ef.: d éatallón, cvn di loma, uel 65 Regimiento de Infantería
{Traducc1ón para el Bo/dln .Afililar)
APITUL PRI fE O
OPE& ClONES DE l ·oc HE EN GENER. L
CHE
Influencia de laJ 1/mf:blas en las ope1 aclO!les 7mlitarcs-De los jt.(es-IJe
los soldados-Del ah'mento-De:llerroto-De la di'sciplr!Ja-ApHcadf;
n de las diversas armas á las operaciont.r d, noc/1e.
o es necesari larga práctica ara darse cuenta de la influencia
de la noche sobre las operaciones militares en general
Esta influencia aparece en re ultados que son á la v · z de orden
físico, de orden moral y de orden táctico.
1 •0 1 oído perci e, á di tanda, los ruidos má 1 janos; la
vista al contrario, está limitada por un horizonte muy re tringido.
La luz artificial es visible desde muy lejo ; la luz de un fósforo,
el fueg-o de una pipa, pueden traicionar un movimiento combinado
con la mayores precauciones · or tíltimo, la trop e fatiga
mucho.
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'- 38 _;
2. 0 La falta de sueño debilita los músculos del hombre; el
cerebro sufre á causa de la fatiga del cuerpo ; los objetos más comunes
toman ante la imaginación excitada la formas más ex.
trañas.
El hombre ignorante es por naturaleza supersticioso y crédulo
· el espanto es contagioso· el menor caso fortuito extraña ó erróneamente
interpretado, puede oca ionar, aun en buena tropa, pánico,
y el efecto es iempre desastroso.
3.0 Los movimientos en la oscundad son lentos y penosos, las
tropas se orientan mal y lo errores de dirección son frecuentes.
Es difícil conservar el orden en la tropa: el mando se destruye
poco á poco, la cohesión desaparece con facilidad, lo mismo que
los laz s tácticos · la iniciativa de las diferentes jerarquías, indispens~
ble, sin embargo, puede producir los errores más graves.
i añadimos á estos inconvenientes generales los que resultan
del temperamento particular de la raza gala · no podemos dejar
de sacar la conclusión de la necesidad que hay en prepararnos
seriamente á la guerra de noche., á fin de no caer descuidados
en ella cuando suene la hora del peligro.
No es dable á todo el mundo tener las aptitudes necesarias
para dirigir felizmente una operación nocturna.
Un hecho digno de notarse es que todos los brillantes combates
de esta clase, que menciona la historia, han sido dirigidos por
hombres de alma de muy levantado temple.
El valor solo no basta: es indispensable que el jefe tenga
ambién una gran voluntad, ~ran experiencia, conocimiento perecto
de su tropa, y por último, una imaginación viva y espíritu de
in ven ti va para salir airoso de una situación crítica.
• Porque si lo galo son prontos y fogosos para tomar las armas, por
otro lado, re isten mal y no saben soportar los reveses ...... Son ligeros y muda-ble
en sus resolucione ...... Lo galos aventajan en valor á todas las naciones.
(César, d~ Bdlo Cttllico}.
El buen orden reanima sin cesar en el soldado valeroso esa valentía y ese
ardor que fomentan siempre la esperanza de vencer, que no le :~~n~ona nunca
en tanto que el buen orden subsiste. Lo contrario acontece en eJercltos e!l que
no hay sino fúria y n da de orden, como sucedía en los de los galos, cuya tmpe·
tuosidad se desmentía con frécuencia durante el combate.
(Maquiavelo. Discurso sobre Tito Livio .
Pocas gentes hay en el munco que guarden menos el orden exacto en to-das
las cosas ...... En ello el furor se impone sobre la paciencia y l buen orden.
(De VigPner • Art m.ilitasre á' Onosaudu:).
Le qllt mer.;.:ce atención particular son lo ataques de los franceses, de
los que César no pudo menos de reconocer la asombrosa impetu?sidad. Yo creo
que él caracteriza el primer choque de los galos como el más p.ellgroso. y que es
de opinión que la fuerza con que siguen el primer ataque es much_o menor; sea
lo que fuete, la iolencia d 1 ataque, lafuria fra, cua que caractenzaba ·u :uerras
de la revoluci6n, es aun hoy u atributo n cional.
(Príncipe Federico Carlos, t86o) .
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'- 39 _J
La a tucia la audacia, la prudencia, la confianza en sí mismo,
pe., tampoco terminan la enumeración de las cualidades que le
son indi pensables.
Lo oficiales que están á us órdenes deben tener una confianza
ciega en él y no olvidar "que deben á todo instante dar
ejemplo de virlude militare . . . . . . El soldado tiene constantemente
fijo lo ojo en ello·; u valor y su angre fría se comunicarán
á. su al m a y les harán capa ce de todo ra go de energía y de todo
sacrifici . "
E te soldado no e ino un sér imperfecto, ignorante y débil.
El h mbre dice 1 Príncipe Federico Carlos, es un compuesto
de inteligencia, de a:lma y de cuerpo. La inteligencia se
resume en la facultade intel tuales; el alma en las fuerzas morales.
P r medio de la inteligencia y el alma, somos dueños del
cuerpo, lo somo tam ién ha ta cuando éste pretendiera rehusar
su servicio.
e En el combate, los tres elementos es decir, el hombre íntegro,
está en actividad. Mientra · más se sube en la jerarquía de
un ejército, toca mayor tarea á. la inteligencia y menos al cuerpo;
y cuanto má e baja, mayor es el rabajo del cuerpo y menor el
de la inteliCYencia.
Pero con excepción de algunas raras naturalezas, todas las
tencia del alma e conmueven profundamente en todos los grados
y en todo or en jerárquico.
Estos movimi~ntos del alma son un secreto implantado por
Dios en el corazón del hombre; es en ellos en donde se encuentra
el principio de todo lo que es grande y noble, como también el
germen de todo lo que es malo y il.
"Allí está el a iento del sentimiento religioso que se llama co-razón,
valor, heroísm .... .. , amor de la Patria, adhesión á sus su-periores,
á su Compañía, fidelidad, abnegación, entusiasmo, deseo
y fuerza de voluntad, sentimiento de honor y deseo de disting-uirse.
Pero allí residen también las condiciones opuestas á estas cualidades
: el temor, el horror, el espanto; en una palabra: todas las pasiones
malas' • .
En este pasaje notable, el Príncipe no ve sino al hombre y no
á la tropa.
¿Por qué suced que un soldado que tiene reputación de audaz,
capaz de acompañar solo á un Oficial en una misión peligrosa,
y de librar á su Jefe y librarse él mismo del mayor peligro, el
dfa menos pen ado escapa como una liebre, si sus camaradas
vuelven caras?
Y al contrario, ¿ por qué el ejemplo puede hacer de un pusilánime
un héroe ?
E porque la co ardía y el valor son igualmente contagiosos,
y por esto una tropa sufre incontables influencias sicológicas, y vale
más 6 menos según su situación de espíritu.
Príncipe Federico Carlos, Ehu milita:riS'cM D~nksc!Jrift.
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•
Boletín Militar de Colo~nbia
'- 40 --'
Lo que un día la impre iona Yivamente, habría podido en otro
y en distinta circun tancias pasa1· del todo inadvertido.
Este hecho, de importancia capital n la gu t·ra de día, tiene
mucho más importancia en la guen·a de noche. Aquí los lazos
tácticos exi ten apenas : el p n amiento del jefe está, como su mirada
velado por la tiniebla .
El silencio es de rigor. ¿ Cómo un jef invi ible puede mantenerse
en contacto con tante con su tropa y a e~·urar entre ella y
él una correspondencia no interrumpida"?
Por medio de la tran mi i6n en ·oz baja de órdent:s ó informes
que no conciernan sino á cosa de interé':) mayor, in ning-una
explicaci6n in ningún comentario.
Este modo de comunicación, de boca en b..:>ca, e::> citado por
Jenofonte y César como familiar á lo griegos y á lo galos. ¿Por
qué no hacer de él un u o frecuente"?
Que la tropa ea muy obedienk valiente y di ciplinada, que
tenga confianza en su jefe; toda,•ía e to no La ta.
"En el ejército francé , la fuerza moral p.-ima sobre la física
*.'' Este juicio de un enemigo nos lisonjea, pero no debemo
olvidar que lo físico obra fuertemente obre lo moral.
La naturaleza pretende si mprc apoderarse de us derechos:
"la bestia reacciona sobre 1 alma; un cuerpo débil ó fatigado no
puede albergar sino un alor dudoso.' -:.. ~
i el hombre nc di fruta de todo el sueño :¡u • le e~ necesario,
hay que prevenir el gasto de fuerza que la con!)ecuencia de
ello. El medio está bien indicado : una alimentación xcepcionaJ.
(e El General en Jefe puede ordenar di tribucione extraordi-narias
cuando el estado de fal/ga de las tropas lo ~xi.Ja t . ·
H Suplementos extraordinarios se pueden conccuer ocasionalmente,
en razón de las fatigas excepcionales que sopor/a una tropa
6 en razón de un e fuerzo particular que exige mayor r~jJaracr"ón
de fuerzas ..... .
"Los suplementos e.·traordinarios que con má frecuencia se
conceden, son:
La ración de líquidos ó una tercera part de ración de pan
(250 gramos) ó de una quinta de carne ( 100 gramo ) :;:.
Lo regl mentas consagran, pue , el principio de una concesión
suplementaria de víveres; pero fuera de la rac16n de íquido,
concedida por derecho á todo soldado que vivayuea~ en la !tropas,.
e ta concesión es á la vez tardía é insuficiente.
Es tardía, porque no hace sino reparar las fuerzas perdidas,
en vez de aumentar las preexistentes.
Príncipe Federico Carlos, Eme mi/itarische DeJ:I,:scltrift.
• Von der Goltz. La Nación nrma-da.
t Reglamento sobre el servicio en campaila, artículo 95·
¡ Resolución ministerial del 19 de Mayo de 1890, modificalla por la uotn:
del Ministerio, de 17 de Marzo de 1~93·
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., n la
sto
6 100
en reem lazo de una
a' am~ada fe tiga má que una
n compara ión de una rnarcha ó
la
in
es
. rento y fit·me en
fatiga os, que langui ecen en la omnolencia, y
u cer til>les de atemorizar e con 1 brit de un buho.
En la mayor parte 1 w lo cas d berá o rar n un terreno
dese nocido 1 mayor número.
i la peración, cual uiera u sea, · ha o ido 1 rever con
a lante an icipación, alguno oficiate ~ habrán sin eluda rec-orrido
á r~i ·. á caballo ó n bicicleta, una 1 arte 6 la totalicla del paí
~u deba atrave ar
E t rmitirá tToborat· la indi aciun s de lo habitantes,
quien s, pur muy decidid s y seo·ur ue puedan estar, cometen
con frecut:ncia er ·on.;~ obr t d porque n comp1·enden bien lo
ue le pt· · guntan 6 pot·que le tantean mal las cuestion s.
Para 1 que e r correr á la cab za dt una tropa n noche
oscura, fuera de los camino un terreno montaña 6 cortado que
no se ha visto nunca ino en el mapa, muy oco oficiale on caac
de mejante esfuerzo.
Sólo los soldados que han hecho mucha5 cur iones por los
ampo , son capac s d dars u nta de la dif r ncia de impre-iones
que hay entre una exploración de día y tr de noch .
J t } homLr no e limitan á una nc pción conjunto de
una zona dada, sino que su experiencia les lleva á not r mil detall
ínfimo que le p rmit n · á cada in tante enro11trar e, esto es,
¡ue adquieren la seguridad de no hab r rdido su dirección.
Lo que han cazado mucho, lo ue h n manejado mucho la
topooTafía, poseen condicion qu le hacen ncontrar s ñales en
dondt: los otro e habrían infalibl m nte xtraviado.
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'- 42 _;
u Jenofonte, en la Cyropédie, cuenta que Ciro, al ponerse en
marcha para it- á combatir al Rey de Armenia, r cordó á sus Capitanes,
despué de darle á cada uno us instruccione , que lo que
elJos iban á acometer no era otra cosa que una de esa cacerías
que tan frecuentemente ha ían hecho juntos.
t El recordaba á los que veía en emboscada en las montañas,
que eran semejantes á Jos cazadores que van á. tender redes n lo
lugares escarpados, y á los que d bían recorrer el llano, ue llos
se parecían á los caza ore que van á 1 vantar la bestia en su
fuerte para arrojar} y que caiga en sus redes
La caza es, en fecto, una imagen d la guerra, soure todo
de la guerra de noche, y un oficial gran cazador pued er considerado
como jefe bueno para e. pedici6n nocturna ; que se le den
algunos hombres que tengan la misma condiciones de él, y realizará
cosas increíbl .
Los lazos tácticos no xisten n una tropa en oper·aciones de
noche, sino cuando cada uno perman ce siempr , y n todas circunstancias,
en el sitio que 1 a igna el reglamento.
La calma de la naturaleza l e tado hig-rométdco de la at-mósfera
facilitan la percepción á gran di tancia, d ruido relatiYamente
ligeros; por tanto, habrá que vitar no solamente toda
causa de ruido t, sino también toda conv r ación, aun en voz baja.
Todos 1 s medios lumino o aconsejados por cierto militares
de espíritu in v ntivo son más perjudiciales u e útilt: ¡; el uso del
tabaco debe ser siempre, y para todos, form lmente proscrito.
Hasta cuan o uno tiene seguridad de estar fuera del alcance
del enemigo, toda la prescripciones relativa al orden riguroso,
al silencio absoluto, deben ser minuciosamente observadas.
Es esta una costumbre que debe prevalecer entre los Oficiales
y soldados como el rem dio soberano para preservar del pánico á
las tropas.
En efecto, con el pánico hay siempre desorden y gritos.
Nada es tan estúpido y débil como una multitud presa de temor.
Esto se concibe muy bien: la mayor parte de los hombres
tienen temperamento medroso y éste aumenta á sus ojo el peligro,
y lo hace evidente cuando apenas es probable, y hasta con frecuencia
lo crea. En esta disposición de e píritu, las impresiones
• Maquia\·elo. Discurso sobre Tito Livio.
t Una maniobra de noche encallñ totalmente porque un batallón, lanzado
por orden superior fuera del camino, tuvo en el mes de cptiembre, y en
tiempo seco, que atravesar un campo en rastrojo.
¡ La circular del Ministerio del 29 de Marzo de 1894, que prescribe el empleo
de la brújula indicadora en las operacione de día, dice ademis:
"De noche, 6 con niebla espesa, es indi pensable contar, pb.ra orientar á los
hombres, con pequeñas linterna que dlo llevan fija á la espalda."
E ta linterna, amarrada al morral, proycct- un cono de luz detrás del oldt
do que la lleva. Si á este cono se le interponen aleunos objetos, aun b. niebla,
el que lleva la linterna se de taca en negro obre fondo claro, CQruo una verdad~
ra sombra chinesca.
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Boletín Militar de Colombia
'- 43 -J
producida por lo entidos obran mucho má apri a que el razonamiento.
El espanto e apodera de un individuo que grita, la
mas t juzga con in tinto al cual no puede resistir, e enloquece,
grita escapa, y ninguna fuerza humana es capaz de detener una
desbandada que una severa disciplina habría po ido evitar.
La disciplina es nece aria en un ejército, meno todavía para
enseñarle á combatir con orden que para impedirle que e rompa
al menor acontecimien~o imprevisto.
Un tumulto es más perju icial que útil en la o-uerr:s., porque
el má ligero ruido una palabra, un opio, bastan para ponerlo
todo en desorden y hacerlo huír.
(Un buen neral debe, pue , consagrarse sobre todo á es-coger
bien á los que reciban sus órdenes para transmitirlas á los
demá , y acostumbrar á su soldados á no oír sino ólo á los oficiales
encargados de darle á conocer su voluntad. La inobservancia
de esta regla ha oca ionado con frecuencia grandes desdichas.,
•
Hemo dicho que el il ncio e necesario para quitar al nemigo
la posibilid d de descubrir 6 de adivinar la operación que
se ejecuta, y que, a emá , e un medio de disciplina y de cohesión.
Esta nece idad del silencio hace que las tres armas no sean
igualmente apta para emplearlas de noche, cerca d l enemigo .
¿Cómo impedir que los caballos relinchen ó piafen? ¿Cómo
hacer rodar los pesado carruajes de la artillería in despertar
todos los ecos de los contornos?
Además la caballería y la artillería no tienen en la oscuridad
sino medio de acción muy re tringidos; por tanto, su empleo
puede ser con frecuencia causa de revés.
Todo depende del objeto que . e trate de alcanzar. Tenemos,
pues que estudiar ucesi vamente :
La marchas de no~he ¡
Lo combates de noche ;
El servicio e egurida de noche.- Conlz1Hía
--·:::!!-=tti~:;;:i
bAS GRANDES BATALLAS DE
POlt DICK DX LONGLA Y
(Auslerlilz-2 de Didembre de 1805)
(Concluye}
POL ON
En este duelo á cañonazo una bata de cañón le despedaza un
muslo al General Valhu ert; cuatro soldados se presentan para
alzarlo: tt Acordao de la ord n eJ día, les dice con voz de trueno,
y cerrad filas. P rm neced en vuestro puesto · bien puedo ,morir
olo.u
io
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Boletín Mil itar de Colon1 lcl
De nuevo avanzamo á pa o de carga· la p ada cartuchera
bajo la cual está atado nue tro k pi, nv golp_ las e paldas.
Delante de nosotros profundamente encajonada en un barranco,
se encuentra una aldea que no e eja ver ino por las llamas que
la devoran . o acercamo con ¡-apidez á la planicie de Pratzen,
coronada por una triple línea d infantería rusa, de donde brotan
millares de relám ago . Lo oficialc enemigo , con el frac
verde ajustado al pecho y el tall comp.-imido por un cintur.6n de
plata, y el alto sombrero coronado por un montón piramidal d
plumas negras que flotan l viento recorr .n la fila y mantienen
á los hom res en u pu e~to.
El 36 de línea forma la cab í'a y d plega con ped cto
aplomo· por al(Yunos in lante can,bia, á m dio alcanc , un fuego
mortífero de fusilería.
in embargo nue tJ· o s r gimi nto ah1·uma do por este innúm
ro de fue os cruzado , ufr n értlida ruel . l Coronel
de Lamott , d e l 36 de línea, se dirige entonce al Gt.neral aintHilair
, y le dice: eneral, mat-chemo delant y á la bayoneta,
6 omos perdido . -' ;. í, adelante . " r ponde aint-Hilaire;
y volviéndo e hacia nosott-o : ' ran .d ro d 1 4. 0 de lín a,
tendréis el honor de caro-ar lo primero ; acordaos que e trata
del honor de la águila franc a ." Todo 1 oldad ·claman:
¡ Ad Iant , neral . todos somo · O"ranadt.;ro . •·
uena el to ue k cat-g , y al punto se cala bayoneta. La columna
a 'ranza con impetuo idad, in con te tar el fuego de fusil ría,
y gritando: a<.la de cuartel, on ru o !"
uestra primera línea hund sus bayon ta en el cuerpo de
los oldados de las primeras fila nemiga de cargando al propio
tiempo us fu ile , lo qu produce una sorda d tonación que lleva
el terror á la filas sigui ntes.
na columna de granadero mo coYita de enorme mo tachos
rojos y con el alto chac6 de placa de co re llega en au.·ilio
de lo- regimientos comprometido . El r 5 lig ro que oporta el
peso principal de este ataque, r trocede un in tante nada má que
un in tante. u Jefe, el lMayor Dulong toma n st momento e l
águila del 2 .0 atallón y xclama: ' oldado yo paro aquí; vamo
á ver i abandonái uest1·a bandera y vue ·tr.o j fe ! te
1 noble apó trofe detiene á los dos batallones, que contintían la lucha
con más furor que nunca. Lo abanderado champs y Brondé
defienden u in ignia con inc¡·eíble valor con ra má de treinta
granadero ru o que pr tenden apoderar de lla , y no la ueltan.
eschamps, dotado de una fuerza xtraordinaria, aporrea á
algunos de u d versarios con el águila que tiene entre u manos.
or último los rusos on arrojado á lo pantano de Sokolnitz
y obre el dor o de la planicie de Pratz n, hacia 1 camino d
Au terlitz. En este combate encarnizado, el 48 al mando del intrépido
arbanegre arrebata tr bandera á lo granad ros
r usos; 1 36 e apodera or u parte de tt·ece. Im ul ado por e l
entusiasmo del éxito, nu stro ata116n . e compromet n 1 per e-
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cución de Jo ru o y aja á paso de rarga un terreno inclinado
y cubierto de viñedos. ue tros oldado altan por ncima de los
sarmiento eco haciendo r onar bajo u pesados zapatos la
tierra endurecida y helada.
Rep ntinament el uelo ti mbla á lo l jo : una nube de jinete
con frac azul cele te abotonado obre el pecho con enorme
casco de cu ro de un altura de me urada, on placa con el
águila d · do cabe7as y la cimera adornada de un plumaje negro
cortado en forma de cepi1lo e lanza sobre no otro al galope
de u gran e ca allo alazane . on lo dragones de la guardia
ru a, que el gran Duque Con tantino acaba de im ul ar contra
nosotro . nte de que hayamo podi o reconocernos y f rmar el
cuadro sobre te terr no cubierto por lo viñedo los dragone~
e encuentran en medio de no otro , no arrojan bajo sus caballos
y.nos acri illan in piedad.
1 desorden e tá en u colmo. En sta cOnfu ión, nuestro
a anderauo, l a1·g nto -Iayor GCimvion aint-Cyr sobrino del
General de e te nombre, r ci e catorce sablazo n la ca eza y
cae á tie1·ra. Un argento que r tende tomar el águila, cae muerto
á su ,·ez. ..n soldado 1 toma de la mano d 1 sargento, pero
también ueda fuera de combat : no puede impedir que los jine-tes
d onstantino tomen este trofeo.
De d Ia altura en donde está colocado, a oléon ve e ta lucha.
• Hay confusión dice á Rapp, i á impedirla con lo azador
y mamelucos; y tú B iere ígu le con los invencibles granaderos
de á caballo. '
Rapp párte al galope e n los mam Jucos y dos escuadrones
de cazad ore , y avanza en buen orden ; tiene á su izquierda al
valeroso Coron 1 Morland d los cazadore , y á su derecha al
Teniente oroncl Dalhmann. 1 acercarse, Rapp di tingue á los
' caballeros ru o en medi de los re to de nue tro cuadro r tendiendo
conclufr enfurecido con nuestro desdichado batallón. Un
poco atrás Ye la masas á pie y á caballo ue forman la reserva.
De nue tro lado hemo oído resonar muy cerca el grito de
u¡ Viva el mperador! ,., y al travé del humo alcanzamo á ver
los o-orro de iel d oso con dornos e carlata , Jo mi mo que los
turbantes verde de Jos cazadores y de los mameluco . A u aspecto
nuc tro valor renac . El en r:nigo también ha vi to nuestra
caballería, y ab ndonándono , corre á arrojarse obre ella. Cuatro
pi<"'zas de artill ría de la guardia ru a acuden al g-alop y e pon
n en bat ría delante de no otros. Rapp los señala con Ia punta
del sable á sus intrépidos jinet : Mirad, les dice, á nuestros
h rmano , á nue tros amigos, echados por tierra y pisoteados: en-
2llémoslos · venguemos nuestras banderas
1 valero o corneta mayor I<.rettly, de lo cazadores, y sus
cornetas, tocan á la carga. Una descarga de metralla acoge á los
cazadores á quemarropa; una parte d 1 Estado Mayor del regimiento
cae, lo mismo que el intrépido Morland, que por la mañana
ha ido ascendido á General. Pero nada contiene el brioso em-
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puje de nuestra caballería: Krettly, á la cabeza de sus dos pelotones
de cornetas, se lanza con tanta impetuosidad sobre los artilleros
enemigos, que toma las piezas. Ocho de los cornetas que le
siguen, reciben, después de este glol"ioso golpe de mano, la Cruz
de la Legión de Honor. El Teniente Coronel Dalhmann toma al
punto el mando de los cazadores y de los mamelucos, que desbaratan
la caballería enemiga. Estos mamelucos son jinetes maravillosos:
hacen de su caballo lo que quieren. Con su sable encorvado
cortan de un solo golpe la cabeza, y con sus agudos estribos
hieren las espaldas de los soldados. Uno de ellos aparece tres ocasiones
distint-as á presentar al Emperador una bandera rusa; á la
tercera vez Napoleón pretende detenerlo, pero se lanza de nuevo
y no vuelve : queda sobre el campo de batalla.
Toda esta masa de caballería, franceses y rusos, vencedores
y vencidos, pasa por en medio de nosotros como un huracán, y
rebasa el terreno que nuestro batallón cubría con sus despojos.
Inmediatamente los soldado que no están heridos, se reoJ garlizan
y forman á las órdenes del Mayor Bigarré para desquitarse de su
desastre. Enfrente de nosotros, nuestra caballería, que ha llegado
hasta las líneas de la guardia rusa, es acometida por una segunda
carga de jinetes enemigos. Esta vez on las guardias de Alejandro,
magnífica tropa de caballería, que lleva la coraza negra
sobre el vestido blanco, casco de acero con penacho negro y la
schab1 aque encarnada ; éstos, dirigidos por su Coronel el Príncipe
Repnine, se arrojan sobre nuestra caballería.
A pesar de su valor, cazadores y mamelucos tienen que batirse
con formidable enemigo. Esta guardia de jinetes está formada
de hombres gigantescos que luchan con resolución. Nuestros
cazadores se ven obligados á replegarse. Pero en este momento
llegan al galope lo granaderos montados, conducidos por el Mariscal
Bessieres en auxilio de Rapp. E tos denodados jinetes, montados
en grandes caballos negros, están deseosos de medir sus
armas con los guardias de Alejandro. Pasan á nuestro lado como
un rayo y caen sobre el enemigo.
Durante un cuarto de hora reina una confusión indescribible,
y e te cuarto de hora nos parece un siglo. No se puede ·er nada
á causa del humo y del polvo. La infantería de la guardia rusa,
testigo de este rudo combate, tampoco se atreve á hacer fuego,
por temor de disparar sobre los suyos. El rombate es terrible:
se lucha cuerpo á cuerpo.
Por último, 1os granaderos á caballo, los cazadores y los mamelucos,
viejos soldados e ·perimentados en cien batallas, triunfan
de los guardias de Alejandro y los dispersan.
Avanzamos detrás de nuestra cabe Hería, y á nuestro turno nos
arrojamos sobre la infantería de la guardia rusa.
Enfrente de no otros se P.ncuentra el regimiento de infantería
de la guardia de Moscu, tropa t..scogida, que lleYa en el cuello
y en los puños escarlatas del frac Y rde, muchos adornos de
lana amarilla, y los chacós coronados por pluma verdes lujosísi-
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ma . El Mayor Bigarré se halla en un estado de exaltación indecible
: con el uniforme acri illado á golpes la charretera derecha
desprendí a or una ala, se arroja obre el enemigo, diciéndonos á
gritos : · hora es cuando hay que vengar nuestra afrenta de esta
mañana, ' morir!' En un momento tomamos una formidable batería,
como también el regimiento de Moscou íntegro, con su Coronel
y u dos banderas.
Colocados en una altura á poca distancia del campo de batalla,
lejan ro y el Emp rador de Austria han sido te tigos de la
derrota y han vi to esta guardia rusa que debía consumar la victoria,
de pedazada por un puñado de 'aliente . Los cañones, las
banderas, el Príncipe Repnine, e tán en nuestra manos. Rapp,
que en la confusión ha recibido una herida en Ja cabeza, iene á
dar parte de este brillante combate al Emperador. u sable está
roto; e tá cubierto de sangre y de polvo; trae con igo al Príncipe
Repnin . ire, xclam e t desdichado oficial, dirigiéndose
á apoleón hacedme fusilar, h erdido mis cañone y mis banderas."-"
Príncipe, le contesta apoleón, comprendo vuestra desesperación
· pero se puede ser d rrotado por mi ejército sin dejar
por e to de er un aliente militar y de tener derecho á mi e timaci6n.
Rapp, que se le entregue al Príncipe R pnine u espada.
E la una de la tarde; la victoria e tá decidida; nunca estuvo
dudosa. o se ha nece itado ni un hombre de la r rva ni e ha
empleado ninguno en parte alguna. La infant ría de la guardia
no se ha movido de detrás de Napoleón.
Un cuerpo considerable del jército ruso que ha sido sucesi-
·amente lanzado de toda su o iciones, se encuentra n este momento
en una hondonada arrinconado contra uno e tanques helados
sobre los cuales intenta capar. apoleón se dirige de ese lado
con la arttllería ligera de la guardia. ire, ¿ hay ue ametrallados?
·• pt·egunta Berthier. 1 Hay que acabar con todos, responde
1 .. mperador. En seguida Jos cañones en vez d apuntar
á esa m s de soldados, apuntan al hielo y en brev las balas de
cañón lo rompen en pedazos enorme , sobre lo cuales compañías,
batallan cnt ros, flotan un in tante y hunden. e 're entonces
renovar e el e pectáculo horrible ue ya habíamos presenciado
en boukir: ·einte mjl desdichado soldado que ahogan lanzando
grito horri les; en poc0s in tantes hombre , caballo , cañone
caja , todo se umerge .• iillar de ru o de onen las armas
á orilla de estos estanqu s. u parque íntegro y cuarenta
banderas cae!"l en nuestro pod r. ..unca hubo campo de batalla
más horrrible. De en medio d to inmen os lago se oyen todavía
los grito de millares de soldados á quiene no se puede salvar.
Por la noche ocupamos la bella posición en donde la guardia
rusa e taba instalada por la m ñana, y el Emperador da todas
sus órdenes á fin de que se recojan los heridos. Hay que r correr
dos leo-uas del campo de batalla ara cumplirlas· todos los cuerpos
contribuyen con u hom brc para e ta penosa tat:"ea. Napoleón
recorre e l terr eno d~ la acción, y nada s tan conmovedor
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como " r á nu stros soldados h rido reconocer! . Uno olvidan
sus sufrimientos y dicen : " lo menos s ha asegurado la victo.
ria" · y otros: ' D béi e tar contento hoy de vuestros oldad s ";
y otro : u ufrimos mucho y ta1no abandonados des<.le el principio
de la batalla, pe1·o hemos cumplid nuestro d bcr. ·•
iguiendo u in pccción, 1 Empe1·ad01- llega enf1· ntc de
nue tro batallón ¡ue al punto le pre~enta las armas. De improviso
detiene su caballo y lanz:1ndo una mir·ada de reconYendón,
exclama con \OZ terrib) : ' ol ados: ¿.que habt!is hecho del
águila que os di y que m habíais jm·ado defende1· hasta la muerte?
' uestro Mayor el valient Bigarré a ·vanza con la 1 unta de
la espada baja, y c'ice: ce ire: hemos ido sorprendido durante
nue tra formación en cuadro, y la caba11ería de la guardia rusa
nos ha dado varias caJ-ga Entonce ir nos hemos arrojado
desesperadamente obr 1 enemigo y hemo ido á conquistar e tas
dos banderas, para suplicaros que nos deis una nue,·a águila en
cambio.'' Y á una señal del Mayor do sargentos ·e acercan trayendo
cada uno un estandarte d l regimiento de la guardia de
Moscou, en el cual brilla el águila n gra de dos cabezas.
Ante esto 1 Emperador parece calmar e. oldados, dice:
¿me podréis jurar que ninguno de vosotros se ha dado cuenta de
que habían tomado nuestra in ignia, y que si hubiera sido a í o
habríais hecho matar hasta 1 último, en ez de abandonar ese
sírnbolo sagrado del honor? ' ' ¡ f sí, lo juramos! , respondemos
con la mano derecha xtendida hacia adelante. ce Sé bien que
no habéis sido cobardes, sino imprud ntes, añade apoleón ; acepto
el cambio, y os daré una nueva áo-uila. '' Luégo, dirigiéndose
al Mayor Bigarré y colocándole el dedo sob1·e la olapa de su
frac, abierto de un balazo : u En cuanto á vo , Coronel iréis mañana
de parte mía á ver á Berthier, quien os entregará la condecoración
de caballero de la Legión de Fionor para cerrar ese
ojal.''
Los resultados de esta batalla fueron inmenso . "He librado
treinta batallas corno é ta, decía 1 apoleón, pero no he Yisto ninguna
en que la ;victoria e haya mostrado más efectiva y en la
que los destinos hayan sido tan poco balanceados.·· Y lleno d . reconocimiento
por/nue tro valiente soldado : t Estoy satisfecho
de vosotros, e.·clamaba : habéi cub_ierto vuestras águilas con gloria
inmortaL''
EL COMB TE
POR !\fA ~uEL M E ·o CHUR UCA
(Continúa)
Regularmente, el vencido procu a abandonar á tiempo el
combate para alvar sus restos, por lo que, una vez persuadido de
su impotencia, .mprende la retirada apoyándose en us tropas
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m á nt ra y ocupan o posiciones sucesi \'a , que cubran la línea
por donde la ef ctúa desde la uc se e fuerza en proteger la
reorg-anización de la tro a di per as y contener la ersecución.
E ta que tiene por jeto consolidar 1 resultado de la vict
ria con la complet de trucción de la fuerzas batidas, se organiza
in perder momento recurando deshacer en ellas todo estigio
de orden y coh . ión ~· con,·ertir u fuga n completa desbanda
a · ma i 1 adY r rio, aguerrido y prudente ha sabido
ceder á tiempo y conserva n su tropas la unión y disciplina necesarias
para empr nd r una retirada en regla, la persecución
e be ser metódica y caut - lo a haciendo objeto de un ataque formal
cada una de la po icione n que se apoya y acosando al
advers rio sin darle tiempo para rehacerse ni para probar nueva
fortuna. La caballería ncar ·ada de esta operación la emprende
sostenida por la artillería á caba11o, y hace cuanto puede por arrollar
á la contraria que i se con erva entera luchará desesperadamente
para contenerla y cubrir el mo,·imiento retrógrado de
la otras fuerza .
Ordinariament como la noche oblicra á suspender la per ecución
y fa orece la r tira a, 1 vencido procura ostenerse sin
emprenderla hasta que 11ega ó está próxima aquélla, y aprovecha
sus sombras para desaparecer.
TaJes son el cur o y el desenlace natural de todo combate
bien dirigido y librad con r gularidad por ambas partes; mas
hay ocasiones en que or una defectuosa dirección ó por otras
causas no previ tas se empeña de una manera anormal ó confusa.
la 1 (neas se dislocan ; los esfuerzos parciales no se producen co~
el método y oportunidad que re uieren las circunstancia , carecen
de la suficiente energía ó son poco ordenados, y la decisión se determina
por las pérdidas materiales de uno de los partido , por la
desmoralización de su tropa y con frecuencia por am as cau as,
ue las hacen ceder y de bandarse. ucede en otras, que en el
combate de preparación logra uno d lo~ ~ontendientes ocupar
puntos tan importantes y alcanza tal superwndad que, imposi ilitado
el otro para continnar luchando, renuncia y se retira. Por
último, hay casos en que perfectamente equilibradas la fuerzas
de ambos, se ag tan por igual progresivamente, y sin v ntaja notoria
de ninguno, que baste á pru ocar una crisi deci iva ; sobreviene
la noche y queda incierto l resultado hasta que a.Jcruno
abandona Yoluntar-iamente el campo y desaparece, á favor de la
oscuridad.
Econom¡a de las lrop s en el campo de batalla-Es principio de
aplicación esencial en todo e m bate forzar al ad ''er ario á mostrar
y consumir prematuramente us fuerza y economizar á la.
vez las propias, conservando su pot ncia ha ta el fin, para asegurar
la superioridad en el momento deci ivo. Esto se· consigue, no
empeñando sino las absolutamente n e arias para cada período,.
cubriéndolas con el terreno mientra no combaten, y pro echan-o
los a?rigo ó accidentes para conducirlas al enemigo 6 esperar
TOJfO I-4
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L.. so -'
su llegada, y sustraerlas el mayor tiempo posible al efecto destructor
del fuego.
Los abrigos mejores son los naturales, que forman las ondulaciones
del suelo, cañadas, barrancos, malezas y bosques, así
como los desmontes, caminos hondos, terraplenes, tapias, paredes
ú otras obras que suelen encontrarse en países poblados y cultivados,
sirviendo unos y otros para preservar las líneas, y ocultarlas
á los anteojos escudriñadores del enemigo. Para mayor descanso
y seguridad de las tropas abrigadas, se les hace permanecer
sentadas 6 tendidas hasta el momento en que deben entrar en
acci6n, cambiando su situaci6n siempre que, por efecto de las alternativas
é incidentes de la lucha, queden dentro de alguna zona
peligrosa.
En las diversas situaciones en que se halla una tropa durante
el curso de un combate, conviene observar las precauciones
generales siguientes, completándolas con toda la que el criterio
de su jefe crea oportunas en cada caso.
Toda fuerza expuesta al fuego de artillería debe evitar los
terrenos duros y pedrego os, que contribuyen á aumentar el efecto
de los proyectiles, y preferir los blandos 6 labrados donde producen
menos daño y á veces quedan sin estallar.
Cuanto más domine una posici6n á las batería nemigas,
menos temible s rá su fuego, ba tando un pequeño retroceso para
que quede la tropa cubierta con la cresta· mas si, por el contrario
está dominada por ellas, el efecto será mayor, y aunque consig~
cubrirse, quedará expuesta casi siempre al tiro indirecto.
Una pared puede ser un buen abrigo, si está disimulada ó
pasa inadvertida paFa el adv.er ado; . ero si e muy visible, la
convertirá en blanco de sus ttro desde el momento en que sospeche
que oculta tropa . Un bosque de arbolado e peso, resguarda
poco del fuego, pero puede esconder bien á la infantería y favorecer
su a vanee sin que sea notada.
Las tropas ncargadas de sostener una batería ó constituír
la res rva xterior de un atrincheramiento no de en colocarse
normalmente á su retaguardia, donde existe ~iempre una zona peligrosa
formada por los tiros largos de la artill ría enemiga sino
sobre los flancos, que menos batidos, ofrecen además mejor emplazamiento
para u intervenci6n oportuna en la defen a.
Cuando faltan 6 e e sean abrigos nat rale , se suplen con
obras rápidas de campaña que en la ofen iva construyen las reservas
en \os momento de descanso 6 e pectaci6n, creando poco
á poco una serje de aproches y puntos fuertes á medida que se
gana terreno, que? á má de robustecer el ~taque, aseguran la retirada
si aquél e mfructuoso . n la defenstva e suponen lo trabajos
construídos de antemano. l o obstant las reservas pueden
emplear todo el tiempo di ponible en reforzarlos 6 completarlos.
La infantería atrincherada no coloca n el parapeto ino
los tiradores precisos á sostener el fuego, y el re to queda oculto
en el foso interior hasta el momento en qu~ debe tomar parte en
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el empeño. En las obras de perfil fuerte que castiga mucho el
fuego de artillería, las reservas deben resguardarse con traveses
ó espaldones constru{do al intento en el interior del reducto 6
detrá de él.
La infantería en movimiento debe marchar desplegada desde
que se encuentra al aJean ce del cañón y antes de aventurarse en
cualqui r terreno reconocerlo y estudiar la manera más segura
de avanzar sin érdidas, ierwpre e itando las partes impracticables
6 de difícil alida, así como las ere tas completamente descubiertas
que faldea mientra puede y cuidando de marchar bien
orientada sobre la ituación del enemigo. La zona eligrosa ,
que forzosamente deba atra esar la alva á la carrera.
Esta precauciones son más n e cesarias á los sostenes y reserYas
que no udi nclo evitar por com 1 to Jos efectos del fu e go,
tienden por lo general á di persarse prematuramente, y conviene
que se conserven unidos é intactos hasta el momento en que ea
oportuna su incor oració~ á 1 línea de combate.
La ca baile ría utiliza su movWdad para sustr erse á la acción
del fuego, manteniéndose á distancias superior á su alcance hasta
que debe interve nir lo que teniendo lugar ordinariamente hacia
el fin del com ate ) sobre lo flanco favorece su colocación
á r taguardia de ellos en emplazamientos que estudiados reviament
a eguren su concurso en el momento crítico. Al acercarse
éste se apro'{ima á las lfneas de infantería deslizándose por
la contrapendiente y depresiones que mejor la oculten, salvando
á galope los e pacios descubierto y teniendo especial cuidado
de no ponerse á tiro de fusil de las localidades y puntos cubierto
que sospeche pueda ocupar el enemigo, á no er que la posibilidad
de reconocerlo aleje todo peligro de e m oseada.
sta precaución es indispensable á los cuerpos indepenclien . .
te que habiendo obtenido el contacto, maniobran sobre los flancos
del enemigo · pues éste, á más de cubrirlos con su línea de
puestos a\·anzado es regular que los segure cen otros destacados,
que ocultos en puestos ventajosos, acecharán la ocasión de
castigar su osadía con algún lazo. En tal concepto, todas las poblaciones,
caseríos, osques y demás lugares sospechosos de ocupación
así como los camino que á llo conducen, deben ser escrupulosamente
reconocidos antes d cruzarlos 6 pasar por us
cercanías.
La artillería en posición se abriga detrás de la ere ta y aleja
los armones y carros á retaguardia, cuanto s compati Je con el
buen crvicio y la mayor movilida de las piezas. unca e tablece
á proximidad de bos ues ó Jugares que puedan ocultar tropas
enemigas y favorecer su repentina é ine perada acción á corta
distancia, y se mantiene 1 mayor tiempo posible fuera del alcance
máximo del fu iJ sin llegar al eficaz hasta los momentos más
críticos.
l\.1ientras no entra en acción, se oculta cerca de los emplazamientos
que debe ocupar, y espera el momento preciso de colocarse
en batería para romper el fuego.
co o l
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1 cambiar de posición ma1·cha en línea, evitando los movimientos
de flanco y toda maniobra que pueda retardar su acción,
forzosam nte suspendida para marchar, y que conviene reanude
prontame nte. Las grandes baterías suelen mo·verse por escalones
alternados, para no interrumpir totalmente 1 fuego.-Conll1ztía
LA R EORGA IZACI01 T
DEL EJÉRCITO I GLÉS
omo ya hemos indicado en estas páginas Yiejas y hondas
causa históricas y geográfica hicieron al Estado brit~nico preocuparse
iempre de su poderío marítimo, abandonando la robustez
orgánica y moral de us in tituciones militares terrestres. La enseñanzas
de la guerra de Crimea inquietaron á la opinión pública
y á los hombres de Gobierno· ma la impresión duró poco tiempo
sin qu reformas importantes vinieran á modernizar y á vigorizar
aquel Ejército, pese á las enseñanzas d e las sucesjvas campañas
que en el Continente o tenían las principale potencias muy especialmente
de la tranco- germana, tan próvida en leccione . E:\.istía
un grave y manifiesto desequilibrio entre el poder marítimo y
el militar de Inglaterra, desequíli rio de que se hacía eco en 1898
una autoridad tan cana y tan ilustre como Lord Roberts quien en
una fi e ta militar de los voluntario decía por entonces : ' La marina
no puede por sí sola defender las Indias ni los derechos de
la corona inglesa en China y en frica; al Cobrerno corrcspo11de, m
vúta de lar ruccsülad(S nadonales que t:~"l-·isfetJ ur di?Jer~os puntos dd globo,
d(dd/r . i las fuerzas de que d/spo1umos son sujicz'en/t.s para las exi'gc:ndas
qu( pueden surgir. ' .
Algunos año hac-e, el mismo Lord Robcrt , al igual que el
ex- eneralísimo :Volseley y tal cual hombre ilu tre del lemento
ci' il, pregonaban la necesidad de introducir seria reforma en el
Ejército, pero tt·opezaron siempre sus generosos y preYisores deseos
con la fuerza de la tradición y el egoísmo de los polftico ingleses.
La argumentación de cuantos querían vi"ir á la sombra de
sus viejas costumbres militares era, como sigue siendo, la siguiente
: el dominio del mar, que poseemos nos defiende de toda invasión;
este imperio de los mares nos pone también en condiciones
de realizar un contra-ataque sobre cualquier punto, el que mejor
nos acomode, de las posesiohes ultramarinas 6 de la mi ma metrópoli
de nuestro adversario. Los peligros terrestres sólo pueden
venirnos por el Canadá y la India · pero lo Estado nidos del
orte son aliados nuéstros, y Rusia, mientras tenga u base de operaciones
tan alejada de nuestras fronteras, no debe preocuparnos.
Si algún día logra 'rencer esta dificultad llevando su base al coraz6n
del Afghanistán, tiempo tendremos entonces de prevenirnos
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ol tín ilitar de Colon1bia
'- 53 _J
ante las nec d l de 1 In r . · cnta po r lo m e no 20,0 o homl>r de tro-e
gur n en el r u puesto d l Czin1 st1 t ice y
junto con e t ott·o verdadero Ejército dt: P licía coloni 1. r los
rigore dd clima y los hábito tradicionales de las fu e rza de las
Colonia , lo u ld y pcn i ne e O. cialid y trop .1 c c sitan
ser muy levado ; ¿ cómv po da co ncili r todo llo dicen los
partid r"o d e ~ slalu fJUO, i e. i tiet·a el servid militar obli Yatori ?
D .... spué de 1 guerr franco-germana, tratóse tibiamente n
Inglatcn· de pr p rat· el amino pa•·a ir hacia 1 rincipio que
tan brillante· re ult do· di á Pru ia. El entonce !ini tr d la
Guerr , Lord Carclcll, qui o e lablecer algo así com un ervtcto
reducido á fin de ref nr. r lo efecti v total e , haden desfilar
mayo· núm ro de homl..> · ~ ¡..lOr banderas. Pero tropezó ad -
más de las añeja Lradicion ~ con que 1 1·enu ,.o de re mr lazos
en el Ejército de las Indias y posesiones de ltt·amar arrojaba un
enorme uari mo n lo tran portes; de aquí que el plazo de tres
ños e él ¡- ponía como tiempo de er ido activo> tuvi ra que
elevarlo á cinco y muy Juégo á sei años. un este plazo, llamado
corto, re ultó muy on ro o, y hubo qu Yenir al sistema que aún
hoy ri e y cuya e racterística con' iene presentar, tomando como
norma el ensami nto de ord Laudsdowne, de cuyo tiempo d
Iini terio de la Guerra arranca la organización que exi tía al e -
tallar 1 actu 1 conflicto con la do República boer .
El Ejército inglés debe llenar tres objetos esenciales :
1.0 fantener en las Indias y en 1 colonias un ef ctivo d
cerca de Ioo,ooo hombres.
2.0 E tar en condiciones de poder movilizar fuerza nece arias
pat·a la equeña expediciones coloniales; y
3. 0 oder organizar, en caso de guerra con una potencia europea,
tre cuerpo de ejército completos.
Encerra a la organización en el sistema de los eng nche volunt
río , con ificultad odían alcanzarse efecti,•os numero o capaces
d alimen ar esta grande necesidades, por a í llamarla
constitutiva , má aquella otras que e derivan necesari m nt
en ca o de lucha.
Al e tallar 1 choque con el Tran vaal y el Estado 1i re, contaba
el R ino Unido con un jército regular de 256,ooo hombres
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nominales, pues los efectivos reales en 1.0 de Enero de 1899 sumaban
23 1,85 1 hombres. En cuanto á Jos demás elementos del
Ejército ocurría algo semejante, como podrá ver el lcclor.
•- · El efccti vo de la resen'a, en presupuesto, era de go,ooo hom .
bres ; pero el efectivo medio real registrado en el año de 1 8g8,
era de 8o . go hombre . La milicia y la reserva de la milicia figuraban
en presupuesto con I 30,687 hombres, cuando en realidad
ólo alcanzaban un efectivo de 103,647 hombres.
Aparecía en presupuestos la yeomanry con 1 1 ,ooo hombres,
cuando en su efectivo reales sólo se registraban 10,433.
Y or último, los voluntarios tenían en el papel 362,767 indiYiduos,
cuando r almente sólo eran 230,678 en 1.0 de oviembre
ele 1 8g8.
n re ume n, la situación del Ejército inglés al estallar el conflicto
ofrecfa los siguientes totales en su efectivos:
En I resupuesto............ .. . .. . . . . . . . .. . ...... 750,617 hombres.
En la realidad.................................. 657,499
•••
Conspiraba también contra una buena organización militar el
hecho de que el presupuesto de la metrópoli sólo soporte una parte
de las cargas. L India, por ejemplo, paga los gastos del ejército
europeo que allí exi te ; y como de establecerse un servicio
corto para el aumento de los efectivos, lo5> reemplazos costarían
una enormidad por el pasaje de ellos á tan larga distancias, de
aquí el que los buenos legisladores metropolitanos abo2"asen por
un slalu. quo que, de alterarse, podría rcfluír sobre el erario inglés.
A robustecer también todas sta reflexione venía una eríe
de sucesos qu necesariamente habían de afirmar al Parlam
nto en su creencia de que con los recursos militares existentes
se podía mantener y aun acrecentar el Imperio británico.
Las varias x¡;ediciones contra lo aschantis (74 y 95-96), la
de los matabeles en r 8g3, tal cual razzia n Africa y en Asia, y
sobre todo la expedición al Sudán n r8g8, todas tan fáciles y breve
, sirvieron para embriagar á la opinión y para que los anuncios
de Robcrt , Wolseley, Brodrick y otros hombres de experiencia
cayeran en absoluto descrédito.
To o Jlo, n resolución, ha venido á contribuír á ue las instituciones
militare británicas permanecieran estacionarias, con.
servando us añeja características morales y orgánicas, tan distintas
de la de todos los países uropeos. El oldado de oficio,
formando n la sociedad una casta, re ulta al cabo un mercenario
lleno e vicios y de marrullerías, insensible á las Yibrantes impresione
del alma popular y amigo del Rey no más que por la moneda
.... Injustici not ría seda el n garle háb tos de disciplina,
valor, instinto cu rtelero, respeto ;t u superiores .... P ro, no
representan o su función social el de er y el derecho d ciudadanía,
cual curre en Jos pueblo continent le ; iendo el cuerpo de
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•
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oficiales, no los instructores de la nación en armas, sino los maquini
ta que llevan el aparato armado del país; careciendo de la
compenetración y solidaridad á que estamos acostumbrados del
lado acá del Canal; estando los sargentos veteranos al cuidado y
vigilancia y en relación directa con el soldado, resulta una falta
de armonía d la ticidad, de solicitud y de engranaje fecundo
entre la soci dad civil y militar, de un lado, y entre la dirección
del Ejército y su elementos constituyente , del otro.
Con instituciones armadas de tan rara y vetusta constitución,
no concediendo á la fuerza terrestre aquel cuidado con que del
Rey abaJO e atiende constantemente á la marina, faltan á la oficialidad
el e tímulo y los medios para obtener una instrucci6n superior
de que por otra parte, no había necesidad hasta ahora
para combatir con masas deficientemente armadas y sin otra doctrina
militar que su valor ciego y su fanatismo. Por eso las crítica
que la prensa viene formulando contra los generales y los oficiales
por los sucesos desgraciados de la actual campaña, van íntegras
contra los u en el Parlamento, ante la opinión y en el
Gobierno han debido impulsar por otros derroteros la máquina
anticuada, torpe y costosa de la organización militar del país.
Cual ocurre siempre en parecidos casos y en todos los pueblos,
el cuer o d oficiales ha venido á pagar con su sangre, sus
virtudes militares y su patriotismo, los errores políticos y orgánicos,
acumulados con el transcurso del tiempo por gobernantes y
políticos mediocre , y aun por verdaderos estadistas, que cayeron
también en el error de creer que el dominio del mar ahorraba la
tran formación del oder terrestre, de pobre caro y premioso,
en flexible conómico y fecundo .
• • •
El Reglamento de 1894 sobre la movilización de fuerzas en la
Gran Bretaña pre e(a, para el caso de movilización general, la
constitución de un Ejército de tres cuerpos cada uno con tres di- /
visiones de á dos brigadas con cuatro batallones cada una. El pri-mer
cuet·po de Ejército había de componerse de tropas regulares
de guarnición en e l ur de Inglaterra, comprendiendo las del
campamento de Alder hot. El segundo, todo también de tropas
regulares se formaría con dos divisiones de las tropas de Irlanda
y una división constítuída con las guarniciones del Norte de Ingla-terra
y de Escocia. La milicia daría los elementos para el tercer
cuerpo, al vo una brigada que sería de tropas regulares.
Careciendo de grandes unidades, salvo la de Aldershot, formada
en tiempo d paz por una división de tres brigadas de infantería
e á cuatro batallones y una brigada de caballería de á tres
regimientos, éstas se forman para marchar á campaña con las
tropa que se de ignan de las guarniciones. Existen 1 7 distritos
territoriales, análogos á las regiones de cuerpo de otros países,
y al frente de cada uno de ellos se halla un Oficial GeneraL
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El reglamento de r8g4, aunC]ue sustituído por el de 18g8, subsiste
en su e encia, y sobre todo en lo que afecta á la composición
de los cuct·pos de Ejército.
Como el conflicto con la Reptíblica ud-africana no estall6
repentinamente, el lfl(zr Office pudo ir preparándose para el envío de
grandes refuerzos. Desde el me de Septiembre e confeccionaban
multitud de uniformes ¡.~ ciales para la tropas que habían de
marchar al Tran Yaal (uniformes klzakz); n r ooJwich se arreglaba
el material de at·tillería, pintándole también de color khaki;.
multitud do comisiones milita1·e aHan á realizar compra5 de mulos
y caballos par.a la o·uerra, en España Italia y Huncrría, en la
América del Norte y n la del Sur; e:l Almit·antazgo e ponía al
habla con las grandes compañías de tran pot·tes marítimos y por
adelantado n ptícrnbre y prim ros días d Octubre de r8gg,
salían con d stino á G pe-Town varia compañía de tren.
Aun cuando la mon1izaci6n del cuerpo c.-ptdicionario estaba
acorda la desde el 29 ele ~ ptiembre, no la d crctó el ! fini tro de
]a Guerra hasta el 7 de ctubn.~, en qu , e n la apr baci6n del
Consejo y por autorización real, se con ,·oc aban la n:sen·a y se
suspendía el licenciamiento de lo cumplidos del Ejército activo.
Este mismo día el Generalísimo Lord Wol 1 y, en ord n d 1 día
d e l Ejército, llamaba al servicio activo á lus 1·eset·vista de 1a umdades
destinadas á componer este cuerpo t::. ·pedici .nario.
Los resen·istas llamados cotTespondían á ocho regimiento de
caballería que r u1t ron siete porque el 14. 0 de húsares no embarcó
hasta despué con la quinta división. \ estos cuerpo y á
26 regimientos de infantería debían incorp~rars e la primera clase
de la resen'a, tn no la ección D., 6 reserYa uplementaria.
Regimientos de la guardia: los ya pasados á la reserYa después
del 30 de Junio de r 897.
Artillería: los designados individualment .
Ing-enieros : parte de su reserva, y lo propio para el tren,
com •) añías de sanidad, &c.
La orden de movilización á cada reservista iba acompañada
d el correspondiente pasaporte para circular gratis po.r: todas las
líneas y de una libranza d 3 chelines para su alimentación durante
el trayecto. las familias de los reservistas el Gobierno concedía
indemnización (separaf/on allowatlce), consi tente en 8 peniques
diarios á la mujer y 2 peni1ues á cada hija de menos de 16 años
6 hijo menor de 14.
Con arreglo á los efecti\'u en el papel, el cuerpo de Ejército
ha l·fa de componerse de 52, 1 3 hombres, de los cuales 49 3o6
d ebían m<'rchar al Africa clel ur y 2,832 permanecer en los depósitos
qe la metrópoli. Debemos añadir que las unidades movil.izadas
estaban en la metrópoli, menos dos batallones de la guardta
que f rmaban parte de la o-uarnición de Gibraltar
e 25,000 reservistas llamados á filas, el 98 por roo recini6
la orden, no incorporándose, sin embargo, sino 2r,ooo, según declaraba
el entonces Ministro de la Guerra, ~1. \Vyr . ..Jham en la
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Cámara de los Comunes, el 20 de Octu re, iendo de notar que
el di trito má remolón fue uno de Londres, hecho que rueba el
mayor ego{ mo de los centros populosos compara os con lo rurales.
Del rt;;conocimiento anitario practicado, resut 6 que el 8 por
roo e 1 incorporados fue declarado inútil, y en la guardia, más
exigente que lo otros regimiento el ro por 100. Resultado final:
de lo 25,000 llamados con los no e co ·idos y las faltas, quedaron
uno 20,000, 6 sea algo meno de la cuatro quinta parte .
Aun cuan o el último día para la incorporación era el 17 de
Octubre has~"'t el 20 no comenz' el embar ue del ganado y material,
empleándost.: en las operaciones de concentración en lo
puertos hasta el 12 de oviembre sien los elementos ernbarca
os: 1 721 Oficiales ) 4 977 solda o y clases· en total,
46,6g8 ~uarismo, como se ve, inferior también al calculado.
Fo1·madas las grandes uni ade con el~:: m .!:1 JS de aluvión, sin
lazo e compañeri mo y sin la corre pon ncia m ral y militar
que en la paz Si! e tablece entt·e Jefe y subordinados bien puede
afirmar e que ya al embarcar llevaban gérmene J.e desunión, y
aun de desaliento que no podían ah gar d~::spué ni el heroísmo
ni el sacrifici de la oficialidad y tropa.
Y si esto ocurría con la m ilización y el embar . ue del primer
cu rpo sin apresuramientos con la convicción de que trataba
de un pa eo militar á Pretoria con todo linaje de medios y
de recur os, puede calcular e lo que ocut·riría cuan o, luégo de
sufridos los primeros serios reveses, el orgullo británico desbordó,
y acel radamente ce enfardó" unidades y abarrotó con ellas los
sl~amers.
Los refuerzo ai lado para cubrir b· ja · el en ío d la s.-,
6.", 7.", ... y g ... di\·isiones; las fuerza de la milicia y de l yeomanry;
los voluntario y alguna otra unid , r clutada y co teada
por la inicia iva local to o revuelto y apresurad , irvió para formar
en el Africa del Sur el formidable Ejército u lucha casi estérilmente
con lo pobres y mermados boers. 1as, por el raquitismo
y escasa fecundid d de las in titucíones militares inglesas,
el problema se encuent1~a hoy en un e olador estado d agotamietJto,
sin que se hay p~dido saJil- de él por Jos expedientes y
medidas parciales á que, ante lo requerimientos del neralísimo
de las fuerza en operacione , apelaba el 1Var Office .
.r • *
La ituación de la cosa militar s lo mi mo en el Africa
austral que en Inglaterra llamaba poderosamente la atención de
la g ntes pensa ora . Agotados lo manantiale de la fuerza
orgánica en una campaña de escasa importancia ¿cuáles no serian
lo peligros ca o de un conflicto serio con cual uier poder
importan e de Europa?
No ya la prensa callejera solamente, sino publicaciones más
acre itadas y le ídas, acentuaban de día en día los estudios sobre
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re militare, llegando en sus pesimismos hasta á sospechar si los recursos
marítimos de la Gran Bretaña estarían á la altura que los
sacrificios del país demandaban. En la revista M1ultenlh Century,
de Marzo, por ejemplo, H. W. Wilson decía que la flota no podía
dar de sí lo que de ella se esperaba, que estaba mal organizada,
que en el Mediterráneo resultaba inferior á las de Francia y Rusia.....
¡ Fenómenos del pesimismo nacional, comunes en todos los
países cuando llegan acontecimientos doloro os!
De todas suertes, el estado de ánimo de los buenos patriotas
sirvió á maravilla para que el gabinete elaborase un plan de reforma
del Ejército, en el que el Ministro de la Guerra, ~1r. Brodrick,
había de ondear la opinión del Parlamento acerca de la
decisiva cuestión del ervicio militar universal y obligatorio.
El ilustre Federico Treves, Juégo de estudiar ., el teatro de
la guen·a el funcionamiento del cuerpo de Sanidad militar, abogaba
en notable artículo por el aumento del personal ubalterno
y por la creación de una reserva médica y sanitaria capaz de facilitar
el personal que exige una campaña; Conam Doyle, como
antes Sidney Low, en la ya citada revista l\í'rzeteenlh· Cmtury, discurrían,
el uno sobre la conscripción, considerándola. conveniente,
y el otro acerca del fracaso del modo de reclutamiento por engan-ches
voluntarios ...... "El sistema no marcha bien. Desde luego,
no hemos logrado obtene-r 1 número de homhres bastante para
llegar á nuestro imaginario programa. El Ejército está siempre
por debajo de su e ectivo reglamentario: la milicia igualmente,
de sus 20,000 hombres, y lo. ·oluntarios de 40,000. En una palabra,
no se encuentra número suficiente de hombre decididos á someterse
á la educación milítat- mediante un sueldo permanente,
temporal ó gratuitamente. En segundo lugar, los hombres reclutados
más parecen sombras, pálidos fantasmas de soldados, que
hacen buen servício en el papel y en las estadísticas, pero que son
inservibles para la campaña ..... .
";,Cómo explicar de otra suerte el hecho de que mientras
recorremos afanosos todo el imperio en busca de soldados robustos,
sin preocuparnos de averiguar si legalmente pueden ser soldados,
á fin de formar las fuerzas nec saria para el Africa del Sur, tengamos
todavía nominalmente en la metrópoli IOg,ooo hombres de
tropas regulares? Esto es lo que, desorientado, dijo Mr. \~yndham
en la Cámara de los Comunes, el 12 de Febrero de IgDO, cuando
después de sus primeras palabras, vino á pedir 50 000 hombres de
tropa de refresco para la campaña; ¿por qué no sacarlos de los
IQ9,000 que aún figura an en los registros de las Comisiones? Por
que verdaderamente no existen; porque Jos que hay son enfermos,
inútiles para el scrYicio, cortos de talla, &c.; porque el mozo de
cuadra más romo 6 cuaiquíer dependiente de mercería, después
de algunas semanas de ejercicio, estarían en mejores condiciones
para hacer la guerra que la mitad de los soldados regulares del
Ejército británico . .,
The Nalional Revtew, Conlemporar~, Cornh1ll, New Li'brral Review,
'I he R8vtews o.f Reviews y otras publicaciones más populares,
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por unos ú otros modos, en artículos doctrinales y de polémica,
discurrían acerca de las instituciones militares, de su flaqueza orgánica
y moral y de la necesida n ue el Reino Unido se hallaba
de abordar seriamente la reforma de sus sistemas castrenses .
.. otábase, in embargo, en esta campaña de la opinión, preparatoria
de la parlamentaria y gubernamental, la timidez con
que los escritore trata an las cue tiones relacionadas con el servicio
militar general obligatorio. · Tal es la fuerza de la tradición
en la Gran Br taña, y tan hondo eran los. error s exisl~ntes en
estas cuestiones de re mil/tare!
Por su parte el Gobierno, abrumado por las exigencias de la
campaña, pero siempre receloso de la opinión del Parlamento, se
andaba por las ramas, como vulgarmente se dice, con expedientes
y medidas transitoria , sin remediar la necesidad sino momentánea
y deficientemente. 'El Gobierno--decía el anterior Ministro
de la Guerra, Mr. Wyndham-no tiene intención de marchar por
la vía del servicio militar o ligatorio, ni de nada qve se le parezca
.... Cree el Gobierno que esto sería inoportuno ur. tanto que no
realicemos nuevas tentativas para desarrollar y orgam·zar 11ueslras fu~rzas
mr1ilarts en liánpo de paz .... ' A lo cual contestaba el leader de la
oposición liberal en la Cámara de los Comunes, Campbell Bannerman,
ccque había oído con verdadera satisfacción al Mini tro de la
Guerra rechazar la idea del servicio militar universal obligatorio ...
u He leído-añadía-mucho artículos en la prensa relativo
á la conscripción; pero yo pregunto : ¿ la conscripción en nuestro
país, no existen razones que la hacen impracticable ? D sde luego,
el servicio que en tiempo de paz incumbe á nuestras tropas,
esto es, el de guarniciones en nuestras colonias, e~ d aquellos que
jamás se podría imponer á tropa" reclutadas según e l ser icio militar
obligatorio; en segundo lugar, la misma idea de la conscripción
es extraña al carácter y temperamento de nue tro pueblo;
tan así es, que si se implantara daría por resultado el destruír el entusiasmo natural que lleva, de una manera tan notable, á
nuestros compatriotas á ofrecer sus servicios al país en las circunstancias
presentes."
Lord Lansdowr.e, Ministro de la Guerra al esta llar el conflicto
y en la actualidad ecretario de Estado, decía en la alta
Cámara : Yo pienso que mucha gente migrarían del otro lado
del Océano en demanda de paí e donde estuviesen seguras de
hallar su propia religión, su l engua, y con frecuencia us ropias
instituciones, y donde no tengan la conscripción que los asuste.
Había en estos días una curiosa información en los periódicos diarios.
e notaba un constante flujo de jóvenes emigrantes ingleses
á Nueva York, y cuando se les interrogaba el motivo de abandonar
su país á un mismo tiempo tantos jóYenes, respondían: Hemos
oído que se piensa adoptar el servicio militar obligatorio en el
Ejército, y hemos decidido marcharnos con tiempo.,,
Con tal movimiento de pinión, el actual Ministro de la Guerra,
Mr. Brodrick, presentó su reforma á las d e liberaciones del
P rlam nto.
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Las idea ue con tituyen la base e la r forma del Ejército~
son las siguientes :
Inglaterra necesita a crcibii·se para poder enviar al exterior
un re petable ejército, in de~atender pot· eso la defensa del país·
para ello debe um ntar u caballería y su a1·tillería, los transportes
y Jos ser· icio a u. il an.: ; e fucr,¿a mudificar la instrucciór,
de 1 s tropa acándola d lo cuartel · 11 vándolas á los cam-pos
de maniobra á lo 1 t rr no de conocido, dond
la iniciativa pu d d e. arrollar · y lo jercicio e aproximen
cuanto sea posible á. la r e lidad de la o-uerra.
El territon d la m tr(po lt é Ji, i li1·á en s · di trito militares
en cn.da uno d e lor cual s st.: e sta 1 -'C e r-' un cuerpo de ejército
comph:: to, con un Coman lante en J ·fe ue lo mandará e
tiempo d gue tT . L regione un: .Ald e r hot, li but·y, Irlanda,
Colche t e r York y E cocia. Los tre~ pdm e rvs e tar ' n e.·clusi
·amente con tituído or tropas ¡·eo-ularc. : 1 o r·u 1re comprenderán
go batallo \;;s de milicia y de • lu 1tari ; adema~ 2
batallones d milicia y voluntario también.
Tres de to cuerpo de ejército, lo pri 1 ro , má_ una di,·isión
de caballería, en conjun o 120,000 h mb1·e habr n de estar
sictnpre di pue to para alir del tet-ritorio metr·opo1itano.
Para subvenir á la necesidade orgánica en hombre~, de
esta nueva organizac16n, 'Ir. Brodrick no e atrevía á recurrir al
servicio militar obliga~or:io r or el q ,Je tan 6lo se declaraba amante
platónico. Bu O\ los recursos y confiaba - ncontrarlos en laampliación
de los si t mas "igentes, di minuyendo el tiempo de
los reenganches y aumentando la prima d é t
1 defender us idea en el P rJamento, el Iini tro de la Guerra
concluía haciendo el siguiente resumen de u proyecto: ''Con
un mayor ga_ to d 3.000,000 d libras esterlina , di pondremos de
un ejército regular permanente d 155 ooo hombr s; de una reser
a de go,ooo; d una milicia de 150,000; d una yeomanr.y de
35,000, y de un cu r o de voluntarios de 250,000. Sumando todos
los servicio , disponclr mos de 6 o,ooo hombre .
E tos 68o,ooo hombres habrán de repat·tir e así:
Ejército d campaña........................... 260,000 hombres.
Guarniciones de la metr6poli... .. . . . . ... . . . . tg