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Un dolor no bien espresado por la muerte del benemérito Coronel Juan José Neira [recurso electrónico]

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  • Autor
  • Año de publicación 2012
  • Idioma Español
  • Publicado por [Bogotá] : Impr. por José Ayarza, 1841
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
Adobe Acrobat 9.3.2, "Un dolor no bien espresado por la muerte del benemérito Coronel Juan José Neira [recurso electrónico]", -:[Bogotá] : Impr. por José Ayarza, 1841, 2012. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2804763/), el día 2025-08-24.

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Todas mis cosas en tus bolsillos

Por: Fernando Molano Vargas | Fecha: 15/12/1900

BocoTÁ, Dicr~WBilB 1 S oa 1900 ·---------------------------- - ~~~~- ---- - -- -- ------------------ ---- Organo del iliiaisterlo de Guerra y del Ejército Son colaborad orea de este periódico los Je!ea 1 Oficiales del I::jérci~'' .A..::ST<> X"V" Director ad honorem Francisco J. Vergara Y. General de lngrnieros, Miembro de Y&riu So­ciedades Cientfticaa :ISTU:t\1.1:. 102 J!Dllil&J~'1Jj~~ k11'. 0 ~41Sl JWTª Jl~®® (10 DE DICIEMBRE) que honra la mem ria del Ilustrísim0 y Re\.·erendísimo Sr. Dr. D. MANUEL JosÉ MosQUERA El Vutpresidentt de la República encargado del Poder Ejuuti'Us co , ·siDERANDO O .te la Iglesia colombiana ha dispuesto honrar hoy de un modo ~special la mern ri.t del ilus trísimo y Reverendísimo Sr. Dr. D. MA:-:UEL JosE .V1.osQUERA, Arzob ispo de Bogotá, por ser est· fecha aniver:, ario de · u f.diecimicnto; Q~ e e te i 1signe va r. ón p o r su profunda ciencia y sus exi­mias Vlrtudc5 preste) incalculables SCn'i c i· >s á )a formación de }a inteligencia y de L1s volunt(\des, ora. con su elocuente palabra en los colegios y en la cátedra, ora con sus admirables escrit s, y ya ta nbién con Si! abnega:ió :1 y mansedumbre á maravilla armoni­Zld.. ls con la cons t..1ncia y ener5ía que en día aciagos desplegó en defensa de los fu e rm de la Rdigión C a t c)lica, b.1se del orden social, DECRP.TA Art. r .o El G >l:>iern 1 de la República se ria dd ilu~tre m irtir y gran defen.or de la Fe, Ilustrí...imo y RevaenJÍ::;im ·J Sr. Dr. D. \1. ~NUlH .. ]osE MosQUERA, dignísimo Arzobisp~ de Bogotá. VUI-4-7 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '130 80LETIN MILITAR ~ Art. 2.0 El Gobierno presenta al pueblo colombiano como­ejemplo y dechado de caridad y celo apostólico la vida del gran Arzobispo. Art. 3·° Copia auténtica de este Decreto le será presentada al Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Arzobispo de Bogotá. Dado en Bogotá, á 1 o de Diciembre de 1900. ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMO QuiNTERO C. • • JID}j}@~~~l» ~~~o ~~1]; ID>~ 11~®® (ro DE DICIEMBRE) por el cual se tributan honores á la memoria del Sr. Dr. D. AQUILEO pARRA El Yicepresideñte de la Rtpública encargado del Poder Ejecutivo CONSIDERANDO Que ha fallecido en el Municipio de Pacho, el día 4 del co­rriente mes, el Sr. Dr. D. AQUILEo PARRA; Que el finado, por sus méritos distinguidos, de5empeñó por un período constitucional la Pre idencia deJa República, y ejerció­los empleos de s~cretario de Estado y Gobernador Secciona!, y mereció también por su moderación y prudencia la confianz-a de gran parte de sus conciudadanos, como Director político, DECRETA Artículo único. El Gobierno deplora el fallecimiento del meritorio ciudadano y distinguido hombre público Sr. Dr. D. AQUILEO PARRA, y dispone que se tributen los honores póstumos que son de costumbre en casos semejantec;. Este Decreto se enviará en cop:a auténtica á la familia del finado. Dado en Bogotá, á 10 de Diciembre de 1900. ]OSE MANUEL MARROQUIN El Mini tro de Gobierno, GuiLLERMO ÜUINTERO C. "" Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ '131 SOBRE LA FORMAC I ÓN DE SIRVIENTES APUNTADORES EN L0J. CUERPOS DE ARTILLERÍA Arr~glada del francés para el BJleli11 Militar SEGUNDA P ARTE - J os,rucción e s p ecial La instrucciórl especial comprende: a) Los ejercicios de pun­tería; b) Los de alineamiento; e) Los de corrección de Ja puntería; d) Los de conjunto, y las prueb21s para la definitiva clasificación de los apuntadores. La instrucción especial se dará en cada batería ó grupo de piezas por lo3 oficiales, b.1jo la dirección dd superior res­pectivo. Los ejercicios se ejecutuán primero en el patio del cuartel, empleandJ tantas piezas cuantas sean necesarias: la maniobra en cadc1 caso corre á cargo de lo5 artillero;; designados p:tra desempe- ' ñar las funciones de primer sirviente de la izquierda y segundo de la derecha. Lo3 otros artilleros permanecen observando tras la pieza, hasta que les toca el turno de reemplazar á aquéllos. En fin, para facilitar la vigilancia se reducirán los intervalos entre las. piezas. Primera lección-Puntería con ~1 alza sola Puestas las piezas en batería y colocados los artilleros tras de ellas, el instructor designa cuáles de los soldados desempeñarán las funcione$ de primer sirviente de la izquierda y segundo de la derecha, )es hace ocupar sus puestos, y en seguida indica cuál es el punto sobre el cual se debe dirigir la línea de. mira, mandando: cvn (tal) alza y (tal) desvío, APU:-JTEN. El primer sirviente de la izquierda repite en voz alta los ele­mentos de )a puntería indicados por el instructor, y asesta la pie­za, ayudado por el segundo rie 1.~. derecha. Apuntada la pieza am­bo:; vuelven á su puesto en la fila, en seguida de lo cual los jefes. de pieza verifican la puntería y la rectifican en caso necesano. Antes de a"estar la piez.1, el primer sirviente de la izquierda se asegura de que la culata descansa sobre la cabeza del tornillo de puntería. El instructor indica entonces una nueva alza y otro des­vío, y así continúa la sesión, haciendo que los mismos individuos ejecuten varias veces seguidas diver · as punterías, hasta que todos los artilleros hayan desempeñado las funci,mes de primer sirviente de la izquierda t ras p.lsar por lJs de segundo Je L.t derecha. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 732 BOLETII MILITAR ~ En las primeras sesiones el instructor indicará las aJzas en milímetros, c;iendo más tarde cuando lo hará en distancias con laa voces á (tantos) metros, con (tal) desvío, APUNTEN. Los desvíot los indicará ora á la derecha, ora á la izquierda, conforme sucede en el tiro real. Segunda lección-Puntería con alza y nivel Cuando se haya de disparar á distancias superiores á aquellas que están indicadas en el alza, se hace uso del nivel de punte­ría para dar á la pieza la inclinación conveniente. El instructor dará el nivel al primer sirviente, quien lo coloca en el saco de es­topines, en seguida seña!a el blanco y manda : con (tal) desvío 1 (tantos) grados, APUNTEN. El primer sirviente de la izquierda repite en voz alta los da­tos enunci~dos, coloc'i la corredera del alza en la última división en ésta marcada, introduce la espiga en su canal y asesta la pieza, .auxiliado por el segundo sirvie-nte de la derecha. En seguida, to­rna d nivel de puntería, coloca la corredera en la tdi visión corres­pondiente, aprieta el tornillo de presión, pone el nivel sobre la culata, á plomo, con la flecha dirigida hacia el blanco, y hace que el segundo sirviente de la derecha mueva el tornillo de puntería hasta que las extremidades de la burbuja de aire queden á igual distancií:l de los dos trazos marcados en el cristal. Terminada la puntería los sirvientes se retiran á sus puestos y el jefe de pieza procede como en la lección anterior. Cuando obstáculo; naturales ó artificiales, situados entre la pieza y el blanco, impidan dirigir la línea de mira sobre aquél, mirando por el ojillo del alza, y sí sea posible que el artillero lo vea colocado de pie tras la cular.1, se hará uso del nivel de punte­ría para dar á la pieza la inclinación correspondiente, y la direc­ción se determina por medio del alza y de la plomada. En este caso, al mandato de con (tal) desvío y (tantos) grados, APUNTEN, el primer sirviente de la izquierda repite el desvío in­. dicado y coloca el alza en su canal con la corredera en la divi­sión correspondiente al ángulo de tiro indicado, ó en la última, si fuere superior á la escala de ella, arreglando en seguida la inclina­ción de la caña por medio del nivel de puntería. Hecho esto se coloca algunos pasos á retaguardia de la pieza, se empina, si fuere necesario, hasta ver el blanco, y se sitúa de .manera que el hilo de la plomada que tiene en la mano cubra el -. ojillo del alza y las puntas del guión, y hace mover la contera á derecha é izquie-rda, siguiendo el movimiento del ojillo, hasta que :el hilo de la plomada cubra á la vez el centro del ojillo, la mi­t3d del espacio entre las puntas del guión y el blanco. Como en­ ·.t.onces la pieza está apuntada en dirección, retorna á la culata, ve- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 733 ri fica la i ncli nací ón de la caña, y la rectifica, si fuere precisf', COIT' el nivel de puntería. Cuando á corta distancia adelante de la pieza existe algún· obstáculo ó relieve que impida el empleo del procedimie11to que acaba de indicarse, la dirección de la pieza se obtiene por medio de dos jalonadores. Para esto dos artilleros ( ó dos estacas) se trasladan á la cresta de la ceja, cima de la pared, etc., manteniéndose á cier­ta distancia uno de otro, el instructor los alínea entre el blanco y la pieza, y sobre ellos apunta el cañón el apuntador. Asegurada la dirección, el ángulo de tiro se obtiene por medio del nivel de puntería. Tercera lección-Alineacion de la pieza sobre una señal á vanguardia Siempre que no se pueda apuntar directamente las piezas so­bre el blanco con la sola alza, ó se tema qne aquél pueda desapa­recer durante la lucha, á lo menos para los apuntaJores, se debe jalonar la dirección primera dada á las piezas. Apuntadas las piezas conforme se ha dicho atrás, el instructor escoge á vanguardia y en dirección ce--cana á la 1 í nea de mira, un punto de referencia netamente indicado y bien visible, y manda: sobre (tal) objeto, JALONEN LA PIEZA. Los primeros sirvientes de la izquierda, sin modificar la dirección de la pieza, determinan el alza y el desvío que resultan necesarios para que la línea de mira pase por el punto de referencia. Para conseguir esto sacart n el alza de su canal, aflojan los tornillos de presión de la corredera y de la planchuela, vuelven á ponerla en el canal, y la bajan ó suben de manera que el borde su­perior de la planchuela coincida con el o~jeto señalado, en cuyo momento ajustan de nuevo la correriera. En seguida mueven la planchuela hasta que la ranura de mira quede sobre el blanco, he­cho lo cual aprittan el re pect·vo torr ill . Los jefc:s de pieza se asegurarán entonces Je que la pieza no se ha movido, y de que la nueva línea de mira pasa por el punto de referencia, ó sea el auxiliar de la puntería. El instructor, en cuanto sea posible, se conforma á la progre­sión siguiente para esta enseñanza: designar primero como punto auxiliar ó de referencia un objeto situado sobre la misma vertical que el blanc-o, clavando convenientc;mente una estaca si no lo hay; después otro colocado sobre la misma horizuntal, y en fin, uno si­tuado en una posición cualquiera con respecto al blanco. Para verificar las operaciones, el inHructor desplaza las piezas ligeramente, hace apuntar sobre el punto de referencia con el alza y el desvío auxiliares antes obtenidvs, y derll sobre A, con lo Ctl'tl b el" tanci.t eutre l¡ s dos c:o• reclrrc1.~ rcsult~rá at mentadOn dos estac¡¡s de gancho clavad.:s rlehnte de las rued;t$. L. D. • Para facilitar la puntería en e)o.te ca~o ~s preferible clavar adelante ó atrb pero en la prolongación del eje de la pieza, tres estacas ele m:aynt á meuor, la ú tima' unoa -5 metroil de la baca (contera), y subre ell11!:, más baja que la crior. Colocad<~ lét re~la de correderu, la correcci611 se h3ce á la voz de corran la •orredera (ta11to.~) miUmetrul 4 la derecha (izquierda). • En el A frica Austral tocla obra l etrte de :1fuer·t. e ~onstruye una trinchcrs i11gluas m A/rica, págiua 146, la dt:~cripci6n del b,.­ll• elt-walo", del Africa Austral. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ cuando esa protección se levanta de improviso sólo para proteger á los no combatientes, mientras que el resto de la columna se bate á campo raso. Pero antes de discutir la cuestión más en detall, conviene hacer notar que, por lo común, este modo de manejar las operaciones es, en suma, la adopción de la defensiva durante el combate, y cuando uno no se bate, la formación de laagers y de z.erihás produce en las tropas el mismo efecto que ]a defensiva, esto es, que aumenta la moral de Jos contrarios. III. Objeciones-El sistema, tan extensamente empleado en muchas de estas pequeñas guerras, de encerrar siempre la columna en una especie de fuerte, ¿tiene efecto moral pernicioso s~bre bue­nas tropas? Este punto es controvertible ; pero lo natural es que todos saquen ]a conclusión de que ciertamente el ejército es inca­paz de combatir con el enemigo á campo raso: por esto muchos jefes experimentados pr~tenden que este sistema ejerce influencia depresiva sobre sus soldados. Sir C. Napier, después de su brillan­te triunfo de Meanee, en el Sind, se vio obligado á construír un un campo fortificado, porque cuerpos considerables de Beluchis se­guían todavía la campaña. Pero él hizo acampar su columna fue­ra del campo atrincherado, temiendo que sus tropas, entusiétsmadas con la victoria, no se imaginasen, con motivo de la ocupación de las líneas fortificadas, que su causa peligraba. La confianza en ]as fortificaciones es una prueba de inferioridad con respecto al adver­sario. Los laagers y Jos zeribás no implican el espíritu de ofensiva. El soldado que todos los días se rodea de estacadas y de obstáculos á fin de alejar al enemigo, llega á creer que, falto de esta defensa, no se puede medir con su salvaje adversario. Si se ve con indife­rencia el factor moral, esta manera de hacer la guerra se reco­mienda en muchos casos. Pero el factor moral no carece de im­portancia. IV. Sitt•acioncs que hacen necesario rl emp/e6 de los laagerr y de los zeribás-Cuando el ~iército regular está paralizado por la e­ponsal i .idaJ de la cus~odia de u~1 gran convoy; cuc.ndo no es si no una e:.colta de sus propias provisiones, los laagers y los zcri­hás son casi obligatorio~, si el enemigo es numeroso y emprende­dor. En las malezas y bosques por donde el enemigo pu\!de avan­zar, arrastrándose sin ser visto, v caer repentinamente c;<'bre la columna, es muy ventajoso rode~r el campo de algunas 'obras de­fensivas. Para resistir á los ataques de hordas fanáticas, ó para atajar los asaltos de salvajes que atacan sin tener en cuenta las pérdidas causadas por ]as armas modernas de precisión, los obstá­culos son inapreciab)eg. Lo mismo aconcece en los países en don­de hay que temer las cargas repentinas de caballería irregular. Pero tal modo de manejar las operaciones no deja de ser, hasta cierto punto, una contravención al gran principio que gobierna todo el éarte de la guerra: el triunfo debe buscar~e en el ataque, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ en la conservación de la iniciativa de los movimientos en táctica como en estrategia, en la adquisición completa de los beneficios del efecto moral, en la torna de una actitud de iniciativa que no hay que abandonar nunca. V. Condicionu necesarias para su construcción- La formación de zeribás y de laagers exige ciertas condiciones. Los zeribás, en la acepción ordinaria de la palabra, son espacios cerrados por talas ó matorrales espinosos. Para formarlos es preciso encontrar en el sitio jarales, bosques ó malezas. Los laagers se construyen con carruajc:c;, y sólo en ciertas pequeñas guerras acompaña á las tro­p- as material rodante. Algunas veces estos sitios ó espacios defensivos transitorios se refuerzan con parapetos formados con los arneses y las cajas de provisiones, con trincheras cu bridoras, etc. Pero el fin de esta clase de fortificación rápidamente improvisada no es tanto (para emplear la frase0logía del ingeniero) abrigar la defensa cuanto oponer obstáculos al ataque. Se trOita de proteger las tropas regu­lare~ contra el choque personal del adversario más bien que contra su fuego. VI. Campañas en las cuales los z.eribás y los laagers han sido principalmtnte empleados- Sobre todo se hizo uso de los zeribás en Jas campañ<>s del Sudán, en donde la táctica del enemigo con­sistía de modo especial en asaltos repentinos de temerarios fa~láti­cos armados de lculZas. De ordinario se encuentran á mano mi­mosas y matorrales. Los bosques espesos de los alrededores de Suakín favorecían la aproximación inesperada de gruesas bandas de enemigos, y la construcción de parapetos era el medio sencillo r evidente de contrariar la táctica de los Madistas. En el Daho­mey, en los vivacs en cuadro, los franceses se guardaban por me­dio de trincheras improvisadas y empalizadas; era, en suma, á modo de zeribás. Estos recintos defensivos se construían espe­cialmente para protegerse durante la noche. Los laagers han stdo una característica especial de la guerra en el Africa Austral y en la América Septentrional. En país descuLierto y en las llanuras los zapadores de la civilización marchaban en grupos pequeños con sus familias y sus bienes colocados en grandes wagones, cons­truídos especialmente para estos países montuosos y faltos de ca­minos; detrás de estos carruajes encontraban una muralla eficaz en caso de ataque. ,i4 n estas condiciones las armas de fuego des­empeñaban un papel muy importante, y los asaltos del enemigo eran atajados y rotos. Las tropas regulares que hacían campaña en estos países adoptaron el mismo método, y les salió bien. Las fuerzas de los Estados U nido!', en sus operaciones contra los Pie­les Rojas, formaban á menudo laagers ó corrales, como se les lla­maba generalmente. Durante la represión de Ja revuelta de Rie1, en 188 5, las tropas del Gobierno construían laagers des pué a Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETII MILITAI ~ f4.1 -de cada marcha. En las guerras contra los Zulúes y Jos Matabe­lés, los laagc:rs se levantaban siempre en cada alto si había carruajes y si se temía un ataque. VII. Sus ventajas especiales. Economía de ~uardias de avan­zada- U na gran ventaja del laager ó del zeribá, es la economía te respaldo, transformarse en una co­lumna exclu Ívamente de combate, salir CUJ.ndo estUVO Jista y .combóttÍr en un terreno ventajoso. Fue sostenida por el fuego de la artillería, que permaneció en el zeribá, y que por consiguiente no dificultó sus 1 ovimien-os. Se puede igualmente citar el ejemplo que sigue, sacado de las campañas contra los indios Pieles Rojas, de un laager forma­do, p r causa de un ataque vigoroso y súbito del ~nemigo, sobre una posición defensiva desfavorable, y que siu embargo salvó á Jas tropas de la destrucción. En 1879 una columna pequeña de caballería., seguida por un tren de carruajes, marchaba hacia el White River Agency, en el Colorado. La caballc:ría, que precedía los carruajes., cayó · nopinadamente, cerca del Milk River, sobre el grueso del ene­migo, y fue obligada á b:.1tirse en retirada. Los carruajes forma­ron apresuradamente, cerca dd río, un laager, que se completó en una de sus caras con los caballos. herido5, los que ultimad~s form¿ron una especie de parapeto. La posición era muy desfc~vo- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 742 BoLETIII MILITAR ~ rabie para la defensa. Sin embargo, las tropas reststteron a1lí por una semana, hasta que fueron al fin auxiliadas; durante ese tiem­po habían recibido cortos refuerzos. Las pérdidas en hombres y en caballos fueron muy considerables; pero la columna se salvó. La experiencia muestra también que zeribás y laagers pue­den levantarse en posiciones del todo favorables, y que los ataques del enemigo, en lo general, se pueden p;ever. En Ginghilovo, en la guerra contra los Zulúes, en lmbembesi y en Shangani, en la guerra contra los Matabelés, la posición de los laagers se escogió á voluntad. En Tofrek, cerca de Suak.ín, en 188 5, el sitio del ze­rihá se escogió cuidadosamente. El enemigo vacila casi siempre en atacar vivacs defendidos de este modo. Por otra parte, empleando esta fortificación improvisada para defender á los no combatientes, las fracciones de una columna de tropas regulares que combaten pueden salir y entrar en pelea cuando lo juzguen conyeniente. Esto pasó en Ulundi, en Tamay y en Abu-Klea. Los franceses, en el Dahomey, dejaban á menu­do sus convoyes al abrigo de defensas improvisadas, y salían de sus zeribás para combatir á su tiempo y en un sitio escogido .. Cuando las cosas pasan de este modo, el iaager ó el zeribá Ji bran á la columna de sus bagajes estorbosos, y, por otro lado, le sir­ven de refugio si la suerte de las armas es desfavorable. X. Facilitan el rep~so de las tropas durante las largas operacio­m ·s-U n ejército q 1Je penetra en los territorio~ de razas díscolas y guerreras tiene á veces necesidad de reposo y de seguridad, sin em­bargo de que el hecho mismo de detenerse es en cierto modo una confesión de debilidad. El enemigo 1deduce que es falta de fuer­za, y cobra valor. En un alto, las tropas regulares están muy ex­puestas á los ataques de los adversarios, á quienes esa momentánea inacción infunde atrevimiento. Las tropas nada tienen que temer en el interior de los iaugt!rs y de los z~ribás. Cuando las tropas tie­nen realmente necesiJad de reposo, el tomar una actitud defensiva y también de defensa pasiva es legítima; algo más, á veces es hasta obligatoria. XL Cmclusiones gen~rales -Se podrían añadir otros podero­sos argumentos en f.1vor de e:,te método de ha ... 'er b guerra . .En much.ts campailc1s de estos últimos año·, la práctica ha sido inva­riablemente furmar el laagt r y el zeribá todas las veces que las tropas se deren tan por la noche ó por un lapso más largo. En el Dahomey, en el Zululanci, entre lo3 Matabdés, en la expedición contra Riel, y en d Asia Central en muchos casos, las tropas regu­lares han adoptado este sistema, conf,Jrmándolo á las circu nstan­cias diversas con grande éxltl). Algunas persona<> piensan que tiene un efecto depresivo, y t e men que influya sobre la moral de las tropas. Pero si no se abus t, si se recurre á él en casos de necesi­dad; si no se consiente que consumc1 las energías ó dificulte una Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BoL~TIII MILITAR ~ acc10n ofensiva juiciosa, hay mucho que decir en favor de este sistema militar que protege las provisiones de un ejército y le permite algún descanso. XII. Los zerihás pueden servir de puestos defensivos en la lín~4 de comunicaciones, ó ie depósitos de víveres para un tjército en mar­cha- Con el tiempolos zerihás se transforman en pu tos defensi­vos. Cuando la columna avanza, los zerihás de la retaguardia for­man las etapas de la línea de comunicaciones. Algunas veces t~mbién el empleo de los zeribás es un medio de hacer a\·anzar las provisiones á la cabeza de un ejército en marcha. En 1885, cuando se resolvió partir de Suakí n hacia el Sudoeste, un convoy, fuerte­mente escoltado, se envió con orden para las tropas de construír un zeribá en el cual se debían dejar las cargas, bajo la protección de una parte de la escolta. Las tropas volvieron entonces á su base con los animales de transporte. El zeribá se establ ció, á pesar de que hubo que rechazar un furioso ataque cuando apenas estaba medio construí do. En seguida, durante varios días, se envia­ron allí convoyes hasta que hubo provisiones suficientes para per­mitir á la columna seguir adelante. En esta emergencia el zeribá sirvió primero de depósito de víveres y luégo de punto fortificado sobre la línea de comunicaciones, cuando el ejercito pasó adelan­te. Este ejemplo demuestra bien un aspecto Je lo que puede lla­marse guerra de /a a gen y de z.er·ibás- Continúa. SOBRE EL EJÉRCITO ALEMÁN (Continuación) En estns ejerc1c:os se fija la atención en la destre7.a de Jo conductores y la manera como dirigen sus piezas, pero no se des­cuiJa lo que concitrne al servido de los caíione., y se exige de los sirvientes una ejecuciJn en cierto modo maquinal, á fuerza de cos­tumbre, de sus diferentes funciones. Los sold2dos no deben omitir ninguno de los detalles que com­prende la carga, tales como cercicrarse de la buena posición de Ja es­poleta, tomar y colocar el e<>top1n, apuntar pronto y correctamente la pieza sobre el objeto indicado, disponiendo el alza según la dis­tancia. La puntería se verifica frecuentemente por los oficiales. ·Todas e tas maniobras se ejecutan de la misma manera en las baterías á caballo que en las montadas, salvo que en las primeras las evoluciones de abtheilung son m u y raras, y pueden, en el caso de que faltara el tiempo, demorarse para el período siguiente. Al mismo tiempo se continúa activamente la instrucción de los apuntadores, de suerte que al fin de este período se pueda apre- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIII MILITAI ~ ~iar con bastante exactitud la suficiencia y las cualidades particu­lares de cada uno. Así pues, en este momento es cuando se efectúa la repartición por pieza de todo el personal de la batería, esforzán­dose por destinar á las diversas bocas de fuego hombres que valgan, en cuanto sea posible, desde el punto de vista de la destreza, fuerza, inteligencia, instrucción, moral, etc. Esta repartición queda luégo tomo definitiva hasta el fin del año de instrucción. 6. 0 Paso de una zanja c~n una pieza enganchada--Se empieza por hacerlo ejecutar á los caballos de silla y de tiro, éstos sin en­ganchar, pero reunidos dos á dos ; después por parejas con el ata­laje. U na vez que los animales saltan resueltamente, se les hace abordar el obstáculo enganchados. No se abusa de este ejercicio que fatiga el material. Aun en campaña, y por una razón análoga, es decir, para economizar los hombres, los cabdllos y las piezas, se procura no saltar la:; zanjas sino en c;¡so de necesidad absoluta, pues casi siempre es posible atravesarlas con precaución eligiendo sitios cuya pendiente en las orillas es menos rápida y permite descen..Jer á la zanja y salir de ella. N o ob tan te, se considera corno necesa­rio ejercitar de cuándo en cuándo á los hombres y los caballos á sal­var los obstáculos de esta suerte, y por el mismo motivo se hace trepar frecuentemente á las baterías por taludes de pendientes pro­nunciadas, recorrer terrenos arenosos, campos labrados, etc. 7. 0 ApreciaL·ión de distancias por los ojicialts, sargentos y ober­gifreite- Se hJce también tomar parte en ella á los artilleros dota­dos de buena vista y á los apuntadores más inteligentes. Como pr~paración á estos ejercicios se comienza por medir, con pasos de hombres y de c1ballos, porciones determinadas de una luenga línea trazada sobre el terreno y marcada con pique tes de 1 o o en 1 oo metros. U na vez medida esta línea, pueden servirse de ella para comparar y señalar los pasos del hombre y de los caballos á las di-t! rentes velocidade . Despué· se reparte el personal de cada batería en dos grupos, de los que cada uno debe contener hombres monta­dos y á pie. Estos dos grupos se separan en el centro de la línea, ae alejan uno de otro siguiéndola, y examinándose mutuamente determinan ]a distancia que los separa. Estos ejercicios son ejecutados en todos los terrenos, quebra­dos y otros, las grandes vías, etc., de manera que se puedan ex­tt> nder tc1n tejos como sea posible. Se enseña también á determinar las distancias sirviéndose de la plancheta ó por medio de planos. Durante los ejercicios de la batería, ocurre á veces que se hace un descanso, el cual se aprovecht p .ua d.:terminar la distan­cia de tal ó cual punto y se hace ver á los artilleros bajo qué as­pecto se presentan, según la naturaleza del tiempo y la luz de que di~ponen Jos objetos que les son familiares y cuya distancia es exactamente conocida. La vista se acostumbra así á hacerse cargo de estas di versas infl u encías. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '--y-" '145 Todos estos ejercicios son objeto de la más constante aten­ción. Inútil es insistir sobre la extrema importancia que tienen en la guerra las cuestiones de apreciación de distancias y de reglas del tiro. 8. 0 Aplicación de los ejercicios al tn·reno.-Se aprovechan todas las ocasiones para enseñar á la tropa á disponer las piezas confor­me á la naturaleza y forma del terreno, esto es, á colocarlas de tal manera que, sin entorpecerse unas á otras, se hallen bien cubiertas y en estado de obrar eficazmente. La solución de un problema táctico sirve siempre d-:! ba~e á estos ejercicios, que se van ejecu­tando sucesivamente por pieza, sección, etc., hasta que los princi­pios y procedimientos de ejecución sean imperturbablemente co­nocidos de todos los oficiales jefes de pieza y de los sargentos. La misma práctica tiene lugar con las baterías ó abtheilungen enteros, en los cuales se observan siempre las misma reglas. Así pues, se les pone en los di versos casos que pueden presentarse en la guerra; se disponen las baterías como para so tener un ataque ó cubrir una retirada, atacar ó defender un desfiladero, ó un pue­blo, favorecer ó impedir el paso de un río, etc. En todas estas circunstancias se procura conseguir que los soldados dispongan sus piezas de una manera inteligente, se hagan cargo de la dist~ncia y apunten sobre los objetos que sea más importante batir, según las condiciones del problema propuesto. E 1 ejercicio se termina siem­pre con la crítica del comandante de la batería ó del comandante de abtheílung, si maniobran · juntas varias baterías. En este ú !timo caso no se descuida jamás el explicar á los artilleros de una batería el por qué la batería inmediata, que debe obrar de conciertG con la suya, se ha colocado en tal punto mejor que en otro, sobre qué punto dirige su fuego y por que, etc. Se ejercita tambi~n á las baterías {t alinearse con prontitud sobre una pieza ó una sección dada, establecida en posición. Esto no es, en efecto, sino un caso particular de la aplicación de Jos mo­vimientos éll terreno cuando éste es enteramente llano y descubier­to. Se envía por delar te una pieza ó sección que se pone en segui­da en batería y rompe el fuego sobre el objeto indicado; las demás deben venir entonces á colocarse á su altura y romper igualmente el fuego. Durante este movimiento se procura sobre todo que lo que se mande sea hcch á tiempo, que los toques de clarín sean regulares y se sucedan en el orden deseado; que el objetivo que debe batirse sea clararnent designado,- su distancia apreciada, el género de proyectil que se h 1 r a i n 1 i o en fin, el cañón cuidadosamente apuntado, conforme á la distancia y como si se tratara del tiro real. Para ejercitarse á contrabatir la artillería enemiga se ejecutan maniobras á doble acción: sección contra sección y batería contra batería, y se enseña á los soldados á apuntar las piezas lo mismo VIII--48 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. f46 BOLETIN MILITAR ~ en terreno descubierto que detrás de abrigos y á dirigirlas sobre las bocas de fuego enemigas, ya se hallen inmóvilP.s ó en movi­miento. En estos ejercicios se queman habitualmente algunos sa­quetes de pólvora para dar á los artilleros ocasión de dirigir su puntería sobre los fogonazos de la artillería adversaria. Como complemento de todos estos ejercicios, los comandan­tes de abtheilung emprenden con sus oficiales y sargentos excur­siones ó paseos de reconocimientos (Recognoscirungs-Rite). Duran­te estos paseos se da para resolver á cada uno un pequeño problema táctico, conforme á cuyos datos deben con prontitud elegir posi­ciones para la artillería, c.listribuírla correctamente en diferentes puntos del frente supuesto de las tropas, y determinar la distancia al objetivo contra el cual se trata de romper el fuego. Estos ejercicios sirven de preparación á las pequeñas manio­bras, que la artillería jamás deja de ejecutar de concierto con tro­pas de otras armas, todas cuantas veces se encuentren en la misma guarnición. Basta para esto un simple acuerdo entre los jefes de cuerpo. 9.0 Ejercicios de fuerza-Se unen estrechamente á los ejer­cicios de las baterías enganchadas, y los soldados deben haber re­cibido en tiempo oportuno la instrucción teórica y práctica nece­saria para poder durante el curso mismo de éstas reparar ó cambiar una rueda, reemplazar un afuste roto por el de repuesto, levantar una pieza caída, hacer descender ó subir una boca de fuego por un talud de fuerte pendiente, etc. Se les ejercita también en las mismas condiciones al reemplazo rápido de los caballos ó de los sirvientes muertos, etc. 10.0 Servicio de campaña-Bajo este título encontramos una serie de ejercicios que tienen principalmente por objeto la instruc­ción de los oficiales, sargentos y candidatos á este último grado. Se refieren á la organización é instalación de vivacs, reglas que deben seguirse para la disposición de los caballos, construcción de chozas y de abrigos contra el viento, etc.: el establecimiento de abrigos rápidos se ejecuta, según las indicaciones del reglamento, sobre el servicio del zapador de campaña (Leitfaden for den Unter­richt der lnfanterie in Feld-Pionier-Dienst); las precauciones que deben observarse en el servicio de puestos avanzados y de gran guardia; los cuidados que deben tomarse con los caballos durante los altos cortos ó largos; las reglas que deben seguirse para forra­jear ó en caso de alarma, ó bien cuando una batería debe dar media vuelta en un e&trecho desfiladero ó pasar un vado-para preservar las cargas de la humedad,- etc. En fin, este capítulo comprende además todo lo que concierne al municionamiento de las baterías sobre el campo de batalla, así como la manera de dis­poner las piezas y de ejecutar el tiro en ciertas circunstancias par­ticularmente difíciles.-ContinNa. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BoLETIN MILITAR ~ EN EL SERVICIO MILITAR (Continúa) 74'1 Tales son, pues, hoy las cuatro categorías que constituyen excepción á la regla sentada por el artículo 2.0 : "La obliga­ción del servicio es igual para todos." A Cuáles son las circuns­tancias que han infiuído para que este artículo 23 se ha~ a in­troducido en la ley á pesar de la hostilidad de la Cámara! Esto e~ lo que vamos á examinar con ayuda de los debates parlamentarioR. Desde las primeras deliberaciones, y la discu­sión duró vario~ años, la Cámara había claramente sostenido su resolución de separar todo lo que podía aparecer como pri­vilegio. Al Senado, que se obstinaba en querer favarecer cier­tas carreras que juzgaba importantes para la prosperidad in­telectual y moral del país, la Cámara respondía con los mismos votos, con el mismo rechazo. El conflicto amenazaba prolon­garse, cuando el término inmediato uua una. el?cuente declaración que traducía ad­mirablemente el sentimiento general : '' Señol'es, decía él, de­cididos á votar el proyecto de ley obre el reclutamiento, tal como la Oomi ióu del Jército lo ha pre~cntado; pero uo vien­do en este proyecto sino una reforma incompleta n semejante cuestión la última palabra quede al su­fragio universal; no es po ible que el conflicto y la resistencia se prolonguen más largo tiempo. Por otra parte, si persistimos enérgicamente en . ostener la aplicación de este principio, sí la mayoría del partido repuulicano se ha pronunciado siempre ~n este sentido, no es cou al fin exclusivo de re. ponder al senti­miento ue igualdad que est[t en el corazón de la Nación; es, so­bre todo, porque queremos dar al Ejército francés toda la fuer­za material y moral que necesita para llenar su misión. "Sujetando á los jóvenes m á im;truídos al mismo .término de ~erncio que los otros, atlquirir{t fuerza la manera de organi­zar los cuadros audonado por los rebchles á pesar de las baterías y de las trincheras con que lo habían fortificado. 1\Iucllas armas y objetos de equipo que dejaron atrás fueron recogidas por nuestros soldados. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ '/53 Di orden de establecer mejor una de las baterías que el enemigo había preparado y de construír una trinchera sobre la ribera izquierda, para formar así una cabeza de puente que protegiese el paso del río, nuestras canoas y los equipajes que el ejército no podía llevar. Como ignorábamos dónde habían parado los rebeldes, las tropas. tomaron po iciones, y el mismo día una partida de ob­servación, como de dosci8ntos hombres, se presentó delante de nuestro campo. El Comandante D. Antonio Ramos la cargó á la cabeza de su escuadrón, y la puso al punto en derrota; murieron cuarenta de estos desdichados y ciuco cayeron prisio­neros. El Comandan~e Ramos recibió en este encuentro un lanzazo muy peligroso. El 11 la vanguardia marchó á la descubierta, y Páez aprovechó esta ocasión para caer sobre ella tle improviso, con 1,200 hombres de caballería. Las tropas reales hicieron alto al pnu to, y esperaron la carga en buen oruen ; pero su aire de confianza intimidó á los rebelues, quienes se contentaron con desplegar todo el aparato ére~ amcuazaha. la provincia de Bariua por el Alto Apnre. e hacía. urgente pru­veer á la ·eguridad de e te país, tan importante por .·u po ·i­cióu g-eográfica, .-u agricultura. y n IHlllteJ'o. a en itua­ción muy embarazosa para, conciliar tauta.s dificultades, y yo o quería sacrificar el preeio re, según las cir­cum~ tancias lo e1..igiesen. El General Latorre ol>tuvo el mando de estas fuerzas, y partió con orden de hacer construír E-mbar­caciones en esta pro,·irwia, cnya montafíat~~ y ríos ofrecen todas las facilidades de~eables para tal género de construcción. ContÍnÍt• (Continuación) Fue é~ta en su origen un alto estribo de la serranía u el NO., roto al travé por a.lgúu terremoto que dio pa o al 1\linero. Las agua" clel río, que allí e caudalo..,o y corre {t razón de una legua por llora., labraron la rotura basta bajarla al nivel del cauce, cortarulo la peña ,•erticalrnente. El cerro mayor (Fura) mide 625 metros ~obre el río, de lo cuale..:', 100 son una línea perpendicular, determiuáudose clesde este límite. á la cúspicle UJm ligera inclinación hacia atrás, sin má, vegetación que al­gunos arbustos. La. parte posterior del cerro. á trechos mon­tuosa, \.>aja en onclulacioue~ rápidas y cortas dt>jando al descu­bierto la altiva cresta del coloso, descarnada y eu forma de un inmenso bonete coronando una pirámide irregular. El cerro meuor (Tena) mide 380 metros del pie á la cima, cortado per­pendicularmente sobre el río, y formando sn espalda un plano inclinado ondulante, que comienza á un tercio de la altura de la cnml>re, dL~jánertura 2,500 metros de espacio arriba, y 500 metros en la base. El ce­rro cortado mide 3,531 metros ue altura, y las paredes del bo­querón descansan en muros perpendiculares de 1,050 metros de elevación, formado cada cual por una sola roca de gres. Narla puede ser comparable al supremo esfuerzo de la naturaleza para romper así aqnella enorme masa de rocas que parecen creadas para resistir las mátl violentas conmociones; el ánimo se sobrecoge al con iderar la. magnitud del poder puesto en ac­ción para vencer tamaño obstáculo, y se admira la oportuni­dad con que la mano del Creador abatió la estupenda barrera á fin de dar libre paso ft los dos ríos, que de otra manera ha­brían inund ~Hlo toda la comarca, detenidos en "'u curso por al­tas serranías capaces de resistir inmobles cualquiera presión ele las aguas. Como el día se nos acababa tratámos de regresar tempra­no á tomar unestras cabalgaduras y nlcanzar el pueblQ no muy entrada la noche; mas en la penosa. faena de escalar á pie el áspero y montuoso cerro que uo separaba de la l'~ ta.ncin del Sr. Padilla, gastamo el resto del día; y el dueño (le la. ca a, anciano respetable, amable y frauco, qne en aquella ~oledad vive patrüircalmente rodeado de sn!-l hijo, y nietos, no uos permitió seguir, dándonos "n mesa y hm~pedaje de una mane­ra tan cordial que r.()era posible r~hmmr el oportuno beueficio. Hablámosle del Otro .rTnndo. H He estado en él," nos dijo, y no pudimos menos de son reírnos por lo estl'am bótico del quid­pro- quo: ''es un vecindario n bienes indu:->triales, pero ricos en mina de sal, cobre, plomo y hierro, en madtwas lle toda especie y en terrenos fórtile f<.tvorecido:.i por temperaturas muy variadas desde 180 á 290 del centígratlo. La población de entrambos Distritos no pas de 2,100 habi ·tntel!J, que esparcido en un va to territorio apeuas m< rcan la huella. iua.cioues invente acerca de la opulencia quo Dios tiene reservada {l, estas comarcas siugu­lares, va to recipiente de riquezas infinitas que se acumulan en silencio, esperando á sus futuros señores. Tierra como esta no ha. sido creada sin graudes designios; y Jos desíguJos de la Pr-ovidencia no son instable corno los proyectos, ni efímeros como las generaciones del hombre. Poco más de dos leguas al N. cbas *. El bueno, el ilustrado, el benéfico fraile Bartolomé de Las Oasas redujo también á cenizas lo" monumentos y cró­nicas de Chiapa, con intención de perjudicar al Diablo, siendo así que Bólo á las ciencias y á la historia antigua de América pe1judicó. Todos erau igual s en este punto: todo nutridos con las ideas bárbaras y asoladoras de la Inquisición; y por cierto que si el Diablo los vio alguna vez en el afán de qu •mar los auales y documento americanos, Jejo" de enojar 'e hnbo de aplaudir á Jos ~jecutore"', pue to que trabajaban en beneficio de la ignorancia, verdadero y acaso úmco Diablo, cau a de los crímenes que deshonran y

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 182

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 183

Por: | Fecha: 22/12/1900

BocoTÁ, DxcrEMBRE 22 DE 1900 ·------------------------- -------~~-- --- ·--- -- -----------~---------- Or¡rano del i'-lillisterio de Director ad honoreJD Guerra y del Ejército Francisco J. Ver1fara V. Son colaboradores de este periódico los Jefes y General de Ingenieros, 1\Iiembro de varia• So· Oliciale~ del Ejército ciedades Cientfticas .A.N<> :J:'V" N'"U:Lv.l:. 1aa " La victoria no da derechos." Esta sentencia se re­pite entre nosotros con tanta frecuencia, que creemos opor­tuno exan1inar su valor, lo que tiene adentro; si es protesta anticipada, acto de fe, exposición de principios, manifesta­ción de sensiblería, una d;! estas frases huecas que vagan por el mundo para que las utilice algún elocuente rétor, una simple n1acana, ó, en fin, una n1áxima moral *. Insinuaremos, sólo de paso, que sería prudente no dar n1otivo á enojosas interpretaciones, repitiendo en cada dis­curso que la victoria-á la conquista-no da derechos. Esta repetición de ]a mi<:;nla frase se parecería al ademán del pobre chico que siempre levanta el brazo sobre la ca­beza para parar un golpe de otro más fuerte. " La victoria no da derechos," es sin1ple máxima mo­ral al uso de los pueblos chicos para que los grandes no les conquisten; inofensivo espantajo, que no in1pide el sa­queo de la huerta. Es aún una protesta anticipada, una · Reproducimos este artículo, haciénciolo nuéstro para editorial \lel BolelÍIJ l'lfilitar, porque en momento¡¡ en que el iiberalismo cae vencido en la luch:1 material, después de haberlo sido en el campo moral, sería el colmo del absurdo hacer concesiones de doctri­na ó de procerlimientos, toc¡¡ndo en lo más mínimo el credo conservé:dor, por cuya ge-· nuina restauración se verificó la gran revolución moral del 31 de Julio, sin par en los anales ele la historia, y en la cual la opinión publica llevó al Poder a un ciudadano civil, quien en el acto contó con el apoyo de los miles y miles de soldados que en el campo ele batalla habían salvado la existencia misma de la Repúblic1 cristiana que se conoce en el rol de las naciones con el nombre ele CoLOMBIA; la única hoy de la América latina que no ha renegado ele la idea en cuya persecución el genovés Colón descubriera el Nue­vo Mundo, merced al apoyo de Isabel de Castilla-L. D. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 712 BOLETIII MlliTAI ~ falaciosa seguridad que á sí mismos por ahora se dan, pero de la cual pasarán fácilmente después á ]a resignación. Es peligrosa, como todas las máximas falsas y flojas. * * * Se ha dicho que la conquista no daba derechos; que admitirlos sería como negar ]a existencia del derecho pri­vado, público é internacional. Sin duda; ¿pero no es la fuerza la única base y la única sanción de este derecho in­ternacional, el que además admite el de la guerra y lo re­glamenta? ¿Hay alguna pauta, algún padrón de las accio­nes de las naciones y de los pueblos? Absolutamente nada, salvo la fuerza. Es en ella que fundan la justicia. * *. Si estas verdades parecen crueles é inmorales á las almas sensibles; si su austera conciencia repugna admitir que la conquista, la victoria, la fuerza, no crean derechos, esas cándidas almas no podrán evitar de constatar que son hechos y que nada existe, nadie tiene derechos, que no sean nacidos de la fuerza, es decir, de la victoria y la conquista. Los elocuentes declamadores de brillantes fiorituras sobre la máxima esa, oradores de tierno corazón-¡ oh, tan simpáticos todos !-tienen por lo general gruesas rentas: ¿de dónde provienen? De la conquista, pues; de la con­quista del capital sobre el trabajo, de la apropiación por uno del trabajo de diez ó cien paisanos suyos; de la toma de posesión ó de la retención de cien leguas de campo que pertenecen á prorrata á otros hon1bres, que tratarán algún día de reconquistarlas. ¿En virtud de qué derecho estamos aquí, nosotros los blancos? En virtud del derecho de conquista, la que se realizó de la más execrable manera por el robo, el asesinato, la matanza en masa de los indígenas, que tal vez ellos mis­mos habían así desalojado, miles de años ó de siglos antes, á otros indios autóctonos. * * * Todo es conquista. Y no hay derechos que no estén basados en la victoria, incluso las declaraciones de indepen- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 763 den:ia: el nacimiento de un pueblo procede de una violen­cia, una conquista, y si la victoria no diese derechos, ¿ cuá­les serían los {luéstros? La libertad de todos los pueblos, la existencia de todas las naciones, el origen de todas las posesiones, la base de todas las constituciones : todo tiene por causa primera Ja conquista, la victoria, la fuerza. Y, existencia, libertad, propiedad, constituciones y de­rechos, es aún la fuerza la que los conserva. La fuerza, único Dios ante quienes todos se posternan, hasta los que alardean de serie incrédulos. * * * Dejen1os á un lado esas sensiblerías, esas maxtmas platónicas, que en el fondo son pura hipocresía. Sepamos que no hay derechos que no hayan nacido de la victoria, los nuéstros como los de los demás, y hagan1os lo necesa­rio para ser dignos de nuevas victorias y nuevas conquis­tas; para que teniendo n1ayor territorio, tener nuevos dere­chos, es decir, hagámonos fuertes: los fuertes son los buenos y los justos-M. (De El Port:enir .Militar de Buenosaires, Argentina) EN TIEMPO DE GUERRA 11 ráC;ticas france as 1-GEN EII.ALIDA DES En los ejércitos la artillería está encargada del manejo y ser­vicio de las bocas de fuego, incluso el establecimiento y construc­ción de toda dase de baterías, el aprovisionamiento de ]a tropa en armas y municiones y la construcción de los puerJtes militares. Por eso en cada ejército hay un estado mayor de artillería del cual depende la fuerza de esa arma, con la cual marchan el respec­tivo parque y el equipaje de puentes. Por regla general, el comandante de la artillería acompaña al jefe de la fuerza á que está adscrita para recibir sus órd~nes y SQ-Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ meterle las proposiciones que juzga útiles en bien tiel servicio Durante el combate manda personalmente sus baterías y recibe órdenes del jefe superior. El comandante de la artillería extiende su acción á todo el servicio de la artillería en la fuerza en que figura, y da exclusivamente órdenes á las tropas de artillería que no hacen parte de un cuerpo de ejército ó de una división, siendo responsable, además, del aprovisionamiento del ejército en material y municiones de guerra. Los oficiales comandantes de tropas de artillería deben estar en relación continua y regular con los jefes de la infantería á cuyo lado ú órdenes estén colocados, para tener noticia oportuna de los movimientos de 1a5 tropas, obtener escoltas si fueren n~cesarias, campos ó alojamientos adecuados á su servicio, recibir víveres, etc. Es esencial que de antemano conozcan las disposiciones del ataque ó la defensa, las posiciones que habrán de ocuparse, el fin que se persigue, etc., sobre lo cual presentar~n sus observaciones al superior, llegado el caso, sometiendo además á su aprobación todas las medidas que sean conducentes á obtener de las piezas el mayor efecto posible. Los comandantes de la artillería de una fuerza, de una divi­sión, por ejemplo, dependen del jefe de ésta en lo relacionado con servicio, policía y disciplina; pero en lo referente á material y apro­visionamientos se entienden con el jefe superior de la artillería del ejército de que hacen parte. Los oficiales de artillería no pueden comunicar la situación de sus municiones sino á los oficiales ge­nerales de quienes dependan y á los superiores de su arma. En los convoyes de municiones el mando pertenece al oficial de artillería que lo dirige, si es de grado igual ó superior al que manda la escolta; y en caso contrario este último difiere al juicio del primero en todo lo relacionado con el servicio, movilización y defensa del con voy. Los oficiales generales que mandan la artillería, lo mismo que los comandantes de las divisiones y columnas, van acompañados por un jinete que en el día lleva una banderola y en la noche una linterna, señales que en los campos y combates se fijan en el alo­jamiento ó puesto ocupado por dicho oficial general. En la artille­ría la banderola del jefe superior es escarlata y azul celeste en ban­das diagonales, y la linterna roja; en las unidades inferiores la linterna es verde-oscura y la banderola lleva los mismos colores, pero el escarlata se coloca encima y el azul debajo; en los parques la linterna es azul ó amarilla, según la categoría, y la banderola de ese mismo color. Los oficiales superiores del arma tienen derecho á un orde­nanza por cada dos caballos de los que les correspondan para el servicio. Los ordenanzas de los jefes sin tropas hacen parte de la ,s.• compañía del ec¡cuadrón del tren de equipajes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ T65 En todo cuartel general los artilleros arlscritos al servicio del estado mayor de la artillería forman un grupo á órdenes de un oficial encargado del mando del destacamento, sin que por eso queden segregados de la batería á que pertenecen. El comandante de la artillería somete á la aprobación del jefe del ejército las medidas que conviene tomar para asegurar la conservación de las armas en los hospitales y ambulancias, lo mis­mo que para incorporar en los parques las de los muertos. 11-ItiARCHAS Toda batería se fracciona en tres grupos: I .o, la batería de com­bate (piezas y municiones); 2.g, la reserva (municiones y fragua); 3.0 , la subsistencia (víveres y bagajes); de ordinario los dos primeros marchan reunidos, pero los terceros forman una columna esp~cial. Las secciones de municiones (parque) también forman grupo especial, cuyo jefe determina el orden de marcha y la repartición del personal en la columna. Los bagajes, víveres, cantinas y bes­tias de repuesto de un estado mayor de artillería hacen parte del tren regimentaría del respectivo cuartel general. Cuanto al orden normal d~ marcha, cabe advertir que cada pie­za va seguida de su armón (municiones) con los unos sirvientes so­bre él y los otros montado~ á lostlados ó en columna tras la pieza. Si el enemigo está lejano, todos los sirvientes montados se reúnen en c:olumna á vanguardia de las piezas. En terreno muy difícil, ó cuando la marcha es lenta, los sirviente ·~ , salvo los cocheros, caminan á pie con las bestias del diestro. En caso de peligro un oficial y dos clases marchan á la cabeza de la batería para estudiar el terreno y reco­nocer el campo. Las bestias de remuda siguen al grupo de com­bate. Si la marcha urge, pueden separarse las piezas de los armo­nes, engancharse aquéllas con tirantes, y de éstos apurar sólo lo mejor atalajados: los otros se reúnen á la batería cuando ella haga alto ú ocupe posiciones. En las columnas la artillería se reparte entre la vanguardia y el grueso, si aquélla se compone de varios batallone5; si no, mar­cha dividida en escalones tras los grupos de infantería que com­pongan la columna, con forme lo demanden las circunstancias. El parque se distribuye en escalones, de los que unos siguen con la fuerza y otros marcharán á uno ó dos días detrás de ella: de los primeros una porción acompaña á las unidades respectiv el asunto merece ser tratado en un capítulo especial, tanto más cuanto el sistema puede ser empleado en el ata­que y en la defensa. II. Razones de la frecuencia del hecho-Que adversarios tan fuertemente apegados al empleo de astucias y de estratagemas se dejen engañar á menudo tan fácilmente, es hecho debido sin duda, y de modo especial, al desprecio que hacen de los métodos estúpi­dos (stoiid mcthodes) de la guerra regular. E !los ven cuál es la len­titud de los movimientos de sus adversarios. Agazapados en em­boscadas para apoderarse de los rezagados, ocultos por la noche á inmediaciones de las avanzadas, vigilando el servicio diario del campo del ejército regular, se dan cuenta de que el sistema de la guerra de voluntarios es para ellos el mejor medio para resistir. La experiencia les demuestra que en este punto ellos son casi siempre más fuertes que el soldado regular. De este modo llegan á despre­ciar la habilidad con q a e sus adversarios pueden obrar, empleando también contra ellos las astucias y las estratagemas. La grande importancia del efecto moral en estas pequeñas guerras ya ha sido tratada en un capítulo anterior. El carácter impresionable de los adversarios de las tropas regulare en esta clase de operaciones, se convierte en poderoso factor cuando entran en juego las tretas. Porque esta impresionabilidad los expone á ha­cer at.1ques prematuros ó ~abandonar posicione que juiciosamente habían escogido. Se dejan intimidar presto por el avance firme y la actitud resuelta del ejército regular en sus marchas y en sus ataques; pero, por otro lado, están singularmente dispuestos á distinguir los síntomas de vacilación ó de retroceso del ejército. Un jefe de espí­ritu levantado y de recursos se aprovechará de tiempo en tiempo de semejante situación. l I I. Ardor del cnemÍJ(O en la persecución de una columna en reti­rada- Se pueden citar numerosos ejemplos del ardor de los guerre­ros irregulares para aprovecharse inmediatamente de las ventajas que les presenta la retirada de sus adversarios. Este ardor en la persecu­ción puede minorarse pronto; pero al principio tales guerreros obran llenos de energía y de confianza. Si el ejército regular les cede el terreno, se precipitan sobre los que creen en derrota. En la excita- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 774 BOLETIN MILITAR ~ ción de su supuesta victoria, los jefes pierden la poca autoridad que tenían. El cambio es instantáneo. Cuando sienten caer sobre ellos pesadamente la disciplina y la superioridad de armamento, se aba­ten, se desmoralizan, listos á huír; pero cuando ven volver cara á sus adversarios, su entusiasmo no tiene límites y avanzan temera­riamente, dando libre curso á su ferocidad. Ejemplos-En Denghil 'Tepe, en 1879, los Turcomanos es­taban profundamente desorganizados por el bombardeo de los Ru­sos, y guarnecían las murallas de su fortaleza ya dese"perando de su causa, cuando se encontraron rodeados; pero no habían acabado de darse cuenta de la retirada desordenada de las columnas asaltan­tes, cuando salieron cargando furiosamente á las tropas rusas. Su contraataque fue terrible. Sin la intervención de la <3rtillería el pe­queño ejército de Lomakin habría podido ser no sólo derrotado, sino destruído. Y sin embargo, hasta ese momento los Turcomanos habían mostrado poco ardor en librar batalla á sus contrarios. En el notable combate de Bang Bo, cerca de Langson, en el Tonkín, en 1885, de que más ddelante se hablará, fracasó un ata­que de los franceses sobre las trincheras de los chinos, lo que suce­día por primera vez en la campzña. En ese momento los chinos estaban muy desorganizados por sus derrotas sucesivas; pero tan luego como se dieron cuenta de que las columnas de asalto se reti­raban, se lanzaron tras ellas y las persiguieron durante algún tiem­po con tal empeño, que no sólo fueron rechazados los franceses, sino que sufrieron también una derrota muy seria. ~ En 1852 una gran reunión de Momunds ocupaba las monta­ñas al norte de Shabk.hadar, fuerte situado cerca de Peshawur. Sir C. Campbell mandaba las tropas. U na tarde una banda enemiga bajó á la llanura á merodear. Sir C. Campbell salió 1del fuerte con una pequeña columna de caballena y una sección de artillería á cab:1llo; atacó el flanco de los montañeses en un terreno perfecta­mente descubierto, y los rechazó hacia las montañas, causándoles grandes pérdidas. Pero como se acercaba la noche, Sir Colín se vio obligado á retirarse: entonces los Momunds dieron media vuelta y persiguieron á la pequeña columna en retirada con tanto vigor, que la artillería tuvo que ponerse varias veces en batería y disparar con metralla. De este modo logró la columna volver al fuerte sin pérdidas serias. IV. Medio de sacar partido de este ardor del enemigo-Se po­drían multiplicar los ejemplos de esta prontitud del enemigo en volverse contra las tropas regulares que se baten en retirada, y de la intrepidez espasmódica (sic) de que hace uso cuando se lanza á la persecución en el primer arrebato del triunfo. Esta es una ca­racterística de su modo de hacer la guerra, y hay que tenerla e cuenta. Los guerreros irregulares no comprenden la persecució metódica; pero sí la entablan con vigor y encarnizamiento. Un Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. BOLETIN MILITAR ~ 775 jefe prudente, que tiene sus fuerzas bien á la mano, puede en oca­siones aprovecharse de esta característica para con adversarios sal­vajes y medio civilizados. Simulando una retirada ó dándose bien cuenta de un momento de vacilación, puede colocar al enemigo en una posición táctica desventajosa. V. Los jefes enemigos no pueden vigilar á sus guerreros-Hasta cuando el adversario está bien disciplinado y bien sujeto á sus jefes, el afán que produce la vacilación ó la retirada de las tropas regulares rompe los lazos de la subordinación. En el entusiasmo de una victoria supuesta, el enemigo se desprende de sus jefes. Esta pérdida de los lazos de la disciplina en un momento de triun­fo sólo se verifica entre los adversarios de las tropas regulares. La mayor parte de las naciones europeas emplean soldados indígenas y contingentes locales en las pequeñas guerras que se ven obliga­das á sostener. La experiencia ha demostrado que los contingen­tes del ejército egipcio, espléndida tropa de combate, difícilmente se contienen cuando ven á su enemigo huyendo. En el Tonkín los oficiales de los Turcos, en el calor de la acción, tenían la cos­tumbre de hacer cesar el fuego y de hacer acostar á sus hombres, á fin de tenerlos bien á la mano. Los jefes enemigos pueden des­cubrir la trampa, pero no pueden atajar el arranque de hombres medianamente instruídos cuando como soldados se lec; figura tener ya la presa entre sus manos, y temen dejar escapada *. VI. Los Zulúes llevados á un ataque prematuro en Kambulá­El hecho siguiente, tomado de la guerra contra los Zulúes, es un excelente ejemplo, y muestra de qué modo un jefe de tropas capa­ces puede sacar ventaja. No hay que olvidar que los Zulúes, mal armados y apenas organizados, e~ taban relativa mente bien disci­plinados y de ordinario obedecían á ciegas á sus jefes. El ejército Zulú, marchando al ataque de Kambulá, se di­vidió en tres columna~ al aproximarse al campo. La primera co­lumna envolvió la derecha de la posición, la segunda la izquier­da, mientras que la columna del centro marchaba derecho sobre la posición. La columna de la derecha llegó la primera al sitio, y se detuvo fuera del alcance de la artillería. El Coronel 'N ood hizo salir la gente de á caballo, bajo el mando de los 'Tenientes Coro­neles Russell y Buller, y los empeñó contra esta columna de la de- • Un hecho análogo se verificó en 1890 en el Dahomey, en el com b:1te de Achupa, de que ya ha hablado el a11tor. Los oficiales que han conducido al (!ampo de batalla á los tiradores del Senegal, saben que esta tropa es, para emplear las ex­pre ione;; del autor, splendidfigkting material; muy diffcil de sostener fija en el fuego á caus~ de su ardor. En el combate de Achupa, los tlel Dahomey e retiraban des­pul: s de uno de sus numcro&o é infructuo o asaltos; el Coronel Terrillón, querien­do asegul'ar el triunfo, resolvió mover el cuadro á vanguardia. A la voz Je mando, toda la compañía Pausier, que formaba la cara derecha del cnadro, caló bayoneta, y se lanzó tumultuosamente en el bosque, en persecución de lo~ del Dahomey. Co6ltó sumo tr:1bajo volver 1l reunir á los titadores en su puesto de combate. Durante algún tiempo el flanco detecho del cuadro qut:dó abierto. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 776 BOLETIN MILITAR ~ recha. Los jinetes ~e aproximaron á caballo, luégo echaron pie á tierra y rompieron los fuegos. La débil disciplina zulú no pudo im­pedir que toda su columna se precipitase sobre los de caballería, quienes volviendo á montar y entreteniendo el combate, atrajeron á los Zulúes hacia el laager, en donde los salvajes cayeron bajo un fuego nutrido, porque el terreno era completamente descubierto. Las pérdidas de los Zulúes fueron tales, que se batieron en retira­dz para buscar abrigo en las rocas, y no tomaron más parte en la acción. En resumen: una tercera parte del ejército enemig0 se encontró en derrota antes del principio del ataque formal sobre la posición inglesa *. VII. Otros ejemplos-El hecho de inducir al enemigo á lanzar­se á un ataque prematuro simulándole una retirada, ó, como en Kambulá, haciendo salir un pequeño destacamento á provocarlo, ha sido frecuentemente empleado con grande éxito. En Sikak el único combate regular librado por Abd-el-Kader á las tropas francesas, el General Bugeaud, obligado á evitar momentáneamente un en­cuentro, á fin de poner en seguridad su cúnvoy, atrajo hacia él las fuerzas del Emir para atacarlas en seguida sobre un terreno favo­rable. Esta maniobra es muy antigua, y se empleó á menudo en la época en que los ejércitos combatían en masas compactas bajo el mando inmediato de su jefe. Los Normandos lo emplearon en Hastings con éxito notable. Los soldados regulares lo practican con mucha ventaja contra fuerzas cuya organización deja que de­sear. En 1521 Barbarroja recurrió á la astucia, para hacer salir á los Arabes, á los Berberiscos y á los Kábilas, de su campo atrin­cherado de Millel, é infligirles en seguida una sangrienta derrota. J omini cuenta cómo, en 1799, los Franceses atacaron á N á­poles, defendido por el populacho: simularon una retirada después de haber penetrado en la ciudad, y los lazzaroni se lanzaron tras ellos; en seguida, volviéndose contra los que les arremetían, los batieron á campo raso, y se abrieron camino por entre las calles de la ciudad, picándole los talones al populacho, que huía. Las pequeñas guerras modernas ofrecen excelentes ejemplos de esta manera de proceder, entre otros el siguiente incidente de la sublevación de la India: Sir H. Javeloclc, partiendo por primera vez de Cawnpore para ir en auxilio de la residencia de Lucknow, encontró á los rebeldes que ocupaban la aldea de Onao, y los arrojó de allí. Faltaba algo de espacio, las dos orillas del camino principal estaban cir<::undadas de pantanos, y dándose cuenta de que acudían en defensa del ene­migo grandes refuerzos, evacuó la aldea con el fin de ocupar á al­guna distancia una posición favorable en donde ocultó una parte de sus fuerzas. El enemigo, envalentonado por este movimiento de • V6anse las Ezpediciones Inglesas en 4/rica, p'ginas 218 y siguientes. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR '--y--' i7f retirada, atacó y cayó así en la tram~a. Los Ingleses lo barrieron todo á doble fuego, en tanto que algunos destacamentos, atrave­sando el ¡JJntarlo, hac:an demostraciones contra los flancos del ene­migo, que tomó la huída abandonand'J quince caílone~. V 1II. Yahr d~l recurso rü una retirada simulada en las guerras de imurrtcción-AI debelar insurrecciones, las tropas regulare pue­den emplear venta jo amente e'ta e, tratagema, hasta cuando sus adversariOs son inteligentes y bien armados; porque los sublevados no tienen ni cohe::.ión r1i confianza en su" jefes, á los que les falta autorrdad. Un notable ejemplo dt> este hecho se presentó en 1821 cuando el alzamiento de la Valaquia contra el yugo otomano. El comandante de una columna turca, sahiendo que un bata­llón rebelde, especialm~nte conocido como el batallón sagrad::>, se encontraba en la vecindad, envió en su busca á algunos jinetes desmontados, cuy os caballos se ocultaron. E 1 batallón, to . ando á los jinetes por soldados de inf.tnten, hace resaltar la aptitud e:pecial de la inf..tntería mont..tdtl. p.tra te 1 ler tramp.1s; p >rqu~; en ca i t > l )S los caso-. la ca­b.- dlería t.Lb.! echar pie á tiara par.1 ohtener el efecto desead . La caballería es por tanto preferib~c de e ciert ·l punto, de vista, pue to que, ·i se lorrra ocult.tr lo:; c.-tb llo, no sol.llnt.ntc h y una gran prob tbilidad de atraer al enemi•_ro, sino que ademá se pre. en­tarán oc.L iones de dar cargas m u y efic,l.cc .. sobre lo" a Jv rsario- que avanz·1n en desorden. Lo~ dos ejemplos siguientes se han Je citar en apoyo del y:t ner cíonad de la guerra de la independencia de VaLH]uia. t: n 1860 una re: u ni ún considerable de W aziris bajó de sus montai1as, sin ser provocada, para hacer una excursión en la lla­nura, ~er~a de ~r an k * l y s tq ue;1r la ciudad. El r.!Haldar * S tadat Kh.1 ••, que mdnu.lb.t 1u tropa d~ C reunió algu­nos otros v.>luntarios á caball\> y m:1.rchó al encuentro de lo Wa­ziris. Los enco11trÓ sobre u11 terreno de;;Í:1vorable inmediato á • T iltk es uno rltl lo~> pu~;rto.-. iug e ·e1 del Gom.1l Pu ... • Oiicial intlígt!na. VIJ I -5 0 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '178 80LETIN MILITAR "'-y"--' las montañas; retirándose entonces poco á poco, los atrajo á un sitio descubierto, y luégo, dando repentinamente media vuelta, les cortó el camino de las montañas y les acometió con doscientos macheteros. El enemigo, que contaba tres mil hombres, fue com­pletamente derrotado, y huyó precipitadamente dejando trescientos muertos y muchos heridos, entre ellos el jefe de la tribu. En esta brillante hazaña la caballería no tuvo sino un muerto y algunos heridos. Al final de la guerra de los Cafres en 1878, una columna mixta de tropas inglesas y de tropas coloniales se encontraba en posición en un sitio llamado Kwintana que estaba amenazado por Jos Galekas y los Gaikas; estos últimos (esto se ha sabido más tarde) no debían tomar parte en el ataque sino hasta cuando su Jefe Sandilli lo juzgase oportuno. Para forzar el combate, los hombres de á caballo recibieron orden de avanzar y de retirarse en seguida precipitadamente delante del enemigo. La estratagema sali6 á maravilla. Los Galekas se lanzaron con ardor en pt>rsecu­ción de las tropas montadas; los ()"aikas, escapándose á la acción de su. jefe, siguieron á los Galekas. La infantería permaneció ot:ulta en las trincheras, esperando á que los Cafres estuviesen al alcance de SlJS fusile ; algunas descargas bastaron entonces para poner al enemigo en completa derrota. X. Atraer al ennnigo a una emboscada- En el caso preceden­te, el enemigo fue atraído á una emboscada preparada con destre­za. Los francese . , en 1\..rgelia, usaron en varias ocasiones de astu­cias análogas. Los jefes cuyos nombres se hicieron famosos durante los años de guerra que siguieron á la toma de Argel, Lamoriciere, Changarnier, Saint-Arnaud, adquirieron una grande habilidad para esta clase de operaciones. "La guerra, dice un proverbio árabe, es la astucia combinada con la fuerza." Abd - el-Kader y sus satélites pa!:aron por maestros en el arte de ejecutar sorpresas y de tender emboscadas. Los france ~ es tomaron este método de guerr.1 de aque­llos á quienes habían conquistado. Bastará un ejemplo de estas operaciones. Cuatro batallones atravesaban la g:uganta de Muza:i, en 1840, cuando supieron que los Arabes se encontraban cerca t:n número considerab 'e. El convoy se alejó bajo la guardia de un batallón; dos batallones se ocultaron detrás de un pliegue del te­rreno; el cuarto, tomando contacto con el enemigo, se batió en scaguida prontamente en retirada atrayendo á sus contrarios á la emboscada que le habían preparado. Los das batallones que se habían ocultado cargaron súbitamente sobre los Ara bes, á la bayo-neta, y los pusieron en d rrota. · XI. Algunas veus el en emigo cae sin intención en la trampa­Las tropas irregulares ~e dejan con frecuencia engañ a r completa­meute por un síntoma de debilidad involuntaria ó intencional de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ parte del adversario. Este hecho se comprobó bien en la acc10n de Arojée, en Abisinia, en 1 8b8, jornada en la cual el enemigo fue atraído fuera de una formidable posición por un movimiento de las tropas regulares, movimiento que no se dispuso con tal intención. Las fuerzas del Rey Teodoro ocupaban alturas muy difíciles de acceso; cubrían las cercanías de Magdala y dominaban un vaiJe sobre el cual la columna inglesa debía necesariamente desembocar en su marcha sobre la fortaleza abisinia. El convoy de la brigada de vanguardia, siguiendo un camino distinto al del grueso de la briga­da, llegó al valle casi al mismo tiempo que el resto de las tropa!. El Rey Teodoro, viendo el tren de mulas sin escolta aparente, or­denó á sus soldados que se precipitasen para apoderarse del botín. Las tropas inglesas apresuraron su marcha para contener al ene­migo y proteger los bagajes, y se encontraron con las bandas abisinias en el llano en donde ya no tenían la ventaja de la posi­ción. El resultado fue una victoria decisiva, con pérdidas ligeras: la tropa del Rey se desmoralizó, lo que permitió que algunos días después se tom.tse, sin seria resistencia, la fortaleza de la montaña. (Continúa) --•-+-• --- E N EL E R V I . C 1 O M 1 LIT A R (Continúa) No hay que oenlthr, por otra parte, que el mayor uúmero­de lo~ beu~ficial'ios del artículo 23 son, si u contl'adiecióu, loa e~tuuiantes qne se consagran á la~ ca1 reras liberalt•s. Se ha atil'madn que para iHJHéllos el uin~J (le lo. e ·ttHlio~ u t'ltwarí:• por la ouligucióu immr·ita. eu la ley ele baher ol.>teuiclo t•l diplo­ma reglamentario á la ellaIIZ,ll' sus estr11lio~. Si ;1 sns Vt>iutisóis HTios, ú. pe· sar dP RUs t>~"fllerzos, (]u iz{t sprios, {t pt•sar tle n 11 t I'H h:-~jo re~·n. lar, e ... tt• hon1hre rro puedt> ollterwr el diplo111a de sobl'e él y á cleteuerle Pll t>l eu;-ut..-1 dur·aute dos aüos "1 Yo digo que el'\tO c·s impr:wtil~ahle é Ílllposiblt>, y ;~contP<~erá Hllil. dP Sto.s jún1 flt.•.s, compreudienclo cnál es la cousecnPII('Ía de la falta ele éxito dt•l <'allditlato, hasta les otor­ga. r·:íu los diplomas, y tle ... ~te modo uo sP conseguir{\ tSiuo que UHje el 11 i n.,l de los t'Stnlnhros USpPCtO de Jos mmdidatos UIICL Íllt)nJgell· cía patP.I'Ilal, lH'"rfectameute co11rpn•11sihl~ pot' otra parte. B.s para. eono­Ct> r su el';t a do tle ilu i uro .Y \·atorar los tesoros tle l>onda.1l que Cllciena. su t~Ot azón, en otros ti e m pos tan tlispue.stos {t la ,'t'\'C· ridad. Uomo ha.hdua de terH•r ellos ntlot' de \ oh·er á t""ll \'Íar al cuartel ájón~rws <¡tll"" llau sdis las circun~t:tr1cia~ qnizá han impe,li•lo cousagT;u· á sus c:-;tutlios tanto euhlatlo y tiPillJ)O <~omo se re· quería. Al~· ttllos do . u.; colt.•gH~, tlu uat.ttt·al..-za uu·tto"\ l'lellsihl•~, deplora u lo (] ne eoustdera11 ~~01110 culpa \¡)ps dt•hi litladPs, pt.•ro sus n~criminadorw~ 8tHI ("". tél'ilc•s, y ead:t. }tÍio e Vt' cr·Pct~r me· cáuiea.mPIItc el HÚIUPI'o tle tlnetorP .... La eort.'P<~IIPIH~ia. tan twi­deutl~ t:onw ll tllllllclo eutero. 'n IP:,.:ítima rt'JHtt<-ICión y sn brillo no JHt,·•lr-u sint) auuaentar.st~ h~•jo la lt·:.!·islaei()u qtw lali rige y euu los reem·sos que lt>~ proe tr.t. Los ¡n·ofe·mn·s, a.dprn;'ts dt.1 estu, ti~IIPII tleua ;l~iatlo celo rwr· ~~~ I'PspoH.sahili,latl .r por ~u bc)llol' para. 110 ~llriqu..-eer Ílwe~aratemcute ul glut·iuso patr·imo- Jlio que lJertltiH.J'()IJ (fe 8llS abuelOS. . l..~o •ane heleemos JH'esP-ure, "'in h l ar­tículo ~~3. El l\Ii 11 istro de Guerra no pnexpti(~ac\onel', que, por otra partP, el artí(~nlo 23 ha ~ido u u privilegio tentndor. Hé aqní el número clt.' los militares á qnie11e~ se ha. :..!Íf'::a· ción aetnal. lo pro1~nr·a el lllO\'imieuto de lo· estudiantes de las clit'Prt•utt-- · Uni\"t--rsicl:-ttl t.•s. Mie11tral'! quo eu la U ni\· •r hlad de PaJi la cifra el(:'. lo~ t>R - tuien pronto un vnruadero peligro social. Qniéra e ó uo, los dominio~ (lf,,l mója sentir el malestar qne sufre e~ta ehl~e de traoajadores in­telectuales. La nueva ley militar, eximierHlo dos años de ser­vicio á los jó\-enes qne se comprometen á obtener á Jos veinti­siete •le edacl su doctorado, ha aumentado la gra\·eelatl de la situación, de ta.l moclo qne eu nue~tnl época, la eoncnrreucia en la proftlsión métlica es ta.l, qne se puede <-leeir que en el punto de vista puramente material, lo~ proveutos de gr:.J.n nú­mero de métlicos han llegado á sm· inferiores fL las asignacio­nes de mouestos erupleao que s<~ obstina en no vuur. Víctima ele la ch•se. ¡wracióu, ¡de qné lado t)e ral tarnhiéu reeihió in~trncdonc.·~ rPlat.in•~· á la couclucta que debía seguil' para prott>gt•r Ja. almharear Pll ella:.;. Di\·icliclo tle e:-;te moclo el ejérei10, para ohE'cleeer á la.· ley ; de la rtt•ce:-.iclad, ~'-'<~ mantn\·o t•u t>l Apnrc•; eRtaha f11rmn~to Cl'eí elt•lu~r ma.n teru•rmo á u euheza pam no ham•r ru~nlPr á los sohhulos la confiauza que mi prc.a~t>ucia. parc.ada illspir·af'lc.•R. Di orde.n tle qne se Jt-\·anta"'<' en San Fernarulo una fortifi­cación ca paz ele hacPr iu fr·•wtnoRns hu~ ·t••utat i \'aR de lo~ rf'l>el· des cont r·a loH cuerpos de tropa~ que dE'hían paHar allí la <'Stn­ción tlel Íll\'it-'rtiO; t>ll Rt.~guicla distribuí á la~ canoas fn(:>rzas llnfid(•llt.t-s para potwl'la~ t->n (:>8tatlo de st>gnir ,·inje por el do IJa:-;ta PI pa~o de Juan 1\.fatt>o, ('Jt donde ih:-tn {i l"t'l' ~t>p:-tradas. Dt>. pnél-4 de tomar 4.-•:-;tas elispo~ieiones me dir·ig-í eon el ejército 'jorua•laH cort~1~ á 1\fen•mr re y 811R alredPclort•N, reco~ic.•t~clo t'U el tr·;'w:-;ito á lo~ hahitantt>:-; qne habÍHII emigraclo á. la~ mouta· iias y ltaciPu•lo pa~~• r á la otra J'Í her-a. el el .A r·atwa tCHlas las l>eS· ti as y ca ha.llot\ C]IW fne po~i hl•~ mammtr·ar. El p;li'O del río s~ ve· riflcó por seguut.la vez pet'o siu uiugún ol>Htáculo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETtN MILITAR '-Y-"' 78l J nzgné <•tttOJH'f'FI (]llf' f'<'flH ventRjo~o-o la;.lcf'r J'f'l'OJTPr PI pafs y ~njPht rlo á la oht>d Ít>lleia, .,,, YÍH pHnl que tattto ellos como ~us solclacloH oh¡.;pn·:-ll't•JI la <'OIIfugi ... clo f'tt ht~ ntot•t·tñ~~- Los e~<·mulro­ne:-; particAr·ou <'11 clistintj~lrou Y<-'r Pll tc•do 1m~ puntos; Yi~itaroH ¡nnti<·ul;.~rmentP :l Ori«'lliiiiH J A<·hagml~., y traJPron nu Jltllll<-'1'0 <:oul"itlerablt• ele f;~milia:-:, Jll'H~él la mi­seria m:l~ t>:-:pmttosa, q1tP ~n~ mit>nahro~, llllO~ por fu••tza~ otrO~" por aneh;l to, se ~nstrt-tjProu á la a 11 tm·iJ'lla 1 el el Rt>.Y p:HH :-;o~twt<-"t · ~c" {t la doutifltieiilll m:):-; h{nhar;,. No :-:t-' de• · cuidó uingún mc•clio pma ittspirarlc•:-; cnutblltZH; {l todS tnt tó <~j~r<~i to <'OTl ti 11 nó ~n m~ r<'liH sohr~ A<'lwgna~, en donde dPhhttuo~ ..-:-;tadnnarn.,s á <·anl"a <1<-' la \'t>H­t} tja de~ Nm posigft nao~ H lli t•l 8 dH Marzo. A nttc .. ~tra pr<>~Pnda eompuz:non al fin {t. re~pirar los habi. tHntc->1'1, .Y la ,·ista dt' los ttopas rt>ale~, pintadaH por lo~' facdo . so.· <~OII los m(ts twgTt~H eolores, lt•s pan•<·ió <•l úni< :O lllt'dio <·a.­paz clt> :-;ah'Ht' l'll:-4 Yidas, ~11 tlc·n ·c·ltO,. n ltoJtor y :-;us illtt'l'NW • Yo eo11.·agTél h ~t todo~ 111is dc·S\'t>los il llll'Í(ll' :lr la !-'tH.•rt<· de til11h1s ino<'t'lliPs ví<·tirnaH (]p la .Rt·,·olnc-ion. Un gran IIÍlfll ~t·o de ,· iucht.· y ele huérfano~ YJIIO á rd'uginnm il lct H(lllthra de Jllli'Hf ras hallclc•ras, y tun~ la ~atisf;•<·c~ióu ele \'t•r á llltH·Iaos hotnhrt>s extnl\' iro:-icbH1 y d.-pcnt•t· la arma~. A tocios se ),."' eonc~Pdieron ht~ Yc·utajas de que yo q nerria goz:.tsf'll lo~ :--ú hclt to~ tit•lt•s ~d He• ~· . l>c·~pu(í. dt"l pn:-:o clt>l Araii'~H. fH'I'I'\II:ttliclo tlP qn~ mi.· pro­m<'~: tR 110 podÍttll tOIIIaJ'~t' <:01110 efc•dO d~_. tPIIIOl' Ó dP dt>bilidafl, ofn·d una \ ' PZ 111ií~ la paz ú lo.: la;thitaattP.' tlf-' C'StH~ <'Olllllrc·~•s; la paz q11 • hilt ,·h·atliPHtf .. clt•.- .. alt;i • u !tl:t.i•·· ta ht •r h:H:Pr oír t>l )ptJgll:tj•• dt•l ho11o1' y dH !a ntz<ÍII ;í bt~ tro­pali ing-lt•. a~ cpw <·on uosotroH habían c·onthHtido t•n E:-;pnfia á las órclt.•IIPH dc~l (JC. .. tH•.ral llill. V<~au . ·c t'Rta. clo~ }H'ot·lattHiS, qn<"' cl.-!itliehaclameute uo tn\·icron la acogida que yo tc11ía de­recho á esperar: "Hahitaut,~~ ch~l Apnre y Ma hl~~. pérfi r ln~ y H m hicioso~, ~E> lu111 1~­vant: uln Hohn'~ ,·o~oti'oH, Pmpnhr ... ,:iéndoo~. ~ttgañ:l11cloo~ eon UWiltintH ~, eon .... 1 \'ano f,uat,.tHIIl;t. tl...- n11a oprc•si611 qnimérica. La patrid, que llau cou vertitlo e u ca m vo de desolación y de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. f.86 80LETIN rliLITAI ~ u e lo, ha pre~tatlo su augttsto no m ore á tan vergonzoso sacri· Jegio. '' Hahitantes de Jos Llanos: VilSotros sois bneno~, dóciles y valero::;os; esos miserabl..-~ os h atria no eutra pr~ra nada. ~~~ ~u~ proyectos; feliz sería ella sin tan bárbaro ~ocorro; ello~ no quieren sino domiuar, perde­ros y adornarse con no m hn)>s fastuo8os, fJ u e no met·ecen. "Los ricos rebaños de vuestras fét·tiles dehe~ .. u~, el co­mereio interior de las pro,•incia.s, las uacieutet:\ hahitaciones qne comenzalMis á ver JHOsperar, la paz y la cmnotlitLltl parti­eular (le cada 11110 ele vosotrol'l. e:üo~ :-;on lm~ hienes fJ ne os ltan arrel..>ata(lo eso verdatle1·o~ ti ranos fJ tw hahhtn si~m pre de Ji. bertatl y re \"UeRtras calwz>ts! '' Vosotros los veis h uír y o en 1 ta.rse coba.t•tlemente á la proximación ~to ninguna barrera. á soldados agnenidos q ne u o ~ieuen, como los otros, á arrebataros nte.stra. trauq ni 1 iclacl eon tOt·pes astucias, sino á re~ta.hlPcer el m·clen, la. paz y la jnstieia. H Depotwtl laR armas y tornatl á Yue:-;tros hog-nrN~; Repa roos (le esos f"rtméticos setliento-; ele sangre y tlt> Yenganza, y tra\mj(•rnoR juntos por la prospel'idntl th~ estas orHlatl paternal tlt~l Rt .. y, n~ngúis {t colocaros hajo Ru J>roteccióu y l>ajo la del ejército qne él ha enviado pat·a \•uestro escu.tc. Cuartel general (le Nuevo Paso dt•l Rey, sobre el At·auca, 4 de Fehrei·o do 1819. El G •ncral en J •ft•, PABLO l\JOHILLO" • • • 16 A lu!l Jt'ft.~. Oficialt!6 ,11 soldad ~• inglesu acltv.lme 1t e al servicio de lo.~ ins~trget~tel "El Gobierno ra. como lo' ~úbtlitos de Su Majesta.d Bl'itiinica. han sitio t>Hg an-onar SU:l hogares, con inteución de establecerse eu estos ¡>4-\Í- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIII MILITAR ~ f8~ &~s,.con la faoX()Pctativa de obtener, por premio de sns servicios, ¡nopietlarle~, fortuua, houoreli: ¡pero cuán cruelmente los han enguiiaclo! "Iuglese~, á vosotros me dirijo, {L vosotro~, que conocéis ya á ~~e famoso ptw~ouaje que, si11 tlurla, cnctndo e~tabais en luglaterra h::thréis cornparaclo púhlica, sus tropas, sus ~Pnerales y á los miserables que componen su go­uierrw, dPhéis \'Í\'ir COIJ\'PilCtdOS ele qne hahéis Sido PUg"afiadOS (lel moeie. El pueblo fle Venezuela no dt>~wa ~;iuo la paz y t~l extermi11io rle e~t.os mon~truo~. ''Sé qut' \·al'ios iug:eses y otros extranjPros se encuentran f,.t tos de rned ioR pt->cu ui:uio~ ~' en im posi bilitlad para st•parar~c uo esta Cl-insa iuicna. Por esto tno ntre,·o i"1. ofreeer y á gAran­tizar la sPg·nrithul ptlrsonal {t aqut>llos qne ~e prPscnten á mi f:\jét'cito; ~e les recibirá al SPrYieio tle su ~Injestad Católica ó se les euYiará al país qne escoJan. "La bnena inteligencia que rP.ina entre vne. tro Gohierno y la monarquía esp aíiol fltle ha eomhatitlo por la lihe.-tatl tle Enropn, e ... to.r R<>g-nro tlo que ::;er:'t cot~.::idt! rcttla por \' o ott os t:omo sincer ' iuYiolable. "ünartcl general en A ·hagnas, 26 de !\Iarzo do 181 !), El General u J e o · el Ejército real en V cneznela, l\1 O HIL LO '' Durante la permanencia del Pjército en Achagnas, el se­gundo hat·LIInt•raJ. Los rebeldes no po,lían ignorar la preReucia de mis tropas en un pafs en doncle la. maym· parto habían uacitlo y conserv·a­ban amistades; JHH' l'sto t>~taban ell01~ pt-rfectameute impuPstos dü mw~tros m~uort:•s wodmitmto~, y Bolí\'ar, que lle~ó ele Gua­yana con alguno~ n fuerzos, couci hió la ~Hpera nza de batirnos en detall, por medio ue nna marcha rápida y oculta. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '788 80LETIN MILITAR ~ Páez r BoJínlr, reunit>JHlO RUR fnf'rZ:H~, paR~ron Pl Aranca con 'los mil qmnit>uto~ llomhrPs, ele lo~ Cllidt's etliltJ·ot.~iPutos er¡.¡u avPntnrt>ros ingiPRes. Se prest•ut.:.u-on 'lt~ i•nproviso delan­te dd .Moliuo dtA Gnanwrra, d~ qtw lw hablado rwú~ aniha; todo bada comJH'PiliiPr qne ,-enÍi'lll muy ~t'lo{lll'os 'lel éxito. El Vormwl D. tlc,:-;é PPrt. .. ira. (}tte dt. .. ft•udía t>l'ltP pnuto, 110 tt>rlla á su dispo~icióu si 110 do~cit .. ll tol'l \·ei 11 tisit>te i uf.autt>s y odumta cara hi 1wros; t>l rt-sto de t-i liS fuer zas estaua. t.llsetu ir nulo e u <.ti­versos puntos lt·jauos . .A pesar de una inft.•rioricl~ul tan grande, el Coronel Pe· reir·a f(-'soh·ió I'!O~teru•l' el honol' de lns al'IIIHS t>spaiíolas .Y su re­putacióu •ni litar; el'\pPró {t los n·lwldt. .. ~ con nna trancprili•hul ud mira hit>, y IP-:-J opuso n u a rPsist t.•twia. q rrt.~ t · ~ta ha 11 h•jn:-\ de agnar,lar. Tr .. s \'eces voh·i,•t·on á la ear~a c~on ht mitad de sns fuerzas, y tres veet .. ~ ~e vieron n·chazados ft la hayout>ta .Y for­zados á hnír \'t>rgonzmmmcnte. Sn pérdida H lc~a uzú {t más tle trescientos ltomhrcs t .. utre mm .. rtos y bt>riclos. ·yt~intintun-e pri­sion~ roR Qllt>(larorr en poder de IH~ tropi'ls realeti, con alguuos fu:-;iles y otros objetos de cquipo-Cuntimía. El 18 cltl Agol':to último pnhlie6 Tribnurt, Riu (~omentarios -¡, catllliclPz ó piearclía i -ttn n~lato de batalla dado eu Uolom­hia Plltl't~ d11s particlns nwolnc~iouarios. ¡ Qné matauza! U ay una distauda enormP. eutre ~.a hata.­Jia ~· la~ de los soldados dd Papa, ó an11 lgratiaha ;\1 PrP · iclente l\lae 1{1111.-y el Allllirautt• Dt•WPy-tal \' t•z st•rú Sdtlt·y o S;llnpson - qn•~ dtt­rante el combate un jon•n timonel dt> sPguuda cla~e ya pica­do de \'Ínwhts, se ha toreiclo 1111 pie al ,· ... uir á O(mpar· sn put--s­to t>n la rnttda d •1 timón." H.•rrgn~h~t rnistno 110 pasa dt.., stmple eRcararnuza si lo compar:.uuo~ co11 la hnnot·o~a hatalla ele Oo­lom hia, ú la cual, pal'a a rno1·thrnar algo el pf...,eto tPJTOI ífitm que en Jos áuimns causaría, ha 8ido necesario dar dos uomhre~: Lebrija y Palonegro. l)t>ro dc·jemos la palabra á Tribun(t, qne verdaderamente es inimita hle: "Et 11 de l\layo em¡wz6 la hatalln, qne ha ~iclo nna (le las más hnrrihlPs f)llP ~e rpg·il·•tnw en las p;'1~ina~ a la victoria. s~ sigue luchando día y lloche 1Ja8ta el ~ü." Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ 789 ¡ Qnince (lías ~Pgnitlo~! no s:ou clo~ no:nbres los qne habría qu~ ct<-1r· á la batalla, Mltto n11a do<~t"IIH! '· De t•:o-~ta hara lltt t"spauto~a., imagím·s:e el frag-or y el es­trago dt" lllltehns eaiío11e~ y HIIH .. trallatloras y ele :30,00:• fusiles dt~ fll't·t~isióu moderno~. clisp;~ratlos c:ou ardor fn~nétieo cluraute quince días y qui111~~ noeh.-s. Imagírw,.¡e e11 eatla. soldado, en catla otieial, t>ll muht.kf..,., la fati~·<~, l,t zozohra, la :-~etl, t'l hambre, t~l insn11a11io, el sol, el :-;~reno, {t bt. Íl!te'llJH•rie, en 1111 tern~no dis­} HJtado paluao á palmo, eu uuís ele closcientaq hol'as de lucha euwtrni~;tda llast;a. la cl ... st~spt~t·aeiún. hahie.tHlo lle~!atlo 1:-\ mayor parte dH lcts tt'opas al sitio tlel combate con marcha-8 forzadas iucn·í hles. '· ImagínPse la ra.hioRa. compasión por cada compañ~ro QlW cae para no IPntnt.ar, las altt"t'll;-at.h·as eh~ esperauza .V de dc•s¡weho, por fin las tlinutlos <)11~ in\·ocan á la espo:-;a. {t. los hij~,s, {l. la matltt'~ ahltlltlouados por· una pat.r·ia · que c¡nié11 ~ahe si s4j apro\•eohará th·l sa.{~ritieio. ¡Oh, quit~ra Dios que á lo m t .. nos , ohrt .. la haei naetón de h neso:-c que hlan· Qllt .. arú en P:-ot> ca111po dt:\ gloria.\' ele muertP, ~e cortl-\olide para t:;ÍelllJH'O el impt~rio tlt~ la. legitimillS qnP hr·no:-.~ ,\· eomo rt-nHttt~ tl ÍI-\IHll'ado~ con freuét.ieo al'tlor durltttt•• quiuee día:-; y qniuee nodws .... Bsta hatalla. de l}alone.r¡ro clt .. smi~nte e\·if1Pntemt~nte los C~tleulos ele los esm·itor·ps utilitar·es, dH la. g-e11te (Jne ~"t~ Ct't•e cou•pt•h•ntc~ Pll pstas matt•I'Ía8 ~· pretc>Htle qne las hatallas tllfí­eilnw•• tt~ lm·,,r.ln mils dt• do.· d a:-~, qtw todo .. jér·cito qu ... haya lwt·dirlo t.•l \·ciutl! ó tr ·iuta. poi' cieuto do su cf~,,ti\'o tt:null'{' quo r tiriH .·e•. ¡ Qn<~ tlos días y tn•int.a por ciPuto! B~t•u e .· c~iert•• (1''"' no eonoel,IIIOS t•l IIÚtn(•J'O ~1~ mnerto~ y heridos Pll Lehl'lj<' ,\· l'a),,ne.rJ'·o; pe•o por lo.· dt•tallt"s (}tlt~ he· mr»s tn•u~·~•·ito e~ dahlt ,~ret .. l' (}ll~-' hayau pasaclo th~l IIO\'t•uta. y <Ürtcm por cit~uto ••• Puliría t;eL' tamiJiéu qtte 110 l11tbie ·e hahi· do ha.talla ... . -.11. • ( 0~:~ El Porvenir Militar ele Btlenosaires, A rg~ntin:a) "' L r•:; c1111 · e ¡ .to~ el el e .,:r it .r • rge11tÍ11•1 son pruE-h1 snhra•la rle h import:tncia de la h t •• . }., de P.-tlo111·gro, dt':-.rlt' el punto ele vi:-t r táctico, y la ju-t , fi·~ •ci6n de los tttlc rlt's1lo.: .wte~ ele lanco~ del pu ÍJ mn c¡ue á blan~:os que t.uubién m.•t 111 Por lo dt•má•, P.tl011egro e· una prueh,L Ítrt'cusab•e de la bon­dad le la inf,nterí.' colo;nbiaua, ya muadtin,,-L. V. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 700 80LETIN MILITAR '-y--" (Continúa) ContiPno 61 ca nt6n de Ch iq ui uq nir{t 26,600 h~ hitantf'~, irre­gularmeute uíclos ~ohr~ nu tPnitorio d~ ~~4 lt"'¡!.{tta8 ~ra­nadiuas cuad nHlas, dc~ )as ,m a lt>s 140 ~o•• tlt· sit·rtos eou tin nos, la. mayot· parte l>altlíos. Las S l h·gnas enatlt·adas I'P~tautN• r¡ne se •lau pOI' hahitad:-~l'l, uo lo t>sUtlt en propon·ión {¡ ~-'11 ft .. rtilidad ui Hl tamaño de los clistl'Ítos, pues PI de Chiquiuqniní eliPilta ,ooo habitantes, ... 1 tle Oattipauna 5,000, PI tle SahoJ;Í a,7CJ0. el mt \'ist a. 1 ,600, el dt- Itoeo 1 ,~CtO, los de Ooper, .l\luzo:; PHillle HOO ('~tra qne impropiam nte pnt>ch·n IIHmar~e po­blados. IJa pohlación aume11ta en lo~ em-ttro primeros~· disllli­nuye en los restautes, ~ohl'e tocio eu Muzo, Bueua\'i~ta y 1\fari­pf, no )'orque sus eliu1a:o~ fwau mal~anu:.;, sino por falta. ele quidnet-t animen la. inclul'ltria y e~onijau las etJstnmht'PS. De Jaa 84: leguas qt e se clieett pobladas, Hpeuas la décim;.t. parte Re halla ocnpatla por ~wlllelltet'8 de ualdíos. Hállause IIIÍilaS clt .. lJit·l'ro, ·~ al'hou, sal, cobre, plomo. oro de a.luvióu, eal, .Y~so y a huudaucia dt' Hznfre eu varias combinaciones. En ¡muto ft Hnimalt•f1 y reptilc•s no par(.•ce sino que allí se han congregado los ele toda la Aruériea., eucontraudo cada lleÍt'l'I'H. tlll aroma ex· qUJsito. El catubio tlt estos frutos ~t:' \ ' Critica. en mercados ()119 se tienen en catla. pueblo uu día tle la. st>maua, J•or Jo n•gnla.rel domingo, y el tt·ausporte lo hact'll á lomo dt~ btwy, úuietJ ruedio praeticahlt> en aqnt>llo~ camiuos fragosoM y aha11do11atlo~. El pa· padeutt., animal, euja.lma.tlo y t•oJI un ); , ¡·go c~aht:~:-.t.. ·o, ~tt.aclu at agujel'O qne le ahren t'll la tt·ruilla llP la. uariz, marcha. dt~lauttt del contluctor cou dos gTaudes tuocldlas cueima, y á n•ces uua mujt>r ó nu rnnchHelto por añadidura. Un gTito ó nn lllO\' imit>n­tu tlel cabestro le haceu apn~sur<~r ó detPuer el paso, clid~i i ~e á fllen~d1a ó izquienla, ó subirse á lo::; barrancos para tlar paso al Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 80LETIN MILITAR ~ vi~nclantc.~ qn(~ Be enctwntra eon lns cargas en los estrechos ca­llt'jotlt':- t por dmulP 110 es pmdhh . ., pasHr ~iuo en tila. J)e r~gre89 del mereay, :-~iu ca rg;.¡, Re con vierte en cabalgadura del amo,";\. eoutra toda:-~ :-;u:-; aptitnclel'l trota y galopa de nua maue­nt g-rote¡.;ca qne llace rd•· al qup por primera vez presencia el iuu.sitaC'lo HrHbtr de ;H¡ttt ... llos e~ball(> ~ con ctwruoR, obedientes y manl-'o · twhre tocla po11cl(•t ·ad6u, compHfitorol-1 iuse¡uuahlt.·~ del il~~ que uiugúu otro ¡·e~mplaza­ría en J:.ts fat->na~ del mtlliJIO y dt-'l tnítieo. S..- da fal'\t id iosa la e u u nwnacióu de las riq nezas naturnlee qne guardan eu :-~u .st>11o lo~ i11tcrmiuahles bosques de e~te ca.n ­tóu t'H los di:-;trito~ dP temperatura. m'dicla. MHderas prf'ciosas, resina:-; :uomit t ica~, h{ll:-:H m os y pla utas me<.licinah.-•s de sor­JH't-' IHiente etkaeia se t•lletlt-'lltt·au á enuclautc· caza de cit.·n·o~. Yeuaclo:s y ruuchec.lumhre ele otr o. · ;tllilualt·.· clP ca•·tws 1-'Hcult.•nta~, olviclau su terocidafl y llu)- l'll (h•laute c.lt•l llomhr(-', ;ti cual sólo aco~ado~ y mortitimlclo llJ uat m·alista put>de r correr si u l•t·ligro alg·uuo la:i 11o l'Xplor, <:omo ¡.., o1 c((~d r ú tllu~ M ro ~ahio, motle~to y m a logrado eom patriota Ué .... pt.•dt·s, hahlcuulo uel'al. <'(llll(' IIZ du~ y juzgado fut>ron lo~ ·iguit•ute : -==-1--=::_ ------D·1--L- t_T_O_ s _ ___ ____ l-=~- 2 1 4 6 10 1 1 8 o 1 2 2 Jlurto ....... . .. . ........ . Riiia . .... . . . .............. . Homicidio •••••.•.......• . 11 " n g-a . . • • • . • . . . . . • . • ••. ·¡ li (•t·ichtS . • - •••••••.•••••••. H.c·~ pottNa hi 1 it l aft• <:to de ~\ ht~hitht f)lle ,,.~PI ,·ieio pl'~·lornÍII illtt•, partitmLtl'lllt>llte ell las ~ntlltles reuuÍt>liPS ele lch lll·'l'l:ados .Y Ít>I'Í Js pre~os fu~a!'nll de la prisión, uo oh .... talltt• l)llt~ la· e(u·c,·lt·~ eareet>11 tle ~wgtu·itl:t · l y sn11 ea-;.ts t~onulrlt's dt• paja er>ll prt rt·d~~ dt-\ ttPrra. La-; c:uJsM~ tlt:> n•spoiiSrtarios por 111al llt""SPIIl· ¡wfio tle sns llHUt'f't•s IIHg-arorl (l ,., .. ¡u t isiPtt"', hi~11 q ~~~ d Íl"'Z no 1u~s pl'Pstarotl mérito par 1 pr·o<: 1h•r·. J~...;te ht>tdlo Ps eonehttivo á la. carencia tle instruedón qnn hact~ •h·l A.lcaldt1 nna \'er•la.· cf~ri\ ,.,ctitu.t, ena1ttlo 110 es lll,trn •twnto pasl\'o t},~ los {I'On.f)nrt­le$ del pu~hlo s ele al~úu tilltl"'I'Íiln 11t>eio y Pllt't•tl;~tlol', tle don­de pt·ot:e•le el 01lio eon ()lit~ rtiiPstros caiiiJH•sillos miran t-se c,u·go por mil rt'SJH't~to · orrt•i'O ;o. Aun Clltllclo se tome en con­Sitlenwiúu lo i llll>Prfeeto dt~ la ~\ti 111 i nist ra,~h)n flt"' j 11stieia p.n lo~ tlistritos, totl:.t\'la Ps eit•rt.o qnt~ Lt t.ahla dn cielitos arr1ha exprt·satlos para n11a pohlaeiú11 •lt> ~().0'10 ltahitautt>s, es , ... J rne­ ·~u' te:-;tllllOIIio dula hllellali1latl tlt"' <:orntpt~ióll iu\'t>ter·ada, sino th~ cansa~ HCt~hlellt. alps qne lllla ,.,.z r«>lllo\·ida'4 po11dríau ténni­uo al 11tH l. Ij ts prilleipalt•s sn11 dos: las ~randes distaneí:-ts {¡, que ~u ~rll:lleutt'HII alg· u11o~ ''r-CIIItLHios a· .. ~sJweto dt~ lrt. rpsillPn­t: i"\ ch'l Ü ll'llt:Íl)ll St' IH'C~SI~IIIdt• l'llt.OilCt'S pat'a ftH'ttHU' la~ faruilias; .Y d pr•·•~iu, c~xl~t~rhitaute p .tra aqut~llos infelie~.,., :í q tw se \'t•u • lt~ c•l::) tt:t'.llll •ulo tlt•l ru.Lt.rirrtolliu. Do lile­quiera qne lw ltallrt.tlo 1111 Uura g-~awrww .V eh~ uohl ·~ iclt•.ts »e H·ca de su 111 i ulstt•t io, los re~ist.l'tH parroq rt ia IP · pn·~t·ll t.a han nnelws m . ~otrÍIIltHIÍo~ y poe11 · nadmi t•utus ilt•;.dtímo-.: cloutl~, a· el et)ttt.ra.ritl, t•l Uttl'i\ nwtali~ : lo, c• .-.¡wtmlitdl)l' o a \'ar••. d~­gr; tla SIIS ,'illlt, a~ ÍlltH:ÍOIIPS, (~011 \'ÍI'f iéudolas t'll \'ef':,!'OII~OS() CO· a t>l't~io U\'\ rt~!!'att'ns y ~~or11 p t .. ns:wltHH'"' ""''"·arias, los 111 ri tri llltlltios un rart)s, y las f 1111i 1 ias i 1(:&,!..!'1 t.i r11as fdt'tll · l n la rrmyorLL dt' aq ne­llas m.tl rt>gídas a-.odac~Í•IItt·-"· D ~ •• . ,ra-. ftrutla." sa.leu los .iú,·e­es lit:t"'IICitHOS, (}llt' t~ial e .~ r·aptdt:o-~im ... : Rlt m .tl üur.l pll ~1},~ dP.eirst~ qtt•• prostit.ll,\''' la. tnitrttl d~ sn"' feli­~ · ·t•8e.i y t,rasl on1a lct lHst~ f,u"Lun 11 t.a.l tlt• t01la 80<~It•tL1tl cr·is­tl< lll<~ ,V civilll.adil, LA. PAi\ItLIA. L~:G\L, t•8 Üeeit', la. Cllll

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año IV N. 183

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