Por:
|
Fecha:
22/01/1906
RepÚblica de Colombia
LOS LUNES DEL CORREO
SUPLEMENTO LITERARIO A "EL CORREO NACIONAL"
Director-Redactor, B. PALACIO URIBE
JlERIE {,' ~ 'J30GOT Á, p!NEJ\0 22 DE f906
~suMA:R.toS
La muerte del pájaro Rook, por Max. Grillo.-C"nción de
otoño t!n primaYcra, por Rubén Daño -Dón de lágrimas,
por G. MurUnez 8ierra.-Gota de ajenjo, por Julio Flórez.
-Cuentos á Matía, por Alberto Sánchez.-Ultima flor, por
Carlos Tirado Maciaa.-L\98 ramos, por Rubén Darlo.-EI
arte delailencio. por Rubén Darto.-Jardine-s galantes, por
Juan R. Jiménez.-Bajo el crcpúaculo, por .Felipe Azorín.
-Kl gorrión, por Abel Marín.- La pieza cerrada, por Jean
Lon-ain.-La espera, por Eduardo Castillo.-El verso que
embriague, por Leepoldo Díaz.
~~~~~~~~~
J..A. IIUERTE DEL PÁJA~O .ftOCK
,(t Br. D. Julio .Andrade.
ce Los Andes en escalones le.
Tanta.n sus gradas de basalto, de
pórfido, de asperón y de gra.ni·
to hasta el último peldaño donde
Ja roca que termina no aparece
aino á trechos bajo un su.
dario nebuloso. Más arriba, la
desapacible floresta. de picachos
de hielo hace vibrar el cielo azul
por su centelleo; se diría de un
terrible y claro hormigueo de
guerrero• con corKza. de plata.,
veatidos de at·miño, que aeam.
pan en loe confines del mundo,
y que domina á largos intervalos
un volcán-coloso, inc;mdea·
cente y negro que, erguido en
el esplendor de la. tarde, elev•
como porta-estandarte del in.
vernal corteJO su bandera de
fuego sobre un pueblo de nieve."
(Lo• ecmqui•tadore& del oro). He re.
dia, traducido por E. P.
Se dejan atrás las reposadas orillas clel
Guayaa, con sus cacaotales de un amarillo
p'lido, 1 se empieza á ascender la serranía
por un camino pavimentado á trechos de
piedras relucientes donde las herraduras de
loa caballos señalan el esfuerzo de la subida
con Uneas de plomo. Al principio se avanza
por estrecha senda, á uno y otro lado orlada
4e árboles del pan y tupidos arbustos que
impiden la visión de las maravillas del paisaje.
Hace luégo el camino un ángulo en la
montaña quedando las malezas postergadas
en las vertientes. El horizonte se abre placentero
en forma de abanico. Los ojos abarcan
un eapacio aolemne, perturhador y pro·
fundo . .El mar se percibe en ·el fondo, al tra·
vés de brumas indecisas, como inmenso jirón
ceniciento que tratase de arrastrar, inflado
por el abismo, las selvas venliazules de la
costa. Ensanchada la i o decisión de las sombras,
engrandecidas las proporciones del
misterio, de semejant(j mauera serán cuu.
templadas con poderosos telPscopios, desde
una á otra esfera sideral, las masas d~ ti~rra
y de agua.
Hace nuevo ángulo el sendero, tallado en
roca milenaria, y entonces, cuando mano
lo aguarda t!l viajero, los ojos se perturban8
cabrillea la luz, se siente un hálito apocalfp.
tico y uno se detiene azorado. Es que se ha
descubierto á cuarenta leguas, amenazante,
poderoso, épico, imperialruentc erguido, el
Chimborazo. Es un elefant<> •le nievE>, colosal,
desprendido ele! rebaño d~ ulootes eoloaales
el dia en que el esphitrr rebelde de ]a
Tierra puso altura sobr~ alturu para escalar
el cielo. Los titanes ascendieron do montatía
en montaña basta robar ~1 fuego que ardió
peq•etuamento ~o el eorazón del Tuogurahna
·; la última cima que levantaron fue el
Chimborazo, mas el peñasco rodó empujado
p"r Ice dioses al erial de Zanancajas. Allf
se detuvo, solitario, impasible, á gozar de su
divina derrota. Sólo, tres ves blancuras y su aer·
pentina lengua de fuego; á Corazón, semejante
á un hogar abandonado por los gigantes
andinos; al Sincholahua. oon sus losas
aepnlcl'Bies; al Tungurahua colérico ; al Rumiñahui
á modo de sombría catedral gótica,
construida en las cumbres por un suefio eS ·
paotoso del granito y la nieve.
¡Por qué están escalonado~ en aquella
comarca tántos montes poderosos y terriblea,
que parecen formar un cinturón de piedras
rutilantes digno de la madre de las Océanides
t
Yo digo que para hacer gaardia al Emperador
de los m8ntes; mas también pienso:
la fábula de los titanes no es una falsa fá.
bula. Cierto fue que colocaron mole sobre
mole, ingente peñasco sobre ingente peñasco,
del mismo modo que los poetas elevan ·
el alcázar de -:Jn sueño. ¡Qué sería de nuestras
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Los Lunes del Oorreo
pobres almas, de nuestras pobres vidas, si
no pusiéramos junto á los pequeños t·espira·
deros filo8óficos las grandes mentiras, las
imposibles ficciones! ¡Oh, qué sería de nO's·
otros si la mentira no fuese verdad y Ja verdad
no fuese mentira ! .
Cna!ldo veo columnas truncas, piedras
desprendidas de los sillares rotos, cimientos
carcomidos, imagino que tales son las ruinas
de una fábrica vencida por el tiempo. Y al
contemplar uno en pos de otro los montes
~cuatorianos, me propongo reconstruir la
fábrica de los titanes. Veo la cumbre soberbia
de tántas cumbres: el volcán llameante
queda en el último peldaño, incendia el éter;
se sonríen en el más alto cielo, y heus me
empuja de abismo en abismo hasta las aguas
de ese mar oscuro que me inspira pensamientos
tan tristes y tan humanos. Esto se llama ,
hacer castillos en el aire y provocar el esca·
lofrfo- del ensueño.
El Chimborazo está allí, atrayente, anonadante.
Se te mira y hiere con su blancura;
se cierran los ojos y se continúa viéndole.
Al prmcipio de contemplarle no ofende; mas
á Jas poeas horas se apodera de nosotros, nos
domina, nos hace sentir el peso de su majestad
y nos subyuga, nos alucina; lo sentimos
en nuestra cerviz con la gravedad de su mole,
nos · estre'cba el corazón con su aliento frío.
Quiero escapar á su influencia, y es en vano:
el monte" me sigue; en ocasioot's se adelanta,
otras· se empina á mi espalda. 1-teniego
de su presencia y más formidable so revela
á mis pupilas fatigadas; el ampo de su nieve
deslumbra. Detesto su hermosura, su solemne
imperio, y quisiera cubrirlo con un
manto negro recamado de estrellas ó ton
una pradera de hojas do un verde diluido,
ideal y tierno.
1 Esta obsesión dura varios Iicas suramericanas. Si he tenido
que soportar tántas veces el aleteo d~
los grajos que pasa u á mi lado, en justo d~agravio
me correspondió admirar al rey del
vuelo mientras se cernfa sobre la cumbre
inaccesible.
Hay en la ería de Zanancajas un aitio,
parador de los viajeros, llamado Chuquicpollo.
En una choza desmantelada habita
una familia de pastores que guarda un rebaño
de ovejas y de llamas. Me detuve allí á
contemplar el ave que seguía describiendo
círculos de elegancia insuperable.
Interrogué á los pastores de triste mirada
acerca de las costumbres del maravilloso
huésped de los aires. Supe que solía descender
con atrevido ímpetu hasta el rebaño en
busca de la presa, arrebatando en sus. garraa
de acero una oveja 6 un corderillo.
-Y ustedes-les pregunté-¡ no Jo persiguen,
no le hacen fuego con I.n111 escope~at
-Nunca, señor, respondió una muJer
como sorprendida de que yo preguntase tal
cosa. Es tan terrible .... y luégo el Monte
se pone furioso. Suena el disparo y pro~to
se arremolinan las nubes; se cubre de me·
bias y muchas veces contesta con relámpagos.
Al Monte no podemos enojarlo. Es ce.
10110 ••••••
Comprendí el imperio ejercidó ror el
Chimborazo en aquellas almas iagenuaa y
tristes como la ería que sirve de:asiento al
monte inquietante y eterno. El misterio de
su grandeza se impone, y las tradiciones in·
dfgenas que lo consagran con el prestigio
de un dios que se comunicaba sublimemente
con el Tungurahua, .deben perdurar en obacura
forma en las almas de los vencido• hijos
de la nación de Rumiñahui.
Me mostraron las rocas abruptas donde
debían tener su nido los cóndores. Allá nadie
había subido. Una vez vieron un C6.ndor
durante varios días de pie en una aris~
de la roca, con las alas abiertas. Más tarde
encontraron su cadáver cerca de los enhiesto•
cantiles. Miedo experimentaron al tocar·
lo ; aún les imponía respeto.
Así deben de morir los poderosos monar·
cas de la serranía. Su vejez es larga y dig-
1
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n • Cuando sienten los músculos débiles,·
las alas sin brío, el cuello sin arrogancia, se
détienen en un picacho escueto, sombreado
pór toda la pompa del universo y, mientras
aueñan en la grandeza de su estirpe, en el
equilibrio de su raza siempre libre, siempre .
ind6mita, se desploman al abismo. Así deberlan
acabar los hombres, por lo menos los
que han vivido una vida intensa, hermosa y
libre. La muerte dolorida, angustiada, lle·
na de pequeñeces y miserias les quedaría
"" bien á los esclavos ..... .
En tanto yo seguía, sin perder un giro, la
marcha divina, deifica del pájaro Rock. N o
hiibiera contemplado con mayor interés á
Aquiles en la pugna de Troya, ni escribiría
atíora una página dedicada al cisne de Leda
habiendo visto al Oóndor en las soledadea
a.tidinae.
•
llAX GRILLO
PANCIÓN DE OTOÑO E~ PRIMA VERA
JuTentuU que enterrarou ¡~ Ninete, recibió
un largo beso 1le rosf\ el <.:6mpanario
hlaneo que bay á]¡\ t·ntr:Hla d(~l C(.'lllenterio
de Jos niños.
Un air('(~illo triste, hijo vagauuudo tle la
tarde, acorupaüó el cortf'jo. Por aeariciarla,
se embriagó eu t.'l camino eou esencia de las
lilas que la eubríau en la caja 1le terciopelo
blanco, lleno de puntos de oro. 1
Al 11egar al ct>menterio, hizo Juurrnnrar á
las t·ampanas tlél>iles un comentario dulce y
arg-entino para la criatura dormida.
r .. a inhumación sólo t1ur6 algunos minutos.
Cubrieron janas . _ . __ .
ALBER1'0 SANCHEZ
~~~
(Inédita)
En busca d~ una. flor para tn frento
torno á vagar en mi oh'idado huerto,
donde aprendí las notas del concierto
en que la hoja es arpa del ambientE>.
Lo,.j Lunes del O o l'
Ya esos ritmos huyeron de mi mente
desde que soy viaJtro del desierto:
Por t>So torno á mi olvidado huerto
en l?usca de una flor para tu frentt>.
.Mas ¡ay! ventiscas bravas han cubierto
de tules blancos nd jardín silentE',
y este capltllo, entre la escarcha muerto,
te traigo, eu prueba t· -········· .. ···-
' PJWT,OGO
Fuera de la· uotas sohnl Mauclair y
Adam, todt' lo contenido en este libro fue ·
t•scrito ltaef' lloce afws, t!n Buenos Aires,
ettand11 en Francia t·staba td simbolismo en
pleno desarrollo. 1\le "tocó 1lar á c:onocer en
América t'St~ movirnit>nto y por ello y por
mis 'iNSos tl<~ t•ntone('R fni atacado y calificado
cou la ine,·italdt> palabra" decadente_._.''
Todo eso ha JHHHulo - <'o!tto 111 i frt>sca juventud
.
llay t· u t'st:ts páginas mucho entusiasmo,
atlllliracióu sineera, lllUeha lectura y no
poca lni~lHl. intt:llcióit. Bn la evolución natural
<~ llli pt·u~. tuit:nto el fondo ha queda<
lo ·iempnj t·l tuismo. Confesaré, no obstant<•,
que Jlle h~' aet.·r<~•otlo :\ algunos de mia
ídolos d o antafw y hn rt.lconocihia tH·r. •
Y pocos libros wás llenos d~ lnen, m's
hermosos y más nohlea que este, fruto ue
joven, impregnado sentaparado para la labor; un dfa
en su más bello iustante, y un lnhra(lor matinal
que empuJa fucrt~men;e _su arado, orgulloso
de su virtud tnptolemiCa tn.e consigo
la lilflgnridad de la hora de paz y de fecundidad
de mañana.
En la confusión de tentativas, en la lucha
de tendencias, entre los juglarismos de
mal convencidos ap6stoles y la imitación dt
titubeantes &cetario~, la voz (le este digno
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Los Lunes del Oorreo -------------
trabajador, de este sincero intelectual, en el
absoluto sentido del V(\C&blo, es de una.
trascendental vibración. No puede haber profesión
de fe más transparente, más noble y
más generosa.
"Creo en la vanidad tle las prerrogatiyas
sociales de mi profesión y de\ talento por si
mismo. Creo la misión difícil, agotadora y
casi siempre ingrata del hombre de letras,
del artista, del circulador de ideüt- ereo
que el hombre que en nombre uel talento .
que Dios le ha prestado, descuida su carácter
y se juzga exonerado l bien
.de nna medicina, la •ensación de una onda
cordial y TigorizantP-. Luego el espíritu p~ netrante
y buscador, hace ver con luz nueva
la ideología poeana, y muchos puntos que
antea pudieran aparecer velados ú osr.uros,
ae ven en una dulce semiluz de afección
que clespide la elevada y pura estética del
comentariata.
U na de las principalt'a bondad ea es la tle
. borrAr la negra auréola ele hermosura un
tanto macabra, que las disculpas de la bo·
hemia han querido hacer aparecer alrededor
de la frente del gran yanqui.
En este caso, como en otros, como en el
de Musset, como en el de Verlainto, por
ejemplo, el vicio es malignamente ocasional,
es el complemento de la fatal deaven ·
tura. El genio original, librf' del alcohol, ú
otro variativo semejante, se desenvolvería
siempre, siendo en esa virtud, sus fl.oracio ·
' nes, libres tle oscuridades y trágicas mise - ·
rías. En resumen, Poe queda, para el eós&·
yista, "sin imitadores 'J sin antecesores, ~
un fenómeno literario y mental, germinado
espontáneamente en una tierra ingratl\, mfs.
tico purificado por eae dolor del que ha dado
la inolvidable trasposición, levantado en
ultramar, entre Emerson misericordioso y
Whit.man profético, como un interrogador
· del porvenir."
De FlaubE'!rt -ese vasto espectáculopresenta
una nueva perspectiva. La suma
de razonamientos nos condufe á et;te resul tado:
"Flauhcrt no tiene ele realista sino
la apariencia, de artist3 impasible la apa·
riencia, tle romántico la apariencia. Iclealis ta,
cristiano y lírico, he aquí aus rasgos
esenciales."
Y las demostraciones son llevadas por
medio ue la amable é irresistible lógica de
Mauclair, que DOS presenta la figura aober bia
dP-1 " buen gigante," por ese aspecto
que pennanece ya definitivo. Es también ele
un fio reconfortante, por el ejemplo de vo luntad
y de sufrimientos, en la pasión in vencibl~
de las letras, la enfermedad de la
forma, soportada por otros dones tle fortale -
sa y de método. ·
Sohre Mallarmé la lección es todavía de
una virtud que concreta una moral superior.
¡Acaso no va ya clestacándose en toda
au altura y lJennosura ese poeta á qui~n la
vida no consentía el triunfo, y hoy baña la
gloria, '' el sol ele los muertos," con su do·
rada luz 7
La simbólica representación está en la
gráfica i.Iea de Felician U.ops: el arpa eseendente,
á la cual tienden, en el éter, in numerables
manos de lo invisible. La hono·
rabilidatl artísca, el carácter en lo ideal, la
aanti
---~ - --------~-- ----------
Nous nlavons &u toutes ces cho111 qu'
apré11 sa morte. ·
La estética malla.rmeana por esta ves ha
encontrado un expositor que se aleje de las
fáciles tentativas ele un Wissewa, de las exégesis
divertidas de varios teorizantes, como
de las blindadas oposicionea de la retórica
escolar, ó_!o qne es peor, junto á la burda
risa de una enemistad que no razona : sino
la embrolladora disertación de ruás de un
pseudo-diacfpulo.
Las páginas dedicadas á Rodenbach, con
quien la juventud le une más cercanamente,
en una afección _artfstica. fraternal, mitigan
au tristeza en la afirmación de un generoso
1 sereno carácter, de una Tida como autumnal,
iluminados crepuscularmente de poeaía
y de gracia interior.
Le hemos conocido irónico, entusiasta,
espiritual y nervioso; pero era, ante todo,
un melancólico, aun en la sonrisa. Le senUamos
menos extraño por ·su voz · y ciertos
aignos exteriores, que lejano por una singn-lar
facultad de reserva. -
Ese cordial era aislado de a~ma.
Había en esa faz rnbia y fina, en esa boca
fina, en t>&Oi ojos atrayentes, una Janguide1
y un fatalismo que no dt-jaban de extrañar.
Es feliz, pensábamos, y sin embargo, ¡por
qué ti~ne!
Tenfa el gueto atento y la comprensión
de la muerte. Se detenía en el umbral de la
existencia y no entraba, 1 desde eae umbral
nos miraba á to<1os con una tristezft. profundamente
delicada. Ha vuelto á tomar el camino
eterno : era un transeúnte encantador
que no ha dicho todo su pensamiento en este
mundo. Estaba hanté por su misticismo minucioso
y extraño, evocaba todo lo quf' f'stá
difunto, recogido, purificado por la inmóvil
palidez de Jos reposos seculares. Llevaba por
todas partes e u claustro interior t... y si ha
deseado ser enterrado en esa l:Sruges que
amó tanto, puede decirse qne su alma estaba
dormida ya en la pacífica belleza de una
muerte armoniosa.
Decid si•no es este cam•feo de un encan·
to sutil y revelador, y si no se Te á su tra·
vés el alma melancólica del malogrado ani mador
de '' Bruges la muerta."
Estos párrafos <1e Mauclair son comparables,
como retrato, en la transposición de la
pintura á la prosa, al admirable pastel en
que perpetúa la triste faz de1 desaparecido,
el talento comprensivo de Levy Dhurmer.
Algunos vivos son también presentados
y es odiados y entre ellos uno que represen.
ta b1en la fuerza, la claridad, la tradición
del espíritu francés, del alma francesa, el
talento más vigoroso ele los actuales escritores
de este país.
He nombrado á Paul Adam. Asf sobre
Elemir Bourges obra poco resonante, pero
muy estima<1a por Jos intelectuales, consagra
algunas notas, como sobre León Daudet.
La parte que denomina "El crepúsculo
de las técnicas," debía tradúcirse á todos los
idiomas, y ser conocida por h\ juventu{l Ji.
teraria que en totlos los paísea buscan una
vía, y mira la cultura ele Francia y el pensamiento
francés, como guías y modelos.
Es la historia del simbolismo, escrita con
toda sinceridad y con toda verdad; y de
ella se desprenden utilísimas lecciones, enaeñanzas
cuyo provecho es inmediato, asf él
estudio sobre el sentimentalismo literario,
en que el alma de nuestro siglo está analiza<
1a con penetración y cordura á la lus de
una filosofía amplia y generosa, poco cono cida
en estos tiempos de egotismos superllombríos
y otras nieztschedades.
No sabría alabar suficientemente los capítulos
sobre arte, y el homenaje á altos artistas-
artistas en silencio-como Puvis y
Felician Rops, Gustave Moreau 1 Besnard,
así como los fragmentos de otros estu<1ios 1
ensayos que ayudan en el volumen á la
comprensión, al peso, y para decirlo con m1
sentimiento, á la simpatía que se experi menta
por un sincero, por un laborioso, por
un verdadero:{ grande expositor de saludables
ideas, que~s al!J>ropio ti_empo 'l también
un señalado, uno que ha hallado au
rumbo cierto, y como él gustará que se le
llftme, un artista silencioso.
RUDÉN D.A.RÍO
f AJl.DlNES GALANTES
MAYO IL USTR.A.NDO SUS FLORES
lohan de Jlena
Ouando viene el mes de Mayo,
todo el campo huele á rosas;
el rayo d e sol es rayo
de eseu cias y mariposas.
Oanta coplas la maüann.
para el alma sonriente;
al abrir nuestra ventan:\
nos dice ¡salud 1 la fueuto .
Los labios están más rojos,
hay más sangre por las venas;
la negrura sto, de que yo esté sin
trabnjo .... tu emulación me t.lejó sin pan.
Gabriela t>Sta.rá. vivientlo de lo qne pueda
darle Pl otro ..... Tíl t>r<•s un mal\·nzaha los
pasos :í s u tugurio, se acordó quu sin un
<¡éntimo la había dejado bacfa cuatro días.
Llegó á la put>rt•\; estaba cerrada, golpeó y
apenas el N'.o de loa toques llegó á sus oído~.
Ebrio, tamhaiE!ante, se d mnió en las baldosas
d~ la acera como si no hnhiera hecho mal
á nadie ....
-- i.~· ;n·;f;~;~~ liiil·a·l.;a· i~t~~-s~~~~~t·e· y -e·l·s·o-1
parPda cantar tlll epitalamio.
-Es él, dijo un agtHttn ue Policfa reconociéoc.
lolo. J~¡ntro dos filas marchaba Juan,
..cuando al volver una esquina tropezó con
un coche soherhio tirado por un tronco t.le
caballos negros. Y vio en él á Gabriela, que
sonreía como una granada abi<•rta, mientras
su amanto acarieiaha los dedos tinos de su
mano blanca ....
Juan segufa con los ojos hajo!l, porque los
curiosos fijaban en su \"(•stido-tinto t\n sangre-
mirada~ eonmiserat1oras ....
.;'
FELlPE AZORIN.
Bogotá.
Para el poeta Vlct01· M. L?ndot/.o
En la calma dft nu huerto sosegado
IJUe aroman el eneldo y la amnpola,
Yive su vida, dulcemente sola,
como nn viPjo eremita t~n su collado.
Canta un mimw c-
Anr:r • .MAniN.
/
JRmiÍ!-\ hnhír\ f\entido tun profuudalllente
ld hoRtilidad de cierb1s ca~11s .v ti~ cier·tas
hnbitaciones de provinoiu, c:o.,,o Cll C~11
triflte y llu\'ior;;n mniía1H1 de Octuhr€1, cuando
la puerta de la nlta pie:í'.l\ l'e cer_ró silenciosl\
mente tnu; Hl criado, que l'nlía. rle~pués
do dcj•mne en elln la lllB}etn.
¿ Q .t é bo hía ido á hucM e u e..:e crndo
otoiío, á e:-n jlllhelló11 perdido Pntn• lnu bosIJUe~,
yn qnu ¡.;oy ol peor CllZ~ttior ddl mnndo
r quu re{uw r\ mi iuntintivn iuJoleucin 1111
honol' ca~i fi¡;icu por lnA f\l'lllfiS (lt~l fuego'?
¿ Qné rna In idefl. 111e hnbín <:~mpujBdo á seguir
hRstll Rhí nl man¡ués de Huulherre en
sus partiJafl ele eazn, y á dej"~~r en París el
bonlevurd y ol periódico fll\1'8 eutenarme
vivo entre I"SHH monótonAs tnoutf.\ñas?
Ann Cllllndo purezoa loc:nrn, estoy convencido
quij fun oa:o.i involnott\riamente é
impnl·ad'.> pr>r IItH\ volunt Hl más poderosa
que In míu, como mo internó ~u ese b~sq~e
despojndo por el otouo, tRu tnste y sohtarto
pnr~t 1epre eutur iuconsdeutemente nu papel
eu nn drarul\ del .Má.'I Allá 1
¿Quién habría htlhitado, en otm época,
ese antiguo pl.lhellón Luis xrn, de alto techo
lnLrado y tan tribtemente aifllado ·en lo
más profundo del bosque, juQto á esa gran
charca cnbie1 tR de hojtta secas?
Pertenecía desde hacía siglos á la familia
Hautherre, y el pobre del actual marqués lo
había trl\usformado en pabellón de caza,
donde nlojnl.Jan n los iuvitflfloH que no tQ·
nían cnbidR ero el castillo.
Yo me euo1•ntrnbn. ou ese ouso; una carretela
que tue espertlbl:l eu In estación me
condujo, con mi maleta y mi inevitabl~ nécesaire,
por húmedas praderas, hasta lll triste
encrucijsdu donde se elevaba el pabellón
de los bosques.
El pabellón de los Hautherres tenía un
aspe;to extraño, triste y misterioso,,..á la
orilla de esa agua muerta, en medio de ese
prado de heno y otras hie1·bas empapada!
por 1" lluvia, oou sus altas veletas que crujían
con el viento de Octubre, en medio
del silenoio, del silencio cómplice de. Jos
dormidos bosques, velados por la bruma,
1in murmullos y sin ecos.
Desde mi entrada en el alto vestíbulo
enlosado de blanco y negro, se acentuó en
mí la impresión de qne penetraba en un
drama desconocido: la pieza que rne habfan
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cedido estaba situado en el primer piso ;
dos grandes ventanas, cubiertas de largas
cortina11 de seda desteñida, la iluminaban
con la tríste luz de ese cielo cubierto de
nubes y de ese espeso bosque. Desde que
Btravesé el umbral, acallé instintivamente
mis pasos, como cuando ee entra eu la pieza
de un enfermo: en el interior flotaba todavía
un olor á éter, á viejo éter rancio, y
por todas partes, en las ajadas lustrinas de
otro tiempo, en los sillone• de un lujo antiguo
y frío, sobre el baldaquín del lecho, y
en el pulido mármol de una vieja oonsola,
el polvo, la negra nieve de los pasados años,
parecía no haber eido sacudido desde hacía
muchos meses.
Chambre étrange: on eut dit que élle avait un
(secret
D' une chose tres triste, et dont elle était lasse
D'avoir vu le mystét·e enfui daos la glace ...
Estos exquisitos versos de Rodenbach me
, vinieron á la memoria al con templar esa
pieza verdade1·amenta extraña y que tenía
por cierto un secreto también, un secreto y
un pesar sepultados en su melancólico~ palado
de soledad y silencio ; de ese g ·an silencio
hostil, turbado ahora con mi llegada,
como huésped de esos bosques.
Esta impresión fue de oorta duración : me
e1peraban á almorzar en el castillo.
Después de un día pasado en recorrer los
matorrales y después de matar diez y siete
gamos, inscritos en el ouadro, con el espíritu
alegre por el agradable entretenimiento de
una comida de veintidós cubiertos en el hall
de caza de los Hautherres, con la sangre rejuvenecida
po1· los vinos de una bodega famosa
y con el pensamiento Ji cien leguas de distancia
de las penosas impresiones de la mañana,
me despertó á medio noche en mi
pieza de la casa del guarda, con la frente
empapada des or y con el corazón opri mido
por el más inexplicable malestar !
Me incorporé en mi cama presa de mortales
calofríos · había olvidado cerrar las
co1·tinas de dotJ ventanas que había á loa
pies de mi lecho, y un rayo de lona penetraba
por los vidl'ios á la pieza silenciosa ó il uminaba
suavemente el parque; el cielo es taba
tempestuoso oomo un océano y cubierto
de nubes empujadas por un viento oeste,
y se oía en los vidrios el chasquido de la
monótona lluvia otoñal .....• De repente se
dejó oír en la pieza vecina un antiguo aire
de gavota; los acordes del clavicordio eran
tan.snaves y quejumbrosos que se hubiera
dicho lo tocaban invisibles manos ; alguien
había ahf en la pieza vecina, al otro lado
del tabique, eso era indudable, y ahora., en
el silencio y en la oscuridad de la desterta
casa, la música, al ¡rrincipio vacilante, se
desenvolvía en ritmos variados y precisos,
música de antaño, lentamente exhum~da,
aria ó melodía de gt·acia lánguida y fina ;
vieja entonación de otro siglo:
Et qu on croirait appria aux levres dea portraits.
Los Lunes del Oorreo
Aqu&lla noohe recordaba fácilmente á los
poetas: mi terror crecía y escuchaba con las
manos crispadas, traspirando, con la atroa
angustia de que alguien iba á entrar, aquel
sér desconocido que estaba ahí cerca y cuyas
manos diáfanas ·tocaban en ese momento un
clavicordio olvidado en la pieza vecina; me
hallaba cosi desfallecido, ooo el corazón
oprimido, los ojos agrandados por el terror
como los de .\ID son~mbulo, los cabellos erizados,
cuando un soplo rozó mi rostro y al
través de la seda de las colgaduras del lecho,
misteriosamente agitadas, se oyó una
queja, nna voz de alma que sollozó junto
á mí:
' ' Llevadme, llevadme."
La voz pronunció dos veces esa palabra :
loco de horror, salté al medio del ouatto y
of ¡oh! muy distantemente, el ruido de
unos pasos que huían por el parque, el crujido
de una puerta que se cerró y el chirrido
de una llave al dar vueltas en uo~ cerradura,
y eso fue todo; el clavicordio
b.abía enmudecido, y en mi pie1.a , iluminada
por la luna, los cortinajes de las ventanas,
de un color rosa seca, oaían rectos, sin un
solo pliegue ... La lln vi a había cesado, y el
cielo tenía un color gris pálido y lechoso ;
t.rea grandes hayu se alzaban junto á la
casa y el viento de la noche mecía sns brillantes
follajes.
Cuando recobré mi sangre frfa, oogí el
revólver y fui derecho á l!i puerta que comunicaba
con la pieza v~oina ; inútilmente
traté de abrirla ; estaba cerrada con doble
llave y tesirjtía á todo esfuerzo; fui entonces
ti la que daba al corredor, y la llave q~e
y o mismo había dejado ahí no estaba en la
cerradura; traté de abrirla, pero inútilmente
también: la pieza estaba cenada y yo
encerrado en ella.
Febl'ilmente encendí una vela, cogí mis
pantalones, un abrigo y me calcé las zapatillas,
y después de haber formado una barricada
á ambas puertas, oon una cómoda y
una enorme but~oa tapizada de color rosa y
verde pálido, que arrastré hasta ellas,. me
instalé en un sillón á la cabecera de m1 lecho,
con los pies envueltos en un abrigo, y
abrí el último libro de Anatole Franoe,
decidido á velar hasta que aJ]laneoiera ...... .
Pero me despet·té á las diez de la mañana,
desvestido y acostado en mi lecho; un sirviente
que me servía de camarero en eaa
extrafia casa de los bosques, estaba de pie
junto á 'mí y esperaba respetuosamente mis
órdene~:~.
-¿Qué hora es? fue mi p1·imet· pregunta.
-Las diez y media.
-¡ Las diez y media 1 ¡ Entonces los de·
más están cazando· ya?
-Sí, señor, desde las siete; desde aquí se
pueden oír los disparos.
-¿Por qué no me habéis despertado?
--¡ Oh 1 el señor tenía un aspeot? tan
fatigado y parecía que se sentía tan fehz ~on
pode1· dormir ; además, estaba tan p'hdo
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Loe Lunes del Oorreo
que no me atreví á despeltarlo. Aquí está el
chocolate, señor.
Y con un ademán me mostraba la taza
colocada sobre mi velador.
Evidentemente había soñado, pero aún
me quedaba una duda; al terminar mi toilette
el muchacho volvió á entrar á mi pieza
y entonceii traté de decirle con indiferencia:
-En la pieza vecina ...... pero me de-tuve,
e!pantado yo mismo de ln brnsca ' al·
teraoión de mi yoz. •
-¡ Ea la pieza vecina! repitió el sirviente.
-Sí, ¿ha dormido alguien anoche en esa
pieza?
-¿En la pieza vecina? ¡Oh! nó, señor,
nadie duerme ahí ; las puertas están condenadas.
¡ Oh! nadie duerme en la pieza de
la señora marquesa.
-¿La pieza de la señora marquesa ?
-Sí, ahí murió la madre del señor mar.
qués, haoe mucho tiempo de eso; ¡oh! si hará
más de treinta años. ·
Eso fue todo lo que pude saber por el
sirviente. Lo despedí y una vez que quedé
solo, trat6 de mirat· al través de las cerra·
doras; trabajo perdido, las persianas de la
pieza vecina debían de estar cerradas ó las
~ pue1·tas cubiertas de colgadnras, pues me
fue imposible distinguir nada y mi curiosidad
chocó con una muda oscuridad de
tumba.
La noche siguiente dormí en el castillo ;
en el almuerzo, al que me nrregló de modo
de llegar atrasado, el marqués al imponerse
del modo como yo había pasado en ese pa· ..
bell6n aislado en el bosque, be acusó de ha·
berse visto obligado á darme un tan pésimo
alojamiento "pero-agregó con una somisa
equívooa-núo de mis huéspedes partió esta
mañana y su pieza está desocupadn: Fn.m.
cisco traerá. esta tarde vuestro equipaje y
esta noche dormiréis aquí en el castillo."
Y eso fue ·todo ...... 'sin duda había sido
víctima de una alucinación ; mis nervios y
mi imaginación, impresionados por el aspec·
to de desolación y triste abandóuo de ese
aolitario pabellón, habían trabajado durante
m sueño,' y mi pesadilla no había sido, en
suma, sino lo que son todas las pesadillas,
la prolongación dolorosa de una penosa sen.
eaoión r "'
Y sin embargo, después que supe que la
marquesa Simona Enriqueta de Hautherre
murió á. los veintiocho años, oasi loca ó á lo
menos lá familia lo pretendió así, pero otros
dioen que flie secuestrada por los celos de
eu marido, en ese triste y aislado pabellón
de los bosques me be preguntado si no ha bía
penetrado (la vida tiene sus casualidades)
á pesar mío, en algún horrible misterio, y
ai no estuviese mezclado esa noche en algún
drama del más allá.
Y ...... en la turbación causada por mis
recuerdos de ayer, pero que se rue aparecen
lejanos ya ¡oh! sí, muy lejanos ...... En la
mañana de mi terrible noche visionaria, al
rekrrer mi pieza, encontré sobre el poi vo-ea
riente mármol de t~na de las consolas una
rosa, una pálida rosa blanca, pesada de llu·
via, con los pétalos húmedos, de lal'go tallo,
delicada y despojada de sus espinas, que
dormía sobre el polvo y sobre el mismo
polvo la huella de cinco dedos ... Esa flor y
esa huella ¿quién las había dejado allí?
JEAN LORRA:I~
-+-
Eat-elle brune, blonde ou rousse P ...
P. Vnuntl
Há muclio tiempo el horizonte exploro
buscando en lontan:~.nza la serena
figura de la virgen dulce y buena
que lJa de venir á recoger mi lloro.
¡Tiene ojos claros, cabellera de oro
y manos sensitivas, ó es morena
con un jirón de noche por melena
y negros ojos átonos t Lo ignoro.
Sólo sé que vendt.á. Yo, en el aendero
florecido de anémonas, la espero :
llena de santa unción y de cariño
Atenuará mi desventura arcana
y con el abandono de una hermana
me besará en la frente, como á un nifio ..••
J:Du.u.oo CASTILLO
piL VERSO QUE EIIBl\IAGUE
Que el verso embriague como un n?ble Tino;
Que esparza aromas de inmortal tristeza
Y evoque, en lontananza de belleza,
La visi6n de lo vago y lo divino.
Que sea cual diamante cristalino,
Cual diamante de ensueño y de ureza,
Que dorado relámpago átraviel!l
En ~1 suave crepúsculo opalino.
Que estremezca las almas con au aliento ;
Como el bosque mecido por el viento
.Deja caer la lluvia de aua flores;
Y en imágenes honáas y armonía•
Desgrane las sutiles melQdías
-cual un collar de ritmos y fulgores!
tSOPOI.DO DIAZ
~~~~
}- NUEST.ftOS AGENTES Y SUSORIPTOl\Z~ 1
Los LUNES DEL CORREO, por ser la ·
misma empresa de JJJl Oorreo Nacional, ha
de tener necesariamente larga vida ; no es,
pues, como esos periódicos que circulan dos
ó tres veces y después mueren por inanición
ó por sustracción de dinero.
Teniendo, pues, en cuenta esta garantía,
desde hoy comenzamos á • cobrar las sus~
cripciones de la ciudad, para poder subTe•
nir á los cuantiosos gastos que demanda'
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
87
l•publicación de esta hoja. Oada abonado
l\fbe cubrir el valor de 25 números que
cqmponen la primera serie, á la presentaeión
del recibo por el Sr. J,¡uis Rodríguez.
Esperamos que nuestros agentes de pro
vincias recauden el valor de las suscripcionts
colocadas, remitiéndonos oportunamente
las sumas reunidas.
Nuestros suscriptores departamentales
dtben enviar á vuelta de correo el valor de
la primera serie.
A todos en general hacemos saber que
aino cubren 6 remiteo las cuentas respectiT•
les suependeremos inmediatamente el
eavfo de LOSÍJUNES DEL CORREO.
En Los LUNES DEL CORREO se publicará
de preferencia la colaboración que haya
sido solicitada; no obstante, tenemos el ho·
nor de invitar á . colaborar en nuestra hoja á
todos los crfticos, cuentistas y poetas nacionales
que con sus producciones quieran fi.
vorecerla.
En caso de que tales producciones nos pa·
re!Can impnblicables, en e ta sección dare-
Los TJUnes del Correo_
mos cuenta á los interesados de las razones
que tuvimos para archivarlas.
COMENZAREMOS:
Jctvier del.Nilo.-Su Rima nocturna, DQI '
parece trasnochada. Dice usted : ''Yo soy el
gitano de fosca melena." Cuando visit,moa
el campamento de gitanos, estacionado al oc.
cidente del cementerio, no vimos á ninguno
que tuviera melena fosca; tal vez usted pertenezca
á alguna nueva banda, recientemen-te
llegada. Comunicaremos nuestras sospe·
chas á los reportera de El Oorreo Nacional,
para que hagan las indagg,ciones del caso.
S. J. F.-Su c¡¡ento Noche-buena, cuando
lo leímos nos hizo pasar una mala noche :
es tan lar~ como el pleito Vásquez-Sierra
y t('n soporífero como una disertación musi·
cal ue Guillermo Uribe Holguín. Si usted
es hombre de aceptar consejos, enTíelo para
su publicación como folletín en Anarkoa de
Barranquilla, ó haga el viaje hasta allá y
lo lee en el Ateneo.
Karolipo Voltem.at· y .Fría$.-Su estudio
crítico sobre Oontrastes- nuestra gran novela
bogotana-es digno de un Brunneti~re
que hubiera nacido en Chipaque. No deje de
escribir algo sobre Diego Velasco.
r~:§~~~~~~~:!..I~?.:~!::~I _-.;t y aparatos modernos apropiados para fabricar una magnífica cerveza que, 1~
JI después de la Banl'ia, ocupará !Sin duda el primer lugar entre las demás !('; il cervezas del país, pues Tívoli cuenta con los elementos importantes é in· ~
~ dispensables que le suministra Bavar.ia, como la levadura y el hielo. ~
La cooperación de la Bavaria y las economías introducidas con las ~
máquinas y apat·atos de la' Fábrica Tívoli, nos permiten ofrecer hoy al pú·
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Nuestra cerveza Tívoli ea fabricada con las meJores matena~ pnmas, ~
como lúpulo de Bohemia y Bavien superior, malta de cebada colomb~a- 1 ~
na que la hace muy alimenticia y la más nutritiva después de la Bavana, r;
1egún su ex men comparativo con las demás cervezas. ~
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oonooido y 11impático Sr. ADOLFO VENTUROLI con qmen pueden en 11'
tendet·t~e loa oompradot·e11 en la carrera 6.", número 217. ~
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de botellas dobles.... . . . 190
Doppel Stout de medias botellas._.... 130
Oulmbacher (marca Tigre) 130
-Higiénica 180
-En barril, Pilsener, Lager y Bock, el litro __ . _ .. _....... . . . 10
Agua gaseosa pura docena de medias botellas._. __ : 60
Agua gaseosa con diferentes jarabes- __ . .. . . . 66
Sparkling Bavaria Kola .. _ ... _. . 100
Ginger Ale - . __ . . . . . 100
Bavaria Oider (Oidra espumosa) - . .. • • • •. . 120
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