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Los Lunes del Correo - N. 9

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  • Año de publicación 12/02/1906
  • Idioma Español
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
"Los Lunes del Correo - N. 8", -:-, 1906. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3690782/), el día 2025-05-07.

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Imagen de apoyo de  Podcast: "Rock al Parque: la música"

Podcast: "Rock al Parque: la música"

Por: Red Distrital de Bibliotecas Públicas. BibloRed (Bogotá. CO) | Fecha: 2019

Podcast que recopila testimonios del público asistente al ciclo de charlas "Libertad Sublime" realizadas en las Bibliotecas Públicas de BibloRed. Dan cuenta de la experiencia musical relacionada al Festival Rock al Parque. Los participantes relatan sus vivencias: donde compraban los discos, los primeros conciertos a los que asistieron, como se difundían los nuevos exponentes del rock colombiano en los medios públicos, la relación de los rockeros con seguidores de otros géneros musicales y la influencia que tuvo esa música en un momento en sus vidas.
  • Temas:
  • Rock (Música)
  • Música

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Podcast: "Rock al Parque: la música"

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Imagen de apoyo de  Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Por: | Fecha: 22/01/1906

RepÚblica de Colombia LOS LUNES DEL CORREO SUPLEMENTO LITERARIO A "EL CORREO NACIONAL" Director-Redactor, B. PALACIO URIBE JlERIE {,' ~ 'J30GOT Á, p!NEJ\0 22 DE f906 ~suMA:R.toS La muerte del pájaro Rook, por Max. Grillo.-C"nción de otoño t!n primaYcra, por Rubén Daño -Dón de lágrimas, por G. MurUnez 8ierra.-Gota de ajenjo, por Julio Flórez. -Cuentos á Matía, por Alberto Sánchez.-Ultima flor, por Carlos Tirado Maciaa.-L\98 ramos, por Rubén Darlo.-EI arte delailencio. por Rubén Darto.-Jardine-s galantes, por Juan R. Jiménez.-Bajo el crcpúaculo, por .Felipe Azorín. -Kl gorrión, por Abel Marín.- La pieza cerrada, por Jean Lon-ain.-La espera, por Eduardo Castillo.-El verso que embriague, por Leepoldo Díaz. ~~~~~~~~~ J..A. IIUERTE DEL PÁJA~O .ftOCK ,(t Br. D. Julio .Andrade. ce Los Andes en escalones le. Tanta.n sus gradas de basalto, de pórfido, de asperón y de gra.ni· to hasta el último peldaño don­de Ja roca que termina no apa­rece aino á trechos bajo un su. dario nebuloso. Más arriba, la desapacible floresta. de picachos de hielo hace vibrar el cielo azul por su centelleo; se diría de un terrible y claro hormigueo de guerrero• con corKza. de plata., veatidos de at·miño, que aeam. pan en loe confines del mundo, y que domina á largos interva­los un volcán-coloso, inc;mdea· cente y negro que, erguido en el esplendor de la. tarde, elev• como porta-estandarte del in. vernal corteJO su bandera de fuego sobre un pueblo de nieve." (Lo• ecmqui•tadore& del oro). He re. dia, traducido por E. P. Se dejan atrás las reposadas orillas clel Guayaa, con sus cacaotales de un amarillo p'lido, 1 se empieza á ascender la serranía por un camino pavimentado á trechos de piedras relucientes donde las herraduras de loa caballos señalan el esfuerzo de la subida con Uneas de plomo. Al principio se avanza por estrecha senda, á uno y otro lado orlada 4e árboles del pan y tupidos arbustos que impiden la visión de las maravillas del pai­saje. Hace luégo el camino un ángulo en la montaña quedando las malezas postergadas en las vertientes. El horizonte se abre pla­centero en forma de abanico. Los ojos abar­can un eapacio aolemne, perturhador y pro· fundo . .El mar se percibe en ·el fondo, al tra· vés de brumas indecisas, como inmenso jirón ceniciento que tratase de arrastrar, inflado por el abismo, las selvas venliazules de la costa. Ensanchada la i o decisión de las som­bras, engrandecidas las proporciones del misterio, de semejant(j mauera serán cuu. templadas con poderosos telPscopios, desde una á otra esfera sideral, las masas d~ ti~rra y de agua. Hace nuevo ángulo el sendero, tallado en roca milenaria, y entonces, cuando mano lo aguarda t!l viajero, los ojos se perturban8 cabrillea la luz, se siente un hálito apocalfp. tico y uno se detiene azorado. Es que se ha descubierto á cuarenta leguas, amenazante, poderoso, épico, imperialruentc erguido, el Chimborazo. Es un elefant<> •le nievE>, colo­sal, desprendido ele! rebaño d~ ulootes eolo­aales el dia en que el esphitrr rebelde de ]a Tierra puso altura sobr~ alturu para escalar el cielo. Los titanes ascendieron do montatía en montaña basta robar ~1 fuego que ardió peq•etuamento ~o el eorazón del Tuogura­hna ·; la última cima que levantaron fue el Chimborazo, mas el peñasco rodó empujado p"r Ice dioses al erial de Zanancajas. Allf se detuvo, solitario, impasible, á gozar de su divina derrota. Sólo, tres ves blancuras y su aer· pentina lengua de fuego; á Corazón, seme­jante á un hogar abandonado por los gigan­tes andinos; al Sincholahua. oon sus losas aepnlcl'Bies; al Tungurahua colérico ; al Ru­miñahui á modo de sombría catedral gótica, construida en las cumbres por un suefio eS · paotoso del granito y la nieve. ¡Por qué están escalonado~ en aquella comarca tántos montes poderosos y terriblea, que parecen formar un cinturón de piedras rutilantes digno de la madre de las Océani­des t Yo digo que para hacer gaardia al Empe­rador de los m8ntes; mas también pienso: la fábula de los titanes no es una falsa fá. bula. Cierto fue que colocaron mole sobre mole, ingente peñasco sobre ingente peñas­co, del mismo modo que los poetas elevan · el alcázar de -:Jn sueño. ¡Qué sería de nuestras Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Oorreo pobres almas, de nuestras pobres vidas, si no pusiéramos junto á los pequeños t·espira· deros filo8óficos las grandes mentiras, las imposibles ficciones! ¡Oh, qué sería de nO's· otros si la mentira no fuese verdad y Ja ver­dad no fuese mentira ! . Cna!ldo veo columnas truncas, piedras desprendidas de los sillares rotos, cimientos carcomidos, imagino que tales son las ruinas de una fábrica vencida por el tiempo. Y al contemplar uno en pos de otro los montes ~cuatorianos, me propongo reconstruir la fábrica de los titanes. Veo la cumbre sober­bia de tántas cumbres: el volcán llameante queda en el último peldaño, incendia el éter; se sonríen en el más alto cielo, y heus me empuja de abismo en abismo hasta las aguas de ese mar oscuro que me inspira pensamien­tos tan tristes y tan humanos. Esto se llama , hacer castillos en el aire y provocar el esca· lofrfo- del ensueño. El Chimborazo está allí, atrayente, ano­nadante. Se te mira y hiere con su blancura; se cierran los ojos y se continúa viéndole. Al prmcipio de contemplarle no ofende; mas á Jas poeas horas se apodera de nosotros, nos domina, nos hace sentir el peso de su majes­tad y nos subyuga, nos alucina; lo sentimos en nuestra cerviz con la gravedad de su mole, nos · estre'cba el corazón con su aliento frío. Quiero escapar á su influencia, y es en vano: el monte" me sigue; en ocasioot's se adelan­ta, otras· se empina á mi espalda. 1-teniego de su presencia y más formidable so revela á mis pupilas fatigadas; el ampo de su nie­ve deslumbra. Detesto su hermosura, su so­lemne imperio, y quisiera cubrirlo con un manto negro recamado de estrellas ó ton una pradera de hojas do un verde diluido, ideal y tierno. 1 Esta obsesión dura varios Iicas suramericanas. Si he te­nido que soportar tántas veces el aleteo d~ los grajos que pasa u á mi lado, en justo d~­agravio me correspondió admirar al rey del vuelo mientras se cernfa sobre la cumbre inaccesible. Hay en la ería de Zanancajas un aitio, parador de los viajeros, llamado Chuquic­pollo. En una choza desmantelada habita una familia de pastores que guarda un re­baño de ovejas y de llamas. Me detuve allí á contemplar el ave que seguía describiendo círculos de elegancia insuperable. Interrogué á los pastores de triste mirada acerca de las costumbres del maravilloso huésped de los aires. Supe que solía descen­der con atrevido ímpetu hasta el rebaño en busca de la presa, arrebatando en sus. garraa de acero una oveja 6 un corderillo. -Y ustedes-les pregunté-¡ no Jo persi­guen, no le hacen fuego con I.n111 escope~at -Nunca, señor, respondió una muJer como sorprendida de que yo preguntase tal cosa. Es tan terrible .... y luégo el Monte se pone furioso. Suena el disparo y pro~to se arremolinan las nubes; se cubre de me· bias y muchas veces contesta con relámpa­gos. Al Monte no podemos enojarlo. Es ce. 10110 •••••• Comprendí el imperio ejercidó ror el Chimborazo en aquellas almas iagenuaa y tristes como la ería que sirve de:asiento al monte inquietante y eterno. El misterio de su grandeza se impone, y las tradiciones in· dfgenas que lo consagran con el prestigio de un dios que se comunicaba sublimemente con el Tungurahua, .deben perdurar en oba­cura forma en las almas de los vencido• hi­jos de la nación de Rumiñahui. Me mostraron las rocas abruptas donde debían tener su nido los cóndores. Allá na­die había subido. Una vez vieron un C6.n­dor durante varios días de pie en una aris~ de la roca, con las alas abiertas. Más tarde encontraron su cadáver cerca de los enhies­to• cantiles. Miedo experimentaron al tocar· lo ; aún les imponía respeto. Así deben de morir los poderosos monar· cas de la serranía. Su vejez es larga y dig- 1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 59 n • Cuando sienten los músculos débiles,· las alas sin brío, el cuello sin arrogancia, se détienen en un picacho escueto, sombreado pór toda la pompa del universo y, mientras aueñan en la grandeza de su estirpe, en el equilibrio de su raza siempre libre, siempre . ind6mita, se desploman al abismo. Así de­berlan acabar los hombres, por lo menos los que han vivido una vida intensa, hermosa y libre. La muerte dolorida, angustiada, lle· na de pequeñeces y miserias les quedaría "" bien á los esclavos ..... . En tanto yo seguía, sin perder un giro, la marcha divina, deifica del pájaro Rock. N o hiibiera contemplado con mayor interés á Aquiles en la pugna de Troya, ni escribiría atíora una página dedicada al cisne de Leda habiendo visto al Oóndor en las soledadea a.tidinae. • llAX GRILLO PANCIÓN DE OTOÑO E~ PRIMA VERA JuTentuU que enterrarou ¡~ Ninete, re­cibió un largo beso 1le rosf\ el <.:6mpanario hlaneo que bay á]¡\ t·ntr:Hla d(~l C(.'lllenterio de Jos niños. Un air('(~illo triste, hijo vagauuudo tle la tarde, acorupaüó el cortf'jo. Por aeariciarla, se embriagó eu t.'l camino eou esencia de las lilas que la eubríau en la caja 1le terciopelo blanco, lleno de puntos de oro. 1 Al 11egar al ct>menterio, hizo Juurrnnrar á las t·ampanas tlél>iles un comentario dulce y arg-entino para la criatura dormida. r .. a inhumación sólo t1ur6 algunos minu­tos. Cubrieron janas . _ . __ . ALBER1'0 SANCHEZ ~~~ (Inédita) En busca d~ una. flor para tn frento torno á vagar en mi oh'idado huerto, donde aprendí las notas del concierto en que la hoja es arpa del ambientE>. Lo,.j Lunes del O o l' Ya esos ritmos huyeron de mi mente desde que soy viaJtro del desierto: Por t>So torno á mi olvidado huerto en l?usca de una flor para tu frentt>. .Mas ¡ay! ventiscas bravas han cubierto de tules blancos nd jardín silentE', y este capltllo, entre la escarcha muerto, te traigo, eu prueba t· -········· .. ···- ' PJWT,OGO Fuera de la· uotas sohnl Mauclair y Adam, todt' lo contenido en este libro fue · t•scrito ltaef' lloce afws, t!n Buenos Aires, ettand11 en Francia t·staba td simbolismo en pleno desarrollo. 1\le "tocó 1lar á c:onocer en América t'St~ movirnit>nto y por ello y por mis 'iNSos tl<~ t•ntone('R fni atacado y califi­cado cou la ine,·italdt> palabra" decaden­te_._.'' Todo eso ha JHHHulo - <'o!tto 111 i frt>sca ju­ventud . llay t· u t'st:ts páginas mucho entusiasmo, atlllliracióu sineera, lllUeha lectura y no poca lni~lHl. intt:llcióit. Bn la evolución na­tural <~ llli pt·u~. tuit:nto el fondo ha queda­< lo ·iempnj t·l tuismo. Confesaré, no obstan­t<•, que Jlle h~' aet.·r<~•otlo :\ algunos de mia ídolos d o antafw y hn rt.lconocihia tH·r. • Y pocos libros wás llenos d~ lnen, m's hermosos y más nohlea que este, fruto ue joven, impregnado sentaparado para la labor; un dfa en su más bello iustante, y un lnhra(lor ma­tinal que empuJa fucrt~men;e _su arado, or­gulloso de su virtud tnptolemiCa tn.e con­sigo la lilflgnridad de la hora de paz y de fe­cundidad de mañana. En la confusión de tentativas, en la lu­cha de tendencias, entre los juglarismos de mal convencidos ap6stoles y la imitación dt titubeantes &cetario~, la voz (le este digno Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Oorreo ------------- trabajador, de este sincero intelectual, en el absoluto sentido del V(\C&blo, es de una. trascendental vibración. No puede haber pro­fesión de fe más transparente, más noble y más generosa. "Creo en la vanidad tle las prerrogatiyas sociales de mi profesión y de\ talento por si mismo. Creo la misión difícil, agotadora y casi siempre ingrata del hombre de letras, del artista, del circulador de ideüt- ereo que el hombre que en nombre uel talento . que Dios le ha prestado, descuida su carác­ter y se juzga exonerado l bien .de nna medicina, la •ensación de una onda cordial y TigorizantP-. Luego el espíritu p~ ­netrante y buscador, hace ver con luz nueva la ideología poeana, y muchos puntos que antea pudieran aparecer velados ú osr.uros, ae ven en una dulce semiluz de afección que clespide la elevada y pura estética del comentariata. U na de las principalt'a bondad ea es la tle . borrAr la negra auréola ele hermosura un tanto macabra, que las disculpas de la bo· hemia han querido hacer aparecer alrededor de la frente del gran yanqui. En este caso, como en otros, como en el de Musset, como en el de Verlainto, por ejemplo, el vicio es malignamente ocasio­nal, es el complemento de la fatal deaven · tura. El genio original, librf' del alcohol, ú otro variativo semejante, se desenvolvería siempre, siendo en esa virtud, sus fl.oracio · ' nes, libres tle oscuridades y trágicas mise - · rías. En resumen, Poe queda, para el eós&· yista, "sin imitadores 'J sin antecesores, ~ un fenómeno literario y mental, germinado espontáneamente en una tierra ingratl\, mfs. tico purificado por eae dolor del que ha dado la inolvidable trasposición, levantado en ultramar, entre Emerson misericordioso y Whit.man profético, como un interrogador · del porvenir." De FlaubE'!rt -ese vasto espectáculo­presenta una nueva perspectiva. La suma de razonamientos nos condufe á et;te resul ­tado: "Flauhcrt no tiene ele realista sino la apariencia, de artist3 impasible la apa· riencia, tle romántico la apariencia. Iclealis ­ta, cristiano y lírico, he aquí aus rasgos esenciales." Y las demostraciones son llevadas por medio ue la amable é irresistible lógica de Mauclair, que DOS presenta la figura aober ­bia dP-1 " buen gigante," por ese aspecto que pennanece ya definitivo. Es también ele un fio reconfortante, por el ejemplo de vo ­luntad y de sufrimientos, en la pasión in ­vencibl~ de las letras, la enfermedad de la forma, soportada por otros dones tle fortale - sa y de método. · Sohre Mallarmé la lección es todavía de una virtud que concreta una moral supe­rior. ¡Acaso no va ya clestacándose en toda au altura y lJennosura ese poeta á qui~n la vida no consentía el triunfo, y hoy baña la gloria, '' el sol ele los muertos," con su do· rada luz 7 La simbólica representación está en la gráfica i.Iea de Felician U.ops: el arpa es­eendente, á la cual tienden, en el éter, in ­numerables manos de lo invisible. La hono· rabilidatl artísca, el carácter en lo ideal, la aanti ---~ - --------~-- ---------- Nous nlavons &u toutes ces cho111 qu' apré11 sa morte. · La estética malla.rmeana por esta ves ha encontrado un expositor que se aleje de las fáciles tentativas ele un Wissewa, de las exé­gesis divertidas de varios teorizantes, como de las blindadas oposicionea de la retórica escolar, ó_!o qne es peor, junto á la burda risa de una enemistad que no razona : sino la embrolladora disertación de ruás de un pseudo-diacfpulo. Las páginas dedicadas á Rodenbach, con quien la juventud le une más cercanamente, en una afección _artfstica. fraternal, mitigan au tristeza en la afirmación de un generoso 1 sereno carácter, de una Tida como autum­nal, iluminados crepuscularmente de poeaía y de gracia interior. Le hemos conocido irónico, entusiasta, espiritual y nervioso; pero era, ante todo, un melancólico, aun en la sonrisa. Le sen­Uamos menos extraño por ·su voz · y ciertos aignos exteriores, que lejano por una singn-lar facultad de reserva. - Ese cordial era aislado de a~ma. Había en esa faz rnbia y fina, en esa boca fina, en t>&Oi ojos atrayentes, una Janguide1 y un fatalismo que no dt-jaban de extrañar. Es feliz, pensábamos, y sin embargo, ¡por qué ti~ne! Tenfa el gueto atento y la comprensión de la muerte. Se detenía en el umbral de la existencia y no entraba, 1 desde eae umbral nos miraba á to<1os con una tristezft. profun­damente delicada. Ha vuelto á tomar el ca­mino eterno : era un transeúnte encantador que no ha dicho todo su pensamiento en este mundo. Estaba hanté por su misticismo mi­nucioso y extraño, evocaba todo lo quf' f'stá difunto, recogido, purificado por la inmóvil palidez de Jos reposos seculares. Llevaba por todas partes e u claustro interior t... y si ha deseado ser enterrado en esa l:Sruges que amó tanto, puede decirse qne su alma esta­ba dormida ya en la pacífica belleza de una muerte armoniosa. Decid si•no es este cam•feo de un encan· to sutil y revelador, y si no se Te á su tra· vés el alma melancólica del malogrado ani ­mador de '' Bruges la muerta." Estos párrafos <1e Mauclair son compara­bles, como retrato, en la transposición de la pintura á la prosa, al admirable pastel en que perpetúa la triste faz de1 desaparecido, el talento comprensivo de Levy Dhurmer. Algunos vivos son también presentados y es odiados y entre ellos uno que represen. ta b1en la fuerza, la claridad, la tradición del espíritu francés, del alma francesa, el talento más vigoroso ele los actuales escrito­res de este país. He nombrado á Paul Adam. Asf sobre Elemir Bourges obra poco resonante, pero muy estima<1a por Jos intelectuales, consa­gra algunas notas, como sobre León Daudet. La parte que denomina "El crepúsculo de las técnicas," debía tradúcirse á todos los idiomas, y ser conocida por h\ juventu{l Ji. teraria que en totlos los paísea buscan una vía, y mira la cultura ele Francia y el pensa­miento francés, como guías y modelos. Es la historia del simbolismo, escrita con toda sinceridad y con toda verdad; y de ella se desprenden utilísimas lecciones, en­aeñanzas cuyo provecho es inmediato, asf él estudio sobre el sentimentalismo literario, en que el alma de nuestro siglo está anali­za< 1a con penetración y cordura á la lus de una filosofía amplia y generosa, poco cono ­cida en estos tiempos de egotismos super­llombríos y otras nieztschedades. No sabría alabar suficientemente los ca­pítulos sobre arte, y el homenaje á altos ar­tistas- artistas en silencio-como Puvis y Felician Rops, Gustave Moreau 1 Besnard, así como los fragmentos de otros estu<1ios 1 ensayos que ayudan en el volumen á la comprensión, al peso, y para decirlo con m1 sentimiento, á la simpatía que se experi ­menta por un sincero, por un laborioso, por un verdadero:{ grande expositor de saluda­bles ideas, que~s al!J>ropio ti_empo 'l tam­bién un señalado, uno que ha hallado au rumbo cierto, y como él gustará que se le llftme, un artista silencioso. RUDÉN D.A.RÍO f AJl.DlNES GALANTES MAYO IL USTR.A.NDO SUS FLORES lohan de Jlena Ouando viene el mes de Mayo, todo el campo huele á rosas; el rayo d e sol es rayo de eseu cias y mariposas. Oanta coplas la maüann. para el alma sonriente; al abrir nuestra ventan:\ nos dice ¡salud 1 la fueuto . Los labios están más rojos, hay más sangre por las venas; la negrura sto, de que yo esté sin trabnjo .... tu emulación me t.lejó sin pan. Gabriela t>Sta.rá. vivientlo de lo qne pueda darle Pl otro ..... Tíl t>r<•s un mal\·nzaha los pasos :í s u tugurio, se acordó quu sin un <¡éntimo la había dejado bacfa cuatro días. Llegó á la put>rt•\; estaba cerrada, golpeó y apenas el N'.o de loa toques llegó á sus oído~. Ebrio, tamhaiE!ante, se d mnió en las baldo­sas d~ la acera como si no hnhiera hecho mal á nadie .... -- i.~· ;n·;f;~;~~ liiil·a·l.;a· i~t~~-s~~~~~t·e· y -e·l·s·o-1 parPda cantar tlll epitalamio. -Es él, dijo un agtHttn ue Policfa reco­nociéoc. lolo. J~¡ntro dos filas marchaba Juan, ..cuando al volver una esquina tropezó con un coche soherhio tirado por un tronco t.le caballos negros. Y vio en él á Gabriela, que sonreía como una granada abi<•rta, mientras su amanto acarieiaha los dedos tinos de su mano blanca .... Juan segufa con los ojos hajo!l, porque los curiosos fijaban en su \"(•stido-tinto t\n san­gre- mirada~ eonmiserat1oras .... .;' FELlPE AZORIN. Bogotá. Para el poeta Vlct01· M. L?ndot/.o En la calma dft nu huerto sosegado IJUe aroman el eneldo y la amnpola, Yive su vida, dulcemente sola, como nn viPjo eremita t~n su collado. Canta un mimw c- Anr:r • .MAniN. / JRmiÍ!-\ hnhír\ f\entido tun profuudalllente ld hoRtilidad de cierb1s ca~11s .v ti~ cier·tas hnbitaciones de provinoiu, c:o.,,o Cll C~11 triflte y llu\'ior;;n mniía1H1 de Octuhr€1, cuan­do la puerta de la nlta pie:í'.l\ l'e cer_ró silen­ciosl\ mente tnu; Hl criado, que l'nlía. rle~pués do dcj•mne en elln la lllB}etn. ¿ Q .t é bo hía ido á hucM e u e..:e crndo otoiío, á e:-n jlllhelló11 perdido Pntn• lnu bos­IJUe~, yn qnu ¡.;oy ol peor CllZ~ttior ddl mnndo r quu re{uw r\ mi iuntintivn iuJoleucin 1111 honol' ca~i fi¡;icu por lnA f\l'lllfiS (lt~l fuego'? ¿ Qné rna In idefl. 111e hnbín <:~mpujBdo á se­guir hRstll Rhí nl man¡ués de Huulherre en sus partiJafl ele eazn, y á dej"~~r en París el bonlevurd y ol periódico fll\1'8 eutenarme vivo entre I"SHH monótonAs tnoutf.\ñas? Ann Cllllndo purezoa loc:nrn, estoy con­vencido quij fun oa:o.i involnott\riamente é impnl·ad'.> pr>r IItH\ volunt Hl más poderosa que In míu, como mo internó ~u ese b~sq~e despojndo por el otouo, tRu tnste y sohtarto pnr~t 1epre eutur iuconsdeutemente nu pa­pel eu nn drarul\ del .Má.'I Allá 1 ¿Quién habría htlhitado, en otm época, ese antiguo pl.lhellón Luis xrn, de alto te­cho lnLrado y tan tribtemente aifllado ·en lo más profundo del bosque, juQto á esa gran charca cnbie1 tR de hojtta secas? Pertenecía desde hacía siglos á la familia Hautherre, y el pobre del actual marqués lo había trl\usformado en pabellón de caza, donde nlojnl.Jan n los iuvitflfloH que no tQ· nían cnbidR ero el castillo. Yo me euo1•ntrnbn. ou ese ouso; una ca­rretela que tue espertlbl:l eu In estación me condujo, con mi maleta y mi inevitabl~ né­cesaire, por húmedas praderas, hasta lll tris­te encrucijsdu donde se elevaba el pabellón de los bosques. El pabellón de los Hautherres tenía un aspe;to extraño, triste y misterioso,,..á la orilla de esa agua muerta, en medio de ese prado de heno y otras hie1·bas empapada! por 1" lluvia, oou sus altas veletas que cru­jían con el viento de Octubre, en medio del silenoio, del silencio cómplice de. Jos dormidos bosques, velados por la bruma, 1in murmullos y sin ecos. Desde mi entrada en el alto vestíbulo enlosado de blanco y negro, se acentuó en mí la impresión de qne penetraba en un drama desconocido: la pieza que rne habfan Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 85 cedido estaba situado en el primer piso ; dos grandes ventanas, cubiertas de largas cortina11 de seda desteñida, la iluminaban con la tríste luz de ese cielo cubierto de nubes y de ese espeso bosque. Desde que Btravesé el umbral, acallé instintivamente mis pasos, como cuando ee entra eu la pieza de un enfermo: en el interior flotaba to­davía un olor á éter, á viejo éter rancio, y por todas partes, en las ajadas lustrinas de otro tiempo, en los sillone• de un lujo an­tiguo y frío, sobre el baldaquín del lecho, y en el pulido mármol de una vieja oonsola, el polvo, la negra nieve de los pasados años, parecía no haber eido sacudido desde hacía muchos meses. Chambre étrange: on eut dit que élle avait un (secret D' une chose tres triste, et dont elle était lasse D'avoir vu le mystét·e enfui daos la glace ... Estos exquisitos versos de Rodenbach me , vinieron á la memoria al con templar esa pieza verdade1·amenta extraña y que tenía por cierto un secreto también, un secreto y un pesar sepultados en su melancólico~ pa­lado de soledad y silencio ; de ese g ·an si­lencio hostil, turbado ahora con mi llegada, como huésped de esos bosques. Esta impresión fue de oorta duración : me e1peraban á almorzar en el castillo. Después de un día pasado en recorrer los matorrales y después de matar diez y siete gamos, inscritos en el ouadro, con el espíritu alegre por el agradable entretenimiento de una comida de veintidós cubiertos en el hall de caza de los Hautherres, con la sangre reju­venecida po1· los vinos de una bodega famosa y con el pensamiento Ji cien leguas de dis­tancia de las penosas impresiones de la ma­ñana, me despertó á medio noche en mi pieza de la casa del guarda, con la frente empapada des or y con el corazón opri ­mido por el más inexplicable malestar ! Me incorporé en mi cama presa de morta­les calofríos · había olvidado cerrar las co1·tinas de dotJ ventanas que había á loa pies de mi lecho, y un rayo de lona penetraba por los vidl'ios á la pieza silenciosa ó il umi­naba suavemente el parque; el cielo es ­taba tempestuoso oomo un océano y cubier­to de nubes empujadas por un viento oeste, y se oía en los vidrios el chasquido de la monótona lluvia otoñal .....• De repente se dejó oír en la pieza vecina un antiguo aire de gavota; los acordes del clavicordio eran tan.snaves y quejumbrosos que se hubiera dicho lo tocaban invisibles manos ; alguien había ahf en la pieza vecina, al otro lado del tabique, eso era indudable, y ahora., en el silencio y en la oscuridad de la desterta casa, la música, al ¡rrincipio vacilante, se desenvolvía en ritmos variados y precisos, música de antaño, lentamente exhum~da, aria ó melodía de gt·acia lánguida y fina ; vieja entonación de otro siglo: Et qu on croirait appria aux levres dea portraits. Los Lunes del Oorreo Aqu&lla noohe recordaba fácilmente á los poetas: mi terror crecía y escuchaba con las manos crispadas, traspirando, con la atroa angustia de que alguien iba á entrar, aquel sér desconocido que estaba ahí cerca y cuyas manos diáfanas ·tocaban en ese momento un clavicordio olvidado en la pieza vecina; me hallaba cosi desfallecido, ooo el corazón oprimido, los ojos agrandados por el terror como los de .\ID son~mbulo, los cabellos eri­zados, cuando un soplo rozó mi rostro y al través de la seda de las colgaduras del le­cho, misteriosamente agitadas, se oyó una queja, nna voz de alma que sollozó junto á mí: ' ' Llevadme, llevadme." La voz pronunció dos veces esa palabra : loco de horror, salté al medio del ouatto y of ¡oh! muy distantemente, el ruido de unos pasos que huían por el parque, el cru­jido de una puerta que se cerró y el chirri­do de una llave al dar vueltas en uo~ ce­rradura, y eso fue todo; el clavicordio b.abía enmudecido, y en mi pie1.a , iluminada por la luna, los cortinajes de las ventanas, de un color rosa seca, oaían rectos, sin un solo pliegue ... La lln vi a había cesado, y el cielo tenía un color gris pálido y lechoso ; t.rea grandes hayu se alzaban junto á la casa y el viento de la noche mecía sns bri­llantes follajes. Cuando recobré mi sangre frfa, oogí el revólver y fui derecho á l!i puerta que co­municaba con la pieza v~oina ; inútilmente traté de abrirla ; estaba cerrada con doble llave y tesirjtía á todo esfuerzo; fui enton­ces ti la que daba al corredor, y la llave q~e y o mismo había dejado ahí no estaba en la cerradura; traté de abrirla, pero inútilmen­te también: la pieza estaba cenada y yo encerrado en ella. Febl'ilmente encendí una vela, cogí mis pantalones, un abrigo y me calcé las zapa­tillas, y después de haber formado una ba­rricada á ambas puertas, oon una cómoda y una enorme but~oa tapizada de color rosa y verde pálido, que arrastré hasta ellas,. me instalé en un sillón á la cabecera de m1 le­cho, con los pies envueltos en un abrigo, y abrí el último libro de Anatole Franoe, decidido á velar hasta que aJ]laneoiera ...... . Pero me despet·té á las diez de la mañana, desvestido y acostado en mi lecho; un sir­viente que me servía de camarero en eaa extrafia casa de los bosques, estaba de pie junto á 'mí y esperaba respetuosamente mis órdene~:~. -¿Qué hora es? fue mi p1·imet· pregunta. -Las diez y media. -¡ Las diez y media 1 ¡ Entonces los de· más están cazando· ya? -Sí, señor, desde las siete; desde aquí se pueden oír los disparos. -¿Por qué no me habéis despertado? --¡ Oh 1 el señor tenía un aspeot? tan fatigado y parecía que se sentía tan fehz ~on pode1· dormir ; además, estaba tan p'hdo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Loe Lunes del Oorreo que no me atreví á despeltarlo. Aquí está el chocolate, señor. Y con un ademán me mostraba la taza colocada sobre mi velador. Evidentemente había soñado, pero aún me quedaba una duda; al terminar mi toi­lette el muchacho volvió á entrar á mi pieza y entonceii traté de decirle con indiferencia: -En la pieza vecina ...... pero me de-tuve, e!pantado yo mismo de ln brnsca ' al· teraoión de mi yoz. • -¡ Ea la pieza vecina! repitió el sir­viente. -Sí, ¿ha dormido alguien anoche en esa pieza? -¿En la pieza vecina? ¡Oh! nó, señor, nadie duerme ahí ; las puertas están con­denadas. ¡ Oh! nadie duerme en la pieza de la señora marquesa. -¿La pieza de la señora marquesa ? -Sí, ahí murió la madre del señor mar. qués, haoe mucho tiempo de eso; ¡oh! si hará más de treinta años. · Eso fue todo lo que pude saber por el sirviente. Lo despedí y una vez que quedé solo, trat6 de mirat· al través de las cerra· doras; trabajo perdido, las persianas de la pieza vecina debían de estar cerradas ó las ~ pue1·tas cubiertas de colgadnras, pues me fue imposible distinguir nada y mi curiosi­dad chocó con una muda oscuridad de tumba. La noche siguiente dormí en el castillo ; en el almuerzo, al que me nrregló de modo de llegar atrasado, el marqués al imponerse del modo como yo había pasado en ese pa· .. bell6n aislado en el bosque, be acusó de ha· berse visto obligado á darme un tan pésimo alojamiento "pero-agregó con una somisa equívooa-núo de mis huéspedes partió esta mañana y su pieza está desocupadn: Fn.m. cisco traerá. esta tarde vuestro equipaje y esta noche dormiréis aquí en el castillo." Y eso fue ·todo ...... 'sin duda había sido víctima de una alucinación ; mis nervios y mi imaginación, impresionados por el aspec· to de desolación y triste abandóuo de ese aolitario pabellón, habían trabajado durante m sueño,' y mi pesadilla no había sido, en suma, sino lo que son todas las pesadillas, la prolongación dolorosa de una penosa sen. eaoión r "' Y sin embargo, después que supe que la marquesa Simona Enriqueta de Hautherre murió á. los veintiocho años, oasi loca ó á lo menos lá familia lo pretendió así, pero otros dioen que flie secuestrada por los celos de eu marido, en ese triste y aislado pabellón de los bosques me be preguntado si no ha ­bía penetrado (la vida tiene sus casualidades) á pesar mío, en algún horrible misterio, y ai no estuviese mezclado esa noche en algún drama del más allá. Y ...... en la turbación causada por mis recuerdos de ayer, pero que se rue aparecen lejanos ya ¡oh! sí, muy lejanos ...... En la mañana de mi terrible noche visionaria, al rekrrer mi pieza, encontré sobre el poi vo-ea riente mármol de t~na de las consolas una rosa, una pálida rosa blanca, pesada de llu· via, con los pétalos húmedos, de lal'go tallo, delicada y despojada de sus espinas, que dormía sobre el polvo y sobre el mismo polvo la huella de cinco dedos ... Esa flor y esa huella ¿quién las había dejado allí? JEAN LORRA:I~ -+- Eat-elle brune, blonde ou rousse P ... P. Vnuntl Há muclio tiempo el horizonte exploro buscando en lontan:~.nza la serena figura de la virgen dulce y buena que lJa de venir á recoger mi lloro. ¡Tiene ojos claros, cabellera de oro y manos sensitivas, ó es morena con un jirón de noche por melena y negros ojos átonos t Lo ignoro. Sólo sé que vendt.á. Yo, en el aendero florecido de anémonas, la espero : llena de santa unción y de cariño Atenuará mi desventura arcana y con el abandono de una hermana me besará en la frente, como á un nifio ..•• J:Du.u.oo CASTILLO piL VERSO QUE EIIBl\IAGUE Que el verso embriague como un n?ble Tino; Que esparza aromas de inmortal tristeza Y evoque, en lontananza de belleza, La visi6n de lo vago y lo divino. Que sea cual diamante cristalino, Cual diamante de ensueño y de ureza, Que dorado relámpago átraviel!l En ~1 suave crepúsculo opalino. Que estremezca las almas con au aliento ; Como el bosque mecido por el viento .Deja caer la lluvia de aua flores; Y en imágenes honáas y armonía• Desgrane las sutiles melQdías -cual un collar de ritmos y fulgores! tSOPOI.DO DIAZ ~~~~ }- NUEST.ftOS AGENTES Y SUSORIPTOl\Z~ 1 Los LUNES DEL CORREO, por ser la · misma empresa de JJJl Oorreo Nacional, ha de tener necesariamente larga vida ; no es, pues, como esos periódicos que circulan dos ó tres veces y después mueren por inanición ó por sustracción de dinero. Teniendo, pues, en cuenta esta garantía, desde hoy comenzamos á • cobrar las sus~ cripciones de la ciudad, para poder subTe• nir á los cuantiosos gastos que demanda' Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 87 l•publicación de esta hoja. Oada abonado l\fbe cubrir el valor de 25 números que cqmponen la primera serie, á la presenta­eión del recibo por el Sr. J,¡uis Rodríguez. Esperamos que nuestros agentes de pro vincias recauden el valor de las suscripcio­nts colocadas, remitiéndonos oportunamen­te las sumas reunidas. Nuestros suscriptores departamentales dtben enviar á vuelta de correo el valor de la primera serie. A todos en general hacemos saber que aino cubren 6 remiteo las cuentas respecti­T• les suependeremos inmediatamente el eavfo de LOSÍJUNES DEL CORREO. En Los LUNES DEL CORREO se publi­cará de preferencia la colaboración que haya sido solicitada; no obstante, tenemos el ho· nor de invitar á . colaborar en nuestra hoja á todos los crfticos, cuentistas y poetas nacio­nales que con sus producciones quieran fi. vorecerla. En caso de que tales producciones nos pa· re!Can impnblicables, en e ta sección dare- Los TJUnes del Correo_ mos cuenta á los interesados de las razones que tuvimos para archivarlas. COMENZAREMOS: Jctvier del.Nilo.-Su Rima nocturna, DQI ' parece trasnochada. Dice usted : ''Yo soy el gitano de fosca melena." Cuando visit,moa el campamento de gitanos, estacionado al oc. cidente del cementerio, no vimos á ninguno que tuviera melena fosca; tal vez usted per­tenezca á alguna nueva banda, recientemen-te llegada. Comunicaremos nuestras sospe· chas á los reportera de El Oorreo Nacional, para que hagan las indagg,ciones del caso. S. J. F.-Su c¡¡ento Noche-buena, cuan­do lo leímos nos hizo pasar una mala noche : es tan lar~ como el pleito Vásquez-Sierra y t('n soporífero como una disertación musi· cal ue Guillermo Uribe Holguín. Si usted es hombre de aceptar consejos, enTíelo para su publicación como folletín en Anarkoa de Barranquilla, ó haga el viaje hasta allá y lo lee en el Ateneo. Karolipo Voltem.at· y .Fría$.-Su estudio crítico sobre Oontrastes- nuestra gran no­vela bogotana-es digno de un Brunneti~re que hubiera nacido en Chipaque. No deje de escribir algo sobre Diego Velasco. r~:§~~~~~~~:!..I~?.:~!::~I _-.;t y aparatos modernos apropiados para fabricar una magnífica cerveza que, 1~ JI después de la Banl'ia, ocupará !Sin duda el primer lugar entre las demás !('; il cervezas del país, pues Tívoli cuenta con los elementos importantes é in· ~ ~ dispensables que le suministra Bavar.ia, como la levadura y el hielo. ~ La cooperación de la Bavaria y las economías introducidas con las ~ máquinas y apat·atos de la' Fábrica Tívoli, nos permiten ofrecer hoy al pú· 1 ~ blico una verdadera cerveza alemana al bajo precio de · ~ · $ 72 LA. DOCENA DE MEDIAS BOTELLAS SIN ENVASE . ~ ~ En compras de diez o mas docenas, á $ 65 _ ~ '-.1 La mejor recomendación qu-e podemos hacer de nne~tra ce1:vez~ T1· ~ ~ voli, es la de que su fabricante es el Sr. Santiago U. K1rkpatnck, que !(!. ~ cuenta con la práctica de diez años en nuestra Fábrica Daval'ia, de la que 1~ ~ fue Jefe oervecero. . . . fi Nuestra cerveza Tívoli ea fabricada con las meJores matena~ pnmas, ~ como lúpulo de Bohemia y Bavien superior, malta de cebada colomb~a- 1 ~ na que la hace muy alimenticia y la más nutritiva después de la Bavana, r; 1egún su ex men comparativo con las demás cervezas. ~ -- '1'' }' 1 ~ El agente general para el expendio de nuestra cen~za IVO 1 es e ~ oonooido y 11impático Sr. ADOLFO VENTUROLI con qmen pueden en 11' tendet·t~e loa oompradot·e11 en la carrera 6.", número 217. ~ ~ Bogotá, Noviembre 15 de 1905. ~ ~ DEUTSCH COLUMBlANISCHE BRAUEREI-G. 1n. b. H. ~ ~ , El Gerente, LEO SIEGFRIED KOPP ~ - ~~Oifait1l1i:~:iil'i#"ilt't~~·it7~::iiri~~iflt1i:irt~il'J~· Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Los Lunes del Correo 68 r BAVARIA PRODUCTOS Y· PREGIOS DE VENTA Bogotá, Septiembre 20 de 1905 Oerveza Pflsener, Lager y Bock, docena de medias batellas .... $ 100 de botellas dobles.... . . . 190 Doppel Stout de medias botellas._.... 130 Oulmbacher (marca Tigre) 130 -Higiénica 180 -En barril, Pilsener, Lager y Bock, el litro __ . _ .. _....... . . . 10 Agua gaseosa pura docena de medias botellas._. __ : 60 Agua gaseosa con diferentes jarabes- __ . .. . . . 66 Sparkling Bavaria Kola .. _ ... _. . 100 Ginger Ale - . __ . . . . . 100 Bavaria Oider (Oidra espumosa) - . .. • • • •. . 120 Extracto de Malta . . . . . . . . 420 Hielo por mayor, la libra. . . . . . . . . . . . . . . . • . ... _.. . . . . . . . . . 6 Oarbóu mineral y vegetal de Zipac6n, vendemos á los precios co-rrientes y á domicilio. · Descuentos sobre los productos embotellados 5 por 100 en 10 6 más docenas. 10 por 100 en cien 6 más docenas. FREOIOS: son los corrientes del día del despacho, aun en el caso de anticipaciones de dinero. . BOTELLAS: Vendemos y alquilamos botellas cerveceras. BARRILES : Para la venta de nuestra cerveza en barril, bay barriles desde cinco litros. OOROHOS Y LUPULO: Vendemos á muy buena calidad y á dife- <. rentes precios. OEBADA: Compramos al contado y á los mejores precios de la plaza grandes cantidades de cebada en grano. DEUTSCH COLUMBIANISCHE BRAUEREI G m. b. H. El Gerente, LEO SIEGFRIED KOPP ~ me , Mm~-~ Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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