Por:
Mónica Briceño G.
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Fecha:
2019
En este artículo se aborda la religiosidad presente en las representaciones sociales, como un elemento que puede estructurar una discriminación implícita bajo el uso de estereotipos sexuales y de argumentos hegemónicos que sostienen la diferencia negativa radical. A partir de entrevistas a siete trabajadoras sociales, se analizó el lugar de lo religioso en su desempeño profesional para conocer su concepción sobre el deber – ser de la familia hoy. Un cierto tipo de religiosidad hace parte de un discurso organizador de la vida privada que trasciende a lo público, pues se supone que evita el desorden, el conflicto y la desviación de lo normativo, que prevalece sobre los derechos individuales. Urge reflexionar sobre las implicaciones de estos argumentos y transformar la mirada a la diversidad sexual no sólo al tomar decisiones profesionales sino al hacer una intervención social incluyente y responsable.