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Teatro : Segunda función optorámica a beneficio de los pobres socorridos por la sociedad de San Vicente de Paul

  • Autor
  • Año de publicación 1864
  • Idioma Español
  • Publicado por [Colombia]
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
Farrand C, "Teatro : Segunda función optorámica a beneficio de los pobres socorridos por la sociedad de San Vicente de Paul", -:[Colombia], 1864. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2167466/), el día 2025-05-19.

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Bodas de sangre

Por: Federico García Lorca | Fecha: 10/08/1901

@;"' ~"<9-~ ~ Bogotá, 10 de Agosto de 1901 cet. +----cr--f)i' ~i._ ----e-+ ~t ~oletín !Hitar d t 1 b' i ¡ i Organo del Minist•rio de Guerra y del E;é:ci\: on¡ Ja 1 1 J'VVVVVVVVVVVV'A ~' ;;; DIIUCTOR JO 1101\.0ilEM = ~ Franciz;:o J. Vergara y Velaaco •.1-t ~ 1 Oeuml do '"''"'"•'· ~.::· S<>ciodarl., Ci"W .. u -~ 'f on colaboradom de t te r~riódico los Jtrtt 1 Oficialta dtl Ejirwt ----- DECRETO NUMER 8ó2 DE 190 r (I DE JULIO) P'>r el cual s~ hace un nombramiento 8.7 1 pz"ctjwnidmlt dt /(z Rtpúlh'ca, enctzr. radc dd P1dtr EjuuHvo, Artículo único. 6mbra e Comi ario Pagador <.le la 3 ... Divi­sión del Ejército ,n opera ion s sobre el Tolima, al ._r. D. Jo~é !vfaría E cobar, asimilaclo á Coronel I ara los fcct s fisc:alc . Comuníquese y publfques . Dado en Bogotá, á r8 de Julio de 1y01. JO E MANUEL MARROQUlN El Ministro de ucrra, JosÉ VrcE ... t'E ONOIA DECRETO NU:t-.1ERO 872 DE 1901 (20 DE J LIO) por el cual e llama al servicio activo á un Jefe y :,e le dtslina El Vzáprt.ltdmlt dt la RepltbNca, wcargado del Pcdtr EjteultVI, DECRETA Artículo único. Llámase al servicio activo al Sr. General Ole- TOKO JI-1 1 Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eotetin !nilitar be ~oiombia '- 162 _) rario Ferreira, y nómbrasele Gobernador militar de la plaza de Honda. Comuníquese y publíquese. Dado en Bo2"otá, i 20 de Julio de I90I. JO~E MANUEL MARROQUIN :11 Ministro de Guerra, josi VICKNTK CoNCKA DECRETO NUMERO 878 DE 1901 ( 2.2 DE JULIO) por el cual se confiere un ascenso El Vzápresidente de lct Repz¿blz'ca, encargado del Poda· E.Juult'vl, DECRETA Artículo único. Asciéndese á General en Jefe del Ejército de la República al de Division Sr. Diego de Castro. §. Dése cuenta de este ascenso al Senado, en us sesiones próximas, para los efectos constitucionales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 22 de Julio de Igül. ]OSE MANCEL MARROQUIN El Miniitro de Guerra, jo x VJCK. 'TE CoNCHA. DECRETO NUrviERO 883 DE 1901 (22 DE J '1.10) por el cual se hace un nombramiento El Vzápt·estamle de la Repúbhw, tncargado del Podn · .E.fecult'vo, DECRETA Artículo único. Nómbras·c Habilitado de la Compañía suelta de Quipile al Sr. Juan Paulo L. VeJa, asimilado á Capitán para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 22_ de Julio de 190f. ]OSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, Jo & VICENTE Co~CHA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 13otetin lntiibu be €olombi• '- 163 _) DECRETO NUMERO 884 DE 1901 (22 Dlt JULIO) que refunde la tropa del BalallJn Co!,mbia en el Bota/Un C•n•l El Vüepre.n'dmil dt la Repúblz'ca, encargado dli Podtr Ejuult'v#, DltCIRT.A. Artículo único. Refúndese la tropa del .Bala/Ión Ct (24 DE JULIO) obre servicio médico obligatorio El Vt'apresüimü de la RepríbHca, encargado dtl Podtr Jljuuliv1, CONSIDERANDO Que el · ramo de Sanidad en los Hospitales y Ambulancias castrenses es un accesorio del servicio militar, y así como éste es obligatorio á todos los individuos que estén en aptitud de llevar armas, el de sanidad también debe serlo á quienes sean aptos de prestarlo; Que hay en varios lugares de la República hospitales donde es insuficiente el personal de Médicos y Practicantes destinados á ellos, por ser creciente la proporción numérica de los enfermos, con motivo de las epidemias que están azotando el suelo colombiano; y Que en el grtmio de Médicos, Cirujanos y Practicantes, pocos son los que ofrecen con voluntad su contingente para secuir lo¡ movimientos de las tropas en campaña, 6 para cambiar siquiera precariamente su residencia á. lu2'ares ocupados por guarni ~ iones, DECIET.A Artículo único. Desde la publicación del presente Decreto y hasta que se restablezca el orden público, es obligatorio á todos los Médicos y Cirujanos colombianos, y á los Practicantes, prestar loi servicios de su profesión en el Ejército cuando sean requeridos para ello por cualquiera autoridad civil ó militar, so pena de ser considerados y tratados como hostiles al Gobierno. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 24 de Julio de 1 go 1. JOSE_MANUEL MARROQUIM El Ministro de Guerra, JosÉ VICENTE CoNCHA Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o[etin ~ilitar be ~olomóia '-- 164 _; DECRETO NUMERO 892 DE 1901 (25 DE jULIO) por el·cual se hacen dos nombramiento El V~epresüimte de la Repúblzca, encargado dtl Poder Ejuulz'v#, DECRETA Artículo único. N6mbrase al Teniente Coronel Guillermo Gon­¡ ález T. Ayudante general de la Comandancia en Jefe del Ejército expedicionario sobre el Occidente de Cundinamarca; y Destínase al Sr. Jesús M. Vargas al puesto de Habilitado del Cuartel general del mismo Ejército, con la asimilación de primer Jefe de Cuerpo para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 25 de Julio de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN 1 Mini tro de Guerra, JosÉ VICENTE CoNcHA DECRETO 1-UMERO 902 DE 1901 (26 DR JULIO) or el ual se hace un nombramiento .El Viuprtsidmle de la República, mcargado dtl Poder :E}uull1J1, ))l~CRETA Artículo únic . Nóm rase Habilitado del .Escuadrón Hcrrán al Sr. Manuel de J. Zapata, asimilado á Capitán para los efectos fiscales. Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 26 de Julio de 1901. JO E MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, JosÉ VICENTF. Co. ·cHA DECRETO NUMERO 912 DE 1901 ( 26 DE JULIO) que elimina el Cuartel general de la 8.a División El Vzápr1Sidenle de la República, mcargado del Poder .EjecuHvo, CONSIDERANDO Que á excepción del Batallón Cedaio, los demás Cuerpos que formaban la 8." División han sido agregados á otras Divisiones, y es, por tanto, innecesario que continúe existiendo el Cuartel gene-­ral de ella, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~otetin !Jliritar be ~o!omóia '- t65 _) DECRETA Art. I. o Suprímese desde hoy el Cuartel general de la 8. a Di­visión del Ejército. Art. 2.° Concédense Letras de Cuartel y licencia indefinida á los Jefes y Oficiales del Cuarte! general de la misma División que quedan excedentes; y Art. 3. 0 Incorpórase el Batallón Ceddio á la I .a División del Ejército. Comuníquese y publíque e. Dado en Bog·otá, á 26 de Julio de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Guerra, Jo 1~ VICENTE CoNCHA DECRETO NUMERO 937 DE 1901 (29 DE JULIO) por el cual se llama un General al servicio acti,·o y se le destina .1!.'/ Viaprest'dttzlt. de la Repúbhca, azcargado dd Poder Ejecult'vo, DF.C.RET~ Artículo único. Llámase al servicio al Sr. General ~.foiséii He-r ra, n 'r br s le o er a o· il' ar. de l l .a d irar o . Comuníquese y publí ues . ado en Bogotá, á 29 de Julio de 190r. JO E MANUEL MARROQUIN El Mini tro de Guerra, JosÉ VrcF.NTE ONCHA DECRET NUMERO 945 DE rgo1 (31 DF. JULIO) sobre aumento tic sueldos á los empleados ci\'ile. El Vt'ctptnr'dtnlt de la Rtpt'tbl/ca, mcargado dd Poder Ejeculzv,, En uso de su facultades constitucionales, y CONSIDRRANDO I . 0 Que el actual estado de sitio en que se halla la República exige mayor trabajo á las Oficinas públicas para atender debida­mente al restablecimiento del orden; 2. 0 Que el alza indefinida en el precio de los artículos de primera necesidad ha establecido enorme desproporción entre el valor de los sueldos asjgnados á los empleados civiles y el de eso¡ mismos artículos; y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~oldin !nititat be G:olombid L r66 __; 3. 0 Que tal deficiencia ~-~n la remuneración de los empleadoi ha sido causa de abandono de varios destinos, lo que produce po­sitivo trastorno en la administración pública, con perjuicio eviden­te para el restablecimiento del orden, DECRETA Art. I .0 Desde el 1.0 de Julio corriente los empleados civiles aacionales gozarán de un aumento de sueldo en la siguiente pro­porción: 100; Los sueldos no mayores de $ roo mensuales, en un 70 por Los de 1 IOI á$ 200, en un 6o por 100; Los de 201 á $ 300, en un 50 por 100. Los de 301 á $ 400, en un 25 por roo. Art. 2. 0 .No gozarán de este aumento los siguientes empleados: El encargado del Poder Ejecutivo;. Los Ministros de Estado; Los del Ministerio público ; Los de la Junta de Emisión; Los de la Sección s: del Ministerio del Tesoro; El Pagador Central ; Los que tengan sueldo de $ 450 ó más mensuales ; Los que reciben sus sueldos en oro 6 en plata; y Aquellos cuya asignación haya sido fijada 6 aumentada con posterioridad al 17 de Octubre de 1899 y estén gozando de au­mento en la actualidad. Art. J. 0 Tendrán derecho al aumento de que trata este De­creto: Los Jefes de las ecciones 2." y 3.", el Oficial 2.0 de la 1." y el Cajero principal de la s: del Ministerio del Tesoro; Los Jefes Civiles y Militares de los Departamentos, con e.·- cepción del de Panamá, que tendrán el 50 por roo de aumento: Los empleados subalternos de la Pagaduría Central ; Los Subdirectores de Telégrafos y de Correos; y El Administrador y el Superintendente de este último Ramo. Art. 4. 0 De los empleados comprendidos en el Departamento de Justicia, sólo gozarán aumento de sueldo lo5 Magistrados y em­pleados de los Tribunales de Distrito Judicial y los Juzgados Su­periores y de Circuito con residencia en las cabeceras de Distrito Judicial. Este aumento será de 20 por roo, sea cual fuere su re­muneración actual. Art. 5. 0 Ningún empleado civil puede percibir del Tesoro nacional más de un sobresueldo; los que tengan asignado más de uno, tienen derecho á optar, de una yez y defir.itivamente, por uno solo, cuando la concesión haya sido otorgada por Ministerio dis­tinto del ramo á que pertenezcan. Art. 6. 0 Declárase incluída en el Presupuesto de Gasto de 1901 y 1902 la partida de S 550,000 que se calcula como necesa­ria hasta el 3 r de Diciembre del presente año para dar cumplí- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~oietin !Jtititat ~' io(om~ia \..._ 167 _) miento al presente Decreto; pero el Poder Ejecutivo podrá dispo­ner que de esa fecha en adelante continúe surtiendo sus efectos, si no hubieren desaparecido las causas que lo motivan, caso en el cual se ampliará el crédito correspondiente para el resto del bienio. Art. 7. 0 Suprímese el destino de Subtesorero de la Tesorería genera) de la República, creado por Decreto legislativo m1mero 226 (bis) del presente año (31 de Mayo). Comuníquese y publíquese. Dado en Bogotá, á 3 r de Julio de 1901. JOSE MANUEL MARROQUIN El Ministro de Gobierno, GuiLLERMo QuiNTERO C.-El Ministro de Relaciones Exteriores, ANlONIO JosÉ URIBE-El Ministro de Ha .. cienda, encargado del Despacho de Instrucción Pública, MrGU!L AnAnlA MÉ. ·nEz-El 11inistro de Guerra, JosÉ VrcENT.E CoNCHA­El Subsecretario del Ministerio del Tesoro, encargado del Despa­cho, JosÉ M. CoRDOYEZ M. NUEVO MINISTRO DE GUERRA RtpúbHca dt Colombia-Mzizislen'o de Guerra-Secció1z I."- Cz'rcu/ar mímt' ro ... - Bogold, 5 de Agosto de I90I . ñor ... . Tengo el honor de comunicar á usted que hoy me he encar­gado de la Cartera de Guerra, puesto para el cual fui nombrado en propiedad por el Excmo. Sr. Vicepresidente de la República, encargado del Pmler Ejecutivo . . oy de usted atento servidor, PEoRo NEr. ÜSPINA 1 LA DIRECCION DE LA GUERRA i:XPO ICIÓN SUCINTA DE SUS PRINCIPIOS Y MEDIOS DE EJECGCIÓN, 1'0& , EL Gl<: •• ERAL COLMAR BARON VO!'l DER GOLTZ (Traducido para el Bo!dl11 fifilitar) Continúa La ofensiva táctica muestra todavía más claramente que la. ofensiva estratégica el fin común. En tanto que predomina la segunda, apena~ se puede supo­nerla \·iendo las dispo iciones que toma el jefe; en la ofensiva Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o(din !Jlilitar be ~o(ombia L 168 _;) táctica todos ven el punto en m1ra, y esto disminuye el·peligro de que algunas fracciones se aparten por error en el curso de la lucha. En la ofensiva táctica, la sorpre a constituye un factor más enérgico que en la ofensiva estratégica, porque el enemigo dispone de menos tiempo para corregir y reparar los errores que su falta de previsión y de perspicacia le hayan hecho cometer. En la ofen­siva táctica también se dispondrá de los medios especiales de ata­que, que consisten en abordar al enemigo por varios lados, en en.­volver una de sus alas ó las dos á la vez, en colocarse simultánea­mente sobre el flanco y la línea de retirada del defensor. Una ventaja muy seria que ofrece la ofensiva táctica es que á medida que van acentuándose el movimiento y la percepción del punto en mira, despiertan la concentración de los fuegos. Los gran­des alcances, sobre todo el de la artillería moderna, permitirán aun á tropas que no hagan parte de aquellas que realmente atacan y que no hayan avanzado con ellas, contribuír hasta con su fuego á la decisión del combate. En fin, la ofensiva táctica tiene también 1a ventaja de escoger el punto en donde llevará á cabo su deci ión, y aún más que por la ofensiva estratégica, la victoria le está asegurada desde que sobre el punto escogido por Ella, obtenga un triunfo decisivo. Más toda vía que en la defensiva estratégica, la posición del defensor formará en la defensiva táctica un todo que se encontrará roto en sus bases desde que se destruya una de sus parte ó simple­mente ·e rompa su enlac . La derr >ta de una de las ala , el hecho de dejar cortar uno de sus flancos por 1 adversario, decide habi­tualmente de la suerte d la jornada. V e m os también que el de­fensor retrocede y se repliega cuando ólo un cuarto de su posición ha sido cortado, en tanto que el ac metedor r chazado n los tres cuartos e:._ su frente, triunfa del todo, porque· obtiene la victoria en el último cuarto de la lín ea . E to fue lo qw· ~ 'ontenció e1 18 de Agosto de 1870 en Gravelote y n St. Pri ·at. La vía de penetra­ción natural, que conduce al punt .1 donde ti ne lugar el choque sobre la línea de batalla ncmi()'a, st' muestra á t oda las fracciones de las fuerzas acometedoras; la oo¡ ración, la combinación de todos los esfuerzos, es la consecu "n\·ia de la marcha, del curso de la acción. La impulsión moral qu -.! rl ulta del triunfo hace que el golpe dado por una fuerza tC!Jag·a un ,·alor considerable. La ofensiva táctica, por !)U naturaleza misma, tiene puntos dé­biles. La primera causa de ' debilidad estriba para ello en el mismo movimiento de avance. El acom tedor, antes de alcanzar á la lí­nea enemiga, pierde por causa de la fatiga n la marcha, una parte de sus fuerzas. E ta pérdida de fuerzas puede ejercer una influencia capital si la tropa después de haber llevado á cabo una larga marcha para llegar al campo de batalla, tropieza en el te­rreno con obstáculos insup rabies que tiene que vencer, como suce­dió á una de las brigadas de la divivisión Schwatzkoppen el 16 de Agosto de 1870. Muchos soldados agobiados y exhaustos caye­ron en las manos del enemigo, al cual no pudieron oponer la me­nor resistencia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. tJo[etin !JHritat be ~o(ombia '- I6g __) Otra causa de debilidad, sumamente grave, es que durante el movimiento de avance se vea uno obligado á suspender el fuego casi totalmente ; por cierto tiempo el acometedor está expuesto á la acción de los fuegos enemigos, sin poder responder. Además, necesita, en su marcha de avance, renunciar á apro­vecharse de los abrigos que ofrece el terreno. Estos dos hechos combinados son causa, de ordinario, de que el acometedor sufra pérdidas mucho más considerables que el defensor, hasta el mo­mento en que él haya cortado la línea enemiga. La mayor parte de las vece no se podrá restablecer la balanza sino después de este primer triunfo, y el defensor sufrirá, á su turno, pérdidas superiores al adversario, quien se habrá puesto en movimiento y sentirá do­blemente los inconvenientes de este movimiento, que será. retró­grado. Otra causa de debilidad para la ofensiva táctica, es que va unida á un asunto de tiempo. De ordinario -s prcci~o que la tarea se desempeñe en el mismo día. Una batalla que queda indecisa, se transforma frecuentemente, al ponerse el sol, para el defensor, en batalla ganada; para el acometedor, en batalla perdida. Si la batalla de Grave lote t. Privat se hubiese librado en día de invier­no, es má que probable que los France e hubie en salid vence­dores. Si poco después de la toma de Saínte- Marie-Au --Chenes, hubiese sobrevenido la noche, extranjero. La defensiva encontrará au,·iliares en los habitantes, auxilio que serán un gran socorro, principalmente en cuanto al sen icio de no­ticias y para el abastecimiento de sus tropa . D ordinario tendrá también á sus órdenes toda la administración de la zona que cons­tituye el teatro de operaciones, y e e per-onal pu de prestarle grandes servicios para ayudarle á acantonar y alimentar el ejér­cito, á reparar sus pérdidas, á preparar y organizar lo tran por­tes de grandes masas de tropas.- Conlz1nía. • Lo contrario no c;e verifica sino cuando los do artido~ di ponen de re-cursos materiales desproporcionado , como en la guerra de Secesión. Una de las condiciones e: enciales pario1. el éxito final de la defensiva estratégi~a, es estar en capacid~d de poder sostener la fuerza por un tiempo suficicnttmente largo .. i u puede, st no falta este elemento de fuerz), es prub1.ble el triunfo definitivo. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eoteHn !nHitar be ~otombia '-- 173 _; • REGLAMENT() MEXICANO PARA EL SERVICIO DE CAMPAÑA ( Contimla ) Dirigir las pequeñas secciones de ingenieros ó zapadores que para reparar los malos pasos le hayan destinado, pudiendo obli­gar á este trabajo, en defecto de aquéllos, á los paisanos, carrete­ros, arrieros y soldados que vayan con los equipajes. Prohibir y vigilar que individuo alguno del ejército destine para sí, como guardia particular de su equipaje, á ningún soldado, cabo ó sargento. Impedir que los carros ó acémilas se carguen en el camino con objetos particulares de las tropas, aumentándose el peso pre­venido para las acémilas ó carros. En general, los trenes de los batallones, regimientos, Estados 11ayores y Cuartel general, marcharán á retaguardia de la colum­na, escalonados en el mismo orden que las unidades á que pertene­cen y en esta forma: Para tm balallón (l regt'mú:nlo- Vívere~ . n carro ó acémilas. Equipaj - .,n arros ó acémilas. Efecto . Para ww bngada-Acémilas ó carruaj s del Estado Mayor. Acémila ó carruajes de lo batallone , en el orden antes indi-cado. /{zra tmtz Dt'vúz'ón-Víveres para un dfa, del Cuartel general. Acémila 6 arruajes del 'eneral en Jefe. Acémilas ó carruajes del Estauo Mayor de la División. Acémila ó carruajes del Estado Mayor de artillería. Acémilas ó carruajes d 1 Estado Mayor de ingeniero . Acémila ó carruajes del per onal sanitario. Acémilas ó carruaics de la admini traci6n. Acémilas ó carruaj : del preb ste. Acémilas <) carruajes con ·ívere de r .... serva del Cuartel ge­neral. Para 1111 cuupo de tjúctlo-Víveres para un día, del Cuartel eneral. Acémilas ó carruajes del General en Jefe. Acémilas ó carruajes del Estado Mayor del cuerpo de ejército. Acémilas ó carruajes del Estado Mayor de artillería. Acémilas ó carruajes del Estado Mayor de ingenieros. Acémilas ó carruajes del servicio de sanidad. Acémilas 6 carruajes del servicio de administración. Acémilas 6 carruajes del preboste. Acémilas ó carruajes con los víveres de reserva del Cuartel 2'eneral. Las órdenes para la reunión y partida de los equipajes, se da­rán por el Estado Mayor al comandante de los equipajes; y á lo5 conductores de los trenes de división, brigada, &c., por los Estados Mayores respectivos. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eoldiK !Jtil\iu be 50"'tMÍ4 \._ 17-4-' Los equipajes del Cuartel general podrán llevar una escolta, si así lo ~dena el Estado Mayor. Los de las divisiones, brigada' y batallones serán cuidados por los conductores de los carruajes y por los hombres que por al~una circunstancia no tuvieren destino en las filas. · La gendarmería sólo se empleará en los equipajes como fuer­za de policía y no como escolta. 66. Parques y convoyes-Los parques y convoyes formarán iempre columnas separadas. Las diferentes subdivisiones de los parques y convoyes esta­rán mandadas, respectivamente : El parque de artillería, por el oficial superior del parque del arma. El parque de ingenieros, por el oficial superior del parque del arma. El grupo de hospitales de campaña, por el médico de mayor categoría. Los convoyes, por los j fes uperiores del servicio de admi­nistración. Las panaderías de campaña y servicio de ubsistencia y ga­nado d~ reserva que pertenezcan á los convoyes, por el oficial 5uperior del tren de transportes militares, ó por el jefe de la es­colta si éste es superior en categoría á aquél. Cuando se reúnan en una sola columna los parques y convo­yes de las diferentes armas, y no se haya designado por la upe­rioridad quién deba tomar el mando, lo tomará, en lo relativo á la dirección general y policfa en la marcha de la columna, el jefe militar de mayor categoría, con excepción de los jefes de los ser­vicios de sanidad y administración ; á igualdad de categoría, el más antiguo de los jefes mencionados tomará el mando con iguales excepciones. En general, los parques y convoyes de un cuerpo de ejército se agruparán en varios escalones ó formarán varias columnas dis­tintas. Estas colu:nnas ó escalones irán á las órdenes de jefes es­pecialmente designados para ello. La orden de movimiento para cada columna de parques ó convoyes, determinará el itinerario y el orden de marcha de las distintas subdivisiones 6 escalones; indicará la hora á que de­berá ponerse en camino la cabeza de cada subdivisión ó escalón. Cuidarán los convoyes, destacamentos que entrarán en la com­posición orgánica de cada uno de ellos. Cuando las circunstancias lo exijan, se les podrán dar escoltas especiales. No deberán marchar con los parques y convoyes sino los ca­rros ó acémilas reglamentarios; cada jefe de escalón ó subdivisión ~e asegurará trecucntemente de ello, así como de que ningún carro ó acémila lleva más objetos que los de la carga que le corresponde. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. &lriiK !7hntar ~t €owMbia ~ 175 ~ TITULO VI Es 1 a e ,·o n lz m i t n 1 o CAPITULO I-CONSIDERACIONES GENERALES 67. Las tropas en reposo acantonarán, acamparÁn 6 viva­quearán. En el primer caso, se alojarán total ó parcialmente, en pue­blos ó lugares habitados, cuyo conjunto toma el nombre de acan­tonamiento; en el segundo, se establecerán por más ó menos tiem­po, en despoblado, abrigándose en tiendas ó barracas. Cuando las tropas reposen á la intemperie, el estacionamiento toma el nombre de vivac. No deberá adoptarse esta última forma de estacionamiento sino como excepción en casos extremos de combate inminente, 6 cuando las circunstancias oblig•1en á tener las tropas muy agrupa­das y á la mano del General en jefe. Por regla general, se deberán utilizar loi pueblos y lugares, y siempre los abrigos de toda clase, especialmente ¡Jara las tropas montadas. Ordinariamente, la instalación de una tropa en campaña com­prenderá, á la vez, lo tre medios: por ejemplo, el grueso de una columna acantonará; sus destacamentos y avanzadas acamparán 6 vivaquearán. Las disposicione sobre el tiempo, modo y lugar en que haya de estacionar un ejército, corresponderán al General en jefe. Den­tro de aquéllas, los Generales comandantes de cuerpos de ejército, de división, de brigada ó de sección y los de columnas sueltas, se­ñalarán las localidades que deberá ocupar cada tropa, así como los pormenores y advertencias que en cada caso convengan al más pronto y puntual cumplimiento de lo dispuesto por la superioridad. En todo estacionamiento deberá evitarse la aglomeración excesiva de fuerzas, subordinando, siempre que se pueda, las exi­gencias tácticas á las de comodidad é higiene. Cada jefe de tropas repartirá la zona de estacionamiento en­tre las unidades colocadas bajo sus órdenes. Lo¡ Generales en Jefe de ejército, cuerpo de ejército 6 división, fijarán los emplazamien­tos de los cuarteles generales de las unidades que les estén inme­diatamente subordinadas. 68. Se llaman castrametadores los individuos encargados de preparar un campamento, acantonamiento 6 viYac. El grupo de castrametadores de un batallón ó regimiento se compondrá del ayudante, un sargento y cuatro hombres por cada compañía 6 escuadrón; el de un cuartel general de ejército, cuer­po de ejército, división ó brigada, de un oficial con las clases y soldados necesarios. La composición de estos grupos podrá modi­ficarse, según las circunstancias; en general, se reforzarán con fracciones destinadas á constituír la guardia de prevención del acantonamiento, campamento 6 vivac. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~otetm !JlHitat ~e lotom~ic '- 176 _¡ Cuando se deban concentrar varios cuerpos de tropas en un mismo acantonamiento, el conjunto de los grupos de castrameta­dores irá mandado por el más antiguo de los ayudantes; sin em­bargo, si formare parte de los grupos de castrametadores el de un cuartel general, el oficial de Estado Mayor, jefe de este grupo, to­mará el mando en igualdad de categoría. 6g. Acanlonamz"tnlos-La disposición de conjunto de los acan­'< lnamiento · que deb rán ocuparse, dependerá de la situación tác­tica, de la marcha del día y de los proyectos ulteriores del Gene­ral en Jefe. Será ventajoso muchas ve.;es hacer acantonar las tropas en profundidad, á lo larg-o de los caminos que sigan y por los que han de continuar su marcha al día siguiente. A gran dis­tancia del enemigo, los acantonamientos podrán extenderse de manera que procuren á las tropas buenos abrigos; cerca del ene­migo, los acantonamientos serán más cerrados. En cada localidad ¡e podrán utilizar todas las superficies techada , pero nunca se obligará á los ha itantes á dejar los cuartos y camas en que ten­gan costumbre de dormir, para darlos á los oficiale y tropa, ni se les exigirá nada má de lo que las tropa estén autorizadas para pedir. 70. Prtparaáón del acanlom1m z~nlo-Al llegar á la localidad en que una tropa deba acantonar, el grupo de ca trametador s e dirigirá inmediatamente á la antoridad política, cuyo concurso so­licitará el jefe del grupo; á falta d e e ta autoridad, r unirá con el mismo obj e to á tr _ de los vecinos más caracterizados; en se­guida, este je fe, en vista del acuerdo celebrado, 6 por u propia autoridad, si se le niegan los alojamientos, procederá á repartir el acantonamiento entre las compañías, escuadrones ó baterías, ha­ciendo que sus ubordinados tomen los datos que para el efecto sean necesario ; fijará el lugar en que ha de situarse la guardia en prevención, el lugar en que deban establecerse las acémilas, y reconocerá 6 hará reconocer los abrevaderos y lu~ares en que la tropa pueda:tomar agua y lavar su ropa. Cada sargento reconoce­rá las casas en la parte de acantonamiento que se le ha asignado, y en cada una de ellas señalará, por cualquier medio, el número de hombres y caballos á ~ue cada una está destinada y la fracción á que pertenezca. En los alojamientos destinados á jefes ú oficia­les, se inscribirá el nombre y categoría de los que han de ocupar­los. Cuando deban acantonarse varios cuerpos en una misma loca­lidad, el jefe de los grupos de castrametadores hará el reparto entre los diversos cuerpos y servicios, teniendo en cuenta las nece­sidades de cada uno de ellos; si algún cuartel general debiere instalarse en la localidad, escogerá con cuidado el local que se le ha de destinar. Las regla~ principal s :í que d eh Prá sujetarse todo oficial en ­cargado de la preparación de un acantonamiento, son las siguien­tes : apostar centinelas en las salidas del acantonamiento, para la vigilancia y para evitar, en caso de que la proximidad del enemigo lo exija, toda comunicación de los habitantes con el exterior. Ase­gurar á cada unidad ó servicio una zona que limitará con el mayor Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. eo(din 511i1itar be toloml>ia '- 178 _) solo, al modo de esos templos maravillosos cuyas vidrieras policró­micas encierran la medula de cien generaciones. De igual suerte, el automóvil es la peno.a integración de los esfuerzos, y como idea, como tend ncia, tiene un abolengo se­cular que el ilustre conferenciante historió sumariamente con la dicción Jara, suelta y preci a que le distingue. Al ~iglo xv se re­montan los primeros vcstigi s del mecanismo automotor, atribu­yéndo e su concepción embrionaria al talc:nto univ rsal de Leonar­do de Vinci. Pero este intento, y otros acometidos hasta lo hábiles trabajos del ingeniero Vaucanscn, deben considerarse tan sólo como una vidente aspiraci6n, cerno un germen que no podía des­arrollarse mientras no vinie e á fecundarlo la fuerza motriz del vapor. Al advenimiento de e ta forma de la energía suc d n las primeras tentath·as serias, y ap na albon·a la máquina de vapor, se ve al automóvil tomar cu rpo en l fardicr de Cugnot. Y aquí el Sr. Man·i n< uentra coyuntura para repetir lo que ya observó en u primera 1 (( i 'n, á .al r: que la n ilic·a C!:l factor principalísimo d 1 pr gT so; 1uc la hLtoria de la gu rra la his­toria de la civilización · que las arm<:: , 11 ct rna busca d l temple mejor, han atizado i mpr'"' la fragua de Prom t o, y que el filo de la pada ha servido m u has v ce . para rasgar se velo miste­rioso que recata los pechos fe undo de la madre Naturaleza. L El automóvil, como la lo omotora, se deben al brazo mi-itar orque se d b n á José Cuo ncA, Of~cial de Ingenieros del ejército francés, que en 1769 n. tn1yó ,¡ primer carruaje movido por el vapor d agua y de tinado á circular n caminos rdinarios como transporte de artillerfa. La ¡,ruebas oficiales fuer n ~atis­factoria., bien que para corr gir algunos defectos del carro se devolviese á su autor, el cual hizo un s gundo modelo que no pros­peró á causa de la caída del Duque de Choi ul, :Ministro de Gue­rra, y también por los trastornos políticos de aquella época. El vehículo estaba reducido :\ un bastidor de madera que cargaba sobre tres ruedas, dos traseras y una delantera, provistas de resal­tos para aumentar la adherencia con 1 terreno. La última recibía el movimiento mediante dos cilindros alimer tados por el vapor de na misma caldera. u A pesar de los inconvenientes debidos á la escasa vaporiza­ción, á b falta de tiraje y á la tosquedad de los órganos transmiso­res, e t~· carro es el verdadero punto de partida del actual auto­móvil, y el mérito del autor descuella en toda u grandeza si se atiende rrl estado naciente ele la mecánica del vapor en el último tercio d c: l siglo XVIII. on el propósito de ha e r rcc.altar de idamente la importan­cia d aquel im ento, r seña el Sr. :Marrá la evolución de la apli­cacion s del vapor desde la eobp/!a de I Ierón de Al jan dría ( I 20 años antes de J. C.) hasta el carro de Cugnot. Aunque las obras de Aristóteles, Lucrecio, Leucipo y otros filósofos de la antigüedad contienen los gérmenes de muchas verdades que se reputan mo­dernas, es lo cierto que la fí ica de Arquímedes permaneció esta­cionaria durante algunas centurias, porque no eran estímulos pro- Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 58oldin militat be ~olombict \._ 179 _) píos á sacarla de su postración la ignorancia general, la necesidad de expatriarse para adquirir conocimientos, las preocupaciones que asendereaban la inteligencia, la falta de libros é instrumentos de enseñanza, y la vinculación de la sabiduría en el hierático misterio de los templos ó n el hogar de las familias que la conservaban á manera de mon f->Olio, de tal suerte que los filósofos pobres podían decir como Bia : "Todo lo traigo conmigo." Pasando á lo sio-los de la Edad Media, nota la fatídica ne­grura que en vol vía á la humanidad, el desprecio á las 1 tras, el carácter diabólico atribuído á las ciencias, y el corto número de camino , uni ·ersidades y e ntros instructivos que obligaban á los abios á ilu tra ~ e viajand con el bato al hombro y el espadín al lado, y á pr guntar, como Paracelso, á los anciano , á lo barbe­ros, á los · quiladores y á 1o verdugo . Recuerda la est~ril obse­ión de a ellos e r ·br s atiborrado~ de metafí ·ica, e. ·traviados n la o cun1 marañad ' una e coli ti ca tan sutil e m o infe cunda ; los, nll t atr el . a q ue lla t nive1· idad "' d nde e p . rdía 1 tiempo di cuti e nclo la fo rma el h. gracia. / aqu e llos sabios que tenían por la.b ratori la ¡·e ort del soplador, p or instrum nto .1 astrola­bio por métod la fórmula cabalíst ica, por aspiración la piedra filosofal,¡ or 1 y las -uerzas oculta , y por corías el horror al vacío, 1 flogísti~,; y la ac c ión catalftica. La id e a de qu lo que ·e escapaba de una va ija caliente era aire, su sis tió, pue ~ , hasta el advenimiento del método experim ntal que impulsó á la humanidad por la vía del progreso, haciéndola marchar pr cipitadamentc de conquista en conquista . ...,ícru las el Sr. rviarvád\:; de la primera y fundamental: el de cubrimiento de la presión atmosférica debido á Pascal y á Torricelli. De cribe la im­perfecta máquina de Huygens, aplicada en Versalles á la subida de aguas, en la cual los ga es de la pólvora movían un émbolo en el interior de un tubo, máquina que sugirió á Papín la idea de sustituír aquella fuerza e.·pansiva por la del vapOJ de agua· la bomba elevadora de Sa ·ery, concebida en vista de las ideas de Papín y u ada con éxito escaso en las minas de Inglaterra; la má­quina de Ne ~comen, con cilindro abierto por arriba, llamada at­mosférica porque la presión del aire impelía el pistón hacia abajo cuando el vapor que lo había Je,·antado, condensándose por medio de un chorro de agua fría, producía el vacío. Menciona la favora­ble acogida que tuvo esta máquina, y su empleo exclusivo durante sesenta años, los cuales transcurrieron sin que se pudiera corregir la deficiencia del úmple efecto, hasta que la invención de los termó­metros de Fahrenheit ( 17 14), Reaumur ( 1 730), Celsio ( 1741 ), y la teoría general del calor fundada por Clarck ( 1760 ), echaron las bases de la mecánica del vapor, sobre las cuales el genio de Vlatt levantó la verdadera máquina de aquel nombre, mediante la con­secución del doble ifecto, el regulador de fuerza centrífuga, el cilin­dro hermético, el condensador s~parado y demás mejoras que convirtieron un simple artefacto de agotamiento, en motor re~ular, constante y de aplicaciones universales. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~lettn !)'H(it,n ~· €olombia I80 J Estos adelantos completaban. la máquz1za fija, pero dejaban in­tactas las dificultades de la mdqu./na móvz'l, resueltos en principio por el solo esfuerzo de José Cugnot, lo que demuestra el relevante mérito de este Oficial francés, el cual habría llegado positivamente á un tipo de automóvil práctico, i Napoleón r, harto fiado en su ¡:-enio, hubtera prestado su apoyo al desvalid inventor. Continuando la historia del automovilismo, recuerda el Coro­nel 1Ianrá el ~co que aquél halló en Inglaterra, las tentativas he­chas por vVatt en I 784, el carro presentado pocos años de pués por Evans n Filadelfia, y los progresos que fueron engendrando la locomotora. h ·plica el antiguo ist ma de vía con bandas sa­lientes, al principio de madera y después ue hierro, u ado en In­glaterra para el transporte de materiales en las minas de hulla ; los primeros tipos de locomotora con ruedas dentadas para engra­nar en cremallera, evitando 1 patziwjt, egún las falsas id as do­minantes acerca de la adherencia, error d shecho por Blackct en 1813; la capital mejora introducida e n la cald ra tubular por h1arc eguin .en 182 7, q 1e p ·mitió 1 Yar la producción del va­por, y, finalmente, el tiro forzado, aprovechando aquél d pués de actuar en los émbolo , mejoras que p rmitieron á te h n ·on pre­sentar la locomotora Coheü, con casi todo los el mentos que cm­ponen la que hoy conocemos. Ilustrando las explicacion s e n gran e pía de figuras, igue la evolución del autornovili mo en e;} período de 1811-36, y obser­va cómo los mejorami ntos de la locomotora embargaron el inte­rés público, haciendo que el problema primitivo d ~1 carro camine­ro de vapor fuera derivando hacia las rfas férr a . Esto no obs­tante- dice-nuevo tipos vinieron á demostrar que no se abando­naba la materia. Des ríbe el de Griffiths (1821), el de Bur tall (1824), el de Gurney (1825), y algún otro, tímidas perfecciones del carro de Cugnot, los cuales, á pesar de us def ctos, permitieron instalar servicios de viajeros entre Glócester y Cheltenham, y otrél líneas de Inglaterra. Pero el automóvil e taba eriam nte amenaza­do; la opinión suge tionada por el triunfo del Cohete, le volvió la espalda; la locomotora se proclamaba soberana de la tracción, arro­llando á su paso la pesada galera, la torpe diligencia y el nacient automóvil. La ley hcomotz've act (1836), que imponía á éste limita­ciones de velocidad, precauciones estor osas y recargo tributa­rios, fue ya el golpe de muerte. Pero ni los hombres ni su leyes pueden torcer la índole de las cosas cuando éstas empapan la vital esencia del progreso. A despecho de todo, el automóvil, olvidado un in tante, resurge de · su propia virtualidad como el fénix de sus cenizas; se yergue de la mano de Lotz en 1856, entra en París ·1 año 1867, da el aldabo­nazo en las puertas de la Exposición universal, reanima sus órga­nos con el fluido eléctrico en 188 1, nutre sus entrañas con petróleo en I 886, y así, vigorizado con todos los específicos de la energía emprende su marcha triunfal y sale al encuentro de la gallarda locomotora para decirle: "Párate y sígueme."-Cotzlznúa (De la Revista t(mica dt Infautala y Caballeda, de Madrid). Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~ote titt !niiitcu be l:otombia '- 18~ ___) memorativa de: la campaña, la medalla militar, una citación, &c. ; esta esperanza le sostiene; sueña también con la alegría del regre­so; en estas condiciones, con tal que los víver s no le hagan de­masiada falta, que tenga vino, café y tabaco, las fuer7as morales se mantendrán; los cuidados que está obligado á tener con su equipo, u calzado y sus armas, los trabajos múltiples que repre­sentan la instalación y transportes diarios al ivac, t do e t 1 ocupa, le di trae, le impide soñar con otras co as. En tales momen­tos l soldado vive de la provi ión de alud qu\; tenía almacenada antes de su marcha, y durante te período el mejor modo d mantener la moral es asegurar con el cuidado más grande las dis­tribuciones. Se tiene, por otra parte, notado con mucha frecuen­cia que hay relativamente pocas enfermedad~.:s entre la tropas en marcha. Pcrv d S1)u é: d e un g rand e esfu r zo es cu ndo l período activo t rmina; ntonces se suspe nden las operacion de guerra para ¡ on e r las trop·1 · n reposo en 1 s campos, acantonamientos · pue t ; ese e s ·1 momento n que las e nf rmedade e declaran, y con tanto mi fu e rza y más iolencia cuanto es may r el haci­nami n to, e · decir, ue la aglomeración d e hombre. y caballos es má con siderable. En m mentes tales la iniciativa de lo que mandan tiene un ¡-ran papel que jugar, y e cuan o conviene no descuidar la apli­cación estricta d las regla de higiene recomendadas por la ciencia. Es preciso vigilar con gran cuidado el agua que se emplea en la alimentación. El agua potable es la cuestión capital; se debe evitar por to­dos lo medios posibles que no e a ensuciada por las deyecciones humana , inmundicia , detritu de ~oda clases, ni por la inmersión de adáveres, carroña<;, ni por el lavado de prendas de vestir, &c. Todas la inmundicia (ré:stos de anímate , &c.) deben ser incine­radas ó desinfectadas y enterradas lo más lejos posible de los punto de aguada, de suerte que las infiltraciones no puedan venir á contaminar el agua de los arroyos 6 cur~os de agua. i e des­cuida el cumplimiento de estas prescripciones, el agua que se con­sume llegará á ser bien pronto el ·ehículo de todas la nferme­dades. Supongámonos en invierno, en el período de stacionamiento en un campo ó puesto militar. El momento es el llamado á e tu­diar Jos medios que han de emplearse para manten r la moral dt.: los soldados, qu , dicho sea desde un principio, no tardará en er deprimida si éstos quedan completame nte deso upados; lo e n­cial s lograr mantenr-o rlo en cierta a r. tividnd sin producirle can ­sancio. Este punto es capitalísimo; s prcci o á toda co ta ocupar lo · hombres si se les quiere librar del spleen. En circunstancias tales no faltará á lo jefe ocasion es en qué hacer notar su ge¡,io orga­nizador. El hombre de guerra, el soldado, _ b·t·neralm nte lJu ·n y Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. t1~>tetin mlilltar be ' owmóia '- I83 _ _; e compadece de las le gracias del prójimo. Fuerte y vigoroso, experimenta la nece. idad de tomar al débil bajo su protección, párte voluntariament lo poco que tiene, alimenta á los pobres y no es raro verle adoptar un niño pobre abandonado y criarlo; sirva de te ·timoni el ejemplo dado por los soldados del 200°. Separado de u fe: milia, .xperimt::nta el soldado la necesidad de trasladar sus afectos i un sér cual uiera, tal e mo un perro, un papagayo, un mon ; los Oficial no deben oponer e á. .e tas adopciones; deben tolerarla , y aun m L, fomentarlas, cuidando de que la presencia de estos animllles n sea causa de molestias ó desórdenes. Puesto que las re 0 las de la higiene proscriben en los países itertr pica.! es el e:tacionamiento al sol y los trabajos penosos, fuer­za es vitarl , a í e mo también las siestas demasiado prolonga­das ; eh h ra~ on suficientes, de once á una por ejemplo ; las res­tante d-:. calor deberán ser empleadas en jugar, á la sombra, á lo bolo , á la piola, al salto, al lurmcqué, l·c. Dcspué , cuandu e cansen de esta distracciones, se puede reunir ~i lo olJ os .. no para enseñarle~ teorías que les aburren, sin para leerle diario 6 alo-una novela interesante ; este es un gén r d distraed 5n muy d su ao-radq. e nven rá también aprovechar la horas de calor, durante las cuales nadie trabaja, en adelantar el ensayo de canciones y piccecitas de t atro q e se representarán los domingos y días d fiesta; per com n 1 todos tienen aptitudes para presentarse en las tabla , se 'ejará á aquellos que carezcan de ellas que se en­tretengan en la confección de trajes, adornos, y en arreglar sus efecto , u ropa, sus armas, &c. Puede también ~ermitirse que jueguen á las cartas, á las da­mas, al domin' y e n preferencia á la lotería. L::t lotería, má de lo que generalmente se supone, tiene un atractivo particular; los bufones, al cantar cada número, lo acom­pañan de refle.·iones de un gusto más ó menos dudoso, pero que hacen reír á sus camaradas, y en campaña siempre es bueno reír. El hvmbre que ríe no se desmoraliza. La lotería tiene, además, la ventaja de permitir á los soldados indígenas, que en todos los países on excesivamente jugadores, tomar parte en esta diversión y aprender de paso á leer nuestras cifras. E.1 las cuchujlelas, como en los motes que acompañan al nom­brar cada número en el juego de la lotería, por inclinación natu­ral muestran la mayur parte de los soldados su preferencia por aquellas que s n soece . Es bastante difícil al oficial ocuparse de ello. Es sabido, cuanto más injuriosas, inmorales ó ridículamente idiotas son las canciones, más probabilidades tienen de é.'ito; es, sin duda, el gu to fin de siglo que se infiltra en el ejército como en cualquiera otra parte; si se quiere adquirir el convencimiento de ello, no hay má que entrar en un café-concierto cualquiera . ... in embargo, hay felizmente excepciones, y si entre los jefes y Oficiales hay quien tenga aptitudes especiales, podrá, en armo­nía con la circunstancias y acontecimientos que e desarrollen, Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o(din !Jlilitar be ~olombia '- 184 _) componer para la tropa, ya sea una piececita, ya sea una canción. Esto obtendrá buen éxito. Al fin indicado, algunos días antes de mi partida del r8. 0 , com­puse una canción que tiene por título La Malgache. Esta canción, que conocéis, era cantada con mucha alegría por mi compañía ; pero debo reconocer que si logró algún éxito (lo cual me decidió á hacerla imprimir), lo debió á los bellos sentimientos que en ella se expresan, sin que esté desprovista de sandeces y ligeras picar­días. ¡ Cómo ha de ser! ... Quien quiere el fin, quiere los medios; me propuse hacer cantar á mis soldados, y lo conseguí. (Aquí no he tenido tiempo que dedicar á tales asuntos). Desgraciadamente mi canción no tiene ya razón de ser; puede que tenga ocasión, cambiándole algunas estrofas, de adaptarla á otra situación. La última palabra no está dicha; 1 o ible es que vayamos á hacer conocimientos con los negros de la Costa de Oro y del !\1ar­fil, ó con otros-Conll'mía. • ME110RIAS DEL GENEP AL!'; 1~LO !vlORILLO (Cuntimía) R fE.'U .·x Al Excmo. Sr. D. Pablo Morill > Bogotá, 26 de Enero de 1821 Mi estimado amigo : He sabido con gran sati::,facción, que al fin ha logrado usted volver á su querida patria, para disfrutar allí del placer Yivo y puro de volver á ver el suelo natal y á su querida familia. Reciba mis felicitaciones por su fdiz vuelta á la Corte de :rvfadrid, e donde sin duda será recibido por el Gobierno de su ación como lo merec por sus en·icio y sacr'fki . l\1e ¡ ··omcto que usted contribuirá en mucho á poner en claro lo~ asuntos de la guerra en América, y que los informes que dé producirán algún resultado ventajoso para la desdichada provincia de Venezuela. Con pena manifiesto á usted que no he recibido ninguna co­municación en que se me participe su partida para Europa; sólo Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. '8o1din mliHtat be €olombia L 186 _; gencia la voz de Colombia, que pide su existencia política. . M. debe ver en la expresión de mis sentimientos lo votos más since­r0s de mi corazón *. Tenga la bondad, mi 'querido amigo, de ponerme a los pies de su ad )rabie esposa, y de aceptar los sentimientos de cordiali­dad con que m ~ repito su más adicto servidor. SUIÓN BO LIV AR I.ESU.MEN DE LAS NEGOCIACIO.'ES QUE SE EFECTUARON E.' 1820 ENTRl~ EL 1 o J::ICMOo SR. CONDE DE CARTAGE. A, GENERAL E.' JEFE DEL EJERCITO DE COSTA FIRME, Y SIMÓN BOLIVAR, PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE COLO fBIA ; POR D. ' 1 JOSE DOMLrGO DIAZ, SECRETARIO DE LA JUNTA DE CARACAS La Provincia de Venezuela, despu¿ de haber alcanzado, en tiempos más felices, un grado de pro peridad, de civilización y de opulencia que la nov dad de u descubrimiento no permitía esperar tan pronto, era presa de los horrores de la guerra civil ; u ruina entera parecía inevitable, cuando los aconte imicntos políticos que acaecieron en Madrid en el mes de Marzo de 1820, parecieron anunciar el término de su. mal s. Se habían proclamado ¡ rincipios constitucionales; ·1 Rey acababa de consagrar, por medio de su juramento, una nueva forma de gobierno que n1 dejaba pelextos á las declamaciones de los disid ntes; debíamos esperar que el genio del mal iba á hufr de nuestras riberas, ante el deb ·r huma­nitario tan nec sari en nuestras transacciones políticas. El día 6 de Junio, día que no se borrará nunca de nuestra memoria, fue designado para solemnizar ta grande época . . E. el Conde de Cartagena, G~..neral en Jefe del Ejército d~ la Co ta firme, acababa de recibir, con fecha del 1 1 ele Abril, una ordenanza real que le encargaba c.·presamentc trabaja e por to­dos su" medio n la pacificación de estas provincia ; con esta ordenanza venían in trucciones dictadas por la más gen "rosa hu­manidad, que probaban ha ta la última ,:idencia cuánto ·e preo­cupaba S. M. de la paz y de la tranquilidad de la l\1onarquía. La e.'tremada delicadeza de . E., y su ardiente deseo del triunfo, le sugirieron la idea de formar una junta de autoridades principales de la capital y de la provincia, pat·a estudiar y decidir de los medios de dar término á la empresa más importante que se haya formado n}lnca en inter~s de estos paíse . Tuve el honor de er nombrado Secretario de e ta Junta, y nunca olvidar-é ni los • Bolívar, aproYechándo e de la misión Cvntiada á. sus cmi Mios, asegur!\ haber dirigido al Rey \lna carta de felicitaci1\n pu su advmim1mf(J al trono dd amor y d~ la lty, carta por medio de la cual le suplica tscuclu co1t t'ltdulgmcia la voz de Colom',ia que pidt una exutmcia polltica. La lectura de e t~ pasajé puede dar una idea Yentajosa del que lo ha escrito; pero aquí B.Jlívar carecía de buena fe; y olvidando sus ofertas y su p:tlabra, rompió un armisticio acordado bajo los más solemnes auspicio o A lo cuarenta y tres días solamente de haber dirigido ~sta cnta al Rey, recomenzaba las hostilidade , y hacía pesar una vez más, sobre los desdichados habitantes de Venezuela, el azote de una guerra fratricida. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 'Botetin IDlHitat be ~oromóút \..._ 187 _J sentimientos de lealtad y de buena fe que animaban á sus miem­bros, ni sus sinceros votos por el restablecimiento de la paz. S. E. el Conde de Cartagena creyó en seguida, de su deber, dirigir el 17 del mismo mes el despacho siguiente al Gobernador de la MarO'arita y á los Generale y Jefe disidentes que se men­cionan: D. José Antonio Páez, D. José Francisco Bermúdez, D. Pedro Zaraza, D. Tadeo Monagas, D. Manuel Cedeño, D. Andrés Rojas, D. Domingo Montes, D. Mariano Montilla. El despacho es el siguiente : " Quizá los acontecimientos que se han sucedido en el mes de Marzo en la España europea, no son todavía conocidos por V. S. El Rey, siempre ocupado del bienestar de sus queridos súbditos, acaba de renunciar por propia iniciativa al poder de que sus pre­decesores gozaron por tre siglos; él ha JUrado cumplir la Cons­titución política de la 1-fonarquía, ancionada por las Cort s el 18 de Marzo de 18 I 2, y generalmente des ada por la Nación. Nin­gún soberano ha dado nunca prueba tan positivas de la sinceri­dad y de la rectitud de sus intenciones ; jamás un soberano ha­bía hecho un sacrificio más heroico en favor de sus pueblos. " La Península española ha prestado inmediatamente el mis­mo juramento, y las provincias de la E paña americana han se­guido este ejemplo en medio de las aclamaciones públicas ; una conducta tan noble aleja todo temor d ~ una guerra civil que pu­diera esperarse. Los periódicos que nvío á V. . le atestiguarán la exactitud d estos hechos. " entado en el trono constitucional d las E paña , el Rey, en medio de Jos numeroso é importantes trabajos que ocasiona un cambio de ley fundarnencal, ha vuelto sus miradas, desde los pri­meros instantes, hacia esta parte d us Estados que devasta una guerra nacida de la fatalidad de las circun tancias ó de un error de cálculo ; él ha visto de qué modo la reacción de lo partidos y el fune to espíritu de venganza ha eng ndrado los actos de cruel­dad y fomentado los odio ; él ha comprendí o que si no ponía término á esta guerra suscitada por erróneos principios, no termi­naría sino con la ruina de Venezuela. "Penetrado de dolor ante el aspecto de los males que aniqui­lan esta Provincia de ·u vasto reinos, 1 Rey, para calmar su pa­ternal corazón, ha querido abrir todos los tesoros de su benevolen­cia, y poner por obra todos los medios de restablecer la paz. Por esto, su primer movimiento ha sido dirigir á sus pueblos la procla­ma que V. S. encontrará adjunta ; en ella reconocerá la bondad y la moderaci6n que despertarán á ]a vez el reconocimiento de los súbditos de S. M. y la admiración de los pue los extranjeros. "El Rey no ha querido fijar estrechos límites á la generosi­dad de sus intenciones; me ha autorizado para tratar particular­mente con los Gobernadores disidentes, y para que me entienda con ellos para tratar de borrar hasta el recuerdo de los tristes su­cesos que se han cum¡.>lido. "Con el propósito de cumplir en un todo las intenciones de . 11. y de satisfacer mis propias intenciones, me dirijo hoy á las Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ~o(din mlilitnr be ~o(ombia L 189 _l en donde por causa de una hendidura del terreno, las capas afee· tan la forma de una gotera. La abundancia de las aguas depende dé la extensión del terreno que uministra el agua á la fuente. To­das provienen de las lluvia ó d 1 rocío que se deposita en lugares más altos; y cuando aparece una fuente en la cima de una monta­_ ña, basta echar un vistazo al r dedor para confirmar la existencia de terrenos más levantados, de donde ·e desprende. En los viajes subterráneos que el agua ejecuta de e te modo, disuelve una pequeña parte de lo cuerpos con los cuale se encuentra en contacto, at-ra. tra las partículas más ligeras que 11e­nan lo inter ticios de la capas más resi tentes. Por el frote conti­nuado largo tiempo, ga ·ta esa mi mas capas y forma allí va­cíos, abre canale , pequeño al principio, que se van ensanchando, e juntan y dan al fin raso á masas de agua más grandes. En el largo curs de los tiempos, los terreno má duros, los que ofrecen más resistencia al d t rioro, acaban por roerse á sí mismo , y agr ndado los canal e , dan nacimi ento á as fuent e s que causan asombro p r el volum n normt: d a

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Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año V Serie II Tomo II N. 6

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