• U e mbro d ~ Yariae e>ciedad a Científic as
Oficial -
DECRET .. UMERO 1299 DE 1901
(NOVIEMBRE 2 I)
por el cual se establece una contribución de guerra
El ViCepresidente de la República, encargado del Poder .E.fecullvo,
CONSIDERA rDO
1.0 Que no es conveniente hacer todos los gastos que exige
el restablecinaie nto del ord n público exclu ivamente emitie ndo
papel moneda de curso forzoso é in eresa acreditar la moneda
legalmente esta lecida or la Nación;
2.0 Que la justicia indica hace r recae r las calamidades de la
guerra, no por igual entre todos los ciudadanos, sino p e cialmente
sobre aquellos que han contribuído á fomentarla 6 la hayan
ayudado con sus simpatías, us inte r e se s 6 sus p e rsonas
DECRETA
Art. I . 0 Establéce e una contdbución de guerra ha ta de
once millones quinientos mil pesos (, • I 1 .soo,ooo), la cual, á juicio
del Gobierno, y por simple Decreto ej e cutivo expedido por el Ministerio
del Tesoro, podrá imponerse periódicamente si continuare
turbado el orden público. La contribución queda di tribuida entre
los Departamentos de la República, en la siguiente proporción :
TOHO 1-7
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Boletín Militar de Colombia
\..... 98 -'
Antioquia .............................................. $
Bolívar .................................................. .
Boyacá ............................................. ..... .
Cauca ............................................ ..... . . .
Cundinamarca ......................................... .
Magdalena ............................................. .
Panamá ................................................. .
Santander......... . .................................. .
Tolima .................................................. .
750,000
1.250,000
I.ooo,ooo
750,000
4 ooo,ooo
500,000
750,000
I .500,000
1.000,000
Total. .............. $ 1 I.500,ooo
Art. 2.0 Los Gobernadores de los Departamentos distribuirán
la contribución extraordinaria de que trata el artículo precedente,
entre los autores, cómplices, auxiliadores y simpatizadores de la
rebelión, y determinarán la manera de recaudada.
Art. 3. 0 Los empleados encargados de recaudar la contribución
de que trata el presente Decreto, serán auxiliados por las
autoridades civiles y militares para el desempeño de su cargo.
Art. 4.0 La contribución de guerra de que trata el presente
Decreto, podrá imponerse en oro ó plata en los centros comerciales
donde el Gobierno lo estime conveniente, y se consignará á voluntad
de los contribuyente , en una de dichas e pecies 6 su equivalente
en papel moneda al precio del cambio el día del pago.
Art. 5.° Cuatldo los Gobernadores e timaren conveniente que
la recaudación de la contribución e haga por un empleado especial,
y no directamente por los Administradores :le Hacienda nacional,
la consignación se hará siempre en la Oficina de Hacienda
respectiva, y el Recaudador aceptar~ en descargo del intere ado
los recibos que éste presente de la Oficina de Hacienda. Será
obligación especial del empleado recaudador la publicación inme diata
por la imprenta de lo que recaude, con >.presión cle los
nombres de los contribuyentes y us consignaciones.
§. Lo Gobernadores enviarán a l Ministerio del Tesoro todos
los documentos 1 elacionados con el cobro de la contribución. Este
Ministerio queda encargado de reglamentar por Resoluciones todo
lo relacionado con el presente Decreto.
Dado en Bogotá, á 21 de Noviembre de 1901.
J E MA 1 UEL MARROQUIN
El Mmt tro de Gobierno, GuiLLERMO QUl •. TERO C.-EIIVfinistro
de Hacienda, encargado del Despacho de Relaciones Exteriores
MIGUEL ABADÍA MÉNDEZ- El Ministro d Guerra, Jo É VtCENT~
CoNCHA-El lvfinistro del Tesoro, jo É MEot. ·A CALDERÓN-El Ministro
de Instrucción Pública, J. M. RJvA GRooT.
Ratificado.
Bogotá, 15 de Enero de 1902.
El Ministro de Gobierno, FR.~ crsc.o M:t:NDOZA P.-El Ministro
de Guerra, ARI TIDES FERNÁNDEZ- El Mini tro de Instrucción Pública,
Josi JoAQ UÍN CASAs-El Ministro del T esoro, AGusTÍN URI»E.
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Boletín 1vli1itar de o1 mbia
'-99-'
ECRETO UMER 20 1902
(E RO 11 )
or el cual se hacen do nombrami nto
El Vlupreuiün/e dt la Reptíblica, encat gado dd Poder .K.Juu/J"tJtJ,
DECRETA
Artículo único. ómbra e á los Generales Luis M. Gómez y
Manuel A. Esca116n Ayudantes del Ministerio de Guerra, y destínanse
en comisión como Ins ectore de las Flotilla deJ alto y bajo
Magdalena.
Comuníque e y publíquc
Dado en Bogotá á T 1 d Enero de 1 go2.
JO E M EL MARR QUIN
El !ini tro de Gu rra A 1 TID F R. ·Ál\TDEZ
D CR TO 1 UMER 3 E rgo2
(E RO 13)
por el cual se incorporan do Batallone en d Ejército Permanen e
dos nombramiento
e hacen
El Vtcepre ülenle de la ReptíbHca, uuartTado del Podfr E.Jeculti o
DECRETA
Art. 1.0 Incorp6ranse n el Ejército Permanente Jos Batallones
Cazadores de vanguardia y Ma11uel José Uribe ert necientcs al
Ejército or¡:-anizado por la Jefatura Civil y 1ilitar de Cundinamarca.
Art. 2. 0 ómbrase 1.0 y 2.0 Jefes del Balall!Jn Cazadou de
Vanguardia al Coronel José . Al ar z y Teni nte ronel José
P. Ortega, respectivámente.
Comuníquese y publíquesc.
Dado en Bogotá, á 1 3 de Ener de 1902.
J E ·IA UE RRO UIN
El Ministro de uerra ARI TIDES FERNANDEZ
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Boletín M il itar de C o lomb ia
'- 100 -'
DECRETO NUMERO 36 DE 1902
(ENERO 13)
por el cual se dispone la organización del Batallón Mamul Casab1a1ua
El Vü:epresz'denle de la Rlpttblú:a, e11cargado del Poder .EjecuHvo,
DECRETA
Art. 1.0 Organízase un Batallón que se denominará Manuel
Casabianca, el cual hará parte de la 1 .• División de la Columna de
Tequendama.
Art. 2. 0 ómbrase 1.0 y 2 .0 jefes del expresado Cuerpo á
los Sres. Coronel Agustín Casabianca y Teniente Coronel Campo
E. Gómez, respectivamente, y Habilitado al Capitán Campo Elías
Duarte, asimilado á su grado.
Art. 3.° Facúltase al primer jefe del expresado Batallón para
hacer los nombramientos de Oficiales, dando cuenta al Ministerio
de Guerra para su aprobación.
Comuníquese y publíquese.
Dado en Bogotá, á 13 de Enero de xgo2.
JOSE M NUEL MARROQUI
El Ministro de Guerra, ARISTIDES FERNANDEZ
Doctrinal
LA GUERRA DE NOCHE
Y LAS MANIOBRAS DE NOCHE
POR A. CHEVALUE
Jefe de ~atall6n, con diploma, del 65 Regimiento ~e Infantería
(Traducción para el Bo/d{u ~fi/itar)
(Continúa)
Se necesita, pues, en alguna parte, una linterna sorda, de
poca luz, oculta tanto como se pueda.
Una linterna de velocípedo, disimulada de algún modo, llevada
atrás por la columna 6 por cada regimiento, si la columna está
formada de una brigada 6 más, pu.ode llenar completamente el
objeto.
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'-- 101 _)
Es de esta linterna de la que partirán las señales, silbos, lo
menos estridentes posibles. Además, estos ilbos no serán repetidos
sino por la mitad de los capitanes, aquellos, por ejemplo, cuya
compañía ocupe una fila impar en la columna del batallón.
Es entendido que la detención se verificará siempre conforme
á los principios del reglamento es decir, que 'en el momento de
J parada las tropas y carruajes debe rán cerrar sobre la cabeza
deJa unidad."
La velocidad disminuye naturalmente por falta de luz; tamién
puede disminu(r por mal tiempo por la naturaleza de los caminos,
y por último, en ocasione , por el estado de fatiga de la tropa.
V oh ere m o á tratar este punto con ocasión de los combates
de noche y de las marcha que los preceden.
En odos los casos en que no se trate sino de recorrer cierto
espacio importa poco que la duración del tiempo empleado conuerde
rigurosamente con las previsiones del jefe; la misma fatiga
de las tropas debe considerar e en segundo término, con tal que
llegue en las mejores condiciones posibles.
Uno de lo grande inconvenientes de las tinieblas e romper
la cohesión entre las unidades de marcha sobre todo en las gran-es
columnas.
El Reglamento sobre el servz"do de campaiia dice que "el camino
van señalando cabo ó sargento inteligente , que se relevan
ucesi amente de unidad de marcha en unidad de marcha. (Artíulo
148, Servido de campa1ia).
Esta prescripción es in uficiente. De que un batallón, por
jemplo, deje á un cabo en una de viaci6n del camino, no se desrende
que el batallón que sigue no sufra un retardo considerable
6 no se extravíe.
EJ cabo que se deja así como indicador de la vía, va á marchar
hasta la parada horaria, con el batallón que sigue al suyo ;
él se reunirá á su compañía cuando pueda, pero no hará saber al
comandante de la columna si la cola igue r egularmente ó nó.
En nuestra opinión, se necesitada asentar el principio de que
toda unidad de marcha debe estar en relación constante con la
unidad que le sigue, y que ella debe avisar inmediatamente que
ha perdido el contacto con la otra.
"Los que marchen delante, dice Ciro, no dejarán de advertir
á los otros, uno á uno, que les sigan paso á paso, á fin de que no
haya distracción ni vacíos." ..
La hzslruai'!Jn prácli'ca sobre el servzcio de la infantería en campai'ia
(artículo 30 segunda parte), pone un corneta á la disposición del
jefe de la última subdivisión del batallón para llamar "cuando la
oscuridad haga difícil la marcha." .
La misma Instrucción añade : " Para evitar que le otgan á
no de lejos, se emplea el sil ato de preferencia á la corneta. '
--- ---- ---------
• Servuio de campana, aTticulo 141.
• Jenofonte. (yropedi~. libro v.
co E e
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Boletín Militar de Colon1bia
'- 10~ _J
Esta recomendacione no e justifican mucho, como tampoco
las de la mi ma clase reproducidas inútilmente en el Reglamento
sobre el servicio interior (artículo 420) · no son de aplicación fácil, y
pueden dar Jugar á grandes inconvenientes.
Un Jefe de Batallón que se encuentra metido en un camino
difícil, en el cual los hombres pasan con trabajo uno á un no dejará
n• .. mca de hacer más lenta la marcha de su cabeza de columna,
y desde el momento en que el camino se haga más ancho para
dat· paso á dos hombres á un tiempo, se detendrá, si dispor.e de
los medios para reorginizar su Batallón en columna de camino regular.
Todos los Oficiales del Batallón deben tener suficiente confianza
en u Jef para pensar que él procederá así, y ninguno se
atreverá á mostrarse ba tante timorato para alarmarse y desmoralizar
á su gentes, ant una dificultad que se puede dominar con
un poco de energía.
En los caminos comunes, las comunicaciones entre el comandante
de la columna y sus diversas unidades serán muy fáciles de
organizar si se admite el i tema de lastran mi iones orales.
Pongamos un ejemplo:
Una Compañía de tinada de guardia de flanco en una vía lateral
se ha extraviado. Uno de los numerosos emisarios enviados
por ella en todas direcciones da con la columna y comunica la .noticia
al primer Jef~ de Batallón que se le presenta.
El Jefe de Batallón participa esta noticia de la manera siguiente:
(La Compañia del 65. 0 enviada de guardia de flanco sobre
el camino d Chauley, e ha ~xtraviado hacia el arroyo del Lobo.
( Un hombre de e .... ta Compañía, que acaba de reunirse á la
columna, ha dado aviso al Comandante N., &c. &c."
Luégo envía á su Oficial adjunto (Mayor Ayudante) á que
transmita e te informe al Jefe de Batallón precedente.
La not1cia circula así, como por posta, de unidad de marcha
en unidad de marcha, de manera que el Jef de Cuerpo y el Comandante
d la columna la obtienen con prontitud ; no se habrá
alterado de su puesto á ningún Oficial duran~e largo tiempo; por
último, todo Jefe de unidad ha sido advertido de que un flanco se
encuentra temporalmente desguarnecido.
El comandante de la columna sabe que no está ya completamente
á cubierto el flanco; pero como el aviso le ha sido transmitido
al pasar, por el jefe de cuerpo que había enviado la compañía,
no tiene orden ninguna que dar. Una nueva compañía va á
~eguir por el primer camino transversal con orden de acometer,
/ al partir por este camino y ha ta la llegada, la misión que le había
sido confiada á la compañía perdida.
6Jo por recuerdo hablaremos aquí de los convoyes de noche.
Estos convoyes, en las guerra futuras, n razón de los enormes
efectivo de Jos ejército , erán muy frecuentes.
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L- 103 ...J
La panadería de campaña, los parques de artillería, ~&c.,
uedarán con frecuencia á dos ó más etapas atrás.
A falta de '·ía férrea , no se podrá hacer llegar á las tropas,
en el tiempo requerido, el pan los víveres y las municiones sino
por m dio de la organización de relevo , gracias á los cuales los
convoyes marchen de día y de noche.
EJ comandante de un convoy no tendrá por Ja noche otras
precauciones que tomar ino aquellas que se apliquen á las marchas
de noche en general. e guardará bien de no caer en el error de
gentes dema iado celosa , que pretendiendo defenderlo todo, llegan
á diseminar de tal modo us fuerzas, que no conservan absolutamente
nada.
El paso de rand ríos por puentes militares, casi siempre
se efectúa de noche· cerca del enernigo, porque hay que ocultarle
el movimiento ; lejos de él, por ue nunca se cuenta con puentes en
número uficiente y porque siem1:>re hay r¡ue reducir el número de
la columnas.
El Reglamuzlo sobre el servtczo de los ejércitos en cam.pa1ia ha omitido
el <.;onsagrar un capítulo á esta clase de operaciones. Este es
un vacío lamentable; los oficiales de las diversas armas no pensarán
nunca en bu car n los Reglamentos de maniobras, para uso
de los pontoneros, algunas de las líneas de prescripciones que conciernen
á su tropa.
A una marcha de noche puede seguir un acantonamiento de
noche un vivac de noche, un combate de noche.
El acantonamiento de noche ~erá verosímilmente la consecuencia
de una marcha forzada.
La tropa, por causa del largo ref>OSO previsto por el artículo
84 del Reglanunlo sobre el urvieto en campa1ia, se vol verá á poner en
camino y algunos cuerpos podrán no llegar á su destino sino á
hora muy avanzada.
El acantonamiento en este caso se limita á un reconocimiento
sc.,mero y á r partir lo locales que deban ocuparse.
El oficial que manda el acantonamiento del regimiento ó del
cuerpo, los ayudante y lo cabo bastarán¡ pero como este trabajo
no e po ible sino de día, deberán continuar camino sin demora,
en tanto que el resto de la tropa descansa.
Hombn:s y ca allos on generalmente incapaces de tal esfuerzo.
Habrá, pues, ocasión de hacer viajar en carruaje á los sargentos
y tenientes y á lo oficiales que no cuenten con caballo de
remuda.
Los furrieles, luégo de recibir la indicación de los cuarteles
asignado á u unida , se reunirán á gentes del país que les sirvan
de guías para reconocer esos cuarteles, y luégo para que vayan
adelante de la tropa á conducirla al sitio del acantonamiento.
Los Ayudantes procederán de manera análoga para los Oficiales
superiores, la guardia de policía, el convoy del Regimiento, &c.
Se concederá á los soldados una hora para tomar la cena ;
en se<:ruida todos deberán acostarse.
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'- 104 -'
El vivac de noche e_ mucho más difícil de instalar.
Aun en el caso de que se haya podido hacer un reconocimiento
previo, generalmente habrá que limitarse á reunir las tropas
á derecha é izquierda del camino, sobre terrenos de fácil acceso,
de modo de conservar las relaciones de las unidades entre sí
y con el comandante de la columna.
En cuanto á buscar agua, leña, forrajes; en cuanto á aplicar
las prescripciones del S(rvt'cio en campaña, lo más frecuente será no
pensar en ello.
Hasta será bueno, para evitar el desorden, mantener á los
hombres hasta que amanezca, cerca de sus pabellones 6 de los carros.
Los caballos deben permanecer ensillados, embridados y
amarrados.
La vanguardia permanecerá escalonada para cubrir el frente
de la columna; las fracciones de infantería del grueso del Ejército
guardarán á corta distancia su flanco exterior y el de la artillería
que vivaquée detrás de ellas.
La comida de la tropa e asegurará por medio de las provisiones
de los víveres del morral y nada más. Tratar de hacer algo
mejor sería exponerse á graves errores: lo mejor, con frecuencia
es enemigo de lo bueno.
Las marchas de noche que preceden á un ataque presentan
dificultade s serias, á causa de la proximidad del enemigo, y de
aquí la necesidad de escudriñar el terreno á medida que se avanza.
El menor reconocimiento exige tiempo muy largo; los destacamentos
se ven obligados á tomar una multitud de precauciones,
cuya inutilidad no se reconoce sino después, y por lo que no se les
puede, sin embargo, censurar, á pesar de los retardos que ocasionan.
El estado de los caminos, el viento, el frío la lluvia, la nieve,
las tinieblas, la profundidad de la columna, la longitud del trayecto,
&c., son otros tantos factores que influyen sobre la ligereza de
la marcha, pero de los que es difícil determinar el coeficiente.
Los guías no podrán dar nunca á este respecto sino informes
errados; se hará bien, por muchas razones, en no consultarlos.
Cuando se ordene una marcha de noche para un ataque, se
deberá ordenar, en puntos escogidos, tiempos de parada bastante
largos, en la duraci6n de los cuales se incluirán los retardos no
previstos.
S6lo de esta manera se pueden tener probabilidades de lograr
~1 objeto, poco más 6 menos á la hora indicada.
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'- 105 _J
CAPITULO III
DE LOS COMBATES DE NOCHE
Probabilidad de los ataques de noche en las guerras futuras.-Superioridad de
las tropas vcteraoas.-De la cohesión.-Orden dd movimiento.-Empleo
de las tres armas.-De la hora.-De la direcci6n.-Ej ccuci6n del ataque.
-Papel de los di ersos esealones.-Ataque de localidades y de bosques.Necesidad
de gran decisión en el ataque.- taques de noche combinados
con arias columnas.-De 1 defensiva.- Teccsidad de un buen servicio de
seguridad y de trabajos de fortificación.-! etirada.
Los combates de noche~ en la gran guerra, no han sido hasta
hoy sino excepcione pero se encuentran numerosos ejemplos en
la pequeña guerra, y sobre todo en la gu ::: rra de sitio.
Nadie puede prever lo que el porvenir nos reserva; vivimos
en una época en que las inversiones más extraordiparias vienen á
cada in tante á asombrar al mundo. Cuando ya no sea posible la
guerra de día, ¿quién abe si no se enccntrará 1 medio de alumbrar
cuando uno quiera los grandes espacios, y volverlos á sumergir
Stúbitamente en las tinieblas?
En el estado actual de las cosas el combate de noche es con
frecuencia un medio de quebrantar la disciplina del ad ersario y
de adiestrar las propias tropas.
No es sino por medio de un ataque de noche como se puede
tomar una posición fuerte 6 bien defendida~ contra la cual un combate
de día no tendría probabilidades de éxito ó costaría muchos
hombres.
Por último, una empresa de noche es con frecu ncía la única
solución posible para salir de una ituaci6n difícil.
u El que no puede vencer de lleno la fuerza y á tambor batiente,
ú oponerse á los de ignios de un enemigo superior por el
número de sus tropas, encuentra siempre recursos en la astucia y
el artificio." *
u Con frecuencia acontece que uno se ve obligado á combati r
con poca gente á un enemigo numeroso. Para esto, si te vieres en
este apuro, te aconsejo asaltar de noche el campo y cabezas enemigas,
las cuales quizá estarán sin guardias, no esperando s r sorprendidos
y acometidos por tao pocas gentes como las que tienes.
Y entonces debes tentar la fortuna de la guerra." t
11 Así, hasta cuando las probalidades de éxito son contrarias,
no hay que considerar nunca imposible una empresa ni fuera de
razón; debe intentársela, si no hay solución mejor y i no se puede
sacar partido de otro modo de los débiles medios de que se dispone'':::.
Federico el Grande era adversario decidido de los combates
de noche.
• De Puységur. Arle militar.
t Miguel de Amboise. Le Gurdon du g~ns de guerl"e, 1543.
t Clausewitz. Teorla de la gra11 guerra.
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'- ro6 ~
"En cuanto á mí, escribía yo no atacaré nunca de noche,
porque la oscuridad causa muchos desórdenes,, •.
En nuestros dia , Rustow ha dicho:
"Hay que evitar los combates de noche, porque rara vez tienen
bu e n r e sultado ' t.
En las gue rras recientes de los ruso y de los turco · n Oriente,
los combate s d e noche han sido mucho más frecuentes de lo
que eran otras vec e s ; en el Dahomey, los alemanes que dirigían el
Ejército de B e hanzin nos atacaron de noche en Dogba. E incontestable
que en todos lo Ejércitos europeos exi te en la actualidad,
en favor de las empresas nocturnas, una tend e ncia á la cual será
inútil opon e r se .
Todo e l mundo admite, pues, que un ataque de noche puede
ser más ventajoso que un combate de día ; a v rigüemo en qué
condiciones.
En el Capítulo r hemos hab ado de la unión d e sentimientos,
de la confianza ab oluta que en toda operación nocturna debe
existir entre el J e fe y los soldados que él conduce. E ta unión íntima,
esta confianza absoluta alcanzarán necesariamente u máximum
en toda situación e n u , sien o inminente el p ligro común
la salvación d e e da uno e triba n el heroísmo de todos.
''Los soldados france e s cuentan con orgullo que el Mariscal
Canrobert, cuando t e nía que desem e ñat~ alguna misión difícil en
Crimea 1 prt>gunlaba comúnmente si se sentían capace de desempeñarla.
La respu e sta no era nunca neg tiva, y de e te modo,
el éxito se ase~ut-aba doblemente; porque por una pal-te, el proyecto
en cuestión pasaba á conocimiento del mayor número posible
de soldados, y la ventaja importante resultaba de que del concurso
de todas la voluntades para lograr el objeto se obtenía éste con
mayor seguridad; por otra parte, el General se afianzaba en otra
palanca moral, en la especie de compromi o contraído por las
tropas." t
"Hay que obten(';r de los oficiales y soldados la consa2"'ración
más absoluta y una energía sin límites; para esto, el pensamiento
del jefe d e be penetrar hasta el fondo del alma del soldado. Todos
los combatientes han de saber antes de empeñar la lucha, lo que
van á hacer y lo que se les exige."
Esto no es posible sino con tropa ~ formadas de oldados a~uerridos,
enrolados desde largo tiempo atrá , para que los hombres
se conozcan entre sí, conozcan á us jefe y ean de Jlos conocidos.
Los ejércitos a lemanes en I 870-7 I lograron éxito en los ataques
de noche porque llenaban e ta condición, y 1 or ue, además,
• InstrucCiones ucrdas d~i R~y de Prusia J sus Ct'n~ralu. Traducci6n del
Príncipe de Ligne.
t Rustow. La _ldJie guerra.
l Príncipe Federico Carlos Eme tmbtarJ ,...\e Denksckrift.
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Boletín Militar de Colombia
'- 107 _J
tenían que combatir con tropa bisoñas, poco in truídas y sobre
todo mal organizadas.
1 i la oscundad de la noche e ventajosa para proceder en
oculto de otro lado expone más á la confu ión y al d sorden.
'Por esto de e ser más exacta y circunspecta la ordenanza
de marcha." (De Vigenere. Arl mz1ilaz·re d' Onosander).
Este principio de la di ciplina rigurosa durante la marcha es
todavía mucho más indispensable en el combate .
Cualquiera que sea la autoridad de los jefes en todo los grado¡,
cualquiera que sea el valor de la tropa, se puede star convencido
de que en el primer encuentr , gran número de soldados
perderán u unidad y no tendrán nunca la pre encía de espíritu
necesaria para agregarse á una unidad vecina.
Por esto habrá que tratar de conservar hasta 1 último momento
la mayor cohesión, para lo cual será bueno no apresurarse
mucho, sobre todo en los movimientos preparatorios.
"Por la noche es preciso marchar á su amaño in apresurarse,
tanto más cuanto que toda precipitación no deja nunca de ser
acompañada de confus ión espanto y desord n." (De Vi genere. Art
mib"'az·re d' Onosander).
Una fracción que s anttctp pue d e p e rd r y sobre tod
puede hacer malograr la empresa mejor concebida.
De esto á acon ejar una lentitud sistemática, hay distancia.
En ciertos momentos será necesario conducir el combate con
grande acti idad · pero esto momentos no son de lar~a duración
y cada oficial debe guiar personalmente su tropa en stos cambios
de celeddad que son con ecuencia d la conducta general de la
acción.
El orden de movimiento debe, pue , once ir e en este enli-do,
y aquí la fórmula puede también reducirse á tres puntos:
El fin que se trata d alcanzar.
La dirección que de a seguir
El sitio y papel confiados á cada cual. (Reglamento sobre el servicio
nz campaíia, artículo 196). Lo do primeros puntos comprenden,
naturalmente, los informei sobre el nemigo y el terreno.
Esto será sin duda insufici nte para ir hasta el fin, pues vero~
ímilmente el a unto no concluirá con un e fuerzo. Aun en el caso
de que el enemigo cediera el ten·eno sin resi tencia, habrá siempre
una segunda faz de la que no se puede prever con anticipación
todos los pormenore , y que impondrá de modo inevitable
nuevas órdenes.
En las pequeñas unidade , hasta el Regimiento inclu ive, la
transmisión de órdenes y avisos de hombre en hom re es un procedimiento
que debe convertirse en hábito corriente.
Este géner de comunicación, ue con frecuencia erá el único
posible, no deja de tener inconvenientes, porqu una orden
puede alterarse así en el camino.
Cuando se compromete el combate, ya el silencio no es neceario
: \a voz de los Oficiales puede er oída á distancia ; esta VOl!
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Boletín Militar de Colotnbia
~ 108 _J
es conocida de los soldados, y no hay que temer las astucia de los
enemigos, como si e intenta e mplear lo toques de corneta.
Ya hemos dicho que la infantería es el arma esenc.ialmente
propia á las empre a nocturnas; las tropas del Cuerpo de ingenieros
pertenecen á la infantería á este 1·especto.
11 Una partida de infantería tiene mucho menos estorbos y
precauciones que tomar, que una de caballería. Todos los terrenos
le son adecuados, y muy fácilmente e pone á cubierto 6 de
emboscada.
o hay proyectos « tre idos que una partida de infantería
l:>ien manejada no pueda formar y jecutar, especialmente en un
país montañoso.
u ada detiene á una tropa de infantería que sorprende y ataca
repentinamente á su enemigo, de noch , por superior que éste
sea'' *·
La caballería no puede apartarse mucho de los camino_ ; no
es sino en ciertas circunstancias excepcionale , como en noche
clara y en país de llanura , cuando le será dable meterse por los
campos. Y en este caso todavía bastará una patrulla de infantería,
emboscada en un foso, en una encrucijada ó en un hueco cualquiera,
para ponerla en derrota.
u acción no podrá ser eficaz sino contra otra tropa de caballería
6 contra una de infantería que retrocede en desorden.
11 El e panto acompaña iempre á la retirada t; la caballería
obrará, sobre todo, por la prontitud de su aparición : aumentará
la derrota del enemigo. Para lo que es acuchillar 6 hacer prisioneros,
no hay que contar mucho con ella.'
Toda caballería expue ta á un ataque nocturno de infantería
puede considerarse comprometida seriamente.
La artillería no puede ser empleada sino cuando sus baterías
están en posición desde la ví pera y cuando han podido fijar de día
el tiro de sus pieza . Aun en estas condiciones es probable que no
consiga impedir que el enemigo se establezca y se fortifique en los
puntos que se supone han sido batidos.
Cañonear por l noche una posición contra la cual se pretendiese
en s guida lanzar la infantería, sería una candidez.
i se quiere utilizar la artillería, hay que mantenerla atrás
durante la acción, y en seguida hacerla avanzar de manera que
esté en condición d obrar al aclarar. Entonces podrá, ó continuar
el triunfo de la infantería, ó ayudarla á replegarse.
La cooperación de las tropas del cuerpo de H.genieros con
frecuencia será necesaria para crear comunicacion.\ AL CONGRE O E LA 1
OCTEDADE Cli:NTIFICA
REU. IDO EN LA SORBO 'A)
(Traduci a para el Bold!n ~lfrhtar)
La formación d lo drc ú anjittalros es una cuestión que interesa
tanto á la g-eoloo-ía como á la geografía física.
Da e de ordinario 1 n mbre de drco á esa especie de nichos
de forma ensanchada fondo poco inclinado y paredes abruptas
que en casi toda la montañas on el punto de partida de los torrentes
y en lo lugares más altos de lo .A..Jpes aparecen con fre-
cuencia ocupados por diminutas helera .
Para explicar el géne. is de esta particular forma del relieve
e han forjado la má diver a t oría . Los primeros obser adores
solieron confundirlos con los cráteres otros vieron en ellos
cuenca tectónicas de hundimiento; cuále los creyeron obra de la
erosión y los consideraron como cuencas receptoras de sendos torrentes;
no han faltado quienes inYoquen la descomposición química
6 mecánica de las rocas y á las influencias eólicas. Sin embargo,
en estos últimos años la teoría que priva mejor n el público
es la que mira los circos como la obra de la erosión glaciar. *
i esto último es erdad, en el acto se comprenderá cuán im-ortante
será el estudio de la repartición de los circos desde e l
punto ele vista geolóo-ico. n efecto los partidarios de esta teoría
de Ramsay (Hella'1d, Riththofen Penck, Lehmann, rücl ner,
Lapparent, &c.), consideran los circos como una prueba de antigua
exten i6n glaciar y n ellos e apoyan para sostener que los
hielos han cubierto n otro tiempo montañas donde no se hallan
morr na ni canchale .
Deseando resolYer e te asunto de un modo definitivo, he h echo
un estudio especial de los vall allos de los Karpatos meridionale
para som _ter á un examen crítico sobre el terreno, las diferentes
teorías acerca del origen de lo circos. Desde luego hube
de reconocer, en visla de los argumentos en que se apoyaba cada
una de esas teorías, que no era posible invocar la presencia de los
cir cos como prueba de antiguos glaciares si previamente no se
demostra a la r claci6n de esa forma del relieve con la presencia
de los glaciare . Además, debo advertir que la causa principal de
la divergencia de opiniones n la materia proviene de que no t o dos
han mirado como drco una misma cosa, ues no se encuentra
• Como se comprende, este asunto nos interesa muy de cerca, puc toque
e l oteo existe en ~ r an número en nuestras cordiller as. - N . E .
TOMO I-8
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Boletín Militar de Colombia
de él en ningún escrito una definición rigurosa y estrictamente topográfica,
de suerte que en cada caso la definición oculta ya una
idea preconcebida sobre el génesis de la forma del relieve en cuestión.
El caso no es único en morfología.
La explicación de esta incertidumbre proviene de que la definición
precisa de una forma topográfica no es posible sino en presencia
de un levantamiento deta1lado de una región donde se haya
realizado netamente la forma tipo de que se trata. Ahora bien:
los circos no se encuentran sino en las altas montañas, y casi no
existen cartas de esas regiones á la e cala de I: 25,000. Para colmar
este vacío, emprendí el levantamiento en escala de 1:10,000
de }os dos circos más completos del macizo de Paringu: 1 trabajo,
ejecutado con la regla-eclímetro, cubre una superfici de ocho
kilómetros O, y no abarca menos de 500 puntos acotados, con curvas
de nivel fijadas de 5 en 5 metros. Los otros circos ,·ccínos se
levantaron con la brújula-alidada y el barómetro. De es a manera
pude construfr una carta del macizo de Paringu á la c::,cala de
1:25,000, de suerte que á un tiempo a arca el conjunto y el detalle
de dos circos verdaderam nte característicos.
Conforme á este trabajo puede darse del circo una definición
puramente topográfica, á a~er: ' .el dtco orográfico e una depresión
que forma una especie de n1cho en el flanco de una altura
(montaña) de ordinario cerca á la ere ta, con fondo plano ó de
muy escasa pendiente y dominado á lo lados 01· escar as que
disminuyen en altura con,·ergi ndo hacia el desembocad ro de la
cuveta ue forma el nicho. a pendi nte d 1 fondo nunca e con-tinua
ino que presenta depresion ocu adas por lagos, laguna
ó turberas, ó por una erie d r alto que figuran algo así como
una serie e calonada de circos más p queño . '
Los lementos esenciales de la topografía d los circl. pued n
reunirse n cuatro grupos :
a) Perfil transver al en [ y pc.rfil longitudinal n scal ra.
b) Lín as de máxim pendiente de las ared convergentes
no so re un punto sino sobre una líP a d ruptura de la cndiente
que rod a un fondo plano ó d p1·imido.
e) i p ición g-eneral de las cunas de niY 1 completa m nte
diYerso d la qu e obscn·a n Jos ,·alle orclinan . : cuadrada
en los huecos (circo ), y de áno-ulo agudos en los relieve 6 lomos
que los s paran.
d) Independencia dd trazo de lo lecho de los arr ) con
re pecto á la dis osición g neral de dichas curv~: de nivel.
Así d finido 1 circo c.:s una fot·ma topográfica aract rístíc:a
que Jo. montañeses de todos lo ¡ aí es designan ccn alg tín nombre
espe !al : Oule, ·n los PiJ·in o ; Kare en Al mania · Caldare.
en Rumania; Cvmb, en Inglatcn·a, S:c., y que fácil di tinguir
de la for-mas vecinas con la uale pudiera confundirse : cráter
do/tita ó cuenca le hundimi nto cu nca de recepción torrencial, &c.
( oncluye)
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B Jetín Mil i tar de C lombia
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LA U RRA E !VIONT
(Continúa)
i penetra e 1 que defiende un paf montañoso que no
presenta sino gargantas desfilad ro pa os difíciles alle profundos
y Il nos de precipicios, de la entaja que tiene sobre
su adver ario no ería fácil que éste e empeñase sin mucho detenimiento
en una empr a tan ardua y llena de peligros · pero
e tas mismas circun ancia2 que favorecen al ue lo defiende, proporcionan
al que lo ataca 1guales v ntajas, cuando se halla dotado
de a tant habilidad y g nio para aprovechar e de eJla . El
contrario astuto que espía su movimientos y conoce las posicione
que ocupa su enemig debe e .. ·cusar cuanto le sea po i le atacarle
de fr nte. Cuerpos destacados en djferentes direcciones con el
mayor sigilo, deben procurar flanquear los pue tos de los enemi¡:-
os: ntretenidos al frente y imulando quererlos atacar en esta
dirección no se efectuará el Yerdadero rompimiento hasta tanto
que ~1 fu go de los cuerpos de ~acados dé á conocer que se halJan
situados en Jo puntos determmados. on á la verdad expuesta.
semejantes operacione , y más i el enemigo llega á conocerlas,
pues entonces procurará batir las fuerzas en detal ; pero como en
este caso e verá obligado á abandonar la posición ventajosa ue
ocupa, no se hallará entonces tan fuerte por lo que rara vez ejecutará
e ta maniobra ; temiendo, además, que lo cuerpos de tacados
del grueso pued n caer obre él n el momento que esté
ocupado en destruír los del frente; dando tiempo é tos para que
lleguen aquéllos colocándose en una buena posición, adoptando el
medio de hacerla más fuerte con lo~ atrincheramientos tan fáciles,
prontos é insuperable de un corte de árboles con los que pueden
cubrir su frente retardando con su valor 1 é ito de la em-presa.
un cuando á primera vista paree que lo mo irnientos de
flanquear á los enemigos en posici6n montañosa, son tardos y difíciles
no es tanto conto se cree, si consideramo la naturaleza de
sem~jantes terrenos. Todas las situaciones de éstos están enlazada
de un modo articular; los valle se comunican unos con otros las
cadenas de montaña se entrelazan y unen recípr camente; i se
presenta un preci icio por un lado, iguiendo su direcci6n se ncuentra
un paso por el que rebajándose y haciéndo e acce ible e
puede ganar la otra montaña; siguiendo la falda de ésta á media
ladera, se le da la vuelta y se cae á la es alda el nemig · uhiendo
direc amente á ocupar u cresta, se d minan las po icion
del contr:ario; en fin, no hay terreno en el cual no se encuentre
un pa o ó medio para llegar al punto que se quier ocupar. La
dificultad 61o consiste en que los oficiale JU d ben desempeñar
semejantes operaciones, sean de aquellos á quiene los obstáculos
más grandes, que por lo regular aumenta la imaQ"inaci6n, no sean
capaces de arredrarl es n i detenerl es en s u m archa .
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'- 116_}
En la guen·a de montaña e má preciso un duplo de valor y vigilancia,
que en otra cualquiera. La facilidad con que el enemigo
puede llegar ha ta los puestos de su contrario sin ser visto ni sentido,
atacarlos de impro is-v, meter la confu ión y el de orden, sjn
que sea fácil contrarre tarl , pues oculto entre las breñas y bosques
no po emo calcular u número y clase de tropas con que
amos atacados, produce una sorpre a extraordinaria y de difícil
remedio, i el ofi'"'ial que se encuentra en sta situación no está dotado
de una ser nidad á pruelJa y de un valor poco común. En
estos ca os yo aconsejo á todos permanece¡· y fender la posición
por a\0 ún tiempo seguro de qu á poco in tan tes conocerán la
fuerza é intención del ncmigo, y podrán entonces con algunas
bases a razar el parti o que crean má conveniente .. i se halla
coloca o en una buena po ición, e vidente que e ta frialdad de
alma impon ¡·á al en migo, de tal mane ·a que ea má circun pecto
en el ata ue. i á todo milita¡· de cual uiera clase se le pudiera
inculcar el principio de que el peligro y el riesgo s 1 ,~ ¡u
6 d otro d e ta mi. ma (.la d<~ t rr no
para e ta guerra pu • lt.mlwado
la l n~ña ~ y _ itio frago o ,
nada .} ca i in fatigar · .
E~~tendidas a las idea n general de la guen·a de montaña
oy á u aplicación proponiendo alguno casos en que ueden hallarse
1 oficiales que manden tro a . upongamo un de filadero
que debe atrave ar un· u rpo le oo hombr s ó a un batallón:
1 jef de él . plorará desd luego u ntrada apoderándose de
ella in de ampararla ha ta ten r libr la salida; hará que la
guerrilla d los flancos se abran cuanto ea p ible, ero no á
tanta di tancia que dej n de ampar dos los costado de la alumna,
ue ue éstas con Ja que marcha á vanguardia de n cu rir
la e. ·ten ión del grueso de la tro a, la que irá formada en do
ec i ne i uale , colocando ntr ellas el bagaje que iem r
d l1e er Jo menos posible, y ojalá fue e nincruno. -4 n te orden
· n que con tan te m nte de e marcharse si e pr nta e 1 nem io-o
po1· ' 'anguardia inmediatam nte e di on rá u la guerrillas.
d ambo flanco marchen obr 1 nemigo procurando cogerle
de revé para ostener el at que de la rimera ección qu á pa o
d caro-a marchará sobre él a uerrilla de vano-uardia a oyará
con un fueu-o vivo e t mo\'imi nto, cubrí ndo 1 fr nt de la columna
hasta la pro. imidad de uno se nta pas nt rl lle ar
á la mano , ue e a rirá á der cha é izquierda para d jarl 1
paso li re, inclinándose dicha o uerrilla cuant le s a posibl hacia
lo flancos d J nemig a o án c::e _o r la otra d lo co ta-
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Boletín M ili ta r d e Co lombia
'- rr8 _;
do . i tenaz el enemigo, so tuviere la posición, las guernllas desplegadas
en toda direcciones, harán un fuego vivo sobre él maniobrando
de manera de doblarlo y atacarlo por la espalda,
para lo que la reservas de dichas guerrillas se aproximarán á las
líneas e é·ta , y romperán sobre el enemigo el fuego graneado.
i á pe ar de este esfuerzo, que no es de esperar, no se le pudiere
esalojar de la posición, entonces la mitad de la fuerza que compone
la retaguardia, pues nunca debe quedar desamparado est~
punto, pasará á vanguardia para dar calot· á la acción, sosteniendo
y reforzando la columna de ataque. puremos la cuestión y
supongamos ue el enemigo cede por el frente, y que pot· un movimiento
de flanco carga á la retaguardia que ve más débil y desguarnecida.
En e te caso es preciso el mayor ..,alor y serenidad
de parte d e l que manda, y ampará.ndo e de la posición que ha
abandonado el enemigo, que es el punto capital de sus operacione
, ejecutar lo que An(bal en otro caso igual hizo á la entrada de
los lpes, cuya narración creo oirán mi lector con gusto.
El ata u e ue este Gran Capitán sostuvo contra los altobrogues
á la entrada de dichos montes, es uno de los movimientos más
difíciles que puede citar e en la guen·a de montaña, y donde se
da á entender la intrepidez y conocimiento de e te héroe, que se
halló en el mayor apuro, y en el momento más crítico de ser destruídas
y perdidas todas su esperanzas de pa ar á Italia. 1ientras
tanto que e te famoso guerrero marchó por las llanuras, los
jefes de los allobrogues no le inquietaron, ya porque temiesen la
caballería cartaginesa, ó porque los contuviesen los bárbaros del
mismo país que le acompañaban. Ma , luégo que é tos e J etiraron
y que Anfbal principió á entrar en los e trechos de las montañas,
los allobrogues corrieron en gran número á apoderar e de
los sitios por donde nece. ariamente debía pasar el ejército. ¡ Qué
hubiera i o .de él si los allobrogue hubieran sabido ocultarse con
más cuidado y formar us embo cada ! A vertido An(bal de la
estratagema de los bárbaros, acampó al pie de las montañas y
envió algunos guía galo á reconocer la di po ición del enemigo.
Volvieron ésto noticiando á níbal que durante el día los enemigos
guardaban exactamente sus puestos y que por la noche se retiraban
á una po laci6n inmediata. Con te relato, combinó desde
luego su plan, é hizo avanzar us tropas, de día, al pie del desfiladero,
sentando u campo cerca de los enemigos. Llegada la
noch , mandó disponer muchos fuegos, y d jando la mayor parte
del ejército n el camp mento, atravesó el desfiladero á la cabeza
de un cuer o elegido de tropas, haciéndose dueño d las posiciones
que los enemigos tenían des l.mparadas. Al amanecer, viendo
\os bárbaros que su puestos staban ocupados abandonaron su
primer .de ignio ; pero e m o la caballeda y bagaj af retado e n
este estrecho guían 1 ntam nte el moYimiento e ampararon de
e ta coyuntUI·a para caer n todas dir cciones obre la retaguardia.
La caballería at·tagine a taba á punto de er destruída
a í como todo el bagaje, pues no pudiendo o~tencrse sobre una
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rocas tan escarpadas, el más p queño choque les hacía precipitarse
: el ríe go e aumenta a por la ca allerías muertas, que cayendo
n - ndas tan estrechas obstruían el paso, ó bien rodando
se llev ban delante de sí cuanto enc ontraban. Aníbal, á fin de remediar
este de ordtn é impedir la pérdida de su caballería, municione
y bagaj que iba á exponerl al ri e go de no poder alvar-e
ni aun con la fuo·a corrió á la cabe za d e aquellas tropa que
por la noche e habían h e cho due ña d e las altura , y desde é tas
se precipitó sobre sus enemigos, n los que hizo gran carnicería;
pero e n el tumulto y onfusión, ue e aumentaba con el choque y
gritos d e lo e mbati ntes perdió gran número de sus soldados;
in embargo, quedaron te ndidos en el campo de batalla la mayor
parte dl: lo allobrog-ues y lo demás huyeron precipitadamente.
Aun uand Aní al mostr' e n esta acasión todo el valor y
pericia d u e e capaz un grand hombre como él, tal vez si los
bárbaros no se hubieran entr t ni o e n saquear los equipaje , hubiera
ad ecido mucho más, y aun puede asegurarse que habría
quedado en estado de no pode r lle ar adelante su empresa por la
falta d e us municiones y equipo. Este es pues, uno de los medios
estratébicos que mucho Generales han puesto en práctica en casos
apur dos, de abandonar sus equipajes al pillaje del enemigo, para.
que engolfado en el saqueo no atienda á su defensa y sea más
fácil d eshacerlo y de truírlo.- Confin tÍa
EL COMBATE
Pt ,R MA "UEL l\T RE O CHURitUCA
{Continúa)
o~rBATE DEFE. s1vo-El batallón á la defensiva puede comba-tir
en dos situacion distinla , ó por encuentro, 6 esperando en
una. po ici6n d antemano cogida.
En el prime1· ca o, lo ordinari e desplegar dos compañfas
in sostene , dividida por igual n guerriJJa y reservas, para que
aquélla sea fuerte desde el principio, reduciendo la distancia entre
los escalones hasta uno 1 50 6 200 metros en terreno despejado,
6 menos i por ser muy fragoso proporciona suficiente abrigo.
En el combate previ to y librado desde una posición, se da
desde luego gran esarrollo y fuerza á la línea de fuegos desplegando
tres compañías, mitad en gu rrílla y mitad en re erva y
algunas veces la cuatro i hay otras tropas n segunda línea. En
po iciones de pendiente muy pronunciada conviene instalar dos 6
más 1ín a su erpue ta , con lo que 1a más elevadas, dominando
mejor la t:ona que atraviesa 1 asaltante podrán batirlo á má•
distancia.
El fuego de la defensa debe empezar antes que e l del ataque
}' con má variable intensidad, pue to que la ituaei6n ventajosa
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de las tro a y la inmovilidad en que esperan, per·mite metodizarlo
y asegurar us efectos. Las descargas mucho má útiles que en
la ofensiva, d en empezar á 1 200 metro y continuar hasta los
6oo, empleándola contra los gr·upos compactos que forman las
reser\'aS del agresor cada ' z que queden descubierto . A esta
última di lancia se rompe 1 fuego á di creción lento, con alza de
500 y n dándole una intensidad g1~adual creci nte como · n la
ofen iva, ino intermitente, es decir, que se acelera cada vez que
el asaltante atraviesa un e pacio descubierto, y vueh·e á er lento
cuando desaparece á la vi ta. Durante e ta pau a e r ctifican
las alza , con lo que, i e h~ tenido la precaución de medir las
distancia del cam o de ataque se obtendrá gran ñcacia en lo
fuegos.
Llegado el a altante á lo 300 metro de la po ición, empie?.a
el fuego rápido sin alza concentrándolo obr u grupos má
numeroso ó los más a ,·anzados y preparán lo la fuer7.as á
tomar la ofensi\'a.
En 1 combate por encuentro, e proc de de i ·ual man ra
durante este p ríodo, hacie ndo entrar n Hn a las r~servas parciales
al mpezar el fuego á discreción, y una de la compañía de
la reser a de batallón al empezar 1 rápido con obj to dt; da1·
gran oliclez á la Hnea de com bat y xtend rla algo m á en previsión
de un desbordamiento. La última compañía u ·. da i la espectativa
de un ataque de flanco, para lo que e aproxima al ala
más amenazada y se di pone á rechazarlo.
Roto el fu ego rápido, conviene espera1· á qu haya producido
todo su fecto en el a altante para tomar la of n i ·a pcr Jo que,
si á pesar de las baja que forzosamente uf.-irá continúa avanzando,
e le deja llegar á so ó 6o metro y se cae entonce obre
él á la a yoneta.
En rincipio todo contraataque de fr nte e dd.>e combinar
con otro e terior de flanco, dirigido por un extremo de la línea
coptra el corre pondientc de la del enemigo; ma un a tallón que
combate unido á otros, no puede obrar a f, como no ea el primero
ó el último de la línea general, y aun n e te caso lo probable
es que forme todo él el martillo ofensivo, y ataque de frente en la
dirección d 1 flanco enemigo. Por otra parte, un batallón intercalado
con otro , ue mplea su reserva en un contraataque interior
de flanco, la e.·pone á ser cogida del mi mo modo por la del batallón
contrario que tiene enfrente, y de reYés por la del inmediato·
así es que fuera de lo ca os en que se produz.can sali ntc muy
pronunciados en la línea del agresor, 6 que é te mbista débilmente
y sin apoyo , no se d be echar mano de e to movimientos
int riores, hmitándose á tomar una ofen iva franca de frent .
Rechazado el asalto, 1 fuego rápido completa eJ éxito, persiguiendo
al agre 01· mientras está al alcance cl 1 fu 11 pero sin
abandonar la posición y preparándose á d fenderla de un segundo
ataque.
Cuando la reacción ofensiva no b sta á impedir que la po ición
sea invadida, la Hnea de combate se rctir,t á retaguardia de
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la re erva ó de la tropa de segunda línea, y éstas intentan una
egunda y más enérgica reacción, antes de que el asaltante haya
podido recibir refuerzos que consoliden u conquista. E posible
que con e te e fuerzo se recupere la posición perdida, pero si no
se logra, será preciso abandonar el combate y apresurarse á organizar
la retirada, previniendo los peligro de la persecución que
no se hará esper·ar.
Un batallón ai lado se d tiende de un modo análogo con dos
compañía e plegada e n guerrilla y re en·as, á las r¡u se
aproxima una de la otras dos, para reforzarla oportunamente y
proteger us flanco extendiendo 1 frente lo bastante á impedir
que s a de bordado y oderJo hacer con el del enemigo.
1 tomar la fen iva, una arte de la última compañía que
ueda en reserva sigue d cerca en orden cerrado, apoyando el
movimiento, y el re to sale por un extremo de la Hnea y cae sobre
el flanco d 1 asaltante.
Si el terreno es muy cortado ó cubierto, convi ne en ocasiones
mboscar e ta fuerza á vanguat·dia sobre un ala y hacerle
romper 1 fuego rá ido en l momento n que el agresor, próximo
á lanzar á la ayoneta, llega á u altura ó la rebasa, porque la
sorpres que seguramente le producirá e te ardid, paralizará or
lo meno u acción y ase ;urará l re ultado del contraataque que
debe tener lugar inmediatamente.
CO~[B,\TE DE:\IOSTRATIVO-Un batallón libra combate demostrativo
cuando imula un ataque falso mientra otras fuerza ll evan á
cabo J verdadero· cuando espera refuerzos para poder empeñarse
decLi va mente, ó cuando forma la vanguardia de una columna
que ataca cubre su marcha n un movimiento de flanco 6 protege
su r etirada.
egún los casos y la forma ostensible que e quier dar al
combat , así Yarían las dispo icion i es la defen iva, d pliegan
do ompañfas; pero si simula la of n iva con ien desplegar
tres, para dar gran desarroJlo al frente y a van zar poco á poco,
fingiendo que _e di pone un ataque formal y atrayendo la atención
d e l enemigo, si así conviene, pat·a ue desatienda otros punlo .
El tallón de vanguardia de una columna despliega una
compañía, forma segunda línea con otra do , y deja otra n tercera
como re n'a. Hecho por la primera e l r conocimiento del
enemigo despliegan á su altura las dos de segunda línea bien por
ambo lados, bien por uno solo, egún el t rr no y ituaci6n que
conviene adoptar para m jor cubrir al cuerpo principal. En algún
caso i é te e tá muy pr6.-imo y u d pli gue s breve pue e n
de p 4gar la cuatro compañías, contando on su inmediato apoyo,
lo que dará mayor frente demo trativo.
Las guerrilla d 1 cuerpo principal se adelantan ha ta rebasar
á las del batallón de vanguardia, que se r ep liega entonces sobre
una de la alas 6 sobre amba , de 1 jan o 1 frente y pa ando á
segunda 1 ínea.
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i por circunstancias especiales, el batallón de vanguardia
tiene que tomar una ofensiva franca, debe llevar unida y á una altura
uniforme toda su línea de combate, y en el caso de que alguna
compañía se vea detenida por una resistencia superior á la que
encuentran las otras, continúa el avance de éstas, y la más inmediata
adelanta su reserva y la rebate sobre el flanco enemigo,
para cubrir el suyo y obligarle á ceder, ó cortar parte de sus
tropas.
Un batallón que combate en retirada prot giendo la de una
columna, adopta di posiciones puramente defen iva , sobre todo si
le ayuda en la mpresa alguna fuerza de caballería, y retrocede
por scalones alternados, deteniéndose á prolongar y extremar la
resistencia, cuando acosado de cerca alcanza una osición ventajosa.
En las partes del terreno muy de pejadas, debe ceder antes
que en las quebrada ó cubiertas, pr )curando que 1 adversario se
adelante por aquéJlas ha ta descubrir el flanco, para batírselo
desde éstas En ciertas ocasiones, una compañía emboscada pu - de
escarmentarlo y suspender ó interrumpir u persecución; ma el
recurso requiere, por lo conocido, gran tacto y prudencia, porque
ie expone á ser cortada si el ene migo es sagaz y precavido.
En Jos desfiladeros ~ donde debe desplegar toda su energía
y tenacidad hasta que Jos ha franqueado el cuerpo principal, retirándose
luégo por ambas alas 6 por la más distante de la entrada.
La fuerza que cubre esta, protege con fuego vivo ó rápido el desfile
de la demá compañía , que llegada á la salida despliegan
de nuevo y á su v z protegen la retirada de la última tropa.
La protección de una marcha de flanco es operación que
raras veces tiene lugar, porque en el supuesto de que la marcha
obedece á una maniobra, ésta no se debe ejecutar en presencia
del enemigo; pero, excepcionalmente, puede un batallón encargarse
de cubrir un movimiento de este género, como preparatorio
de otro envolvente, 6 bien en la retirada para oponerse á una persecución
de flanco. En el primer caso, su conducta, semejante á la
de una vanguardia, requiere disposiciones que cubran, di imulen y
entretengan. En el egundo, debe obrar como una retaguardia,
escalonando sus movimientos en sentido de la dirección que lleva
el cuerpo principal, y procurando que las posicione en que resiste
sucesivament , á más de flanquearse con eficacia, faciliten la
acción ofensiva de la reserva sobre las fuerzas enemiga que se
atrevan á adelantarse para cogerlas
Citación recomendada (normas APA)
"Boletín Militar: órgano del Ministerio de Guerra y del Ejército - Año VI Serie III Tomo I N. 4", -:-, 1902. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3691155/), el día 2025-06-08.