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Los Cristales / Orquesta Sinfónica de Colombia

  • Año de publicación 1968
  • Idioma Español
  • Publicado por [Colombia] : Imp. Nal
Descripción
Citación recomendada (normas APA)
"Los Cristales / Orquesta Sinfónica de Colombia", -:[Colombia] : Imp. Nal, 1968. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2157508/), el día 2025-05-07.

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Imagen de apoyo de  Podcast: "Rock al Parque: la música"

Podcast: "Rock al Parque: la música"

Por: Red Distrital de Bibliotecas Públicas. BibloRed (Bogotá. CO) | Fecha: 2019

Podcast que recopila testimonios del público asistente al ciclo de charlas "Libertad Sublime" realizadas en las Bibliotecas Públicas de BibloRed. Dan cuenta de la experiencia musical relacionada al Festival Rock al Parque. Los participantes relatan sus vivencias: donde compraban los discos, los primeros conciertos a los que asistieron, como se difundían los nuevos exponentes del rock colombiano en los medios públicos, la relación de los rockeros con seguidores de otros géneros musicales y la influencia que tuvo esa música en un momento en sus vidas.
  • Temas:
  • Rock (Música)
  • Música

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Podcast: "Rock al Parque: la música"

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Imagen de apoyo de  Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Podcast: "Rock al parque: las bandas"

Por: | Fecha: 14/06/1864

• TRIIV!. I. AÑO II. Bogota, 14 de junio de 1864, NUMERO 64. El ARZOBISPO DE SMHME DE BOGOTA: AL CLERO I A TODOS LOS CATÓLICOS DE LA N. GRANADA. Se ha publicado en algunos periódicos de Bogotá un artículo o u11a alo c ucion que c<;>mienza "Tomas C. de 1'\Iosquera, Presidente de los Estados Unidos de Colombia A todos los que la presente vieren ; ¡ sa­lud!" i el contenido de éste escrito se reduce a llenar l de insuitos a nuestr·o Santlsimo Padre el seí1or Pío IX, actual Vicar·io de Jesuc>risto; a sus santos prede­cesores; al colejio de Cardenales, i con particularidad al Erni]lentlsimo señor Antonelli, Secretario de Su Santmad. Imposible parecería 1 fJUe existiera un homLn~e que preciándose de talento :Vde instl'Uccion, i ocupando la primera majistratura en una Nacion, descendiera hasta pt·esentarse por debajo del nivel del hombre mas vulgar o ménos culto, escribiendo i dando a la luz pública un escrito tal como el que hemos leido, fechado en Popayan el 12 del próximo pasndo febrero. No parece creible que pudieran Begar la impiedad i el ódio contra el Catoticismo hasta el estremo que se descubre en el papel a que nos referi­mos. SI, ésto parecería increíble; pero desgraciada­mente es cierto, i está consignado en varios periódicos que cit·culan, no solü por todos los puebloo de la República que llaman Estados Unidos de Colombia, sino tambien por todas las Repúblicas de América i podas Naciones del antiguo mundo. En todas pnrtes se habr~ leido la alocue!on o el artir·.ulo firmado por "'f. C. de 1\fosquera, Presidente ele los Estados U ni­dos de Colombia, " i se habra leido par:1 confusion i vet· güenza de Jos colombiano<; que tuvieron por Pre­sid<> nte a un hombre que, salvando los lindes de las mismas pt·esuncion i vanidad, pasa a ponerse en r;dí­culo i a hacerse df'spreciable, pues no habrá persona que por escaso buen sentido que tenga, al ver éste pnpel no forme el juicio mas desfavorable de su autcr. 1· 1 seri or 1\Iosq~era ha tomado como pretesto para drsahogar su rabra contra la Santa. Sede, la Enelclica de Su Santidad dit·ijida al Episcopado granadino, al Clero i a los católicos de ésta Repüblica: Euclclica en la cual el Pastor universal de lo s fieles, usando de la supremu potestad espiritual que recibió de Jesucristo, condena todos los ataques hechos ala Iglesia en los de­cretos i en las leyes que contra ella se l~an sancionado en esta República, declm·ando las penas en que han incurrido todos los que han. sido autot·es o tenido algu­na parte f'n estos ataques ; 1 las penas de que habla son penas espirituales ; penas que la Iglesia tiene fulmina­das contra sus hijos desobedientes i que se rebelan con­tra ella; penas que despreciaráu i de que no haran ca­so los que no pertenecen a ella, o los que queriendo aparecer como católicos, le hacen con todo una obsti­nada guena al Catolici smo : pPrO los verdaderos cató­licos, los que lo son en la realidad i no solo en el nom· bre, eomo tantos que quieren trtularse tales, entre ellos el señor l\Iosquera; los verdaderos católicos, éstos sí oyen la voz del Vicario de Jesucristo,. acatan sus determinaciones i obedecen i observan sus leyes i mandamientos. ¿Por qué, pues, se quie e decir que Su Santidad calumnia al Gobierno con aseveraciones falsas, i pretende tener derecho para iujerirseen la autoridad suprema de la. Nacion? ¿En dónde está la r.alumnia? ¿En dónde se descubre esa pretension de incalificable usurpacion de que habla el Presidente? Ninguno, ni dentro ni fuera de la Republica,. ignora que el Jenerall\Iosqura dió Tos decretos llamados de '' Tuieion " i" Desamortizacion de bienes de manos muertas, "i que en cumplimiento de estos decretos, algunos de los Obispos fueron es pulsados del país, i otros, en medio de numerosas escoltas de soldad0s, fuimos conducidos en conHnamiento a lugare~ insalu­bres i pri-vados de toda clase de recursos. Ninguno ignora la cruel persecucion que s ~ les declaró a Jos ' Pal'focos i de mas Sacerdotes fieles, arrancándolos de sus curatos, a los unos para hacel'los salit· fuera de la Rerública_, a otros para con~in.arlos en temperaturas , ardientes 1 mortíferas, u ohltgan dolus a audarerran­tes por los bosques i viviendo entre las fieras. I ¿cuál ha sido el delito que hayamos cometido para tratarnos como jamas han sido tratados los mas insignes crimi­nales? ¿Cuál nuestro crímrn ~ No haber sometido a la autoridau de los hombres, la jurisdiccion espiritual que recibimos, no de ellos sino de Dios. Haber pro­testado contra el injusto i violento despOJO de todos los bienes de la Igles ia. i de las comunidades relijiosas, sin, ott'O det·echo que el que dá la fuerza en manos de 1 los vencedores, sobre una parte de la sociedad la mas pacífica e inofensiva. ¿Porqué, pues, dice el señor 1\Iosqurra que el Gobierno colombiano ha sido calum­nindo por nuest•·o Santlsimo Padre? ¿No son ciertos los hechos tiránicos contra la Iglesia a que el Santo Pa . re se refiere en su Encíelica ? ¿ ~uál es el atat•que los pueblos no ocurrirían a ellos; puesto que Jéjos de inspirarles confianza, les inspira­rían temores fundados, acerca de la validez de los sa·· cramentos que ellos administran, i se retirarían de co • municar con ellos en las cosas santas Foresto es 9ue el Supremo Pastor de los fieles, ha­bla en su EnciCiica señalando al Episcopado, al Clero i a Jos fieles de esta República, el camino que debe se· guirse, exhortándoiíos a no convenir en nada que sea contrario a la libertad e independencia conque Jesu­cristo fundó su Iglesia, i declarando ahora, como siem­pre lo ha hechoy las penas espirituales en que incu­rren todos Jos que se se-paren de su doctrina o aten· taren contra sus derechos e inmunidades. Por esto es que, sin que se diga que queremos conspirar, o no re­conocer la supremacía de la Nacion en lo que es de su competencia, si desconocemos el derecho conque tras· }lasaudo los límites del poder temporal, se quiere lle· var esa supremacla hasta Jejislar en negocios que solo tocan a la Reiijion, i tiranizar nuestras conciencias, vretendiendo obligar al Clero a prestar inícuos jura· mentas de· obediencia a disposiciones contmrias a los preceptos de la Relijion Santa, Católica, Apostólica~ Romana, la única verdadera i fuera de la cual no puede encontrarse la salud eterna ; la ReliJiOn que p1·ofesan todos los granadinos ;. Relijion de la cual i somos, aunque indignos~ uno de los Pastores, i como ¡¡ tal no podemos güardar silencio cuando vemos que se la ultraja sacrílegamente igualandola con las sectas que ella ha condenado, i que se colma de improperios, tanto al actue­rada, 1 de consiguiente nos obligarán a desear cualqUJer cambio en nu~:-" stra suerte venga do donde viniere. Por eso d 1jimos en nuestro nú­mero 15, hablando del Catolicismo i nuestra independencia con ocasion de la invasion de Méjico, que, probablemente a conducta do los mejicanos nacia de que los liberales allá como aquí habían hostilizado, despojado i persegui­do sin piedad al Clero i a la Iglesia católica, i añadimos : "Nuestros liberales ignoran probablemente que hai ciertos hechos que no pueden verifi­carse sin una p oderosa razon de ser. Dos 1 Curas dieron en M~¡ico el primer grito de re­be! ion contra un poder que tenia en su ·apoyo la tradicion de tres siglos, contra una Nacion que tenia la misma fé, las mismas costumbres, , que hablaba la misma lengua que los meji­canos, en donde casi todos ellos tenian parion· tes i amigos. Hoi, segun se dice, el Clero re­cibe con palma s al ejército de una N acion que habla otra lengua, que tiene otras costumbres. N o hace muchos ai'íos que el bizarro J eneral Santana venció a esos mismos franceses con un ejército de mejicanos. Entónces, al primer grito de alarma, todos los ciudadanos volaron a alistarse bajo las banderas nacionales. En­tónces no estaban desesperados; pelearon co-· m? pelea todo pueblo que se siente libre 1 triUnfaron. ¿ Por qué miran hoi con indiferen­cia i hasta con simpatía a los -mismos que en­tónces no pudieron pisar impunemente sus fronteras? Es que se ven forzados a sacrificar l~ _i~de~endenc.ia para salvar la Relijion i la ClVlhzaCion. S1 l:.t anarquía i la difusion de perversas ideas no hubieran convertido ese v~sto i hermoso país en una cosa semejante a S1e~ra-morena o las lagunas Pontinas ; si se hubieran respetado los derechos i la fé de los ciudadanos, hoi como ántes habrían marchado contra el enemigo alentados por los sacerdotes: invocando a Dios i a los santos protectores de la Patria, i hoi como ántes habrían vencido. ~~ . Si hubieran sacrificado la libertad, seria por­que Dios es primero que todo; pero no han Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 44 EL CATOLICO. , usado sino del derecho de 1os esclavos, escojer entre señor i seño1· ." 1 No creemos que haya motivo para temer que se pretenda conquistarnos. Los temores que hizo nacer por un momento la cuestion perua­na, han desaparecido al ver el documento pu­blicado en "El Diario Gficial" de 9 del corrien­te, número 35. Ese documento pone ~n claro que aquella cuestiones como todas las que la poderosa Europa nos suscita abusando de nues­tra debilidad cada día mayor, gracias a nuestras frecuentes guerras fratrwidas. Es cuestion de ' indemnizaciones i naua mas i por ello damos )~ts mas sinceras gracias a la D1vina Providen­c~ a, porque llegamos a temer deveras la pérdida de nuestra nacionalidad; pues aunque los católicos no hubieramos sido los últimos en defenderla, el pueblo desesperado, burlado tantas veces en las rio::-uei'ías e~peranzas que le h <.t n hecho concebir los am l iciosos, ¡'quién sa· be si no ha.bria tenido la decrsion gloriosa con • 1 que en otro ·tiempo, invocando el nombre de Dios marchó al combate para conquistar su independencia ! ¡Quién sabe si se habria 1~ mostrado indiferente al cambio de señor por señor! 1 Efectivamente, a éste grado de desesperacion conducen a lo~ pueblos los que llamándose sus protectores i defensores de sus libertades, no f' hacen mas que corromperlos i despotiza.rlos : ! los que los enseñan a despreciar todo lo que hai '1 de mas sagrado para el nombre : los que in­sultan i ridiculizan la fé en que consisten sus únicas i hermosas cualidades. ¿ Qué patrio­tismo puede exijirse del que no mira en el sue-lo que lo vió nacer sino un lecho de espina8; del que no puede acercarse a las urnas electo­rales; del que no puede esperar ni aun justi­cia en los tribunales; del que no tiene seguro nada, 111 la vida, ,ni et honor, ni el pan de sus llijos ; del que se oye llamar goJo cuando aca­so siente hervir en sus venas la noble sangre de alguno de los mas ilustres mártires de la Independencia; del que se vé odiado, vejado, opnmidQhasta. en su .creencia·relijiosa que es ' el santuario en que se encierra todo lo que va· ¡ le algo en el sér humano? ¡ I los que a~í tra-l1 tan a una inmensa mayoría de sus compatrio­tas, tienen el descarado atrevimiento de llamar­se liberales ! Déjen de ser los verdugos de la verdadera libertad, déjen de perseguir la Reli- ' jion, hagan efectivos los derechos sociales, ha­gan desaparecer las odiosas denominaciones de vencedores i vencidos, déjen a los católicos tener patria i hallarán en cada uno de ellos cuando llegue el caso un soldado dispuesto a defenderla siguiendo el ejemplo inmortal de nuestros padres. De otro modoJ podrán decir­les : " Que yayan los que tienen que defender, los que saborean los goces de una libertad ám­plla hasta para encarcelarnbs i matarnos, que vayan, decimos, a llevar esa misma libertad al punto amenazado por la invasion estranjera. 1 .Ellos no quieren tener amos, ~ienen razon ; pero nosotros que estamos considerados como esclavos, i algo peor que esclavos, puesto que se insulta i escarnece hasta nuestra fé, hasta nuestra alma, que vemos que se nos quiere privar no solo de los derechos que nos legaron nuestros libertadores, los que nos dieron patria, sinó hasta ,del consuelo de rogar a Dios segun nuestra creencia, .segun nuestras mas íntimas convicciones, i qué vamos a defender 1 i Los derechos de los que nos consideran sus escla­vos? N o queremos defender esos derechos por­que son h1jos de la fuerza i están basados en la destrucc10n de los nuestros. ¿Quién impide que así como se han confiscado bienes de con· servadores por ser de conservadores, que así como se usurparon los bienes de la Iglesia por ser de la Iglesia, se sigan confiscando los que aun queden a algunos particulares porque quie­ra repetirse lo que ya se nos ha dicho: "El vencldo debe sufrir la lei del vencedm·? '' La justicia es la base fundamental de todo Go­bierno i donde ella falta) el Gobierno no puede exis.tir porque no tiene otro objeto que defen­derla, que hacerla efectiva. La Relijion es la que dá 1a8 nociones de la justicia. 1 por eso quien ataca la Relijion, ataca todo lo mas res­p(• table que hai en la sociedad. No obstante, nuestros vencedores, en plena paz, atacan nues­tra Rel1jion, i se dicen republicanos! Hasta el primer Jefe de la N acion hoi, en una. resolucion comunicada a las sei'íoras cató­licas de esta ciudad, queriendo mostrar su de­seo de que se restablezca la libertad ma.s ám­plla, deja escapar conceptos bien dignos de censura i que prueban lo poco en que tiene nuestrn, Reljjion. Para él, el Clero mezcló la cuestion n~!Jjiosa con la polít:ca i se atr.ajo por eso el ódio de los cor1feos de la revolucion. Falsed~d grande por cierto 1 El Clero no se empeñó deveras en la cuestion política, pprque si lo hubiera hecho, la revolucion no habria vencido. El Clero debió moverse porque CO· nocia a su adversario, i debió preveer lo que il>a a suceder, pero contenido por egoísmo, por pereza, no sabe m os por qué, no se movió. La rev.olucion tenia mas bien un objeto social que político: ese objeto era claramente contrario al Catolicismo, 1 así como si hoi se enarbolara un estandarte para defender la monarquía, todos los republicanos formariamos en las filas contrarias por amor a la patria, así el Clero .debió tomar con decision su puesto el otro dia en las filas de los que defendían el Gobierno loj ltimo. Bsto es claro, i echarle en cara aque­llo para apoyar o disculpar los escesos a que los- vencedores se han entregado contra. él, sobre ser poco jeneroso, es altamente infun­uado. Que se le echara en cara la indiferen­cia ~on que se manejó en su mayoría, seria mas JUSto. El señor Murillo croe que es "una imper­tinencia i aun necedad que nosotros temamos los efectos de providencias de lejano alcance que no implican sacrificio alguno cuando se abre una era nueva que promete toda lejítima satisfaccion:," i al mismo tiempo dice que "el Congreso preocupado aun por los peligros de las otras llbertades, no se atrevió a. renunciar Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. EL CATOLICO. 45 del todo a las precauciones" contra la Relijion o contra el Clero. Esa preocupacíon sí fué una necedad: i necedad tanto mas grande: cuanto que no tenia el Congreso derecho para mani-festarla por medio de una lei tiránica. Es que el señor Murillo no vé en su ojo la viga de lagar. I con razon, puesto que Juzga otro dis­parate nuestro creer en la Providencia i llamar por eso a Dios el Dios de los Ejércitos como lo nombra la Escritura santa. l\1ucho en que pensar nos ha dado la resolu cion de que tratamos, pero dejamos para otro nú ­mero su exámcn, porque deseamos que el seiior Muri!lo se .convenza de que todo en el mundo tiene que referirse a Dios, porque D los 1-o llena todo, lo vé -todo, i lo dir1je todó con su Provi­dencia í su Justicia; de maner.t que es un d1s ¡ parate querer gobernar sin EL la. soeiedad. 1 .1 1 1 ·coNFERENCIAS DEL PADRE FÉLIX, P.RONU NCIADAS EN LA IGLESIA DE N uESTRA SEÑOUA DE PAius, EN FEBRERO ULTIMO. t. a CONFERENCIA. La critica moderna delante de la ciencia i del Cristianismo. Señores :-Des pues de habe1· justificado el pro­g1 ·eso intelectual por el Cristianismo del ante de la ' filosoflil, vamos a justificarlo delante de la ci e ncia. Hemos demostl'ado que entre eJ Cristianismo i Ja ciencia no puede existir niugunu incompatibilidad, i hemos visto cómo Jos misterios mismos, fondo oscuro del cristianismo, vienen a ser para la cien­cia cuando los admite_, como antorchas ilumina- ¡ doras. El Cri·stianismo pOL' sus principales miste dos ' ilustra la ciencia del mundo, Ja ciencia de Dios, la ciencia del hombre, eu una palabra, toda Ja ciencia ; i .Jesucristo mismo, centro viviente del verdadero Cristiauisrno, se nos ha presentado eu un espléndido rayo como el foco universal de la luz. Sí, el Cl'isto, el Rijo de Dios hecho hombre, es la verdad plena i sustancial ; es la razon di­vina encarnada en una carne humana, toda Juz viene de él, i toda citncia que le huye se pierde en las tinieblas segun el grado en que le huye. 1 sinembargo, es contra Je~ucristo mismo que el espíritu humano parece, en algunos hombres, re­velarse l.oi ; i es en nombre de Ja ciencia que se aspira a destronarlo. Se diria qué el jénio cientí­fico eu una hora de vértigo, vol viéndose contm su propio foco i conspirando contra él, ataca en el Verbo encamado el fundamento i la sustancia de la verdad. Pero nó señot·es .. Jo que ataca a Jesucristo i al Cristianismo, no es Ja ciencia_, nó : es soJo su apa­riencia. Siendo Jesucristo la verdadera ciencia i el faro luminoso de la ciencia, no puede haber eu realidad contra ÉL sino la ciencia falsa, el fantas·­ma cientíílco. Entre las diversas formas b~JO las cuales se pre­senta entre nosotros Ja falsa ciencia, hai una que parece hacer hoi fortuna mas brillante i que llama particularmente la atencion. Hija del racionalismo moderno, snlida con trabajo de los hel·vot·es filosó­ficos de Ja AJem~nia, ya célebre del otro lado del Rhin por excentl'icidades en que ell'idículo cone pareJas con la impiedad; se ha apaa·eeido en medio de nosotros con preteusiones de revelado1·a i acti­tudes ntido, mirando a ojo 1 desnudo, hahian creido hasta ahora que 11) falso difel'ia radicalmc>nte de lo verdadet·o, el mal del bien, lo bello de lo feo. Con el lente prodijioso de la cdtica modema, pueden ver en el mundo moral i t•elijioso los infinitamente pequeños ; i percibit· que lo que se llama el era·M no es sino u u ·a:nntiz de la ve1·dad, lo que se trama el mrll un matiz del bien, lo que se llama divino un matiz de lo humél.­no, lo que se llama sobrenatnral un matiz ele la natmaleza. Hé aquí lo que es tener tanto talento i no tene1' principios~ Crítícos del siglo: la dais de snbios, 1 ~ anunciais una a·enovacion i una depuracion de todas las ciencias pot· la vuestm; i rareceis de la primera condicion de toda· ciencia, de principios ciertos. Hai mas, la cien.cia es la verdad de los princi­pios mostrada en las conclusiones; su· trab:-ajo es 1 hacer salir, a la luz de la razon, lo desconocido de· lo conocido. Tenemos, pues, der.echo de pedit· a la ¡·eina de las ciencias, la crítica científica, que nos muestre StlS conclusiones ; que nos dig;a de dónde parte i a dónde vá; que nos cite una verdad conocida por eHa. Hasta ahora no ha hecho mas que afit·mm· i negar. Nada ha concluido, porque las conclusiones son hijas lejítimas de los princi­pios, i la crítica no los tiene. Su lójica mas hábil consiste precisamente en no coneluit· nada; ella misma lo ha dicho: <) La ci'Ítica acal u de dejar escapar su secreto. No discutirá la cuestion de las cuestiones, la su­, pone resuelta ; i esto, porque es la ciencia inde­pendiente : se cree con el derecho de suponet· lo 1 que no puede demostrar. Tiene delante de sí diez i ocho siglos pat·a afi¡·­: inat· lo sobrenatural i lo divino, tiene una lumi­nosa lejion de talentos i doctores, todo el grande f'jército que lleva la palabra i la bandera de Jesu­c'l'is to ; pero ella no tiene que meterse con los polemistas i los teólogos; jamas discutirá con , ellos. t< I.os Cristianos privados de la gran luz de la crítica, son espíritus limitados i decididos a permanecer tales : disputa,· con ellos es perde1· tiempo, es quet·er argumentar· al salvaje sobre la absUI'didad de sus feticheS.>) 1 estos espíritus li­mitados, estos polemistas tan sobel'biamente des- ' deñados,se llaman segun el tiempo,Oríjeues o San Agustio, San Anse .m o o Santo Tomas de Aquino, Bossuet o Fenelon, Descartes o Leibnits ! Hénos aquí esa soberbia crítica que reprocha a las relijioues i sobre todo al Cristianismo, el im­ponrrse de una vez, héla convencida de impo­nerse a sí misma toda entet·a sin discusion i sin exámen, sin prueba ni d mo s tmcion; hela aquí frente a fnmtc con la ciencia i despojada de las cualid~des i att·ihutos de la ciooc·a, convencida sobt·c todo de damos como conclusiones de la cien­cia i resultado de sus investigaciones, sus hipó­tesis g1·at litas i los efectos d\j sus caprichos. Que contioúe,si quiere, ostentando al traves de las ílot'es de su literatma i Jos perfumes de su poesía, su erudicion de gala i su teolojía de romance; que . continúe diciendo a la multitud : « Soi la mas alta i• espresion de la razon humana, soi la ciencia.>) 1 : Podemos decirle cou una profunda conviccion : 1 no sois la ciencia porque no vel'ificais ninguna de lj las condiciones de la ciencia. Los yerdaderos l. sábios al veros pasa¡· sacuden la cabeza i encojen Jos hombt·es dicieudo : a Es la burla de la ciencia, ! es el charlatanismo cientlÜCO.>) ¡_ Pet·o, seilot·es, si Ja critica moderna no justifica el título de científica que ella misma se dá, sí jus­tifica el de anticristiana que ]e damos nosotros. (Continuará), -Los padt·es Tl'initarios, que han vuclto a Francia hace cinco ailos i que estaban estableci­dos al principio en l''aucon, lugal' del uacimiento d<> su glol'ioso fnudadot· San Juan de Mata, han hecho una 1meva e importante adquisicion, ha­biéndoseles cedido el antiguo santuario de Nuestt·a Señora de Litle, cet·cn de Viena. ¡ Qué atraso 1 I iuego dicen que la Francia es un país civilizado, donde reina Ja libe ·tad ! -Se ha C(')ebt·ado hace poco en Roma con gran pompa, en la iglesia de San Antonio de los portu· gueses, el n1atdmonio de l:l nuet·a del Mal'iscal Saldai'la, Embajadot· de Portugal cerca de la San­ta Sede, con Mr. Goulbourn '\Valpole, ingles distinguido i noble que se ha convertido reciente­mente a la fé católica, despues de babet· tenido cuat1·o dias de ejercicios espirituales en un con­Yento de Jesuitas. Todo el cuerpo diJ>Iomático, sin escepcion, asistió a l::t ceremonia. Tres perso­nas mas de la servidun bt·e del uovio se habian convertido igualmente al Catolicismo e hicieron su primera i fenorosa comunion el. dia de )as nupcias. -En el mes de febrero se hizo en Nimes la consagracion de la nueva i bella iglesia dedicada a Santa Pcrpétua. ¡Qué rett·oceso! -Monseüot· el Obispo de Angers recibió el 26 de febrero la abjuracion de una jóven pt·ott:stante, de familia distinguida, la cual recibió los sac¡·a­mentos con una uncion eJemplar, que llenó de 'temura a los cit·cunstantes, i que se espera haya tocado ott·os corazones nubles. -Dice un dial'io ft·ances que la pastoral dil'i­jida pot· el Arzobispo de París a los fieles de su Diócesis, con ocasion de la apertura de la cuares­ma, es un magnífico tratado sobre la divinidad de Jesucl'isto. ¡Qué todavía toleren ésta familia de Arzobispos i Obispos en el país de las luces, cuando nosotros no los toleramos acá en el país de las monas ! La ciudad de Marsella se preparaba a la inau­guracion de la soberbia iglesia de Nuestt·a Señora de la Guardia. Se espet·aba que la fiesta seria de 1 las mas espléndidas. Mas de 25 Arzobispos i Obispos habían ofrecido concurrir a ella. El Catolicismo se acabn, sin poderlo remedim·l -El famoso Víctor Manuel se desyeJa po1· la salud de sus vasallos. Una gran parte de los pre· sos en las cárceles de Turin había muerto de frio! -I .. os sermones de cuaresma en Paris tuvieron éste año un concurso estraordinario, sobre todo de hombres, lo que indica e] pt·ogreso sél'io i el afianzamiento creciente de la fe en las rejiones mas ilustradas de la sociedad. Por otra parte pa­rece que los ataques de ]a falsa ciencia i de la impiedad deben redundar en gloria de la Re.Iijion; ya su ridícula debilidad ha hecho impresion en Jos espíritus, i ha p1·ovocado, ademas, refutacio­nes tan sólidas, protestas tan jenerales i tan bri­llantes, que los mas indiferentes se han visto obligados a dii·ijit· su atencion a éste grande obje­to, Ja divinidad de Jesucristo i la verdad del Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. 48 EL CATOLICO. :¡- Cl'istianismo. El R. P. Félix es el que h~ pt·edi­cado en la iglesia de Nott·e-Dame, i sus temas han L'Odado jeneralmente sobre las pretensioHes de la cl'Ítica modema. "El Católico'' presenta hoi a sus lectores una mu estt·a de las admil·ables confe­rencias del P. Felix. de la Vitla de Leiva, i de que torlnvía hni almas tan depmvadas que las persiguen i les han quita­do hasta el agua. En el pt·ox.imo número da•·emos J · mas noticias de éstas santas mujeres, ho-i vet·da- ·~ ¡ det·as mát·tires. Ott·a clase de conferencias Jiteradas se han abiet'to en Paris, en beneficio de los hel'idos pola­cos : pensamiento noble i jeuet·oso cuya iniciativa han tomado homb•·es eminentes i ornJo¡·es distin- ~ ­guillos, tales como Sain t-Marc Git•at·din, l\I. Le- \ gouve i otros. Mas de tres mil personas habían as-istido i colmado de aplau s o-s i s impatías a los oradol'es en la primera conferencia. - Una mteva Jerusalen. Un Coronel ingles que fué a la Ch ina en la última espPdicion, via­jan do pot· el interio1· del celeste imperio ha hallado una ciudad de mas de un millon de habitantes, todos judíos. Es inconcebible, dice el pel'iódico de donde tomamos és ta uoticia, la existencia de una ciudad como ésta en un país tan intole1·ante como la China i tan celoso por sus ct·eencias relijiosas. El discm·so de la corona a la apertut·a ele las sesiones del parlamento ingles fué tnlsmitido de Lóndt·es a Pads por cinco hilos teleg•·áficos. La tt·asmision se hizo en diez mioutos, bien que fué necesal'io hacer pasar 1,050 palabras. -Se prepmaba en Bnyona una grande esposi .. cion intet•nacional franco-espauota. La fuer za totnl de las múqnin as de vapot· ele que dispone la iu(lnstria inglesa e quivale a la de 82 . 685, 2 4 4 ca ballos, lo que rept·esenta la fuet·za reunida d e 400 millones de hombres. Así la In­glatet• ra con 20 millones de habitantes realiza el 1 , trabajo de una poblacion veinte veces p.1as nu­me, ·osa. 1 - Un banquete de 5 00 cubiertos, presidido pot· 1 el Pl'Íncipe Napoleon, h a bía tenido lugar en el Palacio de t'h industria, en celebt·acion de la apet·­tura. del cnnal que atraviesa el Istmo de Suez. El Pdncipe, que fué testigo oculm· ele éstos tm­bajos en su viaje a Ejipto, pt·onunció un discurso lleno de interes. El cannl de a g ua dulce está ya cubierto de bat·cos veleros que lo at1·aviesan en todas direcciones. Puede, pues, decit·se que ya no hai Istmo de Suez, como se ha dicho que ya no ha i Pirineos. La Revista, mensual trae la siguiente graciosa anécdota. Un ministro pr·otestante solia encon­trarse en. cierto camino con un Cut·a católico que por lo regular montaba un caballo pequeño i flaco, i haciendo juntos su rumbo pot· uu buen tt·echo, discutían pacíficamente sobre puntos de fé. Un dia vió el clérigo protestante al Ct1ra venir a pié, i manifestándoLe su sorpresa,le dijo: Gómo 1 mi buen amigo; es posible que venga U. a pié 1 ~Sí, mi Reverenrlo_, contestó el c]érigo católico. Se me ha muerto mi caballito. -Qué desgracia! pobrecito! Pet·o supongo que no lo dejaria lJ. ·morir sin administrarle l.os sacramentos. -Nada, mi Reverendo, contestó el otro imi­tando la sorna del ministro,, no fué posible admi­n .istl·árselos. -Lástima grande. ¡,I por qué? -Porque mi pobre caballito era protestante. ~:J)J;l,~!Jt ~!lJll~ LA NOVENA DE LA CANDELARIA. I. ( Continuac!on.) Yo hnbia pues llenado, con una alegria nueva para mí, todas las obligacio de la novena; i rom o si el h abito de estos eje•·cicios hubiese elevado mi L'a zo n so­ble sí misma, a una altura que áutes no había podid o­alcanzar jamas, me hacia un cargo de haberme en· tregado a éllos con el solo objeto de satisfacet· una cu­riosid'ad' pueril. Era, en efecto. mi confianza ci ega por miserables cuentos de niños la que m e había ins­pirado tantos actos de sumision i de fé de qu e una 1 piedad mas sincera i desinteresada se habría hecho un deber, i cuya recompensa me atrevía a esperar, como si no la hubiese encontrado en la satisfaccion de mi propio corazon. Este remordimiento me sobreco­Jió sobretodo en el momento en que. acabados mis preparativos i abierta mi puerta a la aparirion proxi­ma, me disponía a proferir mi última oracion. Pro­bablemente espt•esé en ella mas pesares que deseos , i no sé si esta repm·acion fué aceptada, pero pude al ménos lisonjearme.de ello por la dulce serenidad que entró en mis sentidos i que calmó en un mom ento todas las ajitaciones de mi esph·itu; apénas h a bía ocupado mi sillon, cuando fui sorprendido por el sue- ' i1o mas flrofundo. 1 No se cuanto duró, ni cómo se alumbraron las tinieblas en que me babia sumer_jido; pero me pare-ció de repente que babia cesado de dormit·, mi habi­tacion volvió a totrHlL' su aspecto acostumbrado , a la luz vacilante de mis bujías, Discernl todos los obje­tos, oí todos los ruidos, esos ruidos débiles, indeter- ' min ados, sin oríjen sensible, que parecen no d ejarse oü· por un momento sino para tranquilizar al alma contra la Íll\'asion del sil encio eterno. El entablado estet·ior no traqueaba, pe ro producia un murmullo sordo como si fuera arart~iado por un penacho de plumas o UD ramillete de flores. Volví Jos ojos ocia la puerta i vi en ella una mujer; quise lanzarme para it· a recibirla, i un poder invencible me detuvo en mi Iu gm·. Traté de hablar, i las palabras quedaron cla­vadas en mi lengua. Mi razon no se perdió en éste miste1·io; comprendió que era un misterio, i que las orac-iones de mi no\'eoa habían sido escuchadas. La desconocida se acPreó lentamente, tal vez sin notarme, como si obedeciera a una especie de instin­to,. de impulso irresistible. Llegó al sil Ion que yo le había preparado, se sentó, i tjuedó así espuesta a mi c ·1riosidad cuya impacieucia nada ·eprimia, porque ella tenia siempre los ojos bajos . Yo la mit·é alentado por- su inmovilidad. por su silencio. Ciertamente 1 nunca la habia visto, i sinembat•ge esperimenté, en medio de la aoncienci-a vaga de un sueño, la convic- 1 cion de que- esa existencia, estraila a todos mis recuer· dos, no era ménos real i viva. La imajinacion mis­ma de mi nlma, purificada pol' el recojimiento i la oracion, no debia producir nada que se acercara a ésta vision. Ella pertenecía a un órden de inspiracion al que el hombre no podría elevarse por sí mismo, i que esa ciencia delicada i escojida de la sensacion que se llama hoi· la estética es incapaz de imitar. Mi metafisica de estudiante filósofo velaba aun en mi slreño; pero se humillaba delante de la obra del po­der de Dios. Yo comprendía q~e una creacion tan pura i tan perfecta no podia ser obra mia. En la ultima sesion dominical de la Sociedad de San Vicente de Paul, se hizo el denuncio de la terribl~ miseria a que están reducidas las Monjas (Continuará). IMPRENTA CONSTITUClONAL-POR NICOLAS PONTON. ~~~ t Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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El Católico - N. 54

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