Nzím. 38. .Pag. 143.
' LIBER.TAD, O IYIUERTE.
Ii ,
SÉMESTRE 2. 0
G-AZE'Tj\: DE -Lv_¿~rCIUDAD D~3
BOGOTÁ, CAPITAL DEL DEPARTAMENTO DE CUNDINAMARCA.
'
. Dpmingo 16' de Abril de 1 B2o.-10.0
CAUCA.
El Comandante Murgu~itio se ha puesto •en co•
municr1cion con el Comandante Runel, que man.
da en Cali, ha restablecido el órden eri los Pueblos
libertados, ha auxiliad'O las partidas Patriotas,
que molestaban al enemigQ, y ha dictado providn suale5
n la Viuda del S.:i'lor Joac¡uin Camacho, víctima
ilustr'! de la ferocidad Española, y benemérito hijo
Ul: Cundinamirca.
Continuacicm a~t Articulo sa~arlo dél Nüm. 13.'
del Bcrzódu:o intitulado el Español, sobre la
Int¡ttllicion.
Nadie ignora la imaginacion arclentísima que ca.:
racteríza á las espanolas. El campo inmenso que
presenta á esta facultad del ~lma la devocion re.
fioada hasta lo que llaman mística, es imposible que
pueda concebirl!;l nadie que no haya vi 5to estas cosas
rr. ui de eet•ca. Ba5te decir que la p ersona que con
taicntos, _V viveza se entrega a un director místico,
debe infalibleme-nte acabar en visionaria , ó delirante.
E&ta fue la suerte de la infdíz B~ata.
Imposiblita&ct por su c eguera de OCI.Jparse en otra
o;>s~. no tuvo tnas empleo que el exercicio favorito
ele con-tilmas medrtaciom:s. L o" fr ay les ( ha blo de
los de buena fé ) deseosos de hallar casos extraor.
dinarios de los que han leido e n sus libros, pronto
d ~ela raron que aquella era una almiones del cit> lo. Por d esgracia,
la inli::liz muchqcha crecía, y no crecía solo en es.
pírit u. Su pob n~ za le quitaba toda e~p eran za de un
establecimiento honrarlo, confo rme a sus nacientes
inclinaciones; y su deformidad y su falta de vista, la
obligaban á continuar á su pesa r en la santid.a d comenzada.
Entre los mucl\ns t eologos que cousultó,
Cl)ffiO es costumbre en e!>tos casos, pcll·a l ogr<~r la
apro .~ aéio n el~ su espfrztu, hall ó uno que combatido
-en tre su timidez y su profc:sion , se hallaba en
c áso mui semej.mte al de la j oven Beata. La amistad
eutre director y dirigida no fue t an e->piritual y delicada
como nos figuramos la de Me. Guyon, y el
atnable Ollispo de Camb1·ay; pero cmno aC]ueila ,
.dió origen en los dos devotos á un sis.te ma de T cc, logi
a. La grosera infraccion de bu OC\ S costu mbr ; s
que 1 <:'1\t>ena el tal sistema' no ti e ne pena sen .liada
p or las leyes; pero la parte metafí:;ica, se lla m ::t
Molinolismp, es nada m eno s que ht'rt!!Ji a , y se C.,!>_
tiga con la hoguera. Como L1s Beatas !>on infin1tJ•
aUDCJue espiritualmn1te coqu ~ t, ¡s en m.1t eria d e c . n fesores,
la nuestra p:1só de n nos en otros mfr' " tnn \ ()
dt' h e r~gia, á n o po cQs Lectores , Presenf,'1(/os !J
Ma~Jtros. Algunos de estos reftcxionnnuo d pet:;;ro,
•
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de se r de lat?. dos a la Inquisicion, ó aeosados f>Or su
conciencia, hicieron hJ que en el lenguage inquisito
ri <~ l se ll ama u t: a ~ ~pontan~a.. delatandose á si
mi !. mo ~ igualm e nte que a la cómplice: la que en
con:,e qüencia de esto fué presa y puesta en uno de
los cali:l bozos de ' la Inqu!~icion de Sevilla. U na
cas a de correccion hubiera sido mas que bastante
para el caso; pero esto no basta quando se trata de
infe li cts que anadeo á S\lS desgracias la de dar en la
m :~ nia d e ser T eólog tl s, La prision de la Beata no
baxó de tres ó quatro a nos, durante los quales apenas
hubo b one te, ni c e rqu illo de crédito que no vinie$e
por turno a la gra nde obra de la conversion de la
h ::r ege. Los Cal ificadores apuraban el arte silogís.
tica; mas ella eh1pedernida no cedía á sus podero.,
as autoridades y razones. La infeliz no estaba
bien penetrada del pelig ro qu{' habia en no con- ·
vencerse~ y la causa caminaba hácia su término.
• Llegó este, y ella insi5 tió en arguir. De~laróla
el tribunal por heregc prrtinaz, y se st'i'ialo dm para
el acto de Fé. Apenas hubo un habitante de Se.
\'illa que no acudiese a ve r el s olemne acto. Este
durÓ· desde la manana temprano ha sta la entrada de
la noche. Se conduxo á la delinqüente con una
rn o rd111za, y puesta !f>obre un burro, rodeada siem.
pre de los mas sabios teologos que con nuevos y·
poderosos argumentos, procuraban triumfa_r de su
oh~tinacion. F.n la Igles ia principal de los Donlinicanos
se le } ó desde el púlpito su causa, texido de
obscenidades t-X presadas en los términos m as gro •
se-ros. No qued:.1ba mas que la entrc."ga al Juez se.
c:ular para que le aplicase la pena de muerte. Una
retr:.~ctacion antes de este acto podía salvarle la
vida; pero la desgraciada delirante, insistió en no
hacerla, y fue · entregada. La proximidad del suplicio
, y el abatimiento de animo ocacionado por la
fatiga del dia, 1<~ hicieron desistir de su tenacidad
·quando ya era muy t ar de. Convirtióse á satisfac.
c.i on de los doctores a sistentes; pero el suplicio no
p oclia ya ni aun retardarse. Solo se le concedió la
gracifl de ser r¡u e mada d espues de muerta, y fué
engarrotada al fin de la tarde, entre las lagrimas de
ternura el e toda s las almas devotas, que admiraron
~~ pi adoso ~ rt i ficio con que se apro\•echaba aquella
ocasion de mandarla al cielo, quitaodola del peligro
de vo lver á caer otra ve z en su hert>gia.
Esfue rze V. su imaginacion { porque sin fuerza
nren as puede hacerse ) para figurarse que esto ha
p asado no h a mas de treinta anos. Acuerdese V.
de que la s mismas le ye s existen fO todo su vig
o r, y que h .l solo a lgo m as de un ano qu~ se
d es tru y ó en S e vill <~ ( p or ,qu e estorbaba para las
fortific aciones que se prepar¡,¡ ro n cont ra los france.
ses ) e l r~ m o so Quemadero e n que se representó
esta esce na , el Qu emadero c:n gu e h ab ían perecido
m as de mil, en l os c¡ uatro p rimeros anos despues
de h aberse esta blec ido a ll i el T ri bu na l { *) y que,
s in duda, p or su frec¡üente u ~ o, se la bró de ma.
t eri a l, á di fae ncia rl e los d e mas c adalsos, que se
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( • ) E n e l Correo P o/t't ico y Litentri o , p ape l pe-riódico
q ue se pubii caba en Sevilla ántes de la l' e volu·
c ion, se i mpr imi6 un e xtracto de un m an usc rito auténtico,
contcmporan eo , e ~ que senc i lla m ent~ s e l'e l.t ta este
h rcho. Al \; o pued o eqm ,·oc am1e en los numeros po•·que
cito d e m emoria· p ero l a prop o:·cion no es m enor enorme. ' 1 .
erigen quando han · de servir solamente. Figurese
V. que mui gran parte del pue blo esta dis pue s.
ta aun á ver tranquilamente b re petic1o n dt: semejantes
escenas; y digame V. luego si se puede
mirar la Inquisicion baxo el aspecto que V. la
ha visto.
Pasó el tiempo, es verdóld, en que estas
escenas se repetían i cadaa paso; en que:: las 'IÍC·
timas gemían en calabozos subterráneos, y hacían
reso ~lar en la noche el salan del tribunal c on
los gemidos que les arrancaba el tormento; pasó,
aunque ha mui poco: pasó, aunque pende de la
voluntad de tres hombres el repetirlo: Pasó-¿ p ues
á qué declamar ahora ?-Dexe V. esa pregunta,
á los que forzados por las circunst,mcias del tier.n.
po, á disfrazar su inclinacion y sus opiniones, visten
piel de corderos, ansiando en su corazon
por que llegue un dia en que tomen veng< mza
de su violenta mansedumbre. V stedes los extran •
geros que han visitado últimamente la E-•. pa na
no tienen medios de formar una idea correcta de
la opresion lenta é interminable que causa ese tribu.
nal, en medio del sopor en que se h allaba últimamente
adormecido. Llega un caballero ingles , no
libre a~n de las impresiones que el nombre Inquilicion
ha excitado en él ( no inju sta mente ) e n
sus primeros anos. Pregunta si puede ver la c e lebre
I"r¡uisicioll de Sevilla; y se le franquea la entrada
con toda la urbanidad posible: Ve un salan sencillamente
adornado en doade se reunen l os jueces:
vuelve los ojos á ver si descubre los instrumentos
de la tortura, y no los halla:· Pregunta por dios, y
se le responde con una sonrrisa. Llévanlo á las cár.
cele~; y encuentra ums pequenas _habitaciones bas·
tante claras, y aseadas. Háblanle de la c o modi.
dad con que están los reos, de la benignidad cori
que se les trata. Sale de alli, y se burla él mis.
mo de sus antiguas aprehensiones.
Ah! yo quisiera que con f>US ideas de líber.
tad y tolerantísmo, viviese veinte anos baxo el al.
canee de .la lnguisicion en una ciud ~1d de Provincia,
en Espa na, y entoaces &entiría lo que es.
to pesa sobre una alma que conoce su dignidad,y
sus derechos. Entonces prot.,aría lo que es el tor.
mento de esa gota de agua, que cae sin interru.p.
cion sobre uno.
Figurese V. un joven que empieza su s estudios
en Espana, y que despues de algunos años
de Universidad, ó p or su natural talento, ó por las
insinuaciones de al g un hombre ilustrado, empie za á.
ver que el trabajo en que se afana es perdido, y
que es preciso que busque la ciencia en otra pa r.
te que en las aulas. Aunque estas ocup:m indis pensablemente
su ti e mpo , el ansia de s,¡ber le d a f uerzas,
y busca lihros en que saciada . Oh! L a Histo.
ria:: : sí: la historia es indispensa ble-¿ M as d on.
de la aprenderé? Leer los originales e s obra imposi
h le p a ra un joven que ha dt:: dar d e m em oria
cada dia quatro o seis hoj as de Santo Tomas
ó de Vinio. P ero lecciones de H is t or ia no
hay que pedan leerse en conciencia. L a Santa
Inq u is icion la s ha prohibido todas, y · h a y una exc
omunion para quien las tenga. Millo t, Condilla c,
Volt:1ire-es excusado nombrarlos. En E spaií a no
se han escrito obras elemtntarcs de esta clase; es
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preciso buscarles en una lengua que se enti~nda
facilmente, y los estrangeros, todos tropiezan en
las usurpaciones, y los hijos de los papas. L~ Inc¡
uisicion prefiere ')Ue no sepan los jovenes historia.
Aun la Eclesiá!>tica es materia peligrosa,, porque
· :Fk·ury es sospechoso: sus discursos estan prohi.
bidos: Hacine! -no l'S lícito leerlo ni aun a los
c1ue gozan licmci•: y por lo gue hace a Mos.
hdm han d e clarado que dt::stila ponzona. Atengamonos
á Natal Alexandro -¿Mas no seria exce.
lente que para desengrasar la n1cmoria de aquellas
Lógtcas dt Bárbara Ct!larent. y de las Met¡, fisicas
en que se no¡¡ dtscriben los Angeles, viesemas
algo de esa ciencia que analisa el pensamien.
to, y descubre el admirable arttíicio dd lenguage,
dando 6rden, y exactitud á nuestras idea.;¡ gcneraJes-
Sí; la cienci" de Lockt-Pero Loc!ce está
prnhibid6, igualmente que quaotos libro!> podemos
lusllar en Espana de los c¡ne h o~ n seguido su!> huellas.
Por lo menos pndripmc,s e!>tudlttr algo de la
fumosa cic' ncia "dt"l De:rtcho N awr~l \' de Gentes,
, y los prmcipios de Legisl~cion ? Oh ! no: de ninguna
manera. Esa es la gr~n piedra de e~cándalo.
El lndicé Expurgatorio no perdona á nadie que
trate de le};es, ni política; y d<:sde el astuto Mach¡
avtllo h :1stc~ el modehtO F.langieri, todos tostan
baxo el mas negrn anatema. Let'd, si guereis leyes,
la .Nueva Mecopilacton y el Febreru.
En vprecieu; porque el Expurgatotio ' u el índice
de c}Uant~s libros l xctkntes hay en la Repilpli~
a. U mor .~ l nacien.
te; ó ha de creer que ha cometido un en0tme delito-
un delito gue lo separa esptritualmente de !!U
Igle&ia.-Una excomuuion!::: convit'rte en delito
hasta los actos religiosos.- Pues lav<~rse de
ella sin entregar los libros-sin acwsar al :amigo
· que los ¡m:>~tó, y h:.t cer traicion á su Cf'nfianza
es impoiiblr. Oh ! yo no hablo de oidas. Y t> ten- '
go pr<:sentes las amarguras que he pasado en
n si primera juventud; guando lleno de ardor por
saber, y batallando entre mi rimiclez religiosa, y
los sentimientos de un corazon honrado, entre el
grito de mi corazon, y los preceptos de un con.
f(:sor, á quit'n escuch" ba como órgano del cido,
pn:fe rí, lo que creia firmemente mi condenacion,
·á delatar á un amigo. M ui poco ha de saber
de moral, y mui ignorante h.t dt: ser del corazon
del hombre, el C(Ue dude de los perversos efectos,
C]Ue tienen en el }os remordimientos por criment:
s, que no lo son. y que se hacen consistir en
acciones dificiles de cvitarl)e. Ellos endurecen el
corazon y Jo prepar¡¡n á los crímenes verdaderos.
¿ H:.~ y, pues cosa mas barbara que obligar á !'a JUYen':
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tud estudiosa de una nacion á que batalle c11tre
la inmoralidad y la ignorancia? El h o mbre d e instruccion,
y de luces venera en su corazon los p;-in.
eipios religiosos, y se burla de la lnqu isicion sin inconseqüencia;
ma<> para el joven qu e empieza, bur.
larse dd Santo Trtbunal y de sus exc;omunionest
e¡ burlarse de quanto hay m~s sligrado. ,
Suponga V d., no obstante, que superando
con la instruccion e6tos obstáculos, llega un joven
español a formar su sistema de modo que no con
fundiendo un fantasma de religion con la religion
verdadera, desprecia la .tiranía de la J nqu isicion sin
escrúpulo, y por principios. ¿Cuenta Vd. por nada
las dificultades que la juventud encuentra al empezar
la pen()sa carrera de las letras? . En España,
.gracias a la lnquisicion, se anade el riesgo al
trabajo, para at<:'rrar al que tenga ):¡ · tentaci~m de
instruirse. Para evitar este riesgo es indispensable
una vigilancia perpétua, es necesariu depenrler de
la prudencia, 6 de la constancia de muchos; y
ni la prudencia, ni la vigilancia libertar:, de una
porc1on de casualidades. Nw fué -una sola la oc_a.
cion, en que ó por la vi~ita sospech·)!ia e intem.
. pestiv~ de un Comi!>ario dd Santo Oficw, ó por
algun otro género de alarma, tu ve qu~ tras portar
partt: de mis l_ihros, y llamar á mis amigos para
que se. repartiesen los demas en sus re1:.p ectivas
ca:.as: porgue no digo ya de criados; pero ni dt: sus
mismos parientes puede uno hacer confi ,nza en t:htas
materias. - N u f.tiL•rá. quien digu- ¿ y á c¡ué se
reduce ese riesgo tan ponderado ?- Supon{;amcs
qtle fuese solo a la inevitable pérdida de los libros
t habra h'>mbre de sangre tan fria que no brame de
ira al ver entrar á un ignorante ministro del tribu.
nal, que en tono despóticc) m,111da . abrir los estantes.
registra los libros que con tanto afan, y gastos se
h::tn adquirido, y loi lleva á podrirse amontonados
en una sala de la lnquisicion, con miles otros que
h :m tenido la mismd suehe? Dlt z ó doce exemplares
de la grande edicion de la Errcyclopedza Francesa
he visto yacer, entre infinitas otr<.~-s obras costo.
sas, en la Inquisicion de Sevilla. Le parece á V d.
que los que sufrieron este despojo contarian por
cosa ligera el ca:itigo? ¡Y si fuera esto solo ! El
nombre del que h.t incurrido en él, queda notado en
el tribunal; para siempre se ' te considera corno sospechoso;
ademas de la humillacion de sw f rir una
reprimenda severJ, el infeliz que tiene t:!>ta mala
fortuna, tiene que estar eu la aprehension continua.
y el temor de que se le e5té siguiendo una de las
causas seeretas que vien¡:-n á result:tr en una prision,
á · veces al cabo de seii ó side anos. i S o n e5tos males
pequeños? Aun quando lo fueran 4 quien tenga
sangre en la$ venas podrá con siderar curuo m :li pequ
~ ño, ni un soplo que proceda de serntjante in.
justicia, arbitrariedad, y tiranía ?
Pero Vd. piensa que :Jc . .~ so la lnr¡ui sicion
ha producido, y puede producir un bi e n Í1:dire c:to,
e!>torbando la circulacion de es:1 s d uctrin¡¡s c¡ue
segun muchos han causado los m .des de les F ran.
ciu, y trélstornado la Europa. Mui fun:1 d e: mi
inten~o sería entrar en la discusi" n del verdadero
origen de los males de la R l" volucion Fran.
cesa; pero :.mn qu ando se atribuya á los librol
de los filósofos todo d infiuxo que algunos han
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preten di do, y qu~ yo estoy lexos de admitir has.
t H rl t ~ unt 'l qu e t ~ !os, el t; cn·ipo d tf" la ex¡}lo sió'n
ha ! ' a ~. ;1d o yr: , y una ve .Z v eriftcad J del medo ' cf'ue
Jo h :1 sido, es v:mo ~1 temor á e: ·que se ré'(> it1J.
· Los pu e blos t odo s del continenté ' haíl vi sw 'á ·~
que se reducen en 1 ~ pd.,c.t,ica esa;s t-d?rt11s, ·y
aunque nunca se pu e cle !l olvtdar (•nferamente del
fondo de verd ad que h~)' en dl 0s, ' est~n conlv ii n-
, cido 5 d e que s on imprac ticables á la ' letra; Adem
as de gue estos instrurnentbs de cottlbu ~tíón
y d r s ó rd e n so11 infinitam e ute mas temil:iles q!J¡¡ncfo
ur den ocultos, que guando se c~nsu't'nen ch~ s peando
á cielo abierw. En una tfá'é'iÓn oprimida
baxo la tirí3 ni n r e ligi ol:l o- litcraria de t la Inquisi.
cio n, el libro mas ~u p e r fi c ial y mas ~bsurdo es un
tesoro que se pa 5a de mano en maho: B~ st11 -qüe
esté prohibido p a ra que se ere¡\ e~cdéntC!: el ries~
o, y la per secucion irritan las · !ma~inaciones
de l a j'uv e ntud estudiosa : to d os ardc:n en deseos
· de venganza con tra. los opre so re5: numénta.s.e int;·
vit" bl eme nte el part1do en favor d_e una libertad
tan ab solut:l como la opr sion ttn qLte sus individuos
g imen, y el furor de la venganza, apoyado
~n un fondo que entre ilusio nes, contiene no po.
c .~ verd ad y justicia, no encuent:a l~n:ites si ll e ga
u na vez á poder de s plc-g<:~ rse. El urnco modo de
e vitar r e voluciones com o la de Francia, es que
Jo ~ gobiernos no est~n ciegos sobre el estado de
la opinion de sus pud~l o s, y que conozcan que
es preciso, por su pr oprio ioteres, ~onceder á.
tiempo, no digo ya t odo lo que es JUsto, ( que
e~to sería pedir inutilmente ) !5i no lo que al r.abo
no podran negar. Pero re si stir por la fuc-da á la
prop <~ gacion de ópiniones, ~s una . ne~edad, e~ ~m
imposible, desde que hay 1mprenta. St l:.1s opmto.
nes son verda deras; minarán por tedas partes; y
la pt>r!;ecucion les hará. t c m ur un carácter fun~s.
to, sin l o g r~ r dismi n uir ron ella .el número de
los ad e pto~ . Si s on fa ls~s, y solo d t slumbran por
un falso brillo; no se: las ucrcdite con una oposicion
tiránica~ cle.::Cen se corce r, y ataquense c o n razo.
nes. N o har a mi edo c¡u-e la fals e d:1d domi ne: uno
ú otro podr&. gueC! Hr eng.1nad r¡; pero la m asa de
un p u e b lo no :.H~ e nga na t ·n una discusim1 libre.
'Si un s ist e m ~l exar..1in ado de este modo conserva
la m us .1 de opin io!l que tuvo al principio, ó en vez
de perde rla, se a ume nta en sn fav or cada dia,
ni la I nqu isici on de· E spa n a con sus exéomunione
s ni el nn tiQ:uo o- o b ierno F r ances qm sus
' •J :"') ilestierros y qu é mas po r mano cl ,e . verdugo, ni
.Bonaparte · con su ~opresion de imprentas, logra ~
rán j a mas d estruirlo: 1
E sta s encill a y poderosa consideracion de·
bería c o nvencer a lo s d r fe n so res d e la intoler<~o·
cia , de qu e sus ef e cto s son enterx aclo á cada hombre,
•qu unuo le h 1 p u est o entre ~~ fiu-p;o y ~~ aguq.
D to ~ mi s mo no f uerza á la s·dvacion ¡ vendra u n
h ' >m bre m isc r .1ble á mt-n & Z ~l rme por que no la
busco á su m n n ~ r ;1 !
~-~~~~ ~~~~~= · *
JJog otJ .-Imprenta del Estaáo.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Gazeta de Santafé de Bogotá - N. 38", -:-, 1820. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2095491/), el día 2025-05-05.
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