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ANo 1. Bogotá, 10 de abril de 1858. NUM. 15.
Fe de erratas.
Hasta ci erto punto es una d e~g racia, a lo m é nos
para n oso tros los p eriodistas lite rarios, e l vivir, o
tncjor dicho, el escribir e n un pais conlo e l u es tro,
tap ll e no de sabios, de fil ógofos i escelentes hablistas;
porque nunca hai nada nuevo que decir a
jentes tan eruditas, qu e se lo saben todo, que lo censuran
todo, i para quienes el prece pto de niJ¿il mi·
rari es de cotidiana aplicacion.
Supónganse que uno de tantos infe lices de los
que han nacido ignorantes, i que tal e s se han quedado
apesar de los buenos ratos que suelen consagrar
al estudio; sup ó nga~e, decitnos, qu e uno d e
esos ha encontrado en sus lecturas de los clásicos
españoles, que alguno de entre los mas céle bres del
tiempo de Cárlos III l1a incurrido en la falta de
dar a la voz se1¡doJ la acepcion de fuert e, i de usarla
en el singular ; i que lo mismo ha hecho el Padre
Isla ''que en materia de lenguaje no es autoridad
despreciable." Supóngase que ~l mismo ignorante,
continuando sus lecturas, halla no solo que el grueso
de los literatos neo-granadinos, cuando llega a
emplear dicha voz semlos, es en la rnisma errada significaclon
de fuertes, si no que tambien los diccionarios
castellanos que mas lujosarn e nte encuad e rnados
nos mandan los libreros franc eses, han prohijado
la innovacion en el uso de esa palabra;
innovacion que ''ha nacido visiblemente de no ha·
berse entendido lo que significaba el nutneral sendos
en los buenos ti e mpos del castellano, i que es
de aquellas que empobrecen las lenguas.'' Supóngase
ademas que el susodicho ignorante da al fin
con una obra respetable bajo todos respectos, obra
rara en el pais, obra desconocida a los literatos de
fonda, obra que quizas no han oi .do nombrar los
poetas de los portales, en la cual se esplica la verdadera
acepcion del vocablo sendos, i se dan reglas
para su uso acertado ; i supóngase, por último, que
ella cita el cansa bid o ignorante en parte correspondiente
en un artículo deje de erratas, escrito para
sus compañeros los ignorantes en la BIBLIOTECA DE
SEÑORITAS.
Qué resultará 1 Lo que resultó efectivamente;
que uno de los filólogos por intencion, uno de los
que se han dedicado a criticar despues de desgraciados
esfuerzos por producir, uno de aquellos de
nihil mirare, toma el papel donde prime ro puede
hacerlo sin comprarlo, se compone los anteojos, se
acaricia la calva, hace que Jee i esc lama indignado:
Vaya! qué simpleza t qué indignidad! Salir ahora
dándonos lecciones de l enguaje como si fuéramos
escuelantes! i Quién ignora, quién confunde el significado
de la voz sendos! ¡ Vaya un papelucho miserable
la tal BJBLIOTECA !
Con todo, el pecado mortal de este pobre periódico
solo ha consistido en ol viaarse de que entre
nosotros nada hai que advertir; porque nuestros criticastros
todo Jo entienden i lo saben todo.
Mas como entr~ nuestras suscritoras puede haber
alguna que no se ar1 ·ebiate a la opinion del literato
de los anteojos i la cal va, es nuestro intento
agregar hoi algunas observaciones a las que ensa-yamos
en la fe de erratas 8el número 9. Qué obser•
vaciones 1 !Jas que de suyo nos vayan sujiriendo
los disparates que escribimos. I sea ahora la primera
el arrebiate mondo i lirondo que d ejamos
estampado.
Entre nosotros no hai quien no se arrebiate, por
lo m e nos de palabra, a algo de lo que ve u oye. Lo
mismo creemos que sucede en todas partes. Pero
i qué es arrebiatarse? Será, sin duda, 'ra bi-atarse;
lo cual aunque sea un poco duro de significado i
un n1ucho trabajoso de esplicarse decentemente, no
pu e de negarse que tiene sentido. Atarse al rabo es
es una cosa mui fea, pero es una espresion clara;
i aunque hacen mal, mui ma1, los que se rabiatan,
todavía hacen peor l os que se ar.rebiatan; porque
estos a la indignidad del hecho, agregan la barbaridad
d el dicho.
Esto de mencionar nosotros el rabo p0r la in prescindible
necesidad que teniamos de nombrarlo, para
impedir que algunos se sigan rabiatando al arrebiatamiento
de otros, va a valernos amargas censuras,
no obstante que hemos procedido con la mejor
bu ena fe. Lo que hai es que en todo somos desgraciados,
i ahí lo está den1ostrando esa mejor bu,ena fe
qu e hemos aprendido no sabemos de quié n. Realmente
hablando, no hai ni puede haber n1as que
una fe; pero supuesto que por un puro,o mas bien
impuro juego de lenguaje, admitimos una fe buena
i otra mala, cuando querarnos exajerar la bondad de
de una esasfts,digamos que es la mejor fe; pues, siendo
1n ejo1· equivalent e a mas bueno, la 1nejor blJ,ena fe
equivale a la mas bu ena fe; espresion que tiene de
malo todo Jo que resuena de bueno. Correjimos, en
consecuencia, nuestra frase advirtiendo que tanto
en lo del rabo, al cual no falta quien diga que se
ata, como en cuanto a lo demas, nosotros procede·
mos con la mejor fe al señalar un error en que m u·
chos incurrimos.
" El injrasc1·ito tam bien suele inc urrir e n ese
error," dirá al llegar aquí algun lector de los que
no se creen sabios; i por cierto que no Jo sera si, a
imitacion de n1as de cuatro a quienes nosotros hemos
oido, se designa a sí mismo, hablando, con el
nombre de infrascrito, que quiete decir escrito deba-jo;
definicion que reasume las fuertes razones que
hai para prohibir al que está hablando de 11alabra
designarse cotno infrascTÍto. ·
Pero confesemos que tambien a nosotros nos prohibiria
la policía litera ria, si la hubiera, el que escribiéramos
reasurnir; porque no trazamos dos ltneas
sin cotneter mil errores. Con efecto, quisimos decir
que Ja definicion de la palabra inft·ascrito reunía o
con tenia en sí todas las razones que había para que
ninguno la empleara verbalmente con rclacion a si
mismo; i lo que dijimos fué que esa voz 1.:olvia a
toma1· todas esas razones; puesto que dijimos reasume
i no 1·esunte. Claro está, dirá en este pasaje,
el sabio de la calva, que reasumir es volver a aju·
• • • 1 111/tr, 1 que 'resunt?/r es presentar en 'resu?nen ; pero
eso no lo saben muchos; o si lo saben, se les olvida;
pues el h eclio es que dicen frecuente tnente que tal
o cual cosa reasum e , cuando no ha ce 1nas que re sumir.
I mas claro es que si todos fuéramos calvos
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1
tl8 BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
i sabios, ninguna necesidad habria de escribir las
necedades que resume i reasutne la Biblioteca.
Empezamos este artículo desde ántes de ayer i
lo acabamos hasta hoi, tal es el cuidado con que lo
lo hemos escrito con el fin de no cometer falta para
cuya reparacion se nos pida la poca sangre que nos
palpita en las venas, como dijo el otro. 1 adviértase
que errando hemos dicho ántes de ayer, hemos querido
significar antier; lo que ciertamente no es lo
mismo, porque ántes de ayer es en cualquier tiempo
anterior al de ayer; miéntras que antier es el dia
que inmediatamente precedió al de ayer, pero lo
dejamos así para notar otra de las erratas cuya fe
estamos dando, como los escribanos, sin tenerla no-
•
•
1
• &otros mismos. ·
La Pluma.
tQué tienes esta noche, pluma mia,
Que haces, en vez de letras, garabatos 1
i Por qué estás hoi en escribí r tardía
Si fuiste dócil siempre a mis mandatos~
Mas, ya sé la razon de tu porfía j
Es que somos los hombres mui ingratos,
Es que yo soi contigo indiferente,
I a tí te quiero blanda i complaciente.
Tú me has visto llegar desaforado,
Sentarme en esta silla pobre i vieja,
El tintero mover de uno a otro lado,
.Rascarme ya la frente, ya la oreja,
1 1 u ego parir co pJ as, inspirado,
Como pare conejos la coneja;
Pero no has Yi5to nunca que me lance
Para tí a componer ni un mal romance.
Es un atroz delito, es una mancha,
Que empañará lo blanco de mis ojos,
Si es que no tienes tú la manga ancha
I me absuelves, calmando tus enojos;
1 hallaré en tu favor con tal parola
Que vas de puro gusto a escribir sola.
Feliz i oculta en el revuelto mazo
Yacías ántes en lujosa tienda,
Temiendo que llegara el triste plazo
De dar la despedida a tu vivienda.
Al fin el dueño sobre tí stf brazo.
Tendió una tarde al revisar su hacienda,
1 tú, cual un conspirador cojido,
Esclamaste furiosa: "Me han vendido!"
Sí, te vendieron, i i por cuatro ochavos!
Lo cual no debió nunca entristecerte;
Tambien en Navidad se venden pavos,
1 los condenan, sin razon, a muerte;
1 se venden tam bien hombres esclavos,
Que acaso envidian tu llorada sHerte,
I lo que es mas aún, se vende todo
En este mundo de n1iseria i lodo!
Y o, pluma, te compré: yo del risueiio
1 cótnodo bazar en que dormias
Sacarte quise con tenaz empeño
1 traerte a sufrir mil averías.
Perdiste en el local, perdiste en dueño
1 perdiste en placeres i alegrías,
Pues has venido, por tu suerte zurda,
A habitar un rincon de una zahurda.
1 no vin1ste a reposar tranquila
Sino a continuo i áspero trabajo,
Porque apénas entraste, hecho un Atila,
Te d.í una puñalada, te dí un tajo;
)
Luego te bauticé en la negra pila
1 negra te quedaste por debajo;
Mas tu hertnosura i tu virtud abona
La rizada i blanquísima corona.
1 desde entónces, sin motivo, presa
Jimes en soledad bajo mi techo~
Sobresaliendo en Ja intrincada mesa
O hallando entre algodones dulce lecho,
Hasta que en el papel grabas apriesa
Los secretos que robas a mi pecho;
I yo te ausílio i te conduzco uf~no
Como una tierna niña, de la mano.
1 aquí los dos nos entendemos solos
I nos reitnos de la innoble facha
De este n1undo ruin, juego de bolos,
Que cada cual a su placer despacha;
Y o escribiendo así en verso protocolos
Cumplo con rni mision de poca lacha,
Tú con la tuya cumples, ignorante
De que ejerces mision mui importante.
Que si no te doi yo importancia suma
Por ser un poetilla volandero
Te la hiciera crecer como la espuma
La mano de un Virjilio o de un Hotnero :
!\'las vale el cañon débil de una pluma
Que el terrible cañon del artillero:
Arde en este la ruda violencia ;
Pero brilla en aquel Ja intelijencia .
Sin Homero los héroes trolanos
Hubieran con su Troya perecido:
Los jenerales griegos i romano~
Por 1,ácito i Cornelio se han lucido i
Las luchas entre moros i cristianos
El Romancero Jas robó al olvido,
Probando que una pluma bien cortada
Vale mas que mil cortes de una espada.
Si la espada sujeta las naciones.
La pluma las gobierna i las dir1je;
Si la espada las libra de ladrones,
La pluma las costumbres Jes corrije:
Si la espada conquista mil rejiones,
La pluma borra el mal que Jas aflije;
Si la espada, en fin, venga sus agravios:
Les da la pluma su plantel de sabios!
Quién no debe a la pluma un beneficio '!
Quién su necesidad rebaja o niega~
Todos la necesitan _en su oficio ;
El bien que ella produce a todos llega:
La tiene el poderoso a su servicio
Por contar los millones que entalega,
1 la tiene tambien la parte pobre
Para firmar recibos •••• cuando cobre.
No trato de encubrir, porque lo veo,
Que es a veces una arma peligrosa
En las manos de un juez, que coje un reo
1 lo manda guardar bajo una losa: '
En las de algun escriba o fariseo
Que sin cesar nuestro bolsillo acosa:
O en las de un gobernante mameluco
Que todo lo trabuca sin trabuco.
Pero cuánto la plun1a no se adora
Si el juez salva al que llega a su banquillo;
O el escribano el pleito nos mejora
Sin que sufra sangrías el bolsillo;
O el gobernante oyendo a quien le implora
Escribe este período tan sencillo:
"Vengo en nombrar a don Fulano Tal,
"Con veinte mil reales, oficial.n
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BIBLIOTECA DE SE:NORITAS. 119
La pluma disminuye la distancia
1 atrae lo invisible a nuestra vista:
Ella nos cuenta lo que ocurre en Francia
I hasta a los chinos les buscó la pista;
Da al comercio con letras la abundancia,
Revela mil arcanos al artista,
I hace que cada pueblo en su destino
Comunique sus luces al vecino.
1 la pluma nos da tantos favores
Que hablan sordos i mudos desde léjos;
Manda el hijo a Jos padres sus clamores,
1 a los nietos la abuela sus consejos;
El marido refiere sus temores,
Conte~ta la mujer que no hai cortejos;
I hace la pl urna así con estas artes
Que el.hon1bre esté, cual Dios, en todas partes.
I aunque sea quizá pluma de ganzo
t No vale para el jóven un tesoro
~i la niña que sigue sin descanso
Con ella le responde: ''Y o te adoro~,.
lla moza que a un tibio vuelve manso,
A:unque sea quizas judío o moro,
81 con cartas de amor luego Je abruma
tNo echará bendiciones a su plutna'
De un matrimonio la formal promesa
Broma fuera no mas, si no quedara
Por una pluma en el papeJ impresa
Para luego poder echarlo en cara.
Los tratos en que el hombre se interesa
Se cumplen sin andar con sable o vara
Porque la pluma nos conserva fijo
Lo que otro quidam protnetió i nos dijo.
Y a ves ¡ oh pl urna ! las preciosas dotes
Que resplandecen en tu ilustre clase.
Desde Perico, aquel de los Palotes,
Apénas hai quien sin Ja pluma pase;
Los que no gustan pluma son mui zotes;
I ninguno a dudarlo se propase
Si no quiere tener una reyerta
Con el memorialista de mi puerta.
V. M. MuLLER.
Las tres amigas.
1
-Con que es cierto que te casas?
-1 tú tambien~
-1 Delfina tambien 1
-Vaya una casualidad! Las tres íntimas amigas
nos casamos en el mismo año~ el mismo mes, con
solo ocho días de diferencia; i 11os casamos por
inclinacion, porque, me lo suponeo, tú atnas al
ca pitan J ulian.
-Pues •••• no me es indiferente. • • • I a tí te
gusta el doctor David 1
-Ah 1 mi querida! son tantas las simpatías que
hai entre los dos, nos comprendemos tan admirablemente!
••••
Así hablaban dos muchachas, instaladas en la
pequeña sala de una casa de Ja plaza Bellecour,
en Leon. Gabriela, la novia del médico, dijo en
seguida a su interlocutora, acentuando sus palabras
i acompañándolas de una mirada maligna:
-t S á bes que el ca pitan tiene la intencion de
dejar el ~ervicio e irse a vivir en su posesion, que
está situada cerca de Nantua ~
-El no hará nada de eso, respondio bruscamente
Lucía.
-Pero no le faltaría razon. Aunque jóven, ha
serTido ya muchos años, hizo la campaña del Tro·
cadero i de la Grecia ; él cree haber pagado ya su
deuda a la patria.
-1 ahora querría pedir su retiro! 1 thabía yo
de ser Ja mujer de un capitan retirado, retirado a
Nantua, i sin mas distincion que el saludo de la
guardia del lugar? Imposible! Si me caso con M.
Julian, él ha de proseguir su carrera en vez de
romper bajo su pié el escalon que puede conducirlo
bien arriba. ·
-Es decir que eres ambiciosa 1
-Tal vez ••.• I tú 1
Oh 1 Jo que yo quiero ántes que todo es una
vida apacible, los goces de sentimiento, los placeres
de familia. No anhelo fiestas; me basta un corazon,
una existencia que me esté consagrada.
-Quiere decir que tienes ambicion a tu modo.
I Delfina que desea ?
-Eso quién lo sabe~ Ya conoces hasta donde
~ lJega su humildad. Si sus libros de comercio están
~ arreglados, sus estantes compuestos, si no falta u na
tan agradable que yo
pre fi e ro ahora el rin con d e l fu e go a los tontos place·
r e s d e ántes. Si e mpre dulce, si e n1pre ig ual tdónde
e nco ntrar mejor amigo? Siempre en el trabajo, tra·
bajo de escritorio, trabajo de mano ¡,dónde encontrar
m ej o r socio? Ella tne anima, me estimula, me con ..
su e la, i es para s e cundarla en sus jenerosos esfuerz
os que yo he e mprendido e ste v. iaje que os asombra
i e n que se trata de anuda~ alg unas relaciones
útile s a nuestro n e gocio.
-Pues ya no me adtnira.
-Pero vuestra pre s e ncia e n Anvers, mi querido
Julian, debe sorpre nde rme a mi turno. tNo ibais
a d ejar el se rvicio~
-Cie rtamente, respondió el capitan con aire
pre ocupado.
-Ibais a retiraros a Nantua.
-Sin duda ••••
-I sin e mbargo 1
-1 sin e mbargo me volveis a hallar de soldado.
Es verdad, yo no d e seaba sino e l reposo, la vida
pacífica, e l trab a jo, los g oc e s d e l campo. Hacía
cinco años que yo me cotnplacía en preparar esa
casita, en embe llecer ese rincon de tierra en que
Dios ha prodigado las aguas i las sombras. Despues
de die z años de s ervicio activo soñaba yo gozar ahí
u na vida d e familia, de paz, de descansado estudio,
porque yo había atesorado allí mis Jibros favoritos :
los Comentarios de César, Joinville, Salustio, Com4
mines i tutte quanti. Bah! Puro d e lirio! Yo h e
soñado, a1nigo mio, con ci e los h e rmo~os, con paisa jes
risu e ños, c o n horas tranquilas; i heme aquí
d e spierto. Tru e na el cañon i el tambor va a llamarme
a la trinche ra.
-Pe ro tpor qué razon? Vos teneis una fortuna
indepe ndie nte.
-Lo qu e quiere la mujer lo quiere Dios! solda·
do soi, soldado moriré.
El capitan ahogó un suspiro, se torció el bigote
i añadió hacien d o por tomar un aire jovial :
-I tqué es de nuestro atnigo David, ese enamorado
d e la ciencia?
-Visita a sus enfermos.
-Lo entiendo; pero el cólera debe haber dad o
una buena embestida a su reputacion.
-Nada he oido d e cir. El no se exhibe mueho ;
vive encerrado en su casa, consagrado a su mujer.
~Hum! murmuró el ca pitan, ) ra comprendo •••
Pero qué os d e cía poco ha 1 Oid el tatnbor ••• Adios,
mi querido Edmundo ..... o 1nas bien venios conDligo,
vere is Ja trinch era •••• es curioso cuando n o
se la ha visto nunca.
III • '
1\luchos años se habian pasado, engranando como
las perlas de un collar sus al egr es dias a sus dias
melancólicos. 1849 se había levantado con sus
preocupaciones tristes, sus inquietudes civiles, sus
rumores de gue rra, sus doctrinas amenazantes i en
fin , con el implacable cólera. Tranquila en medio
de tantos males, parecie ndo gozar de una dicha
íntima, a despecho de los infortunios públicos, una
Inujer jóven todavía, esperaba a su marido en una
pieza e legante llena de retratos de familia i de libros
de ciencias i literatura al alcance de la mano dcl
lector. Esta mujer era Gabriela, de edad entónce~
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BIBEIOrt'ECA DE SE:&ORITAS. 121
de treinta i oGho años i que debia una largajuven- nes, ha desnaturalizado mi carácter i reemplasado
tud a una vida de dicha. Feliz hasta entónces entre por la hiel i la amargura los sentimientos dulces
todas, ella no habia tenido otro deber que sus afee- que en otro tiempo llenaban n1i alma~ i Tengo ·
tos, i jamas habia tenido que hacer violencia a sus necesidad de nombraras a aquella cuya voluntad
gustos o a los deseos de su alma du lee i tierna para constantemente en oposrcion con la mi a, me ha
lle-nar una severa obligacion. rada la habia habi- forzado o a luchas cotidianas, o al sacrificio absoluto
tuado a separar la iJeu del deber de la idea de la de mis proyectos i de mi querer 1 Desde el dia en
dicha, i su corazon no podia comprender los amar- que vuestro carácter se reveló a mis ojos yo he
gos placeres de una conciencia satisfecha que, en renunciado a la vida interior que vos habri~is emun
universal naufrajio, ella sola se basta. Gabriela ponsoñado ; me he quedado en el campamento,
quería sentirse feJiz, feliz a todo precio, con la vo- único refujio que me ha beis dejado. He conquistado
Juntad de una alma orgullosa a quien la contradic- ese rango i esos honores que tanto os agradan; pero
cion irrita i el obstáculo abate. puesto que vos habeis obtenido vuestro anhelo,
En este momento aguardaba a su marido con sufrid con pacjencia el fastidio de un hombre a
viva impaciencia. Echó una mirada a la mesa del quien habeis burlado el suyo. Vos no habeis quedesayuno
i colocó frente al plato del doctor un plie- rido que yo gustase de la calma del estudio, de la
go que tenia e1 sello de la municipalidad de Leon. independenc1a de ]a vida del campo; pues bien,
Apénas acabó de hacer esto cuando llamó el doctor señora, sufrid, sufrid con paciencia el mal humor i
Da vid i en seguida entró a la pieza. tendió la mano los ímpetus del soldado.
a su esposa i la besó en la frente. ''Podeis venir a juntaros conmigo en París, donde
-Una carta, amigo mio, le dijo ella. permanecerá por algun tiempo el rejimiento de mi
--Ah! veamos, es de Ja municipalida<.l. mando: el mundo no debe penetrar los secretos
Despególa i su semblante se tra~tornó. amargos qlle median entre los dos. Adios, Lucía.
-i Sábes de Jo que se trata, Gabriela 1 - JuLIAN."
• -No, en verdad. Qué es 1 Lucía pensó un poco, luego dobló la carta i dijo
----El cólera acaba de aparecer en muchos barrios a media voz: Pronto será teniente jeneraJ. ·
de la ciudad, i la comision de salubridad pública me A la misn1a hora, en una modesta habitacion,
encarga de un hospitaL Delfina, sentada aJ lado de su marido le decía con
-Dios mio! pero tú no aceptarás ese puesto acento tierno en que se sentía la afectuosa abnega·
peligroso! cion de toda su vida :
-Cómo pretendes que me escuse 1 Amigo mio, por qué turbaros, por qué desa-
-Alegando tus numerosas ocupaciones, tu salud nin1aros así1 Acaso nos abandonará Ja Providen-delicada,
tus deberes de fa milla. cia ? Esa letra que acaban de protestar no compro-
-Eso no se puede hacer, Gabriela; harían bien mete nuestra fortuna.
en apedrearme. No, pero en este 1nomento de crisis, la trastorna
-Qué! por los tontos dichos de algunas jentes ~ Todo el año, ya bastante trabajoso, se resentirá de
tontas i quieres condenarme a morir de inquietud i Esa será una fuerte carga adicional para vos,
sacrificando el deber i el honot a los afectos domés· querida Delfina.
ticos. Pero cuando hubo despachado la carta que Una ocupacion sí, pero una carga no, porque
anunciába su repu]sa a la municipalidad de Leon, jamas lo es una hija pata una madre.
cayó en un sofá, insensible a ]as caricias de Gabrie- Pero si teneis ya tanto que hacer.
la, pálido, trémulo, como si el porvenir se Le hubie... Lo que quiere decir que me levantaré una
ra repentinamente revelado ; i esclamó: Paréceme hora mas temprano i me acostaré un~ hora mas
que acabo de firmar mi sentencia de muerte. tarde. Ya sabeis que el trabajo no me d1sgusta.
A la misma hora Lucía recibía una carta de su Edmundo reflexionaba. Al fin tomó la mano de
tnarido, que estaba entónces de guarnicionen Paris. su mujer i le dijo con enternecimiento: Delfina,
He aquí su contenido: yo tambien puedo disponer de algunas horas mas
"Os quejais, Lucía, de la frialdad de mis cartas cada di a. N u estro vecino ~desea encontrar alguno
i me pedis la razon del cambio efectuado en nues- que le ayude a llevar sus hbros; creo; sé que me
tras relaciones. i Tendré necesidad de esplicaroslo~ aceptará, voi a proponérselo .. Qué os parece~
t Qué jenio del mal, oprimiendo todos mis instantes; Oh! mi amigo, pero si eso os molesta!
contrariando mis gustos, violentando mis inclinacio- Bah! si me molestare, pensaré en mis hijos:
-
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122 BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
en vos, en el honor de nuestra casa, que es necesario
guardar. Ya vuelvo.
1 con gozo que se podía ver en su frente i en sus
ojos, salió.
IV.
herencia de nuestra tia ; así es que ya no tenemo!
inquietud por la suerte de nuestro~ hijos.
-Cuánto mejor ! 1 Gabriela ~ es verdad que ha
quedado viuda 1
-Es cierto, por desgracia.
-Te aseguro que absolutamente no comprendo
Hace pocos dias la mujer del Jeneral Julian, de a su marido. i Cómo ha ido a morir a Africa de
paso en Leon, vino a visitar a su amiga Delfina, a simple médico de ej é rcito, él que gozaba en Leon
quien encontró rodeada de su familia. Carlota, su de tan buena clientela~
hija mayor, copiaba tnú~ica, Estevan, a la vista de El se ha rehabilitado, respondió gravemente
su madre, dibujaba cortes de pie dra, porque se des· Delfina.
tina ha a Ia arquitectura, i Rojerio, el menor, se i Conque fu é cierto lo que dijeron 1 i Había
internaba en las columnas de una formidable adi- él desertado de su puesto, fa]tado a su deber~
cion. La madre~ sin dejar la aguja, vijilaba los No seamos se veros para con los muertos! El
trabajos de los hijos, i detenía sus ojos con dulce cedió a las instancias de Gabrie la i a su ternura por
gozo en esas criaturas hermosas, modestas, inteli- ella. Pero mui lu e go notó que la cons~derac~on
jentes i preparadas por una educacion sólida n los pública se alejaba de é l, ¡ no e ncontra_ba smo miraazares
del porvenir. das burlonas,i nin(J"una mano que quis1era estrechar
Delfina r e cibió a su amiga de infancia con un la suya •••• Su d e~ e sp e racion fu é terrible, i la dicha
sentimiento vivo i tierno, i fué un notable contraste que nuestra p obre arni g a había buscado a espensa~
el que presentaron al abrazarse esas dos mujeres: d e un riguroso d e b e r~ se desvaneció como el humo,
tanto había en la frente de Delfina .de juventud i Su marido la abrumó al principio con su tristeza.
de serenidad, i tanto habían envejecido a Lucía Jos lueO'O con su frialdad i silencio, i af fin con impetuopesares
de Ja ambicion i los fastidios del egoísmo. ~ sos ~ e proches. Sin ceder a sus lág rimas i a su arre·
1 sinembargo, a Delfina habían tocado los cuidados, pentimiento partió lu ego para Africa, e n donde solilas
faenas, las penas material es, sietnpro apartadas citó un e mpleo de m e dico de rejitniento. Durante
d e su brillante amiga . Esta, d e spues de las primeras muchos mese s, él no se ahorró en nada, buscó la
efusiones de cariño, hizo por sí misma la observa- muerte a la cabe c e ra de los enfe rmos con una especion:
¡Cuán tranquilo i sereno está tu semblante! cie de rabia, i al fin la halló. Cayó malo de una
Debes ser mui feliz ! fi e bre maligna contra ida en Jos hospitales, i entónces,
· Delfina sonrió con dulzura i volvió los ojos a sus inspirado por un buen sace rdote, escribió a su mujer
hijos. para perdonarla •••. i esta carta, dictada en su lecho
-Te comprendo, continuó Lucía, eres madre; d e ml!lert e , era la primera qu e Gabriela recibía de
yo no tengo esa dicha; yo soi sola, sien1pre sola. su marido, i fué la última tambi e n ; el pobre doctor
I hablando así desvió su semblante triste i altivo Da vid murió ••••
para ocultar las lágrirr1as involuntarias que caían 1 Gabriela 1
de sus ojos. Delfina hizo seña a sus hijos qu~ se Se muere de p e sadumbre ¡no tiene el valor
retirasen, i luego tomando ln mano de su am1ga, de vivir para sus hijos!
le dijo: No eres acaso feliz~ Ella es mas d e sgraciada que yo, i eso que yo
-Ai! dijo Lucía. sufro mucho.
-No obstante tu marido, hombre escelente, ha Pero tú, qu e rida Lucía, pued e s mejorar tu
ascendido mucho, tu fortuna es grande, tus deseos suerte. Tu dulzura, tu r esi g nacion, tus cuidados
están colmados. . . pueden rescatarte el corazon de tu marido.
-Sí, pero nadie me ama; soi sola, miserable 1 Oh! Si me atre viera a e spe rarlo.
se me espera mui triste porvenir. Ya sabes que Ensaya!
J ulian, mi marido, gravemente herido en el sitio de Lo intentaré, i si lo logro, D e lfina, tú habrás
Ronca, ha pedido sus letras de retiro, i se va a sido mi Providencia. Ahora comprendo perfe~ta·
Nantua, cuyo clima le conviene •••• Mañana par- mente por qué de nosotras tres, solo tú, tú has s1do
timos. feliz: es que tú has preferido tu deber a tus deseos,
-1 bien ! Nada veo en eso de tanta des~acia. i no has empleado tu poder de mujer sino para la
-Pero es que tú ignoras cuanto ha cambiado el diGha de los dernas.
carácter de J uJian por mí sola ilo entiendes? Duro, EvELlNA RIBRECOURT.
absoluto, altivo, acre por el sufrimiento, me hace
sentir su yugo, i preveo tristes días en esa ~orada
solitaria a que va a confinarme. En otro t1em po
tambien él deseaba llevarme a Nantua; pero entonces
él me amaba, entónces quería que yo fuese
feliz. Ahora ya no le intereso nada, su corazon está
cerrado para mí. Ah! ¡Cuánto lamento aquel
tiempo en que su ternura 1ne prometía tan hermosos
dias!
Delfina bajaba los ojos; no se atrevía a respon$icr
a esas tristes quejas con las palabras que una razon
demasiado dura Je habria podido dictar; i cuando
l.ucía le dijo en tono amistoso: ''Pero tú si, tú eres
feliz;" ella le respondió simplen1ente : "Dios ha
sido mui bondadoso conmigo.,
-1 tu fortuna ~
-Se ha aumentado hace algunos meses con Ja
Gratitud.
A ••••
Y o sé que hoi lloran todos los que os vieron,
Porque con veros todos os amaron,
Los que en vos i por v0s se continuaron,
Los que de vos i vuestro amor nacieron!
1 sé que al puro manantial de pena
Que en su corriente vuestra huesa baña
No enturbiará como la Jinfa estraña
De estraño arroyo mi llorosa vena.
Ornen de ]u to el funerario lecho
Para vos vuestro deudo i vuestro amigo,
Que de jemir por vos tiene el mendigo
Mayor deber i superior derecho!
•
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BIBLIOTECA DE SE:&ORIT AS. 123
. Paz mendigaba yo i a vuestra puerta
~. :Mi dolor dije, fuíme a vuestro hogar,
1 hallé de par en par vuestra alma abierta
1 abierto 'Tuestro pecho a mi pe11ar.
En torno vuestro el aura del consuelo
Murmuraba promesas de otra vida,
I sobre \yuestra frente era otro el cielo,
1 junto a vos Ja tierra bendecida.
Vuestras las manos fueron que a mis ojos
Otra luz i otro cielo descubrieron
Cuando cegado , por el lloro rojos,
Ni mas 11orar ni mas mirar pudieron!
Vuestro hablar como música olvidada
Grato sonaba siempre al corazon ;
Era un rayo de amor vuestra mirada,
Era vuestra sonrisa una oracion !
Nada para pagaros tu ve, nada !
Mi amor inn1enso 1 gratitud a vos,
Alma criada en Dios, por Dios premiada,
Que el premio vuestro pertenece a Dios 1
Hoi que dormis en tálamo de piedra
Sin sentimiento, ni hálito, ni luz
Como una flor entre la verde yedra,
Enlazada a los brazos de tu cruz,
Hoi sobre vuestra lápida mortuoria
En que la humanidad ha escrito: am,()r,
Juro guardar eterna en mi 1nemoria
Vuestra memoria, arcánjel bienhechor.
La Música.
V.
Los trovadores en la undécima centuria-Antiguas melodías
provenzales- Cancion del reí Ricardo- Cancion de
Blondel- Anselmo Faidit- Cantares en la centuria décimatercia-
El Arpa- La viola- Juglería- Compañía de
juglares- Caen en descrédito- Cancion de Rolando - BaJadas
de Chatelain de Coucy- Instrumentos músicos usados
en Francia- ~1úsica francesa en la centuria décimacuarta-
Mús1ca italiana en los si~los medios- Música en
tiempo del Petrarca- En tiempo a e Boccaccio- Francisco
Cieco- Antonio.
La Europa empezó a salir de la barbárie en la
undécima centuria durante la primera cruzada, i
con la poesía, la música i la caballería, los trovadores
alzaron en favor; se los recibía en las córtes
de los reyes, cantaban las alabanzas de las altas
hermosuras de ellas, i los príncipes i mas encumbrados
barones que cultivaban la música, les
dispensaban honores i amistad.
En las sencilJas tonadas de estos bardos de la
Provenza podemos descubrir todavía las melodías
futuras tanto de la Francia como de la Italia. Por
los años de J, 119 había alcanzado la poesía provenzal
sn mayor grado de perfeccion, i se la cantaba
al son de instrumentos; i durante este mi mo periodo,
los violares o tocadores de viola, los juglares o
flautistas, o tocadores de instrumentos varios, i los
'ómicos o comediantes, abundaban en toda la Europa
bajo el nombre jenérico de jongleurs o juglares,
palabra que no significaba entónces lo que ahora.
Ellos viajaban de provincia en provincia, cantando
sus versos en las córtes de los reyes i príncipes,
quienes les daban en recompensa vestidos, caballos,
armas i dinero.
La queja, cnncion escrita por el rei Ricardo l.
durante su prision en Alemania, a su regreso de
Palestina, es una de las mas tempranas rnuestras
de poesía romanesca que hayan llegado hasta noso·
tros. Tambien conocemos la cancion francesa que su
bardo B londel solía cantar de bajo de las venta·
nas de la torre negra que encerraba a Ricardo. El
rei i ~londel la habían compuesto juntos, i cuando
e_l ~r1mero la oía, sabia bien que no pod ia ser otro
s1no Blondel quien la cantaba, i, cojiendo el tono,
le daba término.
Ansehno ~aidit fu~ otro trovador, protejido igualmente
por R1cardo; 1 una de las mas antiguas meJodías
existentes es la compuesta por él a la muerte
de su bienhechor. El tiempo no está marcado,
ni hai rnucha variedad de notas en estas sencillas
melodías.
En la décimatercia centuria eran las canciones
de varias especies; ora fuese la melodía moral, ora
alegre i festiva, ora quejumbrosa, apénas parece haber
sido algo mas que un simple canto, cuyas bellezas
dependian de !a habilidad i el gusto del
cantor.
Pasaba entónces el arpa como el instrumento ma5
noble i majestuoso, i Jos romanceros la ponian en
las manos de sus héroes, del mismo modo que 10!
antiguos bardos griegos ponian a los suyos Ja Jira;
i Machan, poeta de la centuria décimacuarta, escri·
bió un poema en alabanza del arpa, en el cual circunscribe
el uso de ella a los caballeros, los escuderos
i Jas damas de manos hermosas. '' Sus sonidos
blandos i corteses," dice," solo deben ser oídos
por los elegantes i Jos buenos."
El instrumento que con mas frecuencia acompañaba
i disputaba al arpa la preeminencia, era la
viola, que en el siglo décimosesto estaba provista de
trastos o pro tu be rancias para dar las notas; despues
de ese período se la redujo a cuatro cuerdas; i hoi
todavia, bajo el nombre de violin, obtiene el primer
lugar entre los instrumentos atiplatlos. Se tocaba la
viola con un arco, i difería totalmente de la vielle,
cuyos sonidos se producian por la friccion de una
rueda que hacia las veces de arco.
El término jonglerie (juglería), en antiguo frances,
incluía cuatro clases distintas de ejecutantes~
los trovadores, que escr1bian sus versos, les ponían
música i los cantaban ellos mismos ; Jos cantores,
empleados por los poetas i compositores a quienes .
la naturaleza ha bia negado buena voz; los decidores,
narradorres o romanceros, que, en una especie
de canto, recitaban sus historias métricAs ; i los tocadores
de instrumentos, que acompañaban a los
trovadores i cantores, o toca han sin can tat en las
fiestas i los banquetes.
En 1330 formaron una compañia estos poetas
músicos, i obtuvieron privilejio; pero, a causa de su
conducta desordenada, fueron desterrados por Fi Jipo
Augusto, cuyos sucesores los llamaron de nuevo.
Entóoces se reunieron bajo el nornbre jenérico de
·IJfenestraudie, se les designó un jefe denominado
rei, i vivieron en una calle particular de París que
retiene hasta hoi el nombre de San Julian de los
Menestriers, o mú~icos. Tocaban en todas Jas bodas
i entretenimientos placenteros; mas en 1395 su
conducta inmoral Jes atrajo por segunda vez Ja censura
del gobierno.
Así, aunque a poco tiempo recuperaron el favor
público, la órden, sinembargo, habia caido en descrédito,
i los trovadores no vol vieron a ser recibidos
con respeto. Mas es fuerza decir, que ellos fueron
en gran manera Jos padres de la literatura fran- ·
cesa, que refinaron las costumbres, pulieron los ·
modales, establecieron Jas reglas de la cortesía, i
dulcificaron la aspereza de los habitantes. ,
La famosa cancion sobre Rolando era la favorita
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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-124 BtBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
ae la soldadesca francesa hasta la batalla de Poictiers
en tiernpo del rei Juan ; i cuando este reprendió
a uno de sus soldados porque la cantaba, no
habiendo quedado Rolandos, el soldado replicó:
que pronto se hallarían Rolandos, si tuvieran un
Carlo·magno a su cabeza.
' Entre las caneiones mas antiguas sobre asuntos
amorosos, que aún se conservan en lengua francesa,
se h~lJan las del infortunado Chatelain de Coucy.
Habiendo este partido para la Tierra Santa, rogó a
su escudero que, en el caso de que muriese, le embalsama
se el corazon i 1o en vi ase en un ca nas ti J lo
a la señora de Fayel en Picardía, junto con una
bolsa de seda 1 ca bello que ella le ha bia trabaja do.
Pero como encontrnse el señor de Fayel al escu·
dero, al entrar este al castilJo con el cesto en la
mano, se apoderó del corazon i despidió al escudero,
mandando inmediatamente a su cocinero que
sirviese para la comida el susodicho corazon embalsamado,
con una salsa que lo hiciese agradable
al paladar. Cuando la señora supo cuál habia sido
su comida, se retiró a su aposento i se mató de ham·
i la danza en 1348, n fin de desterrar el pensnmien·
to de la horrible peste que asoló entónccs a Floren ...
cia, se deduce con claridad que hnbia dos clases de
música i ejecutantes en su tiempo, a s í como en el
nuestro. La una especie era una m e Jodía sencilla,
clara, popular, que todos entendían; la otra, una
música arti ficiaJ, que s o lo podian ej e cutar las per ...
sanas cientl:ficas, o los profe sores.
El músico mas ilustre de Italia, en este período,
fué Francisco Cieco, natural de Florencia, que,
privado de la vista a causa de la viru e la, se aplicó
al cultivo de la música, i, haciéndose c é lebre por su
ejecucion en el órgano, fué honrado públicamente
en Venecia recibiendo la corona de laurel en pre ..
sencia del Dux. Murió en 1390.
Hubo otro, llamado Antonio de l'Organi, tan
celebrado por su habilidad en la música, que, segun
se e u en ta, los mas eminentes profesores de Inglaterra
atravesaron los Alpes con el único objeto de
• • • o1r su eJecuc1on.
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bre. Pensamientos ..
Se conocían en Francia mas de treinta instru· A semejanza de la naturaleza, que tiende siem ..
men tos músicos en tiempo de Felipe de Valois. En- pre al fin capital para que fué creada, )a sociedad
tre ellos habia flautas, arpas, oboés, bajos, trompe- sigue constantemente el impulso de su interes i no
tas, guitarras, gáitas, violas, rabeles, órganos, &.a. favorece sino los estudios i conocimientos de que
Existen. todavía alguna_s c~r:.~iones escrit~s por Thi- por lo pronto tiene inmediata i urjente necesidad.
baut, ret de Navarra, I dlrlJldas a la reina Blanca Así ni las artes ni la literatura ni muchos ramos
de Castill~, . . . . . del saber hurna~o florecen, porq~e no caben en un
En la dectmac~.u:~.rta centuria se hi.~o favorita J.e- pueblo que pugna por C0nstituirse, miéntras dura
neralmente la rnus1ca en partes, moviendose en dis- , el afan de darse leyes estables que afianzen la vida
tintas melodías. Es difici lleer las palabras así como ~ social
la música de estaa nntiguas canciones; las palabras, ·
por estar casi borradas, i la música por carecer de
Jíneas para separar los compases. Los efectos de un buen consejo dependen frecuen ..
Parece que no pereció Ja música totalmente en temente de la manera de darlo.
Italia durante la edad media; pues se nos refiere
que cuando el príncipe Conrado marchó contra Suelese no tener razon por el modo de tenerla .
Cárlos I de Sicilia en 1268, hubo un coro de muje- . .
res que cantaron por las calles, acotnpañadas de La Incesante desconfianza hace pagar demasiado
címbalos, violas, a tambores, &.;; i habié ndose ca- ~ cara la ventaja de no ser engañados.
sado Lionel, duque de Clarenza, en 1368, con una
hija de la orgullosa casa de Visconti, regaló qui- La tontería de unos es el almacen de la ciencia
nientos vestidos soberbios a los músicos que asistie· de otros.
ron a las bodas.
Las melodías mas antiguas que existen en Italia
son una coleccion de cclnticos sagrados, que se supone
trajeron allí los peregrinos que fueron a la
Tierra Snnta. En 131 O se forntó una sociedad ~n
Florencia para la ejecucion de estos poemas, socie·
dad que aún subsiste, i cuyos miembros cantan frecuentemente
sus himnos por las calles, en partes,
acompañados de un órgano.
Menester será que un hombre tengo mui mala
opinion de sí mismo para que no quiera aparecer
tal cual es en verdad.
Han de requerirse pruebas claras para menoscabar
la reputacion ajena: si las apariencias valen,
no será sino cuando se trate de defenderla.
A prende temprano el arte de hacer dinero.
\
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La dependencia del dinero es la tnas humillante
de todas; degrada el alma i pervierte el corazon .
Cada una de las naciones de Europa ha producido
buena poesía ántes de poder jactarse de una ,
buena melodía, i cuando los sonetos del Petrarca
deleitaban a toda Ja Italia por su gracia i bell e za,
no parece que Ja música siguiese Jas l1uellas ()el arte
su hermana; aunque es cierto que nos cuentan,
que, cuando el poeta fué coronado de laureles en el
Capitolio, dos coros de música, uno vocal i otro ins- Resuélvete a no ser pobre; cualquiera que sea
· d · d tu renta, haz que tus gastos sean menores que ella. trumental, acompañaron la proceston, pro uc1en o
alternativan1ente la armonía mas d u lee; de Jo cual
se infiere que el contrapunto, i el canto, i el tocar
en concierto, debian ser cosas ya conocidas en cierta
manera de los Italianos por aquel tiempo.
De los escritos deBoccaccio,i su relacion del modo
como se divertian los Florentinos con la música
Debemos considerar la economía como
tia ya vieja que al fin nos ha de dejar algo.
a una
Es rico aquel cuya renta escede á sus gastos, i
pobre aqneJ cuyos gastos esceden a su renta.
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"Biblioteca de Señoritas - Año I N. 15", -:-, 1858. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2094912/), el día 2025-05-11.
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