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ANO I. Bogotá, 9 de enero de 1858. NUM. 2.
Al hacer ]a BIDLIOTRCA su primera aparicion
ante el público ha obtenido, como se lo protnetiera,
una acojida favorable. i ca i decir pueue
ella nü maque para eso ha habido alguna razon.
Cón1o así? Interrumpirá en estP pa "aje el avisado
lector : la BIBLIOTECA en su segundo núme·
ro no tnas, fatua ya, orgullosa i ca~q uivana ~
Precocidad fune ta 1
Pero no hai tal. Prec i. amente de todo Jo contrario
e de lo que se ha acusado a la BIBLIO·
TECA. Sí, señorita , patrona i abogadas nuestras,
se la ha acu ... ado de •••• corta!
E .. ta acusacion en la época que nos atraviesa
(ipor qué ha de ser sietnpre ella la atrave ada?)
es inconsultrunente inverosJmiJ. osotros la recha·
zatnos, o mejor dicho, eJJa nos rechaza a nosotros.
Cortos somos de jenio, cortos de vista, i cortitos
de cuerpo; pero en lo dentas, a Dios gracia8, que
tenemos largu~za que nos sobra:
Largueza de tolerancia para pasar tle la1·go por
entre los bandos sin quitarles sus vír..timas, por en·
tre los enamorados sin tildarlrs sus ídolos, por entre
los oficinistas sin atentar a sus nóminas, i por entre
la sociedad sin aumentarle su escándalo.
Vaya ! se nos dirá, pero vuestro periódico es cor·
to de pájinas, i vuestras pájinas son cortas de mérito.
1 tllai mas que observar cómo es gue habríamos
podido sin mayor trabajo para nosotros, i sin mayor
provecho para nuestros lectore~, doblar, triplicar el
tamaño i contenido de la BIDLIOTECA?
Pues agregad a nuestro primer artículo un
preámbulo insustancial de nuestra desconfianza al
arrojarnos a la arena tipográfica i un final asoinbroso
de promesas increíbles.
Agregad unos versos eróticos llenos de admiraciones
i faltos de sentido comun, poniendo de es·
trofa en estrofa seis líneas de puntos.
Colocad al principio, al medio o al fin una revi8ta
estranjera, revista ya por todo el mundo en
los demas periódicos, i que en sustancia diga que
en Galípoli había síntomas Je cólera morbo, que
en ]a India las cosas van así, a si, i que el Cardenal
Farrascati iba en romería a Trancati.haciendo
escala en Fraguati. ·
Insertad, si quereis, o ensartad, con1o decia Cualla
.,. un remitido del Alcalde de •.•• dando cuenta
"al público i a sus conciudadanos" de que se retira
a sus pacíficos lares sin temor del vil anónimo, i librando
su fama al criterio de las jeneraciones.
Rabiatad a todo Jo otro el anuncio dado por un
quidam de que otro quidam le debe, i que él le cobra,
i que el otro no quiere pagar, i que, por tanto, él
se arruina i se lo lleva el diablo en vez de llevarse
al otro.
Por último, poned al pié de un grabado en que
se vea todo lo que HolJoway da i no se vea nada
de lo que recibe, una lista de los mas nauseabun.
dos no~bres de enfermedades que se curan con el
famoso ungüento. 1 enhebrad a lo anterior una série
de resultados felices de las aplicaciones pildóricas,
sin hacer otra série de las desgraciadas con se·
cuencias de las mi~1nas.
1 si ~ún qnereis llenar otra pájina, haced pintar
una tenia larga, escamosa i leviatánica, i asegurad
que ha sido muerta, arrojada i exhibida a beneficio
del vermífugo mas a la moda.
Con todos estos materiales ¿no habreis aumentado
el tamaño de la BIBLIOTECA? Pero ¿ habreis
aumentado su in te res?
Ya llegamos a decir la palabra sacramental. El
interes ! I lo ti ene nuestro humilde periódico~
Bah! i A quién le falta en este siglo pesetero?
El nuestro es el de interesar a la n1as sensible mitad
de nuestro mundo, de este mundo neogranadino en
que nos rebul timos. Para logr(\rlo hemos obtenido
la cooperación de dos amigas nuestras, con cuyas
producciones nos presentaremos en breve ufanos,
orgullosos i hasta invulnerables.
I si no, que venga algun descartes barbudo a poner
tachas al artículo sobre costumbres, a la novela
sentimental, a los versos románticos, obra modesta,
vujen i santa de una compatriota.
Habrá que reirse aunque no haya ganas ni el
artículo las provoque. Habrá que aplaudir los versos
recio i seguido.
Pero í qué decilnos ~ t Cómo no habrá de tener
gracia lo que nazca de una cabeza graciosa, que
sea escrito por una mano aún mas graciosa, i se lea
por u.n os labios que se.a n la gracia tnisma? Todo ~ .
eso tiene que ser graciOSISimo ..
1 no, es esto solo. Las señoras i las señoritas van a
venirse todas a la BIBLIOTECA, porque cada uno
al fin se viene a lo suyo. Cuando nuestro periódico,
que entónces ya no será nuestro, se redacte en su
mayor i mejor parte por plumas femeninas ¡qué
hallazgo el nuestro! qué gloria la de nuestras
paisanas!
i A cuál de e1Jas falta corazon o pensamiento
para poder llegar a ser poetisa, e~critora i cuanto
quiera o imajine? A ninguna, por cierto, aunque
hasta ahora a todas ha va faltado el estímulo. •
I el llamarlas, como nosotros las llamamos, al
campo de la literatura, de la poesía, de lo beiJo i de
lo tierno ¿será tambien una profanacion, corno casi
lo es, a nuestro egoísta parecer de ciudadanos, el
llamarlas a la movediza i abrasadora arena de la
política~
i Quctnará el ánjel humano sus alas de pureza,
prost1tuirá la sacerdotisa del hogar su ministerio i
sus fueros, por juntar su voz al coro 11niversal que
canta lo bello i lo sublime de Dios i de sus obras,
lo mistno que por tender su brazo a la lid en que
luchan los hombres, sus intereses i sus sistemas?
i Para la perfeccion de la sociedad la mano de la
mujer sobre el arpa de la vida, creando nuevas ormonías,
será igualmente débil que sobre Ja urna
de la 1ei nutneranclo el sufrajio de los bandos 1
No 1 Mil veces no t Entre lo uno i lo otro hai
tanta diferencia como entre un poema i una gaceta!
A la obra, pues, bellas compatriotas 1 haced ]as
pájinas de vuestra BIBLIOTECA mas amenas, mas
lucidas, i, lo que parece importar mucho a algunos,
ayudad con vuestra colaboracion i con \"Uestras sus ..
criciones a hacerla mas la1·ga.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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10 BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
De la mujer. Dios, i viene a servir como de sello a la Creacion ..
Una mujer, Maria, abre su seno con1o una flor a
¿ Qué es la mujer ? impulsos de la brisa, para que de él salga el Sal v~He
ahí una de las preguntas mas difíciles de dor del mundo. Una mujer, iobe, Julia 0 Elv1 •
.responder. Se puede preguntar qué es la luz, qué ra, es el sueño romántico de todo hombre de co·
es el magnetismo, qué la electricidad, en fin ; por
razon.
que algo se sabe de esto; pero es el caso que de Donde quiera la mujer es el astro obligado de
la mujer no se sabe nada. Mis~eriosa como Dios todos los cielos hermosos; i donde quiera se ha
mif>mo, la mujer es la flor humanada de la crea- considerado a la mujer por una faz di - tinta. El
eion? perfu~ada, be.lla 1 .rnsaj e r~ a.l mismo tiemp~. Ori€Dte nos la da a conocer bajo la forma d~ la
St nos pt.eguntaren s1 la muJer es hermosa, d1- lturí, de la cual la odalisca 110 es mas que una un·
Si .nos preguntaren que s1 es pura, Iremos En el Occidente, por el contrano, la muJer no
que SI. . . ? es ya un premio ni un objeto puramente rle sen-
Si t;JOS preguntaren que si es mocente, duernos < suaJidad. En el Occidente la mujer, Iéjos <.\e ser la
que 51
• esclava opulenta de los sentidos, es la sultana del
Es.to es, conocemos sus atributos, pero no su espíritu del hombre, reina i señora, de su corazon.
natm:aleza .. _ . ~ . , Ser multiforme como la luz, aqlll se le adora por
. Cua~do mna, ~a m.UJer es cand1da c~mo los an- la hermosura, como a Helena, allí por la castidad,
1eles mismos del c1elo, entorn? de su ftent~ se de. < como a Lucrecia acullá por el talento, como a
sata rosad~ _1~ aurora ~e Ja ~I~a j sus l~b1~s so; o Safo. ' . .
sabe~ some!tse 1. sus. OJOS ?01 m u. Pero 1. aJ lleoa Donde ¡ cuando quiera la mujer ha s 1do stempre
~n d1~ prec1so, fiJo, 1n var1~ble.; en ~se d1a Ja m u- el secreto social.
Jer deJa de ser Jo q~e ha stdo, 1 e~npwza 1? que ha Es cierto que en la edad media se la tenia eneas
de ser. Ya nos~ nemas, sus ~a~))OS se. pltegan se- tillada, pero cierto es tambien que los paladines
veros como dos !meas de coral, 1 s~s OJOS se abr?n vivian al pié de los castillos.
a la lu": del mundo como dos soles;untos a un m1s· i En dónde no compartirá el hombre el tiempo
mo horizonte. de su existencia entre su madre i su esposa 1
El sendero de la infancia ha quedado atras, sin < La primera le abre los bordes de la cuna, la se-huellas
ni lágrimas, i delante se estiende el de la ~ gunda le cierra los del sepulcro.
juventud, tendido e igual como un prado, ameno iBajo qué traje, en qué clima no será siempre
mas que un jardin. la mujer la reina del mundo? En el baile, en el
Nadie entra: con frente sombría ni paso vacilan· teatro, en Los paseos, cuando sus ojos cargados de
te en este sendero de ]as flores i del placer. La doble luz, ya no iluminan sino ciegan, ella domimujer
lo distingue :1 la di - tancia i se lanza a él mas ~ na como domina la rosa en los jardines, ella se
Iápida que el águila a los aires, que la gaviota al inclina i flota al aire como una gaza, penetra
1nar. como un p e rfurne, arrebata como una melodia.
Llega, se aturde, se enloquece, a1na •••• i des- Cuando Dios la formó porta pritnera vez tuvo que
pues~ ... forjar el paraiso para encerrarla, i el hombre en
Para contestar este despues tenemos que decir : sus parodias a Dios tuvo que apelar al olimpo.
que, tanto a la entrada de ese sendero como a la sa- ~ Unos han dicho que la mujer es la obra maestra
lida, hai dos divinidades aladas, leves, vaporosas i de Ja naturaleza, i otros que es la fraj.ilidnd. Nolindas
como dosjenios orientales. El que lo empie- sotros estamos tan cerca de la primera definicion
za recibe de la prirnera una copa de almibar, que cotno léjos de la sec-unda; pero insistimos en nuesagota
hasta las heces, i sigue adelante para vivir i tra idea, de que lat> mujer es el primer misterio de
ser feliz; el que lo acaba recibe tambien otra copa la creacion.
~e. la segunda, pero ya 110 ~e almibar, si~o de.~iel, Se conocen [os atributos pero no el sujeto.
1 sigue adelante para hal.lat su sepulcro 1 mom. Terminaremos pues dicícndo:
La ILUSION es el comtenzo de ese sendero, el A QUÉ SE PARECE UNA 1\tUJER ~
DESENGAÑO su final. A una flor en lo hermosa.
Ese despues no es, por tanto,. mas que la muerte; A una nube en lo Jeve.
pero no la m~erte .del c~erpo s~no la del alma, no ~a A una paloma en lo cándido.
muerte que h1ela 1 destt uye, smo la muerte madre A un ánjel en que vive de lo espiritual.
del dolor. A una hada en lo misteriosa.
El corazon tiene tambien su sepultura. A una sirena en los encantos.
Durante el período de la juventud, la mujer A una estrelfa en lo resplandeciente.
pierde s?s condiciones de ánje~ para ~o~ar las de A una mariposa en Jo inconstante i
diosa. 81 anda, provoca como D1ana; st m1ra, mata A un rei en lo caprichosa.
corno V énus; si rie, seduce como Leonor; si desde-
Tia es fuerte como Ja de Are; ah! i si suplica, la
M~gdalena puede apénas comparársele en lo ~locuente
i punzador. I-Ie aqní porque es_tan temtb!e
eso que se llama la juventucl de la n~u_ye1·, espec1e
de cadena de oro, de cnyos eslabones nadie h~ podido
librarse hasta ahora. Nadie: Ncron m1srno
amaba.
. Es por eso que la mujer desempeña un papel tan
vasto i granrlioso en la l1istoria del mundo.
Una mujer, Eva, pone término a la obra de
-
L i teratura.
Aquellos de nuestros lectores que hayan leído
el canto a la zona tórrida del célebre Bello, no
tendrán a mal que les dctnos a continuacion el
juicio de ese canto por el señor E. Escobar, uno
de los intelijentes redactores del FoRo, periódico
de 'Venezuela. El trabajo es bre\'e, pero acabado .
Dice así:
': Contern pletnos al señor Andres Bello, literato
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
vas ta rudicion, g ran filóloo·o, l ejislador, poe ta
tnin ntísin1o i D liz aut o r d la silva a la Z ona
T órrida, precio o panoran1a en qu , al calor de
la vi,Ta itnajinacion d 1 po e tn , ~e ven nacer en aleg
re .· ~ru po~ las flore . . que enrrc 1 anan nuestro fértil
:-;u lo i sus frutos op11nos . .1\.unque no p e nsamos
hace r un jui cio crítico de la obra que citamos,
t, nto porque no la hernos e tu diado lo bastant ,
cuant o p or ere rno .. in capnce de llevar a cabo
lucidament tan Ítnprobo ti abajo, i no r ademas
necesario a. nuestro objeto, no pod e mo 1 pre cindir
d ~in ertar aquí algunas e strofas de esta incomparable
con1po icion.
Para tu hijo la proc era palma
Su varto feudo cria,
I el ananá sazona su ambrosía:
Su blanco pan la y·u a,
Su" rubias pomas la atata educa,
l el a) o·o don d e spli ega al aurt" l eve
Las rosa de oro i el vellon de nieve.
Tendida para tí la f1 e ·c a parella
En enramadas de v rdot· ]ozano,
Cuelga de sus sarmientos trepadores
e e táreos globos i franjadas flores;
I para tí l maíz, j efe altan ro
De la e pi g ada tribu, hincha su grano;
I para tí 1 banano
Desmay·a al p eso de stl dulce carga.
El banano, prim e ro
De cuantos concedió bellos prese ntes
Providencia a las jente s
Del Ecuador feliz con mano larga.
No ya d e humanas artes obligado
El pren1io rinde opimo:
No es a la podad e ra, no al arado
D e udor d e su racin1o:
Escasa industria bástale, cual puede
Hurtar a sus fatigas mano cscla va ;
Crece veloz, i cuando exhausto acaba,
Adulta prole en torno le sucede.
"En tste trozo cada verso es una espiga dorada;
su espontaneidad imita fi e lmente la pródiga naturale
za de los trópicos, i su gracia sencilla i soltura,
el natural i no estudiado enlace con que se
juntan en nuestros can1pos, entretejidos por lns
tre padoras pasionarias, las flores i Jos frutos.
"El poe ta conmovido con el bello cuadro que
su rica imaJinaci o n le ha puesto ante los ojos,
parece que vuelve la cara buscando al <.lichoso
habitador de tan florido suelo, i afea en sentidos
versos la indol ncia de los americanos, e l ocio, el
]ujo i demas vicios que infestan las ciudades, i va
animándose gradualn1ente al fuego de su ardiente
inspiracion, hasta que prorumpe en estos versos
dignos del poeta de Aquino:
¿ I será que se formen de ese modo
Los ánimos heróicos, denodados
Que funaan i sustentan los Estados ?
¿De Ja algazara del festín beodo,
O de los coros de liviana danza,
La dura juventud saldrá, n1odesta,
Orgullo de la patria i esperanza?
t Sabrá con firme pulso
De la severa lei rej ir el freno ;
Brillar en torno aceros homicidas
En la dudosa lid verá sereno ;
O animoso hará frente al jenio altiYo
Del engreido mando en la tribuna,
qu c l qu e a en la cuna
urrni ó al arrullo del cantar lascivo,
u e nza e l p :\ lo, i s unj e, i se atavía
1
0ll fetn )nil es m e r o ,
I en indolente ociositlad e l dia,
O e n crin1inal lujuria pasa entero~
o a í trató la triunfadora Roma
I...Jas art ~ de la paz i de la guerra ;
.t\.nte fió las riendas del E ... tado
.t\ la mano robu s ta
u e to, tó el ~ o l i e ncalle ci6 e l arado ;
I bajo e l t e cho humoso camp sino
L os hijos ed ucó, que e l c,onjurado
1'1 un do allanaron al valor la tino.
1 1
((Si g u e lu go un h e rmo so cuadro, donde s e \ e
la dulce i seren a v ida d e l ca1npo en bello contraste
con el afan que aj ita las ci udadcs: todo é l está
l1 eno d e la n1as scc.luctura persuasion ; la <.lelica·
d eza d e ]os pPnsarrti en tos, las imáj e nes risueñas i
la sencillez de las formas, parece n escojidas para
ablandar el corazon ya mpedernido de los hombres,
i sordo por tanto a la voz severa i desnuda
de ]a razon. Esta Silva s una corona d flore. ;
aquí no hai que escojer, se siente uno animado a
copiarla toda ente ra, i a pesar nu e stro salimos de I
círculo que no habiamos trazado. ·
I-Ie aquí el último trozo de este cuadro :
tEs allí m énos blanda p o r ventura
De am o r la llama, que t em pló el r ecato ?
¿ O m é nos aficiona la hermosura
ue d e cstranjero ornato
1 afeit e s impostores no se cura 1
¿O el corazon esc ucha indiferente
El leng uaje inocente
Que ]os afec tos sin disfraz es presa,
I a la inte nci o n ajusta la prom e sa~
o del espejo al importuno ensayo
La ri a se compone, rl paso, el j esto,
Ni falta a1J •' carmin al ro tro honesto
Que la mod estia i la salud colora,
Ni la mirada que lanzó al soslayo
'l'írnido amor, la senda al alma ignora.
¿ Espe raréis que forrne
l\1as v en tu rosos lazos hime neo ,
Do el inte r es barata,
'rirano del deseo,
Ajena mano i f e por nombre o plata,
Que do confortne gusto, edad conforn1e,
I e leccion libre, i mútuo ardor los ata ?
''Despues de un breve pasaje e n que con aqu e·
lla sencilla ele~ancia del príncipe de los poe tas
]atinos, enseña la man e ra cómo se han de plantar
i en qué lugar es , al g unos frutos indíj e nas i estranjeros,
poseido d j neroso ntusia s tno, ve al brillo
de su ardiente jmajinaci o n a la ju ventúd que c orre
en nurn e rosas cuadrillas a descuajar los bosques
i hacer d e l campo su fe liz morada; i se ven
golpe ar las hachas sobre los troncos de la arboleda
secular, i se la oye crujir, r sta1lar i caer luego
con grande e trépito: ard e el fuego, sube el hu.
rno, las plantas sil ve tres desaparecen i levántase
cotno por encanto el fructífe ro plantío, al decir del
poeta, en muest1·a ufana de ordenadas haces. Este
cuadro, que no copiamos por abreviar nuestro ar·
tículo, está escrito con tal entusiasmo i animacion
que vale el orijinal; la escena se ve de bulto i se
conoce que la pluma ha corrido bajo la mano ardiente
de una inspiracion sublime desde el princi -
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12 BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
pio hasta el fin, de modo que el que lo 1ee no~ mientas astutos. Tenia dos tios maternos, buenos
siente el deseo de verlo, porque ya lo ha satisfecho ciudadanos de Palermo, que juzgaron que aquel
de antemano. muchncho podía adelantar mucho en las ciencias i
"Es digno de notarse el esmero con que este en las letr~s, i se encargaron d_e ~u e~ucncio~.
gra ... n _poeta observa las reglas de la gramática i El camtno mas corto. para d1stiogu1.rse ent~nces
retortca en sus detalles mas minuciosos, cómo en- en la carrera que quenan hacer seguir a Jose, era
l~za unos ,con otros l?s tropos i demas figuras, ha- entrar en l.as órdene~ eclesiásticas. D~sgraciad~Ciendo
as1 su lenguaJe puro, correcto i alta1nente mente Jos hos no previeron que su sobnno no ten1a
poético; sus pen --amientos están tan graciosa- las disposici?n.es necesarias para ser un .bu e~ sa~er·
1nente en sus bellas formas como los jenios en sus dote s1 perststta en permanecer en la 1glesia, 1 le
túnicas doradas; sencjllo, elegante, puro i sen~i- colocaron en .el s~minario de San .Ro9ue de ~alcr·
ble como el autor de las jeórjicas, i a veces ener- mo. No tardo Jose en ceder a sus 1nst1ntos de 1nde·
jico i ardiente como Juvenal. pendencia i de cornpleta indisciplina, i un di a se
fugó del seminario. Cojido en compañía de unos
vagos, fué confiado i severamente recomendado al
padre jenera] de Bonfartell, que se hallaba entónces
de paso en Palertno. Tenia José trece años: el
padre jeneral consintió en encargarse de él. Marcharon
juntos, i montado cada cual en su mula,
seguidos de otros tres frailes, llegaron al convento
de San Benito, situado en los aJrededores de Cartajirone.
Los cazadores i la perrilla.
Es flaca sobre manera {Iba subiendo la cue ta
Toda humana previ~ion, t\. eso del anochercer.
Pues en mas de una ocasion Con ellcl iba una perrilla .••
Sale lo que no se espera. lVlas, sin pasar adelante,
Salió al campo una 1nañana Es preciso qne un instante
Un esperto cazador, Gastemos en de cribílla:
El n1as hábil i el n1ejor Perra de canes decana
Alumno que tuvo Diana. I entre perras protoperra,
Seguí~le gran cuadrilla Pasaba en aquella tierra
De eJercitados monteros, Por perra antediluviana;
De OJeadores, ballesteros, Flaco era ~1 animalejo,
1 de 1nozos de trailla: El mas flaco de los canes,
Llevaban cuanto era propio Era el rastro, eran los manes,
Para el logro de la empresa. La mera idea de un gozqueJO;
~abuesos, perros de pre s a r ~arna tenia ... digo mal,
1 de arn1as un buen acopio, N o era una perra sarnosa,
Caballos de noble raza, Era una sarna perrosa
Cornetas de 1nonte; en fin, l en figura de animal;
Cuanto exije lVIoratin Era, otrosí, derrengada;
En su poen1a " La Caza.'' La derribaba un resuello:
Pronto levantan los perros Puede decir~e que aquello
L .... n jabalí¡ hermosa pieza! N o era perra ni era nada.
Que, rompiendo la maleza, A ver, pues, la batahola
Cruza por valles i cerros; La vieja al cerro subia,
Todos siguen con gran bulla De la perra en compañía,
Tras la cerdosa alimaña; Que era lo mismo que ir sola.
Pero ella se da tal maña Por allí quitio la suerte
Que a todos los aturrulla : ~ e ocultase el ja ba1í,
I aunque gastan todo el dia Confiando en poder así
En paradas, idas, vueltas, Preservarse de la muerte;
I carreras i revueltas, Empero, sintiendo luego
Es vana tona porfía~ Que por ahí andaba jente,
Ahcra que los lectores Tuvo por cosa prudente
Han visto de qué manera Tomar las de Villadiego:
Pudo burlarse la fiera \riendo entónces la vieJilla
De l_os tales cazadores,. , Que es~apaba por la loma,
01gan lo que acontec1o, ·us ! dJJO por pura broma,
1 aun_que es suces o que adtn! ra 1 echó a correr la perrilla;
N o p1ensen,no,que es n1entua ~ I aquella perra estenuada,
Que lo. <;uenta. quien lo vió: ~ Son1bra de per~a que fué,
Al p1e de uno de los cerros De la cual se dtjo que
Que b~t~~ron ?que! día, No era perra ~i era nada,
Una VleJJlla VJVla, Aquella pernlla, sí,
Que oyó ladrar a los perros; Cosa es de volverse loco,
I con gana de saber No pudo cojer tampoco
En qué paraba la fiesta Al maldito jabalí !
J. ~1. ~r.
El conde de Cagliostro.
El 8 de junio de 1743, nació en Pale'rmo José
Bálsamo, que llevó en lo sucesivo el pronombre de
Alejandro, i el nombre o título de concle de Cagliostro.
Pedro Bálsatno, su padre, i Felicia Braconieri,
su madre, eran honrados mercaderes paJermitanos,
mui buenos católicos, i mui cuidadosos
de la educacion de su familia. Tenian muchos
hijos. Vendían paños i telas de seda, i su tienda
era una de las mas acreditadas en el populoso cuartel
que divide en dos la l1ermosa cal!c de Calsaro.
Desgraciadamente para esta familia, i sobre todo
para José, Pedro Bálsamo murió ántes de haber
visto crecer a todos sus hijos, i de l1aber podido es·
tablecerlos.
. ~! jó~en Jos~ tenia u ... n espíritu pronto, sutil,
IffiaJtnaclon ardiente, caracter aventurero i pensa·
•
Las paredes del convento eran m u i altas, i la
puerta estaba confiada a un hermano port~ro inflexib1e.
No tuvo pues José Bálsamo mas remedio f)Ue
resignarsei tuvo que endosarse el hábito de novicio.
El padre jeneral, adivinando su gusto por la her·
borizacion i su curiosidad por la historia natural,
le confió al boticario del convento, esperando así
fijarle en su nuevo estado, i conseguir que un dia
fuese un buen relijioso. Aprendió tan bien desde
luego el jóven José del padre boticario, aprovechó
tanto sus lecciones, que al cabo de cierto tiempo
llegó a manipular las drogas con cierta habilidad.
Pero Jos Instintos de José se despertaban singularmente,
i en los primeros elen1entos de la ciencia, el
astuto siciliano adivinaba ya los secretos del charlatanisrno.
Asi se abandonó tan franca i decididamente
al estudio de la química i de la medicina,
que su profesor en droguería esperaba tnucho de
un disc1pulo tal con1o él.
Una escena escandalosa, i de que fué el héroe
el jóven novicio, reveló su carácter e hizo que le
impusiesen una fuerte penitencia, a la que apa·
rentemente se sometió ; pero aprovechándose de
u na ocasion que se le presentó casuahnente, se es·
capó del convento, se lanzó en el campo, i a.Jgun
tiempo despues de esta vagancia volvió a Palermo.
Entónces sus tios desesperaron de él, porque ni
reprensiones, ni consejos prod ucian fruto alguno ;
al contrario, José se reia de sus amonestaciones.
S u desenfrenado gusto por los placeres le arrastró
a formar relaciones con todas las malas cabezas del
país, i bien pronto no tuvo nada que aprender de
ellas. El juego, Ja embriaguez, el libertinaje i el
robo fueron sus diarios pasatiempos. He aquí la
aventura que le obligó mas que de paso a dejar a
Palermo. su ciudad natal. ,
José Bálsamo habia contraido íntima amistad i
relaciones con un platero de Palermo, llamado
~1arano, del que habia llegado a conocer el espíritu
débil i supersticioso. Este l\~Iarano creía en la
máj1a, i nuestro aventurero pasaba ya por mui
iniciado en las ciencias ocultas. Un di a llegó a
casa del platero con aire compunjido i misterioso.
-S a beis cuáles son mis relaciones con los es·
píritus superiores, i conoceis el poder de los en can·
tos en que me ocupo •••• Hai en un ca1npo de •
olivos, a algunas n1illas de la ciudad, oculto un
• ,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BIBI.JIOTECA DE SEÑORITAS. 13
tesoro; tengo Ja prueba de ello, i por medio de un
conjuro cstoi cierto de d ~cubrir el punto preciso
en donde hai que l1acer las cscavacioncs. 1'-lero cs- . . .. . .
ta operac1on e.Xtje costosas preparaciones: neces1 to
sesenta onzas de :oro. Me las podeis dar~
l\1arano hizo mil esclamaciones sobre Ja cantidad,
pretendiendo que las yerbas i las drogas necesarias
para los I reparativos alquímicos eran mui
baratas.
-Está bien, dijo Búlsamo; no hablemos mas;
y·o solo tendré l tesoro; una felicidad di vid ida no
es 1nas que una mitad de felicidad.
Al dia siguiente, IVI.arano e~taba en casa del encantador
en cuanto amanecio: habia tenido la calentura
d 1 oro toda la nocl1e.
-a me he provi~to, dijo a José, de la cantidad
que me ha beis pedido; sin embargo, regatead un
poco con los espíritus, os Jo su pl~co.
-~Los tonHtis acaso por mezquinos especuladores~
respondió el bribon. El diablo no es judío,
aunque hace n1ucho tiempo que ha habitado en
Judea: es un splPndido señor, viyjendo magníficarnente
en todos los paises del mundo. Si se letrata
con honor es pródigo ida el centuplo, pero he
encontrado en otra parte las sesenta onzas de oro, 1
no os necesito, a poco que sintais e1 darlas, añadió
Bálsamo haciendo como que d0spedia al platero.
AqueJla misma noche se fué a la claridad de la
luna al olivar. Bálsamo habia preparado todo para
los conjuros. Los preliminares del encanto fueron
largos, i Ñlarano no podia respirar bajo el hechizo
de aqueJias operaciones magníficas. Por último,
tembló !a tierra, i parecieron salir del pavimento
horribles fanta mas. IVIarano se dejó caer la cara
contra el suelo; el lance estaba previsto: el platero
recibió una tunda de golpes por los espíritus infernales
que Je dejaron casi muerto, i huyeron en
compañía del encantador i de las sesenta onzas
de oro.
la rande. Entónces volvió a Francia, se fijó en
P.aris bajo el título de c.onde de Cagliostro, i se
h1zo pasar por un médico célebre que poseia el elixir
de alargar la vida. ece~itaba una traiJla ilustre
para arrojar el poi vo a Jos ojos d e l vulgo, i la casualidad
le sirvió a las mil n1ara villas.
El príncipe de Soubisa se halJaba sériamente
enfe rmo con una fiebre escarlatina, i su estado se
hizo tan alarmante, que Jos n1édicos del ilustre en·
fermo desesperaron de salvarle. Al saber esta no·
ticia, Cagliostro corrió a casa de monseñor el cardenal
de Rohan, que sin protcjerle abiertamente
le honraba, sin embargo, con mucha confianza, i
le propuso con la mayor osadía que le llevase a
casd del príncipe de Soubisa, jurando sobre su cabeza
que lo sal varia. Vaciló al pronto el cardenal;
s1n embargo ¡cómo no intentar el último medio de
salvacion, cuando la facultad de medicina entera
miraba al eufe rmo como desahuciado 1 Cagliostro
subió en el coche de su eminencia, i se fué con él
al palacio de Soubisa. El cardenal anunció un médico
estranjero, pero sin nombrar a Cagliostro: la
fatni]ia le dejó obrar; algunos criados permanecie·
ron todavía en el cuarto del príncipe; alejólos de
allí el héroe, pidiendo quedar solo en el cuarto del
moribundo ; dejáronle así. U na hora despues
llamó al Cardenal de Rohan, i le dijo enseñándole
el moribundo:
-Dentro de dos di as, si se siguen mis prescrip ..
ciones, monseñor el príncipe de Soubisa dejará la
cama i se paseará en este cuarto; dentro de ocho
saldrá en carruaje, i dentro de tres semanas irá a
hacer la córte al rei en Versallcs.
El cardenal no respondió nada a aquellas pala·
bras que le parecieron una baladronada, i acompa·
ñó a Cagliostro. El mismo dia volvió con él a
casa del príncipe de Soubisa. Aquella vez Cagliostro
!levaba una redomita de que dió diez gotas
al enfermo. A la mañana siguiente el desdichado platero,
que no estaba n1as que herido, fué recojido por Mañana, dijo al cardenal, daremos al prínci·
unos arrieros i llevado a su casa. Denunció el he- pe cinco gotas menos, pasado mañana no daremos
cho a Ja justicia. La aventura causó grande escán- mas que dos gotas de este elixir, i se levantará por
dalo. Quisieron arrestar a Bálsamo para someterle la tarde.
a juicio, pero habiendo este previsto el caso tomó Justificó el suceso la prediccion. Corrió la noe\
portante. 1\'larano juró hacer matar al bribon si ticia por la ciudad, i bien pronto hubo doscientos
vol vi a a poner los piés en PaJermo; pero compren- coches en la calle de San Claudia, parados a la
diendo perfectamente el peligro de su posicion, pue~·~a del conde de Cagliostro. Como es fácil de
Bálsamo se habia decidido a embarcarse sobre una 1maJ1nar, se habló de él en Versa !les; hablaron al
tartana que se daba a la vela para Mesina. rei i a ,Ja. reina, que ~e alegrarot~ de la c~racion
Como seria mui largo el seguir a nuestro héroe : del P~Inc1pe ... de. Soub1sa. Un_o I otra enviaron a
en su aventurera vida, i ademas sobre esto hai di- ~ casa d_el_ pnnc1pe para c~mphmentarle por su res·
versas obras no contaremos a nuestros lectores tablectmiento; pero uno 1 otra conservaron sus mé·
cómo hizo co'nocimiento con el pretendido armenio : dicos. ordinarios. Esto ofendió mucho ~ Caglios·
llamado Althotas, maestro refinado en tunería, que ) tro, .1 por eso entró de .una ~:nera o.d1osa en el
dió nuevo impulso a las diabólicas cualidades de l1ornble robo del collar, 1 trab~JO tan1b1en con toque
nuestro héroe tenia el jérmen; no hablaremos da: sus fuerzas en la. rcvoluc1on de 89. Pero sus
de su viaje a Ejipto, ni de su morada en Italia, ~r1menes fueron castigados. 1_\rrestado en.l_l~ma
donde se casó ni de su estancia en Lóndres donde 1 condenado por el Santo Oficio de la Inquistcion,
entró en Ja fr~ncmasonería ni de la de Pa~is don- fué encerrado en el ca~tillo de Sant-AnJelo, donde
de supo formarse una reputacion tan brillante: que ~urió d ... espues. de dos años de prision. Apénas te ..
por un momento eclipsó la que babia dejado el n1a entonces cincuenta.
famoso conde de San Jerman. Cagliostro fué un personaje estraordinario .
Bálsamo era hermoso, de talento, jeneroso i va- Asombró a su época por medios vulgares tal vez,
liente. ¡Qué cualidades estas para disimular sus pero de que sacó gran partido con habilidad sin ..
defectos, sobre todo en un país en que solo se con- guiar. Tiene, pues, todos los títulos requeridos
sidera a los hombres superficialmente! Ménos su- para ser colocado en el número de los grandes
ceso tuvo en Rusia, donde se vió obligado a huir aventureros que representaron un gran papel a fide
priesa i corriendo, i esto po1· órden de Catalina nes del siglo XVIII.
•
• Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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14
"
BIBLIOTECA DE SE:ÑORIT S.
De Rita a Adela,
EN S U ALBU :\t.
Si soi, como vos, arnante,
Si soi, como vos, mujer,
I ambas nacimos ayer
Fruto de un amor constante;
Si aun descansa nuestra frente
En los bordes de Ja cuna,
Serán nuestras aln1as una,
Uno nuestro afecto ardiente.
1 bajo el favor de Dios,
En union que el Cielo quiso,
Será el n1undo un paraiso,
Adela, para las dos.
Don Justo.
)
•
II.
Jamas ha vuelto a presentarse a rr1is ojos criatu·
ra digna de ser amada como lo fué Isabel. o intentaré
trazar con la plu1na, pincel sin colores n
manos torpes como lastni~s,su celestial imájen, que
está grabada en mi c"1razon.
Yo he vi to despucs de que esa maravillosa per·
feccion desapareció de la tierra, alguna boca que
sonreia como la suya; pero que estaba aislada entre
facciones vulgares. He visto blancuras de nieve
i morbidez de contornos; pero sin el tinte fantás·
tico de su tez, sin la angulosidad indefinible de sus
rasgos; i todas e~as criaturas, dueños de los que
pudieran llamarse los despojos de eJia, me han pa ...
reciclo ricas de belleza con solo uno de sus mil te-soros.
Púsonos Ja suerte el uno al lado del otro. Yo la
precedia en el camino de la vida; pero mis rniradas
estuvieron desde la infancia vueltas ácia ella.
1. Yo la hubiera aguardado en un descan'"' o del ticm-
, . cr , • po; hubiera refundido en el suyo mi ~en clero n:or-
Bog~ta, ,la h.~rmosa Bo0 ota,. re1na del vall~_de tal ; i tras el pla ~ er de haber hecho con ella la JOr·
l?s Alcaz~re~, htJa ~e Quczada 1 madre d~ Nar~no, ~ nada de la vida, habría me ahorrado el martirio de
t1ene a m1s OJ OS un t1tu.lo mas pa1:a ser qucr1da; I.no sobrevivida. Hoi no llallaria yo ese punto inmóvil
es solo ~ue ella sea nn c~na, ~1no 9ue ~s ta~b1en a que se clavan mi~ ojos, como a una. play.a, donde
la ve~e1ada ~umba ~e tnl amoL P11mezo olvidara ella descansa ya, mléntras que la ola 1 el v1ento me
yo, s1 lo pu~1era oJvida.r, que de. su . sue]o se_ arran- arrastran a otra que no dese u bro todavía. Pero tan
caron las paJaS que abngaron ~1 primer sueno, qu~ dificil me habria sido pnrar por uno~ instantes al
el que ~s SU}~""O el palmo de tierra que ocupa m1 tiempo como cercenar algunos puntos al espacio.
Isabel, 1 suyas todas las flores que r1ego sobre su
sepulcro cada tarde, al despedirme con aquel senti- III.
d1simo verso del bardo del Choroní : "descansa en Había interpuesto la sociedad entre Isabel i yo
paz: yo volveré mañana~" . ~ algo mas absurdo que la~ preocupaciones nobilia-
Sinembargo, ya Bog·ota es solo un deSierto para rias de antaño, algo mas Insuperable que las almemí.
Véola actualmente cobijarse con el manto de : nadas fortaJezas feudales. Siquiera para escribir en
oro del crepúsculo; i allá, al estremo de su sabana, r un pergamino un nombre i un título, los reyes da·
en el punto en que Ja tierra parece juntarse con el ) ban al aventurero una espada que él habia de mocielo,
distingo el lujoso arrebol con que en las tar.. jar en la sangre de los contrarios a su fe o a su
des de verano baña el astro del di a los linderos del jente. Pero i qué se da l1oi para levantar ese peponiente.
La cruz, esa prominencia católica de las dcstal de oro, único sobre el cual la sociedad receciudades,
es la que sobre el mas alto campanario nace sus ídolos?
recibe el primero i el ultin1o rayo del sol. Todos los Isabel era rama de un opulentísimo tronco. Naedificios,
con su enrejado de ángulos salientes, las tural de la tierra en que la tierra es oro, el pndre
calles como largas listas de blanco, parecen, vistas S suyo, que se llamaba Justo, despues de haberlo ejerde
léjos i medio envueltas en la bruma vespertina, cido por n1uchos años, se l1alló fastidiado del cauna
flota inmensa que, amparada de la peña, va a ~ mercio, i en un solo dia cegó la larga corriente de
zarpar en eltnar de la sabana tendido a su pié. e sus negocios, resolviendo por la fórmula trivial de
Esta es la l1ora triste de n1js meditaciones. La e la bancarota el problema de la espoliacion irnpunimeditacion
no es sino un sueño, o un recuerdo: ble, o sea por rnayor en la incisiYa nomenclatura de
sueño para el que delira con Jo que desea; recuerdo los porcientnj1stas.
para los que nos ator1nentamos con lo que perdi- Sucedió entónces en él la sórdida tarea del usumos.
Algunos lo hemos perdido todo. Cadena de rero devoto a la desembozada avaricia del bandido
eslabones encendidos es para nosotros la eterna de tienda. La viuda del soldado patriota que comserie
de nuestros pen~amicntos; nos apoderamos pró con su sangre el derecho de morir de hambre
del primero con aquel agradable escozor que se > con su familia, el servidor público que encaneció
siente al lastimar una herida; i cuando percibimos ' en el antro deJctéreo de una oficina en que, como
que nos que1na, pasamos al otro i al otro ; i solo . en todas las de esta tierra, el honor i el etnolumento '
conocemos que se van corriendo porque nos vamos ~ estuvieron siempre en razon inversa del trabajo ;
ardiendo mas i mas como al furor de tnas viva !Jama. la incauta poseedora de una finca raíz que prefirió
Por la centésin1a vez vu'el vo ahora a repasar en darla en prenda en vez de venderla, para conseguir
la 1ne1noria los episodios de n1i vida; cada uno de el pan de algun día; cuant? desgracia~ o hubo duemis
recuerdos torna cuerpo i se anima, tiene su lu- ño de un últirno recurso, todos acud1eron a don
gar ; i todos en fila, corno fantastnas, se van prescn· Justo, el padre de I._abel.-"l\11 is di as sobre la tierra
tando, cada uno por su tributo de lágrimas. ¡Si, al no sumarán ya años," les decia él : ''yo consagro
ménos, a fuerza de provocarla, se agotara la violen- los últimos a la caridad. Venid a mí los q_ge os
cia de los dolores! Pero iqué sensacion es esta que l1alleis en algun caso desgraciado: por mi n1ano
en vez de encallecer, ablanda el corazon; que to- empeñareis lo que no querais vender, i vendereis
dos los dias se abre un camino nuevo, Jleo-a con lo que no podais ménos; la piedad., rne ata a seres
mayor ímpetu i hiere con una espina mas?
0
n1isericordiosos i pudientes. Yo seré el intercesor
•
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
BIBLIO'I'EC.t\. DE SEÑORl T S. 15
ntre estos i vosotros, i v-osotros me pagareis solo
con una orncion."
Todos vinieron; despnes de la inocencia nada
l1ai tan crédulo como la ncce'idad. Los pritneros
socorros que l horn bre sin conciencia J s proporcionaba,
eran r cibidos con fu..,ion i justificaban la
confianza depositada en él; lo· .:egundos eran com})
rados con el docutnento público, con la órdcn de
pao-o: con la joya preciosa, recibiendo a lo sumo un
veinticinco por ciento de ~u valor ; los terceros •.••
Jo~ terceros eran negados. La primera vez don
Ju--to presentaba a sus protejidos un setnblantc aus·
tero, pero dulce; su mirada subia lentamente desde
los pie~ hasta el ro ... tro de . 11 inter]ocutor; sus palabras
estaban ~iutnprc tnezclnda'"' ele notnbres sagrados
i su atnabiJidad ra r~balosai cornpunjida.
l\1a"' cuando~ a no tenia nada gue e8tafar a su pro·
tejido, lo ... njc)" llc don Ju sto se ra .. gaban en indio·-
nacion, .... u ntrecejo le,·antaba l arco sev ~ro de la
in1paciencia i de su boca d(;....icrta i mal hablada
orbota ba 1 cáu5tico v-oca bu lurio de la g-rosería.
IV.
Llt)gó el dia en que tambien hubimos nosotros
de llatnar con el aldabon del hambre a la puerta
de don Ju sto.
entónces solo estaba tranquilo i que ella creyó si cm ..
pre purt imo i profundo.
-na casa de humilclísimo aspecto a la cual jamas
habjan penetrado las modas! cuyas ventanas, puede
decn· .. e, nunca se habian a1·rodillado ante la novedad,
i que conservaba sus marcos dorados en las
puertas, sus vio-as monume ntn]e ,, sus techos arq
u a dos i hasta los sera .fine~ e~culpidos en la hoja
de la maciza pnerta, una ca~a a.., f, antigua i desmant
lada, era nuestra arca de salvacion, única i
santa. o l1abia en toda ella un solo rincon que no
cstuvjera consagrado por algun recuerdo; cada pieza
tenia sus tradiciones, i todas llas for1na ban una
complicada leyenda de s1grado interes para sus
moradores. Aün recuerdo como si la estuviera viendo
la sala sombría en que hnbitaba mi madre ; miro
los dos largos sofás colorados con sus espaldares
di vid idos en oes, i sus patas redondas con cuatro
dedos que apretaban una bola, el viejo armario de
ao-arradorcs colosales i en frente de la ventana de
celosíns l madona drsteñidn, nnte quien ella se postraba
por nueve de las horas d l di a i tres de la no ..
che, a orar por mi padre i por los l1ijos de mi padre.
Sjnembargo a lo época primera ele mi amor por
1 abe! mi madre ya declinaba Yi~iblemente. Sus
vij ilias eran mas larrras j sus rczo3 ménos tranquilo.
·. Y o la salia sorprender en c~os bajos murmu •
rios de oracion que pudieran tomarse por las prilneras
pláticas que se tienen con la 1nuerte; de
ellas aca~o nacian las 'úbitas revelaciones que nos
hacia en el tono profético de los moribundos. ~n·
tónccs pcrcibia yo en ~u::; ojo~ aquella luz pál1da
pero penetrante q nc corona la pupila en que se ~stán
apagando las últimas auroras. Con todo, los OJOS
de la madre no nJcanz1ron a cerrnrse tan aprisa que
no vieran j midieran el abismo en cu·yo borde iban
a que dar abandonados los hijos.
V .
... osotros éran1os: 1ni madre, mujer santa, sencilla
de entendin1i nto i roan a de corazon, Inrs, mi
l1ermana, tipo bíblico de hertnosura i de cnnclor, i
) o Benjatnin de la familia. 'roda nuestra hi...toriu
e 1bia en pocos pahnos de tierra i la encerraba un
1 oyo que l1abian abierto unos cuantos lu ... tros ánte .. ,
a la tnárjen de un pobre rio que, entre otros nombres
con e l ele 13oy acá, se escon~le murmurando en
la cad ~na orjental de los montes-reyes llamados Andes.
Junto n ese riachuelo tuYo lugar algnn di a una
esce11a hotnérica; l1áblasc de un guerrero estraordinario
que allí como en cien sitios mas ':}lizo pié
p ra volar a la inmortalidad." Los vencedores en
ese campo fueron 1nártires que se sacrificaron a su Don Justo- en este tartufo l1a sta el nombre era un
deidad, que llatnaban la Patria i que, como e l 1do- sarcasn1o-habia sabido rodear su oríjen i su juvenlo
del salv·aje, deja perecer de hambre a sus ado- tu el de las ... ombras del tnisterio. Empujado por una
radores. Estos caminaban en busca de otra tierra avalanche de traficantes, a lo que en Bogotá se llade
pron1ision, pero muchos de ellos, corno Th1oises, tna la Calle real, salió de ella por la esquina de los
~ o lo habían de verla de léjo~. ~Ii padre fué de es- : insolventeQ, que n esos tie1npo~ quedaba frente por
tos últimos; desde el collado de la agonía é l la di- frente de la eárcel pública. Pero é l no se detuvo en
visó al a1nanecer de la victoria. l\1i padre murió li- ella ni veinticuatro horas. 1\l correr los cordones
dianclo con1o bueno en las filas de los insurjentes el ele su bolsa, dc ... corrió el de su rosario, i pasó de largo
7 de ago to de 18 19. para una iglesia por delante de sus acreedores.
Era don Justo quien babia comprado a mi madre D esde esa época sus ojos no volvieron a levan-la
triste pension; valor de ln sangre de mi pndre, i tarse del suelo ni la sonrisa se separó de sus labios.
yo quien acostumbraba pasar a Ja casa del hipó c ri- Estrechaba entre ~us dos manos la mano del que
ta ajiotista a r ec ibir como si fu e ra una limo~na, e l ... olicitaba de él cua lquiera gracia o favor, i aunque
pago que meusualmcnte hacia él con una regnlari- jamas hacia desinteresadamente n ada por nadie, sindad
de mal agíiero. Allí fué donde vi. por vez pri- 1nbargo sus negativas eran tan alrnibaradas, que a
mera a L.ab el , i donde empecé a amarla como la él casi se le agradecía mas sn repulsa que a otro la
amé hastn su muerte, i como amo todavía su me- prestacion del servicio. Solo en un ca"o se coloreaban
maria, con todas las fuerzas de mi alma. Yo me de indignacion sus 1ncjillas i sus ojos irradiaban arncercaba
a su casa como un pária a recibir de su dientes i enojados. Era cuando pintaba la desmorapadre
un pan para mi madre i de los ojos de ella jj¿acion e irrelijiosidad que, decia é l con santo fuuna
mirada para n1i corazon. Dios me perdone si ror, estaban de~quiciando el país. Entónces su zelo
a veces yo hubiera preferido al pan de su padre la por la virtud, por el honor, por la propiedad, lo coninefable
n1irada de sns ojos 1 Un día 11 gó Isabel vertict en héroe, intencional a Jo rnénos, i habria hea
confesartne que tatnbicn cJia 1ne vió con interes cho con piadoso place r un gran banquillo de todo el
desde la primera oca'"ion. Díjome que rni aire de cerro de l\1on--crrate, para nrcabuccar en un solo
melancolía, tni jenial mansedumbre mezclada sua- dia a todos los tran1po.:os de a peseta!
vemente con la urrogancia nativa que heredé de Pero i qué era de la prünera parte de la vida de
mi padre i que con ... ervé miéntras tuve fe en la fe· don Justo 1 A su lado crecía i padre le llamaba la
licidad) le ha bian revelado el fondo de mi alma, que celestial Isabel. Si esta era su ánjcl custodio, puedo
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16 BIBLIOTECA DE SEÑ"ORIT AS.
jurar que ningun santo ni santa lo l1a tenido mas
inocente i mas bello.
D ebemos ser francos. La primera edad de nuestro
santo varan no habia sido tan inmaculada como
su edad provecta. Los desórd enes d e su juventud
en su distante tierra natal no ha bian dejado de t ener
u.n ceo a.unque sordo en Bogotá, teatro de sus posteriores
Yirt 1ldes. En breves años de una disipacion
criminosa habia consumido bacana1mente la heredad
de sus padres. U na infeliz criatura, hermosa i
sencilla como la flor de los campos, en vez de su fe
i su mano que él le habia comprometido, solo obtuvo
de él e l d es honor i el desamparo. Cuando, arrojada
de su hogar, que ella hab1a prostituido por é l,
se encontró con un hijo en los brazos, él habia hujdo
ya de su país i d el lado de ella.
En vano, en su desesperacion, botó ella a los
cuatro vientos el nombre de su victimario; su victimario
respiraba 1éjos el aire de la ünpuniclad. Ni
aun. cuando le hubiera llamado ella con voz que
hubiera atrav~sado como la luz todo el horizontei todo
el espacio, nadie le habria respondido. ·su falso
amante .Túdas habia desaparecido de su país. El
que entónces aparecía en Bogotá era don Justo.
El don Justo de Bogotá era, pues, un fariseo
cuya anterior vida, negra con todas Jns sombras del
vicio i aun del crímen, solo habia sido como el prólogo
de su posterior existencia de embuste i de rapiña.
La mujer a quien babia hecho Vtctima de s:Js
]nfames amores solo tuvo para consolarse de la jn:
fidelidad i del abandono de él: al fruto jmpuro de su
maldecida pasion. Para este no tuvo el traidor
amante J údas, convertido despucs en don Justo, ni
una mirada de padre, ni un arranque de lástima.
Huyendo del campo de sus prirneras hazañas, sonrióse
irónicamente al pensamiento de dejar tras sí
una mujer que ante Dios podía llamar) o su esposo,
i un hombre que ante la naturaleza era su l1ijo.
Júdas olvidó a la n1ujer i no conoció siquiera al
l1ijo. I fué así como el don Justo de reciente bautismo,
entró desembarazado i esperto en la vJ·a nueva
de sus iniquidades.
Fuera necesario conocer todas estas para hallar
el orijen de la no tnui considerable fortnna 1 merced
a la cual enrolóse don Justo desde su a paricion en
Bogotá en los círculos cornerciales, observat~do desde
el principio pnra con ellos aquella honradez de
que dice Franklin que parece inventada por los
bribones como seguro medio de l1acer negocio. Se
roba en el contrato ha~ta donde es posible ; pero el
pago se hace luego en el dia, en la hora, en el lugar
i en la moneda del convenio, con una puntu::t-lidad
irritante, sarcástica i sjniestra. •
El crédito de don Justo fu é en breve grande i
jeneral. Su palabra era una escritura püblica, su
firma era un tesoro. En proporcion acrecieron su
riqueza i su hipocr~sia, l1asta que al fin rcstábnnle
solo las dos operaciones industriales que él juzo-ó
sien1p re las mas proYechosas i las n1as infalibles. La
una era lo que se llama un buen casamiento, i era
la otra lo que se llama una quiebra.
Escojer entre ]as mas opulentas herederas la que
mejores probabilidades rcunin, solicitar i obtener
su mano, empresas son de diario ejercicio i éxito
feliz para la clase de l1ombres metalizados 1ue se
''enden a sí 1nisn1os por una dote cuantiosa. con
razon t anto 1nayor cuanto que tambien venderian a
Cristo hasta por la mitad de l precio queJe señaló
Júdas. Don J usto, pues, no forma en eso una es·
cepcion. Hecho dueño como por contrato comercial
de una muj er virtuosa que Jo recibió sin amor
i que lo soportó con paci enc ia, vió as eg urado el
buen suceso de su empresa con el nacirnicnto de
Isab e l, cuya vida empezo en el mismo instante en
que tel'minó la de su madre.
De ah•' a breve tiempo realizó don Justo el negocio
postrero de su plan clásico de operaciones. I-lizo
bancnrrota, i abrazó de lleno la tri vial carrera de
tartufo i usurero.
( CGntinuará..)
Diccionario de curiosidades.
ABANICOS. Son de un uso 1nui anticruo en el . . o
Ortente, en donue se sirven de unos mui grantles,
fabricados de plumas para guarecerse del calor.
BIDLI
Citación recomendada (normas APA)
"Biblioteca de Señoritas - Año I N. 2", -:-, 1858. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2094864/), el día 2025-05-02.
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