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AÑO I. Bogotá, 27 de junio de 1858. NUM. 26.
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Adios ! negocios pa1·ticulares de cada uno, los n egocios jene
Si me preguntais, amables suscritoras, qué es lo rales de la República.
que pasa en mí en este tnomento, en qn por la vi- Ya veis, señoras mias,. que no puede haber tortu-jésima
~esta vez tomo la plun1a para éscribiros n1i ra mayor.
últirno editroial del que hoi dejará de ser rni po- I, sincmbargo, me direis: Con tan poderosas rabre
periódico, sin duda que no acertn ré a decíroslo, zones dejais de redactar nuestro periódico, inocente,
porque yo ta1npoco los~; pero es lo cierto que 1ne lij e n:>, i que si bien es cierto que no os labra una
encuentro triste i embargado, ni 1nas ni méno- que corona inmarcesible como la del Tasso o el Petrarcoino
el viejo cisne del lago, n1otnentos ánt s de ca, al m é nos no os causa un disgusto por hora ni
botar a las auras ...,u últirno canto. 1,an grande así un desafío a .1nuerte por ·semana. i Como os creere-es
la amargura de un adios f mas esas mentiras que nos ·estais diciendo, de que
1 1 . tscribir pnra no'"'otras es morar entre flores i respi·
' 7 osotras, las bel as hijas de s( .. nt1n1iento, que,
1 rar aromas? cómo, si arrojais la pluma Iéjos de vos,
=s~iit~~a1~~~~ ~~~~~s ¡~ df:li~~dl~~t:ecz:.~;:.:~d~~r:s~~ o dejais de mojarla en el tintero apacible de la Li-
1 teratu ra, para ir acaso a mancharla en el ensangren·
mejor que yo: un adioses un regu e ro d e ágrjmas,
tado de la Política? •••• Sí, todo eso podeis decirme1 i yo las vierto en e te n1omento, no ante una d1vi- .
i mas; 1 a todo eso yo no t e ngo que daros mas-que nidad sola, sino ante las n1il divinidad · de este
país, que a su cielo de_ e. trellas, opone su suelo de una, una sola respuesta, pero concluyente; fatal.
fl Esa re ~ puesta es que vosotras te neis toda la razon, .,-
ores, i que a falta de otras cosas 1nulti plica sus
bellezas como el mar sus olas en una tnañana de j que si yo no obrara así, dejaría de ser f¿ombre.
I i sabeis por y_ué ~ ten1p estad. p arque nosotros los hombres,hemos aprendido de
Escribir ha sido siempre una tarea gloriosa, })ero vosotras las mujeres a querer por mal.
lo es mas cuando se escribe en un país cotno el Porque nosotros los hombres, entre la vida i la
nuestro en que no se aprecia ni paga esa cJase de mu e rte, marchamos sien1prc a la muerte.
trabajo, i cuando los escritos van dirijiclos en spe- "fa! e el legado de Adan!
cialidad a las señoras, lo séres mas buenos de. toda Esto es sin duda mui digno de castigo, pero no
la creacion, pero tambien los mas difíciles de con· habrá, no, en toda la humanidad, quien esté sufi-tentar.
cientemente puro para arrojar al criminal la pr1me-
_ Si~e~oar~o, Y? debo conf~sar ~quí que v?~ot.ras ra piedra.
hnbe1s sido IndulJentes conm1go, 1 que habeJs Vlsto < Ese es un v~rtigo terrible sin disputa a]o·una peen
mí mas el deseo ardiente ~e agradaros, que los 1 ro ese vértigo no es otra cosa que la le{=> de Dios.
esfuerzos ~echos para conseguirlo. Es pgr eso, .ama- Ese vértigo arrastró a Safo a las cumbres espa.ntobles
suscrltoras, que n1 e cuesta tanto el despedirme, sas del Léucad e i a Lárra a la muerte enmedio de
t~nto el haceros pat~nte mi gratitud, tanto el renun- una nube de pólvora j entre mil coron~s de laurel.
ciar a vuestras sonrisas de aplauso! Sin ese vértio-o el hombre llco·aría hasta Dios i
b o ' Feliz el hotnbre cuya mision sobre la tierra no ántes de Dios está el rayo esterminador.
es otra que servir al sexo de los salones, sí, feliz, Es pues preciso errar para morir. El error en
porque eso es tanto como habitar el Olimpo de los hombres es el gran secreto de Dios.
los dioses, i superar todos los destinos envidiables Dudais ~
del mundo. Por el contrario, e] hombre que sirve No, no dudeis; i si no dejad a Alejandro, a Cé-al
sexo barbudo i mal jcniado de las plazas públicas sar i Napoleon gana11do batallas diéz siglos seguii
de los 1neetings, es mas que un reo de muerte a dos sobre la tierra; dejad~ Franl{lin i Ne,vton otros
quien martirizan ántes de sacrificar: para él no hai diez esplicando los cielos i encadenando el rayo;
momento de tranquilidad ni reposo ; todos ti enen a Sócrates i Platon enseñando la virtud; a Danton
que ver con él, todos lo acusan, todos lo hacen res- i Marat derramando la sangre sagrada de sus semeponsable,
i todos quieren que su periódico no canten- jantes; a Vergneau, Camilo i Mirabcau electrizangamas
ideas q ne las suyas, toda vez que eJ hombre es do con su elocuencia. . • • i qué sucederia al fin~
autócrata de sí misn1o, i contribuye sernanalmente No sabemos lo que sucedería, porque el jmposible
con sus 15 o 20 centavos para el espendio de los ni siquiera se imajina! ..
impresos. Si es la Gaceta Oficial, todos la acusan El jénjo es como las flores, i es preciso que los
de pesada i narcótica. Si El Tiempo, sus dos mil unos vengan, brillen i se vayan para que los otros
suscritore~ son otros tantos fiscales, a quienes no se puedan sucederlos en e a majestuosa i constante
puede contentar. Si El Cornc7cio, decís vosotras ias alternabilidnd que se llama la VIDA.
primeras que huele a fu la desde ántes de salir, i que r ... a veis, pues, señoras, cotno el error no es un
la monotonía de sus filas ordenadas de números ha- mal, sino ántes un bien, una necesidad.
rían suspirar de tedio al mismo Baco, si existiera.' Dadnos pues una parte de razon siquiera, siempre
Especies iguales se vierten respecto de El Catoli- que nos equivoquemos.
cismo, La Pat1·ia i El Po1·venir; i entretanto, los Qué es el amor sino e] mas bello de todos los
partidos andan m'as que descontentos con sus órga- errores? 1 quién no yerra de ese modo cuando os
nos de comunicacion; se acusa a sus escritores pú- ve tan lindas, tan encantadoras~
blicos de débiles, de vendidos al Poder, de inadecua- Pero basta. Seguir adelante sería tanto como prodos
para el electo, i de torpes, pues no ven en los longar los infinitos sinsabores de esta despedida
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horrorosa •••• sería tanto como saborear el amargo
deleite de un placer incógnito i misterioso, i yo soi
inferior a esa prueba tremenda; mis labios no al-canzan
a apurar esa copa de acíbar i miel. ·
Adins ! pues; sed hasta el fin buenas conmigo i
concededn1e siquiera un suspiro •••. no os pido una
lágrima, porque eso sería traspasar los },mites de
toda ambician humana-las lágrimas de las hermosas
no deben verterse sino sobre los sepulcros o las
aras sagradas; ninguna urna es bastante a guardar
semejante tesoro! la mujer que llora retrata a María
al pié de la cruz, i no puede llorarse así sino por
el rei de los pueblos i de los ejércitos.
Un suspiro es distinto. Adios! F. PEREZ.
Rita la Espa.ílola.
(Reproduccion).
..
Entre las últimas piezas puestas en escena por la
compaííía dramática, Rita la Española ha llamado
profundamente nuestra atencion como una obra de
alto mérito literario.
Vamos pues a hacer su análisis sucinto empe·
zando por sus defectos .
Estos son dos: estiJo bajo ; cansancio en los diá-logos.
Respecto del primero, tal vez la e u 1 pasea del tra-ductor,
no obstante la celebridad de su apellido
( Escosura ).
Respecto del segundo, nosotros hallamos la esplicacion
en una cosa que se nos ha dicho, pero
que no nos consta, a saber: que Rita la Española
no es mas que una novela del señor E. Sue convertida
en drama por un aficionado ; pues es ciertamente
difícil, i hasta peligroso, reducir Jos cuadros
detenidos de un romance a escenas rápidas i respectivamente
enlazadas de una obra de representacion.
Sea de ello lo que fuere, estos dos lunares nada
significan junto a las muchas i relevantes bBllezas
de la obra.
En materia de teatro, nosotros no creemos ni que
sea una escuela de vi1·tudes ni una escuela de vicios.
Lo primero es una pretension exaltada, i lo segundo
tambien. Ni clásicos ni católicos tienen en esto
razon. El fin moral de que tanto se ha hablado i
se hablará aún, no es, ni puede ser 1nas que una de
tantas reglas de buen gusto que debe tener presentes
el compositor; pero jamas el objeto únicrJ, la 1J~i-ra
precisa del poeta. •
Regularmente los que concurren a una representacion
no salen ni mejores ni peores de ella: Jo que
sí sucede es que salen mas o ménos contentos por
haber JJasado el rato mas o ménos bien.
Lo que sí sucede es que el teatro es un elemento
poderoso de civiJizacion, pero un elemento indirecto.
E indirecto, porque es un estímulo para la lite- ratura,
un salon de elegancia i buen gusto (hablamos
de los verdaderos teatros) donde pueden aprender
mucho las jentes en civilidad i maneras; sobre
todo, el teatro es un entretenimiento esquisito por
su delicadeza.
Fijándonos bien, dos son hoi las fuentes de la literatura
dramática: las pasiones i los vicios. don las
primeras se fabric:1n los dramas: con Jos segundos
1 as cotned ias.
. Dáse a las pasiones un ropaje de sublimidad que
las eleva a la epopeya: revístanse los vicios de una
riaiculez qoe hace e) placer de los espectadores.
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Los personajes de los dramas son todos homérieos:
los de las comedias cervantin os; pero nadie sale
de las representaciones ~ com p rar su barril como
Los dos ltla?·inos, ni a hacerse l héroe de la moda
ni de los atnores en la sociedad. La pasion realza·
da satisface el corazon de las jentes dispuestas a lo
grande : el vicio deprimido llena, alegra el espíritu
recto, i párese de contar. Todo el mundo sabe que
concurre a upa rep ·reséntacion, donde todo es men·
tira· i, escepto Jas niñas ·que van por la primera
vez,' nadie se asusta de los patíbulos teatrales, ni
de las puñaladas, cárceles, dobles de ca m panas, responsos,
maldicion es, venganzas, odios i anatemas.
Mucho ménos (cosa frecuentisima) si Jos fusilados
en la pieza principal comen pavo i beben burdeos
en el sa1nete .
-El barba lo hizo bien-El g a lan estuvo admi·
rabie-El consueta alzó mucho la voz-Lincias deco·
raciones1-Mal.alumbrade-Escasa concurrencia ...
He aqut mas o ménos las apreciaciqnes públicas o
del público sobre las piezas dramáticas : nadie va
mas allá, nadie profundiza.
En consecuencia, decir que el teatro moraliza o ..
corrompe, es en nuestro concepto decir una cosa .
que no es c1erta.
En lo que sí estaremos siempre de acuerdo es en
que el teatro civiliza; en que el mismo es una pru~ba
de alta civilizacion; i que l éjos de ser una fábrJca
de costumbres, es un represe ntante de ellas, así
como los circos de los e m pera dores romanos no crea-ban,
sino representaban las costumbres del imperio,
degradado por Caligula i hollado por Neron.
Los villanos se entretienen jugando a los puños
i á las cozes como las bestias : los hombres ilustrados
fon1entan las ópera~, los teatros i Jos gabinetes
de Jectura para pa ... ar sus ocios.
Ese fenómeno sP esplica mui bien por la civilizacion,
o mejor dicho, es la misma civilizacion.
Jeneralmente, al público lo que le agrada es que
le den una cosa de gusto, entendi ndo por tal una
cosa verosimil, moral i bi >n preparada ; a reserva
de seguir por sus viejos caminos, i fiel siempre a
su bandera de debilidades.
Despues de estos prolegómenos, mas que clásicos,
pasen1os a Rita la Española.
El nrgumento de esta composicion, como obra de
arte: es un argumento completo.
El desarrollo es todavía mejor que el argumento.
Julio de Vaudray, la primera víctima del dran1a,
es el jenuíno representante de eS6S pobres jóvenes
de 20 años, enamorado sériamente de una viudita
jóven i encantadora,quien le oye apénas como a uno
de tantos, pues su estado: su caudal i sus títulos la
hacen desconfiar de todos los hombres como de otros
tantos amantes de oficio. Esta circunstancia desespera
a J u)io, lo torna en sombrío, lo arra~tra hasta
el suicidio, i precisamente en los momentos en qlle
Rita, mas sensible a las súplicas de una madre que
a las tontas galanterías de un niño en~aprichado,
va a darle su mano, a entregarse a él jenerosa i
digna.
Esa i no otra es la naturaleza. La condesa de
Vaudray es la madre, que todo lo intenta por lo que
su hijo cree la felicidad. Rita es la mujer de mundo,
que se sacrifica o resuelve ~acrificarse por el
eien de dos personas honradas. Julio es ese sér in·
forme de 20 años, tonto, ya se llame mujer, ya hombre,
que cuando dice me enamoro se enamora hasta
la bestialidad, a reserva de abrir mas tarde los
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ojos i echarse a morir por Jo que hizo, como ántes mentas que pueden p e rderlo en la sociedad aristo ..
por lo que creía no poder hacer. • crática en que vive.
Sannois, Durnntal i Sevign~, resort e sec.unda.. El de Vaudray se desespera a su vez como Rita
ríos, ... on tipos cortesanos de notable mérito; j cn te se desesperó tan1 bien a la suya. Suplica como habia
dedicada toda n engañar tnuj e r es, o a vengarse de s uplicado Rita; las situaciones se han trocado, i to ..
ellas en pago de unas buenas calabazas. · do lo que tuvo de peqaeño el amante en su vengan·
Hasta aquí todo e n Rita la Española es bueno, za, lo ti ene Rita de granJe en la suya. Ya no es un
porque todo es natural, porque todo es tá r ed u cido a hombre fuerte que pierde a una débil mujer: es una
esponer caracté res tal vez raros pero verdaderos. mujer hcróica q u o saJ va a un hombre, i ese hombre
Sinembargo, el gran mérito de la pieza no está pa· es su e nerni g·o.
ra nosotros sino del acto segundo ell adelante.
Entiéndase que hablamos d e l m é rito so'bresalien- Son las venganzas del orgullo falso i del orgullo
te, de las cualidades que hac e n d e l drama uno de verdadero, puestas una enftente de otra por el
los meiores de los representados entre no otros. j e nio d e l po eta para que la sociedad se deleite i
J admire.
En el acto segundo todo carnbia de aspecto, la
escena entra en otras vías, ¡ Rita la beila, Rita ]a Esos son los dran1as,los verdaderos dramas. Todo
galanteada de todos, se enamora de un desconocido enlazado, todo conducente, todo febz.
que la ama, no porque este desconocido se Jo diga Empero, Rita es muj e r, i mujer grande, mujer
precisam en te, sino porque la casualidad hace que de corazon; su pobre amante cae a sus piés, i una
ella sorprenda ese amor, i Ja ilusion, el momento i palabra i una mirada bastan para despe rtar en ella
su corazon de mujer, en fin la e trechan la sedu- todo ese océano de amor que creía seco, pero que
cen, la arrastran ácia el fo~do del abis~o que el n.o. es~aba mas que conjela;Jo .. El sol ~e su r eco ndestino
acaba de cubrirle de flores. < cilHlCJon alumbra sobre el, 1 los carambanos se
Rita se entreaa a ese desconocido sin reserva convierten en ondas azules, las brisas despiertan, i
alguna. · 0 vuelve a mujir i encresparse la tempestad primera.
Pero se levanta el telon en el tercer acto, i Rita El amor ha triunfado.
aparece tierna, feliz, siempre enamoradora, i el des- Rita se casa, i se casa con el hombre sin cuna,
conocido frio, casi sal vajc en, su esprcsion ; no es con el hombre que la engañó, con el hombre que la
ya el amante, es el verdugo, engreído con su tri un- desacreditó, i a quie n va a hacer feliz desechando
fo, que echa en cara a la pobre Rita sus debilidades, el partido del señor Riche lieu.
la acusa, la des~spera, ~ándos e le a conocer com~ el Esa es la última sublim idad del dratna; pero no
hermano de Julro, a qu1en acaba de vengar creyen- vaya a creerse ni por un momento que el finjido
dolo víctima de las coqueterías de uná cortesana, i Vaudray es en nada desmerecedor de la mano de
nada mas. . R1ta. No: él había sido mas desgraciado que cri-
Ese ~s ~no de los grand~s golpe~ de la pieza. minal en su torpe venganza, al paso que ignoraba
~~ pub~1co sabe ~ue las 1nculp~ctones que se ha- el secreto de sur oíj e n.
cen a la hn~a espanola no son . c1ertas, pero por. lo No hai que confunciirlo pues con un especu·
pronto fluctua entre el hombre Jeneroso que se d1ce 1 d ' '
vengador de una madre muerta por el suicidio de a or.
su hijo adorado,¡ vengador al mismo tiempo de este En cuanto a los caractéres de Francisca, labra-hijo,
su buen hermano, niño sin esperiencia, niño dora de la Bretaffa, i Pérez, mayordomo de Rita
descabelladamente sensible. • • • no hai nada que desear. Ambos son perfectos.
El que se dice señor de Vaudray no ha visto en - ·
Rita mas que una vagabunda de salan, i la hacastigado
como se puede castigar a una coqueta. Pero
cuán léjos está de la verdad 1 Víctima de Sannois,
Durantal i Sevigné, el señor de 'r audray no ha
hecho mas que servirles de anstrumento para consumar
una venganza. CompréndeJo aunque tarde el
amante de Rita, i aunque ~ annois pnga con la vida
&u infamia, la española ha sido ultrajada en lo mas
hondo de sus hermosos sentirnientos, en lo rnas ardiente
de su amor, i resignada, infeliz, se Hleja de
la presencia de Vaudray dejándolo en parte de su
error, cuando tiene Jos medios de confundirlo, de
hacerlo caer a sus piés su pljcante i perdido.
Así pasa algun tie1npo, i la corte de Versalles
vuelve a abrigar en su seno a los dos anlantes; una
fiesta casera los acerca, un capricho de la fortuna
Jos reune. Rita toma a su vez venganza de su enemigo,
i el drama luce en toda su fuerza, se ostenta
en todo su esplendor. ·
El de Vaudray· ha hecho una carrera gloriosa en
Francia, i esa carrera se debe a la proteccion oculta
de Rita; el de Vaudrny, arrepentido de sus errores,
confiesa sus faltas, i Rita se mantiene a Ja altu·
n de ~u dignidad de muJer; el de Vaudray no es
- mas que un plebeya desgraciado, sin familia, sin
hogar, sin nombre, i Rita da a las llamas los tlocu·
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El Iris.
Brilla el sol en el poniente
Sobre nubes de escarlata,
Cuyos estremos matizan
Suaves perfiles de nácar,
l áureos vellones ~utiles
Desparramados en fajas;
1 al n1ismo tiempo encapotan
Del orient~ las tnontañas
Den ísitnos nubarrones
Que avanzan en hosca marcha,
Llevando en su seno ocultas
Las iras de la borrasca.
Sopla de súbito el viento,
1 de súbito se lanza
Destrenzada de las nubes
N itidn lJ u vi a de plata,
Cuy;as gotas crista tinas
Refl jan del sol la llama,
1 al caer oblicuamente
La titilacion retratan
De bruñidas lentejuelas
Por el aire desatadas,
Que descienden i se esconden
En un campo de esmeraldas.
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Un Iris de escelsa cumbre,
La mas esc c lsa i gallarda
Que jamas embelleciera
Los ciclos de esta comarca,
El un estremo apoyando
De Guadalupe en la falda,
1 di si pan do i perdiendo
Entre las nieblas lejanas
El otro estremo, confuso
Entre la esencia i la nada ;
Como del Ande diadema,
Sobre el .L\nde se levanta
En arcos de un n1ismo centro
De vívidas tintas diáfanas,
Que unas a otras se invaden,
Se estrechan o se dilatan,
Sin que perciban los ojos
La línea que las separa.
Oh, qué lr1s! ¡Cuán divino
Simboliza la alianza
Entre la innundada tierra
1 las altas cataratas!
¡Con cuánta belleza cumple
Su mision pe~enne i santal
¡Cómo le admiran los ojos!
¡Cómo le comprende el almaf
' ¡A cuántos vagos deseos,
Ilusiones i esperanzas,
Súbitamente da vida,
O muerte súbita causa!
Oh! Si présago ese Iris
Fuera de .paz a mi patria;
Si la am bicion de sus hijos,
1 su codicia, i su rabia,
1 sus recíprocos odios
En caridad se apagaran;
Si la sangre que se vierte
En fratricidas batallas,
La mano de Dios piadosa
Para siempre restañara,
1 si la Concordia hiciera
Un nuevo Eden de Granada;
Gozoso bendeciria,
Juntas las manos alzadas,
A la señal precursora
De tanto bien, a la santa
Compañera misteriosa
De escelsa nube preñada
Que finje anegar la tierra
Con eJ raudal de sus aguas. ..
Mas ¡quién sabe si ese Iris
Que el corazon me solaza,
De paz símbolo b dito
Al navegante del Arca
Que de Ararat.en Ja cumbre
Tomó tierra, no presajia
Sino otras lides mayores,
1 mas furor i matanza,
1 mas duelos i miseria,
•
1 el esterminio a mi patria !
¡Quién sabe si es la postrera
Vez que mis ojos encanta
Con su azul claro i oscuro,
Aureo color ~e naranja,
Dulce verde esmeraldino,
Violado, amariJlo i grana !
¡ Quién sabe si ántes de tiempo~
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Acaso tni tumba se abra,
1 en su hondo sepulte,
A la par que mi desgracia,
Aunque inocentes puras,
Envilecidas mis canas;
1 si mis hijos queridos,
Mis pobres hijos del alma,
Con su herencia de pobreza,
Tendrán herEncia de infamia!
Oh! Cómo el dolor me oprime
El corazon ! ... Señal santa,
Bello adorno de mi cielo,
Diadema de mis montañas,
Lindo emblema de ventura,
Arco de n1is esperanzas,
Déjame volver a verte
Otra vez en dulce calma,
I a par de tu escelsa frente
Erguida mi frente honrada .
Deja que luzca cual debe
Mi amor leal a la patria,
Amor que ajenos errores
Ni debilitan ni empañan.
1 deja luego a la muerte
Cavarme huesa temprana,
Si en su seno no sepulta
Envilecidas mis canas;
' Porque no muere quien muere
Legando de sí a la fama,
Si no pacíficos timbres,
Ni estrepitosas hazañas,
Una memoria a lo ménos
De patriotismo !in mancha.
Iris, adios! que otras nubes
Sobre tí vienen airadas.
Adios! que ya te atropellan,
1 desvanecen i matan.
Adios! que como un ensuefio
Tus lindos colores vagan
Perdidos entre las nieblas,
1 confusos se resbalan
Dejando de su existencia
Por todo rastro la nada.
A dios 1 I ya que bravía
La tormenta nos separa,
,V e te para otras rej iones,
Lleva la di eha en tus alas ;
Mas vuelve, vuelve con ello.
Al infeliz que la aguarda,
Que el temporal es deshecho,
I ya Ja tarde se acaba,
1 temerosa la noche
1 lóbrega se adelanta,
Un mar haciendo del cielo,
1 otro mar de Ja campaña.
Bogotá, 29 de octubre de 1854.
Darlo i Cándida.
( Conclusi on )
\
Darío habia dicho a Cándida que la sociedad barra
algun dia el paralelo de los dos, i que ese paralelo
no podía ménos de serle favorable a él, cuyo
manejo era el de un caballero ¡ i esto era p>rque
Darío creía su deuda mas que pagada con haber
libertado a Cándida de las manos de Marta, i haber·
la hecho su amiga i su amanU por cuatro arios seguidos.
Infelices de los hombres que, con palabras
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BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS. 209
de ternura i juramentos casi siempre falsos, seducen
i halagan a una pobre mujer hasta el punto de hacerle
concebir próximas esperanzas de una dicha
mejor, i luego se creen bastante satisfechos con haberle
quitado el hambre o dádole una joya en canlbio
de su l1onor o de la infelicidad de toda su vida.
Pero ya se ve, la sociedad nunca llama a juicio
esta clase de cri n1inales.
El momento que se siguió a la espantosa declaracion
de Daría, fúé · un momento horrible ; pero
Cándida reponiéndose presto de su asombro i dolor,
dijo a su amante con toda la resignacion i virtud de
una santa:
Partid, señor, i cumplid, léjos de mí, con los deberes
sagrados que habeis contraido para con otra
1nujer mas feliz que yo. S í,partid,pero sabed que soi
madre, i que en mi seno queda el fruto n1aldito que
ha de renegar de nosotros algun dia no mui lejano.
Darío tuvo algunos momentos de arrepentimien·
to i Cándida tuvo a su vez alguna compasion de él.
Dias despues se separaron i Cándida recojió
del suelo una carta que habia dejado olvidada
su amante .
. Esta carta terrible decía:
Señor Darío de Montieull.
Marsella, 25 de enero de 1809.
Querido mio :
Esta es la primera vez que rne dirijo a tí despues
de tu partida, i si lo hago es porque una circunstancia
demasiado interesante para mi felicidad, me
obliga a ello. Mi esposo ha muerto; prepara tu
viaje para esta lo mas pronto posible: Necesito tus
consuelos.
Tu Al\IIGA AFECTÍ sn.xA.
P. D. Olvidaba decirte que mi esposo murió en
un desafío el l. 0 de enero.
La despedida de los dos amantes fué tierna en
estremo, i sus juramentos de fidelidad eterna i eterJtO
amor se •reno\raron hasta el infinito. Da río mentía,
i Cándida le amaba demasiado para no creerle.
Cándido vivió algunos años mas en compañía de
una virtuosa señora, i durante ellos no tuvo noticia
alguna de su amante. Su hijo, que había crecido
a su lado, no tenía mas padre que el padre celestial
de los humanos, i todo la hacía creer que Darío
había dejado de existir, cuando un dia rejistrando
un impreso que por casualidad le había venido a la
mano, tropezó su vista con estas o semejantes líneas:
"Matrimonios. Se anuncia para el domingo próximo
eJ de Darío l\1ontieull con CaroJina Chicot.
Esta última había tenido la desgracia de perder a
su marido en un desafío el l. 0 de enero de 1809. ''
El golpe no podía ser mas fuerte, i Cándida cayó
en una especie de · entontecimiento que le duró
por muchas horas.
Así se pasaron algunos dias, hasta que en ]a tarde
ví~pera del matrimonio de su perjuro an1ante salió
a pasear por las orillas del Sena en compañía
de su hijo i de su fiel cuanto inmejorable amiga.
El tien1po era hermosísimo, i la pobre madre se
descuidó hasta el punto que su pobre hijo Da1·ío;
pues Darío tambien se llamaba a aquella triste víctima
de un amor crilninal, por correr tras de las
mariposas i cojer las flores de los árboles, cayó al
rio i desapareció entre las olas. Cándida lo ve j se
lanza en Ja corriente. Sinembargo, la empresa es
superior a sus fuerzas, i todo hace perder ya ha~ta
la última esperanza, cuando algunos nadadores 1n-signes
que presencian el lance terrible, desafían el
peligro, i sal van de las grtrras mismas de la tnuerte
a Cándida i a su hijo.
Ya están en la playa, ya están salvados i una
turba de jentes estrañas se acerca para conocerlos i
compadecerlos. Entre esa turba hai tambien un
hombre toda vía j óven, pero pálido i gastado, que se
allega i ve a las víctünas con estraño interes.
Ese h~mbre s~ fijó en el pequeño D~rio i suspiró,
pues el tamb1en era padre de un n1ño a quien
no conocía, i quien debía tener entónces la tnisma
edad que aquel.
El hombre continúo pensativo a la vista de aquellos
dos seres desmayados aún, i no sabe qué pensar
de su suerte, cuando de repente da un grito lijero 1
ahogado i trata de huir de] sitio en que se haJla.
En las facciones de Cándida acababa de reconocer
una de las víctimas de su juventHd.
Sería ella~
El niño Darío, tendido sobre la yerba i la cabeza
reclinada en el regazo de su protectora, tiene el
lienzo de Ja camisa entreabierto i por él sale un
medallon en donde está el retrato de un hombre.
En ese retrato acaba de reconocerse el hombre
de la palidez.
El combate interior que tenia lugar en el ánimo
del desconocido era una cosa espantosa de describirse;
por un lado el deber, por otro la vanidad i sus
comprometimientos con Carolina. Con todo,hai mo·
mentas e n la vida del hombre en que se decide de
toda su vida en un sentido bueno o malo. Este
momento llegó para Darío, i triunfando en él el
principio bueno, un mes despues estaba arrepentido
i cas~do eon su amante Anatilde. D. C. DE P.
•
•
- En un album.
ROMANCE. ·
Como hombre ya casado
i lleno de esperiencia,
voi a darte, DoLoREs,
de mi amistad las pruebas,
en guisa de romance
trazándote las reglas
de pasarte la vida
sin zozobras ni penas.
Eres jóven i hermosa,
i mas que hermosa, buena;
eres inquieta i vi va
como una tomineja;
beata no te dicen,
pues no eres rezandera,
i mas te gusta el baile,
sin duda, que la jglesia.
Pues bien, estás en punto
de retener mis reglas,
i con ellas labrarte
Ja dicha. Me oyf; atenta:
el placer es Ja vida,
la vida son las fiestas, •
!as tertulias, los juegos, ·
las deliciosas cenas,
en que entre vino i flores
i lámparas soberh>ias,
en apartada estancia
al oido, ténues Jlegan,
como un eco del cielo,
las dulces confidencias
del alma que enamora
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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BIBLIOTECA DE SE~ORIT AS.
nuestra alma, i se recrea
en desbordar fa copa
que el ánima deleita.
-(¡Oh noches, casi siempre
revestidas de estrellas,
de silencio i de aromas,
de dulce encanto !Jenasl. ...
yo recuerdo sus lunas,
• • • • miSterJosas viaJeras,
melancólicas siempre,
i siempre solas. yertas!
1 tú, buena D~LOREs,
¡ tambien no las recuerdas J ... ..
-La luna, amiga, mia,
de mujeres i poetas
es el astro obligado ....
es tan cándida i be lla! )
Vive pues como manda, '
DoLOREs, la leyenda,
"entre risas i versos,,
perfumes, oro i seda;
Ja nívea jóven frente
nunca adnsta ni fiera;
el ojo vivo, in4uieto,
-rayo de amor-en reglar
i ceñida con pámpanos
la blonda · cabellera;
Jisto el labio a la ri~,
lista el alma a la fiesta,
i listo el pié, DoLoREs,
a la danza lijera.
Si tocan a difunto,
o te habtan de cuaresma.,
tápate los oídos
de Ulíses con la cera. •
Si te llaman la Loe&,
ALBOROTADA O NECIA,
no hagas caso a esos dichos .. ...
serán Jas malas lenguas.
V idas- de santo, historias
por nnda, amiga, Jeas,
que es lectura pesada,
chabacana, indijesta.
Yo en los libros, Dot..OREs,
prefiero las noveJas,
los cu~ntos esquisitos-de
Mora i de Soovedra,
i los versos rotundos
de José de Espronceda.
El violín no me gusta,
odio la pandereta.
per<> en cambio me encanta
la guitarra soMEltA;
i si está acon1pañada
del canto de una bella, ,
entonces MORO A LA AG'O'A
al punto soi .... me entierran.
En el cuarto en que habites
ten siempre flores nuevas,
pinturas amorosas,
cortinajes i adelfas 1
Ja media-luz préfiere
siempre a la 1 uz entera,
i haz que en la blanda alfombra
Jos pasos siempre mueran;
''que a muchas ha perdido"
(no lo tomes a mecha)
el crujir de una bota
10 llre la ruda eatera .
•
•
•
•
Habla siempre arjentino,
mira sien1pre de véras,
muévete con donaire,
baila con gracia, i presta ;
a las m ujcres trata
• corno am1gns A lttEDlAS~
i de los hombre oye
los cosas como necias:
escucha sus requiebros,
pero jamas les creas
ai! que son la mentira
con guantes i calcetas;
i hu y e del 1natri mon io
como de D1do, Eneas .
La juventud es breve
pásala toda amena,
no faltes a los bailes
ni a la fútil comedia,
concurre a los pesebres
i al templo, cuando hai fiesta .
Sobre amores, amiga,
no estenderé mi arenga,
que en esto sois vosotras
algo mas que maestras.
Concluyo en fin. DoLOREs,
ten presentes mis reglas,
i cuando ya te acose . . ' . la veJez, stempre tetr1ca,
échate al cuello un lazo,
cuélgate i patalea. .
Ello es mejor, sin duda,
_ que el que te llamen vüja.
El cumpleaños de Mana.
( Conclusion) •
FLAQUEZA.
Pero tquién es el que atreve
Su osado labio a María,
Prevalido de su espanto,
Para intimar]e q!}e elija
Entre su honor, i la muerte
De su madre i su familia 'l.
Funesto, terrible Jance !
Combinacion que horroriza t
Qué debe hacer esta vírjen '1
Su desgracia estaba escrita ••••
El bandido que insinúa
Proposicion tan inicua,
Es un arnante infeJice
Que se enroJó en la cuadriJJa
Ha vuelto desesperado
Porque en otro tiempo había,
Con lágrimas i con ruegos,
Pedido la mano linda
De la vírjen inocente,
De la orgullosa María ;
1 fué rechazado, i tuyo
La arrogancia .de pedirla
Segunda vez, i de nuevo
Obtuvo. • • • la negativa.
Aturdido i despechado
Juró venganza, i cumplirla
Juró tambien. en la madre 1
1 en su inocente familia.
Triste, fatal es la lucha
Entre el bandido i la 'hija,
Entre Ja madre i el jefe
De la bárbara cuadrilla.
•
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BIBLIOTECA DE SERORIT AS. 211
•
" Salva a mi madre, mancebo,
l arráncame a mí la vida 1 ,
-Entre tu honor i la muerte
De tu madre i tu familia,
No hai medio alguno; i al punto
Perecen, bella María,
Si a mi pasion no te rindes.-
Insen~ato ! Tú deliras!
Déjatn~, o en mi garganta
·Ejercita tu cuchilla ;
Pero rendirme 1 •••• Q.ué ganas
Con una muj r rendida~
-Es para tí la ganancia,
Pues sí tu madre está viva,
Dentro de algunos momentos
No respondo de su vida ;
I en tu mano está la suerte
De tu casa i tu familia-
-Mi madre morir 1 ••• oh, nunca!
Sálvala V ÍR.JEN MARÍA!
·Ella me dió la exi~tencia,
Yo debo salvar su vida !A
cuadro tan lastimoso
Ningun pincel bastaría.
Venció el amor , ... no la fuerza,
Victoreóse la cuadrilla.
En tanto que esto pasaba
Ya la madre muerto había. ,
· Por no entregar su.s tesoros
I no ceder a su hija ...
La muerte i el robo imperan
Donde ántes reinó la orj ía.
- LA TtniBA.
Se consumó la venganza
Del insolente man cebo ....
Despechada la infeljce,
La de rizados ca bellos,
La que devoraba el alma
Con sus lindos ojos negros,
La desgraciada María
Se lanza del aposento
En donde al fin .... oh Dios santo t
Obtuvo a tan alto pr~cio
La vida que tanto arnaba
De quien la tuvo en su seno:
De su madre cuyos gritos
Dislocaron su cerebro :
De su madre cuyos brazos
Busca con férvido anhelo,
1 los encuentra tendidos,
En sangre tintos i yertos.
¡Desventurada María!
Si tu amor hubiera al rnénos
Salvado a tu cara madre,
Te perdonaran los Cielos !
Pero cedisfes sin fruto
En malhadado momento,
Cuanto negaste i ansiaba
Estúpido bandolero •••• ... .. ................
Sobre la verde ribera
De un apacible arroyuelo,
Pudo oirse esta plegaría
Desp~es de algunos momentos :
" ¡Sangre de Dios que lavaste
Las culpas del mundo entero,
De una mujer deshonrada
La va Jos pecados negros 1"
-
•
,
•
'I'us arcanos, Dios terrible,
Quien pudiera comprenderlos!
D eja, deja que en la tumba
Penetren mis ojos ciegos 1
t Por qué mi tranquilo albergue
Se convirtió en un infierno1
Por qué suerte tan horre nda
Le cupo a n1i casa, Cielos 'l
Mi honor •• mi madre •• la muerte,
La destruccion, el saqueo t
¡Pobre la vírjen que olvida
En angustiado momento,
Que e l honor es un tesoro
Irrecobrable al perderlo '
Es un cristal que se empaí'ia
Del mundo con el aliento:
Una flor que palidece
Si con 1asci vo deseo
Penetran ojos estraños
En su delicado seno;
I se marchita i deshoja
Con el contacto al momento
Si salvar ya no es posible
Una madre, un padre tierno;
Si gozar tampoco es dado,
Morir con su honor al ménos
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •••
Pasaron algunos dias,
Cuando cerca al arroyuelo,
Por contemplar una tumba
Paróse triste un viajero:
AQ.UÍ DESCANSA MARÍA,
LA Ji'LOR DE ESTE VALLE AMENO :
. Leyó lanzando un suspiro,
1 continuó su sendero.
MARIANO G. MA.NRIQ,UE.
El arco del violinista Fiorillo.
-
Entre las personas de calidad mas notables en
L6ndres por su aficion a la música, sobresalia a ·fines
del úJtimo siglo el Baron de Bayge. Aquel escelen
te sujeto encontraba música en todo: si una
puerta rechinaba sobre sus goznes, o una silla formaba
contra el suelo un esta1lido sonoro, al momento el
baron melomano sacaba un libro de su memoria i
anotaba las inflexiones tnúsicas correspondientes;
en fin no habia en Lóndres vendedor ambulante,
cuyo grito peculiar no se hallase reproducido en la
estraña coleccion del Baron de Bayge. El estudio
que habia hecho del arte no fué con todo mui superficial,
i por Jo mismo tenia que acudir amenudo
a otro mas intelijente para que le anotara debidamente
todos los sonidos bien o mal espresados en su
libro de metnoria.
. Despues de haber tenido a varios en calidad de
sus secretarios de música, desempeñaba para con él
estas funciones el célebre Fiorillo, violinista italiano
de grande habilidad, i tan sencillo i cándido, como
finos i astutos suelen ser por lo comun los mas
de sus e o m patriotas.
A pesar de las tres horas diarias que dedicaba el
Baron al estudio del violín, no pudo conseguir el
tocar con afinacion, i su mano armo11icida estaba
reñida para siempre con el lúgubre bemol.
Fiorillo se desesperaba, i no sabia qué hacer!e
ya con su discípulo, hasta que tirando este un dia
su violín esclamó colérico: '' Si, demasiado tj.,empo
he aguantado; pero cómo ha de ser~ Nada perderán
los bemoles en haber aguardado. "
'
,
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
212 BIBLIOTECA DE SE~ORI A~.
-Qué quereis decir, Milord~ dijo FiorilJo asom·
brado.
- Quiero decir que desde este n1omento me pro-pong
o hacer una mocion en la cámara alta, a fin
de que mande a todos los compositores que supriman
en adelante los bemoles .. en su música bajo la
pena de una fuerte multa.
- 1 Graciosa. será semejante proposicion! repuso
Fiorillo riéndose a carcajadas. ·
-A lo ménos será moral, se'ñor mio, le respondió
con dignidad el Baron. t o. tenemos una lei
contra los jura m e nto~?.
-Sin duda.
-Pues bien : sino hubiese habido bemoles, yo
no la hubiera violado mas de mil veces desde que
estoi estudiando el violin
Cuando al cabo de tres años de un estudio tenaz
llegó a posee r alg un tanto el instrumento i a ejecutar
medianame nte un solo de Jarnovieh ménos
los bemoles, declaró a Fiorillo que estaba decidido
a dar a sus amigos las primeras muestras de su habiJidad,
i que asf le encargaba diese las disposiciones
convenientes para celebrar un concierto en el
sábado in mediato.
Consiguiente a su designio, pasó el Baron esqueJas
de convite a 1os pr1ncipes de la familia real, a
!os grande s dJgnatarios del ¡·eino Unido, a los presidentes
d e ámbas cámaras i a Lord Correjidor de
la ciudad de Lóndres; i como era mui conocida su
orijinalidad en la alta aciedad, todos ace,Ptaron con
un tnaligno placer el c~vite.
Lleg·o el d1a s eñalado para el concierto. Fiorillo
estaba mui pen ativo, i apén~ comia, apesar de las
reiteradas insinuaciones de la amable sobrina del
Baron que estaba tlesayunanclo como el.
-Qué teneis, caro maestro' le decia Mr. Betty.
-'Ai, señorita ! respondia el profesor, tiemblo
que Su Graeia contprometa esta noche mis veinte
años de honrosa profasion.
- 1 no es mas que ese el 1notivo de vuestra pe-adumbre
~· M. Fioríllo t no.teneis ya una reputacion
bien acreditada~ Creedme: si se rien, poneos
tambien a reiros vos mismo, i el que mas se ria esta
esta noche será el que venza i salga mejor.
No obstante cuanto le decia miss Betty, Fiorillo
f~é al ensayo del concierto leno de miedo. Cuando
llegó su vez al Baron subi6 con todo desembarazo
al sitio destinado para los que tocapan los solos, i
sin aguardar a que empezara el ewei, hirió sincompasion
la áspera pri¡p.a de su ,Uolin ••••
Aquella fué una trapisonda espantosa; pero los
mú$icos estaban pagados para adular al Baron, i
los aplausos que se le prodigaron, aunque dados
con un entuSJasmo algo irónico, le hicieron por
aquel DlDIJlen.to el mas feliz de los mortales. :Hasta
~ntónces bien.; mas eñaDda llegó la noche
· aró el n a re sus eonvidados al hermano
del rei, prjtno.rosb vioJinista, · ~ su pr maJa duquesa
de
Citación recomendada (normas APA)
"Biblioteca de Señoritas - Año I N. 26", -:-, 1858. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2094808/), el día 2025-06-25.
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