Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
NÚDí.~31. ~ogotá, lúnes 11 de setiembre de 1865. - Preoio: 10 oentavos. Año n.
*
P~RI6DICO DE INDUSTRIA, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA E INVENTOS,
A CARGO DE 'UNA ASOCIACION PROGRESISTA.
CONTENIDO.
;-lnJes por Europn i América-Léjos de In patria-Espejo del alJan-
La luz i el arroyuelo-El cahallo-Scmbrnr purn coJer.A
Bogotá.
-----+.~.~.~.~.-----
VIAJES POR EUROPA 1 AMERICA.
EL CEME:lada Clln los m'úileos i esqueque
ya nos habia yenido otra vez. Visitar el ce· I letos que la. llH1llic:;ntlidau hi/.o tl'~SpOl'tal' allí del
menterio del padre Lachaisc, que los poetas i los ; cementerio (~e los Illocciltes. Qué desórden de
}lrosadoreshan hecho célebre mas que el cinccl do \ hucsos! c¡ué (~C galerías lúguhr~d adomadas con
los escultores funerarios, i la opulencia de los que I hlancas i corroidas ca!a ... el'a~, cuya. mucca imperse
entretienen en imitar la moruda de Mausoleo. I turbr.hle i sowbrí ... '/,; un ¡;"l'ca~mo del mundo! Qué
Adcmas, 8C sabe que allí reposan los rl!stos de los ! sitio, 1'11 fiu, IJ.'uijio uolo para produéir 'tr1'epentidos
grandes 'hombres del pueblo frances, i la tumba de I o c.3úliptieus, i La"ta el (;u:11 b,lja el pal'icienoo i el
las notabilidades arrastra siemprc con h fuerza de ,iajero, en hU'J(;a de uu libro douue escrilJir su nomla
admiracion. I bre pOI' un arriA.lique 'le ol)crpla, cOUlo::Ji scmejante
Sinembargo, allí no su llora ni "0 suspira. +\lli eójJcct:iculll.JO fue~e un ad,¡u elocuente para su
se habla con los compañeros, o sc medita sobre la ; ul;gullu, o CUillU ui ellos fueran suporiores a la leí
historia, la poesía, las ciencias i las bellas artes. . .. inexol'Uule de la. mue. le !
allí no se piensa en la eternidad del mundo in,i~i· I ;, O t" que :vjud libro llU' es mas que el rcjidro
hIe, sino en la eternidad de la gloria del que no es I de 108 ~ue debeu venir a sustituir a aquellas cení-mas,
i cuyo renoro breo tal ve¡o; Be codicia. . . . zas profanadas? .
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EL MOSAICO.
Se puede escribir o cantar en un álbum delante
del Niágara, que es una maravilla horrible i bella
del mundo físico; pero allí solo se debiera llorar,
porque allí se encuentra el hombre delante de la
nada, o delante de los secretos del sepulcro, tal vez
mas terribles que la cólera de Dios!
Sucediéndose las jeneracioncs a las jeneraciones
como las olas del mal', o como las aguas de uu rio,
que pasan para jamas volver, es preciso que los padres
encuentren dondc descansar cuando sus hijos
vengan a reemplazaros en la caravana de la muerte.
Entre los salvajes esta necesidad no es tan apremiante,
porque en el desierto hai campo para todo.
El cuenco de un árbol tI onchado por el huracan, la
gruta que forman laR ¡'ocas, el césped blando donde
pacen los corzos, o el bosque retirado donde
ocultan los pájaros el f¡'uto i la sencillez de sus
amores, todo brinda un rincon donde volverse a
confundir con la masa inorgánica de la tierra, o
donde dormir como Atala el sueño de que no se
despierta jamas, i que sirve de antecámara al cielo.
IJa administracion de los negocios fúnebres de
Paris, ticne empleado un personal considerable i
un tren costoso. Coches de luto hai mas de 500,
servidos por 350 caballos, entre negros i blancos.
Por regla jenerallos entierros pagados (los pobres
no entran en la cuenta) alcanzan al dia a 110, lo
que da un total anual de 40,150 personas muerlas;
esto es, tantas como las que pueblan actualmente
nuestra capital.
La conduccion del cadáver del gran músico
Meyerbeer, recientemente muerto en Paris, hasta
la estacion del camino de hierro del E ste, costó
2,800 duros. Los gastos del entierro de la princesa
Czartoriska en la iglesia de san Luis, pasaron
de 3,800. Un entierro en los Inválidos a grande
espectáculo cuesta 16,000 duros! Qué pensar de
estos esfuerzos del orgullo h.umano? de este manto
de oro con que se envuelve un montan de gusanos?
¿ N o valdria mas mandar encerrar sus restos en
una modesta caja de pino, i r epartir esas riquezas
entre los pobres? El canto llano de los frailes, los
coches vacíos que siguen al cadáver, los blandones
i los perfumes no cic,atrizan ninguna herida social
ni calma el dolor de ningun semejante. .
La eternidad es un palacio donde el hombre
puede presentarse mui bien con un simple sudario.
De qué puede servir la gala delante de Dios?
n.
molo una madre llorando sobre los restos de sus
hij os; que la verdura gris de los pinos i su colocacion
monótona, léjos de alegrar, entristecen el
conjunto; que faltan las 'aves, i que todo parece
revestido de un no sabemos qué tétrico que oprime
el corazon i nos trasPQrta léjos de nosotros mismos
i de los hombres. -
La ciudad de los muertos domina la ciudad do
los vivos, i con su silencio elocuente parece gritar la
i llamarla a la raz.on; mas Paris . rie i canta a
sus pies como una cortesana embriagada i i a cada
nueva tumba levanta ella un teatro; a cada eco
lúgubre que le viene de la colina sagrada, una l:ísa;
a las oraciones de los que lloran en la eminencia,
las locuras de los que se aturden en el valle.
Arriba los cuerpos en di solucion i aquí las pasiones
en efervescencia!
Cuando nosotros empezamos a trepar el monte
Luis, el sol de invierno estendia sus rayos turbios
i sin calor sobre él, como una haz de espigas sazonadas;
i la escarcha estendida por todos sus puntos
í repLiegues, semejaba un gran sudario tendido
sobre él por los espíritus del cielo, i del cual eada
tumba hubiera desgarrado su pedazo. Jamas la naturaleza
habia tendido con mas gracia i oportunidad
un velo semejante sobre paraje tan escojido ...
Era tal vez aquel dia un dia de fiesta para los cadáveres,
i el cielo les habia prestado uno de sus velos
para engalanarlos.
Recordamos que nuestro cementerio de Bogotá,
cuajado de flores durante el año i siempre mimado
por una mano solícita,ántes que un o3ario parece un
risueño verjel. Su golpe de vista es admirable, su
brisa embalsaJ1llada, imponente el aspecto de su capilla;
i, como observaba uno de nues:'os compañeros,
profundo i sentencioso en sus in scripciones.
El padre Lachaise no tiene pues coneccion alguna
con él; aquí falta el follaj e, el césped i el espacio
; no se ve una ave por ninguna parte, i las
tumbas apiñadas las unas contra las otras i casi
todas de piedra comun, remedan mui bien una
ciudadela salvaje i en desórden, con calles irregulares
i altibajos, en donde, a falta de lechuzas i
cornejas, se ve de cuando en cuando atravesar el
coche fúnebre seguido por un escaso cortejo de
dolientes.
Pueda. ser que durante la primavera, el sol dé
alegría i colores a aquel lugar, ahora triste i humedo,
i sin otro aliento que el glacial del invierno.
Mas si falta al padre Lachaise la pompa de las
El cementerio del padre Lachaise está construi- galas, tiene en cambio la pompa de la historia. No
do sobre el área del antiguo con'1ento del monte se puede dar un paso en él sin tropezar con la tumLuis,
del cual dicho padre, confesor de Luis XV, 1 ba de una celebridad. Son como los viejos amigos
era el superior . Este cementeri( de Paris, como del espíritu que uno ha conocido en los libros, i
lo obs!lrva Lehaguez, es el asilo necesario de todo que ahora toca con las manos i ve con los ojos.
lo que es rico, poderoso o célebre en la ciudad. Lo que em un astro, una entidad, algo como Ut).
. Su estension es bastante considerable, i ,visto de sueño, pasa a ser un polvo, una ,ceniza fria, í a veléjos
con sus calles de árboles i las cúpulas de sus ces tambien algo ménos que uno mismo, sér descotumbas
salientes, parece una pequeña í hermosa nocido, pues si nos fuera . dado abrir esas tumbas
ciudad, donde el que no sabe a qué punto camina, para reconocer aquellos grandes hom bres, nos aparsuena
encontrar jardines i fuentes, alegría en los tariamos de ellos con honor. Tal es la miseria.de
rostros i bellezas amables. Mas i ai! una vez ho- la humanidad!
Hado su recinto, se ve que la ciudad está triste i Allí no anima ni guia al estl'a~jero otro sentíabandonada;
que todas sus casas están cerradas; miento que el de la curiosidad. Ni un suspiro, ni
que sus puertas son de hierro; que sus calles, que una lágrima; el dolor está ausente, el c )razon
vienen i van en todas direcciones, están desiertas; duerme.
que lo que parecían jardines, son palizadas negras Nosotros nos detuvimos largo rato sobre la tumque
separan entre sí la tumba de los niños; que ba de Eloísa i Abelardo, monumento gótico trasallí,
en vez de flores, hai coronas marchitas i me- portado allí de la iglesia del Paracleto, i que emdio,'
podridas por las lluvias; que lo que parecía pieza a destruirse. El Paracleto fué un .convento
una fuente, es una. tumba de mal gusto; que lo construido por los discípulos de Abelardo, del cual
que sé tomó porfuna persona, es una vírjen dc már- fué Eloísa abadesa por largo tiempo.
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EL MOSAICO. 243
Hace ocho siglos que murieron estos dos célebres
amantes, i sinembargo su tumba está revestida
e coronas acabadas de poner sobre ella por manos
desconocidas. ¿ Qué es esto: ul?- culto secreto; o
'Un amor desgraciado qnc busca alivio en un dolor
mayor?
Para nosotros están hien allí los restos de EloíEa;
i lo están, como mirtir, como poetisa, como
sant·a .. .. todavía se siente el calor de su corazon
al traves de la piedra, por cuyos poros parecen filtrar
las lágrimas de sus ojos; el viento jugando en
la cúpula medio destruida de su tumba remeda
bien el eco de sus gritos desolados. ... pc~'o Abelardo,
el espíritu frio, el enamorado de sí mismo
el fil ósofo conversador, el victimario, en fin~ no 1
jamas!
:Enamorado in~omprensibk, 110 queria la gloria
para depositarla como un b'ofeo a 10"8 pios de su
amante; no era el Tasso ni el l'etl'arca: era solo
el ambicioso quc despedazaba el pccho de una
mujer enamorada a los aplausos de una multitud
egoista.
. H abia tenido corazon para seducir, pero no tema
corazon para correspondcr .... preferia sus di seípulos
a su esposa, cuando ella era el jénio i la
pasion, i cllos no eran mas que la novedad i el ser,
ilismo.
Dej ó su cadáver a la que habia r etirado su cuerpo,
i buscó la compañía de su amante cuando ya
no podia llevar a ella su alma ni la poesía de su
voz ..... espiritualista de un jénero especial, no
comprendió el matrimonio de los sentim ientos ni
los vínculos tIe Platon, pues desde el momento en
que Eloísa no podia ser para él una heDl bra, la
' alejó de sí, i sopló sob re la hoguera de su amor con
el hielo de la indiferencia.
¿ P or qué es que se han recojido los restos de
este hombre i se conseryan como una reliquia? Es
en su calidad de amante, o en su calidad de filósofo?
Como amante no merece sino el desprecio de
las almas sensibles i jenerúsas. Como filósofo, hai
muchos que valen mas que él, i cuyo fin postrero
se ignora. Nosotros hemos dicho en otra parte, que
el hombre 110 es el estilo, COlllO ha dicho Bufon,
sino el carácter. Es por eso que no encontramos
estimable a Abelardo, mitad beato, mitad escéptico,
que aceptó una situacion degradada, e hizo el
santo despues de haber hecho el seductor. l\Iiltou
vale mucho mas que él como cantor, i sioembargo
no se grabó ni aun su nombre sobre su lápida !
Empero, paz a su memoria; pues si descansa
aún junto a la bella Hloísa, tal vez no es por él
!liño por ella., que lo amó con u;::a locura estraña
en su raza., i con esa uncion inmerecida que la hacia
llamarlo mi único desptws de Jesuc,'isto !
Tropezamos tambien con las tumbas de La
Fontaine, de lHoliére, Beranger, Balzac i Federico
Soulió, cuyos talentos literarios han formado
época en Francia. Nosotros gustamos mucho de
los escritos de Balzac, que algunos de sus compatriotas
encuentran un poco exajerados. Sea de
esto lo que fuere, lo cierto es que el delicado novelista
tiene mas reputacion fuera de su pais que
en su pais mismo. El estranjel'o es siempre mas
justo porque no es émulo ni envidioso. Mas tarde
se cambiará de opinion en Francia, i mayormente
ei la literatura 00ntinúa en la plena decadencia en
que se encuentra hoi. El teatro ba sido invadido por
los calambures'¡ los golpes májicos de bastidores i
las novelas solo saben deificar las mujeres públicas;
las primas donas i las bailarinas de la ópera
dan el tema i lo pagan ; J:¡, dcspreoeupaciou en los
hechos i en las palabrns es el secreto de la escena;
los folletines exijen memorias ad hoo sobre las guerras
de 'Crimea, China i Méjico, i todo va, a este
respecto, como es de esperarse en un pais en que
Victor Hugo está proscripto del territorio i Lamártine
de los salones de palacio ....
Vimos tambien el sepulcro de Bernardino de
Saint-Pierrc, llamado el T eocrito frances, cuyo
idilio de Paulo i Virjinia, cr eacion típica de dos
niños enamorados, le dió una celebridad que no le
fué dado sostener. .
En el padre Lachaise duermen tambien Bellini
i Webe1', esas maravillas de la música cuyas melodía8,
aunque de otro órden, serán eternas como las
de Homero i el Dante.
Delaut-e del sepulcro del mariscal Ney estuvimos
parados largo rato, como delante del valor i
de la fidelidad militar. Nuestra cabeza hervia con
el recuerdo de todas las glorias del primer imperio
napoleónico, cuando los hombres de Francia eran
verdaderamente grandes, i la caricatura parecia
desterrada para siempre de las TulIerías .
Las balas de los illgleses, o mejor dicho, las balas
de toda la Europa ~l a Inglaterra no era mas
que el mampuesto) habian respetado en Waterloo
el pecho de Ney, que ql!eri'a morir ese dia como
un verdadero mariscal de Francia, para ser despues
afusilado oscuramente como un desertor contumaz.
¿ Qué queria la restauraeion que hiciese
Ney? aprehender i acuchillar a su antiguo compañero
de armas, a su jefe? .... ¿ Cómo desnudar la
espada delante del hombre que oscurecia sobre su
frente los laureles de César i Alejandro? ¿No habia
él militado veinte años bajo Napoleon, para
sonreir a la vista del caballo blanco i la levita
gris? Para Ney, Napoleon era la patria, el deber,
el amor i la gloria; en esos momentos no habia en
Francia otros traidores que 10.8 que no habian estado
en Marengo, Austerl itz i J ena .. ... Si todos
los mariscales de Francia hubiel'an seguido en
tiempo la conducta del b1'a¡;0 de los bravos, los aliados
no se hubieran paseado con insolencia por las
calles de P aris, ya que los parieienses, mas habladores
pero ménos prácticos que los rusos, no supieron
entregar a las llamas su capital, siguiendo el
noble ejemplo del pa tr iotismo i del justo orgullo.
El dia, arrepentido de su hermosura, volvió a
enturbiarse, el frio se hizo mas penetrante i la
lluvia empezó a caer en grandes gotas; fuenos
pues preciso apartarnos de aquel lugar de descanso,
donde no queda, de ' los hombres cuya memoria
llena el mundo, mas que un monton de huesos sin
calor,cubiertos por unas cuantas lozas de mármol!
Allí, mas que en otra parte, nos convencimos
de una idea que tenemos de tiempo atras, a saber:
que la tumba es la única puerta de la inmortalidad.
De la inmortalidad en Dios i de la inmortalidad
en los hombres,
La primera se alcanza por la fe, la segunda por
el mérito.
Loó hombres no son justos con el j énio sino
cuando vuelven del cementerio de inhumar los
restos de los personajes célebres. Sobre la tumba
no prevalece ningun odio, ninguna envidia, ninguna
emulacion ...• todo interes mundano, toda injusticia
se estrella en sus muros como las olas eufureeidas
del mar contra las rocas. De ahí la
justicia de la posteridad; Homero, Milton, Cristóbal
Colon, no entraron en el gremio de los grandes
hombres sino· despues de su muerte. Hoi no se
conserva la apoteosis sino para los cadáveres ....
se laurea i corona el polvo, i se pisa i se desdeña
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244 EL MOSAICO.
"""'U'U'''~'''''\&.II, •• """ •• ·,.·~h·'' '\ ''·aJ ·'''''·u·.,·,.J, .·,."J ••. · ••••• · ••••.. v ............... , ••• ~ ..•••••.••.••• ~ ••• ................. "'.· .• ·.O· ••• , ..... "" ••• , ••• • .... ·.o},.·O •••• 1 ............... ",,..., ..
a eae mismo polvo, cuando vive, siente, palpita i I
68 aún!
¿ Provendrá esto del querer de Dios, o de las pasiones
de los hombres?
Que reeojió nuestras primeras hucllas,
I que pinta en la noche las estrellas.
Volvamos pues allá, querido amigo,
Do se suspirl]. por nosotros ahora . ... .
Sinembargo, preciso es establecer aquí una esAllá
In. libertad nos brinda abrigo"
cepcion respecto de los militares llamados héroes
o grandes capitanes, pues a estos sí se les dispensan
los hoñores de la gloria durante su vida, i si
caen como César bajo el puñal de los asesino!:', es
Bolo para levantarse luego, como César tambien, al
pináculo de la admiracion humana.-F. PÉREZ ..
~
LEJOS DE 1"- Pá1RI1.
En vano ajito, inquieto, mi mirada,
En vano en torno al horizonte miro,
1 en la noche callada
Lanzo a las auras hondo mi suspiro!
En vano, amigo, que el eeruleo velo
Roba a mis ojos de la ausente patria
La faz risueña i el hermoso cielo!
Ese cielo de luz i de colores,
Que borda el sol de grana en su carrera,
l a do elevamos nuestta lJrez primera!
Cual ave arrelptada por los vientos
Que pierde nido i ra na, en clima estraño,
Mi vida es de pesares,
1 nada encuent.ro que de mi alma bor¡e
La grata imájen de mis bellos lares!
Mi triste eorazon, triste suspira,
1 destempladas notas
Lanzan las cuerdas de mi triste lira!
Aquí no hai flores para mí, ni estrellas;
Mi pecho es una copa de amargura.
1 errante i solo en medio del tumulto
Vago como una sombra en la espesura.
Nadie sonrie a mi labio; de mis ojo;;,
De amor, nadie responde a la mirada;
Soi estral1¡jero en medio de los hombres;
1 hechos, hazañas, nombrcs,
En torbellino de turbion confuso,
Que sc hincha, crece i retumbando pasa
N ada dicen a mi alma; no .... su acento,
Es para mí como el sonar del viento!
Del azuloso Sena la onda muda;
Del sol el disco pálido;
Del árbol la marchita cabellera;
Este bullicio eterno,
Igual al de la mar inquieta i fiera;
1 las soberbias cúpulas alzadas
Aquí i allí de entre la niebla fria
N o valen mas que nuestra fiel sabana,
Siempre linda, risucña,
Retrato de la América galana,
1 de lazos de plata i bellas flores
Ouajado el bello pecho de colores.
Allá es de fuego el sol; jamas el hielo
Marchita en alta noche el césped blando;
Allí no pierde el bosque su follaje,
Es eterna la rosa, i de los cielos
Eterno el nácar cándido celaje
Allá eEtá nuestro hogar, nuestros amore~,
De nuestro Dios el templo j
El clavo do colgaron nuestra cuna
Nuestras madres piadosas;
De diciembre la luna,
Llena de luz i majestad tranquila;
El viejo can, nuestro primer amigo;
~ escondida entre musgo i entre lilns
J.. . a fuente misteriosa
I nunca de pcsar allá se llora!
Paris, 10 de noviembrc.
ESPEJO DEL ALJU.
'(Conclusion.)
F. PÉREZ.
Alarmado el marques con la mclancolía que
rodeaba la vida de su hija, e irritado al mismo
tiempo con ella a consecuencia de las revelaciones
que le habia hecho el aya, de que la niña h1.blaba
en sueños palabras estrañas que la acusaban de
alimentar una pasion amorosa, el marques se resolvi6,
empleando el temor i la amcnaza, a arrancarla
una confcsion.
Así lo hizo. La cándida vírjen, aunque toda estremecida,
confes6 a s;¡ padre todo el amor que
encerraba en su pecho.
U na cólera feroz se apoderó del orgulloso señor.
Antes de tomar una medida violenta, creyó ló
maf! convenien te mandar al pastor que se alejase
para siempre de aquel lugar; i si no le hizo venir
a su palacio, fué por evitar que su servidumbre se
apercibiese dc lo quc era él, pUflS lo consideraba
como una deshonra; queria que fuese un secreto
pHa~d~ ,
Desdichado Anjel! el ábrego sáñudo iba a marchitar
su naciente amor; traidor gusáno iba a di-
1
1
secar la flor de su esperanza, r oyéndcle el eOl·azon.
El vivia entónces halagado con ell ecuerdo de
sus primeras emociones, que es la mayor fclicidad
1 para dos amantes.
I Una tarde, el marques dirijió sus pasos ácia lo. I cabaña del sencillo Anjel. .
Le encontró rcposando sobre la fresca yerba,
entretenido en la lectura de un libro.
Al estar frentc a él lc dijo con aspereza:
-Villano!
Súbitamente Anjel se incorpor6, i su rostro se
mantuvo sereno como el horizonte al espirar unn
risueña noche de estío. Con suave voz dijo:
-Yo, señor!
- Sella tu boca. Si has creido que era lícito al
gusano que se arrastra sobre la tielTa, entre el
polvo i las miserias, fijar atrevido su mirada en el
águila que mira cara a cara al sol ....
-Pero, señor! I -Calla! Si has creido poder deshonrar mis
. canas, enlodando para siempre los blasones de mi
: casa, te has engañado, miserable!
-Qué ....... ?
-Tiembla ¡ai de ti! Ella, tu esposa? .. ¿ la
I hija dc mi cOl'azon, cuyas sienes ciñen hoi una diadema,
i ceñir podrían la corona del monarca? _ ..
1
I Nunca; yo mismo primero, a ella i a ti, les arrallcara
]a existencia. Con solo mirarla, empañas el
cristal de su pureza.
I Te mando que te alejes mañana mismo de estos
lugares, porque si no .... villano J
-Señor, aunque villano, tengo nobleza en el
pecho, i mi corazon es tan grande i tan puro como
la luz de ese sol que alumbra vuestras canas .•
I -Si ercs tan iD~olente, mi sufrimicnto se ago·
I ta: ... Aléjatc de estos lugares, o teme mi furor.
I -Tengo el coraza n de un valiente, i una eOllI
dueta sin tacha. Nunca, señor!
I -Ai de t.i, miRerablc!
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EL MOSAI OO . ~45
E stas últimas palabras fueron la senteneia del
pobre jóven.
E l marques babia formado su resolucion, i se
volvió todo convulso i con ceñudo rostro, hasta
llegar a su recámara, cayendo en un sillon profundamente
ajitado.
En vano fueron las súplicas i amenazas que el
marques empleara con su hija.
Esta amaba de véras; i si no atendió a las unas
despreció las otras. '
Viendo tal resistencia su padre, furioso, mandó
encerra rla en un aposento embovedado que habia
en un estremo de la casa.
Ai! quizá la infeliz Mercedes no saldria de él
sino amortajada i eeñida con la corona de las
vírj enes.
En su lúgubre encierro, Mercedes no hacia mas
que llora\·.
Cuando las lágrimas se secaban en sus mejillas,
buscaba un aliv io a su dolor, escribiendo en las
desnudas paredes de su triste cárcel el nombre de
" Anjel," i dibujando aquellas flores de la montaña,
cuyo dulce recuerdo habia quedado grabado en ·su
mente.
Apénes tomaba :¡,limento. Agua era lo que mas
llevaba a sus labios, como para refrescar el fuego
que devoraba su alma.
Trascurrian los dias, i el marques se mostraba
inexorable ..
Mel:cedes habia perdido ya toda esperanza. De-seaba
la muerte. .
Su mayor distraccion se la brindaban unas tórtolas
que vcnian a posarse en una tupida i pequeña
r ej a que habia en lo alto de la pared, i que era por
donde unicamente podia ella tener conocimieuto
del dia.
Si las palomas, esas aves bellísimas, son el emblema
de la inocencia, de la dulzura, de la sencillez,
del candor, de tod;ts las dotes que mas resplandecen
en l:1 juventud ¿qu6 mucho que esas
nYecillas viniesen a unirse a una aprisionada
compañera?
Si la paloma fué el ave favorita de V énus ¿ qué
mucho que Mercedes quisiera tanto a aquellas avecillas,
cuando ella era una diosa de hermosura?
Si por medio de una pura e inmaculada paloma
r epresenta la iglesia al Espiritusanto ¿ qué mucho
que esa infeliz niña brindase un relijioso amor
a. esas blancas avecillas ..
Si las mUJeres israelitas ofrecieron palomas al
Señor, para obtener su purilicauion ¿ qué mucho
que esa virjen cristiana t.mase esas avecillas pa ra
obtener de su Dios la completa purificaeion de
BU amor ?
Solo el t ristísimo canto de las avecillas llegaba
hasta ella como un eco de muerte.
P ocos dias despues de vivir encerrada la desgraciada
cuzqueña, se hallaba una noche el marques
completamente solo en su gabinete, cuando
de repente se abrió una puertecilla, i se presentó
ante él un hombre de siniestro aspecto, con marcadas
señales de una servil obediencia i de un hu~
illante r espeto.
Un corto rato hablaron en voz tan baja, qu'!
8010 ellos per cibian sus apagadas articulaciones.
Al fin el marques se levantó i le dijo:
-Estais decidido?
-Sí, señor ; lo estoi.
-Aquí tienes, repuso el marques, un bolsillo
lleno de oro.
~sto fué lo único que pudo escucharse; i en segUIda
aquel hombre ealose hasta los ojos el sombrero,
i salió por la misma puerta que lc sirvió de
entrada.
¿ Qué habian convenido esos dos hombres, vástagos,
el uno de la mas noble aristocracia, i el otro
de la mas corrupta claso-popular?
Treme la pluma al consignarlo. .
E l oro fué aquí el vil elemento para consumar
un crímen . ... . .. . .... . . .... ...... .. . . .. . .
E l bueno i sencillo Anjel desapareeió.del lugar,
sin que quedasen vestijios de ninguna clase, aunque
las jentes, comprendiéndolo todo, murmuraban
contra tan horrible atrocidad.
Personas habia en el Cuzco que estaban penetradas
de que el honrado labrador Anjel no pertenecia
a un oríjen tan oscuro; pues, aunque bastardo,
era hijo de uu oficial realista de alta graduacion.
No conoció a su padre, i todavia mui jóren perdió
a su madre, que habia sido un bella indíjena.
Hai a veces cierta unidad ele relacion, cierta
¡¡imultaneidad entre dos sucesos, i tambien
cierto presentimiento en el cOl'azon humano, que
predICen los acontecimientos funestos, pues regularmeute
ese desconocido fenómeno se produce solo
1::on hechos tristes i desgraciados, sin que ni el
hombre ni la ciencia hayan po.
Altinento. El alimento del caballo debe variar
segun su talla i su fuerza. .
U n gran caballo de tiro come al dia en Francia
40 litros de avena i 12 de heno. A un caballo
d,e trabajo, para estar bien alimentado, debe
dárselc al dia por término m0dio, 12 ° 15 litros
MULAS.
Se obtienen buenas mulas escojiendo bien las
yeguas i el burro padre. De los tres meses en adelante
debe darse a los muletos puñadas de heno de
euando '_en cuando, i aumentándole siempre la racion,
pues de este modo se desarrollarán rápidamente.
Durante el primer año, heno de buena calidad
o un pastaje escojido son indispensables a los muletos.
Por lo demas, el réjimen que debe observarse
con ellos es el mismo que el recomendado
para los caballos, salvo que, despucs de desarrollados,
se avienen bien con cualquier elase de alimento.
No debe apurárseles muoho el trabajo durante
los grande-s -cal_ore..s ... . ~.---
SEMBRAR PARA RECOJER.
-Niña, sus puertas el mundo
're abre i a gozar empiezas;
Sus ricas galas te ofrece,
1 al verte todo se alegra.
El camino de la vida
Es mui largo, i muchas penas
Entre sus placeres guarda;
Quiér-es que tu guia sea?
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
~48 EL MOSAICO.
¿ Quiéres alma de mi alma
Ser al cruzar esa scnda?
Quiéres que tn sueño vele?
Quieres ser mi compañera?
-No, no .... ¿para qué tn ayuda?
Yo soi sola, libre i bella:
De todo lo mas precioso
Que hai en el mundo soi reina:
Flores, músicas, perfumcs,
Todo mi triunfo celebra;
Yo non ecesi to gu ía,
Tcngo para mi defensa
Una sonrisa que embriaga,
r unas miradas que ciegan.
El mundo e~ mio, i me ofrece
Cuanto el capricho desea.
-Adios, niña! .... quiera el cielo
Que nunca 108 ojos vuelvas
Ácia mí, qucj al verte pura,
Quisc hacer tu dicha eterna.
.......... ....... . . ............. O' ............. ,.
................. l . .... ..
Pasan años .... pasan años;
Las verdes flores se secan;
De los árboles las hojas
Se caen, i el viento las lleva.
El negro de los cabellos
De blanca nieve se t.rueca;
La niña que ayer corria
A.pénas a andar acierta.
-Estoi sola .... siempre Bola 1
Dicc con hortda tristeza;
Ki un brazo donde apoyarmc,
Ni un alma ~miga me quedan.
1\1ucho he gozado, mas ¿quién
Con mis recuerdos se alegra?
¿. A qurén hablo de mis desdichas
Si l1 nadic, a nadie interesan?
¿ Quién me ofrecerá su apoyo
Si soi una pobre vieja?
¿ Dónde está el amor, que hace
La felicidad eterna?
Un triste suspiro exhala,
r le responde una queja:
-Si tú me hubieras amado,
Dice tlDa voz, si me hubieras'
Dado tus primeros días,
Roi calmaria tus penas.
Llora, pobre vieja, llora:
No recoje quien no siem7n'a. J. N.
.. O' ..
A BOGOTA.
Diez años ha que abandoné tus lares,
Donde pasé mi juventud querida;
Roi vuelvo anciano, fujitivo i pobre,
Sintiendo el alma de pesar rendida.
V uclvo ,t tu seno como el ave infausta
Que arrebata en su curso el huracan,
r que se mira en playa abandonada,
Sin nido, ni árbol, presa de su afano
¿ Por qué razon no descendí al sepulcro
~n esa edad que tan fugaz pasó,
A.ntes qne recibir la negra copa
Que la sue rt~ fatal me señaló?
Descansar olvidado en tu regazo
Sin la señal siquiera de una flor,
Seria mejor que contemplarme incógnito,
Solo, con mis recuerdos de dolor.
.,
Nada ha cambiado en tu ajitado seno j
J ... as mismas flores, ese mismo sol,
Los mismos serafines i de\dades,
Del hombre siempre tierno jirasal.
Todo es igual; i la miseria estrcma
Dispersa la miramos por doquier,
Fatigando a la cspléndida opulencia
Que derrama la dicha i el placcr.
¿ Por qué razon el infeliz que llora
De hambre i de sed, i desnudez i afan,
Quizá no encuentra caridad ni amparo,
I adic, ninguuo que le arroje un pan?
Ah! cuántas ,e ces alzará a los cielos
Su penosa mirada i su oracion,
Pidiendo a Dios, que es padre tambien suyo,
Se le tenga cn cl mundo compasion .• , . , .
P ero me oh ido, tú serás por siempre
~l centro del placer i del dolor,
Arbol inmenso que su sombra ofrece
A la zarza igualmcnte que a la flor .
Te dejo al fin, es fuerza que yo siga;
El honor i el deber lo exije así:
Re de volver a mi adorada playa
Para vivir o perccer allí.
Junio de 1 65. C.
A VISOS.
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lMPRE!\TA DE "Er, MOSAICO."
Citación recomendada (normas APA)
"El Mosaico - Año IV N. 31", -:Bogotá: Imprenta El Mosaico, 1865. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2093608/), el día 2025-05-03.
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