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_---------¡:c:--¡R-g C' ~ 2 9- de la, humanidad. Las
fronteras aseguran la independencia de jos pueblos:
los tabiques constituyen la independencia de los individuos."
Pero, cómo es la humanidad de aferrada á las cosa
inexplicables! Conociéndose:i sí misma ha hecho de
pequeñeces sus más grandes adquisi ione . Los seoretos
del alma, es decir, lo que s610 Dio sabe lo
oculta muchas veces la cubierta de una carta, e- decir,
una hoja de papel, 6 la sombra de un tauique
que no es sino un poco de barro. La fe elo lo más sagrado
la hacen eonstituil' en una palabra que se Ilrt.majuramento,
r¡ue e., en lo má mentiro o y ,oluble
de que pueda hacerse uso.
Pero volviendo al tablqlle, quién diablo:; se atreve,
no diré á derribal'lo, pero ni a tmsparentarlo iQuiera,
cuando es lo único que, epam al hombre del resto
de la sociedad; lo único quizá que lu une:i Dios?
Más 6 mónos tabiques furman los templ0s; más ó
ménos tabiques forman los lugnres en los que cn ayes
concentrados y al tl'aYes de lagrimas amllrgas se llama
á Dios en las horas de desconsuelo." o es un tlLbique,
acaso, dice el mismo autor, el tl'Uje dC' la mujer
que vela la codiciadas formas de la hermosura? TO
6.'5 un tabique el casco de la nave que separa al hombre
de la inmensidad f No es un tabique la nube del
e pacio á traves de cuya endeble contextura se de"ea
penetrar inútilmente en el mistcriv de los cielos ?"
• ,
Viéndolo bien, acaso el tabique no me encerró de
tal uerte que por pocu no salgo de él.?
Vuelvo á mi propósito. Hoy de qué se puede hacer
revista, cuando tE'1'll1inaron la. Jiesta:;, terminó
el ten t.l'o, terminaron las carreras? Profundo dolor y
grllnde pena da decido. Hoy no se puede !labIal' sino
de la muerte y de la consecuencias de las fiestas.
Salga usted á averiguar pOl' la necrología y verá. que
no hay aDligo que no le hable de una pérdida reciente,
que no hay esquina que no contenga diariamente
tt-es ó Cuatl'O convites á entierl'O, que no hay mucllacbo
que no le entregue una boleta para lo mismo,que
no hay iglesin. en uonde 11IS campanas no doblen, que
no h~y agencia mortuoria que no esté en actiVIdad,
que no hay carro que no lleve un muerto ó que tI'aiga
acompañantes del cementerio, que no hay ruú ico
que no e'té tOcando Ó cant"ndo (lo únicos que hoy
ueben padecer necrolatría), periódico que no tenga
algun recuerdo necrológico, capta que no esté con
ribete, negros, cara que no esté afligida, ojos que no
estén llorosos, traje que no sea de luto y sombrero
q U6 no tenga gasa.
Esto es de a ustar ; vea usted; no han pasado diez
dias y han muerto la ¡¡eñora :J\fercedes B. de l\1atéus,
el señor Nicolas Queyedo Rachadel, el señor Juan
Sántos, la señorita Amalia Pena Ibáñez, la señora
Cármen Caicedo de Hel'ran, la señori ta l\Iatilde
Riano, la sefiora Mariana Mon toya de R, un hijo
del señor C¡Íl·los Zapata y quién >;¡tbe cuánt0 que como
el marinero desprendido desde el tope (le la nave
caen, conmueven por un instnnte la superficie de las
aguas y luégo nada se vuelve á ver ni á saber de ellos.
llogotá se e tá haciendo inhabitable yf1, dicen alguno
, la mortalidad es espantosa, deDe haber a 19una
causa 0cnl ta que fuem Lnello averiguar; ántes no
era a í e ta ciudad. No caen en la cu(mta los tales de
que la püblacion aumenta diariamente por la afluencia
de extranjeros y de persona que llegan de los
Estados, que este gran número de gentes Re agrupa
en las Cll as mas y más, puesto que aqui no se bace ino
reedificar pero no construir en la" afuern ni en los
ll1uchos solares y tiena baldías que hay dentro ele la
ciudad, lo cual produce ncce1'ariamente :itmó. fera
lllefí triea. Esto está ayu,lac1o por la tendencia general
de querer, como ciertos pólipos hacer aglomeraciones
en un sólo punto. Ac" o qUE'I·emos hnbit.ar casa
alguna quo no ('st6 cerca de la pInza? 'j pOl" 110S0-
Lt-IJS fuera y pndiel'all1os edificai· soure lns turres de
la Cl¡teural, lililÍ cRta1"Íamo5 llllOS :,;obre otro.
Acerca del re;:;ul! aelo de fie"tas hay una CU,,::1. q us
pan'ce rara, pero que l'S un hedlO. Para <¡Ile los turus
y caballos no ,·e de:,; pl'lIl'an, para darle UlI vi~o de ver·
dadero cireo ,t t\Jdcl :\quello y porler deeil· con propiedad:
"el toro le hizo morder el polvo, lo :¡rra.-;trÓ
entre el polvo, , y otms frace, illa de l~ laya, le echaron
á la plaza arena, ha ta hacerla subil' unas cuantas
pulgalla . Pue~ bien, terminada ' la fi e"tf1s lit p]¡u:a
se queuó empolvando á 10- tendero;;, til'!HlaR, s y
trall~Uelltes; las lllujt'I'es Re empolvan desue tCllIprano
y lo" homb¡'es en \ i ta de c"to ,olemos no blljm'no
el polvo á ninguna hora. Y lo peor de tudo e6 que
algunos hay que poI' 'luitarbe aUn esas pajas quieren
sacudirle a uno el poh-o. Yean u,~ teJe"" pue,.-, lo que
es el ma I ejemplo. Si la plaza no lo dicI'a, á huen segUIO
que nadie más se empolyaria. Sienembarga, para
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10 LA TARDE
de lo dicho, confieso aquí que e t rabaja
en , el
nsilo de la religion, volvió los ojos humedecidos tÍ, su
celda diciendo: oh! cuánto puede el primt!r amor!
-
DI6GE l~S A. ARRIETA.
Setiembre de 1874.
NAUFRAGIO.
(A mi esposa).
Como barca velera que undulante
A los soplos del viento se desliza,
Sobre las crespas ondas del océano
Iba un nido arrancado de la orilla.
Tan pronto se alza á la espumante al tura,
Donde la ola. se quebranta y brilla,
Cómo desciende por pendiente !'ápida
Hasta la curva y azulosa sima.
Por instantes en tersa. superficie
Con tal presteza y esbeltez camina,
Como la pluma sobre limpio espejo
Cuando la impu!sa la chancera brisa.
Dos polluelos en el fondo lJevn.
Que entre su lecho de pI umon se agitan;
C6mo extienden las alas cuasi implumes!
y cómo se alzan y anhelosos pian!
Una ave blanca de extendida alas
Llega basta el nido y amorosa. grita ;
Quiere arrancarlos pero hirvi ente espuma
aves y nido con furor salpica.
Aquella cuna que entre frescas algas
Al arrullo del viento fué mecida,
Con sus polluelos en horrible choque
Irá á pel·del'se en la profunda sima.
Un punto apénas entre dos. abismos
Impotentes y sOl·dos á la ruina
Es la existencia de tan t ristes séres
Que ban de moril' al erupezal· la. vida.
Quién les escucba los tenibles ayes?
Quién de la madre calma la agonía. ?
S6lo el espacio les repite el eco,
La mar tan sólo sin cesar se agita ..•.
Vedlos! Ya se alzan •. bajan .. y mzobrnll!
Van á abrirse las paja mal unidas!
.......................................................................
Señor, Dios! de una marlre en desventura
No desoigas los gritos de agonía!
J. DAVID GUARa;.
CARTA A DAVID,
Has do saber, mi muy qUClido David, si 110 ~o
sabes ya, que por valerme de la tardo para corregir
las pruebas de "La Tarde," incurrí en el gravo descuido
de dejal' pasar un gaya por un gualda,; maldito
vocablo, que aunque poético, t;billa nuís que brilla á
la. 1 uz del medio dia, y está haciendo un tristísimo
papel entre los colores de ro a y de zafiro
Está visto, mi querido amigo, la tarde puerle ser
muy bella, delicio a y adecuada para salir á pascar
gozando de un fresco ambiente y aspirando el perfulll~
de Lts flores, y aun ha ta para hacer una declarl\.cion de
amor; pero por lo que á. mí tuca, no volveré á fiarme
de ella para contrael·me á trabajos sério y mucbo
ménos me dcdicaré il. corregir pruebas de g~leras ante
su luz pálida é incierta, que no ofrece garantla de
ninguna especie, que 1105 bace ver todo de color de
rosa, que oculta los defectos y nos engaña casi iempre.
No, yo quiero la luz del medio dia, clara y briIlante;
la.. quier.o sin descomposicioll alguna, nítida
en u conjunto, no YI5ta al traves ¡de prismas ni di-fundida.
en el espacio en mil rayos de violado 'azul y
verde, de topacio y q uó sé yo que más color~s. Protesto,
David, protesto contra los dorados celajes de
una tarde, contra el arrebol de las nubes y el azul de
las montaña, contra todo 10 que 110 .sea clal'o, muy
claro y tan puro como el agua de Padilla.
D~seog;íñ~te, David i la tarde no sirve ni aun para
elegl1' la. mUjer con ql1len ha de uno casarse; esto si
que debe hacerse á sol abierto, de di:J. y bien de dia.
Abora, respecto de compras, Dios te 1 i bre de elegir
la tarde para tul efecto, so pena de tenerte que llamar
á engaño á la siguiente mañana; la cOI'bata que creiste
tomar de un color pajizo ó nácar, te aparecerá. luego
descolorirla y ajada; y tu señora no encontrará.
en el corte de tul que le llevas, azul de cielo que
creiste ver en él. Deja que los escolares canten á la.
tarde, ellos ti ene~ l'3.zon,. el de babel' pasado
mort~les horas baJO la ferula del maestro; que los
tl'3.bajadores la ¡,aluden con el "Ave María)) y la reciban
con placer, desplles de una incesante y abrumadora
labor; que anhele por su ll egada el amante
tú Ilsté durmiendo cuando ya es hOl'U do
sestiar? Arl'Íba, arriba!
-Hola! Palmarotc por aquí? cuándo ha J1~gado
usted?
-Cañ3fü,tola que pC\l' t¡'is no doy con su comedero
Dende que apuntó el lucero lo amlo sabaniancIo por
('stos piedreyugales, y por aquí caigo, ari levanto: acá
me arrempujan, ayá me ec;tl'lljan ; y por donde quiera
el f¡'io y la gente, y 1:1. buya: y 1 malojel'o, juio,
juio, juio ; y lns cal'l'cteras ¡'l'¡TlIun. Caramba! i cómo
diablo<; pueden ustedc,~ vivir y entenderse entre esta
gri'5apa?
Así se anunció en mi casa no ha muchas mañana..c;,
el personaje que voy á pre entar á mis lectores. No
erá nece, ario decir que era un LLA ERO, tipo tr.ll
conocido en esta capital, que la pinceladas precedentes
bastn.rian fÍ bosqu~jn.rJo ; tipo original é interesante
al propio tiempo: tipo, en fin, que difiere esencialmente
de los demas cn.racteres provinciales de aquesta
nuestra pobre República.
Serian las ocho de la mañana todo lo más, y yo
dormia, ó con In¡ís . edad, YHcia aun en el lecho en
ese estado de que su pende el uso ele nues-tras
facultades icas y moral Gmta y deliciosa
pa.ráli. en que ni se duerme ni se está de~pierto:
en que 105 objetos se ven como al traves de un pris
ma, y 105 sonidos e o)'l'n como á una gran distancin,
Parálisis de una vez, que quHéramos prolongo¡' indefinidamente,
y de la qne nos arrancamos por un
e~fuerzo de decidida voluntad.
Bien se me alcanza, desde luego, que el escritor
que a í describe e. ta ituacion e compromote fÍ algo,
porque parece que se declara abogado de la pereza,
echándo:-e á. cuesta, por aiiadidura, una grave rE'Sponsabilidad
higiénica. Empero yo protesto que no
es mí ánimo comprometerme á nada. En la incon -
tancia é jn~tabilidad de mi carácter, bey aplaudo lo
quc ta 1 vez ma.ñana cen uro: ahora, saboreo las delicias
de la cama, acaso más tarde E'scribo una filípica
contra los dormilone", Y ¿qué remedio, lectores mios?
Cllda uno es como Dios lo ha hecllO y á ,eces un
poquito peor, segUli decia Sancho. Lo que sí no puedo
pasar sin someterlo á mi fórmula, es el candoroso
err0r en que incnrren algunos cuando exclaman:
" oh! qué grato es levantarse temprano!" Gra,e
error gramatical, imperdonable confusion de tiempos.
Señores, ser:í. grato y mny grato HABERSE levantado,
pE'ro ¿ levantar;;E', Dios mio? Puede haber maldito el
placer en arr:lncarse- el placer mismo de los labios?
Pasemos adelante, Icctore mios, y no bahlemos m:1
de J~EVANT_\nHEXTOs, que es el plato más indige tn
en estos clima".
Palmarote acababa ele llegar á e-ta melancólica
capital, :i donrle 1'e habia encaminado no pl,r capricho
ciertamente, sino a consecnench de no sé qué pecado
cometido en Junio último en la provincia de Guárirleo:
y no ménoc; queria. ino qlle yo le endereza. e :í
esas notabilidades rIel poder ó del f~vor. Yo precisamente
que no sé en donde paran las unas ni las otras!
Pero, paciencia, m~ dije, que esta es una de la ventajas
de tener paic;anos. Y despues de rebullirme y
de, perpzar me lentaruentE', salté al fin de aquel lecho,
sepulcro de mis gratos ó desagradables ensueños.
En tanto que Pa!marote lo registrllba todo con
ávida. curiosidad, en tanto que comentaba las lámina"
de algunos libro y ('xaminaba atentamente los muebles,
tocándolo todo con sus manos, como para salir
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LA TARDE 13
de algun error, ó mejor fijar una idea, en tanto, digo,
bacia yo mi TOILETTE, que de paso sea uicho, ni es
tan esmerada como la de un pi;;averck, ni tan descuidada
como la :le un avar~). Y tí propó. ita, el vesti_
da de Palmarote no dejaba de inten'sal' pOI' su originalidad.
Corto el cal7;on y <,strecho, terminando á
média pierna por unas piccecillas !']ue remedan, n.un
que no muy fielnH'nte, las uñas del pavo, de dOllde
tomn. su nombre: la cami a curiosn,mente rizada, no
abrocbado el cuello) aj tach al cin to por una banda
t1'Ícolor, como el pabellon nacional, y cuyas faldas volaban
libremente pOI' defuera: nn rosario al derredol'
del cuello del GUARDA-CAMl A ostentaba su grandes
cuentas de 01'0: desnudo el pié y la camisa metida,
por uecirlo así, entre un pañnelo de enormes listas
rojas, soportaba un sombrero de castor de anchas alas.
Mirábame el llanero, nosin curiosidad, pasar de una
funci on á otra de TOILETTB, y l11e abrumaba (:on re petidas
pregunt.as,
- y ehe palito, dotor, qué sinifica? .
-Es la escolJilla de dientes, Pal mal'Ote : sirve para
el aseo de la dentadura.
-Demoo que el que no tiene dientes ..•• i pobre
mi bale Alifonso! se quedó con mi palito! Y este
otro artificio, doctor?
-E!'a es lIna relcj era : ahí se pone el reloj cuando
no lo lleva el individuo.
-¿,Y la cabuyita negra 1
-Es el cordon del r el~j . Mire lrteel un curioso
tejido de cabellos de mujer. Y se lleva aSÍ, míre u ted.
-Ja, ia, ja! Dotar, eso es cU l'gal' la soga en el pescuezo,
Caramba 1 que ya las muje res enlazan CO!1 su
mesma cel'da. Pues, alIara, mi dotor, tiene usted que
cabl'estiar hasta el botalon ó tirar para :ttrns y rebentar
la soga, Pero qué 111 a 10 es est.e espejo!
-Al contrario, Palmarote, ti ene muy buena luz.
-Pues, cómo me veo yo tun feo! Jesu qué e pan-tamio!
-POI'que ese espejo refl eja fielm ente Ins imágenes,
• amIgo mIO.
-Candela! pues cuando mi sombra se mira en estos
ojitos dice que ya tiene Rueño i Y es(,os cueritos,
dotor, para qué son buenos?
-Esos son guantes, Palmarote: se llevan las manos
de este modo, mire usted.
-, Caramba! cntinto;; apem . . ¿ Sabe lo que se me
ocurre, dot.or'/ Si todo lo que u tedes emplean en
tantos cachibucbes, lo b IlbierJ.n empleado en noviyas
de primer purto, j, cuantos becerros no jenal'ian en
este verano '?
-Pero es menester, Palmarote, no ver la vida de
sociedad sólo por al lado de las inva iones que e lla
hace al bol illo, sino tambien por el de los goce« que
da en cambio.
-Oh! Mucho que se goza aquí con el frío, y con
las piedras, y con la buya, y con los rial es por el sancocho,
y cuatro ramas de malojo pordos dules, y los
mal'chante con sus tienda..o;, y los novillos á I'ea I V
medi, y uno tan corto, y ...• dotnl', usted necesita
estapistolita'/ Qué bonita!
-No dejo de usarla al gunas veces, Pulmal'ote;
pero este no es inconveniente pal'a que yo tenga el
gusto de ofrecerla :i usted: tómela usted.
-Dios lo yeve al cielo, mi rlotor, aunque yo creo.
que ayá no entren los papeleros.
AqUÍ interrumpí yo la sél'ie de pregunt.a de mi
paisano pam ponel'me á su disposicion, C'stando ya en
actitud de alír ue ca¡;;a, :Mis sp rvieio,<, le elije, se lí mitanín
á dal' á usted la direccion de eso' señores de
quienes anda usted tan solicito. Sin conte;;tal' una
pal!lbm, sacó de su holoillo un cnvol torio de hojas de
tabaco (del malísimo que se produce en el pais), mordió
una dósis más que medinna que mas ticaba con
entusiasmo, luego me ofreció para que yo mordiera
:í. continnacion, lo rebusé desde luego, me protest6
que su oferta era. r,incera, le probé que mi negativa
lo era tambien, y por último, yo !\lle lal1te y él atras
(humildad característica del llanero), salimos de casa.
y nos bechamos {L rodal' por Ins inmensas calles de
esta capitlll.
En puridad de vel'darl, no andaba Palmarote e5caso
ele ra7ion al quejarse del frjo, acostllmhrado, por otra
p!lrte, al calor sl1focante de las llanuras. La humedad
de la atmósfera helaba !:Is extremirladt's emp1eados
que se venden á precios cómodos."
-Gran consuelo es ese para lo probe!', mi dotar.
Mira. aquelot l'o; pero apál·tel'e que lo t.umba el burro.
(Vuelta burro, juio, juio, jnio !)
-" Aquí se amuela casi de -mId e."
-Caramba! ya lo creo; pero bn~lhnse á apartar,
elotor, mi re esa carreta. (Ese buei pal amo e boooó :
i\Inrchante5, com pran curbone5?) i Ah In ~e r o, m i re,
dotar, aqneya blanquita cabos neg,'o qne ba ayí ,
aq ueya ojos negros, pelo n egro .... ei'::I Candela.! y
que bnena pata debe tener! mire como pi~a en la pied
ra, ni se trompie a, ni pierde el golpe. Tiene todas
las condiciones .
-Sepamos, Pa1ll1arote, cuáles son e!'as cond iciones,
-Ancus, pecho, siet.e cnarta:::, snabe de boca, y
güen movimient.o. ¿ No correrá con la siya. Dotnr '!
-Pero enten<1ámono~, Pnl1l1arute, ¿ uabla llsted de
mujere ó de caba 110 ?
-Pué entúnce léame aql1elotro letrero, que ya beo
que no no<; vamo" á entender. Y ap:í rte'ie que ahí va
una carreta con basura. ¿ Pa6nlle yeban esa bllsul'a,
Dotol' ?
-Para !lquel basurero que ve ll!:'tec1 allí.
-Cómo en la capital de Berel1Suela hay un ba u-dero
dentro de la suirhí ?
-Uno no más no, Palmarote; t o(1avÍa hny nlgnnos
ot1'OS.
--Corotos! y buélbase á apartal', dntor, y le nCOllsejo
que se biGa apartando; mire un:) trosa ¡Je jente
que biene asi, y aquí biene otra, estos barriles y ese
borracho, mire, miro (Lepruu! BiLa la emOCl'a ia !
I3ibaa! Caraaamba-i Compran piednls de amolar ?
-AlTe buno, jnio, jnio, juio! Ea no el llOmbre,
,'párte e.-¿ -sted habla con mign? .:\fil·e que i me
le boyal bosa l jase baLTO con el I'al,o).
- Vamo!', Palmarote, continnemw, .r t om<1l'emo'
ahora Ll calle (lel sol.
-Ja! e<;t:ín creendo estos 111n que como UllO
anda medio inr¡nilino no puede c:\ntal' en patio n~el1(),
y no Mben qne yo ni miro joyo ni vtlmrt ehiqnit:1, y
cuando no tuml1 al toro le ananco el 1':\bo.
-E tamos, pues, ya en la odie d('l f;ol, Palmnrot<"
-¿ En la caye riel Rol, dotar? iAca¡::o el 1'01 snLa-nea
l1liÍs pOI' estn caye que por las otra!; ?
-Tiell e;; l'azon; est.e es un nomul'c de capricbo;
pero esto viene de la necesidad de nombra¡' lns calles ,
bien que lllguuas tengan nl1 nombre nlnivo <Í histó ri
co. En los pueblo, de lao; llanura;; no se conoce estn
necesidllrl, ni tampoco la de nUIl\ C'l'al' las ca a¡;, porque
ullí las poblacioncs son redllcirl:l" lllS callC's pl"queña¡:;,
la,; casao; más clistantes puede decirse que' e<-
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14 LA TARDE
t¡in vecilla ~ , y los individuos se conocen entre sí. No
sucede a 5í en la!:> g raneles ciudu.de;; pOI'
muchas y extensas calles, con casas varias y en níune ro
infinit y con una poblacion con s iderablc, emiquecicla
casi siempre con gran número de extmnjeros.
-Sí, ya comprendo la neces idú de jelTar las casas,
como sucede con el ganao, q ne ha.biéndose aumentao
tanto, ha. side menes ter pt'garle IIn jierro Y
diga nst(' dotor, i algunas casas orejanas que he
visto aquí: no podria el vecino quemarlas con su jieITO?
-Eso seria un robo, Pnlmarote, como lo seria e l
hecho de apropiar"f) el individuo un OREJANO que no
esta en sus sabanas. E s as casas no e s tán numeradas
por de. cuido.
-Y:i propósito de extranjeros, diga usted, dotor,
i esa gente de esasot r as tierras, ser:í.n cristianos?
-No todos lo Ron, Pa Imarote; porque no todos
los pueblos adoran al leyes.
-Oa¡'amba, dotor, y pa. una cosa tan pequeña un
caseron tan grande? Pues andarán toas eyas rega':!
queni frutas de maraca.
-Oontinuaremos, si le place) Palmarote, y volviendo
á esta esquina g:muremos la calle de las leyes
patria. :lIIir(' u , ted ese pare don que alTancando desde
aquel edificio q ne usted ve allí recorre toda la
manz'ma. Todo eso es el convento de l1evcrendas 1\13.dres
Conccpr.iolles.
-Hum) malo, malo,! Tan cerca de los fruiles esas
l11a.dres1 i Y no es peeao que las monja.s sean madres,
dotor?
- Jo, Palmarotc) es un título que Re da á las religiosas,
quienes renunciando el mundo y abrazando
una religion de las aprobadas, se dice que sone sposas
de Jesucristo nuestro padre, así como á los clérigos
se les llama padre.> considel'ados como esposos de la
iglesia nuestra madre.
-y que dirán esas sa.ntas muj e res de nuestras cosas,
dóctor '? Y: gordasas que estar:ín entrese potrcl"O,
y cómo chocnran al tranql!erO por berse á toda s abana!
-Ese edificio que está al frente, Palmarote, es el
Seminario 'rridentmo, el establecimiento m:is útil y
más célebre de nuestro pais. Allí se enseñan las ciencias
más importantes al 11Ombr, , , ,
-Hablemos cla.ro, doctor: aquí se enseña :i papelero;
aquí es que se apriende á dotor ; pero ya naide
quiere aprender ú. cura) no seño r. Papeles van y papeles
vienen; pero n:l.ide dico" dominos bobisco, "
Cuando sn ben baser cuatro gasetas se creen unos hombl'ecitos
; pero coja usted un dotor y póngale una
soga en la mano) p:I. que lo bea to regao en la. siya
Ni sabe apiársele á un toro, ni arriar una madl'ina,
di trochar una potranca, ni pasar su siya) ni maldita
la cosa. i y esto no es sencia! No señor, gacetas ban
y gasetas bienen: Dotores por aquí y Dotores por
uyí; y ni el tOl'O se tumba, ni se jien'a el besel'l'o, ni
se alTea la madrina, ni se troncha la potmuca y se
mojU
dulce y franca fisonomía me cautivaron desde luego
y sin embargo, en nuestra primera ('ntrcvista, la
circustancias no me predisponian en mancra alguna
en su favor; llluy al cOlltra1"Ío.
Sentado bajo la alta ("J,illlt'nea (\(·1 J¡ognl' en la cocina
e taba yo hablando COIl la p"tIO!la l11uy ocupada
en aderezar la cena.
En esto llegaron de ntelta de la escuela los dos
muchachos á todo escape con su libros debajo del
brazo.
- j Ahí viene! gritaron ámuo.· con voz sofocada
por el cansancio y la alcO"l'Ía : nhí c:;.tá Pedro! dc::-de
el cerro hemos diyisado Sil lancha ...• ahora estara
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16 LA 'l'A.RDE
desem barcando .... Vamos :i salí rle al encuentro .•..
¿ Xo es vcnlaJ, madre, no es verdad?
- i Para qué? replicó con IlltÍs a ' pereza que nunca
la Cesarina: me parece que ya es bastante talluJo
pam venir ,010; ademas o" nece"ito. Id lo~ dus til
huert.o ti cogerme perIfollo JlaJ'a la ensa ' ada. .
A C!5tas últimas sílába, más que imperativa. , lo
dos pobres chicos desaparccieron volúndo como paja·
rillos e pantados.
- ¡Diablo .... Dije alhí para mi,> . ¡Será
apaso IRi 5ciiol' patroll un mal padre ? ... un mal
marido "?
Pocos minutos despues llegó;
Como para COlToboral' aquella impr?sion¡'la Ce~
sarina no s alió á r ecibirle, uo le presentu la 1rente Jll
la mano, ni se dignó siq uicru acoger su llegada con
• una sonnsa.
Nu •... :intes bien se limi~ó á de colgar de la pa·
r('d una pizarra y con el lápiz ya en la mano:
- i Cuánto {- preguntó sccamente.
Pedro Aubert sacó de su cllaquet.a un bvlson de
ouero y dia p o r dia de la semana, fué enumerando
el pr~ducto de su parte de pesca, cuyo importe en dinero
colocó sobre la mesa.
Entre tanto la rapaz pescadora iba sentando en la
pizarra su groseros gl1lll'i~mo;; y .sumál~dolo ylUy
despacio; luego muy despaCIo t:lIUblen fue exammando
una á una las monedas de pla ta y hasta las de
cobre, aun las más roñosas.
Afortunadamente la cuenta alió exacta.
Cesarina metió el total en un cajon, cenó dicho
c'ljon dando dos vuel tas á la llave y se guardó magistralmenta
dicha llave cn el bolsillo.
Pedro por su parte, Pedro Aubert se metió en el
snyo silenciosamente la bolsa de cuero cuyo contelúdo
acababa de entregar sin la menor resistencia, sin
el mas pequeño reparo, con la más indiferente y la
más bonachona docilidad del mundo.
-Ya iba á juzgarle mal, dije para mi en vista de
aq uella escena doméstica. Pedro es seguramente un
buen marido.
En el mismo intante los dos muchachos hicieron en
la sala segund;\ irmpciun más impetuosa acaso que la
primera: ya de regl'eso ( mncho debian haber corriuo
los pobrecillos) se arojal'on á los brazos de Pedro
Aubert con tal e pontaneidad, con una alegría y una
ternura tales que al punto añadí pOI' lo bajo:
-y es además un excelente padre.
Pero cuál no fué mi asombro cuando las Jos yoces
infantiles, logrando al fin remon tarse desde el corazon
basta los labios, exclamaron :i un mismo tiempo:
-Buenos dias, buenos dia , tio.
¿Luego no era más que el tio de l dos mucha-chos
•••. no era el marido de Oesarina? .. , Eu un
hermano, y más aún en un cuñado, tantn suml"ion,
tamaña resignaoion y abnegacion tanta eran todavía
mucho más singulares.
Pero lo que todavía me sorprcndió má fué la ternura
verdaderamente paternal con que Pedro Auuel't
trataba á los dos muchachos.
ámbos en sus rodillas, los besaba y los
acariciaba con una ychemellcia tall apabionada clue
verdaderamente me cunmovia.
Así pll aron breycs mumentos.
Luego de repente, y como si aeabase de abrirse en
su pecho alguna Illltigua herida, algull doloroso recuerdo,
Pel1ru Aubert se puso p;ilido como la cera. , .
una lágrima asomó á sus párpacll's", . 0(' pu o oe
pié .... y aunque con I'OZ siempre llena de dulzura,
npartando tleí á sus sobrino :
-Id á jugar á la playa, les dijo, id, hijos 'fll ios.
---Imposible seria expresar todo lo quo hubo de
amargamente tri. te y de afectuoso al mi.mo tiempo
en aquellas dos últimas palabras.
Los dos pobres chicos, mú tios y coutri taLloi','litubearon
un momento; luego, obedeciendo.í un ademan
cabi :,uplicante de s u tio y sobre todu á un ' dion
muy exprm,ivo de ueñor:1 madre, desaparecieron
peru ' in correr, cn dil'cccioll de I~ playa. .. ..
-Ya sabemos (lue no los qUlcre!:>! U1JO enton~cs
'e arilla con cam tle vinagrc pero era excubado dar-
, b . 1 1 selo á t'nte11l1e¡' tan claro.l ,- as po rcs cna uras .
Pedro 110 re ' pondió palabra, pero cerró I?s ?jos y
se llevó la mano al pecho corno pal'a eUlll]1l"1111lr una
justa indi o-naciOIl ó un dolvr muy agudo.
Luego ~ogiendo una azuda cn un rincon de la estancia:
-Voy á t.rabajal' al huerto, dijo fl'iamente.
Y salió.
III
Viendo al pobre aleju¡'se, Oe al'ina se en-coo'ió
de hombros llizo un gesto Ji ¡¡licente.
Presintiendo yo un d!'Urna lugal'eITo, eguí á Pedro
y desde léjos, escondido de tras de un chapaLro le ob- ,
5er\"c .
Pedro llegó efectivamente :í un huertecillo en que
habia una poca verduras, si tuado en los confines del
pueblo; efectivamentc empezó á cavar la tielTa ; pero.
á los muy pocos momentos, enderczó el cuerpo, y
aunque sin sol tal' In. a;,.ada, pú ose :i mirar de uua
manera muy particular cierta ca"ita cuyo tecllO humeaba
á pocos paso de allí y una de cuyas ventanas
estaba enteramente tapizada pOl' los floridos ramos
de un rosal tL-epador.
En aquella ventana únicamente clavaba sus mirada
el marinero.
Po!' entre la flexible corLina de verdura pude co.lumbral'
una somb!'a. de muje!'.
Inmóvil COLDO una estatua, Pedro Aubert permaneció
Qn su huerto hasta ya entrada la noche, hasta
que la última e trella se hubo iluminado en el cielo,
Luego, con su azada al hombro, tomó lentamente
el camino. del pueblo.
Pero en el momento en que, por decirlo. así, se arrancó
de aquel sitio, oí distintamente el amargo suspiro
de un corazon sin esperanza.
IV
A la mañana iguit"nte, al - alir de mi a, ví á Pedm
Aubert en el atrio de la iglc ia.
De una mano llevaba á lU5 dos niño, miéntras
alargaba silenciosamente la otra, llúmeda de agua
bendita, á una jÓI'en que, próxima á alir iba á pas:\!'
por delante de él.
¡ Qué muje!' tan hermosa, qué fi onomía tan dulce!
Aunque era una simple labradora, u tez prpsentaba
la blancura mate del mármol. , .. Bajaba l,údicam('nte
los rasgados ojos negros y en sus labios vagaba u.na
sonrisa angélica, .. , Bien quc representa e unos Velllte
años, su frente conservaba aun el casto sello de la
primera virginidad.
Ouanclo su dedos se tocaron, hubo en ámbos un
extremecimiento, una súbila palidez, un choquc e](:ctricu,
...
¿ No eria aquella la 'o mora que columbré la tardo
anterior por entre las ramas delrobal '?
V
Po.cos momentos de pues no pudo ya quedarme la
mellor ti uda.
Aquel dia subia telllpl~\nU la lIlnl'ea y ya los pcscadores
se c1bponian á voll'cr a bUS Jancua o,
Pedro Aubert partió el primcro, pero tomando un
rodeo, pasó por delante de h cn:,;itn del rosal.
na flor "ino :i caer á 5US piés.
Oogióla precipitadamente, guardó_el:~ del n,isl1\o
modo en el pecho, y el IDO un ladro:! que acaba de
robar un te5uro, huyó, , ..
VI
A la caida de la tardc, en el momentu en que las
barca zarpaban de la playa, \'1 tambielJ .... porque
conLmuaU¡\ en ob~en acion .... tremolar un pañuelo
blanco en la, ycutana cunsablda.
(Coltdttú¿,. )
•
Citación recomendada (normas APA)
"La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 2", -:-, 1874. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2092977/), el día 2025-05-02.
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