Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
---___ -,¡;;-¡~ (' ~ 2 ~,-:rS-----_---
-
PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA
Serje 11. Bogotá) 30 de Enero de 1875. Número 21.
A~DE.
LOS ANCIANOS.
(DEDICADO A J. J. BORDA.)
En los antiguos pueblos de Esparta, Grecia, E. cítia,
y otros de los primeros tiempos del mundo, nada, habia
que mereciese tanto respeto como un anciano; y
en muchos de ellos se consideraba reo al que no se
levantase delante ele los ancianos.
Tan bella co tumbre ha sido heredada muyespedalmente
por los árabes y los persas; y hé aquí por
qué he considerado siemprc con profunda, vem'racion
á eRtos pueblos.
y aRí debiera ser en toda la, haz del universo mundo,
porquc los ancianos son los depósitos de la experiencia,
los consejeros útiles, los que yen las cosas
JlOI' el larlo de la verdadera. rcalidad.
POl' st¡puesto qne hay ancianos torpc~,-e¡;pecic de
niños sin expel'iencia,-débiles é ir¡'e:;oluto5, pero ninguno
mCI'ece desprecio ni i
Un anciano ilustrado es un viejo armario lleno de
una riqueza de gran valor; la experiencia,. Es el libro,
n de la sabiduría experimentada.
Quien no respeta á un anciano, no respeta nalla, no
tiene buenos sentimientos.
Un niño, un adulto, un:t mujer hermosa, pueden
pa ar :Iesapercibidos delante de nue. tros ojos; pero
un anCIano, no.
Por lo mi mo que los :mcin.J~os I'cpresentan el tél"
mino de la vida, merecen t.oda, consideracion.
Los ancianos ~on montones de ceniza en cuyo seno
nrde apénas un poco de fllego que no templa el exterior,
y qne la muerte apaga f-icilmente
Son libro' ·Ie pergamino y de papiro, en que está
epilogada la vida, yen los cuales los jóvenes rara vez
quieren leer.
i E 1 niño no piensa en la muerte; el anciano :i cada
instante porque má se acerca á ella!
La juventud es la subida de la Yida; la vejez la
bajada.
Para el jóven el mundo es de color de oro: para el
anciano, es de color pardo
El jóven sueña con la esperanza; el anciano en nada
espera.
j El jóven rie; el anciano llora!
El jóven dice: "i Yo soy el rey del mundo!" El
anciano dice: "i Yo soy la nada! "
El jóveu es ; el anciano hielo.
i Qué tan cI'nel y tan completa se
efectúa de la juventud á la vejez !
¡Oh! necios los que desde la juventud no van atando
con lazos de cariño las ideas de la vejez, para llegar
á ella con algun valor.
El anciano, puede decirse que no es persona ya sino
una estatua del tiempo digna. de venel'aCIOIl.
Todas las pasiones son en los ancianos ridículos
contrasentidos que los haccn despreciables.
Puede decirse que un anciano está fuera del árden
cnatural, pues hasta amor cs ridículo cn él.
-
El nnciano debe abstenerse de las exajeraciones de
los placere., para merecer respeto.
La juventud es ligera; la vejez severa.
i Cuadro \'Crdaclel'Umente agradable es el que ofrecen
dos anciano" csposos, instru.vendo á sus hijos, Y á
los hijos de sus hijos al rededor do la mesa de su
hogar!
i Escena profunclamente triste es la que ofrecen dos
esposos ancianos llorando su miseria y la soledad de
su suerte!
Triste del anciano que ha quedado abandonado en
la tierra., y que cierra sus ojos á la luz del dia sobre
u [do tálamo, sin quien llore á su lado, y sin
quien se arrodille á orar sobre su tumba abandonada.
Los ancianos cnsi nunca engañan ni mienten.
Pueden ser timoratos y débiles; pero no perversos.
La, ancianitlad es franca, pero dI creta: medita y
luego procede.
Las palabras del anciano sabio son sentencias.
Las resoluciOlH'S de los ancianos son tardas pero eficaces.
Los jóvencs felices ven la vida con amor; los ancianos
con hastío.
Es en la ancianidad cuando el hombre es más teme-
1'0. 0 de Dio ..
En csn edad, la oracion es el principal alimento del
alma.
j No hay lágrimas que conmuevan más que las de
• un anCJano. .
Lo que más aflige á un,t madre anciana que muere,
es la memoria del hijo que deja.
Los j6venes viven de sueños y de esperanzas; los
ancianos, de recuerdos y de desengaños.
i La esperanza y el desengaño! hé aquí el pról0go
y el epílogo c!0 esta comedia que se llama la vida.
i La vida es un pequeño parén . que se abre en
la cuna y se cicna en J a tumba!
E I vacío q ne dej a un buen anciano al rededor de su
tumba, no se llena fácilmente.
El anci:lI1o honrado revela su carácter en sus C011-
versaciones y en su;: miradas.
U n anciano dormido, no es un hon, ure; es un viejo
tronco de ruule cortado por el leñaduI'. Para que sea
respetable, es precIso que esté de:;; piel'to y de pié.
Un anciano apacible, es un niño inofensivo; pero
un anciano airado, e un leon de la selva,.
i Dichososos los ancianos que han vivido amados y
respeta'los de ]a, sociedad, y c¡ne mueren en medio de
buenos hijos, dejando una vida ejemplar, y llevando .
la eSper!lOZa de ser bendecidos por sus '5obrevi vi entes !
TEMÍSTOCLES TEJ ADA..
LA MANO DE DIOS,
(TRADICION DE LIMA..)
A principios del presente siglo existian en un convento
de Lima dos religiosos que atraían la atellcion
de todos sus hel'manos por su vida ~jemplal'. Jamas
tuvicI'on Otl'O lecho que un miserable tablado; su
cuerpo estaba muy amenudo cubierto con cíl icios, y
no se ocupaban de otra cosa que del ayuno y la penitencia.
Parecia que alguna falta oxpiaban, pero los
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
162 LAT ARDE
demas religiosos jamas se atrevieron á interrogarle,
pues los rostros venerables de cstos mártires les imponian
respeto.
Sin embargo, bé aquí la sencilla tradicion que ba
llegado á nosot,os.
I.
Los gérmenes de una pa ion vehemente se bahian
desarrollado en una hermosa j6ven por un español reeren
llegado á Lima. Este halagaba á la jóven con
promesas de un amor eterno, r se mostraba. con eila
amante rendido, tierno y cariñoso; pero todo csto no
era sino finjido; su único deseo era satisfacel' una bruial
pasion.
La j 6ven, que cveia que todo lo que brotaba de los
labios de su amante era sincero, no oronia á éste la
menor resistencia é iba ya. á caer en ell:1zo que de5de
tiempo' atl'as le estaba tendiendo 1;U pérfido seductor.
Pero la Providencia, que jamas desampara á las al·
mas nobles y buenas, coloc6 al lado de Laura, éste era
el nombre de la jóven, un ángel salvador.
U n virtuoso sacerdote, á quien respetaban y veneraban
todos los que le conocian, cuyo único deseo era
curar las almas enfermas y llevar los consuelos de la
caridad y virtud dO!1de qUlem que fuesen necesarios,
lIeg6 á. saber el lazo de que iba á ser víctima la hermosa.
Laura.
Sin pérdida de t.iempo se dirigi6 á casa de ella, donde
tenia entrada. libre, pues em su confesor. Allí, por
medio de piadosas exhC\rtacione y ell nombre del t.í-tulo
de que estaba !"ogú á Laura y con i
gui6 de esta que le revelase la pasion que abrigaua en
5U corazon.
Entónces el sacerdote empleó todos los medios de
que podia disponer para convencer á la jóven de que
su amante no era sino un seductor, citándole varias
familias en que habia introducido la de. homa, y por
fin, consiguió bacel' desistir á la j6ven de su pasion.
Desde el día siguiente, la casa Je ésta, só pretexto
de hallarse Laura enferma, estuvo CeITD.Ua para el jóven
español~ que, por medio d el engaño y la perfi dia,
habia querido mancillar la honra de una jóven débil
y nmante. Pero despue de muchas tentativas consiguió
tener una entrevista con Laura. Sus temores sc
convirtieron en renlidad : Laura no le amaba.
Salió el jóven de la casa de Laura, jurando vengarse
del honrado y virtuoso sacerdote que habia frustrado
sus proyectos y salvado á Laura.
Una t.errible trajedia ¡:;e preparaba; la víctima iba
á ser el mártir de la c-aridad.
Pero la Providenóa no le permitirá.
lI.
Las doce de una noche oscura y tenebrosa acabaLan
de sonar en el reloj de la catedaal de la Ciudad de lo;;
Reyes.
De una miserable casa, situada en uno de los barrios
más apartados de la poblacion, salen dos bombres
embozad06.
A dónde se dirigen? Qué les hace abandonar su
blandos lechos á una bora tan avallzada y en UDa noebe
tan lúgubre?
Pronto lo sauremos.
En la habi taeion de que acaban de salir nuestros
dos hombres, el seductor de Laura se halla tendido
en un Jecho aca¡;iciando la relumbrante hoja de un
puñal. De acuerdo con los dos embozado', se ha Bnjido
enfermo para dar muerte al venerable sacerdote y
cumplir su juramento.
Realizará Sil venganza?
lII.
Los dos embozados acaban de golpear en la casn del
sacerdote que ya conocernos.
-Señor, le dijo uno de ellos; un moribundo pide los
auxilios de la religion; os suplicamos que vayais á
alvar esa alma que pronto ha de comparecer ante e
tribunal de Dios. Nosotros os serviremos de guias.
Yel ministro de la religion, á q.uien no intimidan.
los rayo;; ni los truenos y que 110 teme ni lIun la IIIllel'te,
pUeS e. jll~ to y . 1I concipncia esttí limpia, ~e dirige
á donde son necC';;:\ l'Ío:, :>1I~ nllxili()~, ~in ;1)~Jl(·t"hal· ~iquiera
que fJl1i l.ü" se le til'nele un lIlah'ado lazo.
De pues de haLel" al1'laclo mucho y atl'llV1.":-arlo in-
11l1mcraulcs calk~, lo' nocturnos caminante. lIl'garan
á la bahitncion dOllLle el mOl'ibunuo que ucseaba
ser alL i]jallo.
1\1al> tual no seria el terror de los embozarlos al encontrarse
COI) que su amigo yacia cadáver obl'c Sil
lecho!
Una muerte repentin,\ le babia Rl"n'batado de Cl'te
11111nUO, imri diéndo. e así la conslImacion de un h ol"ro- , roso Crll1ll'n.
El terror -'" los n'mordimientos ¡:;e apodc!'al'on pUl'
completo dl' lo" culpnble. , y no hallando que re~pc)llder
al sacerdote, que les preguntaba dónde e"taua el
1l10ribundl1, c0<>-<><=: --
LA COQUETA.
Paso, señor-cs, que ahi va la elegancia! A bí va h
bel1n, la donosa Pepilla.
Vedla! Arlmirad sus movimien airosos como I(J!;o
de una ardilla. Veu, contemplad esa lánguida mirada
que el pUllo!' ~sqlliv;l: e os ~('do~os cabell(¡~ m¡~ ', se.
Ilo~os qll? p.I 1 ~lllm:lje de l:t palma en cuya" cOI'a la::;
br,;;~. t:·I,.;cal1 IlIqulCtas, y m:ís oJlclulados ~llle la. uper!
lcIC de un lago al cual se lHln tlaelo cita los Yll'ntlJ<;
para cl1tn'g:nsl: á sus juego;; loco ' : esa faz en que el
blanco de la llleye contra¡;ta con el rojo de 1:1 I"o,n :
esas ppsta~:1s, auallicos ue} amor, r¡ue, . obr:\(lo ceJosaf',
esqUIvan a las yec,'" lo!:' cuos que omhlean: l'~e cuello
tornen do como una columna de marfil: e:,a ~ol1l'i sa semejante
á la de una granada entrea.bielta : "esa m6rbida
m('jilla en que el dedo del nmor ha Ir.arcado un
lig.ero h{~yuclo : ~-(Js lauios que I'e ayanzan como para
de)"lr salir una nl{lada de be~o- ." Qué encantadora. es
Pepilb! Con Inzon que os mostr!1is deslU111 brnuos. A
no se.!' así, insens¡IJlts y gl~cia les seríai mas qlle las
t;J0mlas ell' los.!lllado Vl1l'1'tro espíl'i tu en ese piélago
de belleza, Icn1.ute su vuelo en busca de los ángeles,
;;us bermanos.
SinClllhal'gt1, fuera tal vez conveniente que ántes
de entregan):; al éxta is del entu, iasmo, la analizarais
con un poco de quiduu.
Qué de"cncHnto! La mayor parte de esas perfcccio~
es le pertel~ect' n t~nto á Pepilla, como pertenece al
firmamento su vl'stldo nzul ; como pertenecen á la espuma
los varinc111s matices que á las vece. ostenta
cuando la besa la Iml.
" Lástima grande
Que no sea verdad tanta belleza! "
Esos aércos movimientos son fruto de largos ensayos,
de los cuales ólo el espejo nos podria dar informes
detallados. Quién supiera lo que ciertos e pejos
sabe~! Quién recibi jardille::;, jUL~:l1ll1o con la::; Jlol'es y cl!llp:íllllull's
el almíba¡'; ca~i nunca se detiene :i tomar alp\l1c.s
instante. de repo::;o; el fango no ¡panclla jama;; :,u
plumajes de csmel'alcla.
Pcpilla tenia muchos puntos de cont:1cto ~lIn la
quincha. I::)u car:\ctt?r, tln I anta aGreo, :í nada se 111;;del
aba. Yoluble en u de ('os y e11 ¡,u;; gu"tos,jug:dnt
CO ,I lo' dOJll'S de 1.1 vida y de la naturakza, como jugaba
con uo< Hure· y "us lIluiíeca . . _\mal.m C0n frene -í
los bosq¡\pcillo~, la fuentes y la;; a 1'('5. Infatigai.Jle
corria hura" enterus cidra, de I~s ma¡'i[lo¡;as, y, Hbrnmada
al fin de cansancil1, Re re. co,taba lÍ. la so~nbl'a de
la,.; arboleda:, y se ponia i tararear cantinela b'jas
a
de la vil,twl, cllnnclo oye Il'cciones y ve cjemp1t!;; de
HU :elitlad; (', :i la de :a \'anidad, cuando oye leCCIOnes
y ye ejemp!o. .. ; ele' pasatiempo, fdvolos.
Pl'pilla rli,í en hhstial'i;e de su::; inocente t\'ave¡: ura~,
y <>n (!c(licarse a I('cr novelas fral\cc8:\~. Bien pr(lnto
. ué y DUIl1:1f> fu eron su. or,¡culo~, su::; di\>. e~ . Leyó y
\'eleyó d l n,lio errante, la Jllrttild e, lo", Mi.\tt)·ios de
Pal'is, los Siete Jlf'carlus ca¡;üales, las D os ])ittJ/CI.S, el
COllde de l1],¡//tel,,.¡,ylo, r ('n otras cuantas dl' (;"a .~ ubra
que preselltll1l'l vi()¡() tl'a~ un J1ri~tn'l C11\e lo baTía con
matice:; eI1C;¡lIt;1rlore.~. A p'l-io\1(,;;e (le IH liCiIO.'i de eso
• fantásli('(J ·¡ h él'oe~ ; G:lhriel de l\Iol1tgllll1cry y Ed-mundo
D¡¡l1t(~,¡ le dil'I·,m I:O .;)¡Ci de ilhomnjo<; delirantl'
5. Gemia como !:!;ime un hllérf:lI1o "ourc el cnr\¡h'cr
~ de E'U pa(lre, cuando Il'Ía e)Ji~odios :IJl III·udo::;. Sentia
celo" " cnvidia c¡¡:tndo . e hallaba f~IZ:i. [;tZ Coll al~lll1n. • (1e C'. as \'apOIO~a s bplolndc. 'lile los nl)\'eli~ta" I'(' \'btl'n
con gaRa., I'OS~" .Y n1\Le~ . FOly'i'C la pobre \ i"iOll:ll'ia
IlO !1',rvenir pUl'nl1',l'nte fant>ÍstiC'o; poi.Jlú el lOundo
el\.' ::rnarl"r('i' fcn'ol'oso><, de uél'()e~ till'nll. y de poetas
diYiI1I1f'. 1':11 "liS, uciius :\ér('o~, C'lIlre ser la el-1pll':;:¡ de
nl gun h,lllrado cal,allel'o del 1':11", r 1:1 quel'Ída dl' ~I!guno
de h é roe,;, pref~l'i:L e"Lo últiulU, sill l'luntad.
Lo m mo que decia Alcahí Galiano del ente moral
llamado gobiel'llo, dijo sin duda de la corbata el que
tuvo la feliz iclea de limitar!'\lS atribuciones al número
de que en la actuali tlad di"fruta, ntribnciones que
se reducen á encubrir los vicius, manchas y defectos
de la camisa como encuure una madre los de su hijo
para librarle del fmor de un padre demas;ado severo .
Si la camisa está mal planchada, si ostenta una
mancha que publica á voz un grito que no somos aguados,
que hemos tomado chocolate por la mañana ó que
hemos almorzado huevos fritos, la corba ta, siempre
complaciente, siempre generosa, procura hacerse depo,
i taria única de este secreto, ahoga la voz de gota
en mala hora caida que re\'ela interioridades de familia,
y es tan leal cn sus confidencias que consiente que
la martiricen con alnderes para dar una prueba de
que no hay rigor que pueda hacerla faltar al compromiso
que ha contl'aido de no exponcr:i la camisa sucia
á la vergüenza.
Para concluir, lector, te dil'é, que los instintos de
clegancia de uu humbre se revelan principalmente en
su manera de ponerse la corbata. Es preciso ponérsela
de modo que, sin indicar desidia en el individuo, no
sea una prueba de afectacion y amaneramiento. La
corbata, como los versos, requiere mucha naturalidad,
mucha expontaneidad, y en eIJa como en lus versos
se ha de ver la difícil faciltdad de quc nos habla uno
de nuestros más clásicos poetas.
UN JURAMENTO.
(Continuacion.J
Movió ella la cabeza con tristeza y dijo:
---A los mucrtos no se les puede amar.
Ralph se estremeció y sintió helarse su san·
gre en las venas. Pensó en su juramento.
Sin embargo Fulmen no se quejaba, no le
abrumaba á repreusiones ____ parecia resignada.
El vizconde vió á. la muerta que inclinó la
frente y una lágrima que brillaba en sus ojos,
miéntras que un estremecimiento recorría todo
su cuerpo.
---Tengo frio, dijo.
y levantándose se dirigió á la chimenea donde
se apl:lgaban los últimos t.izones.
---Los muertos siempre tienen frio .. murmuró,
---Dios mio! exclamó Ralph, muerta ó viva.
siempre sois bella, bella como jamás lo fué nin-guna
muj el' ántes que vo.3 ___ -os amo como el
dia en que me aparecísteis por primera vez.
---A los muertos no se les puede amar, repi.
tió ella con tristeza.
---Pero, exclamó el vizconde, vos no estais
muerta. ____ es imposible! la muerte de~compo-ne
las carnes, extingue la mirada, entieza los
miembros. Los muertos no caminan. ..
__ Estoy muerta f respondió Fulmen con tono
de autoridad que convenció al vizconde ......
muerta, y sin embargo sufro ......
., .Sufris ?
... Sí, porque he muerto con un pensamiento
culpable. Pensaba en ese baile en que os encontré
y me arrepentía de no haberme adherido
á vos como la yedra tí la encina.
... Sin embargo si vos me amaseis aún, Dios
me perdonaria tal vez y no sufriría. ya. más.
---Pero yo te amo! exclamó Ralph contemplando
á la jóven muerta, tan bella de pesar,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
•
1G6 LA TARDE
y sin embargo una voz secreta decia en su
l. nterl.O r: All". SIC II aVl"v lese., ___ _
---Te amo, repitió aun con voz desfallecida.
Una. pálida sonrisa asom6 tí los labios de la
j 6ven .
---Estoy fria como un hielo, dijo.
y levant<1ndose se dirigi6 hácia R:tlph que,
al verla acercarse, no pudo prescindir de espantarse.
--y a lo veis, murmuró, los muertos infunden
miedo á los vivos.
--- Jo! no! dijo vivamente y como avergonzado
de ese terror pasajero __ no ! Fulmen, ama-da
mia ___ _
Ent6nces la muerta tendió la mano y tom6
la del jóven. Ralph lanzó un grito ....
El vizconde habia sentido algo semejante á
un trozo de hielo que le estrechaba y le oprimia
la mano. Eran los dedos de la rouerLa.
--No, no, dijo ella Cún voz desconsolada; ya
lo veis __ sufriria yo mucho.
y huyó dejando á Ralph tan turbado que no
pudo proferir un grito ni hacer un gCl'>to.
Las bujías se apagaron por sí s6las y el silencio
reinó de lluevo en el cuarto. La fantasma
haLia desaparecido.
Fulmen! Fulmen! llamaba el vizconde.
Pero todo habia vuelto al silencio.
•
VII.
Una gran parte de la noche permaneció Ralph
eeotado en su lecho con la mirada fija en ese sitio
por donde Fulmen habia desaparecido, con
Bl oido inquieto y los cabellos erizados por un
misterioso terror. La noche tocó á su fin, y Fulmen
no volvi6.
Ralph sin embargo murmuraba de cuando en
cuando:
-Oh! Fulmen! Vuelve Fulmen.
A las primeras claridades del dia, el jÓ\7en
comprendió que si la aparicion debia reproducirse,
no seri¡t sino á la noche siguiente. U na
especie de laxitud física triuufó de su angustia
moral y se durmió con un pesado y profuudo
suen-o.
Cuando despertó, el sol entraba de lleno en
su estancia y oyó al pié de su ventana, en el patio
del castillo un canto extraño y monótono.
Con el espíritu impresionado todavía por los
acontecimientos de la noche, el vizconde se levantó
é impulsado por ese canto que le llegaba
rimado tan extrañamente, abrió la ventana, se
inclinó Mcia el patio y miró.
Doce personas vestidas de negro entraban en
la capilla del castillo, cuya puerta apercibió
Ralph al otro extremo del patio. La mayor parte
llevaban cirios y Ralph (le dió cuenta al puno
to de ese canto mon6tono que se elevaba bajo
las bóvedas de la capilla. El'a el entierro de
Juan Denis el cazador.
Desde la víspera, el excéptico vizconde habia
modificado un tanto sus opinioncs y su modo de
pensar con respecto á los muertos y á los aparecidos.
Vistióse y bajó á la capilla.
-Veamos, se dijo, si ayer he sido víctima de
una alucinacion, y si Juan Denis, á quien entierran
hoy se parece siempre al cazador que me
ha servido de guia ......
Ralph no se confesaba. á .sí mismo que otro
motivo lo empujaba hácia la capilla: el deseo
de ver si realmente como ella lo habia dicho,
Fulmen estaba inhumada bajo la tercera losa
á. la izquierda del altar.
Bajó pues al patio y en tl'Ó tí la capilla. Los
criados del castillo rodeaban cl ataud de Juan
D enis.
Acercóse el vizconde, se santiguó, tomó el hisopo,
lo empapó en la pila y esperando siempre
ver el rostro del muerto, apartó á los penitentes
que cantaban el D e profunrlis al rededor del
ataud.
El círculo se abrió muy respetuosameute delante
de él, pero el vizconde no pudo ver naela
porque estaba cerrado ___ _
Buscó entónce con 103 ojos el altar y L:L losa
que cubria la b6ved'1 de Fulmen. Escrita con
gruesas letras negras se leía la siguiente ins-
• • cnpclOn.
AQuí YACE
LA ALTA 1 PODEROSA SEÑORITA
FUL:lIEN DE ROCA.-NEGRA
MUERTA. EL •.••.•
onAD pon ELLA.
Ralph pasó la mano por su frente y bajó los
ojos. Quiso abandonar bruscamente la capilla;
pero el respeto debido tí los muertos le retuvo.
Vi6 acabar la ceremonia, recitó las oraciones
que se dicen sobre la tumba abierta aún, y cuando
el féretro bajó á la fosa destinada á los
servidores del castillo, salió lentamente de la
iglesia con la cabeza inclinada.
Como atravezaEe de nuevo el patio, una voz
alegre se dejó oír encima de él.
---Buenos días, vizconde, decia.
Levantó la cabeza y vió al baron de Roca-·Negra
asomado á una ventana.
---Buenos dias, señor baron, respondió estremeciéndose.
El padre de Herminia estaba vestido de caza,
el tricornio en la cabeza y la trompa cruzada á
la espalda.
---¡ Espcraos. le dijo.
Míénhas el baron bajaba, Ralph pudo yer
uua jauria de hermoso,> perros aparejados de dos
en dos y dos caballos de caza ensillados.
El baron baj6.
Pareció al vizconde que el viejo señor habia
rejuvenecido con su traje de cazador; tan elegantemente
llevaba sus grandes botas de embu,
do y con tanto vigor hacia sonar sus espuelas á
la francesa sobre el pavimento del patio.
El señor de Roca-Negra se acercó :i Ralph
con aire franco y COI dial y le apretó afectuosamente
la mano.
---Rabeis debido dormir mucho le dijo, despues
de la jornada que habeis hecho ayer por
en medio de nuestros bosques morvandianos.
---Efectivamente, balbuceó Ralph confundido
por el aire jovial del dueño de una casa en donde
los muertos aparecian y donde hacia pocas
horas se acababa de asistir á un entierro.
El baron adivinó, sin duda, la reflexion de su
huésped por que se apresuró á decirle:
-·.No he querido partir ántes de los funera.les
de ese pobre Juan Denis. Era. UD hombre con-
• •
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA TARDE 167
sagrado :i mi casa, y nos servía con fidelidad,
Pero ya que todo está. hecho, vamos al comedor
y luego montaremos á caballo,
-E toy pronto á seguiros, respondió Ralph
distraido.
-En ese caso, venid.
---y se dirigieron al comedor.
---Tendremo.3 un hermoso dia de caza, dijo;
la nieve se ha endurecido con cl hielo, el aire
está tiLio y el bosque tendr{L para nuestras trom·
pas los sonoros ecos de una antigua catedral.
Mi picador ha hecho el ojeo esta mañana, y
gracias á la nieve la operacion ha sido fácil. Nos
ha levantado un hermoso solitario que resistirá
vigoro .amente y no se rendirá sino cuando nues·
tros perros estén ya fatigados y nuestros caballos
blaucos ele espuma.
nablando así, el baron abrió la puerta del
comedor .Y Ralph rudo ver á la rubia Herminia
que e taba sentada en una silla cerca de la chimeneo.
Como la víspera, en el momento en que
habia penetrado en el retrete y vístola por pri·
mera vez, la encontró hermosísima; pero casi
al momento, levantó la cabeza y sus ojos se en·
contraron con el ref,rato de Fulmen j entl)nces
el prestigio que rodeaba á Herminia se des va-
, / neClO.
Herminia era de una belleza fria y vulgar eu
comparacion á ese lienzo lleno de verdad que
recordaba á la deslumbradora Fulmen.
Desde ese momento Ralph se volvió pensativo;
apénas respondió á las preguntos que le
hacia Herminia sobre la manera como habia
pasado la primera noche en Roca-Negra; apénas
probó los viandas frias que el baron le ser·
via; apénas tocó con los labios la copa que la
rubia Hermiuia le llenaba con su mano blanca
y pequen- a ..... .
Unan tiguo reloj encerrado en una caja de
encina elió las diez.
---i Vamos! vizconde j vamos! i á caballo! di·
jo el señor de Roca-Negra.
El viejo hidalgo que no parecia notar la
distracci.oll casi impolítica de su huésped, abrió
la puerta. del comedor que daba sobre el pa·
tia, salió, puso la mano en el cuadril, embocÓ
su trompa y la hizo tocar la pa?,tida con unos
pulmones de veinte años.
---Mi padre es siempre jóven cuando se trata
de cazar, dijo Herminia sonriendo, miéntras que
Ralph, notando al fin su falta de cortesía, le
besaba galantemente la mano.
La jóven se estremeció cuando Ralph le tomó
la mano.
,
--·He aquí, se dijo el vizconde, una niña que
ignora quizá que su castillo está habitado por
fantasmas, y que los muertos sobre los que se
recitan oraciones, recorren los bosques con el
fusil al hombro.
---Señorita, la dijo, volviéndose bruscamente
hácia ella, ¿ creis en los a parecidos?
Herminia se puso pálida pero tuvo fuerza y
valor para sonreir,
---No, dijo, no creo, señal' vizconde.
---Quizá haceis mal, murmuró Ralph que ha-bia
notado su palidez súbita.
y saludando friamente, siguió al baron que
habia. puesto ya el pié en el estribo,
VIU.
El dia estaba claro, luminoso; el viedo ligeramente
frio. El sol hacia brillar la nieve endurecida
y la escarcha que dibujaba fantá sticos
al'rebcscos entre las ramas secas ele las \'iejas
• encmas.
La trompa del señor de Roca·Negra y la de
su picador dejaban oir un ruidoso adelante.
Era demasiado para que el vizconde Ralph
fuese pJ.:esa por más tiempo de sus sombríos en-
suen-o¡¡ .
Inclinó el cuerpo y se lanzó al galopo detras
de la. jauría.
Como lo habia anunciado el baron, el javalí
era un viejo solitaTio que promctia resistir bastante.
Ralph galopó varias horas en su persecusion,
guiado por los ladridos de la jauría, y creyendo
llegar á tiempo de tocar el halali, poro notó con
sorpresa que el animal criaba nuevas fuerzas.
Llegó un momento en que Ralph no yj ya
ni los ladridos de los perros ni la trompa de sus
compañeros. Habia perdido la pista engañado
por un eco, por un camino tortuoso que desembocaba
Se encontraba en el corazon de una vasta
selva, pisando una espesa nieve y en medio de
un silencio ele muerte.
El sol se habia ocultado ya detras de los árboles
y el dia declinaba.
Ralph tomó su trompa y tocó vigorosamente
al pe1'clido. Ningun eco le respondió.
---j Oh! i oh! pensó, si mi caballo no me sa~
ca de aquÍ, yo no podré encontrar nunca el ca-
• mIDo.
Soltó las riendas .v' el caballo morchó en línea recta delante de 61, despues se detuvo, volvi6 su
cabeza inteligente á derecha é izquierda y se
puso á titubear.
El dia declinaba más y más, un viento agudo
y penetrante soplaba por entre las muertas ramas
de los árboles, Ralph espoleó su caballo que
siguió caminando al azar.
---Me consideraré muy feliz, pensó el escoces,si
no muero de hambre y de frio en este bosque.
De repente el caballo se detuvo y enderezó
lns orejas.
---¿ Qué hay? dijo el caballero.
El caballo no se movi6, y parecia asustado.
Ralph miró y creyó ver una ~asa negra, in-móvil
en medio do los árboles.
Espoleó más fuertemente al cabollo, que vencido
por el dolor dió algunos pasos.
Entóncas el vizconde reconoció que la masa
negra era un hombre armado de un fusil y que
estaba sentado tranquilamente sobre el tronco
de un árbol.
---1 Hola! amigo, dijo ¿ quiéres indicarme el
camino de Reca·Negra ?
La masa negra se agitó, y Ralph oyó una voz
que le decia :
·_·Con mucho gusto. (Conf..luirá.)
=
DE LA BELLEZA,
orígen y extravaganoia de algunas nlodas_
Seria bastante curioso, y acaso más instructivo de
lo que á primera vista parece, tener Ulla hi toria completa
de los al'tificios, de las invenciones, de las astu-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
1G8 LA TARDE
cias em pleadati en todos tiempos y en todo los pa ises
para llegar á la solncion de este prob lcma : " Parecer
más bella, y sobl'e t o,lo más beJla de lo que cs."
Cuantos poema!> Re hubiesen hecho co n lo e fu er zos
de la imagi naciol1, que se han ga. tado en el cam·
po inagotuble de la fantasía, d,enturados para
conseguir este resultado apetecido : t ener el a pecto
feroz y espantoso. La costumbre de pintarso está tambien
muy en uso en Groenlandia, donde de tal modo
se presentfin las mujeres embadurnadas de azul ó de
amarillo, qlle parece llevan una careta.
En ciertas provincias de la Pers ia. es poco e!>timada
la nariz agiJeña, es la nariz del pobre pueblo; las cIases
elevadas tienen el cuidado de hacer aplastar convenientemente
las de sus hijos desde su más tierna
edad .
En el Japon, las mujeres doran sus dientes: en la
India los tiüen de rojo; en el Guayarat los pintan de
negl'O.
Todos sabemos los tormentos porque pasan las chinas
para conseguir su piel ide'!.l; un pié de cabra, sobre
el que no pueden sostenerse más que algunos
minutos.
Esas mismas chinas se privan de comer para conservarse
delgadas, lo cual está admitido como encantador;
al paso qne los turcos se atascan para engordar,
lo cual es entre ellos incontestablemente admirable.
Asi por todas partes monstruosidad, locura, crueldad,
bajo el coruuo pretesto de aumentar la belleza.
i del cuerpo se pasa al traje, 110 e ob, Cl'va ménus
variedad en lo gu tos: el diccionario distintil'O de
los trajes, recorre todo el diapa:;lll1 de lo e.'trnvagante,
agota todas las forma dll lo raro, llega á IU5 limites
mús apartados de lo ridículo,
El peinado ordinario ue las mujeres de Pekin e"
un pájaro embalsamado. El p¡ijaro esta montado en
0 1'0 Ó en cobre, egun la riqueza de la hermosa, y está
dispuesto de modo, que las alas caen sobro las iene';
la cola larga y abierta tennina en un penacho de pluma
; el pico baja. obre 1" nariz, y un re orle colocado
en el cuello del ave la hace movible, hasta el punto
de que al menor movimiento se agita como si aun
conservál'a la vid a.
Este singular pC'inado tiene no ob tante eierta. gracia,
pero es grote co; las mujeres de i\Iyaneses (.Japon
interior) llevan sobre la cabeza uu pequeiío buque,
de longituu cuando rnéuos de un pié, el cua 1 fijan en
su eabellerra á fuerza de cera: no pueden sentar. e ni
besarse sin tener su cuello 111 uy tic o por r e¡;peto al
edificio naval: dícese, que como el pais está muy poblado
de árboles, no es raro encontl'ar alguna belleza
enganchada la cnbeza en las ramas tic un árbol, admirado
de lleva!' buques. Cuando se trata de de"haeer
el peinado, emplean más de una hora sólo en d erretir
aquel montan de cera que pega y so tiene el buque.
Bueno es añadir que esto embl emas náutico I no se
c0nstruyeu sobre .su cabeza sino en ciertos dia¡; de
fiesta.
í Qué deuucir de estas contradicciones, de esas
ahel'l'aciones? Cada uno cree sus u os encantadores,
excelentes sus costumbres, ¿ Quién tiene razon?
i Dónde e tú el bien ó el mal?
Bueno e hacer observar por lo Ilema , y para. quo
sit'ya de gobierno á. las coqueta.." futura, que los usos
nHi singulares han reconoeido s iempre como origen la
necesidad de disimular, alguna deformidad fí s ica.
Hagámonos cargo, aunque de paso, de alguno de
e110 .
E os atroces y ridícul os zapatos, cOl1oci,los b1jo el
nombre de polaina, tel minados en plln la, teniendo á
yece' dos piés de longit.ud, y tan in clímod
Citación recomendada (normas APA)
"La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 21", -:-, 1875. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2092976/), el día 2025-06-25.
¡Disfruta más de la BDB!
Explora contenidos digitales de forma gratuita, crea tus propias colecciones, colabora y comparte con otros.