Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA
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Serie l. Bogotá, 29 de Setiembre de 1874. Número 4.
• •
Al\. DE.
El c: Diario de Cundinamul'ca" nos recibió
con un gala!1te y C:J.balleroso sulndo, "La I1ustracia
n " nos ha deseado cordialmente, al anunciarnos
al público, una marcha. próspera y feliz,
" La Américu" y "El Tradicionista" dieron
cuenta de la apuricion de nuestro periódico,
Devolvemos el cordial saludo:i los unos y damos
las gracias á los otros.
LA SERPIENTE DE ESMERALDA.
(CONTTNUA CIO~ ),
SaliJo de aquel fangal con mil congoja y angustias,
seguimos lIuestm marcha bácia el punto denominado
El Toro de de donde se ve, segun la tradicion,
el punto en donde Lancllero tuvo su primel' encuentro
con los inuios, DC'spues de perdidos seis
hombres muel'tos Y ocho heridos, entre estos el mismo
Lanchero, quedó indecisa la victoria y :imbo beligerantesse
apl'e .. taron para lluevo combate. Diez mil
hombres presentaron los abol'Ígen á la pelea, y
aunque muchos fueron lo,:; esfuerzos hechos por los
e pañales, la suerte les fué adversa segunda vez. Despues
de haber perdido doce he>mbrt>s y de recoger
mueho'l heridos, empezaron:í. buscar salidel'e> hácia
Santafé, teniendo que soportal' en la marcha la escasez
de recursos y los ataques continuos de las difereutes
partidas que los perseguían, A í terminó la
primera intentona de Lanehcro sobre los valientes
,¡¡¿USOS y colimas.
-Ni tantica fe le tengo á esa mula gulmnbeaclo?'a,
dijo el arriero al ver 110 sé qué movimiento de una de
las en que iba montado un compañero.
-POI' qué, hombre; qué es eso de g~¿l¡¿mb eado?'f1, ?'
-PUE'S que en lo mejor de la bajada afloja el rabo
para zafar la baticola.
-Eres muy aprensivo.
--A llá lo veremos.
El camino sigue su descenso hasta llegar al borde de
una peña de de donde e ve la boya del rio Zarbe, sogun
105 conquistadores, y hoy llamado Oantino. Aquella
pefia denominada de Geromico se corta tan repE'ntinamente,
que el viajero que allí llega por primera vez
6A amedrenta al pensal' CÓlllO podrá bajar al fondo
profundo l hombre moria de pesadumbre ó se
daba la muerte, obligaban á la adúltera á ql;e tuviese
el cadáVer cn el regazo durante tres dia en los que
no podia tornar mis alimento que un poco de chicha.
Quemaban de pue el cad,í.ver y lo colocaban en un túmulo
adornado con su" armas y capacete y alli permanecia
durante doce lunas, l\Iiéntras tanto la mujer era
arrojada á los montes en donde vagaba hasta que baj
aban el cadáver para darle sepultura; pero i esta
ceremonia. no debia asistir la penada, No obstante,
(jespues de pa ado este acto, la buscaban, la traian á
la casa y la obligaban i que se casase nuevamente
Si elll1arido queria hacerse de Ja. vista gorda,d ues
de que su espo a cometia la falta, rompia todos los mennjes
de la casa y se iba al monte: la mujer entónces
deponia lo roto y Re iba á bu cario al obo de un me ,
Al hallarlo, lo Illal trataba de palabra y obra y volvian
á la c~¡;a á vÍl'ir como ántes,
Pocos años despues de la derrota d@ Lanchero se
internó el capitan nIelchor Yaldes en lo dominios de
los muzos <:on el objeto de someterlos, pues ya amenazaban
Jo pueblos de los rnuiscas, El ejército,
com puesto de cien l.lOmbres de mfantería y algunos
de caballería, fué atacado por cuatro mil flecheros
que los pusieron en perplegiuau, Sólo el ánimo de
Yaldes pudo detener á los suyos y :luyentar oí. los indios;
poro éstos se retiraron :í recoger todos los elelmentos
de que pudieran hacer uso los enemigos y á
Í1H'itar á todas las tl"ibus vecina para que concurrieran
átla pelea, Por entre escollos profundos y
tronco tendidos en el camino pudieron llegar los españoles
al '1'01"0 y luégo d der al rio_ Ilabia pasado
la mitad de la. gen te el corrento o rio cuando los
atacaron los indios qU\\ estaban escondidos entre cuevas
formad as en lo barrancos y entre las arboledas de
la orilla, produciendo aquello uno de los ataques
más sangrientos que en época se vieran. 1Iluchos
e~pañoles murieron ahogados en tan terrible pa-
,
•
so, pel'O p l' fin, gracia al fuego ele lo arcabuces, pu-diero~
l repasar el rio JI em prendel' retimda, 'l'rein tu
e pañole' y quiniento~ indio ' mlll'ieron en aquella segunda
j omada en que los naturale::. defclluieJ'oll la libertad
de su &uelo,
lIoy no existe de tan valiente nacíon sino gente
raquítica y degenerada, y aun el rio que corriera
tinto en sangre de iberos y aborígene no conserva
su nombre indígena.
J. DAVID GUARlN. • ( e ontin2ta1'á),
....
,/\ Al r ecibir de nuestro amigo el señor
Pom bo la siguiente poesía para su r eproduccion,
nos dijo que el original ha sido acaso la que haya
h echo vérter más lágrimas y de las que más bienes
hayan reportado á la clase prolotaria, Despues
de publicada esta eomposicion y e l "Canto
de Id. camisa,," que pronto verán nuestros
lectores, se formaron sociedades en Inglaterra
para aliviar la. suerte de los obreros y de las
jóvenes huérfanas, se fomentaron casas de asilo
y asociaciones para levantar los j ornales, No
falta raZOD, pues, para d ecir que todos los cantos
de BJl'on juntos, en los que se bebe la hiel
de un corazon sin esperanza, jamas hicieron ni
la centésima parte d el bien que han hecho las
dos poesías de que hablamos,
Tendencia no ménos filantrópica lleva la composieion
de nuestro dulce é inspirado cantor
señor Esguerra, Poesías como las dos que
insertamos hoy, son para la indigen cia un alivio,
pues que ablandan el corazon de los que pueden
hacer el bien, y sirven de corona inmortal :lo
quienes las conciben.
El puente de los suspiros.
(DE ROOD,)
Ahogada! ahogada!
lIAMLET,
One more unfortunate,
Wearyoí breath.
Otra! otra. infortunada
Ya cansada de vivir!
Importuna despechada
Que por fin logró morir !
Recojedla con blandura,
Con gentil solicitud!
j Cuán delgada! -Su figura
Cuenta aún su d esventura,
Su belleza y juventud.
Como al niño los pañales,
Como lienzos funerales
Se le adhiere el casto traje,
Do áun gotea el oleaje
D el naufragio del dolor.
R ecoj edla sin ultraje!
Recoj edla con amor!
Ni una burla, ni un agravio
Le-bagan mente, ó tacto, ó labio!
P ensad d eUa como h ermanos,
Como d ébiles humanos;
PeDsad sólo en sus angustias,
Y sus manchas olvidad.
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LA TARDE 27
¿ Qué hay en esas formas mustias
Que no implol'e caridad?
N o h agaiH honda, cruel pesquisa
D el conflicto que insumisa
La encontró con el d eber;
Ya la muerte en su torrente
Llevó el fango; y solamente
Queda el oro de su sér.
Sus errores, sus deslices
Son de hntas infelices!
Hija de Eva! su contagio
D esvalida la encontró.
Por la. herencia que nos toca
Enjugad en esa boca
Las espumas del naufragio ..... .
Trago acerbo, pero el último
Que el amor le presentó.
Ricos enm sus cabellos!
Componedlos cual salia
Cuando, mísera! esperaba
y creia en el amor.
Ah ! decidnos, gajos b ellos,
Dó está el peine q ne os peinaba,
Dó el humilde tocador?
Quién sus padres nos diría?
Tuvo hermana? tuvo hel'mano ?
O uno acaso más cercano
Y más caro toda vía?
Ah ! en el mundo cuánto es rara
La cristiana caridad!
Oh gran lástima! oh avara
Inhumana humanidad!
Que á una víctima indefensa
Falte h ogar en esta inmensa
Babilónica ciudad!
Ya no hay padres? no hay h ermanos?
Ya no hay vínculos humanos?
Reina pues la indiferencia
Y el amor se desterró?
-y únn la Santa Providencia
A su grey desamparó?
Desde aquí .t al ve.z la, misera,
Al nocturno CIerzo ImplO,
Recol'ria tantas lámparas
Que r eileja el ancho rio,
y la tibia luz de innúmeras
Galerías y ventanas
Quo pintaban en su espíritu
Tras de velos y per ianas
Oada cual la paz y el júbilo
De un amor y de un hogar;
Miéntras ella, aislada y huérfana,
No tenia más q ne lügrilllas
y ni donde ir á llorar!
Y la endeble criatura
Tiritaba, de hambre y fria,
No de histérica pavura,
Al mirar de tanta altura
Relumbrar siniestro el rio.
Ya palpaba los dolores,
No sus duendes y temores;
Ya sabia el cuento serio
Qlle la vida le enseñó;
Y tentábala el misterio
Que la fácil muerte esconde;
-
El transporte de lanzarse,
D e exhalarse en un segundo
Para ir ...... qué importa adónde?
Fuera! fuera de este mundo!
Y esa idea devolvió
A sus labios la sonrisa;
Dióse prisa, y se lanzó! ..... .
Ven, alegre libertino,
A mirarto en esta escena
Que ameniza tu camino
Por el Támesis ó el Sena.
Ven, r bcoge tus la ureles,
Y regálate cual sueles
En el ba1'io y el festín.
Brinda y b ebe sin espanto
De esa espuma y sangre y llanto
Oon que riegas tu jardin.
R ecojedla con blandura,
Oon gentil sol ici tud!
Cuán delgada !-Su figura
Ouenta nún su d esventura,
Su belleza y juventud.
Oomponed sus miembros frígidos
Con esmero cas to y pulcro
Antes, ántes de que rígidos
So rebelen al sepulcro,
Y que al ménos en su fosa
Paz y abrigo se le dé.
Y cenadle luego, luego
Esos ojos ya sin juego
Que parecen los de un ciego
Que nos mira y no nos ve ;
Porque allí quedó clavada
Sólo esa última mirada
Oon que ansiosa y acosada
A abrazar la muerte fué !
Triste fin da una existencia
Aun más triste! Eu su demencia
La empujaron al abismo
La crueldad del egoismo
Y la afrenta de su error.
Débil fué, mas no in acento.
Oruzad pues humildemente
Sus dos manos sobre el pecho
Cual si orara sin despecho
Silonciosa y reverente ..... .
Y delito y delincuente
Dejad ambos al SEÑOR.
RAFAEL POMBO.
----~~~:----
NAVEGANDO.
Patri:... '! Patria! mi destino
Me arrebata peregrino
y para siempre quizás ....
Si desmaya
l- n otra playa
MI varonil ardimiento,
Mi post.rero pensamiento
Tú serás.
•
RICARDO PALUA.
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28 LA TARDE
LA PRENSA.
P r ngmento de "El crimen de Aguncntal," por F . de P. M UDo z."
L a pre n sa es un gran p ouer I
La p rensa es I ve r bo hUll!a nO d o mi n ando el es pacio
p Ol' el m ov imie nto, la rapide z y la e xpansio n, y
do m i nando e l ti e mpo p o r la dura c io D) la iD co rrupti bilid
a d y la fi j ez a.
NUDca, en la a ccide ntada série de los siglos , s e haba
alza do e l p e n ami e nto humano so bre un trODO
má s el e vado y m ás d ominad or, ni habia di s puesto de
UD in s tr u m e nto más p od e r os o y m ás so n o r o .
La p re n s a ha li g ado las almas co n un v ín c ul o indi s(,]
u b l e co n y irti é Ddo las e n m o l éculas o lidarias é ins epar
abl es de un g ran iD trum e nto a c ú ti co qu e golp eado
ó t oc a do c n un punto , e parce, co mun ic a, difunde
y multipl ic a las vibra ci o n e , para formar al fin una
g r a n v o z de eco et e rn o y d e r es onan c ia infiuita.
B ocina abi e rta á t o d os l os labi os y p e r ce ptible á
t odos l os oi d os , á ella a c ude t o d o el qu e se s ien te pobr
i u o d e una idea, d ominado p Ol' un seuti mi c nto, imp
ul s ado p o r al g un in stit1t o ; y halla si e mpre eco que
r e p e r c uten sus palabra, alma;; que la r ec i ben, i nt e l~gcn
cias q ue l as a ceptaD y COl'az o nes que se las aSI m
i lan.
L a go ta d e tinta d c- rramada s o bre e l pape l p OI' un
s abi o sol ita rio en el f o n d o de un gabin ete i g n o rad o,
] 1 0 es se milla qu e se aniquila 6 s e e vapo ra al vi e nto;
p o rque fi j a da co n el tipo inm ortal de G utte mberg y
pro pagad a e n t o das direccio n es p o r el s o pl o espansivo
d e hI. publi c idad halla s i e mpre e n la montaña ó en la
llanura, en e l á rbo l ó e n la pi ed ra, en el aire ó en el
~l gU:l, en el hi e lo ó en la. r oc a, un terreno propio que
la rec ib e para d es arrollarla, que la ace pta para hacerla
fl o r ecer, que la acog e para darle vida y duraci0n.
.A veces la idea enco m e ndada :í. la c o rri e nte de las int
e lige n c ias atravi es a esté ril ó d es e chada un gl'un núm
e ro d e g e neraci on es; pero tarde ó t e mprano es a
he milla que du e rme olvidada en el polvo de una bibli
o tec a, s ale d e nuevo á la luz para germinar, crecel',
fl or ec er, fru c ti fic ar y reproducirs e como el grano de
tri g o ence rrado de s de la m as remota antiguf:'dad en
la caja embal s amada de la m o mia.
i Ouántas veces una fra s e ni lada é ireflexiva caida
d e la. pluma de un necio vieBe á ser la clave de un
d ifícil é intrÍncado probl e ma para el sabi o umergido
en largas é infructuos as meditacion es! i Y cuántas
o tras es una in s piracion r e pentina y reveladora de su
pro pia fu e rza para una intelige n c ia qu e yacia dormida
en la más co mpleta ignorancia d e sí mi s ma!
i Ouántas v eces la nota, la palabra, el soll o zo, el
grito la máxima, el precepto , la d o ctrina, el siste ma,
lanza'd os á la publicidad pOI' un hombre de genio ó
p o r un h o mbre de inte ligencia, 6 por un hombre de
corazon, ó p o r un hom bre de ciencia, toca repentinam
e nte, á mil leg uas ó :i mil siglos de distan c ia, otra
alma que a g itada de súbito por un opIo en é rg ic o da
á la humanitlad un grand e arti ta, un g ran p oeta, un
grande orador, un gran fil 6so fo, un gran p o lítico, un
grande após t o l ó un g ran genio!
i Y cu á nt a otras , una palabrn. de vida va á matar
en la m e nte de l h o mbre d é bil el pe nsamiento criminal
nllcie nte , 6 :i mitigar en el alma adol o rida un pesar
in co n solabl e , 6 á dulcificar en la co nciencia del
c u lpado la lág rima siempre enjug ada y siempre renaci~
nte de un r e m o rdimie nto t e naz!
Mas, así c omo la nube que derrama aquí la abundanc
ia en lluvia bi e nh e ch o ra, más allá la des truccion
e n agres iva granizada, m á s l éj os la d esolacion en impetuoso
hura can ó en tromba devas tadora, en otra
parte la muerte en rayo des tructor, la imprenta, ala,
que dis e mina las ideas y buril que las eterniza, puede
llevar con igo la s al ud ó e l ve neno, el bien ó el mal
la vitalidad ó la co rrupcion, la calma 6 la inquietud,
la fe ó la indiferen c ia, la e s peranza 6 la desesperacion
á los hombres; y la obediencia ó el motin, el órden
.. Tiiulo de una obra que pronto verá la luz púb lica.
6 la in urreccio D, la paz ó la g u e rra, la v ida 6 la mu e r te
á la na cio n es .
F ormid abl e y t e rri b l o p o d e r e l d e la pre n s a que
e n c ierra e n s u sen o t o d as la esperanzas y t odos 10 8
p e l íg l'os, como e l aire q ue co n teniendo el p rincipio ·.,- it
al d e la exist e n c ia Il c va ta m bieJl co n sigo e l miasma
m o r! í fe r o y la e p ide mia d eva" Latlo rn t
M as i c6 m o hace l' pam co n 'e l'var e l bi e n y e vitar
el mal i' upr i mirla '? R e prim i rla. ? Limitarla? Oh !
n o ! ¿ Pue d e habe r al go más tirá nÍ co y más odio o
qu e e l m on o po lio d e l aire que en cie rra el miasma ?
S í! e l m on o po lio de la pal aL I'a!
Pu e qu é l i N o n os d e muestra á cada pas o la hi st
o ria qu e la i de a na c i d a e n un só lo ce r e bro o bj e t o d o
la burla, d e l cbc arnio, d e Ja maldi ci on, d e la s p e rse cucioncs
de una é p oc a, s u e le s er la a pira cio n, la es p
e ranza, la f e li c idad, la. vida, la exist e ncia de otra?
P qu é ! i ' o fu é el cri s tianis mo una heregía di-sociadora
de su ti e mpo, y no rasgó rabi os o el juez
us ves tiduras ante el blasfemo d e G alil e a?
y si tanto abu a h oy d e la imp re nta e l que preconiza
el p e tró leo C(1 mo el qu e pred ic a la Inqui ~ i c iol1
i cuál s e rá e lju e z qu e pu e da J ec hlil' imparc i a l 6 infalibl
e mente de la v e rdad ó d e l e rro r, d e la salud 6 de la
mu e rte que en s í mi s mo entraña el prin c ipio que acaba
de nace r mald e cido, abo minado, anatematizado
p o r las cre en cias gen e rales d e una é po ca ? i ser á n y
d e b e rán ser l os Go bi e rn os encargad o. , es verdad, do
procurar la f e licidad pública, p e ro suj e t os como todo
lo qu e vi e ne de l o hombre s á la influe n c ia de las preocupacion
es y sobre todo:i la acclon de sus propios
intere es y pas iones del momento?
N o : las ins tituciones deben dejar amplia la liza
para que á la vista de la Humanidad combatan la
verdad y el eITor; y no hacer como el avestruz que
acos ado p or un enemigo mortal, cierra los ojos y sepul
ta su cabeza entre la arena figurándose que, por
dej ar de verlo, desaparece el peli g ro. Prohibir no es
combatir, y por consiguiente prohibir no es vencer.
En Oolombia, á Dios gracias, se ha ganado para
siempre las más absoluta libertad del pensamiento y
de la palabra, y el escritor público no reconoce otros
límites que los s e ñalados por sus propios principios 6
por su propio decoro. A s í co mo en la conducta de los
gobernantes y en el es píritu d e las instituciones y en
la vida pública y privada de sus conciudadanos; puede
el escrito r, stn 1'esponsabiliclad l eg a l penetrar indiscreto
en en el respetable santuario de l os Tribunales,
P e ro la prens a que indudabl e mentente p ued e,
de be hecerlo ? E te era el punto á donde queriamos
llegar y sobre el cual vamos á emitir nuestras opiniones
francamente,
............................................................................................
UNA LIMOSNA POR AMOR DE DIOS 1
D edicada á las R ennanas d e la caridad residentes en la capital.
1
Felices de este mundo! es á vosotros
Que esta plegaria se dirige tierna,
A vosotros que nunca habeis sentido
El terrible aguijon de la miseria;
A vosotros, que en bailes y festines,
Entre el bullicio de la alegre fiesta,
Libais, ansiosos de emociones vivas,
En ricos vaso, delicioso néctar;
y que ignorais tal vez cuántos dolores
La humilde choza del mendigo asedian,
Porque los ayes que su p ~ cho exhala
Se pierden entre el llanto y las tinieblas.
Llevad á su infortunio, algun consuelo,
Oompadecidos escuchad sus quejas,
•
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o
rol A T A R DE 29
Que por vo otros nunca los clamores
Del desgraciado desechados sean.
·H
lIIírad allá la huél'fanc. inocente
Contra el vicio y el cl'Ímen indefensa,
Volver temblando los llorosos ojos
A los umbrales de las ricas puertas.
Mal cubiertas sus formas demacradas
Con el sucio jergon de la mi eria)
Luchando con el hambre y la intemperie
Que en pre pectiva el deshonor le muestran;
Sin abrigo, sin pan, sin una mano
Que bienhechora su virtud proteja,
Las palmas tiende mendigando amparo,
y el mundo despiadado la desprecia.
Empeña, sin embargo, heroica lucha,
Parece que algo en su ansiedad espera;
Pero al tender' en torno la mirada
La torva faz del infol'tunio encuentra,
y el hambre la tortura, Ja :miquila,
y ya estinguidas las escasas fuerzas,
Cae <>n la red que ante SltS pasos tiende
El genio tentador de la inocencia.
III
Ved ese niño enflaquecido y sucio
Que á demandaros compasion se acerca,
En su voz, en su aspecto, en su mirada
Un inmenso infortunio se revela.
Sus mugrientos harapos bien nos dicen
Cuánto es á aveces la fortuna ciega)
Con esos sél'es que abandona el mundo
y al suplicio de Tántalo condena.
Sus tristes ojos que piedad imploran,
Su aspecto de abandono y de miseria,
Dejan ver que los labios de la madre
N unca á sus labios cárdenos se acercan.
y ese niño tal vez os pertenece,
Sangre vuestra quiza corre en sus venas,
y en desagravio á la justicia humana
De ajenas culpas el estigma lleTa,
Ah ! si á tu madre al ménos fuera dado
Entre sus brazos estrecharle tierna!
Si en las mejillas que humedece el llanto
us cariñosos besos imprimiera!
Cuánto fueran menores los tormentos
Que su eXIstencia mísera envenenan!
Porque el amol', los besos de la madre
Con la ternura el corazon alientan.
IV
Ved ese anciano, en cuya faz rugosa
Marca el dolor sus indelebles huellas,
En su mejilla pálida y enjuta
IIondo surco las lágrimas le dejan.
Ese anciano de aspecto miserable,
Suplicante mirada y marcha lenta,
Que entre pesares su existencia arrastra
o
y que mendiga un pan de puerta en puerta,
En otro tiempo desafió al destino
{)onfiado en el poder de su riqueza,
Que di ipó como neblina leve
Un solo golpe de fOl'tuna adversa.
Ah ! nunca el llOmbre á penetrar alcanza
El hondo arcano que el futuro encierra,
y en ese escollo á su mirada oculto
La más fecunda prevision se estr ella,
V
No veis esa mujer? el infortunio
Con dardo cruel su corazon lacera,
¿ En su,; ojos de lágrimas preñados
La imágen del pesa!' no veis impresa?
Esa mujer que desolada llora,
Tuvo dichas, tesoros, gentileza
Más, la °a convirtió en harapos
De sus d.ridacl refleja
flelmcllte Ull aspecto poco conocido de la vida de los
A! pes .
1
liaba alumblNln. únicnmente por el trémulo resplandor
de las l'amn que ardian en la chimcnea.
Junto}\ la ventana, cuyos vidrios se habian vuelto
opaco con el [¡ielo, una jóvcn 8e hallaba de pié (I]loyada
en el mUI'o, con la manos cl'ul.adas, la caL(~za
baja, y en una actitud que mnnifcslaba una tristeza
meditabundn. A sus piés se Lallaba scntndo un jóven
con In fl'ente apoyada en sus manos. Su dilíl0go e taba
in duda interrumpido por una de esa pausas de desaliento,
tí cuyo beneficio carla intetloeutor continúa.
la conversacion con, igo mismo. Durante largo tiempo
no e oyó en la choza más que los mllgidos sordos
del Lutschine-l egro que continuaba lanzando sobre
sus orillas las pieclm. arrancadas de la montaña, y
los chasquiuos de la leñ:;, que proyectaba á lo léjos
llamas y sus chispas.
Por fin el 11101.0 cogió una de las manos de la j6vcu
y la dijo con aceuto abatido:
-¿ Conqne es verclad, Freneli? En tanto que yo
trabajaba léjos de aquí con valor para obtener tu mano,
la Trina te destinaba al pl'ÍIllO Hans.
-Es verdad, D lri cn, respondió tri lemente lajóven.
-Pero i no he oído mal, uada ha dicho toda \ ía
ni tí tí ni á él.
- ada.
-Entónces tu abuela no te ba prometido al primo.
-No de palabra, sin duda, pero sí de intencion, y
Hans la comprendió sin que abriera la boca; se han
esplicado en e píritu.
-Ahora falta saber i, confesando :í la abuela que
tu corazon e tá por otra parte, cambiará de proyectos.
Freneli meneó la cabeza.
-La Trina es tan firme en su resolucion como el
Heiger en us raíces; más facil selia mover la montaña
que cambiar su volunt::td.
-i Aun cuando al primo no le agracIara? repuso
Ulrico, cuya mirada estaba fija , está en los picos de arriba buscando sus
y clesde el 28 de octubre el sol no habia brillado una planta., us piedras y su~ cri tales. No obstante, tensola
vez en el valle, Una luz apagada penetraba apé- gO e perauza de que volverá esta noche.
nas en el fondo de la gnrganta, y las montañas que la -Pues bien; hasta mañana no me voy á 1\1erenbaei::
m frente desde Isel ten·Al pp hasta el ",Veter-Horn gen, respondió UlI'ico pensativo; veré si puedo espese
hallaban cubiert'l.s de una nieve de lumbradora, rar algo del tio.
Plor entrebla cua 1 asomaban de distancia ell distancia y acueándose :í la jóven, que rodeó con uno de sus
a gU110S a eto . brazo :
Hó aquí pues lo que pasaba en la chozl, ql:e ~e hl-, -Pero tú, añadió inclinando la cabeza tasta rozar
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LA TARDE 31
'Con su labios la cabellera de Freneli, ¿ tan poco me
amas que pueda vivir contenta con el primo Hans?
-Bien subes lo contrario, respondió la jóven muy
conmovida y haciendo un (!sfuerzo por soltarse.
--i Me ayudarás, F¡-eneli '1
-Uuan to pueda ayudarte una pobre jóven.
-Pero si la Trina y Hans pertii ten .....
-Entónces muy desgraciados seremos.
El jóven se lIe\·ó los puño' á la frente con una expresion
dese'perada_ Sinembargo, ni él ni Freneli pensaron
un instante en la posibilidad de una drsobediencia.
En esa yida s('ncilla de lo_ yalle de los Alpes,
la tradicion del hogar, mantenida por la infiuencia de
la Biblia ha ·conservado intacta la sumi ion en los hijos;
la lógica no habia yenirlo aún en favor de la rasion
parn. discutir cl poder del jefe de la familia; él
sólo tenia el derecho de querer, y COlllO Abraham podia
eu ca o de nece idad conduci l' á su bija á la iumolacion,
haciéndole lIe-var ln, leña del sacrificio .
La abuela de Freneli, que e habia quedado sóla
para representar ese poder omnímodo, lJabia sabido
con ervar todos lo privilegios de u posicion_ Educados
á su lado, sus sobrinos Hans y Ulrico habian
tlPI·endiuo a no discutir nunca voluntades ba ta la
edad eu que los dos, que se habian hecllo cazadores de
gamuzas, bauian conquistadc, l:t libertad de la. montaña;
pero Dlrico no poseía ni el instinto de la. lucha
ni la necesidad de emocion febril necesaria para esa
dura exi"tencia; sus aspi radones eran otras. Cada.
vez que atravesaba lo valles de Lauterbrunnen ó de
Harlí, se detenia involuntariamente horas enteras á
ver cómo los pastores esculpian el roble, admiraba
esas obras maestras que sólo se l'e<:Íenten de la falta
de invencion, imaginaba nuevas formas, y en las bocas
de acecbo, olvidando la presa que e peraba) dejaba
caer á sus piés su carabina para cortar y labral· una
vara. arrancada de un árbol. Sus pruebas mul tiplicadas
fueron conocidas eu breve, y á medida que declinaba
su reputacion de cazador, la de escultor iba creciendo.
Por fin: un fabricante de Ierengen ofreció
llevarle :1 su taller. Ulrico ckbia encontrar, alli no
sólo los medios de seguir sus gustos perfecionándose
eu su arte favorito, sino tambien bastantrs ventajas
para asegurar:i Freneli un biene tal' que no babria
podido obtener por medio de la caza. Este úl timo motivo
era bastante. Ulrico colgó su carabina á los piés
de la calDa del tia Job, Y se marchó á l\1erengen.
Dos años tra currieron, dos años de trabajo encarnizado,
uurante los cuales Ulrico conquistó el primer
puesto entre los escultores de madem de Oberbnd,
y reunió la suma suficiente para la realizacion del
más caro de sus deseo _ Ya hemos v cómo sa
enteró de los proyectos de la abuela en el momento
en que creía lograr sus fines.
El jóven escultor pregt¡ntó ce nuevo á Freneli sobre
los indicios que llUbieran podido descubríl' los
proyectos de la Trina cuando entró esta: era una mujer
de set()nta años, pequeña, delgada y COIDO doblegada
bajo <:;1 peso de la edad_ Al YCI' sU andar Icnto,
pero firlll(" se babria dicho que la vejez babia revestido
us miembros con una armadura de acero. La decrepitud
de 8U !"I)stro baciaresaltar m:1s aun sus njillos
pardos de una fijeza tan penetrante como los de las
nves de rapiña; sus hombros se hallaban cargados
con uno de eso cestos de mimbre que parecen in eparables
del habitante de- la montana, y que llevan
siempre in oujeto, por bábito, como el militar lleva
la espada.
Apénas entró, cuando su mirada fué :í. bu car en la
sombra del cuarto á Freneli y:í. Irico que, interrumpidos
en medio de la conferencia, se quedaron
natUl"almcnte algo cortados.
-¡ 11! \lh! dijo sacando lentamente unO de sus
brazo del tirante de mimbre de la cesta; compañía
tenemos!
-
-Dios os proteja, tia, respondió el jóven adelan-tándose
hácia la anciana; llego de Merengen .••• y
venia á saber cómo estábais.
-y te informabas preguntándola á Neli quedito co-
111 0 e tau:1. yo ¿ no es \-crdad ·? repuso la aJlciana; está
uien, pero CQIllO me gustn ver el rostro de las gt'nte~,
encell'J er:ís unn. 1m:, Neli,
Miéntrmi la jóven obedecia, la Trina se sacó el cesto
que uejó en un rincon, y I uégo adelantándose hácia
la parte 1D1lS clal'a de In choza, ecbó una rápida.
mirada á UII-ico y á su nieta.
-~_H:\ns no ha ynelto aún? preguntó_
-No todavía, respondió Fr(,lwli.
La -vieja se volvió hácia su 5011 ino, diciéndole con
intenci oll :
-E porque 61 nunca descansa; rl pan que se come
aquÍ, tiene ('1 que ganarlo allú. arriba soure las ventisqueros.
Has hecho bien en elcgir un oficio más f:icIl;
las ¡r:Jmuza~ van muy de prisa para los piés que
gustan de la chimenea .
-POI' e1'O cada dia me alegro más de mi delerminacion,
r cplicó el jó"en sin adivinar la irouía uajo el
acento sel'Ío de la :luurla.
-UII'ico nos ha tl·nido una mnestrn uc su trabajo,
interrumpió F r enel i tratanao de mezclarse en la cou·
versacion; abuela, mirad qué cos··s hace.
y al decir esto acercó la luz :í. una de esas copas
en forma de lulipan, imitadas por todos los escultores
de madera, pero cuya inyencion era debida á UIrico.
La vieja apénas arrojó una mirada rápida sobre
la obra de su sobrino, y preglll"ó con una espcie de
sorpresa:
-¿ y bay gentes que compran eso?
-y muy caro, contestó UII-ico con alti-vez; de
modo que mi torno, mi punzon y mi cuchilla me producen
más dinero en una sem:,na, que le produce á
Hans su carabina en todo un IDes. i A que le gustan
los cuartos á la abueli ta '1
-Ciertamente .. _. pero me gusta más la plata y
el oro.
-Sin contar, añadió Ulrico siguiendo su idea, que
no estoy expuesto siempre á encontrar In. muerte como
en la montaña. Por eso la mujer que me espere
en casa no tendrá que temhlar cada Y(;,7. que oiga el
ruido de una avalanchn, por el lado del ScherecklIoerner
6 del Wetter-IIolll.
La abuela le lan7.Ó una mirada que le obligó á bajar
los ojos.
-i Y era eso lo que la deeias nI oido tí N elí ?
La jó,en quiso cortar con un ademan la respuesta
de Uh-ico, pero éste apro-vecl1ó la ocasion con ulla especie
de ardor desesperado y q ui o conocer ó'U suerte.
-Es cierto, la be haulado, dijo con acento COnIDOvido;
y puesto que lo habei adivinado no hay razon
para que ya lo calle. yo be deseado siempre ese matrimonio,
pero de de hace tres unos, somos dos á desearlo.
La anciana se yol"ió llácia Freneli que bajó los ojos
sonrojándQse.
-Me conoccis desde la cuna, continuó Ulrico; be
sido educado nquí como vuestro bijo, sabeis que en
mi cora7.011 no Ilay cobardia ni malicia, y que la mujer
que me dell será dichosa; Dios me confunda si
llora algllna vez por culpa IDia. Dejad que Freneli y
yo eamos felice : y os daremos las gracias de rodillas;
Frencli os suplica conmigo; 110 nos quiteis la
fuerza y el contento de la vida.
"Inca habia tomado la mano de la 5ó\'el1 y estaba
con ella delante de la abuela en actitud de ruego temero
o. Esta los miró un in tan te fijamente, y despues
meneando la cabLz!1. dijo:i lrico:
-i Sabes cuál es la dote de Freneli ?
-Su dote? repitió <:;1 jóven como si no compren-diera;
nun(;[\ he pensado en tal cosa; i qué me importa
una dote?
-A mí me importa mucho, repuso la vieja, porque
esa dOté no es un bien que me enriquece, sino un
bien de respeto. Abí esta en ese armario que ninguno
de vo otrE'S ha vi. to nunca abrir y que os daba.
miedo en infanCIa.
y la vieja se fue al mueble carcomido, metió en la
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
,
32 LA TARDE
cerradura. una llave que dió vuel ta. con gran trabajo,
y abrió de par en par la dos puertas, dejando ti. descubierto
en la. . o mbría profundidad del armario una
porcion de c¡'áno- de gamuza, con trofeos de cuemo .
Estos hueso ' blan cos e d tacaban en la sombra. en
perfiles tan ingulare, que Freneli no pudo contener
un grito; la abuela se volvió hácia ella y le dijo COD
dureza:
-' EI'e' tan d é bil de ánimo que te ta eso?
-~i 110 espanta, bien puede sorprender, intenum-pió
Irico; i qué dote es esa, y de quién proviene '?
-Proviene de los padres de su padre, respondió la
anciana; aunque no sea un gran cazador, Irieo,
pu e des reconoce r que cada uno de de pojos pert
enece á una emperatriz de gamuza.
-En efecto, replie.) el jóven que sabia, por tl'adicion
qUtl aquellos cuemos tau altos pertenecian tÍ las
gamuzas bastante viejas val'a que su descendecia formase
una especie de tl'ibu de la que las cl'cían jefes.
-Tambien d e bes haber apI'endido lo dificil que es
matar á una de éstas, repuso la tia, y supongo que te
habrán dicho que el que la cazaba no reconocía por
supe rior en la destreza, sino al arcángel Miguel ó al
Cazadol' eO"ro' o
-Me lo lJUn dicho, conte¡;tó Ulrico.
-Pues bien, repu o la abuela c o n cierto enfásis;
desde hace más tiempo que el que es preciso para hacer
crecer una encina, todos los mal'iuos de las muchachas
d e nues tm ca a han traido <Í su desposada,
en regalo de boda, una empe?'atl'iz de las g:unnz'ls.
Mira: bajo cada uno de esos trofeos porlrás l eer el
nombre de nuestros antepasados. El último que se
:lIza un poco sobr~ los de mas, fu é colgado ahí por mi
yemo; Dios le recompense; cuanuo vino ú peJilme
su prima, la m , dre de FI'eneli, le en~eñé lo mismo
que tc enseño.
-¿, y qué os l'pspondió él?
-~ada, p e l'o dos m eses de3pu es arrojaba á mis
pié- 10 que estás viendo; si n 10 hubiese traido, mi
bija y yo habriamos esperado á otro cazador más diestro.
Los dos amantes cambiaron nna mirada desoladora.
-; Cómo! exclamó Ulrico, i creeis que semejante
glori:t es superior á todo lo demas? i no h?briais
acordado nada á la amistad de vuestra hija por el padre
ue Freneli ?
U na sonri ' a de des precio allornó, pOI' toda respuesta,
á los arrugados labios de la anciana.
-Poco os imp0rta, pues la voluut:ld de la que se
casa, repuso tristemente el jóven; no pensai en u
felicidad, sino en que haya en vuestra familia el mejor
cazador de I a montaña.
~i y siempre suceclió así! exclamó la Tl'Ína con
orgullo.
-¿o y qué os han traido e os maridos, continuó DI·
rico animán::l.ose, sino la pobreza, la viudez y las angustias?
¿ Dónde e tán ahora lo .~ restos rle los que
han traido á ese armario tan bello de,;pojo '? i N o
duerm e n tocios en el fondo de los precipicio', su único
cementerio?
-i Quién te dice lo contl'ario? r epitió la abuela
con una feialdad al tanera; i te he hablado yo de vida
larga, de de;;canso, ó de I'iqucza? En las vieja
historias que los chicos nos leen en aita voz dUr:lnte
las veladas de inviern .', i no b as vi - to que nacian nobles
fami lias de los hOlllbre- que morian en l:l guena?
Pues bien, nucstros maridos rnue¡''lU sobre la
montaña; es su campo de batalla; la verg üenza principiad.
pOI' el primero que muera en su lecho,
Freneli cruzó las manos con un exclamacion que
se asemejaba á una protesta; pero la anciana continuó
imperiosamente :
- ilencio, loca cl'Íatura, no te piden aqní tu parecel'.
Gracias:i Dios, no eres tú la que manda'
e.3eucha y calla, e a e tu obligaciun. Yo bablo al qu~
ha querido saber cómo entraban ::quí los maridos' ya
lo ":Lbe, ya ha. vi - to lo que cada uno ele ellos d~bia
añadu' á nues tro tesoro de honor ..
-De modo 'lile in 1I0nar la condicion, ninguno
será a ceptado? dij o lrico; y l.HI."ta el primo IltI.ns ..
-Han no pide nada, inte l'l'ull'lpió brevemente In
abuela; Hans cumple con su d ebe l', un dia. tentld
suerte, y entónces su bala segllini el camino r ecto;
entre tanto trah'lja para nue .~ tro su tc;;uto.
y podeis añauiL' quo e una pl'e l'e reneia que obtiene
contra toda jn ticia, dijo Ulríeo vivamente, porque
yo tambien ten llria d e rec ho para h!lcer aceptaJ·.
-Nada, exclam' 1.\ abu ela : 10<; Han (> 1' }¡an vivido
siempre de la montaña, el sobrino IIlUs y el Uo
Job recogen para no sotras y su cosecl11. ha ·ta.
Cuando acababa de d eci r e'lto, sc> oyó en el sendero
hondo que conciucia á la cabañ'l. el ruido de las
piedrecillas bajo unos pasos precipitados. Freneli alzó
la cabez'l, prestó el oído y dijo:
-j El es 1
(cmcluil'.i).
Diario de un petardisb.
( CONCLUSION ).
DIA 13-Anoche fuí al circo.
Mi general corl'espf)nuió tí mi esperanzas,
Pretendí sel' im'itado por v[\rios amigos á cen~r,
pero no m e atreví. ... Ya se ve. A veces es una desgracia
tener un canic"éel' como el mio.
Genio y figura hasta 1n sepultlll'n . E tá visto que
debo el' corto toda mi viua,
Ademas, e taba allí un tal don Ba<¡ilio, autor de
un artículo en el- cual he crciuo ver alutiiones á mi
persona; y me mil'aba con unos ojos ....
Qué bombl'es, ni cumen ni dt~all comer!
DIA 14.-11oye cumpleaños de fulanita.
Le be compuesto una. u éc ima y á correspondiJo á
mi fineza remitiéndome tres fuertes,
A la caja.
Pero no, pl'obaré suerte con ellos en un albur! Qué
diablos, al fin somos hijos de la tentaciou r
D lA 15.-S'mto·' Dios! Limpio como uua. patena!
Me han robado!
Pero he de vengarme!
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •• • •••••••••••••••••
DIA 20. En la' R otnnda de Cn l'ácas.-Cineo dills
mortales! cinco dias infernales hace que estoy en
esta hOl'l'ible mansion, como i fuera un malhechor!
Cinco dias há que penH mi adorada libertad! 1\1alhl.
ya el Prefecto, y todos cuantos haceu alarde de
per eguir las aí·tes libel'rll es !
Pues qué? El talento no es un cimiento de trabljo
como el zurron ó la e c:l.I·uil1a?
Ah! desdichado de mí
Pensé que poniendo en accion mis dotc's inteleetua-
108 para proporcionarme la ,ida, pouria 'r m;
objeto. Pero nadl\ de e~o.
.AllOra cinco noches fuí á de quitarme en el propio
lugar donde me habian estafado. C\lmbil1é una nuc;;~a
marca, arreglé con ella mi ' bllajas, y provisto de' Cst05
elementos, obra tojo de una inteligencia que no me
"uborizo al confesar, me preparaba recuperar el producto
de mi obra. literaria, cuando izas! se introducen
l os alguaciles ,en el taller y roe arrastran á esta
horrible pl'Ísiun.
j Destino clel hombre vi~j¡, p!lra ....•... " .... ' .•
. .. .. . . .. . .. . . . .. . .. .. .. .. ............ "'" .. .. .. .. .............. , ............ ..
Aquí está rota la última página de e te dia.rio que
ha venido á nu tras munos de la mallera m ;t imprevistn,
y que reprotlucitoos in quitar ni añadirle nada,
por haberno parecido bastante interesante.
Hespec to nI peligro qnt.: pudiC'l'a cxistir por haberle
dado publicidad ¡í apunte::, rep05<'lmOS tran quilos
en la confianza. de que no habrá padre que quiera
reconocer :í. semej:lI1te hijo.
.A.nn1iL AZIs,
•
Citación recomendada (normas APA)
"La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 4", -:-, 1874. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2092966/), el día 2025-06-26.
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