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PERIODICO DEDICADO A LA LITERATURA
Serie 11. Bogotá, 28 de Diciembre de 1874. Número 16.
......... A Al\. DE.
-
NAVIDAD.
El mundo romano ha llegado al apogeo de
s u gloria extendiendo por doquiera el triunfo
de sus armas y el brillo de su grandeza.
De palacios y templos Jo han cubierto sus
monarcas semi· dioses ; de oro y seda sus artistas;
de laureles sus oradore~ y poetas.
Pero ese mundo jigantesco desciende ya al
ocaso y la corrupcion devora sus entrañas.
Unos pocos soles más y sobre sus escombros
tcndernn el vuelo para. no v3h-er nunca, las
águilRs que fueron heraldos de su gloria.
Decídselo á sus sabios y á sus grandes y sonreirán
de desden. En sus marmóreos ba ños, en
sus banquetes opíparo~, en sus gabinetes ornodos
con los perfumes de Arabia y con las alfombras
de Persia, no se SAcan las fiores ni
alcanzan á asomar los tintes que empiezan ya
á ennegrecer las rosadas nubes de Oriente.
Deleite eterno y eterna grandeza para la rei
na de las siete colinas, adormida bajo su cielo
de estrellas á los arrullos amorosos del Tíber.
'" * *
Una estre.lla despunta en el horizonte. Los astrónomOE
no la soñaron ni los telescopios la ":eron.
Su misio n era sublime y su vida fué de
una noche. Brilló una;, horas, y desapareció en
seguida de entre las miria das de constelaciones
que forman los escabeles de Dios.
Cuál fué su U1ision ?
Alumbral- á la filosofm, que entre las ruinas y
la oscuridad buscaba la luz da la inteligencia
para rasgar con ella los velos al universo moral.
Cuál fué sn noche?
Aquella en quo la luz celeste alumbró el
mundo.
'" * *
En un rincon de Judea, olvidada y solitaria,
como un oásis de fiores en anchurosa selva, alza
Betlem sus humildes torres, y su caserío blanquea
á. lo léjos bajo las ramas de los sicómoros,
como manada de ovejas que sostea en medio de
los ardores de la canícula.
Gran gentío circula en sus calles, de ordinario
desiertas, que el imperial edicto ha convocado
al empadronamiento de las familias.
Por qué? Porque el rey vacila en su trono
y señales terribles le anuncian que el cetro caerá
de SUB manos. Virgilio, el blando poeta, prez
de su siglo, lo ha cantado, anunciando la verdadera
edad de oro :
.
Jam nova progenies ccelo demittitur alto .
Entre el gentío hay dos esposos que vienen
de Nazareth. De puerta en puerta han buscado
albergue y no lo han hallado. El ardor del
cansancio alumbra las mejillas del esposo y su
jóven y hermosa nazarena apénas puede tenerso
en pié.
A dónde irán? ¿ No oncontran\n un lecho,
ni un almohadon para sus sienes?
Esfuerzos vanos. Las puertas están cerradas,
la noche cubre el cielo y los frios vientos de invierno
rugen desencadenados por la ciudad. Los
esposos solo encuenLran para guarecerse en el
último rincon del mundo, el último rincon de
una posada, un <.le mantelado pesebre abierto
por mil grietas á la intemperie.
.. * ..
La estr lb !1l('nsnjera del bien ha dado principio
al alba 110 la oJad de oro y vertiendo sus
resplandores divinos en los alrededores de Betlem,
ha anullciado <.'l g¡'1.n dia :í. los sabios y á.
los pastores.
Tres filósofos han venido guiados de los confines
de Ori nte por la luz de esa estrella. La.
estrella ha parado sl¡bre la humilde casa de
Betlem. Entrad filósofos. I~os ojos del AHí -imo
e~tán tijos eu ese · spectáculo que á los g-randes
del mundo inspiraria compasion. Sobre unas
secas pajtls y médio envuelto en albos pañales
está descansando un niño con la sonrisa en los
labios y una aureola en la frente. Los vientos
frios de la noche quisieran arrancarle el escaso
calor que alienta su oorazon; pero el asno y el
buey, señores de aquel recinto, se han postrado
reverentes y con su aliento lo calientan la
atmósfera.
Los pastores le adoran y en los aires se escuchan
cantares que no habian oido los hombres.
Reyes filósofos, adoradle! Cuando ese niño
ha nacido, la filosofía antigua ha expirado.
Ah! en ese portal humilde, los doctores de
la humanidad están en.;:errados.
Hora por hora y dio. por dia, se han cumplid')
los años y el anuncio de aquellos varones
inspirados que llamó el mundo profetas, se
ha cumplido al pié de la letra, porque la palabl'a
de Dios no puede faltar.
R-eyes! El que. hoy. na .c e entre pajas, . caerá. mal:ana en Cl'UZ 19nomlll10Sa; pero su remo no
tendrá fin y bajo su zandalia se desplomará Roma
impía
Filósofos! El que hoy nace, ántes de salir
de la infancia habrá confundido á los doctores
de cabellera blanca, Ante su filosofía, será. una
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122 LA TARDE
fábula risible el paganismo. Al correr de los siglos,
la Razon humana querrá. disputarle el dominio
; pero débil y flllible de suyo, tendrá que
encender su antor cha en ese foco de eterna lnz
que intentará oscurecer. .
Pastores, adoradle; que tambien ser á ese niño
el c0nsoladol' de los humildes y el defeneor
de los pobres_
Salvas se ran en su no.mbre las generacion es.
Los pueblos que r ecibier en su ley ser án los
llamados civilizados, y aquellos de su pueblo
que le volvieren la espalda, vagar án por tado el
orbe, como Cain, con un estigma en la frente.
E stablo de Betlem ! Cuando de palacios y
ciudades no quede un leve vestigio, t u r ecuerdo
estará. incólume y el nom.bre de N avidad
irá pasando á los siglos como un himno de ventura,
de júbilo y de inmortalidad. J. J. B.
--c:-<>-<:>-o-c: -~
LA NOCHE-BUENA~
" Ya viene'la Noch e-BueBe
Con su vecina la Pascua :
Para unos es Noch e-Buena,
Para otros es. Noche-Mala.
l.
Sube, sube, campanero,
Á la torre de la iglesia
y repica las campanas,
Que esta noche están de fiesta
Los ángeles en el cielo
y los hombres en la tierra! -
Los eierzos d'e Guadarrama
Silban en la chimenea,
y la nieve cubre el mont9',
y la colina, y la vega,
y hasta en el rojo tejad-o
De mi casita blanquea;.
Pero verás cómo pongo
En el hogar otra cepa,
y junto á la; cepa. un jarrO'
Del tinto de mi bedega,
y entónees, deja que caiga
Toda la nieve Qli9' quiera.,
y que los cierzos helados
Silben en la chimenea,
Q,ue ni la nieve: ni el cierzoHarán
en mÍ> ca-erpo mellar
Sirviéndome de r esguardO'
y dándome fortaleza
Chispas de vine> p0-T dentro,
Chispas de fuego por fuera,
Que vino y fueg.o esta nocheEn
los hogaFes chispean.
Campanero, toma un jarrO'
D el tintO' de- mi bodega
y bébelo y luego sube
A la torre de la iglesia,
y tocandO' las campanas
Hasta que rompas la cuerda,
Lanza un Hossana bendito
A los cielos y la tierra,
Que, campanero del alma,
Esta noche ea Noche-Buena.
•
n.
Gloriosa Virgon María,
Madr e y abogada nuestra,
i Qué a legr e el pueblo cristiano
Tu alumbramiento celebra !
Ya la paz entre los hombres
De b uena voluntad, r eina,
Que el fruto de tus en trañas
Es el mensaj ero de ella .
Esta noche el hijo pródigo
Que por el mundo se fuera
Torna al h ogar de sus padres
Lleno de amor y obediencia,
Y amor y miser icordias
E n aquel hogar encuentra .
Y esta noch e el desterrado
Q'1e vaga en lej anas t ierras,
Ve en su tri te cor azon
R enacer con dobles fu er zas
El santo amor de la patria
Que en s u corazon muriera,
y á la tierra q ue maldij o,
La ingratitud viendo en ella,
Hoy su bendicÍon envia
En una oraaion envuelta.-
Lo mismo en la humilde choza
Que en la morada soberbia,
Blancas columnas de humo
Rácia los cielos se elevan.
Son el tributo de gracias
Que dan á la Providencia
Los ahumados h ogares
En que la abundancia reina,
Que el pobre tiene esta noche:
Gracia de Dios en su mesa !
El viento de Guadarrama
Que silba en mi chimenea
Me trae los santos cantares
Que en tudas partes celebran
Tu bendito alumbramiento,
Gloria de cielos y tierra,
Sagrada Vírgen María
Madre y abogada nuestra !
Toca, toca, campanero,
Las campanas más apriesa
y sus lwssanas de gozo
Al universo estremezcan,
Que se han cumplido los santos
Vaticinios d el profeta,
Que, campanero del alma,
Esta noche es Noche-Buena.
IIl.
Nada me falta en el mundo ~
Tengo salud, tengo hacienda
y tengo el alma tranquila .. " ._
í Diol:' mio, bendito seas!
Bebamos, pues, y brindemos
Con este sabroso néctar,
Como brindaban mis padres,
Que Dios en su gloria. tenga.
" Porque el Señor nos reuna.
" Muchas noches como ésta! "
Así era el solemne brindis
De mi padre en Noche-Buena,
y así el de la santa madre
Que tengo bajo 11\ tierra!
•
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LA TARDE 123
-
Yo no puedo r ep etirle,
ue la soledad me cerca,
Que de padres y de hermanos
Sólo el recuerdo me quada,
ue unos me rooó la muerte
Y otros me r oo ' la au encia !!
Padres y hermanos del alma,
Quién os viera, quj ~ n os viera,
.T un to á ese hogar solitario
Donde m u cro de tristeza.
Parece que os estoy viendo
En deITedor de esta mesa:
Aquí :i la die tl'a mi madre,
Mi padre, aquí á la sinie~tra,
Allí en frente mis hermanos,
Aquí mis hermanas oellas,
Y sobre todos, el ángel
Del amor y la indulgencia.
Baja, campanero, baja
De la torre de la iglesia,
O si no el toq uc de gloria,
on toque de lD uerto al terna i
Que e ta noche es para mí
IJfl, noche dA las tristeza,
Que esta noche es Noche-Mala,
Y esta noche es Noche-Buena.
ANTONIO DE TllUEBA ..
EL DIPUTADO JUANITO.
Era .Tuanito, aunque de buena familia, un
muchacho de los que llaman eu su pueblo vagabundos
y malcriados, y que en villas como
la nuestra se les da otro nombre.
Sin cambiar de plumas, como dijo álguien,
llegó á los veintiuno, á tiempo que se trataba
de elegir Alcalde en el pueblo.
-Nombremos á don Críspulo (Diputado de
la Corporacion) que ademas de que tiene qué
perder, estímub para su bupn manejo, sabe el
oficio.
-No, dijo otro; don Críspulo es rico, y hay
muchos que necesitan del sueldo.
-Nombremos á .T uanito, dijo un tercero, que
á más de ser hijo de daD BIas, no tiene destino
alguno en que ganar para vivir, y la alcaldía,
ademas del sueldo, le proporciona en qué distraerse
para que no se pierda.
y .T u:lnito fué nombrado Alcalde.
Y lleno de gusto marchó como pavo ame-
• ncano.
Como era lo que se llamaba un majadero,
se creyó notabilidan.
--
Estaba .T uani to en la ruitad de su periodo dc
Alcalde, cuando estalló la revolucion de .. - - __
una revol ucion !
Lleno de gozo vió abrirse ante él el camino
de los honore.~ al traves de los horrores de la
guerra.
i Quién hubiera visto á. .T uanito en aquel
t l·f lmpo ,.
El dio. que llegó á su pueblo la noticia de
guerra, hizo tocar un viejo atamhor archivado
desde 1854, y reunidos los vecinos, subió al
balcon de la. oasa. del Cabildo y con voz tro-
•
. nante les dirigió una disparatada perorata.
-j Que viva el Alcalde! gritaron todos.
-Hasta G01ernador va ser, dijeron unos.
-Le damos nuestro voto para Presidente,
dijeron otros.
.T uanito recl u t6 cuan tos pobres pudo hallar.
A las viudas les quitó sus hijos, único apoyo .
Expropió cuanto encontró á la mano, y al-go
más. .
Estorsion6 cuanto quiso, cosa fácil porque
era Alcalde.
Cumplió al fin su período, y no bastaron Sú'
plicas y ofertas para que admitiera la reelec-
• clOno
Ya .Tuanito miraba con desprecio la alcaldía,
pues creia estar llamado para más altos destinos,
y en su plan político consideraba el statuqltO
de la alcaldía, como pernicioso á los vuelos
de su imaginacion.
J uanito marchó á incorporarse al ejército con
el grado de Capitan.
i Quién hubiera visto á .T uanito en aquel
tiempo!
Si ántes con la vaTa de Alcalde se erguia como
pavo, ahora con su blusa colorada, sus insignias
de Capitan y su aire marcial.. ..•• ¡qué
gallo! decian los muchachos.
En el primer combate, J uanito pidió una co-
• • mlSlon.
En el segundo, habia quedado en guarniciono
En el tercero, se escondió.
En los demas combates estuvo ____ enfermo.
Concluyó al fin la guerra, mas no la revolu-cion,
y J uanito recibió su despacho de Ooronel,
merced á SU8 importantes servicios prestados á.
la causa.
Llegó la época de reconstituir el Estado, cosa
muy frecuente. J uanito se creyó lleno de
merecimientos y aspiró á ocupar un asiento en
la Asamblea constituyente.
Contaba para esto con las relaciones adq uÍl'idas
en el cuartel con dos doctores de ogaño,
notabilidades al estIlo del país, y que por el
camino de .T uanito habían llegado ellos ha ta
las gradas del solio gubernamental.
Pero le faltaba una cosa necesarísíma, por
no decir esencial.
Le faltaba escribir para el público.
Con un mcs de sudores y de fa~igas, de plagios
y de pa eos solitarios, dc fatales alternativas
entre el deseo y el temor confeccionó un
artículo que fué pu blicado en el periódico oficial,
con el título de e, La Salvacion de la Patria."
• e Ha llegado la época, decía, en que el pueblo
será representado por los que hemos segado
con nuestros huesos y fertilizado con nuestra
sangre los campos de batalla. Ha llegado
el día en que se presentan hombres enérgicos
y valientes, que sabrán combatir el egoismo de
los ricos, que dejan. perecer la patria por estat'
nadando en el sudor del pueblo, del pobre pueblo
que muore de hambre, __ - - miéntras que
ellos __ - - ____ "
" ¡Viva J uanito ! " gritaron los de su partido.
"Este es el hombre llamado á salvar el país.
Qué lástima que no saliera para Gobernador."
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124 LA TARDE
y Juanito fué electo Diputado.
Salió de su pueblo, para la cap ital, en compañía
?e otros. dos Diputados por el e s tilo, que
ya teman hoy'ttos en las sillas d e la L egislatura.
Como los ? ;.mino~ no oÍlecian novedad y
nuestro J uamto vema mal caballero en una
malísima yegua de peores andares, :í cada momento
esclamaba:
" Qué descuido de las autoridades tan criminal!
Malditos l'icos que no hacen caminos."
y apuntaba en su cartera:
" Donde no hay caminos no hay riquezo. : los
ricos no hacen caminos, luego ellos son un es·
torbo para la humanidad."
Veja una hacienda abandonada, y gritaba:
"Malditos ricos, que egoistas guardan el dinero
con perjuicio de los pobres hacendados 1 "
Y apuntaba otra vez:
" La agricultura es la que da la subsistencia:
flstún las fincas abandonadas porque los ric06
no protegen esta ind ustria; luego los ricos son
la causa de la miseria."
i Buen Diputado esiK'Í este! se decian al oido
- sus companeros.
Oon apuntamientos de la laya llenó su carteo
ra, y arribó felizmente, por primera vez á esta
capital.
madre, levantando las manos al cielo.
pueden hacer de otro modo esas leyes?
No sCt
J uanito no contestó, pero desde entónces formó
la l'esolucion de no volver á hacer leyes 4
trompadas como se hacen en Antioquia, y mplear
el medio aquel do qua hablaba. el doctor
Florentino González, que si no es más cómodo
es por lo ménos mús decente, aunque no en la
expresion, la cual callamos por no ofender el
pudor de J uanito, y de nue..>tras bellas lectoras.
Para éstas baste saber que aquel llevó tales
vicios de la capit.al, que le merecieron el desprecio
de sus paisanas, y tuvo que resignarse ft.
vivir soltero, víctima de un tedio mortal. N unca
volvió {t h-abajar ni ser para su familia otra
cosa que un fo.rdo pesado.
La madre de J uanito que esto vió se expresó
así delante de sus otros hijos: "Una Legislatura
hizo la desgracia de mi hijo mayor, otras
harán la de ustedes si no se pone remedio. ASÍ
pues, no mas leyeros en casa."
La órden fué puntualmente cumplida y lo. felicidad
volvió á posarse en el hogar de J uanito.
CARA! o DANASTER.
• : •
ELEGIA
Malditos ricos! decia J uanito esl), noche tendido
en la mala cama que le dieran en la fonda.
i Ricos orgullosos que no quieren tener el
honor de alojar en su caso. ú un Diputado-coronel!
i Oómo se respetan en esta tierra los fueros A
de un representante! la memoria de la señora doña Amalia de
Llano y Dotres, condesa de Vilches. y pasó la noche componiendo una oda á las
pulgas, bichos insolentes que no respetan ni
aun á los representantes del pueblo.
.A.l otro dia ¿ quién habria reconocido {~ J uanito?
Oon un inmenso levito n abotonado hasta el
cuello, y muellemente reclinado en su sillon de
legislador, daba sendos golpes sobre la mesa, á
imitacion de sus compañeros, más serio" que
un asno á bordo," como dijo el s&ñor Narváez_
J uanito habló tres veces en la Legislatura.
La pl'imera, probando con su cartera en la
mano, que miéntras haya ricos no puede haber
paz, felicidad y progreso.
La segunda, probando que á él se debe el
triunfo del partido, porque todos los demas .son
unos egoístas.
La tercera, pidiendo se erigiera un nuevo
departamento, cuya cabecera debía ser su pueblo,
y con cuya Prefectura contaba ya, merced
tí. cierto canje de votos, única táctica legislativa
conocida hoy.
-Pobre h .jo mio! decía llorando la madre
de J uanito al :verle llegar á su casa con un
brazo vendado j ¿ Qué te ha sucedido luz de mis
ojos?
-Nada, mamá, en la Legislatura. _______ _
-¿ Hubo alguna revolucion? te hirieron hi-jo
mio?
-No, mamá, fué haciendo leyes. Y diciendo
esto mostró á su afligida madre la mano y el
brazo derechos enormemente hinC'hados.
. QUé máquina tan dura! esclamó la. pobre
No en llll alta torre el fúnebre gemido
De la triste campana;
No en el arco en los aires escondido
En donde el ronco bronce suspendido
El himno entona de la fc cristiana;
No del illcien o en la flotante nube
Que en impalpables ráfagas brotando
Dcsde el altar ha~ta el Empíreo sube;
No en los ecos del órgano sonoro
Que al retumbar en las marmóreas naves,
El templo llenan en augusto coro
De santas preces y de salmos graves;
No en la. noche sombría;
No en el aislado túmulo desierto;
Eo en el alma mia
En donde está el dolor tocando á muerto.
Venid, musas del llanto,
Que arrebatais la luz á mis pupilas
Hoy que el dolor me las anubla tanto ~
Génios que con sil1lestras vestiduras
Cabalgais por los aires; luna llena
Tan alegre en el campo y en el rio,
y tan medrosa y con tanta honda pena
Cuan-Jo tu luz blanquísima y serena
Finge un sndario sobre el mármol fdo;
Dadme vuestros cresponcs,
Vuestros vagos reflejos pavorosos,
Vueetras mudas y tristes oraciones;
Con vuestros brazos yertos
Llevadme por los aires fugitivos;
Decidme cómo llegan á los muertos
Las secretas plegarias de los vivos;
Descifradme la voz pausada y hueca
Del huracan que en los cipreses zumba;
Decidma lo que canta la hoja saca
Cuando pasa rodando por la tumba;
Dadme el cansancio que el dolor mitiga ¡
• •
I
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LA TARDE 125
CortaJ su ,nclo nI pen amiento loco j
y si qUt'reis que os ame y o bendiga,
Deciclme d ónoc está la ausente amiga
Que tanto fué para durar t~1TI poco.
i Por qué la conocí? ? Por qué, si ahora
Gime al perd eI"la el corazon cobarde,
JJa YÍ tan cerca al desperta¡' la aUl·ora.
y tan It:jana al declinar la tarde '1
i P or qué la cunocí '1 Los ojos mios
Cegar debieron al mirar sus ojos;
H oya bierto;:: están ........ COIllO dos rios
Para n'gar pá.lidos de. pojo .
i Quién al rosal devolverá. el capullo
'fronchaclo al golpe de hnracan violento?
¡Quién :í la muerta tórt.ola el arrullo!!
! Quiénide mi oído bon'ará el murmullo
De aquella ,oz que se extinguió en el viento !!
Ruérf.'ll1o, mi cant:;I\', en el vacio
Ahogará su amargní ima Querella;
La última flor que lÍo su hermosut"a envío,
Ella no la verá ........ y es para ella!
¡Imposible! mi mano se estremece,
Ronca la voz en mi garganta expira,
y ante el cuadro que al fin se desvanece
Mudas están las cuerdas de rui lira.
. Amalia ! el hondo hueco
be la fúnebre bóveda te esconde!
i Amalia !. ....... gri ta el eco,
y pienso que eres tú la que responde.
j Amalia ! junto al auce murmurando
Repite el vicuto, de mi mal testigo;
!! Y siempre el eco á mi alredor flot:mdo,
y sorda tú pa\"U tu pobre amigo !! . . . . . . . . .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..........
.. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. ...... .. .. ..... .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. ........
¡Ay! si la rosa á perfumar volviera.
El aura dócil que la amaba tanto;
I Ay! si el mármol pudiera .
Partirse con las gotas de mi llanto;
j Ay! si el Señor, como á Moisés la. vara
Que hizo brotal' el agua cristalina,
A mi impotente mano trasladara
Un solo rayo de su luz divina.
Avaro yo de tu existencia hermosa.
Yo, que en tu tumba agonizando existo
Con m i voz auxi 1 iada y poderosa
Te viera despertar sobre la losa
Cual Lázaro :i la voz de J csucri5to !
•
i Quién volverá la. juventud perdida
A tantas flores por su amor cuidadas '1
i Quién del albergue en que corrió su
Empujará las puertas entornadas '1
Aun la contemplo abí; delirio ardiente
Me la. finge sin verla;
l En qué concha de nácar trasparento
::le escondió tan bellísima la perla?
Aún en jaulas de oro
Escucho de sus pájaros cautivos
El cántico sonoro;
Aun en el fondo el velador cubierto
De flores esparcidas
Me dice que no ha muerto;
Aun el libro entreabiert.o
Me revela las pág inas leidas •...
vida
. .. .. .. .. .. ... ..... .. ................................................... .
Búcaros de su estancia perfumados,
Gentil enredadera
Que tuviste en sus ojos apagados
Perenne y regalada primavera!
Lámpara, que en las redes del follaje,
De indefinible claridad dudosa
Bañabas como envuelta en un celaje,
Con luz crepuscular la ninfa hermosa;
•
Al mirarla tan bella,
Orlada por tan vagus re~plandores
Como en el cielo azul pálída e trella,
i Quién s'lbe si nació para las flures
O las flores nacieron para ella!
Mas ay! !'i delirante
Tanto esplendor se finge la memoria,
Es un punto, un r elámpago, un ins tante j
El cuad¡'o está delante
Convertido en capilla múrtuoria.
Huérfano el rico espejo
En tu rostro gentil no se recrea;
Tan solo copia el fún eL r~ reflejo
Del blanco cirio ql\e al ~lljir flamen.
Ya con los brazos de la cruz te escu::las,
Iluyen tus sueños de color de rosa;
Tus aves están mudas,
Muertas l as flores y la luz medrosa.
Aquí la estufa de perfumes llena
Donde en las noche' de festiu lucias;
Aquí la misma escena
Donde tantos laureles recogias.
Allá bajo flotantes pabellones,
El lienzo en que la Vírgen escucbaba
'rus cm belesaduras oraciones.
Allí la mústia y pálida camelia,
Tu pluma aquí que de valida IIm'a,
Madre inmortal de la inocente L elia
Y de B eTta hermo ísima creadora.
Aquí el aire impregnado
De tu voz, de tu genio, de tus glorias,
y allá en el fondo el túmulo enlutado
Y el cadáver alzado
Sobre tantas dulcí imas memorias.
i Y eres tú la que ayer en tus hogarcl'l,
En nuevos mundos la mirada. fija,
Soñaba con volar lÍo otros lugares,
Con re"pirar el aura. de los mares
Y dar un beso á tu adorada hija?
i Con perderte en el bosque solitario
Del Pirene en la cumbre más d en sus almas. Los escritos de Voltaire,
ese D emócrito cínico, les inspiraron desprecio
hicia lo más ~agrado de sobre la tierra; y los de
J. J. Rosseau, con su estilo encantador, fruto
de una imaginacion fogosa, les causaron un
vértigo intelectu al. Fueron seducidos por otros
más avisados: hé aquí todo.
El lector me perdonará la fastidiosa digrecion,
en uso de su generosa benevolencia.
Doña Dolores no olvidó la recomendacion de
su esp030 en lo tocante á su hijo: con el sudor
de su frente pagó lat> ciencias que le enseñaron,
y con sus lágrimas, 6udor del COl'azon, fecundó
en el de su hijo las virtudes que solícita sembraba.
El jóven hizo buenos estudios, y salió un
•
•
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•
LA TARDE 127
completo caballero no de esos que llaman así
porque usan bota y frac, sino por su carácter y
por su corazon. De graciadamente, su organiza·
ion era en:e rmiza, y las fátigas del estudio deterioraron
casi por completo u salud . uando
la b¡:ena madre bajó á. la tumba, el jóven se
encontró solo, pobre y enfermo. La imposibilidad
de ganar la vida en la ciudad, lo obligó
á retirarse á It ..
IV.
SUFRDIlENTO y RECO:lIPENSA.
Al plan oculto de Dios en las cosas
humanas se le llama fatalidad: hoy le
llaman Providencia, nombre más jnte·
hjiblc, más religiobo y más paternal.
L AlUARTmE. (El Civilizador.)
Hacia algunos años que habia llegado i
R -** una señora con su hija, fruto único de un
matrimonio desgraciado. La niña era bella por
su fi ico; pero más bella aun por su alma, que se
revelaba en sus ojos de azul profundo, como
Dios se revela á la mente tras el velo cerúleo del
cielo; por su candor infantil, que teñía de rosas
sus mejillas cuando los jóvenes de la parroquia
al verla. salir de misa los domingos, se
agrupaban ansiosos á mirarla; por su piedad
con los pobres, á quienes hacía entrar á su casita
á la hora de comer, y ella misma les servia del
escaso pan de:que su madre y ella se alimentaban.
Yo siempre me he inclinado ante una alma
compasiva, y nunca, lo digo con orgullo, ante el
esplendor del poder ó del oro.
La vida de la señora Itosalía y de Oarlota
era dichosa. El trabajo de sus manos les daba
un pan más sabroso que los manjares del opulento,
quc amarga las más veces el hastío. En
BU casita no habia redomas de cristal, ni estituas
de mármol, ni divanes, ni relucientes consolas;
pero si muchas fiares, lindos pajaritos y
muchQ aseo. Pasado el zagn~ se dabaalpatio,
que hacia de jardín: en cada columna habia una
tabla, y sobre ella, una taza de flores, frescas
como b s mejillas de la bella hortelana, airosas
y alegres como ella: un cardan de madre-sel va
pasaba haciendo arcos de columna en columna,
y al soplo del viento se mecía como el columpio
de un niño. En cada esquina habia una jaula,
~ en ella alborotaban los toches, los mirlos blan·
cos y los cucaracheros. Pasado el primer corredor,
sc daba á la puerta de lit sala, y luégo,
tomando á la derecha, se entraba á. un cuartito
muy blanco, y cuyo esterado brillaba de puro
limpio, y en cuya pared delantera habia una.
Vírgcn del Itosario adornada de rosas artificiales
para el tacto, pero no para la vista. Aquel
cuartito era ell'etrete de costura de Oarlota. En
una pequeña mesa colocada al pié de la Vírgen,
hacian hílera, con sus rótulos á la vista, algunos
libros -Novelas ?-No, ::oeñor: leamos. "Imita-cion
de Oristo." "Evangelio explicado." ___ _
-Ouriosa estoy yo con mi beateca, le decia
una tarde, á la hora de la comida, doña Rosalía,
bromeándola; todo es para sus pobres, y aunque
perezcamos todos.
_" Bien hace el que sirve más al bien comun
que á su voluntad propia" respoudió Oarlota,
aouriedo l'uborizada,
-Anda remilgada,
Citación recomendada (normas APA)
"La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 16", -:-, 1874. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2092965/), el día 2025-08-06.
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