Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
-
--____ -c:c:--¡~ s: S0 ~"--Jj ---___ ~ -
PERIODICO DEDIOADO A LA LITERATURA
Serie n. • Bogotá, 13 de Febrero de 1875. Número 23 .
=
CONFESIONES DE UN ALFILER-ESCRITAS
A UNA AGU.TA, AUIGi SUYA.
Mi querida amiga: i qué lejos están ya aquellos
dias felices en que nos hallábamos los dos
reunidos sobre la almohadilla de terciopelo encaruado
de nuestra ama J j Cómo en las noches
estrelladas nos aprovechábamos de su sueño
para confiarIlos mútuamen[e nuestros secretos!
Entónces como hoy envidiaba tu suerte, tu
talle de comadreja, tu ojo dorado y esa punta
tan sutil que atraviesa la muselina sin dejar
huella alguna. j Ah ! no eres como yo objeto de
elegancia, un juguete que se coge y se tira, un
esclavo sumiso á todos los caprichos !. ..... Eres
una obrera independiente, que trabajas en todas
las telas ricas y prestas tu ayuda á los mil antojos
y vcleidades de la moda.
Juzga cual es mi suerte. El dia en que nos
separaron estaba yo prendido en la gorguera de
mi ama; centinela vigilante protegia su cuello
de cisne contra las indiscreciones del c6firo. De
repente se dejó sentir en la atmósfera un calor
sofocante.
-Narcisa, exclamó la marquesa, quítame esta
pañoleta y abre las ventanas IJorq ue este saIon
está hecho Una estufa.
y N arcisa, cogiéndome entre S)lS dedos deli·
cados, me prendió en su corpiño de indiana, ni
más ni ménos que si fuere un alfiler pIe boyo;
sin embargo, ya sabes, mi querida amiga, que
Ruolz cubrió mi cuerpo con su dorado, que brillo
como un soneto, que soy elegante como un
madrigal y picante como un epígrama, y héme
de pronto reducido á servir á una criada vulgar
y adocenada. ¿ Cuál será ahora mi suerte y cuál
mi porvenir? Dame consejos, los espero de' tu
amistad.
LA AGUJA AL ALFILER.
-•
Me pides consejos, querido hermano mio,
cuando ya DO es tiempo de aprovecharse de
ellos. Ambos hemos salido del mismo horno;
hubiél'aste contentado con que te hicieran como
á. mi de ese acero bruñido que hace mi cuerpo
apropósito para el trabajo y útil á la industria;
pero has preferido tu brillante adorno y tu ele·
gante ociosidad; no has querido, como yo, pasar
el hilo por las telas y circular por en h'e los mil
puntos, con cuyo auxilo se fabrican el terciopelo
y la seda, acepta, pues, tu I3Uel·te, porque ya ea
•
demasiado tarde para volver atrás: no has nacido
pam una vicIa industriosa y debes seguir
tu destino. .
Si hubiese querido como tú sumirme en la
indolencia y no escuchar más que mi coquetel'Ía,
me habria :sido muy fácil; pero he creido que el
descanso debe seguir al trabajo y no precederle,
y que el que quiera guardar su pureza, debe
hacerse útil y agl'adable á los que le emplean.
EJ, ALFILER A LA AGUJA.
Mi incansable amiga: apénas hace dos meses
que recibí tu respuesta, y ya han perecido mi
elegancia, mi ju,entud y mi belleza. Mi camarera
Narcisa era una coqueta; me arrojó al suelo
con cólera un dia que le hice sangre en la
mano cuya blancura aumenta la p reza. Me
recogió un usurero, que prestaba diuero á la
marquesa; lnrgo t1empó pasé en la manga de
aquel avaro en compañía de otros muchos alfileres
del nacimiento más comun y que se burlaban
de mi ropaje reluciente. Sin embargo, á mi
esplendor debí mi libertad, pues me tomó bajo
su proteccion una sobrina del usurero y por ospacio
de mucho tiempo serví para sujetar los
ondulantes pliegues de su chal. Un dia dió un
mal paw en la escalera de la casa de una amiga
3uya, á quien iba á visitar: ella se levantó, pero
yo querlé t0ndido en el suelo, donde vergonzosamente
oculto en una de las junturas de los
ladrillos permanecí quince dias entregado á la
humedad, al polvo y á todas las materias que
destruyen la hermosura. A mis colores sucedió
la palidez; el cobre qpe forma mi composicion
primitiva comenzaba ya á mostrar ese veneno
que se llama cardenillo, cuando me descubrió un
estudiante de medicina. Era un muchacho cuidadoso;
se sirvió de mí para prender en la solapa
de su levita una fresca camelia. j Vamos,
me decia yo, ánimo! He servido á distinguidas
señoras; coquetas de gran tono, tí humildes
criadas .y'á traviesa!> modistas ; acaso ahora tenga
la dicha de pasar de las manos de un estlldiante
á la cintura de la jóven cuyo retrato
brilla en las paredes de su estancia. Mas ay! no
debia suceder así; mi estudiante me llevó al
hospital, á una sala sombría y desolada.
-Cure usted este brazo roto, le dijo el cirujano
en jefe.
-Estoy á las órdenes de usted, respondió mi
nuevo amo.
y congiendo con destreza el brazo del paciente
lo envolvió en largos vendajes de lienzo.
-Que quede bien sujeto, dijo el Esculapio á
su discípulo.
= ¿ Sel'á preciso coserlo? preguntó óste.
,
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
-
178 LA TARDE
-Crco que bastará. un alfiler.
Entónces, se parándome de la flor cuyo tallo
sujetaba yo á. su so lapa, me hundió con fuerza
en el brazo del e nfermo i la t e la era gruesa y
t enia muchos dobl eces, a si es que no pude resistir
aqu ell a presion y me torcí horriblemente
por falta de fu e rzas.
Aquí debe concluir mi vida; mi belleza no es
más qu e un s u eñ o, estoy corcobado y mi punta
está embotada. Ya no puedo servir más que para
suj e tar sobl'e un cadáver los largos pliegues de
su sudario.
LA. AGUJA AL ALFILER.
Pobre amigo mio: bien habia hecho en decirte
que toda b elleza es perecede¡'a, toda vanidad
humo y toda coquetería peligrosa. Has sido jóven,
seductor, lleno de gracia, y el mundo te
elevó al más alto rango. Bl'ÍlIaste en el seno de
la hermosura, y los poetas en sus mentidos versos
han envidiado tu suerte j crei te que la juventud
era eterna y que bastaba ser hermoso
para &er siempre feliz. Ha venido la edad y tus
colores se han marchitado i hoy te encuentras
pobre y abandonado, avergonzado de tu fealdad.
Yo he troLajado, y la persona, cuya fortuna
he aumentado con mi industria, me cuida muchísimo;
es seguro que no me hubiera. dejado
podrir con indiferencia en las hendiduras de un
pavimento, p(lrque yo le servia para ganar el
pan del dia siguiente. Asi es que he vivido siendo
la amiga y providencia de los que me han
empleado en su servicio hasta el dio. en que al
trabajo ha quebrantado mis fuerzas. Aquel ojo
que tanto envidiabas está ya ciego, pues se me
¡'ompió con el frecuente roce de la seda; en una
palabra, me tienes ya enferma é inválida j pero
como yo habia adquirido derechos á la gratitud
de mi ama, para coservarme ha cubierto mi cabeza
con una perla de lacre encarnado, y héme
con vertida en alfiler, ocupanJo el puesto de honor
en los pliegues de su corpiño, donde ninguna
mano temeraria vendr(t á atacarme Mis
l'estos mutilados son el símbolo del trabajo, yel
trabajo, hermano mio, es gua¡'dian de la virtud.
D : o
•
ELY ELLA.
,
El, echando á bocanadas
El humo de un cigarrazo,
Viene con otro del brazo
Riéndose tí carcajadas.
Al ver que están levantadas
Ciertas persianas, se pára,
Y al amigo le declara
Que har;í, muy bien si lo deja,
y así que 61 otro se aleja
Oambia nuestro hombre la cara.
Ella, juega en un sillon
Oon un galguito que tiene,
y ni bien siente que él viene,
Cambia la decoracion,
-Sal de aquí! y un coscorron
Recibe el pobre animal,
y aquella cara pascual
Se convierte, en un minuto,
En cara de medio luto:
¿ Qué talla cosa, qué tal?
-Oómo está. usted, señorita?
-Buena: ¿, y usted cómo está. ?
-Siempre bueno: ¿ y su mamita?
-Buena siempre: ¿ y su papá?
-Tal vez á. usted la sorprende
Mi visita ....... n ...... ..
--A mí? ¿ por qué?
- ¿ Se hace usted la que no entiende?
-Hable usted y entende¡'é.
-Que entendiera usted creí
Sin que yo se lo explicara.
-Jamas adivina fui
¿ O tengo de tal la cara?
-Está usted muy oportuna
-No es poca felicidad
-Espiritual, cual ninguna
-Jesus! j qué amabilidad!
-Haga usted la broma á un lado.
Hágala usted que la trajo
-No grite: estoy á su lado.
-¿ Por qué usted no habla más bajo?
-He venido, señorita,
A despedirme, esta vez.
-Agradezco la visita
Y la encuentro muy cortés.
-j Qué melífluo está su acento 1
-y su voz, i qué modulada!
-Está usted hecha un portento.
-y usted, hecho una mona.da.
-Deje usted ese antifaz
-y usted su rol de comparsa
-No le va bien su disfraz.
-Me es fastidiosa la farsa.
-Señorita, está usted dura.
-y usted, pasado, señor.
-Poco amable, y si me apura ..... .
-Poco atento, 6 lo que es peor ..... .
-Más fina yo la he tratado.
-y yo ha usted ménos grosero .
-Señorita, I'S demasiado ..... .
-Ya esto es mucho, caballero.
-¿ Usted cree que es un tesoro P
-¿ y usted que vale por cuatro?
-¿ Piensa usted que yo la adoro?
-¿ Y usted que yo lo idolatro?
-Ja! ja! ja! Me da usted risa;
Sublime, divina está:
- Suba sobre esa repisa:
¡ Qué chiche ! ja ! ja ! ja ! ja !
-¿ Usted se burla de mí?
-Es justo corresponderlo.
-En amarla un tonto fuí
-y yo una nécia en quererlo.
-¿ Dice usted que me ha querido?
-¿ Usted dice que me ha amado?
-Cierto es, pero así me ha ido I
• Ast tambiell la he pagado !
•
•
-
•
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LA TARDE 179
-Piensa usted que me avasallo
Pues con tomar mi sombrero ..... .
-¿ Se habrá. ido ~sted tí la calle?
Es pública, caballero.
-No vi mujer más mujer.
-Ni hombre más hombro yo he visto.
. Es usted un Lucifer!
- j y usied el mismo Antecristo!
-j La mujer! i así es su pago!
La mujer!. .. mezcla, que oncierra
El insulto y el halago,
Hiel, almíbar, paz y guerra,
Calor, frio, infierno, cielo,
Amor, odio, risa, llanto,
Virtud, crímen, fuego, hielo,
Esperanza y desencanto;
La ca.lma. y la tempestad,
Lágrimas y carcajadas,
La, traicion y la lealtad,
Caricias y puñaladas;
Maldiciones y sonrisas,
Nunca, 8iemp~'e, ya, .iamas,
Huracan y blandas brisas,
Querubin y Satanás!
-El hombre! i creacion extraña!
¿. Se le acercan? Se desvía;
Cree en todo si se le engaña,
Paga lealtad con falsía;
Es tigre y es un milano,
Es el placer y el dolor, ......
Es un esclavo tirano,
Es verdugo y protector.
Es débil y omnipotente,
Es la union con el desvío,
Dulce amargo, fuego frio,
Agua seca, hielo ardien te
¿ Me río? lanza un suspiro.
¿ Lo mismo? viene el enojo.
Me afloja si yo le tiro,
y me tira si le aflojo.
-Adios ! No nos une ya
NinguD vínculo :í los dos;
Pero :í usted le pesará;
A los piés de usted, i adios ,
-Adios! Usted lo ha qucrido,
Sea así: desleal! ingrato!. .....
Pero .. , un favor yo le pido:
Devuélvame mi retrato.
-Yo, desleal! ingrato, yo!
Eso es ! ¿ las culpas son mias?
No fué usted quien me trató ? ......
-y su ausencia de tres dias ?
- Bien le consta á usted que el martes.
Estuve enfermo ........... .
-No hay tall
Ha ido usted á todas partes
-1 Si la han informa.do mal I
-Mentiroso!
_.Yo lejuro ...
-,¿ Qué me jura.? ¿ que no es cierto?
-Por supuesto!
-Es un perjuro!
-Primero me ca.iga muerto.
-Vamos, sueltéme la mano
No merece ...........•
-¿ N o merezco?
-Es un pícaro, un tirano
Mire ...... á veces lo aborrezco.
-Dame un beso
-Se acabaron.
-Toma!
-Ay, Dios! besarme :i roi.. ....
A mis labios lo robaron
Los suyos ...... i qué gracia así i
-Hoy mismo te vengo (~ ver.
Me voy ahora ......
-Qué prisa. !
-Tengo una cosa que bacer
Muy urgente y muy precisa
• Siempre anda usted con urgencia.s
--Sigue el usted? y qué l'igor I
--No le faltan diligencias:
Ni que fuera corredor!
Si :i la oracion no he venido., .. ,.
--No te dejo ni una mota;
Sen tada allí me he dormido
Tres noches como marmota..
--Hasta luego; feliz salgo
Reconciliado contigo. . .................................. ..
..... , .................................. .
y ella fué tí buscar su galgo,
y el fué á buscar su amigo.
ESTANISLA.O DEL CAMPO.
---~:~~:----
EL PEPITO VIEJO·
La infancia es dichosa. Todo en ella. es inocencia,
todo alborozo, todo place¡·. La senda que cntónces
huellan las plantas del mOl'tnl, no tiene e pinas ni
abrojos: no hay en ella iuo ro as en el suelo y aves
en la arboleda. Y ése el mundo á lo pompo~o y
engalanado cual un visto~o jardin. Oomo en la. mañan!\
del dia, en la de la existencia hay auroras lujosas d\! luz
y dorados al'l'eboles; hay armonías; hay perfu-mes
embriagadores; hay ura. y entusinsmo.
i Quién en una. de sus horas de afan y ang1l5ti:l, en
uno de sus dias de hastío, en uno de S l\' momentos ue
arrepentimiento por la falta cometida, por 01 debet·
irrespct!\do ; quién, decimos, no ha vuol to má de una
vez su pensamiento hácia las ¡'iberas de la infanci:J, y
suspirado por 'lquellos dias de inoccncia y felicidad?
Pero la niñez está en ab~olutc esenta de pesares.
Hay amas regañonas, cal'a de tempestad, que le hurtan
al niñJ los juguetes por sólo el placer de verlo rabiar,
que le Pl'ohil>en los dulces, que lo importunan pc.l'
su desaseo, que le hacen etemos sermones sobl'e la.
necesidad de juicio y sobre la. ejemplar conducta de
los niños de la vecindad. Hay papás ceñudos que 110
pueden sufrir el1 la casa. el leve ruido de una. mosca,
pero que sí gritan como unos cazadores, sin parar
mientes que tambien los demas tienen tímpanos scn-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
•
•
180 LA TARDE
sibles. Hay libro!", los enemigos m ás crueles de la
in fancia, los pcrtmbadol'es de todos los plancs de pícaras
aventuras. Hay, en fin, maestros que no se
acuel'dan de sus fechorías de antaiíü, por lo cua l exigen
que l os rapaces pionsen con madurez y apro vechen e l
ti empo coruo un os filósofos sesudos .
La juventud es la edad d el amor, del entusiasmo,
de los sueños, de las esperanzas; es e l concierto de m i l
dul ces voces; es el jardin de fuentes bullidoras y de
flor es ricas de aromas y matices .
ciudad. Si alguna Lella le hace un olemno de 'precio,
' 1 lo soporta con una rcsignacion hel'óica. Los pepitos
I 'jítimo lo miran de o layo y lo maldicen de todo
COI'azon, Algunas damas lo tratan con ciert.o cllriño,
inspirado más por el rC e pcto que por la simpatía, y él
se baña en agua rosada creyéndose todavía cductor.
L:\ noche en que lo conocímos, preguntamos con
candor quién era ese jovencito. Y quién no se engaña 1
Tiene dicntes postizo~, más blancos que la nieve.
Danza quo es un primor, con máo dengues que una
niña melindros a y más agilidad que un acr6hata.
"Las ilu iones en tl'opel vistoso El soltcron es inútil, amen de nocivo.
• Revuelan SlU cesal' ante u vista, No sirve para maldita la cosa, Sus hormanas son
Sonidos armoniosos murmurando, sus o clavas . El día qu e encuentra en la camisa un
Jl.IurmuranJo de amor frases divinas." pliegue desairado, nna mancba ca~i invisible, de se-
. " . " , gu r o que arma camorra. AbUlre á todo el mundo. Es
. La Juventud scna un para ISO , un perpetuo 1c1lho, SI maniático y charlat:1l1.
no hubiera p '\s i one,; fogosas que c~mbatcn e l alma, Noci,;,o porque é l es una constante amenaza á la mocomo
el ~oplo de los hura ca ~lcs mar~n os com?aten la I rali dad pública, Un corazon de veinte años guardará
navo meCIda en alta mar: SI no hubIeran a~JlIgos co~'- pasiones fogozas, ardientes y t e rri bIes; pero al lado
ruptores quc albagan como el alacran ~ a r a llltrc;>ducn: I de el l as b"y Doblez2- porque bay dignidad. El de un
su ven e no en l os corazones no contamll~ad os aun:. SI olteron 110 contiene más que egOlsmo y viles pretenno
bubiera mujeres que, como Ne~'on, n on de l os m ciones, Por ésta y otras mil razones, que por hoy decendio
s que prenden, y como la SIrenas do Homero, positamos en cl tinte r o, cou la condicion de liue nos las
con el encanto de s u voz y la melodí,a ~le su acent.o d e nlC h ' a de'Spues, en manera alguna admitimos el cematan
,a~ ~mprudente que se c1eteng?- ~ ?Irlas. li bato , gangrena social y fuente de calamidades pú-
Lavll'lhdad es la edad del buen JUICIO. Ya las po., !.Jlica.
siones se hallan amortig undas. Ya la. tempe~ades han Tres son la s ca us as del celibato masculino: la mala
amainado. Ya pi ~ n s:\ uno con se rel1ldad y vo l~s cosas "ida pa sada , el orgullo y la tacañería.
como ellas son, Serta esa edad reposada y umforme, El hombre cuya juventud pa ó entre las oleada, de
si no hubiera p olítica , que trastorna cl juicio m~jor la corrupcion; que desde t e mprano se entregó en
sentado, hace á l os h o mbres unos ,traficant~s del, ho- cuerpo y espíritu á l os tres enemigos del alma; que
nor y de la verdad, quebranta vmculos SImpátIcoS, en crañó cornzones confiados y que se re,;,olcó en el
enloda fre ntes limpias y deprava corazones bonrados; f¡lI ~go de s us p as ion es innobles ; e e hombre es ya insieno
hubiera. obltga ciones dom é ticas que les rouan capaz de sentir un am or cual el matrimonio req uie re,
el sueño á los ojos y la paz á el alma. . amor puro, de s interesa do y fi e l. Con razon que so es-
La vejez, si bien su hielo, tiene .muc~o de d~lce. S! pante ante los conyuga le s , cual s i vieso abier-huyeron
ya las esperanzas de aca ab,aJo, empl ez~ n a to á sus piés un abis m o in fondo, , .
repartir su luz las es peI.'anzas que d esc Ien:c1en del CIelo, Hay s uj e t0s que se fUl'man de SI mismos una Idea
En l os hij os y en l os lllet~s se ,:e el an?IanO r eprodu- m ás vasta que el uIJivel'so con tO ll::s sus 010]('S y sus
cido, y siente que su eXI~tencla se ?tlata, como. la infinitas inmensi dad es. E~ dóndo podrán ha.llllr una
onda. que e l golpe de una pI edra form ? en un lago 1l1~ mauo digna de ser unida a la. suya; en dónde un coramen
so , como ~l eco de un:>.. voz repetIda ac á y a c nlla zon que mel'ez ca su amor?
por las r oc as de la montaña. La vejez s:ri3. la e.dad Hay otros que desde j óvenes se entregan al ajio y
del d esca n so y de los gratos rccuerdos SI n o hubIera á In u¡;ura, ApéO'anse al rlin p!,o como la. ostra á la
hijos des~bediente~ que i.l:r es~etan las caUllS de s~s r oc~, como e l á rbol á I:l. ma d r e ti e~ ra. Elbs recbn.-r.an
padres; SI no hUlllera hIjas mmoderadas que m as c l m:.lrirnonio co mo un ma l n egocIO . Cuando les llega
bien presta u oido á SJlS vanidades que á las am onesta- á el alma la tentacion de l amor, la auyentan con el
ciones del anciano: si no hubie ra gota que tulle los soplo de un cá lc ulo. Oh! se gasta tanto en mantener
piés é hidropesía que bincha las pi e r~as. viva l a llama ele un b oga r! ¡Se ban puesto tan cllros
le en alto grado es la v ejez , cuando ella la s telas y lo co m es tibl es l. . . .. . .
eabe r e p etar se á sí misma. Conocemos cab ezas canas \' olvam os á nuest ro don Canuto, porque él jamas
ante las cuales s iempre descubrimos la nuestra, com o pe rd ona In más lige ra d es atencion.
Fi p asá r amos p or laf; pue rtas de un santuario. La cien Ouando so persU3da d e lo ridículo del papel que
ci3. y la virtud embellecen ros tros rugosos . Forman d esl'mpeña; cua ndo libro ya de u nécia vanidad, pae
llas una amalea en t orno á una cabeza c'lrgacla de see los ojos on tomo s uyo, y se vea aislado; cuando
años y merecimientos. ya la s m úsicas y las luces de los bailes no soan bas-
Pero h emos d~ch?, l.a v eje z .es respetab.l~ s iempre tan tes poderosas :i a tu rd ido y ueslumbrarlo; cntón?es
que se res pete l es~a condlclOll fal ta, elltid. e n su alma un {l'Ío s e pulcral y un negl'o vaclO :
fa lta toda respe tabiliuad. entó n ces por atOlondrarse se lanzal'ú á las tempe;,ta-
Nada hay más ridículo que un pepito 'oie.Jo , des de la política, ó se dará en cuerpo y alma al de-
A dur::.s p e nas hemos ll ega do á nuestro t e ma: lJe- monio de la aval'Ícia, ó se adormeced con los regalos
mos como el lector l o ba visto, tal vez no sin enfado de Baco.
Él it~paciencia, hemos hecho mil rodeos ántes de ponerle
la mano.
Y á qué ese hueco cbaI'latanismo y ese binchar fra.
es sin sentido? Preg untará quizá algun señor asombradizo,
de esos para qui e nes" el tiempo vale dinero."
E s que el respe to ba extraviado nuestra péñola, y
ueteuídonos ante el vene mble sujeto que vamos á I
nnalizr.r. Sí respetamos á don Canuto, porque al traves
de sus cosméticos adivinamos sus cabellos blancos
y las arrugas de Sil ros tro.
Dicho señor frisa C011 los cincuenta y dos; pero él
no se da por entendido. En vano el tiempo le golpea
l a espalda con su mano de esqueleto, y le lanza sobre
l a cabeza pardas cenizas; que él subsana al pront.o
c ada berida y tiñe cada cana importuna.
Yeréislo lector nuestro en todas las tertulias de la
EIi:RIQUE ALVARFZ.
IEntoncesy hoy!
I Tempus ridendi, tempus dendi!
Eclesiaate1l.
i Todos juntos allí... cerca del leño
Del hogar •..• mis hermanos y mi madre ••••••
-j Porque en el cielo estaba nuestro padre!Cada
cual nuestl'a dicha y alegría,
En dulce medio·sueño,
Contaba. y BonreÚ\ ! ..•
•
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
LA TARDE 1 1
i Y los años huyeron ! . .. ¡ Divididos
Familia y bienes . .. ¿qué nos resta? ... ¡N adn!
i Roy somos una. raza. desgraciada
Que como a r enas de la playa, erramos ...
y dicha, y tiempos idos,
Contamos .... y llo ramos! ...
TEmsTo cLE'3 TE.TAD .L
TU Y YO .
1.
Tú crea hel'illo.;¡a, modosta y pura,
Tierno, Elcosible y amante yo;
Tú eres el ángel de la ventura,
Yo soy un alma que hirió el dolor.
lI.
Yo soy la noche, tú eres el dia,
Yo soy la lira, tú la cancion,
Yo soy la planta, tú la ambrosía,
Tú ere.3 el anra, y el árbol yo.
lII.
Mi amor es tuyo, tu amor imploro!
Seré tu amparo, serás mi bien!
Enjuga amante mi acerbo lloro,
Que yo tus sueños realizaré!
J. M. VELASCO CASTILLO.
EL REY DE BASTOS.
l.
sala ménos enneg'recida dol castillo, en nn l ocho
con pabellones usados por el tiompo, un anciano,
colmado de años y acribillado de las nobles
cicatrices de la guel'1'1l. pasaba por el duro trance
de la agonía.
A l a cabecera del lecho habia dos hombros y
un porro viejo. E l uno ora sl'xajenario y estaba
llorando; el otro tenia apénas veinticinco años,
era hermoso y se hal1ab" en una actitud triste
y altin i no ll orab a, porque las l:ígrimas son
iudignas de un hombre, pero la expresion de sn
fisonomía a testiguaua q U El su dolor 116 em mónoa
grande que e l del otro.
Este último e ra el hijo del moribundo; el
otro no era más que un criado.
Estas tres personas y el perro viojo e r on los
únicos habitantes del castillo; y pOlo cie rto que
en aquella época de servidumbre muy pobre
d ebia ser l1.quel noble que no tenia :í la ca becel'a
de su l ec ho de agonía mns qu e l.ll j óve n,
un criado inútil y su perro, ose tipo por exce lencia
de la fid e lidad en el infortunio.
El moribund o habia sido un valeroso so ldado .
Eayardo, su padrino, habia tenido en él un
digno ahijado, y su amo el rey un dofen~or decidido.
]~l guerrero moría pobre y solo, pero su última
hora era apa cibl e, serena, maj estu osa como
el ocaso de un h e rmoso día: habia vivido bien,
y mol'Ía como habia vivido.
-Recto r, d ec ia. á. su hijo que se hallaba en
pié, inmóvil y si lencioso á su lado, cuando ciúrre
l os oj os, irás á Paris.
-Está. bie n, padre mio , re s pondió el jóven
con una voz tristo y sonora.
-En ese cofre hallarás un bol. i!lo ll e no de
oro, que me ha costado veinte años de trabajo ...
trata pues dc economi~arlo. Tomarás mi es pada
que está colgada aquí en mi cabecera, que es
vi eja como yo, y que como yo ha h erido siempre
En un valle situado entro Gab y Grenoble por delante, no lo olvidos. En la cuadra hay un
existen todavía, á. la hora. en que escribimos, las ca ballo jóven de nu estras montuiia s, ardiente,
ruinas de un castillejo de la edad media, desha- infatigable, y que to llevará de prisa por esos
bitado hace muchos siglos y que, en 1ns épocls mund os ; móntale en seguida.
caballerescas, fué la residencia de valicntes no- -E tá bien, padre miu.
bIes, de los cuales el último es el héroe auté n- Irás á v e r al r ey Cárlos IX y le dirás: Se-tico
de la presente historia. ñor, soy noble y me llamo Furmoyer. Y el rey
Muchas veces en nuestra infancia hemos vi- si tiene memoria, se a cordará que hubo en sus
6itado con la. escopeta al hombro esas ruinas ejércitos un capitan con este no::a bre que le
que, á decir verdad, no tienen nada de curioso salvó tres vec es la vida: cse capitan soy yo.
para. los arqueólogos, pero cuyo nombre y pinto- Lo sé, padre mio.
rezca posicion seducen y encantan. Muero pobr e ; nue"tro castillo se derrumba
Este castillo, en el dia arruinado, se llamaba como nuestra raza, d e la que eres el último
la . haóitacion del r ey de Bastos, y se hallaba vástago. Sé valiente, y sosten con tu brazo y tu
edificado sobre una roca dominanao un valle corazon la. lealtad de tu sangre y 10'S muros endonde
se descubren gt.'andes viñedos y hermosas 1ireabiertcs d e tu castillo. El rey cuidará de tÍ.
pradErras. -Sereis obedecido, padre mio. ¿ No teneia
Chasco se llevará el que pregunte al labrador nada más que mandar?
que ara la tierra alIado, ó al pastor que lleva -Uoa. sola cosa: un afecto sin límites el sen
pastar su rebaño al sitio mismo en que estuvo ñor duque de Aojou, en el dia rey de Polonia.
la plaza de armas, porqué le llamaron la. habi- Enrique de Va10is fué mi discípulo, yo le tuve
tacion del rey de Bastos; para. saberlo, hay que en mis brazos cuando em niifo, y le amé como
tomarse el trabajo de ojear las crónicas del te amo. En la batalla de Montcontour, la. espaDelfinado
en la Biblioteca de Grenoble donde da del duque de Anjou cortÓ nn brazo que me
se halla la historía siguiente; . amenazaba; sin él, tu padre habria muerto diez
n,
Una noche de agosto del Año de 1488, en 11\
años ántes. Acuérdate de eso, hijo mio. Además,
ten muy presente lo que. voy á decirte: te pareces
tanto al rey de Polonia, que si oa vies~ á.
los dos juntos aquí ahora, vestidoli con el ml.S ~
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
•
•
•
1 2 LA TARDE
mo traj e, ñ0 sabría cual !,le los dos es mi hijo.
El j óven hizo un ademan de sorpresa.
-,i, Quién sabe, dijo el viejo inspirado, si la
Providcncia no oculta algun designio en una
circunstancia tan extraordinaria? ¿ Quién sabe
si Dios te reserva el honor de exponer tu vida
por un rey corcnado ?
- Lo haré, dijo sencillamente Héctor de Furmeyer.
y sin duda subió de su corazon á su cerebro
una bocanada de orgullo caballeresco y de noble
ambician, pues levantó altivo la frente como
su padre y murmuró:
--Quién sa be ?
El se ñal' de FUl'r.:leyer murió aquella noche.
Su cuerpo fué depositado en la tumba de sus
antepasados, y Héctor de Furmeyer, despues de
~aber gritado tres veces al umbral del sepulcro:
Adius, padre mio! montó á caballo y desapa·
• reClÓ.
El viejo criado y el perro se quedaron por
únicos guardianes del palacio desmantelado, toda
la herencia paterna!
IIl.
Quince dias despues, esto es, una mañana del
mes de Setiembre del mismo año, un hombre á.
caballo que iba por el camino de Borgoña y una
litera que venia de Paris se detuvieron casi simultá.
neamente en la posada de la Encina Coronada,
en Villauueva de San Jorge, bonita aldea
que se encuentra entl'e Paris y Fontainebleau_
El jinete era nuestro jóven amigo el conde
Héctor de Furmeyer, montado el:. su soberbio
alazan con una pobre maleta sobre la sil1&., ceñida
la espada paternal, y en sus calzas el bolsillo
lleno de oro que habia hallado en el viejo
cofre que le indicó su padre, oro que habia economizado
en el camino como se economjza y se
guarda el único talisman en que ve uno su for-tuna.
,
El jóven habia caminado á cortas jornadas,
al trote algunas veces y otras al paso, pidiendo
la hospitalidad cuando le sorprendia la noche en
la verja de un castillo, ó por lo regular acostándose
en una mala posada, con malas provisiones
de boca y mala cama.
Sorprendido la vispera por una tempestad, se
habia guarecido de ella lo mf;ljor que pudo en la
cabaña de unos leñadores del bosque de Fontainebleau,
y habiendo sabido allí que estaba ya
cerca de Paris, se puso de nuevo en marcha á
eso de las dos de la mañana, tan deseoso estaba
de llegar á las puertas de ese Paris celebrado
ya en aquella epoca, y que llamaban lagmnq,e
ciudad.
Desgraciadamente, al cabo de ocho horas el calor
del dia le ahogaba, e 1 caballo sudaba á chorros,
el horizonte estaba desierto, y Paris se hallaba
léjos todavía.
porque era modesto y sencillo como lo son siempre
las personas noblemonte altaneras.
Apénas se habia sentado lÍ descansar esperando
que le trajeran el refrigerio, cuando la litera
se detuvo en el umbral y bajaron de ella dos
mujeres jóvenes y hermosas, tan hermosas que
el conde Héctor estuvo á punto de lanzar un
grito de admiracion al verlas.
Ambas iban vestidas como unas sencillas damas
de la nobleza, pero su aire de elegancia y
sob"e todo el acento pausado é italianizado con
que pidieron un cuarto al posadero, acento que
Oatalina de Médicis habia puesto entónces á la
moda, denotaban bien á. las claras que eran señoras
de alt:J. alcurnia, para que el jóven noble
no se engañara, á. pesar de que jamató habia visto
la corte.
La una era rubia, pequeñita y robusta como
una pintura de Boucher ; la otra, por el contrario,
era alta, esbelta, morena, con los cabellos
negros, los ojos negros, las manos delicadas, la
nariz atrevida, la boca de un rojo subido y la
frente pensativa y ancha; su mirada era profunda,
fija, é involuntariamente hacia bl:l.jar los
• OJos.
Pasó del brazo de su compañera sin notar la
presencia del jóven, pero este, por el contrario,
la devoró con los ojos, y sin duda se puso á pensar
que el hombre que pozeyera por único bien
la sonrisa y el ccrazon de aquella mujer seria
el hombre más rico de la tierra.
-Nevers, dijo á media voz á. su compañera,
vamos á pasar el dia aquí. Estoy viendo por las
ventanas de esta sala la verde copa de un castaño;
el posadero nos dará alguna cosa bajo. su
sombra, y tú me leerás despues de la comlda
algunas páginas del nuevo libro del señor abate
de Brantome.
-Sí señora, respondió la rubia incliná.ndose
respetuosamente.
-Pobre Nevers, la dijo riendo, estás tan
acostumbrada á tratarme como reina delante de
la gente, que delante de tu posadero te olvidas
de que eres mi hermana y amiga: ¿ no sabes
pues que viajamos de incógnito?
-Teneis l'azon, mi hermosa Margarita, respondió
la que llamaban Nevers; trataré de no
olvidarme de ello.
-Ven aquí, dijo Margarita tomándola del
brazo, ven á la sombra de los castaños, donde
tendremos un festin mejor que en la mesa de
mi hermano Oárlos.
Héctor de Furmeyer se hallaba á distancia
para oir este dialogo; pero Héctor veia y ad,miraba,
sin oir ni compl'ender nada_
Ou¡¡.ndo las dos damas se instalaron en el
.ardin bajo el árbol que les habia gustado tanto,
JHéctor halló su puesto tan oscuro é incómodo
que suplicó al posadero le sirviese la comida
junto á 181 ventana que daba al jardin.
Héctor, para no acabar de matar á su caballo,
juzgó prudente apearse en la posada de la Encina
C01"Onada para tomar un poco de descanso.
En efecto, arrojando la brida á un mozo de la
cuadra que se presentó, entró en la posada, y
pidiendo un vaso de vino y un pedazo de carne,
De colocó en el riucon el máa oscuro de la sala,
El posadero obedeció, porque no vió en ello
ningun impedimento.
Como es fácil de prosumir Héctor comió muy
poco ó nada; pero pegó su ojo á las persianas
medio cerradas y clavó sus miradas en las dos
mujeres que comían uvas una á una como dos
palomas delicadas, desdeñando los platos de
carne que tenian delante.
Héotor parecido á. esos niños á. quienes se
•
•
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
-
LA TARDE 183
-
enseña una imágen de la Madona, protectora El parecido era extraordinario, salvo la difede
los marinos, y que, consagrados por inclina- rencia de que el rey de PoloDia tenia la mirada
cion á la vida marítima, cruzan las manos y más severa y más altivez en s u frente _
oran á e,a estrella divina. que guia á los buques Caballero, dijo Margarita sonriendo á Hécpor
el inmenso océano, Réctor juntó las manos tor, la naturaleza tiene caprichos sin g ulares coadmirado,
creyendo ver en aquella mujer her- mo lo prueba el haberos dado el mis mo )'ostro
mosa y desconocida, su futura estrella polar, su que:\ mi hermano. Perdonadme el engaño.
puerto de salvacion en Paris, en ese otro océa· --A mi me toca, rcspoudió Héctor cuya vozso
no de locas y siniestras tempestades. alteraba cada vez mál:!, á mi me toca pedir gra-
AlH permaneció inmóvil y atónito adorando, cía y perdon por la indiscrecion en que he incurpor
decirlo así, en la sencilla frescura de su al- rido poniéndome á esa ventana. He sorprendima,
aquella maravillosa criatura que se le apa- do sin querer el misterio en que os envolviaíó.
recia como un {tngc!. Si teneis interes en conservar el incógnito os
Pero entretanto que admiraba mudo y teme- juro que el secreto os será guardado.
roso, las dos hermosas damas comian y char- Si á primera vista néctor de Furmeye\' tenia
laban. ¡, un ¡'ostro ménos altanero quc el rey de Polonia,
-Nevers, decia la morena, ¿ no es cierto que cuando se le examinaba atentamente, se veia
es hermoso salir el mejor dia. de Paris como que en cambio era más jóvcn y hermoso.
hemos hecho, sin ruido y sin estrépito para vi- Margal'ita le miraba escuchándole, conmovida
vil' durante quince dias en las praderas yen con la triste y grave melancolía da su voz que
los bosques, hablando bajo los árboles esa her- parecia velada por secretos padecimientos.
mosa lengua latina que sabemos tambien como Caballero, le dijo al fin, ¿ puedo preguntamaese
Dionisio Lambin, el profesor de la uni- ros porqué os hallais aquí, y cuál es vuestro
versidad ? nombre?
-Es magnifico en efecto, respondió la rubia, Me llamo el conde Héctor de Furmeyor. Mi
tanto más cuanto que no llevamos de tras do padre muerto hace quince dias, era capitan en
nuestra litera los guardias de su Majestad, y los ejércitos del rey Cárlos IX.
entre otros el coronel Harnibieu! ---Me acuerdo! exclamó espontáneamente la
La morfina soltó una ea¡·cajada. reina de Navarra j mi hermano Enrique de Ya-
-Loca! la dijo! olvidas que l\i. de Crillon es lois me ha hablado mucho de él, diciéndome
el mejor capitan de los ejércitos del rey, y que que le habia oido decir repetidas veces; señor,
Enrique de N avana mi buen esposo, hace de él tengo un hijo que es vuestro retrato!
gran aprecio? ---¿ Y vais á Paris ? continuó Margarita com-
-Oh! no lo olvido; pero tiene una cara tan placiéndose de interrogal' al jóven.
particular_. _ ---Si señora.
Cuando la duquesa de Nevers acababa su ---l. Yeréis al rey?
frase, su colhpañera dió un grito y se levantó ---Lo creo.
tendiondo los brazos hácia la ventana. ---Tomad, amigo mio, le dijo e¡acando un brí-
En la ventana se veia una cabeza pálida y , liante de su manó; de noche no os abrÍl'in el
con-yulsiva, la de Héctor de Furmeyer, que con po~tigo del Louvre, pero si v~is de dia, ~o telas
lmprudentes palabras de las mujeres acababa nelS más que hacer que ensenar este amllo al
saber al mismo tiempo á qué categoria perte- capitan de suizos que os introduzca. Sin embarnecia
la que tanto le asombraba, y lo pronto go, os aco~sejo q'!e espereis mi vuelta al Louvre j
que debia encerrar en lo más recóndito de su yo os servlré de mtroductora.
corazon sus locas y temerarias esperanzas. ---Esperaré con mucho gusto.
_ Enrique! gritó Margarita de Vdois, por- . ---Iba á Fontainebleau por quince dias, pero
que era ella, creyendo reconocer al de Anjon. bien pensado, intes de ocho estaré de vuelta.
-El duque! exclamó á su vez madama de ---Oh! oh! pensó Nevers, muy complacient.
N evers. está
. Mi het:mano !
-.El rey de Polonia!
ron á un tiempo á ambaa j,¡¿1
la ventan
ese
con el rey
el punhermana
se engañara.
murmuró Margarita. de Valois
""sto.
tan rara! esclamóla duquesa. de
• pumer momento de sorpresa la rei-experimentó
una especie de rabia.
en l
Citación recomendada (normas APA)
"La Tarde: periódico dedicado a la literatura - N. 23", -:-, 1875. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2092939/), el día 2025-06-30.
¡Disfruta más de la BDB!
Explora contenidos digitales de forma gratuita, crea tus propias colecciones, colabora y comparte con otros.