Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LUZ Y FE DAN FUERZA.
LA MUJER,
REVISTA QUINCENAL
EXCLUSIVAMENTE REDACTADA POR SEftORA.S Y BEftOR[TAS,
!lAJQ LA DIRECC!ON DE LA SEi~ORA
SOLEDAD ACOSTA DE SAMPER.
N.o 35 . r JUEVES, ABR[L 15 DE 1880. i pRECIO ;~Q C~.
ESTUDIOS HISTÓRICOS
SOBRE LA MUJER EN LA CIVILIZ.A.CION.
CAPITULO UNDECI:MO.
LAS MUJERES
EN LOS IMPERIOS DE ORIENTE Y OCCIDENTE.
( CONTINUACION).
1
LA vida de Santa Elena encierra la
historia del triunfo del cristi~~.nismo en
el imperio 1omn.uo.
1. Quién era Santa Elena, en qué
país ba.I.Jia nacido y cómo había ceñido
la púrpura itoperial1 Como no nos
gusta dar datos erróneo:; y como en.
contrúuamos vt\rias opinione'l cutre
los historiadores acerca del lugar de
su nacimiento, uos propusimos aclarar
el punto, y despues de muchas indaga.
ciones crecmo1l haber encontrado la
verdad: Santa Elena ern. natural de
la Gmn BrPtaiío., é hija de Coel, Rey
de los Bretone:; de Essex. Su veráadero
nombre era. 'l;iboen, que los romanos
convirtieron en Elena. (*) Una
1
hermana En:ya Guala (Juli:.~ ) era ascendiente
de la familia de los Todores,
de la cual desriende la presente
Reina Victoria.
* Elena signiflcab~ miscricurdi«Ja po1:qne lo
era cou los pobres.
Encuéntrase en las cr6nicae de la
ciudad de Colchester su nombre, y en
los registros q'JC se habían preservado
allí se dice que TilJOen 6 Elena naci6
eu el año de 242. En conmemoracion
Jel honor de haber sido aquella ciudad
el lugar del nacimiento de la.
Santa, ha.!>ta el clia las armas de la
ciudad llevan \lna c1·uz entre tres coronas.
Elena recibi6 desde ~u infancia
honores régios, porque su padre
la pen!;aua dejar una parte de sus Estados.
Su grande inteligencia, sorprendente
belleza, suR conocimientos en
las artes musical y poética, sus ciencia
de las lenguas griega, hebrea y
latina, llamaron la atencion de Constancio
Cloro, futuro Emperador romano
y vencedor de los Galos, el que,
habiendo declarado la guerra al Rey
Coel, no admiti6 la paz si no le concedia
la. mano de Elena. Esta es una.
de las muchas versiones de aquel matrimonio
que refieren algunos historiadores,
y la tradicion de la ciudad
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246 LA MUJER.
de Colcbester las corrobora, aunque todas las mujeres de aquella Corte y
muchos historiauores y teólogos dicen basta las esposas de los peores y más
que era natural de Nicodemia é bija crueles pérseguidores de los cristianos,
de un hospedero. Pero creemos que profesaban ocultamente la fe de Cris·
no hubiera semejante tradiciou en la to. Constantino aprendió, pues, á caGran
Bretaña si Santa Elena no fuera nocer, á honrar y á comprender el
Dllcida allí. Existe ta.mbien la tradi- cristianismo desde su primera infancia,
cion de que Constantino el Grande na- aunque todavía no se h~bia convertíció
en Colchester. Constan cío Cloro se do. A la muerte ele Constancia, éste
hizo dueño de casi toda la. Gran Breta- nombró á Constantino su sucesor en
fía, é hizo edificar las murallas de Col- el Gobierno de lns islas Británicas y
cbester á instancias de su consorte. la Galia. Apéoas fué declarado César,
Mandó fundar la ciudad de Worcester, Cons:.antino llamó á su madre á la
y la Iglesia parroquial de aquella ciu. corte, y desde ent6nces todos los bedad
se llama. Saut:J. Elena. cl10s buenos de su reinado fueron ins-
Despues de algunos años de resi- pirados por Santa Eleon, y todo lo madencia
en la Grn.n Bt·etaña, Constancia lo que hizo la causó muchas l6grimas.
pasó á Alemaoin con su esposa y un Hay una tierna leyenda que dice que,
gran séquito. Elenr ero. ya madre de una vez fué tanto lo que lloró, qne de
varios hijos cuando el Emperador sus l{Lgrimas nació una florecita ama-
1'Iaximino obligó á Constancia Cloro á rilln. que parece formar gotas, la cual
que repudiase 1 Elena y se casase con se llama. en Inglaterra heleniwm.
su entenada Teodora. A esa precio Al volver ú Italia, Constantino inse
le nombraría César é iría á reinar trotlujo ú su madre á los ejércitos con
en Bretaña y en Galia. Parece que el nombre de Augusta, y la moneda
Elena lo alentó para que cumpliera que mandó acufíar llevaba la efigie
los deseos del Emperador, y Constan- de Santa Elena.
cio Cloro se desposó con Teodora y U nn. vez proclamado Emperador,
partió con ella para su Gohernacion Constantino vió disputado su imperio
en la Gran Bretaña. Elena se e!ln
de lbt~ tle oro; en el extremo ,)e la
ph:11 babia una corona cnru¡uocida de
thamautcs; on tnt:dio so vciau la!! tlol-1
prtmcras lotms tlcl nombre .lu Uri11t0
eutrclnzadaH, y uu la te~a veían ,. lo~
retratos dd Emperador y tll! su" lujoH
E,,te l!~truHiart~J, al que ~e tlió l'l 110111·
Ul't:l d<• l í{xu·o, en~ lJe\lltiO liiiCC!liHI·
ILICII!C por CJUCUI.mta lJOIJIOrcS, elegÍ.
dos por< 'oustautino eutn• lill gunr.
dius co111o los m(L.'i \ nlicutcs) 1111 1 o .
A lenta lo por la cd • te \'Í INl, 1 o \tiello
co pr · ont:u In hatnlln 1 u cuu.
u11go, eu la cunl Máxi111o fué \cliCJdo,
pcrct:lutH.Io ahogado al l}ncrcr, eH sn
fugn, \ adcar d J'd)er. Hulllll alorÍ•Í su~
pm•rta;; a Uoustunuuo, y,.¡ JJIIU\u ~ciior
del u•uutlo, llatUÓ ccl'l·a tl~1 llÍ al
Papa Sau ;-)tlvestrc para. que le iull.
t ruycra. on las \'erdades de la rel igiou
cri:.tiana, do la cual hizo profcsiou pú.
blica, siendo ¡,u primer cuidado pu.
Lhcnr un edicto en fa\'or del Cristia.
llÍSIIlO.''
Constantino proscribió la idolatría
en todos sus &tados, maudó corrar los
templos paganos y romper los ídolos,
poro no persiguio á los itlólatrns; demasiada
seguridad babia. entónctls en
el tnullllo de que nt.tc la l,rillllote luz
del E\uogelio t~.•uinu que acabarse los
ah~tmlos ídolos del pngaui~mo que ha.
lno. rnu~::rto, paro. tmtnl' de extirparlo
por la fuerza.
Segun otra trnuic10il poco conocida,
l'oustantiuo vacilalu~ uúu eu su com.
plott• cou,er:-;Íou IÍ la \ett.ladera fe,
cu:mdo ~>e 'i6 atncrtJo pur una horrible ¡
lepra t¡ue declu m ron los médicos era
1 iocutahle. l:)u tuaJrc cntónces oraba. 1
noche y uia ptdieudu su balud, y en
todo ellmpt.nio t-e hncin otro tanto,
puro C:ou,tantiuo llo tuejorabn. Un
tu~dico pagano ort.lc11Ü cutúuccs que
le dietan uu Laiio cu la ;,;~ugre de ni.
fios de ruéuos ue bÍCtc años. Hiciéron.
lost~utrar al:~po!:>eulo del Emperador,
y preparalmu la \'U~ija, cuuodo Cons.
tuntiuo, Lorrorizado L'OJI !>cmejaCJ.te
crucltlad, Jes¡Hdió :í los uiiios y los de.
voh ití {¡ ~us 111adrc . E"n uochc vió en
-ueños a San Pe.Jro y u • 'a u Pablo que
11:! gll y ~in ri"al clcscnollB.
Guardan ~ lencio fuAntoa y caecndas,
El ciouo audn, ol ctliro ligero,
Los olas de ]a mnr están callada~.
Suspen~o y mudo o! pAjnro ngor11ro ;
Solo entre nubes cáudi•ll\ rlorndas
Rl ángel clo la fJJIIU meusnjero,
Con riudo vuelo lu exton,iou hendiendo,
Los eco11 do tu voz va ropitiondo
Hoy en el tin,bre vtirio de tu t1cento,
Algo como de música l<•jnna,
Como d rumor del ltU•Iplc •·uandu el ,·i«mto1
Lo agita al dos¡111n tar do lt. maiin••a ;
Ya ~oufre ol alma do mortal tormento,
Ya le acaricia dicha soberana,
Cuando das á tu lira de poetisa,
I:.a m:igico poder dn Pitonisa.
Sigue tu marcha eiempre triunfadora
A !.1 manera que eu t•lmur brurfo,
Magnifica la nav11 voladora
1 Re ve cruzar con bt\licu utuvio.
Un sol propicio tu horizontu clorn
En quo &e ubismn ol peupamioutc, mio,
I
JJlason egr~>gio clu lA bulla llahar•o.
'l'u ilustre nombro es ¡;lurio americana!
w. D. DE P.
"' E•tn composlrlon fulí ltrchn aiFun tiempo
Antes de su muert y puLlicada en lladrld.
LA JUVENTUD DE ANDRES.
NOVELA HISTORICA Y DE COSTUMBRES NACIONALES.
FI~ DEL ~JGLO XYIJI.
CAPITULO \"U. do esperarse, grnndo aflixion en la capi·
tal y mucha 1.ozobra ot: tre los amantes
:fu.cu Tl)ITHiol' T :~u~:u cJ.tDJ.. de la paz y ul bienestar del ireinato.
El dia 11 do Junio, cuatro rliae des· . Pero dejemos aquí la palabra al Ano-pues
de haber llegado á. Santafl!, el des ~1spo ~aballero y Góngorn quo con m~·
gracindo Virey Pimienta entregó su alma JOr. ac10rto puod? ~1ablar d~ .los subst:
i Dios y su ouer 0 á los gusanos. Aquel¡ gutentes acontec1m1entos pohticos;
aoiago aconteci~ento produjo, como ora uy o determin~ salir á encontrarle (al
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REVISTA QUINCE N AL. UD
'Virey Pimienta) lila villa de Honda, cuatro
jornadas de Santnfé, coa el objeto de
informarlll del estado de los negucios, y
acordar los medios de du!zura y buavidad
con que debía de aument11rse la
grande obra de la pacificacion, conforwe
:i las órdenes con que nos llalhlbaull)S de
S. l\1. Pero llegó á la capital bastante accidentado
y al cuarto dia murió. Su go·
bierno fué un relámpago que iluminó por
un momento, y su muerte un tiueno q~e
aterró á los puublos, viendo por esta desgracia
desvllnecidas sus esperanzas y dividido
el mando. segun disposicion de l11s
leyes de aquellos mismos oue babian asido
el blanco de sus iras.
sie::Hpre la tranquilidad publica, creí de
mi deber quedar en inaccion y convertir
todo mi cuidadu al eE-tnLieuimiento de
vitales empre.,as, abnndouadas ou la Pje·
cuciou de importantes proyectos, largo
tiempo meditados y jumas verificados, al
fomento de un reino, cnanto hay de m(ls
precioso en todos Jos dominios del Rey,
y aun singularísimc en riquísimas preciosidade;¡
es:clusi va meo te suyn.s.''
Tom6 pnse~ion el seiinr de Góngora del
gJbierno d ~l Vireinato t 1 L5 de J unio,cuatro
diu:s despues de la muerte de Pimien·
ta. Aquel acontecimiento fué universalmente
a¡.laudido por las gentes sensatas
" El Regente visitador seposesionó do de todo el país, pues se stiuia que el Ar·
la Capitanía general, y la real Audiencia zobispo al tener bajo su mano el Gobierse
encargó del gobierno. Puedo a.legourar uo eclesüh.tco y ci' il del Nuevo Reino,
que en aquellas circuustancia!l no podía podria sin duda hacer grandes bienes 11l
presentarse acontecimiento m á~ aznro~o 1 puis, y entre otras co&as perdonar defi·
que la perdida del señor Pimienta; y te- nitivamente á los implicados en la insumí
ut,a crisis fatal en la recien curada rreccion de los Comuneros que yacían en
enfermedad del Reino. Pero igualmente la~ cárcele11. No resultaron fallidos las
creí no cumpliría con la confianza que el esperanza~ de los colonos, pues en breRey
acababa de haoet· de mí. autorizán- ve se publicó un bando mandando poner
dome para represeutnr al Vir~y y á la en libertad á todos los presos pohticos,
real Audiencia, lo que conviuies!l ti su 1 concedieuuo indulto general, perdovanservicio,
si no exhortaba A é.ta para que do á todos los compwmetido~, del cual
abdese el pliego de providencias que tra~cribirnos las siguientes líueaa: "En
guardaba en su arch1vo, en que rruba- consecuenCia, quereulO~ y mandarnos quo
blemeote constaba el sucei!Or que el Rey los miseros de~¡wjus, á saber: las cabedaba
al seiior Pio1ienta; y en "'fP.cto, por zas de los cuatro uju:sticiado11, y los cuafortuna
6 por d<'sgracia, tan léjns de la tro miem brus del mencionado Gr.dan, eo .
expectativa públion co.no de lllÍ mioi~te- qulteu con UCIH'nlo de las justicias y de
rio y profesiou, me eucoutmrou preelegí- sus re~l'ettlvos p:ínocus, de lo::~ lugares
do por el Soberano, de~ue O..:tultre de 77, 1 doude he hall:•n expue~tos al público, y
cuando aún mo halluoa de Obio¡>v eo Y u- ~eau •le¡,.J:-itado~ con el culto funeral,que
catan. ob~ervu nue,tm madre la Iglesia, y de
"Tal era el estado del Nuevo Reino de que tnmhi!ln eas acreeuora.lu memoria de
Granad&. cuando tomé las rif\odas del unos llomhrel!, qno púl>ltcameote arre·
gobierno. Mis primeros pasos fu tu 011 len· pt•n t. idos Lona ron. su~ ~~litos con sus
tos y muy pausados, como de ,1uieo ca- lugnmus y bU pemteoc1a.
mina sobre ruiuas y cscomhros ;¡ pone ia Apt':nas vió Andrés nombrado nl Armano
sobro una llagf\ apéoae cicatrizada. Z tan d is·
tintos qua tenia á su cargo, y que le suplicaba
abandouase por algun tiempo
su justo dese..1 de ordennrse para ayudarle
á poner concierto eu les n~mbargu, aunque se eJ>forzaba en ahogar
en su corazon el recuerdo tle ~Iag·
dalena, su im:ígen le por~eguia sin cesar,
Despues de la borrascosa entrevitita de y cada vez que columbraba alguna mu-
André~ y Gonzalo en el palacio de los jer df loj•JS cuyo aspecto ]e ¡•nreoia semeVireyes,
los dos antiguos amigos no se jnn te al u e Mngdnlent\ se estremecía y le
volviet·on 6. 1•er de cerca. por ~tlgunos días, daba un vuelco el coruzon. Una ó dos
aunque au la~ ceremonia~ de reoepcion Hces logró 'l'!!rla en alguna igleoia 6 en
del. nuevo VtrPy y los f~weralos tl~l au· 111 calle, pero en aquella~; ocasior~es In vió
ter10r, se alc~uzarou á avl&tnr de ll\Jos, el btn de prisa que eu realidad no ¡,:upo si
uno como mtembro de In casa del .\.rzo- babia sido ella ó si eru efecto de su cona·
bisp_o-V:ircy, Y el otr~ c~mo empleado en 1 tanta peus.nmiento que imaginaba encon-
1 el OJé.rct.to. Andr6s smttó un dolor~so ro- tradn 611 todns partes.
m?rdtmtento _al not!l: que su ~u.1go le Unn turde que pasaba Andrós por la
miraba con c1erto ceno ~e dosno Y que, Mlle en qne viYia don l\Iolchor, ele imcou
razon, trutnba de ev1_tar encontrarse provi~o se enc·outró con él. Dl'túvo•o el
oon ól: on fin, _4ue no ulvulabl\ lu!l pala- esp::~ñol; snludó el jóven y trntó do pat;tlt
bras ~ue b!lbtan pasado eutre lo~ do~. de largo, pero Jun ~Ielchor, que uo queAl
nusmo tto~npo_ Joh.tl~ en ol alma que ria dejar e~c-npar su presa, ~e abalan1.ó
~u cora.zon estuv1era filiO amargamn_tt.J cu1110 un tigre .-oLro el venuuo, c-omo el
tmprestOundo por arranques d~ l~c~ 111- gato sobre incauto 1atoncillo, y tománqlllot~
d cuanrlo recordaba la mtmudad dolo las manos con acleotan c\o frauqueque
s1n duda g,z,lbll. Gonzalo oo c·tsu de M y fan iliaridad que cltoc~ aqu,ello con pr•;- r,1 al SPrio y circunspecto Andrés:
funda eundtn e WJUotu ro.-e.o. -Ah ! ¡J(Ir fin, exclamó, c1~ teugo pro·
Don Melchor hnbin quedado entorn· so ...... en mi poder e-tui&! Ahora vue~Ole ~in ce- vet lo llevare ti uusa sin falta ..... N() hny
sar en las antesalas de lus Uidore~ y l:'n remedio, nñadió, procurnr1do mnnifosturla
del Arzobispo-Víroy en calidad do se chusco, no hay remedio, don Andres
postulante :í algun empleo, y como no ea mi prisionero de guerra.
diesen cootestacion alguna á sus peticío- -Perdóname por esta vez, don Malnas,
se humillaba hasta el polvo y casi cho1·, dijo Andrós, pugnando por desasir-besaba
el suelo delante do los que él so ...... tengo esta tarde un asunto imror-creía
que podian tener alguna intluen- tanta que ventilar.
cia en el gobierno del Vireinato. En los -Mal haya el asunto! ..... lo dejareis
principios no había hecho gran caso á para otro di a.
Andrés, y casi le habia quitado el snlu- -Impo~ible!
do, creyendo lqoe era un jóvoo in~ignifi -No hay remedio ...... dije que os ven.
canto quo en nada le podia servir; pero driais conmigo y os vendreia ...... Soy
al cabo de algunos dins, estando ya más hombre testarudo y terco como buen esal
corriente de las cosas de Santaft, su- pañol.
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REVISTA QUINCENAL. 251
-Pero don Melchor !. .....
-No hay "don :Melchor" que valga.
-Las seüoraa se habrán olvidado ya
de mí.
-Olvidarle! ...... Vaya, si no haydia
que l.\1agdalenita no me cuente algun incidente
del viaje aquól que hicieron juntos
! Ademns, tanto María como ella astan
tan agradecidas :\.las atenciones ..... .
-Agradecidas! No hay, por cierto, de
qué ..... .
-No se haga vuesa merced el modes-to
...... IIasta el niño mismo, eu su media
lengua, se acuerda de "don Andrés" ..... .
Mirad si os habr:í.n echado en olvido.
-Repito que ..... .
-Que ya estamos en la puerta! No
oreo que merezco un desaire ..... .
¿ Qué hacer delante de tal insistencia?
Andrés cedió, pero era su emocion tan
fuerte que palideció y ca!'i tambaleando
sigui(! á don i\Ielchor escaleras arriba.
¡Iba :\. ver á :llagdaleoa, á oírla hablar,
á estar con ella !
Desde la puerta de la sala exclamó don
Melchor:
-María! Magdalena l os traigo un pri·
aionero de guerra, quo me harán el fuvor
de guardarle aq ui hasta mi regre50 á merendar.
Uoa nube pasó por delante de Andrés,
y toda la sangre se le agolpó al cora:o:oo
al entrar, saludar y presenciar lo que
sucedía en aquella estancia y de que se
hizo cargo al primer golpe de vista.
Magdalena ef!tnba sentada sobre unos
cojines al lado de la vaotaoa que daba á
la calle, su pequeña cabeza adornada con
dos trenzas do lat·go y r;edoso cabello, ataclo
con cintas rojas, salia de en nu':dio de
los pliegues de su jubon como uno. :.onro~
ada. flor : tenia. sus hermosos brazos
desnudos levantados sobre un bastidor, y
al frente veíase 11na coja de costura. llena
de sedM de colores. A su lado,seotado en
una sillita baja estaba. Gonzalo, quien al
conversar con ella se entretenía jug-ando
con las sedas, recogiendo las tijeras quo
intencionalmente tiraba. Magdnlen'l al
suelo para oblignrle á inclinarse :i. cada
instante: y recibiendo de lleno la luz de
la mirada de la niña y el magnético encanto
que sabia do.r á cada inflexion de
su armoniosa voz. En el otro extremo de
la. sala se encontraba doña María, que
tratabr1. de llamar la ntencion del Oapitan
Alvarez con su charla sempiterna,
pero él sólo se ocupaba en mirar con aire
torvo y doscontonto a.l par de jóvenes entretenidos
conversando cerca de la ven·
tana.
Andrés, como hemos dicho, abrazo con
una mirada aquella escena, pero tratan·
do de calmar las locas palpitaciones de
su corazon, hizo un esfuerzo supremo
para aparentar serenidad, saludó lo más
cordialmente que pudo á doña l\laría y
al militar español, y en seguida se dil·i·
gió á l\Iagdalenc1:
-Cuanto me alegro, don Andrés, dijo
ella alarg{mdole la mano por encima del
bastidor y sonriendo con dulzura, de ver·
le en casa, p.ensé que :10s había olvidado
... Así le había dicho á Gonzalo, "sin
duda el señor Ruiz nos ha cobrado odio
por los muchos trabajos que pasó en
nuestra compañía!"
(Le llama Gonzalo! pensó Andrés¡ qué
familiaridad !
Andrés contestó á este amable recibimiento
con algunas palabras ininteligibles
y se volvió hácia su antiguo amigo.
Este e&taba en pié y un poco apartado :
aguardaba que Andres se dirigiera á él:
-Me alegro verte,-dljole éste, d:tndole
la mano con alguna f,·ialdad.
-Querido Andrés! exclamó el franco
y j amable Gonzalo, celabro muchísimo
encontrarte, y le apretó la mano como
para &ignificarle que olvidaba sus pasadas
rencillas.
Audres sintió que su amigo tenia más
nobleza de carncter, más hidalguía que
él, y levantando los ojos que habia tenido
bajos, miró á Gonzalo con cariüo, y se
sentó ni lado, olvidando durante algunos
momentos sus zolos injustos y su rencor,
pBru acordarse do lu amistad que los había
unido desdo chicos y los muchos favores
oue mótuamonte so debían.
Eutáblóse animadu conversacion entre
los tres jóvenes, pues el capitau Alvarez
permanecía separado, jugando con Olemente,
que entró momentos deapues y se
apresuró n buscar los brazos de su queridt~
aUiigo.
Trllscun-ió la tarde y llegó la noche,
cerráronse las ventanas y sirvieron la
merienda poco clespuee. Al fin fué preciso
despedirse de aquella amable compañía,
y o.unquo Andres babia sufrido al
principio al ver la ternura de Gonzalo
con l\lagdalena, como ésta no parecía
corresponder!.:-, sino que gastaba con él
toda su amabilidad y encantadorae sonrisas,
fueron calmando sus zelos y sus in-
'- --=====--========~-=~----~==~~~~~~=-=-=~--~------------== ---
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•
2.j2 LA MUJER.
quietudes. Así cuando el secretario pri-~ estaba ebrio, demente, encantado .......
vado dP.l Virey-Arzobispo salió de casa Sinembargo, Gonoz:alo no notó nada de
de don ~felchor al gol po de las ocho de particular en su amigo : él hablaba y e lola
noche, yendo de brazo con su amigo giaba :\. :Magdalena y Andres en silencio
Gonzalo se sen tia el hombre más felir. de ¡le escuchaba sin contestarle.
la tierra, y con dificultad ocultaba que (Continuará). S. A. DE ~.
LA MUJER .
(Con ti n uacion) .
V rrogar sobre el de aquella agraciada
"Oh 1 Q . h _
1 j6veo, sin dnda habria traducido todo
. ¡ uo ora tnn en · d .l 1' · lJ cantadora e• aquella 00 que un porvemr e u e lCU\S para e a, por.
el hoton rlc la rosa Re va:\ qne Dios la colmó de sus perfecciones
abrir: el momento en que y el mundo de sus benefictos.
la oruga va :í transformarse . 0, d' cl lt d
en maripo;;n.- y en que la ¡ omo pu ten~ ar un resu a o
J:uvn eneerra:la en !u. oscura so m brío tan brillan te re un ion de felipri~
ion del capullo, siente ces cualidades?
n1lCorle niM; nquel momen-to
en que tos del_ nmo~ que le amigas ...... i qué jóven no las tiene 1
eran desconowlas! ' pero elln pertenecía á una clase eleva-
Du Bols. da., era rica, y de esas condiciones de-
El corazou de una. mujer jóven es bian ser las de su confianza.
un libro en blanco, en elr¡ue por des- Si anduvo acertada en sn eleccion
gracia no grat'ar.í el primer nombre deben Jecímoslo los acontecimientos 1
la n~1.no más purn.-sino á veces la m:'ís que se sucedan; pero si alguna vez se
osada-con tinta inJeleble que con. equivocó, culpa. no seria suya: es de
serva hasta el último rasgo pálitlos jtívenes engu.iíarse con las apariencias,
cnractérec; que se dewn.necerún al paso y no sabemos que exista una excepciou
del tiempo; pensamiento que se con- pat·a las ricas.
st•rvará siempre en las p:íginas del li. Llevaremos al lector á casa de una
bro, cí pa bhra<; que un·\ mano airad•t de las amigas de Preciosa.
borrar(¡ rle h hojn. que las contiene. Ar.mlinta es una mujer interesante:
El nlma de Ang1:lica se abría á los tenclrtL seis años más que Preciosn, pero
halagos del amor, como el boton de ro· pn rccu du sn mii;ma edad.
sa blanca á las primeras caricias do la Ammtuta e~ bellísima.
br.isa. D~hemos creer que profesabn un ver-
Con los perfumes c:le su inocencia y daJero cnríiio á su amiga; pues tanto
d~ sentimientos no viciados en la es. en miRa como en el baile, juntas se
cuela (le b maldad <Í el eguismo, per- \'eiun siempre y siempre mostraba Ara.fumalH\-
así puede ,¡~cirse,- el btíca.ro minta gran interes por enseñar á sn
que contenia tan bella flor. amiga tnás j6ven lus más elegantes
Preciosa, cm encanto de sus padres maneras. y las leyes del bnen tono.
y gala. c:le la sociedad. ¿ 1Iauifestaba Preciosa. de!;eos de
Si á una sibila, en sns momentos de asistir á una reuoion? Ara.miota coinspiracion,
se le hnbiera pedido leyese rria. á casa de Don E lías, y ~ste coneu
el libro de los destinos para. inte- cedia al punto su vénia.
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REVISTA QUINUBNAL· 253
i '1\mia Araminta. un prendido Jc !-in be: Tal >uz sea clln. la llamada
magnífico efecto 1 Al momento, y con no l;olo á hacerme aceptar la cadena
la rw¡yor JelicaJcy;a, se lo ofrccia ú Jel Himeneo, sino ú correjir mi carácPrecioila
pn.n\ que hicie.,e uno i"ntli. ter; pero tú ..... Yo no quería hablar
El amor propio, !:J. emulacion~ pare- Je esto, te repito; mas ya que me
ci.1. uo tener cabida entre ellM, pues obligas, te diré que tu conducta en este
A:amiutn. eru. 1~ primera en hacor la asunto no es muv lmena.
apologÍ1\ de su amiga. -¿No? ~
Bien, pues, ahora va. m os con los
ojos de b imagioacion, al "abinetc lle -iN o ah~gas mús por Angélica que
1
·, ¡ 0 por mí? Cre1 tener en tí ttna defen.
a JOVCU . Se ou. · ·
cuentm de pié, prenJi¿udose ante el sora, ulnl~ consfeJera, )J' velo que más bten
c:-pejo Jo..; hilos de su cabellera profu. • ere, e urazo uertc e a otra.
sa Y perfumada. -E<> mi amiga.
Un hornhn.l e;;tá á su lado; es su .-Por eso mismo. Nada (y >a para
herruauo. No tiene este Lomlm.l trciu. seis meses que estalllos eu esto), nada
t& aiíos ¡ pero precoces arrug1.s surca u has Lecho en mi ftno1. ,
su frente, cu la que se ve la fatiga. Jo -~e.L~ hablado de tt; aun he He-una
existencia yn ca. usada. gndo a Insmmumele, pero ......
-Po~· eso, t!ccia el caballeru; por eso -Pero ..... b{~bln, continuó el j6ven
no t¡uunu que tocáramos e:;ta cuostion con voz ahogada. llo llegado hasta
y solo la ncce;;idad me obliga :í ello: doblegarme ante tí, seducido por esa
'ficuos Hn genio insoportnulu y c1 mujer encanta1lorn. Le has hablado,
mio no es muy bueno. no es verdaJ ! Y bien l
-.Gracias por, h lisonja; pero yo sí :-Le he hablado, pero no po~lia deciquena
I!UC hnbl.1scmos de eso. ¿ DccÍul> thr d asunto: hnulalc, oscnbele, y
que An~t~lica te ~'onvieue! puedo que algo consigas.
-¡ 'l'tcno> ocurrencias~ Prc~'tÍutale Ln j.)ven di6 u u pa!lo pa.m retirarse.
á hl rost~ .. . 0 -No, Ammiuta, dijo bU hermano,
-Af¡ttÍ 110 hay ro!:ias, Uba!Jo:: hn- no te vayas. Com¡m.J!Hlo,el motivo d.e
hlo fle tí. Ya nt~bes que I]UÍero 1í An- tu de.~v1o, pero ~e cre1 menos veugatlg~:
lit:l cotno :í una hcnnnnn. 1 vn. ~~ ; no lo ntegn<:H: estás :c~gán.
-l'u~:s, hija, si la quieres como á dote. Recuerdas, C~HI u u r~sc11t11.n~ento
mí.. .... e¡ u o no hallo legnuno, u u opos1c10n á
-No SC't!l tout.o: lo que llo quiero tn nacic?tc. cariiio, ht'íciu ...... porque
e:. \eruto en el en so de pa~ar u u bo- u o 1~ .c~re1 chguo, n'? le cr~Í bueno.
chomo. Coutiuúns cu In. crceucw do -1 u l.!raS m lllCJOr uuugo, ~u cons•¡
ne .:u u crcs uu JI pitv, peru :oÍ te mira. tantc comp:u~ero; tú lv truji·tl.! (1 c::.ta
ms al espejo.... .. Ca"n, U baldo.
-¡ Qntcrc~ llarn'\rmc 'iujo? -Y bien, sí:; pero el ejcr. prcm.1tura. 1..iera tocrecer el título tic hermano.
-lhsla do sermones, y al «r:.tno. ¿'\o te ltic~ uu bieu !
-Bicu pues, couozco tu 1~\0do de La voz Je ULnhln cm cnrifiosn., y
ser, y temo causes muchos dbNUHtos á 1 suave; el jó\'ou trató Jo tomar una
, la que sc:L tn c~po.:::a. ·
0
mano de Aramiutn.
-No te flllta razon. :Yi cowluct.1. En los ojos de ésta brilló un relúm.
pasn.dn no abona. mucho mi conducta pngo Je cóleru, y con uu bru:>co mo;·ifuturn;
pero hermana, así es h viJa: miento la retiró, Jicicndo:
mo &iunto formalmente enamorado -Dejémos eso. Sifué un bien, te lo
Jo osa mujer, pero tambicu tímido agrauezco; si un mal. .....
para dirigirla la pt\laura. ...... ; Quién -Piensas vengnrto i no es verdad 1
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25-! LA .MUJER.
Ent6ncos no debo esperar J.e tí un
semcLO.
-i Cu611
-Me aconsejas que le hablo 6 le es.
criba.. Hab~arle n:e es iD?p.osible, solo 1
por tu meulO podna escnbulo ..... .
-No prosiga!':l. Doposi~ario. Je tus
secroto:., bneuo, p~Jro descendet· al ri.
dículo papel de terco m ... ... : no!
( Oontilw..cmí)
LA EDUCACION A LOS VEINTE AÑOS.
Cd.R'rAS A ::III l'lli1\ll ~.\.'rALlA..
X.
mo la luz del sol al traves de una nube
cargada de lluvia.
lJejé,tlO:; al niño os,l mobilidad y pron·
titnd para cambiar de impresiones. Pero
~!i qucricla prima: este humor no es propio del adulto, y so·
Oóuo es esto, mi querida Natalia lamente la gracia do la infancia pue~e
¿acaso ser:~ verdad que estás de mal hu· cubrir osas debiliuatles y hacerlas olvl-mor,
sin :;aber por qué? dar.
Pormfteme manifef'tarte mi sorpresa. La cducacion tiene por objeto el armar
Esta es cosa nueva. en tí. Jamas t!:! babia al niño contra sus impresiones y en~eñarnotudo
bemejante defecto, y no creería le ñ t~!)muatir su propia voluntad. Es
que eso fuese posible si no me escribie- cierto 1\utt\lia, que esa mobilidad de senras
s<:l'iamente las siguiento:l líneas: sacione::1 existe entre muchas personas
que han pabado la infancia, pero oso con·
"Estoy de mal humor Y os preciso ¡;Íste en que no e:;tán suficientemente
aguantarme así. Otro dia esta~·ó de ~o- educadas, que no han aprendido á ~o·
jor talante. Y 0 no lo puedo lmpedll' Y minar:;e en la primera edad y so deJan
solo s6 que mi alma está como en la som- llevar por au mal génio sin rofle:tioo~r
bra y que las tinieblas la oscurecen. Es en que es el defe'::to q_uo más hace sufru
necesario aguardar á que vuelva el sol.'' á los demns.
A posar de que está bien escrita la fra- ¿ Quorrías acaso, Natalia., parecerte á
~e como obra literarin, tengo c1ue hablar- e~a gente vulgar que todo la impresiona
te con franqueza. Segun "eo te has ol- y de repente cambia de humor sin savidado
quo posees uua -voluntad firmo Y berse por quó? E~ns persnnns, aunque
buena educacion para. no dejarte llevar sean rica:; y poderosas, iamas dejaran do
sin oposicion por el vaivon del rual hn· ser vul"'ares ; aprovéchanse do su pn-i.
mor. Tal parece como si fuerus un niño 6 cion pa~,1 pesar como una ~ana de b~e~ro
una persona vulgar que uo . ~ubicso sobre los que ost1in baJO su dnmmto ¡
aprendido á. gobernar sus sentimientos. pero olvidan que naí como uo snbou resSí¡
el alma del niiio ea clara romo la ou- pet.ar n Jos damas, tampoco 11orán Tespe·
da. cristalina, pero cambia do aspecto ca- tadas, sino temida~. Se encuentran parda
vez que sopla l'l viento <• pasa unn sonas on el mundo que jamas hnn calla·
nube por el ci~lo. Basta que se le diga do una palabra dura ni combatido un
una paln'l.lra vi,·n, que se le rehuse lo que rapto do cólera: se dejan llevar como el
pide, para que l'Rtnbie de UUWOr ~de ÍDl· leño sobro el agua.
presiones; y en lugnr de In sonrisa Y la Gradas á Dios que ni tú ni yo pertcne·
~mabilidad, lo verois alejarse con ceño cemos á esa clase de gente : estos :;on
adusto y con todo el aapeoto de un pro- verdaderos salvajes de la civilizaoion Y
fundo di~gusto. tienen la misma movilidad é inoonsocuen-
Esto en los niños nada tiene de extra· . cia que los pr1mitivos habitantes de
ño y á poco vuelve la alegría, pues eso América.
es el privilegio de la infancia : todo eu Lo que caracteriza al hombro bien
ellos os pasajero. Aun sucedo que Eon criado os la dignidad en su persona, la
simnltuneaa la risa con las higrimas, co- posesion de si mismo ¡ el no alterarse
- -----
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REVISTA QUINCENAL. 255
nunca aunque lns personas que le rodean primeros son la plaga de la sociedad y loa
procuren sacarle do paciencia; no man ¡. segundos contagian con sus virtudes á.
festnrse nunca de mnl humor¡ es decir, los que se les acercan.
no permitir que objetos 6 personas ten- Las mujeres han aceptado gustosas el
gan suficiente influencia para conmovcrlo papel de séres d;óiles y dejan á los homhasta
hacerle olvidar el respeto que cada brcl; el privilegio de la fuerza. Es cierto
uno so debe tener á. si mismo. que ellas no pueden desplegar en el com-
¿ Cómo es posible, prima mia, que po- bnto de la vida aquella pujanza y valor
damos resistir diariamente á las tentacio· ffsico que caractori:m al hombr31 pero en
nos, á las seducciones del interes y á las cambio, poseen á muy alto grado una
atracciones de la pasion, y cuando se gran fuerza: la moral. Es cierto que úlofroce
hacer un pequeiifsímo esfuerzo tima mente empiezan á perder con ésta la
1
para no manifestarnos desagradables y alegría, que hacia. decir al poeta griego
ásperos, no podemos resistir al mal humor que ellas eran la stmrisu de la vida. Ya
que nos invado como una. fatalidad, y las mujeres no 110 muestran alegres y
que tonemos que sufrir su influencia sin contentas sino fastidiadas y melancólicos;
poderlo evitar ? esto es porque hun perdido la fuerza mo-y
lo peor ea que el mal humor no so rnl y no saben dominarse.
apodera de nu'lstro espíritu repentina Si examináramos el fondo de las cosas•
mente; nnda de eso, llega poco á poco, y encontraríamos que el mal hum'lr no es
en lugar do rechazarlo nos complacemos sino una rebelioo: un esceptisi~mo en
en acogerle y recibirle como un huésped accion. Pregunta á los que están siempre
favorito. Onda momento nos parece mi\~ debcoutento:~¿ de quien se quejan? No didi~
no de nuestro aprecio y consideracion rlln de seguro que de sí mismos, porque
y cuando ménos pensamos PS dueño y so- los falta humildad. Asf, pues, su mal hubet
·ano de nuestra inteligencia. mor es una reprobacion con respecto de
¡Seria tan fácil evitar que nos domine los deruas y un resentimiento culpable
nuestra mala índole ounndo al principio hácia Dios.
nos aconsejo. que nos dejemos llevar por Por este motivo la religion, querida
ella l prima, recomienda tanto al cristiano que
Pero segun veo tú no piensas que eo;n tenga el omio alt'{;re. La paz del almo.
disposicion de ~nimo ea cosd cen::.urablo produce la alegría, eo tanto que la pory
que tuviera inconvenientes. Pero no os sona quejumbrosa ó inclinada :!. la triste·
o~f; es preciso desongniíarse: el mol hu. za, siempre estnr1'l turbada.
mor que al principio parece un capricho, 'l'e aseguro, 1¡uo como siempro sucedo,
puedo ronvertirse on onformedad crónica. el esfuerzo moral para corregirnos lleva
Es unn epidemia caraotoristica de osta consigo la recompenFa. ::>i tratas de do~
poca Todos pare~n hncot'le el gesto al ntinorte, al rabo de poco te encontrarás
muu?o y .se mantfiostan desconttlntos sorenn y feliz y estará hecha In paz concone•
go mismos Y con el ~un~o. entero. tigo misma. No .t-e \'orá In sonrisa en tus
l!ny dos clases do ~res hoy dta · los que
1
labios no más, s1no que tu corazon y tu
viven chocndos y d•Bgustncloe con todo,, y espíritu se sentirán satisfechos.
quo sinembllrgo á nadn ponen remed10, . .
y lne almas valioutos y varoniles que Tu pr1mo afocthumo.
marchan por la sondo. que les indico. el
deber, llenos de vida y de energía: loe (Co-ntinuará)
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L .A )! U .J E R .
VIAJES.
HECUl<}HDOR DlOR S, A. DE S.
XXI
KUSSN.\CII - CáPILI.A DF. GUILLEMO
n:r,L-J,.HiO DE ZGG-ROHGUEX.
A lns nueve de la mañana, ya casi
todos los \ iajeros almorzábamos y cada
cnn.l cmpreudia viajo dt' df'!':C'cnso: los
mús valientes ú pié, otros 1Í en kd lo y
algunas Sl'Üoras en !'illa do rnnuo.;.
)liéntrns huscnbnn un gnin. fJ\H' de·
bcrin llevnruos por un cnmino e,.; no C!l In primera
que t1l stcd sube bn-tn nqu1-1~
-'l'rcs veces he dormido en el hotel
tlol Rigi: ln primern me succtlit~ como
hoy: no quise tomarme la J_JOnn clo le.
vantnrmo; In. Regundn l11reuir, pues l .
-~le ~ustn 'injnr . ¡ )' q~!l~n so pn-son
por Suiza :-in ~ubir ni h1g11 Ungo
lo mismo que to•los.
-¡ Pero no madruga?
-E~o os o'ro cnntnr ... ¡ PM qué l1e
de cnmLinr mis hábito~ de cuenta de
qtH' viajo en tiP.rrn extrnun. 1
'fieno usted razon, contestó el otro
le\·nnttíudo~e, 1111 ingl{s llcv.'\ la In.
glnterrn en la zuoln de ~u calzndo.
Emprendimos mnrcl1:l ií pit~. L'L mn·
ñaon. e"tnb~ frec:cn y agradable, la
lcmpc.,<;tnd hnbin pmitic:-ulo In atm6s.
fern y f'lnbellcr:ido Jo., rampo:-. Si.
gniendo un t•stn•cho camino en :ig.
zag !;obre la fahla opuesta á la tle Gol.
dau, lmjnmoq all•gremeuto, aspirando
con delicia <·1 airo puro, ya por entre
ho::;ques de perfumutloc: ¡>inos, ya por
el centro d•• ricos prndoll, en los que
pncinn rcbnfioo que nos miraban man.
sameute. bnciondo ronnr dot¡niem In
música de ~us r.nmpnuilla<~. A \CCe
no~ deteníamos :í orillas del Mmino,
tlc!gri nos, nl Jlllt>hlo de
Ku.;snnch. Allí, despues de tomar ni.
gunn" frutns, leche y miel, como pas.
tores de .A rcndin, nos cucoutr6mo~ E.\tticientcmcntc
re tnurndos pnrn diri.
1:1irnos ni Ztw, ~ icntlo dtl paso 1a en pi.
ltn situndt~ J¡z IJUO t>n el mismo lngnr
ou que 'l'cll mntó ni nuHtriaco Gc s.
ler. E-;tn csccll:\ ostfl piutada ni fr1'$CO
F:obre lns parcucs exteriores del cdifi.
CIO.
Un ,-nporcillo nguardnlm pn~njeros
en el !nao, p01 o de!':grncmclnroento un
fuerte a~uncPro nos impidi6 ¡~erm:m?cer
sohro cuhiertn dnrnntc In trave"1a
y no pudimos gozar de In bella \'i,ta
del lago.
El canton lh: Zug (•S. el rn:ís r;~ue·
fío de In Confcllornclon Hch·ctlcn.;
tiene poco rnful ú m6noq 18,000 babi.
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REVISTA QUINCENAL. 257
tantes y la capital que lleva el mismo
nombre apénas cuenta tres mil a 1 roas.
En tanto que preparaban la diligen-cia
que nos dcbia llevar á la orilla del
! laao de Zurick tratamos de visitar
' "' 1 aquella capital en miniatura, pero era
t:.l la fetidez de sus cal les que nos
apresuramos {¡volver á la plazoleta en
donde nos esperaba el carruaje.
Zug carece de monumento!~, Regun
nos inlormaron, y es sólo notable por
su antigüedad (pues hastn su orígen
es desconocido), por su papel histórico
y su pequefiez. El cnmino desde allí
basta Horgen es casi llano y sin carúcter;
gira por entre prados y huertos,
pinales tupidos, algunos caseríos é inmensos
edificios que encierra.n fúbri.
ca& de varios tejidos.
XXII
ZURICK, EL RRlN Y SCTI.\FFHOUSBN ·
El lago de Zurick, que separa al
canton de ese nombre de los de San
Gall y Schuwyz, tiene nueve leg11as
de longitud y una latitud que vnri:1
mucho. Pa.reci6nos que sn aspecto era
enteramente diferente de todos los
domas lagos que habíamos visto en
Suiza. Aquí no coutemplúhamos los
paisajes delicados y poéticos de las riberars
de Ginebra, ni la lujosa Lelleza
de vejetacion de los de Thun y Brienz,
ni 1n. majestad soberbi:a. é imponente
de los cerros que rodean al de
los Cuatro Cnntones.
En el de Zurick esos diversos paisa.
jes se confunden y hay algo de cada
uno de ellos; pero lo que m:!s nos ad.
mir6 fué la extraordinaria multitud
Pasamos }á noche en Horgeu, por- de casas, f:1 bricas. iglesiaR y aldeas
que era tanta la fatiga que nos ago- que se o~tentaban en la orilla del la.
biaba (á e nusa de lo. descencion del go sin mtern1Ü;ion, de tal modo que lA.
Rigi á pié) Y cm. tao exagerada la ciudad de Zurick parer:e tener dos
amabilidad Y ofrecimientos del hoste- arrabales de cuatro leg,Jas ele longi.
lero do El Aguila Neg?·a que nos brin. tud (por lo ménos) ~>obre las dos ribeduba
l~s comodides de su hotel, que ras. La ~·ctividad mercantil solJre el
~o ~nv1m os valor paro avanzar hasta Zurick es inmensa: lo cruzan sin ceZunck
atravesando el lago.
1
sar, en todos ~;entido~;, buques de va.
El elegante pueblo de Horgen, si" por, b:1.rcas y ~>o tes llenos de mercnn-tuado
á orillas del lago de Zuricb, tie· cías Y c~e pasn.J~ro!l. .
ne 5,000 habitantes. Bus manufactu· La cwrlad, stt~w.d~ en la extrermras
de soderias, sus encantadoras casas 1 d_acl del lago y d1v1dtcln: en dos por el
rodeadas do huertos y jardines, y sus no ~ern~u~.t, es muy lutcre;;aute por
anchaq y limpias calles n0s llstmaron l:.U lnstona y sus recuerdos, r.oro muy
particularmente la atenciou, y con poco J?Or sus ~oonmentos. Se llamó
gusto nos hubiéramos detenido m¡Ís ThU1"lcwn en tJempo de lo~ romaooR,
tiempo allí. Pero el viajero, como el y f~1é dc~truida por l?s bárbaros que
jzulío en·ante tiene que seguir RU la IDvad1eron en el s1glo V. Desp~..;es
marcha sm de~cnnso, si uo quiere des. ll_an:~ronla. Turic~m 6 Tu~i~k, contruir
todos sus cúlctdos de viaje; así ·nrtlcodose en Zunc~ muy f~c1.h_neote.
pues fuó preciso pasar al día sicruieo- Al cabo de muchos anos de vtCJSlt\Jdes,
te á 'zurick. 0 su friendo el }Jeso ele varias tiranías y
pasando clu mano en mano, Zurick se
A las nueve de la mañana, aprove. decidió á entrar en la Confedornr.ion
chanclo uno de los vapores qne surcan Helvética en 1351.
constantemente el alegre y concurrí. La parte antigua de esta patria de
do lago, nos embarcámos con direc- Lavater, • del filósofo y sabio Zimcion
ú esa. famosa ciudad, en don- merman y del célebre historiador l\Iu.
de se _hallaban reuni~o~ en esos días ller, es muy triste, sucia y f~a dentro
los miembros del souohento Congre~o de las viejas fortificaciones ya destruí.
de paz que ratificó los tratados de Vt- ¡ * Famoso fisionomista, médico, 6 inventor 6
llafrancn. re vividor do la ciencia frenológica.
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258 LA MUJER.
das; pero en cambio los barrios modernos
se componen de elegantes casas
roaead~s de jardines y de vistosas
alameuas. Desgraciadamente la Catedral
no tiene niuguu mérito artístico
en su interior, habiendo sido convertida
eo un vacío y lóbrego templo protestante,
1>Ín altares, ~>in luces y sin
vida.
La Biblioteca pública. que se halla
eu un antiguo convento, encierra muchos
curiosos documentos, entre otros
algunas cartas de Juana Grey, la Reina
de un dia.
Despues de permanecer dos días en
Zurick tomamos el ferrocarril con direcciou
{¡ Sllaffhausen.
El paü;aje que bu extendía á nuestra
vista no tenia gran belleza u i variedad:
se componía de una sétie !lUcesiva
de sementeras, prados y árboles
de albaricoque, manz~nos, peros,
ciruelos y viñedos, estos; últimos, se
iban muhiplicaodo á medida que nos
acerc{Lhnmos íÍ las riberas del Rm, que
aparece de improviso en todo su esplendor
al Indo izquierdo del camino
férreo.
Era la primera vez que veíamos ese
soberbio río, y por cierto encontramos
que su fama de 1elleza. no era usurpada.
Despues de atravesar ciento
catorce ciudades, dividir once naciones
en las noventa le~uas de su curso
" llevando entre !'us ood~s espumosas,
dice Víctor Hngo, la historia. t.le trein.
ta. siglos y de treinta naciones, cintoron
de los imperios, frontera de las
ambiciones, freno de los conqnistadores,
serpiente del enorme caducéo que
se ~xtiende sobre Europa: el dios comercio"
...... el Río va á morir misteriosamente,
desapareciendo gota 6 go- ·
ta por mil bocas separadas entre los
fét1dos canales holandeses. ¡Así acaban
las grandezas terrenales 1
El orígen del nornb1e del Rin (como
el de casi todos los ríos helvéticos)
es céltico: llamábanlo Rhen 6 Rcu palabra
que significaba .fluido en el antiguo
it.lioma de aquellas poblaciones.
El Rin tiene tres cabeceras 6 confluentes
que se reúnen en el canton de los
Grisones, canton que fué poblado por
los etruscos hace como 2,500 afios.
Desde aquella remot~sima antigüedad
comenz6 el Rin á figurar en la historia
de los pueblos qne regaba.
Rabiamos perdido de vista el rio
hácia un moo umento, cuando de repente,
al volver uu recodo del ferrocarril,
oímos un estruendo como el que
hiciera una tempestad lejana que se
fuera acercando m~s y m~s, y apénas
tuvimos tiempo de contemplar un momento
el imponente espectáculo del
Río precipitándose po1· un salto, cuando
el tren se metio en un tú'Tiel-debajo
del castillo de Lauffen- para salir
despues como un relámpago; pasar
el rio por un soberbio puente, casi por
encima de la catarata, y continuando
por la orilla opuesto. del Rin se detuvo
a.l fin en la ciudad de Schaffllausen.
Esta pequeña capital del Canton
tiene apénas 8,000 almas y es una de
las ménos interesantes de Suiza. Sus
calles son tortuosas y angostas pero
algunas de las casas consenan aún la.
fisonomía de los s1glos pasados, con
sus torreones cubiertos do pinturas a.l
fresco y gabinetes de madera. esculpida
6 de piedra que se adelantan basta la
mitad de !acallo.
Un carruaje nos llev6 de Scbaffausen
hasta. un hermoso hotel situado á
una media l1ora. fuera de la. cimlal en
la orilla izquierda del Rin.
N os desmontamos en la portada del
hotel y redÍmOS UD aposento, y, a.}
a.brir las ventanas de éste se nos present.
6 un magnífico espectáculo: al
frente mismo bajaba el río arrojándose
espumoso y turbulento por encima de
enormes rocas que dividen la catarata
en cinco Faltos. Estos J?eñascos desnudos
y negros unos, cu b1ertos de vejeta.
cion otros, parecen centinelas que vigilan,
impávidos o.l traves de los si.
glos, el mugiente torbellino que sin
cesar se precipita, cae, brama. y huye
sin detenerse nunca, sin apocarse ja.
mas, ni suspender un segundo su cur.
so desordenado. Es la iroágen del
tiempo que nunca. podremos recobrar
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REVISTA QUINCENAL 259
si lo gastamos sin fruto. El castillo de
Lauffen que domina el salto, es uno de
los lugares más antiguos de los alrededores
y existía. aún iíntes de la ciu.
dad de Schaffhausen que fné fund:l.dn
sobre un fuerte romano. Un caserío
feo y vulgar y el puente del ferroca.
rril, le quitan á la catarata la poesía
que en otros tiempos podía tener. Los
eruditos han notado con sorpresa que
(l pesar de lo imponente que es la vista
del Rin en aquel lugllr los romano5,
que eran dueños de los vecinos terri.
torios y los tenían poblaJos, en ninguna.
parte mencionan la catarata.
A pesar de que muchos viajeros (entre
otros Alejandro Dumas) ha u exajecado
más de lo que merece este salto, no
deja de tener siuembargo un poderoso
atractivo, sobre todo ;\la. 1 uz de l:\
luna, cuando las aguas, despues Je
arrojarse furiosas por encima de los
peñascos, van á caer en la taza inferior,
convirtiéndose en uu manso y
tranquilo receptáculo que ¡·etleja todos
los objetos vecinos: el castillo, los
árboles y la ribera, dejándose en se.
guiJa llevar tranquilamente y brillando
apacible como uu espejo de
plata hMta. perderse entre las lejanas
sombras.
Una vez que nos hubimos retirado
á dormir siempre oíamos entro sueoos
algo como la voz lejana del mar en el
monótono y coutínuo ruido del salto,
que tanta~ generacioues han escuchado
pa.ra desaparecer despnes, en tanto
que la catarata noche y día continúa
produciendo siempre el mismo estruen
do año tras año y Riglo tn.s siglo ......
( Gotin lLa?'lÍ)
ANALES DE UN PASEO.
DIA OCTAVO,
(CONTINU.\CION).
-Por mí l ...... bueno está. el cuento.
-Te ríes? te advierto que nomo nudo
por las ramas, y que si no haces lo que
quiero me vengaré.
-Nada pueclos hacer : ¿dónde est:l.u
la.H pruelas y lo>i testigos q u o tia u os contra
mí ? D~jate de amenazas y veamtJs
qué a;unto te trajo.
-Quiero que me acompniies al lngl\r
donde dojé enterrado el dinero quo teuin
áutes ele c¡ue u1e cogieran.
-,Dónde es eso? preguntó el zapatero
con mtores.
-l\Io consideras tan tonto q11e te lo
vaya á. decir desde ahora? . . •• Primero
necesito saber quién habita lt\ casa en
que yo vivía ó.utes.
-Vive Juana, la llamada lucero, y su
hija.
-Bien¿ á qué horas se acuestan?
-Cuando sale de allá A ve lino quo es
el novio de la muchacha. El no es tan
tonto¡ la muchacha tiene sus realitos do
doto.
-Avelino! Avelino con novia:>' novia
rica l va iremos á darles un susto ......
-ll'lbla por tí .... ya yo no trabajo en
esas cosatt.
-E,ta vez no tengas cuidado .... no
quiero irlo::~ :i. robar nada sino á sacar lo
mio. En esa co.so. dejé entenado cuanto
tenia.
-No nece~itas m:\s informes?
-Eso me bnsta.
El zopMero se puso de pié y dijo con
frialdad:
-Ya es tarde, me voy.
Ramon le tiró de la ruana y lo obligó
.i que se sentara do nuevo, dicióndole :
-¡Con que te quieres ir despues de
que me arrancaste el secreto l l~scuo ha
aiiadió: ahora te va~, pero á média noche
te espero en la esquina de tu calle; llevarás
una barra y un azadon.
-Pero ......
-No me repliques!.. .... Exijo que me
acompañes; no os :i robar ¡cobarde! es á.
sacar lo que me pertenece !
•
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2ü0
-Pero¿ quo.i dir<~ mi mujer á q•den no -No te acerq11es! le dijo Nicola~ de-le
gusta que yo salga~~ deshllras? teniéndole; mis bulla har:l.n. Escondá·
-Qué me iwport'.l. tu mujet· !. .. A las monos por este lado hasta que se tran-doce
estaré en la esquin.1, y si no te en- quilican. Y tirando :i. su compañero le
1
cuentro allí, iré 1\ tu casa, golpearé, gri- obligó :i que se metiera con él bajo un
tarú, levan taré toda la cuadra con mis matorralito de jazmines y norvios.
-roces proclamfLudo lo que eres. Al cabo de un rato &e calmó el rumor,
El zf\patero, íntimidaJ.o, tuvo que pro- y los dos hombros, ::~aliando de enmedio
meter <:u'\nto le pedía el otro, y volvió á de las ramas, se dirigita los ojo-s eu un grueso mia. entre la cenitn, el cual asu11tado se
buyeton. l~¡vantó y qui~o t>alir, tropezando con los
-Olvidaste la barra y elazudon ~ pre- dos hombre:~, los que no sabi.,ndo qué
guutó el ex-presiuia.rio. era aqut~llo, con dificultad ahogaron sus
--Aqui lo:¡ tengo. gl'itu!i de terror. m g. to huyó despavori-
-Adelaute. do y tollo quedó utra vez en t;ilonoio.
1
De,puet> Utl haber undaJ.o algunas CUI\- -Mano~ a la obra! exclan16 en voz
ilras llegaron a una cnbita retiraU.,l, divi- bnj•\ Hamon: enciende tú el cabo de vela
didt\ rle la calle por uut~ ctlrcn. que tengo aqu1, pet·o primero tr:lucate la
--Tienen pen·o ·¿ pr··~untó H.amon ero- puerta con aquel palo.
pezauuo ;i. cnrt11r el btlj uco que ataba la, E u aquol u1otneuto el roloj dió laR dos
gutídu·•s de ltl corcll. dol :3ular. de la ruaiiu.ua. El sabanot·o se quitó la
- -No t>Í:. ruaun y ol sombret·o, tomó las herra-
-E . .;o lo varl!mos dos pno::~; y annnca.n· wit~utu.~. ~o uin6ió a un riucon de lu co-do
algunos 1 palos de la e H'c 1, hi;~o u o ciua y orupez.J ú Cr.Jba.
lo;:~ 4lo.s pulliesHn caber. Da repeotP be detuvo, exttmiuó el agu-
I.,.l;; gallinas, que dormían on :m limo· jaro quo ha.bia hecho y tirando al suelo
Ulll'O corea do aquel ~->~ no enouentro la. piodra. quo babia puesto
u.ves do los wlaros vecino:~, quo tamuien twbre el huyo.
ayudaron á meter bulla. -E~o nada prueba, cava otra vez. Et3
-Malditos animales! exclamó coló rico probable q u .. huuiesen sacudo la piedra
Ramon, Yl\n á despertar ;t toda. la ve. pero sin ~ncoott·ar la plata.
cintlad. Ramou, animado con o~;tas palabras,
Y se acercó al árbol con intenoion de volvió :l. tomnr las herramient lB y empe-matadas
:l palo.:l. zó :l. cavar de nuevo. Pero fuó en vano,
,--
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REVISTA QUINCEXAL -
1
pues aunque hizo un hoyo hondi$ÍUIO u:~- ,Juana So3 con:.ideró r~ca un di1 o~ que
1
<.1.1 encontró. Butúnces tirando otra \·a~
1
al «¡uerer sacar una ¡nedra do uu rmcon
1 la barra al suelo, se sentó ol)n aire abotti· de !,1 cocina, se encontró \'arias mochilas
do y soml.mo, prorumpiendo en ¡;eguida de plata y algunos trozos do oro m_acha-
1 en tenible~ imprecaciones. Nicoltis, wión- cados .. :A-1 momento compró la castta en 1
1 tras tanto permanecía indiferente, ó im- que vtvta y el terreno, sob~ánd~le lobasport:
indolo poco las ¡¡enas do su antiguo 1 t~mte para ahastecet· una ttendtta de _boami"
o se sentl¡ en silenJio -al fiultnmou ttlleria con cuyo balance ganaba la vtda. o 1 1
, l volvió :i cavar y ftmbos bo1uhres rnirah1m 1 Eu breve la Lucero, ~omo la !Jama~an
1
callados el aguJero, y la ''eia de seb '• desde su juveutud, tse vtó adulada y bten
: cllisporroteanclo goteaba l?or en modio do acogida por todos, y se _creía foliz, pues·
¡1Ios dedos del zapatero deJando una hue- toque no solamente viv1a con desahogo,
, lila en d suelo. 11iuo que peco :i po.:o iua foroul.ndole una
-Me ocurre una idea! exclamó de re- ¡ dote a. su hija_ .cun su~ ?ortas ganaucias.
1
pente !~amon: ¿ no ti ices que _laf:'tcer 1 Lu chtcu crt, A. valiDo, quten,
1
-Ricas 110, pero dicen que 50 encon-~ n pesttr de _su saluc.l uc~acosa. desde la 1
traron un stmtunrio. mortal henJa que huuta sufndo, y de
l -Ya ves? Mil demouios! ese santunt·io que su madre era muy exigente, regañona 1
era el mio ! . ... . y oicatera, tenia tul reputuf'iou de honra-
1 -Ou:!.nto tenias, pues? 1 dez y buen cara?ltlr,. c1ue so graogeó .no 1
1
-No bnjabil de quinientos pesos, fruto solam?~te J,\ estu~~cton, de la u;tadre.' s1no
da muchos meses de...... el carmo de la. h•Jn . .f<.) ruatr1mon10 se 1
-Do robos añadió el otro viendo que habia urroglado ditiniLivamante en aque-l
¡ no continul\b~. No sabia. que te hubiera llos dins, debi.!ndo~e celebrar apónas se
ido tau bien. 1 abriéseu las velaciono~, ll principios de
Ramon continuaba mirando en torno Bnei'O.
1 suyo con !\doman colérico. 1 Todos e~tos pormenores lo~ supo Tia-
1 - Yn e¡ u o nndt\ encontramos, v•imon•1:;¡ mon en lo" suu~i¡rui.,n to~o días, y sintió
si(ruió diciendo u! Luorto. ¡ crljcet· tJU ::ou cor.1zc;n un u, y odin IÍ lnt; \"Ícti·
el sumiJruro, •mpl6 la va!a ~in hnLl•r ptl· IDfh do :.Uts 111nlas p uiouo:;, cousider:inlabr.~
y fuó" nbrir la puort.t, micutr lS dol,l:. sor;uramonto <'01110 una \'ivionte
IJUO t!l znpatoro roco¡;ia a tiento:; l11s ho- raprohncion do ¡¡us actos. Adema:; do
rrot.mioutus. El gato maullnba on la putJr- Luuuu o~tu:; motil'os do otlio quu tenia
tn tratando tlo entrar; al verlo tJl L.mclido h:icin. An~linu, 'iuut!u on ~)la cncnroacion 1
quitso dotmhognr su ra.bia, y d:iotlole un do llU pasada vida, Hntnon 110 podin ol vi¡>
Untapió ol dt~sgraciado animal fuo tl l dar que aquel hnbia eiclo la cau~n. de su
caer oxpiranto á algunos pa~os do tro bandido pnsn ba vecinas los que empezaron á latir y ah uel
rio y ,·olvia al pueblo; al principio l!nr por todas partes. Seguramente Ave·
caminó lo más aprisa que pudo, poro hno no tenia ¡;erro, pueRto que no se
poco á poco fu6 deteniendo ol paso, y so oyó ningun latido co1·cn. El bandido so
dirie;ió lontnmento, con la caboza incli- agazapó y ocultó tras do unos matorranad.
a y la mirada torva, hácia la casa dol loa, cerca de la vereda que conducía del
zapatero. huerto á la mangn, y 1)erwnueció alli
La mujer do Nicolas que le \'iÓ llegar 1 largo rato. Viendo quo todo vohia á callo
dijo t~ osto:" Allá viene otra voz aquel marso y que en la casa nadie se movia,
hombro de In. Nana parda quo tanto to recordó que los animales más ruidosos
ha buscado illtimamente. No me gusta eran la,; gallinas, y empezó á tirar piesujaclw
¡ ten cuidado, esa3 awistades uo dras del lado en qno éstas dormían, esson
buenas." pantando al mismo tiempo :i los animales
Nicolas no contestó sino quo salió á do la manga. La bullo. fué ontónces peor
recibirlo, y despues de haber hablado y el cacareo do las gallina~ y las carroalgunas
palabras en voz baja se fueron ras de las mulas y el caballo dcspertajuntos.
La mujer del zapatero permnno- ron á los habitantes do la casita.
oi6 en la puerta y con la mirada loe si- A velino se incol'porú ¡;obresaltado'
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Jlnmó ó un muchacho que lo servía de grnn yoz, y <'O)ó do espaldas sobr;-la ll
IlCOn y dormía en la. ~:ala, y preguntóle yerb:1. cubierta di> rocío. l
si babia oido rnido en el solar. 1 -Me han matado ! exclamó apoyando 1
-SI, contestó¡ seguromcnte son lns las manos ~obri' f 1 pecho y procurando 1
'"nena do don Bernardo quo so quieren ponerse Pn y,jó ¡ ¡.ero 7'0 pudiendo levan· ¡,
entrnr. 1 brse, voh ió :\ dur C'omigo en el su~>lo.
-Anc'n ti ~or que es Jo quo hny. El lliH sino ~Alió do ¡,ntra lns mntot~, 1
Bl hnudido OJÓ abrir In }HH'rtn de N n el cucl•illo mu;ougrentarlo en la mnatrnd
do la casa y so Tohiri :1. ocultnr en- no. é inrlin:'w !ll •ombrn miró: /~v· liro vulvi6 !n:, ojos y fij:mdolos
que ec ncorcal•a crn In •le Avohno, y de- en bll \·erdu..,••, lo uuró ron una cxpre·
scn,·ninnotlo un cuchillo n¡;unrdó ; el mu· t.ion do profundo molnnrolia y dclorosa
cl1acho pasó n 1-U Indo ,·asi roz3mlohe reconvcJ•cÍ< . n. fic.tnon s~ e~treuaeció, y
con l·l, pero m.da •:ió, ) vohió ti eutrar a como oLrA.ndo bnjo un i~•r•ulso par~ l!l
la casa dicioudo : l•csta enluta u t 1\P.sconoctJo, y ~otr•uuo !
-No vi nada don A ve lino; In noche por In mir:t~.ln )llluinofl\ d•1 su nctima,
ost:\ rscura. ' · permaran·i(o nlli ~in movimiento y aturdí·
Esta oscena se repitió , orÍn!! V<•cos du· do hnsta qu< 'iú pn11nr por la fisouomía
rnnto 1~ nocho. Avolino, r¡uCI t 11nin un del ce.iclo la últimn ngonul de la muerto.
' eombrndito de maíz •'n el ~olnr y tomin Aquello l~t(•un mudn dmó ap6nas nl· l
nuo 50 < ntra~o e! r,antl'ln rí hnc~rlo da- ¡;ur.f•s ·'' gundos ¡ }IC!rO el ba~;dido crCIJÓ 1 i.:, os, olvidó ron c~t11 prriJCUJ·IIrJ· oll o1 r¡•o ,. n., uo In n•,..r. nrtlll el·u• 611 'íct'1m~... l1.lb1' a duro.d o
aiios rle horrihlo JUnrtirio pr.ra el.
go personal q11c ron·ia. Eu 1.sc mnmcuto oyó l•llfM que se
Y A hnLinn cantado todo los gallos lé nccrcabnn, .} por p1 imi'Tn vuz de MI ,·ida
In ''ccindnd y ~o notalm l'rbro los cerros huJó d<''P"''orido llovnndo 1'111vadn en
:1 csJinldus del ~ello, un rcE-plnndor \O~o, el corozon Ir. horrihln zadn del remor·
precursor do In nurrorn, cunnd~o }{crnon dimicnto. ji
1ntigndo COl• su inctiuH•tln l o~ic·iou, 1 u tu· 1-.ntrt tnuto In mnrl1 u do in e lino, quo
mitlo (: impncicnte, s~ lo\!PJtó del sudo ],., lutLiu H•ntidu Jc,nntnr~e, oyó en soclondo
bnLia penniUII l'Í1lu m•ttlto, Y lnt'• rí gnidn ol grito •¡ur diu ni c·nrr ¡ bO incor- !
dnr unn vuolta m, t01 no do l11 CIIFII i till roró npr:w y Rllli• 1ulo {t nu:dio 'Hlir, ~o l
nccrcfl nuc1 nmont1 :\ tonns l11s !liii·J tu¡; .v tfirigio h:lcift , 1 1111 r 1 o postrndo de MI
lns OlliJlllj(¡, dotCliÍ ~ IHlO~O ¡tiii'(Íc ul•umcn• Joijo; )a flUrorn ¡·ctll Cll Ju.z ¡I(J SJ"Ulll\ iluto
junto iL nquülln qnr. clr hn ul pn loHT'o en si d( 11 pcnto e 1 pnisaje, dcscutiecillo
inferior, y cliO 'nriros ¡;o! pes Pú'J· briCJ,rln ni wiél.tO dcmpo ...J lívido cndá· ¡
tm In J>llrccl y In nntnnilla cl<>l 1lonnit'>- Hr do A, cllno ...... ln dcfogtnc inda m adro
río ilo Avulino; oyó In \'cond!to y Fo sit uí1 en· con el ruido do 1\IIB J•fO}Jins pi&adas, te-
' tro Jos nltna plnntas quo cnl'inn á orillo"' miendo t·ncontrnrr-o con nlgu•en que pu·
del senderito fjl:C conduciR al mni:~.al. diera Terlc, y ni miemo tiem¡:o lleno do
A,·,lino abrió la puerta con prcrnu· horribio y robnrco tnicdo do lncontrnrso 1
cion : la nurora, nunquc no nlumbralm to· a:;o)o, pcrmonnció ]nr~o rnt'> oculto dctras
1 dn\'Ía dabn cierta claridad indccitn, y l1a- do un bnrTllnco del otro Indo dsl rio.j
1
jo esta med1a loz los ohjotos ton111han ex- l'cro In luz 1 rn más clnrn á cada momentrniias
formas; el Jlohro loomhro e-royó to, y oyb lom- la peua,scgun las leyes vigentes, es decir 1
brero? preguntó sin E"aber casi lo que á diez años de encierro penitenciario; 1
decía. oyó la senteucia en silencio,pero agitado, 1'
El otro se puso la mono en la cabeza y y temblando, y esa misma noche le neo- .
por primera vez notó que le faltaba el metió uDa fiebre violenta. Apénas duró 1
sombrero. algunos días: su delirio era constante, l
-No sé, contestó con dificultad, se repitiendo sin cesar: 1
qued an.a .... . . a llá·. "Es os PJ·O s ...... esos OJ. OS, n·1 0s nn.o '. ...... 1
-¿Donde? me atr!lviosan como uu puñal; me J'e· ' 1
El asesino no contestó. convienen ...... me J•Srsigucn ..... me pren J
-Imbécil exclamó el zapatero, síem- den ...... me matan! Quitenlos de la pared,
pt·e dejáa alguna coan ...... la otra vez fué que me miran desde alli.. .... srránquenlos ¡1
el cuchillo. del suelo, que mo Rb·af>n ! }<;scóndaome1 1
· Calla, hombre, dijo en voz casi ínin- ocóltcnme, que no puedo verlos sin mo- 1
téligible y déjame entrar. rir t " 1
Y precipitándose en un rincon de la Despues de In muerte do Ramon, y no 1
1 zapatería fué t\ caer temblando sobre un encontrando en realidad nada contra Ni·¡¡
banco. Allí permaneció callado, oculta colas, le soltaron al fin y él volvió tí su
la cara entre las manos, y sin querer res· casa, mohíno y cabizbajo; pero desde 1
, ponder t\ las preguntas del zapatero; flquel tiempo su mujer no tuvo po1·que 1
solamente do vez en cuando murmuraba quejarse de él: era un modelo de humil- 11
entre dientes: dad y honradez.
L · 1 h r h d 1 ¿Y la mndre do Avelino? preguntarán. 1
1
- OS OJOS ....... o . me an mata o .
Una hora dtlspues se presentaban las Parece que las gentes del pueblo tie- ,
autoridades en casa de Nicolas, pregun- nen una manera de sentir diferente ele
tanda por Ramon ; el tuerto lo mostró la nuestra. 1
temblando, pPrO al e11esino no se movió .Núá.llegina ~e á afiigió los primcH•~ '
ni quiso contestar :1. ninguna de las pre- d\as, per0 An breve se le ~;ecoron las J:,_ 1 J
guntns que le hacían. Al fin se le ocurrió grimas, mRnifestñndose sumamente aira-á
uno de los circunstantes decirle de da cuando le pasaron la cuenta de lo que ¡
repente: había costntlo el mode&to entierro de su
' l -Ramon aquí tiene usted su ruana, hijo. 1
' póugesela y en marcha para la cárcel. -Me han hecho gastar much.:> en el
-1\li ruana!...... entierro, decía, y ahora que no tengo 1
-Si, aquí la tiene? no es la suya? quien trabaje para mí¿ cómo podré repo-¡1
-Si; démela usted acá. 1 ner esos pesos ? 1
-En dónde la dejó anoche? le pre- Avelino se fué pera la otra vida ántes 1
guntaron. de poderme dejár algo de consideracion 1
1
No fué posible hacerle contestar; pero para mi vejez ...... Cuántas veces le dije , ,.
'¡ las pruebas eran tan convincentea que le que comprara el terreno en torno de la
• llevaron para la cárcel en union del enea para no tener que pagar arriendo! , ,
1
1
tuerto, en cuya casa habian encontrado Muy dura es la vida para una mujer
1 al asesino. El zapatero no las tenia todas! sola! añadía dando un suspiro...... ll
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2G6 LA ){u J E R.
Ya babia llegado la noche cuando
hubo concluido su lectura !IUtx.imo y
ontóoces se presentaron tres bombrc!l con
1 tiples y bandolas que habían t>itlo convocados
para tocarle::~ a•1uella noche ; nnun·
ciando Bartolomé pomposamente que
tenia el gubtO de invitar á la concurroneia
i un bmle en In casa de Bellnvi!>ta.
Efectivamente Leonardo, que era joven,
alegre y de parranda, babia de8cubierto
en un vecino ventorrillo varios toc!tdoros
de bandola, y acompañados por !a guitarra
del primo Hal'tolomé, organizaron
concierto y baile. Entre loa huéspcdeb
haLia m:is de cuatro parejas de baile
bien lucidas y con suficiente barra para
que hubiera algunos ojos que lo!! miraran.
Desde ~u IJ¡•gada l .. eooardo babia oxnmioado
ol terreno y encontrado que
Pepita era muchacha despierta y atractiva,
entaLló cou olla unos coquotcoti
exajerado,., cowo todo aquello que so funda
en un Cl\pricho pa~ajero y quo no ha
de durar.
sino soüor fulano de tal, y yo inclinándome
la snludaró rospetuosamonlo como
se debo :í !a Soiíorita Heredia.
-Y por quó creo usted esto? le res·
pondin ella algo picada con In indiferencia
quo vuia Leonardo en lo porvenir con
tan grande calma.
-Porque asi es el ;mundo, contestaba
él, y así ~:~omos todos.
-V nrinblos ?
-Probnblomonte.
Pepita sinti.'J algo como un desengaño
un desencanto al oir palabras tan franras
que rayaban en la impertinencia.
-Esta os la coqueterin que describían
la ctrn noche, pemaba.
Olrid:índo~>o ontónces do In. conquista
de ~Iáximo, que ya empezaha tí creer
imposible, tglaron el n<>gocio fl su ~ueto, &nlion- des, añadió, ¡1orqué In llaman cu~cabel:
do Leona~do com¡mche de Pepitu, Mtlxi- tiene en Ja extremidad do la oola ostos
mo de Alicia y Hortolomé, de la seiiorita anillo~ c.lo color casi tra~paronto queparccien
llegada, In (}UO acogió muy mal su recen ca&cnbcloe, y aseguran los que las
compadrazgo con un personaje ton ~o· han estulliEtdo, que se conoce In. edad de
cundario. estos reptilos porque cadn nno aporece
-Comadre, le dacia Leonardo :í p 0- uno má~ :í In extremidad do In cola; esta
pita, llámomo compndre con franqueza debería do contar hnsta doco años 1
y hagalo con frecuencia porque yo ~é que -Son muy venenosf!.B? progunt6 Pe-
1
despues, cunndo nos volvamos á oncon- pita acercándose.
trar en la ciudad, ya no mo nombrar:\ -Tanto que ca¡¡i no se le conoco contra.
1=====-=:::..=.:::::_:_.:-====--:====-......:-=-=== :...._..=:====- ========-11
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R E V 1 ~ '1' A Q U I N C E X A L · 267
-Sin embargo se la debo do oir al paseando por ol pió ele unos nrbu01tos
accrcnrse por lo roéuos, y esa es una 1 arrul111ba ::;uavemente en coqueteos con
ventaja. su compañera, ¡m~l\ds entro el ramaje
Efectivamente; parece que la rro- espeso do un caucho. En el momento eu
villoncia la ha dado esa cunliclud para que me prepnmba para apuntarlo ñ mi
librar un tanto:\ los que persigue ; ade- inocente presa, é:~ta ~e me ocult6 entre le
mas sns movimientos son lentos, nunca mntorrnl. y yo rosolvi a¡!uardar ñ que
so tira sobre su prosa sin dar uun ~acu- volviera á pre:;cntf\r¡;e. Entre tonto me
didn á sus caacnbelos y pica h:icia lo alto; senté sobre un tronco caído que por nlli
no ataca los pi&!, pero se enroscl\ inme· había, Y olvidando el objeto do mi cadintameote
en el fcuerpo dG su victirna. cerfB púseme :'i admirar el sitio en qne
Siempre anda por el suelo entre In me hnlluba. El sendero que hnbia 8oguihojarnsca
y rara vez trepa á. los ñrboles. do al travez de la montaña subin ser-
-- IIBCia bnstnnto tiempo que no veía P?ntenndo por la falda de uo cerro enuno
de estos horribles reptilcR. dijo )fnu- Lterto de c~peso bosque, y se perdía en !
ricio, lo que me recuerda uo a.conteci- lontnnaoza en el fondo del vallo, en don- 11
miento muy torriblo del que casi fui tes· de ostabn sito el enserio ó pequeiia nldea
tigo en mi primernjuveutud: comprendo de h cual dependía la hacienda de la
con cuñnta rnzon los llnman on In hiato- "Ooibn. " En el punto en quo yo o¡¡taba
ria natural Crotnllus horridas! el can1ino haLia formado como unn pla-
-Oigñmos <'ual fuó el acontecimiento zolatn abierta por oll ovante, lo que pardo
quo habla Mauricio, dijo Pepitll, siem- mi tia qua se descubriera á lo lójos un
pro ávida de emociones. e~ten~o paisaje enteramente cubierto de
Ouéntenosla usted, mióntras que nos bosque que se estondia por todos lados
traen los caballos para vo]\'or á la casa. hf\Sta ol horizonte, cerrandolo una faja
Eutónces l\Iauricio refirió lo siguiente: de cerros azulosos. ]l~n torno mio crecían
altos y robustos cauchos, palmeras y floLA
CVLl:IIR.\ CASC.l.BEt.
I
ridos guarawlnis, todos ellos envueltos ·
en un ropaje de diversas planlus pnráeitnli
que pendían do sus ramas y cnian
hastn ol suelo alfombrado cou mullida
hojnrnRca y plantas enanas, puos los nr-
Estaba yo muy j6vou cuando tuvo quo ~olea daban dumn~iada sombra para
ir 11. pasar algunos dins en una hacienda permitir que viviesen a su lado arbustos
port~ne_ciente á m~ padre, sito. en las i~- altos y robustos. En esto loe gigantes
~odtac10nes _del no ~1ngdal~>nn . Jl3bta del bosque imitan :i ¡08 grnndos ele la
tdo ~on el ob,¡eto uo que mo In nntrognra tierra, ó mñs bien los soiiorcs ' de triunfo y titlltn~ 1
1 pcru ni> compren• le :í. punt•> fijo Clltle3 •ernn ch·ica-. Llevab t, ~c¡;un dicen lo~ pcriórlico~, un 1'
lo~ re,ult~tl"•: la,. síntum:~~ stm alnrmant~-<, aNeoal cmnplcto de uma ... propias para el ca•o¡
prro turltVÍI\ no~esn?e c·1""' p- de toda.~ h~ JW~icionull socialcd hnu olvidnuo 1 JIÍI''\lll.lo y da. tdo que hncl!~· á 'u~ h•nnbt·e~ en ~u mbiu•1, y ~ólu quil!rcn ocup:u:::~e en cosa'! ím- 1
1
loi tnbunalc.i y en los c;t.hwr ~'''· . propias lu -11' un rmiC Sinembnn;u hny muchn~ mujeres que no so·
rM.e'i 1q, cnc;,i¡e7.ndo t••lr tl'll tu•rm l'l'l tlo ~Ir. lnme'lte cumplen con .;u;¡ deberes, bino que
llri~ht, d ft """" h"'' •e ••tlític '• jefe tlcl hacen " ran•(c, hienc~ ·i In humanidad. Una do
P}lrtirlu ra•lical le b ~h·u1 t;rcu" ~ 1~1 ncu- las ru<.~)en•, 111.1> rica~ llcl mun<.lo,-tul vez la
tm,; tu1·o lu::;1r cl' M mcl•e-ter c.,n ,.¡ ob;eto m:b acauthlnd·•, e, h buone.'ln Burdett Coutt!l,
de p.·lir que ~e rlie1"'. un'• ley en el l'.trll\tnen- qrte 'H'rcd•) como 15 •Hillone.i de fuertes-y es
to, Jl<.'rmiti~nrlo qu:.> IM nH.jcrc, pmlic.,e.t ~otnr h pe~ona q11u h:t hcCIHJ C'lrirladco; en UJnyor
t•n Ja, ele··dun~-. Acle '"' .¡,. In 'e l·•r 1 lln~ht, e,c,.Ja en ln~latcrrn,-~ touuterns pu~il>lcs:
1 J•:n Hu-r \ h ing<'r•ncirtllrtl\'1\ 1h· la'lmni••rus cclilica;,,J, i¡;ll!.,¡ ~~. furulnu tlo colc;;•u~, m·md;tn·
1 en In puht1c:1 h, .-i,fu poco uro•\' •cl.u•u pa1·a ''" •ui:-iUIICI\r.i :í 1 .. , p IÍ< Cull' ~l',000 h 11' ., C,t~rllll14 1 e:. rlccir, l:!ú,IJOU (IC•O<
pirnc1•11 ui l,iJ istn ~ t·rte.! X•tll•"• '1'"' 1 cns ll'rie , nun'l'·" tu\·u
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a·l6nni alca01.a á 23) permancccmn sufnendo Santo Pndre, para g:unr~clo~ y ganar t1empo,
~:·andes trabajos y plldecienllo mil Vl'j:tciones j pero en rcnlidud no tiene intencion d~ h_acer
durnnto 1 !l nño:; en In Sibcri.; ¡ do dor. le pro- niugun bien Ji los ratóhcoq, á quienes el ~;lcmbnbl•
·nllntc no >Ol\'cran á :-a !ir con vida, puc3- pre considera como lÍ. Sll!i Cl.lelllígo>.
toque ol clima es mort1fero, y rar~> es el q.ue 1 •
puodo vivir allí sin sucumbit· al frío y :11ns m- J S. A. DE S.
coulodidadcs.
Citación recomendada (normas APA)
"La Mujer - N. 35", -:-, 1880. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2087384/), el día 2025-05-10.
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