REPÚBLIOA DE OOLOMBIA.
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r A S I E S T .A .. , I res, la Academia tendría entonces verdadero séquito,
'-" .( ).. i sería un pedazo de nuestra patria, una faz de nues-
SOCIEDAD NECESARIA, ! tras costumbres, y n6 incrustaci6n extranjera, que
Para bacer en algo verdadera la palabra frater- i in,spira respeto, y n6 otra cosa, ~ cansa ~e lallUuC!Ja
nidad, entre 1l0SOtrOR, es necesario fomentar, ]lor ! Ul ballldad de nuestros compa,tnotas. SI de o eXlScuantos
medios sea pOSible, la ayuda mútua de los ! tente n~ P?demos espera:r me:¡oria, b,lIsquém.osla en
colombianos, si n6 en toda su totalidad-que esto ! o~la palte ., en un~. SOCIedad. especial destinada á
sería obra más larga y tendría que luc1.1:),r con mús plestar el gran servICIO que reclamamos.
inconvenientes-sí distribuidos por profesiolles bien Para los escntores llega un momento en que las
demarcadas, y entre éstas, dando principio ]lor las ~uelzas ~e agotan, el cerebro se encuen,tra gastado, la
más dignas de amparo, que serán las más htbol'iosas msp1l'acJón no se produce y el pensamiento bermoso
más importantes, más bellas y menos prodnctil'aj¡~ no aparec~, por má~ esfuerzos qne, ~e hagan. El mnLa
literatura e.stá eu este número é iniciarnos la cIJo trabajO ba ocaSIOnado la estcnhdad, Y llega otro
formación de Sociedades de Gellte; de letras como momento en que aún subsiste la inteligellcia, quizá
Ia.~ que existen en Europa, que sirvau de' tecl10 IDe,jorada, pero que no puede manifestarse por falta
amigo á los literatos pobre~. de holgura, porque la lucba por la 1 ida acosa y de-
,Por lo que sabemos, en Colombia jamás ban gespera al escri,tor, ó porque ya produ~id:;t la obra,
fnuClonado corporaCLOnes con este carácter, aUllque, está en lllcapaCldad de presenta~'la al public? Es la
de muchos años atrás, las Ila habido literarias muy pobreza, en donde duerme el hterato el pnmero y
eutusiastas. Pero el patrón por el cual se cortau más lúgubre sueño de la muerte. Y llega otro motodos
estos círcnlos es el mismo: diez ó más aficio- mento en que el trabajador cae rendido, presa de una
nados á las letras, 6 verdaderos escritores se reúuen dolencia, solo, 6 rodeado de un cortejo miserable.
pam tratar de asuntos literarios; para l~er compo- Pudiera curarse, pero ]JO tiene drogas; restablecer
siciones suyas 6 ajenas, y para redactar un peri6dico sus fuerzas, pero no tienc viaudas; buscar otro sol
que les sin'a de 6rgano. Jamás piensan en las ur- Y otro aire, pero 110 puede moverse. Está enfel'gentes
necesidades de ellos mismos y de los demás mo Y abaudonado; y 110 le babléis de aborros en
colegas de la República. La Academia Colombiana ningún caso, porque las letras en Colombia, antes
que aparece como la fomentadora de las letras s~ que dar oro, malbaratan los llropios recursos. Bien:
contenta con bacer trabajos filol6gicos escribir dis- para los escritores que llegan á estos extremos, &no
c~lrsos de recep8i6n, emprender investigaC¡ones el'tl- habrá compasión entre nuestros conciudadanos'
dltas &c., &c.; pero no sabemos que se le baTa ocu- Ellos, los pobres, nos han dado, durante toda su
rrido alguna vez mejorar la condición de los literatos vida, uno á uno, sus pensamientos; una á. uua, las
colombi~nos por medio de concursos, de prcmios, de i palpitaciones apasionadas de su cora7.6n; nos ban
l)U?hc~Clones fraternales; relacionándolo con casas i hecllo el grande 110nor, el gran regalo, de cantar
edltonales extranjeras, popularizando sus libros sus nuestro pasado y nuestro destino, y á la amada papoesías,
sus artículos; é ignoramos que se taya tria la han llevado, entre voces de triunfo, ya gloriosa,
~cercado alguna ,vez á los Gobiernos á pedirles ya ~batida, á una inmortalidad que presienten ]Jara
Impulso y protecClón para. las letras ni que se haya la tIerra colombiana.
acercado ,lÍ ~a sociedad para, moreria {~acciones Jc La Sociedad de las Gentes ele letnts es idea muy
desprendimiento en beneficlO de los lIteratos inftlr- sencilla de poner en planta. Como nosotros la imatunados.
y nna corporaCIón que se compone de bas- rrillamos es una obra naciollal: que los oolombianos
t~utes mle~bros, casi siempre con influencias poH- ~ualesqu'iera que ellos sean, puedan tomar parte el~
~cas y SOCIales, es la más i¡lón~a para conseguir un su formación, porque ,í, todos aproveclJa la literatu-nen.
~esulta?o; porque no se diga que las academias ra. Qne allí se auxilie al literato 1)obre., se cuide del
se ,cllcunscnben {~ guardar las llal'os del dicclu- enfermo y se asegure el repo 'o decente al que cay6
nano y el museo de 3;niigl1edades de la lengna, pues de su trono á la locura 6 á la impotencia. Que se
~st~ es tener una Idea rudimental de ellas, 6 si , remUllere el trabajo intelectual del que haya me-l~
le ."erda~, es condellarlas al ridículo y á la eli- I nester ganar la vida así; que se abran mercados á las
~ma~16n. SI ~o~ acad~micos, en rez, de mirar. baci~ i obras inéditas y que se lleve nuestra literatura á.
sPfna, Ilubleran mirado má~ haCia u patl'la j SI ' donde se aprecie y se pague bien. Esta es la idea
en ug~r de estarse entretemdos, corno celenitas, canlinal' en cuanto á los detalles pneden discutirse
~n ad~rar las cosas revegidas, se IJubieran propues- sose'¡I1gt.
El arroyo que nace en la montaüa
Ligero al llano se desliza ténu~;
El que surge del centro d~ 1t. tIerm
A cada paso su COlTer dctlOne,
El uno muestra sus brillantes ondas
y on triunfo arrastm su veloz corriente;
El otro no l·ecibe una mirada
y entre lodo y malezas va á pel'deTse.
y aulltlue es una la fnel'za qne incesante
Sus corrientes agita, impulsa y mueve,
¡ Qué abismo entre 01 que es libl'o y libro corro,
y el quo en cstrecba clÍreel vive y muero!
Bogotá-1B86.
BALDoMlCRo SANíN.
EL LIBRO DEL SEÑOR MERCRÁN.
(CONTINUACIÓN).
Creemos, como el señor Mercbán, que" ya es neceo
sida,d perentoria de h~ letras colombianas que el señor
hl. A, Caro coleccione sus interesantes trabajos de crÍtica,"
y haga una edición nueva de sus Horas de Amor,
que ya no conocemos los de la actual veintena sino
por el en todas partes citado retal de los Sueños, puesto
en todos los libros como muestra de que el señor Ca,ro
" sí dió con la verdadera uota lírica," y que por eude
c, es poeta."
Si no recordamos ~lal, el señor Job G. Tuana (seudónimo)
hizo en "El Iudice" de Medellín una crítica
de la.~ Hm·as cleA mOl', en las cuales encontró no pocos
disparates, qne ya el señor Caro habrá corregido; y esto
y la escasez absoluta del libro en cuesti6n, nos bace
unir nuestros votos á los del señor Mercháu. "La guarida
de Dios" , Je que él habla en esa colección de versos,
pasará á ser" /,c¡ 'nw?'acla de Dios," 6 cosa así, y ganarán
más y más las patrias letras. En la nueva edici6n vería_
mos también los a,dmiradores del poeta la flamante oda
á Maximiliano, " el reo de Querétaro, y los no menos flamantes
tercet06 de los cm·covos y la tautología, que
comienzan así: Liberal f1d Oaín, ó yo me engail.o, y
qne llevaron en un peri6ctico de In, época felpa MI como
ya no se usa en las casacas.
Seguros debemos estar de que impetrarémos lo que
pedimos, pues afort\madamente el señor Caro no pertenece
á la escuela de los vividores, que adquieren fama
y se echan á dormir, El señor Caro ama al público y
gusta de darse á él cou gentil donaire, en prosa y vel'SO.
Lanza eu ristre acomete y se denende: su fama le vie_
ne de su mérito, que es grande, y de su valor, que es
sereoo. Nada de contemplaciones con el miedo. El qné
dirán no le impide para hacer lo que quiere. Allá doucle
van sus deseos allá va su pluma. l'ópase, joven toda.
vía, con el rimero de versos de Vir~ilio, llerfectamellte
desconocidos eutre nosotros, pnes el se consagra como
un benedictino V nos tira, el día menos pensado, de las
prensas de Eche'verría bermanos, la En~ida monnmental,
en octavas reales, arcaicas en lo posible y duras bast!'"
no más, IJero que, s~~~n peritos, son trasunt~ fiel ~el ?rl_
ginal latlllo, Ya dIjimOS que, eS,a traducclün fue reim_
presa, en España por los academICos, lo cual babIa mucbo
en favor de ella, ó pOI' lo menos babla muy mal de
las otra.~ trad ucciones .
Otro día nota el señor Caro que los espa,ñoles, á
peRar de estar estudiando el latín .hace bu.enos siglos,
no han podido hacer Ulla gramátICa med~aua de ~sa
lenO"ua· pues el señor Caro llama, á su amIgo el senor
Cuebrvo', y en alza albL esa,s p'aja s 1e s enVl'Df. .a l as UIl·l ver-siclacles
y Colegios una gramática famosa" que es adoptacla
en Chile y Cololnbia, y de la cual se ve en la neo
cesidad de decir la Academi~ Española, que "es nna
: ?b,ra m,~gistral y la mejol' de su género en nuestro
i ¡choma" ,.
. Otro día la toma con el para nosotros benemento
Tracy, y tanto vuelve y revuelve sn Gramática general
, y en tau minucioso análisis entra con él, que á poco el
, lector no percata por dónde van tablf1s, y conceue gustoso
: que Caro sabe má latín que el fiI6sof~, pero que el fi.
: 16sofo tiene la razóu de que carece el hterato.
Luégo, siguiendo las últimas huellas de su padre,
-. "No ]¡"y sooiedad Bin el aUllr y XL TRONO."
LA SIESTA 59
1 " .' \ el eje:nplo cunde y se dORpatrama como vf'rc101aga en
da en la. flor de cargar. contra ~enth:nu y e punclplo I ba al cercén uclillUudo ú mojicrato suceden 6. poco la
de util idad; y conf~~tler1° instem~~t:" 101;':rt :t~ l~ . ;ltIr~ci6n y susthucióll descarada~ Muere el señor J uli.o
bondad y, la ?nora le a( (~ as. aCCI n ". '. Arboleda, ue era. maesi ro en idiomas, en rima y estétr.
mopal, arma una chamusquma lUfemal de taJos y man I n m{¡chas co , ¡ Cervantes no tuvo en particular ninguna de las intui.
Al notar esta contradicción del experto crítico cu. : Clones que se le .a~ribuyen , y. que él n;,ismo deja pensar
ba,no, al ~epasar todo el artículo que le consagra al ¡ que tuvo al escnbll' su obra 1!lIIl0rtat. Agre.ga que" la
Cl'ltICO uuestro, y aun al ver como apéndice de su estudio! mayor parte de las bellezas ht~raTlas que bnUan en las
al ternble RlCbepln, el tremebundo ateo-sufriendo el f obras maestras b?'ota?'on por S't de la plu'ma. de los au.
martirio de no poderles decir nada de lo bueno á Mardo. i to?'es, sil), estudio ni deUb.emdo esfuerzo" (aquí de los
che y á Dubout--bemos llegado i pensar que no fué una i mediul11 . s y de los versos de Eurípides, que le costaban
apología del señor Caro lo que escribi6 nuestro autor, ¡ tres. días de brega,.y que boy Viven, y del naufragIO
que sí un JUICIO razonado y penetrante, en el cual con ¡ lastImoso de :?s mJ!lones de estr?fas de Lope de Vega¿ ;
los mayores miramIentos y prodIgándole los epítetos más ¡ y concluye: Por eso ... en las l.u~plraclOnes del gen 10
halagüeños, se le va á su hombn, le ase por el gollete,le i vemos productos de un Autor dlVIllO que mueve al ge.
sacude en el pedestal, y le arroja al suelo, sin recbifla, ! 1lI0 ... y e" el ve:da?ero cr~culo)' de la cosas perfectas.
pero siu compasi6n, Tal biza J arnac con La Cbfttai. i Por eso es tam bIeIl vmpe?'ttnente en el crítlCo buscar en
gneraie en duelo célebre, si bien es verdad que los gol. ! las obras de genio determinada intenci6n."
pes de Merchán no pueden llamarse como los del afortu. ¡ Antes de que el señor Mercbán nos diga lo que
nado lidiador, i él piensa ele esa teoría, notemos nosotros la mísera
Para probar esta afirmación nuéstra, veamos el i condici6n de amanuenses en que coloca el señor Caro á
fondo del escrito del señor Merchán; oigamos lo que ¡ los genios que ba producido la Humanidad. El bombre
dice de Caro como ?rítico, esto es, del Júpiter tonante i se mueve y Dios le conduce, habían dicho otros, deján.
de las letras colombIanas.". ¡ doles á los bumanos siquiera la facultad de moverse, con
Caro ha tenido cátedra en Colombia, y cátedra tan ¡ la falsa explicaci6n del libre albedrío; pero aquí el se.
buena en El Repe?'torio Colombiano, que, " por sí sola i ñor Caro les torna en unos aut6matas del c1'eado?' ignoto,
bastaría (esa publicación) para justificar el título de ¡ cuando pagano, cuando cristiano, cuando ateo, negándose
Atenas sud-americana dado á Bogotá." Esa cátedra ¡ á sí mismo. Ya sabíamos que S6crates tenía un demonio
ha dejado de tronar, por ahora, pero "esa cátedra debe ¡ familiar; que Dios mismo le dictaba á Moisés (por lo
volver á levantarse, para que oigamos nuevamente el i menos Moisés lo dice) .. , y que los negros de la Costa y
lenguaje pulcro y sonoro, conciliaci6n feliz del color 1 de Autioquia, en la tie'r1'a abajo, tienen 6 creen tener fc~.
moderno con la tela antigua; y al través del lenguaje, i ??ilia?'e8, que comen 1tgUjas, y les ayudan en sus traba.
sereno corno la tersa superficie de un lago eu calma, la ! jos, sus amores y sus riñas. Pero la teoría del señor Caro
doctrina, profunda por la ciencia, rica por la erudici6n, ¡ aventaja á todas éstas en extensi6n y profundidad; ~ólo
vigorosa por el criterio y respetable por la sinceridad." ! sí es de lamentarse que el c?'eador no se consagre con
Hé ahí el panegírico máximo, no es ve¡;dad? Y sin em. ¡ más frecuencia ¡í las bellas letras, y no escoja sus peno
bargo, allí falta aquello de el "primer prosador modero ! dolistas entre nosotros, 6 siquiera. en la raza española,
no" y otras bolas que nos venden, co??, verulaje, otros i Cervantes y Calderón nos den consejo.
panegiristas; luego el señor Mercbán, que avauza mu. ¡ El señor Mercbán juzga inadmisible la doctrina del
cho al parecer, se queda corto en realidad, Desde el i señor Caro y le cita á Menéndez Pelayo, que profesa la
comienzo, pues, asoma la punta el espadín de J arnac, j contraria en su Historia de las ideas estéticas. El señor
L A S I E S-=T=--A_ _____~ -6-1
I
Caro, ~n el estudio ~~ las poesías de !denén?ez Pelayo I
(postenor al del QLUJote), hace la ~lsma.c¡ta, y reco- I
noce "la obligaci6n que tiene el crítICo, SI h~n d.e se,r i
completos sus juicio, de desentrañar la doctnna l.mf!lI- i
cita de cada artista;" por donde se ve la CO,ntradlccl6n I
en que incurre el se~or Caro, á ~~nos que el tenga sus
ideas 81~cesiva8, y vIendo la. oplll16n de Pelayo baya
abandonado la otra: que tinto puede un maestro á qmen
se ama! El señor Júerchin no hace notar la contradICción,
pero sí va á su objeto, que es ~:obarJe al señor
Caro que err6 en su juicio sobre el QmJ?te. Cero y_va
el QtLÍjote. Agregarémos, antes de segun, que el senor
Caro no es muy trasparente en aquello de desentrañar
la. doctrina implícita ele caela a1,tista, pues, según su
teoría de los autómatas, debería tratarse, en cada ca~o,
de desentrañar la doctrina sucesiva del C'/'WclO1' oculto y
supenor .. , . .. .
"En el mismo estudio sobre Vlrglho (estudlO en
q1le el señor Caro desentr~ña de la ~UEüda hasta la invenciCln
de los fósforos), dlCe que Salllte-Beuve, falto de
fe como hombre, carece de profundidad como crítlco ;
revuela, pero no explaya las alas." Y sobre este deCir
contra el crítico francés le toma el señor Merchán y le
demuestra, basta la saciedad, que Sainte-Beuve no sola.
mente era un gran crítico, sino que, en "el membrete
algo ampliado que había preparado )lara su ma~ogrado
curso," como catedrático del ColeglO de FranCla, bay
tanta como ó más profundidad qne en el estudio del se_
ñor Caro; y tal semejanza existe entre ciertos conceptos
de los dos críticos, que tal vez" , Saillte-Beuve leyó .al
señor Caro. El señor Merchán nos da la clave de la oJeriza
del crítico de "El Repertorio" contra el autor de
los l./unes: éste era libre pensador, y todo queda dicho.
Cero, y va Sainte-Beuve,
Aquí suspendemos, hasta el próximo número, por
falta de espacio. Tanto el señor Caro como su crítico
nos merecen respeto, pero no bemos podido menos que
ser llanos en nnestro lenguaje, y atrevidos en nuestros
juicios. Dios nos lo perdone, pero no lo remediamos.
El lector debe atender solamente á esta cuestión: i bay
verdad en nuestros asertos 1 sí ó n61 Pero para resol ver
este punto se requiere la volnntad libre de quien no esté
enfeudado á determinadas creencias, ni practiq ue la ido-
101atrÍa con ciertas personas.
EL BURO,
fA ID A111GO J. mVAS GllOOT}.
Rey ue la negra oscuridad, despiel'to.
Que ya desciende la tiniebla fría,
Mira en la noche de crespón cubierta,
Mira con gozo en la natura muerto.
La triste aurora de tU neg.ro día.
Despierta, el sol se ha sepultado lento
En su tumba de rayos centellan tes,
Despierta yá, que el agitado viento
Sin nubes deja el ancho firmamento
y deja ver los astros rutilantcs.
y han callado los pardos ruiseñores
y ya han cerrado el entreabierto broche,
Por mantener intactos sus colores,
En el verjel las porfumadas flores
Al recibir el llanto de la noche.
Despiertll yá, que l(ls mundanos ruidos
Se pierden de la noche baJO el manto,
y ya que estlÍn los plÍjnros dormidos
En el calor de sus calientes Tlidos,
En la espesa arboledn alza tu canto,
Despierta y tÍ, que de crespón vestida,
Sus encan tos la nacho va á ofrocel"te;
'rú que encuentras la calma apetecida
y sólo vives tu nocturnn vida
Donde hay silencio, soledad y muerte.
Son tus goces, del mundo los pesares,
El silencio el arrullo de tu cuna;
Tu triste canto todos tus cautares,
Las estrellas tus solos luminares
y tu radiante sol la blanca luna.
~ Será un orgullo in.sano el sentimiento,
Que hace que en mediO do In n{)che umbna
Lances tus notas al callado viento
y de tu voz el dolorido acento
Se pierda sólo en la extensión vacía'
~ O son á tu humildad claros alb~res
Las negras sombras que la noche viste;
y que callen los pardos ruiseñores
y que cierren sus cálices las fiares
Tan sólo espera tu silbido triste?
¿ Está tn amor en odio convertido,
Como en sombras los rayos que el sol vierte'
,Será el dolor tu goce apetecido
y hielo por calol' habrá en tu nido,
Como hallas vida donde está la muelte t
Bogotá-1886, . DIEGO URIBE, ~-----
GREGORIO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ,
No tenemos el pensamiento de escriuir una biografía
de este gran poeta, ni menos un juicio crítico de sus auras,
tareas que uesempeñaron con lucimiento los señores UILmacbo
Roluán y Pombo en la. INTRODUCCIÓN y en la.
NO'l'IClA. que preceden á la edición de las poesías de GuTIÉRREz
GONZÁLEZ, hecba. en 1881.
Es más modesto y más humilde nuestro intento, aunque
no tah'ez menos áruuo ni difícil.
Querernos, con motivo de la edición aludida., examinar
esta cuestión: "& Es permitido á alguno corregir las
obras de un autor muerto t"
Lft corrección tiene, ó debe tener, por oujeto, 6 castigm'
el lenguaje, purgándolo de palabras poeo castizas 6 do
frases poco gramaticales; 6 modificar las ideas, ya sea con
el fin de darles la claridad que les falte, ya para lJacerlas
. exactas y oportunas.
, En cllalqnierft de estos casos, creemos quo se adulte-ran
las auras del autor y que se da á las generaciones presentes
y futuras un liuro que pudiéramos llamar a.pócrifo,
aunllue parezca y sea fuerte el vocaulo,
En efecto, si el autor era descuiuado é incorrecto en
el lenguaje, ,no se engaña al lelJtor a.1 darle una edieión
atildada y pnra ~
Si el autol' expresaba sus ideas con frases oscuras ó
ambiguas ¡, no se engaña igualmente al lector al presentarle
aquéllas despojadas Je tales defectos y llenas de clftrida¡
l y clonosnm Y
Si las imágenes earecian en él ele exactituel y oportunidad,
~no se las depura al corregirlo y se le presenta a~i
como modelo digno de ser imitado, discerniéndole una gloria
acaso inmerecitla'
y cuanuo rM correcciones no se compadecen con el
62 LA SIESTA
genio y gusto del autor, cuando en vez de darles clari(lad y
donosura al lenguaje, y belleza á las ideas, OScurecen y
falsea~ uno y otras, asumen aquéllas un carácter de todo
puuto lDaceptable.
Así, pues, las correcciones que se hacen á un autor
muerto, le quitan á éste su verdadera fisonomía y alteran
y modlfica~ sus conceptos'y su lenguaje, haciéndolo llasar
á la post~ndad, 6 con glonas que no le correspontlen) 6 con
defectos que no le son imputn.bles.
y ¡, hay derecho para esto '1
¡, Se. podría aceptar que uu editor corrigiese las obras
que pnultcara, aunque fueran de autores c(lnocidos y repu·
tados ~
. .Si Núfiez de Arce se hn. quejn.do con razón de las muo
tlla?lOneS hechas en las poesías suyn.s republicadas en esta
capl~a.l, ¡,habría consentido, tolerado siquiera, no yá en que
se hiCleran supresiones más 6 menos oportunas, sino r.orrec·
Clones que desfiguraran sus magníficos Poemas sustitu·
yendo en éstos frases ó pensamientos que no son 'de aquel
gran poeta ~
y si n? hay dere<:ho para corregir, sin su anuencia, á
un autor YIVO, ¿ podra reconocerse y aceptarse por alguno
este derecho respecto de un autor muert,o yá V
¡, No es la tnmbn. sn.grada y el silencio de la muerte
ininterrumpible ¡
lo Quién ti~ne derecho para profn.nar aqllélla y para
t~rbar éste, ha!lleml0 halllar á los que han en lUudecido para
slempre, 6 pomendo en sus labios palabras que no profirie·
ron, y en su mente pensaluientos que no germinn.rou allí ~
Hemos hecho estas reflexiones, ponlue -nos ba ll"lillo
ver que en la última edición de las poesías del vn.te antio·
queñ.o, cuyo ,nombre sirve de epígrafe á este artículo, se
han mtroduCldo numerosas correcciones.
Éstas son otras tantas disimuladas y benévolas censu·
ras. Ellas equivalen á decirle al gran poeta: "esta frase
es incorrecta, este pensamien to oscuro, este verso cacofó·
nico ó mal meditlo, esta sinalefa inaceptable, este hiato
peca contra los preceptos tlol arte."
y estamos seguros de 'lue él, al oír estas adyertencias,
con la SUprem!L modestia que era la más bella de sus Clla·
lidades, habría tomado la pluma, y,. buscando inspiración
en su genio poderoso? habría corregido lo. versos que de
tales defectos adoleCIeran, siu sentirse apenado por aqueo
Ilas censuras.
. Pero rota la lira del poeta, apagado para siempre su
gema, las notas en aquélla moduladas, los cantos inspira·
dos por éste, deben ser sagrados, y hay algo como una pro·
fanación en alterar aquellos souillos y eu dar otra forma ó
expresión á aquellas inspimciones.
Si se nos dice que era incorrecto en el lenguaje y en
la métrica, contestarémos cou el siguiente trozo, que toma·
mas del Prólogo de las poesías de Pérez Bonalde :
"lIfuchas de las faltas que se cometen son de todo
pnnto involuntarias y no se debon á la iguorancia ni á la
torpeza: no se arhierten en la obra pl'Opia y se ven ~n i
Citación recomendada (normas APA)
"La Siesta - Serie 1 N. 8", -:-, 1886. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2079750/), el día 2025-12-05.
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