La Ilustración: política, literatura, noticias, filosofía, relijión, artes i oficios, instrucción pública, bibliografía, medicina, variedades, revista de la ciudad, revista de los estados, de Europa i mercantil - N. 125
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Politic:1-Litcratura-N oticias- F ilosofía-Rclijion-Artcs i oficios-Instruccion pública - Bibliografía.
l\loc1icin.n.-Variodadcs-Rovista de la ciudad-Revista do los Estados-De Europa i mercantil.
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Se ]>Ilhlic:t los miírtcs, miér coles, vié1'nes i s(¡,bndos,
t'l lll Í>;1ll0 dia so lJ llva Il lIL ~ ca~a~ de 10::1 suscdtor es dc
ltt c¡tpi ta l i se r emitll a los de fucr¡t por los correos 1'especLi
\'05. Los lúnes i juéves se pnblioar ií. si es necesario.
Valor del t r imestre, tr es fuel·tes.
Valol' del semestre, einco fuertes sesen ta. centa vos.
Vlllor del afio, diez fuertes.
Va lor del número suelto, d iez centavos.
TB,Li.\IESTRE 111. AÑO l.-Bogotá, 6 de agosto de 1870.
LA ILUSTRACION.
Nuestra idea.
Hace cerca de veinte ::.iglos que la humanidad
está re}Jitiendo la mas bella plegaria
conocida: el PADRE NUESTRO.
1 la humanidad la repetirá miéntras aspire
a una elevada civilizacion moral, verdadera
fuente de toda sabia lejislacion i de todo
progreso armónico entre los hombres.
No está el mal en que se repita una oosa,
sino en que esa cosa que se repite sea una
necedad, un error, o una injusticia.
Hemos dicho i repetido muchas cosas bajo
diferentes aspectos; i continuaremos en
nuestra labor, miéntras alentemos la conviccion
de que nuestras ideas son justas, esactas,
convenientes.
En el estado en que se halla nuestra so·
.ciedad, no hai mas que dos grandes remedios
contra los dolores que la postran: la
~erdad i la justicia.
Esto en cuanto al fondo.
En cuanto a las fórmulas, sabemos por
esperiencia, dos cosas a cual mas indi~pensables:
Que la mas deliciosa bebida, que la mas
salvadora medicina servida en un vaso asqueroso,
será casi siempre rechazada por
aquel a quien se la brinda;
Que el mas amargo brevaje, servido en
una taza de oro sincelado, adornada de lindos
esmaltes 1 coronada de flores, será acepo
tada apesar de su acíbar.
l' Le ton, rait la chanson," dicen los espi.
rituales franceses; i tienen razon que les
sobra. Bien.
¿ Qtlé es lo que nosotros queremos, qué
es 10 que buscamos en nuestra tenaz predi.
cacion tipográfica en la cual, cuanto mas
predicamos, con mayores bríos nos sentimos
para continuar predicando?
Dos cosas: lo dicho i nada mas; la ver·
dad i la justicia.
Esa es la síntesis, el foco a donde van a
resolverse todas nuestras cavilaciones i dis·
cuslOnes.
Cuando escasea en el cuerpo humano 0.1-
auno de sus elementos biulójicos de existen·
ch ia., el sujeto sufre las consecuenCI. as d e .esa
falta de equilibrio arm6nico en la constltucion
de su economía vital.
-uestra sooiedad sufre un estado mui
semejante. .
El error i b injusticia, que no es sIno un
enor moral, la mantienen en ese estado valetudinario
de un enfermo, que pasa de una
O'ra ve inminencia a una convalecencia falaz,
para volver a la postracio.n anterior ..
Proclamando la Repubhca, la Aménca española
no parece haber comprendido bien
que esa forma de Gobierno, el unico armo·
nico a la fraternidad social del cristianismo,
ha sido i es para el continente americano
un
Bimpatía.
Un débil justo i veraz, es siempre fortísimo.
Un dé Lil injusto i mer.tiroso, es un ente
ridículo.
Un fuerte injusto i mendaz es siempre un
malvado.
En estas pocas líneas quedan condenados
nuestros círculos políticos.
U n círculo polztico, mas grande o mas pequeño,
no es otra cosa que una evidente neo
gacion de la mutualidad social inevitable en
la democracia cristiana, que es la democracia
moderna.
Un círculo no es la sociedad.
Los intereses de un círculo, no son, no
pueden ser, no serán jamas los intereses nacionales
de la verdadera Repúblioa, de la
mutualidad social de la democracia verdadera.
Quien dice círculo, dice egoismo; porque
un círculo no es sino un individuo mas o
ménos múltiplo, que no tiene mas miras que
sí mismo. Es un Narciso que se extasía mirándose
en el espejo de ut:la fuente, enamorado
de sí mismo, hasta morirse de amor por
su propia hermosura .
Pero el que no piensa, ni quiere, ni ejecuta
cosa ninguna sino par'a sí mismo, ¿ de
dónde podrá deducir el falsísimo si tema, de
que los demas, de quienes él prescinde en
todo i para todo, lo ayudarán i lo ayudarán
siempre a que los esplote i los desprecie a
todos i para todo?
Quien pretenda esto i se crea hombre de
talento, no ostentará sino el grande i raro
talento de idear absurdos ·descomunales.
¿ Qué hai en tan estraña aber:-acion del
entendimiento i del corazon humano?
Error e injusticia. Las dos plagas que
lamentamos.
Error, porque en donde quiera que haya
ideas de República i de democracia, cada
hombre es un guarismo de fuerza activa social;
i quien se encierre en un círculo, a no
pensar en los demas sino para esplotarlos en
provecho del círculo, reta a esos demas, que
son todus, ménos los del círculo. a una retaliacion
que infaliblemente habrá de serlo fu·
nestí ima.
Injusticia, porque en esta colmena so·
cial que se llama la democracia re publicana,
un círculo no es sino un -:.ángano; i es bien
sabido que la suerte de los zánganos es morir
bajo el aguljon de las in d u~ t~ ios as abejas ;
como inútile i como perj udICIales para la
existencia de la colmena.
En efecto, pretender vi vir a c08 ta de too
dos. por la accion de tod os, pllr la aquiescen.
cia de todos, por la bolsa de todo", i prete nder
esto 'In hacer utra cosa para merecer
todo esto, que pensar en 1, querer para . i,
obrar para SI, haciendo de tudos lo: demas
un:l e:;oecie de be tia de car~n , ¿ :;erá e quita
ti \' 0,' 'e rú justo, sera siquiera de dudosa
iniquidad ? .
. 1 cuá l será el h0mbre, en donde se h -
Jla ~a e. e hombre estu pidamen te oriji nal, que
nll siendo :;Iíll CTano sino abt''J'a , no c té siem-
!) pre i a cad" instan te d'I spue to. a acar u
arruijon COlltra In compar -a u CIrcule que lo
oj.rime despreci á ndolu ; que lo ~ nsulta de·
"UI andol " ?
A la altura a que -e halla el mundo social
i el t'lUnuo pola ico,
El que u pire cl1JlucI o ell la soei dad, tie·
Se p u bli~an remitidos i avisos, a un pr ecio sumamente
m6d1CO, que se nrreglo.r(¡, con 108 editores. Todo
lo de inleres jenel'al ae inserta grátia.
Los editores, NICOLAS P ONTON 1 C~
NUMERO 125.
ne que dar mucho equivalente a la asociadon.
Porque en la mutualidad republicana, no
hai hombre alg uno, ni círculo alguno con
derecho a cucañas personales g ratuitas; i
el que nada da a la sociedad, eso mismo 1'(}cibe
de ella, nada!
Cualquiera otra doctrina, supondria que
habia hombres, semidioses, dioses, o mas
bien, záng an os c on derecho a con verti l' a los
demas en vacas de leche, en miserables asnos,
en animales, en los útiles, pero brutos animales,
para quienes no hai mas verdad, ni
mas justicia que el .. Sic vos non vobis " del
gran poeta latino Virjilio.
1 esto, hág ase por un círculo mui grande
o tan pequeño c omo se quiera, no es, no será
nunca, no Ileg:lrá a ser jamas, esa bella i
santa mutualidad de la democ¡'acia r epublicana,
en que todos trabajan para el bien de
todos, con derecho proporcional a su parte
en el bien jeneral que contribuyen a producir
con sus esfuer.zos personales.
Esta es la economía social; esta es la
República; esta es la hermosa, la deleitable
democracia.
Pero cuidado con aquella terrible sentencia
de aquel pobre loco entre su jaula:
'C Ni somos todos los que estamos, ni estamos
todos los que somos! "
1 el mal no está precisamente en que sean
unos pocos, uno solo muchas veces quien
lleva la voz por todos. El mal está en que
esos pocos, ese uno, sea un Francia, un Ródas,
un Santa-Anna,en vez de ser un Tell, un
Washington, un Bolívar.
Siempre son unos pocos respectivamente
los que gobiernan a todos los pueblos del globo:
Francia, Italia, Inglaterra o los Esta·
dos Unidos, etc.
Pero hai enorme diferencia en que esos
pocos sirvan fraternalmente los intereses de
todos, o sirvan única i esclusivamente sus
personales intereses, con total prescindencia
de los intereses de la comunidad, empleando
estos en sus ventajas individuales, sin mas
teoría, ni mas práctica.
Semejante proceder equivale a ponerse
en guerra c on la sociedad ; i quien sea osado
retar al que posee la fue rza sup er omnia, sobera
na, suprema, tend rá que sufri r el de astrado
fin del j acta ncioso P olídamas: perecer
apla tado bajo la roca que pre te ndia poder
os tener sobre sus hombros.
• o consiste, pues, la idea de círculo poli.
lico, en el mayor o menor número de los
hombres que 10 constituyen, sino en el fin i
en los medios q ue esos homures se propongan
.
.1. • o está el "erdallero mal en desear un
hombre o algullo::. hombre- sus personale
ven taja_. T udos e tamos impelido. por ese
mó\·il uni .. er I de la espec ie h umana.
Pero el e;oi~t3, el pandillero, bu c(} su
propio bien en el sacrificio del uien oei 1;
rnién tra' que el buen ciudadano, el verd dero
repnulicano, el ¡acero den ocrat • bu_c
su propio lJien en el ervicio i en el pro::!re_o
del bien soci 1, poniendo en armoní el bien
uyo con la pro.:iperidad, el honor i I glori
de la patria.
Quien d ice círculo. dice pandilla' die
e" _· ucío, o cu ro i alarmante q ue h ma
tle diez año descrlbimo:> no-otro 1 pújin
105 de nue~tra iencia a ¡al. E l orror
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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esa confraternidad es viejo, mui viejo en
nosotros. Es por eso, i con muchísima ra~on,
que al ver en un perjódic:o de. esta capItal,
aseverar que La Ilustraczon. su' ve de eent¡'o
a un eil'culo, (guárdenos DIOs de tal demencjo,
!) nos hemos crispado como un gusano
partido en cuatro.
Oí¡'culo! solo que sea el de Pascal, cuyo
centro está. en todas partes i la circunferencia
en ninguna .••• Dios, padre de LA VER-DAD
i padre de la JUSTICIA. M, M. M.
VARIEDADES,
:111 hombre mas bobo del mundo.
CUENTO MORAL.
Cuando quiero que me divierta
alzun tonto, no. tengo ,qu,< buscarle
léJos: me estudio a n11 mismo,
ClOIi:RON.
l.
En dos carcomidas hojas destinadas tal vez a
morir de mano airada en una botica o perecer víctimas
del aseo doméstico de alguna ama de llaves i
en dos bojas de papel, sucio i mal impreso, leí un
argumento de novela, mejor dicbo, el fondo de
una epopeya, acaso la trama en que ha de descansar
el poema del siglo XIX.
Tratábase nada ménos que de hallar el hombre
mas bobo del mundo, materia vastÍsima, trabajo
inmenso que daria por resultado un libro palpitante,
dramático, terrible, forrado con la piel de
la humanidad i escrito con la slmgre derramada
en cincuenta i ocho siglos,
n.
No recuerdo quien dijo, que si los tontos tuvie·
l'an alas, en tres años no veriamos el sol.
Tan conveDcida de esta verdad debe estar la
Biblia, que cuando babIa de ellos lo hace en un
tono inspirado. Puede asegurarse que los tontos
han dado pié para las mas grandes bellezas litera.
rias del libro por excelencia.
Oidle.
El hijo sábio es la alegria de su padre. Pero
el necio es su desconsuelo. ,
Los tontos desprecian la sabiduría i la enseñanza.
Aprovecha mas la simple correcoion al prudente,
que cien azotes al necio.
Stultorum úifinitus est numerU8.
La risa del necio se parece al sonido de las
espin~s que arden bajo la olla.
Es preferible sufrir la arena, la sal, el peso del
hierro, que no al hombre imprudente, fátuo o
necio.
Hasta aquí la Biblia.
Todas las literaturas, todas las naciones, todos
ffi, & LID & oo.!ll LID ~ liS ®@ rn ~ n
(CONTINuAeloN .)
n.
El silencio, la soledad, el recuerdo de la Dama de
noche, la languidez, el adormecimiento que aquel recuerdo
determinaba en mi nlma; cien recuerdos vagos
de amores pasados como evocados por uno. comparacion
instintivo. a ln presencio. del amor nuevo; mis nspiraciones
hácia un amor soñado que no habia logrado
realizar i que deseaba realizase la Dama de noche;
toda mi historia, todas mis esperanzas, todas mis pasiones,
revolviéndose como los átomos del espacio en un
rayo de sol, habian causado en mi un estado de fiebre
i de sonambulismo mui semejante al sonambulismo
magnético.
Dios i los hombres, lo finito i lo infinito, la luz i la
sombra, la vida i la eternidad, el senlimiento de todo
esto, concreto lo uno, abstracto lo otro, se revolvian en
mi imajinacion en torno de un centro inm6vil i resplandeciente.
Aquel centro ero. lo. Dama de noche.
Empez6 a parecerme todo fanlá.stico.
La luz de lo. luna tomó para mi un color frio, un color
de muerte: los claros i las penumbras de los árboles
me parecian los unos funtasmas blanoos, los otros f",ntaBmas
negros.
Ellejl\no ruido de la orquesta de Palaoio me pareoia.
el eco de un mundo IIp:ll'te, con el oual ninguua relacion
me uuio., i los pasos lentos, ignales, sostenidos del sareno,
el péndulo sordo del tiempo suspendido en la eternidad.
En aquellos mo~entos yo no era un hombrc: yo ero.
un poeta que sentla. con el sentimiento falso de la belleza
convencional soñadn, por 1'1, imnjinaoion.
i Los sueños! i ah! ¡los suelIos!
El ensueño físico pasa, sin dejnr mas detras de si, por
terrible que sen, que un lijero dolor de co.beza quo dosapnrece
en cuanto arrojais sobre vuestra frente un
poco de aguo..
Pero el ensueño moral que determina heohos a mas
inemedio.bles, cunndo pasa o.'! d<'ja un dolor agudo en
01 corazon, un va.cio horriblo que solo se puede llenar
con lágrimas.
nI.
Yo soñaba entónces.
LA ILUSTRACION.
los hombres célebres tuvieron su piedra para arrojar
al tonto.
1 sinembargo, los necios -vi:ren, cr~cen i se In:u~tiplicall.
Parece que de antan~ los VIenc cl pnVllejio
de obedecer lll~lor que nadle el santo precepto
dc: creced i multiplicaos,
nI.
En un rincon del mundo, tapado por las nieblas
casi siempre, i olvidado por los jeógrafos en sus
descripciones del Universo, gozaba de cabal salud
un alegre viejo que eneubria sus ocbenta i cuatro
navidades bajo la fe de una cara risueña i el esmero
de un traje atildado i pulcro, cuya cODsel'vacion
corria a cargo do una anciaDa i mofletuda ama de
gobierno.
Con rentas largas, tranquilidad de espíritu, dinero
a pedir de boea i excelente salud, el buen
viejo se daba vida de prfDcipf?, dorlllia iDtermiDabIes
siestas, comia con apetito i no se le daba un
comino por rei ni por roque, por tirios ni troyaDos.
Pero béteme aquí que de repentc nubeR de melancolía
envuelven la existencia del anciano.
La trabajadora Nicolasa, la incomparable ~ma
de llaves, vé con ojos espaDtados que el apetito
de su señor va desapareciendo, los manjares vuelven
intactos de la mesa a la cocina, el alegre vie·
jo se torna mobiDo i taciturno, afloja en su aficion
al paseo, i pasa los di as eDcerrado en su biblioteca
sin digDarse calmar la inquietud de la sexa·
jenaria.
-Aquí bai gato encerrado, se dijo ésta una
tarde, encaminándose de puntillas a atisbar por
el ojo de la llave. ¿ Qué demonios tendrá que
hacer en la librería?
-j Está leyendo 1 esclamó con creciente !ldmiracion
al distinguir a su amo sentado en una poI.
trona i abismado en profundas meditaciones, con
un libro entreabierto sobre las rodillas.
-Leyendo: ¿ i a qué vendrá tanto leer? Pues
a fé que el señor jamas se la cchó de sabiondo,
¡Ah! Bien dicen que los viejos son dos veces
niños.
Como el tiempo tiene piernas lijeras, pasaron
dias, i el anciano quedó delgado como un alambre.
Nicolasa tuvo miedo de que el primer dia se
aborcase ecbándose los brazes a la garganta. ¡Tan
flexibles se iban poniendo!
-Señor, se atrevió a decirle un dia, usted por
lo visto tomó el partido de morirse sin permiso
dc Dios ni de los santos, i va a salirse con la suya,
Si no muda de vida, estamos mal. Por de pronto
yo me marcho de casa, no quiero ser cómplice de
un suicidio. Aquí ántes acostumbrábamos comer
i pasear: ahora se ayuDa i se está quieto. Pues
yo, señor, no desconfío tanto de mi salvacion que
quiera meterme a criada de un anacoreta.
Construia., como suele decirse, castillos en el o.ire.
Pretendia o.delantar al tiempo, le adelantaba en mi
imajinacion, i me finjia poseedor del alma i de la. hermosura,
del sér entero de la Dama de noche.
Del espectro, segun decia la burlona mUl'muracion,
i que para mi no 10 ern" porque los espectros no tienen
las manos m6rbidas, sedosas, ardientes.
1 sinembargo, el misterio que rodeaba o. la Dama de
noche aumentaba mi fascinacion por ella.
IV.
Yo soi vivamente impresionable, lo que quiere decir
que soi frecuentemento propenso al entusiasmo.
Que creo en algo santo e infiuito.
1 no se puede creer en 10 santo i en lo infinito sin
creer en Dios.
Apeao.r de esto soi fatnlisto. i escéptico.
Pero mi fatalidad se refiero a los sucesos i mi esoeptioismo
o. los hombres.
Sobre todo esto eslá Dios.
Nunco. mi alma se ha conmovido profundamente,
boja la influencio. de lo. felioidad o de la desgrucia, sin
que me hayo. vuelto a Dios, ya paro. darlo graoias por
la primera, yo. para pedirle nmplno contro. la segunda.
Eutónces me oreia feliz: necesitabl\ o.rrodillarme
ante Dios: necesitaba orar.
Cl'eio. babel' encontrado lo. solucion del problema de
mi vido.: el nmor.
1 ero. la media-noche: los templos estaban cC"rrados.
Es cierto quo Dios nos ve donde quiera quo estemos;
sinombargo cuando cstnmos (Jn el templo nos crcernos
mas nnte Dios, mns cercn. de Dios.
Me aoordó de quo en lo alto de lo. cuesta de la Yega,
en el mismo lugur donde hao e ochocientos nITos la 00-
looaron mnnos piadosas, hai una imiíjcn de lo. Virjen.
Si yo no hubiese poseido ese seutimiellto l'clijioso,
tierno i poético que tantns veces me hR cOllsolndo, que
tnnto en situaciones dolorosas me hn fortnlecido, lo que
Os (lstoi contando quedaria roducido a mui JlequelIas
proporoiones.
Croemos en la Providencia, que es li\ snnla f,llalidad
de Dios.
V.
lile levnnté, snH del,inrdin, subí n. lo alto de la cuesto.,
i mo encontré delante do la ohtncl\ iUliíjcn de la
Vh:ien de 1", Almudena, mus emblanquecido. por la luz
de la luna.
Permaneci por un momento de pié, i luego mo arrodillé
i oré.
Pedí o. lo. Vírjen la paz de mi alma, i lo. ventura
para mi nuevo, o ml'jor dicho, para mi primer amor.
El viejo oyó siD pestañar la .alocuc~on , i m?tiéndose
las maDOS en los bolsillos, dló ruedla
vuclta i se lar(7ó sin decir pulabra.
--1 aun aseguran que al que hace bien le vuelve
Dios ciento por UDO: j i a mí IDC vuelven las
espaldas!
La pobre Nicolasa lloró, porque la ingra_titud
es un bofcton que casi siempre arranca lágnmae.
Tres dias despues de este lance, el señor preparó
la maleta, sacó pasaporte, se despidió de todos
i tomó el tole para el. otro mundo.
N otieias osactas del viaje no las hubo. Sinem·
bargo, parece quc la travesía fné rápida, mas rá·
pida que la trasmision de un despacho telegráfico.
r oi es el dia en que se igDora su paradero:
quiénes dicen que pára en la zona tórrida del
Purgatorio, i quiéDes que en el celeste Imperio.
A verígüelo V árgas.
Pero el caso es que los herederos presuntos le
mandaron cantar un entierro mui solfeado, i que
Nicolasa lloró de veras a su amo.
-j Ai! decia, el difunto era muí terco í si como
se le antojó morir de hambre, se le pusiera en
los cascos morir dc parto, estoi segura que triunfaba
de todos los obstáculos.
IV.
Abrióse el testamento en la biblio~eca del fi·
nado.
Este curiosísimo papel dió mucha luz sobre las
verdaderas causas de su muerte.
Abusando de la cODfiaDza del notario vamos a
trasladar IlUS párrafos mas notables,
" ¿ Quién no tiene orejas de asno? preguntaba
Persio eD un arraoque de despecho filosófico.
c, He ahí la pregunta que introdujo desasosiego
en mi espíritu i perturbacion en mi tranquila vída.
"Las palabras del poeta latino me hioieron
compreDder que estaba en un mundo de tontos i
que Jiraba en derredor mio una cadena de necios,
que yo necio tambien, era el centro sobre que se
movian todos ellos, i que nUDca es el hombre mas
tonto que cuando se empeña en parecer sabio.
" IDtenté eDtóDces una clasificacion de los tontos,
i mis esfuerzos se estrellaron contra su número
i variedades iDfiDitas.
" Sabia que entre los varíos inconvenientes de
la necedad, no debía olvidar este: que siempre
comienza a vivir.
" Estaba conveDcido de que el necio nada necesita,
pues nada sabe usar í pero en cambio carece
de todo. Los tODtOS trabajan en su propio fastidio.
.c Cuál es empero el distintivo del tonto? Horacio
me decia: "Que querer dañar i no poder."
"Pero flstO no me bastaba. Cuando lefa sobre
el objeto de mis meditaciones, me parecía incompleto,
contradictorio, oscuro, infructuoso.
"Entónces llegué a convencerme de que en
No sé cuanto tiempo estuve orando, porque cuando
el almn se abstme, pierde el sentimiento del tiempo.
Pero de repente me sacó de mi abstraccion una voz
doloros:!., una. voz jóven, pero saturada, acentuada, por
uno de esos sufrimientol' que e tremecen, que hielan,
una. voz llena de angustia que decia junto o. mí:
-i Cahnllero!
)Ie volví i me puse de pié.
Delante de mí encontré unn mujer.
Aquella mujer estaLo. pobre, nunque limpinmente
vestida, i npesnr de la pobreza de su traje, se notaba
en ella cierta elegnnoi:!..
Porque lo. eleg,mcio. no necesito. de la riqueza.
Lo que en el mundo se llama distinoion pertenece n.
la personn: no pueden darlo ni el sastre, ni lo. modista,
ni el joyero.
Lo. ociednd, mejor dicho, la humanidnd, está. dividida,
en casta!.', en razas.
i Perdonad, oh vosotros los que quereis crear un mundo
cn que n9.die tenga un cnbello mas que otro!
Dios quiere que sea lo que es, i In voluntad de Dios
se cumplo.
VI.
Ln hora, el sitio, h situacion moral en que me encontrnb>
1, el dolor que como una. atm6sfera. tnnjible
cmanltbn. de nqt1l'lla mujer, su distincion, la vnga i
blanca luz de la lunn que nos. alumbraba, la Vírjen de
la Almudcnu, mudo i sanlo testigo de aquelln. situflcion,
todo coutribllia a causar en mi una impresion poderosa,
estl'Elordinnrin, sobronatm'nl, en la que tenia. grau
parte el recuerdo de la Dama de noche que ardia en mi,
intenso, invencible. tennz, lleno de y"gos encantos de
plnceres desconoo¡'los, de esperanzas indeterminada.~.
El I\mor es hermnno de lo. caridad: es la oaridad
misma C"n!l.rclecida por la voluptuosidau: la caridad
materializa dI\.
Pero apesar de la pl\1"te de mnterialismo inherente al
amor humano, el amor aproxima nl hombro al únjel ;
lo pOllO mas crrco. de la caridnd divina.
1'01' clll'ioRillnd i por interes examiné a aquella mujer.
l~l·rl. unli júven.
Apónns ll<'gada a los veinte años.
Era rúbi" i pídilb.
Su palidez la hacio. apareoer mas blanoa ue 10 que
lo era.
1 era blanquisima.
Sin ser hel'mosa., porque no lo era, lo parecia.
r lo que hnoio. parecer hermosa a aquella oriatura
ero. su alma, que salio. a su semblante, que se traparell-
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
todas las literaturas habia una pájina casi en blan·
co, destinada a encerrar la historia de los tontos.
" Divis6 en lontananza lt\ inmortalidad para mi
nom bre, ¡ü conseguia llenar aquella pájina.
" 1\las deoaian mis fuerzas, flaqueaba mi débil
naturaleza, i el espiritu se sobrecojia ante tamaña
empresa.
.. Porque formal' la estadística esacta de los
tontos, seria saber a punto fijo la poblacion del
uní \'('1'80.
"Si los tontos no consiguiesen pasaporte para
viaj'\l', las empres3S do dilijenoias i ferrocarriles
quebrarian. Si se les antojase andar desnudos, los
I'ustres cenarian sus talleres; si se deoidiesen a
gastar uniforme, el mundo se convertiria en un
iumen;;:o cuartel.
"Pues bien, mi rcsoluc:on es irrevocable;
echaré los cimientos de esa obra jigantesca.
" Declaro del modo mas solemne heredero de
mi fortuna, que no bajará de un millon de libras
esterlinas, al hombro quo aparezca ser i en ver·
dad sea el !tombro mas bobo del mundo.
" Encon trado este, tendremos la primera letra
del alfabeto de los tontos, el último grado del
termómetro de la necedad, i partiendo de un puno
to conocido, la gradacion es fija, el estudio posi.
ble, las divisiones fáciles i el resultado favorable."
V.
Si os aoordais, lectores, de que el difunto vivia
en un paraje nebuloso i dejaba su herenoia en Ji.
bra!:' estcrlinas; si parais mientes en la oriJinali.
dad del testamento, ¿ adivinareis en qué nacion
pasaron esta!:' cosas?
Pues es claro; en Inglaterra: inglés tenia que
ser tan escéntrioo testador, porque de casta le
viene al leopardo el ser maniático.
Nioolasa parecía deshacerse en lágrimas i BUS,
piras, cuando en un elocuente codicilo oyó leer
un cuantioso legado de BU amo.
Siguió llorando algunos dias mas; se vistió de
luto rigoroso, i al fin, como los duelos con pan
son ménos, se le oourrió una idea mui injeniosa.
¿ Por qué la herencia del señor ha de pasar al
hombre mas bobo? ¿ Raí criatura mas tonta que
la mujer en este mundo?
La severidad inglesa no admitia interpretacio.
nes. Los albaceas se echaron por esos andurriales
a caza de bobos, i de seca en meca, hoi 'en Paris,
mañana en Flándes, pasando la pena negra en
caminos i cal'l'iooohes, anduvieron como papamoscas
las cuatro quintas partos de la tierra, sin
haber dado con la piedra filosofal que buscaban.
Ahora van a ver ustedes lo que les suoedia.
JJ;ncontraban, por ejemplo, un paoientísimo ma·
riao, que deja a su mujer ir del brazo de un amigo,
miéntras el santo varon jugaba con una turbamulta
de chiquillos, que en el rejistro parroquial
constaban por hijos suyos. •
taba por decirlo así, dándola un encanto, un poder,
una fasoinacion inesplicables.
Pero ape2ar de que su semblante no tenia esas formas
correctas i puras de la belleza que en el conjunto
determinan la hermosura, sus dulces ojos azules, el
contorno i la posicion de su cabeza eran puros i nobles,
i en cuanto a su cu()llo, nada mas mórbido, nada mas
encantador, ni nada mas ámplio i redondo que sus
hombros, ni nada mas bello que sus p()queñas manos
que tenia juntas en actitud de suplicar, ni nada mas
jenm que su tnlle inclinado h{tcia mí.
Su tl'o,je consistio, en un mnnLo, un pañuelo de abrigo
i una bata de percal.
La luna brillaba en sus lágrimas que corrian lenb·
mente una por una o. lo largo do su semblante.
VII.
Profundamente conmovido la pregunté en qué podia
sel'ln. útil.
-Estoi desesperada, caballero, me contestó, i espe·
ro de usted ......
-j Todo! lo. respondL
-He ido en busca de un médioo: me ha sido preci-
8 0 valerme de un sereno, que me ha llevado de malo.
gana 1.1 la puerta de uoa casa: ha llamado; cuando
hnn sabido que ('ra necesario venir al arrabal estra·
muros de San Isidro s() han negado.
-j All ! j comprendo! j no ha encontrado usted
ninguno de esos señores que quiero. servirla! ......
-No, señor.
-Pues bien, tendrá. usted médico, i bueno ...... ¡Eh!
j PeLh'o! j Pedro! grité.
Mi cal'l'unjo estaho. mas al'l'iba. en lIJo plnzuela de
Santn l\Inl'ío..
Me hnbia vuelto para. llama.r a Pedro, i de r epente
me sentí asi'dns las ruanos i unos lábios húmedos que
me las besabnn.
La desconocida s() hnbia al'ro,indo a. ruis piés.
Yo me nprcsuré a nlzlU'ln.
-Grncias, cnbnl1l'l'o, grnoias, me dijo: DO en vnno
al verle :lo usted arrodilltldo a los piés de la. V1rjcn
coucchí una espornoza; usted ti(lno caridnu.
-No hnblemos de esto. OV(), Pe<1l'o, elijo n mi cl'indo
que se noeroaba: aI1l10w'()oI0, con el. carI'unje, n
casl~ del señor ~ alcedo: quo venga al lllstunle ......
¿ a dónde! aliad!. volviéndome a. ella.
-Al'"'a.1'l'abnl de San Isidro, número ouarenta.
-Vete, i a esoo.pe.
Pedro pllortió.
-Gracias de nuevo, mil gro.cins, caballero: yo ......
LA ILUSTRACION.
-Es imposible que hasa hombre mas tonto,
decian los albaceas, i casi Be disponían a entregarle
la herencia.
Pero nunca faltaba un soplon que les arredrase
de su propósito.
-j Qué disparate van ustedes a hacer? Sí ese
marido es un ·tomo de a folio, que holgazaneando
pasa la vida regaladamente a ouenta de los tontos
que galantean a su mujer. Es feliz, nada le falta,
nada le pide su mujer. __ _
Los albaceas tomaban entónces desesperados el
portante.
1 en todas partes encontraban tontos: los vie·
ron con grandes cruces, con coches, con caballos:
los conocieron en el poder, siendo el ídolo de la
muchedumbre, i en todos los estados, en todas
condiciones habia bobos que eubrian su cabeza, o
con tiara, o con mitra, o con bonete, o bien con
morrion, casco, sombrero apuntado o borlas de
doctor.
Pero i oosa rara! en el fondo de todas las ton·
terías habia un principio de egoismo, lo cual pro.
bó a los testalllent3rios que la necedad es un ca·
pital que el hombre emplea muchas veces como
altamente produotivo.
Así es que nuestros viajeros tomaron la vuelta
de Ingiaterra, i mejoraban a cada paso el mal
concepto en que tenian a la raza humana.
Oomprendian que los tontos finjen una enfer·
medad de la intelijencia con el mismo designio
que los mendigos se abren voluntariamente llagas.
j El interes !-Bé ahí la varita májica que hace
bobos a los hombres.
Sobre este polo jira la máquina social, i en la
humana mascarada por mas que varien caretas i
disfraoes, su frio i desnudo esqueleto aparece bajo
todas las trasformaciones i cambios.
En vano querreis curar a los bobos, como en
vano os esforzareis en curar al pordiosero que ci.
fra el sustento en sus achaques.
Pero volvamos a los albaceas del acaudalado
ingles i sigámosles con calma en el retorno de
sus filosóficas peregrinaciones.
Entran ahora precisamente en un pueblo ani·
mado i bullicioso, que en algazara sin fin apénas
se apercibe de su llegada.
Reina por todas partes el desórden: la confu·
sion creo e, arremolínase la jente, i entre una corte
de soldados, ministril es i sayones, maroha un
hombre pálido, flaoo, dcsnudo i maniatado, que
entre ahullidos i vociferaciones oye su sentencia
de muerte.
Aquel pueblo se llamaba Oosmópolis.
Los impasibles ingleses dirijiél'onse a un re·
chonoho ciudad!lno i le preguntaron:
-¿ Qu6 sucede? ¿ qué pasa? ¿ Por qué van a
ahorcar ese hombre?
no puedo espresar a usted mi agradecimiento mas que
con palabras ...... pero dígame usted su nombre.
-¿ I para qué?
-Para recordarl(), para beudecirle.
-Vamos, vamos, que acaso hace usted falto. a.l lado
del enfermo, la dije presentándola mi brazo.
-j C6mo! ¿ Me va usted a acompañar?
-Debo acompañar a usted; es mas de medIa. no-che
..... debe usted tener miedo de ir solo. allá bajo.
-i Miedo! sí, es verdad: ¿ pero cree usted que mi
miedo no se aumentará por el peligro en que usted se
pone?
-j Peligro! es mui tarde: ¿ quién ha de encontrarse
a estas boras en el campo ...... fuera de camino? ......
-Quédese usted; yo sola voi mas segura.
-No insista usted, porque yo he do acompañarlo..
-Pues vamos, me dijo con un singular acento de
decision.
La ofrecí mi brazo.
Ello. le acept6.
Noté 0.1 darla el brazo que estnba. vivamente ajitada.
Nos pusimos en marcbo. en silencio.
VIII.
Despues de una de esas emociones estraordinarias
que determinan en nuestra almo. el sentimiento o el
entusiasmo, sobreviene la refleccion, i con ella. la reac·
cion ni rncioci nio fri o.
r~sta reaccion se efectu6 en IDI.
Acordeme de lances quc habio. oido conlar o que ha·
bin leido, porque a mí ningun lnuce de ayuelb e=,pecie
roe habia. sucedido nunca: lances en que una aventurero.
jenel'almente bella, habia servido de ce U? para llevar
a un enamorMlo in.prudente a una madrIguera de ladrones;
pero miré a lu desconocida i me urrepentí de
haber pensado tilO mn~ de .ella: el ~olor snli,\ a 'u
eemblnnte, i el llanto stlcncloso 1 continuo oorrla la ilusion de que vive en el paraíso. Pero al
cabo del año, ni le vale haber gobernado bien, ni
amigos, ni intercesorcs, ni arrepentimiento. Se le
despoja del mando por los oiudadanos i velíB nol¡'s
se le ahorca mui bonitamente.
-Pero, hombre ¿ i hai aquí quien quiera ser
Gobernador? preguntaron los ingleses abriendo
dos palmos de boca.
-j Vaya si hai! recorran ustedes la ciudad i
pronto alcanzarán cumplida respuesta.
lnternál'onse los albaceas, i a pooo rato trope·
zaron con un sujeto que repartia dinero al pueblo
para que le nombraSE: gobernador, prometia el
oro i el moro, pedia votos a todo el mundo, apela.
ba a todas las influencias, i en fin, ponia en juego
todo linaje de manejos electorales.
La admiracion de los ingleses rayó en lo he·
r6ioo.
El populacho abandonó al candidato probable,
para ir a solazarse en la plaza con las volteretas
del ex·gobernador que estaban ahorcando.
-j Estas tenemos! esclamnn los albaceas al
poco tiempo, atónitos i aun no repuestos de su
estupor. No neoesitamos cansarnos mas: he aquí
el hombre mas bobo del mundo. Le entregaremos el
millon de libras esterlinas, i satisfecho nuestro
juramento, volveremos al suelo natal.
Llegado el cuento a este trance, habrá lector
que pregunte:
-¿ Pero el gobernador en ciernes desistiria.
de su proyecto con fortuna tan repentina?
-j Quiá! Rabia naoido con mala estrella i DO
pudo sustraerse a su influjo: fué gobernador,
triunfó, derrochó i murió en la hora como sus
antecesores.
VI.
De la historia del hombre mas bobo del mundo,
se desprenden tres consideraciones a cual mas i:nportantes:
La primera es relijiosa.
Que el hombre comete la torpeza de entregarse
en cuerpo i alma a los deleznables i efímeros placeres
de la vida, aunque en la otra se le eapere la
condenacion eterna.
La segunda es política.
Que el afan do lanzarse a la vida pública crece,
apesar de que tan solo proporciona sinsabores,
-Bien, sL ..... pero la enfermedad ......
-El infortunio.
-Pero cuando el infortunio mato., se vale de una
enfermedad que provoca.
-A mi pobre madre no la duele nada, nada mas que
el alma, i sin embargo se muere.
-j. Pero qué indicios, qué síntomas? ......
-Languidez, adormeoimiento ...... una luz que se
apaga ......
-Si eso es así.. .... temo que mi médico ......
-Yo lo temo tambien; pero cuando una persono. so
muere, se llama siempre al médico.
--Creo que otro médieo seria mejor.
-Sí, j Dios! pero es que Dios quiere n veces paro.
salvnr a. sus oriaturas sentenciarlas al martirio.
-Indudablemente, Dios es el mejor médico que pudiera
buscara e paro. las enfermedades d el almo.; i Dios
suele acudir sin que se le llAme: ¿ (¡uién sabe si Dios
se valdrá de mi como medicamento?
-Se detnvo la jóven i me miró de hito en hito.
-~o co.mprend.o a usted, me dijo.
-1: o SOL ..... rico ......
Apeaar de que era mui dificil percibir el enrojeci·
miento de su sembIant() ala luz de la. luna, me r.areciÓ
que el sembl nte ue 1<\ jóven se enrojecia.
-No. ct1bollero. no : seapresur6adecirme: elolin .
ro puede hacerlo todo, méno~ los milagros; el dinero
no puede re~ucitar " los muerto~.
1 cal16, i volvió a I'0ner~e de nuevo en marchn arras.
(ráodome de una. manera. nervioso. e impremeditad
con~igo.
Decididamente todo lo que me acontecía aquella no.
che era estraor-,
sogas parl\já,~t\imas, rien~las.'ve. _Toduobra Ql!e salg!l qe
este estableCImIento se da garantIzada 1 a precIOs mm mudico~.
Tambien se hallan los mismos articulos en la ciudad
de la Mesa en el taller del citado Sá.nchez StO altentr lo~
~~~~~~:..~~~~_~~~_~~~~~~_~~:~~~~~_~ ___________________ ~2.:_9
INPREXXá DE NICOLoI.S PONTON ::: COMPAÑiA..
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Citación recomendada (normas APA)
"El Cóndor: periódico literario - N. 7", -:-, 1870. Consultado en línea en la Biblioteca Digital de Bogotá (https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/3683850/), el día 2025-09-14.