Por:
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Fecha:
12/11/2021
Temporada Digital de Conciertos Banco de la República 2021
Concierto digital No. 39
Estreno: miércoles 17 de noviembre · 6:00 p.m.
DUETO IDILIO
voces y guitarras (Colombia)
WUILMER LÓPEZ
arpa llanera (Colombia)
Fotos: Daniel Machado · Edward Messa
SERIE DE LOS JÓVENES INTÉRPRETES
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CONCIERTOS PARA EL RETORNO
Desde 1985, varios jóvenes músicos colombianos aspiran a ser seleccionados
para ser parte de la Serie de los Jóvenes Intérpretes del Banco de la República.
El proceso de selección incluye dos rondas de audiciones evaluadas por
jurados escogidos según el instrumento o el género musical. A lo largo de
los años, la convocatoria se ha convertido en un espacio para que los jóvenes
músicos midan sus capacidades artísticas, pongan a prueba su proceso de
preparación y adquieran experiencia.
El diseño original de la Temporada Nacional de Conciertos del Banco
de la República 2020 incluía veintiocho conciertos de jóvenes intérpretes
en diferentes ciudades del país y veinticuatro en la Sala de Conciertos de
la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá. La suspensión de todas las
actividades de las artes escénicas abiertas al público como consecuencia de
las medidas de prevención por la propagación del COVID-19 obligó a la
cancelación de los conciertos en vivo - cancelación que continúa en 2021. No
obstante, el Banco de la República es consciente de la importancia que tiene,
en este contexto, brindarle al público espacios de apreciación, esparcimiento y
acercamiento a diferentes expresiones musicales. De igual forma, es consciente
de que un evento como esta pandemia no debe tener como respuesta la
parálisis sino la adaptación y la absoluta convicción en los principios que rigen
su labor cultural, incluida la de acercar al público a nuevos talentos musicales
colombianos.
La temporada digital de los jóvenes intérpretes es una muestra del talento
que hay en nuestro país, así como un mensaje que llega de las manos de
nuestras jóvenes promesas: a pesar de la distancia física que dicta la prudencia
frente a la actual pandemia, hay maneras de estar cerca de la música, de
compartir experiencias con amigos, familia, público y artistas, y de construir
espacios para estos encuentros. Esperamos que los conciertos digitales que
presentaremos en 2021 se conviertan en un espacio para compartir en familia,
para escuchar y descubrir música y para darnos cuenta de que la distancia es
tan solo física y que, gradualmente, si todos ponemos de nuestra parte, nos
volveremos a encontrar en la calle, en el trabajo, como familia y, desde luego,
en nuestros teatros, auditorios y salas de concierto. ¡Bienvenidos!
Sala de Conciertos @Banrepcultural Banrepcultural Banrepcultural
Luis Ángel Arango
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SOBRE LOS INTÉRPRETES
Dueto Idilio, voces y guitarras
El Dueto Idilio se conformó en 2017 con la intención de difundir la tradición
de la música andina colombiana en las nuevas generaciones. Con Juanita Sossa
en la primera voz, Laura Chaparro en la segunda voz, Jefferson Jerez en el
tiple y Julián Nieves en la guitarra, la agrupación logra una sonoridad fresca y
original en cada uno de sus arreglos colectivos.
La agrupación ha participado en importantes festivales de música andina
colombiana del país: en 2017, en el Festival de Música Colombiana Andina y
Sacra de San Gil y en el Festival Nacional del Pasillo Colombiano, en Aguadas,
Caldas, donde fueron finalistas; en 2018, en el Festival de Música Andina
Colombiana ‘Tradición’, en Pitalito, Huila, donde obtuvieron el primer puesto,
y en el Concurso Nacional de Duetos ‘Ciudad de Cajicá’ donde también
fueron finalistas. En 2019 el Dueto Idilio ganó este último concurso y fue
seleccionado para ser parte de la Serie de los Jóvenes Intérpretes 2020 del
Banco de la República.
Foto: Daniel Machado
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Wuilmer López, arpa llanera
Wuilmer López nació en Bogotá en 1996. Inició sus estudios como arpista
con Hildo Ariel Aguirre Daza en la Academia Llano y Joropo, en Bogotá, es
profesional en música de la Universidad INCCA de Colombia. A su corta
edad, ya ha obtenido muchos éxitos tocando el arpa llanera e interpretando
repertorios tradicionales colombianos y latinoamericanos, y con músicas del
mundo.
Ha ofrecido recitales en diferentes escenarios de músicas académicas y
populares en América Latina, Asia y Europa, dentro de los que se destacan
el Teatro Colón de Bogotá, Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, Sala
de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, Teatro Colsubsidio y el
Auditorio León de Greiff.
Entre las producciones discográficas del Wuilmer se encuentran Entre dos
arpas (2016), Arpas de Colombia (2008, 2013 y 2020), Arpasión (2020) y
Algeciras (2021). Ha participado y ha sido ganador de importantes festivales
y concursos nacionales e internacionales realizados en Colombia, Japón,
Corea del Sur, México, Irlanda, Brasil, Argentina, Chile, Noruega, Finlandia
y Francia.
Conozca más acerca del artista
Wuilmer López
Foto: Edward Messa
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PROGRAMA
DUETO IDILIO, voces y guitarras (Colombia)
El torbellino soy (c. 2000) CLARA CALDERÓN (n. 1957)
Bambuco mío (2019) JUANITA SOSSA (n. 1993)
El guaro (s. f.) TRADICIONAL
Planta sagrada (2014) GUSTAVO ADOLFO RENGIFO (n. 1953)
WUILMER LÓPEZ, arpa llanera (Colombia)
Misterio (2018) WUILMER LÓPEZ (n. 1996)
Casual (2016)
Algeciras (2016)
Ondarolázo (2018)
Enarmonía (2020)
Mar de bordones (2015)
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SOBRE EL PROGRAMA
Por Sergio Ospina Romero
Dueto Idilio
Tenemos que empezar con una aclaración importante. El Dueto Idilio es en
realidad un cuarteto: dos voces, tiple y guitarra. Aquello de ‘dueto’ tiene que ver
más con la tradición musical que ha inspirado sus faenas musicales y a la que
se han articulado con un sonido fresco y original: la de los duetos de antaño.
Fieles en su mayoría a los géneros y estilos musicales más emblemáticos en
la música andina, entre ellos el bambuco, el pasillo, la danza y el torbellino,
aquellos duetos de antaño fijaron todo un paradigma con respecto a la
interpretación de estas músicas, e incluso, con respecto a lo que podría ser
—y en la opinión de algunos ‘debía ser’— la música nacional colombiana.
Para muchos, sin duda, la sola mención de algunos de estos duetos legendarios
desencadena, inevitablemente, una evocación nostálgica de otros tiempos,
y con ello, de recuerdos, sensaciones, y formas de ser y sentir simplemente
inconmensurables. Duetos como los de Espinosa y Bedoya, los hermanos
Martínez, Garzón y Collazos, los Tolimenses o Silva y Villalba marcaron toda
una época y asentaron buena parte de su música, de manera indeleble, en
varias generaciones.
Además de la incorporación de sensibilidades estéticas inconfundiblemente
más urbanas y ‘modernas’ —si se le compara con sus contrapartes de
‘antaño’—, el Dueto Idilio es un cuarteto que suena a dueto en virtud de una
operación de aritmética musical en apariencia sencilla, pero con profundas
implicaciones. Lo que otrora hicieran dos músicos ahora lo hacen cuatro. En
efecto, en Silva y Villalba, como era el caso con la mayoría de sus colegas, cada
músico tocaba un instrumento —el tiple o la guitarra— a la vez que cantaba
la primera o la segunda voz, usualmente al mismo tiempo. De este modo, el
trasegar armónico del acompañamiento instrumental respaldaba el trasegar
melódico y a la vez armónico de las voces. En raras ocasiones sonaba solo una
de las voces, por lo que tal simultaneidad de timbres vocales y de armonías
—instrumentales y vocales— terminó convirtiéndose en la identidad musical
por antonomasia de tales duetos y de incontables empréstitos musicales hasta
el día de hoy. Pero en el Dueto Idilio, los cuatro roles se reparten cómodamente
entre cuatro músicos. Mientras Jefferson y Julián se concentran exclusivamente
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en la producción del acompañamiento instrumental en el tiple y la guitarra,
respectivamente, Juanita y Laura toman las riendas del canto, cada una en un
registro musical diferente, como otrora lo hicieran Silva y Villalba, aunque con
una flexibilidad interpretativa que trasciende con creces la de aquellos.
El paso de dos a cuatro músicos y lo que ello implica en materia de arreglos
instrumentales, en la forma de las canciones y en la puesta en escena del grupo
no es una innovación menor. Basta con comparar alguna grabación o algún
video de cualquiera de los duetos de tiempos pasados con una presentación
del Dueto Idilio y las repercusiones saltan, literalmente, a la vista, a la vez que
se pueden escuchar claramente. Comparar lo que ocurre en el performance, y
musicalmente en uno y en otro caso no es —o no debería ser— una forma
de prescribir una alternativa como mejor que la otra, bien sea en la forma de
aquella máxima de ‘todo tiempo pasado fue mejor’ o, por el contrario, al asumir
que la sofisticación musical inevitablemente implica el perfeccionamiento de
un modelo anterior. Lejos de desafiar radicalmente el legado de los duetos de
música andina tradicional colombiana, el Dueto Idilio se nutre de ella, y en el
camino, la enriquece. Y si a algunos, desde el furor folclorista, les parece que
atenta contra ciertas venerables costumbres musicales heredadas de décadas
anteriores, al menos podrán aceptarlo como una alternativa cautivadora, y
muy a tono con la industria y el mundo del entretenimiento musical en el
siglo XXI. Todo ello, teniendo en cuenta un factor adicional: el protagonismo
vocal de las mujeres en un ámbito musical que hasta hace unas pocas décadas
era dominado casi exclusivamente por voces masculinas. Lograr actualizar
universos musicales que muchos habían simplemente relegado al ámbito de
la evocación nostálgica no es, de nuevo, un logro menor.
Para este concierto, el Dueto Idilio nos presenta cuatro piezas que
permiten apreciar un diálogo fluido tanto con repertorios ‘de antaño’ como
con composiciones recientes. De lo primero una clara muestra es El guaro,
una canción popularizada, entre otras versiones, por la interpretación que en
su momento hizo el dueto de Garzón y Collazos. La palabra ‘guaro’ aglutina
no solo tipos muy distintos de bebidas alcohólicas, sino escenarios sociales
a menudo contrastantes, aunque en cuestiones de borracheras y del amor,
como insiste la canción, la diferencia entre un trago y otro a veces no parezca
importar mucho: «[…] para el que toma aguardiente, qué caramba, el coñac es
cosa vana». Lo mismo podría decirse, quizás, de las distintas formas en la que
es posible interpretar una canción como esta, desde el estilo reiterativo de
Garzón y Collazos hasta los matices que de suyo agrega el Dueto Idilio. Por otra
parte, las otras tres canciones, El torbellino soy, Planta sagrada y Bambuco mío,
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son mucho más afines, en su arquitectura musical original, con la propuesta
del Dueto Idilio. Esto, por la forma en que interpelan sensibilidades artísticas
y hasta temas que resuenan con elocuencia en la Colombia contemporánea,
aunado a la manera en que ponen en evidencia toda una serie de diálogos y
negociaciones entre los mundos urbano y rural; el mismo tiempo de diálogos
que podemos imaginar, pero entre el pasado y el presente, al convocar en un
mismo texto o en un mismo escenario a los duetos de antaño y a los duetos-cuartetos
de hoy.
Wuilmer López
Este concierto nos ofrece la oportunidad de apreciar un talento musical como
pocos, expresado por medio de un repertorio que brilla por la diversidad
de tradiciones e influencias que han ayudado a darle forma. Tal diversidad
estilística es quizás uno de los síntomas más evidentes de la personalidad
musical polifacética del Wuilmer López (n. 1966), quien a su corta edad
ya ha cosechado ovaciones en escenarios de distintas partes del mundo,
perfilándose, sin duda, como uno de los arpistas colombianos más destacados
del medio. Y es que, si bien Wuilmer López conoce y domina el universo
interpretativo y musical asociado tradicionalmente con el arpa llanera, sus
intereses musicales se expanden mucho más allá de dicho mundo cultural. En
la música de Wuilmer López conviven los golpes llaneros con la música popular
de distintos lugares de América Latina, el Caribe y el mundo mediterráneo, así
como con el jazz, la música académica (clásica y contemporánea) e incluso la
música electrónica. Su versatilidad técnica en la interpretación del arpa está
inspirada en la larga tradición de arpistas llaneros, pero, al mismo tiempo, su
propuesta artística deja ver una fascinante combinación de aspectos musicales
procedentes de múltiples tradiciones y corrientes estilísticas. Entre estos
aspectos pueden destacarse, por ejemplo, el énfasis en la improvisación, el uso
de acordes enriquecidos, el interés por cualidades sonoras que por momentos
evoca las faenas creativas de algunos compositores contemporáneos, y una
búsqueda incesante por fusionar distintos géneros musicales.
Tales innovaciones están materializadas, en primer lugar, en su propio
instrumento. Al igual que muchas arpas tradicionales, la suya está hecha de
madera de cedro. Aunque a diferencia de estas, la tapa es de pino abeto alemán,
la misma madera que se utiliza para fabricar otros instrumentos de cuerda
como algunas guitarras clásicas. Además, el arpa de Wuilmer es un híbrido
entre el arpa típica de los Llanos colombo venezolanos y el arpa paraguaya.
Esto resulta en un sonido mucho más profundo y resonante en los bajos,
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pues está hecha con cuerdas entorchadas como suele ser el caso en un bajo
eléctrico o en el arpa paraguaya. Tal adaptación tiene implicaciones sonoras
muy significativas pues no solo sirve para producir un timbre en cierto modo
único, sino que juega un papel crucial para que el arpa funcione mejor como
instrumento solista, cosa que no suele ser muy recurrente en la música llanera
tradicional. Al mismo tiempo, mientras que el arpa llanera tiene por lo general
treinta y dos cuerdas, la de este arpista tiene treinta y cuatro, y a esto se suma
un sistema de llaves y palancas por medio del cual es posible cambiar de
tonalidades en tiempo real. Esto último es muy importante a la hora de acceder
a una amplia gama de repertorios y mundos musicales. En el arpa llanera
convencional se interpretan piezas que están por lo general en una misma
tonalidad de principio a fin. Eventualmente, los arpistas experimentados hacen
ajustes técnicos con sus manos para alterar unas pocas notas de modo que se
pueda, de ser necesario, hacer uso de otra escala o tonalidad que comparta
varias notas con la escala en que se encuentra afinado el instrumento. Pero
por regla general si se quiere tocar una nueva pieza en una tonalidad distinta,
es necesario volver a afinar el arpa.
En virtud de las modificaciones tecnológicas hechas a su instrumento,
Wuilmer puede interpretar piezas más complejas que exigen el paso por
distintas tonalidades y el uso de un espectro más amplio de notas musicales,
con un nivel de libertad interpretativa comparable, por ejemplo, con el de un
piano. Por todo lo dicho hasta el momento, resulta claro que Wuilmer López
está siguiendo, en cierto modo, los pasos de músicos como el también arpista
Édmar Castañeda, quien lleva ya varios años descollando en la escena jazzística
de Nueva York. No obstante, aunque Édmar y Wuilmer comparten muchas
características relacionadas, entre otras cosas con su virtuosismo y creatividad,
el segundo de estos ha logrado consolidar en muy poco tiempo una voz
musical propia, que le ha asegurado un reconocimiento de largo alcance y
que permite anticipar una carrera brillante como intérprete y compositor.
El repertorio que presenta Wuilmer incluye seis piezas musicales
excepcionales, todas de su propia autoría: Misterio, Casual, Algeciras,
Ondarolázo, Enarmonía y Mar de bordones. En conjunto, se trata de un
programa que ofrece una excursión musical mediante distintos estilos en la
música iberoamericana, pero forjados y en cierto modo reinterpretados a la luz
de un nuevo sentido de musicalidad, fruto de la experiencia única de Wuilmer
con su instrumento. Misterio, por mencionar un ejemplo, es un vals organizado
primordialmente con base en tres acordes y estructurado en tres secciones,
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como lo suelen estar muchas obras de jazz: tema principal, improvisación y
repetición del tema principal. En el tema principal, la melodía se superpone
con una fluidez cautivadora al ostinato del acompañamiento en los bajos,
resultando por momentos en un contrapunto rítmico tan enriquecido que
pareciera crear la ilusión de estar escuchando varias arpas al mismo tiempo.
Algeciras es una bulería flamenca organizada en grupos de doce tiempos,
escrita por Wuilmer bajo el influjo de la música de Paco de Lucía. Algeciras
además es el segundo apellido de Wuilmer y la tierra natal de Paco de Lucía,
y esto, lejos de ser simplemente una casualidad anecdótica, es una expresión
de los diálogos musicales, en esencia transnacionales, que le dan vida a una
pieza tan innovadora y atractiva como esta. Contrario a la idea que fija ciertas
tradiciones musicales dentro de los confines exclusivos de un país o de ciertos
patrones folcloristas de interpretación, Algeciras es un encuentro formidable
entre sonoridades flamencas y llaneras que pone en evidencia la forma en
que la música es con frecuencia una transgresora incorregible de fronteras
nacionales. A la misma influencia flamenca responde Mar de bordones, una
composición que hace parte de Entre dos arpas, el álbum que lanzó Wuilmer
en 2016 y que se encuentra disponible en casi todas las plataformas digitales
de streaming. Empero, quizás con más atrevimiento que Algeciras a la hora de
experimentar musicalmente, Mar de bordones pone de manifiesto un nuevo
género híbrido, algo así como un pajarillo-flamenco, en el que, además, figuran
otros golpes llaneros como el joropo tuyero y el gaván.
Si Algeciras y Mar de bordones convocan diálogos transnacionales para
gestar nuevos escenarios de innovación, puede decirse que Ondarolázo es,
como el arpa misma de Wuilmer, el resultado de la combinación de recursos
musicales diversos y en principio sin ninguna conexión aparente entre sí.
Para empezar, Ondarolázo pone en diálogo el merengue venezolano con la
onda nueva —el género musical desarrollado por el compositor venezolano
Aldemaro Romero a finales de la década de 1970 justamente como fruto
de la combinación, dentro de un mismo horizonte estético, de elementos
procedentes del joropo, el jazz y el bossa nova—. Ondarolázo, adicionalmente,
hace alusión a otro tipo de fusión, es más subjetiva y está asociada a la propia
identidad cultural de Wuilmer López: un bogotano (o ‘rolo’) incursionando
en la onda nueva, el mismo ‘rolo’ que en otros conciertos y grabaciones ha
descollado con su forma de revitalizar, desde el arpa llanera, la música de
Ernesto Lecuona, Astor Piazzolla, Michel Camilo y muchos otros. Este
concierto es sin duda una demostración elocuente del talento de Wuilmer
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López como intérprete y como compositor, en especial a la hora de resignificar
múltiples estilos dentro de una propuesta musical fresca y con el potencial de
consolidar el arpa como un referente inconfundible de modernidad musical.
Sergio Ospina Romero es profesor de musicología en la Jacobs School
of Music de la Universidad de Indiana. Sus investigaciones se concentran
en la primera mitad del siglo XX, en especial, en temas relacionados con
tecnologías de grabación y reproducción mecánica del sonido, el jazz
y la música popular de América Latina. Es el autor de dos libros, Dolor
que canta (ICANH, 2017) y Fonógrafos Ambulantes (Gourmet musical,
en prensa), así como de varias publicaciones que han aparecido en
revistas y libros de distintos lugares del continente, incluyendo Journal
of the American Musicological Society, Ethnomusicology, Keyboard Perspectives, Latin American
Music Review, Journal of Folklore Research, Resonancias, Boletín Música, Revista Argentina de
Musicología, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Maguaré, Historia y Sociedad,
y Ensayos: Historia y Teoría del Arte. Ha sido profesor en la Universidad Nacional de Colombia,
la Pontificia Universidad Javeriana, la Universidad de Cornell y la Universidad de los Andes.
Sergio es el pianista y director de Palonegro, un ensamble de música latinoamericana y jazz
latino, con el que grabó recientemente el álbum Two Minutes Apart, disponible en todas las
plataformas digitales.
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